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Durante el año que acaba de finalizar, tuve la interesante oportunidad de realizar varios
programas de Neurocoaching del tipo ejecutivo con más de 16 profesionales que se
desempeñaban en diferentes organizaciones, con importantes roles de responsabilidad y
equipos de trabajo a su cargo.
Fue Interesante constatar como en cada uno de ellos se aprecia un elemento común y que
tiene que ver con los requerimientos y exigencias de las organizaciones para poder
desempeñar sus cargos y lograr resultados cada vez más altos y con menores recursos, tanto
financieros como de personas.
Efectivamente las organizaciones cada vez más están pidiendo algo que se ha definido como la
capacidad de conformar equipos de Alto Rendimiento. Suena bien… suena atractivo… suena a
eficiente… pero ¿estamos preparados para ello?
Tanto en las diferentes empresas que he trabajado como en otras tantas que he visitado por
mí labor de coach o de consultor, fue común encontrarme una gran cantidad de jefaturas que
carecen parcial o totalmente de habilidades de liderazgo que les permitan ser capaces de
conformar equipos de alto rendimiento.
Más allá de las clásicas respuestas de la necesidad de tener objetivos comunes compartidos,
equipos motivados y comprometidos, etc. surgen tres aspectos que representan en su
conjunto lo más desafiante para conformar estos equipos: la capacidad de comunicación
efectiva, la capacidad de manejar diferencias y conflictos y la conformación de equipos con
personas motivadas.
En la era actual, las neurociencias han emergido como una herramienta invaluable para
comprender y potenciar la gestión de grupos humanos en entornos laborales. Al explorar las
complejidades del comportamiento humano desde una perspectiva neurocientífica, se logra
una comprensión más profunda de las motivaciones y respuestas emocionales que impulsan
las interacciones en un equipo.
La neurociencia también revela estrategias efectivas para generar cambios y motivación en las
personas. Al comprender cómo el cerebro responde a los estímulos y las recompensas, los
líderes pueden diseñar estrategias que inspiren y estimulen el rendimiento. Implementar
prácticas que desencadenen respuestas positivas a nivel cerebral promueve la adaptabilidad y
la innovación dentro de los equipos, creando un ciclo continuo de mejora y crecimiento.