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2 Filosofía presocrática
FILOSOFÍA
EL SABER PREFILOSÓFICO.
Hoy en día se sabe que todas las culturas han tenido sus mitos. Cuando la ciencia
surge como la instancia que posee la verdad por que procede a través de la
experimentación y recurre a la comprobación entonces es cuando se afirma que el mito
es algo así como una explicación falsa de la realidad, sin aceptar que los hombres
trataron de comprender el origen de la realidad a partir de ese recurso llamado mito. Así
tenemos que para el mito, nuestra vida es copia de otra vida anterior y eterna: todo lo
que el hombre hace es reflejo de algo que ya fue hecho en la eternidad. El pasado se
repite en cada generación. Cuando una generación acaba su ciclo, otra empieza para
hacer lo mismo, para repetir lo que ya fue hecho en el origen. Las mejores colecciones
de mitos griegos se encuentran en la teogonía de Hesiodo y en las obras de Homero la
Iliada y la Odisea.
Unos de esos mitos habla de cronos (el tiempo) y Rea (la tierra). Ellos eran los dioses
mayores y eran esposos. Pero cronos temía que uno de sus hijos lo destronara, así que
se comía a los recién nacidos. La madre, desesperada, ideó un truco para salvar al más
pequeño. La noche del nacimiento de Zeus, Rea se escondió en una isla y dejo al niño a
cargo de unas Ninfas (jóvenes deidades del bosque) y de la cabra Amaltea. Por la
mañana entregó a Cronos una piedra una piedra envuelta en pañales, que él,
engañado, devoró en seguida.
El pequeño creció en la isla y convenció a una hija del mar para que diera un vomitivo a
cronos. Ella lo hizo y Cronos devolvió a los hermanos de Zeus. Entonces todos
declararon la guerra a su padre y a los titanes que lo ayudaban. Finalmente, cronos fue
vencido y los hermanos se repartieron el imperio del mundo. Zeus quedó como dios de
los cielos y del rayo; Hades sería rey de los muertos y Poseidón gobernaría el mar. En
nuestro país existen verdaderos mitos. En cada cultura prehispánica existía una especial
devoción al mito y a la leyenda, por ejemplo la referida a los volcanes popocatépetl e
Ixtlacíhuatl.
DEFINICIÓN DE LA FILOSOFÍA.
Sin embargo, la filosofía como ciencia, producto del intelecto del hombre se ve
obligada a someterse a las condiciones sociales, políticas y económicas de la época
y de los diferentes filósofos y/o diccionarios, etc. Este tipo de definiciones se les
llaman definiciones reales.
“La forma de la conciencia social que constituye el sistema de los conceptos más
generales sobre el mundo, el lugar que ocupa en éste el hombre, es el fundamento
teórico de la concepción del mundo”
Rafael Gambra: La filosofía es “La ciencia de la totalidad de las cosas, por sus
causas últimas adquiridas por la luz natural de la razón.”
Manuel García Morente diría: “Es absolutamente imposible decir de antemano qué
es filosofía. No se puede definir la filosofía antes de hacerla, como no es posible
definir en general ninguna ciencia, ni ninguna disciplina, antes de entrar directamente
en el trabajo de hacerla”
Sócrates y los sofistas consideran que la tarea de la filosofía es: La reflexión acerca
del hombre y de su realidad humana. Las preguntas que se plantearán serán las
siguientes: ¿Qué es la justicia? ¿Qué es la belleza? ¿Qué es la virtud?
Aristóteles define a la filosofía como: “El esfuerzo metódico del pensamiento que
trata de construir una teoría racional de la realidad”
Existe otro objeto que se llama formal y que se refiere a la forma, es decir, si le
preguntáramos al carpintero ¿qué podría hacer con la madera? nos contestaría que
podría darle diferentes formas dependiendo de su interés. Por ello, al preguntarle al
filósofo ¿cuál sería su objeto formal? Contestaría que las causas últimas o
primeras. Expliquemos brevemente este asunto. Para entender el concepto de
causa última o primera debemos saber que la ciencia también busca causas. La
diferencia es que la ciencia busca causas próximas y la filosofía causas últimas.
Digamos como ejemplo el caso de una mamá que tiene a su hijo enfermo y no sabe
cuál es la causa de su enfermedad entonces lo más seguro que si verdaderamente
quiere que su hijo sane entonces tendría que acudir con un médico y de preferencia
con un especialista puesto que se supone que podría explicar con mayor certeza
cuál sería la causa de dicha enfermedad. Estando el niño frente al médico este
puede determinar la “causa” de dicho malestar. Establece su diagnóstico, receta en
orden al padecimiento y con ello se cura satisfactoriamente. Diríamos entonces que
el médico recetó en orden a la causa que el encontró y ya no se preocuparía más
de lo que sigue. Es más, si el niño jamás vuelve a presentar dicha enfermedad
entonces no volvería a consultar al médico, puesto que su trabajo es resolver sólo
ese problema. Pero en el caso del filósofo no se conformaría con esta explicación se
ve en la necesidad de volver a preguntar y por qué se enfermó de tal padecimiento
de donde se obtendría una respuesta misma que la vuelve nuevamente en pregunta
exigiendo con ello una respuesta y aunque parezca repetitivo el proceso,
nuevamente convertiría la respuesta en pregunta. El asunto es llegar a encontrar la
causa última o primera del citado padecimiento. Tal pareciera que este trabajo es
tedioso e inútil puesto que si el niño ya sanó entonces qué necesidad tenemos de
volver a preguntarnos sobre lo mismo. Pero ahí está el mérito del trabajo filosófico.
Resolver los problemas de la vida sin tratar de encontrar la causa última es como
tener que resignarse a tener que enfrentar nuevas preguntas sin saber la causa real
de tal acontecimiento o problema. Entendamos, por ejemplo que si vemos el mar
desde lejos observaremos que tal pareciera que exista absoluta quietud y serenidad,
sin embargo si nos introducimos en el agua sentiremos que mientras más profundo
nos introduzcamos en el agua mayor será el movimiento. Probablemente si
actuáramos con sentido filosófico en nuestra propia vida probablemente nuestros
problemas tuvieran una explicación más cercana a la verdad. Citemos el caso de los
divorcios, por ejemplo, cuando queremos saber si es correcta la decisión de
separarnos recurrimos a un especialista en la interpretación de los problemas, -
digamos un psicólogo- como profesional nos dirá su respuesta fundamentada del
problema cuando muy seguramente la solución verdadera se encuentre en los
propios esposos o ya no se diga que en cada uno en particular. Basta un análisis
concienzudo y tranquilo.