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Cruz de Chamical

Una tierra de arena y piedra


acunó tu tiempo de semilla
en su vientre áspero y seco.
El cincel agreste del viento,
el punzón del sol abrasador,
el estilete agudo de las noches frías,
algunas tenues caricias de rocío,
se mancomunaron para esculpir,
bajo un cielo generoso de estrellas,
tu ser rudo y viril de algarrobo,
con los brazos abiertos al horizonte
para cobijar gorjeos de zorzales y calandrias.

18 de julio de 1976,
madrugada pura y quieta,
un eco de balas asesinas retumbó en Chamical.
¡Carlos y Gabriel, sacerdotes de Cristo,
servidores de los pobres,
daban su sangre por el Reino!
Y a vos, algarrobo fuerte y bravío,
te llamaron a ser Cruz:
signo de entrega por amor,
sello de la lucha por la justicia y la paz,
estigma de los que construyen el bien.
¡Y fuiste cruz de mártires!
compartiendo destino y misterio
de aquellos que lavaron sus vestes
en la sangre del Cordero.

También a vos
las balas te llenaron de heridas
y una explosión te tiró por tierra.
Entonces el pueblo te abrazó,
acarició tus heridas
y encontró consuelo y esperanza para el propio dolor.
Tu verde savia de madera riojana
se hizo estola roja
del sacerdocio divino confiado a los hombres,
para que el pan sea cuerpo para todos
para que el vino sea sangre de Cristo,
que se entregó por todos.
Amén.
El 18 de julio de 1976, fueron alevosamente asesinados, luego de ser secuestrados por
quienes se identificaron como miembros de la Policía Federal, los sacerdotes P. Gabriel
Longueville y Carlos de Dios Murias, en la localidad de Chamical (La Rioja) donde
realizaban su apostolado. A la mañana siguiente a este crimen, hombres encapuchados
fueron a buscar al párroco de Sanogasta, pero éste se había ido por recomendación del
Obispo Monseñor Enrique Angelelli. Cuando el laico que los atendió les dijo que el
párroco no estaba, lo acribillaron.El 4 de agosto, 17 días después del asesinato de
aquellos sacerdotes, falleció Monseñor Enrique Angelelli, Obispo de la Diócesis de La
Rioja, supuestamente en un «accidente» automovilístico». Las pruebas o presunciones de
que fue atentado, se acumularon de manera abrumadora.

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