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Los errores en la argumentación

Cuando escribimos un texto argumentativo, o cuando estamos conversando con


alguien, y esa persona nos quiere convencer de algo, o bien nosotros a ella,
pueden aparecer razones, es decir, argumentos, que son falsos o erróneos,
aunque a primera vista parezcan válidos.

Cuando una persona quiere convencer a otra de algo, empleará (casi) todos los
medios a su alcance. Puede intentar mentir sobre los hechos (y si la otra
persona los desconoce le será bastante difícil oponerse, aunque tal vez en algún
momento descubra la verdad y el mentiroso quedará al descubierto).

Otras veces sucederá que la otra persona se está engañando a sí misma, o se


equivoca al razonar, y no nos demos cuenta y aceptemos como válidas las
(supuestas) razones que presenta.

Seguramente conocerás el juramento que se solicita a los testigos en las películas


americanas de juicios. Se les pide que digan "la verdad, toda la verdad, y nada
más que la verdad". La fórmula americana es muy interesante. Fíjate: si no se dice
la verdad (primera parte), entonces está claro que se miente; si no se dice "toda la
verdad" (segunda parte), entonces se está ocultando deliberadamente parte de
ella; y si no se dice "sólo la verdad" (tercera parte), entonces resulta que aparte de
la verdad nos están diciendo o bien mentiras, o bien cosas que no tienen nada que
ver, y eso sólo sirve para que no nos enteremos de lo importante, porque el resto
nos distrae o nos hace llegar a conclusiones erróneas.

Pues bien, llamamos falacias a los argumentos falsos o erróneos. Hay de muchos
tipos, y te vamos a señalar las que tal vez sean más usuales. Si estás interesado
en ver otras formas de falacia, puedes echar un vistazo a la página de la
Wikipedia.

También podemos considerar falacias los enunciados que inducen a


conclusiones erróneas: así, por ejemplo, en una conversación, una persona

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puede decir algo (y en general lo hace adrede), con el propósito de que su
interlocutor saque conclusiones equivocadas.

Hay diversas clasificaciones de las falacias. Una clasificación bastante sencilla


divide, por un lado, las que se deben a errores en el empleo del lenguaje; y, por
otro, las que se producen por errores del razonamiento, esto es, fallos en el
empleo de la lógica, que a su vez podemos subdividir en formales e informales.
Las primeras se relacionan con defectos estrictos en el razonamiento; las
segundas introducen aspectos que nada tienen que ver con la lógica.

Clasificar una falacia dentro del primer grupo (las estrictamente lingüísticas) no es
difícil. Más complicado es, sin embargo, la distinción entre falacias informales y
formales.

Tipos de falacias

Lógicas
Lingüísticas
Informales Formales

Pueden producirse defectos en los Se pretende convencer al Se sustentan en razona-


razonamientos debido a ambigüe- interlocutor no aportando mientos equivocados.
dades (por la polisemia de las pala- buenas razones, sino con
bras, o por la construcción de la frase u elementos no pertinentes o
oración) o por el significado poco irracionales.
preciso de las palabras empleadas.

Muchas falacias tienen nombres en latín. No es necesario que los aprendas, pero
no está mal que te empiecen a ir sonando.

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Falacias del lenguaje
Ya hemos adelantado que las falacias lingüísticas se deben a ambigüedades
del lenguaje, y al empleo de palabras con significado poco preciso. Si
decimos, por ejemplo, "me han suspendido tres asignaturas", estamos
indirectamente trasladando la culpa a los profesores (es decir: nosotros no
tenemos nada que ver con que nos hayan suspendido); si decimos "he dejado tres
asignaturas" (y lo que queremos decir es que las hemos suspendido), parece que
queremos decir que lo hemos hecho así por propia decisión: hemos decidido
centrarnos en las otras; cosa, por otro lado, poco aconsejable.

Como ves el lenguaje se presta mucho a la manipulación, en especial en el


mundo laboral, en la vida política y en la publicidad. Así, por ejemplo, con
frecuencia oiremos en televisión que "determinada empresa ha llevado a cabo un
reajuste laboral" (y seguramente, por desgracia, hay que entender "despidos"). Si
se habla de que "se ha producido un descenso del seguro de desempleo",
seguramente no aclararán a qué se refieren, y dirán el dato que mayor beneficio
les produzca (y ello porque el concepto de desempleo tiene diversos ámbitos de
relación). No es lo mismo hablar de "reestructuración" cuando de lo que se habla
es de los recortes.

Otro ejemplo. Si decimos

Los hombres y las mujeres no son iguales, por eso no pueden tener los mismos
derechos.

Cometemos una falacia, porque la palabra "igual" se refiere a una cuestión física y
biológica, y la palabra "mismos", que se relaciona obviamente con el concepto de
igualdad, aparece en la segunda parte de la oración, pero con un sentido distinto,
que está en relación con los derechos de las personas.

Sin embargo, por desgracia, a lo largo de la historia de la humanidad ha habido (y


hay) muchas personas cuyo pensamiento está influido por esta falacia.

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Falacias informales
Las falacias informales pretenden persuadir al interlocutor, como hemos dicho,
incluyendo elementos no pertinentes o irracionales. Destacamos las siguientes:

Falacia ad personam (contra la persona). Ocurre cuando el que habla no


emplea razonamientos, sino que ataca directamente a la persona a la que quiere
convencer, o desacredita a los que presentan argumentos en su contra. Por
ejemplo: Tú no eres argentino, por eso no tienes derecho a opinar sobre este país.
Toda persona tiene derecho a opinar sobre cualquier tema, incluso a equivocarse.

Falacia de la falsa autoridad. Como recordarás, el argumento de autoridad


consiste en defender que algo es cierto porque lo dice determinada persona
(autor, filósofo, político, profesor, incluso nuestro padre o madre, etc), o bien
determinado libro sagrado (la Biblia, el Corán, etc.) En realidad, el argumento es
endeble porque que alguien diga algo, por muy experto que sea en un tema, no
significa que sea como él dice o esté en posesión de la verdad absoluta. Si acaso,
refuerza la idea de veracidad. Por ejemplo, si vemos en la televisión un anuncio de
un o una dentista (que puede serlo o no de verdad), diciendo que “determinado
dentífrico combate el sarro, enfermedades de las encías y las caries” según
“determinados estudios”, no por ello debemos pensar que ese dentífrico es mejor
que otros (primero, porque puede que haya otros dentistas que prefieran otro
dentífrico; y segundo, porque tampoco nos hablan de otros estudios que tal vez no
les sean tan favorables).

Falacia ad ignorantiam (de apelación a la ignorancia). Aparece cuando se


pretende que algo es como decimos nosotros, dado que el interlocutor no está en
posición de demostrar lo contrario. Si decimos, por ejemplo, que "los aliénigenas
existen, porque nadie puede demostrar que no existan", cometemos este error. Se
parece mucho a la llamada “prueba diabólica”: pretender que alguien demuestre
que no ha hecho algo es imposible. Son los otros los que tienen que demostrar,

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efectivamente, que sí hizo algo. Como seguramente sabrás, toda persona es
inocente hasta que se demuestre lo contrario.

Falacias formales
Concluimos este apartado con tres ejemplos de falacias formales:

Falacia ad populum (de apelación al pueblo). En ella se concluye que algo es


cierto porque "mucha gente opina así", pero no siempre ocurre que porque todo el
mundo opine o crea lo mismo, tenga razón. Recuerda que en otros tiempos no
solo "la mayoría de la gente", sino todos, pensaban que la Tierra era plana: hoy
sabemos que no es así.

Es muy frecuente también oír a alguien decir que “algo es así porque todos lo
dicen”. El argumento, en muchas ocasiones, es falso, porque en general ese
“todos” se refiere a él mismo y pocas personas más. El que habla extiende su
propia opinión a todo el conjunto. Y, como hemos dicho, que "todos" (o la mayoría)
opinen algo no significa que sea cierto.

Falacia de la causa y el efecto. Si una cosa sucede después de que ocurra otra
cosa, tendemos a pensar que "la primera fue la causa de la segunda". Esto, a
veces, nos puede impedir ver que tal vez no tenían nada que ver, o que tal vez
había otras causas alternativas o condiciones más importantes.

Falacia de la antigüedad. Consiste en considerar algo adecuado porque "en


otros tiempos se hizo así", o "siempre se ha hecho así". Se basa en dos ideas
falsas: que en el pasado ya se demostró que estaba bien, y que las razones que
avalaron algo en el pasado siguen vigentes hoy. Que durante mucho tiempo las
mujeres o los homosexuales hayan sido discriminados y privados de derechos
fundamentales, no justifica que tenga que seguir siendo así.

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