Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
MATRICULA: 316-3888
CONTENIDO:
La transacción.
Definición.
Varios códigos extranjeros (art. 779 del B.GB.; art 1.809 del Cód. civ. Esp.;
art.871 del Cód. civ. Griego) hacen de la reciprocidad de las concesiones uno
de los términos de la definición de la transacción.
Se resumen a las cualidades que deben presentar los derechos sobre los
cuales recae la transacción con la formula: ´´res litigiosa et dubia´´: derechos
litigiosos y dudosos.
Res litigiosa: los derechos que formen el objeto de la transacción deben ser
litigiosos. Pero no es necesario que se hayan emprendido un proceso: es
suficiente con que las dos partes formulen pretensiones sobre el mismo
derecho. El termino litigioso debe ser tomado, pues, en un sentido muy
amplio.
Res dubia: el derecho sobre el cual transigen las partes debe ser dudoso, al
menos en el espíritu de ellas. Pero ciertos autores impugnan este requisito;
estiman que la transacción recae sobre el derecho de comparecer en juicio,
derecho que existe sea o no sea fundada la pretensión.
Esta última opinión tiene la ventaja de cortar por lo sano en las dificultades
originadas por la apreciación del carácter del derecho que sea objeto de
otros contratos, tales como la permuta o la compraventa.
Los redactores del código del trabajo creyeron resolver esta cuestión en lo
que concierne al recibo entregado por el trabajo a su patrono... En el
momento de la ruptura del contrato de trabajo, el patrono le hace firmar al
empleado, al pagarle, un recibo como saldo de todas las cuentas; cuando el
empleado quiera reclamar a continuación lo que pretenda que se le debe, el
patrono le opone que hayan transigido sobre el importe del crédito del
empleado. El legislador le permite al trabajador proceder contra el patrono
durante 2 meses (art. 24, inciso a, del libro I del cód. del trabajo); así pues, el
recibo como saldo de todas las cuentas no se considera como una
transacción sobre el importe de la deuda; porque la transacción, como toda
convención, es irrevocable. Pero la jurisprudencia ha reducido la eficacia de
esa disposición, al disociar, en los acuerdos celebrados entre patrones y
trabajadores con motivo del despido, el recibo como saldo de todas las
cuentas y la transacción que haya podido producirse; el recibo ´´no suprime
por ello la posibilidad, entre patronos y trabajadores, de una transacción que
obedezca a las reglas de los artículos 2.052 y 2.053 del Código civil´´ (Civ.
Soc., 18 de mayo de 1953: S. 1954. 1. 59, Gaz. Pal., 1953. 2. 63; Bull civ.,
1953. IV, n. 379, pag. 280).
En el artículo 2.045, párrafo 39, del código civil prohíbe a los municipios y a
los establecimientos públicos transigir sin estar autorizados para ello por
decreto; pero por varios textos legales se han introducido atenuaciones a esa
regla.
Consentimiento.
La voluntad debe emanar de personas capaces de disponer; incluso si,
de hecho, la transacción no conduce a una enajenación.
En el antiguo derecho, la validez de la transacción celebrada por un
tutor estaba subordina a la aprobación del pupilo cuando llegara a ser
mayor de edad, lo cual hacia ´´el uso impracticable…; y de ahí la ruina
de más de un menor´´.
Capacidad.
Los redactores del código civil han permitido que transija el tutor; pero
han rodeado ese acto de precauciones especiales: no solo debe ser
homologada por el tribunal como para todo acto importante de
disposición, la autorización del consejo de familia, sino que hace falta el
dictamen de tres jurisconsultos designados por el fiscal de la republica;
ese dictamen debe preceder a la reunión del consejo de familia, a fin de
esclarecer a sus miembros. La inobservancia de esas formalidades se
sanciona con la nulidad de la transacción con respecto no solo al
menor, sino a su tutor.
El artículo 2.045, párrafo 39, del Código civil prohíbe a los municipios y
a los establecimientos públicos transigir sin estar autorizados para ello
por decreto; pero por varios textos legales se han introducido
atenuaciones a esa regla.
Interpretación de la voluntad.
Por traducirse la transacción es una renuncia, se impone una
interpretación restrictiva de la voluntad de las partes. Las partes no
deben, pues, ser consideradas como que renuncian tan solo a los
derechos sobre los cuales versa el conflicto. La víctima de un accidente
que haya transigido con el autor de ese accidente o con una compañía
de seguros, no ha tratado, salvo clausula, sino sobre lo que concierne a
las resultas del accidente que ella conociera, pero no en cuanto a las
lesiones que no se revelan sino más adelante, ciertas resoluciones
acuden en este supuesto al error sobre el objeto, por ejemplo: Si la
voluntad de las partes debe ser cierta, no es necesario que sea expresa.
Exclusión de la lesión.
El artículo 2.052, párrafo 29, del Código Civil, por aplicar en ese punto
el derecho común del artículo 1.118 del mismo código, se niega a
tener en cuenta la lesión como causa de nulidad de las transacciones.
Por eso la jurisprudencia reconoce la validez de las transacciones en
las cuelas las concesiones no son equivalentes. Pero es necesario que
haya alguna concesión, al menos de orden moral; a falta de concesión,
la transacción, por carecer de causa o por estar viciada por el error,
seria nula. Hace falta además que esas dificultades sean ´´reales´´; los
prácticos, para librar la partición de la rescisión por lesión en más de la
cuarta parte, simulan una dificultad entre los coparticipes, a los cuales
les hacen firmar una transacción que engloba la totalidad de los
derechos sucesorios, transacción que, en realidad, no es sino la propia
partición con la condición de probar simulación, un coparticipe podrá
exigir la rescisión de tal partición, por lesión.
Objeto.
Se ha concretado ya que, para transigir válidamente, hay que poder
disponer de los derechos que sean objeto de la transacción. De ello
resulta que una transacción no puede recaer sobre derechos
inalienables.
Los juristas del antiguo derecho pusieron en claro ese carácter para evitarle a
las partes el pago del impuesto de transmisión. Han dado de ello la siguiente
explicación: por renunciar a una parte a su pretensión, el derecho de la otra,
que existía con anterioridad y que tan solo estaba encubierto por esa
pretensión, se afirma retroactivamente; la transacción reconoce ese derecho,
lo afirma, lo declara; no lo crea: no lo hace adquirir; se limita a ponerle fin a
la controversia: ´´ sola liberatio controversiae´´.
Sentencia y transacción.
No por ello deja de ser menos considerable la diferencia entre los dos actos:
la transacción es un contrato y no un acto de la autoridad pública. De ello
resulta que no tiene fuerza ejecutoria, salvo que se acredite en un
documento autentico, y que no se beneficia de la hipoteca judicial:
igualmente, no puede ser afectada por vías de recursos judicial; no es
susceptible de ser impugnada sino por la acción de nulidad.