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MONASTERIO DE LA LUNA

En lo más alto de los Andes peruanos, entre las imponentes montañas y


los picos nevados, se alza un antiguo monasterio conocido como el
"Monasterio de la Luna". Se dice que este lugar, apartado del mundo
moderno, alberga secretos oscuros que han permanecido ocultos durante
siglos.
Un grupo de excursionistas valientes, atraídos por las historias de misterio
que rodean al monasterio, decidieron emprender un peligroso viaje para
explorar sus ruinas. Ignorando las advertencias de los lugareños sobre la
maldición que pesaba sobre el lugar, se adentraron en las empinadas
laderas de las montañas, ansiosos por descubrir la verdad.
A medida que ascendían por el estrecho sendero que llevaba al
monasterio, una niebla espesa comenzó a envolverlos, distorsionando la
realidad a su alrededor. El aire se volvió denso y opresivo, y el sonido del
viento adquirió un tono siniestro que helaba la sangre en sus venas.
Finalmente, alcanzaron las puertas del monasterio, que crujían
ominosamente al abrirse como si estuvieran dando la bienvenida a los
intrusos. Al entrar, fueron recibidos por un silencio sepulcral que pesaba
sobre el lugar como un sudario.
A medida que exploraban los pasillos oscuros y las habitaciones
abandonadas, comenzaron a percibir sombras que se movían en las
paredes y susurros que resonaban en los pasillos vacíos. La sensación de
ser observados los perseguía a cada paso, llenándolos de un temor
creciente.
De repente, uno de los excursionistas desapareció sin dejar rastro,
sumiendo al grupo en el pánico y la confusión. Buscaron
desesperadamente en cada rincón del monasterio, pero el compañero
perdido había desaparecido sin dejar ningún indicio de su paradero.
Mientras la noche caía sobre las montañas, el grupo se vio obligado a
pasar la noche en el monasterio, temerosos de lo que acechaba en las
sombras. Sin embargo, mientras intentaban descansar, fueron acosados
por pesadillas horripilantes y visiones perturbadoras que los
atormentaban hasta el amanecer.
Al despertar, encontraron nuevas marcas en las paredes del monasterio,
símbolos antiguos que parecían emanar un poder oscuro y maligno. Se
dieron cuenta de que habían perturbado algo más que simples ruinas;
habían despertado una fuerza ancestral que los había elegido como sus
víctimas.
Con el corazón lleno de terror, el grupo se apresuró a abandonar el
Monasterio de la Luna, jurando nunca volver a poner un pie en aquel lugar
maldito. Sin embargo, las sombras acechantes y los susurros inquietantes
los siguieron en su camino de regreso a la civilización, recordándoles que
algunas verdades son mejor dejadas en la oscuridad.

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