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Bloque A: Garantías, Principios Y Competencia

2. Garantías Constitucionales Del Proceso


Se denominan "garantías” a los mecanismos o procedimientos creados para proteger derechos.
Nuestra Constitución prevé tres garantías específicas: el hábeas corpus, el amparo y el hábeas data. El primero
protege la libertad corporal y la dignidad en las condiciones de detención. El hábeas data, en general, tutela los
derechos de cada persona referidos a la información sobre sí misma. El amparo, por último, constituye la garantía
genérica, protectora de todos los demás derechos.
También se habla de garantías institucionales en un sentido más general, para aludir a distintas características del
régimen legal que contribuyen a resguardar los derechos. Así, por ejemplo, la división de poderes, el derecho a la
jurisdicción, las diferentes salvaguardias en el marco del proceso penal, los principios de legalidad y de
razonabilidad, o la libertad de prensa cumplen un rol de garantía.
Algunos autores introducen un tercer tipo de garantías: las “no institucionales”. Se trata de formas de auto-
protección, por las que las personas actúan, en general a través de movimientos colectivos, en defensa de sus
propios derechos.

Cuestiones Comunes A Las Garantías Constitucionales

▪ Fuente de las garantías: Luego de la incorporación a la Constitución Nacional de los Principales tratados
sobre derechos humanos, que los sitúa a su mismo nivel (art. 75 inc. 22 CN), puede hablarse de un Sistema
Constitucional integrado por disposiciones de igual jerarquía que abreva en dos fuentes: la nacional y la
internacional.
Esquema que es también ley suprema en Córdoba, conforme a lo dispuesto por el art. 18 de su Constitución
que dispone que “todas las personas en la Provincia gozan de los derechos y garantías que la Constitución
Nacional y los tratados internacionales ratificados por la República reconocen y están sujetos a los deberes
y restricciones que imponen”.

▪ Concepto: Tienen como fundamento los atributos de la persona humana y emanan de su “dignidad
inherente” (Preámbulo de la DADH) tales derechos son reconocidos por el sistema constitucional, que
establece instituciones políticas y jurídicas, y también procedimientos y prohibiciones para proteger,
asegurar o hacer valer su plena vigencia, para resguardarlos frente a su posible desconocimiento o violación,
y para asegurar su restauración y reparación, aun mediante la invalidación o la sanción de las acciones u
omisiones violatorias, provengan o no de la autoridad pública en el ejercicio de su función penal. Estas
garantías son de naturaleza jurídico - política, pues surgen de las leyes fundamentales, imponen
obligaciones al Estado y establecen límites a su poder.

▪ Titulares de las garantías: las garantías que se consagran procuran asegurar que ninguna persona pueda ser
privada de defender su derecho vulnerado por el delito y reclamar su reparación, incluso penal, ante los
tribunales de justicia; como así también que ninguna persona pueda ser sometida por el Estado y, en
especial, por los tribunales, a (un procedimiento ni a) una pena arbitraria en lo fáctico o en lo jurídico, tanto
porque el Estado no probó fehacientemente su participación en un hecho definido (antes de su
acaecimiento) por la ley como delito, como porque no se respetaron los límites impuestos por el sistema
constitucional a la actividad estatal destinada a comprobarlo y a aplicar la sanción.

▪ Las garantías deben ser “judiciales”: Esto implica la intervención de un órgano judicial independiente e
imparcial, que las proporcione efectivamente en la realidad.

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a. Las Garantías En La Constitución Nacional

Principio de Igualdad:

Artículo 16 CN.- Igualdad ante la Ley: La Nación Argentina no admite prerrogativas de sangre, ni de
nacimiento: no hay en ella fueros personales ni títulos de nobleza. Todos sus habitantes son iguales
ante la ley, y admisibles en los empleos sin otra condición que la idoneidad. La igualdad es la base del
impuesto y de las cargas públicas.

Igualdad formal
La Constitución de 1853 consagra en su art. 16 la igualdad formal ante la ley, elimina los títulos de nobleza, declara
que las personas no tienen privilegios por su sangre o por su nacimiento, y finalmente, establece la idoneidad como
único requisito para acceder a un cargo público. El mismo principio de igualdad formal se establece para los
impuestos y para las cargas públicas, como los impuestos, el deber de armarse en defensa de la Patria y de la
Constitución (C.N., art. 21), el sufragio (art. 37) y la expropiación (art. 17).
Bajo el art. 16, por tanto, no pueden crearse cargas o tributos que recaigan sobre ciertos grupos o personas sin que
se apliquen al resto de los que se hallen en la misma condición, o que afecten a ciertas actividades o riquezas sin
incluir a otras similares.

Igualdad material o real


Al calor del constitucionalismo social, se denunció la igualdad formal como insuficiente. Se propuso una igualdad
material o real, que toma en cuenta también las circunstancias particulares de las personas al momento de juzgar
si existe igualdad. Esta igualdad real exige en algunas ocasiones establecer desigualdades que compensen los
prejuicios sociales o bien la discriminación sufrida en el pasado por grupos de personas.
La reforma constitucional de 1994 incorporó esta nueva forma de igualdad en nuestra Constitución. En primer lugar,
incluyó entre las atribuciones del Congreso dictar medidas "que garanticen la igualdad real de oportunidades y de
trato" (C.N., art. 75, inc. 23). En segundo lugar, otorgó jerarquía constitucional a dos tratados internacionales que
explícitamente van más allá de la simple igualdad ante la ley y establecen protecciones especiales: la Convención
Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial (CEDR) de 1965 y la Convención
sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDM), de 1979.

Artículo 17 CN.- La propiedad es inviolable, y ningún habitante de la Nación puede ser privado de ella, sino en
virtud de sentencia fundada en ley. La expropiación por causa de utilidad pública, debe ser calificada por ley y
previamente indemnizada. Sólo el Congreso impone las contribuciones que se expresan en el Artículo 4º.
Ningún servicio personal es exigible, sino en virtud de ley o de sentencia fundada en ley. Todo autor o inventor
es propietario exclusivo de su obra, invento o descubrimiento, por el término que le acuerde la ley. La
confiscación de bienes queda borrada para siempre del Código Penal argentino. Ningún cuerpo armado puede
hacer requisiciones, ni exigir auxilios de ninguna especie.

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Defensa en Juicio, Juez Natural y Debido Proceso:

Artículo 18 CN.- Ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al
hecho del proceso, ni juzgado por comisiones especiales, o sacado de los jueces designados por la ley antes
del hecho de la causa. Nadie puede ser obligado a declarar contra sí mismo; ni arrestado sino en virtud de
orden escrita de autoridad competente. Es inviolable la defensa en juicio de la persona y de los derechos.
El domicilio es inviolable, como también la correspondencia epistolar y los papeles privados; y una ley
determinará en qué casos y con qué justificativos podrá procederse a su allanamiento y ocupación. Quedan
abolidos para siempre la pena de muerte por causas políticas, toda especie de tormento y los azotes. Las
cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas, y
toda medida que a pretexto de precaución conduzca a mortificarlos más allá de lo que aquélla exija, hará
responsable al juez que la autorice.

El art. 18 de la C.N. asegura la inviolabilidad de la defensa en juicio. Se trata de la posibilidad de cualquier persona
de acceder a los tribunales de justicia y participar en un proceso, para reclamar el reconocimiento, aun penal, de un
derecho, ser oído por un juez, demostrar el fundamento del reclamo (producir prueba, así como argumentar y
demostrar la falta total o parcial de fundamento de lo reclamado en su contra) y, finalmente, obtener una respuesta
jurisdiccional con arreglo a la ley.
En el ámbito penal el derecho de defensa posee sus más importantes manifestaciones y exigencias en virtud de la
trascendencia de los valores en juego. Es por eso que en este ámbito se le debe garantizar al imputado, si así lo
desea, la posibilidad de contradecir la imputación que se le formula. Por lo que ésta deberá efectuarse de modo
preciso y en oportunidad procesal pertinente —no sorpresiva—. Asimismo, podrá controlar las pruebas de cargo,
ofrecer las de descargo, alegar sobre su mérito y, finalmente, interponer los recursos que las leyes procesales le
otorguen.
Para asegurar todo esto, el imputado cuenta con el derecho a obtener una defensa técnica y que, cuando
limitaciones económicas se lo impidan, ella sea provista por el Estado.

El art. 18 de la C.N. también consagra la garantía del "juez natural”. Lo hace al establecer que “Ningún habitante de
la Nación puede ser juzgado por comisiones especiales, o sacado de los jueces designados por la ley antes del hecho
de la causa”.
Por medio de esta garantía se prohíbe el juzgamiento por tribunales creados o designados para intervenir
especialmente —"tribunales judiciales de excepción"— para juzgar casos determinados; asimismo, veda la creación
de organismos jurisdiccionales al margen de los principios constitucionales que regulan la distribución de las
funciones del poder estatal.
A partir de lo cual es posible identificar las siguientes manifestaciones: el nombramiento de los jueces debe ser
producido respetando las condiciones constitucionales o legales, y, si se tratare de un Tribunal colegiado, ha de
estar integrado por el número de miembros determinados por la ley.
Debe aclararse que cuando se hace referencia a "jueces naturales” la Constitución no se refiere a la “persona" del
juez; sino que, por el contrario, se refiere a la institución judicial.

Garantiza la Constitución Nacional que la imposición de una pena sea consecuencia de un procedimiento específico
(debido proceso). Por ello dispone que "nadie podrá ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho
del proceso” (Art. 18 de la C.N.). De esta forma se establece el cómo ha de imponerse una sanción. Debe realizarse
un proceso para la confirmación de los hechos que se le imputan a una persona, y sólo una vez que se ha verificado
ello, es constitucionalmente factible la aplicación de la consecuencia normativa prevista de modo abstracto por el
derecho. Una vez realizado, respetando las formas predispuestas, la atribución de responsabilidad y la consiguiente
pena será el ejercicio legítimo de un acto del Estado. De lo contrario, se tratará de una imposición arbitraria; no
correspondiéndose ella con los presupuestos que legitiman el obrar estatal en el ámbito judicial.
Es por eso que la Corte ha sostenido que "...el art. 18 exige la observancia de las formas sustanciales del juicio,
relativas a la acusación, defensa, prueba y sentencia pronunciada por los jueces nacionales, dotando de contenido

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constitucional al principio de bilateralidad sobre cuya base el legislador está sujeto a reglamentar el proceso
criminal".

Principio de Legalidad y Privacidad:

Artículo 19 C.N.- “Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral
pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los
magistrados. Ningún habitante de la Nación será obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo
que ella no prohíbe”.

El art. 19 de la Constitución establece el llamado principio de legalidad. Esto significa, en principio, que todo límite
a los derechos de las personas sólo puede imponerse por ley. La conclusión es que lo no prohibido por la ley está
permitido. Esto representa una base firme para preservar la libertad de la persona frente al Estado.

Asimismo, el articulo 19 C.N recepta otro principio, el de privacidad. Según éste: Las autoridades deben respetar las
opciones que cada persona haya hecho para su plan de vida. Este núcleo personal de acciones (y pensamientos) que
no perjudican a otros ni afectan el orden y la moral pública se denomina "privacidad". Es siempre lícita el Estado no
puede castigarla o imponer mandatos o prohibiciones sobre ella.

Los límites de la privacidad


Se plantean, muchas veces, dudas en cuanto al alcance de la privacidad. En primer lugar, se discute si pueden
limitarse acciones privadas sólo si afectan al orden y a la moral pública y al mismo tiempo perjudican a un tercero,
o basta que ocurra una sola de estas condiciones. La letra del artículo sugiere que deben darse las dos condiciones
para que el Estado pueda imponer límites.
Otra postura, en cambio, sostiene que las autoridades pueden reglamentar conductas que presenten sólo una de
las condiciones.
El "orden" puede entenderse como bien común, como interés general o colectivo, un concepto vago o difícil de
definir. En el fallo "Arriola", la Corte define el “bien común” según la Opinión Consultiva 5/86 de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos. Allí se lo describe como "condiciones de la vida social que permiten a los
integrantes de la sociedad alcanzar el mayor grado de desarrollo personal y la mayor vigencia de los valores
democráticos". Por su parte, la "moral pública" presenta problemas la CSJN parece haberse inclinado a equipararla
con las costumbres sociales.
Finalmente, el perjuicio a terceros debe entenderse como un daño de cierta entidad a un bien jurídico, no una simple
molestia. En "Santa Coloma", la CSJN establece que el principio de no dañar a otro está incluido en el art. 19 de la
C.N. Se discute si el perjuicio debe ser efectivo, o basta que sea potencial.

Las dificultades interpretativas del art. 19 han dado lugar a distintos casos problemáticos. Los más relevantes son:
1. Objeción de conciencia: Si una ley limita un derecho por razones de orden o moral pública, pero violenta las
opciones morales de una persona, ésta puede elegir negarse a cumplir dicha norma. Esta resistencia pasiva basada
en convicciones individuales importantes se denomina "objeción de conciencia”: muchas veces se apoya en
creencias religiosas, pero también en otros criterios éticos. Por ejemplo, un argentino católico se negó a cumplir el
servicio militar obligatorio sosteniendo que el entrenamiento con armas violentaba sus convicciones religiosas.
2. Tenencia de estupefacientes para consumo personal: La cuestión fue planteada varias veces ante la Corte
Suprema argentina, que siguió una línea contradictoria en los últimos treinta años. En "Colavini", la Corte sostuvo
que podía castigarse esa tenencia porque si bien no perjudicaba, en sí misma, a terceros, sí implicaba un riesgo
social. La postura de la Corte cambió en el fallo "Bazterrica". Allí el tribunal entendió que no podía castigarse, ya que
el Estado estaría invadiendo la esfera de la privacidad. No se puede presumir, sostuvo la Corte, que la tenencia de
drogas para uso personal conlleve consecuencias negativas para la ética colectiva (ni para bienes de terceros); las
conductas contra sí mismo quedan fuera de la prohibición de la ley. El fallo más reciente se produjo en "Arriola”. La
Corte declaró inconstitucional el art. 14 de la ley 23.737 (ley de estupefacientes), que castiga la tenencia para uso
personal. Se añadió que los tratados de Derechos Humanos incorporados en 1994 prohíben la injerencia arbitraria

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o abusiva en la vida privada y consagran la dignidad que impide tomar a una persona (por ejemplo, el consumidor
de drogas) como instrumento en la lucha contra el narcotráfico.
3. Negativa a recibir tratamiento médico: Suele plantearse el problema con algunas confesiones religiosas que
prohíben a sus fieles recibir transfusiones sanguíneas.

b. Garantías En La Constitución Provincial (Córdoba)

Artículo 39: Debido Proceso: Nadie puede ser penado sino en virtud de un proceso tramitado con arreglo a
esta Constitución; ni juzgado por otros jueces que los instituidos por la ley antes del hecho de la causa y
designados de acuerdo con esta Constitución; ni considerado culpable mientras una sentencia firme no lo
declare tal; ni perseguido penalmente más de una vez por el mismo hecho. Todo proceso debe concluir en un
término razonable.

Artículo 40: Defensa en Juicio: Es inviolable la defensa en juicio de la persona y de los derechos. Todo imputado
tiene derecho a la defensa técnica, aún a cargo del Estado, desde el primer momento de la persecución penal.
Nadie puede ser obligado a declarar contra sí mismo en causa penal, ni en contra de su cónyuge, ascendiente,
descendiente, hermano y parientes colaterales hasta cuarto grado de consanguinidad o segundo de afinidad,
su tutor o pupilo, o persona con quien conviva en aparente matrimonio. Carece de todo valor probatorio la
declaración del imputado prestada sin la presencia de su defensor.

Artículo 42: La privación de la libertad durante el proceso tiene el carácter excepcional, sólo puede ordenarse
en los límites de esta Constitución y siempre que exceda el término máximo que fija la ley. Las normas que la
autoricen son de interpretación restrictiva. En caso de sobreseimiento o absolución, el Estado puede
indemnizar el tiempo de privación de libertad, con arreglo a la ley. Salvo el caso de flagrancia, nadie es
privado de su libertad sin orden escrita y fundada de autoridad judicial competente, siempre que existan
elementos de convicción suficientes de participación en un hecho ilícito y sea absolutamente indispensable
para asegurar la investigación y la actuación de la ley. En caso de flagrancia, se da aviso inmediato a aquélla, y
se pone a su disposición el aprehendido, con constancia de sus antecedentes y los del hecho que se le
atribuye, a los fines previstos en el párrafo anterior. Producida la privación de libertad el afectado es
informado en el mismo acto del hecho que lo motiva y de los derechos que le asisten, y puede dar aviso de su
situación a quien crea conveniente; la autoridad arbitra los medios conducentes a ello.

c. Garantías En El Código Procesal Penal

ARTÍCULO 1.- Garantías Constitucionales. Nadie podrá ser penado sino en virtud de un proceso previamente
tramitado con arreglo a éste Código, ni juzgado por otros jueces que los instituidos por la ley antes del hecho
y designados de acuerdo con la Constitución Provincial; ni considerado culpable mientras una sentencia firme
no lo declare tal; ni perseguido penalmente más de una vez por el mismo hecho, aunque se modifique su
calificación legal o se afirmen nuevas circunstancias. Esta última prohibición no comprende los casos en que
no se hubiere iniciado el proceso anterior o se hubiere suspendido en razón de un obstáculo formal el ejercicio
de la acción. El proceso no podrá durar más de dos años, pero si concurrieren las circunstancias previstas en
la última parte del Artículo 337, el plazo podrá extenderse hasta un año más, previo el trámite legal previsto
en el Artículo 283 inc. 4).

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El Art. 1 consagra las siguientes garantías: Juicio Previo, Juez Natural, Principio De Inocencia Y Non Bis In Idem.

▪ Debido proceso/Juicio Previo: se encuentra vinculado al “derecho a ser juzgado”, siendo que el juicio es el
único modo de “sustanciar” y “examinar” una acusación contra una persona por la comisión de un delito,
ratificando la secuencia acusación, juicio, castigo expresamente consagrada por la Constitución Nacional,
que establece a la acusación como base del juicio y al juicio como presupuesto del castigo: no hay juicio sin
acusación; no hay pena sin juicio.
Esto importa la consagración del proceso como instrumento inevitable y no sustituible por ningún otro (ni
público ni privado) para la aplicación de una sanción penal a una persona, en cualquier caso y en todos los
casos.
Pero debe advertirse que el sistema constitucional dispone claramente que el intento oficial de punir no
queda librado al cumplimiento de cualquier trámite que vaya “hacia delante” en procura de establecer si
corresponde el castigo, sino que está subordinado (y condicionado) a un proceso con características
específicamente definidas, provocado por un acusador y a cargo de un juez del Poder Judicial,
independiente, imparcial y competente por obra de una ley dictada antes del hecho que deba juzgar,
proceso en cuyo transcurso será inviolable la defensa del acusado, a quien se reconoce en su dignidad
humana, y nunca se lo obligará a declarar contra sí mismo, ni podrá ser arrestado o invadido en su domicilio
o papeles o comunicaciones privados sino bajo ciertas y estrictas condiciones que la Constitución establece
y quien gozará de un estado jurídico de inocencia que impedirá penarlo o tratarlo como culpable hasta que
sea declarado tal, basándose en pruebas legítimas que proporcionen una convicción firme sobre su
responsabilidad penal .
En otros términos, no sólo se impone el “juicio” ante un tribunal judicial, “natural” e imparcial como
presupuesto necesario de la pena (que sólo éste podrá imponer), sino que se requiere también que durante
la tramitación de todo el proceso el imputado pueda intervenir efectivamente, conocer y refutar la
imputación, ofrecer pruebas de descargo, controlar la producción de éstas y las de cargo y alegar sobre
su eficacia conviccional, en plena igualdad con el acusador.
“La garantía del debido proceso vela por el respeto a la secuencia constitucional: acusación (a cargo de un
órgano denominado Ministerio Publico Fiscal), juicio y castigo (en manos del Poder Judicial)”.-

Se entiende que “juicio previo” equivale a proceso previo, concebido éste como una “entidad jurídica
prefijada” cuya completa tramitación será imprescindible para poder aplicar una pena al acusado de la
comisión de un delito: esta construcción legal, dispondrá en forma previa, abstracta y obligatoria para
cualquier caso futuro, cuáles son los actos que deben cumplirse en su desarrollo, quiénes podrán ser sus
protagonistas, qué formas deberán observar y en qué orden deberán cumplirse, todo lo cual será inalterable
por los funcionarios y particulares actuantes.

▪ Juez Natural: Al establecer que los individuos deben ser “juzgados” por “jueces”, se deja claramente
establecido que sólo tienen “jurisdicción” para llevar adelante el “juicio previo” y aplicar el Código Penal,
los tribunales (federales o provinciales) que integran el Poder Judicial. Esto resulta coherente con la
prohibición dirigida al Poder Ejecutivo de ejercer “funciones judiciales”.
Son derivaciones del principio de “juez natural” los siguientes aspectos:

Que su nombramiento se haya Que si se trata de un tribunal Que el juez que intervenga en el dictado
producido respetando las colegiado, actúe integrado de una sentencia condenatoria sea la
condiciones constitucionales o por el número y la calidad de misma persona que conoció la acusación y
legales jueces que se requieren. la posición del imputado sobre ella,

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participó en la producción de prueba y


recibió las razones y alegatos del fiscal y la
defensa
Que el juez no se encuentre Que no exista delegación de
comprendido por algún motivo cualquiera de las
que le impida actuar atribuciones propias del juez.
imparcialmente, tanto funcional
como personal.

Pero no cualquier tribunal judicial dará satisfacción al principio de juez natural. Para lograrlo deberá además haber
sido creado por una ley, dictada antes del hecho de la causa. Esto no significa que la persona del juez deba estar
designado en el cargo antes del hecho: basta con que el tribunal haya recibido por ley previamente su competencia,
pudiendo sucederse en su titularidad o integración distintas personas (v.gr., por ascenso), mientras esto no encubra
una maniobra para que el sucesor juzgue arbitrariamente en contra del imputado.

▪ Principio de inocencia: Al imputado se le reconoce durante la sustanciación del proceso, un estado jurídico
de no culpabilidad. Todo acusado es inocente, mientras no se establezca legalmente su culpabilidad.
Ello significa que no se podrá penar como culpable (ni tratarlo como tal durante el proceso penal) a quien
no se le haya probado previamente su culpabilidad en una sentencia firme dictada luego de un proceso
regular y legal; que, si la acusación es pública, esa prueba deben procurarla con esfuerzo y seriedad los
órganos encargados de la preparación, formulación y sostenimiento de la acusación; que el imputado no
tiene -ni, por lo tanto, se le puede imponer- la carga de probar su inocencia (ni las circunstancias eximentes
o atenuantes de responsabilidad penal que invoque); y que, si la acusación no se prueba fehacientemente
por obra del Estado , el acusado debe ser absuelto.

El principio de inocencia se relaciona íntimamente con el derecho de defensa, pues proporciona a éste su
verdadero sentido. Pero si al sujeto se le reconoce un estado jurídico de inocencia, que no debe probar, sino
que debe ser destruidor por la prueba de cargo aportada por los órganos de persecución penal del Estado,
el sentido de su defensa será otro: controlar el modo en que se pretende probar su culpabilidad, o intentar
acreditar, si quiere, su inocencia. El principio de inocencia es lo que permite hablar de un derecho al
comportamiento procesal pasivo (no hacer, no colaborar, no probar), como manifestación de la defensa del
imputado.
La declaración del imputado debe ser considerada un medio para su defensa y no un medio de prueba.
Además de prohibirse obligar al imputado a declarar contra sí mismo, se proscribe igualmente imponerle su
intervención activa como órgano de prueba (ej.: en una reconstrucción del hecho, en un careo, etcétera).
De lo expuesto se sigue, naturalmente, que no se podrá utilizar como presunción de culpabilidad en su
contra que el imputado se abstenga de declarar, o que al hacerlo mienta, o el modo en que ejerza su
defensa, o que se niegue a actuar como órgano de prueba; tampoco lo dicho o hecho por aquél en cualquier
acto practicado con violación de tales reglas.

▪ Non bis in ídem: Nuestro sistema constitucional recepta el principio non bis in idem: ninguna persona
puede ser perseguida penalmente (y por cierto, tampoco juzgada ni penada) más de una vez en forma
sucesiva, ni tener contemporáneamente pendiente más de una persecución penal con relación al mismo
hecho delictivo. La normativa supranacional sobre derechos humanos incorporada al nuevo sistema
constitucional lo incorpora expresamente. La Constitución de Córdoba, por su parte, establece que nadie
puede ser “perseguido penalmente más de una vez por el mismo hecho” (art. 39).

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Se lo ha fundamentado diciendo que el principio tiende a “preservar la estabilidad del orden jurídico”, o que
resulta una “derivación necesaria de la presunción de verdad de la cosa juzgada”, o que así lo exige la
“seguridad jurídica de quien ya fue objeto de la persecución penal del Estado”.
El fundamento del principio non bis in idem -manifiesta el Tribunal Superior de justicia de Córdoba- se basa
en la necesidad de preservar la estabilidad del orden jurídico y de otorgar seguridad al individuo, y no en un
principio de justicia.
En todos estos casos, el principio podrá hacerse valer invocando la excepción de cosa juzgada, que implica
la imposibilidad de revisar, o de intentar hacerlo en contra del imputado, una sentencia firme de absolución
(o sobreseimiento) o de condena (la que sí puede ser revisada, pero sólo a favor de aquél)
Pero no sólo abarca la prohibición de una múltiple persecución sucesiva, sino también la de una simultánea
a una misma persona, por el mismo hecho, tal como ocurriría si se sustancia más de un proceso ante órganos
judiciales diferentes por la misma hipótesis fáctica. En este supuesto, el principio podrá hacerse valer
interponiendo una suerte de excepción de litis pendentia, procurando la unificación de los procesos.
Requisitos para la aplicación del principio non bis in ídem: Para que el principio non bis in idem sea
aplicable, será necesario que la segunda (o posterior) persecución penal se refiera al mismo hecho que fue
objeto de la primera. El concepto de identidad de hecho implica, a estos efectos, la existencia de una triple
identidad: identidad de persona, identidad de objeto, e identidad de causa de persecución.

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