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2. Elementos
1) Concesiones recíprocas
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Suponen el reconocimiento parcial de la pretensión o el derecho ajeno y la renuncia
parcial de la pretensión o el derecho propio; o que cada una de ellas se obligue a
dar, prometer o retener alguna prestación relativa a los derechos cuestionados
(Rezzónico). En síntesis, ello implica que haya renuncia y reconocimiento
recíprocos, sintetizados en el Derecho Romano como el aliquid datum y el aliquid
receptum.
Mientras que exista una reciprocidad de sacrificios, no importa la cuantía de ellos
ni su equivalencia o desigualdad: la ley no exige que haya paridad de concesiones,
ni ello podría imponerse porque la importancia del sacrificio que cada cual realiza es
de apreciación eminentemente subjetiva, no habiendo pauta válida para su medición
(Llambías).
Sin embargo, cuando la concesión de una de las partes sea irrisoria, se considerará
como una cuestión de hecho, y los jueces o árbitros la apreciarán, declarando si ha
existido transacción, renuncia o desistimiento (Machado).
Asimismo, cabe tener presente que la transacción es un modo de composición de
controversias, de definición de situaciones de incertidumbre y que se caracteriza por
la renuncia a lo propio y el reconocimiento de lo ajeno, en una medida que satisfaga
el interés de cada parte. En definitiva, habrá reciprocidad si los actos mencionados
se hacen en la medida en que la otra parte también los hace.
Entonces, estas concesiones recíprocas asumen un papel muy diferente al que
tienen las prestaciones recíprocas en los contratos bilaterales. Estas últimas
cumplen la función de cambio, que es la razón de ser del negocio, por cuanto la
finalidad abstracta en que ellos persiguen las partes es obtener el intercambio
mutuo de atribuciones patrimoniales. En el mismo sentido, es dable apuntar que no
se requiere que las concesiones recíprocas sean de valor económico equivalente
"pues la transacción no tiene en mira esa equivalencia, sino la superación de una
controversia; se juzga que esa finalidad es más importante que una eventual
pérdida económica para alguna de los contratantes" (Wayar).
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En definitiva, la transacción supone un estado de incertidumbre que pesa sobre las
relaciones jurídicas de las partes, proveniente de una controversia planteada. Sus
derechos deben estar en tela de juicio, ha de tratarse de "derechos contestados".
Por otra parte, coincidimos con Méndez en que aunque el estado jurídico de
incerteza no precisa la existencia de un proceso judicial o arbitral, sí requiere,
siempre, una controversia planteada. Y este conflicto jurídico debe estar
exteriorizado de algún modo.
Creemos, junto a Pizzarro y Vallespinos, que la incertidumbre puede no estar
referida a la existencia del derecho en sí mismo, sino a las posibilidades materiales
de cobro: en el afán de evitar un pleito interminable o de asegurar un pronto cobro,
aun de un monto inferior al que se tiene derecho.
3) Finalidad extintiva Es un elemento esencial tipificante de este contrato, que
consiste en extinguir definitivamente conflictos jurídicos por acuerdo de partes,
eliminando la incertidumbre de una relación.
3. Caracteres
a) Consensual: Es perfeccionado por el solo consentimiento o fusión de voluntades
de las partes intervinientes.
b) Bilateral: Al resultar uno de sus elementos propios (las concesiones recíprocas),
puede afirmarse que este contrato impone a cada una de las partes alguna
prestación, esto es, el sacrificio —aunque sea parcial— de la pretensión a que
tuvieren derecho.
c) Oneroso: Cada contratante debe realizar un sacrificio correlativo de su parte a
cambio de la ventaja que obtiene de la otra.
d) Conmutativo: Las ventajas o pérdidas que de él devienen no dependen de un
acontecimiento incierto, puesto que versará —en principio— sobre prestaciones
ciertas y determinadas, aunque el resultado económico sea incierto, en tanto las
partes conocen las ventajas o pérdidas al momento de la celebración del contrato.
Sin perjuicio de ello, en virtud del principio de la autonomía de la voluntad, puede
convenirse como aleatorio.
e) Forma: El art. 1643 del CCCN se encarga de disponer la forma que deberá
revestir a la transacción. Allí se indica como principio general que debe ser hecha
por escrito. En consecuencia, al exigir únicamente la instrumentación por escrito, sin
especificar si deberá otorgarse por instrumento público o privado, consideramos que
la forma será ad probationem —es decir, a los efectos de la prueba de su
existencia y contenido, y no porque se encuentre en cuestión su validez—, tomando
como fundamento el principio general recogido en los arts. 284 y 969 del CCCN.
Sin embargo, en su segunda parte, el artículo en análisis contempla la excepción
con relación a la forma en que deberá llevarse a cabo la transacción de derechos
litigiosos: sólo será eficaz a partir de la presentación del instrumento firmado por los
interesados ante el juez en que tramita la causa. Mientras el instrumento no sea
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presentado, las partes pueden desistir de ella. Es por ello que nos inclinamos a decir
que este contrato será ad solemnitatem: la solemnidad consiste, entonces, en la
presentación al tribunal del instrumento en el que consta la transacción, pues hasta
ese momento puede ser desistida. Esto es, la presentación al juez de la causa
firmada por los interesados es una forma relativa (arg. arts. 969, 1618 y cc del
CCCN).
Por su parte, se dispone en el art. 308 del Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación que "las partes podrán hacer valer la transacción del derecho en litigio, con
la presentación del convenio o suscripción de acta ante el juez" (íd., Buenos Aires,
Catamarca, Chubut, Misiones, Neuquén, Río Negro, Salta y San Luis; Chaco, art.
288; Córdoba, art. 353; Entre Ríos, art. 296; Formosa, art. 306; San Juan, art. 292;
Santa Cruz, art. 286; Santiago del Estero, art. 301; Tierra del Fuego, art. 324. En
sentido concordante, Jujuy, art. 121; La Pampa, art. 287; La Rioja, art. 144;
Mendoza, art. 85; Santa Fe, art. 321; Tucumán, arts. 207 y 208).
f) Típico: Pues tiene una regulación completa, expresa y unitaria en la ley.
g) Interpretación restrictiva.
Dicha característica había sido aceptada pacíficamente por la doctrina y tenía su
fuente inmediata en el art. 835 del C. Civil (ley 340), siendo receptado en el actual
Código Civil y Comercial en su art. 1642. Su razón de ser está dada porque toda
transacción implica una renuncia, y todo aquello que implique enajenación o
abandono de derechos debe ser entendido como de interpretación restrictiva y
limitada (Compagnucci de Caso).
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Al estar en juego la vinculación padres/hijos, tutor/pupilo y curador/curado, temas
propios del Derecho de familia, remitimos al capítulo pertinente del Código unificado,
a sus efectos.
Albaceas: Tradicionalmente, se ha definido al albacea como el encargado del
cumplimiento de la voluntad del testador, la cual ha sido expresamente volcada en
un instrumento —el testamento—.En función de ello, el codificador dispuso en el
último inciso del art. 1646 que el albacea, en su carácter de representante de
derechos ajenos, no pueda celebrar contrato de transacción con respecto a los
derechos y obligaciones conferidos en el testamento, sin la previa autorización del
juez a cargo del sucesorio.
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a) La existencia de medios de prueba fehacientes que indiquen que la parte que
creía tener un derecho menos extenso del que en realidad tenía, ahora posee un
mejor derecho;
b) Quien puede probarla es aquella parte que reclame la ineficacia.
c) Sentencia definitiva = Básicamente, al momento de celebrar el contrato, una de
las partes ignora que sobre el tema objeto de la transacción se ha dictado un
pronunciamiento definitivo.
Requisitos para la declaración de nulidad:
a) Quien pretenda la nulidad no tenga conocimiento de que se ha dictado sentencia
definitiva;
b) Que este decisorio se encuentre firme, por lo tanto, no debe ser susceptible de
ser recurrido;
c) Debe tratarse de una transacción sobre derechos litigiosos.
7. Errores aritméticos
En función a lo establecido por el art. 1648 del CCCN, este error no dará lugar a
reclamo alguno acerca de la nulidad del negocio jurídico. Sin embargo, la norma
faculta a las partes a solicitar una rectificación. Esta solución no es nueva, ya se
encontraba prevista en nuestro ordenamiento jurídico en el art. 861 del Código de
Vélez Sarsfield. Su redacción varía con respecto al nuevo Código, pero su contenido
y solución son exactamente iguales.
8. Efectos
Cosa juzgada = La transacción produce los efectos de la cosa juzgada, sin
necesidad de homologación judicial, armónicamente con lo dispuesto por el art. 850
del Código de Vélez Sarsfield.
De conformidad con lo establecido en el art. 1642 del CCCN, se pone punto final a
las controversias suscitadas en torno a la necesidad de homologación judicial a fin
de que este contrato pueda surtir sus efectos propios.
A nuestro entender, la homologación judicial es irrelevante a los fines del
cumplimiento de la formalidad, aunque sí resulta indispensable para que opere la
conclusión del proceso por un modo anormal, dotando a la decisión jurisdiccional del
efecto de la cosa juzgada.
Aclaramos que la homologación no importa examinar si es justa o no la transacción,
sino si se ha violado alguna norma de orden público o se ha celebrado este contrato
bajo un supuesto no permitido. Reiteramos, la homologación nada agrega a la
transacción, puesto que si ésta se hizo conforme a la ley, el juez deberá
homologarla, y si no lo fue, la invalidez del acto es anterior a la apreciación judicial.
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Por ello, entendemos que la homologación no es condición de eficacia de la
transacción como contrato, pero lo es para su ejecución por vía judicial.