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EL LADRON CRUCIFICADO – ESCENIFICACION

1) Ambos ladrones se burlaron de Jesús


Mateo nos cuenta en su relato que los dos ladrones usaron el poco aliento que
tenían para burlarse de Jesús. Así adoptaron el mismo comportamiento de las
personas y los líderes religiosos que presenciaron Su muerte (27:39-43).
No fue una sorpresa para Jesús estar crucificado entre dos ladrones (Is 53:12)
y escuchar las burlas de ellos y los demás. Jesús citó y cumplió el Salmo 22
cuando oró «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (22:1). El
mismo salmo también dice: «Todos los que me ven, de mí se burlan; /
Hacen muecas con los labios, menean la cabeza, diciendo: / Que se
encomiende al SEÑOR; que Él lo libre; / que Él lo rescate, puesto que en
Él se deleita» (vv. 6-8).
2) El ladrón arrepentido reconoció su pecaminosidad
Mientras un ladrón lanzaba insultos a Jesús, diciendo «¿No eres Tú el Cristo?
¡Sálvate a Ti mismo y a nosotros!»,
el ladrón arrepentido lo reprendió: «¿Ni siquiera temes tú a Dios a pesar de que
estás bajo la misma condena? Nosotros a la verdad, justamente, porque
recibimos lo que merecemos por nuestros hechos; pero este nada malo ha
hecho» (Lc 23:39-41).
Juan narra que Jesús murió antes que los ladrones (19:32-34). Esto significa
que el ladrón arrepentido pudo observar todo lo que sucedió cuando Jesús
estaba en la cruz, incluido Su clamor: «Padre, perdónalos, porque no saben lo
que hacen» (Lc 23:34).
3) El ladrón arrepentido creyó en el Señor Jesucristo
Después de una transformación interna, el ladrón dijo: «Jesús, acuérdate de mí
cuando vengas en Tu reino» (Lc 23:42). El ladrón creyó que Jesús era un rey
con un reino verdadero. Los reyes normales no mueren en cruces y no tienen
reinos después de morir. Entonces, el ladrón creía que este rey era algo más
que un rey terrenal, era un Rey Salvador capaz de llevarle a Su reino celestial.

4) El ladrón arrepentido fue salvado por Jesús


Jesús le contestó al ladrón arrepentido con las palabras más esperanzadoras
posibles: «En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso» (Lc 23:43).
Un ladrón que se despertó en la mañana camino al infierno vio cambiado su
destino eterno con una súplica sencilla al Salvador.
REFLEXION
¿Qué significa esta historia para nosotros?
Esta historia nos recuerda, en primer lugar, que la salvación es un don de Dios.
El ladrón arrepentido no tenía tiempo para hacer buenas obras. No podía
resarcir a quienes robó, ayudar a los pobres o incluso ser bautizado. Tampoco
tenía una fe tan desarrollada. Probablemente hubiera fallado una prueba de
conocimiento bíblico. Todo lo que podía hacer era mirar al Salvador Jesucristo
con fe y pedir misericordia.
La experiencia del ladrón arrepentido es una ilustración perfecta de la verdad
bíblica de que la salvación es un don de la gracia de Dios que recibimos por
medio de la fe y no por nuestras obras (Ef 2:8-9; Tit 3:5).
En segundo lugar, la historia del ladrón arrepentido nos muestra que ningún
pecado es demasiado malo como para no ser perdonado. El ladrón arrepentido
ya había recibido una sentencia de muerte por sus malas acciones. Todo lo que
sabemos sobre su pecado es que las Escrituras lo llaman ladrón y criminal.
Este pecado según el mundo, merecía la muerte. Sin embargo, según Jesús
era perdonable. La muerte de Jesús es suficiente para pagar la deuda de todos
nuestros pecados (Ro 6:23). Lo que el pecador tiene que hacer es reconocer y
confesar su pecaminosidad y pedir perdón a Jesús.
Por último, esta historia significa que hay esperanza para ti también. El ladrón
arrepentido creyó en Jesucristo en sus últimos minutos. Esta es una prueba de
que Dios mostrará gracia y perdonará los pecados de aquellos que creen en Él,
incluso hasta antes del último aliento.
¡Esta es una verdad gloriosa! Pero es posible que conozcas esta verdad y que
pienses: «Viviré como quiero ahora y confiaré en Jesús cuando sea mayor» o
«Confiaré en Jesús en mi lecho de muerte». Dos preguntas exponen la
imprudencia en pensar de esta manera:
1) ¿Cómo sabes que tendrás la oportunidad más adelante? Es decir, tu
corazón podría dejar de latir en un segundo e irías al infierno;
2) ¿Cómo sabes que vas a querer confiar en Jesús en el futuro, si no quieres
hacerlo ahora?
La verdad es que somos como aquel ladrón. Hemos pecado contra un Dios
santo y merecemos Su ira y la muerte. Un día cada ser humano deberá
presentarse para un juicio (Heb 9:27). No obstante, como vimos en la historia
del ladrón, hay esperanza para todo aquel que se humilla delante de Dios en fe
y arrepentimiento. Si haces esto, Jesús te dirá con gozo: «En verdad te digo:
estarás conmigo en el paraíso».

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