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consumo de droga
contiene una hierba seca. La policía está segura de que contiene marihuana
Alexánder aparece en las imágenes custodiado por dos policías cubiertos del rostro y
fuertemente armados: sostienen fusiles y un arnés sujetado a una pierna en donde portan
una pistola. Después de unos minutos, la policía confirma que en la bolsa hay 1 gramo de
marihuana con un valor de $3.50.
Policías instalaron un retén en la avenida Roosevelt, una de las principales arterias de San
Salvador, para demostrar el control territorial. Apareció el microbús donde viajaba
Alexánder y al registrarlo le encontraron la pequeña porción de droga. Lo esposaron, lo
hincaron y se lo presentaron a los reporteros que fueron invitados a cubrir el despliegue de
policías y militares en la capital.
Las imágenes de Alexánder hincado con el gramo de marihuana en el piso salieron en todos
los noticieros. Fue presentado como uno de los primeros logros del nuevo plan para
combatir el crimen en El Salvador. Un par de días después, Alexánder fue trasladado a los
tribunales y enviado a prisión preventiva por posesión y tenencia de droga.
Al igual que Alexánder, otras 16,767 personas han sido procesadas por ese delito en los
últimos siete años y medio en El Salvador, según cifras oficiales de la Policía. Se trata de
un delito que está más vinculado al consumo de droga que al narcotráfico.
La ley salvadoreña castiga con prisión de uno a tres años (excarcelable) a quienes posean
semillas, hojas, florescencias, plantas o drogas ilícitas en cantidades menores a 2 gramos. Si
la cantidad es mayor, el castigo en prisión aumenta hasta los seis años.
En ese traslado, también se utilizan unos dos galones de combustible para llevar al detenido
a la Procuraduría General de la República por apoyo legal, a la unidad médica para el
chequeo de salud, regresarlo a la bartolina, luego moverlo al juzgado y de regreso a la celda
policial. Además, el Estado gasta $8 en los reactivos para las pruebas que detectan la droga.
Eso, como el caso de Alexánder, resulta más caro que el precio que pagó por la onza de
marihuana.
Otro de los recursos que son erogados es el salario de un día de un fiscal que debe pasar
ocho horas, en promedio, arreglando el papeleo. Están, además, las ocho horas que también
utiliza el defensor público para enterarse de los pormenores de la acusación.
Para completar la parte judicial, también está el juez y el secretario del tribunal que deben
dedicarle, en promedio, cuatro horas al caso.
En Guatemala, por ejemplo, a partir de 2009 se volvió más frecuente seguir lo dicho por la
Cámara Penal que le dio más énfasis a la persecución de delitos graves de droga y buscó
minimizar tiempo y los recursos que se invierten en procesar delitos de bagatela.
Argentina prepara también una modificación a la normativa que está por llegar al Congreso
este mes que despenaliza la posesión para uso personal.
Gómez señala que en el caso de El Salvador, un país con pocos recursos, conviene más
perseguir penalmente a las grandes estructuras de tráfico de drogas. Además, de enfocar
esfuerzos y recursos a la prevención del consumo. Una tarea pendiente en el país.