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El autor afirma que el pensamiento moderno es una epistemología y no una ontología debido
a la forma en que se desarrolla y se plantea el problema del conocimiento en la filosofía
moderna. En lugar de comenzar con la pregunta ontológica de "¿qué existe?", el pensamiento
moderno se enfoca en el problema del conocimiento y en cómo podemos llegar a la verdad.
El autor explica que el pensamiento moderno surge después de siglos de filosofar y de
experimentar el fracaso del realismo aristotélico. Por lo tanto, los filósofos modernos, como
Descartes, se plantean primero el problema de cómo evitar el error y descubrir la verdad. Se
preocupan por encontrar un método que garantice la certeza y la indubitabilidad de las
afirmaciones.
En resumen, el pensamiento moderno se centra en la epistemología porque su principal
preocupación es el conocimiento y la forma en que podemos alcanzar la verdad, en lugar de
enfocarse en la ontología y en la pregunta de qué existe.
El autor afirma que el pensamiento moderno no es espontáneo debido a la influencia del
pasado filosófico y los acontecimientos históricos que lo precedieron. A diferencia de los
filósofos antiguos, como Parménides, que comenzaron a filosofar sin un pasado filosófico
previo, el pensamiento moderno surge después de siglos de filosofar y de experimentar el
fracaso del realismo aristotélico.
El autor explica que el pensamiento moderno surge en un momento de crisis en el que la
creencia en el realismo aristotélico comienza a desmoronarse. Las guerras de religión, el
descubrimiento de la Tierra y del sistema planetario cambian radicalmente la forma en que
los hombres perciben la realidad. Estos hechos históricos socavan la confianza en el sistema
de conceptos y en la metafísica aristotélica.
Como resultado, el pensamiento moderno surge con una actitud de precaución y cautela. Los
filósofos modernos, como Descartes, se preocupan por evitar los errores del pasado y buscan
desarrollar un método que garantice la certeza y la verdad en el conocimiento. Esta actitud
de prudencia y la necesidad de replantear los problemas filosóficos de manera crítica y
reflexiva hacen que el pensamiento moderno no sea espontáneo, sino que esté condicionado
por la historia y el pasado filosófico.
El texto comienza presentando la caracterización del realismo aristotélico, que sostiene que
el mundo de las cosas y las substancias existen y son inteligibles. El conocimiento, para el
realista, consiste en tener en la mente una colección de conceptos que reflejan la realidad y
permiten formular juicios de conocimiento.
Sin embargo, el autor señala que el realismo aristotélico comienza a sufrir menoscabo en la
Edad Moderna debido a hechos históricos y descubrimientos que cuestionan su visión del
mundo. Estos hechos incluyen las guerras de religión, el descubrimiento de la Tierra y el
descubrimiento del sistema planetario. Estos eventos socavan la confianza en el sistema de
conceptos aristotélicos y generan una crisis en el pensamiento humano.
El autor destaca que el pensamiento moderno no es espontáneo, sino que surge en un
momento de crisis y desengaño filosófico. A diferencia de los filósofos antiguos, el
pensamiento moderno está condicionado por el pasado filosófico y la experiencia del fracaso
del realismo aristotélico. Por lo tanto, antes de abordar el problema metafísico de "qué existe",
el pensamiento moderno se enfoca en el problema del conocimiento y busca desarrollar un
método que evite el error y garantice la verdad.
En lugar de comenzar con la ontología, el pensamiento moderno debuta con una
epistemología, una teoría del conocimiento. Los filósofos modernos, como Descartes, se
preocupan por encontrar un método que asegure la certeza y la indubitabilidad de las
afirmaciones. Esta cautela y prudencia en el pensamiento moderno se debe a la influencia
del pasado filosófico y la necesidad de evitar los errores del pasado.
Racionalismo. Descartes.
La duda metódica de Descartes es un proceso de reflexión crítica en el que se cuestiona y se
pone en duda todo conocimiento previo con el objetivo de encontrar un conocimiento absoluto
y seguro. Descartes busca eliminar cualquier creencia o conocimiento que pueda ser dudoso
o incierto, incluso aquellos que parecen evidentes.
La duda metódica se basa en la idea de que muchas veces nos hemos equivocado en
nuestras creencias y conocimientos, por lo que es necesario someterlos a un escrutinio
riguroso. Descartes argumenta que si puede encontrar algo que sea indudablemente cierto,
entonces puede construir un sistema de conocimiento sólido y confiable.
El proceso de duda metódica implica cuestionar todo conocimiento basado en los sentidos,
ya que estos pueden ser engañosos. También se cuestiona el conocimiento racional, ya que
incluso en la lógica y las matemáticas se pueden cometer errores.
El punto de partida de la duda metódica es el famoso "Cogito, ergo sum" (pienso, luego
existo). Descartes argumenta que incluso si todo lo demás fuera dudoso, la existencia de uno
mismo como un ser pensante es indudablemente cierta.
A partir de este punto, Descartes busca demostrar la existencia de Dios como garantía de la
verdad y la certeza del conocimiento. Argumenta que si existe un ser perfecto y benevolente
como Dios, entonces no puede ser engañado por un genio maligno que lo engañe en sus
percepciones y pensamientos.
El "Cogito, ergo sum" es una afirmación fundamental en la filosofía de René Descartes. En
español, se traduce como "Pienso, luego existo". Esta afirmación resume el punto de partida
de Descartes en su búsqueda de un conocimiento indudable y seguro.
Descartes utiliza el "Cogito" como un punto de partida para establecer una base sólida para
el conocimiento. Argumenta que incluso si dudamos de todo lo demás, no podemos dudar de
nuestra propia existencia mientras estamos pensando. El hecho de que estemos pensando
es una prueba de nuestra existencia como seres conscientes.
El "Cogito" es una afirmación de la certeza de la existencia del sujeto pensante. Descartes
sostiene que, incluso si todo lo demás fuera ilusorio o falso, la existencia del yo pensante es
indudable. A partir de esta certeza, Descartes busca construir un sistema de conocimiento
seguro y confiable.
El "Cogito" es considerado un punto de partida para el método cartesiano y se utiliza como
base para establecer la existencia de Dios y la realidad externa. Descartes argumenta que,
si existe un ser que piensa, entonces debe existir un ser perfecto y benevolente que garantice
la verdad y la certeza del conocimiento.
La crítica cartesiana sobre el conocimiento sensible y el conocimiento racional se basa en la
duda metódica y busca establecer un fundamento sólido para el conocimiento.
En cuanto al conocimiento sensible, Descartes argumenta que no se puede confiar
plenamente en los sentidos como fuente de conocimiento. Los sentidos pueden ser
engañosos y nos pueden llevar a percepciones erróneas. Descartes señala que ha
experimentado ilusiones y sueños en los que las percepciones sensoriales no corresponden
a la realidad. Por lo tanto, concluye que el conocimiento basado en los sentidos es dudoso y
no puede ser considerado como absolutamente cierto.
En cuanto al conocimiento racional, Descartes critica el método escolástico y la lógica
aristotélica que predominaban en su época. Argumenta que el razonamiento deductivo,
representado por el silogismo, no es suficiente para alcanzar un conocimiento verdadero y
seguro. El silogismo puede ser válido en términos de su estructura lógica, pero no garantiza
la verdad de las premisas en las que se basa. Descartes sostiene que el silogismo es útil para
exponer verdades ya conocidas, pero no es un método para descubrir nuevas verdades.
El racionalismo de Descartes es una corriente filosófica que se basa en la primacía de la
razón como fuente principal de conocimiento. Descartes busca establecer un sistema de
conocimiento seguro y confiable a través del uso de la razón y la duda metódica.
En el racionalismo cartesiano, la razón es considerada como la facultad humana más
confiable y capaz de alcanzar la verdad. Descartes argumenta que la razón es innata en los
seres humanos y que, a través de su uso adecuado, podemos llegar a conocimientos
indudables y universales.
Descartes utiliza el método de la duda metódica para cuestionar todas las creencias y
conocimientos previos, buscando eliminar cualquier duda o incertidumbre. A partir de esta
duda radical, Descartes busca encontrar un conocimiento que sea absolutamente cierto y
seguro.
El racionalismo de Descartes también se basa en la idea de que la realidad tiene una
estructura racional y que la mente humana puede comprenderla a través de la razón.
Descartes sostiene que la realidad está compuesta por sustancias, tanto pensantes (almas o
mentes) como extensas (cuerpos o materia). Estas sustancias tienen propiedades y
relaciones que pueden ser comprendidas y explicadas racionalmente.
Además, el racionalismo de Descartes se basa en la idea de que la verdad es necesaria y
universal. Descartes busca establecer verdades que sean válidas en todo momento y lugar,
independientemente de las circunstancias individuales o culturales.
Empirismo. Hume.
En el pensamiento de Hume, se encuentra una crítica al principio de causalidad. Hume
argumenta que no podemos conocer la existencia de una relación causal entre dos eventos
simplemente a través de la observación. Según él, la causalidad es una idea que creamos en
nuestra mente basada en la repetición constante de ciertos eventos.
Hume sostiene que no hay una conexión necesaria entre la causa y el efecto, sino que solo
percibimos una sucesión constante de eventos. Por ejemplo, si vemos que cada vez que
lanzamos una piedra al agua, esta se hunde, podemos inferir que hay una relación causal
entre lanzar la piedra y que se hunda en el agua. Sin embargo, Hume argumenta que esta
inferencia no es necesaria, ya que no podemos demostrar que siempre se dará esta relación
causal.
Además, Hume señala que nuestras creencias sobre la causalidad se basan en la costumbre
y la experiencia pasada. Siempre hemos visto que ciertos eventos están relacionados, por lo
que asumimos que siempre estarán relacionados en el futuro. Sin embargo, esto no implica
que haya una conexión necesaria entre ellos.
En el pensamiento de Hume, también encontramos una crítica a la idea de sustancia. Hume
argumenta que no podemos conocer la existencia de una sustancia como una entidad
independiente y permanente detrás de los objetos que percibimos.
Según Hume, nuestras percepciones son impresiones o ideas que aparecen y desaparecen
en nuestra mente. No podemos percibir directamente una sustancia, sino solo las impresiones
y las ideas que tenemos de ella. Por ejemplo, cuando vemos una manzana, solo percibimos
la forma, el color, el olor, etc., pero no podemos percibir directamente la sustancia de la
manzana.
Hume sostiene que la idea de sustancia es una invención de nuestra mente para darle
coherencia y continuidad a nuestras experiencias. A través de la asociación de ideas,
relacionamos nuestras impresiones y las consideramos como pertenecientes a una misma
sustancia. Sin embargo, Hume argumenta que esta idea de sustancia no tiene una base
sólida y que no podemos conocerla de manera directa.
Además, Hume critica la noción de una sustancia como algo permanente e inmutable. Según
él, nuestras impresiones y nuestras ideas están en constante cambio, por lo que no podemos
afirmar que haya una sustancia que permanezca inalterada a lo largo del tiempo.
En el pensamiento de Hume, se establece una distinción entre las impresiones y las ideas.
Estas dos categorías representan diferentes niveles de vivacidad y fuerza en nuestras
experiencias mentales.
Las impresiones son las percepciones más vívidas y directas que tenemos. Son las
sensaciones inmediatas que experimentamos a través de nuestros sentidos, como la vista, el
oído, el tacto, el gusto y el olfato. Las impresiones son intensas, vivas y presentes en nuestra
conciencia. Ejemplos de impresiones podrían ser el dolor físico, el sabor de una comida o el
sonido de una música.
Por otro lado, las ideas son representaciones menos vívidas y más débiles que derivan de
nuestras impresiones. Son imágenes mentales o conceptos que recordamos o imaginamos.
Las ideas son menos intensas y menos claras que las impresiones. Por ejemplo, cuando
recordamos una experiencia pasada o imaginamos una situación futura, estamos trabajando
con ideas.
Hume argumenta que todas nuestras ideas se derivan de nuestras impresiones. No podemos
tener una idea sin haber tenido previamente una impresión relacionada. Las ideas son copias
o representaciones menos vívidas de nuestras impresiones.
El empirismo de Hume es una corriente filosófica que se basa en la idea de que todo nuestro
conocimiento se deriva de la experiencia sensorial. Según Hume, no tenemos ideas innatas
ni conocimiento a priori, sino que adquirimos todo nuestro conocimiento a través de la
experiencia.
Hume argumenta que nuestras ideas se basan en nuestras impresiones, que son las
percepciones directas y vívidas que experimentamos a través de nuestros sentidos. Todas
nuestras ideas son copias o representaciones menos vívidas de nuestras impresiones. Por lo
tanto, nuestro conocimiento se construye a partir de nuestras experiencias sensoriales.
Además, Hume sostiene que no podemos conocer la existencia de ninguna entidad o principio
más allá de nuestras impresiones y nuestras ideas. No podemos conocer la existencia de una
sustancia independiente detrás de los objetos que percibimos, ni podemos conocer la
existencia de una relación causal necesaria entre eventos. Nuestro conocimiento se limita a
lo que podemos percibir y experimentar directamente.
En cuanto al razonamiento y la inferencia, Hume argumenta que nuestras creencias y juicios
se basan en la costumbre y la experiencia pasada. No podemos demostrar de manera lógica
que ciertos eventos siempre estarán relacionados o que ciertas causas siempre producirán
ciertos efectos. Nuestras creencias sobre la causalidad se basan en la observación repetida
de ciertos eventos relacionados en el pasado.