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TRANSACCIÓN

guía de lectura

1. Concepto. Naturaleza jurídica


Según el art. 1641 del CCCN, "la transacción es un contrato por el cual las partes,
para evitar un litigio, o ponerle fin, haciéndose concesiones recíprocas, extinguen
obligaciones dudosas o litigiosas".
La definición aportada por el nuevo texto legal presenta diferencias con el antiguo
art. 831 del C. Civil (ley 340). Añade como característica particular de este contrato
"la extinción del litigio", tomada del Código Civil francés (art. 2044).
Con esta definición se pone punto final a las controversias que generaba este
instituto, ya que parte de la doctrina argentina sostenía que ésta era un acto jurídico
bilateral extintivo, negando así su naturaleza contractual.
Esta solución es concordante con nuestra postura formulada en ocasión de las XXIII
Jornadas Nacionales de Derecho Civil, cuando sostuvimos que "...es un contrato
mediante el cual las partes se realizan concesiones recíprocas, con la finalidad de
extinguir una controversia, respecto de derechos patrimoniales contestados en
cuanto a su existencia, contenido o extensión".
Asimismo, asignarle a la transacción naturaleza contractual es ser congruente con la
directiva fijada por el Código Civil Francés, que trata a la transacción como un
contrato particular. Así puede verse en los Códigos de Luisiana (art. 3038), Sardo
(art. 2083), de Holanda (art. 1888), Prusia (art. 405), Chile (art. 2446), Colombia (art.
2469), Venezuela (art. 1713), Uruguay (art. 2147), México (art. 2944), España (art.
1809), Portugal (art. 1710), Quebec (art. 2631), Alemania (art. 779) y en el Proyecto
de Unificación de los Códigos Civil y Comercial de 1998 (art. 1571).
Además de lo expuesto precedentemente, hemos tenido en cuenta para asignarle
esta naturaleza al contrato en estudio:
a) Su denominación proviene del verbo latino transigere, que significa ajustar una
controversia, terminarla de común acuerdo;
b) Que el referido negocio jurídico "se define por la finalidad que tiene y por los
medios escogidos para alcanzarla: el fin es conseguir la certidumbre acerca de un
derecho o relación jurídica pendiente; los medios son los sacrificios recíprocos que
efectúan las partes para lograr aquel resultado".

2. Elementos
1) Concesiones recíprocas

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Suponen el reconocimiento parcial de la pretensión o el derecho ajeno y la renuncia
parcial de la pretensión o el derecho propio; o que cada una de ellas se obligue a
dar, prometer o retener alguna prestación relativa a los derechos cuestionados
(Rezzónico). En síntesis, ello implica que haya renuncia y reconocimiento
recíprocos, sintetizados en el Derecho Romano como el aliquid datum y el aliquid
receptum.
Mientras que exista una reciprocidad de sacrificios, no importa la cuantía de ellos
ni su equivalencia o desigualdad: la ley no exige que haya paridad de concesiones,
ni ello podría imponerse porque la importancia del sacrificio que cada cual realiza es
de apreciación eminentemente subjetiva, no habiendo pauta válida para su medición
(Llambías).
Sin embargo, cuando la concesión de una de las partes sea irrisoria, se considerará
como una cuestión de hecho, y los jueces o árbitros la apreciarán, declarando si ha
existido transacción, renuncia o desistimiento (Machado).
Asimismo, cabe tener presente que la transacción es un modo de composición de
controversias, de definición de situaciones de incertidumbre y que se caracteriza por
la renuncia a lo propio y el reconocimiento de lo ajeno, en una medida que satisfaga
el interés de cada parte. En definitiva, habrá reciprocidad si los actos mencionados
se hacen en la medida en que la otra parte también los hace.
Entonces, estas concesiones recíprocas asumen un papel muy diferente al que
tienen las prestaciones recíprocas en los contratos bilaterales. Estas últimas
cumplen la función de cambio, que es la razón de ser del negocio, por cuanto la
finalidad abstracta en que ellos persiguen las partes es obtener el intercambio
mutuo de atribuciones patrimoniales. En el mismo sentido, es dable apuntar que no
se requiere que las concesiones recíprocas sean de valor económico equivalente
"pues la transacción no tiene en mira esa equivalencia, sino la superación de una
controversia; se juzga que esa finalidad es más importante que una eventual
pérdida económica para alguna de los contratantes" (Wayar).

2) Res dubia (cosa dudosa), o res litigiosa (cosa litigiosa)


Es necesario que las partes procuren poner fin a un status jurídico inseguro
derivado de la traba de una litis judicial o simplemente del hecho de mediar una
controversia o desacuerdo entre las partes en cuanto a la existencia, acreditación,
modalidades o medida y alcances de algún derecho.
Así, consideramos que el ámbito de aplicación de la transacción abarca no sólo a
las obligaciones, sino otros derechos de carácter no creditorio, como los derechos
reales.
Como es sabido, son derechos litigiosos los que se encuentran en el marco de un
juicio contradictorio, y los dudosos aquellos inciertos en su existencia o en su
extensión, conforme al criterio de su titular, no siendo necesarios que sean
objetivamente dudosos.

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En definitiva, la transacción supone un estado de incertidumbre que pesa sobre las
relaciones jurídicas de las partes, proveniente de una controversia planteada. Sus
derechos deben estar en tela de juicio, ha de tratarse de "derechos contestados".
Por otra parte, coincidimos con Méndez en que aunque el estado jurídico de
incerteza no precisa la existencia de un proceso judicial o arbitral, sí requiere,
siempre, una controversia planteada. Y este conflicto jurídico debe estar
exteriorizado de algún modo.
Creemos, junto a Pizzarro y Vallespinos, que la incertidumbre puede no estar
referida a la existencia del derecho en sí mismo, sino a las posibilidades materiales
de cobro: en el afán de evitar un pleito interminable o de asegurar un pronto cobro,
aun de un monto inferior al que se tiene derecho.
3) Finalidad extintiva Es un elemento esencial tipificante de este contrato, que
consiste en extinguir definitivamente conflictos jurídicos por acuerdo de partes,
eliminando la incertidumbre de una relación.

3. Caracteres
a) Consensual: Es perfeccionado por el solo consentimiento o fusión de voluntades
de las partes intervinientes.
b) Bilateral: Al resultar uno de sus elementos propios (las concesiones recíprocas),
puede afirmarse que este contrato impone a cada una de las partes alguna
prestación, esto es, el sacrificio —aunque sea parcial— de la pretensión a que
tuvieren derecho.
c) Oneroso: Cada contratante debe realizar un sacrificio correlativo de su parte a
cambio de la ventaja que obtiene de la otra.
d) Conmutativo: Las ventajas o pérdidas que de él devienen no dependen de un
acontecimiento incierto, puesto que versará —en principio— sobre prestaciones
ciertas y determinadas, aunque el resultado económico sea incierto, en tanto las
partes conocen las ventajas o pérdidas al momento de la celebración del contrato.
Sin perjuicio de ello, en virtud del principio de la autonomía de la voluntad, puede
convenirse como aleatorio.
e) Forma: El art. 1643 del CCCN se encarga de disponer la forma que deberá
revestir a la transacción. Allí se indica como principio general que debe ser hecha
por escrito. En consecuencia, al exigir únicamente la instrumentación por escrito, sin
especificar si deberá otorgarse por instrumento público o privado, consideramos que
la forma será ad probationem —es decir, a los efectos de la prueba de su
existencia y contenido, y no porque se encuentre en cuestión su validez—, tomando
como fundamento el principio general recogido en los arts. 284 y 969 del CCCN.
Sin embargo, en su segunda parte, el artículo en análisis contempla la excepción
con relación a la forma en que deberá llevarse a cabo la transacción de derechos
litigiosos: sólo será eficaz a partir de la presentación del instrumento firmado por los
interesados ante el juez en que tramita la causa. Mientras el instrumento no sea
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presentado, las partes pueden desistir de ella. Es por ello que nos inclinamos a decir
que este contrato será ad solemnitatem: la solemnidad consiste, entonces, en la
presentación al tribunal del instrumento en el que consta la transacción, pues hasta
ese momento puede ser desistida. Esto es, la presentación al juez de la causa
firmada por los interesados es una forma relativa (arg. arts. 969, 1618 y cc del
CCCN).
Por su parte, se dispone en el art. 308 del Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación que "las partes podrán hacer valer la transacción del derecho en litigio, con
la presentación del convenio o suscripción de acta ante el juez" (íd., Buenos Aires,
Catamarca, Chubut, Misiones, Neuquén, Río Negro, Salta y San Luis; Chaco, art.
288; Córdoba, art. 353; Entre Ríos, art. 296; Formosa, art. 306; San Juan, art. 292;
Santa Cruz, art. 286; Santiago del Estero, art. 301; Tierra del Fuego, art. 324. En
sentido concordante, Jujuy, art. 121; La Pampa, art. 287; La Rioja, art. 144;
Mendoza, art. 85; Santa Fe, art. 321; Tucumán, arts. 207 y 208).
f) Típico: Pues tiene una regulación completa, expresa y unitaria en la ley.
g) Interpretación restrictiva.
Dicha característica había sido aceptada pacíficamente por la doctrina y tenía su
fuente inmediata en el art. 835 del C. Civil (ley 340), siendo receptado en el actual
Código Civil y Comercial en su art. 1642. Su razón de ser está dada porque toda
transacción implica una renuncia, y todo aquello que implique enajenación o
abandono de derechos debe ser entendido como de interpretación restrictiva y
limitada (Compagnucci de Caso).

4. Capacidad para transigir. Sujetos excluidos


Principio general
En la determinación de aquellos que no pueden celebrar este contrato, el inc. a) del
art. 1646 sienta el principio general de que no pueden efectuar transacciones "...las
personas que no pueden enajenar el derecho respectivo", manteniendo la misma
tendencia que el antiguo art. 840 del C. Civil (ley 340) que estipulaba "no puede
transigir el que no puede disponer de los objetos que se abandonan en todo o en
parte". Es decir, es necesario que el sujeto tenga aptitud para poder disponer del
derecho objeto de este contrato.
En esta norma se consagra el principio romano de transigere est alienare, ergo,
todos aquellos capaces para celebrar contratos y disponer de sus bienes podrán
llevar a cabo el acto de transacción.
Padres, tutores y curadores = En el inc. b) del mismo artículo contempla la
prohibición de transigir: los padres respecto de sus hijos, los tutores respecto de sus
pupilos y los curadores con respecto a sus curados, sobre las cuentas de sus
respectivas representaciones legales, tengan o no autorización judicial.

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Al estar en juego la vinculación padres/hijos, tutor/pupilo y curador/curado, temas
propios del Derecho de familia, remitimos al capítulo pertinente del Código unificado,
a sus efectos.
Albaceas: Tradicionalmente, se ha definido al albacea como el encargado del
cumplimiento de la voluntad del testador, la cual ha sido expresamente volcada en
un instrumento —el testamento—.En función de ello, el codificador dispuso en el
último inciso del art. 1646 que el albacea, en su carácter de representante de
derechos ajenos, no pueda celebrar contrato de transacción con respecto a los
derechos y obligaciones conferidos en el testamento, sin la previa autorización del
juez a cargo del sucesorio.

5. Prohibición para transigir


Antecedentes = Consideramos que es acertado poner de resalto que el Código
Civil (ley 340) contemplaba, a partir del art. 842, numerosos supuestos donde se
prohibía la celebración del contrato de transacción.
Entre ellos, podemos enunciar el art. 844, que estipulaba que no será posible
transigir sobre cosas que se encuentran fuera del comercio o derechos que no
pueden ser materia de convención. Por otra parte, se denegaba la transacción sobre
los derechos eventuales a una sucesión, o la sucesión de una persona viva (art.
848), el derecho a alimentos futuros (art. 374), acciones penales que surjan como
consecuencia de un delito o de las relaciones de familia (art. 842).
Prohibiciones contenidas en el nuevo art. 1644 del CCCN
a) Derechos en donde se encuentre comprometido el orden público = Esto se
desprende de lo normado en el art. 12 del CCCN, por cuanto las convenciones de
los particulares no pueden dejar sin efecto toda ley en donde estén implicadas
normas de orden público.
No se podría transigir, por ejemplo, respecto de cuestiones relacionadas con la
legítima hereditaria.
b) Derechos irrenunciables = Como ya expusimos en ocasión de tratar la
interpretación restrictiva que se debe propiciar en el ámbito de este contrato, era
factible que el codificador incluyera una norma específica destinada a reforzar la
protección de ciertos derechos que se encuentran amparados especialmente por el
ordenamiento jurídico, impidiendo de este modo que el titular pueda ser despojado
de la facultad de su ejercicio.
Un buen ejemplo traído por Compagnucci de Caso, es el derecho a los alimentos
futuros. Señala que esta facultad se encuentra contenida en el nuevo art. 539
CCCN: "la obligación de prestar alimentos no puede ser compensada, ni el derecho
a reclamarlos o percibirlos, ser objeto de transacción, renuncia, cesión, gravamen o
embargo alguno. No es repetible lo pagado en concepto de alimentos".
c) Relaciones de familia = Esto bien podría ser tomado como una derivación del
principio general en materia de objeto, ya que todos los derechos y deberes no
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patrimoniales emanados de las relaciones de familia se encuentran fuera del
comercio.
d) Nulidad de la obligación transada = Como resultado de lo anterior, al transigir las
partes sobre la base de alguna de estas prohibiciones, la transacción será inválida
como consecuencia de su nulidad absoluta. Entonces, al existir una relación jurídica
ineficaz, impedirá que se configure un contrato de transacción válido.
En el Código Civil y Comercial esto se encuentra legislado en el art. 1645, sin
mayores diferencias con respecto a su antecesor —el art. 858 del Cod civil, ley 340
—, pero mejorando su redacción: en aquel entonces, hacía alusión a "...la ejecución
de un título nulo, o de reglar los efectos de derechos que no tenían otro principio
que el título nulo que los había constituido...", lo que conllevó a que se interpretara
el término "título", como el negocio jurídico causa-fuente de la transacción y no
como el modo de instrumentación del acto.

Caso de la nulidad relativa


En la nueva legislación, la nulidad relativa, al no afectar a los intereses generales,
sólo actuará en protección del perjudicado, y únicamente podrá declararse a
instancias de la parte interesada —es decir, no podrá declararse de oficio—. Para
que la transacción sea válida, es menester que verse sobre la eficacia del acto
antecedente, y las partes tengan conocimiento del vicio. Por consiguiente, será más
bien un acuerdo bilateral que confirmará el acto nulo, y tendrá las características de
la transacción.
Otras nulidades
a) Invocación de títulos inexistentes o ineficaces = Si el derecho invocado por
alguna de las partes reviste alguna de estas dos características, la transacción no
tendrá contenido alguno: en términos simples, si se tenía la certeza de que uno de
los contratantes era titular de un derecho, y posteriormente se demuestra lo
contrario, se estaría transigiendo sobre la nada misma.
Veámoslo con un ejemplo: Dos partes han decidido celebrar un contrato de
transacción: Juan, quien ha sido instituido como legatario de una suma de dinero en
el testamento de Pedro, y Luis, quien posee un crédito dinerario en contra de Juan.
Este último, para satisfacer parte de su deuda con Luis, decide suscribir el contrato.
Iniciado el proceso sucesorio, se comprueba que el testamento dejado por Pedro es
inválido por adolecer de un vicio formal. En consecuencia, el legado a favor de Juan
allí instituido es de ningún valor, deviniendo la transacción celebrada entre Luis y
Juan en ineficaz.
b) Ignorancia de tener un mejor derecho = Se está refiriendo, en términos de
Compagnucci de Caso, "a la fehaciente y probada convicción de que la otra, tenía
un mejor derecho". Entonces, será nulo el contrato de transacción si aparecen
nuevos documentos o instrumentos que acrediten indubitadamente la preeminencia
de una de las partes —aquella que consideraba ser titular de un derecho menos
extenso por sobre la otra—.Requisitos para la declaración de nulidad:

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a) La existencia de medios de prueba fehacientes que indiquen que la parte que
creía tener un derecho menos extenso del que en realidad tenía, ahora posee un
mejor derecho;
b) Quien puede probarla es aquella parte que reclame la ineficacia.
c) Sentencia definitiva = Básicamente, al momento de celebrar el contrato, una de
las partes ignora que sobre el tema objeto de la transacción se ha dictado un
pronunciamiento definitivo.
Requisitos para la declaración de nulidad:
a) Quien pretenda la nulidad no tenga conocimiento de que se ha dictado sentencia
definitiva;
b) Que este decisorio se encuentre firme, por lo tanto, no debe ser susceptible de
ser recurrido;
c) Debe tratarse de una transacción sobre derechos litigiosos.

7. Errores aritméticos
En función a lo establecido por el art. 1648 del CCCN, este error no dará lugar a
reclamo alguno acerca de la nulidad del negocio jurídico. Sin embargo, la norma
faculta a las partes a solicitar una rectificación. Esta solución no es nueva, ya se
encontraba prevista en nuestro ordenamiento jurídico en el art. 861 del Código de
Vélez Sarsfield. Su redacción varía con respecto al nuevo Código, pero su contenido
y solución son exactamente iguales.

8. Efectos
Cosa juzgada = La transacción produce los efectos de la cosa juzgada, sin
necesidad de homologación judicial, armónicamente con lo dispuesto por el art. 850
del Código de Vélez Sarsfield.
De conformidad con lo establecido en el art. 1642 del CCCN, se pone punto final a
las controversias suscitadas en torno a la necesidad de homologación judicial a fin
de que este contrato pueda surtir sus efectos propios.
A nuestro entender, la homologación judicial es irrelevante a los fines del
cumplimiento de la formalidad, aunque sí resulta indispensable para que opere la
conclusión del proceso por un modo anormal, dotando a la decisión jurisdiccional del
efecto de la cosa juzgada.
Aclaramos que la homologación no importa examinar si es justa o no la transacción,
sino si se ha violado alguna norma de orden público o se ha celebrado este contrato
bajo un supuesto no permitido. Reiteramos, la homologación nada agrega a la
transacción, puesto que si ésta se hizo conforme a la ley, el juez deberá
homologarla, y si no lo fue, la invalidez del acto es anterior a la apreciación judicial.

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Por ello, entendemos que la homologación no es condición de eficacia de la
transacción como contrato, pero lo es para su ejecución por vía judicial.

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