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INTEGRANTES
Ravello Rodriguez, Vania Lissette
Rueda Montoya, Dennis Luis
Valle Olivares, Marcela Elizabeth
Williss Román, Grecia Yurasi
Yangua Fasabi, Kely Sofia
GRUPO
XIV
PROFESOR:
Villavicencio Saldaña, Richard Alexander
CURSO
Derecho de Contratos
CICLO
XIII
PERÚ
2022
Índice Pg.
I Introducción…………………………………………………………………………...1
2. Sobre los contratos en General ………………………………………………………2
3. El Derecho de Contrato en Perú………………….…………………………………..5
3.1 Normatividad y Criterios de Interpretación aplicables……………………….……..5
3.1. Artículo 1352 del código civil.………………………………………………….….9
3.1. Artículo 1359 del código civil ……………………………………………………..9
3.1. Artículo 1373 del código civil ………………………………………………….….9
3.1. Artículo 1402 del código civil …………………………………………………..…9
3.1. Artículo 1403 del código civil ………………………………………………..…..10
3.1. Artículo 1411 del código civil ……………………………………………..……..10
3.1. Artículo 1363 del código civil …………………………………………………….10
3.1. Artículo 1364 del código civil ………………………………………………...…..10
4. El Derecho de Contrato en Uruguay……………………………………………..…..11
4.1. Introducción …………………………………………………………………….…11
4.1. Contrato……………………………………………………………………...…….13
4.1. Categorización Legal de los Contratos………………………………………...…..13
4.1.Categorías doctrinarias de los Contratos………………………………………...…14
4.1. Grandes Principios del Régimen contractual………………………………………15
4.1. Requisitos Esenciales para la validez de los Contratos …..………………….……16
4.1. Prueba de las obligaciones…………………………………………………………14
4.1.1 medios de Prueba ………………………………………………………….……..10
5. Conclusiones.……………………………………………………………………...…21
6. Referencias bibliográficas…………………………………………………………...22
I. Introducción
El presente trabajo titulado “El Derecho de los Contratos en la doctrina del Código Civil
Peruano y Uruguay”, tiene la finalidad de informar sobre a finalidad, procesos y todo en
forma general sobre la doctrina en ambos países.
Con el paso del tiempo, los países han venido cambiando su ordenamiento jurídico de
acuerdo a la realidad y contexto que se vive en su actualidad, ya que las condiciones y
situaciones con relación a los derechos de las personas son, por decirlo literalmente,
“Metamorfosis”, y esto se concluye en que cada día son más beneficiarias para ellos y se
ordena de forma legal y justa para tener un mejor entendimiento entre la sociedad y así
evitar conflictos.
Es así que los países como Perú y Uruguay han realizado en sus doctrinas jurídicas los
puntos claves al momento de celebrar un contrato que se convierte en una relación
jurídica. Por todo lo vertido anteriormente, lo invitamos a que con profundo análisis y
concentración se disponga a leer sobre el derecho de Contratos de los países mencionados,
para luego finalizar con las conclusiones vertidas por los integrantes del grupo.
1
SOBRE LOS CONTRATOS EN GENERAL
En el ámbito común o social (excluyendo aún al ámbito jurídico) se puede afirmar con
relevante consistencia que el contrato es un acuerdo, un convenio, entre dos o más partes
interesadas en un determinado bien o circunstancia que llama su interés para la formación
de este. Esta sería una definición que todas las personas podrían manejar o se amoldaría
a lo que realmente perciben con el término “contrato”. Hasta aquí, básicamente es un
acuerdo que resulta de algún interés particular.
Desde la perspectiva nacional se define al acto jurídico en el art. 140 del Código Civil de
1984 como: “la manifestación de la voluntad destinada a crear, regular, modificar o
extinguir relaciones jurídicas”, de hecho, la definición de negocio jurídico no es alejada
a esta o cualquier otra de acto jurídico
El acto con el cual el individuo regula por sí los intereses propios en las relaciones con
otros (acto de autonomía privada) y con el que el Derecho enlaza los efectos más
conformes a la función económico-social que caracteriza su tipo (típica en este sentido).
El destacado jurista español Albaladejo, M. (2002:573), define al negocio jurídico como:
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introdujo también, el acto jurídico como tal. Respecto al contrato, definitivamente es un
acto jurídico, con dos diferencias o en todo caso, particularidades muy resaltadas:
a) la bilateralidad o plurilateralidad
de este se generará una relación jurídica contractual, que vinculará a las partes de manera
obligatoria, a cumplir con lo determinado en el contrato. Para Messineo, F. (1948: 78), el
contrato es simplemente: “un pacto, es decir, un acuerdo de voluntades, capaz- cualquiera
que sea su contenido- de dar vida a una obligación (solus consensus obligat).”
También para el contrato el Código Civil, después de haber establecido que aquel incide
en relaciones de naturaleza patrimonial (artículo 1321); que tiene fuerza de ley entre las
partes (artículo 1372); que es fuente de la obligación (artículo 1173); afirma que el objeto
de ser lícito y posible (artículos 1346 y 1418, segundo párrafo); en otras palabras, impone
un límite negativo, al excluir un objeto ilícito o imposible. Con la conjunción de estos
elementos podríamos definir al contrato como el acuerdo y principal fuente creadora de
relaciones obligacionales (contractuales), de naturaleza bilateral y de carácter
patrimonial, donde concurra como elemento esencial, el consentimiento (como expresión
de la autonomía privada), para su realización. Con la definición planteada, no queremos
dejar descartada, la idea correcta y muy frecuente, de que el contrato es sin duda alguna,
un acto jurídico, entendido como tal, en nuestra legislación peruana, a pesar de que, para
su estructuración se acepte y se propongan tanto la teoría del acto jurídico como la teoría
del contrato.
Nuestro Código Civil dispone el art. 1374 – Conocimiento y contratación entre ausentes
citado textualmente en: “La oferta, su revocación, la aceptación y cualquier otra
declaración contractual dirigida a determinada persona se consideran conocidas en el
momento en que llegan a la dirección del destinatario, a no ser que este pruebe haberse
encontrado, sin su culpa, en la imposibilidad de conocerla. Si se realiza a través de medios
electrónicos, ópticos u otro análogo, se presumirá la recepción de la declaración
contractual, cuando el remitente reciba el acuse de recibo.” Y, sobre el perfeccionamiento
del contrato en general, el art. 1373 – Perfeccionamiento del contrato lo resume de la
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siguiente manera: “el contrato queda perfeccionado en el momento y lugar en que la
aceptación es conocida por el oferente.”
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EL DERECHO DE CONTRATO EN PERÚ
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La circunstancia de haber adoptado el Código Civil peruano una concepción "objetiva"
de la búsqueda de la "común intención de las partes", no debe ser confundida con la
naturaleza de las reglas de interpretación legal del contrato, las cuales pueden ser:
Las reglas de interpretación legal del acto jurídico y del contrato contenidas en Jos
artículos 168°, 169°, 170° y 1362° del Código Civil peruano, constituyen normas
hermenéuticas de interpretación subjetiva, desde que apuntan a clarificar la declaración
de voluntad de un sujeto o la común intención de las partes y no a complementar (y menos
aún suplir) dicha declaración de voluntad o común intención, por ser éstas "dudosas" al
presentar varios significados posibles.
Además, existe una prelación entre estas reglas legales de interpretación recogidas en el
Código Civil peruano:
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jurídicamente relevante de las partes, determinando que siempre la interpretación "más
allá de la letra del contrato" sea una operación necesaria, inclusive, cuando las palabras
no aparezcan ni como oscuras ni como ambiguas.
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de éstas), adopta un matiz de regla o "prototipo de conducta social media", debiéndose a
estos efectos valorar los usos sociales en tanto éstos definen cuáles son las medidas de
corrección que se acostumbran seguir dentro de un determinado ambiente histórico-
social.
La interpretación del contrato según buena fe responde, entonces, al significado social del
contrato; esto es, al significado corriente en la práctica que imponen los usos y
costumbres. La regla de la interpretación sistemática del contrato (art. 169° c.c.), impone
al intérprete la obligatoriedad de interpretar cualquier cláusula contractual en función al
contrato en su conjunto, de manera tal que el sentido que pueda adquirir una cláusula debe
ser obtenido del significado total que tenga la misma dentro del esquema contractual del
cual participa. En este sentido, el significado de las cláusulas no puede ser segmentado,
sino que debe ser reconducido al conjunto que forma la "intención común de las partes".
La interpretación sistemática, entonces, no sólo obliga al intérprete a contrastar una
cláusula aparentemente "dudosa" con las restantes cláusulas del contrato a fin de
aprehender un único significado, sino que lo obliga a contrastar, inclusive, una cláusula
aparentemente clara con las demás que conforman el programa contractual, para que de
esta manera dicha cláusula sea vista y entendida como conformante del unitario conjunto
que forma el contrato.
La regla de la interpretación funcional o finalista del contrato (art. 170° c.c.) constituye,
pese a todo, también una regla de interpretación subjetiva, en tanto persigue siempre
clarificar el significado del contrato. No es un criterio objetivo de interpretación, en tanto
no persigue complementar el acuerdo contractual. Esto se aprecia con nitidez, cuando se
entiende que la interpretación funcional está pensada para desentrañar el significado de
expresiones (palabras y giros verbales) utilizadas por las partes que pueden presentar
significados plurívocos, pero no para aprehender uno de varios significados posibles del
acuerdo contractual pensado en su totalidad. Ante la existencia, pues, de diversos sentidos
que pueden atribuirse a las expresiones empleadas por las partes, sólo cabe entender las
referidas a la más conveniente a su causa. La indagación finalista tiene entonces que ver
con el sentido del propósito práctico empírico común de las partes: la determinación de
lo que buscan con la celebración del negocio, el cual, si ha sido expresamente declarado
por las partes, se ha integrado al consentimiento. Si en cambio, no ha sido expresamente
integrado al consentimiento, la interpretación funcional del contrato apuntará a encontrar
el propósito práctico empírico que normalmente cualquier sujeto habría perseguido al
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realizar el tipo contractual al cual corresponde el contrato en particular celebrado por las
partes. La interpretación funcional, entonces, se traduce siempre en una operación circular
en la cual las declaraciones y el comportamiento de las partes concurren a señalar la causa
del contrato y ésta, a su vez, concurre a clarificar el significado objetivo y total del
negocio. En este sentido, constituye un criterio subjetivo de interpretación contractual que
sólo debe aplicarse si, luego de haberse empleado los primeros criterios de interpretación
subjetivos (común intención -literal y global-, buena fe, y sistemático), no ha podido aún
aprehenderse el significado objetivo del contrato.
Para que el contrato exista y sea válido, se deben cumplir ciertos requisitos:
Consentimiento
No hay contrato mientras las partes no estén conformes sobre todas sus estipulaciones,
aunque la discrepancia sea secundaria.
Objeto
Además, como se indica en el artículo 1403, la obligación objeto del contrato deber ser
lícita y posible.
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La prestación en que consiste la obligación y el bien que es objeto de ella deben ser
posibles.
Forma
La forma del contrato que hayan pactado las partes será también un requisito
indispensable para su validez.
Se presume que la forma que las partes convienen adoptar anticipadamente y por escrito
es requisito indispensable para la validez del acto, bajo sanción de nulidad.
Los contratos sólo producen efectos entre las partes que los otorgan y sus herederos, salvo
en cuanto a éstos si se trata de derechos y obligaciones no trasmisibles.
Por último, los gastos y tributos que se originan por el contrato, se tendrá que pagar entre
las partes contratantes por igual.
Los gastos y tributos que origine la celebración de un contrato se dividen por igual entre
las partes, salvo disposición legal o pacto distinto.
Arrendamiento
Compraventa
Comodato
Contrato de arras
Hipoteca
Contrato de trabajo
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EL DERECHO DE CONTRATO EN URUGUAY
1. Introducción
Los Códigos civiles en general contienen una serie de normas que establecen diferentes
reglas para la interpretación de los contratos, que van dirigidas tanto al juez, como a las
partes y a los terceros, pues tienen como destinatarios a todos los sujetos. Reglas que
como ha dicho DÍEZ-PICAZO
han sido construidas sobre la contemplación de un ideal de contrato que es obra común
de la voluntad y de la libertad de ambas partes contratantes, colocadas en pie de igualdad.
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El proceso de fragmentación interna del contrato ha sido manifiesto. A diferencia de lo
que acontece en el Código Civil, basado en la unidad del sujeto, en la legislación especial
deviene relevante la calidad subjetiva de los contratantes, extremo que conlleva a la
duplicidad del modelo: por un lado, el contrato de base individual (celebrado entre
particulares o entre profesionales); por el otro el contrato de los consumidores, con un
régimen especial. Más aún, se habla de un tercer modelo de contrato, en el que es parte
un contratante débil que no es consumidor, pero donde se verifica también una situación
de asimetría entre los contratantes. Todo ello ha impactado en la categoría general del
contrato, desafiando el carácter central de la Parte General, al punto que un sector de la
doctrina piensa que la Parte Especial relativa a los singulares tipos contractuales
constituye ahora la disciplina general de una determinada figura. En esta línea de
pensamiento se argumenta que la Parte General sobre el contrato ya no puede ser
considerada como la disciplina de una figura unitaria; las normas generales, lejos de
constituir parte integrante de la disciplina de cada contrato en particular, tienen en algunos
casos una función “meramente subsidiaria y residual”. ROPPO señala que las disciplinas
especiales relativas a los singulares contratos, al mismo tiempo que se multiplican, se
complejizan, adquieren una nota de generalidad y sistematicidad que en el pasado no
tenían, organizándose en microsistemas que dan origen a principios dotados de fuerza
expansiva. Como consecuencia de ello ―resalta el doctrinario italiano― es imposible
ver hoy a la Parte Especial como un elemento de segundo plano de la disciplina del
contrato, pues disputan el carácter central que a la Parte General le pertenecía
originariamente de manera exclusiva.
Ahora bien, como manifiesta GAMARRA, es cierto que las normas comunes dejaron de
ser tales porque no disciplinan todos los contratos, pues la Parte General no cubre todo el
espectro de la contratación, dado que hay sectores que la derogan. Pero no debe perderse
de vista que la Teoría General del Contrato contenida en el Código Civil es algo más que
una mera regla de clausura, pues es una súper normativa sin la cual no puede funcionar
ninguna contratación. Según el maestro compatriota, la Parte General no es más que un
instrumento técnico jurídico, producto de una técnica legislativa necesaria para configurar
un proyecto de modulación sistemática tendiente a asegurar la unidad. Por esta razón no
está preordenada a propiciar los cambios socioeconómicos; la tarea de adaptar la
legislación a las nuevas necesidades corresponde a la ley especial.
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CONTRATO
Nos vamos a detener especialmente en esta fuente de las obligaciones que es el contrato
y profundizaremos estas generalidades cuando nos refiramos al “contrato con el
arquitecto” y al “contrato de construcción”. CC Art. 1247, “…Convención por la cual una
parte se obliga para con otra o ambas partes se obligan recíprocamente a una prestación
cualquiera, esto es, a dar, hacer o no hacer alguna cosa…”
Esta es la definición legal de contrato, parte del concepto de “convención” que significa
“acuerdo”. En todo contrato debe haber necesariamente un acuerdo de voluntades, esto
significa que por lo menos debe haber dos personas. El objeto de los contratos son las
obligaciones, lo que puede sí ocurrir es que en algún tipo de contrato una sola parte asuma
las obligaciones, pero siempre hay dos partes involucradas.
e) Principales y accesorios según el contrato pueda existir sin necesidad de ningún otro o
cuando requiere de otro del cual depende. Por ejemplo un contrato conmutativo es cuando
las partes consideran equivalentes sus prestaciones, por ejemplo en una compraventa en
la que no se cumple el valor de mercado sino el que le sirve a las partes, en estos casos la
equivalencia es subjetiva.
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inscribirse en el registro. En cambio el contrato con el arquitecto no requiere de ningún
tipo de solemnidad, se acuerda verbalmente o por cualquier medio de comunicación. Pero
no debemos confundir las solemnidades con el tener elementos probatorios de la
existencia de dichos contratos, como son los elementos escritos y formados, que pueden
servir de pruebas. El contrato es válido de cualquier manera.
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GRANDES PRINCIPIOS DEL RÉGIMEN CONTRACTUAL
A lo largo de los años este principio fue siendo acotado, por el concepto de “orden
público”, el legislador va seleccionando determinados sectores de realidad, y en función
de proteger valores de convivencia muy importantes va cercenando esa autonomía de la
voluntad. Por ejemplo en materia de arrendamientos urbanos no se va a poder pactar lo
que las partes quiera, porque hay un individuo al cual tenemos que proteger que es el
inquilino. materia de responsabilidad profesional hay un valor muy importante que es la
integridad de los edificios y la sociedad no quiere que los edificios colapsen n que generen
riesgos para la integridad física de los individuos entonces en materia de responsabilidad
de las obras de arquitectura se va a establecer un régimen que se llama “responsabilidad
decenal” y durante esos diez años vamos a imponer reglas de derecho necesario
preestablecidas y por tanto no se va a poder pactar nada distinto a lo que dice el régimen
de responsabilidad decenal.
c) Asimilación del contrato a la ley, este principio está en el art 1291 del CC, una vez
celebrados los contratos los mismos operan como si fueran una ley. Esto tiene un doble
efecto, por un lado el de la inderogabilidad de la ley, una vez que se celebra el contrato,
al igual que la ley, las partes no pueden decidir no cumplir o cambiar los términos, hay
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que asumir todos los términos del mismo; el otro sentido es la coercibilidad, que es la
posibilidad que si alguno de los contratantes no cumple, el otro va a tener una serie de
herramientas que le da la ley para coaccionar al cumplimiento del mismo.
d) Principio de buena fe, este principio opera en la fase de ejecución de los contratos, su
enunciado dice simplemente eso: que los contratos deben cumplirse de buena fe, no
solamente lo que expresa el contrato sino que deben proceder de manera tal de generar
una colaboración para que el otro pueda cumplir a su vez, descartando la idea de
antagonismo inicial que tiene toda presentación contractual. Esto en materia de una obra
de construcción tiene varias aplicaciones, como ser que el comitente debe dejar el terreno
en condiciones como para que se pueda implantar la obra.
Todos los contratos requieren que estén presentes los siguientes requisitos, arts. 1261 y
sgss del CC:
a) Capacidad, es un requisito que verifica la existencia de que los individuos que contratan
tienen conciencia crítica suficiente como para saber lo que están haciendo. La ley pone
como una especie de medidores objetivos, entre los cuales se encuentra la edad, a partir
de allí elabora una serie de categorías de incapaces, incapaces relativos, incapaces totales,
hay otros sujetos incapaces como los declarados dementes por un proceso judicial, se les
nombra un curador.
b) Consentimiento, quiere decir que haya una expresión de voluntad inequívoca para
contratar.
c) Objeto lícito, determinado y posible, es la cosa sobre la que se genera el contrato, debe
ser lícito, o sea que debe estar permitido por la ley, determinado en su aspecto,
dimensiones, tipo, cantidad, etc., y posible es que esté en el comercio de los hombres. En
el caso del contrato con el arquitecto, el objeto podría ser el proyecto para el comitente y
los honorarios para el arquitecto.
d) Causa lícita, es el motivo inmediato para contratar, este elemento sirve en muchas
ocasiones para descartar contratos no queridos para el derecho, que se anulan por no tener
una causa lícita. Cuando se presenta con una causa ilícita o una causa que no es la del
propio contrato, en ese caso el contrato puede llegar a anularse. Por ejemplo aquellos que
atrás de una fachada determinada intentan encubrir una situación fraudulenta, sacar bienes
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del patrimonio para eludir el asedio de los acreedores entonces genera una compraventa,
le venda aun amigo un inmueble y en realidad no hay ninguna operación de venta, el
negocio tiene una causa falsa, si el contrato es procesado judicialmente y probado, cae y
se revoca la venta. La consecuencia de la inexistencia de todos o de alguno de estos
requisitos, es la nulidad del contrato. Esta nulidad puede ser relativa o absoluta según cuál
sea el requisito. Nulidad relativa significa que el acto es subsanable, es nulo pero en
ciertas condiciones puede sr subsanable, cuando es nulidad absoluta el acto es inexistente,
es como si nunca se hubiera celebrado. Por ejemplo si falta la causa la nulidad va a ser
absoluta; si el que contrató es un relativamente capaz la nulidad va a ser relativa; si es
absolutamente incapaz el contrato es nulo.
Los actos jurídicos tienen además de una dimensión de “validez”, una dimensión de
“prueba”. Pongamos un caso: los arquitectos pueden celebrar verbalmente un contrato a
través del cual un cliente le pide un anteproyecto. Luego de varias reuniones en las que
el cliente plantea sus necesidades y deseos, se inicia el trabajo hasta que se le presenta un
anteproyecto. A partir de todas esas esas acciones podemos ver la existencia de un
contrato, perfectamente válido, no hay duda que el cliente contrató una prestación
profesional típica como es la confección de un anteproyecto. Puede ocurrir que no se haya
celebrado ningún contrato por escrito, que nunca hayan intercambiado un correo
electrónico, ni un mensaje de texto, ni haya ningún tercero que haya presenciado las
instancias en las que se discutían e intercambiaban las cuestiones propias del
anteproyecto. Puede ocurrir que cuando el arquitecto quiera cobrar esa tarea realizada el
comitente diga que él no tenía claro que “eso” había que pagarlo y va a decir: si son “solo
unos dibujitos, ¿me va a cobrar por eso?”. Hasta aquí estamos en la dimensión de
“validez” de los contratos en donde aparentemente se cumplieron con todos los requisitos
y si no se habló de honorarios se supone que se está desarrollando una actividad
profesional típica y que rigen los del arancel de honorarios de la Sociedad de Arquitectos.
A partir de aquí cuando se entra a otra dimensión de los actos jurídicos, que es la
dimensión de “prueba”. Cuando ocurren esas desavenencias en cómo interpretar los
hechos del aparentemente válido contrato, es que cobra importancia la dimensión de
“prueba” de los actos jurídicos.
Para esta dimensión de prueba tenemos por un lado el “derecho sustancial” de cómo se
regulan las relaciones entre las partes, y por otro, empieza a gravitar el “derecho procesal”
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que es el que regula la actividad probatoria, cuando tenemos un conflicto
institucionalizado que ya ingresó en el poder judicial, es cuando se involucra un tercero,
que es el juez, para resolverlo, allí tenemos reglas de cómo operar en esta dimensión de
la prueba de los actos jurídicos. Actividad probatoria Comienza la actividad probatoria
de los hechos acontecidos que es la verificación de la existencia de determinados hechos
o actos que van a ser relevantes para el derecho.
El objeto de una prueba siempre va ser “hechos”, las partes que litigan deben presentar
hechos. La carga de la prueba La carga de la prueba regula lo relacionado a quién debe
probar qué en un proceso, se dice que la carga de la prueba es de quien alega un hecho
determinado. En este caso si el arquitecto recurre a la justicia para decir que confeccionó
un anteproyecto y no se lo pagaron, es él quien va a tener la carga de probar que había un
contrato entre las partes y que la prestación era onerosa, o sea que era a cambio de un
precio en dinero que en caso de la actividad profesional se le llama honorarios.
A veces la carga de la prueba varía de un sujeto a otro, este principio de “quien alega un
hecho tiene la carga de probarlo”, a veces sufre variantes y una de ellas es justamente la
que recae sobre la actividad profesional del arquitecto o constructor con la
responsabilidad decenal. En el cual se “presume” la culpa del agente de la construcción.
En este régimen, el comitente que reclama sólo debe probar la existencia de un vicio o
defecto, la culpa del agente “se presume”, entonces se dice que hay una “inversión” de la
carga de la prueba. Es el arquitecto o constructor quien debe descargar esa culpa
generando una actividad probatoria en sentido contrario. En cambio en el régimen común
o general, quien alega un hecho tiene la carga de probarlo. La valoración de la prueba La
valoración de la prueba la hace el juez en función de varios criterios, no se limita a uno
sólo, la propia ley le dice cómo debe valorar la prueba. Por ej. la ley puede decir que si
no existe tal documento o tal verificación no se entiende probado el hecho, en otros casos
rige un criterio más discrecional que se llama “de la sana critica”, el juez puede valorar
todos los elementos de prueba y en función de esa sana crítica que procede a través de un
razonamiento lógico y sistemático, llega a considerar si se cumplen o no determinadas
situaciones como para dar por probado un hecho.
Medios de prueba
a) Instrumental, los medios de prueba que se disponen son la prueba instrumental que
refiere a los documentos, escritos, gráficos, actos firmados o no pero emanados de las
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partes, hay documentos públicos y documentos privados, los públicos son los emanados
de funcionaros públicos en ejercicio de sus competencias y tienen un valor probatorio
muy alto en sentido que hacen plena fe de su otorgamiento, también las escrituras públicas
de los escribanos hacen plena fe de los hechos allí consignados y tienen un valor
probatorio muy alto. Los instrumentos privados, cuando están firmados por las partes,
para generar un efecto vinculante de cierta intensidad requieren de su reconocimiento. El
reconocimiento puede hacerse en un proceso judicial, en donde se le convoca al implicado
a reconocer su firma y a partir de ese hecho el valor probatorio es muy fuerte, si la persona
no reconoce la firma quien pretende hacerlo valer puede someter la firma a un peritaje
caligráfico que es una técnica para determinar si una firma es o no de una persona. Cada
individuo tiene un patrimonio y patrón escritural completamente distinto a los demás.
En el caso que hemos puesto como ejemplo, el comitente va a alegar que lo que hizo el
arquitecto son apenas unos croquis o dibujitos sin valor alguno. Al perito le corresponde
analizar el cúmulo de recaudos generados y el juez le preguntará si esos recaudos
constituyen un anteproyecto o si simplemente es una idea preliminar. El perito debe
expedirse según su saber técnico y decir si es o no un anteproyecto, también se le puede
pedir al perito que se expida sobre cuáles serían las previsiones arancelarias de ese trabajo.
El perito a través de su informe va a ilustrar al juez quien, analizando todos los medios a
su alcance, finalmente va a determinar si hay que pagar el honorario reclamado.
Importancia de proveerse de medios de prueba en la actividad profesional De la misma
manera que la prestación profesional propia de la actividad requiere una secuencia lógica,
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cuando el arquitecto se pone a diseñar, además de la inspiración artística se pone en
funcionamiento una lógica de actuación en la cual opera el conocimiento, la experiencia
y el talento entre otras cosas. En una hipótesis de responsabilidad debemos hacer
funcionar también las reglas del buen operar y nos podemos posicionar adecuadamente
para transcurrir con eficiencia estos avatares que en algún momento puedan ocurrir. En
estas cuestiones no basta con “ser” sino que también hay que “parecer”.
Cada vez que haya una obligación de la contraparte hay que tener un medio probatorio
adecuado para que quede establecido. En el mundo de la comunicación electrónica uno
puede desarrollar destrezas en función de eso y agregar frases como “de estar de acuerdo
con estos términos agradezco la confirmación”, entonces si el comitente contesta
afirmativamente ya hay saldado una prueba importante que puede evitar conflictos
futuros. Eso es obtener fortalezas para operar en futuros escenarios conflictivos.
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5. Conclusiones
Haciendo una comparación entre los Derechos de Contratos en la doctrina del código civil
tanto en Perú como en Uruguay podemos afirmar que en Uruguay un Contrato es una
convención por la cual una parte se obliga para con la otra o ambas partes se obligan
recíprocamente a una prestación cualquiera, esto es, a dar, hacer o no hacer alguna cosa.
En cambio en Perú, Un contrato es un acuerdo jurídico entre dos o más partes que genera
derechos y obligaciones. Los contratos se encuentran regulados en el Código Civil del
Perú, a partir del artículo 1351. El contrato es el acuerdo de dos o más partes para crear,
regular, modificar o extinguir una relación jurídica patrimonial.
En los contratos entre ausentes, el Código Civil, entiende esa ausencia, como la distancia
física (lugares distintos) que pueda haber entre las partes.
Los nuevos lineamientos responden al hecho de que si bien, puede haber distancia en el
espacio físico, sin embargo, encontrarse conectados en el mismo tiempo, mediante el uso
del mecanismo electrónico y los medios telefónicos.
El primer párrafo del art.1374 está ligado netamente a la teoría de la recepción, por
considerarse la oferta, revocación y/o aceptación desde el momento en que llega a la
dirección del destinatario, sin embargo, la presunción, estipula que se puede considerar
lo contrario en los casos donde el destinatario de la oferta o aceptación (cualquiera que
sucediese primero) se encontrara imposibilitado de conocerla y tenga la posibilidad de
probar fehacientemente esta circunstancia. Lo observado en este artículo, puede generar
un inconveniente respecto a que si la simple recepción de la declaración contractual, tiene
como resultados los efectos obligacionales que genera un contrato.
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Referencias bibliográficas
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