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- Una larga lista de enfermedades asociadas.

La alimentación influye en la salud hasta el


punto de determinar que una persona padezca enfermedades crónicas tales como el cáncer,
enfermedades cardiovasculares (cardiopatía isquémica o ictus hemorrágico entre las más
frecuentes), diabetes, osteoporosis, enfermedades dentales y obesidad.

- Bajo rendimiento deportivo. Si practicas deporte regularmente y te das un capricho


ocasionalmente de comida basura es probable que no afecte a tu composición corporal ni a tu
rendimiento deportivo, pero sí que tendría consecuencias a largo plazo si consumes
habitualmente este tipo de productos, ya que altera el ritmo de recuperación, podría
aumentar el riesgo de lesiones e incrementar los volúmenes de fatiga y cansancio,
básicamente porque el combustible que ofrecemos a nuestro organismo es de baja calidad.

- Problemas digestivos. No seguir una dieta saludable comporta que nuestro organismo no
asimile correctamente los nutrientes y se observan desajustes intestinales y estomacales. Esto
sucede cuando consumimos regularmente productos ricos en grasas saturadas y más aún si los
hemos freído antes. El aceite se deposita en las paredes del estómago y genera una irritación
que puede provocar acidez estomacal, gastritis o incluso úlceras, aparte de aumentar los
niveles de colesterol y triglicéridos. Es básico aportar a nuestro organismo vitaminas y
minerales procedentes de alimentos de buena calidad como el pescado, cereales integrales,
legumbres, verduras, fruta y frutos secos.

- Insomnio. Existen ciertos hábitos que pueden ocasionar insomnio o dificultad para conciliar
el sueño, como por ejemplo tomar productos procesados o bebidas ricas en azúcares
añadidos. Para evitar el insomnio, existen algunos alimentos ricos en melatonina (la hormona
del sueño) y serotonina (la hormona precursora) como las cerezas, cereales sin azúcar,
plátanos o las nueces.

Depresión

Este trastorno del estado de ánimo se caracteriza por el abatimiento, el sentimiento de


infelicidad y la culpabilidad, suele estar acompañado en menor o mayor grado por la ansiedad.
Una mala alimentación puede ser la primera pista para la detección oportuna de esta
enfermedad.

25% del plato: proteínas y lípidos

En el menú principal del día no pueden faltar las proteínas saludables, por eso el método del
plato aconseja el consumo de pescados, aves, legumbres y frutos secos. Algunas versiones del
método incluyen también los huevos. “En esta porción del plato hay que dar prioridad a las
legumbres como las lentejas, los garbanzos o las habichuelas, así como a los pescados azules y
blancos y a la carne de ave, acompañadas de algún fruto seco. Y es recomendable limitar el
consumo de carnes rojas y evitar las carnes procesadas como los embutidos. entre las
recomendaciones de los expertos, se aconseja el consumo de carnes menos de seis veces a la
semana, el consumo de pescados al menos cuatro veces a la semana, la ingesta de legumbres
tres veces a la semana y comer entre cuatro y cinco huevos a la semana.

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