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Espacio / Paisaje / Región / Territorio

(Lo quizá extemporáneo de mi participación en el foro se ajusta a mis posibilidades reales de


avanzar en la lectura y la escritura, pese a que he notado cómo ello implica carecer de una
retroalimentación por parte del conductor del curso dadas sus propias limitaciones de tiempo. Así,
asumo esta circunstancia y me enriquece leer los aportes valiosos de esta comunidad como
retroalimentación colectiva).

Estas conceptualizaciones sobre la necesidad de darle una connotación diferenciadora de


elementos confundidos entre sí -y entreverados- posibilita una ubicación contextual en el tiempo
histórico, así como una continuidad/discontinuidad de su contenido propiamente teórico.

Sin pretender recapitular en las acepciones dadas por los enfoques revisados, y más bien desde un
horizonte más general, se encuentra una ligazón: falta de consenso amplio, constante cambio
ajustado a la emergencia de nuevas corrientes y desde luego, una siempre presente ideologización
(como lucha filosófica) para abordar procesos sociales y geográficos. Tal repaso tipo estado del
arte, va destacando las propias peculiaridades y distinciones conferidas a los conceptos, entre la
modernidad y la posmodernidad, entre la ciencia y la filosofía, entre la necesidad práctica y la
reflexión teórica, entre el capitalismo y los modos de producción previos. En fin, todo ello va
instalando un mosaico cargado de significados disímbolos.

Hay una insistencia subyacente y a veces franca, con respecto al determinismo, principalmente
económico, al destacarlo como una rémora para el conocimiento. En ese sentido, se diluye una
contundente postura por parte de las autoras para acotar con precisión una conceptualización
más concluyente desde el recorrido histórico tan minucioso y portentoso. Sí: los siglos hablaron un
lenguaje naturalista, otro economicista, otro estético…culturalista…subjetivista. Pero al final ¿qué
es región? ¿qué es espacio? ¿lugar? ¿paisaje? Se reconoce la acuciosa mirada crítica para apuntar
las limitantes de las escuelas y los intentos fallidos o no por volver operacionales y fructíferas las
conceptualizaciones. No se trata de esperar un manual normativo o metodológico ni mucho
menos, pero sí tenía la expectativa de hallar la postura de las autoras al final de su intrincada ruta.

Bien. Considero esencial en el abordaje la recuperación de elementos vastos para abrir la


geografía a la filosofía (en especial la hermenéutica), la economía, la sociología, el urbanismo, etc.
En ese caso, queda debidamente asentado cómo las más certeras definiciones vienen dadas a
partir de la acción humana transformadora con respecto al espacio-paisaje-región-territorio-lugar.
Se adviene esa modificación de la naturaleza y de la sociedad con un dramatismo inédito al ritmo
de la acumulación de capital para adaptar el dominio de lo terrenal y terrestre -es decir, de las
sociedades mismas acotadas materialmente en relaciones concretas con el entorno- desde luego
en lo productivo, pero también en la producción de la consciencia. Se da paso así a la Modernidad
en toda su fuerza de demolición sobre instituciones, prácticas, visiones del mundo… regiones-
lugares-paisajes.

Un señalizador bien llamativo a lo largo de los capítulos es la impronta subjetivista de la


posmodernidad, al reivindicar las relaciones espaciales por así decirlo, como resultado de
construcciones sociales, de percepciones. Configuran, al pretender superarlo, un determinismo
subjetivista enclavado en el reino de lo percibido, simbolizado, pensado, representado y conocido,
para dotar de entidad a fenómenos con su propia carta de naturalidad ontológica: sin necesidad
de ser imaginados, pero sí teorizados.

También es de considerar como un aserto omnipresente en los apartados revisados, la


indispensable instrumentación política desde el Estado para dotarle de una validación política al
conocimiento geográfico. En otras palabras, se trata de una implícita razón espacial de Estado. Un
terreno de total subsunción del orden conceptual al orden del poder. No obstante, su pretendida
asepsia, los propios modelos espaciales (lugar central, nodos, flujos) se orientan en ese sentido de
validación de un dominio no sobre el espacio como abstracción, sino sobre las relaciones sociales:
razón espacial de Estado y apropiación del espacio, son una dupla sugerida en buena parte de los
enfoques revisados. Evidentemente, hay fugas a ello como el caso de las heterotopías o las utopías
urbanas. La propia revolución de la tecnología hizo virar ya no sólo la percepción del espacio
(limitada a la física teórica) y en cambio llevó a la ampliación del espacio apropiado con los
sistemas de comunicación e información. También son instrumentos de un poder expandido por el
capital.

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