Está en la página 1de 4

Presentar por escrito y de forma detallada cada paso del

método cartesiano, explicar en qué consiste cada uno y decir


cuál es el significado del Cogito en la filosofía cartesiana.
El racionalismos cartesiano:
El racionalismo es una corriente filosófica surgida en el siglo XVII que sostiene
que la única fuente del conocimiento es la razón humana. A esta se opone el
empirismo, el cual afirma que solo se puede conocer a través de la experiencia
sensorial.
Según el racionalismo, el único conocimiento verdadero es el que se logra a
través de la razón, sin la intervención de la experiencia ni de la sensibilidad.
El fundador del racionalismo fue René Descartes. Su interés por sentar las
bases de un nuevo modo de construir el conocimiento lo ubica como uno de los
protagonistas de la Revolución científica. En general, se considera que a partir
de su pensamiento se inició la filosofía moderna.
Descartes cuestionó el método utilizado hasta ese momento para producir
conocimiento. Este método se basaba en el criterio de autoridad propio de la
Edad Media, por el cual algo es verdadero solo por el hecho de ser afirmado
por determinadas autoridades como la Biblia, Dios, o dentro del pensamiento
filosófico medieval, el pensamiento del filósofo griego Aristóteles. Además, la
filosofía medieval operaba mediante silogismos y por lo tanto no creaba nuevo
conocimiento, sino que de manera deductiva llegaba a conclusiones a partir de
premisas consideradas verdaderas.
El racionalismo cartesiano, propuesto por Descartes, pretendía alcanzar un
conocimiento que fuese cierto más allá de toda duda. El método propuesto por
Descartes consistía en dudar de todo aquello que se daba, por cierto. La duda
cartesiana tiene 3 características: es metódica, es decir, es el método o camino
para llegar a la verdad; es universal, ya que se aplica a todo lo conocido, y es
hiperbólica, porque se lleva al extremo y se duda de todo.
Sostiene que los datos sensibles nos engañan. El único modo de acceder a la
verdad es a través de la especulación racional.
Concibe la razón como una estructura de ideas innatas que subyacen en el
pensamiento humano. Entre ellas, las más importantes son las de sustancia y
causalidad.
Considera la matemática como la ciencia perfecta, porque todos sus
postulados son puramente racionales.
Al pretender conocer la realidad solo por medio de la razón, el racionalismo
sostiene el supuesto de que la estructura de la realidad es racional y por lo
tanto conocible y explicable por medio de leyes universales.
No es una línea de pensamiento unitario. A partir del pensamiento de
Descartes se desarrollaron distintos sistemas filosóficos.
La duda:
Descartes necesita un punto firme de partida. La duda es el mecanicismo que
utiliza Descartes para encontrar un principio evidente. Descartes concibió la
idea de construir una ciencia suprema, que llama filosofía primera (el único
sistema filosófico válido), deshaciéndose de todas las verdades y opiniones
tenidas por ciertas, para empezar de nuevo.
Para Descartes, la tarea de la filosofía consiste, sobre todo, en descubrir la
verdad. Y esa verdad consiste en algo, una proposición que sea indudable y
absolutamente evidente. De este modo, hace de la duda su método, la duda
metódica mediante la cual irá despejando dudas sobre el conocimiento, hasta
hallar aquello sobre lo que no sea posible dudar. El propósito es dudar de todo
aquello que no sea absolutamente evidente. Se trata de barrer todo lo que no
sea seguro, hacer limpieza y poder reconstruir un nuevo edificio sobre los
escombros del anterior, sobre bases más firmes y sólidas, dado que ha puesto
a prueba su resistencia a la duda.
Así, el punto de partida consiste en sospechar de la verdad de todo cuanto se
presente como información sobre el mundo, para deshacerse así de las
creencias infundadas, pero para ir también más allá con la intención de no
dejar nada en pie hasta alcanzar alguna idea clara y evidente por sí misma.
Como él mismo cuenta, estudia en los libros antiguos y clásicos, busca dentro
de los que forma parte del amasijo cultural de su época algún vestigio de
evidencia, alguna verdad en la que apoyarse, pero no halla nada que pueda
sustentarse por sí mismo.
A pesar de entrar así en la corriente del escepticismo habitual en su época
(Montaigne, La Motte le Vayeur), no cabe decir de Descartes que pueda ser
considerado un escéptico en toda regla, precisamente porque su escepticismo
sólo es una vía de acceso a la verdad, a la cual nunca renuncia.
La duda es método, se constituye como un paso previo para lograr el
conocimiento y un perfecto método para evitar errores y prejuicios. Para ello, el
método de la duda se constituye como un escepticismo radical, la duda hasta el
límite de lo posible, comenzando por todo lo que forma parte de las creencias
habituales, excluyendo del campo de la verdad aquello que ofrezca el menor
flanco a la duda. El criterio cartesiano de la duda metódica es precisamente
que todo aquello que albergue un resquicio de duda acabe condenado a la
duda absoluta. Primero toma casi por falso lo probable, para luego repudiarlo
como absolutamente falso, para obtener al menos la certeza de que no existe
la certeza absoluta (aunque sea ésta la que Descartes busca afanosamente).
“Para seleccionar algunas manzanas buenas en un cesto dudoso, es preciso
vaciar todo el cesto”, “del mismo modo que para enderezar un bastón torcido,
se le retuerce en sentido contrario.”
Descartes propone la duda, pues, para encontrar, al final del camino, algo que
sea indudable, una verdad evidente por sí misma; sobre todo, una verdad
sobre el mundo que posea la evidencia y la claridad de las verdades
matemáticas. Esta maniobra, este volcar el cesto de las manzanas, como si
todas fueran podridas, para ver si alguna puede salvarse, tiene consecuencias
de cara a la realización posterior de la filosofía cartesiana, es decir, en su fase
reconstructiva de ese mundo que ha echado por los suelos.
El Cogito:
El cogito es la primera verdad en el orden del conocimiento; y ello en dos
sentidos: por una parte, porque es la primera verdad a la que llegamos cuando
hacemos uso de la duda metódica, y en segundo lugar porque a partir de ella
podemos fundamentar todas las demás. Viene a ser el axioma básico a partir
del cual desarrollar toda la filosofía como un sistema de conocimiento
absolutamente fundamentado.
El descubrimiento cartesiano, el cogito, señala, simplemente, que la mente es
un ámbito privilegiado para la verdad, pues de los estados mentales propios no
cabe duda alguna cuando dirigimos nuestra mirada hacia ellos y los
describimos únicamente en la medida en que se muestran a dicha mirada
reflexiva. En términos actuales diríamos que las proposiciones que describen la
propia vida psíquica son incorregibles, mientras que los que se refieren a la
realidad exterior a la propia mente (incluidos los que se refieren a las mentes
ajenas) son falibles o dudables: cuando vamos al dentista y le decimos que nos
duele una muela el médico nos puede decir que es imposible puesto que no
tenemos tal muela, y no nos llamaría la atención su corrección, pero parece
absurdo que si simplemente le indicamos que sentimos dolor intente corregir
nuestra descripción indicando que es imposible, que realmente no lo sentimos.
El cogito se va a convertir en criterio de verdad: en la proposición pienso, luego
existo no hay nada que asegure su verdad excepto que se ve con claridad que
para pensar es necesario existir. Por eso podemos tomar como regla general
que las cosas que concebimos más claras y más distintamente son todas
verdaderas.
Las verdades claras y distintas:
Desde descartes, la noción de claridad ha hecho parte de una importante
reflexión epistemológica. el empirismo y el escepticismo han impuesto a las
nociones la condición de ser claras y distintas para ser aceptadas como
verdaderas. en su primera regla del método, descartes exige:
no admitir como verdadera cosa alguna, como no supiese con evidencia que lo
es; es decir, evitar cuidadosamente la precipitación y la prevención, y no
comprender en mis juicios nada más que lo que se presentase tan clara y
distintamente a mi espíritu, que no hubiese ninguna ocasión de poner en duda.
en descartes, lo verdadero debe ser evidente y lo evidente es a su vez, definido
por 2 notas esenciales: la claridad y la distinción. ambas propiedades son
necesarias para admitir la evidencia. sin embargo, el admitir aparece como
fruto del proceso de la crítica racional, la resolución de la duda sistemática a la
que el sujeto pone a consideración lo que se le presenta. Así, la claridad
cartesiana sería algo que adquiere una noción una vez ha sido con sometida a
crítica escéptica. no se trata de una propiedad aprendida a simple vista, no es
una característica inmediata de la percepción, como tampoco es una
característica inherente a un representante para el caso de la semiosis de la
clasificación de un signo. así que, en el método, claridad y distinción son la
meta, no al punto de partida.
Significado del Cogito en la filosofía cartesiana.
El cogito es la primera verdad en el orden del conocimiento en dos sentidos:
porque es la primera verdad a la que llegamos cuando hacemos uso de la duda
metódica, y porque a partir de ella podemos fundamentar todas las demás.
Viene a ser el axioma básico a partir del cual desarrollar toda la filosofía como
un sistema de conocimiento absolutamente fundamentado. Aunque Descartes
presenta este conocimiento en forma inferencial (“luego…”) no hay que creer
que llega a esta verdad a partir de una argumentación o demostración. No llega
de esta manera porque la duda metódica (particularmente la hipótesis del genio
maligno) pone en cuestión precisamente el valor de la razón deductiva.
Además, Descartes afirma en su Respuesta a las Segundas Objeciones que, si
esta proposición fuese la conclusión de algún silogismo, habríamos necesitado
conocer previamente la mayor “todo lo que piensa es o existe” la cual se
fundamenta precisamente en la observación de que uno mismo no puede
pensar si no existe, puesto que las proposiciones generales las obtenemos del
conocimiento de las particulares. “Cogito ergo sum” es una intuición.
El conjunto de reflexiones que propone Descartes antes de llegar al cogito
sirven para preparar a nuestra mente y disponerla de tal modo que pueda
percibir de forma inmediata y evidente dicha verdad. Podemos conseguir que
alguien acepte la existencia o propiedades de un objeto físico sin
demostrárselas, basta que le ayudemos a dirigir su mirada hacia dicho objeto.
Lo mismo hace Descartes: enseña a mirar en una determinada dirección,
dispone nuestro espíritu para que éste capte con evidencia dicha verdad.
Es preciso tener cuidado con la palabra “pienso” (y con la proposición “pienso,
luego existo”) pues con ella nosotros ahora nos referimos a la vivencia gracias
a la cual tenemos un conocimiento conceptual e intelectual de la realidad. Sin
embargo, en Descartes tiene un significado más genérico y viene a ser
sinónima de acto mental, o vivencia o estado mental. Descartes dice que con la
palabra “pensar” entiende “todo lo que se produce en nosotros de tal suerte
que lo percibimos inmediatamente por nosotros mismos; por esto, no sólo
entender, querer, imaginar sino también sentir es la misma cosa aquí que
pensar”. El rasgo común por entender, querer, pensar, sentir, (y pensar en
sentido estricto, pensar como razonar o conceptualizar) es el que de ellos cabe
una percepción inmediata, o en nuestro lenguaje, que todas estas vivencias
tienen el atributo de la consciencia, el ser consciente o poder serlo. Todo acto
mental presenta la característica de ser indudable, ninguno puede ser falso, por
lo que valdría tanto “recuerdo, luego existo”, “imagino, luego existo”, “deseo,
luego existo”, “sufro, luego existo”, que “pienso luego existo”.

También podría gustarte