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Tema 3: Relaciones internacionales (XVI-XVIII)

Siglo XVI (I): Habsburgo vs Valois.

En este siglo en Europa la política exterior va a tener dos grandes contendientes.

A finales del siglo XV en la península ibérica en castilla la sucesión de Enrique IV provoca una
guerra civil que ganará isabela católica. Isabel podía elegir si vincularse a Portugal o Aragón,
acaba por Aragón casándose pues con Fernando el católico. Esta decisión va a implicar la unión
política entre castilla y Aragón, esa unión es exclusivamente de sus monarcas, es decir, en esta
época a nadie se le pasaba por la cabeza el integrar jurisdiccionalmente dos territorios.

El matrimonio afecta a las relaciones exteriores. Fernando el católico esta en guerra con Francia
y va a diseñar una política matrimonial para sus hijos que va a tener como principal objetivo el
aislamiento de Francia. Casa a una de sus hijas con el rey de Portugal, a otra con el heredero al
trono inglés. Asimismo, casa a sus otras dos hijas con el Sacro Imperio Romano Germánico
(hijos de Maximiliano de Austria). De esta manera deja a Francia con ningún aliado de entidad
en Europa. Sin embargo, Francia no se resigna y tanto Luis XVII como Carlos VIII de la casa
de Voulois van a extender Francia mas allá de sus fronteras, ello implicara varias guerras mejor
conocidas como guerras de Italia, que se van a producir por la disputa de dos territorios: El
reino de Nápoles y el ducado de Milán.

A fines del siglo XV la dinastía Bastarda que gobierna en Nápoles tiene una enorme
contestación interior, hay una gran inestabilidad en Nápoles y esa ser la excusa de que Francia
quiera conquistar Nápoles. Fernando el católico se va a oponer a esa presencia francesa en
Nápoles, evitando en todo momento que los franceses se estabilizasen en Nápoles.

El resultado de todo esto va a ser que Nápoles se integre en los reinos de la corona de Aragón.
El diseñó la política exterior de Fernando el católico pasaba siempre por la idea de que su hijo y
heredero fuses el rey de castilla y Aragón. Sin embargo, el príncipe juan muere en 1498 dejando
a las coronas castellanas y aragonesas sin sucesor directo.

El hecho de que la sucesión fuese a Juana fue inesperado, porque implicaba una dinastía nueva,
la dinastía Habsburgo, lo cual generaba una enorme intranquilidad tanto en Castilla como en
Aragón, porque era desconocido y extranjero. Felipe el hermoso finalmente reina en Castilla
apenas unos meses del año 1507. Vuelve al poder Fernando el católico, en ausencia del heredero
(Carlos V, hijo mayor de Felipe el hermoso y Juana la Loca).

Carlos V va a heredar cuatro herencias de sus 4 abuelos. Pero no solo hereda estos territorios
sino también la nominación como rey de romanos. Maximiliano deja pues a Carlos V los
dominios romanos. Por su abuela paterna, María de Borgoña, soberana de una entidad muy
particular que se había formado en el siglo XV que es el ducado de Borgoña. Por el lado de sus
abuelos maternos, Castilla de Isabel y Aragón y Baleares, Sicilia y Nápoles de Fernando.

Los conflictos que hereda con Francia son las conquistas del territorio italiano, pero además
reclamara la herencia de María de Borgoña y Francia por su parte va a conquistar todo lo que no
reclamó. A pesar de que Francia del Siglo XVI es mas pequeña de lo que conocemos hoy día es
un territorio grande en cuanto recurso naturales se refiere.

Cuando se establecen paces en uno de los procesos de guerra se intenta evitar que esos
contenciosos generen mas guerra. La primera vez que se va a proponer la renuncia mutua va a
ser en la paz de cambes, en ella Carlos V renuncia a reclamar lo que Francia había reclamado en
el Ducado de Borgoña y Francia renuncia a Italia y España.

Entre 1490 y 1559 permanentemente Francia intenta poner un pie en Italia. Francia Rompe la
paz. Hasta que en 1556 Carlos V logre frenar una vez mas a los franceses en un contexto donde
estaba siendo derrotado en las guerras de Alemania. En esa situación aspita a dejarle a Felipe II
un reino en paz, por esa razón es por lo que firmara con Francia la tregua de Vaucelles. Esta
tregua la rompe casi inmediatamente Francia intentado una invasión de Milán que será
contrarrestada por una invasión de los países bajos a Francia. Aquí tiene lugar la batalla de San
Quintín en 1558 donde el ejército francés queda destruido y se teme que Felipe II tome Paris.

A estas alturas Felipe II contaba con la alianza de Inglaterra porque desde 1554 el propio Felipe
era rey consorte de Inglaterra. Francia no consigue sus objetivos y en 1559 se firma la paz de
Cambresis que repetía en cierta manera los términos de la paz de Cambrei. A estas alturas
Felipe II deja de ser rey de Inglaterra y no tiene heredero alguno y para darle aun mas solidez a
esta última paz se va a pactar el matrimonio de Felipe II con Isabel de Valois que va a ser su
tercera esposa.

La iglesia Hugonote se estaba extendiendo muchísimo en Francia generando inestabilidad


política en el interior del reino, tanto es así que combinada una cosa con otro se entrara en un
ciclo de guerras civiles.

Tres de los hijos de enrique segundo de Francia van a gobernar Francia. Pero cuando enrique
tercero muere asesinado en 1589 en Francia comenzara la octava de estas guerras civiles,
porque generaba un problema internacional. El derecho sucesorio hizo que la corona pasará a
Enrique de Navarra. Ninguna potencia católica estaba dispuesto a admitir un rey protestante en
Francia. Enrique IV reclama sus derechos al trono francés oponiéndose a una liga católica.

La guerra será favorable a enrique IV que llegará a situar parís en más de una ocasión, pero
parís era una ciudad a

Felipe II interviene en esta guerra de dos maneras, en primer lugar, con apoyo económico y en
segundo lugar ofreciendo como candidata al trono francés a su hija Isabel Clara Eugenia.
Problemas que ello conlleva:

 Era una mujer extranjera


 En Francia se ejercía la ley sálica que excluía a las mujeres de la línea sucesoria

En esta situación Enrique de Navarra va a tomar una decisión trascendental para la historia de
Francia que es convertirse al catolicismo. Esto va a facilitar el fin de esta guerra permitiendo
que la liga católica se deshaga hasta que finalmente en 1598 el mismo Felipe II reconozca a
Enrique IV de Francia como rey legítimo.

El siglo XVI (II): las guerras de religión.

En 1517 Martin Lutero hace publica sus famosas tesis en las que pretende una reforma de la
iglesia católica. El caso es que Europa llevaba mas de un siglo y medio reclamando a roma un
gran conflicto que reclamase ciertos aspectos, pero los papas se niegan a convocarlo.

La cristiandad europea se va a dividir en dos. Hasta la caída del imperio romano a finales del
siglo XVI la única entidad común era la iglesia. El movimiento luterano se extiende muy
rápidamente por el norte de Alemania por dos razones principales. En primer lugar, porque
había una demanda por transformación en la iglesia, pero por otro lado también porque la
reforma protestante será una vía de oponerse al propio emperador.

En el caso del luteranismo una de las primeras medidas del movimiento protestante va a ser la
proscripción de lo bienes de la iglesia. Se declara que la iglesia no debe tener bienes terrenales.
Ello provoca un enriquecimiento de los poderes públicos

En el caso del sacro imperio alemano germánico la situación era especialmente vulnerable a este
tipo y transformaciones. El emperador era elegido por los principales príncipes soberanos de
Alemania. Además, el gobernador controla un territorio grandísimo.

Se produce la ruptura protestante. Durante un largo periodo de tiempo Carlos V va a intentar


vías de acuerdo planteando el problema como un problema estrictamente teológico. El problema
es que tanto los teólogos protestantes como los católicos se muestran intransigentes y más aun
todavía los príncipes alemanes que se han hecho protestantes.

A mediados de la década de 1440 cuando Carlos V comprende que todos esos intentos han
fracasado va a transformar su estrategia con respecto al movimiento protestante. En 1547 va a
obtener una aplastante victoria en la batalla de Mulhberg convirtiéndole en el verdadero amo de
Alemania. En este momento lo que hará será aplicar por la fuerza sin negociación todas esas
reformas centralistas en el imperio. El problema para Carlos v será que el poder que demuestra
asustará incluso a sus aliados. Si a esto le sumamos que Francia interviene también
favoreciendo a los principios protestantes todo eso provoca que la situación se de la vuelta.

Carlos V va a comprender que no tiene fuerza para ganar a la ruptura protestante. Convoca una
dieta en la ciudad de Augsburgo en 1555 en el que firma la paz con los príncipes al precio de
otorgarle libertad religiosa

Hay un largo periodo de paz hasta 1618. En gran medida va a surgir un movimiento político en
otro de los dominios de la casa de Augsburgo. Este territorio es densamente poblado. Entra el
luteranismo y el calvinismo. Conflicto entre Felipe II y los flamencos

Felipe II a partir del año 1567 va a dar un salto mas y usara las armas. En ese mismo año envía
al duque de alba que va a empezar una política de l represión de la herejía creando el famoso
tribunal de los tumultos. A partir de 1568 la rebelión contra Felipe II se va a consolidar en las
provincias del norte.

Surge una nueva entidad de Holanda con el nombre de provincias unidad.

A partir de 1568 nace la entidad de Holanda con el nombre de Provincias Unidas (Holanda y
posteriormente lo que será Bélgica) nace con guerra con España (80 años y breves treguas)
trataron de nombrar a un monarca hasta que se convirtió en una república. Será protestante y
tendrá muchos conflictos internos.

La Inglaterra Isabelina

Estos acontecimientos repercuten en Inglaterra, que se siente amenazada por el ejército español.
A partir del reinado de Enrique VIII, se había separado De la Iglesia católica, en el Supremacy
act se declara rey De la Iglesia de Inglaterra, a pesar de eso, en ningún momento fue protestante.
Hacia el final de su reinado, se aproximaba al catolicismo. en Inglaterra había empezado a
extenderse el protestantismo por las diferentes clases de letrado.
Formalmente, está alejada De la Iglesia de Roma. Isabel I, hija suya y de Ana Bolena, será la
que consume la separación entre la iglesia anglicana y católica. Empiezan a haber reformas
litúrgicas...Inglaterra empieza a alejarse de la alianza castellana tradicional entre las dos
coronas. Los pasos de la ruptura son:

 1-Apoyo de la reina Isabel a los rebeldes de los Países Bajos, en parte porque comienza
a definirse como protestante.
 2-Tolerancia de la reina a que en su reino se organicen pirateos en el Mar Caribe
 3-En 1580 envía un cuerpo de 8000 soldados para oponerse a Felipe II, presentándose
en Europa como la potencia defensora de los protestantes.

Felipe II, responde preparando la armada invencible (mal llamada, nombre falso), fracasa. A
partir de su derrota y la extensión del protestantismo, se realiza un símbolo nacionalista uniendo
ser inglés con ser protestante.

Inglaterra trata de atacar un puerto español y fracasa, aunque sí consiguen en 1596 con ayuda de
Holanda tomar y saquear Cádiz durante dos semanas. Isabel muere en 1603, se niega durante
toda su vida a firmar La Paz con España.

El siglo XVI: los turcos y el mundo extraeuropeo

El imperio otomano, se iba extendiendo por buena parte del mundo musulmán. En 1453, los
turcos acaban con el Imperio Bizantino conquistando Constantinopla. Y Europa comienza a
darse cuenta del peligro que supone, y los turcos comienzan a presionar Europa por dos vías:

1-Expansión terrestre hacia el norte que le lleva a invadir Hungría, que en 1526 cae en su poder.

En 1529 van a atacar la ciudad de Viena, sede del emperador del Sacro Imperio Romano
Germánico. Este ataque no triunfa, pero demuestra que la amenaza es seria, haciendo que exista
una preocupación colectiva entre todos los príncipes alemanes.

La casa de Habsburgo construye una serie de castillos y fuertes que consigue contener el frente
otomano.

2-El Mediterráneo: Egipto cayó en 1516 y los turcos se centraron en conquistar el norte de
África y el Magreb para avistar el Atlántico. Crean un sistema de regencias controlado por el
sultán de Estambul, destacando Túnez y Argel, resistiendo Marruecos.

Desde ellas se realiza una política de hostigamiento a las rutas comerciales que pasaban por el
Mediterráneo, siendo La Corona más afectada la española. Entre 1520 y 1570 el Mediterráneo
pululaba de turcos.

Entonces el Papa Paulo IV, convoca una cruzada, formándose la liga santa en 1571 para la
batalla de Lepanto, formando parte Felipe II y Génova, Venecia, Estados Pontificios,
poniéndose al mando de Juan de Austria. El problema es que la liga Santa se disolvió al día
siguiente. Lepanto marca el fin del enfrentamiento entre turcos y europeos.

El siglo XVII: de la paz a la guerra de los 30 años.

Hacia 1618, en el Imperio la situación siguió determinada por la cuestión confesional, donde se
habían formado dos bandos o alianzas confesionales.

En todo caso, la estrecha alianza de los Habsburgo de Madrid y Viena y las necesidades bélicas
del emperador en su guerra contra los turcos fueron aprovechadas por los protestantes para
aunar esfuerzos de oposición a sus demandas de ayuda. Como consecuencia, se formó en 1608
una coalición de principados denominados Unión Evangélica, frente a la que Maximiliano de
Baviera y el Emperador promovieron una Liga Católica, al año siguiente (1609).

Mientras Inglaterra se decantó por la primera, España se erigió en protectora de la segunda. Las
bases para el estallido del conflicto estaban sentadas. España necesitaba de la cooperación del
SIRG (de los emperadores de su misma dinastía) para el mantenimiento del llamado “camino
español”, la ruta que unía Milán con Flandes pasando por el Franco Condado y que daba
enorme solidez al poderío español.

En realidad, la Guerra de los Treinta Años es una guerra de guerras, una amalgama de conflictos
particulares entrelazados con cuatro escenarios principales: el Báltico (irrupción de Suecia como
potencia regional), los Países Bajos, el Imperio y el norte de Italia. En todos ellos, se dirimía la
cuestión de la hegemonía de los Habsburgo.

Fases

 Prolegómenos: como consecuencia de ciertos intentos del rey de Bohemia y futuro


Emperador (que lo será desde 1619, Fernando II) de modificar el gobierno de Bohemia
se produjo una agrupación de opositores que terminó en un golpe que comenzó con la
conocida como “defenestración de Praga”, en 1618. Ello implicó la deposición del
monarca Habsburgo y la elección de Federico V del Palatinado como soberano de
Bohemia. Sólo España se implicó en apoyo de los Habsburgo, que llevó a la victoria de
la Montaña Blanca (1620) y la posterior ocupación de Bohemia (donde se impuso un
régimen de castigo, con incautaciones, re-catolización forzosa y subida de impuestos) y
el Palatinado.

• Países Bajos: en 1621 concluía la Tregua entre Holanda y España. Para los holandeses
probelicistas, se trataba de lograr adquisiciones territoriales en ultramar, además de
intentar una conquista de zonas de los Países Bajos obedientes –Bélgica- o, cuanto
menos, un reconocimiento explícito de su independencia por parte de España. Contaban
para ello con el apoyo de Francia e Inglaterra (a partir de 1624). La pugna terminó con
la carrera política de Oldenbarnevelt. Para los españoles, el problema era haber
comprobado cómo Holanda se había rearmado y ganado posiciones mercantiles en el
Caribe y Asia al amparo de la Tregua.

Así, en 1621, coincidiendo con la llegada al trono de un nuevo monarca –Felipe IV- y
su valido –el Conde-Duque de Olivares- la Tregua no fue renovada y se reinició la
guerra con dos objetivos por parte de España: el aislamiento comercial de Holanda y el
hostigamiento con los corsarios de Dunquerque; por tierra, una vez debilitado el estado
holandés, se iniciaría la campaña de reconquista. Se trataba, en el fondo, de restaurar la
reputación.

 Fase danesa: la actitud absolutista del emperador Fernando II en Alemania movió a


Cristián IV de Dinamarca (y, por entonces, Noruega) –que era también gobernante de
un estado alemán, Holstein- a entrar en el conflicto, participando de la coalición anti-
Habsburgo en 1625 (junto a Inglaterra, las PPUU y Federico V del Palatinado). Pero ese
año, annus mirábilis, los Habsburgo llegaron a su apogeo de poder: derrotaron a los
holandeses y sus aliados en el Rhin y de nuevo a los holandeses en la ciudad de Bahía
(Brasil), y en Breda.

En los años siguientes, la derrota de Dinamarca sería completa, en especial en la batalla


de Lütter (1626), que condujo a su salida del conflicto por la paz de Lübeck (1629).
Dinamarca salió muy perjudicada no solo por su expulsión de Alemania como actor
político, sino porque perdió su papel primordial en el comercio de Báltico, del que se
beneficiaron sobre todo suecos y holandeses.

- Fase Sueca: El rápido avance de las tropas en la fase danesa otorgó a los Habsburgo la
posibilidad de tener una base naval en el Báltico, posibilidad que fue ofrecida por
Polonia en 1626. Ello permitiría a España estrangular definitivamente el comercio
holandés. Aquella posibilidad alarmó a Suecia, que veía peligrar sus posiciones en su
área de influencia. Al tiempo, el Emperador introdujo algunas novedades interiores en
Alemania que le enemistaron incluso con los príncipes católicos

En efecto, el apoyo de Richelieu –valido de Luis XIII de Francia- obligó a España a


intervenir y firmar la Paz de Cherasco (1631) que concedía el ducado a Nevers, al
tiempo que Francia lograba el compromiso de Suecia de atacar al emperador a cambio
de un subsidio. En efecto, a partir de 1631, Gustavo Adolfo II se lanzó con fuerza sobre
las zonas católicas y ocupadas por el Emperador con tanto éxito que logró asustar a los
antiguos aliados de Fernando, es decir, la Liga Católica.

Aun así, el rey sueco logró su última victoria en Lützen, batalla en la que él mismo
perdió la vida (1632). Además, el problema era que los propios principados protestantes
alemanes veían con mucho recelo el excesivo peso sueco en Alemania. Por ello, el
consejo de regencia sueco decidió el repliegue hacia el norte de Alemania. Dos años
después, en 1634, las tropas del cardenal infante don Fernando obtuvieron una completa
victoria frente a los protestantes en Nördlingen. Además, España pudo recuperar
importantes enclaves en los Países Bajos ese mismo año.

 Fase francesa (1635-1648/59). Los éxitos de los Habsburgo y la derrota sueca


movieron a Richelieu a entrar por fin abiertamente en la guerra en 1635 con su famosa
declaración de guerra de 1635. Pese a que la iniciativa diplomática de la declaración de
guerra fue francesa, el cardenal-infante don Fernando atacó Francia y llegó a amenazar
París en 1636, pero hubo de retirarse al final de la campaña. La respuesta francesa del
año siguiente implicó la caída de buena parte del Franco-Condado, Luxemburgo y
avances en Flandes. Mientras las tropas francesas se lanzaban a ocupar enclaves en
Alsacia e invadió el valle de la Valtelina, punto neurálgico del camino español, que
implicó la incomunicación de Milán con el norte. Además, Francia había firmado el
tratado de Heilbronn (1633) por virtud del cual se comprometía a hacer la guerra a
España y a no firmar una paz por separado, dando así nuevo impulso a los enemigos de
los Habsburgo.

En 1639, cayó Pernambuco en manos holandesas y la última gran armada española del
siglo fue igualmente derrotada por lo holandeses con la connivencia inglesa en la
Batalla de las Dunas. Pero lo peor estaba por llegar: 1640. Rebeliones de Cataluña y
Portugal. España estaba, sencillamente, extenuada para los usos de la época. Ello dio
paso a una expansión francesa por diversos frentes: los Países Bajos, Alsacia-
Luxemburgo y Piamonte. Tal avance, sin embargo, creó una evidente alarma en
Holanda, que comenzó a buscar la paz con España. Todo ello hizo posible la paz de
Münster en 1648, que implicó la “revolución diplomática” del siglo al aproximar a los
antiguos enemigos.

Ese mismo año, en Westfalia, el Imperio iba a alcanzar la paz con suecos y franceses.
Los grandes triunfadores fueron Francia, Brandemburgo y Suecia. El significado de esta
derrota Habsburgo, sobre todo en Alemania, implicó el fin de los intentos absolutistas
de los emperadores, una mayor tolerancia religiosa de aplicación general y cambios en
el mapa político europeo. Los suecos dominaban la salida de los grandes ríos alemanes
al Báltico, con la posesión de algunos territorios estratégicos. Ambas potencias, Francia
y Suecia, se erigían en garantes de las libertades germánicas. Brandemburgo, por su
parte, ganaba territorio y lo dotaba de coherencia.

En Münster, uno de los tratados bilaterales consecuencia del marco general implantado
en Westfalia, supuso el fin de la guerra entre España y Holanda. Implicaba el
reconocimiento de pleno derecho de la independencia de Holanda. España dejaba de
reclamar los territorios conquistados por los holandeses en las últimas fases.

España y Francia, sin embargo, siguieron la guerra 11 años más. Francia, sacudida a su
vez por la Fronda, vio mermada su iniciativa. En 1652 España pudo recuperar
Dunquerque en el norte, Casale en Italia y Barcelona. Pero la irrupción de nuevo de
Inglaterra, esta vez bajo el dictado de Oliver Cromwell, una vez depuesto y ejecutado
Carlos I de Inglaterra, obligó a España a buscar la paz.

En la Paz de los Pirineos tanto Felipe IV como Luis XIV hubieron de hacer
concesiones, pero sobre todo España hubo de ceder el Rosellón y la Cerdanya,
condados catalanes, además de diversos enclaves en el entorno de los Países Bajos,
entre ellos Luxemburgo y Artois. La paz se selló con un nuevo matrimonio hispano-
francés: María Teresa de Austria, hija de Felipe IV, y el joven Luis XIV de Francia.

Política exterior: El gran Siglo de Francia

El mapa europeo posterior a la paz de los Pirineos estaba claramente diseñado a medida de los
intereses de Francia. Pero aún quedaban cuestiones por dirimir y hegemonías por consolidar.
Además, la sombra de la posibilidad de disputa por la herencia de Felipe IV, que hasta 1661 no
tenía hijo varón para sucederle, iba a polarizar los ánimos. Ante todo, iba a ser el impulso
imperialista del Rey Sol el que iba a convertirse en detonante de los acontecimientos.

Fases:

Guerra de Devolución (1667-1668): ante el incumplimiento de las cláusulas de la dote de la


mujer de Luis XIV, María Teresa, el rey francés reclamó, a la muerte de Felipe IV (1665), los
Países Bajos. Tras asegurarse la inactividad del Emperador y la alianza portuguesa, declaró la
guerra a España y se internó en los PB. Con tanta facilidad que, de nuevo, alarmó a Europa. Se
formó así la “Triple Alianza” (Holanda, Suecia e Inglaterra) que presionó a Francia para firmar
la paz de Aix-La-Chapelle (1668). Francia adquiría 12 plazas en la frontera franco-belga,
aunque devolvía a España el Franco Condado. La aproximación entre España y Holanda se
estrechó con un acuerdo defensivo.
La guerra de Holanda (1672-1678): En 1672 Luis XIV decidió invadir Holanda. Pese al éxito
en lo militar, Francia se encontró, por culpa de esa acción, con una alianza de casi todo el resto
de Europa en su contra. En Nimega (1678), sin embargo, la única que pagó en términos
territoriales fue España, que cedió el Franco Condado y buena parte de los PB.

La siguiente fase del expansionismo de Luis XIV se produjo mediante la vía exclusivamente
diplomática por medio de la búsqueda y explotación de los puntos oscuros o poco claros de los
acuerdos de paz anteriores, en particular la paz de Westfalia. Eso no implicó que los resultados
de las llamadas “cámaras de reuniones” no implicase acciones de oposición por parte de los
perjudicados, el Imperio y España, sino que las conflagraciones se limitasen a los puntos en
litigio. La Tregua de Ratisbona (1684) implicó la consolidación de todo lo adquirido por Luis
XIV a costa de las potencias Habsburgo hasta 1681, a cambio de un compromiso de cesar en esa
vía. La adquisición más simbólica de Francia fue la ciudad imperial de Estrasburgo.

Las últimas acciones del siglo por parte de Luis XIV provocaron la creación de una liga –la
Liga de Augsburgo- que concertó literalmente a todos los países europeos, incluida una
Inglaterra por entonces ya gobernada por Guillermo de Orange, que a su vez dio lugar a una
nueva guerra, la de los Nueve Años, que tuvo escenarios en varios continentes. La paz de
Ryswick (1697) implicó que Francia, que no había sido militarmente derrotada, hubiera de
devolver casi todo lo ganado en el conflicto y de reconocer a Guillermo de Orange como rey de
Inglaterra –que lo era desde la Gloriosa revolución de 1688-. Pero diplomáticamente Francia se
adentraba en el nuevo siglo en un peligroso aislamiento.

Por su parte, el SIRG, pese a su humillación frente a Francia, obtenía una sorprendente victoria
sobre los turcos en la guerra de 1683-1699. Sin embargo, la victoria no fue tanto de la
comunidad supranacional imperial, sino que lo capitalizaron los Habsburgo en torno a sus
posesiones austriacas, anexionando importantes territorios del norte de los Balcanes.

El Báltico: la lucha por la supremacía en el norte

Suecia: Tras algunos problemas sucesorios a fines del XVI, la dinastía Vasa se estabilizó en el
trono sueco con Carlos IX (1604-1611). Sin embargo, fue Gustavo Adolfo II (1611-1632) el que
comenzó a diseñar el proyecto de convertir Suecia en la potencia dominante en el Báltico,
además de quien apostó más firmemente por lograr la unidad religiosa en la fe luterana, que ya
era por entonces mayoritaria, pese a las existencias de otros credos.

Apoyado en el canciller Oxenstierna, primero se reconcilió con la nobleza y procedió a la


reorganización interior del país, tras lo cual comenzó su abierta intervención en la Guerra de los
Treinta Años. Pese a sus avances y éxitos, su muerte en Lützen (1632) dejó el reino ante un
periodo de regencia hasta que su hija, Cristina, alcanzase la mayoría de edad. Un periodo que
fue aprovechado por la nobleza para ganar peso y posiciones de poder frente a la corona, que
Gustavo Adolfo había reforzado en un sentido absolutista.

Al alcanzar la mayoría de edad, (1644) Cristina quiso hacerse con el poder, pero su filiación
católica le enajenó el apoyo de la dieta, de modo que se vio obligada a abdicar en un primo suyo
en 1654. Para entonces, la nobleza había logrado alcanzar algo parecido a un sistema
aristocrático de gobierno.

El nuevo rey, Carlos X, apenas gobernó seis años, en los que intentó recuperar los planes de
expansión Báltica. Su muerte prematura supuso un nuevo periodo de regencia tras el cual, a
partir de 1674, Carlos XI volvió a intervenir en todas las guerras de la región contra Holanda,
Brandemburgo, Austria, Rusia y Dinamarca. Una guerra que no fue en absoluto favorable a
Suecia en lo militar pero que, en cambio, no supuso menguas territoriales gracias al apoyado de
Luis XIV, que logró en 1679 la firma de una paz que recuperaba el statu quo ante.

Dinamarca, por su parte, también se terminó decantando por la religión luterana mientras que en
términos de política interior también osciló entre el absolutismo de sus monarcas y las
tendencias al modelo aristocrático de la nobleza. Fue la gran rival en el XVII de Suecia por el
control del Báltico, aunque salió peor parada que la monarquía sueca.

La figura dominante es la de Cristián IV, que gobernó Dinamarca y Noruega entre 1596 y 1648.
Sus esfuerzos por afianzar la monarquía danesa se basaron en la defensa del peaje del Sund y en
consolidar su condición de potencia regional. Sin embargo, la pez de Lübeck (1629) supuso un
duro golpe a este objetivo, implicandopor el contrario una caída de su poder en el Báltico, sobre
todo consagrada en la derrota frente a los suecos en la guerra de 1643-1645 (paz de Bromsebro).

En 1648 murió el rey y le sucedió su hijo Federico III, el cual hubo de ceder ante la presión de
los nobles. El modelo resultante de monarquía aristocrática, sin embargo, fracasó, lo que
produjo una reacción anti- aristocrática del resto del reino que fue aprovechada por Federico y
su hijo, Cristián V, para reafirmar el poder real en Dinamarca.

Rusia: Tras un periodo de anarquía en Rusia (tras la muerte del zar Iván IV a fines del XVI) en
el que intervinieron abiertamente polacos y suecos, se produjo un alzamiento de la población
rusa que situó en el trono de Moscú a una nueva dinastía, la de los Romanov en la persona de
Miguel Romanov (1613-1645). Aunque la intervención extranjera le costó perder el acceso al
Báltico, Romanov logró reorganizar el interior del gran ducado.En particular, tuvo que someter
a la iglesia ortodoxa

Su hijo, Alejandro I, continuó la labor de su padre y pudo recuperar algunas posiciones a costa
de los polacos, al incorporar Ucrania. No obstante, fueron frecuentes y peligrosas las rebeliones
interiores, sobre todo la de los cosacos. Tras cierta inestabilidad sucesoria (entre 1676 y 1689-
1725), Pedro I el Grande se haría con el poder, comenzando una política de fortalecimiento del
poder real que permitiría a Rusia convertirse, ya en los primeros años del XVIII, en una gran
potencia emergente

1.- La Guerra de Sucesión Española

El testamento de Carlos II de España, que murió sin sucesor directo, había dejado como
heredero universal a Felipe, duque de Anjou, nieto de Luis XIV, frente a las aspiraciones del
archiduque Carlos de Austria. Una decisión tomada en medio de un juego muy complejo de
presiones a gran escala en toda Europa. La amenaza para el resto de los países europeos que
representaba una hipotética unión de Francia y España era evidente, si bien es cierto que no era
muy diferente de la que hubiera supuesto una resurrección del imperio de Carlos V, con la unión
de Austria y España. Sólo había una posibilidad de que no estallase la guerra: una declaración
formal de división de las herencias, es decir, una renuncia expresa del ya rey de España Felipe
V (desde mayo de 1701) a la sucesión francesa.

Sobre Felipe V se cernía una doble presión: de Austria (que reclamaba la herencia) y de Francia,
que quería dirigir la política española. Además, la larga tradición de guerras con Francia desde
tiempos de Fernando el Católico había granjeado al nuevo rey un difuso sentimiento anti-
francés.

No obstante, la llegada de Felipe de Anjou en 1701 fue bien recibida porque, al menos, había
logrado mantener nominalmente la integridad de la herencia. Sin embargo, ya en 1701, Luis
XIV desaTió a todos al aTirmar justamente lo contrario: los derechos de Felipe V de España a la
corona francesa. La respuesta fue la formación de la Gran Alianza de la, destinada a recortar el
poder de Francia. Todo ello produjo el estallido de la guerra entre los partidarios del candidato
austriaco y Francia, que había impuesto a su candidato. En 1703 se sumaron a la gran alianza de
la Haya Portugal y Saboya. Ya en septiembre de ese año, el emperador Leopoldo I proclamó a
su segundo hijo, Carlos, como rey de España, siendo reconocido por holandeses e ingleses
porque renunció a sus derechos a suceder en Austria.

La guerra no llegó a España hasta 1704-1705, cuando la gran alianza internacional favorable a
Carlos comenzó sus operaciones en la Península (desembarco de Carlos III en Lisboa) con dos
objetivos: desde Portugal llegar a Madrid; y, por otro lado, la sublevación de los reinos de
Aragón sublevación que se produjo en efecto en 1705.

Se han querido ver, en la guerra peninsular, dos formas de disputa en la Guerra de Sucesión:

 Una de tipo social –clases medias y pueblo llano frente a nobles. En realidad, hubo
mucho de apoyo a la legitimidad del testamento de Carlos II, de apoyar al monarca ya
conocido;
 Otra de tipo constitucional (pactismo-centralismo). Habiendo algo de eso en el caso
aragonés, no creo que pesara tanto en Castilla, sencillamente porque creer que un
monarca no podía adaptar su modelo de gobierno al reino implica creer en la existencia
de una especie de proyecto dinástico. El centralismo y el refuerzo regio también venían
caracterizando el gobierno de FIV y, salvo para la nobleza, el de CII.

En el plano bélico, la situación presenta dos caras: en tierra, la potencia del ejército francés era
capaz de contrarrestar a la Alianza, pese a que se produjo la primera gran derrota francesa en
tierra en la batalla de Blenheim (1704), en la que las tropas de la Alianza fueron comandadas
por le duque de Malborough. En cambio, en el mar, la superioridad británica y holandesa fue
incontestable.

Ahora bien, no podemos olvidar que la Guerra de Sucesión fue también una guerra civil
española, dado que hubo pronunciamientos a favor de uno y otro candidato a todo lo largo y
ancho del territorio peninsular, aunque pronto hubo una clara división territorial: mientras
Castilla se decantó mayoritariamente por el candidato francés, la corona de Aragón lo hizo por
el Habsburgo. No obstante, insisto, no podemos olvidar los apoyos al candidato austriaco, como
la del Almirante de Castilla, duque de Rioseco

La marcha de la guerra en la Península Ibérica sufrió grandes alternativas, generadas en gran


medida por la existencia de frentes muy diversos que cubrir para el bando francés (Portugal
desde que cambió de bando en 1703 y Cataluña, además de Gibraltar desde 1704).

La sublevación catalana estalló en 1705. Un movimiento largamente larvado pero que se desató
debido a la política represiva del virrey contra las instituciones catalanas a causa del sentimiento
mayoritariamente austracista del país. Así mismo, hubo un levantamiento en Valencia que en
pocas semanas se hizo con casi todo el reino. Felipe V trató de recuperar Barcelona al año
siguiente, pero hubo de huir a Francia, justo al tiempo que un ejército anglo-portugués entraba
por el oeste tomando importantes ciudades. En 1706 Aragón y Mallorca se decantaron también
por el bando austracista. En 1706, el archiduque Carlos entró en Madrid, siendo proclamado
Carlos III de España, pero poco después hubo de salir de la capital.
La batalla decisiva de la recuperación borbónica en España –que no en Europa, donde las
derrotas francesas se sucedían- fue la de Almansa (1707), que abrió el reino de Valencia a las
tropas borbónicas. Incluso el avance llegó a Lérida. La consecuencia política de esta ocupación
militar fue la abolición de los fueros de Valencia y Aragón y la consecuente promulgación de
los Decretos de Nueva Planta.

En 1710 hubo un contraataque austracista que logró retomar Aragón en su camino a Madrid,
restableciendo los fueros. La segunda entrada en Madrid de Carlos apenas duró un mes, en parte
porque de nuevo Luis XIV envió refuerzos a su nieto como forma de presionar a la Alianza en
la búsqueda de la paz en Europa. La batalla de Villaviciosa (1710), en diciembre, puso en fuga
al ejército austracista.

Sin embargo, el agotamiento de Francia llevó a Luis XIV a retirar casi todas sus tropas de
España, concentrándose en la defensa de su reino y en la búsqueda, a espaldas de Felipe V, de la
paz. Esta se alcanzó en Utrecht en 1713, tratado del que resultó claramente vencedora Gran
Bretaña, que se apoderó de Gibraltar y Menorca, además de muy importantes beneficios en el
comercio colonial con el imperio español (“navío de permiso”). Además, se procedió a la
partición de la herencia de Carlos II de España: los Países Bajos, Nápoles, Cerdeña y el ducado
de Milán pasaron al Emperador, mientras que Sicilia iba a para a manos del duque de Saboya.

La muerte de diversos posibles candidatos, tanto al trono Austriaco como al francés, había
acelerado la paz en Europa en el sentido de que ningún estado europeo salvo los interesados
quería la unión España-Austria ni la España-Francia. Sin embargo, la guerra entre el Imperio y
Felipe V continuaría hasta 1714-1715, cuando terminó de ser ocupado el principado de Cataluña
y el reino de Mallorca por Felipe V. La firma del tratado de Rastatt (marzo de 1714: el
archiduque Carlos se había convertido en heredero del SIRG, por lo que perdió todo apoyo a sus
reclamaciones a España, a la que hubo de renunciar) supuso la salida definitiva del conflicto del
ahora emperador austriaco Carlos VI, dejando a los catalanes a su suerteEl 12 de septiembre de
1714, tras una feroz defensa, cayó la ciudad. Mallorca resistiría aún hasta julio de 1715, año en
el que precisamente moriría el rey francés, Luis XIV.

Felipe V: el revisionismo de Utrecht

La paz había prácticamente liquidado el imperio español en Europa. Sólo quedaba Cerdeña,
mientras se había cedido a Inglaterra Gibraltar y Menorca. Las reclamaciones de máximos
(intento de recuperarlo todo) chocaron con la oposición de todas las potencias, incluida Francia.

Tras el brevísimo reinado de Luis I (menos de un año), Felipe V retomó el gobierno. Su esposa,
Isabel de Farnesio, presionó mucho para lograr una mayor intervención en Italia para dar tronos
a sus hijos. En 1728, tras el convenio de El Pardo (que implicaba el reconocimiento de FV de la
paz de Utrecht), emergió la Tigura de un ministro nuevo, José Patiño, primero de los grandes
políticos ilustrados del XVIII. Volcó su acción en las cuestiones de política interior y de
fomento de las colonias, al tiempo que presionaba por la vía diplomática para pedir
compensaciones en Italia.

2.- La Gran Guerra del Norte (1700-1721).

Paralelamente, y de forma bien significativa, sin mezclarse con la Guerra de Sucesión Española,
se desarrolló a comienzos del siglo XVIII una importante guerra por el control del Mar Báltico.
En ella participaron Suecia frente a sus vecinos, Polonia, Dinamarca, Sajonia y Rusia.
Como suele ocurrir, el origen es una coalición de fuerzas, en este caso promovida por el rey de
Polonia (Augusto II, que era también elector de Sajonia) que se alió con Rusia y Dinamarca
frente a Suecia. Una alianza que animó a daneses y rusos a atacar simultáneamente posiciones
suecas en el norte de Alemania y la costa del Báltico. Los primeros compases del conflicto
(1702-1707) fueron favorables a Suecia, que obligó a la rendición a Dinamarca (y a su salida de
la coalición, además de a la renuncia a sus aspiraciones sobre Sajonia). Carlos XII de Suecia
también atacó a los rusos, derrotando a Pedro I. También se quedó con la península de
Curlandia e invadió Polonia, llegando a conquistar Varsovia y a deponer a su rey. Parecía haber
alcanzado un triunfo completo, máxime teniendo en cuenta que tanto Inglaterra como Francia
buscaban su alianza.

Sin embargo, en 1707, Carlos XII decidió dirigirse de nuevo contra Rusia. Pedro I, tras sus
primeras derrotas, había iniciado una reconstrucción de su ejército y un proceso de expansión
hacia el Báltico, invadiendo Ingria, Livonia, Estonia y otros territorios (proceso en el cual fundó
la ciudad de San Petersburgo). Carlos XII planeó así invadir directamente Moscú, pero la
estrategia rusa de asolar el terreno para impedir los suministros le obligó a vagar por el sur de
Rusia durante casi dos años, tras los cuales sufrió una completa derrota en la batalla de Poltava,
en 1709.

Las consecuencias fueron enormes a nivel regional. Para empezar, se reactivó la coalición anti-
sueca. El rey de Dinamarca se hizo con Polonia y repuso a Augusto II, mientras se producían
invasiones de diversos territorios antes en poder de los suecos. Rusia pudo consolidar su
dominio sobre Livonia y Estonia. En 1715 se sumaron otros aliados a la entente anti-sueca
(Prusia e Inglaterra), de modo que hacia el Tinal de la segunda década del XVIII, Suecia hubo
de reconocer el Tin de su imperio Báltico en las paces de Estocolmo (1719) y Nystad (1721),
que implicaron el reparto del antiguo imperio sueco en el Báltico. La principal consecuencia del
conflicto, sin embargo, fue la emergencia de Rusia como gran potencia europea, sin duda
predominante en el Báltico y en la vecina Polonia.

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