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Se formó como una sección dentro del Consejo de Castilla para pasar a conformarse como entidad
propia en 1807. Los miembros del Consejo de Indias eran designados por el rey, con facultades
legislativas sobre todos los territorios españoles de América.1
No alcanzó a tener una sede física fija, sino que se trasladaba de un lugar a otro con el rey y su
Corte. Este consejo actuaba con el monarca y, en algunas materias excepcionales, actuaba solo.
Composición[editar]
Un presidente: se reunía todas las semanas con el rey (generalmente los sábados a las 10
de la mañana) para el trámite de la "consulta", que consistía en informarle someramente
de las materias tratadas en el consejo.
Un fiscal: cargo ejercido por el Consejero más nuevo, era el encargado de velar por los
intereses de la Corona.
Un escribano: encargado de redactar las declaraciones de los acusados en los juicios en los
tribunales.
Un gran canciller: cargo creado por Carlos I para favorecer a un amigo suyo. Este se
encargaba de custodiar el sello real. Debía refrendar con el sello todos los documentos
oficiales del Consejo de Indias, cobrando una tasa por cada timbre que colocaba.
Relatores: de uno a tres en algunas épocas, no eran de número fijo.
Un Cosmógrafo: tenía por misión poner en conocimiento del Consejo de Indias todo lo
relativo a los descubrimientos que se iban haciendo en el Nuevo Mundo.
Un Cronista o Guionista Mayor de Indias: tenía por misión escribir la historia de las Indias.
Atribuciones de gobierno[editar]
o Proponer al Rey los nombres de las personas más adecuadas para los cargos de
grandes autoridades americanas (Virreyes, Gobernadores, Oidores, entre otros).
o Elaborar las normas que regirían en Indias y que eran dictadas por el rey
como Reales Cédulas o Reales Provisiones (similares a las Reales Cédulas pero más
solemnes).
Además se puede distinguir entre la Alta Policía y la Baja Policía, que es la que corresponde a las
organizaciones municipales.
Gobierno espiritual: se preocupa de materias de orden espiritual, analiza los derechos
otorgados por la Santa Sede, así por ejemplo:
o Revisar las Bulas Papales, si está conforme les da Exequatur o Pase Regio, sin él
éstas no se cumplen.
Atribuciones de guerra[editar]
Se reúne con los miembros del Consejo de Guerra, es la Junta de Guerra de Indias (1600), ahí se
tratan estrategias militares, ejército y milicias. A fines del siglo xvi y principios del siglo xvii se
integran en esta junta los "ministros de capa y espada" (Consejeros militares).
Atribuciones de Hacienda[editar]
Examinar las cuentas de los oficiales reales (se les quita esta función en tiempos de Felipe
II; luego se les vuelve a entregar).
Atribuciones judiciales[editar]
En materia de justicia el Consejo de Indias era el más alto tribunal en América y para los efectos de
administrar justicia se reúne el consejo en una sala de justicia que está integrada por ministros
letrados. En esta materia (justicia), el Consejo era absolutamente independiente, incluso del Rey.
En general, la corona procuraba que el consejo conociera pocos asuntos de carácter judicial,
porque eran asuntos particulares que recargaban de mucho trabajo a los consejeros, lo cual le
restaba tiempo para dedicarse a los asuntos de gobierno (de mucha más relevancia). Por ello, los
recursos que conoce el consejo son de carácter extraordinario y de alta cuantía (superior a 1000
ducados).
Antes incluso de llegar a la Centuria de la Ilustración, en el siglo anterior ya el organismo fue poco a
poco perdiendo competencias y funciones. A lo largo de dicho periodo, el Consejo había ido
experimentando un deterioro funcional por cuestiones como la venalidad de oficios debido a la
pésima situación económica, estando el cargo de fiscal o consejero a la venta durante el reinado
de Carlos II. Pero hay otras causas más directas que propiciaron la progresiva pérdida de
competencias, como la estabilización de las juntas —quitándole asuntos al Consejo de Indias—, los
problemas y conflictos con otros con otras instituciones —donde normalmente perdía— o algo aun
más importante, no tener la dirección sobre la Casa de Contratación, ya que desde finales del
reinado de Felipe II, se colocó como presidente a un caballero.4 Todavía en tiempo de los Austrias,
y quedando ese fuerte reformismo borbónico algo lejos, ya se hallaba este organismo rector en
crisis, perdiendo incluso facultades —algo que le impedía cumplir las funciones para las que fue
creado—.
En el Siglo de las Luces, los Borbones trataron de reformar todo el sistema institucional que
conformaba la monarquía con el fin de que el país funcionase de forma diferente, y además, tenían
como ejemplo el modelo administrativo francés. En el caso del Consejo de Indias, el propio Felipe
V a comienzos de siglo, redujo la plantilla —aprovechado la infidelidad de algunos ministros— y en
1713, desarrolló una reforma con la cual, aumentaron el número de consejeros de la institución, la
“nueva planta” comprendía tres presidencias, tres secretarios, veinte consejeros, dos abogados
generales y un fiscal.5 Para cumplir ese objetivo de sustituir el ineficaz sistema polisinodial, se
configuraron una serie de cargos para poder resolver los distintos temas de gobierno de la
monarquía con mayor rapidez —en el caso de la América española, ya hemos comentado lo
complejo y lento que resultaba el tratamiento de sus asuntos—, las conocidas como Secretaría de
Estado y del Despacho.6
Con respecto a las secretarías existentes, durante los primeros años del siglo xviii se produjeron
diversos cambios tanto en el número de cargos, como en las competencias de los mismos, pasando
los asuntos referentes a las Indias de una secretaría a otra. Hasta que en 1721, se configuró la
Secretaría de Marina e Indias como un puesto propio, quedando finalmente el esquema
organizado en cinco secretarías: Estado, Justicia y gobierno político, Hacienda, Guerra y la
anteriormente mencionada.7 De esta forma, los asuntos indianos se trataban de forma más
eficiente y ágil, pudiendo el secretario de Marina e Indias resolver las cuestiones de la América
española directamente con el rey, redactando la decisión al respecto mediante una real orden
firmada por el propio secretario. A lo largo de todo el siglo, predominaron las reales órdenes y esto
agudizó la decadencia que ya desde hacía tiempo sufría el Consejo de Indias,8 que fue perdiendo
aun más facultades, como las competencias en materia de comercio, navegación o hacienda.4 El
organismo quedó como un alto tribunal de apelación y órgano asesor en algunas materias,
dividiéndose más adelante en tres salas: una de Consejo, otra de Gobierno y la última de Justicia.9
Como afirmábamos al principio del presente artículo, una etapa de declive nos puede mostrar una
realidad política, como por ejemplo esa progresiva pérdida de facultades en favor de las secretarías
de Estado y del Despacho, que cada vez fueron adquiriendo mayor protagonismo, nos muestra ese
cambio de tendencia con la llegada de los Borbones, que pretendieron un mayor control
burocrático de las Indias y entonces, al contemplar la ineficacia del Consejo de Indias al tratar
asuntos de Ultramar, apostaron por unos ministros que regían la evolución de la América española
con mayor agilidad y eficiencia.
Finalmente, en el siglo xix hubo un periodo que abarca desde 1808 a 1834, donde el Consejo
desapareció y se restauró, siempre dependiendo de la vigencia de la Constitución de 1812 —ésta
establecía la supresión de todos los consejos y la creación de un Consejo de Estado—. Con el
regreso de Fernando VII y del absolutismo, también se restableció el Consejo de Indias, hasta 1820,
cuando el soberano juró la Constitución. Cuando finalizó ese llamado “Trienio Liberal” en 1823,
volvió a restaurase dicha institución, pero en el 1834 se produjo la definitiva disolución del que
hubiera sido una de las más importantes instituciones con respecto a las Indias durante muchos
años.4