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TEMA 1: APROXIMACIÓN A UNA TEORÍA DEL TEATRO

¿Qué es el teatro?

La definición del término teatro no se limita a algo sencillo debido a que el teatro es una
amalgama de elementos que es muy físico, pero que a la vez se trata de un ejercicio
metafísico. Además, contraria a la idea general, el teatro no es literatura, puesto que el teatro
es y sólo es la representación, de modo que sin representación no hay teatro (la performance
es un tipo de teatro, si bien su guión es literatura y no teatro); el teatro es un ejercicio, un
espectáculo y sin representación no hay teatro.

La escritura de una obra no requiere de dinero, aunque sí de esfuerzo y tiempo, y la


publicación de la misma, una tirada de 200 libros por ejemplo, es relativamente barata. Por el
contrario, la representación de una obra de teatro cuesta mucho dinero, ya que requiere de
una inversión e implica un gran riesgo económico debido a la cantidad de elementos que
requiere. Así, el poder es consciente de ello, del esfuerzo económico que supone la
realización de una obra teatral, además de que en el teatro lo fundamental es la palabra,
controlada por el director y los actores, una palabra generalmente crítica contra el poder, lo
que provoca que este se encuentre aterrado por ello y decida no financiar las obras.

En relación a todo ello, resulta fundamental el tema de la censura: censurar una obra de
teatro implica una gran pérdida económica, mientras que censurar un libro es
considerablemente barato. Sin embargo, la censura de facto no existe, pero, a pesar de ello, el
teatro sufre una censura estructural debido a que los teatros no se representan, lo que implica
que no se puedan ver y que sólo se puedan ver los pocos que se representan.

Aun así, existen dos formas de hacer mal teatro:

A. Si la obra no se representa bien, no hay teatro. Así, los actores representan aquí un
papel fundamental puesto que sin buenos actores y actrices no hay teatro. Sin
embargo, la profesión de actor o actriz no es una profesión válida, ya que incluso se
valoran más otros oficios debido a que no interesa que haya buenos actores y son muy
pocos los que cuentan con esta profesión y pueden vivir de ella.
B. Si la representación se carga la obra de teatro, no hay teatro: sólo hay teatro si los
espectadores son cualificados, si son capaces de desentrañar la metáfora. Sólo existe
teatro cuando en la representación se consuma la comunicación teatral por un

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público cualificado que se da cuenta de la metáfora, capaz de comprender y
desentrañar su significado. De modo que si se trata de un público que no comprende
esa metáfora, tampoco hay teatro.

El teatro siempre es peligroso para el poder aunque aparentemente no lo sea.

Contrastes para explicar lo que es el teatro

1. Texto dramático/espectáculo teatral (representación)


- El teatro nunca es lo primero y el teatro nunca es tampoco el texto dramático
ni narrativa ni poesía (aunque podría serlo), sino que es el espectáculo teatral;
el texto dramático no es teatro pero sí literatura que se podría incluir dentro de
la lírica, aunque es más bien literatura dramática. La representación, en
cambio, sí es teatro. Por todo ello, si bien el teatro no es lo primero, es posible
un teatro sin texto a través de una representación improvisada, como, por
ejemplo, los mimos.
2. La literatura necesita y es texto-libro/El escenario es lo constitutivo del teatro

- La literatura necesita texto siempre, aunque no necesariamente libro como en


el caso de la literatura oral, pero no hay literatura sin texto. El teatro, en
cambio, requiere de la escena, del escenario, que puede ser convencional,
construido, pero, en sí, cualquier espacio en el que se improvisa deja de ser lo
que era (una plaza, la calle…) y pasa a ser escenario. Además, necesita que los
actores y los espectadores lo reconozcan como escenario.

Sin embargo, además del teatro hay espectáculos grabados y dentro de ellos el más
importante es el fílmico, el cine. Así, es importante establecer unas diferencias entre el cine y
el teatro.

1. Teatro/Cine:

A pesar de que el cine y el teatro comparten la mayoría de sus características y tienen


muchos elementos en común, existe una diferencia fundamental en el lenguaje de ambos.
Esta diferencia en el lenguaje se debe a que el cine se trata de un espectáculo grabado,
mientras que el teatro consiste en un espectáculo actuado en vivo, por lo que son
radicalmente diferentes. Además, se distinguen también en el objeto: el en caso del teatro no
hay objeto, mientras que en el cine sí, ya sea el disco o el link a la película; lo mismo ocurre

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en otras artes como en la pintura cuyo objeto sería la obra de arte. Así, ese objeto siempre es
el mismo, sea una película en el cine o un libro en literatura, pero la comunicación puede
variar, si bien el objeto se trata de un objeto hecho, terminado.

En el caso de la representación teatral cada representación es distinta y, por ello, al ser


una actuación en vivo, esta carece de objeto. De este modo, no hay dos representaciones
iguales debido a que el no es la representación en sí misma, sino que es cada representación:
el teatro es un espectáculo único e irrepetible en el que la representación es fundamental, si
bien lo que se repite es otra representación. De ello viene toda una fragilidad dentro del teatro
debido a que cada persona es distinta y representa una cosmovisión diferente. Por tanto, el
teatro grabado o que se está y retrasmitiendo al mismo tiempo no es teatro: se ve la grabación
de la representación. Asimismo, los ensayos tampoco son teatro, sino que son prototeatro,
preteatro… Todos ellos no son teatro debido a que, primero, carecen de público y sin un
público no hay teatro y, segundo, porque se pueden interrumpir; el teatro es una
representación en vivo e ininterrumpible. De este modo, el preteatro admite ensayos, a modo
de prueba, pero la representación no admite pruebas: el cine admite errores al no presentarse
en vivo, pero el teatro no.

En el lenguaje, el lenguaje cinematográfico tiene algunas cualidades no presentes o muy


limitadas en el teatro: el primer plano o el primerísimo plano, algo imposible en el teatro. Sin
embargo, esto es en parte positivo debido a que el actor de teatro no tiene a nadie encima y a
veces ni se da cuenta de lo que hace el público debido a la luces, mientras que el actor de cine
tiene que mostrarlo todo por la utilización del primer plano: lágrimas, ira… Por tanto, tienen
mayor capacidad de actuación los actores del cine, pero es más arriesgado al ser actor de
teatro al ser en vivo.

a. Por eso, en el caso del cine hay dos fases:


i. Fase de producción, grabación
ii. Fase de consumo: la proyección de la película.
b. En el caso del teatro, solo hay una fase:
i. Fase de consumo: la representación. No puede haber interrupción.

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El teatro es el espectáculo de actuación por antonomasia, es decir, por excelencia; el
máximo espectáculo de actuación porque es una actuación en directo, que no se puede
interrumpir y que no admite errores. En el teatro, desde luego, hay dos elementos que son
absolutamente necesarios, imprescindibles:

1. Los actores: tienen que ser cualificados y tienen que saber qué están haciendo.
Además, no es lo mismo interpretar en el cine que en el teatro debido a que la
presión interpretativa es mucho mayor en el teatro. Junto a los actores, en este
aspecto, resulta fundamental la compañía y el director, quien se puede cargar una
obra o hacerle justicia.
2. El público: se debe de tratar de un público cualificado, aunque no esencialmente
culto, puesto que, a veces, la cultura se puede sustituir por la sensibilidad, si bien
ambas cualidades (cultura y sensibilidad) resultan positivas y necesarias.

Ambos elementos son imprescindibles en el teatro, de manera similar a lo que ocurre en


la literatura ya que no hay literatura sin lectores, no hay teatro sin público. Ello se debe a que
el teatro es comunicación teatral.

Por otra parte, la relación entre ambos elementos se caracteriza por tres adjetivos:

1. Complementarios: el público y los actores se complementan, de modo que, si no


hay actores, aunque haya espectadores, no hay teatro, y lo mismo ocurre a la inversa:
si no hay público, aunque haya actores, no hay teatro. Además, en una buena
representación en la que hay menos espectadores hay menos teatro, de modo que
cuantos menos espectadores haya, menos teatro hay debido a un menor ejercicio de
comunicación, a pesar de la calidad que pueda haber en el teatro.
2. Recíprocos: el teatro es un ejercicio de reciprocidad ya que los actores dan y los
espectadores reciben, pero también ocurre a la inversa: los espectadores dan y los
actores reciben o perciben. Así, la única interrupción permitida en el teatro es
cuando los espectadores se ponen a aplaudir en el clímax de la obra cuando esta es
muy buena; por el contrario, la forma de manifestar que están en desacuerdo o que
no les gusta es el derecho al pataleo o al abucheo, la interrupción que destroza el
teatro. Por ello, el espectador tiene derecho a interrumpir, mientras que el actor no.

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3. Reversibles: la relación de reversibilidad en el teatro se debe a que en el teatro
convencional existen tres paredes en el escenario, esto es, las paredes físicas, más
una cuarta pared que, supuestamente, es impenetrable, inviolable. Así, cuanto más
fuerte sea esta, más imposible es la reversibilidad, pero si esta se debilita o se
destruye (en obras como los happenings o en las de tipo ceremonial), es
perfectamente factible esa reversibilidad: en determinadas ceremonias teatrales, el
actor o el público reversiblemente interactúan. Aun así, la naturaleza de la cuarta
pared es puramente metafísica.

Otro aspecto fundamental en el teatro son las convenciones, lo convencional. Estas


convenciones se encuentran en muchos tipos de arte que el espectador asume, de modo que
muchas de las habituales en otras artes se aprecian también en el teatro: la ropa adecuada al
ambiente, el espacio físico: la entrada, las butacas (divididas categorialmente pero a la
inversa: la clase alta va abajo y la clase alta va arriba), el escenario… Sin embargo, el teatro
presenta sus propias convenciones:

- La suposición de alteridad: en ningún caso como en el teatro es tan importante o


ocurre de forma tan intensa el ejercicio de la alteridad. Así, el ejercicio de la
alteridad afecta tanto al espectador como al actor: el espectador lo deja todo para ser
espectador; el actor, en cambio, como en ninguna otra circunstancia del universo,
finge ser otro, otra persona. De modo que la actuación teatral, en el caso del actor,
supone el máximo caso de alteridad sin que medie la enfermedad y el escenario
magnifica esa alteridad.
- La cesación/suspensión de la incredulidad: si el espectador no se lo cree, no hay
teatro; tienen que ejercer una nueva credulidad. Por ello, es importante que la
compañía, el director y los actores sean buenos porque el espectador no se lo cree.
- El fingimiento

En sí, estas son características o convenciones propias de la ópera, que en ella misma
flaquean, pero que, en cualquier caso, tanto los actores como el público las asumen.

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Por otra parte, la palabra que se utiliza en español para referirse a la labor de los actores
es «interpretar», mientras que en francés o en inglés se usa el verbo «jugar» (to play/jouer).
Por ello, el teatro es el juego por excelencia, un juego que resulta imprescindible para el
hombre como algo puramente antropológico: los niños y los hombres necesitan jugar. Así, el
juego es fundamental y el teatro sería el JUEGO por excelencia. Entonces, en español se
refieren a «interpretar un papel», en inglés y en francés se sustituye el término «papel» por
«rol», de modo que, en sí, la palabra es la misma puesto que se refiere a los mismo y se
complementan: rollo de papel. Ello se debe a que en el antiguo teatro a los actores se les
entregaba un rollo de papel en el que figuraba lo que decía y hacía su personaje: jugaban ese
rollo de papel.

De este modo, el teatro es un ejercicio de creación, lo que implica que cuando el hombre
se convierte en artista, en creador, está jugando a ser Dios: el autor va a crear sin intervención
de lo divino. Cuando crea, jugando a ser Dios, crea con vocación de eternidad, que se pueda
cumplir o no. Además, el teatro es efímero, cada representación es efímera: dura lo que dura
y se acabó el teatro. Así, la esencia del teatro es la muerte, algo que no ocurre con ninguna
otra actividad artística. Ese carácter efímero lo hace tan bello y delicado, de manera que es el
arte más delicado que existe, de una gran fragilidad.

Todo ello hace que sea mucho más frecuente que exista teoría de la literatura debido a
que hay mucho más escrito sobre teoría de la literatura que sobre teoría del teatro, debido a
que el teatro no es literatura. A su vez, el teatro presenta una interesante paradoja respecto a
otras artes: en el teatro no existe un objeto, no existe el objeto teatro ni se puede comprar una
representación. Por tanto, el teatro grabado no es teatro; teatro es una práctica, es la
representación, la práctica escénica y además efímera. De modo que la paradoja del teatro se
basa en el hecho de escribir sobre teoría de la práctica, pero el gran error aquí es incluir el
teatro o la historia de esta en la historia de la literatura o en la teoría de la literatura o en las
clases de literatura porque el teatro no es literatura: el texto dramático sí, pero el teatro no.

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Acepciones de la palabra teatro y semas específicos del teatro

La palabra teatro es polisémica y por ello tiene varias acepciones:

- Desde el punto de vista etimológico, la palabra griega «theatron» se referiría a lo


arquitectónico, al espacio. Ese espacio escénico tiene que estar destinado a la
observación o a la contemplación, un espacio al que se va para observar o para
contemplar. Asimismo, la palabra latina «spectare» implica observar y ver, lo que
significa que es un espacio pensado para ser visto y observado, un espacio
arquitectónico al que se va para observar/ contemplar porque está destinado a un
espectáculo.

- Si intentamos un acercamiento a una definición de teatro: el teatro sería una


representación ficticia (o más bien una representación de una ficción) y artística de
acciones o hechos que ocurren simultáneamente a la observación del espectador.
Además, el teatro es arte, que, en sentido etimológico, la palabra latina ars/artis se
refiere a la técnica, pero el teatro va más allá ya que tiene un afán estético, si bien es
la estética de lo bello o de lo feo, y esta está absolutamente vinculada a la ética, la
ética crítica o acrítica. Asimismo, se trata de una acción simultánea a la observación
del espectador debido a que la representación implica un acto social y presenta
carácter social, bien a favor o en contra del poder; se trata de una representación en
vivo y en directo simultánea a la expectación. Sin embargo, se deben distinguir dos
tipos de tiempos:
- Tiempo de representación: la representación simultánea a la
expectación que suele durar entre una hora y media-dos horas.
- Tiempo de lo representado: el tiempo de la ficción, que no tiene que
ser el de la contemporaneidad de la expectación.

Esto, a su vez, implica una serie de especificidades en el teatro, es decir, rasgos


específicos que la hacen diferente al resto de las artes. Además, estas especificidades se
pueden denominar como semas específicas del teatro, semas que no comparte con ninguna
otra actividad:

- Por una parte, está la ficción del como sí que se trata de la convención o
convencionalismo fundamental del teatro que tiene que ver con el fingimiento y con
la suspensión de la incredulidad, de modo que el espectador actúa como si fuera real

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lo que se está representando. Por tanto, se trata de la concepción que acepta que se
tiene que asistir al teatro aceptando que es real; si no actúa en base a la ficción del
como sí, no hay teatro.
- Por otra parte, se debe tener en cuenta al teatro como ejemplo perfecto de
creación humana puesto que el teatro no existiría si el hombre no lo hubiera creado,
lo que supone que el teatro es el ejemplo de gran creación humana situado en la
frontera entre la realidad y la ficción. Así, si hay un arte que juega en la frontera
entre la realidad y la ficción, es el teatro que resulta ser una necesidad para el
hombre, algo puramente antropológico, que forma parte de la humanidad. Por ello,
una de sus cuestiones metafísicas es lo que es la realidad; en la teoría del teatro y en
el teatro se descubre algo que se produce de manera fundamental en el teatro, esto
es, una paradoja fascinante y radical del teatro: el teatro es una mezcla, una
combinación fascinante entre una realidad ficticia y una ficción real. Así, lo real es
la representación y lo que se representa es la ficción, pero esa ficción se puede tocar,
por lo que es real y ficticia al mismo tiempo: en palabras de Ortega y Gasset sería
una metáfora visible. La novela, por el contrario, presenta una ficción que se
imagina, frente al teatro en el que se ve, se escucha, se huele… Pero lo que se ve en
el teatro es también una realidad, la metáfora que se ve es una realidad, una realidad
tangible que tiene carácter físico, ocupa espacio, ocupa tiempo, por lo que la
corporeidad de los actores en ello es fundamental.

La literatura es una ficción que reclama imaginación, mientras que el teatro no


requiere de ella y por ello es una realidad ficticia. Junto a la palabra teatro
siempre aparecen palabras como farsa, fantasmagoría o realidad aparte. Por
ello es la máxima creación, es crear una realidad a parte de la realidad.

- Asimismo, el teatro, como todas las artes, está lleno de convencionalidad, pero
exige una intencionalidad. El espectador acude al teatro no solo por unas
convenciones, sino por una intención. Y los actores acuden al teatro con una
intención: la alteridad, la intención de ser el otro. La intención por parte de los dos
de aceptar el juego del teatro, la intención de jugar a ser teatro.

Todo esto hace del teatro un espectáculo frágil y, de hecho, es el espectáculo más frágil
debido a que es muy fácil de romper: un espectáculo sustancialmente rompible,
absolutamente frágil, mucho más que el circo. Es el espectáculo absoluto, la máxima creación

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del hombre junto a la poesía y muy frecuentemente el teatro es poesía. Sin embargo, el
fenómeno teatral es muy complejo, muchos más complejo que la literatura:

- En el teatro intervienen multitud de códigos; en una novela, en un poema, funciona


un sólo código: el código lingüístico. Sin embargo, el teatro es un espectáculo en el
que intervienen muchísimos códigos, una pluralidad de códigos heterogéneos.
Incluso puede darse sin código lingüístico: los mimos. De modo que se suele decir
que el teatro es la síntesis de muchas artes, por no decir de todas las artes; puede no
intervenir nada, pero puede intervenir la música, la escultura, lo arquitectónico, el
cine, el circo, el baile, danzas… Es el único caso de lo que podemos llamar Arte
Total. Por eso, se dice que el teatro es el ejemplo máximo de polisistema.
- Contrario a este teatro como Arte Total, está el teatro desnudo: un mimo es el
ejemplo perfecto de esto. La Casa de Bernarda Alba es también un ejemplo de
ello, al carecer prácticamente de acción. La de construir un teatro pobre tiene
que ser una decisión estética y no comercial o económica.
- Gran paradoja del teatro: el teatro funciona en tanto en cuanto se repiten las
representaciones, pero, a su vez, es irrepetible ya que cada representación es teatro y
no hay dos representaciones iguales. Sin embargo, como núcleo o funcionamiento
está la repetición de representaciones. La repetibilidad y la irrepetibilidad son
características del teatro.
- Lo físico como algo fundamental, lo corpóreo: la importancia de lo físico en lo
actoral que incluso resulta más importante en el teatro que en la ópera. Así, esta
importancia de lo corpóreo sirve para conferir o bien similitud o sorpresa, algo que no
ocurre en ningún otro arte. Por eso es fundamental en el ámbito del teatro el código de
lo gestual:
- Si es de cuello para abajo: código gestual corporal
- Si es del cuello para arriba: código gestual facial
- Aun así, lo corpóreo no es lo único importante ya que la voz es fundamental y, junto a
ella, la pronunciación y la impostación de la voz. Sin embargo, esta es prescindible
puesto que es posible un teatro exclusivamente gestual.
- La hiperactuación: voluntaria, exigida y que se necesita.
- El teatro, junto a la danza, es el único arte que implica cansancio en su
producción. En la actuación se cansan el bailarín y la actriz.

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Carácter social y estético del teatro

El carácter social/político del teatro es un aspecto fundamental del que los espectadores y
la gente no se dan cuenta, es decir, no se dan cuenta de la repercusión social y política del
teatro. Sin embargo, es importante ser consciente de este carácter debido a que la
idiosincrasia política es consustancial, inherente, al teatro. Además, en esa misma línea, el
edificio del teatro muestra claramente el carácter social del teatro puesto que están diseñados
en función de esa naturaleza social del teatro, pero algunos de los edificios teatrales son
imponentes porque tratan de mostrar el poder de la sociedad que lo construye, de modo que
mucho más que una ofrenda al teatro, es una ofensa; muchas veces en esos teatros se
representa un teatro acrítico y comercial que rompe con el carácter social y político del teatro.

Otros teatros, en cambio, son muy pobres, de madera, sin técnica y sin tramoya, pero, a
pesar de ello, muchas veces grandes obras de teatro se representan en ellos o bien en la calle,
en la plaza… Ello ocurría, por ejemplo, con La Barraca. Por tanto, la construcción del teatro
no está al servicio del teatro y no refleja la calidad de esto: muchos espectáculos de
vanguardia de la izquierda política se representaban en plena calle (los happenings).
Asimismo, los teatros convencionales, sobre todo a partir del XVIII-XIX, esto es, los teatros
a la italiana, revierten el orden social, le dan la vuelta aparentemente: las clases altas se
quedan abajo y las clases bajas van arriba, a excepción de los palcos.

Entonces, el carácter social es tan obvio que la relación del teatro con el poder siempre es
complicada porque en el ejercicio del teatro, esto es, en la representación, el poder no
controla la palabra, mientras que en una misa, en la prensa, etc., sí lo hace. Por ello, al poder
no le interesa el teatro. Aun así, el teatro siempre y en todo lugar significa de forma universal
y por ese motivo corre el riesgo de estar controlado y vigilado por el poder. De este modo,
cada vez que se va al teatro se ejerce un acto político, pero cada vez que no se va se ejerce un
acto de sumisión ante el poder.

Por otra parte, el lenguaje del cine y su espectáculo es bidimensional puesto que el cine
es la proyección que se visiona y se ve, mientras que el teatro es la representación y, por
tanto, el teatro es tridimensional. El lenguaje cinematográfico es también bidimensional y por
ello es un lenguaje que casi no tiene límites: la posibilidad de los efectos especiales
prácticamente no tiene límite ya que con ello se puede hacer y decir todo, y en consecuencia
la capacidad de satisfacción, de cumplimiento de la fantasía, es muy superior en el cine que
en el teatro. No obstante, esta cumplimentación de la fantasía tiene su punto negativo porque

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realmente el ejercicio de la fantasía, de la imaginación, es mucho mayor en el teatro y menor
en el cine. No solo eso, sino que el que en el ámbito del cine los efectos especiales dependan
de la capacidad técnica implica que cuando la técnica queda obsoleta, superada, la película se
ridiculiza a sí misma; es imposible que ello ocurra en el teatro ya que el teatro no queda
recogido, es cada representación con las técnicas del momento.

El origen del teatro es el juego, un juego ceremonial. El teatro como juego también
puede tener otro valor: puede tener un valor médico, de tratamiento médico: teatro como
terapia. Los enfermos actúan como personajes con roles, pero a veces no.

Además del carácter social, en el teatro es imprescindible el valor artístico y estético que
nace de una voluntad estética. Así, el teatro es una obra de arte, si bien puede ser también
teatro feo o teatro de lo feo, pero por decisión del autor y no porque esté mal hecho. Pero,
independientemente de que sea bello o feo, el teatro debe ser y es un ejercicio intelectual,
característica muy importante, junto a la belleza o lo feo, porque los textos que no tienen
estas características no requieren de un espectador cualificado ya que con una mínima
alfabetización pueden entenderlo; el teatro requiere de un lector y de un espectador que sí sea
cualificado, que sea capaz de desentrañar, de descodificar, la metáfora que siempre es la
buena obra de teatro. El teatro es un ejercicio de élite intelectual. Ese espectador y sólo ese es
capaz de lograr tres placeres estéticos:

1. Placer del descubrimiento: el descubrimiento frente a un iceberg, es decir, que la


obra (de teatro, escultura, poema…) es una metáfora que se debe descodificar.
2. Placer de la intelección: consecuencia de la anterior. Es el realizarse, el darse
cuenta de que.
3. Placer de la palabra: este placer sólo se da en la literatura y en el caso del teatro si
hay texto. Así, en el caso del gran teatro la representación no es suficiente, sino que
debe contar con un texto que además debe leerse varias veces y ver el máximo
número de representaciones posible. Esto ocurre mayoritariamente con el teatro
poético, como ocurre con el teatro de Lorca, por ejemplo. Por tanto, el lector es
mucho más libre que el espectador, y, es más, el espectador no es libre y está sujeto
a las convenciones del teatro.

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Otras características del teatro

La verosimilitud en el teatro es una opción estética del autor, puesto que una obra puede
ser verosímil o perfectamente inverosímil (por ejemplo, el teatro del absurdo). Ahora bien,
tanto la verosimilitud como la inverosimilitud tienen que estar al servicio del algo: hay que
construir la metáfora que sirva para penetrar en la realidad y en la condición humana, es
decir, tiene que haber una función, un propósito y una lógica. Ambas tienen que ser una
opción y hechas desde una decisión intelectual.

Además, en el caso del teatro no hay objeto físico comercial posible, por lo que tiene
mucho de metafísico. No hay reificación/cosificación comercial posible; el teatro no se puede
comprar ni vender, pero alrededor del teatro sí que hay dinero y mucho negocio que ensucia
el teatro: desde el precio de la entrada, el pago de los actores y actrices… El teatro comercial,
el que está escrito para ganar dinero, es una prostitución del teatro. A su vez, existe el
merchandising del teatro como objeto físico que lo rodea.

Los componentes fundamentales del teatro

El teatro está compuesto de tres elementos fundamentales:

- El texto teatral
- Las versiones del texto teatral
- Las convenciones de impresión (puramente teatrales)

El texto teatral

El texto teatral no es en sí mismo teatro e, incluso, puede no haber texto teatral, como
ocurre en el teatro textual y con los mimos. Aún así, los textos teatrales tienen una
especificidades, es decir, unos aspectos específicos del texto y que otros textos no presentan:
por una parte, es posible que existan textos teatrales sin voluntad literaria, es decir, textos
teatrales puramente funcionales, como si fueran un guión: se marcan luces, entradas,
salidas… ; por otra parte, el autor los concibe y los escribe para la representación, y no
fundamentalmente o solo para la lectura, y por eso los textos dramáticos tienen matrices de
representatividad (aspectos formales que muestran que no estamos frente a una narración o
un poema): los diálogos, los paréntesis donde se explican cosas; por último, las obras de
teatro no cuentan nada y no hay narrador, sino que se representan. No obstante, es posible

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que haya narrador y que adelante la acción, pero no es realmente un narrador sino que es un
personaje cuyo rol es el de narrador.

Asimismo, el texto teatral está compuesto de una serie de elementos:

- Los diálogos: en el teatro estos son fundamentales ya que la expresión teatral es


fundamentalmente directo, si bien dentro de los diálogos hay unas elocuciones que
no son propiamente diálogo: el monólogo, interior o no ya que siempre se puede
escuchar; el aparte, algo que un personaje dice y que los otros personajes en escena
no escuchan (forma parte del fingimiento teatral)
- Acotaciones escénicas: se marcan con corchetes y no son estrictamente necesarias
en las obras, de modo que puede no haberlas. Cuando las hay, no cuentan
únicamente con un valor funcional explicativo, sino que en algunos casos tienen un
carácter literario, de modo que, a veces, no están solo muy bien escritas, sino que
están literariamente y poéticamente escritas. A su vez, en ocasiones contienen
matices que son irrepresentables pero que el autor quiere decir.

A pesar de que puede no haberlas, en la mayoría de los casos son funcionales,


ya que son ayudas para el director y para la compañía; es posible, aunque raro, un
texto en el que sólo haya acotaciones y no diálogos: por ejemplo, esto ocurre en
Acto sin palabras de Becket, y ello se trata de una experimentación en el mundo
del teatro.

Además, las acotaciones en el texto, igual que los diálogos, tienen existencia
verbal escrita y en la representación su existencia es verbal oral; sin embargo, las
acotaciones en la representación no tienen existencia verbal, sino factual, puesto
que se transforman en hechos.

- Textos intermedios: estos no tienen por qué ser obras del autor, sino que son del
director o de la compañía, es decir, son una especie de acotaciones privadas; textos a
los que no tiene acceso el lector común, aunque sí se han hecho algunas ediciones en
las que se han añadido estos textos. En estos textos (especie de acotaciones
añadidas) puede haber indicaciones paraverbales: entonación; gestuales, corporales,
mímicas; maquillaje, vestuario; etc.

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Por otra parte, el texto teatral puede presentar versiones o adaptaciones, debido a su
carácter definitivo o no, cerrado o no e inmodificable o no. Entonces, estas versiones pueden
producirse ya que la compañía puede adaptar y modificar la obra de teatro, pero ¿hasta qué
punto tiene derecho la compañía a modificar el texto teatral? Puede tener libertad absoluta,
pero debe tener responsabilidad para con el texto original.

Asimismo, el texto teatral está sujeto a una convenciones en la impresión que son
puramente teatrales. Así, si una novela se divide convencionalmente en capítulos, una obra de
teatro se divide en actos (normalmente tres o cinco), y en escenas; el cambio de acto implica
un cambio estructural: de espacio, y un salto en el tiempo; las escenas, en cambio, marcan la
entrada y la salida (salir por el foro) de personajes. Sin embargo, en el teatro moderno se
habla de cuadros en lugar de actos o puede no haber división y esta no marcarse. Además, el
teatro puede constar únicamente de un acto, lo que recibe el nombre de auto.

El escenario y la cuarta pared

El escenario es algo reconocido y reconocible; en un teatro a la italiana el escenario está


delimitado por una cuarta pared que es transparente, supuestamente inviolable, como un virgo
que no se puede penetrar, pero si un espectador la rompe, está desflorando esa virginidad, por
lo que el que rompe la cuarta pared es un falo, es fálico. Las otras tres paredes, en cambio,
están marcadas por otra frontera, pero ninguna de las paredes es física, son todas metafísicas.

Así, la cuarta pared marca una distancia entre el escenario y el patio de butacas, una
distancia que metafísicamente no existe en ningún otro fenómeno u experiencia; entonces, a
un lado de ella estamos en otro sitio y en otro tiempo distintos a la realidad que el espectador
y los actores se creen. Sin embargo, si rompemos la cuarta pared, desde un lado o desde el
otro, ¿a dónde va el espectador? ¿sigue siendo espectador al otro lado de la cuarta pared? Si
el actor del personaje la traspasa hacia el otro lado, ¿quién las traspasa, el actor o el
personaje? ¿en qué se convierte? ¿qué es o quién es? Cuando el personaje o el actor sale por
el foro, en ese momento en el que ya no está en escena, ¿a dónde va? ¿dónde está el personaje
cuando no está en el escenario? ¿dónde está cuando no hay representación? ¿donde está el
personaje antes de la escritura de la obra?

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Complejidad del signo teatral y de la comunicación teatral: la complejidad del fenómeno
teatral

El teatro es una mezcla entre lo literario y lo no literario; también es una mezcla entre lo
individual (la lectura) y lo colectivo (la recepción del teatro). Por ello, en el teatro funcionan
muchos códigos, una mezcla de ellos, mientras que en la literatura funciona sólo el código
lingüístico. Además, existen muchas formas de teatro, desde el teatro más convencional hasta
el teatro más vanguardista, más experimental.

Los límites del teatro presentan una conclusión fascinante: ¿dónde termina y dónde
comienza? Esto lleva a la dificultad de la polisemia teatro: del edificio, la representación
(esto sí es teatro), a un género literario, también a cada una de las obras dramáticas, muchas
veces usada como sinónimo de espectáculo (grande o pequeño), teatro para denominar al
escenario de la guerra, así como al conjunto de obras dramáticas de un autor, un país o una
época.

Sin embargo, lo más complejo de todo el teatro es la comunicación teatral y el signo


teatral; en literatura usan el signo verbal, mientras que el teatro usa mucho más: el teatro es la
representación y en él intervienen varios signos:

- Signos verbales: estos son siempre orales: diálogos, monólogos, etc. Además,
supeditados a estos se encuentra el signo paralingüístico: la entonación, el timbre de
voz, la impostación de la voz; los bostezos, suspiros, gritos, lloros, etc. Por tanto,
tiene existencia fonética y no escrita.
- Signos no-verbales:
- códigos acústicos: un trueno, una tormenta, una bocina, un coche, la música,
tambores… Esto en la novela está escrito, pero en el teatro tiene una existencia
fonética y real que el espectador tiene que descodificar; el silencio es
fundamental, si bien en la novela se cuenta y se dice, no tiene importancia
física.
- códigos visuales: todo es visual en el teatro, la escenografía, el vestuario, el
físico de los actores, la decoración, todo ello o su ausencia, en presencia o en
ausencia.
- códigos kinésicos, es decir, códigos de movimiento: en una novela no hay
movimiento y en el teatro es fundamental el movimiento en escena de los
personajes, también la presencia y ausencia de ellos.

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- código proxémico: propiamente lo gestual, que es fundamental en el teatro, ya
que no existe en la novela ni en el teatro de marionetas, es monogestual.

La comunicación literaria responde al mecanismo básico de comunicación: emisor,


receptor y mensaje; la lectura de una novela responde a ese esquema básico, pero en el caso
del teatro se da una duplicación que funciona de la siguiente manera: hay un emisor 1 que da
un mensaje 1 (Lorca con el texto de La Casa de Bernarda Alba) a un receptor 1 (un lector).
Ahora bien, este receptor 1 se va a complicar en la compañía teatral (director, actores,
iluminadores, etc.) que es un emisor 2 muy complejo y colectivo que transmite un mensaje
2, la representación con toda su complejidad, a un receptor 2 que es, al mismo tiempo,
individual y colectivo. Así, todo es complicado y por ello el teatro es frágil ya que cualquiera
de estos elementos puede fallar y hacer de ello un mal teatro.

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