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Poder Judicial de la Nación

Córdoba, 25 de Septiembre de 2012.


Y VISTOS:
Estos autos caratulados “ GIULIANO, D´ANGELO s/ Habeas Corpus preventivo”
(Expediente n° 501/2012), venidos a conocimiento de esta Sala B, a fin de resolver el recurso de
apelación interpuesto por Giuliano D´Angelo y por el Defensor Público Oficial de San Francisco,
doctor Esteban Lozada, en contra de la resolución dictada con fecha 7 de agosto de 2012, por el
titular del Juzgado Federal de San Francisco, en cuanto dispuso “A. RECHAZAR la denuncia
formulada, en mérito a las consideraciones antes expuestas y de conformidad a los art. 3, inc. 1 y
17 de la ley 23.098, sin costas atento la naturaleza de la cuestión. B. CUMPLIMENTAR lo
dispuesto en el párrafo in fine de la presente.”.
Y CONSIDERANDO:
I. El presente habeas corpus tiene origen en la presentación efectuada con fecha
30.07.2012 por parte de Giuliano D´Angelo, quien puso de manifiesto que el día 24.07.2012, siendo
alrededor de las 18.30 horas, se encontraba charlando con sus amigos Antonela Cumba, Andrés
Forcellini y Silvia Quinteros, en la plaza del Barrio 9 de Septiembre, sita en la calle 2 de Abril de la
ciudad de San Francisco. En esas circunstancias se presentó un vehículo marca “Corsa” de color
gris, sin identificación, descendiendo del mismo los policías Ismael Noe y Nicolás Colombo,
quienes se encontraban vestidos de civil. En ese momento, otro policía a quien conoce como
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“Bertelo” le grita “D´Angelo el pasado te condena”, tras lo cual se acercan y se presentan como
policías, revisando al denunciante y Forcelli. Frente a la exclamación de la señorita Antonela
Cumba, el policía Bertello le manifestó que si se juntaba con “faloperos” le iba a pasar siempre
eso. Una vez que fueron requisados y revisados los bolsos que traían consigo, el policía Bertelo les
dijo “D´Angelo andá acostumbrándote porque va a pasar siempre esto”.
II. Abierto el trámite de Habeas Corpus por parte del Juez de Instrucción de San
Francisco, luego que el titular de la División Drogas Peligrosas de esa ciudad, respondiera el
informe previsto por el artículo 11, segundo párrafo de la ley 23.098 (fs. 7) y se celebrara la
audiencia oral prevista por el art. 13 y 14 del citado cuerpo normativo (fs. 33/37); el Juez Federal
San Francisco dispuso rechazar la denuncia formulada, al no advertir estado de persecución ni
amenaza o limitación actual de la libertad ambulatoria de Giuliano D´Angelo.
III. Con fecha 8.08.2012 interponen recurso de apelación Giuliano D´Angelo y el
Defensor Público Oficial de San Francisco.
Radicadas las actuaciones por ante esta Cámara Federal la señora Defensora Pública
Oficial, doctora María Mercedes Crespi, presenta el informe previsto por el artículo 454 del Código
Procesal Penal de la Nación. Luego de remitirse a los argumentos dados por su colega de San
Francisco, agrega que fue un error por parte del Juez de Instrucción rechazar el habeas corpus
basado en las propias declaraciones descontextualizadas de la persona que solicito el amparo en la
justicia. Al respecto destaca que fue el mismo Juez quien pone de manifiesto las declaraciones de
Giuliano D´Angelo en el sentido de que tiene miedo de que lo vuelvan a avergonzar, es decir que
tiene miedo de que el episodio vuelva a suceder.
En segundo lugar, entiende la defensa que es imposible no referirse al origen de la
requisa, la que considera nula conforme a los parámetros del artículo 230 bis del C.P.P.N.. Con esto
el magistrado no solo ha convalidado una requisa muy cuestionable sino que está amparando este
accionar policial dejando en un estado de vulnerabilidad al ciudadano Giuliano D´Angelo.
Por último, destaca que la circunstancia de que este tipo de requisa abusiva este
naturalizada en la práctica y que los ciudadanos no conozcan sus derechos, no significa que el Poder
Judicial deba consentirlas ya que así sólo contribuye a alentarlas.
III. De acuerdo al orden de votación establecido conforme el certificado de fojas
55.
El señor Juez de Cámara, doctor Abel G. Sánchez Torres dijo:
Previo ingresar al análisis del caso concreto, corresponde desarrollar el marco
normativo que rige la cuestión.
Además del habeas corpus clásico que protege a las personas frente a las
detenciones o arrestos arbitrarios, y el correctivo destinado a servir de control sobre las condiciones
y modos de detención, la ley 23.098 (art. 43 de la C.N.) prevé el habeas corpus preventivo,
reconocido en el artículo 3 inciso 1, como garantía frente a acciones u omisiones de las autoridades
públicas que impliquen una amenaza actual a la libertad ambulatoria (C.S.J.N. “Cafassi”; Fallos
311:308). A su vez, éste se ve complementado por el habeas corpus restringido, que procede ante
todo acto u omisión que sin privar de la libertad genere hostigamiento o alteraciones en el ejercicio
de aquella (C.S.J.N. “Solari Yrigoyen”; Fallos 305:276).
Mediante estos últimos supuestos, el legislador no sólo ha querido evitar arrestos
arbitrarios, sino también molestias restrictivas de la libertad en sentido amplio. En estos casos el
sujeto no es privado completamente de su libertad corporal, pero enfrenta hechos de vigilancia
abusiva, impedimentos para acceder a ciertos lugares, entre otros (Sagües, Néstor Pedro, Derecho
Procesal Constitucional – Habeas Corpus, Editorial Astrea, Buenos Aires, 1988, pág. 207).
Los habeas corpus preventivo y restringido funcionan “frente a todos los actos
ilegales que, sin llegar al extremo de privar la libertad física a una persona, configuran
restricciones para la libertad ambulatoria” (Badeni, Gregorio, Tratado de Derecho Constitucional,
Tomo II, 2da. Edición actualizada y ampliada, Buenos Aires, La ley, pág. 1218).
En lo que respecta a estos tipos de habeas corpus la doctrina constitucional ha
tenido oportunidad de ocuparse en relación a lo que debe entenderse por amenaza actual, locución
que le da contenido y limita su aplicación a cualquier supuesto de hecho. Se señala que
“restablecidas las autoridades constitucionales y vigentes todas las garantías del estado de
derecho, puede sobrecargar al Poder Judicial el abuso de la garantía, y por otro lado, impedir la
inteligencia necesaria y controlada para combatir el delito. En consecuencia, estimo que para dar
contenido a la amenaza actual deberían computarse las circunstancias del caso y la reiteración de
los hechos por parte de las presuntas autoridades” (Gelli, María Angélica, Constitución de la
Nación Argentina, comentada y concordada, 4ta. Edición, Tomo I, La ley, Buenos Aires, 2009, pág.
660)
Con esto se quiere decir que no cualquier investigación de las fuerzas de seguridad
dará lugar a la apertura de habeas corpus, toda vez que su actividad prevencional y de pesquisa se
encuentra reglada por los códigos procesales y contravencionales vigentes. De la misma forma, su
actuación funcional su encuentra controlada por las autoridades judiciales competentes, a quienes
compete su dirección y el escrutinio sobre la legalidad.
En consecuencia, para la procedencia del habeas corpus preventivo y restrictivo,
deberá constatarse que la fuerza de seguridad o autoridad pública ponga en peligro la libertad de

“Giuliano, D´Angelo s/ Corpus preventivo” (Expte. n° 501/2012)


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una persona en forma ilegítima, esto es, apartándose de las normas que rigen su actuación
funcional.
Por tal motivo, en este caso concreto el análisis normativo debe referirse a las
atribuciones, deberes y limitaciones que regían el proceder de los policías de la División Drogas
Peligrosas de la ciudad de San Francisco el día del acontecimiento que dio origen a las presentes
actuaciones (Libro Segundo, título 1, Capítulo 2: Actos de la policía judicial y fuerza de seguridad).
Conforme fue denunciado y reconocido por la propia fuerza de seguridad (fs. 7), los
agentes intervinientes privaron momentáneamente de la libertad ambulatoria y requisaron a los
cuatro jóvenes, en el marco de patrullajes preventivos, ante la sospecha que estuvieran consumiendo
bebidas alcohólicas y sustancia ilegales.
El actuar del personal debe ser examinado en el marco de lo reglado en forma
sistemática por los artículos 184, 230 bis y 284 del Código Procesal Penal de la Nación.
Sobre el particular he tenido oportunidad de pronunciarme recientemente en autos
“Gianni” (L° 418 F° 186), siguiendo los lineamientos trazados por la Corte Suprema de Justicia de
la Nación en torno a la competencia y facultades de las fuerzas de seguridad para detener y requisar
a personas en la vía pública.
Siguiendo un orden cronológico, tuve en cuenta el precedente “Daray” (de fecha
22.12.1994), en el cual la C.S.J.N. fijó las pautas necesarias para sostener la validez constitucional
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de las detenciones prácticas por las fuerzas de seguridad, haciendo especial hincapié que la cuestión
debe regirse estrictamente por el principio de legalidad.
En aquel fallo se sostuvo que “…es indispensable examinar, en primer lugar, si esa
detención se ha llevado a cabo de manera compatible con el art. 18 la Constitución Nacional el
cual, en la parte que interesa, dispone "...Nadie puede ser...arrestado sino en virtud de orden
escrita de autoridad competente...".
Respecto a quién resulta la autoridad habilitada por la Constitución para llevar a
cabo detenciones, haciendo expresa mención del principio de legalidad, se puntualizó que
“…resulta obvio que la "competencia" para efectuar arrestos a que se refiere la norma
constitucional sólo puede provenir de un expreso mandato legislativo y debe, además, ejercerse en
las formas y condiciones fijadas por esa disposición legal. Tal requisito surge claramente del
principio constitucional de legalidad, respecto del cual el Tribunal ha dicho: "Toda nuestra
organización política y civil reposa en la ley. Los derechos y obligaciones de los habitantes así
como las penas de cualquier clase que sean, sólo existen en virtud de sanciones legislativas y el
Poder Ejecutivo no puede crearlas ni el Poder Judicial aplicarlas si falta la ley que las establezca"
(caso "Cimadamore", Fallos: 191:245 y su cita).
En este entendimiento, el Máximo Tribunal analizó la legislación vigente que
autorizaba a restringir la libertad ambulatoria de los habitantes de la República, concluyendo, luego
de analizar las normas aplicables (art. 4 ley 2372 y art. 5, inc. 1 del decreto-ley 333/58 -en su
antigua redacción-, ratificado por la ley 14.467,) que indudablemente en el caso particular el
personal policial carecía de facultades legales para detener al imputado.
Tiempo después, con fecha 12.11.1998 en autos “Fernández Prieto” (Fallos:
321:2947) la C.S.J.N. se aparta del criterio estricto de legalidad que había sostenido en el
precedente analizado (ver al respecto disidencia del juez Maqueda en fallos “Waltta” y “Ciraolo”,
en este último con la concurrencia del Juez Zaffaroni). En esta oportunidad se hace propia la
opinión de la Suprema Corte de los Estados Unidos de Norteamérica respecto a las pautas
tendientes a precisar los conceptos de "causa probable", "sospecha razonable", "situaciones de
urgencia" y la "totalidad de las circunstancias del caso".
Respecto a lo que se entendió por “causa probable" la Corte Suprema citó el
precedente "Terry v. Ohio", 392, U.S., 1, (1968), en el cual el tribunal Norteamericano sostuvo que
"cuando un oficial de policía advierte una conducta extraña que razonablemente lo lleva a
concluir, a la luz de su experiencia, que se está preparando alguna actividad delictuosa y que las
personas que tiene enfrente pueden estar armadas y ser peligrosas, y en el curso de su
investigación se identifica como policía y formula preguntas razonables, sin que nada en las etapas
iniciales del procedimiento contribuya a disipar el temor razonable por su seguridad o la de los
de…. tiene derecho para su propia protección y la de los de la zona, a efectuar una revisación
limitada de las ropas externas de tales personas tratando de descubrir armas que podrían usarse
para asaltarlo. Conforme con la Cuarta Enmienda, tal es una revisación razonable y las armas que
se incauten pueden ser presentadas como prueba en contra de esas personas".
De la misma forma, se puso de resalto que el citado Tribunal ha establecido la
legitimidad de arrestos y requisas sin orden judicial que no tuvieron por base la existencia de
"causa probable" sino de "sospecha razonable". En ese sentido, se señaló que “al igual que
ocurre con el concepto de "causa probable", la definición de "sospecha razonable" es necesario
que sea flexible”. Así en "Alabama v. White" 496, U.S., 325 (1990), la Suprema Corte
estadounidense “consideró legítima la detención y requisa, puesto que -dijo- "sospecha razonable"
es un estándar inferior del de "probable causa", ya que la primera puede surgir de información que
es diferente en calidad -es menos confiable- o contenido que la que requiere el concepto de
"probable causa", pero que en ambos supuestos, la validez de la información depende del contexto
en que la información es obtenida y el grado de credibilidad de la fuente”.
También se puso de resalto, el criterio expuesto por la Suprema Corte de los
Estados Unidos de Norteamérica respecto que la relevancia debe al momento y lugar en el cual tuvo
lugar el procedimiento y a la existencia de razones urgentes para corroborarlo, habiendo
convalidado arrestos sin mandamiento judicial practicados a la luz del día y en lugares públicos
("United States v. Watson" 423, U.S., 411, 1976).
Al respecto, la propia Corte Federal argentina en los precedentes señalados, cita
jurisprudencia de la Suprema Corte de los Estados Unidos en cuanto a las circunstancias que deben
encontrarse presentes para poder establecer la existencia de "causa probable" o "sospecha
razonable" para inspecciones y requisas. En este sentido, el mencionado Tribunal sostuvo que “se
debe considerar la totalidad de las circunstancias del caso ("the whole picture"). Así se pronunció
en "United States v. Cortez 449, U.S., 411, 417 (1981) y en "Alabama v. White", en las que se dijo
que en supuestos como los nombrados deben examinarse todas las circunstancias en las que se
desarrolló el hecho y que basada en aquéllas, la detención por parte de las fuerzas policiales debe
tener por fundamento la premisa de que el sospechoso se haya relacionado con un hecho ilícito. La
consideración de la "totalidad de las circunstancias" tuvo especial relevancia en el caso "Illinois v.
Gates" 462, U.S., 213, (1983) -se cuestionaba la información proveniente de un anónimo-, en el que
la Suprema Corte manifestó que si bien el anónimo considerado en forma exclusiva no proporciona
fundamento suficiente para que el juez pueda determinar que existe "causa probable" para creer
que podía hallarse contrabando en la vivienda y en el automóvil de los acusados, sin embargo -
“Giuliano, D´Angelo s/ Corpus preventivo” (Expte. n° 501/2012)
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puntualizó- es necesario ponderar algo más: la "totalidad de las circunstancias", ello debido a que
éste es un criterio más consistente que el anterior tratamiento de la existencia de "causa probable",
desarrolla en los casos "Aguilar v. Texas" 378, U.S., 108, (1964) y Spinelli v. United States" 393,
U.S., 410, (1969), en los que se descalificó la noticia proveniente de un informante debido a que no
se establecían las razones para poder afirmar que aquél era "creíble" y que su información era
"confiable".
Teniendo en cuenta los precedentes de nuestro máximo tribunal sostuve en
“Gianni” que “El Legislador Penal al momento de reglamentar el art. 18 de la Constitución,
establece que la autoridad "competente" para llevar a cabo un arresto o requisa es el juez. Ahora
bien, admite excepcionalmente que sean las fuerzas de seguridad quienes puedan detener a una
persona, siempre y cuando se den las circunstancias expresamente detalladas como condición
necesaria.
El art. 284 del C.P.P.N. dispone que "los funcionarios policiales y auxiliares de la
policía tienen el deber de detener, aún sin orden judicial: 3. Excepcionalmente a la persona contra
la cual hubiere indicios vehementes de culpabilidad, y exista peligro inminente de fuga o de serio
entorpecimiento de la investigación y al solo efecto de conducirlo al Juez competente de inmediato
para que resuelva su detención, y 4. a quien sea sorprendido en flagrancia en la comisión de un
delito de acción pública reprimido con penal privativa de libertad" .
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En cuanto a lo que requisa personal se refiere, rigen idénticas consideraciones. La


Constitución Nacional garantiza a las personas, además del derecho a conducirse libres, un ámbito
de reserva que se extiende a la intimidad, impidiendo y limitando para casos excepcionales,
cualquier tipo de intromisión en esta esfera.
Sin embargo, como bien es sabido ninguno de estos derechos son absolutos, pues se
encuentran sometidos a reglamentación, siempre y cuando su afectación resulte razonable y no
implique su total aniquilación (art. 1, 18 y 28 de la Constitucional Nacional).
Como bien fue señalado por la C.S.J.N. en los fallos que fueron examinados al
comienzo del presente pronunciamiento, la ley procesal ha reglamentado su afectación,
requiriendo a tal efecto como condición necesaria, que existan motivos suficientes para presumir
que la persona que es objeto de intromisión estatal, oculta en su cuerpo cosas relacionadas con un
delito. En este caso, será el Juez quien mediante resolución fundada dispondrá la medida (art. 230
del C.P.P.N.).
Por tanto, esta situación se presenta como la primera excepción a la regla
constitucional que garantiza el derecho a conducirse libremente y a preservar un ámbito de
intimidad sobre las personas. Sin embargo, luego de entrada en vigencia la nueva legislación
procesal (ley 23.984), el Congreso de la Nación, estableció una excepción a esta excepción,
autorizando al personal de las fuerzas de seguridad a requisar aún sin contar con la orden de un
Juez competente (art. 230 bis del C.P.P.N. incorporado por la Ley 25.434).
Por tanto, debe entenderse que las circunstancias que habilitan a las fuerzas de
seguridad a efectuar una requisa personal son excepcionales y la interpretación de las normas que
rigen la cuestión debe ser de carácter restrictivo, con la finalidad de no violentar el principio de
legalidad (conf. fallo C.S.J.N. “Daray”)
Ciertamente, el Código Procesal Penal vigente ha establecido como regla que las
disposiciones sobre la libertad e intimidad de las personas son de competencia de los Jueces de la
Nación. Ello así, no obstante autorizar con carácter excepcional a las fuerzas de seguridad
mediante el artículo 230 bis (incorporado por ley 25.434) a practicar directamente requisa
personal sin mediar orden escrita de juez competente, siempre y cuando se den las condiciones
objetivas que exige la norma; todo ello con el objetivo de impedir que el actuar de los funcionarios
se vea frustrado frente a la urgencia y la dificultad de acceder en tiempo oportuno a la orden
judicial de requisa.
Siguiendo este entendimiento, la motivación que debe guiar a las fuerzas de
seguridad, al igual que se dispone en el caso del artículo 230 del C.P.P.N. para el caso del Juez
competente, debe ser la de hallar cosas provenientes o constitutivas de un delito o elementos que
puedan ser utilizados para la comisión. Además de exigir que los hechos se produzcan en la vía
pública, y con la concurrencia de circunstancias previas o concomitantes que razonablemente y
objetivamente permitan justificar la medida.
En conclusión, el personal de las fuerzas de seguridad necesariamente deben tener
en su poder datos objetivos suficientes que permitan conjeturar razonablemente que el individuo a
quien se pretende requisar guarda en su persona o vehículo, alguno de los elementos que indica la
norma, y además, que la urgencia del caso imposibilita requerir al Juez competente la orden
judicial respectiva.
Conforme surge de la transcripción parcial de las normas que rigen la materia, el
legislador exige un determinado grado o estado de sospecha para validar la detención o la requisa
corporal de una persona.
Ciertamente, requiere como condición necesaria que existan "indicios
vehementes" "circunstancias debidamente fundadas" o "motivos suficientes para presumir". En
otras palabras, más allá de la excepcionalidad, el policía no se encuentra facultado para llevar a
cabo detenciones irrazonables, pues su actuar funcional se deberá adecuar a la exigencia de la ley
procesal, que requiere un particular grado de sospecha para validar una detención sin orden
judicial.
Pero además de encontrarse en la situación objetiva a la cual hace
mención la norma, el agente policial, deberá dar cuenta objetivamente cuales son las
circunstancias a partir de las cuales funda "indicios vehementes" "circunstancias debidamente
fundadas" o "motivos suficientes para presumir". Es decir, se debe tratar de causas
comprobadas, y no meras conjeturas carente de asidero objetivo. Ello así, pues no puede exigirse
menos a los funcionarios policiales que a los Jueces, quienes para emitir la orden judicial de
detención y requisas, deben fundar y dar motivos de los resuelto. De la misma forma, la
exteriorización de las circunstancias objetivas que llevaron a policía a detener y requisar una
persona, permitirá a los jueces ejercer un debido control de legalidad y razonabilidad sobre la
conducta funcional de las fuerzas de seguridad.
Asimismo la cuestión objeto de debate debe ser analizada a luz de lo dispuesto por
el artículo 7.5 de la Convención Americana de Derechos Humanos (art. 75 inc. 22 de la C.N.), pues
como jueces y agentes del aparato estatal, estamos obligados a instrumentar una especie de control
de convencionalidad sobre los actos, decisiones y normas domésticas (Conf. Corte I.D.H.
“Almonacid Arellano vs. Chile”, 29/09/2006, pág. 124). Los órganos del Poder Judicial deben
efectuar no sólo un control de constitucionalidad, sino también de “convencionalidad” difuso, en
la medida que todos los jueces nacionales, como integrantes de uno de los poderes del Estado, parte
“Giuliano, D´Angelo s/ Corpus preventivo” (Expte. n° 501/2012)
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en la convención, sin distinción alguna de competencia, grado o materia, deben poner ponerlo en
marcha (Monterisi, Ricardo D., La Corte Interamericana de Derechos Humanos y el impacto de sus
sentencias, La Ley, Buenos Aires, 8/03/2012)
A tal efecto, no sólo debe tenerse en cuenta el tratado sino también la interpretación
que de él ha hecho la Corte Interamericana de Derechos Humanos, interprete último de la
Convención Americana.
En particular, la C.I.D.H. se ha expedido con respecto a nuestro país en el
reconocido caso Bulacio vs. Argentina (serie C n° 100, sentencia del 18 de septiembre de 2003),
señalando que el derecho a la libertad sólo puede ser limitado con recaudos "...materiales y
formales que deben ser observados al aplicar una medida o sanción privativa de la libertad: nadie
puede verse privado de la libertad sino por las causas, casos o circunstancias expresamente
tipificadas en la ley (aspecto material), pero, además, con estricta sujeción a los procedimientos
objetivamente definidos en la misma (aspecto formal)"; agregando que "...las razzias son
incompatibles con el respeto a los derechos fundamentales, entre otros, de la presunción de
inocencia, de la existencia de orden judicial para detener salvo en hipótesis de flagrancia...". Por
último, luego de resolver abrir el caso que había sido sobreseído por prescripción, la C.I.D.H le
indico al Estado Argentino que de acuerdo con lo establecido por "el artículo 2 de la Convención
Americana, los Estados Parte se encuentran en la obligación de adoptar, con arreglo a sus
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procedimientos constitucionales y a las disposiciones de esta Convención, las medidas legislativas


o de otro carácter que fueren necesarias para hacer efectivos los derechos y libertades protegidos
por la misma Convención", y que "El deber general establecido en el artículo 2...implica la
adopción de medidas en dos vertientes. Por una parte, la supresión de las normas y prácticas de
cualquier naturaleza que entrañen violación a las garantías previstas en la Convención. Por la
otra, la expedición de normas y el desarrollo de prácticas conducentes a la efectiva observancia de
dichas garantías".
Llevando lo expuesto al caso particular, al contestar el pedido de informe, el titular
de la División Drogas Peligrosas de San Francisco, dijo que el procedimiento se efectuó en el marco
de “patrullajes preventivos por plazas y espacios verdes, donde de manera frecuente observan
juntas de jóvenes ajenos a los mismos, consumiendo bebidas alcohólicas y sustancias ilegales,
situación que genera molestia permanente en el lugar”. No surge del informe ni de las demás
constancias de autos, cuales fueron las razones concretas que justificaban la detención, aunque sea
momentánea, de estos cuatro jóvenes. Tampoco surge cual fue el motivo que amparó la requisa
personal y de sus pertenencias (bolsos), pues no convalida la irregular actuación funcional, el hecho
de que los jóvenes abrieran sus bolsos “sin impedimento”. La sola presencia policial y su
investidura, hace que el ciudadano común se encuentre en una situación de vulnerabilidad frente a
estos, lo que implica una menor posibilidad de oponer resistencia, no solo porque los actos de la
autoridad gozan de presunción de legalidad, sino también porque las fuerzas de seguridad se
encuentran facultadas al uso de la fuerza pública, lo que sin lugar a dudas se presenta como un
factor conminatorio.
Conforme al marco normativo y circunstancias fácticas expuestas, corresponde
calificar jurídicamente el suceso que es motivo del presente pronunciamiento en el marco de la ley
de habeas corpus n° 23.098.
Si bien una primera aproximación nos indica que existió una privación de libertad
que se apartó de la reglamentación procesal, lo cierto es que no encuadra en el supuesto del habeas
corpus clásico, toda vez que por su naturaleza, éste esta destinado a hacer cesar una privación de
libertad arbitraria o ilegítima que se este cometiendo; lo que en el caso de autos dejó de
efectivizarse el mismo día del hecho. En consecuencia en la actualidad no existe privación alguna
que pueda hacerse concluir.
Téngase en cuenta que el habeas corpus funciona como una garantía, que tiene por
propósito hacer cesar una afectación a libertad en cualquiera de las manifestaciones detalladas al
comienzo del presente pronunciamiento. La privación ilegal de la libertad ambulatoria a la cual fue
sometido el denunciante en un primer momento, se ejecutó por unos minutos y luego culminó por
propia decisión del personal policial. Con lo cual el remedio que prevé la ley de habeas corpus en
este caso resulta extemporáneo.
Sin embargo, esta circunstancia no impide concluir que sobre la persona del
denunciante exista otro tipo de amenaza o afectación sobre su libertad. Concretamente, de acuerdo a
la plataforma fáctica fijada en el presente, se configura una amenaza actual a su libertad ambulatoria
y un hostigamiento sobre su persona, lo que sin lugar a dudas genera una alteración manifiesta
sobre el ejercicio de aquella. Ambas restricciones provienen de acciones llevadas a cabo por parte
del personal de la División Drogas Peligrosas de la ciudad de San Francisco, Policía de la Provincia
de Córdoba.
Ciertamente, la irregularidad en la detención que padeció el denunciante, sumado a los
motivos expresados por el propio personal policial interviniente, reconocidos en el informe de fojas
7, y los anuncios respecto a las posibles molestias que sufrirían en el futuro, constituyen
decididamente una amenaza actual sobre la libertad ambulatoria del denunciante, además de
presentarse como un persecución injustificada que genera intranquilidad sobre su persona, lo que
tiene directa repercusión en el ejercicio de la libertad garantizada constitucionalmente (art. 14 y 18
de la C.N.), y que no puede ser convalidada en un Estado Democrático de Derecho.
La detención y la requisa se fundó en la adicción a los estupefacientes que tendría el
denunciante. Lo que además de estigmatizarlo, constituye un verdadero derecho penal de autor,
donde la criminalización primaria parte de una selección por lo que la persona es, y no por lo que ha
hecho, desconociendo principios básicos sobre los que se asienta nuestro derecho penal
constitucional (art. 18 de la C.N.).
En consecuencia, y cumpliendo con el propósito perseguido por la ley de habeas
corpus, corresponde acoger la denuncia efectuada por Giulano D´Angelo, disponiendo hacer cesar
los actos de amenaza y hostigamiento sobre su libertad, por parte de los agentes de policía de la
División Drogas Peligrosas de la ciudad de San Francisco, Policía de la Provincia de Córdoba,
debiendo comunicar a tal efecto la presente resolución al Jeje de la mencionada dependencia y al
Jefe de la Policía de la Provincia de Córdoba, Comisario General Sergio Edgardo Comunaro
(artículos 3, inciso 1, 17 y 18 de la ley 23.098 y 43 de la Constitución Nacional)
Sin perjuicio de lo expuesto, y como lo he dejado sentado en otros
pronunciamientos, no puedo pasar por alto la preocupación existente por la seguridad pública que
vive nuestra sociedad, y la necesidad de que las fuerzas de seguridad cuenten con mayores
herramientas para combatir la delincuencia. Ciertamente, si los instrumentos de prevención que se
encuentran legislados en los ordenamientos procesales resultan desacertados o insuficientes, ello
“Giuliano, D´Angelo s/ Corpus preventivo” (Expte. n° 501/2012)
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debe ser debatido y resuelto en el ámbito del Congreso de la Nación, y no derogadas por la conducta
de las fuerzas de seguridad avaladas por el control que ejercen los jueces sobre dichos
procedimientos. De lo contrario, nos apartaríamos del principio fundante del Estado de Derecho que
es el de legalidad, cuyo respeto en materia de detenciones y requisas se debe garantizar (C.S.J.N.
“Daray”).
El Señor Juez de Cámara, doctor Luis Roberto Rueda dijo:
Que comparto los fundamentos dados por el Juez preopinante y por lo tanto voto en
igual sentido.
El señor Juez de Cámara, doctor José María Pérez Villalobo dijo:
Se adhiere a las razones y fundamentos dados por el doctor Abel Sánchez Torres,
votando en igual sentido.
Por las razones expuestas;
SE RESUELVE:
I. REVOCAR la resolución dictada por el titular del Juzgado Federal de San
Francisco, de fecha 7 de agosto de 2012, en cuanto dispuso rechazar la denuncia de habeas corpus
(ley 23.098).
II. HACER LUGAR a la denuncia de habeas corpus formulada por Giulano
D´Angelo, disponiendo hacer cesar los actos de amenaza y hostigamiento sobre su libertad, por
USO OFICIAL

parte de los agentes de policía de la División Drogas Peligrosas de la ciudad de San Francisco,
Policía de la Provincia de Córdoba ( artículos 3, inciso 1, 17 y 18 de la ley 23.098 y 43 de la
Constitución Nacional).
III. A tal efecto, comunicar la presente resolución al Jefe de la Policía de la
Provincia de Córdoba, Comisario General Sergio Edgardo Comunaro y al Titular de la División
Drogas Peligrosas de la ciudad de San Francisco.
IV. Sin costas (art. 530 y 530 del C.P.P.N.).
V. Regístrese, hágase saber y bajen.

SALA B
ABEL SANCHEZ TORRES
LUIS ROBERTO RUEDA
JOSE MARIA PEREZ VILLALOBO

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