revista Nº6 1/8/03 11:29 Página 2
Editorial
“Las percepciones correctas”
En este número el lector podrá disfrutar de
unas serie de informaciones generadas por el
lenguaje y la metodología científica que le
permitirá clasificar con perspectiva alguno de los
hechos fundamentales que relacionan al
consumo de alcohol con el beneficio o con el
perjuicio. Empezaremos por destacar la iniciativa
sueca sobre la regulación por ley de no servir
alcohol en los establecimientos, a clientes que ya
están borrachos. Desde nuestra posición estoy
convencido que todos los miembros patronos y
del patronato de la Fundación Alcohol y
Sociedad apoyarían de forma unánime la
protección de un sujeto ya intoxicado por el
alcohol y que presenta un trastorno de
conducta sin libre albedrío. Creemos además
que es una percepción correcta el que no se
encuentren alteraciones en el desarrollo mental
global de la infancia en relación con el abuso por
parte de los padres en el consumo de alcohol.
No negamos los vínculos genéticos, pero
evidentemente el gen del alcoholismo presenta
en su expresión una gradación de grises entre
el blanco y el negro que justifican el resultado
negativo. El lector encontrará también las
percepciones incorrectas de los grandes
bebedores y de los adolescentes al potenciar
sus memorias positivas al consumir el alcohol y
desvirtuar las negativas del abuso en la
población -bebedor social- que se asocia con
disminución en los procesos cognitivos y
problemas de comunicación, en diferentes
graduaciones según el abuso. Dentro del
capítulo de lo que llamaríamos “verdad tozuda”
invitamos al lector a informarse sobre el dato
publicado en la revista “ New England Journal of
Medicine” en relación con el resultado del
estudio de 38.000 médicos dentistas seguidos
durante 12 años. En él se vuelve a identificar la
disminución en un 32% de la enfermedad
cardiovascular de los varones que bebían 3 ó 4
días a la semana versus los que bebían menos de
una vez por semana. El editorialista de esta
prestigiosa revista se pregunta si a la luz de
estos resultados, sería prudente llevar a cabo un
ensayo randomizado multinacional y Presidente del Comité Editorial
2
multicéntrico para testar la bondad del
consumo de alcohol en la misma manera que se
evalúan los fármacos en los ensayos clínicos. El
editorialista de forma brillante,argumenta la falta
de apoyo o sensibilidad que existiría para un
estudio de población en individuos sanos de
estas características,en base a la evidencia de los
efectos indeseables que el abuso del enol
produce ( cáncer, accidentes automovilísticos y
enfermedad hepática entre otros). Sin embargo,
comenta, que puede haber llegado el momento
de realizar este estudio en pacientes que ya han
sufrido la enfermedad coronaria y que la tratan
adecuadamente. Obtendríamos de esta manera,
los datos necesarios que nos permitirían
discriminar el beneficio adicional del consumo
de alcohol sobre el tratamiento convencional en
la cardiopatía isquémica. Este estudio impedía
contestar la pregunta sobre sí el abuso se
relaciona con el riesgo de enfermedad
cardiovascular. En este mismo número el lector
encontrará un interesante artículo que relaciona
el consumo excesivo de alcohol con el riesgo de
padecer enfermedad cardiovascular en Rusia.
Por último dos artículos permiten ver con
perspectiva los dos lados de la moneda, uno que
identifica a la ingestión moderada de vino como
un factor que puede reducir significativamente el
riesgo de demencia y el otro en la que se
concluye que el consumo regular de vino no
reduce el riesgo de padecer cirrosis hepática.
Permítanme, que a esta altura de la información
científica nos abramos a prevenir el abuso y por
lo tanto los resultados de la investigación que
les ofrecemos en este número sobre el
aumento del consumo excesivo de alcohol en
USA, les permitirán reflexionar sobre aspectos
sociales de extraordinaria importancia.
Arturo Fernández Cruz
revista Nº6 1/8/03 11:29 Página 3
Investigación Social
Servir bebidas
alcohólicas
de forma
responsable
Un nuevo estudio realizado en Suecia
describe una intervención que está
ayudando a reducir el problema del
“overserving”: servir alcohol a clientes que
ya están borrachos en establecimientos
con licencia.
Too drunk for a beer? A study of overserving
in Stockholm. Addiction (2002), 97, 901-907.
Wallin, E., Gripenberg, J. y Andréasson, Instituto
Karolinska, Estocolmo.
Dado que muchos problemas relacionados
con el alcohol ocurren en bares o en lugares
cercanos a ellos, la cuestión radica en servir
alcohol o no a los clientes que ya están muy
borrachos. Investigadores suecos consideran
que las recientes políticas de servir alcohol
en lugares con licencia en Estocolmo son
muy permisivas en lo que respecta al grado
de intoxicación de los clientes.
Por esta razón, Eva Wallin y sus colaboradores
del Instituto Karolinska han evaluado un
programa de prevención del alcohol en la
comunidad. Un propósito de este programa
es modificar las costumbres del servicio de
alcohol en establecimientos con licencia, con
el objetivo de reducir el número de delitos,
daños y otros problemas relacionados con el
alcohol que se producen habitualmente en
dichos lugares.
Según la ley sobre el alcohol sueca, los
propietarios de los establecimientos con
licencia son los responsables de mantener el
orden y la sobriedad en ellos. La ley también
dice que a las personas que de forma
intencionada o a la ligera sirven alcohol a
clientes que ya están claramente borrachos
se les puede imponer una multa o una
condena en la cárcel.
La intervención llevada a cabo en Estocolmo
consta de dos componentes principales: la
formación de los camareros para servir
bebidas alcohólicas de forma responsable
(SBAR) e iniciativas políticas en la comunidad.
Los investigadores realizaron un estudio basal
(en el invierno de 1996) para determinar el
número de establecimientos que servían
alcohol a clientes borrachos inmediatamente
antes de la intervención. Contrataron a actores
para que hicieran de ‘clientes ficticios’ en bares,
pubs, clubs nocturnos y restaurantes, fingieran
estar muy borrachos y pidieran una cerveza.
Observadores cualificados vigilaron las visitas
en cada uno de los 92 establecimientos. Sólo el
5 % de ellos se negaron a servir alcohol a los
‘clientes ficticios borrachos’.
Los autores consideraron que había tres
factores que contribuían a esta frecuencia tan
alta de servir alcohol: la falta de una política
3
revista Nº6 1/8/03 11:29 Página 4
sobre el alcohol, la falta de formación y la
ausencia de vigilancia y sanciones.
El estudio de seguimiento se llevó a cabo tres
años después y en él se utilizaron los mismos
procedimientos. Se hicieron visitas de nuevo a
la mayoría de los establecimientos del estudio
basal, así como a 19 establecimientos más.
Alrededor de la mitad de los establecimientos
con licencia se encontraban en la zona de
intervención de la ciudad y la mitad en una zona
no cubierta por la intervención (control). La
mayoría de las visitas se realizaron los viernes y
los sábados, entre las 21.00 y las 3.00 horas.
En el seguimiento, casi la mitad (47 %) de los
establecimientos con licencia se negaron a
servir alcohol a los actores que fingían estar
borrachos, lo que representa una mejora
notable en comparación con el 5 % del estudio
basal. El mayor porcentaje de negativas a servir
alcohol (55 %) se produjo en los
establecimientos de la zona de intervención
que habían participado en la formación sobre
SBAR. En los establecimientos de la zona de
intervención que no habían recibido
formación sobre SBAR el porcentaje de
negativas fue del 48 % y en los de la zona de
control, del 38 %.
La probabilidad de que se sirviera alcohol a los
actores fue mayor en los establecimientos
menos concurridos y si la música no estaba
muy alta. Hubo pocas diferencias en función de
la categoría de establecimientos con licencia, el
sexo de los camareros, el día de la semana y el
promedio de edad de los clientes.
4
Algunos de los camareros que se negaron a
servir alcohol utilizaron medidas bien
conocidas como sugerir al cliente que tomara
una bebida no alcohólica o comida y tardar en
servir la bebida. Pero en tres establecimientos
de la zona de control los camareros en realidad
animaron a los clientes ficticios a beber alcohol.
La mejora global en todo Estocolmo (tanto en
la zona de intervención como en la zona de
control) indica que la formación sobre SBAR
no es la principal explicación de los mejores
resultados. En la intervención se ha prestado
especial atención a la puesta en marcha de
iniciativas políticas en la comunidad y a
modificar la actitud para cumplir la ley a escala
global. En particular, las cartas del Consejo de
Licencias, que recalcan los problemas de servir
alcohol a clientes ya borrachos, parecen haber
tenido un efecto sobre las costumbres del
servicio de alcohol en toda la ciudad. Parece
probable que las políticas que dictan las
actitudes y las normas sobre beber alcohol
influyen mucho en el entorno social.
A pesar de estos resultados prometedores, los
autores señalan que es importante recordar
que,“aunque el porcentaje de negativas a servir
alcohol ha mejorado, el 53 % de los
establecimientos con licencia de Estocolmo
siguen infringiendo la ley.”
revista Nº6 1/8/03 11:29 Página 5
Investigación Social
Niños con
familiares
alcohólicos
Los hijos de alcohólicos tienen riesgo de sufrir
problemas de inadaptación psicológicos y en
su desarrollo. ¿Pero es esto un resultado
directo de las influencias alcohólicas o es
más probable que otros problemas de los
padres y de comportamiento sean los
responsables? Dos nuevos estudios realizados
en Estados Unidos ponen de manifiesto la
influencia de los factores no alcohólicos.
Cognitive functioning among infants of
alcoholic fathers. Drug and Alcohol
Dependence (2002), 67, 139-147. Leonard, K.E.
y Das Eiden, R., Universidad Estatal de Nueva
York en Buffalo.
Mood and anxiety symptoms among 140
children from alcoholic and control families.
Drug and Alcohol Dependence (2002), 67, 235-
242. Preuss, U.W., Schuckit, M.A., Smith, T.L.,
Barnow, S. y Danko, G.P., Universidad de
California.
Aunque muchos investigadores siguen
examinando los posibles vínculos genéticos
existentes en los niños con familiares
alcohólicos, es posible que otras influencias,
probablemente de interacción personal, sean
más importantes. Por ejemplo, no está claro si
los déficit cognitivos y los problemas de
rendimiento escolar son un resultado de
problemas de comportamiento en el colegio, si
vivir con familiares alcohólicos influye en una
fase anterior del desarrollo o si son el reflejo
de diferencias innatas.
Kenneth Leonard y Rina Das Eiden, de la
Universidad Estatal de Nueva York, han
investigado la relación entre el alcoholismo de
los padres y el desarrollo mental y motor
durante la infancia (12-24 meses de edad).
En la investigación, un estudio longitudinal en
curso sobre la crianza y el desarrollo de los
hijos, participaron de forma voluntaria 226
familias con hijos de 12 meses de edad. En 122
familias el padre era alcohólico (cumplía varios
criterios de diagnóstico). Las otras 104 familias
constituyeron el grupo de control (el padre y
la madre bebían poco o eran abstemios).
Las características demográficas de las familias
de control y de las familias alcohólicas eran
similares, salvo en el hecho de que el nivel de
estudios de los padres alcohólicos era menor.
Para evaluar el consumo y la dependencia del
alcohol de los padres, así como los
antecedentes familiares de alcoholismo, se
utilizaron datos comunicados por ellos
mismos. Se hizo preguntas a los padres sobre
sus actitudes agresivas y antisociales y sobre
sus síntomas depresivos.
La evaluación de los investigadores del
desarrollo mental y psicomotor de los niños
consistió en pruebas de memoria, resolución
de problemas, lenguaje receptivo y expresivo,
5
revista Nº6 1/8/03 11:29 Página 6

movimiento dinámico, imitación postural y Alrededor del 80 % de estos niños tenían al

control motor fino. Todas las familias
completaron las evaluaciones realizadas a los
12, 18 y 24 meses, que comprendieron tres
visitas en cada edad.
No hubo diferencias entre los hijos de los
padres alcohólicos y los hijos de los padres
de control en el desarrollo mental o motor.
Incluso cuando se seleccionaron los niños de
los padres más alcohólicos para hacer
comparaciones de subgrupos no se
observaron diferencias significativas. Por
consiguiente, el desarrollo mental global en la
infancia no mostró una relación con el
alcoholismo de los padres.
A pesar de ello, parece que es más probable
que los niños más mayores con familiares
alcohólicos tengan problemas. Por ejemplo,
se ha publicado que los hijos de alcohólicos
tienen mayores niveles de ansiedad y de
depresión que los hijos de no alcohólicos.
Pero estos síntomas pueden deberse a la
influencia de trastornos de ansiedad o del
estado de ánimo independientes (es decir, no
relacionados con el alcohol) de los padres y a
otros factores.
menos un padre o un abuelo con abuso o
dependencia del alcohol.
En las sesiones de evaluación, el objetivo de
los investigadores era distinguir los
trastornos de ansiedad y del estado de ánimo
temporales, los inducidos por sustancias y los
‘independientes’ (no inducidos por
sustancias) en todos los padres que
respondieron y sus parientes.
Los síntomas de depresión y ansiedad fueron
mayores en los niños que tenían más
parientes alcohólicos, pero los antecedentes
familiares de trastornos de ansiedad y del
estado de ánimo influyeron más en la
magnitud de estos síntomas que los
antecedentes familiares de alcoholismo.
Es necesario que se tengan en cuenta estos
hallazgos en cualquier estrategia centrada en
la transmisión genética del alcoholismo.

Marc Schuckit y sus colaboradores de la

Universidad de California en San Diego
analizaron esto como parte de un estudio
prospectivo en curso de familias alcohólicas.
Pidieron a los padres de 140 niños (de 7 a 18
años de edad) que cumplimentaran una lista
de elementos sobre el comportamiento e
hicieran una entrevista estructurada.

6
revista Nº6 1/8/03 11:29 Página 7
Investigación Social
Normas
de bebida
personales y
socioculturales
Los resultados de un estudio realizado
recientemente en Canadá demuestran que
es más probable que los grandes bebedores
crean que beber mucho es ‘la norma’ en
otros grupos sociales que los bebedores
moderados.
Personal drinking and sociocultural drinking
norms: a representative population study.
Journal of Studies on Alcohol (2002), 63, 469-
475.Wild,T.C., Universidad de Alberta.
Un factor social que podría influir en el
consumo de alcohol es la percepción de la
norma (es decir,la idea de una persona de lo que
es el comportamiento normal o típico al beber
de sus amigos, sus familiares y otras personas). Si
los grandes bebedores sobrestiman la
prevalencia del consumo excesivo de alcohol en
otros grupos sociales, pueden considerar que su
propio comportamiento al beber es un
comportamiento normal y no un
comportamiento fuera de la norma o
inapropiado, perpetuando así sus elevados
niveles de consumo.
Por esta razón, el investigador Cameron T.Wild
de la Universidad de Alberta llevó a cabo un
estudio en Ontario para examinar las creencias
de los bebedores de que sus amigos, sus
compañeros de trabajo y las personas en general
consumen más (o menos) alcohol que ellos.
Una muestra representativa de personas
residentes en Ontario participó en una
encuesta mensual asistida por ordenador. En la
encuesta sólo tomaron parte bebedores
actuales (límites de edad 18-86 años, con un
número casi igual de varones y de mujeres). Se
les clasificó en tres subgrupos. Los grandes
bebedores frecuentes eran los que habían
consumido cinco o más bebidas alcohólicas al
menos una vez a la semana en los últimos 12
meses. Los grandes bebedores ocasionales se
definieron como los que habían consumido
cinco o más bebidas alcohólicas al menos una
vez en los últimos 12 meses y no más de tres
veces al mes. Los bebedores moderados eran
los que nunca habían consumido cinco o más
bebidas alcohólicas seguidas en los últimos 12
meses. Una bebida se definió como 355 ml de
cerveza, 148 ml de vino o 44 ml de licores, que
equivalen a entre 1,4 y 1,8 unidades del Reino
Unido (una unidad del Reino Unido
corresponde a 8 gramos de alcohol).
Los grandes bebedores frecuentes creían más
que los bebedores moderados que sus
compañeros de trabajo y los residentes de
Ontario de su mismo sexo bebían
aproximadamente lo mismo que ellos.
Los investigadores también evaluaron las
creencias sobre la cantidad de alcohol que
consumen habitualmente los bebedores
‘sociales’ y los bebedores ‘problemáticos’ en
7
revista Nº6 1/8/03 11:29 Página 8
tres ambientes sociales diferentes (solos en un
bar, en una fiesta o en un evento social y por la
noche con la familia). Un bebedor social se
definió como una persona a la que le gusta
beber alcohol, pero que no siente la necesidad
de beber en ningún momento determinado,
mientras que un bebedor problemático se
definió como “una persona cuya vida se ve
afectada negativamente por el alcohol y que sin
duda debería buscar ayuda para su hábito
alcohólico.”
Todas las personas que respondieron a la
encuesta pensaban que los bebedores sociales
consumían menos alcohol que los bebedores
problemáticos, con independencia del
ambiente social donde bebieran. Sin embargo,
para los tres ambientes sociales, los grandes
bebedores frecuentes, a diferencia de los otros
grupos, sobrestimaron siempre las cantidades
de alcohol que bebían los bebedores sociales y
los problemáticos.
Al definir el hábito de beber problemático, los
grandes bebedores frecuentes también
subestimaron la importancia de varios criterios
psicosociales, como beber solo, veces que se
emborracha una persona a la semana, consumo
total de alcohol cada vez, antecedentes
familiares de problemas con el alcohol y beber
a escondidas u ocultar que se bebe.
Los autores indican que los grandes bebedores
frecuentes utilizan un proceso de ‘calibración de
la norma social’ (es decir, se crean sus propias
ideas sobre lo que beben grupos de referencia
con el fin de convencerse de que lo que beben
8
ellos es la norma, y no algo fuera de la norma).
Por consiguiente, podría ser útil diseñar
intervenciones breves para reducir el hábito de
beber problemático corrigiendo estas ideas y
creencias socioculturales sesgadas.
Opinión de los
adolescentes
sobre los
beneficios
derivados de
la bebida
En lo que respecta al alcohol, ¿realmente
los adolescentes tienen opiniones sesgadas
sobre su invulnerabilidad? Un nuevo estudio
realizado en Estados Unidos demuestra que
podrían crearse ‘racionalmente’ sus propias
ideas sobre la bebida basándose en sus
buenas experiencias y en que la bebida no
les ha acarreado consecuencias negativas.
Beyond invulnerability: the importance of benefits
in adolescents’ decision to drink alcohol. Health
Psychology (2002), 21, 477-484. Goldberg, J.H.,
Halpern-Felsher, B.L. y Millstein, S.G.
La opinión generalizada es que los adolescentes
adoptan comportamientos de riesgo, como
revista Nº6 1/8/03 11:29 Página 9
Investigación Social
consumo de sustancias, sobre todo porque
creen que son invulnerables al riesgo. Y las
intervenciones diseñadas para incrementar el
nivel de concienciación sobre los riesgos no
parecen hacerles cambiar de opinión, quizá
porque el riesgo constituye tan sólo un
elemento del proceso de toma de decisiones.
También podría ser importante saber cuáles
son los beneficios de beber y de los
comportamientos ‘de riesgo’ relacionados
según la opinión de los adolescentes.
Por estas razones, Julie Goldberg, de la
Universidad de Illinois, y sus colaboradores
de la Universidad de California llevaron a
cabo un estudio longitudinal en el que
preguntaron a adolescentes de poca edad (10
a 15 años) sus opiniones y sus experiencias
con el alcohol y el tabaco. Querían saber la
opinión que tenían los adolescentes sobre los
riesgos y los beneficios de beber, las
diferencias en estas opiniones entre distintos
grupos de edad y en función de su
experiencia con la bebida y si (y cómo) estas
opiniones influyeron en sus hábitos de beber
y fumar seis meses después.
Los investigadores seleccionaron a 395
alumnos de 18 escuelas del norte de
California. Los alumnos eran estudiantes de
quinto, séptimo y noveno grado y tenían 10-
11, 12-13 y 14-15 años de edad,
respectivamente. Como se esperaba, los
estudiantes de mayor edad tenían más
experiencia con la bebida; el 73 % de los
estudiantes de noveno grado bebían alcohol y
el 41 % bebían mucho (6 o más copas
seguidas). En comparación, sólo el 28 % de los
de quinto grado bebían (de ellos, el 3 %
mucho).
De los estudiantes de quinto grado que bebían,
la bebida había tenido consecuencias en sólo el
19 % de ellos, y el 83 % de estas consecuencias
habían sido positivas. De los bebedores de
séptimo grado, la bebida había tenido
consecuencias en el 43 % (el 91 % de ellas
positivas). De los bebedores de noveno grado,
la bebida había tenido consecuencias en el
84 %, casi todas (98 %) positivas.
Cuanta más edad tenían los adolescentes,
consideraban que los beneficios derivados de
beber eran mayores y los riesgos, menores.
Se observó el mismo patrón cuanta mayor
era la experiencia con la bebida, incluso
dentro de cada grupo de edad.
¿En qué medida estas opiniones predijeron el
comportamiento real con respecto a la bebida
seis meses después? La opinión de que beber
aportaba beneficios fue un factor de predicción
de aumentos significativos del consumo de
alcohol, incluso tras realizar un ajuste en
función de la edad, la experiencia con el alcohol
y la opinión de que el alcohol conlleva riesgos
(que son también influencias significativas). Por
cada aumento del 10 % de la opinión de que el
alcohol conlleva riesgos, la probabilidad de
beber disminuyó un 16 %, y por cada aumento
del 10 % de la opinión de que el alcohol aporta
beneficios, la probabilidad de beber aumentó un
16 %. La opinión de que el alcohol aporta
beneficios fue un factor de predicción más
9
revista Nº6 1/8/03 11:29 Página 10
importante de fumar más 6 meses después que
la de que el alcohol conlleva riesgos.
Estos resultados ponen de manifiesto que la
opinión de que el alcohol aporta beneficios es
muy importante, especialmente porque la gran
mayoría de los estudiantes que bebían dijeron
que la bebida les había acarreado consecuencias
principalmente positivas. Esto contrasta con los
mensajes que normalmente reciben los
adolescentes sobre el hábito de beber alcohol,
que habitualmente presentan consecuencias
negativas, y a menudo mortales. El estudio de
Goldberg demuestra que los beneficios son lo
más importante y que los riesgos influyen
menos en las decisiones de los adolescentes.
Los que ya beben basan sus decisiones en sus
propias experiencias (principalmente positivas).
Especialmente los adolescentes más jóvenes
eran muy conscientes de los riesgos y de su
vulnerabilidad a ellos, aunque basándose
principalmente en suposiciones más que en
experiencias verdaderas. Pero a pesar de esta
concienciación sobre los riesgos, estas
opiniones influyeron menos en el consumo de
alcohol y de tabaco que la opinión de que beber
aporta beneficios.
Es posible que el menor riesgo que los
adolescentes de mayor edad atribuyen al alcohol
no constituya realmente una opinión sesgada de
su invulnerabilidad. Quizá simplemente se
forman sus propias opiniones, como resultado
de sus experiencias positivas, cada vez más
numerosas, y del hecho de que la bebida no les
ha acarreado consecuencias negativas.
10
En cuanto a política sanitaria, si no se presta
más atención a las consecuencias positivas,
tanto los autores de los mensajes como los
propios mensajes podrían perder credibilidad e
influencia. Los autores recomiendan que
podrían elaborarse nuevos mensajes centrados
en cómo los adolescentes pueden obtener
beneficios de formas más seguras. Pero primero
es necesario identificar qué beneficios son los
más importantes para los adolescentes.
Alteración de
la realización
de actividades
La ingesta de una dosis moderada de
alcohol puede alterar el procesamiento de
información y la capacidad motora. Pero
¿cuál de estas actividades es más sensible a
dicha alteración? Experimentos recientes
realizados por investigadoras canadienses
indican que una actividad relacionada con
la capacidad motora es más sensible que
una relacionada específicamente con el
procesamiento de información. También
confirman que las recompensas pueden
reducir la alteración en ambos tipos de
actividades.
Cognitive processes and motor skills differ in
sensitivity to alcohol impairment. Journal of
Studies on Alcohol (2002), 63, 404-411.
revista Nº6 1/8/03 11:29 Página 11
Investigación Social
Fogarty, J.N. y Vogel-Sprott, M., Universidad
de Waterloo.
La incidencia de choques, accidentes y otros
daños automovilísticos relacionados con el
alcohol sigue generando numerosas
investigaciones sobre cómo el alcohol puede
alterar la realización de diversas actividades,
especialmente las relacionadas con la
capacidad motora y el procesamiento de
información.
Las psicólogas Jennifer Fogarty y Muriel Vogel-
Sprott de la Universidad de Waterloo
examinaron la realización de una actividad
motora y de una actividad de procesamiento
rápido de información tras la ingestión de una
dosis moderada de alcohol. Querían descubrir
si ambas actividades son igual de sensibles a los
efectos del alcohol.
Para el primer experimento, seleccionaron a 20
varones que eran bebedores sociales. En la
actividad de persecución rotatoria (PR), los
sujetos siguieron con el ratón del ordenador el
movimiento de un objeto que daba vueltas en
la pantalla. En la actividad (informatizada) de
procesamiento rápido de información (PRI), los
sujetos visualizaron una secuencia de dígitos
pseudoaleatoria y tenían que descubrir
conjuntos de tres dígitos impares (o pares)
consecutivos.
Se distribuyó aleatoriamente a los sujetos a un
grupo de alcohol o a un grupo placebo. La dosis
de alcohol (0,62 g/kg peso corporal), generada
por 2-3 copas, habitualmente origina una
concentración de alcohol en sangre (CAS)
máxima de alrededor de 70-80 mg/dl. [80 mg/dl
es el límite legal permitido en el Reino Unido
para conducir]. Se llevaron a cabo tres series
de pruebas de las dos actividades mientras la
CAS estaba aumentado, una serie cuando la
CAS era máxima y dos series cuando la CAS
estaba disminuyendo.
Las alteraciones en la actividad de persecución
rotatoria tendieron a aumentar (alrededor de
un 12 %) cuando la CAS aumentaba y a
disminuir cuando la CAS descendía, mientras
que las alteraciones en la actividad de
procesamiento rápido de información no
mostraron ese patrón, sino que fueron bastante
constantes (en alrededor de un 14 %) durante
todo el periodo de 115 minutos de la prueba.
Estos perfiles diferentes de alteración indican
que las actividades motoras y los procesos
cognitivos (procesamiento de información)
pueden verse afectados de forma diferente por
cantidades moderadas de alcohol.
Las investigadoras repitieron después este
experimento con otros 56 sujetos a los que se
les trató de forma diferente según los
resultados de sus actividades. Esta vez se
recompensó a algunos grupos (con dinero)
cada vez que la puntuación de su prueba tras
tomar alcohol fue similar a su puntuación media
basal (en otras palabras, cuando realizaron la
actividad relativamente ‘sin alteraciones’).
El equipo de Waterloo había demostrado
previamente que dichas recompensas pueden
11
revista Nº6 1/8/03 11:29 Página 12
reducir las alteraciones inducidas por el alcohol.Y
su segundo experimento lo confirmó en ambas
actividades. En la actividad de persecución
rotatoria, los sujetos del grupo de alcohol cuyo
rendimiento en la actividad fue recompensado
mantuvieron el mismo nivel de ‘tiempo en el
objeto’ que en sus sesiones basales sin alcohol.En
la actividad de procesamiento rápido de
información, las disminuciones del rendimiento
en la actividad inducidas por el alcohol se
redujeron en alrededor de un 30 % cuando los
sujetos recibieron recompensas por hacerla bien.
Pero el hallazgo más importante es que los
perfiles de alteración fueron similares a los
observados en el experimento 1. El
rendimiento en la actividad de persecución
rotatoria tendió a mostrar un patrón
semejante a la curva de la CAS, mientras que
en la actividad de procesamiento rápido de
información el rendimiento no mostró una
relación especial con los cambios en la CAS.
Según las autoras, estos hallazgos demuestran
que el uso de un único criterio para evaluar la
sensibilidad de actividades a la alteración
inducida por el alcohol puede dar lugar a
conclusiones diferentes. “Si, por ejemplo, la
sensibilidad se evalúa basándose en qué tipo de
actividad se ve alterada cuando la CAS es
mínima o cuando está disminuyendo, los
resultados de estos experimentos indicarían que
el procesamiento de información es más
sensible a la alteración inducida por el alcohol
que las actividades motoras. Pero si la
sensibilidad se evalúa basándose en qué
actividad se ve alterada de forma creciente y
12
regular a medida que la CAS aumenta hasta
llegar al máximo, la actividad motora se
consideraría más sensible.”
Reconocimiento
de sentimientos
por alcohólicos
en proceso de
recuperación
Los alcohólicos y los bebedores
intoxicados habitualmente tienen poca
capacidad para reconocer las
expresiones faciales de sentimientos de
otras personas. Un nuevo estudio
realizado en Bélgica demuestra que
dicha capacidad de reconocimiento
alterada podría contribuir a las
dificultades en las relaciones con los
demás que tienen los alcohólicos en
proceso de recuperación y, por tanto,
podría constituir un factor de recaída.
Impaired emotional facial expression
recognition is associated with interpersonal
problems in alcoholism. Alcohol & Alcoholism
(2002), 37, 394-400. Kornreich, C., Philippot, P.,
Foisy, M-L., Blairy, S., Raynaud, E., Dan, B., Hess,
U., Noël, X., Pelc, I. y Verbanck, P., Departamento
de Psiquiatría, Universidad Libre de Bruselas.
revista Nº6 1/8/03 11:29 Página 13
Investigación Científica
Ser capaz de interpretar correctamente los
signos emotivos no verbales es importante
para establecer y mantener buenas
relaciones con los demás, lo que a su vez
contribuye a una función psicológica sana.
Pero los alcohólicos están frecuentemente
atormentados por sus dificultades en las
relaciones con los demás, y a menudo su
capacidad de relación social es escasa incluso
cuando están sobrios.
Charles Kornreich, de la Universidad Libre de
Bruselas, y sus colaboradores querían descubrir
si los problemas en las relaciones con los demás
de los alcohólicos en proceso de recuperación
estaban relacionados con su menor capacidad
para reconocer expresiones faciales de
sentimientos. Interpretar erróneamente los
sentimientos de los demás puede originar
malentendidos y conflictos, que a su vez pueden
fomentar la recaída y hacer que dichos sujetos
vuelvan a consumir alcohol.
Los investigadores seleccionaron a 30 pacientes
hospitalizados (20 varones y 10 mujeres) con
diagnóstico de dependencia del alcohol. Todos
estaban al final de su proceso de desintoxicación
y ninguno recibía psicofármacos. Los voluntarios
de control (20 varones y 10 mujeres), de sexo,
edad y nivel de estudios similares, no tenían
antecedentes psiquiátricos ni antecedentes
personales de alcoholismo.
Se utilizó una serie de pruebas de
reconocimiento de expresiones faciales
emotivas (EFE), en las que se mostraron
expresiones faciales seleccionadas de
felicidad, rabia, disgusto y tristeza. Dos
actores y dos actrices mostraron estos
sentimientos en una pantalla con niveles de
intensidad (emocional) baja y alta. Los
participantes valoraron cada uno de los 16
ejemplos en escalas de intensidad de 7
puntos, tras haber elegido qué sentimiento
correspondía a cada expresión de un total de
ocho (felicidad, tristeza, miedo, disgusto, rabia,
sorpresa, vergüenza y desprecio).
Los participantes también cumplimentaron un
Inventario de problemas interpersonales (IPI).
Con este cuestionario de 127 apartados se
evaluaron seis factores diferentes: confianza en
uno mismo, sociabilidad, sumisión a los demás,
capacidad para mantener relaciones íntimas,
sentimientos excesivos de responsabilidad y
autocontrol excesivo.
Los alcohólicos en proceso de recuperación
cometieron más errores que los controles al
reconocer las expresiones faciales de
sentimientos. En conjunto, su nivel de
reconocimiento fue aproximadamente un
32 % peor que el de los controles, sobre
todo el de reconocimiento de la tristeza
(45 % peor). Los alcohólicos no eran
conscientes de estas deficiencias, ya que no
consideraron que las pruebas eran más
difíciles que los controles.
Sin embargo, admitieron claramente que
tenían muchas dificultades en las relaciones
con los demás, con algo más del 50 % de
problemas que los controles, especialmente
en los aspectos íntimos y de sociabilidad.
13
revista Nº6 1/8/03 11:29 Página 14
También hubo una estrecha relación entre el
reconocimiento de EFE y los problemas en las
relaciones con los demás; los que dijeron que
tenían más problemas fueron menos precisos
en las pruebas de EFE. Esto se observó sobre
todo en los alcohólicos. Por tanto, la escasa
capacidad para reconocer EFE podría
contribuir a las dificultades en las relaciones
con los demás que tienen los alcohólicos en
proceso de recuperación y constituir un factor
significativo de recaída.
Los autores explican que los alcohólicos
pueden sentirse menos cómodos en las
relaciones íntimas debido a sus dificultades
para interpretar correctamente las intenciones
y los sentimientos de su pareja. Esto puede
privarles del apoyo emocional asociado a las
relaciones íntimas, lo cual es probable que
fomente la recaída. Además, si no reconocen
bien las EFE, pueden controlar menos las
situaciones sociales y consumir alcohol para
aliviar el estrés resultante.”
Estos hallazgos llevan a los autores a
recomendar el uso de técnicas no verbales y
de formación sobre comunicación en los
programas de tratamiento de prevención de las
recaídas. Sin embargo, los investigadores
también señalan que el consumo crónico de
alcohol per se puede distorsionar el
reconocimiento de EFE, porque el alcohol
afecta a regiones concretas del encéfalo que se
cree que están implicadas en esta capacidad.
14
Patrones
de bebida y
el corazón
Roles of Drinking Pattern and Type of Alcohol
Consumed in Coronary Heart Disease in Men,
New England Journal of Medicine (2003), 348,
109-18,Mukamal K.J.,Conigrave K.M.,Mittleman
M.A., Camargo C.A., Stampfer M.J.,Willett W.C.,
Rimm E.R., Servicios de Medicina General y
Atención Primaria, Centro Médico Beth Israel
Deaconess, Departamentos de Epidemiología y
Nutrición, Harvard School of Public Health, y
Channing Laboratory, Departamento de
Medicina, Brigham and Women’s Hospital,
Boston,EEUU;Departamento de Salud Pública y
Medicina Comunitaria y Departamento de
Medicina, Universidad de Sydney, Sydney, Nueva
Gales del Sur,Australia.
Un estudio realizado con 38,000 médicos,
dentistas y otros profesionales sanitarios varones
de EE.UU. ha demostrado que su consumo de
alcohol siempre se asoció a un menor riesgo de
enfermedad coronaria (EC).El efecto beneficioso
fue evidente, independientemente del tipo de
bebida que consumían y del porcentaje de
alcohol que tomaban con las comidas. Aunque
estos resultados corroboran los de
investigaciones anteriores realizadas en otros
países, el estudio realizado en EE.UU. aporta una
nueva perspectiva sobre la importancia del
patrón de bebida. Los varones que consumían
alcohol tres o más días a la semana tenían un
revista Nº6 1/8/03 11:29 Página 15
Investigación Científica
riesgo relativo menor que los que bebían menos
de una vez a la semana, incluso cuando la
cantidad consumida por “día de beber” era
pequeña o moderada.
Los investigadores realizaron el trabajo porque
a su juicio, aunque en numerosas ocasiones se
había confirmado el efecto beneficioso del
consumo ligero de alcohol sobre la CC,
quedaban cuestiones importantes sin
responder. ¿El tipo de bebida (vino, cerveza o
licores), la frecuencia de consumo o el hábito
de comer y beber al mismo tiempo afectan a la
reducción del riesgo?
Al principio del estudio, ningún sujeto tenía
enfermedad cardiovascular o cáncer. A
diferencia de la mayoría de los estudios
anteriores, su consumo de cerveza, vino tinto,
vino blanco y licores se determinó mediante
cuestionarios individuales cumplimentados cada
cuatro años durante un periodo total de 12
años. Todos los ataques al corazón ocurridos
durante este intervalo se registraron, tanto si
causaron la muerte como si no.
Los investigadores observaron que era un 32 %
menos probable que los varones que bebían
tres o cuatro días a la semana tuvieran un
ataque al corazón que los que bebían menos de
una vez a la semana. La reducción del riesgo
correspondiente en los varones que tomaban
alcohol cinco a siete días a la semana fue del
37 %. En términos de cantidad real de alcohol
consumido, el efecto beneficioso fue similar en
los que tomaban menos de 10 gramos (1,25
unidades del Reino Unido) y en los que
consumían 30 gramos (3,75 unidades del Reino
Unido) o más cada día que bebían.
No hubo diferencias significativas en la
protección que proporcionaban los diferentes
tipos de bebidas alcohólicas. Asimismo, los
efectos beneficiosos no fueron diferentes si los
varones bebían en las comidas o en otros
momentos. Se observó otro hallazgo a partir
de los datos obtenidos en los intervalos
sucesivos de cuatro años. Estas cifras
mostraron que en los sujetos cuyo consumo
diario de alcohol se incrementó de forma
moderada (en algo más de 1,5 unidades del
Reino Unido), la probabilidad de que sufrieran
un ataque al corazón disminuyó un 22 %.
Los investigadores mencionan afirmaciones
previas de que el consumo moderado de
alcohol se asocia principalmente a una
reducción de las probabilidades de sufrir CC
en los varones de más de 45 años y en las
mujeres de más de 55 años. A diferencia de
estos informes, los autores señalan que en su
estudio “el consumo frecuente de alcohol se
asoció a una disminución del riesgo incluso
en los varones de 40 a 49 años de edad que
previamente tenían niveles estables de
consumo. Sin embargo, los efectos
beneficiosos absolutos más evidentes del
consumo moderado de alcohol se
producirán en los adultos de más edad con
mayor riesgo de infarto de miocardio,
mientras que muchos de los riesgos del
consumo de alcohol, como traumatismos,
son especialmente preocupantes para las
personas más jóvenes”.
15
revista Nº6 1/8/03 11:29 Página 16
Una limitación del estudio estadounidense es
que sólo el 3,5 % de los participantes dijeron
que consumían 50 gramos (6,25 unidades del
Reino Unido) o más de alcohol al día. Como
consecuencia, los investigadores tenían
solamente una capacidad limitada para
investigar los efectos perjudiciales del consumo
elevado de alcohol.
Los investigadores también recalcan el gran
número de acciones distintas que ejerce el
alcohol en el cuerpo humano, así como las
numerosas diferencias existentes en la
vulnerabilidad individual a esos efectos. Esto
implica que es necesario actuar con
precaución al extrapolar las conclusiones
obtenidas en estudios poblacionales como
éste a pacientes concretos y otras personas.
“Recomendamos a los adultos que comenten
el consumo de alcohol con sus médicos”,
concluyen los autores, “y que juntos tomen
decisiones individualizadas sobre cuál es el
consumo apropiado”.
¿Debe
utilizarse el
alcohol como
medicación?
To Drink or Not to Drink? New England
Journal of Medicine (2003), 348, 163-4,
16
Goldberg, I.J., División de Medicina Preventiva y
Nutrición, Columbia University College of
Physicians and Surgeons, Nueva York, EE.UU.
El New England Journal of Medicine, una de las
revistas médicas de más prestigio del mundo, ha
tomado la decisión insólita de indicar que existe
la necesidad de realizar un estudio diseñado
explícitamente en el que se evalúe la eficacia del
alcohol para reducir el riesgo de ataque al
corazón en pacientes que ya padecen
enfermedad cardiovascular. La propuesta figura
en un editorial que acompaña a un artículo
(véase el artículo anterior) que demuestra los
notables efectos beneficiosos del consumo ligero
de alcohol en profesionales sanitarios de EE.UU.
La recomendación será objeto de controversia,
sobre todo entre los médicos que creen que
incluso la defensa más suave de los beneficios
para la salud derivados del consumo moderado
de alcohol podría animar a más personas a beber
en niveles peligrosos. Otros creen que, a pesar
del daño asociado al abuso del alcohol, es ilógico
rechazar la posibilidad de utilizar esta sustancia
química debido a sus posibles efectos
beneficiosos médicos. Actualmente, muchas
personas de todo el mundo toman aspirina
todos los días como fármaco preventivo de los
ataques al corazón, aunque esta sustancia
también puede tener repercusiones negativas
(como hemorragias gástricas) en personas
vulnerables.
El editorial menciona que datos epidemiológicos
como los del estudio realizado en profesionales
sanitarios de EE.UU. se complementan con
hallazgos que indican posibles maneras de
revista Nº6 1/8/03 11:29 Página 17
Investigación Científica
conseguir realmente los efectos beneficiosos.
Entre ellas figuran aumentos de la concentración
de colesterol transportado por lipoproteínas de
alta densidad (“el colesterol bueno”) en la
corriente sanguínea de bebedores moderados
(Revisión, Volumen 8, Número 1, Primavera
2000) y cambios en la capacidad de la sangre
para romper coágulos (Revisión, Volumen 9,
Número 3, Otoño 2001).
La cuestión es la siguiente: ¿Sería prudente,
basándose en estos dos tipos de pruebas,
llevar a cabo un ensayo formal para evaluar la
eficacia del alcohol de la misma forma que se
evalúan los fármacos nuevos en ensayos
clínicos? Esto implicaría seleccionar a un
grupo de personas y dividirlas de forma
aleatoria en dos mitades, una que recibiría
alcohol y la otra no. Entonces podría
compararse la incidencia de enfermedad
cardiovascular en los dos subgrupos durante
los años siguientes.
Sin duda, muchos médicos ya dan consejos a
sus pacientes sobre el consumo de alcohol a la
vista de los datos de los estudios poblacionales,
complementados con los de trabajos
experimentales, que demuestran los efectos
beneficiosos cardiovasculares de beber con
moderación. Pero la posición de estos médicos
al dar este consejo sería mucho más sólida si
un ensayo clínico riguroso confirmara también
esos efectos beneficiosos.
En relación con este dilema, el New England
Journal of Medicine argumenta que
probablemente pocos médicos utilizarían un
tratamiento que pudiera reducir la tasa de
ataques al corazón en un 25 %-50 % “pero que
produjera miles de muertes adicionales al año
por cáncer, muertes por accidentes
automovilísticos y enfermedad hepática”. A
continuación dice que es “improbable” realizar
un ensayo clínico en sujetos inicialmente sanos.
Sin embargo, la revista llega a una conclusión
diferente en el caso de personas con
enfermedad coronaria establecida. El editorial
argumenta que “puede haber llegado el
momento de asignar aleatoriamente a pacientes
que ya padecen enfermedad cardiovascular y
que reciben tratamientos apropiados a un
estudio de tratamiento con bebidas alcohólicas.
En estos pacientes, los efectos secundarios del
alcohol podrían ser aceptables. Entonces
obtendríamos datos que demostrarían si el
alcohol es o no seguro y eficaz cuando se
administra junto con otros fármacos eficaces.
Llegados a este punto, se podría aconsejar a los
pacientes con enfermedad cardiovascular sobre
el consumo de bebidas alcohólicas como
tratamiento médico”.
17
revista Nº6 1/8/03 11:29 Página 18
Muertes
de origen
cardíaco
en grandes
bebedores
Relation Between Heavy and Binge
Drinking and All-Cause and Cardiovascular
Mortality in Novosibirsk, Russia: A
Prospective Cohort Study, The Lancet
(2001), 360, 1448-54, Malyutina S., Bobak
M., Kurilovitch S., Gafarov V., Simonova G.,
Nikitin Y., Marmot M., Instituto de Medicina
Interna, Delegación de Siberia de la
Academia Rusa de Ciencias Médicas,
Novosibirsk, Rusia; International Centre
for Health and Society, Departamento de
Epidemiología y Salud Pública, University
College, Londres, Reino Unido.
Una investigación sobre la relación entre el
consumo excesivo de alcohol y el beber
mucho de forma ocasional y el riesgo de
enfermedad cardiovascular realizada en
varones de Novosibirsk, Rusia, ha obtenido
un resultado que se esperaba y otro que no
cumplió totalmente las expectativas. Aunque
el riesgo de muerte de origen cardiovascular
pareció asociarse a un consumo excesivo
frecuente de alcohol, no se relacionó
necesariamente con el hecho de beber
mucho de forma ocasional.
18
La investigación, llevada a cabo por
investigadores rusos en colaboración con
expertos de Londres, se realizó en 6.500
varones de entre 25 y 64 años de edad al
principio del estudio. Se les sometió a
seguimiento durante una media de nueve años
y medio, y durante este periodo se registró lo
que bebieron, así como todas muertes de
origen cardiovascular y por otras causas. El
estudio se realizó en Novosibirsk (la tercera
ciudad más grande de Rusia), una ciudad con
una elevada tasa de consumo excesivo de
alcohol. Investigadores anteriores habían
afirmado que las sorprendentes fluctuaciones
en las tasas de mortalidad en Rusia ocurridas
entre 1985 y 1994 se debieron principalmente
al consumo de alcohol (Revisión, Volumen 5,
Número 4, Noviembre 1997).
En el presente estudio, beber mucho de
forma ocasional se definió como el consumo
de 160 gramos (20 unidades del Reino
Unido) de alcohol o más en una ocasión
concreta. Una vez que los investigadores
ajustaron sus cifras para compensar el efecto
del tabaquismo, los resultados demostraron
que no era significativamente más probable
que las personas que bebían mucho sólo
ocasionalmente murieran como resultado de
un ataque al corazón.
Sin embargo, hubo un mayor riesgo de
muerte de origen coronario en un pequeño
grupo de grandes bebedores frecuentes, los
que bebían al menos tres veces a la semana y
consumían habitualmente más de 120 gramos
(15 unidades del Reino Unido) de alcohol en
revista Nº6 1/8/03 11:29 Página 19
Investigación Científica
cada ocasión. Además, el riesgo de muerte
por causas externas como accidentes y otros
tipos de traumatismos fue alrededor del
doble en estos sujetos que en los que bebían
mucho de forma ocasional y que en los
varones que bebían menos de 80 gramos (10
unidades del Reino Unido) de alcohol en una
ocasión concreta.
Todos estos hallazgos se consideran sólidos
porque, a diferencia de otros muchos países, el
hecho de que los varones rusos beban en
exceso y se emborrachen no se considera un
estigma social. Por tanto, es menos probable
que estas personas dieran información falsa
sobre su consumo de alcohol.
“Inicialmente éramos escépticos acerca de la
hipótesis de que existía una relación entre la
mortalidad de origen cardiovascular en Rusia y
el beber mucho de forma ocasional y el
consumo de alcohol en general”, dicen los
investigadores. “Pero nuestros resultados
indican que existe una relación de este tipo.
Aunque beber mucho de forma ocasional no
se relacionó con la mortalidad de origen
cardiovascular independientemente del
tabaquismo y de otros factores de riesgo, el
mayor riesgo en los grandes bebedores
frecuentes parece claro. Es necesario
establecer la importancia de este grupo de
bebedores en cuanto a la salud pública”.
El vino
reduce las
probabilidades
de padecer
demencia
Amount and Type of Alcohol and Risk of
Dementia, Neurology (2002), 59, 1313-19,
Truelsen T., Thudium D., Gronbaek M., Centro
Danés de Epidemiología del Instituto de
Medicina Preventiva, Kommunehospitalet, y
Centro de Investigación del Alcohol, Instituto
Nacional de Salud Pública, Copenhague,
Dinamarca.
Datos obtenidos en Dinamarca respaldan
hallazgos recientes en Holanda de que el
consumo moderado de alcohol puede reducir el
riesgo de demencia (Revisión, Volumen 10,
Número 2,Verano 2002). Pero en este caso, el
efecto beneficioso parece ser sólo del vino.
Los investigadores daneses no dicen que se
debería recomendar a los abstemios
empezar a beber vino, sino que indican que
podría intentarse identificar el componente
o componentes del vino responsables del
efecto beneficioso, los cuales podrían
aislarse luego y utilizarse en el tratamiento
o la prevención. Los investigadores llevaron
a cabo este trabajo debido a la necesidad de
disponer de mejores maneras para
19
revista Nº6 1/8/03 11:29 Página 20
combatir la enfermedad. A medida que la
población de la Unión Europea cambie y el
porcentaje de ancianos sea cada vez mayor,
el número de personas con demencia - ya
hay más de 3,2 millones de personas
mayores de 65 años que padecen la
enfermedad - aumentará aún más.
Los sujetos de esta investigación eran varones y
mujeres participantes en el Estudio del corazón
de Copenhague (Copenhagen Heart Study),
que se llevó a cabo con el objetivo principal de
clarificar las causas de la enfermedad coronaria.
Los investigadores habían registrado los hábitos
de consumo de alcohol de los sujetos en la
década de 1970-1980. Por tanto, pudieron
relacionar estos registros con sus evaluaciones
de la demencia en las mismas personas en la
década de 1990-2000.
Durante los dos decenios, 83 sujetos de 65 o
más años de edad presentaron demencia. A
alrededor de la mitad de ellos se les
diagnosticó enfermedad de Alzheimer. El
resto presentaron demencia vascular o
demencia por otras causas. Sin embargo, una
ingestión moderada de vino (registrada
simplemente como beber una vez al mes o
una vez a la semana) redujo significativamente
el riesgo de demencia en comparación con
los participantes que dijeron que nunca o
solamente en raras ocasiones tomaban
bebidas alcohólicas. El consumo moderado
de cerveza o licores no tuvo este efecto.
El contraste entre estos dos resultados
implica que existe algún componente del vino
distinto del alcohol (quizá los flavonoides u
20
otros antioxidantes) que protege a los
bebedores de la demencia. Otro hallazgo fue
que el consumo mensual de cerveza se
asoció a una probabilidad significativamente
más alta de demencia.
Una limitación de este estudio es que,
aparentemente, los autores no tuvieron en
cuenta los hábitos dietéticos. En teoría, esto
podría ser importante porque, por ejemplo,
se cree que la vitamina E de la dieta reduce
las probabilidades de que una persona
padezca enfermedad de Alzheimer. Los
autores también reconocen que la dieta de
los bebedores de vino podría ser mejor que
la de las personas que prefieren la cerveza o
los licores. De hecho, estudios previos
realizados en Dinamarca han indicado que el
consumo de fruta, pescado, verduras y
ensaladas es mayor en los consumidores de
vino de ese país. Además, no suelen poner
grasas en el pan y cocinan más
frecuentemente con aceite de oliva.
El hecho de que la investigación danesa se
refiera no sólo al vino, sino también a la
cerveza y los licores, constituye un avance en
comparación con varios estudios anteriores
sobre este tema. Estos estudios se han
realizado principalmente en Francia (véase, por
ejemplo, Revisión, Volumen 7, Número 2,
Verano 1999) y en poblaciones formadas
predominantemente por bebedores de vino.
revista Nº6 1/8/03 11:29 Página 21
Investigación Científica
El vino
no reduce
el riesgo
de cirrosis
Wine is Not Associated with a Decreased Risk
of Alcoholic Cirrhosis in Heavy Drinkers,Alcohol
and Alcoholism (2002), 37, 618-21, Pelletier S.,
Vaucher E.,Aider R., Martin S., Perney P., Balmes
J.L.,Nalpas B.,Service d’Hepatogastroenterologie
et Alcohol, CHU Caremeau, Nimes, Service
d’Hepatogastroenterologie, Centre Hospitalier,
Narbonne, Centre de Soins Specialises, Notre-
Dame de la Rouviere, Service de Medicine
Interne, CHU St Eloi, Montpellier, e INSERM U
370, París, Francia.
Desde hace mucho tiempo se sabe que el
consumo excesivo de alcohol causa cirrosis
hepática. Se ha considerado que el alcohol
per se es la sustancia responsable de las
lesiones características de las células
hepáticas. Pero debe de haber algo más,
porque alrededor del 80 % de los grandes
bebedores no padecen la enfermedad. Hay
otros factores que también influyen en la
aparición de la cirrosis. Por ejemplo, las
mujeres tienen un mayor riesgo que los
varones, así como las personas con
malnutrición.
Otra cuestión es si algunas bebidas alcohólicas
tienen más probabilidades de desencadenar la
cirrosis que otras. En concreto, se ha afirmado
que el vino puede conferir cierto grado de
protección frente a la enfermedad. Por
ejemplo, un trabajo indicó que, para una
cantidad dada de alcohol, el riesgo de cirrosis
se reduce si el vino representa el 30 %-50 % de
la cantidad total.
Un equipo de investigadores de Francia ha
rebatido con firmeza ahora esta idea,
basándose en una comparación de pacientes
con y sin cirrosis. El equipo insiste en que el
vino, al igual que las otras bebidas alcohólicas,
realmente puede producir cirrosis hepática si
se consume en grandes cantidades.
En la investigación participaron cuatro
unidades de tratamiento del alcoholismo. Se
diagnosticó que 42 pacientes tenían cirrosis
según los criterios y las pruebas habituales
para determinar el estado del hígado. Con
motivos de comparación, se identificó a 60
pacientes sin cirrosis en los que los mismos
parámetros dieron resultados negativos.
Todos los participantes fueron varones. Los
investigadores tomaron esta precaución para
eliminar cualquier posible sesgo debido a la
diferencia en la predisposición a la cirrosis
entre varones y mujeres.
Se utilizaron cuestionarios para registrar los
antecedentes de consumo de alcohol durante
toda la vida de todos los participantes.Además
de calcular sus niveles de consumo, los sujetos
también indicaron sus preferencias por
diferentes bebidas durante periodos
consecutivos de sus vidas.
21
revista Nº6 1/8/03 11:29 Página 22
Los investigadores creen que debido a que
todos los sujetos eran pacientes hospitalizados,
voluntarios en programas de desintoxicación
del alcohol, es muy probable que
proporcionaran información fiable sobre sus
hábitos de bebida. Especialistas expertos en
tratar con personas afectadas por problemas
de alcohol hicieron entrevistas cara a cara a
todos los sujetos.
En primer lugar, los resultados demuestran que
no hubo una diferencia significativa en el
consumo total de alcohol entre los dos grupos,
y en segundo lugar que el porcentaje relativo
de alcohol tomado en forma de vino fue
significativamente mayor en los pacientes con
cirrosis que en los sujetos de control.
En el pasado se han alegado dos argumentos
verosímiles para apoyar la idea de que el vino
puede reducir las probabilidades de que los
bebedores presenten cirrosis. El primero es
que el vino contiene antioxidantes que
podrían, en principio, aliviar la toxicidad
hepática del alcohol. El segundo es que la tasa
de mortalidad por cirrosis es significativamente
menor en el sur de Francia, zona en que se
produce y se bebe vino, que en el norte del
país. Pero ahora estos argumentos parecen
mucho menos convincentes que antes.
22
Aumento
del consumo
excesivo
de alcohol
en los adultos
estadounidenses
Binge Drinking Among US Adults, Journal of the
American Medical Association (2003), 289, 70-
5, Naimi T.S., Brewer R.D., Mokdad, A., Denny
C., Serdula M.K., Marks J.S., Equipo sobre el
Alcohol, Investigaciones de Emergencia y
Delegación de Métodos Analíticos; División de
Salud Pública Aplicada, Formación, Oficina del
Programa de Epidemiología y Delegación de
Vigilancia Conductual, División de Salud Adulta
y Comunitaria; Delegación de Nutrición en
Enfermedades Crónicas, División de Nutrición
y Actividad Física; y Oficina del Director,
Centro Nacional de Prevención de
Enfermedades Crónicas y Fomento de la Salud,
Centros de Control y Prevención de
Enfermedades,Atlanta, GA, EE.UU.
Un artículo publicado en el Journal of the
American Medical Association ha puesto de
manifiesto los peligros prácticos y para la salud
del consumo excesivo de alcohol, y ha
demostrado que este consumo excesivo se ha
convertido en algo frecuente en la mayoría de
los estratos de la sociedad estadounidense. Los
revista Nº6 1/8/03 11:29 Página 23
Investigación Científica
autores recomiendan encarecidamente que se
lleven a cabo intervenciones a escala nacional
para ponerle freno, debido a sus consecuencias
adversas médicas y sociales.
En el artículo se presentan los resultados de la
primera encuesta a escala nacional sobre el
consumo excesivo de alcohol realizada en
EE.UU. Los datos corroboran y amplían la
información previa sobre el abuso del alcohol,
que ocasiona la muerte a aproximadamente
100.000 estadounidenses cada año y es la
tercera causa principal de muerte en el país.
También confirman, con datos cuantitativos,
indicios anecdóticos recientes de que el
consumo excesivo de alcohol ha aumentado
en los últimos 10 años tras disminuciones
anteriores del consumo de alcohol.
La materia prima para la encuesta procedió
del Sistema de vigilancia de factores de
riesgo conductuales (Behavioural Risk Factor
Surveillance System). Mediante llamadas a
números de teléfono de personas de 18 años
o más años de edad, este sistema se pone en
contacto con una muestra aleatoria de la
población de todos los estados de EE.UU.
cada año. Entre otras cuestiones, a las
personas se les preguntó si habían
consumido alguna bebida alcohólica en los
últimos 30 días. A los que contestaron
afirmativamente se les preguntó después con
qué frecuencia habían bebido alcohol
(número de días a la semana o al mes) y
cuántas copas habían tomado en los “días de
beber”. Otra pregunta fue en cuántas
ocasiones los sujetos habían consumido
cinco o más bebidas en una misma ocasión
en los últimos 30 días.
Los investigadores definieron el consumo
excesivo de alcohol (binge drinking en inglés,
un término no utilizado en las entrevistas por
teléfono) como el consumo de cinco o más
bebidas en al menos una ocasión en el último
mes. Luego calcularon los episodios de
consumo excesivo de alcohol por sujeto y por
año multiplicando el número de episodios de
consumo excesivo de alcohol comunicados
por cada sujeto por 12. Utilizando este criterio,
observaron que el número total de episodios
de consumo excesivo de alcohol en la
población adulta de EE.UU. había aumentado
de 1.200 millones a 1.500 millones entre 1993
y 2001. Durante este periodo, el número de
episodios de consumo excesivo de alcohol por
persona también aumentó un 17 %. Entre 1995
y 2001, el incremento fue del 35 %.
Entre otros hallazgos, el 81 % de todos los
episodios de consumo excesivo de alcohol
registrados se dieron en los varones. Las
mayores tasas de consumo excesivo de alcohol
se registraron en las personas de entre 18 y 25
años de edad, pero el 69 % de todos los
episodios se produjeron en las personas de 26
o más años de edad. Un 47 % de los episodios
de consumo excesivo de alcohol se dieron en
sujetos que, por lo demás, eran consumidores
moderados de alcohol. Fue 14 veces más
probable que las personas con un consumo
excesivo de alcohol condujeran con la
capacidad alterada por el alcohol que las que
no consumían alcohol de forma excesiva.
23
revista Nº6 1/8/03 11:29 Página 24

“Aunque la mayoría de los episodios de (para las cuales cuatro bebidas en una misma
consumo excesivo de alcohol se dieron en los ocasión es el criterio más habitual). En quinto
varones, la elevada tasa de consumo excesivo lugar, es probable que el número de estudiantes
de alcohol comunicada en las mujeres en edad de universidad contactados, uno de los sectores
fértil es preocupante, debido al efecto nocivo de la sociedad que se cree que es más propenso
del alcohol sobre el feto en desarrollo, sobre al consumo excesivo de alcohol, haya sido
todo en el primer trimestre”, señalan los menor que el de otros sectores de la población,
investigadores.“Cada vez hay más pruebas que porque muchos estudiantes viven en residencias
indican que incluso la exposición intermitente y no en casa y no tienen teléfono individual.
a concentraciones elevadas de alcohol es un
factor de riesgo importante de desenlaces
fetales adversos. Dado que, como media, el
embarazo no se detecta hasta 5 a 6 semanas
después de la concepción, una mujer que beba
mucho alcohol puede, sin saberlo, exponer a su
feto a grandes concentraciones de alcohol en
sangre durante este tiempo”.

Los investigadores citan varias razones por las

que es casi seguro que sus resultados
subestimen el problema del consumo excesivo
de alcohol en EE.UU.Por ejemplo,en la encuesta
no participaron personas menores de 18 años
de edad,algunas de las cuales es muy posible que
beban de forma excesiva. En segundo lugar,
puede que algunas de las personas encuestadas
dieran respuestas inexactas sobre su consumo
de alcohol. En tercer lugar, es posible que las
tasas de consumo excesivo de alcohol de las
personas que no tienen teléfono sean mayores
que la media.

En cuarto lugar, en la encuesta se utilizó un

umbral de cinco bebidas en una misma ocasión
(al menos una vez en el último mes) como el
criterio para el consumo excesivo de alcohol no
sólo en los varones, sino también en las mujeres

24