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La producción es distinta de la acción (uno puede convencerse de ello en los tratados

exotéricos); de modo que también el modo de ser racional práctico es distinto del modo de
ser racional productivo. Por ello, ambas se excluyen recíprocamente, porque ni la acción es
producción, ni la producción es acción. Ahora bien, puesto que la construcción es un arte y
es un modo de ser racional para la producción, y no hay ningún arte que no sea un modo de
ser para la producción, ni modo de ser de esta clase que no sea un arte, serán lo mismo el
arte y el modo de ser productivo acompañado de la razón verdadera.

TEORÍA DE ARISTÓTELES
Según la Física de Aristóteles, todos los seres naturales tienen una esencia o naturaleza
propia. Esa manera de ser propia puede estar en acto (efectivamente realizada) o en
potencia (como posibilidad realizable pero aún por realizar). Así, el desarrollo de los seres
vivos se entiende como una actualización de su esencia. La plenitud de un ser vivo
consistiría en un hacer, en realizar la actividad que se corresponde con su naturaleza.
Según la antropología aristotélica, lo que distingue al ser humano es su racionalidad. Lo
propio del ser humano es conocer, saber. Por tanto, el ser humano es pleno cuando piensa.
El término virtud se refiere a la actividad de algo conforme a su manera de ser propia.
Aristóteles afirma que es en la vida virtuosa, es decir, vivida conforme a la razón, donde el
ser humano alcanza la auténtica
felicidad
En parte racional del alma, que está por encima de la vegetativa y la sensitiva, se distingue
una parte volitiva (de la voluntad) y otra intelectual (del entendimiento). De acuerdo con
esto, las virtudes son de dos tipos: morales e intelectuales.
Las virtudes morales son las diversas formas de vivir la vida práctica de forma racional.
Según Aristoteles, se basan en la razon y tambien en la voluntad, pues no basta con saber
que es lo bueno para obrar el bien, hace falta también querer hacerlo. La teoría del justo
medio defiende que la virtud moral consiste en una especie de punto medio entre el exceso
y el defecto.
Las virtudes intelectuales tienen que ver con el ámbito teórico y con la perfección de la parte
intelectual de nuestra alma. Cuando el intelecto está bien dispuesto para el conocimiento,
decimos que dicho intelecto es
virtuoso y bueno.
Distingue Aristóteles los siguientes tipos de virtudes intelectuales:
-Episteme o ciencia: aptitud para la demostración de las relaciones necesarias existentes
entre las cosas.
-Nous, intelecto: consiste en la habilidad para captar intuitivamente la verdad de los
primeros principios de las ciencias.
-Sophia o sabiduría: capacidad para avanzar hasta los últimos y supremos fundamentos de
la verdad.
Respecto al conocimiento práctico distingue:
-Tekhne o arte: habilidad para la creación y modificación de las cosas.
-Phrónesis o prudencia: consiste en saber dirigir correctamente la vida: nos permite
distinguir lo que es bueno de lo que es malo y encontrar los medios adecuados para
nuestros fines verdaderos.
Aristóteles asegura que toda actividad humana está motivada por un fin o télos, que puede
ser distinto de la acción(actividades productivas), o ser idéntico con la acción misma
(actividades prácticas). Los fines pueden ser medios para otro fin, pero ha de haber un fin
último que da sentido a los demás, la eudaimonía. Con ella se refiere a la felicidad humana,
la plenitud de una vida viviendo conforme a la razón.
Ejerciendo la virtud a lo largo de la vida, y sobre todo la razón, se alcanza la sabiduría. Esta
es la virtud más elevada, que incluye el conocimiento científico y la intuición intelectual de
los primeros principios. Es la más perfecta porque es la que podemos mantener con más
tiempo y la más autosuficiente. El sabio necesita pocas cosas para vivir, solo necesita estar
a solas para poder entregarse a la vida contemplativa.
Sin embargo, no es viable una vida buena y feliz dedicada exclusivamente a la
contemplación. También debemos desarrollar la acción y la producción, que contribuyen al
desarrollo de las virtudes morales.
También precisa de ciertos bienes corporales y externos, lo que nos lleva a la relación entre
ética y política.
La felicidad de la vida contemplativa conduce más allá de lo puramente humano: nos pone
en contacto con la divinidad, mientras que las virtudes éticas sólo proporcionan una felicidad
humana

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