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Las almas del bosque siniestro

Autora: Micaela Huenchupan

En una oscura noche de otoño, cuando el viento soplaba con fuerza y las hojas crujían bajo los pies,
un grupo de amigos decidió aventurarse en un misterioso bosque, del cual se decía que estaba
encantado. Ignorando las advertencias de los lugareños, se adentraron en la maleza espesa, empujados
por la emoción y la curiosidad.
A medida que avanzaban, la luz de la luna se volvía cada vez más tenue y las sombras más profundas.
El bosque parecía cobrar vida, sus árboles retorcidos como manos oscuras intentaban atrapar a los
intrusos. Los amigos continuaron su camino, ignorando el inquietante murmullo que se escuchaba a
su alrededor.
De repente, un grito cortó el aire. Uno de ellos tropezó con algo en el suelo y cayó. Al encender la
linterna, descubrieron un viejo cementerio cubierto de musgo y de lápidas desgastadas. Temblando
de miedo, se dieron cuenta de que estaban perdidos y rodeados por algo más que la oscuridad.
Mientras intentaban encontrar una salida, una niebla densa empezó a surgir desde el suelo. Figuras
borrosas emergían lentamente de entre las lápidas, gimiendo y susurrando en un lenguaje
incomprensible. Los amigos, paralizados por el terror, observaban cómo las sombras se alargaban y
se acercaban lentamente hacia ellos.
Una a una, las figuras espectrales los rodeó, envolviéndolos en una neblina fría y pegajosa. La
sensación de pavor era tan intensa que sus gritos se quedaron atrapados en sus gargantas. Se dieron
cuenta de que habían invadido el dominio de los espíritus atrapados en el bosque, y ahora, serían
condenados a un destino similar.
La niebla se espesó aún más y los amigos desaparecieron, sus siluetas se fundieron con la oscuridad
de la noche. Desde entonces, se dice que el bosque maldito se tragó a todo aquel que se atreviera a
entrar en él, y que las almas de los perdidos aún deambulan por el cementerio, esperando a los
próximos incautos que se aventuren en su oscuro reino.
La leyenda del bosque encantado se convirtió en un cuento de terror contado a los niños del pueblo,
como advertencia para que nunca se aventuraran en lugares prohibidos y recordaran siempre que hay
secretos oscuros que prefieren permanecer ocultos. Sin embargo, la lúgubre historia del grupo de
amigos perdidos en la neblina nunca se olvidó, convirtiéndose en un eco siniestro que se desvanecía
entre los árboles del maldito bosque.

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