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Platón
Platón vivió entre los siglos V y IV a.C. Entonces Grecia era un conglomerado de ciudades
estado independientes y autogobernadas. El territorio que abarcaba comprendía la
península del Peloponeso, la Magna Grecia (sur de Italia), Sicilia y numerosas islas del
Mediterráneo.
Tras la invasión persa de Asia Menor, se reduce el influjo griego en la zona del mar Egeo y
Atenas se convierte en el centro de poder jonio. La invasión de los persas llega hasta las
tierras griegas y se inician las guerras médicas. En la primera guerra los griegos vencen en
la batalla de Maratón. Sin embargo en una segunda invasión, siendo rey Jerjes, los persas
derrotan a los griegos en el desfiladero de las Termópilas, defendido por los espartanos, y
arrasan el Ática y Atenas. Los griegos preparan la revancha con una flota marítima con la
iniciativa de Atenas, venciendo en la batalla naval de Salamina. Atenas queda fortalecida y
progresivamente adquiere la hegemonía sobre el resto de ciudades griegas, con la
manifiesta oposición y disgusto de Esparta.
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ciudad. Pronto imitan este modelo político el resto de ciudades griegas, aunque también
surgirá una oposición tanto interna como externa. La oposición interna la llevan a cabo los
aristócratas que se resisten a perder los privilegios tradicionales. La oposición externa la
ejerce, cómo no, Esparta, que ve amenazado su régimen aristocrático-militar. Se produce,
así la primera guerra del Peloponeso (entre los propios griegos). Se resuelve con la
creación de dos Ligas, la del Peloponeso liderada por Esparta y la de Delos liderada por
Atenas. Otras dos guerras, en medio de las cuales muere Pericles, dan al traste con la
hegemonía y prosperidad de Atenas. Derrotada, tuvo que entregar la flota de la que tanto se
enorgullecía y ver destruidas sus murallas (404 a.C.).
Esparta impone en Atenas el gobierno de los Treinta Tiranos. Platón tenía entonces 24
años y de dicho gobierno formaban parte su primo Crítias y su tío Cármides. Ya entonces
apuntaba un rechazo a la democracia. El rechazo se hizo mayor cuando, nuevamente
reinstaurada la democracia (402 a.C.), ésta condena a muerte a su maestro y amigo
Sócrates (399 a.C.).
La sociedad tradicional griega, en la que la nobleza era dueña de las tierras y gobierna al
pueblo que se dedica a la agricultura y ganadería, cambió tras la expansión colonial iniciada
en el S. VIII a. C. Aparecieron una serie de oficios nuevos relacionados con esa expansión y
sobre todo, el comerciante, que prospera sin depender de los terratenientes. Además, la
colaboración de las clases populares en las Guerras Médicas, les otorgó protagonismo
político y les llevó a exigir cambios sociopolíticos más participativos y democráticos. Este es
el proceso que llevó a Grecia a crear un sistema político en el que los ciudadanos (categoría
de la que están excluidas mujeres, esclavos y extranjeros o metecos) forman parte
directamente de una Asamblea o Ecclesía en la cual son elegidos por sorteo o votación los
cargos públicos de la ciudad. Pero los derechos políticos eran muy minoritarios, tan solo un
10% de la población, y de hecho, quien participa en política eran aquellos que vivían
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desahogadamente y podían dedicarse a ella. Con lo que seguía en el poder la antigua
aristocracia y los nuevos ricos (plutocracia).
Destacan las tragedias de Esquilo, Sófocles y Eurípides, las comedias de Aristófanes, las
historias de Herodoto y Tucídides. Se construye la Acrópolis, en la que participa Fidias. Las
esculturas de Praxíteles y, por supuesto, la Filosofía llega con Tales, Anaxágoras, los
pitagóricos, los atomistas y los sofistas, además, por supuesto, de Sócrates y Platón.
A la muerte de su padre, siendo niño Platón, su madre contrajo nuevas nupcias con
Pirilampo, amigo de Pericles, corriendo la educación de Platón a su cargo, por lo que se
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supone que Platón pudo haber recibido una enseñanza propia de las tradiciones
democráticas del régimen de Pericles.
En todo caso, Platón recibió la educación propia de un joven ateniense bien situado,
necesaria para dedicarse de lleno a la vida política, como correspondía a alguien de su
posición. Según Diógenes Laercio llegó a escribir poemas y tragedias, aunque no
podamos asegurarlo. También fue discípulo del heracliteano Cratilo, noticia esta que
tampoco parece posible confirmar. La vocación política de Platón está constatada por sus
propias declaraciones, en la conocida carta VII; pero su realización se vio frustrada por la
participación de dos parientes suyos, Cármides y Crítias, en la tiranía impuesta por
Esparta tras la guerra del Peloponeso, conocida como la de los Treinta Tiranos, y que
ejerció una represión violenta y encarnizada contra los lideres de la democracia. Sin
embargo, el interés político no le abandonará nunca, y se verá reflejado en una de sus
obras cumbre, la República.
La influencia de Sócrates
En el año 407, a la edad de veinte años, conoce a Sócrates, y queda admirado por la
personalidad y el pensamiento del maestro, admiración que le acompañará toda la vida y
que marcará el devenir filosófico de Platón. Pero también sobre su relación con Sócrates
hay posiciones contradictorias. El que no estuviera presente en la muerte de Sócrates ha
hecho pensar que no pertenecía al círculo íntimo de amigos de Sócrates; sin embargo,
parece que sí se ofreció como aval de la multa que presumiblemente la Asamblea
impondría a Sócrates, antes de que cambiara su decisión por la condena a muerte.
Primeros viajes
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Invitado a la corte de Dionisio I, en Siracusa, se hizo amigo de Dión, que era cuñado de
Dionisio, y con quien concibió la idea de poner en marcha ciertas ideas políticas sobre el
buen gobierno que requerían la colaboración de Dionisio. Al parecer, las condiciones de la
corte no eran las mejores para emprender tales proyectos, ejerciendo Dionisio como tirano
de Siracusa. Irritado por la franqueza de Platón, según la tradición, le retuvo prisionero o
lo hizo vender como esclavo en Egina, entonces enemiga de Atenas, siendo rescatado
finalmente por un conciudadano que lo devolvió libre a Atenas.
La Academia
Una vez en Atenas, en el año 388-387, fundó la Academia, nombre que recibió por
hallarse cerca del santuario dedicado al héroe Academos, especie de "Universidad" en la
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que se estudiaban todo tipo de ciencias, como las matemáticas , la astronomía, o la física,
además de los otros saberes filosóficos y, al parecer, con una organización similar a la de
las escuelas pitagóricas, lo que pudo comportar un cierto carácter secreto, o mistérico, de
algunas de las doctrinas allí enseñadas. La Academia continuará ininterrumpidamente su
actividad a lo largo de los siglos, pasando por distintas fases ideológicas, hasta que
Justiniano decrete su cierre en el año 529 de nuestra era.
Últimos viajes
En el año 369 emprende un segundo viaje a Siracusa, invitado por Dión, esta vez a la
corte de Dionisio II, hijo de Dionisio I, con el objetivo de hacerse cargo de su educación;
pero los resultados no fueron mejores que con su padre. Tras algunas dificultades (al
parecer estaba en situación de semi-prisión) consigue abandonar Siracusa y regresar a
Atenas. También Dión tuvo que refugiarse en Atenas al haberse enemistado con
Dionisio I, donde continuará la amistad con Platón. Unos años después, en el 361, y a
petición de Dionisio II, vuelve a realizar un tercer viaje a Siracusa, fracasando igual que en
las ocasiones anteriores, y regresando a Atenas en el año 360 donde continuó sus
actividades en la Academia. Parece ser que a Platón le fue ganando progresivamente la
decepción y el pesimismo, lo que se refleja en sus últimas obras. Murió en el año 348-347.
1 De la importancia que concedía Platón a los estudios matemáticos da cuenta la leyenda que rezaba en el
frontispicio de la Academia: "que nadie entre aquí que no sepa matemáticas"
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1.4. Contexto filosófico
Podemos afirmar que Platón tuvo una copiosa información de las teorías presocráticas.
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Hacia el año 390, visita la Magna Grecia , acontecimiento importante de su vida exterior,
pues entabla relación con los centros pitagóricos y movimientos órficos por medio de su
amigo Arquitas, señor de Tarento. En las obras de Platón se plasma su admiración por la
geometría pitagórica, tal como lo podemos ver en la República, 529.a:
“Parece en verdad, que así como los ojos han sido hechos para la astronomía, los oídos lo
fueron para el movimiento armónico, y que estas ciencias son como hermanas, al decir de
los pitagóricos y de nosotros mismos”.
Además de los pitagóricos, Platón estuvo Platón ligado a otras escuelas de las que recibió
notable influencia. En este sentido podemos destacar la Escuela de Éfeso, con Heráclito,
del que expresará en el Crátilo la idea de superar el cambio perpetuo vinculado a las
cosas sensibles.
Platón también menciona a Anaxáporas en sus diálogos en cuanto a la idea del nous. A
Empédocles, en relación con los cuatro elementos. A los Atomistas respecto a un espacio
lleno de material informe y caótico. A Tales como padre de la filosofía, etc.
2 Magna Grecia es el nombre dado en la Antigüedad al territorio ocupado por los colonos griegos al sur de la
península italiana y Sicilia.
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A este período corresponde su obra por excelencia, La apología de Sócrates. Se trata de
una supuesta defensa del maestro ante el tribunal democrático que lo condenó,
representado principalmente por el poeta Melito, el político Anito y el orador Licón.
Lisis o de la amistad entre dos niños de 12 años llena de ingenuidad y candor basado en
la semejanza o en la contrariedad.
Eutifrón o sobre la piedad. Lo sagrado lo permitido por la ley divina, aquello que resulta del
agrado de los dioses.
Protágoras o de los sofistas Trata sobre la posibilidad de enseñar la virtud entendida como
forma de saber.
3 Falta de templanza
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Hippias Mayor sobre la belleza en sí, la idea genérica como concepción del alma.
Hippias Menor sobre la verdad y la mentira. También trata sobre el intelectualismo moral
“Nadie hace el mal a sabiendas”.
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Eutidemo o el discutidor, es una crítica a las logomaquias o “eristicas” sofisticas.
Menéxeno o la crítica a la oración fúnebre, al público que asiste, a la retórica del elogio y
la consolación.
1.5.3. Período de madurez. Corresponde a los diálogos más importantes. Expone sus dos
temas esenciales: la teoría de las ideas y su teoría política. Durante este periodo
permanece en la Academia, en este periodo aparece un Socrates que mas que buscar la
verdad ya la tiene.
El Banquete o sobre el amor. Se cuenta toda la doctrina sobre el amor. Se trata de forma
directa y exclusiva. Cuenta el mito del nacimiento de Eros.
Fedón o sobre la inmortalidad del alma. Se cuenta el período que pasa Sócrates en la
cárcel mientras aguarda la muerte. Tambien se expone la teoría de las ideas por vez
primera.
Fedro o sobre la belleza del alma. Se trata de un análisis de la teoría de las ideas, la
dialéctica, la belleza, el mito del carro alado, sobre la locura de amor, la retórica, la verdad
y la felicidad.
1.5.4. Período de vejez. Nos encontramos con unas obras críticas y pesimistas, influido
seguramente por sus decepcionantes segundo y tercer viaje a Sicilia. Platón en este
período critica su teoría de las ideas y su teoría política, y a la par trata temas
cosmológicos e históricos. Sócrates deja de ser el personaje destacado en sus diálogos.
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Filebo. Sobre el placer y el bien.
Las Leyes. Obra de vejez. Expone su filosofía política y propone cambios respecto a
planteamientos anteriores
Hay también 13 cartas dirigidas a Gobernantes Políticos. Destacan las cartas a Dion,
Dionisio y sobre todo la Carta VII.
En el pensamiento griego, el problema del alma se plantea de forma muy distinta a como
nos lo planteamos en la actualidad. Ningún filósofo griego negó la existencia del alma.
Incluso los filósofos materialistas aceptaban su existencia, aunque la consideraban
compuesta de átomos como el resto de lo real. El problema fundamental para los griegos
no es, pues, la existencia del alma, sino su naturaleza: material o no, inmortal o no. Para
el pensamiento moderno el problema primero y fundamental no es la discusión sobre la
naturaleza del alma, sino la cuestión misma de su existencia.
La especulación griega acerca del alma no comienza con Platón. El tema del alma está ya
presente en el pensamiento mítico y en las creencias religiosas más remotas.
El concepto del alma en el pensamiento griego está vinculado a dos ideas: a la vida, y al
conocimiento intelectual. El alma sería por tanto el principio de vida, aquello en virtud de lo
cual un ser vivo está vivo, y el principio del conocimiento racional.
Si se acepta la primera de estas concepciones, habrá que admitir que todos los vivientes
poseen alma, no sólo los animales, sino las plantas también. Si se adopta la segunda,
parecerá razonable afirmar que sólo el ser humano posee alma.
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Dualismo platónico
Platón afirma que el cuerpo es una cárcel para el alma, porque entiende que cuerpo y
alma son dos realidades heterogéneas, tanto por su naturaleza, como por su origen. En
efecto, si el cuerpo es de naturaleza material y, en cuanto tal, pertenece al mundo de lo
sensible, el alma, por su parte, es de naturaleza espiritual y procede del mundo inteligible.
El alma en Platón
El dualismo establecido por Platón entre el mundo sensible y el mundo de las ideas, se
traduce en el caso de su antropología, como ya hemos señalado, en un claro dualismo
entre alma y cuerpo. En esta concepción antropológica está muy presente la influencia de
las teorías pitagóricas sobre inmortalidad y transmigración de las almas.
Lo propio del alma no es, pues, estar junto al cuerpo; su lugar natural es el mundo
inteligible. Por eso, mientras permanece unida al cuerpo, anhela librarse de los lazos que
la atan a lo sensible y retornar a su origen primitivo. De manera que la unión entre alma y
cuerpo es una unión accidental, semejante a la que se establece entre el cochero y su
coche o el timonel y el barco.
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Veamos los siguientes rasgos de su teoría:
3. Pero si el lugar propio del alma es el mundo de las Ideas y su actividad más propia es la
contemplación de éstas, es obvio que el alma es concebida por Platón fundamentalmente
como principio de conocimiento racional.
5. Platón se ve de este modo, obligado a distinguir partes del alma o almas distintas:
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instrucciones del auriga. Gracias a esta parte, el auriga puede seguir a los dioses
hacia el mundo de las Ideas y la contemplación de la Idea de Bien. En el alma
irascible se encuentra la voluntad, el valor y la fortaleza. Platón no defiende con
claridad ni su mortalidad ni su inmortalidad. Localizada en el tórax, pecho.
Esta interpretación tripartita del alma nos presenta el problema de si ésta es inmortal en
sus tres partes.
Por otra parte, con esta visión tripartita parece que Platón está intentado resolver el
problema de lo racional y lo irracional en ser humano.
El alma es como el conjunto formado por un par de caballos alados y su auriga. En el caso
de los dioses, los dos caballos son buenos y de buena raza; en el caso de los mortales,
uno de los dos es también así, el otro es lo contrario.
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Gracias a sus alas, las almas de los dioses se mueven por la bóveda celeste, y salen
fuera, y se detienen sobre ella, hasta que el movimiento de rotación las vuelve a dejar en
el mismo punto; durante esa instancia contemplan lo que está fuera del mundo sensible, lo
ente, y ese es su festín y su regalo.
Las almas de los hombres, por la dificultad de conducir el carro (uno de los dos caballos es
díscolo), difícilmente logran seguir a las de los dioses; apenas llegan a sacar la cabeza fuera de la
bóveda del cielo y ver, más o menos; la que logra ver algo, queda libre de sufrimiento hasta la
próxima revolución, porque la presencia de lo ente es el alimento para "lo mejor" del alma; pero, si
el alma no ha conseguido ver, sino que, por el contrario, en la lucha ha sido derrotada, pierde las
alas y cae a tierra, donde toma posesión de un cuerpo, que, por la virtud del alma, parecerá
moverse a sí mismo. Si, de todos modos, el alma ha visto alguna vez, no será fijada a un cuerpo
animal, sino a un cuerpo humano, y según que haya visto mas o menos, será fijada al cuerpo de
quien haya de ser una u otra cosa; la de que haya visto más, será el alma de Un amante de la
sabiduría o un cultivador de las Musas o del amor; la segunda será el alma de un gobernante
obediente a la ley, y así hasta la octava que será la de un sofista, y la novena, que será la de un
tirano.
Al final de una vida, las almas son juzgadas y hasta completar un milenio llevan, bajo tierra o en
un lugar del cielo, una vida concorde con los merecimientos de su vida terrena. Transcurrido el
milenio, volverán a la superficie de la tierra, pero esta vez cada uno escogerá el tipo de vida que
quiere, en qué clase de cuerpo ha de ser plantado; así cada uno elegirá libremente según su
propio carácter y su propio valor; puede ser que alguna decida ir a parar a un animal: se le
concederá porque esa es su decisión.
Ningún alma recuperará las alas antes de diez mil años, a no ser la que se haya mantenido
durante tres generaciones sucesivas en el estado de amante de la sabiduría o de la belleza.
3. Ontología
La teoría de las Ideas representa el núcleo de la filosofía platónica, el eje a través del cual
se articula todo su pensamiento. No se encuentra formulada como tal en ninguna de sus
obras, sino tratada, desde diferentes aspectos, en varias de sus obras de madurez como
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"La República", "Fedón" y "Fedro". Por lo general se considera que la teoría de las Ideas
es propiamente una teoría platónica, pese a que varios estudiosos de Platón, como Burnet
o Taylor, hayan defendido la tesis de que Platón la había tomado directamente de
Sócrates. Los estudios de D. Ross, entre otros, han puesto de manifiesto las insuficiencias
de dicha atribución, apoyando así la interpretación más generalmente aceptada.
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imprevisto e imprevisible de estas colisiones y combinaciones, el cosmos, el orden,
proviene inexplicablemente del desorden.
“Hay algunos como Leucipo y Platón, que afirman que la actividad existe desde
siempre, ya que desde siempre hay movimientos”. Aristóteles. Metafísica
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El término “idea” no debe inducir a error. No se trata de construcciones mentales, de
objetos sin existencia aparte de la mente que los concibe. Se trata de realidades, más
aún, de las únicas realidades en sentido pleno, ya que lo que de realidad hay en el
inundo físico deriva precisamente de ellas.
La constitución del universo físico es narrada por Platón en el Timeo en forma de mito. El
carácter mítico de este relato hace difícil precisar el significado de muchos aspectos de la
narración. Uno de los aspectos debatidos es la naturaleza del demiurgo. Es difícil decidir
si se trata de un dios que realmente actúa sobre la materia tomando como modelo las
Ideas o si se trata de una forma mítica de expresar la acción de las ideas sobre la materia,
como elemento configurador que impone a la materia una estructura y de este modo
proporciona a los seres del mundo físico la inteligibilidad y consistencia de que la materia
carece.
1. Para los milesios, el sustrato permanente (agua, ápeiron, etc.) era a la vez el material
del que las cosas están constituidas y lo que las cosas verdaderamente son, es decir, su
esencia (las cosas no son sino distintos estados o modificaciones del agua). Ambos
aspectos se separan claramente en la doctrina platónica: de una parte, el material a partir
del cual están constituidas las cosas es la materia informe y caótica; de otra parte, lo que
las cosas verdaderamente son, su esencia, es la idea o forma que imitan, de que
participan.
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sólo formal sino también ejemplar de los seres naturales. Evidente, una interpretación
alegórica de la figura del demiurgo llevaría —no sin razón— a atribuir a las ideas ambos
tipos de causalidad.
En segundo lugar y de acuerdo con lo que acabamos de señalar, las ideas son realidades
permanentes e inmutables, mientras los seres del mundo físico se caracterizan por su
mutabilidad y corruptibilidad. Las ideas son lo que tienen de común seres de apariencias
distintas, pero de la misma esencia: individuos de razas distintas, de culturas diferentes,
etc. tenemos en común que participamos de la esencia, de la idea de hombre. Las ideas
son, por tanto, principio de unidad frente a la pluralidad y dispersión del universo físico.
La filosofía platónica sitúa a las Ideas como foco de referencia del mundo físico, del
conocimiento intelectual, de la concepción del hombre, de la fundamentación de los
ideales morales y políticos, haciendo además del mundo de las Ideas un mundo
plenamente racional y organizado jerárquicamente.
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inteligibles, de verdades exactas y eternas. (Un teorema matemático, por ejemplo, no está
sometido a mutación o variación alguna).
El mundo de las ideas alberga todo el conjunto de los ideales morales y políticos (justicia,
bondad…) a que ha de acomodarse la conducta individual y la organización de la
convivencia social. Las ideas se encuentran organizadas jerárquicamente, encontrándose
en la cúspide la idea de Bien. El Bien como idea primera, como principio supremo es
expresión del orden del sentido y de inteligibilidad de todo lo real. Al matemático, sobre
todo al filósofo, corresponde ascender dialécticamente en el conocimiento de las ideas
hasta alcanzar o contemplar la idea de Bien.
* Las ideas son “esencias”, es decir, “aquello por lo que una cosa es lo que es”. Así, la
idea de la belleza, es la Belleza en-sí, y “aquello por lo que” las cosas son bellas.
* La gran novedad de la Teoría es que en ella se afirma que las ideas existen separadas
de las cosas particulares. Ya no son, pues, un “carácter común” que está en las cosas.
Menos todavía son conceptos o representaciones mentales. En la medida en que son el
término de la definición universal representan las "esencias" de los objetos de
conocimiento, es decir, aquello que está comprendido en el concepto; pero con la
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particularidad de que no se puede confundir con el concepto, por lo que las Ideas
platónicas no son contenidos mentales, sino objetos a los que se refieren los contenidos
mentales designados por el concepto, y que expresamos a través del lenguaje. Esos
objetos o "esencias" subsisten independientemente de que sean o no pensados, son algo
distinto del pensamiento, y en cuanto tales gozan de unas características similares a las
del ser parmenídeo.
Al ser entidades que poseen existencia real e independiente, cada idea es una
“substancia” (“ousía”) algo que existe en sí como una realidad trascendente y no
inmanente de las cosas.
Sin embargo, hay que señalar que los intérpretes no están de acuerdo acerca del modo
como hay que entender esta cuestión.
* La teoría implica, pues, una duplicación del mundo, una separación (khorismós) entre
ambos. Por un lado, el Mundo visible (kosmos horatós) de las cosas particulares; por otro
lado del Mundo inteligible (kosmos noetós) de las ideas. Esta duplicidad es alegorizada
bellamente en el famoso “mito de la caverna” (República, VII): el mundo irreal de las
sombras, el mundo real de la luz solar. El “Mundo visible” es un mundo fugaz, dominado
por el cambio continuo (Heráclito). Y las cosas particulares —al no tener en sí su propia
esencia— carecen prácticamente de realidad. En cambio, el “mundo inteligible” es el
mundo verdaderamente real: cada idea —en cuanto que existe en-sí, es substancia.
* En cuanto que son “esencias”, las Ideas gozan de las características del Ser de
Parménides: cada Idea es única, eterna e inmutable. En contraste, las cosas son
múltiples, temporales y mutables. Así, sólo existe una Belleza: “la” Belleza eterna y
siempre la misma. Por supuesto, las Ideas no son realidades corpóreas (inmaterialismo de
Platón), y por ello no son tampoco realidades sensibles, sino únicamente inteligibles, es
decir, sólo cognoscibles por la inteligencia. De ahí, la expresión platónica “Mundo
inteligible”
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sus esencias: lo que Aristóteles (llamará más tarde “causa formal”), o modelo de ellas. De
ahí la pérdida de realidad de las cosas, reducidas a simple reflejo o imitación de las Ideas.
* Las Ideas, por lo demás, están jerarquizadas. El primer rango le corresponde a la Idea
de Bien, tal como nos lo presenta Platón en la "República", aunque en otros diálogos
ocuparán su lugar lo Uno, (en el "Parménides"), la Belleza, (en el "Banquete"), o el Ser,
(en el "Sofista"), que representan el máximo grado de realidad, siendo la causa de todo lo
que existe. A continuación vendrían las Ideas de los objetos éticos y estéticos, seguida de
las Ideas de los objetos matemáticos y finalmente de las Ideas de las cosas.
* Platón introduce entre los dos mundo dos tipos de intermediarios: el alma y las “cosas
matemáticas”.
* Las ideas son el objeto del concepto o pensamiento (noema), y son ellas las que son
designadas por medio de la palabra. Las Ideas son también el objeto de la definición y,
por tanto de la ciencia. A partir de ese conocimiento es como las cosas se hacen
inteligibles y reciben su denominación: por la Belleza, por ejemplo, es por lo que una cosa
es bella, puede ser concebida como tal y denominada “bella”.
1. Una intención política (íntimamente ligada a la intención moral): los gobernantes han de
ser filósofos que se guíen no por su ambición política, sino por ideales (las ideas)
transcendentes y absolutos (así, en la República)
2. Una intención científica: el objeto de la ciencia (episteme) sólo pueden ser las ideas.
4.1 Introducción
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A los planteamientos iniciales de la teoría de la reminiscencia, expuesta en el Menón y en
el Fedón, con ocasión de la demostración de la existencia del alma, seguirá la explicación
ofrecida en la República (libro VI), donde encontramos la exposición de una nueva teoría
-la dialéctica- que será mantenida por Platón como la explicación definitiva del
conocimiento.
El problema del conocimiento había sido abordado ya por los filósofos presocráticos.
Recordemos la distinción hecha por Parménides entre la vía de la opinión y la vía de la
verdad.
La teoría de las Ideas plantea un grave problema: ¿cómo es posible conocer las Ideas, si
pertenecen a otro mundo, el “Mundo Inteligible”, distinto del mundo en que vivimos? La
respuesta será que tal posibilidad se basa en tres aspectos esenciales:
El tema aparece por primera vez en el Menón, donde, sin embargo, todavía no se hace
alusión a la teoría de las Ideas. El diálogo es una búsqueda -inspirada en el método
socrático— de la definición de la virtud, es decir, del carácter común (eidos) a todos los
actos que podemos llamar “virtuosos”. Pero toda búsqueda se enfrenta con la siguiente
dificultad (ya formulada por los sofistas): no se puede buscar lo que ya se conoce (sería
inútil), ni lo que no se conoce (no sabríamos qué estamos buscando, ni cómo reconocer
que se lo ha encontrado). La respuesta de Platón es que no buscamos lo que
desconocemos, porque buscar es recordar lo que ya conocemos, conocer es recordar. Tal
es la teoría de la reminiscencia, la cual vuelve a aparecer como forma de conocimiento en
el Fedón y Fedro.
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En estos dos últimos diálogos se añaden dos precisiones importantes. Primera, que el
alma tuvo que conocer las Ideas en una existencia anterior “separada” del cuerpo; y que
ese conocimiento fue posible gracias a su afinidad —“lo semejante conoce a lo
semejante”— con las Ideas.
Segunda, que dado que las cosas “imitan” a las Ideas, el conocimiento sensible sirve
como ocasión para el recuerdo —anámnesis—, el cual sirve, a su vez, para reducir a la
unidad de la Ideas la multiplicidad de las sensaciones.
4.3. La dialéctica
En la República, al final del libro VI, Platón nos ofrecerá una nueva explicación, la
dialéctica, basada en la teoría de las Ideas. En ella se establecerá una correspondencia
estricta entre los distintos niveles y grados de realidad y los distintos niveles de
conocimiento. Fundamentalmente distinguirá Platón dos modos de conocimiento: la "doxa"
(o conocimiento sensible) y la "episteme" (o conocimiento inteligible). A cada uno de ellos
le corresponderá un tipo de realidad, la sensible y la inteligible, respectivamente. El
verdadero conocimiento viene representado por la "episteme", dado que es el único
conocimiento que versa sobre el ser y, por lo tanto, que es infalible. Efectivamente, el
conocimiento verdadero ha de ser un conocimiento de lo universal, de la esencia, de
aquello que no está sometido a la fluctuación de la realidad sensible; ha de ser, por lo
tanto, conocimiento de las Ideas.
Platón nos lo explica mediante la conocida alegoría de la línea. Sobre la parte de la línea
que representa el mundo sensible tendremos dos divisiones: la primera correspondiente a
las imágenes de los objetos materiales -sombras, reflejos en las aguas o sobre superficies
pulidas-, la segunda correspondiente a los objetos materiales mismos, a las cosas -obras
de la naturaleza o del arte-. De igual modo, sobre la parte de la línea que representa el
mundo inteligible, la primera división corresponderá a las imágenes (objetos lógicos y
matemáticos), y la segunda a los objetos reales, las Ideas.
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Se distinguen dos formas generales de conocimiento: la opinión y la ciencia. La opinión es
el conocimiento sensible de las cosas del “Mundo visible”, mundo de lo que se engendra
(génesis, generación) y del devenir. La ciencia sólo puede versar acerca del “Mundo
inteligible” de las Ideas, es decir, acerca del Ser eterno e inmutable.
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Segmento E-B: Nóesis. Es un método discursivo ascendente, dirigido a lo inteligible, que
el alma aprende sin recurrir a lo sensible, pasando de Idea en Idea. Le corresponde la
inteligencia pura, y la ciencia perfecta que es la Dialéctica, la cual conduce a lo absoluto, a
la Idea de Bien.
El intelecto, dejando de lado las sensaciones y todos los elementos ligados a lo sensible,
capta las Ideas puras y sus vínculos de implicación y exclusión, elevándose de Idea en
Idea hasta llegar a captar la Idea suprema. Este procedimiento mediante el cual el
intelecto avanza de Idea en Idea, constituye la dialéctica y por eso el filósofo es un
dialéctico.
Las nociones matemáticas, por una parte reflejan las Ideas puras, pero por otra sólo
pueden traducirse con la ayuda de símbolos sensibles. Las matemáticas se fundan sobre
hipótesis a las que consideran como principios a partir de los cuales deducen sus
consecuencias, representando así la actividad del razonamiento discursivo. La nóesis,
¿en qué se diferencia entonces de la diánoia? Por supuesto, en que se dirigen a objetos
de conocimiento distintos, si seguimos la interpretación de Aristóteles en la
"Metafísica" (987 b 14 y siguientes) según la cual Platón establecía una diferencia entre
las Ideas y los objetos matemáticos en el sentido de considerar a estos como realidades
intermedias entre las formas (Ideas) y las cosas sensibles. Pero también en cuanto a su
naturaleza, pues la nóesis, aunque partiendo de las hipótesis de la diánoia, pretende
rebasarlas remontándose hasta los primeros principios, las Ideas, mediante el recurso a
una abstracción pura, descendiendo luego hasta las conclusiones que se derivan de esos
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primeros principios, pero sin valerse en ningún momento de imágenes sensibles. Esta
distinción entre la diánoia y la nóesis ha dado lugar a numerosas disputas, tanto respecto
a su naturaleza y funciones como en cuanto a la posibilidad misma de su distinción ¿cómo
se justifica, en efecto, la afirmación de que existen dos tipos de razón?. Platón tampoco da
muchas indicaciones al respecto, ni en la República ni en otras obras posteriores; sí
aporta, al comienzo del libro VII de la República, una interpretación figurada de la alegoría
de la línea a través del conocido mito de la caverna. Pero, en la medida en que se recurre
a un mito para explicar la alegoría de la línea, las dificultades de la interpretación
permanecen.
El “mito de la caverna” es el texto platónico más famoso. Se trata como ya hemos dicho
de una alegoría sobre el conocimiento y sobre la educación del filósofo. El texto pone de
manifiesto la continuidad entre los diversos grados de conocimiento —sugerida por la
representación mediante una línea— que se corresponden con una visión jerárquica de la
realidad: grados de participación de las Ideas en el Mundo sensible, grados de
participación y cercanía a la Idea del Bien en el Mundo Inteligible. Por tanto, la educación
supone también un ascenso a través de diversas formas de conocimiento, teniendo la
5
física y las matemáticas un carácter propedéutico .
En realidad, Platón no nos dice cómo se llega a conocer las Ideas. Únicamente dice que el
alma tiene capacidad para ello, y que hay que mirar en la buena dirección. Y si hay que
prepararse para una ascensión, las matemáticas son el “preludio del aire que hay que
aprender”. En efecto, “dan un fuerte impulso hacia la región superior”, ya que arrancan del
mundo del devenir e introducen en la contemplación de objetos inteligibles. Sin embargo,
el matemático todavía está atado a imágenes sensibles. Abandonarlas y penetrar en el
mundo de las Ideas, ésa es la tarea del dialéctico, es decir, del filósofo.
5 La propedéutica (del griego πρó (pró), que significa ‘antes’ y παιδευτικóς (paideutikós), ‘referente a la
enseñanza’ (siendo paidós: ‘niño’), es el conjunto de saberes y disciplinas que hace falta conocer para
preparar el estudio de una materia, ciencia o disciplina.
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caverna representa el M.S., el exterior de la caverna, el M.I. El sol representa la
máxima idea: la idea del Bien.
4. El amor
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De la misma manera que sólo ansía saber aquél que no es absolutamente ignorante (y
por lo tanto no sabe de qué carece) ni absolutamente sabio (pues ya no tendría necesidad
de saber nada más), el amor es aspiración al saber y apetito de belleza.
¿Por qué Eros es amor a la belleza? Para un griego como Platón, lo bello no es "lo
bonito". No es este un asunto meramente estético. La belleza es el resplandor de la idea
en la cosa. Es «presencia», aparecer de la presencia misma de la idea en la cosa misma
(mero reflejo de una idea). Esto es, precisamente, lo que la hace bella "estéticamente".
Las cosas son bellas porque nos transportan fuera de lo inmediato y material, a través de
ese resplandor de la idea en lo material. Por eso, Eros implica una ascensión desde las
cosas materiales hasta las ideas mismas. Las cosas hacen de peldaños, de escalones
hasta las ideas, ya que reflejan a las ideas mismas y nos permiten su contemplación y
desocultación, mostrándonos la diferencia misma entre el mundo material y el mundo
inteligible.
El amor une el mundo divino y el humano; comunica el "espacio", el vacío que media entre
el mundo sensible y el inteligible, de tal manera que todo queda ligado.
En este sentido es un ser intermedio de la misma manera que lo es el alma: aquello que
media entre el mundo inteligible y el mundo sensible. El alma comunica a los seres
humanos con la región divina de las ideas. Con sus idas y venidas, lo eidético se hace
visible a los ojos del alma. El amor (eros) platónico es también un proceso ascendente,
una especie de dialéctica emocional. Platón le dedica dos bellos diálogos: Banquete y
Fedro. Un fragmento del Banquete hace ver que si en la dialéctica la ascensión parece
realizarse sólo de las Ideas inferiores hasta la Idea suprema, en el amor se trata de una
ascensión desde las cosas hasta la Idea suprema (la Belleza o el Bien), sin que se hable
de un tránsito a través de Ideas “intermedias”. En el amor, son las cosas la que sirven de
“escalones” hasta la Idea, por el hecho de que participan según grados de la Idea.
El “amor platónico” es, pues, ascensión hacía la Belleza. El Fedro desarrolla el mismo
tema en el contexto mítico de la representación del alma como un carro alado, y con
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referencia a la reminiscencia. El alma que ha caído al mundo físico, ha olvidado todo y ha
perdido sus alas; pero “viendo la hermosura de este mundo, y acordándose de la verdad,
toma alas, y una vez alada, desea emprender el vuelo”. Nada tiene de extraño, entonces,
que Platón diga que “el amor es filósofo”, o bien, que “es justo que sólo eche alas la mente
del filósofo”. La razón de este amor por las Ideas es la afinidad del alma con las ideas.
5. Ética y Política
5.1. La Ética
Frente al relativismo moral de los sofistas, Sócrates estaba convencido de que los
conceptos morales pueden ser fijados racionalmente mediante definiciones rigurosas.
Platón va más allá y atribuye a los conceptos ético-políticos el estatuto de Ideas, cuya
realidad y validez objetiva es independiente de las opiniones que se puedan tener sobre
ellas.
Los sofistas para analizar los conceptos morales habían partido de la naturaleza humana,
pero para Platón este análisis no es válido, pues los sofistas habían tomado como modelo
a los animales y a los niños. Según Platón hay que analizar la naturaleza teniendo en
cuenta la razón, y lo que le es propio: la virtud. El verdadero bien del hombre, la felicidad,
7
habrá de alcanzarse mediante la práctica de la virtud .
Virtud como sabiduría. Es el concepto socrático, al que Platón se mantuvo siempre fiel.
Sólo que ahora, ese saber es de orden superior: el conocimiento de la Idea de Bien, de
Justicia... De este modo Platón intenta superar el relativismo de los sofistas acerca de la
7 La areté es uno de los conceptos cruciales de la ética y la política de la Grecia clásica; sin embargo, resulta
difícil precisar con exactitud su sentido. En su forma más elemental, la areté es la "excelencia" o "perfección";
la raíz etimológica del término es la misma que la de aristós, ("mejor"), que designa el cumplimiento acabado
del propósito o función.
En la Grecia antigua podía hablarse indistintamente de la areté de un soldado, de un toro o de un navío -
aunque su uso para los objetos inanimados era raro-. Hacia la época clásica —sobre todos los siglos V y IV a.
C.— el significado de areté se aproximó a lo que hoy se considera virtud en general, incluyendo rasgos como
la magnanimidad, la templanza o la justicia.
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virtud, puesto que existe lo justo-en-sí, y realizar la unificación de todas las virtudes en la
idea de Bien.
La dialéctica y el amor son los caminos hacia las ideas. Pero por sí mismos no bastan:
es necesaria la virtud, que es también un camino hacia el Bien, y la justicia. Además,
el hombre aislado no puede ser bueno ni sabio: necesita la comunidad políticas es
decir, el Estado. Así, la virtud y el estado permiten el acceso a las ideas. Pero éstas a
su vez, son su fundamento último. Con este círculo se cierra la filosofía platónica que
tiene intención ética y política.
5.2. Política
A diferencia de los sofistas, para quienes la sociedad era el resultado de una convención o
pacto entre los individuos, para Platón la sociedad es el medio de vida "natural" del ser
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humano. Si atendemos a las características de la vida humana, en efecto, podremos
observar que el ser humano no es autosuficiente, ni en cuanto a la producción de bienes
materiales necesarios para su supervivencia, ni en cuanto a los aspectos morales y
espirituales que hacen de la vida del ser humano algo propiamente humano. Las
tendencias que inclinan al ser humano al amor, a la amistad, a la convivencia en general,
son tendencias naturales, por lo que no tendría sentido pensar que el medio,
necesariamente social, en el que se desarrollan, fuera algo no natural. Esta teoría de la
"sociabilidad natural" del ser humano será mantenida posteriormente también por
Aristóteles. En la Sociedad y gracias a ella, el hombre puede vivir como es debido, y la
Sociedad significaba para el griego, la ciudad-estado.
Según Platón, hay un código moral absoluto, que rige a todos los hombres y a todos los
Estados -no puede haber una moral para el individuo y otra para el Estado-.
Teoría política
Platón nos expone su teoría política, - que será revisada en el Político y en Las Leyes -,
en la República, obra perteneciente a su período de madurez. La República es una obra
que tiene por objeto de discusión determinar en qué consiste la justicia.
Sócrates recalca la necesidad de que la virtud, en este caso la justicia, sea común al
hombre y a la ciudad. Sócrates platea que como no hay ninguna ciudad conocida de la
que realmente podamos decir que es justa, propone la creación de una ciudad ideal: al ser
una sociedad perfecta no podrá carecer de ninguna perfección y deberemos encontrar en
ella la justicia.
A Platón no le interesaba ver lo que son lo Estados empíricos, sino lo que el Estado
debería ser. Dirigir el estado debería ser una ciencia: el hombre de Estado, para serlo
verdaderamente, debe saber qué es el Estado y en qué ha de consistir su vida, es por
tanto, una tarea del filósofo. Recordemos que el conocimiento de la de bien, era un
conocimiento teórico y práctico a la vez, teórico en cuanto que conocemos, sabemos qué
es el bien, práctico en cuanto que la Idea de Bien es el fundamento del bien, ya sea del
individuo o del Estado.
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por tanto aristocrático, pero en el que la aristocracia es una aristocracia de la virtud y el
saber, no de la sangre. Los gobernantes no serán conducidos por la ambición personal y
el derecho del más fuerte — como pretendían algunos sofistas- sino que se inspiran en la
contemplación del orden inmutable de las ideas. El “mito de la caverna” lo expresa muy
bien: los que consiguen escapar de ella y contemplar el sol de la verdad, la Justicia y el
Bien, deben “volver a la caverna” para guiar a los que allí continúan.
Su ideal político es, por tanto, el gobierno de los sabios. Toda la teoría política de Platón
se centra en esta convicción. A menudo la expresa en sus escritos cuando afirma:
“No cesará en sus males el género humano hasta que los que son recta y
verdaderamente filósofos ocupen los cargos públicos, o bien los que ejercen el poder en
los estados se conviertan, por especial favor divino, en filósofos en el auténtico sentido de
la palabra” Carta VII
Armonía entre las partes del Armonía entre las clases Justicia
alma sociales
¿Cómo tendría que ser una sociedad ideal? Dado que la sociedad debe existir para
satisfacer las necesidades de los hombres, ya que éstos no son independientes unos de
otros ni autosuficientes para abastecerse, el primer fin que debe garantizar toda sociedad
es un fin económico. Los hombres tienen diferentes capacidades y habilidades, siendo
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preferible que cada uno desarrolle las que posee por naturaleza, lo que introduce la
división del trabajo en la organización de la sociedad. En una ciudad ideal deberán existir,
por lo tanto, todo tipo de trabajadores: granjeros, carpinteros, labradores, herreros, etc., de
modo que todas las necesidades básicas que de garantizadas, posee una ciudad ideal no
puede faltar de nada.
Sin embargo, continúa Sócrates, una sociedad que sólo atendiera las necesidades
materiales básicas sería una sociedad demasiado dura, pues el hombre necesita también
satisfacer otras tendencias de su naturaleza relacionadas con el arte, la poesía, la
diversión en general, etc. El fin de la ciudad, que comienza siendo estrictamente
económico, no se limita a la producción de bienes, sino que se encamina más bien a
hacer posible una vida feliz para el hombre.
A medida que la sociedad aumenta en número de ciudadanos, los recursos necesitan ser
ampliados, lo que puede dar lugar a la conquista de territorios vecinos para satisfacer las
necesidades de todos, conduciendo a la guerra; pero si seguimos el mismo principio de
división del trabajo tendrá que haber especialistas en la guerra, que sean los encargados
exclusivamente de las actividades bélicas, a los que Sócrates llamará guardianes de la
ciudad.
Falta todavía, pues, algo en esta ciudad ideal: determinar quiénes serán los encargados
de gobernarla. A la clase de los artesanos y de los guardianes hemos de añadir una
tercera clase, la de los gobernantes. Éstos serán elegidos de entre los mejores de los
guardianes, que serán llamados desde entonces "auxiliares", reservando el término de
guardianes para la clase de los gobernantes.
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Aquí establece Sócrates una comparación entre la naturaleza del Estado y la naturaleza
del individuo: del mismo modo que en el estado encontramos tres clases sociales,
encontramos en el individuo tres partes del alma, correspondiéndole una virtud a cada una
de ellas. El paralelismo entre la moral individual y la moral del Estado permite establecer
que la virtud que corresponde a cada clase social ha de corresponder a los individuos que
la constituyen. La virtud de la clase de los artesanos es la templanza, es decir, el disfrute
con moderación de los bienes materiales; la virtud propia de la clase de los guerreros o
auxiliares es la valentía o coraje; y la virtud propia de los verdaderos guardianes
gobernantes es la sabiduría.
En las Leyes —obra de un Platón ya viejo y desilusionado por sus fracasos políticos en
Sicilia— el intento de substraer el Estado a los riesgos de la decadencia histórica llega a
extremos casi inimaginables: una ciudad encerrada sobre si misma y autosuficiente (ni
comercio ni viajes al exterior), dominada por una aristocracia agraria (sin industria), regida
por un Consejo Nocturno y un estricto sistema de vigilancia (la delación es obligatoria).
Todo, hasta los juegos de los niños, está rígidamente legislado para impedir que se
produzca la más mínima variación. Se trata de un Estado que trata de escapar al tiempo y
al devenir.
El Estado platónico es, ante todo, una institución educativa. Hay que destacar que Platón
plantea una educación idéntica, y las mismas funciones para hombre y mujeres. Por otro
lado, la existencia de los ciudadanos está en función de la colectividad. Por esta razón,
Platón prevé la abolición de la propiedad privada y de la familia. De este modo,
gobernantes y guerreros estarán a salvo de los peligros de la ambición personal o de
casta.
La educación en la República correrá a cargo del Estado, en ningún caso a cargo de las
familias. Los niños deben comenzar su proceso educativo a través de actividades lúdicas,
para lo cual los educadores de la ciudad ideal elegirán aquellos juegos que consideren
adecuados para desarrollarlos en la comprensión de las normas de los juegos y, con ello,
un primer acercamiento al valor y sentido de la ley. Las primeras enseñanzas que
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recibirán se centrarán en torno a la poesía y la música, aunque con una fuerte censura.
Corresponderá a los educadores de la ciudad ideal determinar qué tipo de poemas se
deben estudiar: aquellos adecuados para suscitar el amor a cualquier manifestación de la
virtud.
A lo largo de este proceso educativo algunos niños tendrán tendencia a abandonar sus
estudios, que les resultarán difíciles y aún odiosos, mientras que otros irán desarrollando
un entusiasmo cada vez mayor en torno al conocimiento. Los primeros pasarán a formar
parte de la clase de los artesanos, habiendo mostrado una mayor inclinación hacia el
contacto con lo material; los que persistan en sus estudios pasarán a formar parte de la
clase de los guardianes o auxiliares.
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La tarea de gobernar recaerá, pues, sobre aquellos que conozcan las Ideas, es decir,
sobre los filósofos. Es ésta una de las características novedosas de la República y que, al
chocar frontalmente con la práctica habitual en la época, merece una explicación que nos
ofrece Platón en el libro VI. El filósofo pasa por ser un personaje extravagante, en la
Atenas de la época, y ocupado en sus estudios e investigaciones no parece ser el
individuo idóneo para dirigir la ciudad. Pero en la ciudad ideal, que ha de ser gobernada
de acuerdo con la Idea de Bien, los únicos que alcanzan ese conocimiento son los
filósofos por lo que, por paradójico que parezca, ha de ser a ellos a quienes les
corresponda gobernar, pues son los únicos que alcancen el conocimiento de dicha Idea.
La mejor forma de gobierno posible será, pues, aquella en la que un filósofo gobierne;
pero si no es posible que uno sólo destaque sobre los demás, el gobierno deberá ser
ejercido por varios filósofos y durante un corto período de tiempo, para evitar todos los
males que genera la persistencia en el poder. Esta teoría es generalmente conocida
como la del filósofo-rey
Platón elaboró también una teoría de la evolución de las formas políticas. Teoría no
corroborada por la misma historia de Grecia, pero que revela un aspecto esencial de la
teoría política de Platón: el devenir histórico de los Estados conduce necesariamente a su
degradación. Así, a la Aristocracia (forma mas perfecta) sucede necesariamente la
Timocracia (dominio de los guerreros por sus ansias de honores y ambición), luego la
Oligarquía (gobierno de los ricos) y más tarde la Democracia (el pueblo —demos— llano
elimina a los ricos, se impone una libertad inmoderada y se desprecian las leyes). Esta
última situación conduce a la Tiranía, ruina definitiva del Estado: “de la extrema libertad,
surge la mayor esclavitud”.
Platón fue el creador del primer ensayo de teoría política que conocemos. Se inscribe en
un movimiento más extenso de crítica a la democracia (Isócrates, Jenofonte,
Aristófanes...); pero hay que tener en cuenta que la democracia ateniense era
particularmente susceptible de manipulaciones. El proyecto político de Platón va
directamente dirigido contra la doctrina relativista de los sofistas, y pretende escapar a la
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temporalidad: el modelo de Estado se encuentra inscrito en el mundo eterno e inmutable
de las Ideas.
6. Bibliografía
Webs:
http://www.filosofia.org/bio/platon.htm
http://www.iesmarianapineda.net/documpdf/filosofia/2_bachillerato/Platon_vidayobra_1T.pdf
http://www.webdianoia.com/platon/platon_bio.htm
http://www.cibernous.com/autores/platon/index.html
http://www.e-torredebabel.com/Historia-de-la-filosofia/Filosofiagriega/Platon/Principal-Platon.htm
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