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El rey poseía derecho dominical sobre todas las tierras, tanto en la península como las tierras e
islas de la Mar Océano, pero era un dominio de carácter no privado, es decir, público. Obtenía su poder
por la gracia del pueblo, ya que Dios le entregaba el poder a ellos y éstos lo delegaban al monarca, por
ello su relación para con el pueblo, el cual era súbdito del rey; y éste gobernaba sobre las tierras y
habitantes de todo el territorio como la cabeza de la corona, por lo que se formaban obligaciones
recíprocas. Esto perduró durante el reinado de la dinastía Habsburgo y culminó con la entrada de los
Borbones a España.
El poder del rey era absoluto, aunque esto no implicaba que podía actuar a su libre albedrío,
sino que se regulaba por el derecho positivo y el derecho natural; a su vez, los confesores reales eran los
que guiaban al monarca para “mostrar el camino adecuado”, pues el objetivo del rey era asegurar un
buen gobierno. ¿Cómo lo hacía? A través de su capacidad de ejercer paz y justicia. Si las leyes que
decretaba no seguían las normas de las Siete Partidas de Alfonso X, podían ser suspendidas y esto tiene
importancia en las Indias ya que, por la distancia y los diferentes contextos, ocurrió que las normas
reales no fueran atingentes a la realidad. Más allá de eso, el rey era un gran administrador de la justicia,
que también la podían delegar en autoridades pertinentes con ciertas limitaciones. El rey tenía a cargo la
decisiones más importantes del reino, no las del día a día. Aunque debía participar en los consejos, pero
no siempre puede efectivamente.
Al ratificarse la administración de las Indias bajo la Corona castellana (la “inalienabilidad de las
Indias” dice el Dougnac Rodríguez), el objetivo del gobierno era promover y difundir la fe católica,
sumado a la conversión de los indígenas. Para ello, la Compañía de Jesús, los colegios y las universidades
promovieron una buena imagen del rey (con el fin de la sumisión indígena), dotándolo de virtudes como
misericordioso, justiciero, bueno, católico, entre otras. Y si ocurría alguna mala administración o error, en
los desbordes de reclamos se le atribuía la culpa al mal gobierno, no al rey.
El Consejo de Indias, cuyo nombre formal es el Real y Supremo Consejo de Indias, fue una
entidad gubernamental creada por los Austrias para administrar el territorio de las Indias con cierta
individualidad. Caracterizado como “real” por asesorar al monarca; “universal” por conocer todo tipo de
materias, además de que le estaban sujetos todos los estados y reinos de Indias; y “supremo” no por
actuar a libre albedrío, sino por posicionarse en lo alto de la pirámide social, solo por debajo del rey. Era
un consejo especial porque primero era itinerante como, pues se movía siguiendo al rey hasta que Felipe
II instaló la corte real en la capital que se encontraba en Madrid, es decir, siempre se encontró fuera del
territorio indiano (a diferencia del resto de consejos que se encontraba en el mismo territorio que
encontraba), y si ocurría una vacante de algún integrante, se reemplaza por alguno del Consejo de
Castilla (en otros consejos se reemplaza por alguno del mismo territorio). Por lo que podemos decir que
el Consejo de Indias se encontraba a merced del Consejo de Castilla, pues en los
ordenamientos/ordenanzas, las peticiones, la administración de la justicia y los asuntos financieros
intervenían las diversas autoridades castellanas.
Según las reiteradas ordenanzas, el Consejo era integrado por un presidente (que era el que
tenía que entrevistarse con el rey semanalmente), ocho consejeros letrados personales, un fiscal, dos
secretarios (primero uno, luego con la división administrativa del territorio, dos: uno dedicado a las
cuestiones del Perú y otro para los asuntos de Nueva España), un escribano, un gran canciller, teniente
de gran canciller, tres o cuatro contadores (no eran fijos), un cosmógrafo cronista, un astrónomo, dos o
tres relatores y un alguacil mayor. Luego se fueron integrantes figuras como la del tesorero general, dos
solicitadores fiscales, un catedrático de matemáticas, un abogado común, un abogado de pobres, un
tasador, un capellán y cuatro porteros.
a) Sala de gobierno: realizaban reuniones donde se trataban las cuestiones sobre los asuntos
del gobierno temporal o eclesiástico-espiritual:
a- Gobierno temporal: estaba a cargo de toda la administración del territorio
administrado por el Consejo de Indias, como plantear y acercar al rey las políticas
relacionadas con América como el poblamiento, el comercio o el asunto de las
relaciones con los indígenas. A su vez, organizar las Indias en virreinatos,
gobernaciones y establecer cierto grado de autonomía o deriva con respecto a la
metrópolis; aconsejar al rey cuáles serían las personas ideales para los grandes cargos
americanos. La legislación para Indias se plasmaba en reuniones hechas por el
gobierno y dichas disposiciones debían asemejarse y acomodarse a las leyes
castellanas. La confirmación de la legislación indiana correspondía a este órgano y eran
emitidas a través de las Reales Cédulas o Reales Provisiones (que eran documentos que
trasladaban las decisiones, no que las decretaba). También se encargaba de los oficios
vendibles que habían sido adquiridos en América que debían ser controlados y
sometidos a confirmación en el plazo de cinco años. La cuestión de la autorización de
los libros
b- Gobierno eclesiástico-espiritual: se preocupa por el orden espiritual del territorio y
cumple diversas funciones como la fundación de iglesias, conventos, obras de
beneficencia, entre otras, dividir los obispados, ejercer el derecho de presentación,
revisar las bulas papales y darles el pase regio, que las autorizaba a cumplirse y
examinar y aprobar las disposiciones de los cánones y sínodos en América.
b) Sala de justicia: los letrados eran los únicos encargados de esta función, ni siquiera el rey se
entrometía, pero sí tenían limitadas sus facultades. Era el tribunal superior de los asuntos
ocurridos en los territorios americanos y filipinos. Los asuntos de justicia se resolvían por
mayoría de votos siempre que hubiera tres votos conformes, tratándose de asuntos de
mayor cuantía; si se producía un empate o dispersión de votos, había que llamar a tres
jueces que dictaran sentencia. Estas sentencias dictadas por los tribunales castellanos
debían ser autorizadas por el Consejo para su cumplimiento en las Indias.
c) Junta de hacienda: amplió atribuciones en favor del monarca en asuntos de hacienda,
siendo el único consejo de todos en hacerlo. Las funciones del de las Indias eran velar por
el desarrollo y fomento de la Real Hacienda; y asegurar la corrección en las actuaciones de
los oficiales reales, visitando los distritos federales y realizando una revisión de las cuentas
(a cargo de los contadores). Hacia 1600 se instala esta junta bien organizada, integrada por
el presidente del Consejo de Indias, ocho consejeros (seis del de Indias y dos del de
Haciendo), el fiscal y el secretario.
d) Junta de guerra: la junta compuesta por el presidente del Consejo, los cuatro consejeros de
Indias y cuatro consejero de los más antiguos del de guerra. Allí se trataban “la consulta de
todos los oficios militares de mar y tierra y de los que tocan a la distribución, cuenta y razón
de la hacienda que se gasta en las armadas y flotas de la carrera de las Indias” (Solórzano,
lib. 5, cap. 18, núm. 4). Es decir, plantea y coordina estrategias militares, ejército y milicias.
e) Junta o Consejo de Cámara o Cámara de Indias: creada el 12 de agosto de 1600 e integrada
por el presidente y tres consejeros designados por el rey, proponía a los candidatos para los
puestos indianos y le correspondía entender lo relativo a las mercedes, encomiendas,
gratificaciones y gracias (como fundación de mayorazgos). Funcionó hasta 1609, luego
desde 1644 hasta 1700, entre 1716 y 1717 y se reinstala finalmente en 1721.
La Casa de Contratación fue el primer órgano creado por los Reyes Católicos en 1503 e
instalado en Sevilla por tener un gran puerto fluvial, para una mejor facilidad de manejo de los barcos y
naves, ya que se dedicaba a fomentar la navegación por la Mar Océano. Además, Sevilla funcionaba
como una gran urbe donde había una actividad comercial internacional con vasto desarrollo. En los
viajes hacia y desde América, se realizaba un control sobre las mercaderías que se tenían que vender o
comprar a otras partes, es decir, tenía una finalidad comercial. Luego de estar radicada en Sevilla, la
administración de la Casa de Contratación se trasladó a Cádiz en 1717, pero perduró hasta 1790, cuando
terminó de deteriorarse por ir en dirección contraria a la administración y decisiones borbónicas (estas
políticas eran de corte liberal y este órgano era de índole intervencionista).
Estaba integrada por el factor, la cabeza y autoridad superior del gobierno de la Casa, un
tesorero y un escribano o contador. Los dos primeros eran los encargados de buscar qué cosas
convendría contratar, cuántas naves se necesitaba para ello, y a dónde se dirigirían esas cargas. El oro,
especialmente, debía ser recibido por el tesorero ante el escribano y el factor, a los cuales también se les
encarga el comercio o tráfico de las Islas Canarias, que eran una parada obligatoria en los viajes
ultramarinos. Más tarde, a lo largo del siglo XVI, se crean nuevos puestos como el de piloto mayor, el de
correo mayor de Indias, el de cosmógrafo y el de presidente. Poseía atribuciones y funciones diversas
dentro de su tarea:
Apartado bibliográfico:
- Dougnac Rodríguez, Antonio. Manual de Historia del Derecho Indiano. México. Universidad
Nacional Autónoma de México, 1994
- Gobierno de los Reyes Católicos: https://es.wikipedia.org/wiki/Reyes_Cat%C3%B3licos
- Reinado de Carlos I: https://es.wikipedia.org/wiki/Carlos_I_de_Espa%C3%B1a
- Biografía de Juan Rodríguez de Fonseca: https://es.wikipedia.org/wiki/Juan_Rodr
%C3%ADguez_de_Fonseca