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FRANCO PEÑA
UNIVERSIDAD DE MORÓN
ESCUELA SUPERIOR DE CIENCIAS DEL COMPORTAMIENTO Y HUMANIDADES
CARRERA: PROFESORADO DE HISTORIA
CÁTEDRA: HISTORIA ARGENTINA I
PROFESORA ASOCIADA A LA CÁTEDRA: VIVIANA CIVITILLO
FECHA DE ENTREGA: 6 DE JUNIO DE 2023
MATRÍCULA: 52010276
DNI: 44.886.153
UNIVERSIDAD DE MORÓN
ESCUELA DE CIENCIAS DEL
COMPORTAMIENTO Y HUMANIDADES
PROFESORADO DE HISTORIA
HISTORIA ARGENTINA I
Prof. Asociada a cargo: Viviana Civitillo
Prof. Adjunta: Soledad Monteagudo
Ciclo Lectivo 2023 - 1º semestre
Criterios de evaluación:
Respuestas:
1-
a- Cuando se analiza una sociedad desde los ámbitos políticos, económicos y
sociales, se debe tener en cuenta el marco espacio-temporal o contexto en el cual
se desarrolla. Tomando las categorías de análisis gramscianas como hegemonía,
clases subalternas, sociedad civil, revolución pasiva, crisis orgánica, Estado, entre
otras, se visibiliza la complejidad de un proceso histórico, por lo que estos
conceptos o términos teóricos tienen que ser “traducidos” a la realidad de los
hechos históricos. Ansaldi propone que es viable una adaptación del andamiaje
metodológico hacia los hechos fácticos desarrollados en Latinoamérica. Aunque
tampoco se puede caer una aplicación forzosa de los conceptos, pues no todas las
categorías son posibles o no se tiene la certeza de que lo sean hasta realizar una
prueba efectiva del análisis. El ejemplo que toma y plantea Ansaldi es el de usar la
categoría gramsciana de “revolución pasiva” en los procesos históricos
latinoamericanos, precisamente para el caso argentino. Este concepto fue utilizado
por Gramsci para caracterizar los episodios revolucionarios napolitanos de 1799,
que fueron una combinación de cambios y continuidades que modernizan la
sociedad sin una transformación radical. Ansaldi propone introducir esta categoría
a la historia argentina, pues con la Revolución de mayo si bien se da un pasaje del
Estado colonial al Estado nacional, ese nuevo Estado naciente no se logra
rápidamente y se prolonga la crisis, argumentando que se demora en el tiempo por
la complejidad del proceso de formación de clases, las cuales luchan por sus
intereses particulares. Por eso, la relación entre el Estado y la sociedad se puede
denominar como “genética”, pues el proceso de formación de una clase dominante
está unido al de la formación del Estado (construyéndose recíprocamente), y en el
caso argentino, la sociedad y la nación son el resultado y creación del Estado1.
b- El concepto de “crisis orgánica” fue planteado por Gramsci como una momento en
el que la falla no se limita a una desestabilización económica o política particular,
sino que se refiere a una crisis en la que las instituciones y las formas tradicionales
de dominación están cuestionadas y no son capaces de mantener el orden existente.
Según Ansaldi, la categoría de crisis orgánica es “complicada” basado en que no se
sabe cuánto puede prolongarse una crisis orgánica, período caracterizado por una
situación en donde la clase dominante no consigue mantenerse y las clases
subalternas optan por dos respuestas: por un lado, la vieja estructura logra
recomponerse (y podemos conectarlo con el concepto de “revolución-
restauración”). Por otro lado, se alcanza a imponer una nueva estructura que
implica una transformación revolucionaria de la sociedad.
A partir de dos agentes fundamentalmente destructivos, Ansaldi plantea que en el
Río de la Plata se abre una larga crisis orgánica; comienza con la destitución del
virrey Sobremonte en favor de Liniers, quien fue principal actor durante las
invasiones inglesas de 1806 y 1807, y se cierra con la federalización de Buenos
Aires en 1880. Esta crisis orgánica, según Ansaldi, cuenta con una línea de tiempo
divida en 4 etapas principales2:
1. Primer etapa: ocurrida desde los detonantes de la crisis, es decir, las invasiones
inglesas de 1806 y 1807 y la crisis política española de 1808, hasta la anarquía
de 1820, también llamado como período de “la década revolucionaria”. En
1
Ansaldi, Waldo y Moreno, José Luis. Estado y sociedad en el pensamiento nacional. San Martín.
Cántaro, 1966.
2
Ansaldi, Waldo. ¿Conviene o no conviene invocar al genio de la lámpara? El uso de las categorías
analíticas gramscianas en el análisis de la historia de las sociedades latinoamericanas. Universidad
Central de Venezuela. Caracas, 1991.
esta etapa, el proceso independentista y la crisis se acelera con la Revolución
de mayo, y los posteriores conflictos internos y externos del Río de la Plata.
2. Segunda etapa: comprendida desde la fragmentación de 1820, que arrasa con
cualquier idea de formación de un Estado nacional, hasta la derrota del
gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, en la batalla de Caseros
en 1852 y la promulgación de la Constitución de 1853. Este período está
marcado por los distintos proyectos e intentos de formalizar un estado
centralizado y los conflictos que ello trajo, siendo conocido como el marco de
las guerras civiles argentinas.
3. Tercera etapa: inicia con la victoria unitaria de Justo José de Urquiza en 1852,
que llevó a una fracturación del territorio en dos entidades políticas diferentes:
por un lado, el Estado de Buenos Aires y, por otro lado, la Confederación
Argentina, integrada por el resto de provincias. Esta fragmentación del
territorio perduró por 10 años, hasta la unificación de las unidades políticas
bajo el nombre de República Argentina en 1862, luego de la derrota unitaria
en la batalla de Cepeda, la firma del Pacto de San José de Flores y la derrota
federal en la batalla de Pavón.
4. Cuarta etapa: comprendida desde la unificación del territorio hasta la
culminación de la formación del Estado argentino con la federalización de
Buenos Aires en 1880, donde se decreta por ley que la ciudad porteña sería la
capital de Argentina, bajo la presidencia de Nicolás Avellaneda. Este período
fue también llamado como la “Organización Nacional” o “las presidencias
fundacionales” por el carácter de las decisiones gubernamentales que
adoptaron los 3 presidentes, Mitre (1862-1868), Sarmiento (1868-1874) y
Avellaneda (1874-1880).
c- Según Ansaldi, entre 1806 y 1812 se da el nudo histórico que marca la apertura de
la crisis orgánica y posee cuatro momentos o etapas, atadas a la situación política
del Río de la Plata3:
1. Primer etapa: comprendida desde el comienzo de la primera invasión inglesa
al Río de la Plata en junio de 1806 hasta la llegada del emisario de Napoléon,
el marqués de Sassenay, quién buscaba el reconocimiento de José I
3
Ansaldi, Waldo. “Soñar con Rousseau y despertar con Hobbes: una introducción al estudio de la
formación del Estado nacional argentino”. En: Ansaldi, W. y Moreno, J.L. (comps.). Estado y sociedad
en…op.cit., pp. 35
Bonaparte como rey legítimo de España. Fue rápidamente rechazado en
agosto de 1808 y se juró fidelidad a Fernando VII.
2. Segunda etapa: extendida desde el rechazo a Sassenay (agosto de 1808) hasta
la llegada en julio de 1809 de Hidalgo de Cisneros, para asumir como nuevo
virrey del Río de la Plata por órdenes de la Junta Central ubicada en Sevilla.
3. Tercera etapa: ocurre desde la asunción de Cisneros como virrey (julio de
1809) hasta la explosión de la Revolución del 25 de mayo de 1810, cuando el
virrey es depuesto y se proclama la Primera Junta criolla.
4. Cuarta etapa: acontecida desde la Revolución de mayo hasta la destitución
del Primer Triunvirato en octubre de 1812, cuando se impulsa la
convocación a una Asamblea Constituyente (que tendrá lugar en enero de
1813).
4
Gramsci, Antonio. Notas sobre Maquiavelo, sobre Política y sobre el Estado Moderno. Buenos Aires,
Lautaro, 1962. En: Fradkin, Raúl. “¿Qué tuvo de revolucionaria la revolución de independencia?”.
Nuevo Topo, Revista de Historia y pensamiento crítico, N°5. Buenos Aires, septiembre-octubre de 2008,
pp. 18
estructuras socio-económicas, caracterizando a la revolución como “inconclusa,
fallida o incompleta”. Entre medio de estos esbozos de pensamiento, Tulio
Halperín Donghi, hacia 1972 sostenía que la revolución había significado “el fin
del pacto colonial” y terminaba con la hegemonía mercantil para dar paso a la
terrateniente; este cambio se da por los cambios sociales que dan fin al orden
social establecido en la colonia, como una especie de “mutilación”, que fue
tomado como un producto de la revolución. Por su parte, José Luis Chiaramonte
nos acerca su mirada en los años 90 cuando plantea la emergencia de una forma de
Estado entre el régimen colonial y el Estado nacional, estableciendo que este
surgimiento es el resultado histórico de las estructuras de producción debido a la
intrascendencia y/o simple inexistencia de la clase social dirigente de amplitud
nacional, pues para estos sectores primordiales era imposible traspasar los
particularismos regionales o locales (que subsisten a lo largo del período). A su
vez, perduraba el predominio del capital mercantil a través de la unión de
productores y comerciantes a pesar de la revolución.
5
“El Excmo. Cabildo convoca a V. para que sirva asistir precisamente mañana 22 del corriente a las 9 a
las 9 sin etiqueta alguna, y en clase de vecino al Cabildo abierto, que con anuencia del Excmo. Sr Virey
ha acordado celebrar, debiendo manifestar esta esquela á las Tropas que guarnezcan las avenidas de esta
Plaza, para que le permita pasar libremente” (21 de mayo de 1810)
lugar, el día 25, a una nueva junta sin presencia de un virrey, pues “al no haber más
[un] monarca legítimo, la soberanía volvía a los pueblos (...) hasta que el rey
retornase”6.
El primer objetivo fue el autogobierno, eligiendo sus autoridades y manejando su
economía; pero Mariano Moreno propuso derribar el orden vigente para instalar la
libertad, la razón y la justicia universal (aunque se declaraba a favor de Fernando
VII), creando el sector radical e independentista, que convivió con el sector
moderado y autonomista de Saavedra, grupos que estaban de acuerdo en luchar
contra los contrarrevolucionarios, iniciando un periodo de guerra civil. A raíz de los
conflictos y la derrota de una facción del ejército revolucionario, en 1811 se
reemplaza a la Junta por el Primer Triunvirato, integrado por Chiclana, Sarratea y
Paso. Como respuesta, dos grupos independentistas se unieron por una causa en
común, la independencia: por un lado, la Sociedad Patriótica (al mando de
Monteagudo) y, por otro, la Logia Lautaro (cuyos líderes fueron San Martín y
Alvear). Fusionados, tomaron el poder en octubre de 1812, instalando el Segundo
Triunvirato, quien impulsó la celebración de la Asamblea del Año XIII, la cual
buscaba la declaración de la independencia y la sanción de una constitución. Estos
objetivos que no los lograría (paradójicamente, pues era una asamblea
revolucionaria y republicana, y la asamblea de 1816 era de carácter conservador y
monárquico)7, pero daría el primer paso hacia la emancipación, como la adopción de
los nuevos símbolos patrios, la libertad de vientres de esclavas, cese de la nobleza,
entre otros. A su vez, la situación en Europa se volvía a favor de España, pues el
avance napoleónico se iba retrayendo, provocando su derrota y posterior caída. Para
marzo de 1814, Fernando VII había regresado al trono y no estaba dispuesto a
negociar con los revolucionarios americanos, pero la Logia obtenía cada vez más
poder, fortaleciendo el centralismo porteño; para concentrar aún más ese poder, el
Triunvirato fue reemplazado por el directorio, siendo elegido Posadas como primero
en el cargo de director supremo.
El problema principal de la Logia era la presencia del proyecto revolucionario
impulsado por José Artigas en la Banda Oriental, quien primero apoyó las
decisiones porteñas, pero luego se opuso al centralismo, planteando un sistema
6
Di Meglio, Gabriel. 1816. La trama de la independencia. Buenos Aires. Planeta, 2016. Cap. III, pp. 32
7
Ansaldi, Waldo. “Soñar con Rosseau y despertar con Hobbes: Una introducción al estudio de la
formación del Estado nacional argentino”. En: Ansaldi, W. y Moreno, J.L. (comps.). Estado y sociedad
en…op.cit., pp. 42
confederal en el cual las provincias fueran igualitarias. El proyecto artiguista fue
respaldado por Entre Ríos, Corrientes y Misiones, a lo que luego se sumarían Santa
Fe y Córdoba, formando la Liga de los Pueblos Libres, bajo el protectorado del
caudillo oriental.
A fines de 1814, Alvear fue nombrado director supremo al ser rechazado por los
oficiales en su designación como nuevo jefe del Ejército Auxiliar, quienes
mantuvieron a Rondeau. Alvear arremetió con sus tropas contra Santa Fe, pero éstas
se rebelaron y al mando de Álvarez Thomas, fue forzado a renunciar en abril de
1815, disolviendo la Asamblea y la Logia Lautaro perdió influencia y poder. El jefe
del ejército, Rondeau, fue nombrado como el nuevo director supremo, asumiendo en
su favor Álvarez Thomas, por encontrarse en el norte, pero la autoridad centralista
se encontraba muy debilitada. Por eso, se propuso un nuevo congreso, eligiéndose
Tucumán como lugar indicado, frente al rencor que había hacia Buenos Aires. Este
congreso tenía y debía declarar la independencia y sancionar una constitución para
organizar el país, pues el regreso del rey al trono y la enviada de tropas europeas
para apagar los focos revolucionarios insurgentes atentaban contra todos los
proyectos autonomistas.
“Los años 1810-1816 están signados, precisamente, por la controversia respecto de
la necesidad, conveniencia y/u oportunidad de declarar formalmente rotos los
vínculos coloniales con la metrópoli española”8.
“La historia de los primeros cinco años que siguen a la crisis del Antiguo Régimen,
es la de los fracasos de los movimientos que buscaron hacer de esa crisis el punto de
partida para una reformulación radical del orden vigente” 9, cuestión que se
resolvería varios años a posteriori.
3-
a- Tanto Fradkin como Guerra plantean una conceptualización de los actores
políticos y sociales que jugaron un papel importante en la época revolucionaria.
Estos actores son aquellos individuos y grupos que interactúan y se desarrollan
en la vida socio-política de la sociedad rioplatense. Según los autores, la relación
de poder en la sociedad colonial se caracterizaba por una jerarquía social rígida
y una exclusión sistemática de los actores subalternos del poder político y
8
Ansaldi, Waldo. “Soñar con Rosseau y despertar con Hobbes: Una introducción al estudio de la
formación del Estado nacional argentino”. En: Ansaldi, W. y Moreno, J.L. (comps.). Estado y sociedad
en…op.cit., pp. 35
9
Halperín Donghi, Tulio. “Historia de América Latina, 3. Reforma y disolución de los imperios ibéricos,
1750-1850”. Madrid. Alianza Editorial, 1985. Cap. 4, pp. 132
económico. Los grupos dominantes controlaban las instituciones políticas y
económicas, y ejercían un control social y cultural sobre los actores subalternos,
por ello la creación y utilización de los términos como “plebe”, “populacho”,
“chusma” o “bajo pueblo” se les adjudica a los sectores dominantes, como un
peyorativo para aquellos que no formaban “parte del sector alto de la sociedad”.
Luego de analizar el concepto de “pueblo”, discutido por varios historiadores
sobre la cuestión de qué engloba el término, Fradkin (con influencia de la
historia social británica) propone llevar el concepto hacia el contexto
revolucionario de 1810 y dilucidar el rol que cumplió la “gente corriente”
durante el proceso; tratando de evitar las corrientes elitista (que plantea la
intervención del pueblo por la manipulación de sus líderes) y romanticista (que
postula una conciencia popular sin historicidad). Vicente Fidel López hacia 1885
es de los primeros autores que destaca el papel de la presencia popular en 1810,
argumentando que “la tensión [es] irresoluble entre el protagonismo de Buenos
Aires y de la ´nación´ y entre el rol protagónico de su patriciado y el que
pudieran haber tenido los grupos populares de la sociedad porteña, (...) pues la
Revolución de Mayo se nos presenta popular y callejera” 10. Halperín Donghi,
cien años después de López, retoma la presencia popular como tema central; si
bien destaca la presencia popular en los años revolucionarios, también plantea
que es un tema “dificultoso” porque requiere de una enfatización de la
diversidad de las intervenciones y de recuperar especificidades.
12
Halperín Donghi, Tulio. “Militarización revolucionaria en Buenos Aires, 1806-1815”. En: Halperín
Donghi, Tulio. “Revolucionary Militarization in Buenos Aires, 1806-1815”. Past and Present, N° 40,
Oxford, julio de 1968, pp. 1
13
Mires, Fernando. “La rebelión permanente. Las revoluciones sociales en América Latina”. Ciudad de
México, Siglo XXI, 2011, pp. 87
14
Halperín Donghi, Tulio. “Militarización revolucionaria en Buenos Aires, 1806-1815”. En: Halperín
Donghi, Tulio. “Revolucionary Militarization in Buenos Aires, 1806-1815”. Past and Present, N° 40,
Oxford, julio de 1968, pp. 6
15
Beruti, Juan Manuel. Memorias curiosas, en Biblioteca de Mayo, tomo IV, Buenos Aires, Senado de la
Nación, 1960, p. 3788. En: Di Meglio, G., “Un nuevo actor para un nuevo escenario. La participación
política de la plebe urbana de Buenos Aires en la década de la revolución (1810-1820)”, pp. 15
Pero la participación más relevante y la que consolida como actor a la plebe es
su interferencia en los conflictos intra-élite. En abril de 1811, el enfrentamiento
entre los saavedristas y morenistas se agudiza, teniendo que recurrir a la
convocación de la plebe de los suburbios para llegar a un desenlace de la interna
entre el día 5 y 6. Para captar la atención de la plebe, el sector saavedrista apeló
a la identidad americana contra la peninsular, para una plebe integrada
prácticamente por americanos, los cuales habían fermentado su “odio hacia lo
europeo” desde las invasiones inglesas. Otro de los hechos importantes de
participación plebeya en los conflictos intra-élite ocurre cuando el general
Carlos de Alvear es designado como director supremo tras la renuncia de
Posadas. En primera instancia, Alvear fue nombrado jefe del Ejército, pero como
el poder de elección del jefe residía en los oficiales militares, éstos lo rechazaron
y decidieron mantener como jefe a José Rondeau. Instalado al mando del
directorio, Alvear decide atacar al artiguismo en Santa Fe, pero sus tropas se
sublevan al mando de José Álvarez Thomas y provoca la renuncia forzosa del
director supremo en abril de 1815. Este nuevo líder de los sublevados es el que
asume el directorio, frente a la designación para el cargo de José Rondeau, quién
se encontraba comandando el ejército del norte.
La “plebe urbana” también es necesaria para explicar los levantamientos del
conflictivo año 1820, principalmente el papel que jugaron sus líderes: Soler,
Pagola y Dorrego conformaban la “oposición popular”, formada por militares y
publicistas para enfrentar la moderación del gobierno del director Pueyrredón 16.
Estos líderes lograron su ascendencia por sus posiciones políticas, sus
características personales y ciertos gestos que realizaban hacia la plebe, además
de su trayectoria en el ejército durante la década de 1810, pero estos liderazgos
requieren de su relación con el Cabildo de Buenos Aires. Este órgano
representativo de los vecinos porteños se basaba en la preservación del “bien
común”, velando por todos los habitantes del territorio (no solo por el sector que
lo constituía), lo cual generaba fidelidad por parte de la plebe urbana.
Finalmente, la plebe se consolidó como actor político en octubre de 1820, siendo
el detonante el nombramiento de Martín Rodríguez como gobernador de Buenos
Aires, en detrimento de Dorrego (líder popular), por lo que los milicianos se
16
Halperín Donghi, Tulio. Revolución y guerra. Buenos Aires, Siglo XXI, 1972. En: Di Meglio, Gabriel.
“La consolidación de un actor político: los miembros de la plebe porteña y los conflictos de 1820”, pp.
178
sublevaron conducidos por sus jefes, pronunciándose contra los directoriales. Al
marcharse Rodríguez, el Cabildo asume sus funciones por acefalía y organiza un
Cabildo abierto, en el cual los miembros de la plebe se hacen presentes (“todo lo
que allí se resolvió [...] fue por el tumulto”)17.
4-
a- El capítulo 3 del texto Las revoluciones hispanoamericanas de John Lynch lleva
como título “Revolución contra el Río de la Plata”. El autor llama así a este
capítulo basado en que las declaraciones de la junta de gobierno instalada en
Buenos Aires no eran aceptadas por 3 regiones principales que integraban el
virreinato: la Banda Oriental, el Paraguay y el Alto Perú. Estas regiones veían a la
Revolución de mayo como un movimiento aislado, regional y que no los
beneficiaba por poseer intereses económicos y políticos disímiles. Primeramente,
las oposiciones hacia Buenos Aires tuvieron un carácter de apoyo hacia España, es
decir, se resistían al foco revolucionario del Río de la Plata en favor de seguir
siendo fieles a Fernando VII (reconociendo al Consejo de Regencia de 1810), pero
esta situación cambiaría con las revueltas internas en cada región y las posteriores
independencias no alineadas con Buenos Aires, de las cuales nacen los países de
Uruguay (la Banda Oriental), Paraguay y Bolivia (el Alto Perú)18.
17
Declaración del escribano del Cabildo, Jacinto Ruiz, citada en Carlos Heras, “Iniciación del gobierno
de Martín Rodríguez”. En: Di Meglio, Gabriel. “La consolidación de un actor político: los miembros de
la plebe porteña y los conflictos de 1820”, pp. 183
18
Lynch, John. “Las revoluciones hispanoamericanas”. Barcelona. Editorial Ariel, 1976. Cap. 2, pp. 70
monárquicas; este punto también lo marca Lynch, pues llama a Artigas como “un
hombre de categoría en la Banda Oriental y un reconocido líder gaucho”. Ambos
autores resaltan la importancia que tuvo el caudillo oriental sobre la emancipación
de la provincia oriental de Buenos Aires.
19
Telesca, Ignacio. "Revolución, república y pueblo." En: VV.AA. 1813. La proclamación de la
república. cit. pp. 42
20
Instrucciones Junta de Buenos Aires, 22 de septiembre de 1810, en (Instituto Belgraniano Central,
1982, p. 258-259, tomo III, vol. 1)
21
Belgrano, Manuel. “Reglamento dictado para el régimen político y administrativo, y reforma de los
pueblos de Misiones”. 30 de diciembre de 1810. En: Revista del Paraguay.
El caso uruguayo: el éxito del Uruguay fue en parte producto de la incapacidad de
Buenos Aires para enviar fuerzas militares suficientes contra ellas 22. Ante la
revolución en Buenos Aires y para poder librarse de su dominio, la Banda Oriental
mantiene su fidelidad a España, en detrimento del partido criollo de Montevideo.
Esta situación cambiaría en febrero de 1811, cuando Artigas apoya el proceso
independentista porteño y a cambio la Junta le proporciona fuerzas para desarrollar la
revolución de la Banda Oriental. Pero hacia 1813, Artigas “traiciona” a Buenos Aires
al oponerse a la Asamblea del Año XIII; esto se refuerza con la creación de la Liga
de los Pueblos Libres en 1815 como proyecto alternativo de una formación de
Estado, pues hasta formulan el Estatuto Provisional donde declaran el territorio
oriental como soberano.
El caso del Alto Perú: cuando estalla la Revolución de mayo en el Río de la Plata, el
virrey del Perú declara al territorio del Alto Perú como parte de su administración,
abriéndose un período de guerras. Esta época está caracterizada por las expediciones
porteñas: la primera de Castelli, quien fue derrotado en la batalla de Huaqui (20 de
junio de 1811). Frente a las victorias porteñas sobre los realistas en las batallas de
Tucumán (24 de septiembre de 1812) y Salta (20 de febrero de 1813), la segunda
expedición a cargo de Belgrano fracasó y fue derrotado en las batallas de Vilcapugio
(1 de octubre de 1813) y Ayohuma (14 de noviembre de 1813). La tercera expedición
estuvo al mando de José Rondeau, quien fue derrotado en la batalla de Viluma o Sipe
Sipe del 29 de noviembre de 1815.
23
Ansaldi, Waldo. “Soñar con Rosseau y despertar con Hobbes: Una introducción al estudio de la
formación del Estado nacional argentino”. En: Ansaldi, W. y Moreno, J.L. (comps.). Estado y sociedad
en…op.cit., pp. 46
24
Tratado del Pilar firmado por Manuel de Sarratea (por Buenos Aires), Francisco Ramírez (por Entre
Ríos) y Estanislao López (por Santa Fe), el 23 de febrero de 1820. Fue aprobado y ratificado por la Junta
de Representantes el 24 de febrero del mismo año.