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UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DE LOS ANDES

ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO, CIENCIAS CONTABLES Y SOCIALES

CURSO: HISTORIA DEL DERECHO

TEMA: “LOS INICIOS DEL DERECHO INDIANO; LA ENCOMIENDA


Y LA MITA”

DOCENTE: Dra. ELIZABET CORTEZ MOREANO

INTEGRANTES :

- JESUS W. TTITO SANCHEZ

- LIZETH ERIKA QUISPE CCORIMANYA

- GOMEZ JAUJA NEHEMIA ESTHER

GRUPO : “B”

AÑO: 2020

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Contenido

INTRODUCCIÓN.....................................................................................................................3
INICIOS DEL DERECHO INDIANO.........................................................................................4
LA ENCOMIENDA...................................................................................................................5
Introducción..........................................................................................................................5
LA MITA...................................................................................................................................7
EN LA EPOCA INCAICA......................................................................................................7
EN LA EPOCA COLONIAL..................................................................................................7
EFECTOS REMANENTES DE LA MITA..............................................................................8
APLICACIÓN GUBERNAMENTAL EN EL PERÚ................................................................9
COOPERACIÓN POPULAR................................................................................................9
CONCLUSION………………………………………………………………………………....……11

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INTRODUCCIÓN
Luego de instaurarse la monarquía española, esta procedió a dejar sin efecto
jurídico el régimen de las capitulaciones y surgieron organismos de relativa
autonomía inicial para suplir la autoridad de los primeros aventureros. Asimi smo, se
procedió a la promulgación de normas que regularan la vida jurídica del llamado
Nuevo Mundo, con un notorio aumento de la injerencia de la función estatal.

Pese al nombre dado a este Derecho, no proviene de la zona conquistada, sino por
una mezcla de Derechos: fue influenciada por el derecho romano, germano y
semita.

El derecho indiano se caracterizó mucho debido a que fue un derecho


evangelizador; ya que, el papa les había entregado estas tierras a los Reyes
Católicos, con la finalidad de evangelizar y convertir a los pueblos.

Luego de todo el proceso de la conquista, y habiendo convertido a los naturales, se


pasó a formar organismos que ayudaran y sustentaran el poder de la corona allí
donde se encontraban. Por ello, también se crearon estatutos jurídicos por cada
parte; es decir, para los españoles, los indígenas americanos y los negros esclavos.

Con la formación de estos organismos, aparecieron dos clases con jurisdicción en el


nuevo continente el cual se llamó Indias: se hallaban las centrales como el rey; el
real y supremo consejo de las indias; la casa de contratación de las indias, la junta
de guerra, la cámara de indias, la secretaria de indias y también hubo las locales,
como los adelantados, los virreinatos, las audiencias, los municipios, los cabildos y
las capitanías generales.

En el caso de la primera, allí se representaban como identidades al rey y al consejo


de indias, representando cada uno a lo que debía; en el poder real se aglutinaban
facultades ejecutivas y judiciales. Tenía el rey el dominio de las tierras por las bulas
papales; asimismo, promulgaba leyes y decreto, intervenía en la administración de
justicia, concedía indultos y otorgaba concesiones. Mientras tanto, en el segundo se
muestran organismos que se encargaban, independientemente, del ámbito
administrativo, judicial, territorial, como también, aparecieron los municipios, los
cuales fueron trasladados desde España hasta el nuevo continente.

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INICIOS DEL DERECHO INDIANO
El término Derecho indiano se corresponde con la denominación particular del
estatuto jurídico propio de las entonces llamadas Indias Occidentales y, también, de
una institución reinante desde fines del siglo XV hasta comienzos del XIX en este
territorio, sin perjuicio de su permanencia hasta muy avanzado el tiempo en países
emancipados de la corona española. Quizás uno de los primeros en referirse a este
término fue el más destacado jurista español que puso sus ojos en los territorios de
ultramar, don Juan de Solórzano y Pereira. Él, hacia 1629, publicó su obra De
Indiarum iure sive de iusta insiarum occidentalium. Inquisitione, Acquisitione &
Retentione, cuyo primer volumen fue financiado por las arcas del emperador Carlos
V. Desde aquí en adelante podríamos afirmar que comienzan los estudios formales
sobre lo que ya constituía un Derecho indiano, así incluso queda de manifiesto en
su obra Política Indiana editada en 1647 en la cual refuerza el concepto y lo aterriza
aún más en las Américas.

Sin embargo, definir el Derecho indiano de buenas a primeras, no resulta una labor
fácil, especialmente si consideramos que puede ser abordado desde dos amplios
horizontes: la Historia y el Derecho. Así en la primera podemos entenderlo como
una institución y; en la segunda, como un elemento integrante y ordenador de la
realidad social de un tiempo determinado, al cual se refiere la institución.

El Derecho Indiano, en atención a su dimensión histórica, es una estructura social y


cultural propia de los territorios hispánicos de ultramar, instaurada desde fines del
siglo XV. Pervivió, por lo menos en América, hasta entrado el siglo XX. En él se
contiene una serie de reglas jurídicas aplicables también a estos territorios
provenientes de tres fuentes: el Derecho producido en las Indias, el Derecho
Castellano como supletorio y el Derecho Indígena.

Cabe, asimismo, preguntarse por qué las Indias tienen un estatuto social y jurídico
distinto a los demás reinos de la España o incluso de la Corona de Castilla. Sin
entrar en un largo debate al respecto, señalaremos que las Indias fueron
consideradas provincias de la Península Ibérica, por lo cual tienen en su
consideración legal, un estatuto de igualdad para con los hispanos y así poseen y
deben tener un derecho propio llamado indiano. Es to supone, como sostiene
Beatriz Fernández Herrero, el derecho propio y particular de un reino, y no de
una colonia, como muchas veces tratamos de identificar el período del que
hablamos, a nuestras actuales unidades nacionales. El hecho de no ser considerado
colonia, sino una unidad particular con un derecho propio, queda claro en lo
establecido un 22 de enero de 1809 por Decreto de la Junta Suprema de Sevilla, la
cual señaló “[L]os vastos y preciosos dominios que España posee en las Indias no
son propiamente Colonias o Factorías como las de otras naciones, sino una parte
esencial e integrante de la Monarquía española”.

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Este sistema jurídico particular para una provincia unida a la Corona por las Bulas
de Alejandro VI, como es el caso de las Indias, legislativamente tenía la
característica de ser muy casuístico (técnica medieval castellana) con la cual se
entregaba una solución justa a cada caso, el cual si luego variaba podía modificarse
la ley y así sucesivamente, siendo entonces de una característica, diremos,
casuística-mutable. Así, las cosas. El sistema ideado por la Corona derivó en una
sobrepoblación de normas de Derecho Público, dictadas por esta para organizar las
Indias, mientras que las relaciones particulares quedaron radicadas en el Derecho
Castellano. Así se suman en las pormenorizaciones la legislación interna de las
Indias, las normas producidas por Virreyes, Gobernadores, Cabildos, etc. que
regulaban el caso concreto que se les ponía de frente. Junto a esto estaba el
Derecho Sagrado o Canónico Indiano basado en los cánones de concilios
provinciales, muchos de los cuales adaptaron para América las disposiciones del
Concilio de Trento, todo conforme a la regulación del Real Patronato Indiano.
Finalmente encontramos la costumbre, la cual es aceptada por las Tres Primeras
Partidas y luego de eso, los usos indígenas, los cuales se mantuvieron vigentes
conforme no colisionaran con la religión católica y las leyes de la Corona, tal como
se desprende de la Real Cédula de Carlos V, dada el 6 de agosto de 1555 y
recopilada por Encinas. De todo esto se nutría y conformaba el Derecho Indiano en
los territorios hispanos de ultramar.

LA ENCOMIENDA

Introducción
Los repartimientos de indios en las tierras descubiertas del Nuevo Mundo
empezaron en los primeros momentos de la dominación y colonización de la
española, extendiéndose sucesivamente a los demás territorios indianos. El fracaso
de la aplicación rigurosa del principio de libertad a favor de los indios representado
por la negativa de estos a trabajar voluntaria y asalariadamente en servicio de los
españoles obligó a una rectificación de la primitiva orientación, adoptada por la
reina Isabel, y en consecuencia, se autorizaron, desde los primeros años del siglo
XVI, en un principio de modo velado, los repartos o distribuciones de indios que ya
algún gobernador había efectuado por su cuenta, entre los colonizadores de la
Española.
Se insistía, sin embargo, en el mantenimiento del principio de la libertad del indio, el
cual se conjugaba con el de la compulsión estatal para el trabajo, en sustitución del
régimen contractual del libre asalariado. La finalidad del nuevo sistema era llenar las
necesidades de mano de obra de las empresas agrícolas, mineras, etcétera.
Sucesivas instrucciones reales fueron regulando las condiciones y forma de realizar
estos repartimientos con ocasión de autorizar nuevas operaciones de repartos, los

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cuales no podían ser vitalicios, sino solo temporales, por plazos renovables de uno a
tres años, por naborías.

Tales repartimientos se entendieron hechos en encomienda, y así dieron lugar a la


configuración y desarrollo de tal institución. Pero, aparte de tales repartos en
encomienda, continuaron efectuándose otros para servicios personales, de mita, en
el trabajo de las minas, cría de ganados, labor de los campos, etc. La función de
repartir indios era confiada a los respectivos gobernadores o a especiales
repartidores, los cuales se atenían a las instrucciones recibidas del soberano, en
orden a número y proporción de naturales a repartir, personas favorecidas, etc. La
utilización de esclavos —la mayoría de importación—, fue desplazando los repartos
de indios para las labores serviles
Según el cosmógrafo López de Velasco, en 1574 había en Indias 32.000 casas de
vecinos españoles, de ello 3.900 o 4.000 encomenderos, y 1.500.000 indios
tributarios, repartidos en 3.700 repartimientos del rey de particulares. En 1631,
según León Pinelo, rentaban las encomiendas de las Indias, 966.228 ducados. A
principios de siglo XVII (1629), se concedió, por Real Cédula, una vida más a todos
los poseedores de encomiendas, mediante el pago de una composición, y en 1704,
se concedía una nueva vida cuarta vida, en el disfrute de las encomiendas.

No podían pasar las prórrogas de una cuarta vida, aunque algunas veces se llegó a
una quinta, declarándose oficialmente que las prórrogas solo podían concederse a
quienes tuvieran encomiendas en primera y segundas vidas. Diversos intentos
realizados en tiempos de Felipe II y Felipe III para convertir en perpetuas todas las
encomiendas, enajenando los soberanos su derecho supremo sobre los indios, a
cambio de elevadas sumas a pagar por los encomendados, no llegaron a tener
éxito.
La abolición definitiva de las encomiendas tuvo lugar al advenimiento de la dinastía
borbónica, por decretos de 1718, 1720 y 1721. Sin embrago, parece que en algunos
lugares persistieron encomiendas a lo largo del s., pero se extinguieron totalmente
antes de la independencia. Además, la hostilidad permanente del Estado hacia
ellas, por lo que tenían de señorial o de cierta mediatización de su autoridad fiscal,
las necesidades de este último orden hicieron que aumentara su participación en los
rendimientos, como se exigió a fines del siglo XVII, y se retuvo la tercera parte de
las que vacasen, haciéndolas así menos deseables económicamente.

Para conocer íntimamente la encomienda hacen falta monografías sobre su


funcionamiento efectivo en cada país y según las épocas o el de las opiniones y
tendencias expresadas sobre las mismas. Autores antiguos y modernos has
disertado sobre la naturaleza jurídica de la encomienda y sus posibles precedentes
hispanos.

Respecto a estos, se ha señalado a las behetrías —antiguamente, población cuyos


vecinos, como dueños absolutos de ella, podían recibir por señor a quien quisiesen

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— personales, a los señoríos territoriales de las reconquistas, a
los feudos y mayorazgos, etcétera, como modelos tomados para la configuración de
la encomienda indiana. Pero no puede olvidarse, como señala Ots, que esta
constituye una realidad institucional nueva en el cuadro de las instituciones jurídicas
del derecho castellano proyectada sobre los territorios descubiertos, que tuvo que
presentar rasgos diferenciales importantes en las distintas comarcas del vasto
mundo hispanoamericano.

Para Solórzano —seguido en este punto por la generalidad de autores— las


encomiendas de indios eran consideradas, desde el punto de vista netamente
jurídico, como un derecho concedido por merced real a los beneméritos de las
Indias para percibir y cobrar para sí los tributos (anteriormente, aprovechar los
servicios personales) de los indios que se les encomendasen por su vida y las de un
heredero (posteriormente la de tres herederos), conforme a la ley de sucesión, con
cargo a cuidar del bien de los indios en lo espiritual y temporal y de habitar y
defender las provincias donde fueren encomenderos

LA MITA
La mita (en quechua mita) fue un sistema de trabajo obligatorio utilizado en
la Región Andina, tanto en la época incaica, como en la anterior a la conquista
española de América. La mita proveía al Estado de la energía indispensable para
construir y conservar caminos y puentes. Era un sistema de trabajo a favor del
Estado destinado a la formación de la civilización que implicaba la construcción de
centros administrativos, templos, acueductos, casas, puentes, y la mejora de la
comunicación entre una colonia y otra.

EN LA EPOCA INCAICA
En la época incaica se practicaba la mita para el desarrollo de obras públicas, como
la construcción de templos, acueductos, fortalezas, caminos, etc., era de estricto
cumplimiento para los varones y todos los pueblos, los cuales recibían una justa
retribución, aunque en muchos casos se convertía en un sistema de esclavitud de
gran dureza. Se les daba ofrendas a los dioses, como el sol, la lluvia, etc.

EN LA EPOCA COLONIAL
La mita incaica fue rescatada por el Virrey Toledo, transformándola en una especie
de tributo al trabajo, en el cuál los adultos varones casados, cuya edad oscilaba
entre los 18 y 50 años, estaban obligados a cumplir con esta labor; los trabajadores
eran principalmente destinados a las minas de Potosí. Para facilitar la
implementación de la mita, Toledo dispuso la creación de reducciones o pueblos de
indios a cargo de un corregidor que se encargaba de designar a las personas que
cumplirían con esta obligación.

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En una primera instancia, Toledo había establecido que unos 16 distritos, de Potosí
al Cuzco, proveyeran a una séptima parte de los hombres adultos a un año de
servicio en las minas, sin trabajar más de una ocasión cada seis años. Esto sumaba
un total de 13 500 hombres, que a su vez se dividían en tres grupos de más de 4
000 cada uno, que rotaban y tenían tres semanas de trabajo y otras tres semanas
libres, lo que mantenía un abasto constante de fuerza de trabajo.

Los “mitayos” debían recibir un pequeño salario por parte de los mineros y recibir el
alimento por parte de sus comunidades, las cuales debían mantener también a las
familias de los mitayos ausentes. De este modo, de un solo brochazo, entre la mitad
y dos terceras partes de la fuerza de trabajo minera era provista a los propietarios
de minas por la Corona a un costo en extremo bajo, lo que estimuló la producción
en grande.
La mita fue implementada para reducir los costos laborales de la minería de la plata
en Potosí. Era un sistema de trabajo obligatorio (sirviente) y continuó, ya dentro del
período bajo soberanía española, ayudando a desarrollar internamente una
economía de mercado con productos y servicios para España. Cada grupo de
indígenas aportaba a la corona un número determinado de trabajadores durante
varios meses del año. Estos trabajadores eran movilizados de sus lugares de origen
hacia las zonas en las que se les requería para diversas actividades.
La mita establecía cuotas laborales que debía cumplir la población nativa tributaria
según asignación que hiciese el corregidor, tanto para el servicio del encomendero
como del poseedor de mercedes de tierra o hacendado. Se sorteaba
periódicamente a la población indígena de un determinado lugar para trabajar
durante un plazo o tiempo determinado al servicio de la clase española mediante el
pago de un salario controlado por las autoridades. Los propietarios de encomienda
deducían de los jornales la cantidad que las personas comprometidas debían pagar
por concepto de tributo y el resto se les daba a ellas. La duración de la mita minera
se fijó en diez meses dentro de cada año y no se podía exceder de un tercio
permanente de la población tributaria para ser destinada a estas labores. A cambio
de la fuerza de trabajo y de los consiguientes tributos que recibía el encomendero,
este tenía la obligación de catequizar en la religión católica a las personas que le
habían sido encomendadas. El servicio forzado ejercía una inmensa presión sobre
la población, causando mucho daño y cientos de miles de víctimas mortales, sobre
todo entre los trabajadores en las minas, como la de Potosí. Esto obligó a la corona
española a llevar esclavos negros al virreinato para trabajar de forma precaria de la
misma manera.

EFECTOS REMANENTES DE LA MITA


La mita fue abolida en 1812 por las Cortes liberales de Cádiz durante la guerra de
independencia española. Sin embargo, los efectos de la mita colonial parecen

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persistir hasta nuestros días, notablemente en cuanto que la población de las zonas
que históricamente fueron sujetas a la mita colonial presentan un nivel general de
instrucción más bajo que el promedio nacional de los países afectados (Bolivia, Perú
y Ecuador), y en cuanto estas zonas están, hasta el presente, menos conectadas a
las redes de caminos y carreteras. Según muestran los datos de los censos
agrícolas, los habitantes de estas zonas presentan también una probabilidad mayor
de practicar la agricultura de subsistencia. Esto se explica por el hecho de que las
haciendas, cuya mano de obra residía localmente, habían sido prohibidas en los
distritos sometidos a la mita, para minimizar la competencia que habría de enfrentar
el Estado, al apoderarse de los escasos recursos de mano de obra mitaya.
Significativamente, la aristocracia agraria de las haciendas, que poseía influencia
política suficiente para garantizar que las obras públicas (como los caminos) le
reportaran beneficios, aprovechaba sus relaciones para lograr que las carreteras
conectaran a todas las haciendas que fuera posible. En efecto, la experiencia
mostraba que las carreteras y caminos garantizaban una participación más elevada
en el mercado y en las utilidades.

APLICACIÓN GUBERNAMENTAL EN EL PERÚ


La única experiencia de aplicación de la mita de un Estado moderno, como política
de Estado, en Latinoamérica, la dio Perú, durante los dos gobiernos de Acción
Popular con el presidente Fernando Belaúnde Terry (1963-1968 y 1980-1985),
cuando se creó una institución estatal a la que se denominó Cooperación Popular y
en el mundo entero junto a Perú, la República de Corea (Corea del Sur). Era ésta,
una institución que personalizaba la antigua tradición de la mita (filosofía del trabajo
comunal para lograr un bien común). Los resultados de la experiencia fueron
espectaculares en esos casi diez años. Se logró realizar en el Perú, más
infraestructura que en casi toda la época republicana (de 1821 hasta 1963). Esos
resultados derivaron en cientos de kilómetros de carreteras, acueductos, obras
comunales y municipales e infraestructura de otro tipo.

En 1964 el gobierno de la República de Corea, dados los resultados espectaculares


logrados en el Perú, acreditó una misión de alto nivel ante el gobierno peruano, su
misión era: estudiar la metodología y organización de la institución peruana y la
factibilidad de aplicación a la República de Corea. Permanecieron algunos meses en
el Perú, cumpliendo su cometido y a su regreso, aplicaron la versión moderna de la
mita ancestral peruana, a sus sistemas de producción (incluyendo a la industria
manufacturera). Los resultados obtenidos en Corea, son más espectaculares que
los obtenidos en el Perú, debido a un enfoque de desarrollo distinto.

COOPERACIÓN POPULAR
Fue la institución gubernamental, que creó Acción Popular en sus gobiernos de
1963 a 1968 y de 1980 a 1985. El principio fue bastante simple: dado los escasos

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recursos económicos del Estado, las obras públicas que haría esta institución,
debían contar con el "cofinanciamiento" de los beneficiarios, básicamente este
cofinanciamiento, estaba dado en mano de obra.

En toda obra estatal, se calcula que entre el 60 % y el 70 %, corresponde a la


adquisición de bienes (materiales) y la diferencia a servicios (mano de obra);
aplicando el principio de la ancestral mita, el gobierno corría con los gastos de
adquisición de bienes (60 % a 70 %) y los beneficiarios la correspondiente a
servicios (30 % a 40 %); esto le permitía al Estado peruano un ahorro en efectivo de
entre 30 % y 40 %, por obra pública, que era invertido en más bienes para otra obra;
por otro lado, los beneficiarios, no aportaban dinero, sino su fuerza de trabajo
comunal.

Con este sistema, se construyeron centenares de kilómetros de carreteras


comunales, represamientos, canales de riego, se incorporaron nuevas hectáreas a
la frontera agrícola, pequeñas centrales hidroeléctricas, infraestructura comunal y
municipal. Gracias a la ancestral mita, Perú logró superar a bajo costo su falta de
infraestructura y Corea logró superar el atraso en que estaba sumida, convirtiéndose
hoy en un gigante del Asia.

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CONCLUCION
1. El derecho indiano puede abordarse desde diferentes ángulos, dependiendo del
interés de cada investigador.
2. No se trata de un derecho sistematizado, entendiendo por sistematización,
“cuando los elementos particulares del conjunto se encuentran relacionados de tal
forma que los más simples pueden ser deducidos de los más complejos y que los
contenidos de todos ellos son lógicamente consistentes entre sí.”; [68] dado que se
trata de un derecho complejo por su carácter casuístico; porque prevalece sobre las
situaciones la voluntad del rey; porque su interpretación se basa en principios
generales, que debe hacerse a la luz de situaciones específicas.
3. Sin embargo, si es posible hablar de un sistema jurídico Indiano, en el sentido de
que se comparte un origen histórico, una forma de pensamiento jurídico,
instituciones jurídicas con características particulares, la naturaleza de sus fuentes y
de interpretación, y determinados elementos ideológicos.[69]
4. El derecho indiano nace con las Capitulaciones de Santa Fe, de 1492, firmadas
por la Reina Isabel de Castilla y Cristóbal Colón, las cuales contienen normas
dirigidas a las tierras que se descubriera al momento de arribar a éstas.
5. El derecho indiano guarda características peculiares y distintivas del derecho
castellano, producto de una preocupación importante surgida en la época: la
justificación de la conquista y el asentamiento de españoles en América.
6. Se consideran documentos fundantes de la conquista y de la presencia española,
las Bulas Intercoetera de 1493, extendidas a los Reyes Católicos por el Papa
Alejandro VI; así como el Requerimiento y otros “justos y legítimos títulos”, según
legal y definitiva emitida el 13 de julio de 1573, por el rey Felipe II, en las
Ordenanzas para los nuevos descubrimientos y poblaciones.
7. El derecho indiano tiene orígenes distintos también desde un ponto de vista
histórico-político, ya que las “guerras de las comunidades, surgida en Castilla en
1520, influyó en la voluntad política del rey para no permitir, ni otorgar, ni reconocer
Fueros como los que hieran valer para acotar su autoridad las comunidades del
Reino de Castilla, sino que se emitieron disposiciones ex profeso en agosto de 1555
por el Emperador Carlos V, para que algunas costumbres y organización social de
los indígenas se respetaran para aprovecharlas con fines de poder y control.
8. Las fuentes del derecho indiano, son la costumbre usada, si ésta es razonable y
no fuere contraria a la religión católica y a las disposiciones reales; la postura que
hayan establecido las partes entre sí, las fasañas (sentencias) emitidas por las
autoridades en su función jurisdiccional; la ley; y el derecho natural.

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9. De entre las anteriores reviste importancia relevante el derecho natural, ya que si
bien se enumera en último sitio, en realidad constituye la pieza angular de todo el
pensamiento jurídico y legal de la época.
10. La costumbre a su vez, tuvo también un papel muy importante en el derecho
indiano, ya que ésta verdaderamente se observó tanto en la expedición de leyes y
ordenanzas, como en la emisión de las sentencias.
11. La recopilación de leyes fue un ejercicio constante a lo largo de este periodo,
dado que había una gran cantidad de leyes y disposiciones emitidas como
consecuencia de lo casuístico del derecho.
12. La Recopilación de Leyes de los Reinos de las Indias, de 18 de mayo de 1680,
expedida por el Rey Carlos III, es la obra cumbre y oficial que recoge en 9 Libros un
total de aproximadamente 6, 400 disposiciones.
13. El objetivo del derecho indiano es la justicia, entendida esta como el “dar a cada
uno lo que le corresponde”: de ahí que se explica la gran variedad de normas
expedidas para cada caso; el principio de “obedézcase pero no se cumpla”, esta
imbuido también de esta concepción de justicia.
14. La enseñanza del derecho en las Indias, no generó en realidad grandes
jurisconsultos novohispanos, o por lo menos sus nombres no han trascendido hasta
nuestros días, salvo los de Juan Francisco de Montemayor y Fray Gaspar
de Villareal, quienes en sus obras abordan el tema jurídico como consecuencia de
los encargos desempeñados.
15. La competencia jurisdiccional era por más también compleja; había una llamada
jurisdicción ordinario y otra llamada jurisdicción extraordinaria; no había una
sistematización en cuanto a que se pudiera inferir una relación de subordinación
jerárquica o funcional entre quienes impartían la justicia, que pueda compararse a
lo que actualmente es un poder judicial.

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