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penal costarricense
Erick Gatgens
Separata de
“Nueva Doctrina Penal”
2005/B
2 Erick Gatgens
EL CONSENSO EN EL PROCESO
PENAL COSTARRICENSE*
Erick Gatgens**
I. Introducción
El tema del consenso en el proceso penal resulta ser un tópico de
gran actualidad. Ha sido analizado no sólo por juristas sino también
por sociólogos, psicólogos, filósofos, etc. Adicionalmente, constituye
un tema particularmente complejo por la diversidad de puntos de vis-
ta que pueden entrar en consideración. Así, se ha señalado que el te-
ma del consenso se relaciona con la pregunta de la función y de los
fines del proceso penal1, así como de los fines legítimos del castigo (v.
gr., reparación y resocialización)2, lo cual deja entrever cuán distin-
tos puntos de vista pueden ser tomados en consideración. Es por esa
razón que no se podría abarcar en las siguientes líneas un análisis
omnicomprensivo del tema sugerido, representando por ello estas re-
flexiones únicamente un acercamiento parcial y por lo tanto inacaba-
do al respecto. Lo variado y complejo del tema ha hecho necesaria
una delimitación que se ha realizado de la siguiente manera: las figu-
ras que recogen elementos consensuales en nuestro CPP son, funda-
mentalmente y con las excepciones que más adelante se señalarán, el
procedimiento abreviado y las así llamadas medidas alternativas de
“solución” del conflicto. Éstos serán los dos centros de análisis funda-
mentales.
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Legislación extranjera
5 Vid., en alguna medida similar, SALAS, Kritik, p. 366, para quien la categoría del
consenso es en cierto sentido un concepto general más amplio, constituyendo la base
teórica, de la que nacen conceptos como acuerdo y cooperación. El consenso es de esta
forma, para SALAS, el primer momento en el desarrollo de un acuerdo. El mismo no se
identifica, sin embargo, con este acuerdo o convenio. Vid., Asimismo, WEßLAU, Das Kon-
sensprinzip, p. 14, quien opina que el consenso no esta necesariamente unido con una
cooperación en el esclarecimiento de los hechos o también con la aprobación en cuan-
to al contenido del reproche del hecho.
6 El criterio de oportunidad contemplado en el art. 22, inc. b, CPP, se debe tam-
bién adscribir al sistema de cooperación, sin embargo, por razones de espacio, no es da-
ble analizar el mismo aquí. Vid., sobre dicho criterio, a mayor abundamiento, GATGENS-
/RODRIGUEZ, El principio de oportunidad, ps. 204 y siguientes.
7 Vid. WEßLAU, Das Konsensprinzip, p. 14.
8 WEßLAU, Das Konsensprinzip, p. 14, entiende el consenso como un principio de le-
gitimidad.
9 Cf. WEßLAU, Das Konsensprinzip, p. 14. Importante de destacar aquí es que, con-
senso no supone necesariamente comunicación, por ejemplo en caso de que una deci-
sión judicial sea puesta posteriormente en conocimiento de los interesados y su eficacia
se haga depender de su aceptación. Así, WEßLAU, ibidem, p. 16.
nal del mismo todos los intervinientes hayan quedado conformes. Es-
te punto de vista concordante, armonioso, podría ser catalogado even-
tualmente como un fin (subsumible dentro del art. 7, CPP), pero no
se identifica con el consenso, a ello se podría eventualmente llegar, sin
embargo no es parte de su contenido necesario. Debe adicionalmente
aclararse que los trámites en los que impera el Subsistema de Coope-
ración no aspiran como fin a “solucionar el conflicto”. En segundo lu-
gar, de consenso no puede hablarse en el tanto la orientación, desa-
rrollo y desenlace final del trámite procesal permanezca por completo
en manos de una autoridad jurisdiccional. Tercero, una forma de tra-
mitación que se basa en consenso, no se distingue necesariamente
mediante el regateo del resultado en vía de concesiones mutuas10.
cheiterte, ps. 302 ss.; BAUMANN, NStZ 1987, ps. 157 ss.; HASSEMER, Pacta, ps. 2270 ss.;
WEIGEND, JZ 1990, p. 774; del mismo, NStZ 1999, p. 57; del mismo, en Festg. 50 J. BGH,
Bd. IV, 2000, ps. 1011 ss.; del mismo, Unverzichtbares, ps. 271 ss.; GUTTERER, Der Deal:
Strafzusage gegen Geständnis, 1995; DENCKER/HAMM, Der Vergleich; HAMM, en Festschrift für
Meyer-Gossner, 2001, ps. 33 ss.; RANFT, Strafprozeßrecht, 2. Auflage, 1995, ps. 294 ss., WOL-
TER, SK StPO, Rn. 66 ss. previo al § 151; SCHLÜCHTER, SK StPO, Rn 23 ss. previo al § 213;
PFEIFFER, en Karlsruher Kommentar, Introducción Rn. 29a ss.; BRAUN, Die Absprache im
deutschen Strafverfahren, 1998; RÖNNAU, Die Absprache; SIOLEK, Verständigung; LÜDERSSEN,
StV 1990, p. 415; SCHUMANN, Der Handel mit Gerechtigkeit, 1977, ps. 201 ss.
El contenido de tales acuerdos realizados en Alemania puede ser sumamente va-
riado. Uno de los más comunes se basa en que producto de una confesión, se suprime
total o parcialmente la recepción de la prueba en el debate. Debe únicamente destacar-
se, como característica peculiar de tales acuerdos que tienen lugar previamente o du-
rante el debate, que los mismos funcionan sin base legal alguna, es decir, han surgido pro-
ducto de la practica cotidiana de los Tribunales, práctica que ha recibido el respaldo del
Tribunal Federal Supremo Alemán para asuntos penales, en especial tolerado amplia-
mente por este Tribunal en BGHSt 43, 195 ss. Sobre el desarrollo de dicha jurispruden-
cia, así como un análisis crítico de la misma, se pueden consultar: CÓRDOBA, Acuerdos in-
formales, ps. 737-755; SALAS, Kritik, ps. 366 y ss. Otro rasgo particular de dicho trámite
–entre muchos otros– lo constituye el hecho que el juez de Juicio participa (valga la re-
dundancia: es parte) en la negociación llevada a cabo entre el Ministerio Publico y el
imputado, que no solo puede tener por objeto una reducción de la pena. Con ello se
afecta seriamente la garantía de imparcialidad del juez. DAMASKA, Der Austausch, ps. 398
s. y cita al pie de página 5, señala que las negociaciones y acuerdos que tienen lugar en
Estados Unidos de Norteamérica no incluyen al juez de manera tan necesaria como su-
cede en Alemania. Los acuerdos estadounidenses son típicamente el resultado de la in-
teracción entre la acusación y la defensa: El rol del juez consiste sobre todo en ratificar
el “Deal”. Admite DAMASKA, sin embargo, que incluso en los tribunales federales el juez
a veces presenta propuestas para el bargaining a los fiscales y a los defensores; sin em-
bargo, el juez alemán asume un rol mucho mas sobresaliente en los acuerdos: él puede
iniciar el deal, él pude tener una conversación con la defensa, antes que él contacte del
todo al acusador y él es el que le ofrece al imputado concesiones a cambio de su confe-
sión. Por último, señala DAMASKA que el ofrecimiento de concesiones, que parten del
Tribunal, parecen ejercer una mayor coacción que aquellos ofrecimientos que resultan
de la acusación. Ibidem, ps. 399 s. Debido a las consideraciones anteriores y muchas
otras más, ha llegado SCHÜNEMANN incluso a caracterizar –con toda razón– dicha “prác-
tica” procesal alemana actual, como una imagen “horrorizante” que revela, en su crite-
rio, una conmovedora decadencia, retroceso y degeneración de la cultura jurídica ale-
mana. SCHÜNEMANN, Zur Reform, p. 90.
12 Expresión utilizada por SCHÜNEMANN, Absprachen, B 40, para denominar los be-
neficios esperados en un acuerdo por el imputado. Un tal “automatismo“ no existe tam-
poco en Alemania, es decir, producto de un convenio no surge ninguna pretensión vin-
culante de obtener un rebajo de la pena, pese a que esta pregunta es discutida
intensamente en la doctrina. Según BAUMANN, Von der Grauzone, ps. 157, 159, se habla
en Alemania a lo sumo de un gentlemen’s agreement, al cual uno se aferra, cuando moti-
vos especiales no exigen desviarse del mismo, sin que hubiera existido en todo caso un
compromiso u obligación. Según él, surgen posibles reparos contra el hecho que un tal
acuerdo carezca de verdadera vinculatoriedad jurídica, desde el punto de vista del prin-
cipio del fair trial y del principio general de “protección de la confianza”. En igual sen-
tido, en relación con la violación del principio de Fairness, cuando el Tribunal a costa del
imputado y su capacidad de defensa llega a crear un fundamento de condena, sin obli-
garse, vid. BOGNER, Absprachen, ps. 72 ss., p. 75. Vid., adicionalmente acerca de la rela-
ción existente entre los acuerdos, el principio de protección de confianza y el debido
proceso, SCHÜNEMANN, Informelle Absprachen, ps. 984 ss. Según la jurisprudencia alema-
na actual se encuentra el Tribunal “fácticamente“ ligado a lo acordado sobre la pena,
cuando en un debate público y bajo inclusión de todos los intervinientes se verifica un
acuerdo. Eso surge como consecuencia de los principios del debido proceso, al cual per-
tenece el principio según el cual el Tribunal no debe incurrir en contradicción con ma-
nifestaciones propias previas, respecto de las cuales un sujeto procesal ha depositado su
confianza. La situación de confianza, que el Tribunal de este modo ha creado, le prohí-
be a él, apartarse de sus declaraciones previas, a no ser que luego del acuerdo se pro-
duzcan nuevas circunstancias, que puedan tener influencia sobre el Juicio. En tal caso,
debe entonces el Tribunal advertir sobre esta posibilidad nuevamente en un Debate pú-
blico bajo explicación de las circunstancias respectivas (BGHSt 43, 210).
Una diferencia importante muestra el procedimiento abreviado regulado en Cos-
ta Rica con el giudizio abreviato italiano, donde el imputado recibe un rebajo obligatorio
de la pena en un tercio más allá de las circunstancias atenuantes previstas legalmente
(art. 442 II). Vid. al respecto SINNER, Der Vertragsgedanke, ps. 241 s.
13 La jurisprudencia costarricense parte de este modo y en apego del texto legal
que, la aplicación del procedimiento abreviado no trae consigo automáticamente un re-
bajo de la pena. Vid. entre otras las siguientes sentencias del Tribunal de Casación Pe-
nal: 2004-0182, 2003-1012, 2003-0471, 2003-0470, 2003-378, 101-F-99; Sentencia de
la Sala Constitucional nº 2000-05859; Sentencia de la Sala Tercera nº 548-98. Según la
sentencia del Tribunal de Casación nº 2003-0471, cuando no ha existido un acuerdo co-
rrespondiente entre Fiscalía e imputado al respecto o cuando alguno de ellos no lo ha
solicitado expresamente, por ejemplo el defensor, no debe el juez reducir la pena.
condena, no puede, sin embargo, ser la pena mayor a aquella que haya so-
licitado la fiscalía o el querellante; el juez podría, no obstante, imponer
una pena incluso inferior a la solicitada14.
Valga lo dicho como preámbulo respecto del abreviado, para ana-
lizar brevemente algunas sentencias que se han dictado al respecto.
En relación con la determinación de los hechos en el abreviado,
se afirmó en una sentencia que el “hecho acreditado” se derivaba “di-
rectamente y de modo independiente de la admisión que hizo el pro-
pio encartado sobre su existencia”, la cual encontraba su confirmación
en la prueba documental existente en el proceso15. Adicionalmente se
señaló en una sentencia que la participación del imputado en el obje-
to de las investigaciones se derivaba lógicamente de la prueba, “esen-
cialmente de la admisión de hechos que libremente hizo el imputado”;
ello es así por cuanto según esa sentencia la “determinación de los he-
chos” se deriva esencialmente de que “el imputado los admitió según
fueron descritos en la acusación (la admisión del hecho vino a dar uni-
dad lógica al elenco de pruebas)”16. Con ello no se toma en cuenta
que la confesión (o admisión de los hechos) es un requisito de admisibilidad
del abreviado, es decir, se rinde con el fin de que el abreviado proceda y, por lo
tanto, no puede servir para una “auténtica determinación” de los hechos. El
problema con tal confesión es que depende del principio del estímulo,
por cuya razón su valor probatorio es dudoso e incierto17.
El procedimiento abreviado se estructura –parcialmente– sobre
bases distintas a las de nuestro tradicional Sistema de Confrontación. Es
14 Así, por ejemplo, la Sentencia del Tribunal de Casación Penal nº 172-F-99, así
como las Sentencias de la Sala Tercera nº 546-98 y 548-98.
15 Sentencia del Tribunal de Casación nº 2003-0952.
16 Sentencia del Tribunal de Casación nº 294-2003. Es decir, nuevamente la con-
fesión como Regina Probationum en el sentido del modelo inquisitivo.
17 Así, WEßLAU, Das Konsensprinzip, p. 104. Otro problema adicional consiste en
que la confesión es muchas veces el único o casi el único fundamento de la sentencia.
De hecho, en modelos procesales que presuponen una confesión como requisito, resul-
ta explicable –de lo contrario, no sería pensable el efecto de descongestión de los tribu-
nales de justicia– que una recepción de la prueba en el debate no tenga del todo lugar,
siempre que el acusado haya rendido una confesión. Si solamente una confesión pue-
de crear una base de conocimiento suficiente –aun y cuando la confesión no se rinda
directamente ante el Tribunal de Juicio– no puede ser, sin embargo, contestado en for-
ma global. En todo caso, es dable señalar que una confesión obtenida primeramente
mediante un incentivo “dirigido” tiene un valor probatorio dudoso, sobre todo cuando
este únicamente debe cumplir el fin de producir la necesaria prestación para la tramita-
ción rápida e indulgente deseada. Con ello quedan al descubierto los peligros que la si-
tuación descripta supone para la búsqueda de la verdad. Cf. WEßLAU, ibidem, p. 74.
incluso bajo el supuesto de que con su aceptación por parte del impu-
tado se produce una renuncia de derechos procesales y/o fundamen-
tales, es objetable lo resuelto en dichas sentencias, debido a que una
renuncia no “transforma” siempre la medida estatal en constitucio-
nal24 o en legal. No es válido asumir que mediante una “renuncia“ al
cidad) de un defecto al amparo del art. 177 señalado, se debió haber argumentado
únicamente con base en la “teoría” y los conceptos propios de la actividad procesal de-
fectuosa, pero no mezclar un supuesto de convalidación de un defecto con la aceptación
de aplicar un procedimiento abreviado por parte del imputado, por cuanto se trata de
dos situaciones distintas.
25 Dicha ambivalencia puede ser también observada en mi criterio, en el voto de
la Sala Constitucional nº 4864-98, de las 15:27 horas del 8 de julio de 1998, donde se
declaró la conformidad del abreviado con la Constitución Política
26 Voto nº 2004– 00158
27 Por ejemplo en los votos nº 421-00 y 425-00.
28 Similar también la sentencia del Tribunal de Casación nº 2003-0590. A causa
del principio de libertad de declarar (art. 36 Constitución Política) debe el imputado po-
der decidir libremente, si él desea admitir el hecho o nº El art. 92, párr. 2, del CPP,
antepone el deber de advertencia del imputado mediante los órganos de persecución es-
tatales. En consecuencia busca garantizar dicho artículo en relación con el art. 99 CPP,
la libertad de la determinación de la voluntad y de la confirmación de la voluntad en
forma de una prohibición de aprovechamiento de prueba. La omisión de tal adverten-
cia en el abreviado representa una clara violación de las obligaciones derivadas de tal
principio constitucional. Vid. sobre dicho principio BOGNER, Absprachen, ps. 76 ss.; RO-
GALL SK StPO, Rn. 130 ss. previo al § 133.
29 Un ejemplo “tímido” de ello se encuentra regulado en la Conciliación, respec-
to de la cual el art. 36, párr. penúltimo, CPP, señala que el Tribunal no debe aprobar la
conciliación cuando estime que alguno de los intervinientes ha actuado bajo coacción o
amenaza. DENCKER, en DENCKER/HAMM, Der Vergleich, ps. 98 s., piensa que es posible la
aplicación del principio pacta sunt servanda en el proceso penal y en caso de que a uno de
los participantes no le sea posible cumplir lo prometido, desarrollar un “derecho de per-
turbación del contrato” y un medio para ello podría ser la repetición de fases procesales.
44 Algunos autores llevan a cabo aquí una matización entre los derechos funda-
mentales que protegen bienes jurídicos personales, en comparación con aquéllos que
muestran un carácter público o institucional. Los primeros serían, especialmente dispo-
nibles. Vid. STERN, Das Staatsrecht, ps. 911 s. Para AMELUNG va dirigido un consentimien-
to en los derechos fundamentales “judiciales” a modificar un procedimiento estatal, en
el cual exigencias del Estado de derecho son suspendidas o dejadas sin vigencia respec-
to del comportamiento de los órganos estatales. Con ello perdería, sin embargo, el pro-
cedimiento su cualidad especial como procedimiento propio de un Estado de derecho.
Eso no puede ser, en su criterio, tolerado por una Constitución que constituye el Esta-
do como Estado de derecho. Por eso es, un consentimiento que afecta el ámbito de pro-
tección de los derechos fundamentales “judiciales”, de un modo general, ineficaz. La
única excepción al respecto existe solo ante el derecho fundamental material-judicial
del art. 13, párr. 2, de la Constitución alemana (dicho artículo se corresponde con el art.
23 de nuestra Constitución Política), AMELUNG, Die Einwilligung, ps. 33, 36, 40, 42 ss.
KÖLBEL, NStZ, 2003, p. 235, advierte que cuando el Estado mediante “acuerdos” influ-
ye sobre el acusado y éste de común acuerdo abandona su posibilidad de silencio, es
considerado esto en la Literatura como una renuncia a un derecho fundamental (re-
nuncia al nemo tenetur). WEIGEND, Unverzichtbares, ps. 293, 299 s., opina que el principio
nemo tenetur se ipsum accusare y el principio de inocencia son susceptibles de una dispo-
sición fáctica pero no jurídica por parte del imputado. El principio del nemo tenetur tie-
ne como objetivo fundamental la protección de la dignidad del individuo, aspecto que
debe ser relacionado con las reflexiones que más adelante se desarrollarán sobre la dig-
nidad del hombre.
45 Así, STERN, Das Staatsrecht, ps. 895 s.
46 Así, PIEROTH/SCHLINK, Grundrechte, p. 35.
como el Valor dado al ser humano por Dios o por la Naturaleza. Para
la otra –llamada teoría de la realización o de la contribución– el aspec-
to decisivo de la dignidad del hombre es el resultado de la formación
de la identidad. Así tiene el ser humano su dignidad a causa de su pro-
pio comportamiento autodeterminativo. Ambas opiniones aprehen-
den, sin embargo, aspectos centrales de aquello que bajo el concepto
de la dignidad del ser humano merece ser determinado como inviola-
ble. La segunda opinión pone en claro que es precisamente el indivi-
duo mismo el que decide lo que constituye su dignidad. Ésta se reve-
la, sin embargo, como insuficiente, ahí donde el individuo es incapaz
de actuar o incapaz de tener voluntad y por lo mismo no está en con-
diciones de contribuir a la formación de su identidad. No obstante ello,
enseña la primera opinión a respetar a dicho individuo como ser huma-
no47. Ambas opiniones son, por ello, complementarias y no se exclu-
yen la una a la otra. El reconocimiento de la posibilidad del imputado
de renunciar a sus derechos fundamentales, sería –como resultado de
la teoría de la realización– una derivación de la dignidad del ser hu-
mano, es decir, su consecuencia.
La dignidad del ser humano es violada cuando éste es utilizado
como “mero objeto” del Estado. En otras palabras, cuando el Estado
utiliza para sí la renuncia a un derecho fundamental del individuo48.
Según esta fórmula no habría nada que objetar respecto de la posibi-
lidad de renunciar a derechos fundamentales, pues en tal supuesto el
imputado no sería tratado como objeto, sino como sujeto con inde-
pendencia y voluntad propias, asimismo el imputado renunciaría a un
derecho para obtener un beneficio49.
La problemática fundamental de la renuncia de los derechos fun-
damentales desemboca adicionalmente y en forma decisiva en la pre-
gunta de la capacidad de disposición de los derechos fundamentales
60 En ese sentido opina KÖLBEL, Geständnisverwertung, ps. 235 s., que, voluntariedad
y carácter de ingerencia se encuentra en una relación de exclusión, de modo tal que en la consta-
tación de ingerencia ya esta incluido el voto de la falta de voluntariedad del destinatario (desta-
cado agregado). DENCKER, en DENCKER/HAMM, Der Vergleich, p. 83, parte de que el acuer-
do en relación con el principio del descuento de la pena se realiza bajo una situación
forzosa del imputado. WEIGEND, Unverzichtbares, ps. 300 s., realza en especial la situación
precaria (poder de persecución penal estatal, inseguridad respecto de la pena a ser im-
puesta, privación de libertad así como elementos patrimoniales durante el proceso), en
la cual se encuentra el imputado en un proceso penal, según la cual el imputado es muy
“sensible” a ofertas por parte del Estado. WEIGEND se pregunta, si uno bajo tales circuns-
tancias puede aun hablar de “voluntariedad” del acusado. Debido a la diferencia en la
fijación de la pena en comportamientos cooperativos y no cooperativos del imputado
debe ser esta voluntariedad, según WEIGEND, difícilmente vista como voluntaria. Vid. asi-
mismo: SIOLEK, Verständigung, p. 137. Se muestra también crítica de hablar de una »li-
bre« voluntad del imputado en la decisión de aceptar tales acuerdos: CÓRDOBA, Acuer-
dos, ps. 748 s.; por cuanto, el imputado que no confiesa le espera una pena más grave
que el que sí lo hace, es decir, se trata de una amenaza implícita de agravación de la pe-
na. SCHÜNEMANN, Zur Reform, ps. 89 ss., propone aquí como medida alternativa ofrecer
según los principios de la individualización de la pena, una rebaja de la misma que sea
relativamente moderada, muy limitada. La reducción de la pena en un tercio, estima
SCHÜNEMANN, como muy alta, el límite en una rebaja de pena debería encontrarse para
él en un 20%. Cuando esta rebaja es muy grande, no sería por un lado el resultado
aceptado por la opinión pública como justo, mientras que por otro lado, en el caso de
realización del debate, destruiría una enorme agravación de la pena como espada de Da-
mocles toda voluntariedad en la decisión del imputado. Contrario a lo señalado por
SCHÜNEMANN, estimamos que si se parte – como lo hace SCHÜNEMANN– de que una “re-
baja de la pena” afecta la voluntariedad en la decisión del imputado, resultaría en prin-
cipio indiferente si este ofrecimiento de rebajo se afinca en un tercio o en un 20%, por
cuanto siempre dicha voluntariedad va a estar “afectada”.
61 Así, WEßLAU, Das Konsensprinzip, ps. 242 s.
62 Así, entre otros, DENCKER, en DENCKER/HAMM, Der Vergleich, p. 85.
65 Cf. WEßLAU, Das Konsensprinzip, p. 247, quien además señala que una pondera-
ción con el interés del aceleramiento procesal no entra aquí en consideración.
66 O como SCHÜNEMANN con razón dice: la a sí misma definida “víctima”, vid:
SCHÜNEMANN, Absprachen, p. B 50.
67 Vid. al respecto GATGENS, El Renacimiento..., ps. 57 y ss. Sobre la discusión teóri-
ca relativa a la posición de la víctima en el proceso penal Vid. –entre otros-: RIESS, Die
Rechtsstellung des Verletzten im Strafverfahren, Gutachten C für den 55. DJT, 1984; SCHÖCH,
Die Rechtsstellung, ps. 385 ss.; HASSEMER/REEMTSMA, Verbrechensopfer; SCHÜNEMANN, Die Ste-
llung des Opfers, en SCHÜNEMANN/DUBBER (eds.), Die Stellung des Opfers, ps. 1 y ss.; WEIGEND,
Delitktsopfer; SCHÖCH, Die Rechtsstellung, p. 390, opina que no debe depender de la volun-
tad de la víctima si un proceso penal, contra un imputado dispuesto a realizar –en prin-
cipio– la reparación del daño, es seguido o no.
ble, siempre y cuando el art. 36, CPP, que es el que autoriza la conci-
liación, sea tomado en cuenta, es decir, cuando para el respectivo de-
lito la ejecución condicional de la pena sea admisible, de suerte que el
monto de la pena sea considerado. La pregunta concreta sobre la ad-
misibilidad de una conciliación por parte del juez, debe así ser siempre
decidida en relación con los requisitos de la ejecución condicional de
la pena. El juez debe valorar las circunstancias del caso, tanto las ob-
jetivas como las subjetivas. Sólo ante la comisión de delitos en estado
de tentativa debe ser aclarado si la disminución de la pena que permi-
te la relación de los arts. 24 y 73 del Código Penal es procedente, y si
para el caso esa disminución permitiría la suspensión condicional de
la pena, disminución que debe estar relacionada con la gravedad del
hecho atribuido. De allí surge para la Sala Constitucional que la con-
ciliación en delitos tentados, incluso el homicidio, no viola el principio
de igualdad de la Constitución Política, debido a que tales característi-
cas especiales del caso permiten distinguirlo de otros72. El pronuncia-
miento de la Sala rige así, en consecuencia, para todos aquellos mode-
los que establezcan como requisito para su procedencia el que se
“admita la suspensión condicional de la pena”. Debe considerarse que,
no de otra manera a como sucede en la ejecución condicional de la pe-
na regulada en el Código Penal, se le concede aquí al juez una discre-
cionalidad en sentido estricto, en cuanto a la determinación de si en el ca-
so concreto procede o no la suspensión condicional de la pena, a fin
de admitir o no la medida concreta propuesta.
Además de la conciliación, el consenso encuentra expresión en
nuestro CPP en los siguientes institutos:
– En la conversión de la acción penal pública a privada, regulada en el
art. 20, CPP. En caso de que la fiscalía autorice la conversión, se tra-
mitaría el proceso siguiendo las reglas del procedimiento por delitos de
acción privada, con todas las posibilidades de disposición que están
previstas para este procedimiento, abriéndose así las puertas para un
acuerdo entre “víctima” e imputado relacionado con la terminación
del proceso, en donde todo el procedimiento es, en especial, puesto a
disposición autónoma de las partes73.
– En los delitos de acción pública a instancia privada así como en la revo-
catoria de la instancia (arts. 17 párr. 4, 18 y 30, inc. h, CPP).
74 Vid. sobre la discusión teórica relativa a la reparación del daño –entre muchos
otros-: WALTHER, Vom Rechtsbruch zum Realkonflikt; FREHSEE, Schadenswiedergutmachung als
Instrument strafrechtlicher Sozialkontrolle, del mismo autor, Wiedergutmachung und Täter-Op-
fer-Ausgleich im deutschen Strafrecht-Entwicklung, Möglichkeiten und Probleme, en SCHÜNE-
MANN/DUBBER, Die Stellung, ps. 117 ss.; asimismo, SCHÖCH, Strafrecht zwischen Freien und
Gleichen im demokratischen Rechtsstaat, Zur Konkreten Utopie der Wiedergutmachung im Straf-
verfahren, Festschrift für Maihofer, 1988, ps. 461 ss.; LÜDERSSEN, Abschaffen, ps. 58 ss.; LÜ-
DERSSEN, Alternativen..., p. 492, señala con razón que la reparación del daño no es un ins-
tituto de naturaleza penal. Así, considera que los fines de la reparación se verían
satisfechos en otras áreas del derecho.
75 Así LLOBET, Proceso penal, p. 196.
76 Vid. ISSA, La reparación del daño, ps. 203 s.
77 Ley nº 8146 de 30.10.2001.
78 Vid., sobre el peligro que tales posibilidades abiertas de reacción traen consigo,
de ir en contra de los más débiles y así introducir un elemento ulterior de desigualdad
social en la persecución penal, FREHSEE, Schadenswiedergutmachung, ps. 376 ss.
88 SCHREIBER, Die Bedeutung, ps. 72, 79, 83, así como intervención posteriores a su
ponencia, visibles en ps. 87 s.
89 Vid. entre otros, por ejemplo, la posición de VOLK, Diverse Wahrheiten, ps. 412
ss., 417, 418, 419, quien se muestra crítico del concepto verdad “material”. Para él, la
verdad “material” no es ninguna otra verdad que la “formal”, ya que la verdad “mate-
rial” resulta mediante diversos mecanismos –de todas maneras– formalizada. Si estima-
mos un hecho como realmente ocurrido o verdadero, ello depende, en forma decisiva,
que plausible es la story en general. En un dictamen por ejemplo sobre la credibilidad
del dicho de un testigo, se trata que la historia del mismo sea plausible. En el proceso
penal la inevitable consideración de otros intereses (“verdad no a cualquier precio”: de-
rechos del imputado, víctima, etc.) significa una indiscutible relativización de la verdad.
La doctrina jurídico-procesal tiende a sobrevalorar la verdad, como garante de la justicia.
Para él, existen diversas verdades por que existen diversas estructuras procesales. La ver-
dad producto de los indicios es diferente de la verdad producto de la confesión. Sin em-
bargo, estima VOLK, los acuerdos no hacen nada “verdadero”. En esta situación tienen,
para él, los conceptos de verdad formal y material, ningún valor informativo. Más allá de
eso, se pregunta VOLK si la sentencia concertada y basada en la búsqueda de la verdad in-
quisitoria, puede no obstante ser justa, pese a que aquí se “responde” de otra manera y
se hace referencia a otros valores, que como legitimidad normativa le sean suficientes.
Esa es la pregunta decisiva. Sobre la discusión de la verdad en el proceso penal, sea co-
mo fin, como principio o como condición, así como el análisis sobre la verdad “material”,
“formal”, “forense o procesal” y “funcional” vid. WEßLAU, Das Konsensprinzip, ps. 19 ss.
Para dicha autora, en los casos en los cuales el principio de la verdad material es que-
brantado, entra a regir el sistema consensual. Ibidem, p. 30. Crítico sobre la relativiza-
ción de la “verdad”: DAMASKA, Der Austausch, p. 401, pie de pagina 15, quien señala que
ceso penal, es decir, la insuficiente o precaria comunicación en todas las fases del
proceso y como expresión de ello: los diversos y específicos factores sociales de los in-
tervinientes, la ceremonialidad del proceso, el estilo de tramitación autoritario (inquisi-
torio) del juez. Por último, una orientación consensual de la justicia penal contradice
para él, los intereses financieros de abogados, fiscales y jueces, que viven de la estruc-
tura dicotómica de la justicia y así sobreviven. Para MEYER, Dialektik im Strafprozeß, p. 43,
las tensiones son características del proceso penal. Cf. asimismo WALTHER, Vom Rechts-
bruch, ps. 168 ss., en especial, p. 170, donde la autora señala que, el recurso al pensa-
miento de la autonomía privada no solo ignoraría el contexto social sino que también
el institucional del derecho criminal.
92 Así MEYER, Dialetik im Strafprozeß, ps. 43 s., 73. El origen de las tensiones en el
proceso penal puede ser de tipo jurídico, ético o psicológico. Asimismo se puede distin-
guir entre tensiones institucionales, ideales y funcionales. Ibidem, ps. 44 y ss.
98 Cf. SCHÜNEMANN, Zur Reform, ps. 87 s. Asimismo WEßLAU, Das Konsensprinzip, ps.
262, 270, señala que existe una relación entre la legitimidad del consenso por un lado
y como se configure el proceso en la etapa preparatoria: si al consenso se le da espacio,
así debe ser fortalecida la posición del imputado en la etapa preparatoria, recibiendo así
los resultados de la investigación mas peso y una mayor seguridad de corrección, asi-
mismo debe ser nuevamente definido el rol del debate y las posibilidades de acción de
los intervinientes procesales concertadas con base en ello.
99 En lo sucesivo nos basamos parcialmente en las opiniones y propuestas de:
SCHÜNEMANN, Zur Reform, ps. 88, 89 ss., 92; del mismo, Wohin, p. 48; del mismo, Abspra-
chen, B 162 s.; PARK, Die Wahrheitsfindung, ps. 155 s.; WEßLAU, Das Konsensprinzip, ps. 255,
257 ss., 266 ss., 272, 275 ss, 282; WEIGEND, Die Reform, ps. 505 ss., 509; DAMASKA, Der
Austausch, ps. 401 s.
100 Estimamos adicionalmente que sería recomendable la introducción de la téc-
nica de grabación de video en todos los debates orales y públicos, como medio más efi-
ciente –en comparación con el tradicional de audio existente en algunos circuitos judi-
ciales– para el control de casación y eventualmente de revisión.
101 El segundo nivel o etapa propuesto, muestra algunas semejanzas con el pro-
cedimiento especial regulado en Alemania denominado procedimiento por orden o
mandato penal, contemplado en los párrafos 407 a 412 de la ordenanza procesal penal
de ese País.
102 Esta propuesta de trámite también podría ser posible aún incluso en cualquier
momento luego de iniciado el debate.
portante aquí sería que cada funcionario deba llevar a cabo efectiva-
mente un examen y fundamentación independiente del fondo del
asunto, es decir, sin prevaloraciones del otro funcionario. Con ello no
se pretende obviamente eliminar la obligación que tiene la fiscalía de
fundamentar sus peticiones (art. 62, párr. 2, CPP), sino, más bien,
pensar en la posibilidad de que al juez se le haga llegar únicamente la
petición en forma inacabada o resumida y que en un legajo aparte se
conserven las peticiones debidamente fundamentadas de la fiscalía, el
cual no se le haría llegar al juez.
e) Deben fijarse límites legales en cuanto a la procedencia del pro-
cedimiento consensual con sentencia condenatoria así como en rela-
ción con las medidas alternativas. Así sugerimos con respecto al pri-
mero que se admita su procedencia sólo en aquellos supuestos en los
cuales el hecho atribuido al imputado esté sancionado con una pena
máxima de prisión de tres años. Igualmente proponemos la sustitu-
ción de las frases: “Cuando proceda la suspensión condicional de la pe-
na” (art. 25, CPP) y “los que admitan la suspensión condicional de la
pena” (art. 36, CPP) por las siguientes –respectivamente–: “Cuando el
delito contenga en su extremo mayor una pena máxima de tres años
de prisión” y “los delitos que contengan en su extremo mayor una pe-
na máxima de tres años de prisión”; buscándose de esta forma cerrar
un portillo enorme que ha permitido que muchos asuntos de media-
na o grave criminalidad sean resueltos por “consenso”. De esta forma
la realización de la conducta –sea que ésta haya quedado en estado de
tentativa o que el delito se haya consumado– no debe tener influen-
cia alguna en cuanto a la aceptación de la medida propuesta. La mo-
dificación sugerida se fundamenta en el argumento de que en relación
con la mediana y grave criminalidad, representan tales casos una ma-
yor alteración para la comunidad; asimismo, desde el punto de vista
de la prevención general, no debe renunciarse a la sentencia condena-
toria ni a la pena en los delitos de mediana y grave criminalidad103.
En particular en los procedimientos consensuales con sentencia con-
denatoria, la renuncia está siempre unida a la realización de un deba-
te con un riesgo adicional de la búsqueda de la verdad, así resulta du-
doso que al imputado se le pueda exigir tomar una co-responsabilidad
de tal riesgo cuando se trata de hechos graves, es decir, penas graves.
103 Cf. WEßLAU, Das Konsensprinzip, p. 275, quien por ejemplo estima que la for-
ma de tramitación (sin sentencia condenatoria) solo entra en consideración cuando en
el caso concreto los fines de la pena pueden ser también alcanzados sobre la base de
prestaciones voluntarias y ese podría ser el caso únicamente en el ámbito de la crimina-
lidad insignificante.
Abreviaturas
BGH Tribunal Federal Supremo Alemán.
BGHSt Pronunciamientos del Tribunal Federal Supremo Alemán en asuntos pena-
les.
BverfG Tribunal Constitucional Federal Alemán.
BVerfGE Sentencias del Tribunal Constitucional Federal Alemán.
BVerwGE Sentencias del Tribunal Administrativo Federal Alemán.
FS Festschrift (libro homenaje)
JuS Juristische Schulung
JZ Juristen Zeitung
MP Ministerio Público.
NJW Neue Juristische Wochenschrift.
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