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Racionalidad
Dina V.Picotti C.
Universidad del Salvador
1. La experiencia contemporánea
Se visualiza una trama plural de procesos complejos y múltiples, en los que se entrecruzan
factores diversos que se implican y se reconstruyen constantemente. Aparecen o resurgen
múltiples ejes problemáticos, que requieren ser cuestionados y asumidos con una actitud que
deberá tener en cuenta la diferencia, discontinuidad, la necesidad de diálogo, la
imposibilidad de un discurso homogeneizante, de un horizonte de sentido unitario, de
categorías unívocas.
Algo semejante ocurre en otras áreas de la cultura como el lenguaje, las artes, la religión, la
política, la economía, las costumbres: coexisten una multiplicidad de estilos o modos como
alternativas abiertas, reaparece el regionalismo, se incorporan formas, elementos o técnicas
locales, se explora el desequilibrio en la organización espacial y la fragmentación, el interés
se desplaza hacia los procesos de deconstrucción-construcción. Los grupos humanos
emergen como sujetos en el mismo proceso constructivo, o bien cuestionan desde su
marginalidad y pobreza una civilización cuyos logros no alcanzan a satisfacer las verdaderas
necesidades de la mayor parte de la humanidad. Ello hace preguntarse acerca de los
conceptos de racionalidad, verdad, objetividad, realidad, acerca del proceso mismo del
conocer y del pensar, del sujeto y de la red social en la que este conocimiento está
distribuido, acerca del bien y la justicia, de la noción y organización política y económica.
Creemos que es preciso ahondar en este sentido, exponiéndose a todo la amplitud de ese
acaecer en sus múltiples configuraciones y reconociendo explícitamente la construcción
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histórica del pensar y articulación humanos a través de diferentes modos, es d. la dimensión
interlógica de su logos.
Poco se ha hecho en este sentido en el campo filosófico. Los trabajos comparativos en torno
a temas determinados suelen carecer del intento final de reunir sus planteos en una forma y
contenido configurados a través de ellos. En nuestro continente, de definida constitución
intercultural, no se tienen aún ideas claras acerca de la necesidad de una adecuada
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exploración y reconocimiento de sus diferentes juegos de lenguaje para aprender a pensar
desde su convivencia y desplegar sus grandes posibilidades; se difunde y practica el pensar
filosófico en sus más diversas orientaciones, con pocos planteos originales desde el mismo,
si bien algunos han intentado pensar a partir de la propia situación replanteando actitudes,
modos, categorías y planteos concretos. (4) Sin embargo, esta tarea pensante desde la propia
singularidad y exigencia, es de importancia fundamental para el auténtico despliegue de
nuestros países a partir de sí mismos, y a través de ello para su aporte al contexto humano
universal.
Una clara comprensión en este sentido debiera comportar actitudes consecuentes en cada
ámbito de la vida y de la civilización que nos abarca. Mas se tropieza no sólo con los
prejuicios del que juzga desde un determinado juego del lenguaje, sino con intereses
creados, en el fondo el falso interés de querer afirmarse a costa o sin los otros, mientras por
naturaleza e historia una identidad no se sostiene sin las demás, todos pertenecemos a la
totalidad abierta de lo humano y lo real. Y sin embargo, esta conciencia y actitud negativas
siguen operando en un círculo, que si no es siempre de muerte, al menos es de sufrimiento y
pobreza. Es así como el mundo globalizado, junto con la extensión de indudables beneficios
adolece también de graves problemas comunes, que requieren ser encarados con todos los
planteos y estrategias posibles, orientándose más bien hacia una ecumene.
3. La experiencia intercultural
La experiencia de América Latina, en la tarea que aún tiene ante sí de saber asumirse en la
complejidad de sus componentes para el logro de su propia emergencia civilizatoria, puede
sugerir algunas sendas de replanteo que, si no le son privativas, al menos muy propias.
Con respecto a la noción de forma, la experiencia del imperio de un modo de lenguaje desde
los procesos de conquista, colonización y globalización, que a pesar de su variedad interna
se mueve en el ámbito de la lógica dominante, y la persistencia de otros procedentes de otras
matrices culturales, a la vez que sus pérdidas, influyéndose y recreándose, tal como se
registra en la diversidad de lenguas existentes, en las literaturas orales, escritas y en todo
tipo de relato, en las configuraciones artísticas y religiosas y en el tipo de conformación de
las mismas comunidades históricas, conduce a que deba repensarse el lenguaje, su esencia y
estructuración, su sintaxis y posibilidades narrativas, sus interrelaciones, desde un contexto
intercultural y por lo tanto interlógico, más que meramente registrar la existencia de
diversos juegos como si cada uno fuera un ámbito cerrado.
La noción de forma y las configuraciones en que se concreta guardan estrecha relación con
el modo de concebir el espacio y el tiempo, dado que éstos son pensados, en primer lugar,
en su nivel más originario como apertura espacio temporal que ofrece el mismo acaecer de
las cosas a las posibilidades de juego o correspondencia humana. Ello les otorga rasgos
distintivos.
No se trata del mero espacio abstracto, matemático, del cálculo de distancias y magnitudes,
sino del espacio concreto, al que llamamos "tierra", con todo el sentido que este vocablo
reviste entre nosotros, que se distingue también del concepto filosófico-científico de
naturaleza. Tierra es aquello sobre lo cual un pueblo está; es la 'Pachamama', la madre tierra,
raíz insondable, ámbito sagrado de habitación. Desde el trasfondo semántico que va
otorgando el estar sobre ella, los pubelos despliegan su historia como un drama
fundamentalmente telúrico, de esencial relación con la misma, en el intento de acertar un
equilibrio entre opuestos no reductibles, porque pertenecientes a la misma vida; de allí que
en América Latina debamos hablar de geocultura, de compromiso inalienable con la
tierra. (9) De ello se distingue el proceso humano concebido como esfuerzo y progresiva
racionalización objetivante y dominadora hasta el actual estadio informático, hoy extendida
planetariamente.
Más allá de los testimonios que se ofrecen a lo largo de la historia en este sentido, tanto en
las culturas indígenas, como negras y criollas, y en los inmigrantes de la más diversa
procedencia, y en las actuales reclamos de marginados como el Movimiento brasileño de los
sin tierra, esta dimensión originaria del espacio sobrevive como exigencia básica a la que es
necesario recurrir para la ubicación del hombre como tal, el reconocimiento de sus propias
dimensiones y posibilidades.
Notes
(1) Tal es por ej. la redefinición que la hermenéutica ha venido haciendo de sí misma, en
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diálogo con los nuevos signos de los tiempos, sin renunciar a una ontología.
(3) Como lo viene haciendo P.Ricoeur en el ámbito de la cultura occidental a través de sus
diferentes interpretaciones.