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Marina de la Plata López

Tema 5. El final de Al-Ándalus. El reino nazarí de Granada (ss. XIII-XV)

Se produce a partir del siglo xi un cambio sin marcha atrás dentro del equilibrio de la
península ibérica. Desde la conquista islámica, la península ha estado controlada por el Islam
frente a los reinos cristianos. A partir de este momento se revierte esta situación; el Islam no
para de retroceder, y deja de tener el poderío militar. Se produce un proceso paulatino en el
que surgen poderes locales que luchan entre ellos, hasta definirse los reinos de taifas, en el
1031. Además, estas fronteras tampoco serán fijas.

1. PROCESO DE DESCOMPOSICIÓN INTERNO.

En los últimos 20 años del Califato se encuentran distintas ramas luchando por el poder, para
ser proclamados Califas. Entre el 1009 y el 1031 -depuesto Hisam III- hay una docena de
Califas, muchos de ellos perdiendo el poder y recuperándolos más tarde. Se producen
envenenamientos y ejecuciones. Son gobiernos que rara vez superan los 3 años. Es un
periodo de inestabilidad política y desgobierno del territorio. El poder centralizado de
principios del siglo X desaparece a finales del siglo XI. Estos Califas ya no podrán acceder al
poder por sí mismos; necesitarán el apoyo de aristócratas, entrando en numerosas guerras
civiles o fitnas, la segunda fitna o gran fitna andalusí. Tanto la aristocracia como el Califa
sólo aspiran a controlar la capital, no todo el territorio. Pasa a ser un título nominal.

Se produce otra dificultad añadida en Al-Ándalus. El Califato cordobés se fragmenta, siendo


todos y cada una de esas unidades diferentes políticamente. Todas tendrán un punto en
común: los soberanos rivalizarán en sus títulos honoríficos y reputaciones. Intentan transmitir
una imagen de importancia que no tenían. Almanzor, de origen bereber, reforzó el ejército
andalusí solucionando el problema de la leva, ya que no había suficientes voluntarios,
contratando mercenarios del norte de África, bereber.

En Al-Ándalus, en un principio los bereberes se asentaban en diferentes lugares que los


árabes; el proceso de fusión de estas etnias es lento y complicado, lleno de tensiones. Con
Abderramán III estas tensiones parecen superadas; pero cuando Almanzor recurre a estos
mercenarios, los bereberes pasan de ser musulmanes de segunda a ejército a mano del
regente, tanto contra los reinos cristianos como en disidencias interiores. Por la población
andalusí, es visto como un elemento exterior y una fuerza represiva; las rivalidades vuelven a
surgir, y como consecuencia surge la partición del territorio en las taifas.

Económicamente, se da un aumento demográfico en el siglo X que genera tres problemas;


mayor presión sobre la producción con la misma capacidad agricultora, a lo que se une el
comercio exterior -necesario- de productos del norte de África, una mayor mano obra barata
que pasa hambre y también mayor presión fiscal. Todo esto aumenta las tensiones sociales y
el descontento popular hacia las élites. Se percibe una lucha interna entre ellos. La Jassa
tiende a gastar en productos lujosos en mitad de crisis económica. Los dirigentes andalusíes,
además, no legitiman su poder: no tenían ganancias militares, por ejemplo. Tampoco
encuentran soluciones para el descontento social. Finalmente, el Estado andalusí se viene
abajo al cabo de dos décadas.

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Marina de la Plata López

2. REINOS DE TAIFAS – MULUK AL-TAWAIF

Hasta el siglo XX, la titulación de los soberanos musulmanes ha sido diferente. El título de
rey en la tradición árabe se reserva para los soberanos infieles (no musulmanes), o para
usurpadores. Cuando se habla de reyes de Taifas, es una carga peyorativa en las fuentes
islámicas. Enfocaban un profundo desprecio hacia estos soberanos; son considerados

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ilegítimos, y no están a la altura de los Califas Omeyas. Da la medida del complejo que
tenían la inmensa mayoría de soberanos andalusíes, ya que los propios eruditos de la época
no los consideraban legitimados. Ellos se proponen como los primeros ministros, háyib, de un
Califato que ya no existía. No había que legitimarse por sí mismos; estaban legitimados por
un poder mayor, que no existía.

El Califato andalusí continúa dos décadas más, hasta 1057, pero continúa con otra dinastía,
los Hammudies. La proyección del califato sobre el Magreb tenía sentido para contrarrestar el
Califato fatimí. En el norte de África, había dinastías locales, los Idrisíes, que reinaban hasta
ser depuestos por los Omeyas, y se los llevan a Córdoba, como los hijos de Hafsun. Los
Idrisíes descendían del profeta Mahoma, con una legitimidad indiscutible. Cuando comienzan
las peleas internas, los Hammudies optan al califato, ya que eran familiares de los Idrisíes, y
por lo tanto descendientes de Mahoma. En el 1016 hay un Califa que no es Omeya, sino
Hamudí. Uno de los Hammudies, Yahya I, abandona Córdoba y se dirige a Málaga, desde
donde conquista Córdoba en el año 1023. Córdoba pierde su importancia como capital
política, y comienzan a emerger otras ciudades, las que acaban siendo capitales de los estados
de taifas. Córdoba tiene poco valor, y la ciudad propuesta será la ciudad de Málaga, desde
donde los Hammudies se establecerán. Se da una sustitución del título califal; los hammudies
serán reconocidos como Califas legítimos de Al-Ándalus, tienen liderazgo religioso y
político.

Emergen dos maneras para regentar el Califato Hamudí; un Califato de tipo cordobés, con
toda Al-Ándalus unificada de nuevo -lo cual era poco realista, ya que no había un poder
central establecido tal y como lo estaba antes-, o la restauración de su poder en el norte de
África, y usar la península como un puente para un Califato situado en el Magreb. Es un
Califato legitimado y reconocido. En Málaga construyen la mezquita mayor y su propia
ciudad palatina, la Alcazaba de Málaga, a imagen y semejanza de Medina Azahara. A finales
del siglo XI surgen una treintena de taifas. Las más grandes serán las más poderosas;
Badajoz, Toledo y Zaragoza, junto con la taifa de Sevilla en el sur.

Se ha incidido por la historiografía en identificar taifas andalusíes con élites árabes, taifas
bereberes con élites de Almanzor como la taifa de granada con los Ziríes, y las taifas eslavas,
que llegaron como esclavos, se mezclaron con la élite política y se hicieron con el poder,
como Denia, Almería y Valencia. Hay una diferencia étnica. Esta manera de abordar las
clases dirigentes de las taifas induce a error; la mayoría de la población de dichas taifas no
eran las etnias de sus gobernadores. Es una visión reduccionista que no entra en la
complejidad de la sociedad y la política de la época de taifas. Además, se supone que las
oligarquías políticas están muy diferenciadas entre ellos; estas tres etnias llevaban siglos en la

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península, se han mezclado y han evolucionado, los árabes, bereberes y eslavos del siglo XI
no eran los mismos que los que llegaron en el siglo VIII a la península.

Antes de que Almanzor trajera los bereberes del Magreb para el ejército, los bereberes
peninsulares habían sido asimilados, incluso los mozárabes habían asimilado una cultura
común a pesar de ser cristianos. Es un mecanismo islámico, la Asabiyya, la solidaridad. Al

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principio esta solidaridad era étnica. En la época final del califato la Asabiyya era única con
toda la comunidad, la Umma. Desde un punto de vista económico, hay autores que han
dividido las taifas en costeras e interiores. Sin embargo, no todas las taifas costeras tienen el
mismo peso en el comercio con el mediterráneo, y la taifa de Badajoz tenía comercio por el
Atlántico con Lisboa y el norte peninsular.

El reino de Taifas es un periodo convulso en todos los sentidos. Pasa por tres periodos
fundamentales (que no incluye a los hammudies): Entre 1009-1031 se produce la segunda
fitna o guerra civil, con luchas intestinas en el califato. Hay numerosas proclamaciones y
disputas por la sucesión. Se establecen las bases de la mayoría de los poderes independientes.
Entre 1031-1045, con la abolición del Califato en Córdoba en 1031 se inicia el periodo de
taifas propiamente dicho. Cada uno de las taifas se atrinchera en sus ciudades y provincias
tratando de hacer en ellas reinos con cortes a imagen y semejanza de la Córdoba califal. Al
final del periodo ya se han consolidado las taifas. El periodo entre 1045-1090 se corresponde
con la Taifa de Sevilla (Abbadíes -que se expanden hacia Portugal y toman Córdoba y el
norte de la taifa de Granada, llegando a someter Murcia y el sur de la taifa de Denia).
Al-Mutadid fue artífice de la expansión política, mientras su hijo Al-Mudadid se dedicó al
esplendor cultural.

Destaca también la Taifa de Zaragoza, con importantes edificios civiles, como el Palacio de la
Aljafería, construido bajo la dinastía de los Hudíes, y gran expansión. Taifa de Badajoz y
taifa de Toledo; tienen una gran extensión geográfica, pero debilidad política. Fuera de las
ciudades, no hay un gran potencial demográfico, por lo que hay poco poder militar para hacer
frente a las incursiones de los reinos cristianos.

Para 1080 se reduce el número de taifas. Se debe a un proceso de unificación que se


interrumpe con la llegada de los reinos cristianos y los almorávides. Realmente, las taifas
sufren desde el principio un problema unitario; el pago de parias tributarias para los Reinos
cristianos. Son tributos que se pagan al enemigo a cambio de la paz. Las parias existían desde
tiempos del Califato, aplicados contra los reinos cristianos. Los primeros en pedir las parias a
las taifas son los Condados Catalanes, a las pequeñas taifas en torno al valle del Ebro. Tras el
año 1035 surge el reino de León y Castilla como primera potencia cristiana (Fernando I), y
comienza a exigir el pago de parias a los musulmanes. Las parias son muestra de fortaleza de
los reinos cristianos frente a los musulmanes. Sin embargo, las taifas también muestran la
debilidad de los reinos cristianos a la hora de conquistar las taifas.

No hay potencia militar para derrotarlas ni demográfica para repoblarlas. Se pasa a una
situación de igualdad con una ligera superioridad cristiana, que realmente nace de la
debilidad de las taifas. Los reinos del norte no se imponen hasta el punto de una conquista; es

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una apariencia de superioridad por el pago de parias. Por primera vez en la historia, son los
musulmanes que tienen que pagar a los cristianos.

Problemas: no se sabe cuánto se pagaba en parias, si mucho o poco; las taifas no eran
regulares, dependían de que hubiera un poder cristiano lo suficientemente fuerte para exigir
su pago, una amenaza. En el momento en el que no hay un poder cristiano fuerte o las taifas

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se empoderan, no pagan las cantidades exigidas. Además, para poder pagar, tiene que haber
moneda y mineral; con el comercio afluía el oro del norte de África, y no siempre era la
misma cantidad. Las taifas no podían pagar la misma cantidad todos los años. Los cristianos
gastaban las parias en gasto militar, tanto reparación de fortalezas como el pago del ejército,
se hacían donaciones piadosas, ya que era una lucha santa. Por último, el oro de Al-Ándalus
era fundido para acuñar moneda de los reinos cristianos.

3. TAIFA ZIRÍ DE GRANADA.

Los Ziríes, una tribu, estaban integrados con los Zanatas, del norte de África. Los clanes
actúan de manera conjunta. El último de los reyes Ziríes, después de la conquista de la taifa,
dejó puestas por escrito sus memorias, donde, aparte de justificar sus decisiones, relata la
historia de su familia y el gobierno de la ciudad de Granada. Los Ziríes son bereberes que
llegaron a la península como mercenarios en el ejército de Almanzor. Desde que sus hijos se
postulan para seguir en el poder, los Ziríes les apoyan, siguen su servicio, pero cuando
Abderramán Sanchuelo es depuesto, los Ziríes son un grupo sin patrón y preparados para la
guerra. Se trasladan desde Córdoba a Granada y alcanzan un acuerdo con Madinat Ilbira.

Zawi ibn Ziri (1013-1019/1020) forma un gobierno recibido de los hammudies de Málaga.
Los Hammudies saben de la presencia de los Ziríes y los reconocen y legitiman. Incorporan
la ciudad y el territorio de Jaén a sus dominios. Zawi llevará una acción sorprendente única
en toda Al-Ándalus, la formación de una capital nueva, como necesidad defensiva. La nueva
ciudad de Granada se localiza en alto, con acceso al agua gracias al Darro, y mucho más fácil
de defender. Es una ciudad sin tradición previa, netamente islámica.

● Comentario

Texto narrativo literario autobiográfico escrito en la última década del siglo XI. Nos
encontramos en un momento en el que se percibe la etnogénesis de los habitantes de la zona
frente a las personas que venían del exterior y se produce un enfrentamiento entre los nativos
(tanto bereberes como árabes) y los extranjeros. La situación elevada de Granada se debe a la
mejor posibilidad de defensa. En cuanto al traslado de Medina Elvira notamos un consenso
entre la población y los ziríes, consenso propio de una organización tribal que demuestra una
inexistente estratificación. La toma de decisión es una puesta en común entre los recién
llegados (los ziríes) y los habitantes de Medina Elvira. Este sistema de toma de decisiones
pudo ser un intento de los ziríes de evitar el descontento de una población mayoritaria que
podía acabar con el órgano de gobierno existente. Si la población no hubiera estado de
acuerdo, habría sido necesario el sometimiento de la población y el traslado forzoso de la
ciudad, lo que habría supuesto además la partición en dos núcleos urbanos (los que acceden o
son forzados a trasladarse y los que se quedan en la Medina Elvira originaria). Además, al

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forzar a la población la construcción de infraestructuras nuevas para la nueva localización no


se habría realizado de la misma manera. Si no hubiera existido esta colaboración, la ciudad de
Medina Garnata habría tenido un funcionamiento mucho más complicado.

El hijo de Zawi ibn Ziri, Habus ibn Maksan, se proclama hajib, no como su padre. El reinado
de Habus ibn Maksan es importante porque llega con otras tribus bereberes entre las que
destaca la tribu Sinhaya, lo que muestra que los nuevos dirigentes que llegan y actúan de
manera asamblearia ni siquiera eran las únicas cabezas políticas de esta nueva sociedad. Zawi
ibn Ziri era un jeque más y su sistema asambleario en Granada fue una originalidad. Este
poder "compartido" es posible por la concordia interna, la inexistencia de disputas de poder,
por lo que pueden erigirse en la oligarquía que dirige el destino de esta nueva taifa.

Además, gracias a esta concordia, se puede hacer frente a ataques externos. Habus es el
primero que busca ser una organización independiente, con sus propias leyes y normas. Su
reinado es relativamente tranquilo, al igual que el de su sucesor Badis ibn Habus. Badis, a
diferencia de sus antecesores, intenta reinar sólo imponiéndose como la única voz política
dentro de la taifa. Esto genera tensiones internas con las otras tribus. Su aspiración es la
lógica dentro de un poder asentado. Busca consolidarse en el poder eliminando posibles
adversarios (Sinhaya). En este intento de monopolizar el poder cuenta con el apoyo de los ibn
Nagrila, Samuel y su hijo José, que eran judíos. Esta colaboración ha provocado debate y a
día de hoy se cree que o bien eran judíos de la tierra o bien tenían buena reputación en la
ciudad.

En un momento concreto Badis decide prescindir de sus servicios, y Nagrila idea una traición
para mantenerse en el poder aliándose con el rey de la taifa de Murcia ofreciéndole Granada.
Es descubierto, pero la situación provoca una importante debilidad política. Sevilla aprovecha
esto para conquistar Málaga (conquistada anteriormente por Badis) temporalmente y Almería
conquista la zona de Guadix. Granada se consigue recuperar pero la taifa cambia. La traición
de Nagrila, por tanto, sacude por completo la taifa. La inestabilidad llega hasta tal punto que
su sucesor no será su hijo, sino su hermano, cuyos hijos Abd Allah Ben Buluggin y Tamim se
disputan Granada y acaban partiéndola en dos. Se suceden entonces tensiones políticas
internas.

El reinado de Abd Allah será el último zirí de Granada. Hay tensiones internas respecto a su
tío Badis, además de tener que hacer frente a la partición del territorio, descontento social y
una presión cada vez mayor por parte de los reinos del norte (sobre todo del Reino de León).
Logra establecer una alianza con la taifa de Sevilla logrando frenar el avance cristiano, que
culmina en el 1085 con la conquista de Toledo y la mayor parte de su territorio. Los
almorávides empiezan a desembarcar desde el norte de África, lo que supone pérdida
territorial pero también un punto final para las primeras Taifas andalusíes.

● Llegada almorávide

En 1085 Alfonso VI de León y Castilla conquista Toledo, el avance cristiano con más
repercusión dentro y fuera de la Península. Esto se debe a que todo el mundo tenía presente
que Toledo era la capital del Reino Visigodo, por lo que supone un gran golpe de efecto. Para

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los musulmanes supone también un problema al suponer la incapacidad de frenar el avance


cristiano por la debilidad económica de las Taifas sometidas al pago de tributos, y militar al
estar Al-Ándalus dividida y no poder hacer frente unidas contra los cristianos. Controlando la
parte septentrional de la meseta sur se dificultan las conexiones con el Valle del Ebro, donde
se encontraba la taifa de Zaragoza. Esto provoca el pánico entre los musulmanes y hace que
las poblaciones, que no confían en sus dirigentes, empiecen a pedir ayuda a los almorávides.

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Pedir ayuda exterior supone admitir de manera explícita la debilidad militar interna, por lo
que la iniciativa no parte de los reyes, sino de la población y los cadíes, jueces y religiosos
que se ponen de acuerdo al sentir que está en juego su propia supervivencia. Córdoba, que
sigue teniendo el gran juez, junto con Sevilla y Granada, lanza un primer mensaje de ayuda a
los almorávides. Los almorávides eran un movimiento de pureza religiosa que tenía la yihad
(guerra santa) entre sus prioridades. Como todo movimiento religioso, proclaman una vuelta
a esa pureza inicial frente a la corrupción imperante. Eran más rigoristas, observaban la ley
islámica más de cerca que en Al-Ándalus y consideran que sus derrotas políticas se debían al
mal ejercicio del Islam. Fundan su propia capital –Marrakech– en 1071 y alcanzan su
desarrollo como estado bajo su gobernante Yusuf ibn Tashufin, quien se presenta en la
Península al año siguiente a la conquista de Toledo. Será la primera de las cuatro incursiones
que realizará contra los cristianos.

El objetivo de su presencia era recuperar la ciudad de Toledo, de manera que por primera vez
en la historia de Al-Ándalus encontramos un planteamiento explícito de reconquista del
territorio perdido a manos de los cristianos organizándose militarmente para ello. Su
contingente militar era de unos 12.000 individuos a los que se unen 8.000 andalusíes. Se
dirige hacia el norte hasta encontrarse con Alfonso VI en Zalaqa. Alfonso VI calcula mal
considerando que puede derrotar a este ejército, lanzándose al ataque sin conocer bien el
terreno ni la fuerza de su enemigo y perdiendo rotundamente. Se retira a Toledo a esperar al
asedio musulmán. Sin embargo, Yusuf vuelve al norte de África, por lo que detiene el avance
cristiano pero no cambia la situación. Alfonso VI vuelve a interferir en la política interna de
las Taifas andalusíes, por lo que Yusuf vuelve a la Península en 1089 con un segundo ejército
almorávide. Se dirige por el sureste peninsular hacia la actual Murcia, donde se vuelven a
enfrentar sin que quede un vencedor claro ni haya ningún cambio territorial.

Los almorávides ven que los andalusíes no se ponen de acuerdo para cambiar esta dinámica,
por lo que empiezan desde el norte de África una campaña de "propaganda" en la cual los
Ulemas critican abiertamente a los andalusíes en general y a sus gobernantes en particular
acusándolos de ser malos musulmanes. Confirman esto considerando que la práctica del
Islam en la península era corrupta y que sus gobernantes de Taifas eran ilegítimos al recaudar
impuestos ilegales (no estaban contemplados en el Corán). Deciden por tanto acabar con esta
situación. Proceden a la conquista, siendo Granada la primera en caer seguida de Málaga.
Almería y Murcia caen en 1091 a las que le siguen Córdoba y Sevilla. La única taifa
meridional que resiste en un primer momento es Badajoz, que es conquistada finalmente en
1094. En el Ebro queda Zaragoza, además de Albarracín. Los soberanos son ejecutados o
condenados al destierro en el norte de África (el caso de Abd Allah).

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Las pérdidas territoriales de Alfonso VI siguen sin ser importantes ya que retienen la capital
(afecta psicológicamente), pero tras las conquistas almorávides dejan de recibir dinero
(parias), lo cual supone un aumento del gasto en defensa ante el nuevo enemigo y una pérdida
de ingresos. Intenta remediar esto intentando tomar la iniciativa con una alianza con la taifa
de Badajoz y proyectando una campaña en el norte andalusí. Los almorávides se dirigen
hacia Badajoz, conquistándola. En el Levante la campaña real se viene abajo y uno de los

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señores de la guerra de la zona, Rodrigo Díaz de Vivar –El Cid– toma la ciudad de Valencia
convirtiéndola en un señorío propio y personal aunque sometido al Reino de León. Su viuda
consigue mantener las posiciones hasta tres años después de su muerte. La toma de Valencia
y la instauración de ese señorío por parte del Cid es muy peligrosa para Zaragoza y
Albarracín porque prácticamente las aíslan del sur.

Se produce una cuarta campaña en el 1097, que culmina con la conquista de Badajoz en el
1094 y los intentos de tomar Valencia en 1102. El valle del Ebro resiste, ya que los
almorávides no conquistan Zaragoza hasta el año 1110. A finales del siglo XI
(aproximadamente 1090) se pone fin a la primera generación de Taifas andalusíes, que serán
sustituidas por el primer imperio africano que conquista Al-Ándalus. Esta conquista y
supresión de las Taifas suponen un cambio en la línea de progreso de Al-Ándalus ya que, por
primera vez desde su independencia con Abderramán I, queda sometido a un poder externo a
la península pasando a ser una provincia del Imperio almorávide. Este imperio es también
inédito en el sentido de ser la primera organización política musulmana que une los
continentes de África y Europa.

Los almorávides son bereberes y además, prácticamente la primera formación política


bereber de importancia. Sin embargo, esta formación se había llevado a cabo muy
rápidamente (apenas en un cuarto de siglo) bajo el mando fundamental de Yusuf. Cuando
comienza la conquista de las Taifas andalusíes hay que integrar esta nueva provincia en el
imperio, lo que supone la llegada de como máximo unos 100.000 almorávides para
establecerse en la península. Este número era bastante inferior a la población andalusí. Sin
embargo, resulta determinante su voluntad expresa de no mezclarse con la población andalusí
para no corromper su pureza. Por esto, se establecen en zonas altas casi de montaña, así como
aldeas o villas rurales apartadas de los núcleos principales de Al-Ándalus. La falta de
convivencia acaba generando problemas al haber una falta de conocimiento, etc. Los cadíes y
los Ulemas en teoría no tienen problema con ellos porque comparten el interés por esa vuelta
a la pureza islámica.

Toman medidas que generan dificultades internas. Los almorávides no veían bien la presencia
de elementos judíos o cristianos, por lo que redoblan la presión fiscal contra estas
comunidades, forzándolos generalmente a irse al no poder pagar. Había además bastante
segregación en cuanto a la forma de vestir, la imposibilidad de juntarse entre musulmanes y
estas dos comunidades, etc. Se pasó por tanto de una relativa tolerancia a una situación
bastante hostil. Esto provoca un flujo migratorio hacia el norte cristiano, donde estas dos
comunidades tendrán una mejor calidad de vida. Tras la destrucción de la iglesia de Granada,
los mozárabes de Al-Ándalus piden ayuda a los reinos cristianos del norte, concretamente al
rey Alfonso I de Aragón. En 1118 este rey había conquistado el territorio almorávides de

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Zaragoza y el Valle del Ebro, convirtiéndose en el rey cristiano más poderoso militarmente
hablando de la época. Los mozárabes le prometen abrirle las puertas de la ciudad a cambio de
su ayuda. Alfonso emprende una campaña de año y medio de duración, campaña que será
posible gracias a que los almorávides estaban ocupados haciendo frente a revueltas en el
norte de África. Estos sufren las primeras derrotas a campo abierto en la Península frente a
Alfonso, que se dedica a quemar las campiñas almorávides y ofrecer a los mozárabes que se

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va encontrando que se vuelvan con él a Aragón. Esta población mozárabe servirá para
repoblar el territorio del valle del Ebro.

Cabe decir que los almorávides reconocían el califato abasí de Bagdad, por lo que no se
proclaman califas sino que son emires (no tenían la supremacía religiosa). Esto es confuso, ya
que proclamaban la pureza religiosa, pero es una muestra de que no había una gran
elaboración teológica e intelectual del islam como para someter a los abasíes y proclamarse
califas ellos mismos.

Volviendo a las campañas almorávides, tras la conquista de Badajoz comienza una década en
la que la estabilidad almorávide empieza a resquebrajarse debido a ? y al avance de Alfonso
I.

Empieza a haber crisis internas entre los almorávides, situación que Alfonso I aprovecha. Los
almorávides justificaban su dominio sobre la Península con sus éxitos militares, pero en el
momento en que estos cesan su legitimidad tiembla. En Córdoba hay una gran revuelta
andalusí contra los almorávides y solamente la intervención de los alfaquíes impide un
verdadero baño de sangre. Por tanto, en muy poco tiempo los almorávides han pasado de ser
los héroes a ser una carga soportada por la población andalusí.

En torno a 1140 empieza a haber problemas internos en África, por lo que el imperio de la
Península Ibérica se tambalea. Los territorios con tendencia a la autonomía que están sujetos
pero que no forman parte del núcleo de un estado en cualquier época histórica en el momento
en que no hay un poder central fuerte aprovechan para intentar independizarse. Empieza a
haber más levantamientos por todo Al-Ándalus porque no llevaban bien el rigorismo
religioso de los almorávides. En la Península empieza a desarrollarse un estado de caos en el
que los almorávides han pasado de poner orden a no controlar la situación. Hay un panorama
que se asemeja mucho al de la gran fitna en torno a la disgregación y disolución del Califato
Omeya en torno al 1030.

Aparecen poderes locales, algunos de ellos muy efímeros, como la pequeña taifa formada en
la zona de Jaén-Guadix que no dura más de 1 año (1145). Comienza aquí el periodo de las
Segundas Taifas. Los reyezuelos locales tuvieron un poder limitado dentro de Al-Ándalus.
Estas primeras taifas de entre 1030-1090 son cortas. Empiezan aproximadamente en el 1155
y en ese mismo año algunas de ellas ya son conquistadas por los almohades. Es por tanto una
situación de transición. Destacan la taifa de Murcia (1145-1172) y la de Mallorca
(1146-1203). En cuanto a la taifa de Murcia, tiene su capital en la ciudad de Murcia y su
protagonista indiscutible será Ibn Mardanis, al que los textos cristianos llamaban el “rey
lobo”. Fue el artífice de la unificación de un territorio que abarcaba desde la campiña

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sevillana, la zona de las subbéticas, todo el territorio de la actual Murcia y Almería y el


levante ibérico incluyendo la taifa de Albarracín. Era un territorio muy amplio sin coherencia
geográfica, lo que hacía muy difícil su control y defensa. Sus enemigos no eran los cristianos,
sino los propios musulmanes almohades, cuyo control de la Península Ibérica no fue
inmediato.

Ibn Mardanis había llegado como enviado de los Ibn Qasi, antiguos gobernantes de la taifa de
Zaragoza y que seguían teniendo un importante poder local. Su importancia se debe a que
constituyó el esplendor del levante andalusí (con los Omeyas el centro había estado en
Córdoba y en la época de las taifas las más esplendorosas habían sido Granada, Badajoz o
Zaragoza). Supone el esplendor de la propia ciudad de Murcia: será en este momento cuando
se construya la gran muralla árabe. Se crea también la red hidráulica, que supone la base para
el cultivo de regadío de la Huerta de Segura. La importancia murciana será tal que su moneda
llega a ser moneda de referencia y de cambio en Europa. Su cerámica se exporta también a
ciudades italianas. Hay por tanto muchas manifestaciones –no solo políticas– del prestigio
que tuvo.

Ibn Mardanis se llevaba muy bien con el reino de Castilla, con quien tenía una frontera
importante y un enemigo común: los almohades. Destacamos los restos arqueológicos de la
zona de Murcia, gracias a los cuales sabemos de la existencia de un conjunto palaciego de
una entidad importantísima debido a su gran alberca, jardines, observatorios, etc. Los
almohades no estaban dispuestos a tolerar que nadie pusiera en cuestión su predominio, por
lo que a partir de 1165 empiezan a asediar la capital y a conquistar los territorios
meridionales de la taifa de Murcia. En 1172 y con Ibn Mardanis moribundo, la ciudad es
conquistada. Su sucesor, Hilal, capitula ante los almohades a cambio de quedarse como
gobernador.

Respecto a la taifa de Mallorca, tiene una situación más peculiar. Había una dinastía propia,
la de los Banu Ganiya (1146-1203) que llega a tener 6 soberanos. ? tenía la legitimidad de ser
descendiente de esta dinastía. Alcanzaron acuerdos con las potencias maritimas que
controlaban el Mediterraneo occidental, Pisa y Génova, y a cambio de pactos de no agresión
mutua consiguieron acuerdos comerciales de forma que los italianos usaban las Baleares
como plataforma para el comercio musulmán de Africa. Los Banu Ganiya eran más bien un
reducto del poder almorávide, algo marginal. Después de la conquista del levante andalusí los
almohades controlaban toda la Península excepto esa zona, asunto que quedó como algo
secundario. Esta situación se mantiene así hasta que ocurre un cambio importante: tras un
periodo político turbulento después de la muerte del fundador de esta dinastía, Muhammad
Ibn Yusuf Ibn Ganiya, deciden recuperar la idea de que eran los legítimos dirigentes de las
tribus del norte de África. Aprovechando la derrota almohade en Santarem en 1184 donde el
califa almohade muere, los Banu Ganiya lanzan ataques y promueven rebeliones en el norte
de África consiguiendo la zona más débil del control almohade, Ifriqiya. Cuando los
almohades se reponen, recuperan el control sobre Ifriqiya y no paran hasta conquistar las
Baleares en 1203. Por tanto, desde su desembarco inicial en 1145, los almohades tardaron
prácticamente 6 décadas en controlar todo lo que ocupaba Al-Ándalus en ese momento.

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Marina de la Plata López

Este proceso de conquista fue complicado por la propia organización de los almohades y su
percepción dentro de Al-Ándalus. Si los almorávides eran rigoristas, los almohades lo eran
aún más. Esto dificulta el control almohade de la Península y explica el éxito continuado en
el tiempo de las segundas taifas tanto de Murcia como de Baleares, ya que aunque tuvieran
potencia militar había una resistencia activa por toda la Península. Los almohades salen del
norte de África, pero no controlaban lo mismo que habían conseguido los almorávides ya que

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no tenían el África negra, aunque sí controlaban zonas del Magreb que los almorávides no
habían conseguido conquistar.

Los almohades toman su fuerza de un mecanismo muy parecido al que había llevado al poder
a los almorávides: un movimiento de renovación espiritual. Es decir, tiene un origen religioso
–casi filosófico– y no político o militar. Este movimiento se convierte en algo combativo con
la situación política existente. Al-Ándalus siempre estuvo en su punto de mira, entendiendo
su conquista como algo natural. Los almohades eligen Sevilla como capital en Al-Ándalus, lo
que es toda una declaración de intenciones. Que el califa residiera en la ciudad mucho tiempo
era un mensaje para la población y los cristianos de que su objetivo era controlar esa zona de
la Península y recuperar parte o todo el territorio que se había perdido. Sin embargo, no
contaban con la resistencia interna. El gran impulso arquitectónico de Sevilla se produce con
los almohades, convirtiéndose en la otra gran capital ibérica en competencia con Murcia hasta
que esta última es sometida (época en la que cae en decadencia).

El imperio almohade alcanza su máximo apogeo con el califa Al-Mansur “el Conquistador”.
A diferencia de los almorávides, que nunca proclamaron la independencia religiosa y
reconocían el Califato Abbasí de Bagdad, los almohades sí lo hicieron. Los almohades
consideran que su interpretación religiosa es la única verdadera, por lo que no podía haber
una autoridad religiosa por encima.

Estos cambios no consiguen evitar más avances territoriales, concretamente la expedición


cruzada cristiana en unión del Reino de León con la República de Génova que conquista
Almería en 1147 (reteniendo esa plaza 10 años). El prestigio almohade por tanto se ve en
entredicho. Esta es la situación que se encuentra Al-Mansur cuando llega al poder. Es una
figura controvertida porque algunos historiadores piensan que con él comienza la decadencia
del imperio almohade, mientras que otros dicen que es con él cuando la administración
consigue su mayor eficacia. Sabemos muy poco sobre la administración interna almohade,
pero durante su dominio la filosofía andalusí alcanza su máximo apogeo. Esto no deja de ser
una pequeña contradicción, ya que la filosofía es una interpretación de la vida, lo que choca
con la imposición de un control absoluto sobre la vida y la religión por parte de los
almohades. Cabe decir que los mozárabes se habían ido al norte pero los judíos, a pesar de la
opresión almorávide y posiblemente también almohade, se quedaron aquí. Esto nos hace
dudar de la veracidad de las fuentes ya que podemos pensar que esta opresión religiosa no fue
tan grave como parece.

La visión sobre los almohades es generalmente negativa ya que se dedicaron a dar mala fama
a los almorávides. Esta fama se debe también a la falta de éxitos militares: con la batalla de
Alarcos en 1195 los almohades consiguen su primer éxito militar a campo abierto. Este fue el

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éxito que necesitaban para recuperar su legitimidad para controlar Al-Ándalus. Sin embargo,
fue una victoria sin consecuencias territoriales. La debilidad militar de los almohades se
observa en que a pesar de ser los más intransigentes en términos religiosos, firmaron pactos
con Alfonso VIII, treguas que el derecho islámico solo contempla en casos de gran necesidad.
Los cristianos aprovechan estos pactos para rearmarse y cuando finalizan las treguas vuelven
a la batalla con las Navas de Tolosa en 1212. La derrota almohade no da lugar a avances

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territoriales inmediatos pero supondrá el detonante de la desintegración del estado desde
dentro.

Tras esta derrota surgen nuevos poderes en Al-Ándalus, siendo el más importante Ibn Hud,
del que se decía que era descendiente de la prestigiosa familia que había gobernado la taifa de
Zaragoza anteriormente. La descomposición del imperio almohade en todos los territorios a
la vez hace que no tengan capacidad de reacción y que en cuanto surja una figura política
capaz, como Ibn Hud, los andalusíes se independicen. Ibn Hud aglutina todo lo que quedaba
de Al-Ándalus en estos momentos. La sublevación empieza en la ciudad de Murcia, a partir
de donde irá avanzando rápidamente hacia el sur. Ibn Hub, sin embargo, no puede hacer
frente al avance cristiano, quedando el territorio finalmente reducido al emirato de Granada.
Los cristianos conquistan Córdoba en 1238, algo muy importante porque supone la conquista
de la antigua capital omeya. Antes de esta conquista había habido otros movimientos
insurgentes importantes: en 1232 se había proclamado emir en Arjona el fundador de la
dinastía nazarí en Granada. Surgen por tanto en Al-Ándalus dos poderes: Muhammad Ibn
Yusuf Ibn Nasr Ibn Al-Ahmar y Ibn Hud. Con la desaparición del imperio almohade
entramos en lo que se llama las Terceras Taifas. ?? Muere Ibn Hud. Sus descendientes en
Murcia estaban debilitados. En 1246 la taifa de Murcia es conquistada por el futuro Alfonso
X. Los cristianos no la ocupan sino que la someten a una especie de vasallaje militar. Tras la
revuelta mudéjar de 1264 se conquista definitivamente y es incorporada a la Corona de
Castilla.

Al-Ahmar tenía claro que no tenía la fuerza militar suficiente para defender el Valle del
Guadalquivir. Aprovecha por tanto la frontera natural de los Sistemas Béticos para replegarse
tras las montañas cediendo territorio. Jaén no es conquistada por los cristianos, sino cedida
por el Pacto de Jaén, lo que los cristianos consideran el Acta Fundacional del Reino de
Granada. Tras el asedio de Sevilla la ciudad cae en 1248. Muhammad I se repliega sobre el
territorio que queda en el sureste andalusí. Alienta la revuelta de 1264 pero la jugada le sale
mal: los cristianos ocupan el Reino de Murcia y avanzan sobre el territorio de la Cuenca del
Guadalete conquistando Jerez de la Frontera en 1267.

El emirato nazarí está muy ligado a la descomposición almohade y al desarrollo de


acontecimientos de la Península Ibérica. El Reino de Granada no ocupa el antiguo
Al-Ándalus como tal, pero hay que tener en cuenta que las fronteras del Reino habían
cambiado. Es importante el Reino o Taifa de Niebla, que dura poco y del que sabemos poco.
Estaba partido en dos y en dos décadas perdió todo el sur de Portugal (actual Algarve),
quedando reducido a lo que es la actual provincia de Huelva y estando sometido siempre por
los cristianos. Niebla participa de una serie de movimientos incómodos que desembocan en la
revuelta mudéjar, lo que explica la conquista de esta zona en 1262. Pasa a convertirse en un

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condado de la casa ducal de Medina-Sidonia, lo que explica las transformaciones feudales de


este territorio tras su conquista. Con las conquistas alfonsinas Cadiz se conquista en 1262,
Jerez de la Frontera en 1267 (lo que sabemos gracias a textos islámicos). El Reino de
Granada incluye la zona de Tarifa y Gibraltar. En el año 1246 con el Pacto de Jaén el
territorio del emirato queda perfectamente establecido.

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Tras la caída de Murcia y Niebla, y teniendo en cuenta que Jaime I el conquistador había
conquistado Palma de Mallorca en 1228 tras lo que habían ido cayendo las otras islas de
Baleares seguidas por el reino de Valencia en 1238. Entendemos que de la parte andalusí que
quedaba a mediados de siglo XIII sólo quedaba el Reino de Granada?. Aprovechan las
debilidades del enemigo y fortalecen los puntos fuertes del emirato. La fase del nacimiento es
la más complicada de conocer. ? Muhammad I se presenta como salvador de Al-Andalus.

El Reino de Granada no nace como un estado organizado de manera compacta. Muhammad


tuvo que ganarse el respeto de la población y los dirigentes. Lo más evidente de la falta de
control político real es el hecho de que comparte el poder con sus parientes, los Banu
Ashqilula o Isqaylula. Los coloca como arraeces de Guadix y Comares y acaba entregándoles
una parte del control de Málaga, una de las grandes ciudades del emirato. Estos se acabaron
sublevando posteriormente.

La formación del Reino de Granada es también resultado del agotamiento de Castilla tras su
ansia por conquistar el Valle del Guadalquivir. La descomposición no ocurre sólo en la
Península, en el norte de África también se producen cambios profundos: surgen los
Benimerines como nuevo poder, situando su capital en Fez. El Estrecho de Gibraltar se
convierte en el protagonista en lo que se refiere al emirato nazarí y los benimerines del norte
de África, ya que en el siglo XIII los cristianos habían empezado a abrir la ruta de poniente,
ruta marítima que unía la península italiana y el levante mediteeraneo con el mar del norte.
Los benimerines estuvieron muy interesados en controlar las aguas del Estrecho, ya que
suponía la retaguardia de su propia capital, era su zona directa de influencia y colchón de
resguardo. Si los cristianos se apoderaban o controlaban esa zona, la seguridad interna
benimerina se tambaleaba. Entre 1275 a 1350, periodo conocido como la Batalla del
Estrecho, Granada fue protagonista involuntaria. Al mismo tiempo los cristianos estaban en
un proceso de expansión territorial y económica y sabían que debían controlar el Estrecho. El
choque era, por tanto, inevitable.

Granada estaba en una situación comprometida, ya que había surgido del desmoronamiento
andalusí, por lo que estaba en una posición de vasallaje a Castilla y al mismo tiempo era un
estado islamico que tenía como aliado natural a los benimerines del norte de África. En 1350
Granada será la principal víctima de este conflicto porque sale debilitada, aún más aislada del
mundo islamico y “en pausa” a la espera de ver cuándo los cristianos lanzan el ataque
definitivo que lleve a su desaparición. La batalla comienza en 1273 con Muhammad II, que
aprovecha que Alfonso X se ha marchado a Alemania con la consecuente debilidad política
para romper el vasallaje que había firmado su padre. Como no podía hacerlo solo, invita a los
benimerines a desembarcar en la Península por el Estrecho de Gibraltar. Además, les entrega
para su gobierno las localidades de Tarifa y Algeciras, que eran fundamentales por sus

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puertos, además de Ronda, que era la cabeza militar que organizaba la defensa del occidente
granadino frente a la Andalucía cristiana.

Desde que los benimerines entran en la Península causan muchas bajas castellanas hasta el
punto en que el infante Fernando muere. El que salva la situación es su hermano pequeño, el
infante don Sancho. Castilla y Aragón se dan cuenta de que no basta con reforzar el territorio,
ya que estaban viviendo una auténtica ofensiva. En 1292 Sancho IV conquista la plaza de
Tarifa con ayuda de embarcaciones genovesas. Comienza una lucha a muerte. Granada no
confía solo en los norteafricanos ya que siempre está la sospecha de que quieran volver a
conquistar su territorio, así que busca apoyo en el exterior: la República de Génova,
prometiéndole a cambio toda clase de libertades y concesiones económicas a cambio de
recibir una flota militar operativa, siempre que esa flota no se usase contra los “amigos de
Génova”.

Con Muhammad III hay al principio un atisbo de paz, pero se envalentona porque los
cristianos habían tomado Tarifa y los mariníes habían vuelto al norte de África. Conquista el
sultanato de Ceuta, pero no contaba con la firma de un tratado entre Castilla, Aragón y Fez
(mariníes) para destruir Granada. Inmediatamente, se retira de Ceuta y restablece las buenas
relaciones con los benimerines. Granada no va a volver a intentar conquistar territorio ni
cristiano ni musulmán de fuera de sus fronteras, que son totalmente estables. Durante los años
posteriores la inestabilidad política en Granada es muy importante, hasta que sube al trono
Muhammad IV. Consciente de que su supervivencia dependía de las buenas relaciones con
los benimerines, les vuelve a invitar a la Península, dándoles el gobierno de Algeciras y
Ronda y comenzando una campaña para recuperar Gibraltar (que había sido conquistada
temporalmente por los cristianos). Alfonso XII se enfrenta a la flota islámica apoyada por
Génova y la escuadra castellana es destrozada en 1340.

Las tropas islámicas desembarcaron a través de Algeciras, lo que supone un error porque los
castellanos no eran fuertes en el mar pero sí en tierra. Alfonso XI realiza una táctica para
engañar al sultán, quien no tiene más remedio que entrar a la batalla a campo abierto (batalla
del río Salado). Las tropas son destrozadas por los cristianos. Esta será la última ocasión en
que ejércitos norteafricanos combatan al lado de los musulmanes en la Península Ibérica.
Alfonso XI aprovecha para ir ocupando una serie de localidades fronterizas como Ardales o
Algeciras, que van reduciendo por el occidente del reino la frontera frente a Castilla. En 1348
le sorprende la peste negra en el sitio de Gibraltar, lo que pone freno a este conflicto bélico.
Granada pierde por tanto a su aliado militar, lo que provoca una gran crisis política. Se
encuentra sola frente a Castilla.

La segunda mitad del siglo XIV se conoce como una “paz insólita”. En Castilla tenemos a
Pedro I el Cruel, que presenta una maurofilia marcada y que ayudaba a Muhammad V a
cambio de que éste le ayude en la guerra civil castellana. Pedro I murió asesinado por su
hermano Enrique de Trastámara, pero la suerte de Granada continua porque los Trastámara
tenían problemas de legitimidad ante amplios sectores políticos, por lo que Castilla no estaba
en condiciones de meterse en conflictos bélicos con Granada. Con el reinado de Enrique III
acaban los problemas de legitimidad. En el siglo XV Castilla retoma los proyectos de

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conquista que se materializan finalmente con la toma de Antequera en 1410, cuya población
islámica viene a la capital formando su propio barrio. Supone un inicio de hostilidades y
retroceso de fronteras. En Granada comienza una guerra casi continua en la cual hay de
nuevo inestabilidad política, destituciones, asesinatos, etc. Hay algunos reinados fuertes que
básicamente tienen justificación porque consiguen algunos éxitos militares frente a Castilla.
Sin embargo, sigue perdiendo territorio. Pierde Archidona y Gibraltar, y la ciudadanía está

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dividida entre los partidarios de una política militar activa contra Castilla y los que abogan
por una política de paz mediante el pago de tributos. Desde fuera, Castilla está interviniendo
constantemente en la política interna del Emirato favoreciendo a los candidatos más dóciles y
favorables a esta política de no-hostilidad.

● Guerra de Granada

Aunque los Reyes Católicos utilicen como excusa el ataque a Zahara en 1482, tenían decidida
la conquista del Emirato de Granada desde 1474, porque en el Mediterráneo oriental había
una nueva potencia musulmana hegemónica: el Imperio Otomano, que había conquistado
Constantinopla y ya dominaba todo el sur de las Balcanes. No podían permitirse el lujo de
que un estado islamico como Granada sirviera de puente al Imperio Otomano. La guerra tiene
lugar en dos frentes principalmente: mientras que se desarrolla el frente Castilla-Granada,
tienen lugar luchas internas entre Muhammad XI (Boabdil) y su padre Muley Hacén.
Posteriormente, tiene lugar también una disputa entre Boabdil y su tío, el Zagal, dando lugar
a una guerra civil que se extiende hasta 1489, cuando el Zagal se rinde. Debido a estas luchas
internas, primero cae el frente occidental, culminando en la conquista de Málaga en 1487 y
posteriormente el flanco oriental que culmina con la conquista de Almería, Guadix y Baza.
Cuando el Zagal se rinde y Boabdil queda como único soberano de Granada, decide que no
quiere cumplir con la entrega de Granada pactada con los Reyes Católicos. Finalmente,
Granada cae el 2 de enero de 1492 aunque las capitulaciones se habían llevado a cabo a lo
largo de 1491.

Granada no recibió ninguna ayuda salvo la de los voluntarios norteafricanos (los gomeres) y
la República de Venecia, que llevaron cereales y objetos de mantenimiento a Almería.
Venecia se llevaba mal con Fernando II y quería evitar que tuviera el control absoluto de las
aguas mediterráneas. Castilla cuenta con todo el ejército aragonés, voluntarios de otros
territorios ibéricos y extrapeninsulares, alemanes encargados de la pólvora y los primeros
cañones, y la Iglesia, que concede las bulas de cruzada (todo lo recaudado en las misas iría a
financiar la guerra de Granada). Esta guerra es por tanto muy compleja y formada por dos
planos diferentes, con diferentes actores y una importante propaganda. Será el último
conflicto con ideología de cruzada en Europa occidental. Acaban así los 8 siglos de presencia
del islam andalusí como formacion politica independiente en la Peninsula Iberica.

● Administración en Granada

Gran parte de la documentación cristiana generada después de la conquista nos ha permitido


conocer más sobre la administración nazarí. Los soberanos nazaríes usaban preferentemente
el título de emir y, algunas veces, el de sultán. Nunca se proclamaban califas: al principio

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reconocían el califato abasí de Bagdad y posteriormente al califa hafsid de Túnez. El emir


podía designar sucesor. Al no haber un sistema de sucesión claro ni principio de
primogenitura, normalmente elegía al más capaz entre sus hijos. La principal función del
emir de Granada era militar, se legitimaban con victorias contra los cristianos y su deber era
proteger a la población andalusí. Es también responsable de las relaciones exteriores, recibe a
los embajadores extranjeros. Hubo un solo primer ministro denominado hayib en el emirato,

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Ridwan Bannigas. La mayoría de los primeros ministros utilizaban el título de wazir o visir,
al que las fuentes contemporáneas llaman alguacil mayor de Granada. Este alguacil mayor
está encargado de transmitir las órdenes del emir nazarí y asegurarse de que se llevan a
efecto. No había en Granada otros visires. El visir más conocido de todos fue Ibn Al-Jatib en
el siglo XIV, que dejó además obras literarias muy importantes.

El soberano era también la máxima autoridad judicial, saliendo a la Puerta de la Justicia una
vez por semana para solucionar conflictos. Residía en su propia ciudad palatina, la Alhambra,
donde también residían familias poderosas. La hacienda granadina era extremadamente
compleja y, al igual que las taifas, estaba dominada por tributos no-coránicos. Los ulemas,
doctores de la fe, justificaban este cobro de impuestos ilegales alegando que permitían la
supervivencia del territorio al financiar el ejército que defiende el estado. Los Reyes
Católicos se esforzaron por conocer esos impuestos, gracias a lo cual sabemos mucho de
ellos. Algunos impuestos varían en cantidad según el sitio, sin que sepamos bien por qué.
Suponían una presión fiscal tan elevada que provocaban que se dejaran de desarrollar algunas
actividades económicas.

La geografía del reino nazarí era muy rica y variada, pero suponía una dificultad para
articular y controlar el territorio. Esto se traduce en una gran flexibilidad por parte del
gobierno: el emirato busca soluciones diferentes e individuales para cada zona, lo cual fue
una de las claves de su éxito. Del pasado omeya quedaba como reminiscencia la división en
tres coras: la de Takurunna (parte de la actual Málaga), la de Bayyana y la de Elvira. Esta
división era meramente nominal, sin efectos prácticos en la administración del territorio. En
el interior encontramos climas (iqlim), unidad básica de articulación del territorio. Algunos de
ellos eran múltiples: el clima de la Vega de Granada en toda su extensión estaba subdividido
en 5 climas. En las zonas montañosas, sin embargo, encontramos taha, la unidad
administrativa en las Alpujarras y zonas montañosas occidentales (fundamentalmente en la
Serranía de Ronda).

Las capitales de las unidades administrativas recibían distintos nombres según su tamaño y
función: en primer lugar estaban las ciudades o medina, con una alcazaba o alcázar con una
importante zona comercial asociada a ellas; las hisn o husun, fortalezas construidas en
elevaciones a cuyo alrededor se distribuye la población (eran llamadas villas de frontera); las
alquerías, unidad básica de poblamiento rural que puede consistir en un grupo de casas
dispersas o un solo cortijo y que contaban con torres de función polivalente (guardar ganado,
conservar grano en invierno o refugio de la población frente a ataques exteriores).

Granada es la ciudad que más testimonios arqueológicos ha dejado y cuenta con zonas
claramente divididas: la Alhambra como ciudad palatina, el núcleo originario del Albaicín

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con sus extensiones hacia fuera perfectamente amurallado, los nuevos barrios que terminaron
de configurar la ciudad y, a extramuros, las primeras huertas. Hubo una simbiosis entre la
Vega de Granada y la capital: las grandes familias de la ciudad tenían propiedades en la Vega,
y los trabajadores de allí acudían a la capital a vender sus productos. Muchas alquerías tenían
mezquitas propias y cármenes (qarm). El trazado de las calles es absolutamente
característico, irregular y sin ejes centrales. Surge toda una red secundaria con calles angostas

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(los castellanos se esforzaron por ensancharlas), torcidas o meros callejones. La ciudad tenía
un triple papel: productor, distribuidor y consumidor. Es productora artesanal ya que los
principales talleres estaban allí y consumidora porque la población consumía la materia prima
de los alrededores. Distribuía seda producida de manera familiar en zonas del Altiplano o la
Alpujarra a través de la alcaicería.

Las mezquitas mayores también tienen un papel fundamental. La mezquita aljama ocupaba
parte del Sagrario de la actual catedral. Era clave para la religión, pero también era lugar de
justicia, ya que el emir delegaba en el gran cadí, quien impartía justicia allí, además de ser un
lugar de estudio. La Madraza, entendida como universidad, era el lugar de estudio ligado a la
mezquita.

● Otras ciudades del emirato

Cuando los cristianos conquistan el territorio de Málaga, expulsan a gran parte de la


población y distribuyen sus propiedades entre los nuevos pobladores. El centro religioso se
encontraba en torno a la Mezquita Mayor y la Alcazaba era el centro del poder. Málaga fue el
puerto más importante del emirato desde el siglo XIV. Los genoveses contaban con el
Castillo de Genoveses, un barrio comercial de unos 4.000 m2. Las atarazanas fueron
fundadas en el siglo X y presidían el mercado principal de la ciudad. Destaca también el
funduq, de donde deriva la palabra alhóndiga, que era una zona de almacenamiento y
hospedaje de los propietarios de las mercancías. Normalmente eran privados (el Corral del
Carbón formaba parte del patrimonio real) y estaban presentes en todas las localidades
urbanas. Málaga por tanto fue el motor económico del emirato. Ronda se encargaba de la
defensa fronteriza. Almería sufría una grave pobreza de territorio: no era tan apto para el
cultivo como la zona occidental, y en consecuencia fue la zona más débil demográfica y
económicamente hablando. En cuanto a la arquitectura, encontramos una organización en
torno a un patio central típica andalusí.

No podemos estar seguros de que los datos que se han estimado sobre la segunda mitad del
1400 sean válidos para el siglo XIII y XIV, solo podemos hacer estimaciones. El primer
núcleo poblacional es la propia capital, estimando que la población que habita dentro de la
ciudad palatina de la Alhambra [se destaca esta distinción de la Alhambra porque cuando los
cristianos llevaban poco tiempo habiendo conquistado Granada distinguían la Alhambra del
resto de Granada] era aproximadamente unos 50.000 habitantes. Este núcleo de población
está muy lejos de la situación de Málaga, cuya población se estima en unos 20.000
individuos.

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La siguiente gran ciudad del emirato es el puerto de Almería, con menos de 9.000 habitantes,
seguida por las ciudades medianas: se consideran ciudades por los servicios administrativos o
la función militar/económica que tienen, pero no por criterio poblacional. Estas ciudades no
superaban los 10.000 habitantes y son Guadix, Baza, Loja, Alhama o Marbella. Había
también ciudades pequeñas, también consideradas ciudades porque cumplen una serie de
condiciones relacionadas con la función que desempeñan, que oscilan entre los 1.500-5.000
habitantes. Fuera de estas ciudades es imposible saber qué población había en las zonas
aisladas. Grosso modo se ha estimado que la población aproximada del emirato nazarí en el
momento de la conquista no supera los 300.000 habitantes.

La extensión del territorio tan concentrado a pesar de la orografía tan complicada nos revela
que había una densidad de población alta. Más allá de esto es difícil saber más datos. La
conformación étnica de Granada no se equipara a los modelos que habíamos visto antes.
Podemos hablar de tipos etnicos que podian tener distintos tipos y tonalidades de piel debido
a que durante mucho tiempo la Península había importado esclavos negros subsaharianos a
traves de las rutas carabaneras que habían tenido descendientes que presentan por tanto tonos
de piel más oscuros. En el emirato ya no habrá diferencia entre árabes y bereberes, solo habrá
distinción con los nativos, llamados andalusíes. El proceso de etnogénesis entre árabes y
bereberes había culminado con la desaparición de las referencias a las dos etnias originales.
Encontramos estructuras que sí son originarias de las dos etnias. Se ha discutido mucho sobre
la estructura social del emirato y lo que indican los indicios es que la base social era el linaje,
una forma evolucionada de la tribu (remitida a una construcción social preislámica). Estas
estructuras tienen a la vez un elemento contradictorio ya que por una parte vertebran a la
sociedad islámica (el individuo es en función de su linaje) y al mismo tiempo esta pertenencia
a un linaje que genera solidaridad con los tuyos también fomenta la competencia frente a los
otros. De esta manera, la base social del emirato es al mismo tiempo el germen de su
destrucción, ya que la lucha de poder entre linajes fue muy común sobre todo en el siglo XV.

Con el paso del tiempo encontramos que los lazos de solidaridad entre miembros del linaje
comienzan a debilitarse y en la segunda mitad del siglo XV empieza a imponerse sobre el
linaje la familia nuclear (el padre y los hijos). Esto en términos antropológicos se considera
un avance desde las sociedades más primitivas y es también un cambio en las estructuras de
poder y económicas. Generalmente, los cambios sociales se ven antes en la ciudad que en el
campo. La descomposición de las estructuras sociales primarias tiene lugar por tanto en la
ciudad antes que en el campo. Sin embargo, ? en el campo que en la ciudad. Esto se debe a
que los terrenos como alquerías se habían ido heredando de generación en generación,
perpetuando la estructura social y económica en base al linaje. Sin embargo, empezaron a
aparecer elementos ajenos a la alquería, propietarios que no viven allí y que pueden ser
habitantes de alquerías vecinas (lo que significa que un propietario de alquería la ha vendido
a alguien de fuera). Hay indicios muy potentes de que incluso los extranjeros cristianos
italianos llegaron a tener propiedades dentro del emirato nazarí, lo que supone la ruptura
definitiva de esas estructuras primitivas.

Entre estos habitantes encontramos cautivos, los que a la espera de poder pagar su rescate
trabajan allí; exiliados políticos, ya que en las luchas civiles de Castilla muchos de los bandos

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perdedores se exiliaban aquí a la espera de que su suerte cambiara, llegando algunos incluso a
servir militarmente al rey de Granada igual que los exiliados de Granada servían al rey de
Castilla; y comerciantes extranjeros (sobre todo italianos) que podían profesar una religión
diferente. Encontramos tambien judíos: las comunidades que mejor conocemos son las de la
capital, las de Málaga y las de Salobreña, ya que con frecuencia actuaban como
intermediarios entre la población nativa y los mercaderes extranjeros. Vivían en barrios

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cerrados llamados juderías.

● Ganadería

No hay casi fuentes que hablen de la ganadería en el emirato, solo estudios parciales de
distintos momentos. No fue un sector muy grande y Granada fue deficitaria en ganado, cosa
que sabemos porque se ven obligados a importar ganado de Castilla. Era una cabaña ganadera
cuya producción estaba destinada al autoconsumo, no había especulación por los productos ni
grandes excedentes, lo que significa que la ganadería no fue fuente de riqueza para las
familias ni para el estado. Fue una ganadería de subsistencia cuyos productos eran
consumidos en mercados locales. En el siglo XV tendrá lugar la gran explosion de la Mesta
castellana con la exportación de la lana merina granadina. Uno de los motivos que explican el
poco desarrollo ganadero es el enorme peso fiscal que soportaba: aunque no producía riqueza,
soportaba tales gravámenes que los granadinos preferían no tener ganado o no aumentar la
cabaña ganadera, sino solamente producir lo justo para su consumo.

La ganadería estaba dominada por la cabra. El hecho de que no explotaran la producción de


la oveja merina es que había un clima mediterráneo con lluvias estacionales que provocaba la
inexistencia de seguridad del pasto, además de un clima semi-árido en la zona oriental.
Además, el emirato contaba con su propia raza autóctona, la raza murciano-granadina,
perfectamente adaptada a las condiciones geográficas y climáticas del emirato. Con este tipo
de climas la dieta de la cabra estaba más diversificada que la de la oveja y era además un
animal más resistente a las enfermedades. Había también una relación cultural: si los
musulmanes aprovechaban el ganado caprino podían dejar el ganado ovino para cuestiones
religiosas, con la fiesta del cordero.

Los reyes cristianos eran conscientes de la dificultad de la ganadería, por lo que intentan
controlar la importación desde Castilla estableciendo que el ganado solo pudiera llegar por
una serie de rutas concretas con impuestos concretos. Ante el aumento de contrabando,
prohibido el tráfico ganadero hasta que se regularizara la situación. ? los cautivos y el
ganado. El ganado era fundamentalmente una actividad fronteriza, pero también puede ser
simplemente que la mayoría de las fuentes que tenemos hablan de las zonas fronterizas. En la
parte central de la frontera hay noticias de la existencia de una especie de “tierra de nadie”
donde por tradición tanto cristianos como musulmanes podían llevar a apacentar al ganado
sin que hubiera disputas o robos, zonas llamadas “entredichos”.

En la parte occidental (zona de Ronda) también hay noticias de la presencia de ganado, pero
en vez de aumentar la cabaña ganadera alquilaban sus pastos a los cristianos del otro lado de
la frontera. Los vecinos (musulmanes) que alquilaban estos pastos debían defender el ganado

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cristiano de posibles ataques de otros musulmanes. En el derecho islámico los pastos eran de
propiedad comunitaria. Según esto la posibilidad de tener ganado era amplia, pero los
impuestos suponían un gran problema. También tenemos noticias de musulmanes que
llevaban su ganado a pastar a zonas cristianas, generándose a veces una especie de
hermandades entre estos dos grupos religiosos que pastan en ambas zonas. En el interior del
territorio, la zona que nos consta que tenía desarrollo ganadero era la de las Alpujarras. Allí

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destacaba la trashumancia entre las zonas altas y las bajas, sobre todo en la zona de Almería,
donde estaba la zona de pasto más extensa del emirato y a donde acudían con el ganado de las
Alpujarras. Allí pasaban el invierno y en verano volvían a subir a las Alpujarras. Las cuentas
de las Alpujarras a finales del siglo XV nos permiten conocer la importancia que tuvo la
ganadería en la zona. Sabemos gracias a esto que los impuestos recaudados por la ganadería
suponían la mitad de los impuestos recaudados por la Corona, cosa que se explica por la
imposibilidad de desarrollar la agricultura (no les quedaba otra que usar la ganadería).

● Agricultura

La agricultura granadina es infinitamente mejor conocida que la ganadería. La agricultura


andalusí es heredera directa de la agricultura andalusí de la época emiral. Había una mayor
conexión entre los sistemas de riego, las técnicas de cultivo y los productos cultivados y
podemos ver la continuidad que hubo desde los primeros tiempos de la conquista. Sabemos
mucho más sobre los cultivos especulativos: cultivos cuyo resultado era objeto de
exportación (caña de azúcar, frutos secos y seda). Estos productos son objetos de interés para
los mercaderes extranjeros, pero a pesar de tener más información sobre ellos no debemos
pensar que eran los únicos cultivos. Esto se debe a que la inmensa mayoría era agricultura de
subsistencia y Granada estaba en el sureste ibérico, donde había un clima mediterráneo cuya
base agrícola viene desde la Antigüedad (trigo, olivo y vid).

Esta cuestión cambia con la expansión desde el este-oeste en el siglo VIII, cuando los
musulmanes traen de su contacto con la India, sobre todo, plantas tropicales o subtropicales.
Algunas consiguieron un arraigo sin muchos problemas pero otras necesitaban, además de las
temperaturas de la zona, mucha humedad. Debido a esto, los musulmanes desarrollaron
técnicas de captación y distribución de agua: el regadío. Usaban sobre todo infraestructuras
romanas, pero también técnicas que se remontan a la Persia de la Antigüedad y que
perfeccionan. Sin embargo, no toda la agricultura andalusí fue irrigada: el regadío se
introdujo primeramente para esos nuevos cultivos de árboles frutales y caña de azúcar, pero
perfeccionaron tanto la técnica que con lo sobrante empezaron a cultivar productos de la
triada mediterránea. Mejoraron así el rendimiento de la producción y se aseguraban las
cosechas.

El espacio rural se articulaba en torno a la alquería entendida como unidad de poblamiento


pero también económica. Distinguimos varios tipos de tierras: las mamluka o apropiadas,
sujetas a la propiedad privada; las mubaha o no apropiadas, que no estaban sujetas a
propiedad. Las mubaha se dividen a su vez en tierras harim y mawat: las harim eran tierras
comunales destinadas fundamentalmente al pasto y las mawat eran tierras muertas, sin
propietario. Las tierras mawat tienen una particularidad frente al mundo cristiano: eran

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fácilmente apropiables por vivificación, es decir, si alguien las cultivaba se convertía en su


propietario. Todas las tierras rurales tenían una cantidad de tierras que hacía que con el
aumento demográfico se puedan obtener suficientes recursos ya que se podía ampliar la zona
de cultivo. Además, si aumentaba la población en una alquería y necesitaban trabajo se
aseguraba así que el campesinado tuviera siempre acceso a ser propietario, garantizando de
esta forma su libertad frente a grandes propietarios. Las tierras mawat que eran puestas en

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valor no podían ser vendidas ni transmitidas, si el propietario moría la propiedad de la tierra
se perdía. Además, si el propietario dejaba de cultivar durante 3 años perdía el derecho de
propiedad sobre esa parcela.

En Granada había una agricultura fundamentalmente de subsistencia. Teniendo en cuenta que


muchas alquerías estaban en zonas aisladas, tendían al autoabastecimiento. En una misma
parcela podemos encontrar árboles frutales en las lindes y cereales, legumbres y otra parte de
huerta en el interior. Estas mismas parcelas familiares podían tener también una o dos
moreras, ya que el cultivo de la seda nunca era masivo. La seda sí se llevaba a las ciudades,
ya que al producir mucho dinero le interesaba al Estado. Por tanto, solo se podía vender en
Granada, Salobreña y Málaga.

Estas propiedades privadas podían ser grandes o pequeñas, pero podemos identificar dónde
abundaban más unas u otras. En cuanto a la Vega de Granada, cuanto más cerca de la capital
más grandes propiedades había. Estás propiedades eran llamadas almunias o centros de
recreo. Todas las familias poderosas tenían almunias por la Vega; el propio rey tenía unas 30.
Cuanto más alejado de la ciudad y en el resto del emirato predomina la pequeña propiedad.
Había zonas que no tenían demasiado espacio (Vega del Guadalfeo). El 70% del parcelario de
Almuñécar era de pequeña propiedad. Antes de la ruptura de la solidaridad tribal, al mismo
tiempo que encontramos un parcelario pequeño observamos también la existencia de
multipropietarios (una misma zona pertenece a varios propietarios) cuyas parcelas
colindantes pertenecen a familiares.

● Artesanía y comercio

Cuando hablamos de grandes productores de seda encontramos que los propietarios tenían
pocos árboles. Era una actividad complementaria: a la vez que siembras, cuidas de tus
gusanos y produces la seda. El proceso de hilado se hacía generalmente en casa, de manera
que la seda se podía vender en bruto o hilada (más cara al haber requerido más trabajo). El
tejido de las prendas nunca tenía lugar en el ámbito familiar ni rural, era un producto de lujo
y objeto de regalo o exportación que se producían en talleres gestionados por la Corona en
Granada, Málaga o Almería. El Estado controlaba la calidad de la seda (control casi férreo)
ya que debía mantener su prestigio.

Otro producto de lujo era la cerámica, que recibe el nombre de loza dorada porque había
pigmentos que una vez colocado el barniz producía reflejos dorados al enfriarse. Se
exportaban sobre todo a Italia, pero también a otras zonas de Castilla. Cuando se llevaban a
cabo conquistas se producía cerámica islámica en tierras cristianas (cerámica de manises) a
manos de mudéjares. El trabajo del cuero era también importante. Toda la exportación se

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llevaba a cabo gracias al comercio. Génova es la comunidad extranjera más beneficiada, con
la posibilidad de abrir consulados o almacenes por el territorio, por ejemplo. La época que
mejor conocemos en lo que atañe al comercio de Aragón es el siglo XIV. Destaca el paso de
catalanes por el emirato nazarí. En el siglo XV el interés de la Corona de Aragón en Granada
decae porque están mejor posicionados en Sicilia y en el norte de África. Sicilia será la
competencia más fuerte para el azúcar granadino.

En 1350 la batalla del Estrecho culmina con una victoria aplastante para los cristianos, de
manera que se termina de consolidar la llamada ruta de Poniente que conectaba la zona
italiana con el Mar del Norte a través de la costa del emirato. Destaca la Ruta de Venecia en
cuanto a relaciones mercantiles. La importancia de Málaga para el comercio era que los
barcos se podían abastecer de productos africanos sin tener que ir a África, además de ser la
última parada antes del Estrecho de Gibraltar: se abastecían de alimentos y agua antes de
emprender la peligrosa travesía que les esperaba. Se produce una especialización de los
puertos. Los talleres de seda más potentes se encuentran en las ciudades del centro italiano:
Luca, por ejemplo. Se interesan también por el azúcar, que exportan a los países del Norte. La
familia Spinola era la única que podía vender o exportar frutos secos y azúcar a otros
mercaderes cristianos. Respecto al comercio interior conocemos muchísimo menos.

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