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TEMA 33.

LA MONARQUÍA HISPÁNICA BAJO LOS AUSTRIAS: ASPECTOS


POLÍTICOS, ECONÓMICOS Y CULTURALES

1. Introducción.
2. El estado de los Habsburgo. Instituciones.
2.1. El estado de los Habsburgo.
2.2. Instituciones.
3. Evolución política
3.1. Carlos V
3.1.1. Política interior
3.1.2. Política exterior
3.2. Felipe II
3.2.1. Política heredada
3.2.2. Política personal
3.3. Felipe III
3.3.1. Política interior
3.3.2. Política exterior
3.4. Felipe IV
3.4.1. Política interior
3.4.2. Política exterior
3.5. Carlos II
3.5.1. Política interior
3.5.2. Política exterior
4. Aspectos económicos
4.1. Evolución demográfica.
4.2. La sociedad
4.3. Economía
5. Aspectos culturales
6. Bibliografía

La llegada de la casa de Austria a los reinos hispánicos es consecuencia de la política


matrimonial seguida por los Reyes Católicos cuyo principal objetivo era mantener
aislada a Francia. Durante el reinado de los Reyes Católicos se gestó una parte del fuerte
sistema monárquico autoritario y las líneas generales de la política exterior que la
dinastía de los Austria llevó a cabo durante los siglos XVI y XVII.
Vamos a estructuras el tema en cinco apartados. En el primero veremos el estado de los
Habsburgo y sus instituciones. El segundo punto está dedicado a la evolución política de
los reyes, viendo su política interior y exterior. En el cuarto punto abordaremos los
aspectos económicos y en el quinto los aspectos culturales.
Para entender el modelo de los Habsburgo hay que partir de tres ideas clave como
señala Fernández Albadalejo. La primera de ellas es que los Habsburgo recibieron una
inmensa herencia, estando obligados a respetar el ordenamiento jurídico de cada uno de
los territorios que la componían. La segunda idea es que no crearon un sistema
absolutista de gobierno. La tercera es que tampoco crearon un sistema de gobierno sobre
el concepto de soberanía desarrollado por Jean Bodin en la segunda mitad del siglo
XVI.
A partir de estos parámetros podemos afirmar que el gobierno diseñado por los
Habsburgo estaba articulado sobre el concepto de monarquía justiciera, es decir, como
afirmaba Bartolomé de las Casas, la función del monarca era mantener la justicia, dando
a cada uno lo que le corresponde por su posición (justicia distributiva).
En la articulación de este sistema de gobierno destacan tres momentos claves según
Fernández Albadalejo: la creación de un sistema polisinodial de gobierno, articulado
sobre consejos territoriales y competenciales, la aparición de las Juntas durante el
reinado de Felipe II y la aparición del valido encargándose de dirigir los negocios de la
monarquía a partir de Felipe III.
Junto a estos momentos destacan una serie de instituciones que sirvieron para articular
la monarquía: La Inquisición como único órgano común en todos los territorios del
reino, las Cortes, las chancillerías y las audiencias como órganos judiciales y la
administración territorial.
Comenzamos con la evolución política.
Carlos de Austria aglutinó en su persona un inmenso poder y territorio. Era duque de
Borgoña desde los seis años. Tras la muerte de su padre Felipe I de Castilla (1504-1506)
fue proclamado rey de Castilla y Aragón en 1516 y posteriormente heredó todos los
estados de la casa de Austria y la aspiración a la corona imperial en 1519. No obstante,
su proclamación como heredero de los reinos hispánicos no fue bien acogida en Castilla
y Aragón.
La marcha de Carlos a Alemania estuvo seguida del estallido de las Comunidades en
Castilla y de las Germanías en Valencia. Contra el carácter social de las Germanías, es
evidente el predominio de factores políticos en las comunidades castellanas. Las
comunidades fueron la expresión del disgusto de la clase media urbana de Castilla. Su
actitud política es evidente y se refleja en las particiones de la Junta Santa reunida en
Ávila: los comuneros querían una monarquía cuya columna vertebral fuera la burguesía
urbana. La derrota de los comuneros en la batalla de Villalar (1521) favoreció la
consolidación del absolutismo monárquico en Castilla.
En el ámbito exterior, la política de Carlos I giró en torno a su idea imperial. Tuvo en
Francia su mayor rival ya que Francisco I y Carlos V tenían una mutua aspiración a
ceñir la Corona del Rey de Romanos. Los enfrentamientos entre ambos fueron
continuos y se sucedieron cuatro guerras cuyo resultado fue, en términos generales,
beneficioso para la política de Carlos V. La última contienda franco – imperial ya no
contaría con la presencia de Francisco I, muerto en 1547.
Había una crisis abierta en el Imperio por la Reforma Protestante y la extensión del
luteranismo que el emperador intentó atajar con la convocatoria de un concilio. No
obstante, sus esfuerzos llegaron demasiado tarde y las armas hablaron primero
(Mülhberg 1547). Los príncipes protestantes se aliaron con Enrique II, nuevo rey
francés, que ocuparía varias ciudades episcopales. El emperador concertará la paz de
Augsburgo (1555) que sancionaba la división entre principados católicos y protestantes
en el Imperio.
Las relaciones con Inglaterra fueron cálidas y gélidas, dependiendo de la actitud de
Enrique VIII con su esposa, la reina Catalina, tía del emperador y estarían
condicionadas por las relaciones con Francia. Ocurrieron otros fenómenos como la
guerra secreta con Portugal por el dominio de las Molucas, solucionada en el Tratado de
Zaragoza (1529), la Reforma y la expansión turca con Solimán el Magnífico.
En 1556, Carlos abdica en Bruselas y reparte sus dominios entre su hermano Fernando y
su hijo Felipe.
Los primeros años de reinado de Felipe II (1556-1560) están dominados por la “política
heredada” cuyo hecho fundamental fue la guerra contra Francia. En el conflicto contra
Francia hay que distinguir dos vertientes: la guerra contra Enrique II y la guerra contra
el Pontífice. Tras las victorias españolas en San Quintín y Gravelinas (1558), los
contendientes inician la búsqueda de la paz que culminó con el Tratado de Cateau –
Cambrésis.
Entre 1560 y 1598 se desarrollará la política personal de Felipe II que se caracterizó por
la aparición de partidos en la corte como consecuencia de la revuelta de los Países
Bajos. El primero es el de las Palomas, encabezado por Ruy Gómez da Silva y Antonio
Pérez, cuyo objetivo era resolver el conflicto de los Países Bajos por medios pacíficos.
El segundo partido era los Halcones, encabezados por el duque de Alba, que pretendía
utilizar las armas para acabar con la revuelta. Ambos partidos desaparecieron en 1579
con la detención de Pérez.
En el ámbito de la política interior trataremos dos ámbitos: el Eje Mediterráneo y el Eje
Atlántico. Respecto al Eje Mediterráneo, Felipe II tuvo que enfrentarse a la sublevación
de los moriscos granadinos. La rebelión fue sofocada, los moriscos dispersados pero el
reino de Granada quedó arruinado. En cuanto al problema turco, en 1571 se firmaban
las capitulaciones de la Santa Liga. En 1577, España firmaba una tregua con el sultán
Mohamed Alí, lo que suponía una larga etapa de paz en el Mediterráneo.
En cuanto al Eje Atlántico, el principal problema fue la sublevación de los Países Bajos
en 1568. Además, la orden de Felipe II de suprimir la convocatoria de los Estados
Generales y el alejamiento progresivo de la aristocracia de las tareas de gobierno
provocaron un descontento que se tradujo en manifestaciones contra la situación y la
Iglesia.
El proceso se generaliza a raíz de los disturbios de verano de 1566 y tendría en
Guillermo de Orange su principal animador. Felipe II combatirá la sublevación con la
fuerza, el pactismo y con las armas. No obstante, Alejandro Farnesio consolidó al sur un
bloque católico, la Unión de Arrás (1579). La cesión de los Países Bajos a Isabel clara
Eugenia y su esposo el archiduque Alberto (1598) fue un aplazamiento de la solución
final que llegará en el siglo siguiente.
Durante la década de los años 80 se produjo la anexión de Portugal y el enfrentamiento
con la Inglaterra de Isabel I. Las causas del enfrentamiento con Inglaterra fueron: las
intromisiones inglesas en los mercados americanos y el apoyo prestado por los ingleses
a los rebeldes flamenco. Todo ello llevó a Felipe II a planear la invasión de Inglaterra
que culminó con el desastre de la Invencible (1588).
En la década de los 90 se agrava la sublevación flamenca y los problemas internos se
complican con la crisis económica castellana y la bancarrota de 1596. En este contexto
se firmaba la paz de Vervins (1598) con Francia y Felipe II cede los Países Bajos a su
hija Isabel Clara Eugenia.
El siglo XVII marca el comienzo de la decadencia, que se irá agudizando con los
reinados de Felipe III, Felipe IV y Carlos II.
En 1598, Felipe III (1598-1621) sucedió a su padre al frente de la monarquía hispánica.
El aspecto más destacado en política interior fue la expulsión de los moriscos en 1609.
En política exterior, el gobierno de Felipe III fue conservador debido a los apuros
económicos del reino. Las relaciones con Francia siguieron siendo tensas, aunque hubo
un acercamiento. Con Inglaterra se acordó el Tratado de Londres (1604) y con las
Provincias Unidas la tregua de los Doce Años (1609). Sin embargo, los reputacionistas,
embajadores y gobernadores formados en el reinado de Felipe II, llevaron a cabo una
política agresiva en Europa.
En 1698 se inicia la Guerra de los Treinta Años. En ese mismo año Lerma fue sustituido
por su hijo el Duque de Uceda hasta la muerte de Felipe III en 1621. Pero el verdadero
vencedor es Baltasar Zúñiga, líder de los reputacionistas.
Felipe IV inicia su reinado en 1621 hasta 1665. Su valido, Gaspar de Guzmán (Conde
Duque de Olivares) fue quién pretendió fundamentar legalmente su gobierno
acaparando cargos.
En política exterior, Olivares pretendía que España se hiciera respetar, que fuera
reconocida como potencia hegemónica. El año 1621 coincide con el fin de la Tregua de
los Doce Años con Holanda y con la participación de España en la Guerra de los Treinta
Años, conflicto que se prolongaría con el enfrentamiento hispano-francés.
En política interior, Olivares pretendió implantar un programa de gobierno que se
basaba en una reforma administrativa y socioeconómica, una reforma financiera y una
reforma constitucional. Ninguna de las reformas tendría éxito, incluso derivaron en
varias sublevaciones (Cataluña, Portugal, Andalucía, Aragón, Nápoles y Sicilia) entre
1640 y 1647. Portugal, por su parte, se independizó definitivamente tras la muerte de
Felipe IV, aunque Madrid no reconoció su independencia hasta 1668.
En 1643 se produjo la caída de Olivares, cuyo puesto ocupó Luis de Haro, aunque con
la participación de Felipe IV en las tareas de gobierno, y aconsejado por Sor María de
Ágreda. Con este planteamiento Felipe IV vive la fase final de la crisis: Tratado de
Westfalia (1648) y la Haya (1648) con el reconocimiento de las Provincias Unidas, el
fin de la guerra con Francia (Paz de los Pirineos 1659) y la guerra con Portugal. En
definitiva, el fin de la hegemonía española en Europa.
El reinado de Carlos III es considerado el periodo de máxima crisis en la historia de la
Monarquía Hispánica.
Felipe IV dejó establecido que Mariana de Austria sería la regente de su hijo Carlos
hasta su mayoría de edad (lo que ocurriría en 1675). La regente estaría asesorada por
una Junta de Gobierno, compuesta por seis miembros. La regente buscó en su confesor,
el padre Nithard, un apoyo más directo y a partir de 1673, en José de Valenzuela.
La alta nobleza, opuesta al valido, firma el “Manifiesto de Grandeza” y D. Juan José de
Austria se hace con el gobierno entre 1677 -1679. Se le atribuyen dos medidas
importantes: la creación de la Real y General Junta de Comercio (1679) y la reforma
monetaria en 1680.
En 1680, el Duque de Medinaceli es nombrado primer ministro. Dimite en 1685 y es
sustituido por el Conde de Oropesa, creador de la Superintendencia de Hacienda.
Una de las principales cuestiones que toman protagonismo al finalizar el reinado de
Carlos II es su falta de descendencia, lo que originó un grave problema sucesorio.
Tras el hostigamiento constante de Francia, durante el reinado de Carlos II se firma la
paz de Ryswick (1697) en la que España perdió alguna de las plazas entregadas
anteriormente. El rey Luis XIV intentaba reconciliarse con España para situar en su
trono a su nieto Felipe de Anjou (futuro Felipe V). Luis XIV maniobró con gran
habilidad: envió negociadores expertos, se atrajo al Cardenal Portocarrero y otros
influyentes cortesanos, y estos argumentando que el único medio de evitar la guerra y
defender la unidad del Imperio era nombrar rey a un borbón. Arrancaron a Carlos en su
lecho de muerte dando fin al reinado de los Habsburgo en España (1700).
El tercer punto a tratar son los aspectos económicos de este periodo.
La población española pasa por dos etapas: Durante el siglo XVI se produce un
crecimiento demográfico alcanzando más de 8 millones de personas en 1600. Sin
embargo, como afirma Reglá, durante el siglo XVII se produce una disminución de la
población por las pestes, la emigración y un aumento de la edad del matrimonio.
La sociedad de este periodo era estamental. Durante este periodo, se definió la
aristocracia, se produjo un aumento importante del clero, disminuyeron los grupos
medios de la población, se produjo un paulatino deterioro del nivel de vida de las capas
bajas de la población y el aumento de pícaros y bandoleros.
Respecto a la economía, trataremos el mundo rural, las manufacturas, el comercio y la
hacienda.
La España de los siglos XVI y XVII es una sociedad fundamentalmente rural. La
agricultura y la ganadería en este periodo presentaron las siguientes características:
En la Agricultura existió una importante inversión de capitales en la primera mitad del
siglo XVI. El mercado de las tierras era casi nulo, ya que casi la totalidad de las tierras
estaban amortizadas en manos de la Iglesia y los municipios o estaban sujetas
jurídicamente bajo la forma de mayorazgos.
En la evolución de la producción pueden distinguirse según Gelabert las siguientes
etapas:
A) De 1500-1580: fue una etapa de expansión por el aumento de la población y la
colonización de América. Se roturaron nuevas tierras y los campesinos
invirtieron importantes cantidades de dinero para comprar las pocas tierras libres
y mejorar la producción mediante los censos al quitar.
B) De 1580 a 160: fue una etapa de estancamiento. El modelo de crecimiento
anterior se viene a bajo por el progresivo autoabastecimiento de América y el fin
del crecimiento demográfico.
C) De 1680 – 1700: fue una etapa de recuperación. En este periodo se produce una
recuperación de la producción agraria, gracias al aumento de la población, de las
tierras cultivables y a la introducción de nuevos cultivos.
La ganadería lanar era el principal producto de exportación castellano desde los tiempos
de los Reyes Católicos y la base de la economía castellana. Se distinguen dos etapas:
A) De 1500 – 1556: es la etapa de máxima expansión de la ganadería lanar,
favorecida por el triunfo de la aristocracia en la rebelión de los comuneros y por
el apoyo de Carlos I.
B) De 1556 – 1700: fue una etapa de crisis, como consecuencia de la expansión
agraria y de los ataques a la Mesta. A finales del siglo XVII, la Mesta estaba
caen cuasi bancarrota.
El segundo aspecto económico a considerar son las manufacturas. Las manufacturas en
este periodo pasaron numerosas vicisitudes que hicieron que, a finales del siglo XVII,
España estuviera rezagada con respecto a otros países como Francia, Inglaterra o Países
Bajos. A este retraso contribuyó sin duda la progresiva disminución de los grupos de
productores medios.
En este ámbito destacamos los siguientes aspectos:
A) 1500 – 1549: se produce un auge espectacular de las manufacturas españolas,
especialmente las textiles. Sin embargo, esta industria tenía un gran
inconveniente: el carácter limitado de la materia prima disponible. Fue esta
carencia de materia prima, lo que limitó la oferta de productos textiles de lana,
provocando una auténtica revolución de los precios. Para hacer frente a este
aumento de los precios, Carlos I autorizó en 1548 la importación de tejidos de
lana flamencos que arruinarían las manufacturas castellanas.
B) Entre 1550 y 1680 se produce el hundimiento de las manufacturas españolas, de
las que se exceptúan la producción de armas de fuego en Vascongadas.
C) A partir de 1680, se inicia un periodo de recuperación con la creación de la Junta
de Comercio y Moneda (1679).
El comercio interior y exterior en España era de gran volumen. A pesar de esto, el
pequeño comercio chocaba con multitud de trabas legales. La única excepción eran los
productos de lujo que dio lugar a los Cinco Gremios Mayores en Madrid.
La burguesía mercantil estaba ligada al comercio internacional. Fue el motor de
desarrollo de las plazas de Levante, abrió los puertos cantábricos con el norte de
Europa, mientras que en la Baja Andalucía se desarrolló el comercio de Indias. El
comercio con el norte de Europa favoreció el desarrollo de las ferias de Medina del
Campo, Rioseco o Villalón.
La coyuntura económica del siglo XVI se vio inmersa en la Revolución de los Precios.
Hamilton sentó las bases para su estudio con su libro clásico basándose en algunas de
las opiniones de Azpilicueta, Tomás de Mercado, Ortiz y Bodín. El estudio verificó la
correlación entre llegada de metales preciosos de Indias y la subida de precios en
Europa. En términos globales, los precios se cuadruplicaron durante el siglo XVI.
Actualmente, se considera que además de la llegada de oro y plata para explicar la
subida de precios se deben tener en cuenta otros factores como: la creación de juros por
Carlos V con sus consecuencias inflacionistas, el derecho de la aristocracia española, y
sobre todo el impacto del aumento de la demanda en una economía subdesarrollada.
El Imperio de Carlos (estado) era una construcción jurídica sin unidad material
(economía precaria). El consejo de Hacienda proporcionó a Carlos lo esencial de sus
recursos. Respecto al oro y plata americano, Carlos no contento con su parte (quinto
real) se incautó repetidamente del que llegaba para particulares, a los que compensaba
con juros. El resultado fue un endeudamiento creciente de la Corona en una doble
dirección: deuda a largo plazo, representada por los juros, con los particulares, y deuda
a corto plazo con los baqueros reales.
El pilar básico de la reorganización administrativa llevada a cabo por Felipe II fue el
robustecimiento de la Hacienda Real, Felipe II instauró nuevas fuentes de ingresos y
aumentó algunas de las existentes. Felipe II obtuvo de la Iglesia la regularización de la
Bula de la Cruzada, el Subsidio Eclesiástico y el Excusado.
La barrera aduanera que rodeaba a Castilla estaba formada por: los “diezmos de la mar”,
el Almofarifazgo Mayor y los “puertos secos”. El servicio trienal que concedían las
Cortes se fijó definitivamente en 1591 en la cifra de 148 millones de maravedíes
anuales. Estos recursos fueron empleados casi en su totalidad en la política exterior,
pero eran insuficientes. La Hacienda siguió usando los mismos recursos de emergencia:
emisión de deuda pública, árbitros diversos, bancarrotas periódicas (1557, 1575, 1594)
y hacia el fin del reinado, imposición de la contribución de “Millones”.
Tras el breve paréntesis del reinado de Felipe III, el reinado de Felipe IV generó nuevas
fuentes de ingresos: se vendieron centenares de pueblos, se vendieron cargos públicos,
se agravaron todos los artículos de uso corriente y se desvalorizó varias veces la
moneda.
Para finalizar debemos señalar las medidas que tuvieron unas repercusiones más
negativas en las finanzas y el estado. Estas son: la venta de cargos públicos y las
alternaciones monetarias de la moneda del vellón.
Por último, abordamos los aspectos culturales de este periodo, donde se produjo una
paradoja entre la realidad social de la mayor parte de la población y la proliferación de
una generación literaria y artística de enorme calidad. Esta generación es la que eleva a
las artes a las más altas cotas de creatividad y denominada “Siglo de Oro”.
El porcentaje de analfabetismo era elevadísimo. Las academias eran escasas y las
universidades durante el siglo XVI fueron disminuyendo durante el siglo XVII y sus
planes de estudios quedaron anticuados. A este panorama hay que añadir la prohibición
de estudiar en universidades extranjeras desde 1559 y la férrea censura sobre todas las
obras impresas en España o importadas del extranjero.
Así, en el pensamiento político destacan las siguientes escuelas. En el siglo XVI, la
Escuela de Salamanca, representada por Francisco de Vitoria, Domingo de Soto y
Francisco Suárez. En el siglo XVII destacan dos escuelas: Los Antimaquiavélicos dónde
Saavedra y Fajardo defienden la presencia de dios en los asuntos humanos. Y los
Críticos sociales, que se caracterizan por sacar a la luz los males que afectan a la
sociedad española.
En el pensamiento económico destacan las siguientes escuelas. En el siglo XVI, Luis
Ortiz realiza el famoso Memorial de 1558 que constituye la primera manifestación
auténticamente mercantilista de la Historia ya que defiende la idea de aumentar las
exportaciones y disminuir las importaciones para aumentar el nivel de metales preciosos
del país. En este mismo siglo está la Escuela de Salamanca, representada por Tomás de
Mercado y Martín de Azpilicueta que ponen las bases de la economía cuantitativa. En el
siglo XVII lo más destacado es el pensamiento arbitrista, integrado por una serie de
pensadores que presentan una serie de “arbitrios” o remedios, para paliar la situación
española. Hay dos escuelas fundamentales: los Agraristas, representados por Fernández
de Navarrete y González de Cellorigo y la Escuela de Toledo, representada por Sancho
de Moncada y Juan Vázquez.
En el campo de la ciencia, destacan las siguientes aportaciones. En el siglo XVI destaca
sobre todo la ciencia práctica. Martín Cortes pone las bases de la ciencia náutica, con su
obra “El arte de navegar”. En el siglo XVII, destacan las siguientes aportaciones:
Durante el reinado de Felipe III, destaca la figura de Alonso Barba, que perfeccionó los
procedimientos de Medina y se considera el padre de la metalurgia moderna. Durante el
reinado de Felipe IV, destaca la figura de Sobremonte, que introduce en España las
teorías de Harvey sobre la circulación sanguínea. Durante el reinado de Carlos II,
destaca n el médico Juanni y los grandes matemáticos Caramuel y Zaragoza.
Por último, no puede dejar de citarse los grandes escritores de este periodo, como
Cervantes, Garcilaso de la Vega, Calderón de la Barca, Quevedo o Góngora así como la
evolución de las artes plásticas que vivió un momento de gran esplendor. Se edificaron
varias catedrales en el siglo XVI y numerosos palacios y monasterios. Felipe II, al fijar
la corte, en Madrid comenzó el embellecimiento de sus alrededores, destacando el
palacio- monasterio de San Lorenzo de El Escorial.
En las artes plásticas, hay que destacar en la segunda mitad del siglo XVI la figura de El
Greco en pintura y Gregorio Fernández en Escultura. El siglo XVII brilla con multitud
de escuelas regionales entre las que destaca la figura de Velázquez.

BIBLIOGRAFÍA
- KAMEN, H (2005): La España de Carlos II, Barcelona: RBA.
- LYNCH, J. (2007): Los Austrias. Barcelona: Crítica.
- PARKER, G. (2010): Felipe II: La biografía definitiva. Barcelona: Planeta.

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