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PODERES INTERNACIONALES
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por Eduardo GALLlNO
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Conferencia pronunciada el 10-11-83 en nuestro Colegio, en el Seminario sobre Estudio de Títulos,
propiciado por la U. N. A., delegación Córdoba. El autor es docente de Derecho Internacional Privado en
las Facultades de Derecho de la Universidad Nacional y Católica de Córdoba. Se ha respetado la versión
oral.
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En segundo lugar, nosotros tenemos que considerar los dos aspectos que
existen en todo negocio, en todo contrato, y en particular también, en los pode-
res que son: el aspecto puramente formal, extrínseco, y su contenido o su as-
pecto sustantivo. Respecto del primero, ustedes recuerdan ese viejo aforismo
latino en materia de formas, que más que un aforismo es realmente un principio
acuñado en el derecho del siglo XIII: "Iocus regit actum". Este principio latino
significa que el acto, en cuanto a sus formas extrínsecas, se rige por la ley del
lugar del otorgamiento o celebración del negocio de que se trate, es aplicable
también a los poderes.
Este principio de la "Iocus regit actum", sin ninguna duda ha sido recepta-
do por nuestro Código Civil de manera amplia en algunos artículos, y de mane-
ra específica en otros, por ejemplo los términos del artículo 12 y del artículo
950, por citar algunos de nuestro Código Civil, en particular el segundo, donde
habla de los actos jurídicos que en definitiva se van a regir por las leyes y usos
del lugar de otorgamiento; nos indican a las claras la recepción de este princi-
pio de manera general en nuestro Código Civil. También está receptado en par-
ticular en algunas instituciones, por ejemplo en matrimonio, el artículo segundo
de nuestra ley de matrimonio civil consagra específicamente, en cuanto a las
formas matrimoniales, que se rigen por la ley del lugar de celebración. Pode-
mos citar otros, el 1180, 1181, 1182 y concordantes, es decir, se halla acuñado
este principio tanto desde el punto de vista general como en particular en nues-
tro Código Civil.
Este principio de la locus regit actum, supone una aclaración muy impor-
tante porque, no es tan cieno que siempre el acto, el negocio jurídico, se rija en
cuanto a sus formas extrínsecas por la ley del lugar de celebración. Tan es así,
por ejemplo, que en el Tratado de Montevideo en 1889, que vincula a nuestro
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artículo 39: las formas de los instrumentos públicos se rigen por la ley del lugar
de otorgamiento. ¿Qué es esto? Ha establecido el Tratado de Montevideo una
perfecta distinción que nosotros no debemos perder de vista entre lo que noso-
tros llamamos forma del acto y las formalidades o reglamentación de las for-
mas. Voy a tratar de nuevo de dar un ejemplo: si el acto debe realizarse por
escrito o no, o la calidad de instrumento correspondiente, es decir si se reali-
zará por escritura pública o no, lo determina la lex causae. ¿Cuál es la lex cau-
sae?, en los Tratados de Montevideo, es la ley de lugar de cumplimiento del
acto. Pero también dice, las formas del instrumento público se rigen por la ley
del lugar de otorgamiento del acto; ¿qué es esto de "las formas"?: es la regla-
mentación de las formas, es si en la escritura pública nosotros tenemos que
poner por ejemplo, la edad del otorgante, o podemos poner simplemente si es
mayor de edad, si debemos citar la nacionalidad o no, si debemos poner el
domicilio o no; estos aspectos reglamentarios si ustedes quieren de las formas
sí se rigen por la ley del lugar de otorgamiento, es decir, sí se rigen por la lo-
cus.
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de estos distintos tipos de formas, cada una de ellas regidas por su propia ley.
En nuestro Código Civil, vimos que el artículo 12, el artículo 950 y otros en
particular, hablaban nada más que de la locus y no establecían ninguna distin-
ción, sin embargo debemos recordar dos disposiciones muy importantes donde
Vélez en definitiva, implícitamente está estableciendo esta distinción entre for-
ma y formalidades. Esos dos artículos son el 1211 y el 3129. El artículo 1211
se refiere a los contratos celebrados en el extranjero .que tengan por objeto
transferir o constituir derechos reales sobre bienes raíces situados en la Re-
pública, deben constar en instrumento público y este instrumento público debe
ser legalizado para que tenga la misma fuerza que los hechos en el país; y lue-
go termina diciendo que la tradición no podrá ser hecha con efectos válidos, es
decir efectos jurídicos, sino después de la correspondiente protocolización por
orden del juez competente. Fíjense ustedes, ¿qué ha dicho el codificador en
este artículo?, repito la hipótesis: se trata de un contrato otorgado en el extran-
jero para transferir derechos reales respecto de bienes raíces situados en la
República; ¿cuál es la lex causae acá?: la ley argentina, y la ley argentina está
imponiendo una forma determinada, esta forma determinada es el instrumento
público, dice: debe realizarse, otorgarse bajo la forma de instrumento público;
implícitamente está acá esta distinción, deja librado a la "locus regit actum" las
formalidades de ese instrumento público, tanto es así que en la nota de este
artículo 1211, el codificador dice; no es necesario que el instrumento público
sea otorgado por un escribano, por un notario, puede cualquier otra autoridad
que tenga tales potestades de conformidad a la legislación extranjera.
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OEA, es decir los países miembros de OEA, celebraron dos grandes con-
ferencias en materia de Derecho Internacional Privado que se conocen con las
siglas CIDIP I y CIDIP II; una conferencia en Panamá en 1975, donde se
aprueban seis Tratados -vaya omitir la lectura de los temas de estos Tratados
pero son todos significativos-, uno de esos Tratados de Panamá de 1975, del
30 de enero de 1975, es el que se refiere al Régimen Legal de Poderes para
ser utilizados en el extranjero. Otros Tratados, ocho, se aprueban en Montevi-
deo en el año 1979. Lamentablemente Argentina solamente ha ratificado de los
Tratados de Panamá de 1975, el Tratado sobre Régimen Legal de Poderes
para ser utilizados en el extranjero por Ley 22.550, que fue aprobada el 10 de
abril de 1982, y publicada en el Boletín Oficial el 15 de abril del mismo año.
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Quiero hacer otra advertencia muy importante. Ustedes saben que hay
una tendencia muy fuerte, y en particular en aquellas materias que no están
estrechamente vinculadas a la persona, como puede ser todo el derecho mer-
cantil, a la unificación del derecho privado; ésta tal vez es una de las materias
donde ha habido un fuerte impulso hacia la elaboración de los llamados "con-
tratos formularios", es decir hacia la adopción de reglas uniformes.
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reporte que me ha llegado del Instituto Internacional para la Unificación del De-
recho Privado del año 1981, donde ese Secretariado encargó en el año 1979, a
expertos, una especie de relevamiento del estado de las legislaciones naciona-
les en el tema de poderes, con vistas a preparar un reglamento uniforme en
materia de poderes internacionales. Voy a leer nada más que un párrafo signi-
ficativo de ese dictamen: "El estudio en cuestión no propone ser nada más que
una compilación de las soluciones que existen en los diferentes derechos na-
cionales, con el objeto de demostrar cuáles son los estados que admiten para
los poderes de representación, la forma libre; y cuáles son los estados que de-
mandan una forma determinada para conferir poderes en representación, Los
resultados de este estudio son tan divergentes que parece que desde el co-
mienzo muy poco probable que se pueda llegar a que un gran número de esta-
dos acepte una convención sobre ley uniforme sobre las formas de poderes de
representación. Los países que tienen existencia de formas rigurosas no están
dispuestos a renunciar a ellas, y los estados que admiten una libertad de forma
total, no aceptarán complicaciones de forma, de suerte que una ley uniforme
creando una forma obligatoria que derogaría reglas de diferentes derechos in-
ternos en la materia no parece muy realizable".
Les pido tal vez disculpas en la traducción porque esto está en francés,
pero es realmente una síntesis de las dificultades que existen en la materia.
En esta Convención que nos ocupa: ¿hemos logrado una norma unifor-
me? No, no hemos logrado una norma uniforme; solamente los países que han
ratificado esta convención se han puesto de acuerdo en elegir la ley que va a
regir el poder de que se trate, no sé si me explico, se han puesto de acuerdo no
en la forma en sí misma, sino en cuál es la ley que va a regir la forma del po-
der. Pero ha hecho avances significativos en dos o tres puntos de gran impor-
tancia que los vamos a ver ahora a continuación.
Evidentemente lo primero que hay que señalar es que este Convenio se
refiere a los poderes otorgados en países que son miembros de la OEA; debi-
damente otorgado en uno de los estados parte serán válidos en los demás
miembros de la OEA que evidentemente suscriban este convenio y siempre
que cumplan los requisitos siguientes, fíjense ustedes; en el artículo segundo
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las formas y las solemnidades exigidas por la ley del país C que es extranjero,
en consecuencia por razones de utilidad, de practicidad, prefiero la locus por-
que ésa la conozco, ésa la manejo, y es la del lugar donde otorgo el acto; en-
tonces, dice Savigny: si bien desde el punto de vista doctrinario, desde el pun-
to de vista técnico jurídico es adecuado, pronunciarnos en favor de la lex cau-
sae para regir las formas, debemos dar opción a que el acto pueda otorgarse
válidamente de conformidad a las formas que rigen en la ley del lugar de otor-
gamiento del acto. Desde Savigny, y en adelante la mayoría de las escuelas
doctrinarias nacionales, se pronuncian porque el estatuto que rige las formas
es facultativo. Machado, Llerena, Goldschmidt, en fin, la mayoría de los auto-
res nacionales se pronuncian por el carácter facultativo de esta norma. Este
carácter facultativo es el que está consagrado en el Tratado. La opción acá
está entre la lex causae, lugar de ejecución del contrato y la ley del lugar de
otorgamiento.
Otro avance muy importante, ¿qué es esto? Miren, todos nosotros cono-
cemos la distinción entre actos formales y no formales. Cuando la legislación
argentina establece para el acto una forma "ad solemnitatem", esa forma. ad
solemnitatem se impone a la forma que hubiere revestido el acto de conformi-
dad a la ley del lugar de otorgamiento. Si la legislación argentina es "Iex cau-
sae", lugar de ejecución de ese poder, y exige una forma determinada pero
una forma ad-solemnitatem, se impone lo que dispone la ley del lugar de eje-
cución o sea, la ley argentina. No es otra cosa que lo que dispone el artículo
1211 o el 3129, que supimos comentar antes. ¿Cuál es la lex causae?; ley del
lugar de la situación del bien raíz, y si se tratara de otorgar contratos en el ex-
tranjero respecto a bienes raíces, situados en la Argentina, la ley argentina es
lex causae; y la forma acá cuando dice: “instrumento público”, está hablando
de una forma no meramente ad-aprobationem sino ad-solemnitatem porque si
este acto no se halla revestido de la forma del instrumento público, no tendría
ninguna validez ese contrato celebrado en el extranjero para transferir de-
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Y hay otra observación más que tenemos que hacer, es relativa al princi-
pio "favor negatio patrio", consagrado en el inciso cuarto del artículo 14 de
nuestro Código Civil: "Las leyes extranjeras no serán aplicables cuando las le-
yes de este Código en colisión con las leyes extranjeras, fueren más favora-
bles, a la validez de los actos". Ello supone un presupuesto, que el acto en
cuanto a la forma otorgado en el extranjero fuere nulo, si el acto en cuanto a la
forma otorgado en el extranjero no fuere nulo, rige la locus; si fuere nulo y fuere
válido en cuanto a la forma, de conformidad a la ley argentina, tiene plena vali-
dez de conformidad al artículo 14 inciso 4º. del Código Civil.
Yo preferiría a título personal, que como cada uno de los artículos plantea
una serie de inquietudes y se proyecta a diferentes instituciones, que con toda
libertad, si hay alguna duda, se levantara la mano y con mucho gusto, en la
medida de mis posibilidades, voy a tratar de dar les satisfacción; si no segui-
mos adelante, y en todo caso dejamos abierto el debate in fine, pero esa liber-
tad por supuesto, la tienen desde ya.
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Vuelvo ahora al artículo 3º. La ley del lugar de ejecución del poder exigía
una forma determinada, esa forma determinada no la conocen en el lugar de
otorgamiento del poder. ¿Cuál tendría que ser la conclusión lógica? Lo lamen-
tamos, el poder no es válido, no sirve. Esa sería la conclusión a la que tendr-
íamos que llegar. Si exigimos nosotros una forma y el lugar de otorgamiento no
tiene los recursos técnicos jurídicos para dar satisfacción a esa forma, señores,
lo lamentamos muchísimo, ese poder no vale entre nosotros (lugar de ejecu-
ción). Esa hubiera sido una de las conclusiones. ¿Qué dispone la Convención?,
-dice no, no obstante ese poder valdrá siempre que se cumplan los requisitos
del artículo 7º, que ya vamos a ver; esto es muy importante porque se ha pro-
nunciado en favor de la validez de ese acto otorgado en el extranjero.
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Montevideo de 1940, las formas de publicidad se rigen por la ley del estado
donde se exija la correspondiente publicidad. Es decir, si ese poder necesita
inscribirse, lo dice la ley del estado en que éste se ejerce; si lo pretendo hacer
valer acá, con relación de inmuebles situados en la jurisdicción de la provincia
de Córdoba, tendré que inscribirlo de conformidad a lo que dispone la ley local.
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templa aquellos países donde los funcionarios tienen esa potestad de dar fe; y
el artículo 7º. se refiere a aquellos países donde no existen funcionarios que
tengan potestades de dar fe; es decir, se contemplan las dos posibilidades por-
que la diversidad legislativa, incluso en esta materia y en el derecho americano,
existe.
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de dar fe pública.
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Por otra parte si este poder ha sido otorgado en un idioma extranjero, de-
berá estar debidamente traducido por traductor oficial.
El Tratado creo que tiene aquí una falencia, dice en su artículo 9º.: "Se
traducirán en el idioma oficial del estado de su ejercicio, los poderes otorgados
en idioma distinto". No nos aclara quién debe efectuar la traducción. Lo tradi-
cional, lo que venimos haciendo si este documento nos viene en idioma extran-
jero, es que hagamos en el lugar donde ponemos en funcionamiento el poder,
la traducción a través de un traductor público.
Tal vez hubiera sido mucho más interesante y hay experiencia riquísima
en el tema, receptar la previsión que tiene el Tratado de Montevideo de 1940
de Derecho Procesal Internacional, en materia de exhortos y de cartas rogato-
rias (art. 110.), donde le impone al estado exhortante cuando el exhorto va a
ser ejecutado en estado extranjero, acompañar una traducción debidamente
certificada en el idioma del país donde se va a poner en ejecución ese exhorto.
Hubiera sido mucho más ágil y mucho más directa esta solución, y no vernos
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Salteo el artículo 10º. y voy al 11º. Hay una aclaración importante. Dice el
artículo 10º., "que no es necesario para la eficacia del poder que el apoderado
manifieste en dicho acto su aceptación. Esta resultará de su ejercicio". Es lo
que nosotros venimos practicando en lo que se refiere a representación o po-
der propiamente dicho y no con relación al mandato donde se requiere como
contrato, de la correspondiente aceptación.
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El resto de los artículos del Tratado yo creo que no merece mayor comen-
tario porque son los usuales, de forma, que corresponden a todo Tratado. Se
refieren a quienes está abierta la adhesión, desde cuándo entra en rigor, el de-
pósito del instrumento de ratificación, los treinta días o un año para la denuncia,
los textos oficiales, etc.
El Tratado nos vincula con Costa Rica, Chile, Ecuador, Panamá, Para-
guay, Perú, República Dominicana, Uruguay y con México. Lo han signado
además, no lo han ratificado hasta el momento Venezuela, Brasil, Colombia, El
Salvador, Guatemala, Honduras y Guatemala.
Por último, quiero señalar dos cosas que tienen interés desde el punto de
vista práctico-jurídico, y que son: una que hay un trabajo en la Revista Notarial
número 866 del año 1983, de David Ricardo De la Riva, que trae un modelo
que no es muy diferente de los que venimos usando hasta el momento en
nuestra práctica notarial. Es decir, para quienes tengan interés en visualizar un
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modelo, que es muy sencillo, los remito a la Revista Notarial Nro. 866, del año
1983. Y la otra, que es de naturaleza jurisprudencial y muy significativa que
prácticamente, casi yo diría uniformemente, la jurisprudencia argentina ha en-
tendido que cuando el poder es otorgado por un notario en el extranjero, hay
una presunción, casi me atreverla a decir iure de iure, de la autenticidad de ese
documento y que se han cumplido todos los requisitos exigidos por la ley del
lugar de su otorgamiento. Esto es importante porque hace a una valoración de
la actividad notarial.
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