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Bloque 3.

La formación de la Monarquía Hispánica


y su expansión mundial (1474-1700)
BLOQUE 3.3 Compara los imperios territoriales de Carlos I y el de
Felipe II, y explica los diferentes problemas que acarrearon

Los reinados de Carlos I de España y V de Alemania y de Felipe II ocupan la mayor parte del
siglo XVI y presentan algunos rasgos en común:
 Subordinación de los intereses castellanos y aragoneses a la política europea
 El esfuerzo por mantener la hegemonía española en el mundo y mantener los
territorios heredados, así como la paz universal.
 La defensa a ultranza del catolicismo
Pero, también presentan diferencias:
 Carlos I fue un monarca europeo, cosmopolita y de talante abierto
 Felipe II, fue un rey nacido y educado en Castilla, que apenas salió de España,
burócrata y con tendencias autoritarias.

El imperio territorial de Carlos I

Con la llegada al trono de Carlos I, la corona de los reinos españoles pasaba a manos de la casa
de los Austrias o de Habsburgo, que reinará durante dos siglos. En 1516, Carlos I, con diecisiete
años, se hizo cargo de la herencia d sus abuelos maternos: Castilla (con sus territorios
americanos, Canarias y las ciudades del norte de África y Navarra) y Aragón (con los territorios
de Cerdeña, Sicilia y el sur de Italia). En 1519, tras la muerte de su abuelo Maximiliano, recibe
los territorios de Austria, que incluía los derechos al título de emperador del Sacro Imperio
Germánico, que ocurrirá en 1520, siendo proclamado emperador con el nombre de Carlos V. A
todos estos territorios hay que añadir los heredados de su abuela María de Borgoña (Países
Bajos, Franco Condado). Todos estos territorios que recibió eran muy heterogéneos, alejados
entre sí, con culturas, costumbres diferentes y con diferencias económicas y una importancia
política diferente en el contexto europeo; con sus propias leyes e instituciones de gobierno,
pero unidos por un mismo soberano.
A medida que Carlos iba recibiendo su vasta herencia, se iba configurando la idea de una
monarquía universal, sobre todo tras ser coronado emperador.
Fue un monarca cosmopolita y no dispuso de una capital fija, ni de una residencia permanente,
si bien, Castilla será el centro de su política, dado que sus instituciones dan amplios poderes
al rey, además de financiar su costosa política con el oro y plata que procedían de América.
Ante esta situación era inevitable, la existencia de conflictos a los que tuvo que hacer frente en
su reinado.
Su nula relación previa con Castilla y el deseo de obtener el título de emperador provocaron la
revuelta de las Comunidades de Castilla que generó problemas en su reinado, aunque terminó
con la victoria imperial en la batalla de Villalar en 1521.
Desde el punto de vista internacional:
La gran herencia que recibió, motivo a Carlos V a recrear el Imperio Universal Cristiano, con
un solo emperador que una a todos los monarcas de Europa conviviendo bajo una sola fe y en
lucha contra los turcos. Pero además de defender la fe católica, Carlos intentó mantener
íntegro todo su patrimonio y mantener la hegemonía de Europa, lo que le llevará a
constantes guerras frente a enemigos como la Francia de Francisco I, su gran enemigo; su
defensa de la Europa cristiana, le llevará a la guerra con los turcos evitando que ocupase Viena
y fijando sus límites territoriales. Su defensa de la ortodoxia católica le llevará a la guerra

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contra los protestantes alemanes, a raíz de la reforma luterana. A pesar de su victoria en
Mühlberg, se verá obligado a firmar la Paz de Augsburgo en 1555, por la que reconoce la
libertad religiosa dentro del imperio. El Emperador abdica en 1556 en su hijo Felipe (II), al que
cede todas sus posesiones excepto el título imperial, así como Austria y Baviera/Bohemia, para
los que confirma a su hermano Fernando. Carlos V morirá en 1558.

El imperio territorial de Felipe II


Felipe II sólo recibió una parte de la herencia paterna, pues Carlos, consciente de la dificultad
de gobernar unos territorios tan amplios y diversos, dejó el título imperial y la corona de
Austria a su hermano Fernando. A pesar de ello Felipe reunirá en su persona un imperio
territorial mayor que el de su padre, porque a los territorios de Castilla, de Aragón con sus
territorios italianos y los Países Bajos, añadió en 1581, Portugal y su imperio ultramarino,
herencia que recibió a través de su madre, Isabel de Portugal. La muerte sin descendencia del
rey portugués, permitió a Felipe II reivindicar si derecho legítimo a convertirse en rey de
Portugal. Tras la entrada de las tropas del Duque de Alba en Lisboa, las Cortes portuguesas
proclamaron rey a Felipe II en 1581, lo que significó la unión dinástica de ambas coronas y por
lo tanto la consecución de la llamada “unidad ibérica”
Felipe II gobierna sus estados desde Madrid, un lugar fijo, que concibió como una corte
imperial, poniendo fin a la corte itinerante, y a diferencia de su padre, gobierna sus estados
desde la distancia, a través de una administración y un gran ejército .

Política exterior de Felipe II

En cuanto a la política exterior, se inspiró al igual que su padre en la defensa del catolicismo y
de la hegemonía española en el mundo, heredando algunos de los conflictos de su padre
contra Francia, a la que derrotó en la batalla de San Quintín y contra los turcos, derrotados por
la Liga Santa en la batalla de Lepanto. Surgieron nuevos problemas como la sublevación de los
Países Bajos (1568-1668), que terminará con la independencia de Holanda en el siglo XVII.
A este conflicto se unirá la rivalidad con Isabel I de Inglaterra que condujo a un duro
enfrentamiento, sobre todo en el mar. El apoyo de la reina Isabel a los piratas que asaltaban
los barcos españoles que venían de América, así como el apoyo a los protestantes
independentistas de los Países Bajos en su guerra contra España, llevó al monarca a intentar
un ataque definitivo, con la Gran Armada (La Invencible) en1588. La expedición fue un fracaso
y supuso un duro golpe para la armada española y para la propia hegemonía española.
Tantos años de guerra, costeadas en su mayor parte por Castilla, llevarán a Felipe II a la
bancarrota en tres ocasiones. Al finalizar su reinado, España estaba arruinada y exhausta y su
imperio estaba al borde de desintegrarse.

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