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Nombre del fallo: Siri, Angel.

Fecha: 27 de diciembre de 1957.

Tribunal: Corte Suprema de Justicia de la Nación.

Fallos: 239:459 Año: 1958.

Partes: Angel Siri


Hechos: Angel Siri se presenta ante los estrados judiciales manifestando que el diario
«Mercedes», de su dirección y administración, continuaba clausurado desde comienzos de
1957. Requeridos por el Juez los informes ante las autoridades, estas manifestaron ignorar
los motivos de la clausura y la autoridad que la dispuso, por lo que aquel resolvió no hacer
lugar a ella en razón de no tratarse en el caso de un recurso de hábeas corpus, el cual sólo
protege la libertad física o corporal de la persona. Que en contra de la referida decisión el
solicitante interpuso recuso de revocatoria, y en subsidio el de apelación, en cuya
oportunidad el juez dispuso requerir nuevo informe del comisario de policía sobre si el
local del diario «aún continúa con custodia policial», informando este funcionario que
desde el 29 de abril «fue dejada sin efecto la consigna y se vigila el local mediante
recorridas que efectúa el personal de servicio de calle». A mérito de este informe, el juez no
hizo lugar a la revocatoria pedida, en consideración a que «carece de actualidad y
fundamento el presente recurso de amparo, ya que no existe restricción alguna que afecte
al recurrente»; y concedió el recurso de apelación antele superior (fs. 38). La Cámara de
Apelación en lo Penal de Mercedes confirmó, por sus propios fundamentos, la decisión
apelada (fs. 43). Que contra esta sentencia el solicitante ha deducido el presente recurso
extraordinario, fundado en la supuesta violación de la libertad de imprenta y de trabajo que
consagran los artículos 14, 17 y 18 de la Constitución Nacional, pues las mismas se
encuentran restringidas sin orden escrita de autoridad competente y sin expresión de causa
que justifique dicha restricción.

Ideas claves:
I. Basta la comprobación inmediata que no existe orden escrita de autoridad competente
para que la garantía constitucional de la libertad de imprenta y de trabajo invocada sea
restablecida por los jueces en su integridad, sin que pueda alegarse en contrario la
inexistencia de una ley que la reglamente: las garantías individuales existen y protegen a los
individuos por el solo hecho de estar consagradas por la Constitución e independientemente
de las leyes reglamentarias, las cuales sólo son requeridas para establecer «en qué casos y
con qué justificativos podrá procederse a su allanamiento y ocupación» como dice el
artículo 18 de la Constitución a propósito de una de ellas. Ya a fines del siglo pasado
señalaba Joaquín V. González: «No son, como puede creerse, las declaraciones, derechos y
garantías, simples fórmulas teóricas: cada uno de los artículos y cláusulas que las contienen
poseen fuerza obligatoria para los individuos, para las autoridades y para toda la Nación.
Los jueces deben aplicarla en la plenitud de su sentido, sin alterar o debilitar con vagas
interpretaciones o ambigüedades la expresa significación de su texto. Porque son la defensa
personal, el patrimonio inalterable que hace de cada hombre, un ciudadano o no, un ser
libre o independiente dentro de la Nación Argentina.

II. En consideración al carácter y jerarquía de los principios de la Carta Fundamental


relacionados con los derechos individuales, esta Corte Suprema, en su actual composición y
en la primera oportunidad en que debe pronunciarse sobre el punto, se aparta así de la
doctrina tradicionalmente declarada por el Tribunal en cuanto relegaba al trámite de los
procedimientos ordinarios, administrativos o judiciales, la protección de las garantías no
comprendidas estrictamente en el hábeas corpus (Fallos, 168:15; 169:103 y los posteriores).
Los preceptos constitucionales tanto como la experiencia institucional del país reclaman de
consuno el goce y ejercicio pleno de las garantías individuales para la efectiva vigencia del
estado de derecho e imponen a los jueces el deber de asegurarlas.

Nombre del fallo: Samuel Kot S.R.L. s/ Acción de amparo.

Fecha: 5 de septiembre de 1958.

Tribunal: Corte Suprema de Justicia de la Nación.

Fallos: 241:291 Año: 1958.

Partes: Samuel Kot S.R.L.


Hechos: Las presentes actuaciones se originan con motivo de la ocupación material de la
fábrica “Samuel Kot S.R.L., por parte de sus obreros que se venía extendiendo desde el 9
de junio de 1958 hasta la fecha de la sentencia, el 5 de septiembre del mismo año. La
empresa había formulado una denuncia por usurpación pero los imputados fueron
sobreseídos. Paralelamente interpusieron acción de amparo, fundada en la violación de su
derecho de propiedad, libertad de trabajo y libre actividad. En primera instancia, la acción
es rechazada. Llevadas las actuaciones ante la Corte Suprema de Justicia, ésta hace lugar a
la acción, extendiendo la protección del amparo creado por vía jurisprudencial, no sólo a
los actos de autoridad pública (caso Siri), sino también de particulares (caso Kot).

Ideas claves:
I. Admitido que existe una garantía tácita o implícita que protege los diversos aspectos de
la libertad individual (art. 33 Constitución Nacional), ninguna reserva cabe establecer de
modo que excluya en absoluto y a priori toda restricción que emane de personas privadas.
Es verosímil presumir que, en el ánimo de los constituyentes de 1853, las garantías
constitucionales tuvieron como inmediata finalidad la protección de los derechos esenciales
del individuo contra los excesos de la autoridad pública. En el tiempo en que la
Constitución fue dictada, frente al individuo solo e inerme no había otra amenaza verosímil
e inminente que la del Estado (De los considerandos de la mayoría).
II. Nada hay, ni en la letra ni en el espíritu de la Constitución, que permita afirmar que la
protección de los llamados «derechos humanos» - porque son los derechos esenciales del
hombre- esté circunscripta a los ataques que provengan sólo de la autoridad. Nada hay,
tampoco, que autorice la afirmación de que el ataque ilegítimo, grave y manifiesto contra
cualquiera de los derechos que integran la libertad, lato sensu, carezca de la protección
constitucional adecuada - que es, desde luego, la del «hábeas corpus» y la del recurso de
amparo, no la de los juicios ordinarios o la de los interdictos, con traslados, vistas,
ofrecimientos de prueba, etc.- por la sola circunstancia de que ese ataque emane de otros
particulares o de grupos organizados de individuos. Intentar construcciones excesivamente
técnicas para justificar este distingo, importa interpretar la Constitución de modo que
aparezca ella amparando realmente no los derechos esenciales, sino las violaciones
manifiestas de esos derechos (De los considerandos de la mayoría).
III. Además de los individuos humanos y del Estado, hay ahora una tercera categoría de
sujetos, con o sin personalidad jurídica, que sólo raramente conocieron los siglos anteriores:
los consorcios, los sindicatos, las asociaciones profesionales, las grandes empresas, que
acumulan casi siempre un enorme poderío material o económico. A menudo sus fuerzas se
oponen a las del Estado y no es discutible que estos entes colectivos representan, junto con
el progreso material de la sociedad, una nueva fuente de amenazas para el individuo y sus
derechos esenciales. Si, en presencia de estas condiciones de la sociedad contemporánea,
los jueces tuvieran que declarar que no hay protección constitucional de los derechos
humanos frente a tales organizaciones colectivas, nadie puede engañarse de que tal
declaración comportaría la de la quiebra de los grandes objetivos de la Constitución y, con
ella, la del orden jurídico fundamental del país (De los considerandos de la mayoría).
IV. Aun en la hipótesis de que los obreros tuvieran toda la razón y la empresa ninguna,
sería siempre verdad que la ocupación de la fábrica por aquellos es ilegítima, como vía de
hechos no autorizada por nuestras leyes (De los considerandos de la mayoría).

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