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Lo primero que debes saber es que una alimentación saludable nos ayuda a cubrir
las necesidades nutricionales que requerimos para que nuestro cuerpo funcione
correctamente. Por ejemplo: El desayuno es muy importante porque es nuestro
primer alimento después de muchas horas, nos ayuda a que tengamos energía
durante el día y mejor rendimiento, previene enfermedades como el sobrepeso y
la obesidad; además ayuda a la concentración y atención para actividades
escolares o laborales y contribuye al crecimiento y desarrollo de niñas y niños.
Una alimentación saludable nos ayuda a tener un buen estado de salud, a sanar o
realizar procesos de recuperación, a combatir enfermedades e infecciones y a
evitar enfermedades crónicas degenerativas causadas por la obesidad.
Nuestra dieta diaria (no te espantes con la palabra, se refiere a lo que comemos y
bebemos cada día) debe tener una mezcla equilibrada de alimentos sólidos y
líquidos y debe considerar la edad, sexo, actividades que realizamos, estado de
salud, cultura, costumbres e incluso nuestros recursos económicos.
Bebe agua simple en abundancia, y además puedes consumir agua de frutas sin
azúcar. Evita bebidas azucaradas como jugos, refrescos o aguas frescas con poca
o nada de azúcar.
Aprende a reconocer las señales de tu cuerpo, evita comer de más, deja de comer
cuando te sientas satisfecho. Si en algún lugar te sirven grandes porciones puedes
compartir, pedir que te sirvan menos o lo que ya no te comas, para llevar.
Elige comer alimentos asados, guisados o a la plancha sin o con poco aceite,
evita los alimentos fritos y capeados.
Evita el exceso de azúcar, grasa y sal. Y también de harinas refinadas como pan,
galletas, pan dulce, pizzas, etc.
Evita consumir productos procesados y ultraprocesados ya que estos contienen
muchas calorías y tiene ingredientes que pueden dañar tu salud.
Y para cerrar con broche de oro para complementar una buena alimentación,
realiza diariamente actividad física, esto te garantizará una vida saludable.
Respuestas:
Identifica las causas y los factores de riesgo: Recuerda que la violencia es toda aquella
acción que utiliza de manera intencional la fuerza física, la agresión verbal, el maltrato
psicológico, el acoso o las amenazas para dañar a una persona, grupo o comunidad; puede
ser en el ámbito familiar, laboral o docente; institucional o en comunidad; de tipo
feminicida, contra mujeres y niñas, de carácter psicológico, físico, económico, patrimonial,
sexual o de cualquier otra forma que lesione su dignidad, integridad o libertad, le prive o
vulnere algún derecho, le provoque un mal desarrollo o incluso la muerte.
Infórmate: La mayoría de las personas desconoce los aspectos cruciales sobre la violencia.
Al estudiar y conocer los aspectos que la generan, podemos identificar patrones para
prevenir situaciones de riesgo.
Genera y fomenta ambientes de respeto: Tratar a las y los demás como nos gustaría que
nos traten. Aprender que a través del diálogo respetuoso y la tolerancia podemos encontrar
puntos de acuerdo para solucionar problemas.
No aceptar malos tratos: Cualquier tipo de maltrato o agresión física, verbal o psicológica
debe evitarse, pues una vez que se aceptan, comienza un proceso de “normalización”; es
decir, se piensa que no es tan malo y termina por hacerse costumbre.
Siempre expresa tu postura: La violencia puede estar escondida y ser más frecuente de lo
que se cree. Muchas veces, por pensar que se pueden generar más problemas y se tiene
temor, se opta por la sumisión y el silencio. Si pensamos diferente, es importante
expresarse con firmeza, respeto y claridad.
Escucha a las y los demás, sobre todo si se trata de víctimas: Reconocer ser víctima de
violencia puede ser difícil, por lo que si alguien te cuenta su experiencia, ¡escúchale!
Cuando se comparte una historia de violencia, se está dando el primer paso para romper el
ciclo de maltrato. Toda forma de violencia debe ser denunciada.
Pide ayuda, busca atención y servicios adecuados: Es necesario contar con ayuda y
garantizar un trato de atención igualitaria a todas y todos los sobrevivientes o víctimas de la
violencia, sin importar su nacionalidad, clase social o religión.
Reconoce las señales de violencia: Existen muchas formas de violencia y todas pueden
afectar de forma física y emocional. Aprender a identificar las señales es importante para
poder brindar ayuda a quienes quieren salir de este tipo de situaciones, sin poner en riesgo
su integridad. Es importante reconocer las situaciones de violencia y no justificarlas ni
esperar a que cambien.