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1.

A pesar de la importancia constitucional de 1992, la Corte recurre o nombra


directamente la noción de “bloque de constitucionalidad” desde la sentencia C-225 de
1995, esa noción le ha servido de fundamento normativo para tomar decisiones
importantes, con la fuerza jurídica en el ordenamiento colombiano de las
recomendaciones de ciertas instancias internacionales de derechos humanos. Además, el
bloque de constitucionalidad es pues “uno de los elementos básicos para realizar un juicio
de constitucionalidad” ya que “irradia un criterio interpretativo y aplicativo que ningún
operador jurídico debe dejar de considerar” (Nogueira, 2000, p 189). Luego con la
expedición de la Constitución de 1991 le otorgo fortaleza a los DDHH, también dio mayor
importancia a los tratados y convenios internacionales ratificados por Colombia.
5. En el caso de Gustavo Petro, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte
IDH) emitió una sentencia en 2018 donde encontró que Colombia había violado derechos
políticos consagrados en la Convención Americana sobre Derechos Humanos. La Corte
IDH señaló que la destitución e inhabilitación de Petro para ejercer cargos públicos,
impuesta por la Procuraduría General de la Nación, restringió sus derechos políticos de
ser elegido y de participar en la gestión pública. La Corte consideró que la Procuraduría,
como órgano de control disciplinario administrativo, no debería tener la facultad de
imponer sanciones que resulten en la pérdida del derecho a ser elegido y de ejercer
cargos públicos, ya que esto debería ser competencia de la jurisdicción penal. La
sentencia llevó a un debate sobre la necesidad de reformar la Constitución Política de
Colombia de 1991 y la Ley 734 de 2002 (Código Disciplinario Único) para ajustar las
competencias de la Procuraduría General de la Nación.
la solución al problema planteado por la sentencia de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos en el caso Petro vs Colombia a través del bloque de
constitucionalidad implica que las autoridades colombianas deben garantizar que las
normas y prácticas nacionales estén en conformidad con los compromisos internacionales
en materia de derechos humanos. Esto significa que la Corte Constitucional, al interpretar
la Constitución y las leyes, debe tener en cuenta la sentencia de la Corte IDH y asegurar
que las sanciones disciplinarias no vulneren derechos políticos protegidos por la
Convención Americana sobre Derechos Humanos. Para solucionar el problema de fondo,
podría ser necesario ajustar o reformar la legislación interna, como la Ley 734 de 2002
(Código Disciplinario Único) y las funciones de la Procuraduría General de la Nación, para
que las sanciones impuestas no resulten en violaciones a los derechos políticos
reconocidos internacionalmente.
3. El bloque de constitucionalidad favorece entonces la adaptación histórica de las
constituciones a nuevas realidades sociales y políticas, y en esa medida mantiene el
dinamismo de los textos constitucionales, que se convierten entonces en "documentos
vivientes", como dicen algunos jueces y doctrinantes estadounidenses (Marshall 1997,
Brennan 1997). Esto es importante no sólo para el propio juez
constitucional, que encuentra en esa categoría un instrumento dinámico para el
desarrollo de la jurisprudencia constitucional, sino también para el abogado litigante
y para el ciudadano en general, que pueden usar las normas incorporadas en el
bloque de constitucionalidad como argumentos sólidos en la lucha por el
reconocimiento de nuevos derechos.

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