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Curso: Lengua II
Ciclo: II
Las modalidades expresivas del habla viene determinadas por factores muy diversos,
tales como el medio de expresión utilizado -más culto en el caso de la comunicación
escrita que en el de la oral-; la materia sobre la que versa la comunicación -cuanto
más técnico sea el tema tratado, tanto más culto resultará el registro lingüístico
empleado-; las circunstancias ambientales que rodean la comunicación y el grado de
familiaridad entre los interlocutores -por lo general, la comunicación adquiere un tono
más “formal” cuanto más respeta el hablante las distancias sociales; tono que se
vuelve más “informal” y relajado cuando entre los interlocutores existen lazos
familiares o de amistad-; y la personalidad de hablante, pues en definitiva es este el
que imprime a su habla un estilo propio, dentro de los límites que su grado de
instrucción y las circunstancias que rodean a la comunicación le permiten.
Aunque son muchas las variedades de la lengua -esto es, las producidas por las
circunstancias sociales-, suelen reducirse a dos: nivel vulgar y nivel culto, que se
corresponden, respectivamente, con las clases más elevadas y bajas, y con su mejor y
peor grado de instrucción. Estos distintos niveles socioculturales de los hablantes
están en estrecha relación con el entorno geográfico en que se mueven: cuanto más
alto es su nivel sociocultural, menos cabida tienen en su habla los particularismos
locales, que son muy acusados si su nivel sociocultural es bajo.
En este sentido se puede diferenciar que el hablante dispone del nivel lícito e ilícito en
el uso de la lengua, lo cual está determinado por el nivel cultural como también en
algunos casos de la situación comunicativa y el entorno en cual se desenvuelve.
La lengua tiene unidad porque todos cuantos la utilizan pueden entenderse entre sí al
usarla, pero es evidente que hay diferencias apreciables en su empleo por parte de
distintos hablantes. Se denomina VARIEDAD LINGÜÍSTICA a cada uno de los
conjuntos de rasgos peculiares que caracterizan el uso de una lengua por parte de
unos u otros grupos de hablantes en virtud de factores diversos (históricos,
geográficos, sociales).
Poesía y palabra
De pie sobre el tonel, con la capa terciada, el sombrero echado sobre la ceja derecha,
aquel personaje, pequeño de cuerpo, si bien de alma grande; morenito, con sus
ojuelos abrillantados por los vapores que le subían del estómago, habló de esta
manera: -Jeñores: Denque los güenos españoles volvimos en sí y vimos quese
menistro de los dimonios tenía vendío el Reino a Napolión, risolvimos ir en aca el
palacio de su sacarreal majestad pa icirle cómo estemos cansaos de que nos
gobierne como nos está gobernando, y que naa más sino que nos han de poner al
Príncipe de Asturias, pa que el puebro contento diga… (Fuertes gritos y patadas.)
Pos sigo iciendo que esombre nos ha robao, nos ha perdío, y esta noche nos ha de
dar cuenta de too, y hamos de icirle al Rey que le mande a presillo y que nos ponga al
príncipe Fernando, a quien por ésta (y besó la cruz), juro que le efenderemos contra
too el que venga, manque tenga enjércitos y más enjércitos. Jeñores: Astamos ya
hasta el gañote, y ahora no hay naa más sino dejarse de predicar y coger las armas
pacabar con Godoy, y digamos toos con el ángel: ¡viva el príncipe Fernando!
Aunque literariamente elaborado, el texto anterior recoge con claridad algunos de los
rasgos típicos de la lengua vulgar. La incapacidad para el razonamiento del
protagonista, compensada con una entonación desmesurada y con una mímica
vehemente, queda de manifiesto en la desorganización del contenido de su
parlamento, construido, además, con un vocabulario tan limitado como incorrecto, en
el que abundan las frases hechas, los vocablos arcaicos en desuso y los localismos
acompañados de matices dialectales; y con una sintaxis muy pobre, a base de
oraciones cortas, relacionadas por medio de la conjunción y. son, con todo, las
incorrecciones fonéticas las más frecuentes en el texto.
• A los distintos niveles de uso de la lengua. Así, por ejemplo, las dos palabras jato,
ñora, burla disimulada: “No le prestes atención, porque habla la ñora”; “¡Me voy a mi
jato! pertenecen al nivel vulgar. En la jerga de ladrones y rufianes existen términos
que están vinculados a ambiente delincuencial, de escasos o nulos valores. grullas es
tanto como decir polainas (especie de medias calzas, hechas regularmente de paño o
cuero, que cubren la pierna hasta la rodilla y a veces se abotonan o abrochan por la
parte de afuera- coprolalia). La voz expresiva pipí -por orina- es propia del nivel infantil.
Y al nivel culto pertenecen el adjetivo ínclito -del latín inclitus-, que significa “ilustre,
esclarecido, afamado”; y el adjetivo ubérrimo -del latín uberrimus-, que significa “muy
abundante y fértil”.
A nivel culto. Literario, los nombres demontre y diantre son eufemismos que
reemplazan a demonio y diablo, respectivamente.
A la intención del hablante. Así, la palabra monicaco -cruce de monigote y
macaco-, que significa “hombre de mala traza”, tiene un claro sentido
despectivo en la frase “¿Qué pinta ese monicaco aquí?” Y en una frase del tipo
“¡Pues sí que estamos bien!”, sólo el sentido irónico con que el hablante la
emite permite interpretarla con el significado totalmente opuesto al que tiene si
se interpreta literalmente.
El siguiente ejemplo nos permite comprobar cómo los diccionarios, para facilitar al
hablante el perfecto ajuste de su comunicación tanto al contexto lingüístico como a la
situación comunicativa, indican el registro de uso de aquellas palabras y acepciones
que tienen un empleo restringido, ya sea anticuado, coloquial, eufemístico, poético,
culto, vulgar, vulgar malsonante, figurado, etc. En la frase “En las últimas vacaciones
de verano lo pasamos estupendo en Marbella”, el adverbio de modo estupendo puede
reemplazarse, con el significado de “muy bien”, super, bacán. No obstante, dichas
palabras y la citada locución no pertenecen al mismo registro lingüístico, ni su uso -con
el significado indicado- está, en todos los casos, recogido en el DRAE, encargado de
fijar los criterios académicos en el empleo del léxico. Y así, bacán son voces que
pertenecen al registro coloquial de habla como otras palabras que denotan escasa
educación podrían ser vulgar, malsonante serían las groserías que no está incluida en
el DRAE, aun cuando su uso esté muy extendido.
• “El baile resultó una experiencia bacán”. Adjetivo coloquial. Muy bueno, estupendo.
ACTIVIDADES PRÁCTICAS