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ENVEJECER MEJOR
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ÍNDICE
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Reloj biológico y
1 envejecimiento: una relación
recíproca
Decía el filósofo y matemático griego Pitágoras de Samos que “una bella
ancianidad es, ordinariamente, la recompensa de una bella vida”. Y es que
todos hemos conocido personas mayores con una calidad de vida envidia-
ble, mientras que, por desgracia, también sabemos de casos en los que el
envejecimiento ha hecho estragos.
Pero, ¿qué factores influyen en que unas personas envejezcan mejor que
otras? Sería absurdo pensar que la genética, es decir, el equipaje biológico
con que llegamos al mundo, no influye en la manera en que envejecemos.
Sin embargo, cada día existe mayor evidencia científica que atribuye a
los factores externos una mayor importancia en la manera en que desa-
rrollamos nuestra vida, incluida la etapa final. Así, tener una nutrición ade-
cuada y realizar actividad física moderada de manera periódica son dos
piezas fundamentales para poder disfrutar de un envejecimiento saludable.
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Y es que hoy día sabemos que no sólo es importante qué o cuánto comemos,
dormimos o hacemos ejercicio, sino que cuándo realizamos esas y otras
funciones tiene una especial importancia en nuestra salud, nuestro bienestar
y también en cómo de saludable sea nuestro envejecimiento.
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Ritmos biológicos: qué son y
2 para qué sirven
Seguro que todos hemos experimentado cambios rítmicos en nuestro orga-
nismo a lo largo del día o, incluso, a lo largo del año. Por ejemplo, nuestro
nivel de concentración es mayor a unas horas que a otras, así como nuestro
nivel de somnolencia, apetito, etc. Y es que nuestro comportamiento, nues-
tra fisiología e incluso los procesos moleculares y celulares que ocurren
en nuestro organismo se modifican de manera rítmica.
¿Son los ritmos circadianos reactivos a los cambios ambientales? Esta pre-
gunta se la hicieron algunos investigadores a mediados del siglo pasado. Una
manera de responderla fue aislar animales, y también seres humanos, de
todo cambio ambiental externo.
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Pero ¿qué nos ha llevado a disponer de esos relojes en nuestro organismo?
Desde que surgió la vida en la Tierra, esta se ha visto sometida a distintos
cambios cíclicos ambientales, como la alternancia del día y la noche o de las
estaciones, entre otros. Los cambios cíclicos tienen la ventaja de que pueden
predecirse si disponemos de un buen sistema de medición del tiempo, de
manera que aquellos organismos que disponían de esos relojes moleculares
tenían una ventaja adaptativa para convivir y sobrevivir a estos cambios am-
bientales, anticipándose y preparando sus procesos biológicos.
Nuestros relojes biológicos, así, tienen una utilidad similar a nuestro reloj de
pulsera: nos ayudan a no llegar tarde.
Por tanto, hace ya tiempo que sabemos que los ritmos circa-
dianos los produce nuestro propio organismo gracias a una
serie de relojes distribuidos en nuestros órganos y tejidos.
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Conociendo nuestro sistema
3 circadiano
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Pero ¿cómo funcionan y se coordinan exactamente esos relojes que tene-
mos distribuidos en nuestro organismo? Como ya hemos adelantado, en el
cerebro, concretamente en el hipotálamo, tenemos un grupo de neuro-
nas que emiten señales de forma sincronizada y que se conoce como
núcleo supraquiasmático.
Continuando con el símil de los relojes, podemos decir que nuestro marca-
pasos central funcionaría como un antiguo reloj de cuerda, de los que
tendían a retrasar y había que poner en hora cada día.
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Y es que nuestro sistema circadiano (así llamamos al conjunto de relojes y
otros factores que contribuyen a mantenernos “en hora”) también necesi-
ta señales que lo sincronicen, reseteándolo día a día, ya que también
tiende a retrasar. De entre esas señales, la más importante es el ciclo de
luz y oscuridad.
Pues bien, poner en hora a nuestro reloj central mediante una adecua-
da exposición a la luz va a ser fundamental para que nuestros procesos
fisiológicos se mantengan ordenados en el tiempo, lo que contribuirá de
manera significativa al mantenimiento de nuestra salud y bienestar. Ima-
ginemos una orquesta sinfónica en la que el director (nuestro reloj central)
“se pierde”. Lo que era una agradable sinfonía, finalmente se convertirá en
ruido. Pero esto lo trataremos un poco más adelante.
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Otra manecilla o ritmo circadiano muy importante es la secreción de distin-
tas hormonas. Según su función, presentan un ritmo de secreción acorde
con el momento del día en que son más necesarias. Por ejemplo, la melato-
nina es una hormona con un papel muy importante en el sistema circadia-
no, ya que es un mediador que pone en hora a todo nuestro organismo.
Además, a los seres humanos nos prepara para dormir.
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En el hipotálamo, tenemos un grupo de neuronas que
emiten señales de forma sincronizada y que se conoce como
núcleo supraquiasmático. Este grupo de neuronas constituye
nuestro reloj central, que es quien coordina la actividad del
resto de relojes que tenemos distribuidos en otros órganos y
tejidos.
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Lo que nos pone en hora: la
4 importancia del cuándo
A menudo, las recomendaciones en materia de salud giran en torno al
cuánto o al qué: qué o cuánto debemos comer, cuánto ejercicio y de qué
tipo debemos realizar, o cuánto debemos dormir. Sin embargo, en los
últimos años existe una evidencia científica creciente sobre la impor-
tancia del cuándo.
Tener claras las diferencias entre el día y la noche (algo que nuestros
ancestros conocían y aplicaban muy bien) es fundamental para mantener
unos hábitos saludables. Durante el día debemos exponernos a una
buena intensidad de luz (idealmente, a la luz natural) y realizar actividad
física y mental. Los estímulos sonoros (que no ruido) deben ser mayores a
los de la noche. Además, es durante el día cuando nuestro organismo está
preparado para digerir y procesar el alimento, por lo que es durante este
periodo cuando debemos comer.
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Además de mantener unos hábitos que permitan a nuestro organismo
diferenciar claramente entre el día y la noche, la regularidad también es
importante. Debemos, así, procurar mantener a lo largo de la semana
unos horarios estables de sueño, de comidas, de contactos sociales y de
actividad, tanto física como mental. Ello es fundamental en todas las
etapas de la vida, pero especialmente importante cuando avanzamos en
edad, para compensar la posible pérdida de funcionalidad que puede
aparecer con el envejecimiento.
Decimos que una persona sufre de jet lag social cuando la discrepancia en
el centro del periodo de sueño entre los días laborables y el fin de semana
es mayor de dos horas. El jet lag social, mantenido en el tiempo, puede
derivar en una situación de cronodisrupción (desajuste de nuestra hora
interna), muy relacionada con el envejecimiento y de la que hablaremos en
el siguiente capítulo.
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El cronotipo, además, no es fijo, sino que evoluciona a lo largo de la vida.
Sufre principalmente dos cambios importantes. El primero ocurre en la
adolescencia, cuando nos hacemos más vespertinos o tipo búho. Los ado-
lescentes no se quedan hasta las tantas despiertos por rebeldía, sino
porque su cronotipo les predispone a ello. Posteriormente, en la etapa
adulta, normalmente se vuelve a adelantar, y es ya en el envejecimiento
cuando se produce un adelanto patente del cronotipo. Cuando envejece-
mos, tendemos a hacernos más matutinos: madrugamos más y tendemos
a ir antes a dormir. Pero este no es el único cambio en nuestro sistema
circadiano que se produce cuando envejecemos, como veremos a conti-
nuación.
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Cronodisrupción y envejeci-
5 miento: un reloj estropeado
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Como acabamos de adelantar, durante el envejecimiento, al igual que
ocurre con otras funciones, se produce en nuestro sistema circadiano
una serie de cambios fisiológicos. En primer lugar, se suele producir un
adelanto en la fase endógena. Como hemos tratado en el capítulo anterior,
tendemos a hacernos más matutinos durante el envejecimiento.
En primer lugar, la maquinaria del reloj puede verse afectada, entre otras
razones, porque se reduzca el grado de acoplamiento entre las neuronas
que lo forman, contribuyendo a disminuir la amplitud de los ritmos y a
aumentar su fragmentación. Además, en cuanto a los factores que ponen
en hora al reloj, se producen cambios anatómicos que hacen que se reduz-
ca la intensidad de luz que recibe la retina conforme envejecemos, ya que
disminuye el tamaño basal de nuestra pupila y además se amarillea el
cristalino.
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Además, seguro que algún lector o lectora ha comprobado que algún
familiar mayor comienza a dormir peor con los años: a despertarse cada
poco tiempo por la noche y a dormirse en el sofá durante el día, y no solo
porque la programación de televisión sea un aburrimiento. Y es que uno de
los ritmos en los que más evidente es el proceso de envejecimiento es el
ciclo sueño-vigilia.
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Como podemos deducir de todo lo que hemos ido contando a lo largo de
este libro, en biología, el orden de los factores sí altera el producto. Y así es.
De hecho, hoy día sabemos que la cronodisrupción está relacionada con
la aparición de patologías o alteraciones metabólicas, como la diabetes,
de enfermedades cardiovasculares, o de trastornos psiquiátricos. Incluso la
incidencia de algunos tipos de cáncer parece estar relacionada con la
cronodisrupción, como así parecen indicar distintos estudios epidemiológi-
cos y experimentos en modelos animales.
Por tanto, no solo el cuánto o el qué, sino también el cuándo son importan-
tes para tener una “bella vida“ que nos recompense con una “bella anciani-
dad“.
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El orden de los factores sí
6 altera el producto: consejos
para una fisiología ordenada
¿Qué podemos hacer en nuestro día a día para ordenar nuestros procesos
fisiológicos? A lo largo de este libro hemos realizado un recorrido por los
distintos niveles sobre los que podemos actuar.
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Dormir a la hora adecuada también es esencial y, aunque esto último
puede depender en cierta medida de nuestro cronotipo (que tiende a
hacerse más matutino conforme nos hacemos mayores), hay que tener en
cuenta que el ser humano es un animal diurno, por lo que está preparado
para dormir durante la noche.
Por otro lado, un horario regular de comidas también será esencial para
mantenernos sincronizados. Se recomienda no retrasarlas demasiado,
manteniendo una hora central de ingesta (la hora intermedia entre desa-
desayuno y cena) no más allá de las tres de la tarde. La cena también debe
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realizarse al menos dos horas antes del momento de ir a la cama. Reciente-
mente se ha planteado la hipótesis de la interferencia de la melatonina con
la insulina, de forma que sería mejor evitar ingerir alimentos cuando el
nivel de melatonina es elevado (es decir, por la noche o muy temprano por
la mañana). Por ello, debemos adelantar la cena en lo posible y no desayu-
nar excesivamente temprano. Aunque estos horarios pueden depender en
gran medida del cronotipo o fase endógena de cada cual, lo que sin duda
debemos evitar, en general, es levantarnos de la cama para picotear.
Por último, la actividad física moderada, así como los contactos socia-
les, también son muy recomendables durante el día y de forma regular
para mantener una buena salud circadiana. El ejercicio físico siempre
deberá realizarse de un modo acorde a las posibilidades físicas de la perso-
na, pero, en general, una actividad física moderada y regular será benefi-
ciosa. Sin embargo, no se recomienda realizar ejercicio intenso cerca del
momento de ir a dormir, ya que puede activar demasiado nuestro sistema
nervioso y dificultar la relajación necesaria para conciliar el sueño.
Tal como hemos ido viendo a lo largo de este breve recorrido por nuestro
sistema circadiano, nuestro reloj requiere de una serie de cuidados. La
buena noticia es que son cuidados sencillos que además contribuirán a
mejorar nuestro bienestar diario. Además, aunque seguir estas recomen-
daciones a lo largo de la vida no impedirá que envejezcamos, sí ayudará a
que lo hagamos de forma más saludable.
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