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BLOQUE 4: ESPAÑA EN LA ÓRBITA FRANCESA: EL REFORMISMO DE

LOS PRIMEROS BORBONES (1700-1788)

Representa una línea del tiempo desde 1700 hasta 1788, situando en ella
los principales acontecimientos históricos.

La España de los Primeros Borbones

1700 Felipe V, el primer Borbón en España, inicia su reinado

1701 Comienza la Guerra de Sucesión

1704 Los ingleses se apoderan de Gibraltar

1707 Batalla de Almansa. Felipe V firma el primero de los Decretos de Nueva


Planta

1713 Tratado de Utrecht. Nuevo equilibrio europeo

1724 Felipe V abdica en Luis I, quien muere ese mismo año y Felipe V vuelve a
reinar

1733 Felipe V y Luis XV firman el primer Pacto de Familia

1743 Segundo Pacto de Familia

1746 Muere Felipe V. Le sucede Fernando VI

1752 Ensenada impulsa la construcción de la flota y ordena elaborar un catastro


que lleva su nombre

1759 Muere Fernando VI. Carlos III es proclamado rey de España

1761 Tercer Pacto de Familia entre Carlos III y Luis XV

1765 Se crea en Vergara la vascongada, primera Sociedad Económica de


Amigos del País

1766 Motín de Esquilache

1767 Repoblación de Sierra Morena

1788 Muere Carlos III en vísperas de la Revolución francesa. Carlos IV inicia su


reinado.
28. Explica las causas de la Guerra de Sucesión Española y la composición
de los bandos en conflicto

A finales del siglo XVII, las principales monarquías europeas se preparaban para
disputarse el control de los territorios de la antaño poderosa monarquía católica.
Había hasta tres príncipes que se consideraban con derecho a ocupar el trono
español si, como todo indicaba, quedaba vacante: José Ferndando de Baviera,
el archiduque Carlos de Austria y el Borbón Felipe de Anjou.

Las muerte de Carlos II sin descendencia y su decisión de nombrar heredero al


nieto de Luis XIV de Francia, el duque Felipe de Anjou, significó la sustitución de
los Austrias por los Borbones en el trono español. En 1700 fue proclamado rey
como Felipe V, en Madrid y en las principales ciudades de la monarquía;
mientras en el resto de las cancillerías europeas empezaron a temer el enorme
poder que los Borbones concentraban en sus manos.

Las Provincias Unidas (nombre con el que se conocía a Holanda tras haberse
independizado de España), que habían tenido que defenderse de los ataques
del monarca francés, se sintieron amenazadas. El emperador Leopoldo I, cabeza
de la otra rama de la casa de Austria, rechazó el testamento de Carlos II al
considerar que los derechos sucesorios correspondían a su familia, y propuso
como rey a su hijo menor, el archiduque Carlos. Para Inglaterra también suponía
una amenaza que los Borbones acumularan tanto poder.

La monarquía hispánica era un gigante enfermo que pugnaba por dejar atrás la
grave crisis del siglo XVII. Pero sus posesiones en Europa eran todavía muy
importantes y su imperio colonial podía proporcionar enormes recursos, por lo
que era una herencia apetecible. Por ello, en 1701, imperiales, ingleses y
holandeses firmaron la Gran Alianza de la Haya. Se negaban a aceptar como
rey al duque de Anjou y declararon la guerra a los Borbones (España y Francia).

La contienda fue una lucha dinástica que enfrentó a Austrias y Borbones a la que
muy pronto se sumaron Portugal y Saboya. Un conflicto internacional donde se
dirimieron rivalidades políticas y económicas entre los bandos enfrentados. Pero
también fue una guerra civil, al proclamar rey al archiduque Carlos la Corona de
Aragón, mientras que Castilla apostaba por Felipe V. Los primeros fueron
conocidos como austracistas, mientras que a los segundos se les denominó
borbónicos o felipistas. Aunque inicialmente, la guerra fue favorable para la Gran
Alianza, Felipe de Borbón terminó por imponerse, al vencer primero en Almansa
(1707) y posteriormente en Villaviciosa. También influyó en el desenlace del
conflicto el hecho de que el archiduque Carlos heredó en 1711 el imperio
austriaco, por lo que perdió el apoyo de ingleses y holandeses, temerosos de
que se concentrase tanto poder en el mismo monarca.

Detalla las características del nuevo orden europeo surgido de la Paz de


Utrecht y el papel de España en él.

Se denomina genéricamente Paz de Utrecht (1713) a una serie de tratados


bilaterales, entre los que se encuentran también Rastadt y Baden (1714),
firmados entre los contendientes de la Guerra de Sucesión española. No se limitó
a poner fin a la Guerra, también acabó con la hegemonía ejercida por Francia en
la segunda mitad del siglo XVII e inauguró un nuevo orden internacional basado
en el equilibrio entre las tres potencias rivales:

- Inglaterra se convirtió en la gran potencia del siglo XVIII. Fue la gran


vencedora del conflicto e inició un imparable ascenso como nueva
potencia mundial. A través de diferentes tratados obtuvo todo tipo de
ventajas, destacando la concesión del asiento de negros (monopolio
para introducir esclavos negros en la América española durante treinta
años), el navío de permiso (autorización para enviar a América un
navío al año con 500 toneladas de mercancías para su venta) y los
enclaves territoriales de Gibraltar y Menorca, los cuales facilitaban la
penetración en el Mediterráneo.
- Francia conservó su primacía en el terreno intelectual, pero sufrió las
consecuencias del desgaste bélico impuesto por Luis XIV.
- Austria se convirtió el territorio más extenso y poblado de Europa tras
las adquisiciones de Utrecht (Países Bajos, el ducado de Milán,
Nápoles y Cerdeña), aunque su debilidad era la falta de unidad de su
imperio.
- España, frente a esto, fue la gran perdedora, ya que, a cambio del
reconocimiento de Felipe V como rey, tuvo que ceder todos sus
territorios europeos y renunciar a la unión dinástica de los reinos
español y francés.

Define qué fueron los Decretos de Nueva Planta y explica su importancia


en la configuración del nuevo Estado Borbónico

La rebelión de los territorios de la Corona de Aragón, que proclamaron rey al


archiduque Carlos, hizo que Felipe V los considerase territorios conquistados.
Anuló sus fueros y promulgó los Decretos de Nueva Planta (Valencia y Aragón
en 1707, Mallorca en 1715 y Cataluña en 1716), que extendieron a dichos
territorios el modelo político castellano.

Los Decretos de Nueva Planta permitieron a Felipe V y a sus ministros organizar


un nuevo modelo de Estado. Estaba basado en las instituciones y leyes de
Castilla y dio lugar a un gobierno centralizado, muy diferente al de los Austrias.

En la organización del nuevo Estado quedó patente la influencia francesa,


modelo al que se siguió para la centralización. En los territorios que habían
formado parte de la corona de Aragón, no solo se suprimieron los fueros y las
instituciones (cortes), sino que en cada uno de ellos se estableció un capitán
general, sustituto del antiguo virrey, y una audiencia, al tiempo que se les
imponía un nuevo sistema tributario que fijaba un cupo de recaudación para cada
reino: la llamada contribución única de Aragón, el equivalente en Valencia, la
talla en Mallorca y, el Catastro en Cataluña. En el caso de Cataluña, se
estableció también que las causas de la Real Audiencia se sustanciaran en
castellano, lo que perjudicaba a la lengua catalana.

Con todo ello se consiguió en gran medida la monarquía unitaria a la que había
aspirado el conde duque de Olivares en el XVII; aunque se mantuvieron los
fueros e instituciones vascos y navarros por la fidelidad de estos territorios al
bando borbónico durante la Guerra de Sucesión.

Explica qué relación existe entre la expulsión de los jesuitas y la política


regalista desarrollada por los primeros Borbones en España

Los decretos de Nueva Planta fueron la primera medida centralizadora, a la que


siguieron importantes reformas. En la línea del centralismo y la uniformización
bajo el poder absoluto del monarca, aparece el regalismo, política que defendía
la preeminencia del poder temporal sobre el espiritual. Ésta, era rechazado por
la Compañía de Jesús, cuyos miembros, junto a los tres votos de cualquier orden
religiosa (pobreza, castidad y obediencia), debían hacer voto especial de
obediencia directa al Papa. Es por ello que los jesuitas eran vistos como una
amenaza por los monarcas españoles del siglo XVIII, puesto que la Compañía
no reconocía la supremacía real por encima de la del Sumo Pontífice.

Explica qué fueron los Pactos de Familia, qué países los firmaron y qué
finalidad se perseguía con ellos.

En cuanto a la política exterior, tienen lugar los Pactos de Familia. Alianzas


establecidas entre las monarquías de España y Francia contra Gran Bretaña con
la intención de paliar los resultados negativos que tuvo el tratado de Utrecht. El
nombre alude al parentesco de las casas reinantes en ambos países,
pertenecientes a la dinastía borbónica. Fueron tres los pactos firmados entre
ambos países.

Los dos primeros resultaron de la alianza de Felipe V con Luis XV de Francia


contra los ingleses. El resultado fue la participación de España en las guerras de
sucesión de Austria y Polonia, que permitieron a Carlos III, hijo mayor de Isabel
de Farnesio(segunda mujer de Felipe V) convertirse en rey de Nápoles, y al
segundo gobernar los ducados de Guastalla y Plasencia.

El tercero se firmó al poco tiempo de acceder al trono Carlos III, en 1761. Éste
llegó a un acuerdo con Luis XV de Francia para poder encarar el creciente
contrabando y las agresiones que sufrían las colonias españolas por parte de los
ingleses. Supuso la entrada de España en la Guerra de los Siete Años, que
enfrentaba a británicos y franceses por el dominio colonial.

Comenta las ideas fundamentales de la Ilustración y define el concepto de


Despotismo Ilustrado

La Ilustración fue el fenómeno cultural e intelectual de mayor trascendencia en


la Europa del siglo XVIII, también conocido como Siglo de las Luces. Su origen
y mayor desarrollo estuvieron en Francia, aunque sus fuentes procedían también
de otros países (Inglaterra) y de épocas anteriores.

El pensamiento ilustrado partía de los logros de la revolución científica del siglo


XVII, que llevaron a la conclusión de que la naturaleza se regía por leyes
comprensibles para la razón humana y que podían ser formuladas
científicamente.
La Ilustración se basó en el culto a la razón, ya que ésta no sólo podía explicar
las leyes de la naturaleza, sino también el funcionamiento de la sociedad y el
comportamiento humano, e incluso perfeccionarlos.

En consecuencia, la sociedad se debía organizar racionalmente, rechazando


muchas de las viejas creencias y prácticas sociales tradicionales. Así, las dos
grandes consignas de este siglo XVIII, expansivo y optimista, fueron el progreso
y la felicidad popular, entendida en el sentido actual de bienestar social.

En relación con el propósito de racionalizar el Antiguo Régimen sin destruirlo, se


impuso en la Europa del siglo XVIII, como ideal político, el Despotismo Ilustrado,
que se basaba en dos principios fundamentales: el poder absoluto de la
monarquía, lo que no suponía ninguna ruptura con el sistema anterior; y el ideal
del rey filosófico, asistido por las minorías ilustradas del país, que sabía lo que
le convenía sus súbditos y estaba en condiciones de impulsar la reforma racional
de la sociedad en todos los aspectos necesarios para el progreso y la felicidad
de su pueblo. Esta filosofía queda resumida en la frase: “todo para el pueblo,
pero sin el pueblo”.

En España su máximo representante fue Carlos III, pero desde Felipe V, se


venían impulsando reformas que abarcaron aspectos de la vida social, política y
económica. España conoció cuarenta años de reformas en los que los ilustrados
pretendieron adaptar el país a las necesidades del momento. Empezaba a
hablarse de la necesidad de aplicar unas mismas leyes en todo el territorio,
mientras el castellano se extendía como lengua de la administración. Figura
clave en esta reforma fue don Zenón de Somodevilla, marqués de la Ensenada
(1702-1781).

Explica quién fue el marqués de la Ensenada y señala en qué consistió y


cuál era la finalidad del catastro que llevó a cabo en 1749

El marqués de la Ensenada fue un político español que ocupó diversos cargos


(secretario de Hacienda, Guerra y Marina, superintendente general de Rentas,
secretario y consejero de Estado) durante los reinados de Felipe V, Fernando VI
y Carlos III, desde los que impulsó reformas modernizadoras en la línea del
pensamiento ilustrado. Entre las medidas desarrolladas por el marqués estuvo
la elaboración del Catastro de Ensenada, un documento que recogía multitud de
datos sobre población, cultivos o actividades económicas, cuyo objetivo era
racionalizar la Hacienda Pública mediante el establecimiento de un impuesto
único que sustituyese la maraña de tributos existentes.

Señala las causas y consecuencias del Motín de Esquilache.

La subida al trono de Carlos III significó en el interior de España la culminación


del proceso de reformas emprendido por sus antecesores. El monarca llegó a
nuestro país acompañado de varios ministros italianos, como Esquilache y
Grimaldi, ligados al espíritu de la Ilustración, que alcanzó en este reinado su
máxima expresión. Sirvan de ejemplo las importantes reformas urbanas
acometidas en Madrid: alumbrado público, abastecimiento de agua, mejora de
la red de alcantarillado, obras como la Puerta de Alcalá, el actual Museo del
Prado o el Jardín Botánico. Obras que llevaron a denominar a Carlos III como “el
mejor alcalde de Madrid”.

No obstante, la acción de Carlos III tendió también a cambiar los usos y


costumbres arraigados entre la población. Así pues, su reinado no estuvo exento
de tensiones entre los sectores mas inmovilistas, defensores de las tradiciones.
Los cambios que afectaron a la indumentaria tradicional (capa larga y sombrero
de ala ancha), que se pretendía sustituir por el pequeño capote y el tricornio,
provocaron gran malestar. Fue esta la excusa que utilizaron quienes no veían
con buenos ojos otras reformas de mayor calado para provocar un motín,
conocido como Motín de Esquilache.

El rey transigió con los alborotadores: ordenó que se bajase el precio del pan,
otro de los motivos del motín, y destituyó a Esquilache. Tras la caída de éste,
Carlos III optó por ministros españoles, como Campomanes, Aranda o
Floridablanca, quienes llevaron a cabo importantes reformas en la línea del
despotismo ilustrado.

Además, pocos meses después del motín, Carlos III decidió expulsar a la
Compañía de Jesús, pues en los círculos cortesanos se culpaba a los jesuitas
de ser los inductores de la protesta popular y de oponerse al regalismo de la
Corona.

Señala las medidas más relevantes emprendidas por los monarcas


ilustrados en el ámbito poblacional y para el desarrollo del sector agrario.

En el siglo XVIII se produjo en España una recuperación demográfica. La


población pasó de unos 7,5 millones de habitantes en 1700 a casi 11,5 millones
al concluir el suglo. Ello obedecía a la disminución de la mortalidad por mejoras
agrarias y a la ausencia de enfermedades como la peste, aunque había
frecuentes epidemias de cólera y fiebre amarilla, y hambrunas por malas
cosechas.

Se elaboraron los primeros censos de población individualizados: Censo e


Aranda, censo de Floridablanca (1787).

En el terreno agrario, los ilustrados eran decididos partidarios de modernizar las


estructuras de propiedad y tenencia de la tierra, y de fomentar el crecimiento de
la producción agraria. El peligro de amotinamientos, motivados por el hambre,
convenció a los intelectuales de la necesidad de una rápida reforma agraria.
Consideraron un gran problema las enormes propiedades acumuladas por la
nobleza y la Iglesia, a las que responsabilizaban del atraso del campo. La mayor
parte de la tierra, en torno al 80%, estaba fuera del mercado, sometidas a un
tipode propiedad vinculada y amortizada (propiedad en manos muertas) que las
condenaba a ser explotadas con bajísimos rendimientos.

Las primeras medidas reformistas llegaron durante el reinado de Carlos III, quién
trató de repartir las tierras comunales entre los campesinos extremeños con el
fin de crar una clase campesina independiente, alejada de la conflictividad social.
Pablo de Olavide, responsable del gobierno en Andalucía y preocupado por los
problemas del sur español, trató de corregir el despoblamiento de la zona de
Sierra Morena mediante la colonización de estas tierras. Como refuerzo
demográfico de las vías de enlace entre Castilla y Andalucía, seis mil colonos
alemanes, holandeses y españoles fueron instalados en una treintena de
pueblos y aldeas en torno a tres nuevos centros: La Carolina, la Carlota y la
Luisiana.

Explica la política industrial de la monarquía y las medidas adoptadas


respecto al comercio con América

Los nuevos monarcas borbónicos se propusieron potenciar la producción


industrial española, para lo cual llevaron a cabo una política económica que
básicamente se puede resumir en tres medidas:

- El proteccionismo de la industria española, por el cual se prohibía, por


ejemplo, la importación de telas de Asia, lo que favoreció
especialmente a la industria textil catalana.
- La creación de manufacturas reales de artículos de lujo, según el
modelo aplicado en Francia por Colbert, ministro de Luis XIV. Eran
fábricas fundadas por el Estado en las que se contrataba a
especialistas extranjeros para que enseñaran las nuevas técnicas de
producción. Su control corría a cargo de representantes estatales y el
objetivo era satisfacer la demanda de la nobleza y el clero de artículos
de lujo con productos fabricados en el país e, incluso, exportarlos. Así
se dejaría de importar del extranjero y el dinero no saldría de España.
Sin embargo, estas manufacturas terminarían fracasando por resultar
sus productos demasiado caros, debido al excesivo control burocrático
y a la aplicación de técnicas poco productivas.
- El fomento de la construcción naval en astilleros reales (Cádiz, El
Ferrol, Cartagena), para facilitar el comercio por mar y la flota de
guerra. Esta actividad sí fue un éxito, ya que España llegó a tener la
tercera flota de guerra del mundo, imprescindible para segurar su
imperio colonial.

En cuanto al comercio con América ha de decirse que fue una de las actividades
económicas que atrajo más el interés de la monarquía. Si en los siglos XVI y XVII
los Austrias habían reducido el imperio colonial americano a una simple fuente
de metales preciosos para financiar sus guerras, la nueva dinastía descubrió en
América una importante fuente de ingresos mediante una explotación económica
de tipo colonial, como proveedora de materias primas (tabaco, cacao, azúcar) y
como mercado de consumo de productos peninsulares. Para ello se adoptaron
diferentes medidas:

- En un primer momento se imitaron las prácticas inglesas y holandesas


y se crearon compañías comerciales privilegiadas y monopolísticas.
- Más adelante, y ante la imposibilidad de satisfacer la demanda
americana de productos por el rígido sistema de monopolio gaditano
(Cádiz había sustituido a Sevilla como ciudad de registro y embarque
de mercancías) se adoptaron medidas liberalizadoras del comercio
con América, que permitieron agilizar y aumentar los intercambios.
Sirva de ejemplo la sustitución del tradicional sistema de flotas por el
ágil sistema de registros, o los decretos de autorización del libre
comercio directo de los puertos americanos con los peninsulares.

Especifica las causas del despegue económico de Cataluña en el siglo XVIII

Cataluña representaba, dentro del conjunto de la economía española del siglo


XVIII, un caso particular, pues experimentó durante esta centuria un despegue
económico que la convirtió en la zona más dinámica y avanzada de España, y la
única encaminada con una trayectoria firme hacia la revolución industrial.

La explicación radica en parte en la situación especial del campo catalán. Desde


la Edad Media los propietarios feudales catalanes habían cedido el disfrute de la
tierra a los campesinos en contratos perpetuos o a muy largo plazo a cambio de
una renta fija. Con el paso del tiempo y la inflación, dicha renta había quedado
reducida a una cantidad simbólica, lo que convertía al campesino catalán en
propietario de hecho de la tierra que trabajaba y, por tanto, tenía incentivos para
realizar mejoras en ella, como plantar vides para comercializar vinos. Pero el
efecto beneficioso de este sistema no sólo se limitaba al campo, sino que
repercutía también en la producción industrial y el comercio.

El campesinado, al orientar su producción al mercado y no al autoconsumo,


disponía de más ingresos y compraba en los mercados aquello que necesitaba
y no producía. Esta demanda campesina estimuló la producción industrial
catalana, que fue reinvirtiendo parte de sus beneficios en la creación de nuevas
industrias, iniciándose así un crecimiento continuo. Por otra parte, la industria
catalana, fundamentalmente textil, se vio favorecida también por la política
proteccionista de la Corona, que prohibió la importación de ciertos productos
extranjeros, como las telas de Asia, para evitar que pudieran hacer la
competencia a los españoles.

Por último, la liberalización del comercio con América resultó especialmente


beneficiosa para Cataluña, ya que desde el puerto de Barcelona se exportaba a
América productos locales en su mayoría (vinos, aguardientes y telas).

BLOQUE 5: LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN (1788-1833). LIBERALISMO


FRENTE A ABSOLUTISMO.

Representa una línea del tiempo desde 1788 hasta 1833, situando en ella
los principales acontecimientos históricos

España entre 1788 y 1833

1788 Comienzo del reinado de Carlos IV

1792 Ascenso de Godoy a primer ministro

1793 Comienzo de la Guerra contra Francia


1795 Paz de Basilea

1796 Primer Tratado de San Ildefonso

1805 Derrota de Trafalgar

1807 Tratado de Fontainebleau

1808 Motín de Aranjuez. José I Bonaparte, rey de España. Comienzo de la


Guerra de la Independencia. Constitución de Bayona

1810 Apertura de las Cortes de Cádiz

1812 Constitución de Cádiz

1813 Tratado de Valençay. Final de la Guerra de Independencia

1814 Retorno de Fernando VII y restauración del absolutismo

1820 Pronunciamiento de Riego y comienzo del Trienio Liberal

1822 Congreso de Verona

1823 Expedición de los Cien Mil Hijos de San Luis y nueva restauración del
absolutismo

1824 Derrota de las tropas españolas en Ayacucho

1833 Muerte de Fernando VII

Describe la Guerra de la Independencia: sus causas, la composición de los


bandos en conflicto y el desarrollo de los acontecimientos.

En 1788 muere el rey Carlos III y accede al trono su hijo Carlos IV, España seguía
presentando claramente rasgos de una sociedad feudoseñorial. El modelo
político del absolutismo ilustrado era incapaz de resolver los graves problemas
de la sociedad española: déficit de la hacienda, crisis de subsistencia,
estancamiento económico.

La influencia revolucionaria de Francia produjo una reacción inmediata en las


autoridades españolas, que se asustaron ante la posibilidad de que se
extendiera el movimiento. Aunque los filósofos racionalistas habían sido los
promotores de las ideas que estaban triunfando en Francia, los ilustrados
españoles, en su mayoría, no eran partidarios de la revolución, sino de una
política de reformas dentro de los márgenes del Antiguo Régimen. La revolución
podía prender a este lado de los pirineos si no se tomaban medidas urgentes
para frenar el contagio. El aislamiento parecía el mejor recurso, y se cortaron las
relaciones con Francia. La inquisición recibió órdenes de amenazar a los
ilustrados sospechosos y cerrar el país a la propaganda política.
En noviembre de 1792, Manuel Godoy asumió el cargo de primer secretario de
Despacho (primer ministro). Un año después, la ejecución de Luis XVI, provocó
que se anularan los Pactos de Familia, y España rompió ss lazos con Francia y
le declaró la guerra.

Godoy, preocupado por los rápidos avances del enemigo en Navarra y Álava,
intentó detener la guerra al margen de sus aliados, y llegó a un acuerdo con los
franceses en la Paz de Basilea, (1795). España recuperaba su integridad
territorial y cedía a Francia su parte de la isla de Santo Domingo y algunas
ventajas comerciales.

En 1796, el Pacto de San Ildefonso restauró la alianza franco-española para


luchar contra Gran Bretaña, convencido Godoy de que la verdadera amenaza a
la monarquía de Carlos IV provenía de la penetración británica en el mercado de
América. Pocos meses más tarde, enfrentada a los ingleses, La Marina española
fue diezmada en la batalla del cabo de San Vicente, con lo que el comercio
ultramarino quedaba desprotegido.

A partid de la toma de poder por Napoleón Bonaparte, en 1799, la corte española


no fue sino una mera comparsa de la política expansionista de Francia. La
debilidad de Carlos IV espoleó el intervencionismo francés, que obligó a Godoy
a dirigir la invasión de Portugal en 1801, con el objetivo de cerrar sus puertas al
comercio británico. En 1802, España se vio envuelta en otra guerra no deseada,
de trágicas consecuencias para su flota, que cayó destrozada en la batalla de
Trafalgar (1805) ante la escuadra del almirante Nelson. Las posesiones
americanas quedaron incomunicadas, y el hundimiento económico de España
se hacía imparable.

Los desastres bélicos unieron a la oposición en torno al príncipe de Asturias, el


futuro Fernando VII, quien no congeniaba con Godoy. Por el contrario, otros
españoles descontentos ponían sus esperanzas en Napoleón, cuya revolución
liberal daba respuesta al deseo de cambio de una minoría ilustrada.

Un buen impulso al complot de los conservadores fue el tratado de


Fontainebleau (1807), por le que Godoy autorizaba el acantonamiento de tropas
franceses en España con el objetivo de una nueva campaña de conquista y
reparto de Portugal. La delicada situación de Godoy favoreció el asalto al poder
del príncipe Fernando a través del motín de Aranjuez (19 de marzo de 1808), por
el cual Carlos IV se ve obligado a abdicar en su hijo Fernando VII, y a destituir a
Godoy.

La Guerra de la Independencia, nombre con el que se designa la resistencia


armada del pueblo español ante la ocupación efectiva de España por Napoleón,
tuvo su desencadenante inmediato en los hechos de Bayona:
• Las rencillas internas de la familia real española fueron aprovechadas por
Napoleón, quien consiguió, con una hábil combinación de presiones y
maniobras diplomáticas, atraer a la ciudad francesa de Bayona a Carlos
IV y a Fernando VII.
• El 2 de mayo de 1808, cuando el resto de la familia real se disponía a
abandonar en Palacio de Oriente en Madrid, camino de Francia, el pueblo
madrileño se amotinó y fue reprimido con extrema dureza por las tropas
francesas.
• En Bayona, Napoleón nombró rey de España a su hermano José
Bonaparte, aunque mediante una fórmula de traspaso de poderes que
mantenía la apariencia de legalidad: Fernando VII devolvía el trono a su
padre, Carlos IV, quien renunciaba a él a favor de Napoleón, quien, a su
vez, lo cedía a su hermano José.
• Según se fueron conociendo en las diferentes provincias españolas las
abdicaciones de Bayona y los acontecimientos de Madrid, se extendió la
insurrección a todos los territorios ocupados por el ejército francés.
La Guerra de la Independencia fue fundamentalmente una guerra de liberación
contra un invasor extranjero, pero también una guerra civil, ya que un importante
sector de la población española aceptó y respetó la legitimidad de José I
Bonaparte. Así pues, como en toda guerra civil, el territorio quedó dividido en
dos partes, bajo control de uno u otro bando:
• La España de José I Bonaparte era la parte del territorio español ocupada
por el ejército francés. Contaba con el apoyo de los “afrancesados”, entre
los cuales no sólo había “serviles” u oportunistas, sino también muchos
viejos reformistas e ilustrados que pretendían una modernización pacífica
y gradual de España, como la que parecía garantizar José I.
• La España de la insurrección popular y la resistencia la integraban los
territorios no dominados por el ejército francés. Aglutinaba a españoles
de dos grupos ideológicos muy distintos, que sólo coincidían en su
rechazo al invasor francés y en su aspiración al retorno de Fernando VII.
Nos referimos a los liberales, que pretendían el establecimiento de un
nuevo tipo de monarquía; y los absolutistas, partidarios del retorno de
Fernando como monarca absoluto.
La España de José I y los afrancesados contaba con el ejército napoleónico,
mientras que los rebeldes disponían de la ayuda del ejército inglés y de la
guerrilla popular. En una sucinta visión del curso de la guerra, sin entrar en
detalles pormenorizados, se pueden distinguir tres fases:
• Hasta noviembre de 1808: fue una etapa de euforia y protagonismo de la
resistencia española. Ésta consiguió algunas victorias sobre el ejército
francés, como la de Bailén, que impidió a ocupación francesa de
Andalucía e hizo que José I tuviera que refugiarse en Vitoria.
• De noviembre de 1808 a enero de 1812: fue una fase de claro dominio del
ejército francés. Napoléon en persona decidió dirigir las campañas
militares. Desde el lado de la resistencia fueron de vital importancia dos
hechos: la participación militar de Inglaterra y la aplicación de la guerrilla
popular como nueva y eficaz táctica de lucha.
• De 1812 al final de la guerra: la situación se invirtió. El imperio napoleónico
empezaba a tener problemas en Europa y en España la iniciativa la
tomaron lo rebeldes, que forzaron la retirada francesa. a finales de 1813
se firmará el tratado de Valençay, por el que Napoleón reconocía a
Fernando VII como rey de España.
Comenta las características esenciales de la Constitución de 1812

En la historia del Derecho se considera la Constitución de Cádiz de 1812 como


uno de los mejores modelos del primer constitucionalismo, a la altura de la
Constitución francesa de 1791 o la norteamericana de 1787. Fue el resultado del
compromiso entre liberales y absolutistas, aunque más favorables a los primeros
que a lo segundos, a los que se les concedió el total reconocimiento de los
derechos de la religión católica.
En cuanto a su contenido podemos destacar las siguientes características
esenciales:
• Se establecía el principio de soberanía nacional, es decir, que la autoridad
suprema residía en el conjunto de la nación representada en las Cortes.
• La estructura del nuevo estado era una monarquía limitada (no absoluta),
con división de poderes (legislativo para el rey las Cortes, ejecutivo para
el rey, y judicial para los tribunales de justicia).
• Las Cortes, como representantes de la voluntad de la nación,
desempeñaban un importante papel en la estructura del Estado, con
amplios poderes: elaboran leyes, deciden sobre la sucesión a la Corona,
aprueban los tratados internacionales, etc. La propia constitución
establecía cuál había de ser el procedimiento de elección de los diputados
a Cortes, que era indirecto: primero, por sufragio universal de todos los
varones mayores de edad (excluidos los pertenecientes al clero regular),
se elegía a unos delegados, quienes, después, se encargaban de elegir
a los diputados.
• Se establecía el fuero único para todos los ciudadanos, salvo para
eclesiásticos y militares.
• Se garantizaba una amplia serie de derechos fundamentales del
individuo: igualdad ante la ley, inviolabilidad del domicilio, libertad de
imprenta, sufragio, educación elemental, garantías penales y procesales,
etc.
• No se reconocía, sin embargo, la libertad de culto, sino que se imponía el
catolicismo como religión oficial y única.
En conclusión, la Constitución de 1812 representó el primer intento serio de
racionalizar el Estado y el ejercicio del poder sobre la base de los principios
liberales, por lo que se convertirá en la referencia obligada de todo el liberalismo
posterior.

Detalla las fases del conflicto entre liberales y absolutistas durante el


reinado de Fernando VII.

En virtud del tratado de Valençay (1813) Fernando VII regresó a España en un


clima de entusiasmo popular y aclamaciones. Pero con su retorno se planteaba
un dilema: ¿aceptaría el papel de monarca constitucional que le habían
adjudicado las Cortes de Cádiz, o reclamaría el papel de monarca absoluto que
le correspondía según la tradición del Antiguo Régimen? Desde su entrada en
España, los partidarios del absolutismo le incitaron a restaurar el viejo orden de
cosas, más teniendo en cuenta que la fuerza real de los liberales era mucho más
reducida de lo que su influencia en la obra legislativa de las Cortes de Cádiz
podía hacer sospechar. En este sentido, los absolutistas harán entrega a
Fernando del Manifiesto de los Persas, un escrito en el que se animaba al
monarca a ignorar las propuesta liberales y a restaurar el absolutismo.
Consecuentemente, Fernando VII defraudará las expectativas de los
reformadores y liberales, anulando la Constitución de 1812 y restaurando el
absolutismo y todas las viejas instituciones, incluida la Inquisición.

Fernando VII, además, no se conformará con ignorar toda la labor inspirada en


los principios del liberalismo, sino que acometió contra los liberales mismos, sin
reparar en el hecho de que ellos también habían luchado contra los franceses
para conseguir su regreso. De esta forma, las persecuciones los obligó a pasar
a la clandestinidad y a formar sociedades secretas, siempre dispuestas a la
conspiración. Bajo la forma inequívocamente española del pronunciamiento
militar.

De entre todos los pronunciamientos llevados a cabo, el de mayor importancia y


que consiguió imponer un giro político al reinado (dando comienzo al Trienio
Liberal) fue el del Comandante Riego. Perpetrado en 1820 en Cabezas de San
Juan (Sevilla), logró que Fernando VII volviese a jurar la Constitución de 1812,
así como poner en marcha una serie de medidas para desmantelar el Antiguo
Régimen (supresión de los mayorazgos, prohibición a la Iglesia de adquirir
bienes inmuebles, establecimiento de las bases para una desamortización
eclesiástica, y abolición del sistema señorial). No obstante, este segundo intento
de revolución liberal tuvo una vida de apenas tres años.

Apoyándose en el grupo conocido como los realistas y en la fuerza militar


francesa (Los Cien Mil Hijos de San Luis), Fernando VII instaurará por segunda
vez el absolutismo. Sin embargo, esta segunda etapa tuvo un carácter más
moderado que la primera, incluyendo cierta modernización administrativa del
Estado.

Explica las causas y el desarrollo del proceso de independencia de las


colonias americanas

La emancipación de las colonias americanas la protagonizaron


fundamentalmente los criollos, término aplicado a los nacidos en América, pero
descendientes de españoles.
criollos, enriquecidos con el comercio y las propiedades de tierras, y animados
por la experiencia norteamericana y los principios liberales, aspiraban también a
controlar el poder político en su provecho. Asimismo, pretendían liberarse de las
restricciones y el monopolio impuesto desde España, que les impedía, por
ejemplo, el libre comercio con Inglaterra, mucho más ventajoso para ellos.

En consecuencia, la lucha por la emancipación de las colonias se tradujo en un


enfrentamiento en la cúspide entre criollos (partidarios de la independencia) y
españoles peninsulares (fieles a la metrópoli). Los grupos sociales inferiores
(indios, negros, mestizos) no se identificaban con el independentismo; es más
preferían la dominación española a la criolla.

La guerra de la Independencia española fue la circunstancia favorable que


permitió el arranque del proceso. En un principio, America reaccionó ante la
invasión francesa de España proclamando su lealtad a Fernando VII y creando
Juntas, como en la Península. Sin embargo, en el seno de estas juntas se gestó
el movimiento insurreccional, manifiesto desde 1810. A partir de ese momento
se inició el proceso emancipador, que se puede dividir en dos fases:

• 1810-1814: surgieron por todas partes movimientos revolucionarios que


crearon nuevos gobiernos americanos en un proceso muy similar en todas
las regiones. Se convocaba un cabildo abierto en la capital que sustituía
a las viejas autoridades por una Junta que actuaba como gobierno; la
Junta organizaba un ejército y establecía relaciones con Inglaterra y
EEUU para obtener su apoyo; se convocaba un Congreso con el fin de
elaborar una Constitución de inspiración liberal que proclamara la
independencia.

• 1815-1824: se consumó el proceso de independencia, destacando los


libertadores José San Martín y Simón Bolívar. En esta fase fueron
fundamentales el abierto apoyo de Inglaterra y EEUU a los
independentistas y el pronunciamiento de Riego, que impidió embarcar a
las tropas destinadas a sofocar la rebelión americana.

Los nuevos gobiernos fueron inmediatamente reconocidos por Inglaterra y


EEUU, quedando así reducido el antiguo imperio español a Cuba, Puerto Rico y
Filipinas.

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