Está en la página 1de 156

20 Lógica viva

E
ste libro trata sobre las maneras en las que las perso-
nas piensan, discuten, aciertan o se equivocan (sobre
todo, las maneras como se equivocan). En sus pági-
nas se encuentran algunas de las confusiones más comunes
y errores más frecuentes en la práctica, tal como se dan en-
tre las personas.

Este no es un libro de lógica convencional. En todo caso, sería


la segunda parte de cualquier tratado de lógica,1 y se basa en
la vida real. Es una “Lógica viva”. Así como se puede estudiar
a los animales embalsamados o vivos, así también los modos
de pensar y de confundirse pueden estudiarse como formas
lógicas estructuradas o como algo vivo, tal como existe.

Una Lógica viva se presenta a través de muchos ejemplos, to-


mados de la ciencia, de la vida corriente, de las discusiones
diarias y de narraciones que muestran situaciones concretas;
con el fin práctico de que una persona cualquiera, después de
haber leído, sea en algo más capaz que antes de razonar bien y
de evitar algunos errores o confusiones que antes no hubiera
evitado, o hubiera evitado con menos facilidad.

Este libro no contiene todas las confusiones posibles. Es, en


todo caso, el inicio de un tipo de libros que podrían escribirse
en número indefinido, porque existen muchas otras formas
en las que las personas se confunden al razonar. Su materia
es inagotable, y este tipo de libros siempre sería útil porque
razonar bien es fundamental para poder intercambiar ideas de
manera pacífica, llegar a conclusiones con las que estemos de
acuerdo y buscar la verdad.

1 No una Lógica, sino una Psico-lógica.


Introducción 21

En estas páginas se incluyen errores que podrían ser agrupados


en, por lo menos, tres tipos: paralogismos (o falacias), proble-
mas de distinciones y efectos psicológicos. Estas son algunas
formas por las cuales las personas se equivocan y muchas veces
ni siquiera llegan a darse cuenta de eso.

Los paralogismos (o falacias)

¿Qué son los paralogismos, también llamados falacias? Cuando


las personas expresan sus opiniones, lo hacen a través de ar-
gumentos (o razones). Un argumento es aquello que permite
explicar por qué defendemos una opinión. Por ejemplo, si que-
remos defender que los domingos son días aburridos, entonces
daremos nuestros argumentos (porque hay muchos comercios
cerrados, porque al otro día es lunes, por ejemplo).

Pero no cualquier cosa puede ser un argumento válido para


expresar y defender una opinión. Por ejemplo, si decimos que
los domingos son días aburridos “porque sí”, o “porque lo es-
cuché en algún lado que no me acuerdo”, etc., esos claramente
no son argumentos válidos y no nos sirven para sostener ante
otras personas que los domingos son días aburridos. Pero en
ocasiones las confusiones no están tan claras. Hay veces que
se sostienen opiniones exponiendo argumentos que parecen
válidos, pero en verdad tiene algún error de razonamiento. Ese
tipo de argumentos engañosos que parecen válidos cuando
en realidad no lo son, se llaman paralogismos o falacias, y son
errores de razonamiento.

Los paralogismos (o falacias) son errores que hay que conocer


y que conviene evitar. En este libro veremos varios de ellos a lo
22 Lógica viva

largo de los capítulos. Por ejemplo, los errores de falsa oposición


(Capitulo 1), la falacia de falsa precisión (Capítulo 4), los falsos
problemas (Capitulo 5), la ilusión de experiencia (Capítulo 9),
el paralogismo de los descubrimientos (Capítulo 11) y la falacia
que consiste en afirmar que algo es bueno en teoría y malo en
la práctica (Capítulo 12).

Problemas de distinciones

Realizar una distinción consiste en separar cosas que estaban


juntas, para verlas mejor y no confundirnos. Hay veces que
los errores de razonamiento surgen porque se mezclan ideas,
problemas o razonamientos, a los que deberíamos tratar por
separado. En este libro veremos varios tipos de distinciones
útiles: la distinción entre cuestiones de palabras y cuestiones
de hechos (Capítulo 2), entre cuestiones de hechos y cuestiones
normativas (Capítulo 3), entre pensar por sistemas y pensar por
ideas para tener en cuenta (Capítulo 6) y entre el valor y uso del
razonamiento y el valor y uso de la investigación (Capitulo 10).

Efectos psicológicos

Hay algunas confusiones que surgen a raíz de la impresión


engañosa que nos dan algunos argumentos. Así como hay con-
fusiones ópticas (por ejemplo, los espejismos en el desierto que
nos hacen creer que hay agua donde no la hay), así también hay
algunas confusiones del pensamiento, que son efectos psicoló-
gicos. Conocer algunos de esos efectos es muy importante para
Introducción 23

no caer en errores. En este libro veremos algunos de ellos como


la psicología en las discusiones (Capítulo 7) o las confusiones
derivadas de los planos mentales (Capítulo 8).

Esta clasificación entre paralogismos (falacias), problemas de


distinciones y efectos psicológicos no es rígida ni abarca todos
los casos, sino que tiene un fin práctico, que es ayudar a com-
prender el recorrido de este libro. Una Lógica viva nunca está
atada a clasificaciones cerradas. Siempre podría haber más
errores y cada persona podría observarlos en su propia expe-
riencia de vida. El carácter no sistemático de este libro, su fin
práctico, permite que se puedan descubrir otras confusiones de
razonamiento que no estén en ninguna de las categorías de la
clasificación, y también que se publiquen otros libros que pre-
senten esas confusiones sin orden predeterminado. Todos esos
descubrimientos futuros pueden ser útiles, y pueden inspirar
a otras personas a escribir libros que contengan más tipos de
confusiones. Sería muy deseable esto último y se alienta muy
sinceramente a ello, a seguir descubriendo el pensamiento.
24 Lógica viva
Capítulo 1 25

CAPÍTULO 1

Errores
de falsa
oposición
26 Lógica viva

Grupos 5.º y 6.º año B,


Escuela n.º 138, Río Branco.

La respuesta es elegir una opción


encontrando el equilibrio entre ambas.
Capítulo 1 27

A
lgunas cosas son opuestas porque son contrarias.
Por ejemplo, ser alto es lo opuesto a ser bajo. O el día
es lo opuesto a la noche. O el calor es lo opuesto al
frío. Si decimos “Juan no vino de noche, sino de día” o “Rita no
tiene frío, sino calor” estamos planteando oposiciones entre
venir de día o de noche o entre tener frío o calor. Son oposi-
ciones verdaderas, porque no pueden darse ambas a la vez. O
una cosa o la otra.

Algunas otras cosas también son opuestas porque son dos


opciones de las que debemos elegir una cosa o la otra, y no
podemos elegir las dos a la misma vez. Por ejemplo, si alguien
dice “María no nació en Argentina, sino en Chile”, está plan-
teando una oposición verdadera entre dos opciones sobre el
nacimiento de María: o nació en Argentina o nació en Chile.
María no puede haber nacido en dos países al mismo tiempo.
O una cosa o la otra.

Otro ejemplo. Supongamos que un niño tiene un billete con el


que puede comprar solamente una de dos cosas: o un alfajor o
un paquete de galletitas. Entonces piensa: “No es mejor com-
prar las galletitas, sino los alfajores”. ¿Hay aquí una oposición
verdadera? Sí, porque no puede comprar ambas cosas con el
dinero que tiene. O una cosa o la otra.

Las oposiciones verdaderas nos enfrentan al problema de elegir


una cosa o la otra, sin la posibilidad de elegir las dos a la vez.

Pero hay veces que las personas podemos equivocarnos y caer


en lo que se llama errores de falsa oposición. Estos errores con-
sisten en pensar que dos cosas son opuestas cuando en reali-
dad no son opuestas o, incluso, son complementarias.
28 Lógica viva

Por ejemplo, una vez en la fila del cine una madre le dijo lo
siguiente a su hija: “Las mejores películas no son las que son
divertidas, sino las que dejan un mensaje”. ¿La madre cometió
un error de falsa oposición? Sí. Aquí parece que hay una opo-
sición entre dos cosas: las películas con mensaje y las películas
divertidas, como si tuviese que ser una cosa o la otra. Pero en
realidad son dos cosas complementarias. Las mejores películas
podrían ser las que tienen un mensaje y además son divertidas.
Una cosa y además la otra.

Una vez un alumno dijo: “No sirve de nada ser bueno en mate-
máticas, sino ser bueno en escritura”. Allí está oponiendo dos
cosas: ser bueno en matemáticas y en escritura. O una cosa
o la otra. Pero, en realidad, no son dos cosas opuestas. Puede
servir tanto ser bueno en matemáticas como en escritura a la
vez. Una cosa y además la otra. Plantear ambas cosas como si
fueran opuestas es un error de falsa oposición.

Este error es muy frecuente y personas de todas las edades y


de todo nivel cultural se equivocan. A veces en las noticias, en
los libros, en las discusiones de la vida cotidiana. Por ejemplo,
una vez en un discurso, un político dijo lo siguiente:

“La unión de los pueblos no está basada en las tradiciones


del pasado, sino en los proyectos y los ideales de progreso
hacia el futuro”.

En esta frase, el político está planteando una oposición entre


dos opciones: las tradiciones del pasado o los ideales de progre-
so del futuro, como si hubiese que elegir una cosa o la otra para
explicar la unión de los pueblos. Pero, en realidad, los pueblos
pueden sentirse unidos por ambas cosas a la vez. Una cosa y
además la otra. Aquí hay un error de falsa oposición.
Capítulo 1 29

Hace muchos años, un gran catedrático de la Facultad de


Medicina habló sobre la organización de los estudios de esa
facultad y dijo lo siguiente:

“La Facultad de Medicina debe formar médicos prácticos,


que sepan curar enfermedades y nada más. La misión de la
Facultad no es la de formar médicos que realicen investi-
gaciones y descubrimientos, sino médicos que sepan tratar
a sus pacientes”.

Aquí existe una falsa oposición entre médicos que realizan


investigaciones y descubrimientos, y médicos prácticos. Se
toman por opuestas la investigación y la práctica, como si hu-
biese que elegir entre una cosa o la otra. En realidad, ambas
cosas son complementarias. Un médico puede curar enfermos
y ser un inventor de teorías sobre medicina. ¡Podría descubrir
una nueva cura!
30 Lógica viva

Grupos 5.º y 6.º año,


Escuela n.º 9, La Paz, Colonia.

A veces pensamos que las cosas nuevas


reemplazan a las viejas y que nunca existen
juntas. Pero explorando las calles descubrimos
que lo antiguo y lo moderno no se oponen
y conviven en muchos espacios.
Capítulo 1 31

La historia de Analía

P
ara Analía esa fue una de las conversaciones más
interesantes que tuvo en sus diez años. Desde pe-
queña supo reconocer que algunas charlas tenían un
montón de información para dejarle, y que ella misma podía
trasmitir a los demás lo que iba aprendiendo. En ese intercam-
bio todos salían ganando, como si el conocimiento se fuera
expandiendo de un lado al otro como el polen que arrastra el
viento de una punta a la otra de la Tierra. Ese día entendió que
tenía tanto para aprender como para trasmitir. También pen-
só que otras veces la conversación se volvía chata como esas
monedas que pisan los camiones del mercado. Y a veces hasta
pesada, como las ruedas de esos camiones.

Ahora está recordando la más interesante de las conversacio-


nes que recuerda de su infancia. Del otro lado de la mesa estaba
el tío de una compañera de clase, todos alrededor de pildori-
tas, pedazos de pizza y una preciosa torta de cumpleaños. Ese
dato la lleva a recordar que fue en el cumpleaños de Elisa. El
día que Elisa cumplió diez. Marcos, el tío de su amiga, las vio
conversadoras y decidió participar. Al principio ellas pensaron
que les tomaba el pelo, pero fue atrapándolas con las cosas que
decía. Cosas en las que todavía quedaron pensando incluso
el día después.

Aquel día Marcos les preguntó cómo era su maestra de quin-


to. Elisa le dijo que era buena, y Analía, un poco más tímida,
mirándose la punta de los dedos le dijo que estaba de acuerdo,
32 Lógica viva

que para ella también era buena. Entonces Marcos largó esa
pregunta que tenía escondida.

–Ustedes, ¿qué prefieren? ¿Que la maestra sea buena o que sea


muy inteligente?

Elisa subió y bajó los hombros, y respondió enseguida: “que


sea buena”. Analía sospechó que había algo extraño en la pre-
gunta, pero por más que pensó no pudo darse cuenta de qué
era lo extraño.

Marcos se rio, y la risa coincidió con el grito de la madre de Elisa


que reunía a los chiquilines para cantar el “feliz cumpleaños”
y cortar la torta.

Como las dos se pararon cerca de él, les preguntó: “La maestra,
¿no puede ser al mismo tiempo buena e inteligente?”

Las dos se quedaron pensando en lo que les había dicho Marcos,


mientras oían a los compañeros cantando con los ojos brillan-
tes por el reflejo de las velas. Incluso Analía se acordó de algo
que siempre le había dicho su madre: “No importa ser linda,
importa ser buena”. Ella siempre se había dicho: ¿Acaso no se
puede ser las dos cosas? Eso era lo mismo que le decía el tío.
Que no eran opuestas esas dos cosas, sino complementarias.

La pregunta dio pie para una larga charla sosteniendo un pe-


dazo de torta. Es que no le había gustado, y le parecía terrible
dejarla escondida por ahí.

Aunque pasaron muchos años, cuando Analía recuerda esa no-


che siente que en esa conversación se abrió a la posibilidad de
escuchar, de decir, y sobre todo de pensar con otros. Y terminó
influyendo en que eligiera la profesión que eligió, que fue la
Capítulo 1 33

de maestra. Eso le quedó impreso como estaba la crema en la


servilleta cuando se la dio a su padre que llegó a buscarla. A él
sí le gustó la torta y se la fue comiendo por el camino, mientras
ella lo llenaba de preguntas.
34 Lógica viva
Capítulo 2 35

CAPÍTULO 2

Cuestiones
de palabras
y cuestiones
de hechos
36 Lógica viva

Paulina Porcal,
Escuela n.º 105, Montevideo.

¿El sol se esconde detrás de las


nubes o ellas lo tapan?
Capítulo 2 37

Las cuestiones de palabras

A
lgunas veces discutimos sobre el significado de las
palabras. Por ejemplo, podemos discutir lo siguiente:
¿qué significa la palabra “risa”? Todos sabemos qué
es reírse, pero no es tan fácil encontrar una definición para la
palabra “risa”. Podría haber muchas. Algunos podrían decir que
es “un sonido que sale de la boca a causa de una alegría”. Otros,
que es “un gesto de felicidad que se hace con todo el rostro”.
Cuando discutimos sobre el significado de las palabras, esta-
mos ante cuestiones de palabras.

¿Cómo resolver este tipo de cuestiones? Las cuestiones de pa-


labras se resuelven encontrando una definición.

Algunas veces, esa definición está en el diccionario. En el ejem-


plo anterior podríamos buscar en el diccionario la palabra “risa”
y solucionar el tema. El diccionario es muy útil también cuando
nos preguntamos por una palabra cuyo significado desconoce-
mos totalmente. Por ejemplo, podemos plantearnos la siguien-
te cuestión: ¿qué significa la palabra papalote? Si nadie sabe
qué significa, el diccionario resuelve la cuestión.

Pero en algunas ocasiones las cuestiones de palabras no se


resuelven buscando en el diccionario. A veces, tenemos que
crear una definición. Un día la directora de una escuela dijo
que a los niños grandes les iban a dar clases de inglés. Entonces
las maestras le preguntaron, ¿qué significa la expresión “niños
grandes”? Surgieron varias opiniones. Una maestra opinaba
que niños grandes eran los de quinto y sexto. Otras solo los de
sexto. Otras los que medían más de 1 metro y 40 centímetros.
Aquí estamos frente a un problema de palabras, pero, ¿cómo
se resuelve? En este caso, no se puede buscar en el diccionario
38 Lógica viva

porque ¡no hay una definición de “niño grande” que nos sirva
en esta situación! Aquí la definición debe ser creada y aceptada
por todas las personas involucradas. Por ejemplo, las maestras
y la directora podrían acordar que “niño grande” significa “los
niños que cursan quinto y sexto año”. Poniéndose de acuerdo
en la definición, ya saben a quiénes les darán clases de inglés.

Siempre, las cuestiones de palabras se resuelven con una de-


finición, o bien buscando en un diccionario, o bien acordando
la definición entre las distintas personas.

Las cuestiones de hechos

Algunas veces discutimos sobre cómo son los hechos, o sea, si


son o no son de determinada manera. Por ejemplo, han robado
un banco y un detective sospecha que ha sido una famosa la-
drona conocida como Pepita Robo. Surge la discusión sobre la
siguiente cuestión: ¿es Pepita Robo la que ha robado el banco?
Algunas personas opinarán que sí, otras que no. Aquí se discute
sobre si un hecho es o no es de determinada manera. Pepita
Robo, o bien es, o bien no es la autora del robo. Cuando discu-
timos sobre si algo es o no es de determinada manera, estamos
ante cuestiones de hechos.

¿Cómo resolver este tipo de cuestiones? Las cuestiones de he-


chos se resuelven encontrando evidencias, o sea, pruebas que
muestren que algo es o no es así de modo tan claro que no
pueda ser puesto en duda o negado.

Los detectives buscan evidencias para resolver sus casos. Por


ejemplo, una evidencia podría ser una filmación de las cámaras
Capítulo 2 39

de seguridad del banco, que podrían mostrar el rostro de la


persona que realizó el robo para determinar, sin ninguna duda,
si ha sido Pepita Robo (o no) la autora del robo.

También estamos ante una cuestión de hechos cuando discuti-


mos si algo es o no es de determinada manera en la naturaleza.
Podríamos discutir, “¿a qué temperatura está hirviendo el agua
en el laboratorio?”. Algunos dirán que a 100 grados, otros a 120
grados, otros a 80, otros 1.000. ¿Cómo resolver esta cuestión? Se
resuelve con evidencias. En este caso, acercando un termóme-
tro al agua, justo cuando comienza a hervir y observando hasta
dónde llega el mercurio. Los científicos buscan evidencias para
probar sus experimentos.

En la vida cotidiana hay muchas cuestiones de hechos, porque


las personas debatimos sobre si las cosas son o no son de de-
terminada manera. Por ejemplo, durante un curso, un alum-
no podría plantear esta cuestión: ¿cuántas personas hay en el
salón de clase? Algunos dirán 20, otros 30, otros 25. La única
forma de resolverlo es buscando evidencia, esto es, una prueba
que muestre la respuesta de modo tan claro que no pueda ser
puesta en duda o negada. En este caso, la evidencia es sencilla,
¡solo basta con contar cuántas personas hay!
40 Lógica viva

Confusión entre cuestiones de palabras


y de hechos

En algunas ocasiones, las personas discuten sobre el significa-


do de las palabras y en otras sobre cómo son las cosas. Pero a
veces estos tipos de cuestiones no están separados y se mez-
clan. Por eso, si no están atentas, las personas caen en un para-
logismo (un error de razonamiento) que consiste en confundir
las cuestiones de palabras y las cuestiones de hechos, lo que les
impide llegar a una solución.

A veces estas confusiones se dan en situaciones que no espe-


ramos. Un día se encontraron en un cumpleaños seis primos
que tenían entre 9 y 12 años. Camilo, Juana y Dionisio vivían
en el campo. Laura, Celeste y Domingo vivían en la ciudad. Y,
como vivían en lugares tan distintos, luego de jugar un rato se
pusieron a pensar si los niños se divierten más en el campo
o en la ciudad. Unos decían que había más diversión para los
que vivían en la ciudad, porque tenían muchos más lugares
a donde ir a pasear y porque había más niños para conocer.
Otros decían que había más diversión para quienes viven en
el campo, porque tienen más libertad para jugar al aire libre
y porque están en contacto con los animales y la naturaleza.
Así estuvieron un rato largo y como no llegaban a una conclu-
sión casi se pusieron a pelear, hasta que vino la tía Rigoberta
y les preguntó qué pasaba. Entonces les dijo que nunca iban a
llegar a una conclusión si no se ponían de acuerdo sobre qué
entendían por “diversión”. Solo cuando supieran de qué estaban
hablando, allí podrían ver si en el campo o en la ciudad había
más ejemplos como pruebas o evidencias de diversión.

¿Dónde hay más diversión para un niño, en el campo o en la


ciudad? La discusión esconde una cuestión de palabras (¿qué
Capítulo 2 41

significa “diversión”?) y una cuestión de hechos (dónde hay


más pruebas o evidencias de esa diversión). Si no resuelven
el tema de modo ordenado, primero resolviendo la cuestión
de palabras y luego la cuestión de hechos, caerán en un pa-
ralogismo (error de razonamiento), que es la confusión entre
cuestiones de palabras y de hechos. El objetivo de pensar de
modo ordenado es poder llegar a una conclusión y que la dis-
cusión no se estanque. La confusión se genera más sutilmente
en discusiones en las que existen elementos tanto de hechos
como de palabras.

Tipos de cuestiones que a veces se confunden

¿Cómo se
Tipo de ¿Sobre qué
resuelve la Comentarios
cuestión se discute?
cuestión?

La definición puede
ser la del diccionario
Sobre el
Cuestión de Encontrando (de la lengua o espe-
significado de
palabras una definición cializado), o creada
las palabras
con el acuerdo de las
personas

Este tipo de cuestión


admite, en teoría, la
Cuestión de Sobre cómo Encontrando
posibilidad de encon-
hechos son las cosas evidencias
trar una solución única
correcta y verdadera

¿Cómo evitar confundir y mezclar las cuestiones de palabras


y de hechos?

1. En primer lugar, se debe resolver las cuestiones de palabras, encontrando


definiciones claras para los términos clave en la discusión.

2. Una vez que se ha encontrado definiciones claras para los términos clave,
se debe buscar evidencias para encontrar la respuesta correcta y verdadera.
42 Lógica viva

¿El guante entra en la mano

Diego Cabrera, Escuelas Integradas


n.º 40 y n.º 48, Flores.
o la mano en el guante?
Capítulo 2 43

La historia de Marcelo

M
arcelo no va a olvidarse nunca de esa tarde, porque
jugaban la final contra los chiquilines de la calle
de atrás, y eso siempre lo había vivido como un
clásico. La noche anterior casi no había podido dormir. Bueno,
dormir durmió, pero se despertó un montón de veces, siempre
con la sensación de que estaba soñando con la gran final. En
el sueño estaban empatados y solo faltaban dos minutos para
que terminara el partido. Una pelota venía cruzando el cielo y
él se quedaba mirándola como si fuera un pájaro. Cuando quiso
saltar para impedir que entrara en el arco era tarde. Perdían
en la hora. Martín y Pablo se acercaban a consolarlo, y los tres
volvían hasta la cuadra donde estaban sus casas, escuchando el
festejo de los vencedores. Con esos gritos se despertaba Marcelo
en medio de la noche, y lo único que se oía en realidad era el
cric-cric de los grillos en el patio. Para contrarrestar la derrota
se quedaba un rato soñando despierto. Eso le resultaba más
sencillo, porque él mismo dirigía el sueño a su antojo. Entonces
imaginaba que, en el minuto que quedaba de tiempo de juego,
Pablo hacía un gol desde lejos, y en el último momento gana-
ban con un penal que pateaba al ángulo el mismo Marcelo.

Al otro día estaba molido. Pero tenía tantas ganas de ser un


genio en el arco que un rato antes estaba calentando en la pla-
cita. De a poco llegaron sus compañeros y sus contrincantes.
Conversaron, tomaron agua, pensaron estrategias. Cuando iban
hacia la canchita, Mauro, el golero del otro equipo, le hizo una
pregunta rara a Marcelo, que no pudo sacársela de la cabeza
por varios días. Caminaban uno junto al otro cuando Mauro vio
que Marcelo iba a ponerse uno de los guantes y le preguntó:
44 Lógica viva

–¿La mano entra en el guante, o el guante entra en la mano?

Más tarde, Marcelo se enteró de que era el abuelo el que le había


hecho esa pregunta a Mauro. Ahora Mauro le hacía la pregunta
a Marcelo porque no sabía cómo responder, tal vez para obtener
la respuesta a través de otro. Caminando hacia su arco Marcelo
ahora pensaba, por un lado, que la mano entraba en el guante.
Pero por otro, que el guante entraba en la mano también.

El partido había empezado, y cada vez que la pelota se iba afue-


ra de la canchita, o que su equipo atacaba, Marcelo estiraba
los brazos, se colgaba del travesaño y le daba vueltas a la in-
cógnita. Se convencía de que a Mauro le estaba funcionando
la táctica, porque estaba tan distraído que no solo le hicieron
dos goles (uno de cabeza y el otro de tiro libre) sino que nunca
vio aparecer a Alejandra y a Camila, y mucho menos las vio
sentarse en un banquito a mirar el partido. Apenas llegaron
las chiquilinas, Martín, que sí las había visto, e intentaba jugar
lo mejor que podía, descontó con un golazo. Pero no alcanzó, y
Mauro, que sí estaba concentrado esa tarde, le atajó un penal a
Martín y otro a Marcelo. Como en la peor pesadilla de Marcelo
volvieron a la cuadra oyendo los gritos de alegría de los otros.
Pero acompañados por las chiquilinas que buscaban distraer-
los para que fueran a saludar a Carmela que acababa de tener
una hermanita.

Antes de que cayera la noche la abuela de Carmela les sirvió


limonada y la tomaron sentados junto a la puerta princi-
pal. Hablaron del partido, claro, y de lo linda que era la bebé.
Marcelo aprovechó la charla para contarles la pregunta que le
había hecho Mauro.
Capítulo 2 45

–Ustedes qué creen: ¿la mano entra en el guante, o es al revés?

A las chiquilinas les gustó el acertijo.

Alejandra dijo que para ella la mano entraba en el guante, por-


que la mano era algo con vida, y el guante algo sin vida.

Pablo dijo que, para él, que la mano tuviera vida no hacía la
diferencia. No había duda de que el guante entraba en la mano.
Incluso dijo que haría un experimento y se puso el guante de
Marcelo, tarareando una melodía de suspenso.

–Para mí los guantes no existen –dijo Martín, tentado de la risa.

–¿Y las manos?... –preguntó Camila.

–Tampoco –dijo con las mejillas coloradas.

–¿Querés ver cómo te pellizco con la mano que no existe? –le


preguntó Carmela.

La abuela de Carmela salió a la calle y les dijo que hablaran


más bajo, que se había dormido la bebé. Ya venía escuchando
del otro lado de la ventana algo de la discusión, y le había in-
teresado la manera en la que pensaban e intercambiaban sus
puntos de vista.

–Yo creo, chiquilines, que lo principal es tener claro qué es cada


cosa. Sabemos qué es una mano, sabemos qué es un guante.
Pero ¿todos tenemos la misma idea de lo que es “entrar”?
46 Lógica viva

–Bueno, sí, ir para adentro –dijo Marcelo mirando el corredor


de la casa.

–No sé, es medio raro –agregó Camila– porque si yo entro a la


casa, entro a la casa, la casa no entra en mí. Espero, al menos….

Volvieron a reírse.

–Pero en el caso del guante es más pequeña la diferencia. Por


eso es bueno que la definición de entrar sea la misma para
todos –dijo la abuela. Después le dijo a Carmela que tenía que
bañarse y en grupitos todos se volvieron a sus casas.

Marcelo se quedó pensando en lo que había dicho la abuela


de Carmela. Él quería ser un genio en el arco, pero eso: ¿qué
significaba exactamente? ¿Significaba para todo el mundo
lo mismo? Mientras se acercaba a su casa conversando con
Martín le preguntó si para él Mauro era un genio. Martín le
dijo que no, que era muy bueno, pero que genios eran los go-
leros que llegaban a jugar en la Selección. Marcelo pensó que
con la palabra genio ocurría lo mismo que con el verbo entrar:
podía decir cosas diferentes para diferentes personas. ¿Qué
era realmente ser un genio en el arco? ¿Podían estar los dos de
acuerdo en eso? Tal vez un genio en el arco se definía por los
partidos ganados, los reflejos y la capacidad para adelantarse
a la jugada. Pero la idea de genio no parecía una idea fija, sino
algo que había que definir.
Capítulo 2 47

Cuando llegaron a la casa de Marcelo chocaron las palmas.

–Al final perdimos, pero aprendimos un montón de cosas.

–Ya ganaremos –dijo Martín mientras se alejaba-, hay que se-


guir hasta volverse genios.

–¿Cómo el de la lámpara de Aladino?

–Sí, como ese, que te cumple tres deseos –casi gritó.

Marcelo se quedó pensando en qué le pediría al genio de la


lámpara mientras abría la ducha para darse un baño.
48 Lógica viva
Capítulo 3 49

CAPÍTULO 3

Cuestiones
de hechos
y cuestiones
normativas
50 Lógica viva

No tomes atajos en el pensamiento, recorre

Lucía Ponce, Escuela n.º 107,


La Paz, Canelones.
todo el camino, verás que valdrá la pena.
Capítulo 3 51

Las cuestiones de hechos

A
lgunas veces discutimos sobre cuestiones de hechos,
o sea, sobre cómo son las cosas, si son o no son de
determinada manera.2 Las cuestiones de hechos se
resuelven encontrando evidencias, es decir, pruebas que mues-
tren que algo es o no es así de modo tan claro que no pueda ser
puesto en duda o negado. Estas evidencias son las que buscan,
por ejemplo, los detectives, los científicos o nosotros mismos
cuando intentamos verificar algo.

Las cuestiones de hechos (también llamadas explicativas) po-


seen una característica muy importante y es que tienen una
única solución verdadera.

Por ejemplo, si se discute si la luna tiene atmósfera o si Cristóbal


Colón nació en Génova, se está discutiendo sobre cómo son las
cosas o sobre cómo pasan los hechos, por lo que se busca una
solución única que represente una constatación o una expli-
cación mediante una evidencia.

Por ejemplo, se puede realizar observaciones astronómicas y


hallar evidencia que en la luna no hay atmósfera dada la exis-
tencia de gran cantidad de cráteres. O se puede investigar en
los documentos históricos del siglo XV y hallar evidencias que
prueben que Cristóbal Colón nació en Génova. Si el problema
no es absurdo, no hay más alternativas que afirmar que el he-
cho es verdadero o falso. La luna tiene o no tiene atmósfera;
Colón es o no es genovés.

2 De ellas también hemos hablado en el Capítulo 2.


52 Lógica viva

Con ese mismo criterio, si discutimos cuánto pesa un lingote


de oro, buscaremos evidencia con una balanza y, como estamos
planteando una cuestión de hechos, aunque haya muchas per-
sonas que opinen cosas diferentes, sabemos que la respuesta
verdadera solo será una. Si probamos, por ejemplo, que pesa
500 gramos, todas las demás respuestas serán falsas. O si dis-
cutimos sobre cuántos estudiantes hay en el salón de clases,
buscaremos evidencia para saber el número exacto, contando
a todos los que están presentes. Si bien algunos podrán decir
distintas respuestas sabemos que, si contamos bien, solo habrá
un número correcto. Todas las otras respuestas serán comple-
tamente equivocadas.

Las cuestiones normativas

Algunas veces no discutimos sobre cuestiones de hechos. A


veces nos planteamos cuestiones normativas, que consisten
en discutir sobre cómo deben ser las cosas o sobre cómo es
mejor que sean.

Por ejemplo, podemos discutir la siguiente cuestión norma-


tiva: ¿Uruguay debería fabricar naves espaciales? Esto es bien
diferente a discutir sobre una cuestión de hechos. Una cues-
tión de hechos sería; ¿Uruguay fabrica naves espaciales? y para
resolverla buscaríamos evidencia para mostrar si las fabrica o
no. Pero una cuestión normativa no puede resolverse con evi-
dencia, porque aquí estamos preguntando si Uruguay debería
o no fabricar naves espaciales, o sea, si es bueno o conveniente
que las fabrique.
Capítulo 3 53

Es importante encontrar una forma de resolver las cuestiones


normativas, porque nos hacen dudar. Una tarde, dos hermanas
llamadas Mariana y Joaquina estaban aprontándose para ir a
un cumpleaños y Mariana no sabía si ir con un vestido amarillo
o rosado. Ambas se preguntaron: ¿es mejor que Mariana vaya
con el vestido amarillo o con el rosado? Esta es una cuestión
normativa, porque estaban preguntándose cuál de las opcio-
nes de ropa sería mejor (o preferible) para ir al cumpleaños.
Mariana creía que era mejor ir con el amarillo, porque era nue-
vo y no se lo había puesto nunca. Pero también creía que podía
ser una buena idea ponerse el rosado, porque, aunque no era
nuevo, ya sabía que le quedaba muy bien. Le preguntó a su
hermana Joaquina, pero ella también dudaba y le parecía que
ambos vestidos podían estar bien y no se decidía como para
darle una respuesta. Faltaba poco tiempo para ir al cumplea-
ños. ¿Qué hacer?

¡A quién no le ha pasado de no decidirse entre varias opcio-


nes! En general, esto sucede cuando estamos frente a cues-
tiones normativas.

A diferencia de las cuestiones de hechos, no tienen una solu-


ción única de modo que todas las otras son falsas y por eso nos
hacen dudar. Por ejemplo, en la cuestión de Mariana y Joaquina,
no podría decirse que la respuesta correcta es ir con el vestido
amarillo o con el rosado. Las cuestiones normativas tienen
solución, pero por grados. Habrá razones a favor y en contra,
ventajas y desventajas tanto para el vestido amarillo como para
el rosado, que serán planteadas y deberán ser sopesadas. No es
posible partir de la base de que una de las opciones ha de ser
totalmente verdadera y la otra falsa. Aquí la solución, forzosa-
mente, ha de ser una elección y por eso nos cuesta más.
54 Lógica viva

¿Cómo se resuelve una cuestión normativa? Para resolver una


cuestión normativa se debe seguir tres pasos.

Primer paso: Búsqueda y determinación de todas las alternativas


que podría hacerse o desearse. Se debe tener especial cuidado
de incluir la mayor cantidad de alternativas. Por ejemplo, si se
está pensando a dónde sería mejor ir de vacaciones en familia,
debería plantearse todos los lugares a los que nos gustaría ir.
O si se está escogiendo entre dos vestidos, la alternativa es
entre dos: el amarillo o el rosado. O si se pregunta si Uruguay
debería fabricar naves espaciales, las opciones serán, por lo
menos dos: sí y no.

Segundo paso: Estudio de ventajas e inconvenientes de cada una


de las alternativas. Para cada una de las alternativas, debe ha-
cerse una lista de ventajas y desventajas lo más completa po-
sible. Debe tenerse en cuenta que todas las opciones tendrán,
al menos, una ventaja y una desventaja.

Tercer paso: Elección. Con toda la información, se deberá ele-


gir. Para esto es necesario tener un criterio. El criterio es sa-
ber a qué tipo de ventajas o desventajas le daremos más valor.
Elegiremos la opción que resulte mejor, más conveniente y
más adecuada. También habrá veces que se deberá elegir por
la opción menos mala.
Capítulo 3 55

Confusión entre cuestiones de hechos


y cuestiones normativas

Las cuestiones de hechos son muy diferentes a las cuestiones


normativas. Sin embargo, muchas veces las personas caen en
una confusión. Es un error de razonamiento que consiste en
tratar cuestiones normativas como si fueran cuestiones de
hechos (o explicativas). O sea, tratar de solucionar cuestiones
normativas como si debieran forzosamente tener alguna solu-
ción única y sin inconvenientes.

Por ejemplo, cuando las niñas intentan resolver si será mejor el


vestido amarillo o el rosado, deberían considerar las ventajas y
desventajas de llevar cada uno de ellos y elegir con base en al-
gún criterio. Pero si ellas quieren encontrar uno de los dos que
sea el correcto y sin ninguna desventaja, no llegarían a ningún
lado porque ambos vestidos tendrán ventajas y desventajas.

Lo mismo sucede cuando una familia elige el destino de un


viaje. ¿Podrán encontrar un destino correcto sin desventajas y
otros que son totalmente equivocados? Si buscasen la solución
única y perfecta, ¡se quedarían sin ninguna opción!

A veces las personas adultas discuten de otros temas, sobre qué


decisiones políticas, o económicas, o sociales son las mejores
para el país. Todas son cuestiones normativas. Para cada cues-
tión, lo que deberían hacer es estudiar las alternativas y ver
ventajas y desventajas de cada una de ellas. Pero si las personas
creen que la solución que más les gusta no tiene inconvenien-
tes y rechazan todas las ventajas de las otras, han caído en un
error de razonamiento. Han caído en una confusión, porque
ninguna solución será perfecta. Aunque al final siempre se elige
56 Lógica viva

por una alternativa, se debe saber que las otras también tienen
ventajas, aunque no las hayamos elegido.

Tipos de cuestiones que a veces se confunden

¿Sobre ¿Cómo se
Tipo de
qué se resuelve la Comentarios
cuestión
discute? cuestión?
Este tipo de cuestión
Sobre cómo admite, en teoría, la
Cuestión de Encontrando
son las posibilidad de encon-
hechos evidencia
cosas trar una solución única
correcta y verdadera

Siguiendo tres
Este tipo de cuestión
pasos:
no tiene una única
solución. No es posible
Sobre cómo Paso 1. Buscar
encontrar una solución
deben ser y determinar
perfecta, pues siempre
Cuestión las cosas las alternativas
habrá buenas razones
normativa o cómo es posibles
para defender cual-
mejor que Paso 2. Evaluar
quiera de las alternati-
sean ventajas y desven-
vas en juego.
tajas para cada una
Admite solución por
de las alternativas
grados.
Paso 3. Elegir

¿Cómo evitar confundir y mezclar las cuestiones de hechos


y normativas?

1. Se debe identificar que se está ante una cuestión normativa.

2. Se debe tener en cuenta que todas las alternativas tendrán ventajas y


desventajas y que no se debe buscar la opción perfecta.
Capítulo 3 57

Manuel Tabárez,
Escuela n.º 200, Montevideo.

Al elegir no tenemos que quedarnos


con la idea de uno solo.
58 Lógica viva

La historia de Andrés
y Paula

A
ndrés y Paula son mejores amigos. Eso significa que
en el correr del año han hecho mil cosas juntos en
la escuela. Por nombrar solo algunas: salvaron un
pájaro que cayó herido en el patio, ayudaron a una compañera
que se sintió mal, pintaron el muro con ayuda del resto de los
compañeros y sus familias un sábado de mañana, y prepa-
raron la mejor torta de chocolate de toda la kermese. Pero lo
que todavía no hicieron, y se mueren de ganas de hacer, es el
viaje de fin de año. No solo ellos, sino todos los compañeros de
la clase están muy ansiosos por definir cómo será cada cosa.
Mirtha, la maestra, les dijo que está bueno que sean ellos los
que decidan. Sabe que comprometerlos a que demuestren que
pueden resolver las cosas por sí mismos es también una forma
de educarlos. Por eso ahora escribe en una punta del pizarrón
la palabra Piriápolis, y en la otra punta Termas del Daymán.
Apenas termina de escribir el nombre del balneario ya la mitad
de la clase levanta los brazos manifestando su elección. Unos
prefieren la playa. Otros prefieren las termas. Pero el viaje solo
puede ser a uno de los dos lugares, así que, como otras muchí-
simas veces en la vida, los chiquilines van a tener que ponerse
de acuerdo entre todos, y elegir una de las opciones.

Andrés y Paula ya eligieron. Él prefiere Piriápolis y ella las ter-


mas. Paula fue a las Termas de Daymán con sus abuelos, para
su cumpleaños de ocho, y lo pasó tan bien que quiere volver a
ese lugar con sus compañeros. Andrés nunca fue a Piriápolis,
pero un vecino le contó que hay unas aguavivas gigantescas,
Capítulo 3 59

que el mar es muy salado, y que uno se puede ver los pies en
el fondo, aun cuando el agua le llega al pecho. Y esas cosas lo
convencieron de inmediato de que es la mejor opción.

Pero ahora la maestra está consultándole a toda la clase. Y para


eso deben levantar la mano y participar en orden. Se forma el
grupo de “los termantes” y el grupo de “los piriapoleros”.

–¿No les parece chiquilines que lo primero que tendríamos que


pensar es, por ejemplo, cuál de los dos lugares está más lejos
de nuestra ciudad?

–Sí, eso es importantísimo. O cuál de las ciudades tiene más


habitantes –agrega Martina.

–Yo quiero saber cuál es la temperatura del agua más calentita


para poder elegir. Odio el agua fría –casi grita Marcos.

–Bueno –dice Mirtha–, ¿y qué esperan? ¡Busquen esa


información!

Los alumnos trabajan un rato. A veces los libros les sirven de


ayuda para recopilar datos, en otros momentos las compu-
tadoras. El primero en levantar la mano es Andrés, como ya
sabemos, integrante del grupo de “los piriapoleros”.

–La distancia desde nuestra ciudad a las Termas de Daymán es


menor que a Piriápolis.

Termina de decirlo y pone cara triste. Se ve venir el grito de


los del otro grupo, que sienten que al ser más cerca se están
sumando un punto.
60 Lógica viva

Paula, termante de corazón, contesta lo más rápido que puede:

–En las Termas de Daymán hay varias piscinas. La temperatura


del agua está entre los 27 y los 46 grados. La temperatura pro-
medio del agua en Piriápolis durante el verano es 22,4 grados.

Los termantes festejan otra vez, ya que dan por entendido que
cuanto más caliente el agua más disfrutable será. Pero Mirtha
les comenta que eso depende, porque en las piscinas de 46
grados hay que estar muy quietitos y no se puede zambullirse.

Entonces lo bueno y lo malo de cada opción empieza a mo-


verse. No es algo fijo, sino algo flexible. No parece haber una
única verdad en relación a qué es mejor, si ir a las termas o ir
a Piriápolis, sino una serie de opciones que para unos pueden
ser más provechosas y para otros no.

–Las variables son tantas como los gustos de cada uno de uste-
des –dice Mirtha–. Para unos puede ser mejor el agua de mar,
para otros el agua termal. Lo de la temperatura lo veíamos
también: el agua muy caliente no deja que uno se meta de ca-
beza, porque puede ser peligroso. En el balneario puede haber
medusas, y por las corrientes la playa es un poco más peligrosa
que la piscina. Cada uno va a elegir de acuerdo a sus vivencias,
a lo que conoce, es decir, a lo que ha vivido, o también a lo que
ha imaginado.

–¿Pero entonces cómo vamos a decidir a dónde vamos? –pre-


gunta Andrés flexionando los brazos y dejando ambas palmas
hacia el techo.

–Hagamos una lista –propone Paula– de todo lo que tiene a


favor y en contra cada una de las opciones.
Capítulo 3 61

–Me parece buena idea –dice Mirtha.

Entonces se pasan un buen rato escribiendo debajo del nombre


de cada uno de los lugares lo que puede ser más ventajoso de
viajar a uno u otro destino. Más tarde se llevan de deberes se-
guir pensando en casa, junto a sus familias, cuál de las opciones
les parece la más indicada.

Después de días de deliberación y luego de una exhaustiva


votación secreta el lugar elegido es: Piriápolis.

Cuando salen de la escuela Andrés consuela a Paula que está


un poco cabizbaja.

–Vas a ver, te lo prometo, hay muchas heladerías, podemos ir a


la reserva, que no queda muy lejos, hay cerros para trepar. Vas
a ver que te va a encantar cuando lo conozcas.

–Sí, pero yo te quería mostrar lo lindas que son las termas.

–Bueno, un día le decimos a mis padres que nos lleven.

–Sí, eso estaría bueno. No tenemos por qué ir con la escuela.


Para algo somos mejores amigos.

–Claro –dijo Andrés y le apoyó la mano en el hombro.


62 Lógica viva
Capítulo 4 63

CAPÍTULO 4

Falsa
precisión
64 Lógica viva

Grupo 5.º Año A, Escuela n.º 7,


Fray Bentos, Río Negro.

Que la búsqueda de la perfección no nos


haga olvidar la riqueza de “ser con otro”.
Capítulo 4 65

P
recisión significa exactitud. Lo contrario a la precisión
es la vaguedad. Por ejemplo, si nos preguntan la hora
y contestamos diciendo “debe ser más o menos las
ocho”, no estamos siendo precisos. Pero si contestamos dicien-
do “son las 8 horas, 20 minutos con 32 segundos”, estamos dan-
do la hora de modo muy preciso, de modo exacto.

La precisión es muy útil cuando se debe tomar medidas para


fabricar objetos. Por ejemplo, un carpintero que va a construir
una puerta para una casa, debe ser muy preciso al medir el
alto y el ancho al cortar la madera, porque si la hace más gran-
de o más pequeña no servirá. Asimismo, las personas que di-
señan chips para los celulares y las computadoras deben ser
muy precisas al calcular dónde colocar cada parte, porque son
piezas muy delicadas y si no las construyen con exactitud no
funcionarán. Muchísimas cosas en el mundo necesitan de la
precisión, y como eso significa hacer cálculos y dar números
exactos, la precisión necesita de las matemáticas.

En algunas ocasiones, no respetar la precisión puede ocasio-


nar problemas. Hace unos años construyeron un puente en
una carretera que tenía un cartel que decía: “Prohibido pasar
debajo del puente vehículos de más de 4,30 metros de altura”. Sin
embargo, un día, un camionero llamado León, enojado ante el
cartel discutió con las autoridades y dijo; “¡No estoy de acuerdo,
yo voy a pasar debajo del puente porque mi camión es ape-
nas un poco más alto; mide 4,40 metros de altura! ¡Son solo
diez centímetros más!”. Las autoridades le dijeron que debía
respetar con precisión la altura y que debía conducir por otra
carretera, pero León insistió y continuó adelante. El resultado
fue desastroso. El camión, al pasar debajo del puente, no solo
rozó contra la parte superior, sino que ¡quedó atorado y hubo
que cortarlo para que pudiera salir!
66 Lógica viva

Pero la precisión no siempre es provechosa. Hay veces que la


exactitud puede llevar a situaciones que pueden ser malas o
injustas. Esto le sucedió a una profesora de Historia, llamada
Hortensia, cuando quiso diseñar una fórmula precisa y exacta
para poner las notas a sus estudiantes. El curso de Hortensia
tenía 10 clases y, como quería ser justa con todos, diseñó un
criterio preciso y matemático. Cada clase hacía lo mismo. Si un
estudiante asistía le asignaba 1 punto y si faltaba 0. Si participa-
ba en clase le asignaba 1 punto y si no participaba le asignaba
0. Si tenía buena conducta le asignaba 1 punto y si se portaba
mal le asignaba 0. Luego, al final del curso, sumaba el puntaje
de cada estudiante y lo dividía entre 3, porque tres habían sido
los criterios de puntuación (asistencia, participación y conduc-
ta). La nota final surgía como un promedio exacto e igual para
todos. Todo parecía muy bien.

Sin embargo, al recibir sus notas finales, los estudiantes se


quejaron y le dijeron a la profesora Hortensia que había sido
injusta. Todo empezó cuando María se quejó al comparar su
nota con la de Pedro. Ambos habían asistido a 8 clases, habían
participado en 8 clases y se habían portado bien en 8 clases.
Ambos habían obtenido como nota 8 puntos.

Nota de María y de Pedro = 8 + 8 + 8 = 8


3

Pero María decía que era injusto que tuvieran exactamente la


misma nota. Si bien ambos habían asistido la misma cantidad
de veces, María había sido puntual y Pedro no. Si bien habían
participado la misma cantidad de veces, María había hecho
intervenciones más largas y profundas que las de Pedro. Si bien
ambos se habían portado bien, Pedro solo se había quedado
quieto y María había ayudado a otros compañeros. ¡Era injusto
que a ambos le asignaran la misma nota!
Capítulo 4 67

A partir de esa situación, también se quejaron otros que habían


obtenido la misma nota. ¡De repente se armó un revuelo en
la clase! ¡Todos tenían para contar situaciones concretas para
resaltar por qué merecían un poco más de nota!

En verdad, cada caso tenía sus matices, pero las notas no los
podían reflejar. ¿La profesora Hortensia había querido ser in-
justa? No. Ella quiso buscar un criterio preciso porque creyó
que para ser justa siempre era bueno tener precisión y exacti-
tud. Pero se equivocó porque la asistencia, las participaciones y
la conducta no siempre se pueden reducir a un número exacto
porque cada caso es diferente. La profesora cayó en un error de
razonamiento que se conoce como la falsa precisión. La falacia
de falsa precisión consiste en querer extraer resultados preci-
sos de una situación vaga o compleja provocando una distor-
sión de la situación de la que se ha partido. Sucede cuando las
personas buscan, para mayor tranquilidad y justicia, un criterio
fijo o simplificador. La realidad exige muchas veces tener más
matices, márgenes de flexibilidad o ver cada caso concreto.

En el caso de la profesora Hortensia, al ver que los estudiantes


tenían razón, decidió no ser rígida, sino flexible. La flexibilidad
es la capacidad de permitir variaciones, dentro de cierto grado.
Por ejemplo, Hortensia contempló el caso de María y se dio
cuenta de que merecía un punto más que Pedro. Además, a
todos, en lugar de darles solamente un número frío, les asignó
un mensaje específico sobre su actuación. Había decidido ser
menos precisa, pero más justa con cada caso concreto.

Las matemáticas y las fórmulas precisas pueden ser muy bue-


nas para diseñar puertas, chips, o para medir la altura de los
puentes, pero en otras ocasiones no. Si bien resultan útiles
para las ciencias, operan de manera perjudicial cuando se in-
tenta imponer siempre su procedimiento. Si bien asignar a los
68 Lógica viva

estudiantes un conjunto de notas numéricas proporciona un


criterio fijo, idéntico para todos los alumnos y la posibilidad
de promediar de manera “precisa”, para ver la actuación de los
mismos a lo largo de un curso, los números no siempre pueden
captar la realidad que se intenta describir.

Pero, ¿debemos eliminar los números y las notas? No necesaria-


mente. Podríamos ser flexibles en algunos casos como lo hizo
Hortensia. Ver cada caso y permitir variaciones algunas veces.

Para no caer en la falsa precisión es necesario darse cuenta de


que la precisión, en algunas ocasiones, es rígida e injusta y que
a veces se debe tener flexibilidad.
Capítulo 4 69

Si algo aprendimos fue a no postergar nuestro


Grupo 5.º Año A, Escuela n.º 7,
Fray Bentos, Río Negro.

sentir en la búsqueda de la aparente exactitud.


70 Lógica viva

La historia de Julieta

J
ulieta está tomada de la mano de Felipe. La otra mano
la tiene pegada al pecho. Siente que su corazón corre a
lo loco y cierra los ojos para respirar profundo y poder
calmarse. Un bullicio terrible la ensordece. Oye las voces
de sus compañeros y la de la maestra, que dirigió la versión de
Romeo y Julieta que acaban de representar. El público no deja
de aplaudir. La fila de pequeños actores vuelve a inclinarse.
Julieta siente que no hay dudas de que al público presente le
gustó mucho la obra. Ahora tienen que esperar la puntuación.
Mientras el jurado delibera ella decide distraerse con todo lo
que ha vivido en los últimos cinco meses. Y todo empieza el día
en el que se sortearon los papeles protagónicos.

–A ver, a ver, chiquilines –dijo la maestra Ana, sacando un pa-


pelito de la bolsa–, parece que ya tenemos a nuestro héroe.

Sonaba muy raro ese silencio en el salón. Parecía que todos los
niños habían dejado de respirar para recibir la noticia.

–Felipe será nuestro Romeo.

El murmullo creció. Julieta creía que iba a desmayarse porque


se tambaleaba y le costaba respirar. La maestra estaba pronta
para sortear quién representaría el papel de Julieta, y ella sentía
que con ese nombre no podía haber otra que la representara
mejor que ella misma. Sentía que ni siquiera deberían haber
sorteado ese papel, si había un Romeo real o si había una Julieta
real, ya era suficiente. Pero tuvo que esperar al sorteo, y eran
Capítulo 4 71

muchas las chiquilinas anotadas. Todas querían ser la Julieta


de Felipe. Bueno, o la de Romeo.

–Oh, Romeo, Romeo, ¿Por qué eres Romeo? –se decía a sí mis-
ma, repasando el parlamento que había leído tantas veces con
la ilusión de que le tocara el papel. Se había opuesto varias ve-
ces a que el azar fuera el que le diera ese papel, y no el trabajo.
Sentía que la demostración de ser una buena actriz debía estar
primero. Pero la maestra le había dicho que eso era una escuela,
no un centro de actuación, y que lo justo era que las cosas se
decidieran de esa manera.

Luego de esa charla con la maestra, Julieta les pidió a sus pa-
dres que la anotaran en clases de teatro. Sintió que había per-
dido mucho tiempo, que debería haber empezado actuación
unos años antes, poco tiempo después de aprender a cami-
nar o a hablar.

Así fueron los días previos al sorteo, días de gran nerviosísimo,


de imaginarse la obra antes de dormir, de aprenderse el parla-
mento sin saber ni siquiera si le tocaría representarlo.

Hasta que llegó el día tan esperado y mientras la maestra sa-


caba un papelito de la bolsa, los ojos de Julieta se volvían enor-
mes. El silencio reinaba en la clase y se instalaba entre ellos
como las moscas que se detienen en la sombra de las paredes
las tardes de verano. Julieta estaba sentada en el banco con la
cabeza metida entre los brazos, repitiendo una y otra vez bien
bajito: “y la ganadora es Julieta”.

–Entonces –dijo la maestra abriendo el papelito– nuestra


Julieta será… pero qué casualidad: ¡Julieta!
72 Lógica viva

Ahí empezó todo. Ella lloró como una Magdalena, de la emo-


ción, claro, y se abrazó al resto de los compañeros que par-
ticiparían en la obra. No podía creer estar abrazada también
a Felipe. Habían formado un círculo donde solo se veían las
cabezas y los brazos que las rodeaban. Daban saltitos breves
en una punta del salón. Adentro de aquel monstruo hecho de
niños conseguían verse las caras. Ella recuerda cada una, pero
sobre todo la de Felipe, que estaba enfrente, y que sonreía como
nunca lo había visto sonreír.

Ahora Felipe está a su lado. Y el resto de los compañeros tam-


bién. Escuchan al jurado otorgándole puntos a la obra que aca-
ban de representar. El jurado está compuesto por alumnos,
docentes y familiares de los niños. Diez personas que deben
justificar su elección.

–El jurado reunido esta noche –dice Marcos, un alumno de


sexto– decide otorgarle a la obra Romeo y Julieta, de William
Shakespeare, la siguiente puntuación: Escenografía: 20 puntos.
Vestuario: 25 puntos. Actuaciones: 24 puntos. Total: 69 puntos.

El público aplaude. Julieta no deja de pensar en la razón por


la que perdieron puntos en Escenografía y Actuación. Lo sabe:
se cayó el celofán de la torre del castillo mientras Romeo con-
versaba con el niño que representaba a Fray Lorenzo. Eso les
costó algunos puntos. Y lo otro tiene que ver con que Manuel
se olvidó de la letra, y la maestra tuvo que gritarle desde abajo.
Ahora tienen que esperar que el otro grupo finalista represente
Barranca abajo, de Florencio Sánchez. Sabe que son buenos, y
que pueden pelearles el puesto. Camina detrás de Felipe y sus
compañeros y se sientan más allá del público. Al pasar junto a
las gradas los familiares y los amigos les hacen gestos con las
manos, los felicitan. Todos están muy contentos, y tienen fresca
la ilusión de la victoria. Sin embargo, Julieta está tan nerviosa
Capítulo 4 73

que prefiere seguir repasando cada uno de los momentos que


la llevaron a ese, al momento de mayor excitación que recuerda
en toda su vida.

Al mismo instante están actuando sus compañeros. La obra es


de Florencio Sánchez, el dramaturgo uruguayo, y se siente el
paso del tiempo en la forma en la que hablan. A Julieta le pare-
ce que está bien representada, tan bien que le cuesta un poco
disfrutarla, porque tiene miedo, un miedo que le sube desde
el talón hasta la cabeza, un miedo enorme de que terminen
ganando ellos. No se lo dirá a nadie, pero en un momento tuvo
ganas de que se cayera la escenografía que representaba una
casa de campo. Tampoco comentó sobre el alivio que sintió
cuando Juan Boriño se confundió la letra y tuvo que repetirla
varias veces tartamudeando.

“Tanto esfuerzo para nada”, piensa Julieta mientras escucha


los aplausos. No lo dice pensando en la obra que acaba de ter-
minar, sino en el trabajo de su grupo. Los compañeros salen a
saludar y se escuchan gritos de la familia para alguno de ellos.
Ella también aplaude, pero siente que el aplauso anterior fue
más atronador. Y eso le da cierta esperanza. Aunque empieza a
aceptar la idea de que, aunque haya habido algunos problemas
en la obra de Florencio Sánchez, pueden ganar. Y que perder
no sería tan terrible. Ella sabe que dieron todo y saber eso es
el mejor premio.

–El jurado reunido esta noche –dice Macarena, una alumna


de quinto– ha decidido darle a la obra Barranca abajo el si-
guiente puntaje: Escenografía: 24 puntos. Vestuario: 24 puntos.
Actuaciones: 22 puntos. Total: 70 puntos. La obra ganadora es
Barranca abajo, de Florencio Sánchez.
74 Lógica viva

Se escucha un murmullo entre el público que se confunde con


un aplauso. Julieta está quieta como una estatua. Felipe la mira
esperando que le devuelva la mirada. Pero ella no va a hacerlo
hasta que regrese del baño, con los ojos colorados. Siente que
no es justo, y se lo dice primero a sus compañeros y después a
la maestra, que la abraza y la consuela.

–Esta no es la mejor forma de evaluarnos. La forma de poner


puntos por áreas no es nada flexible. Fuimos mejores actuan-
do, que es lo que interesa, y sin embargo perdimos. Debería
tomarse en cuenta al público, además, porque fuimos mucho
más aplaudidos que la otra obra.

La maestra le acaricia el pelo y le coloca un montoncito de-


trás de la oreja.

–Voy a tener en cuenta lo que proponés, y el año que viene


también el voto del público contará a la hora de seleccionar.
Quedate tranquila y disfrutá, que estuviste genial, igual que
todos tus compañeros. Fue una preciosa fiesta colectiva.

Julieta ve a su padre, a su madre y a su hermano que se acercan


a saludarla desde la otra punta del salón. Ella busca a Felipe mi-
rando hacia todos lados y le hace un gesto para que se acerque.
Quiere presentárselo a su familia, y tener mejor suerte que la
Julieta de la obra.
Capítulo 4 75

Ser felices, no perfectos, ese es el premio.


Grupo 5.º Año A, Escuela n.º 7,
Fray Bentos, Río Negro.
76 Lógica viva
Capítulo 5 77

CAPÍTULO 5

Falsos
problemas
78

El poder. ¿Quién es más poderoso?

Zahia Juncal Núñez y Camila Defacio,


Lógica viva

Escuela n.º 105, Montevideo.


Capítulo 5 79

A
veces las personas cometen el error de discutir sobre
cosas que no tienen sentido, que también se llaman
falsos problemas.3 Por ejemplo, a veces discuten sobre
cosas que no existen o cuyo significado no comprenden bien y
no se dan cuenta. Pero, ¿por qué la gente puede caer en este error?

Para responder esto, debemos observar el lenguaje, porque con


él expresamos nuestro pensamiento, nos comunicamos, e in-
cluso discutimos con otros.

Con el lenguaje armamos oraciones y preguntas y para eso


utilizamos palabras. Las palabras son como las piezas de un
puzle. Cuando expresamos nuestras ideas, vamos escogien-
do distintas palabras y armamos oraciones. En general no lo
hacemos al azar, sino respetando las reglas gramaticales y los
significados. Por eso lo que decimos tiene sentido, aunque sea
verdadero o falso. Por ejemplo, si decimos la frase: “Los gatos
viven más de cinco años” es algo que tiene sentido. La forma en
la que está expresada se puede comprender y podemos inves-
tigar si es verdadera o no. Incluso si dijéramos “Los gatos viven
más de cien años” también tendría sentido porque entendemos
qué estamos diciendo y podemos comprobar si es cierta o no,
aunque ya sabemos que es falsa.

Si nos ponemos a jugar con las palabras, podemos armar


cualquier frase o pregunta, por más rara que parezca, incluso
sin respetar las reglas gramaticales. ¡El lenguaje nos permite
combinar las palabras que queramos! Muchos poetas aprove-
chan esas posibilidades y crean poemas muy originales. Pero
si decimos, por ejemplo: “Los gatos mi abuela hola”, esa frase
es simplemente un conjunto de palabras que se superponen.
No tiene sentido.

3 También llamadas falacias verbo-ideológicas.


80 Lógica viva

Discutir falsos problemas es discutir sobre cosas sin sentido. Es


muy fácil darse cuenta de que la oración “Los gatos mi abue-
la hola” no tiene sentido y nadie (o casi nadie) se pondría a
discutir sobre esta oración. Pero hay otras veces que es más
difícil darse cuenta de que la frase no tiene sentido y es más
fácil equivocarse. Podemos ver, al menos, cuatro tipos de falsos
problemas a partir de los que las personas discuten cosas que
no tienen sentido.

Falso problema 1: Discutir sobre palabras


que no existen

Una vez alguien dijo en una reunión lo siguiente “He escuchado


que la ermecina natural cura todas las enfermedades”, y en-
tonces se armó un revuelo. Hubo gente que decía que no había
cura para todas las enfermedades. Otros decían que esas curas
naturales eran, todas, un engaño. Otros decían que era cosa
de charlatanes para favorecer a gente que andaba vendiendo
nuevos remedios. Pero todos discutían sin saber que, en verdad,
la palabra “ermecina” no existía. Alguien la había inventado y
como nadie fue a ver en el diccionario qué significaba, la gente
se puso a discutir pensando solamente en lo que le parecía.

Esa discusión era un falso problema porque el lenguaje nos


permite inventar palabras y armar frases como si existieran,
pero, ¡no deberíamos discutir sobre palabras sin sentido!

Falso problema 2: Discutir sobre palabras que no


sabemos lo que significan

Este falso problema es parecido al anterior. A veces las perso-


nas discuten sobre palabras que existen, pero que no saben lo
Capítulo 5 81

que significan. En lugar de buscar en un diccionario, discuten


como si supieran de qué están discutiendo. Una vez dos hom-
bres se pusieron a discutir porque uno le dijo a otro lo siguien-
te: “Tu vida es efímera”. Entonces, el que escuchó eso se ofendió
porque pensaba que era un insulto, y el que había dicho eso le
aclaró que en realidad le estaba diciendo algo muy bueno. En
verdad, ninguno de los dos tenía idea de lo que significaba esa
palabra. ¿Cómo podrían discutir sin saber qué significa que
la vida es efímera? Mientras no lo sepan, la discusión será un
falso problema. ¡Es necesario consultar primero un diccionario!

Falso problema 3: Discutir sobre frases que no tienen


sentido, aunque parece que son muy profundas

Hay veces que las discusiones se dan por frases que no se pue-
den ni siquiera pensar pero que, como nadie las entiende, pa-
rece que son muy profundas. Una vez, en un círculo de perso-
nas muy sabias, una dijo “Creo que la felicidad es cuadrada” y
entonces encontró a otras personas que se pusieron a discutir,
y estuvieron horas discutiendo, pero era un falso problema. La
frase se puede armar porque se pueden juntar las palabras, pero
no tiene sentido decir que la felicidad es cuadrada. La felicidad
es una característica humana. El ser cuadrado es una forma
geométrica. Combinar esas dos cosas sin ninguna explicación
no tiene sentido. Pero, aunque resulte muy alocado, a veces las
personas piensan que estas frases tienen sentido porque, si no
las entienden, creen que deben tener un significado oculto que
aún no han comprendido. ¡Es posible entusiasmarse y discutir
sobre cualquier cosa!
82 Lógica viva

Falso problema 4: Discutir sobre cuestiones que no


se pueden comprobar con la razón de ningún modo

Hay problemas que se pueden expresar en el lenguaje, pero


son falsos problemas, porque nunca se podría encontrar una
prueba definitiva. Por ejemplo, discutir si existen seres inmor-
tales entre nosotros es un falso problema, no porque no sea
interesante, sino porque nunca podríamos encontrar pruebas
contundentes. ¡Nunca podríamos diseñar ningún experimento
para saberlo! Para comprobar que un ser es inmortal, debería-
mos comprobar que no se muere nunca y, para eso, nosotros
mismos deberíamos ser inmortales. Pero como no lo somos,
nunca podríamos resolver ese problema. Por lo tanto, es un
falso problema. Se puede plantear, pero no se puede inventar
ningún experimento o razonamiento para llegar a la respuesta.
Querer resolver el problema de la existencia de seres inmortales
entre nosotros es un falso problema… ¡aunque no perdamos la
curiosidad por querer saber!
Capítulo 5 83

Antonella Varela,
Escuela n.º 107, La Paz, Canelones.

Es necesario investigar
el significado y el sentido.
84 Lógica viva

La historia de Elías

E
lías tiene una empresa de fletes. Dos camionetas y un
camioncito. Trabajó mucho para poder comprar cada
cosa. Más de una vez dijo que “se rompió el lomo”. Es
un hombre callado, que sale muy temprano de su casa y que
vuelve tarde. Clara y su madre lo esperan para cenar. Cuando
Elías agarra el pan su hija le mira las manos. Son dos manos
enormes, y la palma es casi blanca, de los callos que le ha de-
jado el trabajo. Cuando terminan de cenar Clara corre al baño,
se echa un poco de crema hidratante en las manos y le acaricia
las manos a su padre. Él sonríe, un poco incómodo, y le dice
que con ese aroma no va a poder dormirse.

Aunque siempre es la madre de Clara la que se acerca a su cuar-


to para ayudarla a conciliar el sueño, esta noche Clara le dice a
su padre que tiene ganas de que sea él. Elías dice que está muy
cansado, que le pida a su madre. Pero ella insiste, y termina
convenciéndolo. De cualquier manera, él entra al cuarto teme-
roso, y aclara que él no lee tan bien como Margarita, su esposa.

–No importa, papá. No tenés por qué leer nada. Podés contarme
de cuando eras chico.

–Eso es otra cosa –dice él, y piensa en que ha vivido mucho, y


que de todo eso seguro salga algo que pueda gustarle a su hija.

–Entonces contame algo.

–Pero algo como qué…


Capítulo 5 85

–A ver, dejame pensar –dice Clara y siente que está haciendo el


mismo gesto que hace la maestra en la escuela detenida frente
al pizarrón.

–Si demorás mucho me duermo. Mirá que yo me levanté a


las seis.

–Cuatro recuerdos de tu infancia. Con eso te dejo ir a dormir.

–¡¿Cuatro!? ¡¿Y de dónde voy a sacar tantos?!

–Papá, cuatro no son nada.

Elías entrecierra los ojos y le parece sentir el olor de la ciudad,


de su barrio, de la casa de sus abuelos, que fueron los que lo
cuidaron desde niño. Le dice que tiene una anécdota diverti-
da para empezar:

–Una mañana, cuando yo tenía ocho o nueve años, mi abuelo


estaba tan aburrido que me dio una idea para reírnos por un
rato. Era verano, hacía calor, y desde temprano ya estábamos en
el jardín con él y con la abuela. Los gurises del barrio se acer-
caban apenas salía el sol y venían a preguntarme si jugaba con
ellos. Ese día el abuelo me dijo que les contara que había apa-
recido una libucina en el monte, que él la había visto cuando
el sol apenas había asomado. Cuando vino Juan fue lo primero
que le dije. Él preguntó si era grande y yo estiré los brazos todo
cuanto pude. Le contó a Javier y a Ruben. De tarde todo el barrio
sabía lo de la libucina. Todos querían hacer una expedición al
monte para encontrarla: unos tenían miedo que les matara las
gallinas, otros pensaban que era una planta, y querían sacarle
un gajo para hacer un hijito, porque les sonaba que el té era
bueno para de todo un poco. Otros más decían que tuvieran
cuidado porque era venenosa. El abuelo y yo íbamos detrás de
86 Lógica viva

todos, conteniendo la risa. En el momento en el que el grupo se


detuvo en el medio del bosque y empezaron a discutir, el abuelo
dijo que él tenía muchas en su casa. Cuando le preguntaron qué
era entonces la libucina, contestó que no tenía idea de qué era,
pero que lo suyo había sido una gran mentira.

–Ay, me imagino que se habrán molestado.

–No, sabían que el abuelo era así. Le encantaban las bromas.


Pero siempre las de buen gusto.

–Otra.

–A ver… Una tarde estábamos con Javier y Ruben en la canchita.


Ya habíamos terminado de pelotear y nos habíamos recostado
contra los arcos a hablar de la vida mientras mirábamos las
filas de hormigas que iban de un lado para el otro. Esa fue la
primera vez que Marcos me dijo arrebol. Pasó, nos saludó a los
tres y mirándome a los ojos me dijo: ¿Cómo anda el arrebol?
Esa vez no le hice caso. Los tres seguimos hablando de otra
cosa. Pero a los pocos días lo vi en el almacén y otra vez: ¿Cómo
anda el arrebol? Empezó a molestarme. Cada vez que lo veía me
decía lo mismo. Empecé a odiar esa palabra, no quería saber
nada de la palabra ni de Marcos, que como era más grande
se hacía el vivo conmigo. Un día, cansado de que, según me
parecía a mí, me tomara el pelo, me le paré adelante y le dije
que no me dijera más así, que yo no era ningún arrebol. Él me
preguntó si sabía qué significaba esa palabra. Me quedé mudo.
No había pensado en eso, pero estaba convencido de que era
algo malo. Le grité que no, pero que no me lo dijera más. Me fui
a casa, subí al altillo y mientras caía la tarde me puse a buscar
la palabra en el diccionario: “Arrebol: Efecto de la luz del sol al
proyectarse sobre las nubes de la mañana o de la tarde, que les
otorga tonalidades rojizas”.
Capítulo 5 87

–No te puedo creer. Era algo lindo, y vos pensando lo contrario.

–Sí, miré por la ventana y vi el arrebol ahí, en el cielo. Y recordé


a Marcos. Creo que por eso un día que me gané dos pelotas en
un sorteo de la escuela, una se la regalé a él.

–Me encantó papá, solo faltan dos.

–No, Clari, una más. Se me caen los párpados.

–Dos, y no hay negociación posible –dijo sonriendo.

–Bueno, voy con otra del abuelo, que era un gran personaje
del barrio. Un día vino a la zona un camioncito con chata y se
instaló en una calle secundaria. Primero pensamos que era un
circo, porque tenían banderas, y hacían mucho barullo mien-
tras llegaban. Pero al final quedó una chata, con una carpa
arriba, chica para ser circo, y ahí adentro vivía un viejito que
cada tarde daba un discurso. Tenía el pelo largo y blanco, estaba
medio encorvado y tomaba mate en una calabacita toda rota.
Cuando iba a caer el sol se sentaba en una sillita de plástico y
empezaba a hablar. Hablaba fuerte, y la gente se le iba acercan-
do. En el barrio empezaron a decir que era un profeta, que venía
a hablar del futuro de los hombres. La tía Jenny decía que había
tenido contacto con los extraterrestres y que traía su conoci-
miento. El padre de César decía que era un político que estaba
buscando crear un nuevo partido. Lo cierto es que el viejito
todas las tardes daba un discurso. Un día el abuelo me llevó a
escucharlo. Él estaba convencido de que era “puro humo”. Así
decía. Llevamos dos sillitas plegables y nos sentamos atrás
de todo para escucharlo. Decía algo así: “En las filigranas del
tiempo hay una mariposa que se posará en los costales de la
memoria y nos traerá frutos silvestres y promesas cumplidas”.
88 Lógica viva

–No entendí, ¿qué significa?

–Bueno, es que eso es de lo que se dio cuenta el abuelo. Que la


gente le creía, lo seguía, y peleaban entre ellos a favor de él, y
que lo que él decía no tenía ningún sentido. Hacía que su dis-
curso pareciera serio, intercalando palabras difíciles, con otras
que no tenían nada que ver. Como el abuelo era de pocas pulgas
empezó a dar otro discurso, en la otra punta, para que la gente
entendiera el engaño. A los pocos días el viejito se subió a su
camión y se fue con sus palabras a otra parte.

–Tu abuelo sí que era un personaje. ¡Cómo me hubiera gustado


conocerlo!

–A él le hubiera encantado saber que tendría una bisnieta como


vos. Bueno, me voy yendo que mañana…

–No, no, no señor. Aquí en este cuarto se cumple la palabra.


La última…

–Bueno, está bien. Esta no es muy larga. Pero me acordé ahora


contándote las anteriores. Una vez fuimos a acampar con Javier,
Raúl y sus padres. Era Semana de Turismo y nos metimos en
unas playitas sobre el Río Negro a acampar. Pasamos varios
días, vivimos casi de la pesca, chiveamos como locos. Como
será que un día vimos unos jabalís y tuvimos que salir corrien-
do y trepar a un árbol. Hasta nuestros padres se asustaron. Pero
por suerte no pasó nada. Lo que sí pasó una noche de esas
todavía no me lo explico. Los mayores se habían ido a dormir
y nosotros tres teníamos permiso para quedarnos un rato más
si no nos alejábamos. Desde el fogón que habíamos hecho en-
tre las carpas se veía el río, y mientras contábamos cosas de
la escuela y del barrio, vimos unas lucecitas que bailoteaban
en el agua. En realidad, eran luces del cielo, así que corrimos
Capítulo 5 89

hasta la costa. Cuando llegamos hasta ahí no volvimos a verlas.


Pero sí nos pusimos a hablar un rato larguísimo de los extrate-
rrestres. Raúl creía fervientemente, tenía fotos, revistas. Javier
más o menos. Y yo no creía. Pero igual discutíamos, aunque
supiéramos que lo que decíamos no tenía fundamento. Ni de
que existían ni de que no existían. Las luces, tanto podían ser
de una nave como de alguien que pescaba a la encandilada, o
un avión, o un satélite. Después de los extraterrestres hablamos
de la posibilidad de que esos extraterrestres fueran inmortales
y estuvieran entre nosotros. Javier decía que ellos vivirían para
siempre y les chuparían la energía a los terrícolas. Raúl decía
que si eran inmortales no necesitaban nada, porque no se iban
a morir. Como fuera, nada se podía comprobar, ni que existiera
o que no existieran extraterrestres inmortales, y seguiría sien-
do un misterio. Sin embargo, eso nos permitió intercambiar
diferentes puntos de vista hasta que el cielo empezó a ponerse
claro, pero porque venía el sol. Toda la noche habíamos pasado
filosofando. Cuando se despertaron nuestros padres todavía
estábamos ahí, manteniendo el fuego prendido, con la cabeza
a miles de kilómetros.

–Guau, qué interesante. Ahora me dejás pensando en eso antes


de dormirme. Voy a tener sueños interplanetarios.

–Si ves a los extraterrestres mandales saludos.

–Gracias, papi, me encantaron tus historias. Volvé mañana


de noche.

–Voy a ver si me acuerdo de alguna otra. Descansá, linda.


Hasta mañana.
90 Lógica viva
Capítulo 6 91

CAPÍTULO 6

Pensar
por sistemas
y pensar
por ideas para
tener en cuenta
92 Lógica viva

El marco de ideas tiene un peso importante


Lucas Spilman, Escuela n.º 138,
Río Branco, Cerro Largo.

al elegir un camino y, a veces, se inclina


más hacia un lado que hacia el otro.
Capítulo 6 93

M
uchas veces nos hacemos preguntas sobre qué
debemos hacer o qué es mejor que hagamos en
nuestra vida, ante las que tenemos que tomar de-
cisiones. Por ejemplo, podemos preguntarnos, ¿está bien comer
carne?, ¿es correcto prestar ayuda siempre que un amigo me lo
pida?, ¿debo jugar todo el rato que yo quiera?, ¿es mejor tomar
remedios naturales que medicamentos?

Nuestra conducta dependerá de las respuestas que demos a


estas preguntas. Pero, ¿cómo llegamos a esas respuestas? Para
lograrlo hay dos caminos, que son dos modos diferentes de
pensar. El primer camino consiste en pensar por sistemas de
ideas. El segundo camino consiste en pensar por ideas para
tener en cuenta.

Es muy importante diferenciar estos dos caminos o modos de


pensar, porque ambos tienen sus ventajas y desventajas. Pensar
bien es muy importante para decidir bien.

Pensar por sistemas de ideas

¿Qué es un sistema de ideas? Antes de contestar esta pregunta


debemos responder otra más básica: ¿qué es un sistema? Un
sistema es un conjunto de elementos que trabajan organiza-
damente y cumplen una función (o varias).

Hay sistemas en muchas partes. El cuerpo humano tiene mu-


chos sistemas. El sistema digestivo es uno de ellos. Es un con-
junto de elementos que se llaman órganos que trabajan coor-
dinados para cumplir la función de permitirnos alimentarnos,
94 Lógica viva

entre otras cosas. Algunos de estos órganos son la boca, el esó-


fago, el estómago o los intestinos.

También hay sistemas informáticos. Por ejemplo, una com-


putadora es un conjunto de elementos tecnológicos que tra-
bajan organizadamente y cumplen la función de hacer andar
la computadora para que podamos realizar nuestras tareas o
jugar. Algunos de esos elementos son el teclado, la pantalla, los
programas y muchos otros más.

También hay sistemas en las comunidades de animales. Si pu-


dieras ver dentro de un hormiguero verías que cada una de las
miles de hormigas que viven allí cumple una función. Por ejem-
plo, durante la primavera y el verano algunas salen a recoger
alimentos para el invierno mientras otras realizan otras tareas.

Tanto los órganos del cuerpo humano, o las partes tecnológicas, o


cada una de las hormigas en un hormiguero, forman un sistema,
sus movimientos tienen una organización y, en conjunto, cum-
plen una función (o varias). Los órganos del cuerpo, funcionando
organizadamente, permiten que exista el sistema digestivo. La
organización de los elementos tecnológicos, una computadora. Y
la organización de las distintas hormigas, un hormiguero.

Con las ideas pasa lo mismo, aunque puede resultar un poco


más difícil de comprender porque no se ven. En un sistema de
ideas los elementos son un conjunto de muchas ideas, pre-
sentadas con cierta organización (en un libro, por ejemplo)
y cumplen la función de permitirles a las personas formarse
ideas y tomar decisiones. Cada sistema de ideas tiene como
nombre una palabra que suele terminar en “-ismo”.

Por ejemplo, algunos sistemas de ideas permiten formarse


ideas y tomar decisiones sobre la alimentación, la salud, la
Capítulo 6 95

relación con los animales y el medio ambiente. Uno de esos sis-


temas es el veganismo y las personas que deciden incorporarlo
a sus vidas se llaman veganos. Un libro que explica el sistema
de ideas del veganismo incluye muchas ideas particulares so-
bre los animales, la naturaleza, los alimentos o el ser humano
y, entre otras conclusiones, llega a una que es fundamental:
no se debe comer carne. Algunas personas estarán de acuerdo
con esto y otras estarán en desacuerdo. Pero, para quien decide
pensar a partir del veganismo, el sistema de ideas cumple una
función importante en su vida pues le permite responder a
algunas preguntas. Por ejemplo, si se preguntase ¿debo comer
carne? claramente responderá que no, porque no coincide con
el sistema de ideas que ha escogido. Cada vez que tenga que
decidir sobre qué comer, sabrá que no deberá comer carne.

Otro sistema de ideas vinculado con la salud y la alimentación


es el naturismo y las personas que lo toman para su vida se
llaman naturistas. Estas personas no aceptarán nada que no
provenga de la naturaleza. Tal vez elijan comer carne (pues
los animales son seres de la naturaleza) pero, ante una gripe,
tomarán siempre remedios naturales y no analgésicos, pues no
son naturales, sino fabricados por el hombre. Hacer lo contrario
no coincidiría con su sistema de ideas.

Hay también algunos sistemas de ideas que son religiosos,


como el cristianismo, el judaísmo o el hinduismo, e incluso las
personas que niegan la existencia de un dios, también tienen
un sistema de ideas que es el ateísmo. Hay otros sistemas de
pensamiento que son políticos o filosóficos, como el socialismo
o el liberalismo. Otros que tienen que ver con movimientos
sociales, como el feminismo. También hay otros sistemas de
ideas en el arte. Por ejemplo, en la pintura hay impresionismo,
cubismo, surrealismo, etcétera.
96 Lógica viva

¡Hay muchos sistemas de ideas y nos dan muchas respuestas


que nos ayudan a pensar muchas cosas y a tomar decisiones!

Pensar por sistemas de ideas tiene como ventaja que es posible


encontrar en los libros muchas respuestas que podemos aplicar
a la vida sin tener que pensar cada caso. Por ejemplo, un vegano
no tiene que pensar cada vez si comerá o no comerá carne. Sabe
que, en todos los casos que vea carne, no la comerá. El sistema
de ideas le facilita tomar decisiones.

Pero pensar por sistemas tiene como desventaja que hay veces
que las personas pueden ser demasiado rígidas o fanatizarse
con el sistema que han elegido y verlo todo a partir de ese con-
junto de ideas.

Pensar por ideas para tener en cuenta

Además de pensar por sistemas de ideas hay un segundo modo


o camino para saber cómo debemos actuar: pensar por ideas
para tener en cuenta. En este modo de pensar ya no tendremos
un sistema de ideas que nos ayudará a tomar decisiones para
todos los casos. Deberemos ver cada caso.

Por ejemplo, vas a la casa de unos amigos y te ofrecen para


comer un plato que contiene carne. Podrías preguntarte lo si-
guiente: ¿Debo comer carne? Si tuvieses como sistema de ideas
el veganismo, no habría duda y contestarías que no. Pero si no
fuese así, podrías pensar por ideas para tener en cuenta.

Aquí el camino es diferente. En lugar de tener una respuesta


ya hecha, deberás construirla. Para ello deberás pensar algunas
Capítulo 6 97

ideas clave de las que dependerá tu decisión. Por ejemplo: para


elegir si comer o no comer carne, podrías tener en cuenta las
siguientes cuatro ideas: tu salud, el gusto de la comida, el cui-
dado del medio ambiente y la amabilidad con tus amigos. Estas
cuatro ideas son criterios para evaluar qué hacer. Si en ese caso
comer carne no afecta tu salud, además te gusta, no afecta al
medio ambiente de un modo especial y también es un gesto
amable con los amigos que te han invitado, en este caso no
habría ningún problema en aceptar. Pero si otro día tuvieses
dolor del estómago, tal vez en ese caso sería mejor no comer
carne. Esta decisión hay que tomarla en cada caso.

Pensar por ideas para tener en cuenta tiene como ventaja que
nos permite tener mayor libertad en cada caso, sin atarnos a un
sistema de pensamiento, y nos da mayor poder de decisión a
partir de criterios propios. Pero, tiene como desventaja que pue-
de hacernos dudar más, o tomar decisiones con mayor lentitud.

Pensar por sistemas Pensar por ideas


de ideas para tener en cuenta

Nos permite tomar deci-


Nos permite tomar decisio-
siones más libremente,
nes más fácilmente, porque
porque las ideas para tener
los sistemas de ideas ya
Ventajas en cuenta se aplican caso
traen soluciones hechas.
a caso.
Nos permite tener mayor
Nos permite tener mayor
seguridad
poder de decisión.

Los sistemas pueden ser rígi-


Puede ser un método
dos y pueden quitar libertad.
confuso o lento, porque en
Podríamos fanatizarnos y
cada caso hay que evaluar
Desventajas pensar solo con base en el
qué decisión tomar.
sistema sin pensar por noso-
Podríamos llegar a no
tros mismos, cayendo en la
decidir nada ante la duda.
“falsa sistematización”.
98 Lógica viva

¿Hay que pensar por sistemas o por


ideas para tener en cuenta?

En verdad, ambos caminos son válidos, siempre y cuando se-


pamos aprovechar las ventajas de cada uno de ellos, evitando
sus desventajas lo más posible.

A veces es útil pensar a partir de un sistema de ideas (o un


“-ismo”) porque permite tener reglas sencillas para decidir. Por
ejemplo, el veganismo implica siempre no comer carne. O el fe-
minismo defender los derechos de las mujeres. O el liberalismo
establecer la libertad como un valor de gran importancia. Pero,
en cualquier caso, hay que evitar que el sistema de ideas se con-
vierta en una cuestión fanática, o una “falsa sistematización”.
Todos los sistemas, no importa cuán buena sea su intención,
podrían volvernos fanáticos o demasiado exagerados si no nos
damos cuenta. Por ejemplo, un vegano fanático podría odiar a
quienes comen carne o no piensan del mismo modo.

Por otra parte, a veces es muy útil pensar a partir de ideas para
tener en cuenta, porque permite pensar cada caso, enriquece el
análisis y permite tener mayores herramientas sobre situacio-
nes complejas. Ante cada caso tenemos la posibilidad de pensar
con ideas o criterios propios para evaluar cada situación. Sin
embargo, debemos evitar que el análisis sea demasiado lento
y que, al final, la decisión llegue tarde.

Ya sea que pensemos por sistemas de ideas o por ideas para


tener en cuenta, lo importante es siempre conservar la libertad
de pensamiento.
Capítulo 6 99

Grupos 5.º y 6.º año,


Escuela n.º 9, La Paz, Colonia.

El conjunto de tablas iguales representa pensar


por sistemas, mientras que las ramas de los
árboles representan pensar por ideas para
tener en cuenta, cada una particular y diversa.
100 Lógica viva

La historia de Luciana

E
l papá de Luciana estaba arreglando parte de la casa
de la señora Elvira. La nieta de Elvira, a su vez, era
compañera de clase de Luciana, así que a ella le gus-
taba acompañar a su padre después de la escuela y mientras
él revocaba la pared, o pintaba, o hacía alguna labor similar,
Luciana y Silvina jugaban a inventarse otras vidas muy lejos
en el tiempo, o aprovechaban para hacer juntas los deberes
de la escuela.

Meses pasaron así: el padre levantaba un galpón, ellas eran dos


reinas inglesas que se juntaban a tomar el té a la sombra de una
carroza. El padre pintaba la fachada: ellas eran dos amazonas
que buscaban un caballo blanco siguiendo el rastro en la tierra;
el padre de Luciana armaba un corral para las gallinas, y ellas
eran amigas de Alicia en medio del país de las maravillas, y
debían encontrar a Humpty Dumpty debajo de una gallina que,
como todo el mundo sabe, tiene la forma de un huevo.

Mientras tanto Elvira aparecía y desaparecía hacia el fondo de


la casa. Siempre estaba en el enorme jardín que conectaba con
el monte. Las niñas sabían que de ninguna manera podían lar-
garse solas. Así que nunca miraban para ese lado. Pero cuando
estaban aburridas, sin encontrar un paisaje para sus juegos y
descubrían a la abuela camino a la floresta le gritaban para
preguntarle si podían acompañarla. Elvira casi siempre decía
que no. No es que no fuera simpática, la razón tenía que ver con
que le gustaban mucho esos paseos que hacía en la naturale-
za, por eso practicaba la medicina naturista. Para Elvira tenía
tanto peso la naturaleza que la sentía nuestra madre creadora.
Capítulo 6 101

Esto tenía sus cosas positivas: comía comidas saludables todo


el tiempo, en una dieta que se oponía a los productos proce-
sados y que se basaba en verduras y frutas; le gustaba andar
todo el día descalza, para estar en contacto con la tierra, tenía
muchos animales de compañía, sabía silbar como la mayoría
de los pájaros y eso hacía que las niñas se divirtieran viendo
cómo atraía una tijereta o un zorzal. Lo que para Silvina no era
tan bueno era que Elvira no utilizaba más que madera para
cocinar y calefaccionar la casa, por lo tanto, a veces su casa
era fría como el corazón de una heladera, no subía a autos o
motos, porque no quería usar combustibles fósiles, y no esta-
ba de acuerdo con las medicinas que no fueran aquellas que
conseguía en la tierra. Esto último le traía dolores de cabeza a
su hija, la mamá de Silvina, que a veces le pedía que si estaba
resfriada le diera a la niña algún analgésico y ella lo cambiaba
por té con jengibre, miel y limón. El dolor de cabeza mayor de
su hija tenía que ver con que a veces su madre tenía la presión
alta y tampoco tomaba la medicación. Hacía mucho que no la
veía un médico. Ella decía que creía en la fuerza curativa de la
naturaleza. Tenía libros que hablaban de eso. En persona no
conocía a nadie que lo practicara, pero sabía que en el mundo
había mucha gente que tenía esa misma creencia. Un sistema
de ideas justificado en sí mismo con determinados principios
básicos y respuestas para casi todas las cosas.

La primera vez que Silvina le contó a su amiga que su abuela


era un poco diferente fue cuando volvieron a verse después de
varios días sin que su padre fuera por la casa. La abuela estaba
enferma y no quería tener trabajo que hacer, así que ni Silvina
la había visitado ni el papá de Luciana había ido a trabajar. Pero
la tarde en la que Elvira mejoró y las chiquilinas volvieron a en-
contrarse a la sombra del ombú, lo primero que le dijo Silvina
a Luciana fue que su abuela parecía una bruja:
102 Lógica viva

–¿Cómo una bruja, Silvina?, si es buenísima.

–Me dijo mamá que solo consume cosas de la naturaleza. Nada


artificial. Yo no me había dado cuenta, pero nunca sube al auto
de mi tío, ni a la moto de mamá. Pensaba que cocinaba con leña
porque no tenía otra cosa, pero es para evitar los productos que
le ponen al gas o la electricidad.

–Y además recoge plantitas y tiene…. ¿veinticinco gatos?

–Veinticuatro, creo. Mirá, allá anda el blanquito. Ya ni el nombre


me acuerdo.

–Y perros y pollos y hasta un lagarto…

–Bueno, ese no es de ella, pero viene, sí, igual que los pájaros,
que parece que le hicieran una fiesta cuando la ven.

–Bueno, puede ser que se parezca mucho a una bruja, pero de


las buenas.

Con los días las niñas empezaron a preguntarle a la abuela las


razones de su pasión por la botánica, a mirar los libros que ha-
blaban de plantas que curaban, a interesarse por lo que sabía.
Ella se mostró animada con el interés que le mostraban, y con-
tó que un tío materno, hacía muchos años, la había introducido
en el mundo de las plantas, que los animales siempre le habían
encantado y que el universo le parecía una maravilla que eri-
zaba. Así lo dijo, y Luciana y Silvina pusieron cara de “palabras
con poesía” y se rieron, y la hicieron reír a ella también. Habían
empezado a conversar de esas cosas y Elvira las esperaba con
unos yuyos que había recolectado para mostrarles sus caracte-
rísticas cuando todo el mundo empezó a hablar de lo mismo:
había llegado una pandemia. Había que aislarse, usar tapabocas
Capítulo 6 103

y esperar a que el virus desapareciera o bien, que se inventara


una vacuna que diera protección.

Luciana y Silvina no sufrieron tanto el aislamiento como la


abuela. Usaban el teléfono de sus familiares para comunicarse
entre ellas. A veces hasta se veían en tiempo real y jugaban a
que eran dos mujeres del futuro que se comunicaban desde
diferentes puntos del universo. Pero la abuela sí estaba inco-
municada. Cuando la mamá de Silvina podía ir a verla lo hacía
protegida con varios tapabocas. Pero su madre no quería que se
acercara por las dudas y se hablaban desde lejos. Elvira le decía
que llevara jengibre y menta del jardín. Que se hicieran té, que
aumentaba las defensas, y que con defensas altas ningún virus
entraría en el cuerpo. Marta le hacía caso, pero lo único que
pensaba era en cuándo inventarían la vacuna. Ella no tenía una
forma rígida de pensar en esas cosas. Si consideraba que algo
era necesario le parecía bien. Podía usar plantas curativas, pero
si aparecía un medicamento o una vacuna lo iba a usar igual.
Sentía que por algo la ciencia había avanzado tanto, la gente
vivía cada vez más tiempo y las enfermedades eran mucho más
tratables con los medicamentos. Sentía que su madre a veces
se creía en la Edad Media, como si realmente fuera una bruja.

Luciana y Silvina pasaron los meses más raros de su vida.


Durante mucho tiempo se comunicaron con sus compañeros
y la maestra mediante la computadora, tuvieron clases en sus
cuartos, el recreo fue en su propia casa, y extrañaron muchí-
simo sentir el olor de sus compañeros, el de la clase y el de la
cocina de la escuela cuando estaba pronta la leche chocolata-
da. Estaban tan cansadas de esa nueva vida de encierro que
ninguna iba a olvidarse del día que se enteraron que habían
descubierto una vacuna para el virus. Se llamaron por teléfo-
no y se pusieron a gritar con lágrimas en los ojos. No podían
creer que pronto volverían al jardín de la abuela, que podrían
104 Lógica viva

verla y escucharla, ya que como la abuela no usaba celular,


con Luciana solo se habían escrito cartas de puño letra que su
madre llevaba y traía cuando iba de visita y le dejaba bajo una
piedra mientras desde lejos le preguntaba cómo estaba. En
una de esas visitas Marta le contó que habían descubierto la
vacuna para el virus y que en poco tiempo iba a llegar al país.
Esperó que su madre se mostrara contenta, pero le dijo que
ella no se iba a dar ninguna vacuna, que hacía treinta años que
no se vacunaba.

–Las vacunas son importantes, mamá, y esta con más razón.

–Conmigo no cuenten. Sabés bien que soy naturista y que no-


sotros no nos metemos nada en el cuerpo que no sea natural.

–Pero, mamá, el virus está matando gente en todo el mundo.

–A mí no me va a hacer nada. Tengo el sistema inmunológico


duro como una barrera.

Marta se agarró la cabeza. Le dejó la carta de su hija debajo de


una piedra y se fue. En la carta Luciana le contaba que estaba
contentísima porque habían encontrado la cura al virus, así lo
decía. A Elvira le dio pena porque, para ella, lo mejor era que
nadie se diera vacunas y que todos tomaran todo lo necesario
de la tierra. Pero sabía que no era su hija, así que no iba po-
der hacer nada al respecto. En la carta le contó lo que venía
haciendo esos días, evitó tocar el tema de la vacuna, y cerró
repitiéndole que tomara mucho jengibre, con menta y limón.
También le dijo que cuando estuviera en un lugar abierto ca-
minara tomando aire, sin tapabocas. Y que se pusiera al sol un
rato todos los días.
Capítulo 6 105

A medida que la población se fue vacunando todo volvió a la


normalidad. La gente regresó a sus tareas cotidianas, a ir al
trabajo o a la escuela, a pasear por la calle. Elvira, sin embargo,
como no se vacunó perdió la confianza en la gente y si bien
nunca había sido de ir mucho por el centro, desde entonces
se encerró más en su casita del monte. Eso no hacía que no
recibiera visitas. Marta le llevaba cosas casi todos los días y
Luciana y Silvina la iban a ver cada tanto. Ella las recibía en el
jardín y pasaban la tarde al aire libre. Ellas seguras por estar
vacunadas, Elvira segura de su sistema inmunológico. Marta y
las chiquilinas con una forma de pensar más flexible, y Elvira
rígida, agarrada al sistema de ideas que regía su pensamiento.
106 Lógica viva
Capítulo 7 107

CAPÍTULO 7

Psicología
en las
discusiones
108 Lógica viva

Plantear una idea es recorrer

Roció Belen Fleitas Sosa,


Escuela n.º 10, Durazno.
un camino hasta llegar al otro.
Capítulo 7 109

C
uando planteamos nuestras ideas, es muy importante
tener en cuenta la validez de nuestros argumentos (la
lógica) pero, además, el efecto psicológico que causan
nuestros argumentos en las personas que nos leen o nos es-
cuchan (la psicología).

Las ideas que planteamos deben estar basadas en buenas razo-


nes, o sea, debemos argumentar por qué es bueno o es verda-
dero lo que estamos proponiendo. Por ejemplo, si planteamos
a nuestros amigos hacer un viaje, es necesario transmitirles
no solo la idea de viajar, sino por qué razones es bueno hacerlo
(porque será divertido, porque es algo nuevo, etc.).

Pero, además de lo anterior, hay otro aspecto que debemos


tener en cuenta, que es la psicología. Hay efectos psicológicos
que influyen en todas las personas cuando escuchan o leen
ideas o razonamientos. Esos efectos pueden influir positiva
o negativamente y hacer que nuestras ideas tengan mayor o
menor aceptación.

Estos efectos psicológicos a veces son muy fuertes y por eso


hay que conocerlos. Todos, en alguna medida, nos vemos in-
fluidos por ellos.

Hay muchos, pero vamos a mencionar tres.

Efecto psicológico 1: Influye el momento en el que se


plantean las ideas

Podemos tener una idea maravillosa y planteada con muchas


razones, pero si la presentamos en un mal momento, dará
la sensación de ser falsa o incluso puede causar rechazo. Por
ejemplo, si les planteamos a nuestros amigos la idea de hacer
110 Lógica viva

un viaje, no sería bueno decirlo en el momento en el que aca-


ban de pelearse o en el que hay alguno que está muy triste por
algún motivo. Es probable que, estando enojados o tristes, ellos
vean la idea con mal agrado, no porque sea mala, sino porque
no están de buen humor. Será mejor plantear la idea en otro
momento, cuando estén tranquilos o contentos.

La idea es la misma (hacer un viaje) pero lo que varía es el mo-


mento de plantearla. Es importante escoger un buen momento
porque en algunos tendremos más chances de que nos digan
que sí, y en otros, más chances de que nos digan que no.

Efecto psicológico 2: Influye el orden en el que se


presentan las razones de una idea

El orden de presentación de las razones es muy importan-


te, porque dependiendo de ese orden, puede causar un efecto
positivo o negativo y hará que las personas se sientan más o
menos atraídas por la idea.

Si tenemos varias razones para defender una idea, es conve-


niente comenzar por alguna de las mejores. Cuando las perso-
nas leemos o escuchamos algo que nos agrada desde el princi-
pio, entramos en una especie de simpatía psicológica, y lo que
viene después, nos suele caer bien también. Por ejemplo, en los
exámenes, los alumnos que comienzan contestando excelen-
temente las primeras preguntas, predisponen al profesor a leer
las restantes con agrado (a excepción de que el resto sea muy
malo). Sin embargo, si las primeras respuestas son malas, el
profesor estará predispuesto a mirar el resto con el mal prejui-
cio de las primeras. Aunque las preguntas sean las mismas, el
orden hacer variar el ánimo psicológico de profesor. ¡Conviene
comenzar por las que sabemos más!
Capítulo 7 111

Lo mismo hacen los abogados cuando intentan convencer a


un juez de que tienen razón. Comienzan explicando alguna de
las mejores razones.

Por ejemplo, si queremos plantearles a nuestros amigos que


sería bueno viajar la semana siguiente, podríamos tener tres
razones: la primera, porque será divertido; la segunda, porque
hay playa y, la tercera, porque habrá un recital de un grupo que
nos gusta. Imaginemos que la mejor de esas razones es porque
habrá un recital. Es probable que, si comenzamos por esa razón,
pueda tener un efecto psicológico mejor. Lo que primero se
escucha es lo que primero impacta y lo que influye psicológi-
camente en lo que se escucha después.

Efecto psicológico 3: Influyen los ejemplos


que empleamos

Si al defender una idea damos varios ejemplos, pero justo em-


pleamos uno que no es muy bueno, desde el punto de vista
lógico, nada indica que nuestra idea sea débil o falsa, sino que
hemos escogido un ejemplo malo entre muchos otros. Sin em-
bargo, psicológicamente causa sensación de que nuestra idea
no es muy buena. Hay que tener mucho cuidado, pues si esco-
gemos un ejemplo malo, dará la sensación de que toda la idea
es mala, aun cuando lógicamente no sea así.

Si volvemos al ejemplo del viaje, imaginemos que queremos


convencer a nuestros amigos de que deberíamos viajar la se-
mana que viene. Entonces, para animarlos, les podríamos
dar ejemplos de otros viajes que hemos hecho juntos. Pero si,
por error, escogemos algún ejemplo de un viaje que les trae
malos recuerdos, es posible que ese ejemplo haga quitarles el
112 Lógica viva

entusiasmo en la idea. ¡Siempre es mejor escoger los ejemplos


buenos y si hay alguno que no es muy bueno, mejor no utilizarlo!

El uso ético de los efectos psicológicos

Conocer los efectos psicológicos es importante para compren-


der que, al plantear ideas, hay elementos que influyen y que
pueden generar estrategias al comunicarnos. Pero también
para tratar estas estrategias de un modo ético.

Podemos preguntarnos hasta qué punto está bien usar ciertos


procedimientos para convencer a otras personas y tener éxito
o cuándo simplemente son modos de expresarnos con más
claridad. Por ejemplo: yo quiero hacer triunfar un proyecto
bueno. Estoy muy seguro de que es bueno. ¿Tengo derecho a
usar estos procedimientos? ¿En qué casos sí y en qué casos no?

Se debe tener en claro que algunas estrategias pueden hacer


que las personas se convenzan más de las ideas, y que la ética
es un ingrediente necesario en cualquier discusión.
Capítulo 7 113

La historia de Nicolás

N
icolás se dio cuenta de que había elegido el peor
momento para preguntarle a su madre si lo llevaba
al cine con Clara y Mauricio. Lo supo más tarde, por
supuesto, después de que le había hecho la pregunta. En el
momento le pareció que ella estaba un poco enojada, pero no
advirtió que no era poco su enojo, sino de esos que dejan la cara
colorada. Su madre volvía de la puerta de calle con un balde y
un trapo. Murmuraba mirando las baldosas. Algún vecino des-
almado había dejado que su perro hiciera sus necesidades en la
puerta. Y eso siempre la ponía de un humor de perros. Bueno,
o de gatos. Lo cierto es que Nicolás hacía días que pensaba que
una buena forma de aprovechar las vacaciones de invierno
era pedirle que lo llevara al cine. Ya les había preguntado a sus
amigos si se sumaban. Ellos les habían preguntado a sus padres
y todo venía sobre ruedas hasta que el vecino, y el perro… Y,
sobre todo, que Nicolás no se dio cuenta de que no era el mejor
momento. Así que la madre, que oyó en medio de su enojo la
pregunta, le respondió que no, que en ese momento no podía,
que no quería saber de nada con el cine, ni con el mundo, que
los vecinos desalmados esto y lo otro…

Nicolás primero se decepcionó. Se arrepintió de no haber po-


dido razonar tranquilo cuál era el mejor momento para la pre-
gunta. Se dio por vencido y canceló la posibilidad escribiéndole
un mensaje a sus amigos. Pero esa noche, después de cenar,
mientras acercaba un tronquito de leña a la estufa, y seguro
de que su madre estaba muy tranquila, por la forma en la que
hablaba, o en la que sonreía, se animó a preguntarle de nuevo:
114 Lógica viva

–Mamá, ¿qué te parece si mañana vamos al cine con Mauri y


Clara? Te juro que no es una película de perros.

Rieron los dos, con las bocas bien abiertas, celebrando


la ocurrencia.

–Sí, mi amor. Mañana llamo a las madres.

–Te prometo que si llegan a ensuciar la vereda mientras no


estamos después de la película limpiamos los cuatro. O pongo
una cámara en la ventana…

–¡Ni me hagas acordar!...

Al otro día, con el permiso concedido, Nicolás y sus amigos


discutían sobre qué película sería la que irían a ver. A Clara le
gustaban las películas de animación. Mauricio prefería las pelí-
culas que hablaban de la naturaleza. Nicolás, sin embargo, esta-
ba entusiasmado con una película que era de dibujitos, basada
en la vida de un bicho que vivía en el desierto. Para convencer a
sus amigos pensó un rato. Debía ser algo que a Clara le pudiera
interesar: si le decía que el personaje era parecido a una iguana
seguro que a ella no le agradaría, porque siempre hablaba de
su repulsión a los reptiles pero, que fuera en dibujitos era a su
favor, ya que se parecía bastante a la animación. A Mauricio no
le gustaban demasiado las películas de dibujitos, pero eso fue
lo último que le contó Nicolás. Primero le dijo que era de un di-
rector que a él le había gustado mucho en otra película, después
que la naturaleza tenía mucha importancia en la historia, ya
que aparecían muchas especies del desierto y sus costumbres, y
cuando ya casi lo tenía convencido, le explicó que eran dibujos
animados, pero eso no hizo que cambiara del todo su opción,
porque lo anterior lo había entusiasmado mucho. Así que fue
una tarde de iguanas en el desierto.
Capítulo 7 115

Cuando salieron de la sala estaban encantados. A Clara la pe-


lícula le había gustado un poco menos que a sus amigos, pero
se había enamorado de la banda sonora. Los tres comentaban
a los gritos las mejores partes. La mamá de Nicolás los invi-
tó a comer algo y todos se mostraron entusiasmados. Nicolás
quería ir a comer pizza, pero recordó una vez en la que Clara
se había tirado encima una porción, se había manchado una
remera nueva y se había puesto muy mal. Así que esperó antes
de proponerlo. Con Nicolás le había pasado algo parecido, y era
que una vez que fueron a comer pizza le hizo mal y se pasó en-
cerrado en el baño del bar. Dejó para el final esas posibilidades
y recordó que había un lugar nuevo donde servían pizza con
pollo frito, algo que a sus dos amigos les encantaba. También
pensó que podía invitarlos a comer fainá y ya en el bar, él pe-
dirse una pizza. Pero sí tenía claro que no diría nada que los
hiciera recordar aquellas feas experiencias con esa maravilla
hecha con harina, levadura y salsa de tomates.
116 Lógica viva
Capítulo 8 117

CAPÍTULO 8

Los planos
mentales
118 Lógica viva

Federico Retamosa, Josefina Argañaraz,


Valentino Forlán, Escuela n.º 1, Mercedes.

Pensando logramos acceder a planos


mentales más elevados y tomamos
decisiones de un modo responsable.
Capítulo 8 119

P
ara explicar qué son los planos mentales vamos a
comenzar con un ejemplo. Una vez les hicieron a tres
personas adultas la siguiente pregunta: ¿está bien
que los niños menores de 10 años tengan teléfono celular? Dos
personas contestaron que no y una contestó que sí.

La primera persona que contestó que no, se llamaba Rosa y era


una señora bastante gruñona. Contestó sin hacer ningún ra-
zonamiento y solo dijo lo primero que se le ocurrió. En verdad,
no le gustaban los celulares y le parecían peligrosos para los
niños. Por eso contestó que no.

La segunda persona se llamaba Ricardo y era un poco más


tranquilo. Al principio iba a contestar que no, al igual que Rosa,
porque los celulares también le parecían peligrosos para los
niños más pequeños. Pero no dijo lo primero que se le ocurrió;
se detuvo a pensar e hizo un razonamiento. Entonces llegó a la
conclusión de que los celulares podían ser buenos, porque si los
niños pequeños tenían uno a mano, podían estar en contacto
directo con sus padres si tenían algún problema. Esto lo llevó
a cambiar de opinión. Por eso contestó que sí.

La tercera persona se llamaba Juana y, al principio, pensó lo


mismo que Rosa, porque tampoco le gustaban los celulares
y le parecían peligrosos. Luego hizo un primer razonamiento
muy parecido al de Ricardo y cambió de opinión, porque tam-
bién creyó que, si los niños pequeños tenían celular, podía ser
bueno para estar en contacto con sus padres. Pero luego hizo
un segundo razonamiento y pensó que, en realidad, los niños
siempre están rodeados de personas mayores y por eso no ne-
cesitan de celulares ante una emergencia. Además, notó que
los celulares les hacen perder mucho tiempo con los juegos.
Esto la llevó a cambiar de opinión. Entonces contestó que no.
120 Lógica viva

De las tres personas, Ricardo fue el único que contestó que


sí. Tanto Rosa como Juana contestaron que no. Cada uno de
ellos llegó a su respuesta a través de un camino que incluyó
un número de razonamientos (o ninguno). Rosa contestó lo
primero que se le ocurrió y no razonó nada. Ricardo contestó
luego de realizar un razonamiento. Juana contestó luego de
dos razonamientos. Cada vez que se hace un razonamiento, se
avanza en un plano mental.

Un plano mental indica el grado de riqueza de razonamiento


que está detrás de una respuesta. Cuanto más razonamientos
hayamos hecho antes de contestar, estaremos en un plano
mental más alto. Como Rosa contestó sin razonar, entonces
diremos que está en el plano mental 0. En el caso de Ricardo,
no se conformó con contestar como Rosa y lo hizo luego de
agregar un razonamiento, y por eso su respuesta está en el
plano mental 1. En el caso de Juana, a lo que habían razonado
Rosa y Ricardo agregó un razonamiento, por lo que hizo dos
razonamientos, y se ubica en el plano mental 2.

Pregunta: ¿Está bien que los niños menores de 10 años tengan


teléfono celular?

¿Cuál fue la
Nombre Plano mental
respuesta?

Plano mental 2
Juana Ha hecho dos razonamientos antes No
de contestar.

Plano mental 1
Ricardo Sí
Ha hecho un razonamiento antes de contestar.

Plano mental 0
Rosa No ha hecho ningún razonamiento antes No
de contestar.
Capítulo 8 121

Por supuesto, una cuarta persona podría agregar un razona-


miento más a lo que dijo Juana, y estaría en el plano mental 3,
y así se puede seguir avanzando. Podrían venir otros con más
razonamientos y en planos mentales más elevados.

Ahora bien, ¿para qué sirve conocer los planos mentales? Para
evitar malentendidos. Muchas veces dos personas contestan
lo mismo, pero están en distintos planos mentales. Por ejem-
plo, Rosa y Juana contestaron que no están de acuerdo con
que los niños menores de 10 años tengan celulares. Pero Rosa
ha contestado sin razonar nada y diciendo lo primero que se
le ocurrió. Sin embargo, Juana contestó luego de razonar, ya
que pensó que los celulares podrían ser buenos y luego se dio
cuenta de que eso no era tan cierto y que generan distracciones
en los niños. La respuesta de Juana es más elaborada y más
rica, porque está en un plano mental más alto. Es aquí cuan-
do viene la confusión. Cuando una persona no explica cómo
llegó a su respuesta, las demás personas pueden confundirse
y pensar que está en el plano mental más bajo, o sea, en la
respuesta menos elaborada. Por ejemplo, si Juana no explica
sus razonamientos, las otras personas podrán pensar que su
respuesta es impulsiva y sin razonamiento ninguno, como la
de Rosa. ¡Siempre que podamos debemos explicar a otros el
camino de nuestros razonamientos para que no crean que no
hemos razonado nada!

Lo mismo sucede en el caso del siguiente juego con una bolita.


Un niño muestra a otro las dos manos cerradas y solo en una
de ellas hay una bolita. Supongamos que la bolita está en la
mano derecha. Ahora vuelven a jugar y el niño vuelve a escon-
der la bolita en una de sus manos. Aquí viene la pregunta: “¿en
qué mano estará ahora la bolita?” El niño que apuesta por la
izquierda, parece haber dicho la respuesta más obvia (alternar)
aunque en verdad pudo haber llegado a esa opción haciendo un
122 Lógica viva

razonamiento más complejo. Pero si los demás no se enteran,


lo tratarán como si fuera poco inteligente.

En el caso del juego de la bolita, un niño puede creer que la


bolita estará en la mano derecha o en la izquierda, pero por
razones muy diferentes. Si en la primera ronda la bolita estaba
en la mano derecha, el primer razonamiento lo llevará a creer
que la bolita ahora está en la mano izquierda, simplemente
porque pensará que cambiará de mano. Pero tal vez haga un
paso de razonamiento y piense que el otro la volverá a poner
en la misma mano y, por eso, diga nuevamente la derecha. O,
tal vez, avanzando un paso de razonamiento más, se dé cuenta
de que el otro pondrá la opción más obvia a propósito y por eso
dirá la respuesta más obvia; la izquierda. Contestará lo mismo
que el niño que no razona nada, pero está en un plano mental
más elevado, porque ha hecho más pasos de razonamiento.

Si nosotros no decimos cuál es el razonamiento que nos llevó a


la respuesta, las otras personas no pueden darse cuenta en qué
plano mental estamos, si uno alto, o uno bajo, y seguramente
piensen que estamos en uno bajo. Por eso, siempre que poda-
mos, cuando expresamos una opinión, debemos explicar cómo
hemos llegado a ella porque, de otro modo, los demás podrían
pensar que es una respuesta que hemos dado sin pensar, o que
es lo primero que se nos vino a la mente, o que es un capricho.
¡Nadie puede adivinar la riqueza de nuestros pensamientos si
nosotros mismos no los contamos a los otros!
Capítulo 8 123

Historia de Manuel
y Patricia

M
anuel y Patricia van a la escuela caminando. El
año pasado iban a caballo, pero era un caballo
viejo y, de un día para el otro, enfermó y ya no
pudieron montarlo. Después probaron en bicicleta, pero había
zonas del terreno que no podían atravesarlas porque había
que saltar montañas de barro, atravesar sembradíos y zanjas
hondísimas. Caminando es más sencillo, aunque también es
más cansador. Caminan durante media hora a la ida y durante
media hora a la vuelta. La ida es más complicada, porque en
invierno el campo entero parece cubierto por nieve. Una vez
Manuel agarró un puñado de escarcha y dio un grito. Le juró
a Patricia que fue como haber tocado el fuego. Por las dudas
Patricia se puso alerta. Se imaginó que, a su hermano, que es
un poco bromista, se le iba ocurrir ponerle un poco de hielo en
la nuca, entre la ropa y la piel. Pero por suerte Manuel ya iba
pensando en otra cosa.

En primavera les encanta salir temprano, ver el sol recién ama-


necido, y los pájaros alborotados. Los colores ganan terreno a lo
largo del campo y ellos sienten que todo lo que piensan tiene
la frescura del aire y el color verde del campo.

El año pasado, cuando estaban por terminar las clases, salieron


como todos los días de la semana para la escuela, y cuando iban
por un caminito de tierra, vieron un anillo. Brillaba como una
estrellita perdida en medio del camino. Lo vieron al mismo
124 Lógica viva

tiempo, pero Manuel fue más rápido y corrió a agarrarlo. Lo


miró a la luz del sol mientras Patricia se acercaba con cara larga.

–Yo lo vi primero –dijo ella, soltando la mochila.

–El que lo agarra es el dueño –dijo Manuel. No recordaba de


dónde había sacado esa frase, pero sentía que no la estaba in-
ventando en ese momento.

–No vale, te aprovechás de que sos más rápido que yo. Tendría
que darte vergüenza, siendo más grande.

Manuel no dijo nada. Se quedó pensando en lo que Patricia


le había dicho, pero no volvieron a hablar del tema hasta que
salieron de la escuela. El sol estaba alto todavía y, aunque la
maestra a veces los arrimaba, ese día se disculpó porque tenía
que ir para el pueblo y ellos vivían para el otro lado.

Patricia no había dejado de pensar en el anillo. En Matemáticas


todo era una circunferencia con piedritas de colores, en Historia
era el anillo de una reina que había ordenado que cerraran
las puertas de la ciudad y se prepararan para resistir a la gue-
rra que se avecinaba, en Astronomía era uno de los anillos de
Saturno, observados en ese momento por Galileo Galilei. Y a la
hora de almorzar había sido una rosquita. Todo le recordaba al
anillo que su hermano tenía en el bolsillo de la túnica. Porque,
además, Patricia estaba segura de que era un anillo mágico,
pero que para dar magia tenía que estar en sus manos, y no en
las de Manuel.

En el camino de vuelta Patricia le dijo a su hermano que el


anillo estaba encantado, que si se lo daba ella podía mostrar-
le un truco. Manuel se rio. La propuesta tenía olor a trampa.
Ella insistió en el camino, buscando las diferentes formas de
Capítulo 8 125

convencerlo, recurriendo al pasado, a momentos en los que


ella había hecho muchas cosas por él, recordándole regalos y
abrazos, hasta que lo convenció de que se lo prestara.

–Yo te lo presto, pero si adivinás en qué mano está.

–Bueno –dijo ella, dejando caer la mochila y segura de su suerte.

Estaban los dos detenidos en el medio del campo. Si se los mi-


raba desde arriba eran dos marquitas blancas en el mapa. Dos
brillos en medio del verde, uno al lado del otro, inmóviles. No
eran lo único en ese mapa. También se veía una construcción
hacia el este, tres ovejas, dos vacas coloradas, y un caballo blan-
co. Hacia el oeste corría un arroyo, que de cerca parecía hondo,
pero visto de arriba era como esas figuras que forman las gotas
que corren por los vidrios de las ventanas empañadas.

Manuel escondió las dos manos en su espalda. En una tenía el


anillo y lo pasaba a la otra, y volvía, mientras pensaba qué le
convenía hacer. Lo dejó en la mano derecha. Pensando en que
había ido muy lejos con ofrecerlo así, volvió a aclarar.

–Si adivinás en cuál está te lo presto hasta que lleguemos a


casa. Nada más que eso. ¿Trato?

–Trato –contestó Patricia.

Manuel extendió los dos puños y ella estuvo un rato para deci-
dirse por una mano o la otra. Al final le dio un golpecito a la de-
recha. Él aprovechó el momento de tensión para preguntarle si
estaba segura. Ella sintió que él hacía eso porque estaba en esa
mano, era un síntoma de inseguridad, así que mantuvo el dedo
sobre el puño de su hermano. Él dio vuelta la mano y la abrió.
En el centro, como un animalito recién nacido, estaba el anillo.
126 Lógica viva

Patricia celebró dando un salto y Manuel le advirtió que no


fuera a perderlo, y que se acordara que cuando llegaran a la
casa iba a tener que devolvérselo.

Aunque todavía tenían que caminar un cuarto de hora, para


Patricia, el tiempo pasó volando. Era un anillo plateado, con
piedras del color de los granos de la granada. Ella estaba segura
de que era mágico, aunque en un momento se le cruzó la idea
de que alguien podía haberlo perdido, y no necesariamente una
reina a la que le declaraban la guerra. Alguien común y corrien-
te, como algún vecino, o la maestra. Pero descartó esas ideas. Ya
más tarde pensaría en eso, ahora quería aprovechar que tenía
el anillo y que el anillo le daba cierto poder. Lo apretó fuerte y
deseó ser invisible. En todo el camino de vuelta le pareció que
su hermano no la veía.

Apenas llegaron a la casa, Manuel se paró en la puerta y le


exigió el anillo para entrar, como si fuera el empleado del pea-
je. Patricia tuvo la tentación de salir corriendo para el fondo,
pero ya lo había hecho otras veces y estaba segura de que esas
cosas nunca terminaban bien. Así que le dio un beso al ani-
llo y se lo dio.

–¡Puaj! Ahora lo tengo que lavar –dijo Manuel y se metió


en el baño.

La madre volvió del fondo y dejó una palangana en el piso. Les


besó la cabeza y les preguntó cómo les había ido. Patricia estu-
vo tentada de contarle lo del anillo, pero sintió que sería injusta
con su hermano, y que él, dentro de todo, había cumplido su
palabra. Sabía además que Manuel lo contaría enseguida. Eso
la hizo sentir un poco bruja, como si el anillo le fuera dando
poderes de a poco. Es que apenas volvió del baño Manuel le dijo
a su madre que habían encontrado un anillo. Ella quiso verlo.
Capítulo 8 127

Le dijo que era muy lindo y que parecía valioso y que, aunque
no lo fuera, podía ser valioso por ser un recuerdo de alguien que
ya no estaba, o un objeto que recordaba algo importante para
la persona que lo había perdido. Manuel y Patricia quedaron en
silencio, y prometieron que al otro día tratarían de saber quién
lo había perdido.

Ya estaban acostados. Las luces estaban apagadas y solo se


veían apenas de una cama a la otra por la luz que la luna em-
pujaba dentro de la pieza.

–¿De quién será el anillo, Pati?

–Pensaba en eso mismo. A la maestra nunca se lo vi. Capaz que


lo llevó algún chiquilín. Con lo que me gustaría que fuera mío…

–Y a mí más.

Al otro día, antes de salir para la escuela, Patricia le preguntó


a Manuel si le prestaba el anillo para llevarlo en el viaje, y le
dijo que cuando llegaran a la escuela se lo devolvería. Manuel
le respondió que no, que ya lo había llevado ella el día anterior,
y que podía perderlo. Patricia le dijo que no se animaba, que
tenía miedo. Él se rio, mirándose los zapatos cubiertos de tierra.
Y enseguida aceptó.

Manuel recordó que el día anterior había escondido el anillo en


la mano derecha, así que pensó que lo mejor sería esconderlo
en la otra mano. Patricia pensó que, si él lo había escondido en
la derecha, ahora lo escondería en la izquierda. Pero también
pensó lo que él podía pensar, como hacían en la escuela cuando
jugaban ajedrez. Manuel podía haber pensado que Patricia iba a
pensar que si el día anterior lo había puesto en la derecha ahora
lo pondría en la izquierda, así que más seguro sería dejarlo en la
128 Lógica viva

derecha. Pero, como ella no confiaba mucho en el razonamien-


to de su hermano, le parecía que él no se animaría a ponerlo
en la misma mano, así que seguramente lo pasaría al final a la
izquierda. Y así fue. En la izquierda encontró el anillo y dio un
salto más alto que la tarde anterior.

Se lo puso en el pulgar y aun así el anillo bailaba. Lo miró tanto


que al final encontró las iniciales. Le dijo a Manuel que tenía
dos letras: AZ. Manuel le dijo que no debían ser iniciales, que
eso significaba la totalidad: de la “A” a la “Z”. A Patricia le causó
un poco de gracia. No estaba mal el razonamiento, pero no
era muy lógico.

–También puede ser un color y algo para ponerse: amarillo


y zapato –dijo Patricia riendo, pero teniendo cuidado de no
perderlo.

–Azul y zapo –dijo Manuel.

–Un sapo azul, sí, pero con faltas. Va con “s”.

–Bueno, igual es linda la historia del sapo azul con zapatos


amarillos.

Se rieron. Ya casi llegaban a la escuela.

Patricia le devolvió el anillo a Manuel antes de atravesar el


portón. A media mañana, mientras desayunaban, Manuel se
puso de pie y preguntó si alguno había perdido un anillo. Nadie
contestó nada. La maestra se acercó a mirarlo y le dijo que era
muy lindo, pero que no era suyo. En ese momento siempre hay
algún gracioso que dice que es de él, pero Manuel le preguntó
qué letras tenía y nadie supo contestar. Manuel se quedó con-
tento. Entonces iba a poder quedárselo. Le pareció que Patricia
Capítulo 8 129

estaba un poco triste y se lo alcanzó. Le dijo que era de los dos,


que podían compartirlo.

Después la maestra propuso una historia con tema libre.


Patricia escribió algunas de las historias que se le habían ocu-
rrido con el anillo. Manuel, la del sapo azul con zapatos ama-
rillos. A todos le gustaron muchísimo esos trabajos. Si bien
ellos solían ser buenos para contar cuentos, porque tenían un
abuelo que era el mejor de la zona en inventar y entretener a
otros en un fogón, esta vez esos cuentos parecían tener magia.
La magia que les dejó el anillo. Porque cuando iban a irse esa
tarde la maestra los detuvo en la puerta y les dijo que ya sabía
de quién era el anillo. Alicia, la repartidora de pan, le había
escrito hacía un rato. Había perdido su anillo, y quería saber si
alguien podría haberlo encontrado.

Lo devolvieron y se fueron a casa. Tenían muchas ganas de


llegar para compartir con la madre y con el abuelo esas dos
historias que habían salido de un anillo mágico.
130 Lógica viva

Federico Retamosa, Josefina Argañaraz y


Valentino Forlán, Escuela n.º 1, Mercedes.

¿En qué mano podría estar lo que busco? No lo


tomo a la ligera, necesito tiempo para pensar.
Capítulo 8 131

Leonardo Maciel,
Escuela n.º 1, Mercedes.

Los hermanos sostienen el anillo.


132 Lógica viva
Capítulo 9 133

CAPÍTULO 9

Ilusión
de experiencia
134 Lógica viva

En algunas ocasiones, es necesario

Alexander Gómez,
Escuela n.º 10, Durazno.
cambiar la forma de construir
para obtener mejores resultados.
Capítulo 9 135

M
uchas veces las personas hacen las cosas de una
misma manera, siempre igual. Por ejemplo, para
hacer un pan flauta, un panadero mezcla siem-
pre una determinada cantidad de harina, levadura, agua y sal,
y hornea el pan durante determinado tiempo. Todos los días
repite la misma receta y, cuanto más la hace, más se convence
de seguirla haciendo siempre igual. La práctica de una activi-
dad durante mucho tiempo le permite confiar en su trabajo.
Si sabe por qué utiliza esa receta en lugar de otras, o si prueba
el pan cada tanto, puede incluso ir perfeccionando su trabajo.

Sin embargo, a veces las personas creen que lo que hacen es


bueno, o lo que piensan es correcto, solamente porque siempre
lo han hecho o pensado así, sin saber por qué, o sin confirmar
si está bien o si es la mejor opción. Cuando esto sucede, caen
en un error de razonamiento llamado ilusión de experiencia.

La ilusión de experiencia es un error muy común. Consiste en


creer que algo que hacemos o pensamos es bueno o correcto
solamente porque desde hace tiempo lo hemos realizado así,
sin investigar realmente por qué. Esta ilusión de experiencia
se presenta comúnmente en oficios, profesiones, costumbres
sociales u otros hábitos rutinarios.

Por ejemplo, si el panadero cree que la receta es muy buena


solamente porque siempre la ha hecho así durante años, sin
preguntarse si hay otras recetas mejores, sin probar su propio
pan o sin preguntar a los clientes si les gusta, tal vez se esté
equivocando sin saberlo. ¿Qué pasaría si les preguntara a los
clientes? ¿O qué pasaría si les diera a probar otra receta de pan
flauta distinta a la que ha hecho siempre y a ellos les gustara
más? ¿Seguiría pensando que su receta es muy buena solo por-
que la ha hecho durante muchos años o la cambiaría por otra?
136 Lógica viva

Es necesario investigar por qué hacemos lo que hacemos a dia-


rio o desde hace mucho tiempo, para no caer en la ilusión de
experiencia, para poder confirmar que lo que creemos correcto
efectivamente lo es o, por el contrario, para darnos cuenta de
que estábamos equivocados.

Cuentan que, en la plaza principal de una ciudad, había un


banco de color verde en el que hacía años nadie podía sentarse.
Al lado del banco había un viejo guardia. Cada vez que alguien
quería sentarse decía: “En ese banco nunca nadie puede sen-
tarse”. Algunas personas preguntaban por qué, y el viejo guar-
dia siempre contestaba lo mismo “Hace años que nadie puede
sentarse, siempre ha sido así, siempre ha estado prohibido”.
Pasaron varios años, y como el guardia siempre contestaba lo
mismo, cada vez se convencía más de lo que decía y era más
severo con la gente que quería sentarse. Luego de un tiempo, el
viejo guardia se jubiló y llegó un nuevo guardia. Como era muy
curioso, no se conformó con dar la respuesta y se preguntó por
qué nadie podía sentarse allí. Entonces, investigando, se dio
cuenta de que hacía muchos años, un jefe de la Intendencia
había dado la orden de pintar el banco con pintura de color
verde y ordenó que nadie se sentara porque la pintura estaba
fresca. Días después llegó el viejo guardia sin saber la razón
de la orden y solo supo que estaba prohibido sentarse en el
banco. La pintura se secó, pero el viejo guardia, sin saber por
qué, siguió cumpliendo la orden de que nadie podía sentarse
en el banco de color verde. Y con los años, nadie pudo sentarse
porque “siempre había sido así” hasta que el nuevo guardia,
cuando se preguntó e investigó, se dio cuenta de la verdad y
dejó de prohibir sentarse. Entonces, la gente pudo disfrutar del
banco de la plaza otra vez.

Cuando las personas piensan que las cosas están bien porque
siempre las han hecho de esa manera sin preguntarse por qué,
Capítulo 9 137

incluso pueden suceder cosas muy peligrosas. Por ejemplo, un


médico puede recetar durante años una misma medicación y
por eso creer que es buena, pero tal vez eso no sea así, porque
no ha comprobado directamente sus efectos. Tal vez diga, “este
medicamento con hierbas es bueno para la tos pues vengo
recetándolo hace mucho tiempo”, pero podría pasar que ese
medicamento no fuera efectivo, o tal vez pudiera ser perjudi-
cial, afectar el estómago o tener otros efectos negativos. ¿Qué
pasaría si investigara sobre estudios médicos más recientes
sobre ese medicamento? ¿Y si les preguntara a sus pacientes
qué tal les ha resultado? ¿Seguiría recetando el mismo medi-
camento con hierbas?

Es muy importante saber por qué hacemos lo que hacemos


para no caer en la ilusión de experiencia. Esta ilusión, mu-
chas veces puede ser más fuerte que la realidad. La ilusión de
experiencia mantiene continuamente las falsas creencias, las
prácticas erróneas.

¿No habrá algo qué hacemos hace tiempo y nunca nos hemos
preguntado por qué lo hacemos?
138 Lógica viva

Kimberly Coelhos,
Escuela n.º 119, Salto.

Lo que nos une al pasado muchas veces


también nos separa del presente.
Capítulo 9 139

La historia del abuelo


de Matías

E
l abuelo de Matías es el médico del pueblo. El único
médico en toda la zona. Por conocer muy bien la salud
de los humanos, más de una vez le pidieron también
que auxiliara a algunos animales que estaban en peligro: la
yegua gateada de los Molina, por ejemplo, que tenía al potrillo
atravesado en el momento de parir. Por suerte todo salió bien
y, para homenajearlo, nombraron al potrillo con el nombre del
abuelo; Vicente. Es un médico muy bueno, y muy querido por
todos, pero a veces siente que debería jubilarse. Hace mucho
tiempo que se dedica a curar a los otros, y más de una vez lo
dijo. Al final, tiempo, parece ser una de sus palabras preferidas.

Matías pensó más de una vez en relevarlo. Estudiar medicina


y volverse él mismo el médico del pueblo. Le queda mucho
por estudiar todavía, eso al menos es lo que le dice el abuelo
mientras le acaricia la cabeza a su perro Firulais y le cuenta lo
difícil que se le hacía viajar a estudiar cuando era un muchacho.
Todos los días tempranito se subía a un tren y atravesaba el
Departamento. Estaba horas estudiando en las diferentes se-
des de la Facultad de Medicina, y se volvía justito para ver caer
el sol del otro lado del mundo. En ese momento en el pueblo
no había ningún médico. Cuando alguien se enfermaba había
que ir a buscarlo lejos, o trasladar al paciente, si era posible,
arriba de un carro tirado por caballos, o en algún autito viejo.
Fueron varios años de esfuerzo, de dedicación, de prácticas en
hospitales de diferentes lugares, de leer durante horas en el
asiento del tren que daba saltos como si fuera corriendo por el
140 Lógica viva

entramado de unas venas que bombeaba un enorme corazón:


tun-tun, tun-tun.

–¿Y qué sentiste cuando te recibiste, abuelo? –pregunta Matías,


y Firulais se le acerca, atraído por su voz.

–Ah, bueno, alivio, alegría, tantas cosas juntas que se me caían


las lágrimas.

–¿Y qué decía la abuela?

–A tu abuela recién la había conocido cuando me recibí. Se


habían mudado al pueblo hacía poquito, y su mamá se sintió
mal. Preguntó por todos lados por un médico y aunque yo no
era recibido la mandaron para casa, porque era el que más
podía saber. No era nada grave, una infección por una comida
en mal estado. A la semana estaba como nueva. Y tu abuela y
yo también, como novios nuevísimos.

Vicente le sigue contando cada detalle de su propia histo-


ria. Como luego comenzó a salir a los diferentes pueblos del
Departamento a ayudar a los enfermos, comenzó a sentirse
más cerca de su gente. A veces iba en un caballo que le habían
dado como parte de un pago. Llevaba un maletín y un sombre-
ro lo protegía del sol en los tramos largos. Siempre hablaba para
sí rogando que el paciente aguantara un poco más si el caso
era grave. Algunos datos le llegaban por telegrama, unas pocas
palabras: sesenta años / dolor fuerte en el vientre / cuarto día.

Vicente consultaba un manual que había comprado unos años


antes, en el que sentía que estaban años de estudio de médicos
de diferentes partes del mundo. Cuando no tenía que salir a
atender a alguien y la cosa estaba tranquila, algo que también
Capítulo 9 141

pasaba cada tanto, se sentaba a beber café en la cocina y a re-


pasar enfermedades en el manual.

–Tu padre y tu tía adoraban ese libro. Siendo niños se pasa-


ban horas mirando los dibujos del cuerpo humano –le dice a
Matías–. Ahora que lo pienso, hace tanto que no sé dónde está.

–¿Pero no lo necesitaste más, abuelo?

El abuelo se queda pensando. Matías tiene razón. ¿Cómo es que


hace tanto tiempo que no necesita confirmar una duda, o una
certeza? Mientras piensa eso lo sorprende el timbre. Firulais da
tres ladridos uno atrás del otro, y se acerca a la puerta a olfatear.

–Soy Mirna, Vicente, necesito una mano –escuchan que al-


guien dice desde afuera.

Mirna le explica que, aunque su nieta ya tomó dos semanas el


medicamento que le recomendó no mejora. Por primera vez
el abuelo decide invitar a Matías a la consulta, así que salen
los tres caminando por las calles del pueblo bajo el sol del me-
diodía. Matías conoce a la nieta, y le da un poco de vergüenza.
Iban juntos al jardín de infantes. Pero hace años que no sabe
mucho de ella, más que verla pasar por ahí cada tanto y salu-
darse apenas con la mano.

Entran en la casa. Los perros saltan a olfatear el olor a Firulais


que ellos llevan impregnado en los pantalones. Mirna calma a
los perros con una sola palabra y los tres salen moviendo colas
y orejas para el fondo.

El cuarto de Ariana es cálido. Tiene cuadros de películas, una


biblioteca chica y algunas muñecas en una repisa.
142 Lógica viva

Vicente pide permiso y pasa. Matías lo sigue, y aunque también


quiere pedir permiso no le sale ni una palabra de la boca. Ella
se sorprende de verlo en su casa y le sonríe, aunque tiene cara
de estar pasándola mal.

–Treinta y ocho –dice Vicente cuando le saca el termómetro


de la axila.

–Son muchos días, doctor, así.

–Y me dice que tomó la medicación…

–Sí, cada pastilla. Yo se las di como usted me dijo.

Vicente le pide a Matías que salga del cuarto y la revisa. Matías


aprovecha para caminar un poco por la casa y aprender qué co-
sas le gustan a Ariana y a su familia, de acuerdo a lo que obser-
va: los tipos de adornos, los muebles, los colores. Se preocupa
un poco por la salud de la niña, pero sabe que si está en manos
de su abuelo no le va a pasar nada malo. En la cocina encuen-
tra una libretita de papel y unas lapiceras de colores. Mientras
espera que vuelva su abuelo hace un dibujo. Escribe chiquito
“Que te mejores”, pero no se anima a llevárselo. De golpe llega
el grito de su abuelo y sale para el cuarto. El dibujo queda arriba
de la mesa hasta que un rato más tarde Mirna, pensando que
es un dibujo de Ariana, lo cuelga de la heladera con un imán.

Esa tarde, después del almuerzo, Matías le pregunta a su abuelo


si sabe qué enfermedad es la que tiene Ariana. Él le dice que sí.
Matías le pregunta por qué no se cura entonces. Surge entre los
dos una conversación muy profunda, que hace que el abuelo
sienta que su nieto está mucho más grande. Matías le pregunta,
por ejemplo, cómo hace para saber si una enfermedad es una
u otra si hay varias que pueden tener los mismos síntomas.
Capítulo 9 143

Vicente tiene una explicación automática para cada cosa y eso


lo lleva a pensar, que mucho de lo que hace, lo hace seguro de
que es así, sin comprobarlo. Lleva tantos años haciendo de-
terminadas cosas que siente que las conoce al golpe de vista,
sin sentarse realmente a profundizar en su conocimiento, a
actualizarlo. Así que invita a Matías a subir al desván y entre
libros llenos de polvo encuentran el Manual de medicina que
el abuelo dejó de consultar hace muchos años.

Primero pasan horas consultando el libro y después un mon-


tón de textos que Matías encontró en páginas dedicadas ex-
clusivamente a la medicina en internet. La abuela les alcanza
tazas con café con leche y pedazos de torta. Los investigadores
comentan cosas, anotan, y se alimentan mientras cae la tarde.

Al otro día, Vicente vuelve a visitar a Ariana. Pero lo hace en el


horario en el que Matías está en la escuela, así que la visita solo.
Mirna se alegra de verlo. Vuelve a revisar a la niña, pero esta vez
le receta otro medicamento.

Dos días más tarde Ariana se siente como nueva. Se levanta


temprano y cuando llega a la cocina con un hambre de locos,
dispuesta a devorar el desayuno, ve el dibujo en la puerta de
la heladera. De inmediato recuerda la visita de Matías, y se
promete que esa misma tarde, cuando vuelva de la escuela,
preparará galletas de avena para llevarle al dibujante y a su
abuelo, como una forma de agradecimiento.
144 Lógica viva
Capítulo 10 145

CAPÍTULO 10

Valor
y uso del
razonamiento
146 Lógica viva

Grupo 6to. Año, Escuela n.º 200


Oeste-Montevideo.
Necesitamos del raciocinio y de la investigación
para ver distintos puntos de vista.
Capítulo 10 147

Pensar por grados

C
uando las personas discuten u opinan sobre algún
asunto, muchas veces suelen fanatizarse o plantear
su posición de modo muy extremo.

Supongamos que hacemos una pregunta sobre algún escri-


tor uruguayo muy famoso. Por ejemplo; “¿Qué opinas de los
cuentos de Horacio Quiroga?”. Muchos dirán: “Es un escritor
excelente. Todos sus cuentos son buenísimos”. O tal vez otros
dirán: “Es oscuro, terrorífico y no me gusta nada”. O sea, es
muy fácil encontrar gente con opiniones extremas. Pero no es
tan fácil encontrar muchos que digan algo más gradual como,
por ejemplo: “Horacio Quiroga me parece muy bueno, pero no
excelente”. El juicio en ese grado (sobre un escritor famoso) po-
siblemente no aparezca demasiado, a pesar de que es más justo
que las exageraciones anteriores. Aparece una novela famosa y
le preguntan a la gente: “¿Qué tal es ese libro?”. “¡Es magnífico!”,
dicen algunos, “¡Es horrible!”, dicen otros. Pero pocos dirán:
“El libro me parece bueno, pero no muy bueno”; o, “está entre
bueno y muy bueno”; o bien: “El libro no es muy bueno, pero
tiene ciertos méritos…”.

Cuando opinamos de algo siempre es más fácil decir que es


todo bueno o todo malo, pero las cosas no suelen ser tan ex-
tremas. Lo más probable es que sea un poco bueno y un poco
malo, pero para que la respuesta no sea extremista necesita-
mos pensar un poco más, y no contestar lo primero que nos
parece. Dar una opinión intermedia es poder pensar por grados.

Pensar por grados significa reconocer algunos aspectos positi-


vos o negativos, o no simplemente decir lo primero que se nos
ocurre. Pero… ¿cómo podemos pensar por grados?
148 Lógica viva

Para eso tenemos dos herramientas para razonar antes de con-


testar. Una de ellas es el raciocinio. Otra es la investigación.
Vamos a estudiar qué es cada una de ellas.

El raciocinio

¿Qué es el raciocinio? Para contestar, veamos cuándo lo usa-


mos. Usamos nuestra capacidad de raciocinio cuando pensa-
mos y elaboramos ideas y conclusiones.

Una vez un grupo de sabios se hizo esta pregunta: ¿Las personas


que tienen mucho dinero son más felices que las demás personas?
Entonces empezaron a pensar en una sala. Uno dijo que las
personas con mucho dinero son más felices porque pueden
comprarse muchas cosas. Otro dijo que no, porque las personas
que tienen mucho dinero se pasan preocupadas por cuidar las
cosas que se han comprado. Otro dijo que eran más felices,
porque si estaban tristes podían pagarse un viaje para olvidar-
se de sus problemas. Otro dijo que eran menos felices, porque
no tienen amigos verdaderos porque la gente se les acerca por
las cosas que tienen y no por lo que son. Y así siguieron varias
horas, hasta que llegaron a una conclusión gradual, porque en
algunas cosas el dinero nos puede dar mayor felicidad y en
algunas otras cosas no.

Todo lo que podamos pensar únicamente usando nuestra ca-


pacidad de razonar, será una aplicación de raciocinio.
Capítulo 10 149

La investigación

Pero, a veces, el raciocinio solo no alcanza para llegar a una


conclusión. En ocasiones es necesario usar nuestra capacidad
de investigación, esto es, de observar el mundo para extraer
datos o de diseñar un experimento que nos ayude a llegar a
una conclusión. En el caso de los sabios, a uno de ellos se le
ocurrió la siguiente idea, ¿y si hacemos una investigación y le
preguntamos a la gente si es feliz? Entonces le preguntaron a
100 personas que tenían mucho dinero y a 100 personas que no
lo tenían, y se dieron cuenta de que había gente feliz en ambos
grupos, ¿qué conclusión se podría extraer? Seguramente algu-
na conclusión gradual porque no sucedió que todos los de un
grupo fueran más felices que los de otro.

Combinar el raciocinio
y la investigación

Pero, ¿qué es mejor? ¿Usar el raciocinio o la investigación?


Depende del caso, pero es probable que usar ambas cosas sea
una buena idea. Para el caso de la pregunta sobre si las perso-
nas con mucho dinero son más felices, es muy bueno poder
usar el raciocinio para pensar posibles respuestas y también
crear investigaciones para poner a prueba nuestros raciocinios.
¡El raciocinio y la investigación se complementan!

Pero a veces las personas se equivocan porque, o bien no se


dan cuenta de si usar el raciocinio o la investigación, o a veces
solo quieren usar uno de los dos. Una vez se discutió sobre cuál
debía ser el color del papel de los libros de los textos escolares.
150 Lógica viva

Algunos decían que era mejor una hoja muy blanca y otros,
una hoja más gris. Para defender la hoja blanca, un raciocinio
sería el siguiente: conviene que entre el color de la tinta y el
color del papel haya la mayor diferencia posible para que las
letras puedan distinguirse con mayor facilidad, lo cual ahorra
trabajo a la vista; de aquí se deduciría, por ejemplo, que la ins-
cripción negra sobre el papel blanco es la mejor. Otro raciocinio
para defender una hoja grisácea sería el siguiente: conviene
que no haya demasiado contraste entre el color de la tinta y el
color del papel, porque el contraste molesta a la vista y la hace
sufrir. Así se llegaría a concluir que el papel debe ser gris o tal
vez más oscuro.

Aquí hay dos raciocinios. Cada uno de ellos, aislado, parece bue-
no. Cuando hemos hecho los dos, notamos que hay una cues-
tión de grados; que debemos combinar los dos raciocinios, y
decimos: “Conviene, por una parte, que haya bastante diferen-
cia entre el color del papel y el color de la letra, para que la letra
se vea bien; por otra parte, conviene también que el contraste
no sea demasiado grande, porque entonces llegaría a molestar
la vista”. Hasta aquí el raciocinio. Ahora: ¿cuál es el punto pre-
ciso al que debe llegar, y del que no debe pasar la diferencia de
color? ¿Cuándo es “excesiva”, o deja de serlo? ¿Cuál es el grado?
¿Cómo puede resolverse cuál es ese grado? Únicamente por la
investigación. Bien, en este caso, la experiencia sería posible:
observar los resultados que producen textos impresos de di-
ferente manera.

No siempre podemos hacer investigaciones, pero cuando


podemos, junto con los raciocinios nos llevan a las respues-
tas graduales más adecuadas y nos evitan pensar en opi-
niones extremas.
Capítulo 10 151

La historia de Elisa

E
lisa no se puede dormir. Se acostó hace un rato, pero
sigue teniendo los ojos fijos en el techo de la habitación.
Aunque no parezca, se siente feliz, porque la felicidad
a veces también nos quita el sueño. En la mañana recibió una
llamada. Una mujer le contó que es la heredera de unas tierras en
el sur de Italia donde vivían unos familiares lejanos que ella no
sabía que existían. Repitió su nombre, su apellido, su número de
cédula. Pensó que era un engaño, pensó que era una broma. Pero
confirmó en la tarde con un profesional que todo es exactamente
como se lo contaron.

Elisa siempre vivió en una casita muy modesta, y ahora va a


cumplir su sueño de toda la vida. Construir una casa de acuerdo
a sus intereses, a sus gustos, a sus deseos. Si hace unos años le
preguntaban cómo le gustaría una casa respondía sin dudar: las
casas más hermosas son las casas grandes con balcón. Una vez
también dijo: “Mi casa soñada es de tres pisos y tiene que estar
frente al mar”. Ahora, tirada en la cama, imagina casas fabulosas:
un rascacielos con enormes salones y vista al jardín en todas las
habitaciones; una casa circular levantada en una isla, con un par-
que donde descansar en una hamaca paraguaya que cuelga entre
dos palmeras; una casa bajo la tierra, segura frente a los desastres
naturales como la caída de un meteorito; una casa con otra casa
dentro, y dentro de esa, otra casa más, como esas muñequitas
rusas que entran una dentro de la otra…

Pero después empieza a pensar en cosas posibles. Evita la excita-


ción que le provoca la posibilidad de hacerse la casa que quiera,
y razona sobre qué necesita, y cómo hacer para llevarlo a cabo.
152 Lógica viva

Trata de no irse a los extremos, ni dejarse gobernar por las emo-


ciones fuertes. Tiene la oportunidad de construir la casa que de-
see. El dinero es suficiente para eso. ¿Cómo dormirse entonces?
¿Cómo dejar de pensar?

Primero piensa que hará una casa grande para que puedan que-
darse familiares cuando estén de visita. No enorme, se dice, ¿para
qué tanto? Pero sí amplia. Después piensa que le hará muy bien
oír el mar para dormirse, así que decide comprar un terreno fren-
te al mar, para construir su casa. De eso se va a encargar Filucho,
el sobrino de una amiga con la que salen los domingos a tomar
el té, que se dedica a la construcción. Elisa no sabe su verdadero
nombre, pero Martha siempre lo nombra así. Piensa en grandes
ventanales para poder mirar la caída del sol. Cada una de las cosas
las anota. Quiere también un gran jardín junto a la casa para que
Coquita, su perra, tenga mucho espacio para corretear. Le gus-
tan los techos a dos aguas, entonces lo anota en un cuadernito.
Intenta hacer un dibujo que vaya siguiendo la procesión de la
casa imaginaria. Dos baños, por si justo vienen visitas. Una cocina
grande y cómoda, con una mesada larguísima para poder estirar
la pasta y cortar los tallarines. También piensa que si su dormi-
torio tiene una ventana que dé al mar tendrá una vista hermosa,
pero en invierno será muy frío. “¿Qué será más conveniente a la
hora de calefaccionar la casa?, se pregunta”. Pero ya no le alcanza
con lo que puede razonar ella misma. Necesita información que
no tiene. Así que una tarde invitará a Martha y a Filucho y les
preguntará cada cosa. Él traerá catálogos con fotos de casas en
diferentes lugares del mundo. Si Elisa quiere saber el tamaño
ideal de una cocina, él se lo comentará. Si quiere saber si en el
baño es mejor una bañera que una ducha, Filucho le contará lo
que ha aprendido en su trabajo a lo largo de la vida. Si ella quiere
saber si es mejor un altillo o un sótano, algo que puede variar de
acuerdo al uso que se le vaya a dar, entonces Filucho recomenda-
rá, propondrá, planteará lo positivo y lo negativo de cada opción.
Capítulo 10 153

A Elisa le encanta el momento que está viviendo. Cuando la go-


bierna la imaginación llega a pensar en una casa debajo del agua,
en pleno océano, donde llegue nadando con traje de buzo y tenga
de mascota un pulpito simpático. O una casa en el Himalaya, tan
blanca que se confunda con la nieve de las montañas, y con un
vecino amigable como el Pie Grande. Una casa sobre otra, y esta
sobre otra, como las que hacen con cubos los niños chiquitos,
pero que llegue tan cerca de la luna que Elisa misma, con un poco
de impulso, pueda dar un salto los fines de semana para mirar los
atardeceres en la Tierra desde ahí. Pero después razona, y piensa
que no es necesaria tanta cosa. Con lo que viene pensando y con
la información que le dará Filucho sabe que tendrá una casa
sencilla, cómoda, y propia. Lo que soñó toda la vida. Con tanta
alegría en el cuerpo también cuesta dormirse. Por eso sigue
con los ojos abiertos.
Grupo 6to. Año B,
Escuela n.º 112, Rivera.

Puedo imaginar una casa acogedora.


154 Lógica viva
Capítulo 11 155

CAPÍTULO 11

Paralogismo
de los
descubrimientos
156 Lógica viva

Débora Leyes, Iara Rodríguez y Maicol Umpiérrez,


Escuela n.º 267, Barros Blancos, Canelones.

No juzguemos con los conocimientos


del presente los descubrimientos del pasado.
Capítulo 11 157

E
n un determinado momento, hay algunas afirmacio-
nes o teorías que se piensa que son verdaderas. Por
ejemplo, en una época se creyó que era verdadero
afirmar: “El sol gira alrededor de la Tierra” porque a simple vista
se veía al sol en movimiento. Pero a veces se descubre algo nue-
vo y la afirmación que se creía verdadera pasa a ser falsa. Por
ejemplo, a través de la astronomía y de las observaciones con
el telescopio, luego se descubrió que la afirmación verdadera
era la siguiente: “La Tierra gira alrededor del sol”.

Lo que creemos verdadero puede


cambiar a causa de un descubrimiento

El paralogismo de los descubrimientos consiste en cometer el


siguiente error: pensar que quienes creían en una afirmación
antes de un descubrimiento, eran poco inteligentes o evolucio-
nados porque creían en cosas falsas.

Luego de un descubrimiento, sabemos que lo anterior era fal-


so, pero para quienes aún no sabían del descubrimiento, en
su época, esa era la verdad. Cada persona (también nosotros)
razonamos con el conocimiento que tenemos disponible en
el momento. Las personas de otras épocas actuaban lo mejor
posible con el conocimiento que tenían. Quienes cometen el
paralogismo de los descubrimientos no comprenden esto y
se burlan de lo que creían otros, creyéndolos tontos o poco
evolucionados. Pero esas personas eran tan inteligentes como
nosotros, solo que no sabían lo que sabemos hoy. El error con-
siste en juzgarlos con los conocimientos de nuestra época.
158 Lógica viva

Lo que se considera verdadero puede cambiar y los avances


científicos hacen que vaya cambiando lo que creemos del mun-
do. Por ejemplo, durante mucho tiempo se decía que la tuber-
culosis era una enfermedad incurable o casi incurable. Luego
se descubrió, como ha ocurrido en una época más moderna de
la historia médica, que muchísimas personas se han curado
de la enfermedad. Si lo miramos con lo que sabemos hoy, nos
damos cuenta de que ellos creían algo que hoy es falso. Pero
si hacemos el ejercicio de ponernos en la época de ellos, nos
damos cuenta de que no podían saberlo y actuaban de modo
inteligente con la información que tenían. Para ellos mismos
esa era la verdad. Por eso sería un error juzgarlos como tontos
o poco evolucionados. La afirmación era, en aquel entonces, la
verdad de aquella época.

Lo que nos enseña este paralogismo es que debemos tener en


cuenta que algunas afirmaciones que se creyeron verdaderas
en una época o antes de tener información, luego pudieron
dejar de serlo. Y que, aunque hoy sepamos más que en otras
épocas sobre algunas cosas, no es correcto juzgar el pasado con
nuestros conocimientos. ¿Qué cosas que hoy pensamos que
son verdaderas tal vez podrían dejar de serlo? Si pensamos en
los descubrimientos científicos, hoy creemos que es imposible
viajar en el tiempo o a otras galaxias porque son muy lejanas y
no nos daría la vida para llegar. O creemos que no existen otros
seres en el universo. Creemos que eso es verdad. Tal vez, mu-
chos años después, hombres y mujeres del futuro descubran
que todo esto era falso. ¿Podrían ellos burlarse de nosotros?
Capítulo 11 159

Conocer nuestro pasado es abrir


Benjamín Godoy,
Escuela n.º 10, Durazno.

una ventana en el tiempo que nos


permite comprender el presente.
160 Lógica viva

La historia de Pablo

H
ace unos meses que Pablo concurre al taller de
escritura que el profesor Domínguez realiza en el
fondo de su casa. Cada sábado después de almorzar
prepara su mochila con el cuaderno y algunos lápices de colo-
res y sale hacia los mundos de fantasía que muchas veces son
creados por otros, pero últimamente también por él mismo.

Todo empezó el día en que su madre vio el cartel en la puerta


de la biblioteca departamental. Pablo también podría haberlo
visto, porque se pasa horas en la biblioteca. Pero mira los lo-
mos de los libros más que nada, o las carátulas. Después bus-
ca su lugar junto a la ventana para aprovechar la luz natural
y repasa las ilustraciones, pero leyendo las historias de una
punta a la otra. O si no se los lleva a la casa y los lee allá, a la
sombra del manzano.

A la mamá de Pablo le llamó la atención ver que el coordinador


era el profesor Domínguez, porque había sido su profesor de
Literatura en el liceo, y la había cautivado por el amor a los
libros y a las historias de China, de Grecia o de la India. Por eso
quiso de inmediato que su hijo viviera una experiencia similar.

Al principio a Pablo le dio un poco de vergüenza. No conocía a


nadie, y nunca había mostrado las cosas que le gustaba escri-
bir. Su madre sabía de su gusto por la lectura, pero no estaba
al tanto de que más de una vez su hijo había inventado sus
propias historias. Eran unas historias breves ambientadas en
el futuro. Cuando se lo contó al profesor Domínguez y a sus
compañeros lo dijo así:
Capítulo 11 161

–El capitán Cor es un astronauta que viaja en el tiempo. Ahora


está en 2156, pero él es capaz de volar hasta nuestra época. Tiene
un perro de mascota que en cada viaje se desintegra y después
vuelve a armarse, aunque siempre le falta alguna parte del cuer-
po. Por lo general, la cola. Pelea contra la Bestia Estelar, que vive
en un planeta enano y oscuro, donde no llega la luz del sol.

Al profesor Domínguez le gustó mucho la presentación de


los personajes y la sinopsis posterior. Matías, Clara, Ernesto
y Mariana preguntaron un montón de cosas. Algunas de esas
cosas ni el mismo Pablo las había pensado, pero las preguntas
lo ayudaban a razonarlas, y de esa forma, a seguir poniéndole
ladrillos al mundo levantado en su imaginación.

Con Ernesto se hicieron amigos el primer día. Cuando Pablo


hizo su presentación Ernesto le dijo que tenía algo para mos-
trarle y cuando salieron le alcanzó varias hojas de dibujos am-
bientados en el espacio. Ernesto era, evidentemente, otro faná-
tico por el futuro fuera de la Tierra, pero además, como era un
poco perezoso para escribir, solía hacer dibujos que le llevaban
varios días y después les agregaba una o dos líneas de texto. Al
escuchar a Pablo se convenció de que esa era la historia que
estaba buscando, y le propuso ser su dibujante.

La madre de Pablo quedó contenta cuando vio que a medi-


da que pasaban los días, su hijo demostraba que había sido
una gran idea que le sugiriera ir a lo del profesor Domínguez.
Una tarde que pasó a buscar a Pablo, él mismo le preguntó a
Domínguez si no se acordaba de ella. Domínguez puso cara
rara, como de vergüenza, y ella sonrió mirándose las manos.

–Del Liceo 9 –dijo ella.

Él pensó un ratito y después le dijo:


162 Lógica viva

–Mariana…

–Estévez –se adelantó Pablo.

–Me acuerdo clarito –dijo el profesor–, y me alegra que traigas


a Pablo. Tiene una imaginación maravillosa y está escribiendo
mucho y muy bien.

Una tarde de taller, después de leer un pasaje de La Odisea en el


que Ulises describe a los cíclopes y acaba por meterse con sus
hombres en la cueva de Polifemo, y luego de comentar cada de-
talle consiguiendo que los niños se sintieran héroes clásicos, por
lo fuertes, pero también por lo astutos, el profesor Domínguez les
contó que había visto la convocatoria de un concurso de escritura
para niños. Todos abrieron grandes sus bocas y Pablo y Ernesto se
miraron serios. Tres páginas y una ilustración. Eso era lo que ne-
cesitaban. El primer premio era una bicicleta, el segundo algunos
libros para el ganador y algunos para la biblioteca de la escuela.

–Yo ya tengo bicicleta –dijo Ernesto– quedátela vos.

–Esperá, Ernesto, que todavía ni escribimos el cuento.

–Eso es lo de menos. Sos el mejor. Vas a escribir uno impresio-


nante. Y yo voy a hacer el mejor dibujo.

–Bueno, pará, primero pensemos un poco…

–Pensá vos mejor, yo te sigo.

–Podríamos situar al capitán Cor en el momento en el que


descubren una sustancia para viajar a la velocidad de la luz.
Él con un científico mezclan dos sustancias ¿Qué nombre
les ponemos?
Capítulo 11 163

–Agar y mozoides.

–¡¿Qué?!

–Eso, ¿no te gustan?

–Me gustan, suenan muy bien. ¿De dónde te salieron? Entonces


el capitán y Mazden, el científico, descubren que juntando agar
y mozoides, dos sustancias extraterrestres, más oxígeno en es-
tado puro, se puede hacer un combustible para alimentar una
máquina que viaja a la velocidad de la luz.

–Claro, podrían burlarse de todos los que en el pasado no con-


siguieron encontrar esa mezcla.

–No, no creo que sea bueno –aclaró Pablo–, en cada época uno
cuenta con lo que tiene. Imaginate el viaje de Colón hoy en día,
sería una papa en avión y con GPS. Pero en ese momento no
tenían aviones, y lo hicieron muy bien con lo que tenían.

–Sí, entiendo.

–Es como si en el futuro vinieran a reírse de nosotros porque


no sabemos viajar en el tiempo (más que en nuestras historias,
claro). En esta época eso es imposible. No quiere decir eso que
seamos menos inteligentes que los del futuro.

–Sería lindo poder inventar eso y que significara un paso más


para la humanidad. Aunque no nos burláramos de nadie.

–¿Te imaginás? Después solo quedaría poder resolver lo de la


teletransportación.
164 Lógica viva

–Inventarla sería increíble. Ahora no tendría que pedalear vein-


te cuadras para llegar a casa.

–Bueno, imaginate lo difícil que era antes de que se inventara


la bicicleta.

El capitán Cor recorrió gran parte del espacio en esas tres pági-
nas. Se volvió un justiciero de una punta a la otra del sistema
solar. Un día consiguieron cercarlo. Estaba junto a Mazden en la
nave mayor. Un problema había ocurrido y si bien el científico
sabía muchísimo de mecánica no podían dar con el error. Estaba
convencido de que era un problema electrónico. Algo vinculado a
la robótica de la nave. Intentaba encontrar el problema mientras
tecleaba en la computadora. El capitán miraba por las ventanitas
redondas. Los misiles y los láseres pasaban muy cerca. Además,
las otras naves los iban cercando y se aproximaban demasiado
al planeta enano y oscuro. De repente, Ginko, el perro del capi-
tán, levantó la patita e hizo sus necesidades contra una pared.
El capitán se molestó, dijo que los perros del futuro seguían con
costumbres tan viejas como las de los primeros perros, y cuando
fue a acercar un trapo para limpiar vio que junto a la mancha que
había dejado la orina había un tornillo salido. Lo apretó con la
mano y la nave se arregló. Así fue que pudieron escapar del ase-
dio de las otras naves y seguir peleando por la justicia galáctica.

Así terminó la historia que Pablo fue pasando a la computadora.


Le dio una copia a Ernesto, que en unos pocos días ya tenía una
ilustración impresionante de naves espaciales y perros del espacio.

–Ay, si tuviéramos esa tecnología en estos tiempos.

–Ya tendremos otras cosas. Igual pensá que hace cuarenta años
nadie hubiera imaginado que todos tendríamos un teléfono en
el bolsillo todo el día, y que además sería una computadora.
Capítulo 11 165

–Bueno, si un día descubro la forma de viajar al pasado vendré


a saludarnos.

–No es mala idea. Espero que me puedas traer a mí también.

–Y a Domínguez, así le podemos entregar el cuento, para que


nos diga qué le parece.

Al profesor le gustó el cuento. Les señaló un par de detalles


que proponía modificar y les dijo que se animaran a mandarlo.
Antes de que se fueran les dijo:

–A mí me gustaría haber nacido en el pasado más remoto.


Cuando ni brújula había. Un desafió impresionante debía haber
sido tener que valerse con lo poco que uno tenía al alcance. Hoy
pedís la comida por teléfono y te la traen en media hora. En ese
entonces había que salir a cazar, limpiar el animal, hacer un fue-
go y comer. Con esa inteligencia en este momento yo creo que
encontraría agar y mozoides en cualquier lado. Los tres se rieron.

El día que salieron los resultados del fallo el profesor los llamó
y los dos fueron a visitarlo. No habían ganado el primer premio
y eso los hizo enojarse un poco. Pero el profesor, conversan-
do con ellos, les hizo darse cuenta de que habían ganado algo
mucho más valioso que tenía que ver con la confianza en la
posibilidad de inventar una buena historia o una ilustración,
y con la amistad que había crecido gracias al trabajo conjunto.
Eso era para siempre. Les había faltado poco, además, porque
tenían que pasar a buscar el segundo premio que eran diez
libros para ellos y diez para la biblioteca. Uno se lo regalaron al
profesor. Era una versión de La Odisea mucho más nueva, con
ilustraciones, no como la que tenía él que era tan viejita que
se rompía toda al pasar las páginas, como si fuera el original
en el que el antiguo poeta Homero había contado la aventura.
166 Lógica viva
Capítulo 12 167

CAPÍTULO 12

Bueno
en teoría,
malo en la
práctica
168 Lógica viva

Decir que algo es bueno en teoría y malo

Antonella Muñoz Medina y Lautaro Duarte Graña,


Escuela n.º 17, Vergara, Treinta y Tres.
en la práctica es un error de razonamiento.
Una teoría es buena cuando también
puede aplicarse bien en la práctica.
Capítulo 12 169

C
uando las personas discuten, muchas veces lo hacen
sobre ideas que podrían tener una aplicación concre-
ta. Por ejemplo, podríamos discutir sobre si es bueno
construir un refugio para animales en la zona donde vivimos.
Esta idea está enfocada a algo que podría tener un efecto real,
que es la construcción del refugio. Es un proyecto.

Los proyectos y otras ideas que tienen una aplicación concreta


tienen dos partes, una parte teórica (la teoría) y una parte de
aplicación (la práctica).

La teoría consiste en el diseño de la idea. Si pensamos en cons-


truir un refugio de animales, podemos pensar los valores que
promovería este refugio (por ejemplo: la solidaridad o el cui-
dado por los animales). También podemos pensar en qué zona
sería más necesario el refugio, qué funciones debería cumplir,
si debería haber veterinarios, voluntarios, etc. Podríamos inclu-
so diseñar un plano de cómo debería ser el local.

La parte práctica consiste en la aplicación de la idea diseñada.


Ver cómo todas esas ideas pueden llevarse a la realidad. En el
caso del refugio, ver si efectivamente hay una casa disponible
en la zona que elegimos, si tenemos forma de conseguir el di-
nero suficiente, si hay veterinarios y voluntarios, si las personas
que deseen llevar animales podrán hacerlo.

En este tipo de situaciones, tanto lo teórico como lo práctico


deben ser buenos para que la idea pueda ser llevada adelante.
170 Lógica viva

¿Hay conflictos entre lo teórico


y lo práctico?

Hay veces que, cuando alguien plantea un proyecto, lo hace


proponiendo cómo sería la idea en teoría, pues todavía está en
discusión y no ha comenzado a aplicarse. Pero puede suceder
que surja una crítica y que los demás rechacen la idea dicien-
do que es buena en teoría, pero mala en la práctica. ¿Qué debe
pensarse de esto? ¿Es posible que algo sea bueno en teoría, pero
malo en la práctica?

En verdad, decir que algo es bueno en teoría y malo en la prác-


tica es un error de razonamiento. Una teoría es buena cuando
también puede aplicarse bien en la práctica.

Por ejemplo, si un arquitecto diseña una casa espectacular


para el refugio de animales, pero luego, en la práctica, al que-
rer construirla, no es posible hacerlo porque es carísima, en-
tonces la idea no fue buena en la práctica (porque nadie pudo
construirla), pero tampoco en teoría (porque el diseño era muy
caro). Teoría y práctica se complementan. O bien una idea es
buena en la teoría y en la práctica, o bien es mala en la teoría
y en la práctica.

Por eso no es correcto decir que algo es bueno en teoría y malo


en la práctica. Quienes dicen que algo es bueno en teoría y malo
en la práctica, en realidad se confunden, pues quieren decir
otra cosa; no quieren decir “en teoría”, sino “en condiciones
ideales”, o sea, si la situación fuera perfecta o si las personas
fueran perfectas o de otro modo que como son.

En el caso de la construcción del refugio, si idealmente tuvié-


ramos mucho dinero, entonces podríamos construir una casa
Capítulo 12 171

espectacular. Pero si se diseña una casa carísima, ideal, pero


que no podemos pagar, el diseño teórico es malo, porque no
puede aplicarse y por eso también resulta malo en la práctica

Cuando una persona plantea una idea, en teoría, no es bueno


rechazarla por decir que es “buena en teoría, pero mala en la
práctica”. Lo que debe hacerse es ver si la idea teórica es realista
y si parte de condiciones que son posibles de aplicar. Si no es
aplicable, entonces es mala tanto en teoría como en la práctica.

Teoría y práctica se complementan y no se oponen.


172 Lógica viva

La historia
de Valentina

V
alentina escuchó que su tío iba a mudar el taller me-
cánico y ya no usaría el galpón que había en el fondo
de su casa. En un primer momento le dio un poco de
pena. Desde que tiene memoria por el caminito de la entrada
van y vienen autos viejos, algunos medios destartalados inclu-
so, que entran a los empujones, como si fueran pacientes que
llegan al médico. Ella vio a su tío Nacho, toda la vida, vestido
con su mameluco azul, probando piezas, haciendo sonar mo-
tores, quietito, pidiéndole silencio mientras identificaba un
ruidito que el auto hacía quién sabe en qué parte. Por eso que
terminara le daba un poco de pena.

La semana siguiente entró al galpón deshabitado. No quedaban


nada más que algunas piezas abandonadas en el piso, mu-
chas manchas de aceite, y dos o tres herramientas. El olor era
diferente y, sobre todo, el sonido, dado que Valentina soltaba
palabras y las palabras rebotaban en la habitación vacía. Desde
que el tío comentó que dejaría ese lugar para mudarse a otro
taller más grande su madre le insistió a Valentina en que pen-
sara qué cosa podían hacer en ese lugar. A la niña le encantó
eso, porque siempre tuvo una imaginación frondosa, así que a
veces lo veía como una pizzería (su madre hace la mejor pizza
de la Tierra) otras veces como un vivero (su abuela es la mano
verde más importante de América) o también como un refugio
para animales. Eso lo pensaba porque ella adora a todos los ani-
males del mundo, y también a los que no son de este mundo, o
que no lo parecen, al menos, como el oso de agua. Y no es que
Capítulo 12 173

pensara tener un refugio de tardígrados. Le encantaría tener un


refugio donde cientos de animales encontraran salud y bien-
estar. Imagina gatos, perros, pájaros, gallinas, vacas, y también
dromedarios y ajolotes. Pero eso solo porque tiene muchísima
imaginación. Esa noche se lo propuso a su madre.

–Mamá, sería increíble. Por lo menos perros y gatos. Pájaros sin


jaulas, sí, eso lo entendí. Pero espero que aprendan a convivir
con los gatitos.

–Bien, si querés que hagamos un refugio debemos pensar cada


una de las cosas para llevarlo a cabo. De alguna manera definir,
en teoría, qué cosas haría quién, cuándo trabajaríamos noso-
tras, qué personas se encargarían de cuidar a los animales y
cómo. También los gastos que tenemos en comida para ani-
males, pintura (no creo que ningún animal quiera resbalarse
en el aceite del piso), publicitarlo en el barrio, definir si vamos
a trabajar con animales abandonados o enfermos, o con todo
tipo de animales.

–Ay, ta, mamá. Son tantas cosas que no sé.

–Bueno, pero hay que pensarlas. ¿Por qué no agarrás una de tus
tantas libretas y te hacés una lista? O bien diagramás la idea y
le vas agregando cosas.

A Valentina le gustó la idea. Le divertía mucho tener cosas en


las que ocupar su mente, y mucho más si se trataba de proyec-
tos en los que ella sería la gran protagonista. Primero llamó a
sus amigas a ver si alguna quería ser parte. Carmela fue la única
que se animó. Las demás chiquilinas le prometieron contestar
pronto, porque dijeron que estaban “en mil cosas estos días”.
Al otro día con Carmela comenzaron a pensar que había que
limpiar el lugar, conseguir fondos para invertir en comida y
174 Lógica viva

mantas para animales, ponerle un cartel enorme en la puerta


y definir qué haría cada una.

–Yo puedo venir los fines de semana de tarde –dijo Carmela.

–Bien, me gusta. Yo en la semana, después de la escuela.

–Vale, ¿y si viene un animal herido?

–Ahí tenemos que llamar a Jacinto. Él me dijo que sabe mucho


de veterinaria y que si es cada tanto puede encargarse.

–Bien, me encanta. ¿Qué nos está faltando definir?

Decidieron hacer una rifa para conseguir fondos. Así que du-
rante días las dos vendieron números para poder tener un ca-
pital inicial. La mamá de Vale es repostera, y preparó una torta
de dos pisos donde parece haber más chocolate que estrellas en
el cielo. La mamá de Carmela tenía una batidora sin usar, que
le regalaron para un cumpleaños, y la donó. Así que el premio
era una torta maravillosa, la receta de esa torta, y una batidora
para hacer otra parecida, o para empezar a intentarlo.

Vendieron rifas en la escuela, en el club, en la parroquia.


Para eso ya habían tenido que definir el nombre del refugio:
“Techo de todos”.

Ya casi tenían definido todo lo que necesitaban, lo que ha-


ría cada quién, y contaban con dinero ahorrado, así que había
que pasar a la práctica. Una tarde limpiaron el galpón durante
horas, con la ayuda de las mamás, el papá de Carmela y va-
rios amigos. El premio fueron salchichas al pan y refrescos.
Parecía otro lugar. El tío tuvo que ir esa tarde a buscar unas
Capítulo 12 175

herramientas y no podía creer lo que veía. No reconocía el lugar


donde había trabajado tantos años.

Lo que faltaba definir era lo relativo al cartel. Vale y Carmela


querían que fuera un cartel enorme y que tuviera luces elec-
trónicas, un cartel luminoso. Pero la mamá de Vale le decía que
saldría mucho más caro, y que no era necesario porque tenía
muchas ramas alrededor y no dejarían que se vieran las luces
desde la calle. Ellas insistieron con eso. Siguieron con las rifas
hasta que consiguieron el dinero. El día que vinieron a colgarlo
estaban encantadísimas, pero no todo salió como lo esperaban.
Cuando enchufaron el cartel saltó la llave térmica de la casa, así
que quedaron sin luz. El electricista dijo que la casa no sopor-
taba tanta tensión y como si fuera poco quedó mal colgado y
las ramas de los árboles lo tiraron esa misma noche.

–En teoría estaba bien, el problema fue la práctica– dijo


Valentina a la mañana.

La mamá le explicó que si hubiera estado bien en la teoría


no hubiera habido grandes dificultades. Que teoría y práctica
son complementarias. El problema era que no habían teni-
do en cuenta en la teoría lo relativo a la electricidad y a las
ramas próximas.

Las chiquilinas no se decepcionaron y esa misma tarde hicie-


ron un prototipo de cartel de chapa que una semana después
colgaba del refugio. Para la inauguración vinieron muchos
amigos, sus familiares y Jacinto. El vecino había encontrado
dos perritos abandonados entre los pastos altos de un terreno
baldío. Fueron los primeros huéspedes del refugio que con el
tiempo se llenó de animales de los más increíbles. Bueno, de los
posibles. Los otros solo siguieron presentes en la imaginación
maravillosa de Valentina.

También podría gustarte