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EL ESPACIO ABSOLUTO, RELATIVO Y RELACIONAL DE LOS OLVIDADOS1

EN LA CIUDAD DE MÉXICO. UNA REFLEXIÓN EMPÍRICA

Resumen

El espacio supone uno de los conceptos clave en todas las ciencias (sociales y naturales),

cuya definición no ha estado libre de debate y discusión particularmente desde la década de

los ochentas, por lo que ha predominado en su evolución distintas nociones y abordajes

analíticos que difieren tanto en complejidad como en aspectos metodológicos y

epistemológicos.

Así, desde una noción absoluta o meta-histórica del espacio hasta el reconocimiento de los

aspectos relativos y las redes de relaciones producidas por y productoras del espacio se ha

logrado identificar desde diferentes disciplinas gran diversidad de fenómenos donde la

dimensión espacial juega un rol de gran importancia. Particularmente, los espacios urbanos

han sido objeto de interés por parte de muchos pensadores, no solamente desde la geografía

sino desde la sociología, la economía, el urbanismo, la arquitectura, etc. dado que son

lugares donde se llevan a cabo sinnúmero de procesos y dinámicas de distinta índole, que

tienden a reflejar muchas de las contradicciones propias del proceso de acumulación

capitalista.

Específicamente, el interés principal consiste en una discusión muy concreta acerca del

espacio como un producto social desde los aportes de David Harvey y Henri Lefebvre, y

posteriormente aplicar esas reflexiones a un caso de estudio particular que tuvo lugar
1
Cabe destacar que el término de los olvidados hace referencia a la famosa película del director español Luis
Buñuel, ambientada en la Ciudad de México de los años 50, la cual aborda justamente algunas de las
principales problemáticas y visiones asociadas a este tipo de población tales como la exclusión, la pobreza, la
violencia entre otras, por lo que no debe entenderse de forma despectiva sino como una referencia a la
situación en que se encuentran por parte de las autoridades así como de la sociedad en general.

1
durante mi participación en el proyecto Censo de Población Callejera de la Delegación

Cuauhtémoc (2016). Ello permitirá acercarnos al proceso de como al interior de una misma

demarcación territorial es posible identificar distintas nociones de espacio que entran en

disputa o al menos se encuentran en constante tensión. Para ello será de utilidad recurrir a

los resultados publicados del mencionado censo, a las historias de vida y a las notas de

campo. Al final se presentarán algunas reflexiones y comentarios finales y se añadirán

algunos mapas que fungirán como complemento visual de la discusión presentada.

Palabras clave: Espacio social, población en situación de calle, ciudad, desigualdad,

violencia.

Abstract

Space is one of the key concepts in all sciences (social and natural), whose definition has

not been free from debate and discussion, particularly since the 1980s, which is why

different notions and analytical approaches have prevailed in its evolution that differ both

in complexity and in methodological and epistemological aspects.

Thus, from an absolute or meta-historical notion of space to the recognition of relative

aspects and the networks of relationships produced by and producers of space, it has been

possible to identify, from different disciplines, a great diversity of phenomena where the

spatial dimension plays a great role. In particular, urban spaces have been the object of

interest by many thinkers, not only from geography but from sociology, economics, urban

planning, architecture, etc. given the fact that they are places where countless processes and

dynamics of different kinds take place, which tend to reflect many of the contradictions

typical of the process of capitalist accumulation.

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Specifically, the main interest consists of a very concrete discussion about space as a social

product based on the contributions of David Harvey and Henri Lefebvre, and then apply

those reflections to a particular case study that took place during my participation in the

Census of Street Population of the Cuauhtémoc Delegation (2016). This will allow us to

approach the process of how within the same territorial demarcation it is possible to

identify different notions of space that are in dispute or at least are in constant tension. For

this, it will be useful to resort to the published results of the aforementioned census, life

stories and field notes. At the end, some reflections and final comments will be presented

and some maps will be added that will serve as a visual complement to the discussion

presented.

Key words: Social space, street population, city, inequality, violence.

Introducción

El espacio social es sin lugar a dudas uno de los conceptos que ha despertado mayor

interés en el campo de las ciencias sociales en las últimas décadas. Es posible

considerar que esta relevancia esta vinculada con el reconocimiento de procesos y

fenómenos cada vez más complejos que se dan a distinta escala. Las ciudades, al ser

los espacios de acumulación capitalista por excelencia

1.Discusión teórica: el espacio como (clave) producto social

El espacio ha sido pensado y entendido de diferentes formas, dependiendo de la escuela o

tradición revisada. Sin embargo, es posible identificar una especie de evolución en la

complejidad que reviste no solo como concepto sino como herramienta analítica en los

procesos sociales de distinta índole. En dicha evolución ha pasado de ser un mero

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receptáculo o escenario donde se llevan a cabo las relaciones sociales a considerarse un

producto social donde convergen distintos tipos de elementos como lenguajes de

valoración, discursos, emociones, intereses, relaciones de poder, etc.

Uno de los autores más prolíficos en el estudio del espacio social es David Harvey cuyas

reflexiones apuntan no a un análisis separado de las diferentes acepciones del espacio, sino

a una especie de trialéctica en la que el éste es, al mismo tiempo, absoluto, relativo y

relacional dependiendo de las circunstancias. Esta aseveración tiene implicaciones teóricas

y metodológicas, en tanto se reconfigura la pregunta central “¿Qué es el espacio” y se

reemplaza por “¿Cómo es que diferentes practicas humanas crean y hacen uso de diferentes

conceptualizaciones del espacio?” Entendemos entonces que los actores pueden en efecto

reconfigurar lo que se asume por espacio y es tarea de los investigadores dar cuenta de esas

diferentes acepciones y entender el contexto en que se enuncian y se materializan. Por ello,

a continuación, se presenta una revisión muy concreta de la triada conceptual propuesta y

sus principales elementos.

El espacio absoluto

Harvey (2007) considera que el espacio absoluto es aquel que ya está configurado

previamente antes de toda acción social y es donde se llevan a cabo los eventos que

planeamos y realizamos en nuestra vida cotidiana. Podría decirse que se trata de una

especie de contenedor donde las relaciones sociales toman lugar y se reproducen, pero que

al considerarse predeterminado supone que las acciones que dentro de él se llevan a cabo

no pueden modificarlo ni alterarlo. Es una noción que se identifica en el trabajo de Newton

y Descartes donde predomina una visión cartesiana del espacio “primario de individuación”

(p.272) a través del cual nos vinculamos. Como tal, es un espacio medible y mapeable, el

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espacio de las fronteras y las divisiones administrativas, que en esencia podría parecer

despolitizado.

Espacio relativo

Eventualmente, se reconoció la imposibilidad de entender el espacio de forma

independiente de la dimensión temporal, lo cual provocó un importante cambio en el

entendimiento de la relación espacio y tiempo al dejar de considerarlos de forma aislada y

trascender hacia el estudio del espacio-tiempo (p.272) Así, cada problemática que se desee

analizar tiene una espacio-temporalidad específica pues por ejemplo “los ritmos de la

acumulación de capital requieren un marco diferente al que se necesita para entender el

cambio climático” (p.273). Así, la generación de distintos marcos espacio-temporales

referenciales pueden ser útiles para comprender como se configuran así como entender las

racionalidades que operan en un problema específico.  De esta manera, el espacio es

relativo en un doble sentido ya que por un lado existe una multiplicidad de geometrías y por

otro lado, que los marcos espaciales dependen de qué es lo que está siendo relativizado y

por quién.

Espacio relacional

En esta noción los procesos no ocurren en el espacio sino que definen sus propios marcos

espaciales, por lo que se refuerza la inseparabilidad del espacio-tiempo. Así, se hace énfasis

en el proceso a través del cual las influencias, estímulos e impulsos externos son

internalizados a través del tiempo (p.273). De esta manera, cada evento o fenómeno en

particular no debe tratar de comprenderse solo en su contexto específico en ese momento

puntual, sino en lo que está sucediendo alrededor y que además depende de las influencias

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y las experiencias del pasado, el presente y el futuro que se congregan en ese punto del

espacio. A pesar de reconocer la dificultad de trabajar con esa noción dada la complejidad

de elementos que confluyen, el autor considera que aporta herramientas que no ofrecen las

nociones absolutas ni relativistas del espacio. Al respecto, podría surgir el cuestionamiento

de que noción o concepción del espacio debe asumirse por los investigadores.

La postura de Harvey es tajante en este sentido al postular que un entendimiento de una

sola de las dimensiones del espacio así entendido no resultará útil para la comprensión de

los fenómenos sociales. De este modo, establece que es limitante centrarse sólo en los

aspectos relacionales de los fenómenos bajo estudio dejando de lado lo material (absoluto)

y lo relativo. Así, la estrategia más apropiada a implementar es mantener la tensión entre

las tres nociones, lo que nos permitirá entender cómo los significados relacionales están

internalizados en las cosas, los acontecimientos y las prácticas materiales, construidas en el

tiempo y el espacio absolutos.

Así, cada fenómeno o problemática en particular que requiera análisis será mejor estudiada

a partir de un marco socio-espacial determinado, por lo que dicha tensión dialéctica entre

las diferentes nociones propuestas no representan en sí mismas un obstáculo, sino una

oportunidad de complejizar el análisis que ofrece como herramienta conceptual.

Es necesario complementar estos postulados con los aportes teóricos de Lefebvre (1974),

los cuales son considerados por Harvey como los más coherentes con su propuesta. De

forma similar, el sociólogo francés propone una triada conceptual a través de la

“producción del espacio” que se considera como resultado de las determinadas relaciones

de producción que se presentan en un momento dado. De esta manera, el autor apunta hacia

una teoría unitaria del espacio donde confluyen lo físico, lo mental y lo social (p.105) y

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que es construido desde las distintas lógicas que en él se insertan: la lógica de producción

(mercantil), lógica de dominación (estatal) y lógica de apropiación (social). De forma muy

concreta, esas nociones son:

Prácticas espaciales o espacio percibido: Es el espacio de la experiencia material que

vincula la realidad cotidiana (uso del tiempo) con la realidad urbana (redes y flujos de

personas, mercancías o dinero) que a la vez engloba tanto la producción como la

reproducción social. Es particularmente relevante la percepción que cada individuo o grupo

tiene de este espacio según sus propias experiencias.

Representaciones del espacio o espacio concebido: Es aquel espacio de los expertos,

de los tecnócratas, los científicos, los planificadores y organizadores del territorio, los

cuales proceden a través de los signos, códigos de ordenación, fragmentación y restricción.

Se encuentra ligado a las relaciones de producción hegemónicas y al orden que éstas

imponen.

Espacios de representación o espacio vivido: es el espacio de la imaginación y de lo

simbólico experimentado directamente por quienes le habitan y el uso simbólico de los

elementos que lo componen.

La matriz propuesta por Harvey es útil para vincular conceptualmente su aporte y el de

Lefebvre, que en conjunto parecen apropiados para el análisis del fenómeno del

desplazamiento de población callejera en la alcaldía Cuauhtémoc en la Ciudad de México.

Más adelante se presentará y describirá esa matriz generada para el presente ensayo, pero

antes de eso es necesario presentar de forma muy concreta los principales aspectos de dicho

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ejercicio, en el cual confluyen las diferentes nociones y marcos de referencia anteriormente

señalados.

2.El espacio social de los olvidados. Población callejera en la CDMX

Históricamente, las ciudades han sido espacios muy atrayentes para habitar debido a su

concentración de oferta laboral, educativa, de ocio entre otras, lo que ha generado,

particularmente en las últimas décadas importantes desplazamientos de personas hacia las

ciudades. Una de las consecuencias de esa migración es que muchas veces los inmigrantes

se enfrentan a la escasez de empleo y los bajos salarios, por lo que las familias no tienen

otra alternativa más que ganarse la vida en la vía pública lo que eventualmente propicia que

las poblaciones callejeras se perpetúen (Strickland, 2012). A ello se podría agregar el

abandono del hogar por situaciones de violencia o pobreza, así como el abandono por parte

de los familiares particularmente en el caso de personas mayores y/o de aquellos que sufren

enfermedades mentales.2 En concreto, pueden ser varias las razones y las circunstancias que

motiven a una persona a vivir en la calle.

Strickland (2012) considera que las necesidades de las poblaciones socialmente excluidas

(como la población de calle por ejemplo) se ven opacadas por otras prioridades por parte de

las autoridades, por lo que en lugar de reconocer su problemática en todas sus dimensiones,

los esfuerzos gubernamentales giran en torno a aspectos como la seguridad pública, por lo

que no consideran que la presencia de esta gente en la calle se debe sobre todo a la falta de

oportunidades de empleo y otras condiciones estructurales, por lo que son en general

represivas y no resuelven el problema de fondo (p.107).

2
Acorde con el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, 16 por ciento de los adultos mayores sufre
rasgos de abandono y maltrato.

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Parte de ese problema es justamente no entenderlos como un grupo excluido y vulnerable

por las mismas contradicciones del sistema ¿Pero cómo entenderlos en su justa dimensión?

Según Correa (2007) los habitantes de calle se conforman por grupos heterogéneos de

niños, jóvenes, adultos, ancianos e incluso familias que sin distinción de edad, sexo, raza,

estado civil, condición social, mental u oficio, “viven allí permanentemente o por periodos

prolongados y establecen con su entorno una estrecha relación de pertenencia y de

identidad; haciendo de la vida de la calle una opción temporal o permanente en el

contexto de una racionalidad y de una dinámica sociocultural que les es propia y particular”

(p.41). Adicionalmente, detalla que las personas que viven en la calle “tienen un profundo

sentido de marginalidad, de abandono, de no pertenecer a nada. Son como extraños en su

propia tierra; perciben que lo establecido no es para ellos, sienten inferioridad y

desvalorización personal con un escaso sentido de la historia, y viven un perpetuo presente”

(p.42).

La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) (2019) considera que las

poblaciones callejeras son invisibilizadas a través de distintos mecanismos, no solo a través

de acciones directas como retirarlos de sus lugares de pernocta, socialización y trabajo, sino

también de forma indirecta al no reconocerles voz propia, como un tipo de exclusión

simbólica. A lo anterior se puede sumar su omisión en los censos y el diseño de políticas

públicas. Por ejemplo, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) no cuenta

con información detallada sobre estas poblaciones aun cuando detalla la población que

habita en los alojamientos de asistencia social, es decir, “se encuentran sub-representados

en las estadísticas oficiales a nivel nacional, lo que impide conocer quiénes son, dónde se

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encuentran o qué hacen, lo que obstaculiza un diseño eficiente de las políticas públicas que

les incluya y no refuerce su condición” (p.7).

En este sentido, detalla que el último censo realizado en la Ciudad de México, arrojo que el

total de personas integrantes de las poblaciones callejeras ascendió a 6754 de las cuales

4354 se encontraron en el espacio público y 2400 en albergues públicos y privados; donde

el 87.27% correspondió al género masculino y el 12.73% al femenino siendo la alcaldía

Cuauhtémoc donde se encuentra la mayor cantidad de personas, concentrando a 1303

personas.

La alcaldía Cuauhtémoc es una de las más importantes de la capital mexicana. Tiene una

población superior a los 500 mil habitantes, convirtiéndola en una de las más densamente

pobladas. Es representativa en muchos sentidos de la evolución del territorio que solía ser

el punto neurálgico de la ciudad prehispánica de Tenochtitlan que posteriormente pasó a ser

el asentamiento humano más importante de la Nueva España. Actualmente alberga espacios

de gran valor simbólico y cultural como la Plaza de las Tres Culturas, los restos del Templo

Mayor y otras edificaciones prehispánicas, el Zócalo Capitalino, la Catedral, el Palacio

Nacional, el Monumento a la Revolución, la Alameda Central, entre otros espacios como

museos, teatros y centros recreativos.

En 2016, se llevó a cabo un proyecto piloto de lo que sería el 1er censo de población

callejera en dicha demarcación, en la que me desempeñe como investigador de campo.

Entre las actividades realizadas se encontraban acompañar los recorridos en campo, realizar

y supervisar el levantamiento de encuestas, redactar informes y elaborar la cartografía que

después sería utilizada en el documento final. Todo ello me permitió familiarizarme mucho

con los distintos entornos en los que los olvidados desarrollan su vida diaria, en qué

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condiciones lo hacen y la gran heterogeneidad que existe en este grupo, algo que suele

pasar desapercibido.

Las actividades previas de diagnóstico y el censo mismo, así como la sistematización y

presentación de resultados se llevaron a cabo dentro del periodo de junio de 2016 a

noviembre de 2017. Cabe destacar que los principales datos que se pretendían recabar eran

la cantidad de personas en esta condición que se desplazaban en la demarcación, localizar

sitios importantes en su cotidianidad tales como donde pernoctaban, hacían sus

necesidades, comían, donde socializaban, etc. También se le dio prioridad a obtener

testimonios de sus estrategias de subsistencia, alimentación, aseo, y otros así como los

factores que incidían en porque viven en la calle (desempleo, violencia, enfermedad), el

nivel educativo, sus actividades laborales, etc.

Puntualmente, en la alcaldía se localizaron 218 puntos de encuentro y socialización de la

población callejera que se tipificaron de la siguiente forma: 22 puntos permanentes

principales (aquellos donde realizan sus actividades cotidianas diarias, y se incluyen

espacios de asistencia social públicos y privados, campamentos y cuentan con más de 10

personas), otros 29 puntos se denominan permanentes intermedios y a diferencia de los

anteriores cuentan entre 5 y 10 personas. Finalmente, se ubicaron 167 puntos transitorios-

itinerantes que se caracterizan por no estar fijos y donde además el desplazamiento se limita

a menos de 5 personas en el grupo (RIEALTS, 2017, p.18).

3.Los marcos espacio-temporales de referencia

En este caso, atendiendo las reflexiones de ambos autores se puede establecer que el

espacio absoluto o material que se estaría estudiando sería la alcaldía Cuauhtémoc como

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una de las 16 demarcaciones administrativas, definida por su colindancia al norte, con la

alcaldía Azcapotzalco y Gustavo A. Madero; al oriente con la alcaldía Venustiano

Carranza; al sur con Benito Juárez e Iztacalco y al poniente con la alcaldía Miguel Hidalgo

delimitada por importantes avenidas viales como el Circuito Interior Melchor Ocampo y el

Viaducto Río La Piedad.

Dadas las consideraciones teóricas es posible postular el mismo proyecto del censo como

una especie de espacio relativo pues se planteó desde un inicio como parte de una estrategia

de más largo alcance con el objetivo de identificar y georreferenciar los principales flujos y

puntos de reunión de dicha población lo que a su vez contribuiría a un proyecto de

ordenamiento cuyo punto central de atención sería la Alameda Central y la zona del Palacio

de Bellas Artes (el cual incluiría el “embellecimiento” de las áreas verdes y eliminar el

ambulantaje).

La misma definición de las trayectorias de desplazamiento utilizada durante los recorridos

en campo (dependiendo de factores como por ejemplo, la hora del día) pueden representar

otro ejemplo, en tanto los olvidados realizan esos recorridos cotidianamente para sus

diferentes actividades nosotros los definíamos con una racionalidad distinta, limitándonos a

identificar el número de integrantes del grupo y saber si aceptaba o no responder a nuestra

encuesta.

En la imagen siguiente se presenta un ejemplo de la zonificación realizada para los

recorridos en campo, siendo la zona territorial 2-B la más compleja pues además de tener a

varios olvidados contiene puntos de alta afluencia turística, por lo que la interacción suele

adquirir otros tintes.

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Imagen 1. Ejemplo de espacio relativo. Mapa de desplazamientos de personas de la

calle.

13
Fuente: RIEALTS (2017)

Derivado de los resultados de las encuestas y de las notas de campo es posible destacar

algunas cuestiones de gran relevancia para el estudio de la situación de los olvidados y el

contexto en el que se dan sus relaciones. Se identificó la existencia de una suerte de

topofobia (entendida como un grupo de sensaciones, que hacen que el sujeto genere

sentimientos, los cuales provocan algún rechazo a un lugar específico [Lindón, 2009]) por

parte de los ciudadanos hacia ciertos lugares que son claramente identificados como puntos

de alta concentración de olvidados, entre los que podemos mencionar el Jardín San

Fernando, el teatro Blanquita, el monumento a la Revolución, la plaza Garibaldi, la

Alameda Central, el Parque de la Santa Veracruz, así como estaciones del metro como

Buenavista, Garibaldi, Hidalgo, Revolución y Juárez. Es en estos lugares donde suelen

coincidir los olvidados y el resto de los ciudadanos (trabajadores, vendedores, estudiantes,

turistas, etc.) aunque difícilmente se mezclan o interactúan de forma directa, tal como si

existiera una especie de consenso en no reconocerse mutuamente y seguir con sus vidas

paralelamente (a excepción de ciertas actividades como por ejemplo pedir limosna). Por

ello, el ejercicio del censo parecía en ciertos momentos como una actividad bastante

disruptiva pues se interrumpían sus actividades cotidianas. La situación era muy diferente

cuando nos acompañaban funcionarios de la alcaldía que llevan años relacionándose con

ellos y generando vínculos (la naturaleza de los mismos también suscitó controversias al

interior del equipo de trabajo) que de cierta forma condicionaba un poco a las personas a

responder la encuesta.

Otro espacio bastante interesante eran los campamentos encontrados, ya que son espacios

de convivencia y de reposo para ellos. Al interior de las lonas que actúan como estructura

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es posible encontrar colchones, sillones, sofás y en donde se llegan a encontrar hasta 30

personas. Es posible contrastar su experiencia en este tipo de lugares con los albergues

puestos a su disposición, de los cuales muchos de los encuestados y entrevistados se

quejaban por ser demasiado coercitivos en aspectos como la hora de llegada, la limpieza y

la pernocta. El aspecto de la libertad es entonces un aspecto clave para como los olvidados

piensan y experimentan la calle, en contrapunto con la estrategia institucional de los

albergues donde ven coartada esa posibilidad de realización. Ello podría trasladarse a un

cuestionamiento de dicha estrategia, en tanto parece ser un mero paliativo que resuelve el

problema de su desplazamiento y su presencia en el espacio público, (donde se les llega a

relacionar con algo negativo en términos de seguridad e higiene) más no el de los

directamente afectados.

Otro punto a recalcar es la definición que tienen de sí mismos los olvidados en tanto un

sector marginado de la población por distintas causas pero que comparten la situación

común de encontrarse fuera o en el límite de la norma o de las convenciones ya establecidas

e institucionalizadas. Para Basaglia (1984) el presupuesto que subyace a cualquier sector

marginado es del ser “personalidades originariamente anormales, permite su absorción en el

terreno médico o penal, sin que su «desviación» —como rechazo concreto de valores

relativos, propuestos y definidos como absolutos e inmodificables— ponga en tela de juicio

la validez de la norma y de sus límites” (p.3). De esta forma, se presenta una distinción

generalmente aceptada de la población de calle que se suele reforzar a través de prejuicios

como la drogadicción, la prostitución, la delincuencia, situación que dificulta que el resto

de los ciudadanos pueda ser empática con su condición, siendo que gran parte de la

sociedad tiene ciertas probabilidades de compartir (en algunas de las encuestas se expresaba

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que el motivo principal era el desempleo o el abandono familiar, por lo que no

necesariamente se debe nacer en la calle).

“Si reflexiono un poco, ese territorio no es la simple suma de mis divagaciones y de mis

recuerdos personales”: Recordando un poco la lectura sugerida de Auge (1998), podemos

establecer que muchas veces los desplazamientos de esta población son como líneas que se

cruzan sin cruzarse, generando una vasta red de “recorridos multicolores” en los que el

ciudadano común se desplaza hacia sus lugares de trabajo, a entretenerse, a buscar algún

sitio para alimentarse o tomar una bebida. Si lo pensamos bien, dichos desplazamientos no

son tan diferentes unos de los otros, sino que las diferencias podrían radicar en las

circunstancias en que se llevan a cabo ¿Por qué estigmatizar a unos por la mera condición

de calle?

Todas estas reflexiones pueden localizarse en la matriz siguiente, la cual evidentemente se

basa en la propuesta por Harvey. Como es posible notar, conforme nos vamos desplazando

por las diferentes intersecciones de la matriz es posible complementarlo con lo

argumentado en las líneas precedentes. De una manera muy ilustrativa que no pretende ser

exhaustiva del fenómeno en cuestión, es posible coincidir con el autor en el sentido de que

resulta muy útil dar cuenta de la variedad de espacio-tiempos que confluyen así como de

identificar la racionalidad y el discurso que predomina dependiendo de quién los enuncie.

Tabla 1. Matriz espacio-temporal aplicada al Censo de Población Callejera, 2016

Espacio material Representaciones Espacio de

espaciales representación

Espacio absoluto Alcaldía División de la Reconocimiento de

16
Cuauhtémoc alcaldía en sectores espacios seguros

(definida por limites para los recorridos y como campamentos,

administrativos) trabajo en campo parques, iglesias.

Espacio relativo El tráfico, los Mapa del metro, del Llegar a tiempo a la

transeúntes, redes metrobus, los mapas hora de comida o

wifi, sistemas de de sus cierre del albergue.

transporte desplazamientos.

Espacio relacional Gentrificación en Topofobia hacia los La calle como

algunas zonas de la albergues por parte posibilidad de

alcaldía, de los censados y libertad e identidad.

contaminación miedo a los policías. Deseos de trabajar,

auditiva y Aversión a espacios estudiar y

atmosférica. de reunión por los enamorarse.

ciudadanos

Fuente: Elaboración propia con base en Harvey (2007) y Lefebvre (1974)

Conclusiones

A manera de una muñeca rusa, Harvey propone asumir la idea de que cada espacio

(absoluto, relativo y relacional) está subsumido dentro del otro, por lo que no se encuentran

aislados sino en constante interacción y tensión, lo cual más que un obstáculo representa

una sugerente invitación para un entendimiento más amplio de las complejas problemáticas

sociales.

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Se puede decir, en suma, que estudiar a la población en situación de calle desde esta

perspectiva puede contribuir a visibilizar ámbitos que suelen dejarse de lado desde otros

enfoques o metodologías, particularmente de aquellas que los consideran como algo

indeseable o como un obstáculo. La propuesta de los marcos espacio-temporales de

referencia permite pensar y visibilizar a esta población desde su especificidad, como una

consecuencia de la desigualdad, la enfermedad, la violencia y la pobreza que suponen

condiciones de carácter estructural que muchas veces no son consideradas como obstáculos

a la solución de sus problemas, sino meras condiciones colaterales.

Si bien el ejercicio del censo resulta ser una estrategia necesaria institucionalmente para

poder tener información de esta minoría marginada, es claro que detrás de ello hay intereses

que es necesario tener en cuenta al momento del análisis de dicha información. En este

sentido, se ha interpretado como una forma de percibir al espacio de manera relativa, es

decir desde una mirada específica la de los denominados “burócratas del espacio”. En

varias oportunidades, se nos reveló que el principal objetivo del censo era identificar los

puntos de reunión de los olvidados y cuantificarlos, es decir, generar un tipo de inventario

que podría ser utilizado para diferentes fines (esencialmente electorales).

En última instancia, la ciudad es un espacio socialmente producido, pero parece que existen

ciertas asimetrías en la capacidad de injerencia en dicha producción entre los diferentes

grupos de la población. En este sentido investigaciones que den cuenta de los diferentes

marcos referenciales propuestos por Harvey contribuirán a un mejor entendimiento de

procesos tan complejos como estos, donde no se debe considerar a los olvidados como

meros objetos desplazándose y agrupándose en un espacio absoluto, sino considerarlos

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como personas con sentimientos, intereses, voluntades, sueños, miedos y ambiciones que

comparten las calles de la ciudad con aquellos que no están en su situación.

De cierto modo, es posible identificar la alteridad inmediata, sino necesariamente en el

metro como lo hace Auge, si a nivel general en las calles de la alcaldía, donde cualquier

habitante lo suficientemente curioso se dará cuenta de los espacios en los que confluyen los

olvidados en tanto se sienten cómodos en compañía de aquellos que comparten su misma

condición. Así, mientras que la calle puede significar una multitud de cosas para todos los

demás, la realidad es que para ellos tiene una característica excepcional, pues en esencia se

trata de su hogar. Para nosotros, un censo y un trabajo que agregar a nuestros currículos;

para los funcionarios, un proyecto con el cual justificar el uso de presupuesto; y para los

olvidados, una cotidianidad que se ha normalizado como ciudad y como sociedad. La

realidad es que compartimos el mismo espacio, pero lo vivimos, lo percibimos y lo

concebimos de distinta manera.

BIBLIOGRAFIA

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Editorial Gedisa S.A.

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https://www.cndh.org.mx/sites/default/files/documentos/2019-11/Diagnostico-DH-

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19
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