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La incomodidad en los procesos educativos institucionales inclusivos

Sobre los procesos de educación instituidos y constituidos por la escuela, se advierte que hay
lineamientos específicos que formarían o conformarían las pautas básicas para el objetivo de
procurar constituir sujetos autónomos, social y cognitivamente.

Promover y procurar la inclusión como normativa institucional, sería el lineamiento básico, más
amplio, que consideramos debe primar.

En el proceso de inclusión, desde una institución educativa que lo considera el eje estructural de su
paradigma, se debe considerar la posibilidad, en primera medida, de contar con la adhesión al
paradigma por parte de los adultos que pertenecen a la institución, tanto por tutelar a un educando
menor en constitución, o formar parte del grupo de jóvenes o adultos en condición de educandos, o
de adultos en disponibilidad para desempeñar la función profesional a la que se comprometieron.

Con relación a los adultos que pertenecen al grupo de profesionales que llevan adelante el proceso
de educación, dentro de una institución educativa inclusiva, la responsabilidad es mayor, ya que son
los que desde el sentido científico, teórico y práctico, deben estar capacitados para el abordaje
profesional que han asumido. La capacitación permanente por parte de los directivos de la
institución hacia los/as/es docentes, es la forma de establecer criterios de regulación para que la
propuesta pedagógica responda al paradigma. De lo contrario ¨ la estructura educativa expone a
los destinatarios de su acción a mensajes contradictorios que se debilitan o se anulan
recíprocamente. Una coherente homogeneidad entre las propuestas educativas y los
comportamientos requeridos y puestos en acción por quienes efectúan tales propuestas, es
condición necesaria e indispensable para el funcionamiento de cualquier escuela ¨ (F. Tonucci )

Los adultos, referentes tutelares de menores en proceso de constitución, dentro de las instituciones
educativas, deberán considerar el proceso de educación que el paradigma de la institución les ofrece
antes de decidir incorporar al niño, niña o adolescente. En esta decisión se ponen en juego los
procesos que intervienen en la constitución subjetiva de los educandos, que, en la medida de lo
posible, no deben entrar en contradicción de forma regular.

Los adultos con sus decisiones cotidianas, participan de los modos de socialización y de procesos de
educación de los sujetos, de diferentes formas y grados. No tener en cuenta que los adultos son, en
determinados, espacios, tiempos, situaciones relacionales o de enseñanza, referentes de los
educandos, es omitir la responsabilidad que esto supone, tal como lo describe Doufour:

“(…) La autoridad corresponde a una necesidad bien específica: la de introducir en un mundo


preestablecido (…) a los recién llegados por nacimiento. Es necesario nos explica Hanna
Arendt, hacerse cargo de esta introducción, de lo contrario, esta autoridad abolida por los
adultos sólo puede significar una cosa: que los adultos se nieguen a asumir la responsabilidad
del mundo al cual han traído a sus hijos.” (DUFOUR, 2007)

Un paradigma educativo institucional inclusivo: sus ejes conceptuales


El paradigma inclusivo llevado adelante en nuestra institución educativa, siempre adhiriendo a la
definición de Cullen que “educar es socializar a través de los contenidos públicamente legitimados,”
se sostiene en una propuesta pedagógica constructivista, cooperativa, democrática y laica.
Cada uno de estos conceptos sostiene el sentido inclusivo del paradigma.
El constructivismo, entre otros fundamentos teóricos, respeta los saberes previos del educando,
como soportes de nuevos saberes que se articulen con los mismos. Por tanto considera la
singularidad subjetiva y la estructura propia del sujeto como parte fundamental del proceso de
desarrollo. Al considerar a cada sujeto desde sus propias posibilidades, ideas, deseos y necesidades
o sea su significatividad lógica y psicológica, coloca el valor del sujeto desde su propia perspectiva
de aprendizaje, respetando los tiempos o ritmos de aprendizaje personales, permitiendo al sujeto
sentirse respetado y por lo mismo institucionalmente incluido.
La cooperación, como propuesta educativa para cada actividad dentro de la institución, genera
composiciones grupales diversas permanentes, con posibilidades relacionales pensadas para que
todos, todas y todes sientan que el trabajo con el otro es un desafío cotidiano, a través del cual se
desarrolla el sentido de pertenencia y la alteridad, capacidades necesarias para las interrelaciones
subjetivas, que propician la inclusión.
Por otra parte desarrolla el proceso de autonomía, ya que como lo estableciera Piaget “la autonomía
es un poder que se conquista desde adentro y solo se ejerce en el seno de la cooperación” (Cfr.
Piaget, 1944) por tanto otorga al sujeto la posibilidad de tomar decisiones propias en sus relaciones
intersubjetivas que le permiten, incluirse y pertenecer.
La democracia favorece la comprensión sobre los derechos humanos que nos otorgan las
sociedades o comunidades a las que pertenecemos, en este caso la educativa y al mismo tiempo, nos
permite construir un saludable lugar subjetivo con derechos adquiridos y conocer que se deben
asumir los deberes que den lugar a los derechos de los otros. Al tratar de propiciar un lugar justo
basado en los derechos y deberes, propicia el sentido de justicia, que le otorga al sujeto, la confianza
necesaria, para el desarrollo de la socialización, favoreciendo los procesos de inclusión,
Lo laico, la laicidad, el derecho a la religión o a diferentes creencias religiosas, es un derecho
humano. La diversidad religiosa dentro de una sociedad o comunidad, promueve el desarrollo de la
alteridad, aprender la alteridad es aprender a convivir con otros reconociéndolos como semejantes
muy diferentes a la vez. Las comunidades diversas, desarrollan la posibilidad de comprender al otro
sin estigmas, por tal motivo el hecho del encuentro entre diversas religiones o creencias,
proporciona un nivel de inclusión adecuado para la socialización y el desarrollo de sujetos
evitando la violencia que causa la discriminación.

Cada paradigma educativo inclusivo, instituye reglas o pautas, que tienen categoría legal

Lo que se establece como sentido institucional, se basa siempre en normativas que se generan y al
instituirse le dan identidad al paradigma institucional.
Las leyes o reglas existen tanto en la organización cooperativa que sostiene la escuela, como en el
paradigma educativo que propone la misma.
Estas reglas o regulaciones se constituyen año a año y dependen de los contextos socio-históricos
culturales en los que se encuentre la escuela y la cooperativa.
Las pautas que se generen en los espacios de la dirección para la escuela y en el del consejo de
administración, para la cooperativa, deben ser revisadas permanentemente para poder seguir
estableciendo las bases del proceso de regulación de las funciones, tanto de los profesionales que
integran la institución educativa, como de los que pertenecen a la administración de la cooperativa.
Las reglas, resoluciones, disposiciones o leyes institucionales, regulan las acciones subjetivas e
intersubjetivas, permitiendo establecer las necesarias adecuaciones relacionales para que las
mismas, no interfieran desde los sentidos personales y perturben el proceso institucional, que es
cotidiano y permanente.

“¿Justicia? Justicia ya tendrás en el


más allá, en esta vida sólo cuentas con la ley.”
Su pasatiempo favorito, William Gaddis.

Esta frase es muy clara a los efectos de comprender, que los procesos relacionales dentro de una
institución educativa, requieren de la regulación de la ley para lograr, solamente, algo del orden de
lo justo, que es lo que necesita una institución educativa, que depende de una organización
cooperativa y pretende promover una educación inclusiva.
Enmarcarnos en los estatutos o los reglamentos que le dan identidad tanto a la organización
cooperativa como a la institución educativa, es la única herramienta con la que contamos para que
cada uno de los socios o profesionales en su función, no pretenda resolver desde un sentido personal
las situaciones que se dirimen en el espacio institucional. No existe otra manera que habilite, los
procesos relacionales cotidianos, desde un sentido justo.
Estos parámetros legales constituidos e instituidos, no se generan de una vez y para siempre ni se
instituyen de un día para el otro, son procesos sociales y como tales es el tiempo y la pertinencia de
los mismos, los que hacen que se vuelvan institucionales.

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