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"La Sal de la Tierra: Manteniendo el Sabor y la Influencia"

INTRODUCCION:

Pocas cosas en la creación son tan comunes como la sal.

La mayoría de nosotros hemos interactuado con esta en las últimas horas, nos hayamos
dado cuenta o no. La usamos para fabricar cuero, cerámica, jabón, detergentes, caucho,
ropa, papel, productos de limpieza, vidrio, plásticos y productos farmacéuticos. Pasa
desapercibida en cientos de millones de cafeterías y restaurantes de todo el mundo.

A diferencia de la pimienta, que suele estar a su lado, la sal es esencial para nuestra salud y
siempre ha sido consumida por los seres humanos sin importar donde nos hayamos
asentado. La agregamos a tantos de nuestros platos que muchos idiomas simplemente
distinguen entre sabores dulces y salados. La esparcimos por las carreteras cuando nieva.
Más de la mitad de los productos químicos que fabricamos llevan sal en algún momento de
su elaboración. Esto sin mencionar los trillones de toneladas que se encuentran en los
océanos, los cuales cubren el 70% de la superficie de nuestro planeta.

La sal está en todas partes.

Consideremos algunos propósitos.

1. Condimentar
La sal hace que la comida tenga mejor sabor, ya sea agregando mayor sabor a algo que de
otro modo sería insípido (papas fritas), intensificando los sabores que ya están allí
(verduras) o proporcionando un contraste con un tipo de sabor muy diferente (mmm,
caramelo salado). Con toda probabilidad, este es el uso de la sal en el que la mayoría de
nosotros pensamos porque es el único de los cinco que aún se aplica en la actualidad. Sin
importar si la audiencia original de Jesús también lo habría pensado primero (y es posible
que no lo hayan hecho), es una ilustración poderosa de la forma en que los cristianos deben
servir al mundo. Estamos destinados a extendernos por todo el mundo y mejorarlo,
agregando sabor a las cosas que serían insípidas, mostrando las bendiciones de lo que es
bueno y brindando un contraste al ser bien definidos y diferentes. Este es el tipo de cosas
que Pablo tiene en mente cuando nos dice que nos aseguremos de que nuestra conversación
sea «sazonada como con sal, para que sepan cómo deben responder a cada persona» (Col
4:6).

2. Conservar
La sal era el equivalente antiguo a la refrigeración. Si deseas evitar que la carne o el
pescado se pudran, puedes frotarlos con sal y aumentar su tiempo de consumo. Esta era la
razón principal por la que la sal era tan valiosa. A veces a los soldados romanos se les
pagaba con sal, que (como una nota aparte) es el origen de nuestra palabra «salario».
Los discípulos de Jesús, en este sentido, son enviados al mundo para evitar que se deteriore,
preservar su bondad y evitar que se corrompa o se arruine, lo cual es algo útil a tener en
cuenta cuando vamos a trabajar todos los días.

La sal no solo condimenta. Preserva.

3. Fertilización
Varias civilizaciones antiguas utilizaron la sal como fertilizante para el suelo y, según las
condiciones, podría ayudar a la tierra a retener agua, hacer que los campos sean más fáciles
de arar, liberar minerales para las plantas, eliminar las malas hierbas, proteger los cultivos
de enfermedades, estimular el crecimiento y aumentar los rendimientos. La razón por la que
esto importa es que Jesús describe a su pueblo, de manera específica, como la sal de la
tierra, lo que en una cultura agrícola rural habría sido importante.

Los discípulos son fertilizantes. Estamos destinados a estar en aquellos lugares donde las
condiciones son desafiantes y la vida es dura. Somos enviados a enriquecer el suelo, matar
las malas hierbas, proteger de enfermedades y estimular el crecimiento, y mientras nos
dispersamos, la vida brota en lugares inesperados. Las tierras estériles se vuelven
fructíferas. Cuando el pueblo de Dios sea redimido, como dice el profeta: «El desierto y el
lugar desolado se alegrarán, y se regocijará el Arabá y florecerá; como el azafrán» (Is 35:1).

Entonces, cuando Jesús dijo que somos la sal de la tierra, ¿qué quiso decir? ¿Quería decir
que Dios nos usará para condimentar, preservar, o fertilizar? En una palabra, sí.

Cristo revela que el creyente es la sal de la tierra. Esto no es algo que esté abierto al debate
o la discusión; somos la sal de la tierra. Mientras haya cristianos, habrá sal.

Ser la sal de la tierra: Un pueblo con sabor.


Jesús pronuncia estas palabras en el llamado Sermón del Monte "Vosotros sois la sal de la
tierra" ¿Qué significa? Antes de decirles que son la sal de la tierra, les había dicho las
bienaventuranzas, que describen las actitudes y las acciones que Dios bendice.

Jesús compara a sus discípulos con la sal porque esta tiene varias funciones importantes:
preservar los alimentos de la corrupción, dar sabor a lo que está insípido y purificar lo que
está contaminado. Así, los discípulos deben influir positivamente en el mundo con su
testimonio de vida y su mensaje de salvación.

La Escritura nos presenta una hermosa metáfora que define nuestra identidad y papel como
seguidores de Cristo: "Ustedes son la sal de la tierra" (Mateo 5:13a). Esta imagen rica en
significado nos invita a reflexionar sobre nuestro impacto en el mundo que nos rodea.

II. El Papel del Cristiano como Sal - Mateo 5:13b

En la segunda parte de Mateo 5:13, Jesús nos revela el papel fundamental que
desempeñamos como sal en la tierra. La sal, por naturaleza, afecta y transforma lo que toca.
De manera similar, los cristianos están llamados a ser agentes de cambio y transformación
en sus comunidades y en el mundo en general.

Reflexionemos juntos y hagámonos estas preguntas: ¿Somos una influencia positiva en el


mundo? ¿Preservamos los valores del reino de Dios? ¿Damos sabor a lo que está insípido?
¿Purificamos lo que está contaminado? ¿O hemos perdido nuestro sabor por el pecado o por
el conformismo?

Jesús continúa su enseñanza en el Sermón del Monte, donde muestra el contraste entre el
reino de Dios y el reino de este mundo. Después de decirles que son la sal de la tierra, les
dice que son la luz del mundo, otra metáfora que expresa su identidad y su misión.

Jesús compara a sus discípulos con la luz porque esta tiene varias funciones importantes:
iluminar lo que está oscuro, revelar lo que está oculto y calentar lo que está frío. Así, los
discípulos deben reflejar la luz de Cristo en el mundo con su testimonio de palabra y de
obra.

También les dice a sus discípulos que son como una ciudad sobre un monte o una lámpara
sobre un candelero, que no se pueden esconder. Su luz debe brillar delante de los
hombres, para que vean sus buenas obras y glorifiquen a Dios.

Una vez más, hagámonos estas preguntas: ¿Somos una luz en el mundo? ¿Iluminamos lo
que está oscuro? ¿Revelamos lo que está oculto? ¿Calentamos lo que está frío? ¿O hemos
escondido nuestra luz por temor o por vergüenza?

Implica que tenemos una identidad y una misión que nos ha dado Jesús. Somos diferentes
del mundo y debemos influir en él con nuestra vida y nuestro mensaje. Tú eres un portador
de la gracia y la verdad de Dios y debemos mostrarlas con nuestras obras y nuestras
palabras. Somos responsables de mantener nuestro sabor y nuestro brillo y no perderlos por
el pecado o el conformismo. Estamos llamados a glorificar a Dios y a atraer a otros a su
reino.

Conclusión:

IV. El Impacto del Cristiano como Sal en la Sociedad - Marcos 9:50

Jesús resalta la importancia de la sal al decir: "Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se
volverá a salar? No sirve para nada, así que se tira a la basura" (Marcos 9:50). Esto nos
insta a considerar la relevancia y el impacto del testimonio cristiano en la sociedad. Una fe
vibrante y auténtica es esencial para preservar y dar sabor al mundo.

¿QUE DICEN DE USTED?


VII. La Necesidad de Mantener el Sabor y la Influencia Cristianos - Mateo 5:13

Jesús nos advierte sobre la posibilidad de perder nuestro sabor como sal. Este peligro surge
cuando permitimos que la complacencia, la conformidad o la indiferencia contaminen
nuestra fe. La constante conexión con Dios, la oración, la obediencia y el amor son
esenciales para mantener nuestra influencia y sabor en el mundo.

Somos llamados a ser la sal de la tierra, a preservar y dar sabor a nuestro entorno. Al
comprender la profundidad de esta metáfora, reconocemos la responsabilidad que lleva
consigo. Que, a través de nuestra identidad en Cristo, podamos impactar positivamente a
aquellos que nos rodean, trayendo sanidad, amor y transformación. Mantengamos nuestro
sabor y nuestra influencia cristianos, siendo fieles a nuestro llamado en el nombre de Jesús.
Amén.

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