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Apuntes sobre la ética de Aristóteles

Teleología

La concepción del mundo de Aristóteles es teleológica. Según la teleología, toda


cosa natural, siendo por naturaleza algo determinado y específico, posee, también por
naturaleza, su propio fin o meta, su propio modo de realizarse y completarse. La meta de
una semilla, por ejemplo, es desarrollarse en un árbol, la meta de un árbol, digamos uno
de fruta, es dar frutas. Todo, inclusive el ser humano, tiene su modo natural de
desarrollarse, tiene su “acto propio”.
Cada cosa natural con su fin natural tiene su nicho propio dentro de una jerarquía
natural bien ordenada. Para Aristóteles la naturaleza forma un cosmos, es decir, un total
finito, ordenado inteligente y jerárquicamente, entrelazado con el destino humano y
encaminado hacia el bien. La ética de Aristóteles debe entenderse en relación a esta
concepción teleológica del mundo.

La búsqueda de la felicidad como meta

Para Aristóteles el ser humano busca la felicidad, busca vivir bien. Pero los seres
humanos no están de acuerdo sobre en qué consiste vivir bien y cómo lograrlo. Algunos
identifican la felicidad con tener muchos bienes, otros con placer, aún otros con recibir
muchos honores, o sea, ser bien considerado por los demás (los políticos, por ejemplo).
Para llegar a una determinación de lo que verdaderamente constituye el bien para el ser
humano, y, por consiguiente, su felicidad, Aristóteles indaga sobre lo que distingue el ser
humano, lo constituye el acto propio del ser humano. Es decir, basándose en la
concepción teleológica del mundo, busca determinar el rol natural del ser humano dentro
de la totalidad teleológica de la naturaleza. La felicidad del ser humano, entonces,
consiste en realizar ese rol, más, realizarlo bien, con excelencia, con virtud. La palabra
αρετη (aretē) en griego significa excelencia, mérito, perfección, virtud. De aquí viene la
designación de la ética de Aristóteles como una ética de las virtudes. Como veremos más
adelante, Aristóteles hablará en detalles sobre las distintas excelencias o virtudes del ser
humano. Por supuesto, este modo de ver la felicidad presupone la benevolencia de la
naturaleza, es decir, que el bien ordenamiento de la totalidad conduce hacia la felicidad
de las partes, incluyendo a los seres humanos.

El acto propio del ser humano

Para determinar el acto propio del ser humano, Aristóteles indaga sobre lo que lo
distingue de otros cosas y seres en la tierra. El ser humano tiene vida, pero las plantas y
los otros animales también tienen vida. El ser humano tiene sensibilidad, pero otros
animales también son sensibles. Lo que distingue el ser humano, entonces, es, según
Aristóteles, que tiene la capacidad de logos. La mayoría de las traducciones en este
contexto utilizan la palabra «racional» para traducir a la palabra «logos», y hablan del ser
humano como un ser racional. Pero el significado de la palabra «logos» es más amplio y
más profundo de que lo que comúnmente llamamos racional. Logos indica no solamente
la capacidad de pensar de forma racional, de raciocinio, sino también tiene que ver con
palabra, expresión, formar explicaciones y teorías, etc. Por ejemplo se dice que los
delfines son animales inteligentes, pero nadie se atreviera decir que tienen o son capaces
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de logos. Por supuesto, los delfines hacen sonidos y aparentemente se comunican unos
con los otros, como también lo hacen algunos otros animales, pero no hacen ciencia, no
hacen matemática, no hacen filosofía, ni tampoco escriben literatura y poesía. Además,
no guían su vida por los resultados de tales quehaceres, por su idea de lo que representa
una buena vida. Decir, entonces, que el ser humano se distingue por ser un animal con
logos implica mucho más que afirmar que simplemente tiene la capacidad de pensar y
racionar; implica también que tiene la capacidad de guiar su vida por el resultado del
raciocinio.
Tener la capacidad de logos no es un acto, sino una capacidad. Acto requiere
actuar. Así que el acto propio del ser humano será algún tipo de actividad, a saber,
actividad de acuerdo con logos. Aristóteles identifica el acto propio del ser humano como
la “actividad del aspecto animadador o alma en acorde con logos” (εστιν έργον άνθρωπου
ψυχης ενέρεια κατα λόγον). (EN I, viii, 1098a) 1
Así que, el bien del ser humano, que es lo que le proporciona la felicidad, se
consigue llevando a cabo la vida utilizando logos o de acuerdo con logos, y haciéndolo
con aretē, excelencia o virtud; o, de haber varias excelencias, de acuerdo con la mejor y
la más perfecta (το άνθρωπινον αγαθον ψυχης ενέργεια γίνεται κατ’ αρετην, ει δε πλίους
αι αρεταί κατα την αρίστεν και τελειοτάτην) (EN I, viii, 1098a).

Dos tipos de virtudes

Habiendo establecido que el bien del hombre consiste en la actividad del alma
conforme con logos y con excelencia o virtud, Aristóteles habla en más detalles de las
distintas virtudes del ser humano. Divide las virtudes en dos tipos básicos: virtud
intelectual (τας διανοητικάς – las dianoeticás) y virtud moral (τας ηθικάς – las eticás).
Esta división está basada en dos modos de llevar a cabo la capacidad de logos. Un modo
consiste en tener y ejercer logos directamente, el otro modo en dejarse llevar por u
obedecer a logos. Algunos ejemplos del primer tipo son sabiduría, inteligencia y
prudencia, mientras que algunos ejemplos del segundo son la templanza y la valentía
(luego consideraremos más ejemplos en detalles).
Una manera alterna de introducir esta división es hablando de las partes del alma,
pero aquí hay que tomar en cuenta de que el alma aquí no se refiere a algo físico concreto
como si fuera un órgano del cuerpo, sino que alma se refiere al principio de vida, a lo que
le da ánimo al ser humano. Puede hablarse de dos partes del alma: la parte de logos y la
parte sin logos, mayormente identificados en las traducciones como la parte racional y la
parte irracional del alma. Pero también puede hablarse de una división en tres: la parte
que se ocupa del aspecto vegetativo y nutritivo, la parte desiderativa o apetitiva de la cual
emanan los deseos, y la parte racional o de logos en el sentido propio. Según Aristóteles a
la parte que se ocupa del aspecto vegetativo y nutritivo no le corresponde una virtud
humana específica. Las virtudes morales están relacionadas con el aspecto desiderativo y
si se deja o no guiar por logos, mientras que las virtudes intelectuales son las excelencias
del aspecto de logos en el sentido estricto de la palabra.
Nota: La cuestión de si el alma tiene dos o tres partes y a qué parte pertenece el
aspecto desiderativo cuando sigue logos puede traer confusión. Para no caer en confusión
debemos recordarnos de lo que se acaba de enfatizar en cuanto a que el alma no debe
interpretarse como algo concreto, como un órgano físico, sino como el principio de vida,
el aspecto animador de vida. Además, debemos de tomar en cuenta seriamente lo que
dice Aristóteles sobre la precisión que puede esperarse en cada quehacer e indagación.
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Según Aristóteles, no se debe esperar el mismo grado de precisión en todos los


quehaceres, pues por naturaleza algunos admiten más que otros. Sería igual de absurdo
aceptar exposiciones meramente probables de un matemático como esperar
demostraciones apodícticas de un orador. Es indicio de un hombre educado saber dónde
esperar cuál grado de precisión. La ética trata de asuntos relacionados con la conducta, en
cuanto a lo cual, según Aristóteles, hay tantas opiniones y tanta confusión que tenemos
que conformarnos con una explicación general, como una especia de bosquejo de la
verdad. En otras palabras, no debemos esperar una precisión matemática de la discusión
de asuntos de la ética. Para Aristóteles, eso es todo lo que es posible con respecto a una
discusión de la ética. No puede haber una ciencia de la ética. Por supuesto, esta posición
puede parecer insatisfactoria para los que piensan que la filosofía debe aspirar a la verdad
como tal y que no debe contentarse con meros bosquejos, pero aquí podemos ver
claramente lo que se puede llamar el sentido común con lo cual procede Aristóteles.

Virtud moral

Las virtudes morales, como indica la palabra que se traduce aquí como «morales»,
«ηθικάς» (eticás), están relacionadas con el modo de ser o carácter de una persona. Según
Aristóteles, a diferencias de las virtudes intelectuales que son productos de la enseñanza,
las virtudes morales se adquieren por costumbre, por acostumbrase a realizar ciertas
acciones. Por ejemplo, uno se hace justo haciendo actos de justicia, temperante haciendo
actos de templanza, valiente haciendo actos de valentía, y así por el estilo. Aristóteles
hasta hace referencia a la conexión etimológica entre la palabra «eticás» y la palabra
«έθος» (etos) que significa costumbre, hábito, uso. Esto es un punto muy significativo
para el desarrollo de la ética porque asocia la virtud moral con el entrenamiento y
habituación, algo que se tiende a olvidarse más y más hoy día en nuestro sistema
educativo visto del punto de vista social. También es significativo porque sienta las bases
para poder hablar de ejemplares morales, de esas personas dignas de imitar porque
ejemplifican las virtudes. Repetidamente Aristóteles dice que el comportamiento virtuoso
es lo que haría un ser humano virtuoso o prudente en tal o cual circunstancia.
Pero ¿qué es lo que distingue esas costumbres que llamamos virtuosas? ¿En qué
sentido podemos decir que están de acorde con logos? Aristóteles nota que podemos
observar que las cosas humanas se debilitan o malogran tanto por exceso como por
defecto. Por ejemplo, tanto el comer excesivo como el comer muy poco resulta dañino a
la salud, o bien, tanto mucho ejercicio como poco ejercicio son perjudiciales para el
cuerpo. De forma análoga, tanto el que se enoja por todo y muy fácilmente como el que
no se enoja bajo ninguna circunstancia son percibidos como obrando mal, pues el primero
es irascible y el segundo es apático o flemático. Tanto uno como el otro trae problemas
para el diario vivir: uno porque siempre está enojándose con todo el mundo y formando
líos, y el segundo porque no se motiva por nada. O considere valentía: tanto el que tema
todo, el cobarde, como el que no tema nada, el temerario, son percibidos como obrando
mal. En el término medio se encuentra el buen camino. La virtud moral consiste en el
término medio, en poder escogerlo en cada circunstancia. Pero el término medio asociado
con la virtud moral no es sólo un asunto de aritmética. Si bien en toda cantidad continua
se puede distinguir lo más y lo menos y lo igual, y el término medio es lo que está entre
lo más y lo menos, en cuanto a los asuntos humanos hay que tomar en cuanta el ser
humano y las circunstancias particulares. Por ejemplo, consumir 4000 calorías (= 16,730
kilojulios) diarias generalmente se considera mucho para la persona promedio y consumir
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1000 calorías (4,184 kilojulios) muy poco, pero eso no quiere decir que lo correcto es el
promedio aritmético, o sea, 2500 calorías (7,960 kilojulios) diarias. Para una persona
delgada y con una vida de poca actividad física, 2500 calorías puede resultar demasiado.
Pero para un atleta profesional que está en constante actividad física, 2500 resultaría muy
poco; para ésta persona lo mas probable es que las 4000 calorías diarias o hasta más no
sean excesivas. Para Aristóteles, entonces, hay que considerar el término medio en
relación a la circunstancia, en relación a nosotros. La virtud moral consiste en la posición
media en relación a nosotros.
No se considera virtuosa a la persona que escoja el término medio por casualidad.
La persona virtuosa tiene que tener una disposición análogo al hacer el acto, pues es
menester que tenga conocimiento de lo que está haciendo, que proceda por elección, que
la elección sea por los actos mismos, y que actúe en base de una disposición firme e
incambiable. Las virtudes morales no consisten ni de pasiones ni de capacidades o
facultades. El deseo, la cólera, el temor, la audacia, la envidia, la alegría, el odio, etc. se
consideran pasiones, y obviamente tenemos la capacidad o facultad de sentirlos. La
virtud, sin embargo, trata de nuestra disposición o carácter con respecto al cual actuamos
o nos comportamos en vista de las pasiones. Así que se puede definir formalmente la
virtud moral del siguiente modo: una disposición de carácter que prefiere y escoge
intencionalmente la posición media con respecto a nosotros, en acorde con logos y como
lo determinaría el hombre prudente.

Algunos ejemplos de virtudes morales

En la próxima página se resume en forma de tabla las virtudes morales según


Aristóteles usando el esquema de exceso-virtud-defecto. Por supuesto, hoy día se podría
hacer una lista distinta siguiendo el mismo principio de Aristóteles, es decir, escoger el
término medio entre los dos excesos.
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Las Virtudes Morales en Aristóteles

De que se trata Exceso Posición Defecto


(pasión, etc.) Intermedia
La virtud
Miedo y osadía temerario valiente cobarde
Temeridad Valentía Cobardía
Placeres y dolores desenfrenado templado insensible
Desenfreno Templanza Insensibilidad
Dar y recibir bienes derrochador, liberal, generoso tacaño, avaro
(botorata) Liberalidad, Tacañería, Avaricia
Prodigalidad Generosidad
Dar bienes – a vulgar magnífico mezquino
grande escala Vulgaridad Magnificencia Mezquindad
Honor y deshonra jactancioso Magnánimo Pusilánime
Jactancia, Vanidad Magnanimidad Pusilanimidad o
(grandeza del alma) pequeñez de alma
Honor y deshonra ambicioso (ambicioso) indiferente
a pequeña escala Ambición (Ambición) Indiferencia
Ira irascible ecuánime persona sin espíritu
Irascibilidad Ecuanimidad apático
Apatía
Decir la verdad fanfarrón veraz disimulador
Fanfarronería Veracidad Disimulación, Ironía
Lo placentero en las bufón entretenido, aburrido (rústico)
distracciones Bufonería ingenioso Rusticidad
sociales Ingeniosidad
Lo placentero en la obsequioso, amable mal humorado,
vida diaria adulador Amabilidad rencilloso
Adulación Mal humor, Rencilla
Vergüenza tímido, cohibido vergonzoso sinvergüenza,
Timidez Vergüenza descarado
Descaro
Sentir por el mal envidioso justo malicioso
ajeno Envidia Celo por la justicia Malicia, Alegría por
Indignación justa el mal ajeno
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Las virtudes intelectuales

Como ya vimos, basándose en dos modos distintos que tiene el ser humano de
cómo relacionarse con la capacidad de logos, Aristóteles divide las virtudes en dos tipos
básicos: virtud moral y virtud intelectual. Virtud moral consiste en obedecer o guiarse por
logos en conducir la vida. La virtud intelectual consiste en el ejercicio directo de la
capacidad de logos. Aristóteles especifica cinco tipos principales de virtud intelectual:
arte o técnica (τέχνη - techne)
prudencia (φρονησις - fronesis)
ciencia o conocimiento científico (επιστήμη - episteme)
inteligencia (ηους - nous)
sabiduría (σοφία - sofía)

La vida contemplativa

Según Aristóteles, la búsqueda de la felicidad puede considerarse la meta de la


vida humana. Para entender en qué consiste la felicidad humana, se indagó sobre el acto
propio del ser humano. Se determinó que era la actividad de la parte animosa (el alma) de
acuerdo con logos llevado a cabo con virtud (arete). La más alta felicidad, entonces, debe
estar relacionada con la actividad de la mejor parte de nosotros, o, de tener una parte
divina en nosotros, con esta posible parte divina. Esta actividad la identifica Aristóteles
con la contemplación. Siguiendo en la tradición de Sócrates y Platón, Aristóteles cree que
la vida contemplativa, la vida dedicada a la búsqueda de conocimiento, es la vida más
exaltada y más feliz posible.
La vida contemplativa corresponde a la actividad de la parte más alta de nosotros,
la capacidad de logos, que en cierto sentido puede considerarse algo divino. Es la
actividad más continúa ya que puede llevarse a cabo por más tiempo que otras
actividades. Es placentera, pues conocer trae placer. La contemplación se lleva a cabo por
sí mismo y no necesariamente para lograr otras cosas, característica que se piensa debe
ser propia de la actividad más alta y la que más felicidad trae. La contemplación está
relacionada con el más alto grado de auto suficiencia posible, pues entre todas las
actividades humanas es la que menos requiere o depende de otros. Y la contemplación
envuelve ocio, que también se supone esté relacionado con la actividad que conduce a la
felicidad.
Por supuesto, como hombre de sentido común que era, Aristóteles estaba muy
conciente, y así lo afirmaba, que una vida llena de muchos inconvenientes o sufrimientos
no podría ser una feliz. Para ser feliz, entonces, el ser humano tenía que llevar a cabo la
actividad virtuosa, y especialmente la contemplación, a través de una larga y completa
vida sin mayores inconvenientes.
En cuanto a la vida dedicada a la virtud moral, ésta también conduce a la
felicidad, pero sólo en un segundo grado. Es necesaria pero no suficiente para la más alta
felicidad. Ser virtuoso requiere tanto la virtud intelectual como la virtud moral.
1 Las referencias a este libro se incluirán en el texto como EN seguido por el libro, capítulo y la numeración de la página o
páginas según la numeración estándar. Por ejemplo EN I, viii, 1098a significa la Ética a Nicómaco, Libro I, capítulo viii,
página 1098a en la numeración estándar.

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