Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Consejero de Cultura
Coordinación de la edición
Carmen Pizarro Moreno
Jefa del Servicio de Investigación y Difusión del Patrimonio
Histórico
Departamento de Difusión
Luis Olalla GaJele
Raquel Montero Artús
Pedro Jaime Moreno de Soto
Editores científicos
David García González
Sonia lópez Chamizo
Eduardo García Alfonso
Diseño y maquetación
PHERMAGRAFIC 2017 S.L.U.
Imágenes de la cubierta
Casco corintio de la Tumba del Guer rero: Fondo Gráfico IAPH.
Eugenio Fernández Ruiz.
Impresión
PHERMAGRAFIC 2017 S. L. U.
Edita
JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura
© de la edición: JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cul tura
© de los tex tos: los autores
© de las fotografías: los autores
ISBN: 978-84-9959-307-4
Depósito legal: SE 2308-2018
LA TUMBA
DEL GUERRERO
Un enterramiento excepcional en la •
Málaga fenicia del siglo VI a. C.
7 Listado de autores
9 Presentación
11 Prólogo
17 Introducción
Resumen:
En la Tumba del Guerrero de Málaga se han documentado con seguridad dos y probablemente
tres armas: una punta de lanza de hierro, un casco en bronce de tipo 'corintio' arcaico y -muy
posiblemente- los restos muy dañados de un escudo circular de tipo aspis. sin su embrazadera. El
conjun to formaría pues una panoplia de tipo hop lita, única hasta la fecha en la Península Ibérica,
aunque con ciertas peculiaridades. Proponemos para las armas una datación en torno al segundo
cuarto avanzado del siglo VI a. C., aunque no se puede descartar una cierta perduración. La
disposición de las armas es peculiar, con inutilización ritual. y disposición del casco y el escudo en
el exterior de la cista de sillares. Se analizan contextos comparables en el ámbito orientalizante
peninsular, fenicio-púnico y griego en el Med iterráneo centro-occidental, e indígena en Sicilia y
sur de Italia, y en particular el fenómeno de las tumbas de 'guerreros extranjeros·. Es probable
que nos encontremos ante la tumba de un jefe de mercenarios de cierto rango, quizá griego pero
más probablemente de origen suritálico aunque helenizado.
Palabras clave:
The Tomb of the Warrior from Má laga (Andalusia, southern Spain) includes among its grave goods
a number of weapons: an iron spearhead; an archaic ·corinthian· bronze helmet; and -probably-
the badly preserved remains of a round bronze-faced shield of the aspis type, minus its arm-band
or p6rpax. This set thus forms a hoplite-type panoply, previously unknown in the lberian Península,
with certain peculiarities. We propase a chronology within the second quarter of the 6'h century
BC. although a somewhat later date cannot be discounted. The placement of the weapons is odd,
not only beca use of their ritual 'killing·, but beca use so me of them were actually deposited outside
the stone-built chamber. We analyze comparable contexts of the Orientalizing Period from lberian,
Phoenician, Punic. and Greek sites in the Central- and Western Mediterranean, and indigenous
contexts in Sici ly and sout hern ltaly. We place particular emphasis on the so -called 'foreign
warrior burials'. lt is probable that this was the buria l place of a high-ranking mercenary, perhaps
a Greek. but more probably a hellenized warr ior of southern ltalian origin.
Keywords:
lA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN lA MÁlAGA FENICIA DEL SIGLO VI A C.// PP. 145·230. ISBN 978·84·9959-307-4
PARTE TERCERA LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO 145
FERNANDO DUESAOA SANZ Y DAVID GARCÍA GDNZÁLEZ
Cada una de las armas ocupa una posición espe- 2.1. Descripción y tipología
cífica dentro de la estruc tura de la tumba. lo que
puede tener un significado que hay que trata r de La moharra de hierro se halló muy oxidada y con
decodificar en asociación además con otros ad herencias de metales cuprosos y lígneos in i-
dentificables adheridos [Fig. 21. Forman parte
los fragmentos metálicos de un objeto que ana-
lizaremos más adelante y los de madera de la
posible cubierta de la cista 2. Presenta una pér-
dida notable de material en las mesas, pero es-
casa en el extremo dista l y arranque del cubo,
por lo que es posible estimar la longitud total
original de la moharra en unos 31 cm. Tiene
grueso nervio central, de sección redondeada/
aplana da, pero es difícil identificar el perfil origi-
nal de las mesas. dadas las pérdida s ci tadas de
mate r ia l. Sin em bargo, se puede deducir que se
trataba de una forma relativamente estrecha. de
filos curvados y tendencia estrecha con la parte
más ancha en el quinto proximal [basal] de la
hoja. La zona distal ['punta'] es bastante aguda.
y el ancho máximo de la hoja debía encontrarse
cerca de su base [Fig. 41. Lo único seg uro es que
el cubo es proporcionalmente muy largo. de al
menos unos 11-12 cm, algo más de un tercio de
la longitud total. Esto asegura un enmangue só-
lido. reforzado además por una anilla de fijación
en la base del cubo [Fig. 41, que tiene un diáme-
tro exte rio r de 2,3 cm [Fig. 5). Estos en mangues
no so n frecuentes en lanzas grieg as, pero son
muy habituales en las producciones suritálicas.
semitas y en las de la Península Ibérica [Que-
Figura 1. Vista general desde el oeste !derecha). sada, 1997a: 345] y garantizan un embutido
' Vid. capítulo 2 de la presente monografía donde se exponen los resu lta dos de la intervención a rqu eológica rea lizada y la
documentación de cada uno de los objetos y su contexto.
1
Vid. capítulo 3 de la presente monografía.
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C. I/ PP. 145·230 ISBN 978·8/o-9959·307·'
146 PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO
CAPITULO 5. LAS ARMAS DE LA TUMBA DEL GUERRERO DE MÁLAGA
3 Sobre la relevancia del regatón. ver Quesada, 1997a: 427-431; Klimscha. 2015: 95 ss.
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C.// PP 145·230. ISBN 978-84-9959-307-4
PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO 147
FERNANDO QUESADA SANZ Y DAVID GARCIA GDNZÁLEZ
(Figs. 3 y 41. nuestra impresión es que se trataría (Pingel, 1975: Torres, 1999: 64-65), Les Casetes
de una moharra similar a las peninsulares de la [García, 2009). Alcoutim [Cardoso y Gradim, 20051.
Edad del Hierro del Tipo Quesada 2c (var. 111 8 ] etc., hasta llegar a época ibérica antigua [El Mo-
con el cubo más largo de lo normal (Quesada, lar, Cabezo Lucero, Solivella, !llora, Alcacer do
1997a: 400-401 y 365-3671. más que un tipo 10 Sal y un largo etc.) (Quesada, 1997al. Es un mo -
en el que el cubo supone la mitad de la longitud delo que tiene además paralelos en el mundo
total o incluso más y la longitud total no sobre- griego, y en particular ch ipriota como en Ama -
pasa los 20 cm (Quesada, 1997a: 379) tunte, desde el Protogeométrico (Snodgrass,
1964: Tipo V: 131 ss.l. por lo que vincu laciones
En efecto, por las Figuras 2 y 3 parece definirse también fenicias no son descartables desde el
una base truncada en ángulo casi recto, o incluso 700 a. C.. si no antes.
ligeramente cóncava infrecuente en las moharras
peninsulares, y similar al tipo G de la clasificación Sin embargo, las lanzas 'de tipo hoplita' no nece-
de Snodgrass de moharras griegas de la Edad del sariamente tienen que ser tan grandes y pesadas.
Hierro (Snodgrass, 1964: 122-123, fig. 7) pero tam- De hecho parece más habitual durante el siglo VI
bién a tipos itálicos del sig lo VI a. C. (Cianfarani, a. C. en contextos orientalizantes peninsulares el
1969: Tav. XXI.241. En el caso de los modelos grie- empleo de moharras menores, de en torno a 30
gos, son tipos de larga perduración, arrancando cm. El caso de Les Casetes [Villaj oyosa, Alicante].
formalmente en la Edad del Bronce y llegando al contemporáneo a grandes rasgos con la sepul-
sig lo VI a. C. y más allá. En el mundo griego las tura ma lagueña, es un buen ejemplo. Junto con
moharras suelen ser comparativamente más cor- moharras de 50 cm o más (en las tumbas 6, 1O. 18
tas que sus contemporáneas en Occidente, entre o 20) aparecen otras de cubo potente y hoja con
20 y 30 cm (Anderson, 1991: 231. Sin pretender aquí nervio, de unos 30 cm de longitud total, como la
hacer un repaso completo de lanzas griegas con- de la tumba 18 [García. 2009: fig. 79). quizá
servadas en contextos arqueológicos de los siglos próxima a la de la Tumba del Guerrero.
VI l-VI a. C., un somero repaso al tra bajo de Baitin-
ger (2011 1sobre armas depositadas en santuarios Es un tópico el de la generalizada escasez de ar-
muestra moharras de tamaño, forma, longitud del mas en el ritual funerar io fen icio-púnico (Fernán-
cubo y nervio muy similares a la que es objeto de dez et al., 2017: 3081. Pero 'escasez' no significa
análisis en este capítulo 6 • El caso más llamativo es ausencia, y en ciertos casos ni siquiera verda-
el de una moharra del santuario de Kalapodi (Bai- dera rareza: lo veremos más adelante. Y ello con
tinger, 2011: Abb. 27). fechada en el siglo VIII a. C. independencia de la creciente abundancia de ar-
pero quizá posterior, aunque hay muchas simila- mas documentadas en contextos baleáricos. mu-
res. En un contexto hispano, el tipo está ya pre- chas de ellas de procedencia ítalo-griega, pero
sente en el siglo VI a. C. y perdura a lo largo de toda que no se pueden atribuir a un contexto feni-
la Edad del Hierro. cio-púnicos.
Cabría en principio esperar, en el contexto de una En un contexto fenicio-púnico o muy próximo a él,
tumba con casco corintio y posible escudo hoplita contamos con moharras de lanza en contextos
lintraJ, fechable dentro de la primera mitad del si- peninsulares, aunque en escaso número. Aunque
glo VI a. C. que la lanza fuera uno de los modelos deshechas, las puntas de lanza o jabalina de hie-
pesados de gran tamaño de tipo Quesada 1 r ro de Frig iliana (M álaga] parecen haber sido
(1997a: 399 y figs. 244-245) con hojas estrechas y también de tamaño mediano, aunque no se puede
largas de entre 40 y hasta 70 cm de longitud. cuantificar con precisión alguna (Arribas y Wil-
Desde el sig lo Vil y durante todo el VI a. C. es el kins, 1971: 188, 2131. En todo caso, es esta una
caso de las puntas citadas de Angorrilla [Quesada necrópolis probablemente indígena [vid. infral. Se
et al., 20 14 ss.l. Medellín [Lorrio, 20081. Palmarón documenta también un cierto número de lanzas
' los santuarios son en este periodo la mejor fuente dado que las armas tienden a desaparecer de los ajuares funerarios
griegos desde el Geométrico Reciente 11, a partir de fines del siglo VIII a. C. [vid. infral.
s Caso por ejemplo, y en último lugar. de las abundantes armas, incluyendo espadas de tipo griego, de la necrópolis de los
siglos V-IV a. C. de Son Pellisser, Mallorca [Fernández y Álvarez, 2016].
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FEN ICIA DEL SIGLO VI A. C. /1 PP. 145-230, lSBN 978-84 -9959-307-4
148 PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO
CAPITULO 5. LAS ARMAS DE LA TUMBA DEL GUERRERO DE MÁLAGA
en hipogeos púnicos en Villaricos (Almeríal. Aun- (Cianfarani. 1969: 50-51. Tavs. XXI-XXIII). Hay sin
que la conocida reutilización de estas tumbas di- embargo dos (números 24 y 35, de Campovalano
ficulta o impide su adscripción a un ritual púnico, en Las tumbas 37 y 5) que se aproximarán mucho,
con contextos que parecen claramente ibéricos con nervio y base en ángulo recto, a la posible
(Siret. 1906: láms. XIV, XVI la asociación a puntas forma original de la Lanza de la tumba de Málaga
de fle cha de bronce con enmangue de cubo, de si la base era horizontal como parece.
clara filiación semita. muestra que al menos en
algunos casos de entre las ciento cincuenta Lanzas similares a la que se ha encontrado en la
tumbas documentadas se depositaron armas, in- Tumba del Guerrero, por su cubo extremada-
cluyendo lanzas, en estas sepulturas púnicas mente largo en relación con la hoja, y además con
(Astruc, 1951:611. nervio marcado, son relativamente habituales en
contextos púnicos. Un buen ejemplo son las mo-
En este sentido, la lanza es precisamente el arma harras, sobre todo las del siglo VI a. C.. en Pa-
ofensiva más frecuente en contextos fenicio-pú- lermo (Tisseyre. 1998: 368, Tipo A: 364, números.
nicos. Es el caso de una tumba de la necrópolis Z2,Z3, Z41.
ebusitana de Ca Na Jondala, en la que se docu-
mentó una moharra de hierro en la excavación No es pues posible determinar un origen penin-
llevada a cabo por Román Ferrer a principios del sular, siciliano, magnogreco. púnico o Mediterrá-
siglo XX. La necrópolis, hoy destruida, contaba neo oriental (Grecia, Chipre, etc.l para esta mo-
con sarcófagos monolíticos de arenisca además harra, pero sus parámetros son consistentes,
de fosas (Fernández et al., 2017 : 31 O). En una de entre otros, con los de una Lanza de un hoplita
las tumbas excavadas en 1918, con un contexto griego [el más completo análisis reciente de es-
cerámico púnico de fines del siglo V o principios tas lanzas, que abarca desde maderas a capaci-
del IV a. C. apareció una moharra libidem fig. 4) de dad de penetración, puede hallarse en Schwartz,
43 cm, es decir, un tamaño ya grande, de hoja 2009 : 81 -851.
quizá similar a la de la tumba de Málaga, con
grueso nervio y anchura máxima cerca de la base, 2.2. Colocación e inutilización
de tipo Quesada 1 (var. 1181. En el mundo sardo, la
lanza es el arma más frecuente en Bithia, pre- La moharra se encontró sobre el suelo en la es-
sente en, al menos, trece sepulturas (Napoli, quina suroeste de la cista, doblada casi en ángulo
2006-7: Tabella 1 y 111. y en otros cementerios recto y parcialmente apoyada sobre la pared
como Tharros o Pani Loriga (Na poli, 20081. En Si- oeste (vid. Fig. 21. La lanza tiene un grueso nervio
cilia la lanza es también el tipo de arma predomi- central, lo que hace costoso aunque no imposible
nante en la necrópolis de Mozia durante los siglos su doblado en frío. Aunque no contamos con un
VIl-VI a. C. (Tusa, 20121. análisis metalográfico de dureza, la mayoría de
las armas de hierro de este periodo están básica-
Lanzas de unos 30 cm con cubos proporcional- mente compuestas por ferrita con muy bajo por-
mente largos y hojas estrechas son las que acos- centaje de carbono, un hierro dulce y dúctil: no es
tumbran a acompañar a cascos y escudos de me- pues imposible doblarla incluso sin calenta-
diados- finales del siglo VI a. C. en contextos miento. Sea como fuere, la posición de la punta
lucanos y magnogrecos en general como Braida es inusual y lleva a plantear cómo pudo acabar en
di Vaglio (Bottini y Setari 2003: Tav.XXXVI. Chiaro- ese estado y posición.
monte (Bottini, 1993:741 o Metaponto (Cahn. 1989:
131. Aunque a diferencia del ejemplar malagueño, Una posibilidad es que la punta fuera doblada (y
suelen ser hojas a cuatro mesas de sección rom- por tanto inutilizada) intencionalmente como
boidal o lenticular. frente al característico nervio parte de un ritual. Como no parece lógico que se
(muy hispano, pero también con paralelos en el doblara por presión !con o sin calentamiento) en
Mediterráneo Oriental) de la lanza de la Tumba otro lugar, y luego se llevara hasta esa esquina
del Guerrero. Algo más al norte. en los Abruzzos para dejarla apoyada exactamente en esa postura
y Toscana, aparecen lanzas similares con base forzada, creemos que se dobló -exactamente- en
corta y cubo largo en proporción a la hoja, pero en ese lugar y posición. Para que eso pueda ocurrir,
la mayor parte de los casos también sin nervio alguien hubo de presionar con el pie y el peso del
LA TUMBA DEL GUERRERO UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C.// PP. 1&5-:l30. ISBN 978-84·9959-307-4
PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO 149
FERNANDO QUESADA SANZ YDAVID GARCIA GONZÁLE1
cuerpo sobre la moharra apoyada e inclinada so- Así pues. parece algo más probable que la punta
bre la pared. fuera inutilizada ritualmente, dado que la mera ac-
ción de quebrar el asta o el cuerpo de un escudo o
Otra alternativa es que en origen la punta de la dañar una vaina no suelen suponer en las tumbas
lanza sin doblar quedara apoyada en diagonal antiguas un acto de inutilización ritual, como en
contra la pared de la tumba y luego, por desliza- cambio sí el doblado o mellado del metal.
miento, acabara doblándose por presión de la tie-
rra al ceder eventualmente la cubierta de la cista. 2.3. Madera
En trabajos previos se ha sostenido tanto la idea
de una inutilización deliberada !por parte de sus Como se ha indicado, el cubo de la moharra pre-
excavadores, ct. García et al., 2013: 2821. como la sentaba restos de madera en el asta (vid. Fig. 5).
casualidad de un proceso postdeposicional El análisis realizado por M. Sameño Puerto y V.
!Graells, 2014a: 102, nota 416.1. Menguiano Chaparro [IAPH) 6 no ha permitido
identificar con precisión la madera, pero se des-
Pero el hecho de que la moharra no se deslizara cartan los géneros con porosidad anular (como
resbalando hasta quedar apoyada por completo querqus. castanea o ulmusl así como, entre los gé-
sobre las losas del suelo. exigiría que la pieza es- neros con porosidad difusa. los popu/us !como el
tuviera fijada o sujeta de alguna forma en su posi- álamo) o alnus !como el alisal. Los autores se in-
ción actual. La conclusión obvia es que la lanza se clman por una madera de frondosa, sin más pre-
hubiera colocado in situ con su asta de madera cisión. sugiriendo "la muestra tomada de la zona
[quedan restos en el cubo]. de modo que el asta tubular o cubo es de madera de frondosas (angios-
actuara como tope al apoyarse en el otro extremo permas). Puede ser madera procedente de una rama
de la cista, impidiendo el deslizamiento y facili- de una especie de porte arbóreo como el nogal (Ju-
tando el doblado por presión vertical. O incluso glans regia), o bien se trata de una especie arbustiva
pudo ocurrir que el asta, partida, abarcara sólo como el boj (Buxus sempervirens)".
parte del suelo de la cámara. permitiendo que el
agente actuara fijando la lanza apoyando una En todo caso. las propuestas no están entre las
pierna y el peso del cuerpo sobre el asta, mien- maderas más comunes en contextos peninsula-
tras que con la otra apretara para doblar la punta res de la Edad del Hierro !Rodríguez Ariza. 2000;
inclinada. Esta última posibilidad (lanza partida Grau. 2000; Cubero, 2000; Carrion y Rosser, 201 O;
tocando con la punta sólo el extremo occidental Rodríguez Ariza y Pradas, 20151. donde predomi-
de la cámara). lógicamente impediría el doblado nan pinus, querqus y fraxinus. Por otro lado, el no-
postdeposicional casual, ya que al no estar la gal citado como posible no parece haberse intro-
lanza fijada por un peso o por un tope, cualquier ducido en la Península lbénca hasta ell milenio a.
presión habría deslizado la lanza hasta el suelo. C. !Mata et al., 2010: 68; Carrión. 2012: 353-355,
antes de doblarse. 445) aunque esta opinión no es unánime (Carrión,
2012: 115. 249). El boj está mejor documentado
Podemos quizá argumentar un poco más allá. Si en el mundo ibérico (Mata et al.. 2010: 68) y es in-
la punta se hubiera doblado casualmente por cluso mencionado por Plinio INat. Hist. 17, 71].
presión de la tierra cuando la cubierta, presumi- pero en el contexto pirenaico. En todo caso. con-
blemente de madera, de la cista cedió al cabo de viene consultar al respecto la Tesis Doctoral de
un tiempo (García y López. 2015: 9]. cabe pensar Duque Espino [2004) junto a la obra colectiva ya
que, o bien el derrumbe desplazaría la lanza. o citada de Ca rrión 120121.
bien, si había pasado el tiempo suficiente (lo más
probable) el asta se habría podrido, por lo que no Las muestras de madera adheridas a la moharra
habría podido hacer de tope y por tanto la moha- por el exterior parecen pertenecer al género pi-
rra férrea se habría deslizado en lugar de quedar nus y en todo caso a coníferas 1muy habituales en
en la posición forzada en que fue hallada. la Península Ibérica para construcción y otras
LA TUMBA DEL GUERRERO UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A C 1/ PP. 145-730 ISBN 978·84-9959·307·¿
150 PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO
CAPÍTULO 5. LAS ARMAS DE LA TUMBA DEL GUERRERO DE MÁLAGA
funciones!. por lo que no formaban parte del asta y fresno del Pelión (/l. 16. 143; 19, 390; 20, 277; 22,
pertenezcan posiblemente a la cubierta de la cista . 2251. Algunas fuentes romanas asumen que la
lanza era. por metonimia. un fresno lfroxinusl
El estudio de la madera ocasionalmente conser- !Ovidio, Met. 5, 143; 12, 1 22; 12. 3691.
vada en el cubo de armas de asta o de astil de la
Edad del Hierro en la Península Ibérica es toda- Por su parte. Jenofonte recomendaba específica-
vía escaso. di s perso y fa lto de sistematización . mente la madera de cornejo (Comus sanguínea,
Por un lado. son cada vez más frecuentes. las no- Sni.uKpávetal (de la cazo. 10,3; de lo Equitación, 1O,
ticias del hallazgo de restos de madera en los cu- 13); y Teofrasto (Hist. PI. 3, 12. 2) recomendaba tam-
bos, a menudo carbonizados y en mal estado, e bién el cornejo para las picas, precisando que el ta-
incluso sustituidos por elementos de corrosión maño de la planta limitaba la longitud máxima de
del hierro. que mantienen la morfología original las sarisas de este material a 12 codos (unos 5,40
y por tanto ciertas posibilidades de futura inter- mi. Gratio Falisco, en el cambio de era, recomen-
pretación tal y como apuntó C. Prats en su res- daba ICyneg. 127-1491 para las armas de caza toda
tauración metálica de una lanza del Puntal de una variedad de plantas como el tejo, pino y algunas
Sa linas (Alicante)(Prats, 2004: 205. 2071. Hay ca- en apariencia poco adecuadas como la retama, pero
sos en que el estudio antracológico no publica la quizá estaba pensando en jabalinas y no en sólidas
identificación de restos de madera conservados y lanzas empuñadas. Con todo, las recomendaciones
probablemente analizados. como en uno de los son una cosa y la realidad no siempre la misma. En
regatones del 'punto' 18(sepultura o depósito ri- Olimpia, por ejemplo. un fragmento de madera ha-
tual) de la necrópolis ibérica antigua de Cabezo llado en el interior de un regatón resultó ser pino
Lucero (Alicante) (Aranegui et al.. 1993: 176 y (Kunze y Schleif. 1937-38: 1031.
apéndice de E. Grau. 328-331 donde se especifica
que la pira contenía pinus y populus, pero no se En el ámbito galo, también la madera de fresno
menciona la madera del regatón). En otros casos parece haber sido preferida para las armas de
los datos son escasos, E. Cuadrado (1987: 86) asta desde la Edad del Bronce IMohen, 1980:113)
menciona espino blanco lo majuelo, Crataegus hasta La Tene avanzado (Brunaux y Rapin. 1988:
monogynal como material de una de las lanzas 881 aunque también se emplearon especies del
del Cigarralejo sin más precisiones. Se docu- género Querqus.
menta fresno en el interior de un cubo de lanza
de la necrópolis de Tútugi (Galera. Granada)(Ro- 2.4. Longitud de la lanza
dríguez Ariza. 2014: 3711. y quizás un fragmento
de asta carbonizada en el hipogeo del Cerrillo de Dado que la fosa mide 2,63 m de largo en sentido
la Compañía de Hornos (Peal de Becerro. Jaén) oeste-este. y que la posición de la moharra (vid.
(Rodríguez Ariza. 2007:961. También el fresno pa- Fig. 12) es paralela a la pared sur y al cadáver. si
rece haberse empleado en astas de lanza del estamos suponiendo que el asta no fue quebrada
Raso de Candeleda (Ávila) (Carrión, 2012: 4731. en el momento del enterramiento, se puede cal-
cular que la lanza completa mid iera original-
En el mundo ibérico el fresno (que Plinio conside- mente unos 2.75 m 10.30 m de la punta y 2,45 m
raba el más productivo de los árboles. Nat. Hist. de asta). De manera que no cabría, por apenas
16. 62, al igual que Ovidio, Met. 10. 94) parece ser unos centímetros, en el suelo de la cámara y así
una de las maderas favorecidas para los aperos y habría quedado, ligeramente apoyada en la pared
otros instrumentos. tanto para astiles y astas oeste, y luego doblada por presión in situ.
como para los instrumentos en sí, dada la flexibi-
lidad combinada con la dureza de esta madera Desde un punto de vista práctico, una lanza em-
(Bastida de Mogente, Tossal de Les Bases, cf. Ca- puñada de en torno a 2.75 m de longitud total es
rrión y Rosser, 201 O; Pérez Jordá et ol., 2011: 1281. perfectamente normal len el rango más alto) en
contextos de la Edad del Hierro y época clásica
De hecho, las fuentes literarias griegas favorecen del Mediterráneo (siglos VII-IV a. C.l.
el fresno {peMa, fraxinus ornus; {3oupeMa, froxinus
excelsior)como el ideal para las astas de las lanzas. De 2,50 m parece haber sido el valor medio y
mencionado ya en la lanza homérica de Aquiles. de aproximadamente modal en las lanzas galas de
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA OEL SIGLO VI A C 11 PP 145·230. ISBN 978·11'·9959-307·4
PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO 151
FERNANDO OUESAOA SANZ Y OAVIO GARCfA GONZÁLEZ
o
~ .f,'
.f
2 1
Figura 6. Tumbas celtas de la Edad del Hierro con indicación de medidas de astas de lanza. A partir de Brunaux y
Rapin (1988, Figs. 35 y 461. 1: tumba 16 de Vevey, 2: tumba 56 de Connantre, 3: tumba 58 de Connantre.
la Edad del Hierro [Brunaux y Rapin, 1988: 881. Un 1969). contenían lanzas cuya longitud estimada
caso bastante excepcional es el de una lanza celta es algo menor, entre 1,19 y 2,30 m.
de La Tene que conservaba todo su astil con punta
y contera y su longitud total era de unos 2,50 m Por el contrario, en el trabajo de Brunaux y Rapin
[Oechelette, 1927: 655 y 677. fig. 494; según la fo- (1988: 93, fig. 46] sobre las inhumaciones 56 y 58
tografía, el asta tenía el mismo diámetro a lo del cementerio del Faubourg de Connantre en Fere
Largo de toda su longitud). Champenoise [Marnel. la longitud máxima posible
sería de 4 y 3,50 m respectivamente [Fig. 6: 2-31.
A menudo, en tumbas de inhumación del ámbito Estas son dimensiones más propias de una pica
galo o céltico en general. se han encontrado pun- helenística {sarissa] que de lanzas de infantes tal y
tas y regatones en posiciones que sugieren que el como se representan en todo tipo de soportes. Con
asta fue quebrada en el momento del entierro, y todo, hay otra opción: la iconografía ibérica y gala
que los dos trozos se colocaron paralelos entre sí de jinetes muestra a menudo, junto con jabalinas
y al cadáver. Esto permite calcular la longitud cortas. Lanzas de longitud próxima o superior a los
máxima teórica del total de la lanza, suponiendo tres metros. Es el caso por ejemplo de una vaina de
que los dos trozos se colocaron de manera que espada de Hallstatt del siglo IV a. C. decorada con
los extremos de madera tocaran las paredes de la jinetes alanceando infantes 1Brunaux y Rapin, 1988:
fosa. En la inhumación 16 de Vevey [Suiza) (Bru- fig. 44] o el de varias imágenes sobre cerámica ibé-
naux y Rapin, 1988: 93, fig. 35)la posición de re- rica de los siglos 111-1 a. C. (Quesada, 1997a, Apén-
gatón y punta, paralelas entre sí, al esqueleto y a dice VI, cats.46 (Cabecicol: 52-57] en Alcorisa
la pared de la fosa. permite dos interpretaciones (Teruell. Y ello descartando las monedas 'de jinete'
según fuera La posición del regatón [no discerni- de influencia iconográfica helenística [Quesada,
ble en el croquis conservado): o una lanza de 2,40 2002-2003) que se explican como préstamos icono-
m o de hasta 3 m (Fig. 6: 11. En el ámbito itálico , gráficos completos [jinete, caballo, armas).
las inhumaciones de Campovalano [Cianfarani,
LA TUMBA OEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA OEL SIGLO VI A. C.// PP IL5·230 ISBN 978-84-9959-307-L
152 PARTE TERCERA. LOS OBJETOS OEL AJUAR FUNERARIO
CAPÍTULO 5. LAS ARMAS DE LA TUMBA DEL GUERRERO DE MÁLAGA
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C.// PP. 145-230. ISBN 978-84-9959-307-4
PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO 153
FERNANDO OUESAOA SANZ Y DAVID GARCÍA GONZÁLEZ
cuyos mercenarios. 'hombres de bronce' se hicie- sociales com o las ti ranías tempranas. A partir
ron populares incluso en Egipto [Herodoto, 2.1521. de ese momento surgen nuevas visiones gra-
dualistas que finalmente acabaron atacando
La introducción de la falange hoplita, inicialmente (Cawkwell, 1989) el concepto mismo de falange
en Grecia, está acom pañada de numerosas polé- hop lita como for mación rígidamente cerrada y
micas en las que no vamos a entrar7 • En realidad cohesionada. Este proceso ha avanzado hasta el
no sabemos s1 fue, como dice el popular dicho, an- punto de que la misma idea de falange/forma-
tes el huevo o la gallina; esto es, si apareció pri- ción táctica cerrada ha sido sujeta a un severo
mero el ospis !escudo hoplita em brazado) y sus ar- ataque. Para toda una escuela moderna -e ico-
mas asociadas como el casco corintio cerrado noclasta para muchos-, como van Wees (2000b;
!como ya quería Lorimer [19471. y muchos tras ella 20041. Echeverría (2008) y otros, la 'falange'
como Snodgrass, 19651. o si surgió antes una lu- mencionada en Homero no habría sido ni mucho
cha en formación hombro con hombro que habría menos una formación reg lada, y la arcaica (Tir-
favorecido o exigido la adopción de una nueva pa- teo Frg. 7-8) emplearía una táctica abierta, móvil
noplia(Hanson, 1991:76-77;Schwartz, 2009:226- y flexible len la que los hoplitas incluso podían
2271. Pero la pregunta no tiene respuesta por esa arrojar jabalinas. e.g. Anderson , 1991:18-20
vía, al existir un desacuerdo de base sobre el hasta Viggiano. van Wees 20 13:68-69). Este mo-
mismo concepto de 'falange': como combatientes delo arcaico sería pues para esta escuela dis-
agrupados en una masa más o menos compacta, o tinto al de la falange clásica, cuyas característi-
como una verdadera 'formación'. Si llamamos 'fa- cas 'tucidideas· y 'j enofonteas' tan conocidas (el
lange' a lo primero, posiblemente existiera a me- escudo propio cubre al compañero de la iz-
diados del siglo VIII a. C. según Homero o incluso quierda (Tucídides. 5, 71; Plutarco. Mar. 220a,
mucho antes. pero la situación no está nada clara. 5-8. Jenofonte, Hel. 3, 1; Anab. 3, 42, 5.2. etc.) se
habrían extrapolado de manera indebida hacia
No hay respuesta fácil ante todo porque ni si- el siglo VIl a. C. por la escuela 'ortodoxa· .
QUiera hay acuerdo en si t1enen mucho en común
tres cosas: la 'falange' (masa cerrada de comba- Una fuerte reacción contra esta nueva visión de-
tientes) que aparece repetidamente citada en Ho- fiende la visión ortodoxa. con diversos matices
mero (11. 13, 130 ss.; 16. 21 Oss.); la falange hoplita (Schwartz, 20091. Una muy breve síntes1s de estas
arcaica de los siglos VIl-VI a. C. representada en posturas puede hallarse ahora en Kagan y Vig-
vasos en los que a menudo los hoplitas con aspis giano (2013a: XI -XIII). seguida de un debate más
parecen luchar en cierto desorden o incluso, extenso en Kagan y Viggiano (2013b). La polémica
como en la olpe Chigi (supuesto paradigma de la continúa y es objeto de estudios recientes que
falange) llevando -¡anatema!- una jabalina y una buscan analizar equilibradamente todas las pos-
lanza [Snodgrass, 1965: 198 ss., fig. 33) ; y en ter- turas (Kagan y Viggiano, 2013a).
cer lugar la falange clásica conocida a partir de
las Guerras Médicas. La excuela 'ortodoxa· origi- Lo que aquí será más importante es que. como
nal (Lorimer, 1947 y otros) concebía la aparición parece claro desde Snodgrass (1965: 110 ss.l. un
de la falange hoplita como un proceso brusco casco corintio y un escudo embrazado pueden al-
acaecido hacia el 675 a. C. donde el cambio tec- canzar quizá su mayor utilidad en una falange ce-
nológico laspisl habría sido decisivo, y ligado a rrada. pero que no la exigen: puede haber armas
cambios sociales como las tiranías en Grecia. hoplitas sin falange hoplita, ni la de los siglos
VIl-VI a. C. , ni la del V-IV a. C. (Viggiano y van
Pronto (Snodgrass, 1964; 19651 sugirió una vi - Wees. 2013: 58-59 para una síntesis de las posi-
SIÓn 'gradualista' que concebía el proceso como ciones recientes).
más lento y gradual, cristalizado hacia el 650 a.
C., por lo que no habría ligazón causa-efecto en- Añadiremos por fin solamente que, como indican
tre el escudo embrazado y la táctica de falange, las fuentes (Esquilo, Pers. 240; Aristóteles, Ath.
y tampoco relación directa con fenómenos Poi. 42.4; Plutarco, Mar. 220a) las armas más
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A C 11 PP 1'5·230 ISBN 978-8¿·9959·307-A
154 PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO
CAPITULO 5. LAS ARMAS DE LA TUMBA DEL GUERRERO DE MÁLAGA
4.1. Colocación
e Vid. capítulo 2 en la presente monografía en el que se describe de forma exhaustiva el proceso de excavación y la ubicacion
de los fragmentos metalices documentados en los distintos niveles del relleno de colmatación de la cista.
LA TU MBA DEL GUERRERO UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C./1 PP 145·230. ISBN 978·84-9959·307·4 SS
PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO 1
FERNANDO QUESADA SANZ Y DAVID GARCfA GONZÁLEZ
diámetro original habría sido de en torno a 1,23 m podría ser La pieza más importante de la tumba,
con su centro aproximado sobre La cabeza del in- por única en Iberia, no haya sido restaurada, lo
humado que había sido colocado sobre las losas que imposibilita su estud io profundo. Si hay algo
del suelo de La cista [Fig. 121. prioritario en el proceso de investigación de La
Tumba del Guerrero de Málaga , es la completa
Bajo la vertical de ese hipotético objeto circular intervención de este conjunto de fragmentos
grande, y por tanto sobre La vertical del torso y metálicos n
cabeza del cadáver, se encontraría La gran masa
de láminas de bronce muy fragmentadas, parte Sobre esta masa de metal, si pertenece a un
de ellas con restos de decoración repujada, con único objeto [y La conexión de fragmentos, grosor,
restos de madera adherida, y algunas piezas tonalidad, y decoración así parecería indicarlo)
adicionales, que ha sido mencionada [vid. Fig. 8). caben dos posibilidades. En primer Lugar, que un
No estaba en contacto con el cadáver, existiendo gran objeto de madera y metal hubiera estado
sedimento entre ambos. La mayor parte se con- apoyado en origen contra la pared norte de la cá-
centra hacia el norte-noroeste. Ese conjunto fue mara, sobre cuyos sillares se conserva una man-
extraído completo sobre una cama de espuma cha oscura de forma aproximadamente circu la r,
de poliuretano 9 y no se ha restaurado aun, por lo quizá producto de un objeto apoyado en origen
que hay muchos aspectos todavía especulativos sobre La pared y de un diámetro aproximado de 71
en Lo que sigue 10 . Es muy de Lamentar que La que cm [Fig. 13). Con el tiempo, quizá el objeto habría
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MALAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C.// PP. 1'5-230. ISBN 978·84 ·9959-307·4
156 PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO
CAPfTULO 5. LAS ARMAS OE LA TUMBA DEL GUERRERO DE MÁLAGA
o 1 2 3 4
+ + + + +
1+
2+
Figura 12. Planta de la cista con la ubicación de los elementos del ajuar. 1: Varillas de plata, 2: Phiále de plata, 3: Anillo
con escarabeo, 4: Pieza no identificable de marfil, 5: Punta de lanza, 6 y 7: Fragmentos de bronce, 8: Quemaperfumes
de cerám1ca. 9: Casco ..connt10 ... Ub1cación de los fragmentos de bronce a distintos niveles en el intenor de la cista y
sobre los sillares. La linea discontenua marca el posible diámetro del ob¡eto situado en la cabecera de la tumba.
LA TU MBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MALAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C 1/ PP. 145-230 ISBN 978-8/.-9959-307-4
PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO 157
FERNANDO QUESADA SANZ Y DAVID GARCIA GONZÁLEZ
4.2. Descripción de los fragmentos !Fig. 14, abajo y derecha]. Más hacia el interior el
objeto está deshecho y no es posible saber cómo
Para nuestro estudio es decisivo el análisis del continuaba la decoración, si la había. Así pues, y a
conjunto de fragmentos situados sobre el borde de falta de restauración, estimamos que el borde plano
los sillares. Los del lado oeste, junto al casco lvid. de este objeto medía un mínimo de unos 4 cm.
Fig. 11, arriba y Fig. 14] muestran, a lo largo de
unos 50 cm, un segmento de círculo de una gran Sobre los sillares de la pared norte de la cista hay
lámina de aleación de cobre !vid. infro) ricamente !vid. Fig. 11, centro) otra pequeña masa de restos
repujada. El lado exterior len relieve) está hacia de bronce que dibujan otro segmento de círculo,
arriba, lo que indica que el objeto estaba colocado pero en mucho peor estado, con fragmentos to-
en esa posición, con el exterior concebido como talmente deshechos y mineralizados. Sin em-
lado visible hacia el cielo. El borde externo de la lá- bargo. en el momento de la excavación, y al reti-
mina aparece plegada, como abrazando un núcleo rar algunas de las piedras que los cubrían, se
de material orgánico; luego es visible un friso for- apreciaba el negativo de una decoración del
mado por dos líneas repujadas que enmarcan una mismo tipo que la documentada sobre la pared
banda trenzada formada por solo dos cintas an- oeste !vid. Fig. 11, abajo)
chas, cada una de tres cordeles. que se trenzan en
torno a una fila de bullones. Esta banda mide unos En consecuencia, parece que nos encontramos
22 mm de ancho !Fig. 14, abajo e izquierda]. A con- ante un objeto circular de lámina de bronce de
tinuación, y hacia el interior del objeto, hay otro gran tamaño, que podemos estimar como máximo
friso formado por un contario de bullones muy pe- en unos 123 cm de diámetro, aunque pudo ser algo
gados entre sí. entre dos o tres líneas repujadas menor. Estaría decorado con un friso repujado
Figura 14. Fragmentos de borde decorados sobre la pared oeste de la cista. Detalle de la impronta tras el metal
(abajo e izquierda).
LA TUMBA DEL GUERRERO UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C.l/ PP 145·230. ISBN 978-84·9959·307·4
158 PARTE TERCERA LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO
CAPITULO 5. LAS ARMAS DE LA TUMBA DEL GUERRERO DE MÁLAGA
Figura 15. Macrofotografías con secciones de los fragmentos de bronce. Se aprecia que las láminas miden en torno
a 0,6-1 mm de grosor en su estado actual. (Macrofotografías: Diego Sabatol.
:e>- o
. -~:
-~·
..,..
.
complejo a lo largo de todo su borde de un mínimo metal [Fig. 14, abajo e izquierda). La lámina es fina
de unos 4 cm de ancho. La chapa parece haber cu- o muy fina. En su estado actual de corrosión y
bierto un alma de madera como se aprecia en la cierta hinchazón [Fig. 15) el grosor oscila entre 0,6
impronta de coloración oscura conservada tras el y 1 mm, y debió ser algo menor originalmente,
LA TUMBA DEL GUERRERO UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MALAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C.// PP 145·230 ISBN 978-11'·9959-307-4
PARTE TERCERA LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO 159
FERNANDO QU ESADA SANZ Y DAVID GARCIA GONZÁLEZ
2
O
- -====-- -==-- Scm
Figura 17. A y 8: Detalle de la ubicación y recogida de fragmento s de bronce en el nivel 1. C: 1: fragmentos decora-
dos , 2: restos de una roseta.
recién batida, De hecho, la mayoría de las corazas Guerrero. Por tanto, el espesor observado en los
metálicas griegas arcaicas tienen un espesor de fragmentos de Málaga es consistente con el recu-
en torno a 1 mm [Jarva, 1996: 141 y passiml. En es- brimiento de un escudo hoplita.
cudos hoplitas griegos el recubrimiento de bronce,
básicamente decorativo, es fino: 0,5 mm en el es- En la Figura 28.2 [véase infral mostramos otro
cudo del Vaticano [Blyth, 1982: 17-18); entre 0,3 y fragmento del borde del objeto que encaja con
0,9 mm en un escudo de Basilea en una colección una superficie no repujada cortada en línea recta
particular [Cahn, 1989: 151. Jarva [2013: 398) se- en su parte superior. A falta de confirmación me-
ñala que en el centro la lámina de recubrimiento diante labor de limpieza y restauración, estima-
del escudo podía ser de menos de 0.5 mm y llegar mos que este sería el ancho original del borde del
a casi 1 mm en los bordes, algo también visible en objeto, de 5,2 cm de anchura, fracturado a lo
los materiales recuperados en la Tumba del largo de dos líneas de debilidad: una de las líneas
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA OEL SIGLO VI A. C. // PP. 145·230 ISBN 978· 84·9959· 307· 4
160 PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL 1\JUAR FUNERARIO
CAPITULO S. LAS ARMAS OE LA TUMBA DEL GUERRERO DE MÁLAGA
3
2
O Scm
-= ~ -.e;= ~ -
Figura 18. Fragmentos de bronce en el interior de la cista. 1 y 2: n1veiS, 3: nivel2.
repujadas concéntricas. la que separa la banda que pudieron pertenecer a este objeto o a otros
trenzada del contrario; y otra en la parte superior distintos e independientes. La mayoría aparecen
que marcaría el comienzo de la convexidad o con- en el nivel 9, casi sobre el esqueleto del individuo
cavidad, de la curva en fin, de una bandeja de depositado sobre el suelo de la cista, y aparecen
borde plano o de un escudo de tipo hoplita. mezclados con trozos muy deteriorados de ma-
dera, de al menos dos especies linfral.
En el interior del relleno de la cista, y en los suce-
sivos niveles de excavación, han aparecido multi- La hipótesis más probable es pues que original-
tud de fragmentos de lámina de metal del mismo mente se depositó sobre la cubierta plana de ma-
tipo 12, algunos repujados y otros muchos lisos, dera de la tumba un gran objeto circular de ma-
además de una serie de fragmentos no laminares dera cubierta por chapa de bronce. Su borde
LA TUMBA OEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MALAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C.// PP. 145·230. ISBN 978·84·9959·307·4
PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO 161
FERNANDO OUESAOA SANZ Y DAVID GARC[A GONZÁLEZ
Figura 19. Fragmentos de bronce en el interior de la cista junto al brazo izquierdo del individuo inhumado. 1: Re-
verso; 2: Anverso.
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C. // PP. 145·230. ISBN 978-84-9959-307-4
162 PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO
CAPITULO 5. LAS ARMAS DE LA TUMBA DEL GUERRERO DE MÁLAGA
F1gura 21 . Fragmentos de bronce con formas diversas 4.3. Analítica del metal
en el interior de la cista en los n1veles 8 y 9.
El estudio realizado por M. Hunt e l. Montero en
esta misma monografía 13 sobre algunos de los
interés los fragmentos de la Fig. 20: 1 (en tres vis- fragmentos de chapa de bronce, totalmente mi-
tas diferentes) y Fig. 20: 2 (en dos vistas!. Se trata neralizada, indica una composición de base de
de unos apliques que sirven como presillas (i.e. cobre sin plomo y con un contenido de estaño que
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MALAGA FENICIA DEL SIGLO V1 A. C.// PP 145·230. ISBN 978·11'-9959-307-'
PARTE TERCERA LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO 16 3
FERNANDO QUESADA SANZ Y DAVID GARCIA GONzALEZ
originalmente debió rondar algo más del 8%, si- quizá una conífera no carbonizada a juzgar por el
milar a la aleación del casco !infra). El estudio análisis de otros restos de madera hallados. por
isotópico apunta a una coincidencia con cobre del ejemplo. adheridos a la punta de lanza.
área del Laurion (Atical. a diferencia del cobre del
casco, cuya procedencia pudiera -tentativa- El análisis de la madera, mucho mejor conser-
mente- ser chipriota (infra). Al no haberse con- vada, del escudo de Etrur ia, plausiblemente de
servado núcleo metálico en ninguna de las mues- taller itálico y que recogen Rieth [ 1964: 104) y
tras analizadas, no hay datos concluyentes salvo luego Blyth (1982: 9, n. 16) indican que se trata de
que en la fase final del trabajo se produjo un pro- álamo o chopo (poplarl. cortado en listones y
ceso de forja sobre un conformador de base (para combado, y con el borde reforzado con piezas in-
los bordes decorados). Sin embargo, el análisis dependientes que crean un surco reflejado en la
de un remache en uno de los fragmentos muestra cubierta de meta l iBlyth, 1982: 11- 12). Esta iden-
una composición distinta. con restos de arsénico, tificación es mucho más consistente con las fuen-
plomo y una elevada proporción de estaño, que tes clásicas, que consideran las frondosas cadu-
puede implicar a nuestro juicio bien una repara- cas, y en particular los géneros populus y salix
ción con material distinto, o que la pieza perte- como los más adecuados para el cuerpo de escu-
nezca a un objeto diferente, de lo que hay otros dos. por la combinación de flexibilidad y densi-
indicios ya expuestos. dad. Así, Teofrasto escribe: "Lo modera del sauce y
de lo vid es flexible. por lo cual se uso poro lo fabrica-
4.4. Madera ción de escudos. porque al recibir un golpe se cierro
del todo de nuevo; pero La de sauce es más liviana,
Por otro lado, en la excavación arqueológica se porque es de una estructura menos compacto, y por
documentó entre los trozos de chapa metálica esa se emplea preferentemente para este menes-
[vid. Figs. 8-9) elementos de madera adheridos a ter" (Teofrasto, Historia de las Plantas, V, 3, 4). Por
los cientos de fragmentos de la fi na lámina de su pa rte, Plin io dice: "Los árboles que tienen la ma-
bronce y cuyo examen dio el siguiente resultado " : dera más tría son todos aquellos que crecen en el
"Del estudia realizado en el Conseja Superior de In- agua, pero los más flexibles. y por esta razón los más
vestigaciones Científicos se desprende que en lo apropiados paro hacer escudos, son aquellos en los
mayoría de las muestras proporcionadas la madera que una incisión se contrae enseguida y cierra su he-
na estaba carbonizada. En algunas muestras se ob- rida, y por ello deja pasar el hierro con mayor contu-
servaba la pasible infección par microorganismos de macia; a esta clase pertenecen la vid {sic. higuera?],
La madera as! coma su metalización La que dificultó el sauzgatillo, el sauce. el tilo, el abedul. el saúco y
La identificación debida a lo deformación de sus ca- las dos especies de álamo. Los más ligeros de éstos
racterísticas anatómicas. EL patrón permitió identifi- son el sauzgatillo y el sauce, y. por lo tanto, los mós
carla can una madera de conífera, descartando el provechosos· (Plinio, Not.Hist. XVI, 77).
pina. También se proporcionaron muestras de ma-
dero al Laboratorio de Biología del IAPH concluyén- Otros escudos antiguos recu perados suelen ser
dose que, si bien las características son propias de de madera de frondosa, como el abedul [gen. Be-
maderas del género Quercus, el mal estado de con- tu/o). Es el caso del escudo romano republicano
servación de La madera sólo permite afirmar que se del Fayum (Kimmig, 19401. En zonas más septen-
trata de una madera de frondosa. Par última, las trionales, el roble (querqusl. caso del escudo ro-
análisis realizadas en el Instituto Universitario de In- mano imperial de Doncaster [Buckland, 19781. Si -
vestigación en Arqueología Ibérica concluyeron que guiendo a Plinio, los escudos romanos imperiales
La madera asociada a los fragmentos metálicos po- de Dura Europos son de álamo !James, 2004: cat.
dría identificarse como de acebuche o pino·. 616,617,618.6201. y que incluso los celtas prefe-
rían a menudo maderas ligeras como el abedul y
Los datos obtenidos son muy inespecíficos, te- el tilo, pero a veces también de roble con más re-
niendo en cuenta que entre los restos se encuen- sistencia (Brunaux y Rapin, 1988: 15)
tran también maderas de la cubierta hundida,
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C. 11 PP 1'5·230. ISBN 978·84·9959 ·307· 4
164 PARTE TERCERA LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO
CAPITULO S. LAS ARMAS OE LA TUMBA DEL GUERRERO DE MÁLAGA
Ante esto. sólo cabe proponer que las muestras primera mitad del VIl a. C. (Geiger. 1994 como
de conífera correspondan a la cubierta de madera obra de referencial cubren toda la superficie del
hundida, mientras qu e, reconociendo la dificultad escudo con un patrón de frisos en círculos con-
de identificación, la referencia de la analítica a céntricos llenos de motivos geométricos (Grupo 1
'frondosas· autorice a pensar en alguna de las es- de Geiger 1994: 29 ss.; Taf. 114) y no tienen en el
pecies citadas. y la dubitativa referencia a quer- borde patrones de banda trenzada de nuestra
qus permita creer en roble más que en improba- pieza. Estos escudos de fase antigua. que según
bles maderas (para escudo) como encina o Stary (1979: 1891. Geiger (1994: 11 Oss.J y la tota-
alcornoque. lidad de los autores que los mencionan. son fun-
cionales, tienen un diámetro de 51-71 cm, fe-
4.5. ¿Una posibilidad ? los escudos etrus- chándose en el primer cuarto del siglo VIl a. C.
co-itálicos de lámina de bronce Fragmentos de escud os de este tipo se han ha-
llado en sa ntuarios griegos arcaicos como la pro-
Dado el ca rácter extrem adamente frag menta r io y pia Oli m pia (Baitinger, 2011: Abb. 531 o el Heraion
la ausencia de restauración de los fragmentos de de Samos (Baitinger, 2011; Abb. 691. de los tipos
aleación de cobre de la Tumba del Guerrero de 1a, e, y d de Geiger (1994: Taf. 112, talleres de Ve-
Málaga, es imposible siquiera precisar si se de- yes y Maresiliana de Albengal
positaron uno o varios objetos, aunque nuestra
impresión es que hay varios, algunos de menor Los Grupos 2 y 3 de Geiger (1994: 83 ss.l se distin-
tamaño (fiale/s. cuenco/s, etc.) y otro de gran ta- guen del primero por su cronología más avanzada y
maño. qu izá hasta 120 cm, pero quizá menor por la aparición de elementos de raigambre orien-
(dado lo fragmentario de los restos sobre los que talizante. figuras de animales y seres humanos. que
se han ca lculado los arcos de círculo) que podría son naturalistas hasta cierto punto en el Grupo 2
haber sido un escudo de lámina de bronce con o (680-650 a. C.) y añaden figuras de fantasía como
sin cuerpo de madera. con motivos decorados grifos o esfinges. y palmetas encadenadas en el
geométricos sólo en la zona del borde. Grupo 3 (650-600 a. C.). Tienen un tamaño mayor
(entre 80 y 100 cm) y no son funcionales, apare-
En esta situación. en principio hay dos posibles ti- ciendo en tumbas ricas sobre todo. incluso en algu-
pos de escudo en liza para este periodo (entre fi- nas que carecen de armas (Stary, 1979:189; tam-
nes del siglo VIl y fines del VI a. C. como márge- bién Geiger. 1994: 110- 1141. Son los escudos de este
nes más amplios): o un escudo votivo de chapa de grupo los que tienen a menudo bordes con decora-
bronce de gran tamaño de tipo etrusco-itálico; o ción de guilloche simple con dos trenzas y una fila de
un aspis de tipo griego, pero quizá de producción bullones muy similar en apariencia al de Málaga.
itálica (etrusca. suritálica, quizá incluso siciliana). Su cronología básica, como hemos dicho, es en
torno a dos generaciones anterior a la de la Tumba
La razón para esta doble posibilidad. en principio del Guerrero de Málaga, aunque es posible (si-
tan distinta. es que aunque los motivos decorati- guiendo a Geiger 1994:Taf. 114) que sus subgrupos
vos del borde del objeto de la tumba malagueña 3b y 3c. caracterizados por guillache en el borde y
tienen clarísimos paralelos en escudos hoplitas frisos de palmetas enlazadas y de criaturas míticas
griegos de los siglos VIl-VI a. C. linfra l el mejor aladas de tipo orientalizante. llegaran a las prime-
paralelo aparente de la decoración de bord e con ras décadas del siglo VI a. C. (Figs. 22-231. Aparen-
bullones repujados y guilloche sencillo (con solo temente estos tipos no llegan a los santuarios grie-
dos cintas trenzadas) pa rece en primera instan- gos (Geiger, 1994: Taf. 11 31.
cia y en apariencia ha llarse en los escudos repu-
jados votivos centroitálicos de la Edad del Hierro, Además, entre los fragmentos de la tumba de Má-
más que en los aspides griegos que suelen tener laga aparece algún fragmento de placa reparada o
patrones de guilloche más complejos. Exam ine- fijada con remaches (vid. Fig. 21 : 1 y 51 que no ten-
mos por tanto en primer lugar el caso villano- dría sentido en la Lámina de recubrimiento de un
VIano y etrusco. aspis hoplita, m ientras que sí tiene paralelos en
escudos de chapa de bronce exclusivamente itáli-
Los motivos decorados de los escudos itálicos de cos, como reparaciones o como fij aciones de ele-
chapa broncífera repujada del sig lo VI II y de la mentos de prensión (Geiger, 1994:12-14, Abb. 81.
LA TUMBA DEL GUERRERO UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA t.IÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C.// PP 145·230 ISBN 978·81.·9959· 307-4
PARTE TERCERA LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO 165
FERNANDO QUESADA SANZ Y DAVID GARCIA GONZALEZ
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C 1/ PP 145·230 ISBN 978-84·9959-307-4
166 PARTE TERCERA LOS OWETOS DEL AJUAR FUNERARIO
CAPITULO S. lAS ARMAS DE LA TUMBA DEL GUERRERO DE MALAGA
(1964: 101) unos excesivos 125 cm aunque la me- acusada concavidad interior, en forma de "plato
dida real parece ser de 95 cm (Torelli, 2000: 560- sopero·. Esto permitía descansar sobre el hom-
561; y sobre todo Ferraguti, 1937: 1161. bro izquierdo el escudo embrazado !Tirteo 8, 22-
241, mientras que el borde plano ancho protegía
Más relevante que el tamaño es un sistema casi el cuello (parte tan importante como para tener
único de sujeción. más que de empuñadura, que un nombre específico, itus 'íTOc;). Esta forma
hace este tipo de arma característica y casi única peculiar proporcionaba tres puntos de sujeción
en principio del mundo griego desde principios (hombro, antebrazo y mano). descansaba el
del siglo VIl a. C. y hasta muy avanzado el periodo brazo. y permitía usar el escudo ofensivamente
helenístico, y del que se ha extraído una suerte de para empujar e incluso golpear; la investigación
esencialismo asociado a la lucha en falange, reciente asigna gran importancia a esta cuestión
como el elemento definitorio de la misma (e.g. (Hanson, 1989: 68; 1991:67 ss.; Schwartz. 2009:
Snodgrass, 1964: 61 ss.; Anderson. 1970: 15 ss.; 34 ss.l.
8lyth, 1982: Hanson, 1989: 65 SS.; 1991: 65 SS.;
van Wees. 2000a: 126 ss.; Echeverría, 2008: 77 ss. Finalmente. una cuarta característica era fre-
y 196 ss.; Schwartz. 2009 : 25 ss.l. En lugar de una cuente pero no universal, el extenor del escudo
manilla o empuñadura central. el ospis lleva un se decoraba con emblemas y blasones (Chase,
gran y sólido soporte central de bronce (pórpox) 19021. a menudo pintados y otras veces en chapa
para introducir el antebrazo, fijado al escudo con fina de bronce recortada, con imágenes de gorga-
anchas bandas de bronce, a menudo decoradas nas, triskeles, etc. como en algunos espléndidos
con elaborados repujados (Kunze, 1958: Bol. ejemplares del Museo de Olimpia (811 O, 84990) y
1989; Bottini, 20081. y una agarradera o correa de en un caso del Piceno (infral. Como indica Bol
cuero o cuerda. flexible (ontilobél. sujeta a la zona (1989: 6) estos elementos recortados son excep-
del borde mediante piezas de bronce a menudo cionales, pese a la imagen que tienden a dar los
en forma de roseta. y otras presillas para pasar emblemas pintados en los vasos cerámicos; pro-
una cuerda que permitía pender el escudo en dis- bablemente porque en la mayoría de los casos los
tintas circunstancias (Fig. 241. El hoplita sostenía emblemoto iban pintados. En muchas ocasiones
pues el escudo con el antebrazo mediante el por- toda la superficie exterior del cuerpo de madera
pox y lo orientaba con el puño que agarraba el an- del escudo estaba cubierta por una fina lámina de
tilabé. A menudo la iconografía y algunos restos bronce (kólkomal con un espesor normalmente
arqueológicos (Blyth, 1982) muestran esa correa en torno a 0,5 mm (escudo de Bomarzo. ver Rieth,
que recorre el círculo interior del escudo. fijada 1964: 104; Blyth, 1982:5: escudo de Basilea ahora
por presillas de palmeta y rosetas de bronce, y en Boston, No. lnv. 1971.285) pero a menudo de
que serviría entre otras cosas para pender el es- entre 0,3 y hasta 0,9 mm (Schwartz, 2009: 30).
cudo de una pared (Fig. 25: 2 y 31. y lo hacen con Esta superficie exterior a su vez podía ir pulida,
un detalle que es testimonio de la relevancia que pintada. o incluso decorada con motivos repuja-
tenía para los propios griegos. Estos elementos dos en una parte de su superficie, normalmente a
son frecuentes en los restos de escudos reales de lo largo del borde plano antes mencionado (Han-
los santuarios griegos, al ser más resistentes por son, 1989: 65; 1991).
su naturaleza que la muy fina chapa decorativa de
metal de recubrición. Los escudos de Los santuarios griegos sistemáti-
camente presentan ese borde, que suele medir
Sin embargo un escudo de este tamaño es muy entre 4-5 cm o algo más de anchura (el del So-
pesado, posiblemente en torno a 8 kg de media marzo mide 4,5 cm para un diámetro total del es-
(Donlan y Thompson, 1976: 3411. aunque Blyth cudo de 82 cml y está decorado con una escasa va-
(1982: 16llo calcula en algo menos. sobre unos riedad de motivos de tipo argivo-corintio (Bol.
6,2 Kg . Mientras Schwartz (2009: 311. teniendo en 1989: 6 ss. yTaf. 3-17: Kunze, 1956:42 ss.l (Fig. 261.
cuenta que los diámetros oscilan entre los 80 y
los 100 cm, y con algunos ejemplos incluso mayo- EL más frecuente es una banda repujada tren-
res, estima que pesos de 8 Kg serían normales. zada compleja (guilloche. flechtbandl articulada
De este modo la tercera característica definitiva y en torno a un co ntarlo de bu llones hemiesféri-
necesaria para poder hablar de ospis era su cos. Este motivo (con distintas variantes, ver Bol.
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA OEL SIGLO VI A. C 11 PP 1'5·230 ISBN 978·11'·9959·307-L
PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO 167
FERNANDO QUESADA SANZ Y DAVID GARCIA GONZÁLEZ
6 7
10 11
1~
Figura 24. Elementos del interior del ospis. 1, 2. 3. 4, 5. 6. 7. 8. 9, 1O. 11: Olympia; 12: Filia (según. 5, 8, 9: Bol, 1989;
2. 3, 4, 6, 11: Kunze y Schleif, 1937-38: 7, 10: Kunze, 1956; 12: Baitinger, 2011 J.
Figura 25. Escudos hoplitas en cerámica ática. 1: Museo Gregoriano Etrusco Vaticano. lnv. 16583. (Vulci. mitad del
siglo V a. C); 2: Museo de Pérgamo (Berlín). lnv. F2307(Tarquinia. mitad del siglo V a. C.); 3: Museos Reales de Be-
llas Artes (Bruselas). lnv. R322(mitad del siglo V a. C.).
1989: 105. Modelo 4 con variantes] es el más ge- complejidad del trenzado, formado con muchas
nérico en Olimpia (Bol, 1989: Taf. 1-17]; y abarca bandas hasta cubrir una superficie de más de 4
dos tercios de todos los escudos (1989: 7] pero cm de ancho. En Olimpia puede haber hasta 8 fi-
está presente de manera sistemática en casi las de trenzado en los bordes de escudos de cali-
todos los santuarios con armas (Baitinger. 2011, dad (e.g. Kunze, 1956: Taf. 27, B2115; ver Bol,
fig.5, Atenas. escudo espartano de Pilo; 29, 1989: 8- 9), acompañadas de elementos decorati-
Kalapodi; 38, Lindos; 45, Mesene; 60, Filia; 75, vos auxiliares. Se realizaban aplicando una ma-
Esparta; 79. Velestino/Peral. y por supuesto triz sobre el interior del metal, cuya dimensión y
Oelfos (Pedrizet, 1908: 104, figs. 356-360]. Una patrón de repetición puede observarse en algu-
versión diferenciada de este motivo (Fig. 26: 19 nos ejemplares (Bol, 1989: 81. En todo caso, el
y 211 es una serie de molduras paralelas de con- estudio minucioso demuestra que no es posible
tarios muy marcados y t renzas incisas apenas esta blecer un patrón cronológico preciso a pa rtir
visibles le.g. Pedrizet, 1908: fig. 359; Bol, 1989: de las bandas trenzadas de los bordes cuyo apo-
Taf. 8, A149, A150l. Pero lo más corriente es la geo se produjo a lo largo del siglo VI a. C. pero
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C. // PP 145· 230. ISBN 978-84· 9959· 307· 4
168 PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO
CAPITULO 5. LAS ARMAS DE LA TUMBA DEL GUERRERO DE MÁLAGA
8
6
10 11 12
~
'
~ ...• ~ ...
.
....... ...:::.. .,~
.. = .. ~ ~
""¡ ...
... ...
.. . . . . -:
-.'-' ~.
.... . . ~-
..........
....
.'-": ....
:"'-:.. .......:..
~_,
,-:::. ._-·_.
~
- -~
13 14
IS
18
16
17
20 21
Figura 26. Fragmentos de bordes de aspides. 1, 2, 3: Lindos; 4. 5, 6: Filia; 7: Santuario de Atenea, Esparta; 8- 21 :
Otimpia. [según, 1- 7: Baitinger, 2011; 8- 21 : Bol, 19891.
parece continuar en el tiempo [Bol, 1989: 9-1 0); el sur de Italia [Fig. 27) le.g. Bottini y Setari 2003:
hay eso sí una tendencia a que las cuentas del fig. 3, Braida di Vaglio; Nista, 1978: Tav. XI, Noica-
centro de la trenza ganen volumen con el tiempo ttarol. Conocemos ya más de una decena de es-
!Bol, 1989: 13-141. cudos hoplitas hallados en la Magna Grecia y
áreas adyacentes !Noicattaro. Braida di Vaglio
Estos mismos motivos de época arcaica se en- [x3l. Melfi, Chiuchiari. Banzi. Mottola !solo pór-
cuentran en Etruria [donde como en Olimpia a paxl. Chiaromonte tumba 652; una tumba cerca
partir del siglo Va. C. hay una tendencia a bordes de Metaponto, y un depósito votivo en Scrimbia,
lisos o más sencillos, ver Blyth. 1982:8; escudo de cf. Caratelli. 1996: 6441. Aunque los motivos son
la Tumba del Guerrero de Settecamini, Poggio del similares o muy similares en estilo a tos argivos
Rocoli, Orvieto del siglo IV a. C.l. y sobre todo en hallados en Olimpia y otros santuarios griegos,
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MALAGA FENICIA DEL SIGLO VI A C.// PP. 145·230.1SBN 97$·11'·9959·307·4
PARTE TERCERA LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO 169
FERNANDO QUESADA SANZ Y DAVID GARCfA GONZÁLEZ
\
Grecia, casi siempre temas de gui/loche comple-
Los detalles iconográficos de muchas de Las em- Si con estos datos mencionados volvemos al objeto
brazaderas, sobre Las que volveremos luego, de la Tumba del Guerrero de Málaga, vemos una
muestran diferencias estilísticas notables que notable serie de similitudes. El fragmento más
apuntan en la mayoría de los casos a produccio- completo (Fig. 28: 2) parece fracturado -como he-
nes de Sicilia o sur de Italia 1Carratelli. 1996: 644; mos indicado antes- en su parte superior en el
Bottini y Setari, 2003: 97]. aunque el ejemplar vo- punto en que en un escudo hoplita iniciaría su cur-
tivo del Hipponium de Scrimbia sea quizá de unta- vatura; si es así, el borde del escudo tendría unos
Ller peloponesio libidem p. 6421. 5 cm de anchura, pero solo la mitad exterior esta-
ría decorada con una banda trenzada única , que
.-.. --
_..:, ;ar..-
~ 4- -. ·-
.... -· ....
a,.
Fig. 28. Comparación entre el borde con guilloche sencillo de la Tumba del Guerrero de Málaga (1: reverso, 2 y 3:
anversal y un fragmento de barde de escudo hoplita de Olimpia. lnv. 88886 (Bol, 19891.
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN l.A MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A C.// PP. 145·230. ISBN 978-84·9959-307-4
170 PARTE TERCERA LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO
CAPITULO 5. LAS ARMAS DE LA TUMBA DEL GUERRERO DE MÁLAGA
. .
3 glo VI a. C.
.
* . - -. .• , . . ...•
~
~ gran masa de restos de lámina metálica. otros
fragmentos que consideramos posiblemente diag-
. '" J~- nósticos. Nos referimos a las rosetas y fragmentos
de pletinas con presillas de Málaga [Fig. 291 que
4 corresponden a los elementos interiores del es-
cudo hoplita y cuya función hemos mencionado
[vid. Figs. 24-25). entre ellos la presilla para la co-
Fig. 29. Comparación entre un elemento de antilabé del rrea del antilobé o empuñadura del borde del es-
santuario de Olimpia (izquierda y abajo) y una de las cudo. A nuestro juicio, se trata de los mismos obje-
piezas de la Tumba del Guerrero de Málaga (izquierda y tos y, por tanto, deben tener la misma función.
arriba). Comparación entre una roseta de un aspis del
santuario de Olimpia (derecha y abajo) y una de las pie-
zas de la Tumba del Guerrero de Málaga (derecha y 4.7. El problema del pórpax
arriba).
Uno de los problemas para interpretar como un
escudo hoplita la pieza de Málaga está en que. al
remite simultáneamente a la tradición griega (vid. contrario de los elementos de suspensión y las
Fig. 261 y a la centroitálica, donde las bandas sim- piezas para el antilabé, no hay restos visibles del
ples son más comunes que en Grecia, aunque he- pórpax o embrazadera. En contraposición de la
chas con una técnica diferente (compara r Figs. 23 fina lámina decorativa que cubría la superficie de
y 281. Sin embargo, hay al menos una pieza de muchos aspides. elpórpax era una pieza de bronce
Olimpia (B8861 (Bol, 1989: 113, Taf. 3. A196l cuyo sólida, masiva y compacta. con los bordes plega-
borde presenta, de dentro hacia el exterior, un dos para no herir el brazo del hoplita al introducir
contario muy fino, con un friso de palmetas de el antebrazo le.g. Kunze y Schleif, 1937-38: Abb.
cuenco enlazadas finamente inciso y apenas visi- 50, 51; Kunze. 1956: Taf.15; Kunze. 1958: Taf. 20 ;
ble y una guilloche simple de tres cordeles, idén- Nista. 1978: Tav. XI; Bol, 1989: Taf. 23 a 27; Bottini,
tica en trazado a la de nuestra pieza malagueña 2008: fig. 1; Bottini y Setari 2013: fig. 13. etc.!. Si
(vid. Fig. 28: 41. aunque bastante más ancha. Bol se hubiera depositado junto con el escudo. habría
(1989: 6-71 analiza esta pieza. que considera pro- sobrevivido en mejor estado que los cientos o mi-
pia de un taller no argivo. apuntando quizá al les de diminutos fragmentos de lámina hallados
mundo jon io por el 'friso de zarcillos·. que en rea- en el interior de la cista.
lidad vemos como un friso de palmetas de cuenco
en lazadas y simplificadas. Sólo un fragmento. remachado y con el borde com-
bado (vid. Fig. 21: 5). de apenas 8,5 cm de longitud
De hecho Bol parece considerar (1989:6) algunos conservada. podría quizá ser considerado parte
frisos sencillos de escudos de chapa metálica del borde de un pórpax. pero la curvatura parece en
Herzsppung [1989: A2, A3, A4, Taf. 11 como prece- exceso amplia y el plegado demasiado suave para
dentes de las complejas bandas trenzadas poste- los tipos habituales (Bol, 1989: Taf. 23 ss.J.
riores. Si fuera así, podría explicarse por conver-
gencia desde un modelo común de los siglos Además. en los escudos de los siglos VI-V a. C. la
VIII-VIl a. C. la aparición de motivos similares de embrazadera está prolongada por dos bandas de
banda trenzada simple en los escudos de chapa lámina de bronce que cruzan todo el diámetro
LA TUMBA DEL GUERRERO UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C. 11 PP 145·230. ISBN 978·8'-9959-307-4
PARTE TERCERA LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO 171
FERNANDO QUESADA SANZ Y DAVID GARCfA GONZÁLEZ
interior del escudo [vid. Figs. 24 y 25) y que suelen por ejemplo [Ach. 11 03) que las crestas y plumas
estar decoradas con numerosos repujados fi gu- de los cascos se guardaban aparte en las vivien-
ra tivos !Kunze, 1937-38 [Olim pia): Nista, 1978 das hasta el mom ento de ponerlas en uso. Y para
!Noicatta rol : 8ottini. 2013 passim !Magna Grecia); los escudos contamos con una muy interesante
8aitinger, 201 1: Abb. 25 [lstmia de Corinto). referencia de Critias. tío de Platón y uno de los
Abb.60 (Philiall. Estas son piezas muy llamativas Treinta Tiranos de Atenas a fines del siglo V a. C..
(vid. Fig. 27. derecha). que sin duda serían al me- cuya obra sobre la politeia espartana se ha per-
nos parcialmente visibles entre los restos halla- dido, salvo fragmentos. En uno de ellos [fr. 88837
dos en la tumba de Málaga. Por tanto no parece Diels-Kranzl se aconseja a los espartiatas que.
probable que todo este conjunto haya quedado ante la amenaza siempre presente de la subleva-
oculto en el material trasladado en bloque en ción de Los ilotas. guarden los escudos en casa
cama de poliuretano, que es bastante estrecho y con el pórpax (a brazadera) desmontado, lo que lo
es imposible que solo se haya destru ido por com- hace inservible el escudo hasta fijar la embraza-
pleto esta pieza. Sólo cabe concluir que si se de- dera de nuevo sobre el interior de la madera [For-
positó un aspis en Málaga, éste se colocó incom- nis. 2003: 262-2641. Por tanto. era posible des-
pleto, sin su elemento funcionalmente esencial. montar el pórpax en la vivienda, de hecho se hacía.
la embrazadera . y es plausible que así ocurriera en la tumba de
Málaga. con la ventaja adicional de hacer el arma
¿Es tal cosa posible? Creemos que sí. La tumba inutilizable para un posible saqueador.
en el Mediterráneo antiguo es una suerte de oikos
del difunto, una vivienda más o menos elaborada, 4.8. El problema del diámetro
desde las urnas oikoformes del Villanoviano
hasta llegar a las verdaderas casas subte rráneas Ninguno de los fragmentos, por sí mismo, per-
de Cerveteri. Y sa bemos que. por ejemplo. en el mite calcular un diámetro fiable. Pero si partimos
mundo griego los escudos se colgaban en las pa- de la base de que los dos conjuntos de metal que
redes de los salones de las casas. como ya men- aparecen sobre los sillares de la cista (sobre las
ciona Alceo en el siglo VIl a. C. [Frg. 140 ed. Westl. caras norte y oeste) pertenecen al m1smo objeto.
y la práctica continuó en época clásica (Herodoto dado que sus curvas se prolongan y coinciden [vid.
1,34: Aristófanes Ach. 278, 58 etc.). Otras veces Fig. 11. es posible calcular que el objeto tendría
los escudos se guardaban en fundas: la cerámica un diámetro máximo de hasta 123 cm [vid. Fig.
ática de Fi guras Rojas muestra numerosos ejem- 121. aunque pudo ser algo menor. Ya hemos dicho
plos de hoplitas desenfundando y puliendo los es- (Schwartz, 2013: 159 en último lugar) que los es-
cudos (van Wees. 1998; Quesada, 2009a: 122-124) cudos hoplitas tienen un diámetro medio de unos
[vid. Fig. 25: 1). En La tumba etrusca 'dei rilievi' de 90 cm, quizá algo más. Pero también hemos visto
Cerveteri, que reproduce una casa. las armas - que se conocen al menos dos ejemplares de en
mcluyendo escudos hoplitas- penden de las pare- torno a 120 y 125 cm respectivamente (Kunze y
des [8lanck y Proietti, 1986). Por tanto, la coloca- Schleif. 1937-38: 72. lnv. 8446. Abb. 10: Rieth.
ción de un escudo en la cámara funeraria, junto al 1964: 1011. aunque posiblemente haya un error
inhumado, sería consistente con la tradición en este último dato [Ferraguti, 1937: 116, habla
griega , pero tam bién itálica , caso por ejemplo de de 95 cm). Y que los escudos hoplitas podían ser
la tumba 101 de 8raida di Vaglio en 8asilicata muy grandes en relación con el tamaño de sus
[8ottini y Setari, 2003: 111. pero también indígena portadores se deduce del hecho de que. aparen-
siciliana, como en La ¿helenizada? tumba 31 de temente, podían nadar sobre ellos invertidos, lo
Montagna di Marzo en Sicilia !Albanese Procelli, que implica, para una flotabilidad, un tamaño
2006) [infrol. grande del cuenco (Arriano. Anab.1, 19, 4. ospi-
don; Schwartz. 2013: 159-160).
Cierto que en este caso de las opciones posibles
nos inclinamos por una posición sobre La tumba, Sabemos que los escudos hoplitas. como las co-
más que dentro de ella. Luego volveremos sobre razas, se fabricaban o al menos se seleccionaban
ello. Pero ahora lo que importa es que en esta de acuerdo a una 'talla ' adecuada: "Me parece, dijo
casa del difunto el escudo podía desmontarse Sócrates, que siguiendo tu razonamiento hablas de
igual que en la casa del vivo. Aristófanes indica la proporción no en si misma sino en relación con el
LA TUMBA DEL GUERRERO UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MALAGA FENICIA DEL SIGLO VI A C. // PP 145·230 ISBN 978-IU-9959-307·4
172 PARTE TERCERA LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO
CAPITULO 5. LAS ARMAS DE LA TUMBA DEL GUERRERO DE MÁLAGA
usuario, como si hablaros de un escudo diciendo que razones anatómicas-llevar un escudo considera-
estó proporcionado o quien le siente bien" [Jeno- blemente mayor a la media.
fonte, fv1em, 3. 1O, 12).
4.9. Bandejas y otras posibilidades
Lo cierto es que el estudio antropológico del indi-
viduo enterrado en Málaga nos revela una per- Lo cierto es que la propuesta de un escudo ho-
sona extraordinariamente corpulenta 15 • Nos ha- plita no es absolutamente segura. a falta de un
llamos ante un varón de en torno a los cuarenta estudio integral. Ante la ausencia de restaura-
años de edad, con ·acusado desarrollo muscular en ción, e incluso de dibujo de los fragmentos que
miembros superiores e inferos~ lesiones dege- por su tamaño no permiten calcular una curva
nerativas asociadas a actividad física intensa, "so- fiable. algunos intentos sobre las fotografías ce-
bre todo en la columna vertebral. Lo presencio en nitales de detalle más precisas proporcionan un
hombro y codera pudo ser favorecido por Lo intensa diámetro de entre 30 y 40 cm para algunos frag-
actividad ffsico desarrollado''. Pero sobre todo, y mentos de borde. Esto implica a nuestro juicio,
por lo que ahora nos interesa, se calcula -por dos junto con la existencia de algunos fragmentos di-
métodos diferentes- una estatura de entre 175 y fícilmente atribuibles a un escudo y que ya hemos
180 cm, que es muy elevada para los estándares comentado en la parte descriptiva [vid. Figs. 9 y
de época arcaica en el Mediterráneo. 211. que hay la posibilidad de la existencia de más
objetos de bronce en la cista. Incluso para la pieza
Sin pretender abordar aquí un estudio exhaustivo, más grande, otra posibilidad sería una bandeja
y siguiendo a Schwartz [20131. un análisis esta- grande. prácticamente lisa salvo por una decora-
dístico de la estatura de los griegos antiguos [An- ción repujada (pero no incisa) en el borde, fecha-
gel, 1944; 1945) con una muestra relativamente ble desde fines del siglo VIl a. C. y durante el VI a.
amplia, proporcionaba una estatura media de C., y acompañada con elementos idénticos a los
162.2 cm para varones adultos. Se ha realizado soportes del ontilobé del aspis griego, y que pu-
un estudio mucho más reciente en la necrópolis diera ser considerada paralelo y que no han sido
de Metaponto (Magna Grecia) sobre una muestra objeto de una búsqueda sistemática para este
de 272 individuos de la misma localidad, dentro trabajo. Pensamos en piezas del estilo de las
de una base de datos para la Magna Grecia de grandes fuentes circulares con borde plano deco-
unos mil individuos. Este (Henneberg y Henne- rado con trenzas de hasta 60 cm de diámetro
berg, 1998) nos indica de nuevo, validando estu- como las de la tumba 101 Braida de Vaglio (Bot-
dios anteriores, que la estatura media de los va- tini y Setari, 2003: 22, fig. 121. Pero hasta ahora no
rones adultos era. en la charo, de 162-165 cm conocemos nada de este tamaño y con estas ca-
para una estimación de peso corporal de 60-65 kg racterísticas.
(Henneberg y Henneberg, 1998: 509 ss.; Carter,
2006: 41 ss.J. Y éstos pueden ser adultos por en- 4.1O. Conclusión. Identificación, posición y
cima de la media por tratarse de una muestra estado de la pieza
sesgada en un estatus socioeconómico alto (Fax-
hall y Forbes, 1982: 471. Más adelante. un cálculo Hay pues una serie de elementos que apoyan cla-
genérico de estatura media de varones adultos en ramente la idea de un escudo hoplita: las grandes
los siglos 1-11 d. C., basado sobre una muestra to- dimensiones, la asociación de lámina de metal
tal de 1200 restos arqueológicos, apenas llega a con elementos de madera, la decoración tren-
los 169 cm (Koepke y Baten, 2003: fig. 41. zada del borde característica de estos escudos.
en una variante que parece antigua y consistente
En este contexto, un varón como el de Málaga , de con una datación en las primeras décadas del si-
175-180 cm, con la correspondiente corpulencia, glo VI a. C., y sobre todo los elementos de guarni-
sería verdaderamente destacable. En consecuen- ción interior que son característicos y diagnósti-
cia, el individuo enterrado podía -y debía por cos de un escudo de este tipo: rosetas y pletina
con presilla del ontilobé. El diámetro estimado
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C.// PP. "5-230. ISBN 978·84·9959·307-¿
PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO 173
FERNAN DO QUESADA SANZ Y DAVI D GARCfA GONZÁLEZ
está en el límite superior de los escudos conoci- la tumba, apoyados originalmente sobre la pared
dos y realmente sería fun cional sólo para un norte de la cista.
combatiente de extraordinaria estatura y fuerza,
que es exactamente lo que encontramos en la Obviamente, la presencia de un escudo hoplita no
tumba de Málaga. presupone que su propietario fuera griego, lu-
cano. etrusco o de otro origen . Como hemos visto,
Sin embargo, en esos mismos datos hay incerti- el borde del escudo no parece ser el canónico pe-
dumbres que imponen cierta precaución hasta la loponesio, y nos atreveremos a postular una fa-
imperativa restauración del conjunto. Los análi- bricación probable en un taller suritálico, con una
sis de madera no son concluyentes sobre las es- mezcla de tradiciones itálicas y griegas en el friso
pecies habitualmente usadas en estos escudos, trenzado, más sencillo de lo normal. Por otro
aunque la muestra conocida es extraord inaria- lado, no sabemos realmente nada sobre la orga-
mente escasa. La estructura del itus, con una nización de los talleres de armas en el siglo VI a.
sola banda trenzada estrecha y una banda lisa C., pero en época clásica, siglo y medio después.
antes del posible inicio de la concavidad, es muy había artesanos itinerantes que podían llevar sus
mhabitual en los aspides, y la propia parte curva idiosincrasias al lugar donde fueran a estable-
de la superficie del escudo no está inequívoca- cerse, como el siracusano Cefalón que Pericles
mente atestiguada. Y la ausencia de pórpax. aun- llevó a Atenas a montar un gran taller de escudos
que explicable. no es tampoco habitual. Se apre- que llegó a tener en el 404 a. C. a 120 esclavos
cia pues la necesidad de un estudio más detallado trabajando y un stock de 700 escudos !Lisias 12,
tras una ca mpaña, que sabemos costosa en 4; 12.191.
tiempo y recursos, del conjunto de metal.
5. EL CASCO
En conjunto -y por ahora- creemos lo más proba-
ble, y así lo proponemos. que en origen se depo- 5.1. Ubicación
sitara sobre la cubierta de madera de la tumba,
en la vertical del cadáver lo menos probable- El casco (Fig. 30) es uno de los objetos más signi-
mente apoyado en la pared norte de la cista) un ficativos hallados en la tumba, y el primero con
gran escudo de tipo hoplita laspisl de quizá hasta contexto arqueológico hallado en la Península
1,20 m de diámetro, junto al casco corintio que Ibérica. Estaba situado al exterior de la cista, en
pasaremos a estudiar ahora. El escudo se habría la cabecera de la tumba !Lado oeste). sobre los si -
colocado desmontado, esto es, retirando su em- llares de la pared y oculto bajo cantos de piedra
brazadera o pórpax, y boca arriba !exterior hacia que revestían la estructura principal (vid. Fig. 1,
el cielo!. Por eso en los sillares de la cabecera de Fig. 12: 9 y Figs. 31-321.
la cista aparecen 1vid. Figs. 10-11) trozos de borde
con una decoración característica de estos escu- Como se ha puesto de manifiesto en el capítulo
dos, con el exterior (repujado recrecido) hacia dedicado a la descripción de los elementos es-
arriba. Esto explicaría también por qué las piezas tructurales de la tumba, ésta presentaba un re-
que interpretamos como parte del antilabé y de vestimiento de bloques de piedra y cantos que
otros apliques metálicos del interio r como las ro- ocupaba el espacio entre el rebaje realizado so-
setas aparecen en e l fondo de la cámara. bre e l sustrato terrígeno y los sillares que confor-
man la cista. En la mayor parte de las ocasiones
La alternativa (escudo apoyado sobre la pared los bloques no están trabados los unos con los
norte, con el exterior visible. y luego deslizado otros y presentan formas irregulares. Sin em-
hasta quedar sobre el cadáver). parece tafonómi- bargo para apoyar el casco sobre estos, se dis-
camente menos probable. puso una pequeña plataforma de bloques, selec-
cionando aquellos que dispusieran de caras
En todo caso, la abundancia de fragmentos, in- planas a fin de que la parte inferior del casco
cluyendo a lgunos que parecen pertenecer a pie- asentara bien y este quedara colocado en posi-
za/s de en torno a 30 cm de diámetro y a objetos ción natural. Asimismo en los latera les se coloca-
distintos de un escudo, permite proponer la exis- ron bloques en vertical para evitar el movimiento
tencia de otros objetos de bronce en el interior de lateral y que este quedara bien trabado. El casco
LA TUMBA DEL GUERRERO UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA OEL SIGLO 111 A. C 1/ PP. ¡¿5-230 ISBN 978·84 ·9959·307-¿
174 PARTE TERCERA LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO
CAPfTULO 5. LAS ARMAS DE LA TU MBA DEL GUERRERO DE MÁLAGA
Figura 30. Casco corintio de la Tumba del Guerrero de Málaga. Diferentes vistas !fotografías: Eugenio Fernández Ruiz).
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C. // PP. 145·230.1SBN 978·84·9959·307-4
PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO 175
FERNANDO QUESADA SANZ Y DAVID GARCIA GONZÁLEZ
- --------
forme se iba liberando de los bloques de piedra y
la tierra que Lo rodeaba, para finalmente poder
#
extraer la pieza completa en un solo bloque.
Figura 32. Vista desde el exterior de la cista mirando
desde el oeste. Detrás se aprecian los fragmentos de- Esta tarea impidió comprobar en el trabajo de
corados de bronce sobre los s illares de la pared. La ca- campo s i el casco se había colocado sobre la
lota, fragmentada, permanece en el interior del casco. tumba con la ca lota ya fragmentada, si esta había
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MALAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C. I/ PP. 145·230. ISBN 978·84·9959·307·4
176 PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO
CAPITULO 5 LAS ARMAS DE LA TUMBA DEL GUERRERO DE MÁLAGA
sido sometida a una destrucción e inutilización El estudio tipológico detallado de los distintos
como parte del ritual, o bien si la progresiva co- modelos de cascos griegos (breve síntesis re-
rrosión. junto con la presión ejercida sobre él por ciente introductoria en Schwartz, 2009: 55-661 ha
los bloques de piedra y el relleno, habían llevado sido abordado por diversos autores basándose en
al colapso de la calota hacia el interior. Posterior- el estudio de las piezas depositadas en santua-
mente en el laboratorio de restauración se pudo rios, contextos arqueológicos funerarios o bien
corroborar que la opción más probable es la úl- hallazgos casuales en Grecia, los Balcanes o el
tima (Fig. 331. aunque no se puede descartar un sur de Italia. Este trabajo (raro para el mundo an-
daño previo por plegado o golpeado de la superfi- tiguo por el gran número de piezas originales.
cie del casco, como se documenta en otras mu- más de un millar sólo para el mundo griego) se
chas tumbas de la Edad del Hierro y en diversas complementa como es lógico con representacio-
culturas (por ejemplo en Pozo Moro. tumba 4F-2, nes de tipo muy variado: bidimensionales, en re-
vid. Quesada 1997a: 642. Lám. XI.A]. lieve y tridimensionales en múltiples materiales y
soportes. El grupo de de los denominados 'corin-
5.2. El casco corintio tios·. que forma familia con los calcídicos, áticos y
apulo-corintios (el lúcido diagrama de Connolly,
Como mdicamos antes, el casco es un arma clave, 1981:60-61 es muy expresivo) es uno de los más
simbólica y funcional en la guerra en el antiguo llamativos y frecuentes. Autores como Kukahn
Mediterráneo, y en particular en la antigua Grecia (1936); Amandry (1949); Kunze (1961); Snodgrass
(Feugere, 1994 es una buena introducción gene- (1964): 20 ss.; Blyth (1977); (1988); Dintsis [1986):
ral;AntlkeHelme [1988) es probablemente la me- 87 ss.; Pflug [19881: Dezso [19981: 47 ss.; Born
jor monografía especializada por tipos). Es un (2009); Frielinghaus,[2007, 2011); Manti (20111 o
arma defensiva pasiva (Quesada 1997a: 483 y 549 Bottini (20131. entre otros muchos luego citados,
para el concepto) que exige el complemento de son los principales hitos que trazan la columna
un arma defensiva activa (escudo) para ser verda- vertebral de la investigación.
deramente eficaz. Es el arma defensiva pasiva
más frecuente. más que la coraza y que cualquier En el caso de los santuarios helenos. son muchos
otro protector como grebas o musleras. y ello por centenares los ejemplares reales de cascos do-
tres razones. Protege una parte vital del cuerpo cumentados (Gabaldón, 2004; Baitinger, 2011].
en la que una herida incluso ligera suele ser inca- Olimpia, es sin duda el más célebre de ellos [Frie-
pacitante. mientras que una severa sign ifica pro- linghaus, 20111. pero sin duda no el único. Al final
bablemente la muerte; mientras que el torso del siglo VIII a. C. comienza de forma sistemática
suele estar cubierto por el escudo, la cara debe el depósito de armas en este lugar: se han ha-
sobresalir para permitir la visión. por lo que un llado todo tipo de armas, especialmente defensi-
órgano vital está desprotegido; finalmente. un vas !cascos, corazas, grebas o escudos). un total
casco es menos costoso que su equivalente (en de unos 350 cascos y 280 escudos, como mínimo.
material textil o metálico) en el torso (Quesada disemrnados por todo el santuario, especial-
1997a: 5501. Pero además. el casco. una cabeza mente cerca del templo de Zeus, en el estadio y el
metálica, es un símbolo evidente de ostentación, río. De los cascos, unos 250 eran corintios, un
que puede expresar el rango del combatiente (y 71%, lo que muestra la popularidad del tipo -y no
en ocasiones salvar su vida ya que ca ptu rar a un sólo en el arte- por encima de los modelos ilirios.
hombre de alto rango puede ser más provechoso ca lcídicos y los primitivos cascos de tipo Kegel
que matarle]. Mediante su ·rostro metálico· (es- IJarva, 1995: 111]. El reciente estudio de Frielin-
pecialmente evidente en el modelo corintio que ghaus (2011 1incluye en cambio 882 cascos 17. Mu-
nos ocupa) y su cresta o penacho, el casco dota al chos de los cascos tenían inscripciones de su
portador de un aspecto feral e imponente. más propietario. Otro aspecto a destacar es la apari-
robusto y alto de lo que es realmente. ción de numerosos cascos con inutilizaciones in-
tencionadas. especialmente carrilleras y nasales
doblados, abolladuras o perforaciones IJackson,
17
De estos contamos una pieza de tipo kammhelm, 38 Kegel. 67 ilirios, nada menos que 628 corintios, 107 calcídicos y algu-
nos otros tipos en mucho menor número.
LA TUMBA DEL GUERRERO UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C.// PP U5·230 ISBN 978·11'·9959·307·¿
PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO 177
FERNANDO QUESADA SANZ Y DAVID GARCIA GONZÁLEZ
1983; Gabaldón. 2004: 78-82; en último lugar El hecho de poder haber sido fabricados en dis-
Graells, 20161. lstmia en Corinto fue otro de los tintas regiones ha determinado que aparezcan
santuarios más importantes. consagrado al dios modelos locales al margen de que a lo largo de
Poseidón, y destaca por la gran cantidad de ar- los doscientos años que se mantiene en uso se
mas que se depositaron en él y donde destacan fueran produciendo modificaciones en su diseño.
entre ellas de manera singular los cascos len El casco corintio, como casi todos los arcaicos.
torno a unos 200 ejemplares). que fueron halla - estaba fabricado con una sola lámina bronce ba-
dos en el interior del templo y sus cercanías. tido de grosor variable, muy cerrado, que en sus
Junto a los cascos se han documentado lanzas y modelos antiguos cubre casi la totalidad de la
escudos los cuales presentaban marcas de ha- cara y apenas dejaba visión periférica y limitaba
ber estado colgados sobre las estructu ras del la aud ición (Hanson . 1989: 71 ss.: Schwartz,
templo [Gabaldón. 2004: 45-46: Baitinge r, 201 1: 2009: 56). En las fases antiguas se conocen, sin
45-48: Jackson . 19921. Tras los anteriores. el embargo. cascos hechos con dos láminas unidas
santuario de Delfos, dedicado a Apolo, fue el ter - en el eje anteroposterior. Con todo, la supuesta li-
cero en a lbergar más cantidad de armas. tanto mitación de visión periférica, sobre todo en com-
reales como en miniatura que hayan llegado a paración con el modelo calcídico o el ilirio ha sido
nosotros [Gabaldón, 2004: 51-52: Baitinger, a veces rebatida para los cascos desde mediados
2011: 20-331. del siglo VIl en adelante. Foster (1978: Fig. 9) lo
expresa gráficamente, y parece haber convencido
Entre los siglos VIII y V a. C. se produce un cambio a Jarva (2013: 402); otros trabajos recientes basa-
en la tipología de los cascos del ámbito griego. dos en uso experimental sobre ejemplares origi-
Originalmente de marcada influencia oriental nales confirman una razonable visibilidad lateral
[Pflug, 1988; Dezso, 1998 passim) desde fines del [Schwartz. 2009: 61, citando adicionalmente a
siglo VIII a. C. o muy principios del VIl a. C. surgen Franz. 2002: 135. a partir de un modelo recons-
tipos característicamente griegos. que responden truido por él afirma una cierta limitación: en prin-
a la evolución en la tecnología de fabricación, y el cipio parece razonable aceptar las afirmaciones
desarrollo de nuevas tácticas y modos de combate de quienes han probado cascos originales). La
individual. En el caso que nos ocupa estamos ante forma crecientemente almendrada del hueco
el denominado de tipo "corintio" que toma su para los ojos, como en el casco de Málaga. puede
nombre de la célebre ciudad del Peloponeso y co- en efecto haber ayudado a la visión periférica ·por
rresponde a un modelo que está ampliamente re- el rabillo del ojo' (Fig. 341. Más problemática
presentando en contextos de Grecia y e l sur de la puede haber sido la cuestión de la audición [Han-
Península Itálica. Su nombre ni implica necesaria- son, 1989: 71-72: Schwartz, 2009: 62-63). como
mente que el origen del tipo fuera Corinto, ni que prueban los esfuerzos en época clásica para abrir
fuera éste su principal centro manufacturero [Ol- espacios en los pabellones auriculares en varios
mos. 1988: 541. pero un origen peloponesio parece modelos de casco, como el calcídico.
probable. De hecho, la atribución del nombre se
debe a un pasaje de Herodoto [4. 180, 3) quien ha- El modelo corintio protegía muy bien cara, nuca
bla de un pueblo bárbaro, los auseos, quienes. con y mejillas, con unas carrilleras que casi se ce-
ocasión de la festividad anual en honor a la divini- rraban sobre la boca: en sus versiones avanza-
dad indígena que explícitamente identifica con das del siglo V a. C. en adelante, también el cue-
Atenea (4. 180, 21. atavían a la más hermosa de las llo y clavículas. El espacio de la nariz se protegía
doncellas "con un casco corintio y una panoplia con una pieza integral. no soldada, un nasal
griega" [Ko~JavTec; Kuvtn Te Koptvein Kal navol1Ai atrofiado (Kunze, 1961 : 64) que con el tiempo, a
n'EMr¡VlKftl. Como Atenea se representa sistemá- lo largo del siglo VIl a . C. se hizo más largo y
ticamente ataviada con un tipo concreto de casco, grueso, al ser un objetivo obvio para los golpes
se asume casi unánimemente que los antiguos del enemigo. En conjunto. el casco corintio do-
griegos denominaban 'corintio' al casco que por- taba al portador de una apariencia inhumana,
taba Atenea.
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A C.// PP 1¿5·230 ISBN 978-¿·530 - ~
178 PARTE TERCERA LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO
CAPITULO 5. LAS ARMAS DE LA TUMBA DEL GUERRERO DE MÁLAGA
Figura 34. Visión frontal y lateral de distintos modelos de casco griego: corintio, ilirio y calcídico (Foster, 1978: 91.
cubierto con una máscara metálica geométrica, A menudo los cascos corintios muestran en sus
inquietante e incluso 'robótica' 18• bordes orificios que permitían coser -y eventual-
mente sustituir- estos forros interiores textiles.
Con todo. la ausencia de un sistema interior sus- Este forro interior era esencial, ya que ayudaría a
pendido de protección, a diferencia de los cascos amortiguar los golpes y absorber buena parte de
modernos. haría muy incómodo su uso por calor. la energía para que no se transmitiera directa-
Ciertamente, los cascos llevaban un recubri- mente al cráneo, evitando inevitables conmocio-
miento interior (Rostoker. 1986: 931. normal- nes incluso en ausencia de perforación . Pero en
mente de fieltro (/l. 10.265), pero también de otros ausencia de suspensión y cámara de aire interior.
elementos orgánicos, incluyendo un tipo de es- convertiría el casco, al sol. en un verdadero horno,
ponja llamada 'de Aquiles· (Arist. Híst. An. 5.16. sobre todo en los cascos de los siglos VIl-VI a. C.
548b) e incluso fibras vegetales en forma de ces- Esto llevaría a la progresiva adopción de variantes
tería. Este último es el caso del casco del pecio más abiertas en frente y orejas, o incluso a la ge-
griego arcaico de Cala Sant Vicent (Alfa ro, 2008) y neralización de tipos mucho más abiertos como
de otros ejemplos dispersos por todo el Medite- el calcíd ico o ático, y eventualmente los modelos
rráneo (ct. Egg y Marzoli, 20081. aunque estos cónicos de tipo pilos.
cascos forrados con fibra vegetal tejida no suelen
ser griegos sino del ámbito itálico o europeo cen- Adicionalmente Jarva (2013: 4011 y Manti (2011: 7
tral. un ámbito geográfico y cultural muy per- ss.) entre otros recuerdan que en ocasiones se
meable a las influencias mediterráneas a través empleaban clavitos de plata exteriores para fijar
precisamente de Italia. ese recubrimiento interior. que tendría un efecto
decorativo sobre el dorado del bronce. Para Jarva,
' 8 No en vano algunos personajes de la popular serie cinematográfica Star Wars llevan un casco de modelo corintio apenas
dis imulado (especialmente en el caso del mercenario Boba Fett, un cazarrecompensas).
LA TUMBA OEL GUERRERO UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO V1 A C. I/ PP 145·230. ISBN 978· 84·9959-307-'
PARTE TERCERA LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO 179
FERNANDO OUESAOA SANZ Y DAVID GARCIA GO NZÁLEZ
esta función decorativa puede explicar por qué a La clasificación de Snodgrass (1964: 20-28]. ba-
lo largo del siglo VI a. C. los orificios se hicieron sada en la primitiva Tesis Doctoral de Kukahn, re-
progresivamente más abundantes y próximos en- sulta confusa y ha sido casi desechada. La des-
tre sí, hasta que a fines de la centuria la técnica cripción que sigue se basa en Pflug (1988)
fue abandonada [1995: 65-721. Por ello una gran ampliada y refinada por Frielinghaus [20111.
abundancia y proximidad de orificios puede indi-
car una fecha avanzada dentro del siglo VI a. C. La Fase (Stufe) 1 (Kukahn, 1936: 24 ss.; Pflug.
Sin embargo, hay una gran cantidad de cascos co- 1988: 73 ss.; Frielinghaus, 2011 : 14-22; Bottini,
rintios de los siglos VIl-VI a. C. que carecen de es- 2013: 371, que se desarrolla desde muy finales del
tas perforaciones. por lo que el recubrimiento in- siglo VIII a. C. y hasta mediados del VIl a. C. [Fig.
terior debió ser encolado, o incluso sustituido por 35) se caracteriza por un modelo de casco de as-
algún tipo de gorro de fieltro u otro material, a ve- pecto basto y masivo. cerrado. de líneas senci-
ces mostrado en vasos cerámicos. como en la fi- llas. Sus paredes laterales son verticales, rectas,
gura de Patroclo en una copa del pintor de Sosias, y rematadas en una calota casi hemiesférica. El
del 510-500 a. C. [Boardman, 1975: fig. 501, de guardanucas es casi inexistente o apenas apun-
Vulci, Berlín Staat. Mus. 22781. tado, corto y oblicuo y la base del casco es hori-
zontal y recta desde la nuca a la barbilla. Las
Las crestas (lophoi. por las crines del caballo! aperturas oculares son ovaladas y defensa nasal
grandes y elaboradas, de metal, plumas o crines, simple. Pueden estar elaborados de una sola
o una combinación de varios materiales, son ca- pieza (Pflug, 1988: 68; Frielinghaus. 2011: 15) o de
racterísticas de los cascos griegos desde Homero dos unidas en el eje anteroposterior [Pflug, 1988:
(/t. 6,4691. y ayudaban a dar una impresión de ma- 71 -73; Frielinghaus. 2011 : 18- 191. Un detalle ca-
yor estatura [Polibio, 6.23,13) y aspecto feral al racterístico de una elevada proporción de este
combatiente (e.g. /l. 6, 467-470, el penacho del tipo de cascos es la presencia de pequeños orifi-
casco de Hector aterroriza a su bebé Astianaxl cios en todo el recorrido de su filo cuya funciona-
además de, en determinadas ocasiones. desviar o lidad fue la de sustentar el forro interior. El pro-
frenar golpes tajantes (Hanson, 1989: 73-741. La tector nasal. que en sus inicios mantiene un
iconografía cerámica. e incluso las vitrinas de los grosor similar al resto del casco, a partir del pri-
museos, están llenas de imágenes y ejemplos mer cuarto del siglo VIl a. C. comienza a ser más
reales de estas crestas elaboradas. grueso y a alargarse [Frielinghaus, 2011: 161. La
decoración de este tipo de cascos se limita a un
A lo largo de décadas se ha desarrollado y refi- penacho [Kukahn, 1936: 261. como aparece re-
nado una tipología del casco corintio que han de- presentado en algunos motivos decorativos de
sarrollado autores como Kuhahn (1936]. Kunze cerámicas (Pflug. 1988: 68. fi g. 1) o figurillas de
(19611. Snodgrass [19641. Pflug (1988) o Frielin- bronce [Pflug, 1988: 71, figs. 5 y 61. pero hay casos
ghaus (20111 y que se basa en el enorme conjunto con una base de cresta semirígida anteroposte-
de Olimpia y en un desarrollo tipológico funcional rior, quizá por influencia de los modelos ilirios
dada la ausencia de estratigrafía arqueológica [Kunze, 1961: 61; Pflug, 1988: 390-391).
para estos cascos, pero que se viene sosteniendo,
al menos en Lo que a tendencia evolutiva se re- La Fase 11 [Kukahn, 1936: 32; Pflug, 1988: 73:
fiere en una cronología relativa que los estudios Frielinghaus, 2011: 22) es la que más nos inte-
tecnológicos [Blyth, 1977 en adelante) tienden a resa aquí, y corresponde a una segunda gran
confirmar en sus líneas generales. Se pueden de- etapa en el desarrollo de Los cascos corintios.
finir varias fases dentro de la evolución del casco Abarca a grandes rasgos. entre la segunda mitad
corintio que a su vez incluyen distintos 'tipos· no del siglo VIl a. C. y mediados del VI a. C. (vid. Fig.
pocas veces problemáticos por solapados en sus 351. Iconográficamente, el tipo está b1en repre-
rasgos y llenos de modelos híbridos. rasgo este sentado en los cascos de Los guerreros de la cele-
que es por otro lado característico del modelo ar- bérrima Olpe Chigi protocorintia del 640 a. C.
mamentístico de toda la antigüedad (e.g. Que- (Hurwit, 2002). La principal modificación res-
sada. 1997a: 229-2301. pecto a la fase anterior es una gradual y progre-
siva modificación de los perfiles de la ca lota y La-
terales para adaptar mejor el casco a la forma de
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MALAGA FENICIA DEL SIGLO VI A C JI PP. 1¿5-230. ISBN 978-84 ·9959·307-4
180 PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO
CAPITULO 5. lAS ARMAS DE LA TUMBA DEL GUERRERO DE MÁLAGA
0 C arc1 e ística~
Variante A
¿
Ya en la prime m muad del siglo VIl a C. lo~ cascos Ca~co de una ptclll
tienden a convertirse en mas curvo~ y lener tm
guardanuca corto, que la va dist i nglllcndo cada vez
mas de las carrillems
0
...
o
Figura 35. Cuadro-resumen de características evolutivas del casco corintio según Pflug (19881, con énfasis en la
Fase 2, (modi ficado de Manti, 20111.
la cabeza humana, consiguiendo, en combinación 1988: Abb. 11-12) el frontal apenas se distingue
con el revestimiento interior de materia orgánica, de la fase anterior; es la vista lateral la que marca
mayor adaptación, comodidad y protección. En La diferencia en dos detalles: La nuca y la base del
los ejemplares más antiguos de la Fase 11 (Pflug, casco.
LA TUMBA DEL GUERRERO UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C.// PP. 145·230. ISBN 978-~·5304
PARTE TERCERA. LOS OBJETOS OEL AJUAR FUNERARIO 181
FERNANDO QUESADA SANZ Y DAVID GARCIA GONZALEZ
En efecto, la morfología de las paredes laterales Tras una fase de transición, bien marcada por
s e adapta mejor a La forma de la cabeza (Pflug, ejemplares de Olimpia (Frielinghaus. 2011: 23,
1988: 73; Frielighaus, 2011: 22] y aparece una La m. 14, 061, 062; también Pflug, 1988: N.Cat.
marcada curvatura de la zona de La nuca, que 24,26] y que evoluciona rápidamente desde los
proporciona una mayor protección de esta zona. modelos de la Fase 1, se comienzan a definir algu-
La transición entre la calota y Los laterales se nas variantes tipológicamente heterogénas, ar-
puede presentar en perfil, redondeada [gerun- caicas. en las que ahora no nos detendremos
dete Form de Pflug, 1988: Abb. 10; Frielinghaus. [Frielinghaus. 2011: 23-241. y que se prolongan
2011 : 23, fig. 3 arriba] o ligeramente angulosa. hasta mediados del siglo VI a . C.
tendiendo hacia La carena [priignante Form. ibí-
dem); ambas soluciones se producen simultá- Junto a la serie principal definida en Olimpia,
neamente (Pflug. 1988: 74; Frielinghaus, 2011: dentro de esta Fase 11 encontramos varios grupos
22- 23] pero la segunda tendrá más recorrido en de cascos con marcada personalidad, especial-
el tiempo. La base del casco sigue siendo sus- mente por su decoración, de entre los cuales los
tancialmente horizontal de nuca a barbilla, pero relevantes para nuestro estudio son básicamente
la forma global puede ser crecientemente cur- tres . o quizá cuatro. basados en una caleta de
vada, cóncava. con una tendencia al alarga- forma redondeada no carenada. Frielinghaus
miento del extremo frontal de las carrilleras. [2011: 281 recalca la rareza comparativa en Olim-
que se van haciendo más apuntadas (Frielin- pia de Los cascos muy ornamentados (como el de
ghaus, 2011: 25). En el borde inferior del casco Málaga!. pese a lo que se documentan algunos
(Helmrand) aparece a cada lado una escotadura ejemplares con palmetas sobre la frente y deco-
que pueden ser ancha y redondeada [flacher ración zoomorfa en los laterales, como e l caba llo
Ausschnitt mlt gerundeten Eckenl y que se extin- del casco 0377 [Lám. 42, 1-21.
guió hacia el570 a. C. (Plfug, 1988: 76] o una es-
cotadura en ángulo agudo hacia arriba (Seiten- En primer lugar. el más antiguo, es el conjunto de
zwickel). Estas escotaduras aparecen y se los agrupados bajo la denominación de Myros-Gru-
desarrollan simultáneamente, y tienden a ir ppe, así llamado por el casco de Olimpia y conser-
avanzando de la zona trasera hacia la parte cen- vado en Budapest que lleva inscrito este nombre
tral del casco, bajo la oreja e incluso más ade- (Kunze, 1961: 77-128: Frielinghaus, 2011 : 34-35;
lante (Pflug, 1988: 74; Frielinghaus, 2011: 251. Pflug, 1988: 75). que se desarrolla entre la se-
Formas de escotadura y formas de calota se gunda mitad del siglo VIl a. C. y segundo cuarto
combinan en todas las posibilidades (Frielin- del VI a. C. (Frielinghaus, 2011: 341 y que posible-
ghaus, 2011: 22). mente tiene un origen peloponesio (Frielinghaus,
2011 : 40-41). Estos cascos presentan las caracte-
Los primeros cascos de esta fase tan variada tie- rísticas ya descritas, con escotaduras redondea-
nen un espesor medio con un ligero engrosa- das retrasadas, huecos muy anchos para los ojos.
miento en la parte delantera y el protector nasal y nasal redondeado y relativamente corto. y están
(Frielinghaus. 2011 : 281. Modelos posteriores acompañados de un repertorio decorativo donde
dentro de esta tipología aumentaran el grosor ge- el protector nasal y la base del casco están a ve-
neral de la lámina de metal, lo que los convertirá ces decorados de manera sobria con bandas,
en cascos muy sólidos y pesados (Pflug, 1988: ovas y motivos circulares. El grupo Myros original
791. En general, la evolución se concentra en tuvo imitaciones en diferentes talleres con va-
unas carrilleras progresivamente más alargadas riantes formales y decorativas. pero no parece
y un nasal más masivo [Pflug. 1988: 77) haber tenido talleres en el Mediterráneo Central
(Pflug. 1988: 761
Ya desde el principio hay indicios -discutibles- de
fabricación itálica de algunos cascos de este grupo El segundo grupo, que se aproxima más a los
[Pflug, 1988: 76 y fig. 13). pero desde muy princi- rasgos del casco de Málaga. se caracteriza por
pios del siglo VI a. C. esto es casi una certeza. los rasgos propios de la Fase 11 con escotaduras
bajas laterales en ángu lo, pero sobre todo por
una rica decoración (normalmente incisa, a
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MALAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C. 11 PP 1'5·230 ISBN 978·8<1·9959-307·4
182 PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO
CAPITULO 5 lAS ARMAS DE lA TUMBA DEL GUERRERO DE MAlAGA
19 Algunos cascos portan una combinación de flor de loto y palmeta sobre la frente, caso de un ejemplar de Olimpia (Frie-
Linghaus 2011: 31 y Lám. 341. o de otro en Basilea (Cahn. 1989: 10-121. ambos ya del s1glo VI a.C.
lA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN lA MAlAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C. /1 PP 145-230.1SBN 978-84-9959-307-4
PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO 183
FERNANDO QUESADA SANZ Y DAVID GARCiA GONZÁLEZ
Como hemos visto, se constata una más que pro- definir en paralelo a la línea básica de cascos ·co-
bable producción de cascos de la Fase 11 tanto en rintios· un tipo 'pseudocorintio· de origen laconio
Grecia como en el sur de Italia, y aparecen nume- que en todo caso no afecta a nuestro estudio.
rosos grupos, tipos, variantes e hibridaciones que
hacen difícil una seriación nítida. Si en la Fase 1 La Fase 111 (Kukahn, 1936: 34; Pflug, 1988: 87;
aparecen a lgunos cascos tanto en Etruria como Frielinghaus, 2011: 41 ssl. que se desarrolla a
en la Campania, la explosión de hallazgos suritá- partir de la segunda mitad del siglo VI a. C., sobre
licos en la Fase 11 tanto en la Magna Grecia como el 550 a. C., (vid. Fig. 351 supone una transforma-
en el Piceno es tan llamativa como su ausencia ción en la morfología del casco con la aparición
en Sicilia y en Etruria (mapa significativo en Pflug, de una carena muy marcada de separación o in-
1988: 101, Fig 481. En particular, la frontera entre flexión entre la calota. más apuntada. y el resto
cascos del Lotusblütte Gruppe, el heterogéneo Ni- de la pieza. La calota además puede tener una
kosia Gruppe y los cascos de cejas marcadas y as- flexión anteroposterior, que actúa en caso de
pecto pesado del siglo VI a. C. en la Magna Grecia golpe como la clave de un arco El protector nasal
es más que borrosa en ocasiones. es fino y alargado, y tiende a acabar en punta. La
carrillera se proyecta mucho hacia la boca, ce-
Menos éxito ha tenido la propuesta de Dezséi rrando prácticamente la cara. y sobre todo hacia
(1 998: 47 ss. y Fig. 31 en relación con el origen abajo. protegiendo la vulnerable zona del cuello y
oriental de los cascos metálicos griegos desde clavícu la. Ya no hay pues una prolongación hori-
modelos asirios pasando por el tipo Kegel, de zontal del borde inferior del casco, que ahora es
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C./1 PP 145·230. ISBN 978-8'·9959-307· 4
184 PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO
CAPITULO 5. LAS ARMAS DE LA TUMBA DEL GUERRERO DE MÁLAGA
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C 11 PP 145-130 ISBN 978-8'-9959-307-4
PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO 185
FERNANDO QUESADA SANZ y OAVIO GARCfA GONZÁLEZ
~
- f;l:_ -=--------¡
50
.
Figura la evolu tiene c en
37 . Visión de no
s us tancial, aunque
ió~:l :~am l entos ~
oooodot" lo P• rtir de Omts
y talle res.
. .ls, 1986: Bellage
. bl . Es""'""" ''
ENTERRAMIEN TO EXCEPCIONAL
10 EN LA MALAGA FENICIA DEL SIG LOVIA.C."
" pp• 145-230. ISBN 978·84-9959-307-4
186 LA TUMBA
PARTE DEL GU~: L
TERCERA. DEL AJUAR FUNERAR
CAPITULO 5. LAS ARMAS DE LA TUMBA DEL GUERRERO DE MÁLAGA
LA TUMBA DEL GUERRERO UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MALAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C.// PP 1'5·230 ISBN 978·¡¡¿·9959-JOH
PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO 187
FERNANDO QUESADA SANZ Y DAVID GARCfA GONZÁLEZ
LA TUMBA OEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA OEL SIGLO VI A. C. // PP. 145·230. 1SBN 978· 84·9959· 307-A
188 PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO
CAPITULO 5 LAS ARMAS DE LA TUMBA DEL GUERRERO DE MALAGA
Figura 42. Detalle de l potente nasal del casco y la palmeta s obre él.
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMI ENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C. // PP. 145·230.1SBN 978-84-9959·307·4
PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO 189
FERNANDO QUESADA SANZ Y DAVI D GARCfA GONZÁLEl
11 El grosor del protector nasal oscila en Olimpia entre los 9 a 11 mm; lnv. 8428. 86091, 81497, 82669[Frielinghaus, 2011:
294-2951.
n En este caso los grosores del protector nasal se sitúan entre los 0.6-0,9 mm [Frielinghaus, 2007: 162- 163, lnv. 2678, 4473,
3174,30731.
13 Vid. capitulo 16 de la presente monografía.
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C./1 PP 1'5·230. ISBN 978·~5-304
190 PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO
CAPÍTULO 5. LAS ARMAS DE LA TUMBA DEL GUERRERO DE MALAGA
Figura 44. Grosores y pesos medios aproximados de diferentes tipos de cascos antiguos
Una posibilidad es que el casco tuviera unas pie- hombro, incluso en la iconografía. caso de la fa-
zas metálicas muy exuberantes en forma de alas mosa estatuilla laconia del siglo VI a. C. del
o cuernos, como en el casco [de tipo y cronología Wadsworth Athenaeum Museum en Connecticut
similares) de la tumba 170 de Chiaromonte [Bot- IEEUU)[Lazenby, 1985: Pl. 3) o de algunas repre-
tini, 1993: 71-731 [vid. infra Fig. 531. Otra posibili- sentaciones sobre cerámica arcaica (Born y Han-
dad, quizá más factible por el tipo de soporte con- sen, 1994: Abb. 43, 45; 46, 53) o terracotas [Born y
servado. es la de un penacho o cresta de material Hansen, 1994: Abb. 56). Aunque a menudo seco-
orgánico. Conocemos ejemplos de crestas trans- menta que esta cresta transversal sería propia de
versales, es decir. orientadas de hombro a oficiales, y específicamente de oficiales
LA TUMBA OEL GUERRERO. UN ENTERRAMI ENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA OEL SIGLO VI A. C. // PP. 145·230. 1SBN 978-84-9959-307-4
PARTE TERCERA. LOS OBJETOS OEL AJUAR FUNERARIO 191
FERNANDO QUESADA SANZ Y DAVID GARCIA GONZÁLEZ
24
Vid. capítulo 16 de la presente monografía.
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C. /1 PP. 1A5-230. 1SBN 978-84-9959-307-¿
192 PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO
CAPITULO S LAS ARMAS DE LA TUMBA DEL GUERRERO DE MÁLAGA
Algunos cascos antiguos estaban pintados, según El análisis de isótopos para evaluar procedencia
se deduce de la iconografía y de algunos análisis del casco malagueño no es concluyente 26 y se
(Born, 2009: 117]. pero no hay rastro alguno docu- descarta una materia prima de la Península Ibé-
mentado en el casco de Málaga, como por otro rica apuntándose una proximidad [aunque no
lado cabía esperar. coincidencia) con mineralizaciones de Chipre .
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C. /1 PP. 145· 230 ISBN 978·84·9959-307-'
PARTE TERCERA LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO 193
FERNANDO QUESADA SANZ Y DAVID GARCfA GONZÁLEZ
180 sólo se dan en el3% de los casos 27 • Estos va- claro su propósito: la cubierto de bronce ya no es
lores de dureza son relativamente bajos y se han meramente una placa para impedir la penetración:
obtenido intencionalmente, al cont rario que en se ha convertido en una estructura paro distribuir la
épocas posteriores. cuando el 37 % de los cas- fuerzo del impacto, de modo que un golpe dirigido a
cos tenía una dureza superior a HV 150 y un 22% la nariz se transmitirá o la trente y carrilleras, y así
superior a HV 180. Según el estudio metalúrgico sucesivamente. La caloto se ensancha, proporcio-
y de efectividad de Blyth, los cascos de tipo co- nando mayar rigidez y más espacia para el farro in -
rintio proporcionaban en el 490 a. C. una más terior". Insiste luego en que en la tercera fase se
que adecuada protección contra las flechas per- mantuvo la rigidez pero disminuyendo el peso
sas, aunque las láminas de menos de 1,5 mm mediante una mayor dureza del metal [Blyth,
son demasiado delgadas para golpes de armas 1988: 2951. Trabajos posteriores siguen refirién-
más pesadas empuñadas. En e l caso de Grecia a dose a los de Blyth aunque con matices referidos
menudo se ablandaron intencionalmente cora- a los efectos de corrosión (e.g. Born, 2009: 991.
zas y cascos por recocido quizá para proporcio- Aunque puede hoy dudarse de una cabal com-
nar más resiliencia !capacidad de absorber prensión griega arcaica de la desviación de fuer-
energía antes de fracturarse! a costa de la du- zas, y pensarse simplemente en que se engro-
reza de la chapa (Blyth. 1977: 195; 1988:293 ss.; saban las partes del casco más expuesta a
1993J28 . En palabras de este autor "Los coseos golpes. la descripción de Blyth s1gue siendo vá-
corintios más antiguos (Fase 1) usaban el metal lida en rasgos generales. El porcentaje de es-
meramente como una cubierta resistente, poro taño no parece en cambio un indicador de cam-
prevenir la penetración. No tenfan rigidez, de modo bios en el tiempo, al contrario que otras
que el impacto de un golpe, aunque amortiguado características: la dureza o resiliencia se obte-
por el acolchado interior. todavfa repercutía sobre nían por comb inaciones de recocido y marti -
un área limitada del cráneo o cara. Estos cascos lleado. no por modificación de la aleación bá-
fueron desplazados por el segundo tipo, incluyendo sica. que se explica mejor por fluctuaciones en
el Grupo fvfyros. en el que el bronce es a menudo talleres o incluso materia prima disponible
mucho más grueso, especialmente en el nasal y el (Born. 2009: 37 y Tabla 11. La abolladura rehun-
frontal. donde puede alcanzar hasta 3 mm. Esto es dida en el casco de Málaga que antes hemos
mucho más grueso de lo necesario para impedir la mencionado, si se produjo como parece en uso
penetración por cualquiera de las armas de la del mismo, es prueba de la cierta plasticidad de
época. dado que la resistencia se incrementa al nuestro modelo arcaico malagueño.
cuadrado del grosor. y la distribución del grosor deja
71 Hemos convertido la H Brinnell a la escala H Vickers, más común hoy en arqueología, aunque para los valores de referen-
Cia son casi identicos.
1 La energía cinética de un golpe, b1en un proyectil o de un arma empuñada, se puede presentar de maneras d1versas; las
más habituales son el julio lo ¡oulel o en pies-libras (ftlb of ftpd) entendida esta última como la energía transferida al aplicar
una fuerza de una libra len el s1stema anglosa¡ón) en un desplazamiento lmear de un pie. 1 joule= 1.36 ft Lb). Mientras que
Blyth (1977: 189]11ega a la conclusiÓn de que las protecciones antiguas estaban diseñadas para res1st1r fácilmente impactos
con una energía de hasta 45 ¡ulios/61.2 ftpds, Gabriel y Metz (1991 : 59) indican por el contra no que "la cantidad de fuerza ne-
cesaria para que una punta de lanza perfore 2 mm de armadura metólica con una pronfunldad letal es de 137 flpds contra una ar-
madura de bronce ~ como estiman que un soldado no puede golpear con una lanza con fuerza superior a 10,8 ftps .. resulta
que en condiciones normales una lanza nunca penetraría un casco o una armadura de 2 mm (aunque la mayoría de las ar-
maduras griegas, como hemos visto. son la mitad de gruesas). De hecho. según sus cálculos. ningún arma empuñada o
arrojadiza salvo un hacha perforan te podría penetrar una coraza metálica de bronce o hierro (ver sus Tabla 3.1: 59 y 3.3: 631.
Sin embargo, los autores no presentan los datos brutos !realizados en el US Army Ballistic Laboratoryl para estos cálculos,
que nos parecen exagerados. Blyth en cambio (1977: 10 ss.) espec1ftca las diferencias entre fuerza de penetración y energía
cinética, pero reconoce el carácter conJetural de muchos de sus cálculos (Tabla 1.21. Con todo. es notable la discrepancia
entre las estimaciones. M1entras que para Blyth una espada con una masa de 1 kg esgrim1da con una mano en combate
cuerpo a cuerpo alcanzaría una energía de 48 ttpds., (Tabla 1.21. para Gabnel y Metz un arma similar de unos 815 gr impac-
taría en un golpe tajante con una energía de 101 ftpds. En el caso de una jabalina de 800 gr. para Blyth la energía alcanzada
sería de entre 50 a 146 ftpds según la forma de lanzamiento (en pie, cornendol mientras que para Gabnel y Metz una jaba-
lina algo más ligera. de 600 gr. llegaría a 67,1 ftpds. Ademas. y como indica Blyth, la ecuc1ón de fuerza/penetración se ve
afectada de manera muy importnate por elementos como la forma de la protección, el ángulo de impacto, un recubrimiento
interior textil. etc.(Blyth. 1977:87; Jarva. 1995: 143]. Todo indica. en todo caso. que el casco de Málaga era perfectamenrte
ca paz de soportar la mayoría de los golpes de las armas ofensdivas del siglo VI a. C., aunque el impacto directo de un arma.
aún s1n perforar, podría noquear, dejar inconsciente o incluso matar por la co nmoción cerebral.
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MALAGA FENICIA DEL SIGLO VI A C.// PP. 145·230 ISBN 978·11' ·9959·307·4
194 PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO
CAPITULO 5. LAS ARMAS DE LA TUMBA OEL GUERRERO DE MÁLAGA
El estudio, más reciente, de Jarva sobre armadu- Dentro de este contexto general, Jarva (1995:
ras broncíneas griegas arcaicas llega a concluir 134] llama sin embargo la atención sobre un
por su parte que los grosores típicos de armadu- grupo reducido de cascos que él data, siguiendo
ras griegas -de en torno a 1 mm para los petos y la opinión general. en la primera mitad del siglo
otros elementos- no son suficientes para detener VI a. C., "que están provistos de decoración floral y
un golpe de lanza asestado con fuerza y eficacia, cejas sobre la frente y que están obviamente co-
pero sí son adecuados para las circunstancias nectados con Italia" y que son excepcionalmente
normales del combate (Jarva, 1995: 140 ss.l. Por masivos, con un peso medio de en torno a los
encima de 2 mm el peso crece mucho, pero el 2.000 gr. El casco del Allard Pierson Museum de
metal se convierte en impenetrable a golpes Amsterdam pesa 2.190 g r, y otro de Berlín al que
asestados por fuerza humana. La iconografía le falta el guardanuca pesa 1.930 gr (Pflug, 1988:
griega muestra casos de corazas perforadas por 79 n. 79]. Por tanto, el peso del casco de Málaga,
golpes de lanza, y sin duda tal cosa podría ocu rrir aún exagerado quizá por el estado de conserva-
en combate. Pero al contrario de lo que estamos ción, es con sus 2.246 gr consistente con este
acostumbrados a ver en los medios audiovisuales grupo de cascos corintios itálicos muy decora-
modernos (series y películas). las protecciones dos de la primera mitad del siglo VI a. C.
metálicas antiguas eran eficaces ya que de lo
contrario nunca se habrían generalizado. El elevado peso de esta serie de cascos, como
también del de los del Grupo fvfyros, ha llevado a
En todo caso, parece indicarse claramente una pensar que junto con el trabajo de martillado so-
tendencia al aligeramiento de los cascos corin- bre matriz para producir el casco corintio, tal y
tios con el paso del tiempo (Manti, 2011:156 y como se refleja claramente en las imágenes de
también, gráficamente. Figura 5.141. con excep- los vasos áticos de Figuras Rojas del s iglo V a. C.
ciones como la del Grupo fvfyros y la del grupo po- [Born, 2009: 26; Manti, 2011: 160). se empleó el
siblemente itálico al que pertenece nuestro fundido combinado y rematado con el martillado
casco. Este aligeramiento suele ir acompañado [Manti, 20 11: 128ss.; 147 ss.l. pero no tenemos
de tratamiento metalúrgico y técnico que hizo de evidencia alguna para el casco de Málaga en
los cascos del siglo V a. C. más ligeros y a la vez este sentido. En todo caso. parece claro que cas-
duros, pero algo más quebradizos IBlyth, 1988; cos del mismo grupo tipológico (por ejemplo, el
Manti, 2011:1561. Así. los cascos del siglo VIl a. C. Grupa fvfyrosl pueden haberse fabricado con dife-
a menudo alcanzan los 1.500 gr, seguido de un rentes técnicas (Manti, 2011: 156 es terminante
progresivo aligeramiento a lo largo de la primera en este sentido) lo que debería llevar a una com-
mitad del siglo VI a. C. (1.200-1.500 gr de medial pleja reflexión sobre caracterización tipológica
que se agudiza en el siglo V a. C. (900-1.200 grl. (arqueográfica] versus trabajo de taller (Manti,
Según Born 12009: 44, Tabla 111. los cascos corin- 2011: 162-163]. quizá más relevante para trazar
tios del santuario de Olimpia fechables tipológi- procedencias.
camente en la Fase 1 (700- 650 a. C.) pesan en
promedio por encima de 1.200 gr con grosores de 5.6. Descripción de la decoración
plancha de entre 0,5 y 32,5 mm (nasales de hasta
4,5 mm]; los de la Fase 11 (650- 550 a. C.) pesan El casco de Málaga presenta un programa deco-
algo más de media, por encima de los 1.500 gr rativo muy extenso. complejo e inhabitual (Fig .
con grosores medios de 1-1,5 mm y nasales de 46]. La técnica de los motivos más completos es
hasta unos 1O mm. En la Fase IIIIGrupos Hermione una incisión poco profunda y en ocasiones tosca.
y Lamia, 550-450 a. C.] el peso medio se reduce Dada la corrosión superficial del casco, la visibili-
radicalmente hasta unos 800-1.000 gr. con groso- dad es mala y a menudo elementos decorativos
res medios de 1 a 1,5 mm y nasales de en torno a han desaparecido parcialmente29.
4-6 mm aunque hay excepciones más pesadas.
Esta circunstancia ha determinado el hecho de que el dibujo realizado de la decoración del casco presente algunas zonas
'1'1
con grandes incertidumbres o Líneas que no han podido ser completadas. Por Lo tanto, no deja de ser una aproximación a Los
motivos decorativos del casco sin que La representación de éstos disponga de una completa exactitud.
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C 1/ PP. 145- 230 ISBN 978·84·9959·307·4
PARTE TERCERA LOS OBJETOS OELAJUAR FUNERARIO 195
FERNANDO QUESADA SANZ Y DAVID GARCfA GONZÁLEZ
-----
[Figs. 47-48) y la carrillera izquierda [Fig.49).
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MALAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C 1/ PP. 145·230. ISBN 978·11'·9'159·307·L
196 PARTE TERCERA LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO
CAPÍTULO 5. LAS ARMAS DE LA TUMBA DEL GUERRERO DE MÁLAGA
LA TUMBA DEL GUERRERO UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C. I/ PP. 145·230. ISBN 978-84-9959-307-4
PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO 197
FERNANDO OUESADA SANZ Y DAVID GARCfA GONZÁLEZ
La cola sigue el mismo esquema que en las ante- es muy pesado, superando los 2.000 gr en su es-
riores, abriéndose en aban ico. La cabeza se sitúa tado actual. La decoración es muy abundante,
en horizontal al vuelo. Destaca en este motivo d e- solo incisa . de rasgos toscos en el trazado de las
corativo e l hec ho de que en el ala del á guila si- aves de las ca rr illeras y laterales. y de la palmeta
tuada en su pa rte inferior no se observa clara- sobre el nasal; algo más cuidada en las pa lmetas
mente su trazado y parece que algunos trazos se sobre las escotaduras laterales basales apunta-
encuentran dibujados sobre el motivo de líneas y das y en el contorno de los ojos. nasal y borde in-
círculos en relieve que ya hemos descrito y que ferior del casco (Helmrondl.
recorre la base del casco. Se trataría, en ese
caso, de un dibujo posterior (vid. Figs. 46 y 491. Sin embargo, el casco de Málaga no tiene la carac-
terística ceja en relieve. [Frielinghaus, 20 11: 33). ni
Por último, el águila situada en e l cubre-mejillas tampoco elevación del pico de la carrillera bajo los
derecho se e nc ue ntra totalmente desdibujada ojos (e.g. casco del Alla rd Pierson Muse u m de Am-
por la corrosión y solo se atisba n a lgunos tra zos. sterdam (Pflug, 1988:80). como tampoco los cas-
A través de su análisis parece que este motivo cos de Giglio [vid. Fig. 361. el de Haifa (Fig. 501 o
guarda mucha semejanza con el simétrico, aun- desde luego el del Metropolitan Museum de Nueva
que no se puede asegurar. York (Fig. 51). todos ellos formal y decorativamente
próximos al de Málaga.
Teniendo en cuenta además que las imágenes de
las águilas parecen trazadas de manera mucho Si Pflug se permite [1988: 771 trazar en tres cas-
más tosca que el tradicional motivo perimetral y cos la evolución bá s ica de la Fase 11con calota re-
las palmetas, ca be pla ntearse que haya u na doble dondeada (1988: 40 ss. , nos. 22,23.241. precisando
etapa en la decoración del casco, dado incluso e l aire antic uado de la posición retrasada de la
que una de ellas se solapa sobre la decoración escotadura lateral inferior apuntada de los dos
del borde. Una fase inicial. más cuidada y rígida, últimos, queda claro que el casco malagueño
seria la formada por el motivo que recorre el forma parte de un momento avanzado de esta
borde inferior, borde de las carrilleras y orificios Fase 11. quizá hacia el segundo cuarto o hasta me-
oculares para delinear por fin el nasal; y poste- diados del siglo VI a. C .. a nuestro juicio, siempre
riormente seguiría la de los motivos de las cuatro
águ ilas, más toscos y sueltos.
10
Para comodidad se incluye la versión alemana de los términos más comunes.
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MALAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C.// PP 145·230. ISBN 978·84·9959·307·¿
198 PARTE TERCERA LOS OBJETOS OEL AJUAR FUNERARIO
CAPÍTULO 5. LAS ARMAS DE LA TUMBA DEL GUERRERO DE MÁLAGA
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C.// PP. 145-230. ISBN 978-84-9959-307-4
PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO 19 9
FERNANDO QUESADA SANZ Y DAVID GARCÍA GONZÁLEZ
NNB 1142/BRilOO Museo del Louvre (París. Francia) Frielingbaus. 2011: 352.
TF36: 2-3
Nr. L. 20 Colección Privada Francia Pflug, 1988: 403. No. 25
Bottini el casco de la tumba 76 de Chiaromonte copa JOntca 82 nos lleva a una datación de se-
SLC (2013: Fig. 10: 1996: 119] (Fig. 53.5] con deco- gunda mitad del siglo VI a . C., y a considerarlo
ración de bordes y soporte para cresta que tam- como ·producto de talleres coloniales· (Bottini,
bién recuerdan al ejemplar de Málaga, es un mo- 1996: 121]. A esta fase pertenecería también el
delo más avanzado como muestran sus carrilleras casco de la tumba 2/1939 de Serra di Vaglio. y el
apuntadas y proyectadas, y cuya asociación a una de la tumba 35 de Baragiano. Esta datación
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A C. // PP. 145-230. ISBN 978·84·9959-307-4
200 PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO
CAPITULO 5. LAS ARMAS DE LA TUMBA DEL GUERRERO DE MÁLAGA
4 5
Figura 53. Cascos suritálicos corintios entre fines del siglo VIl y fines del siglo VI a. C. (a partir de Bottini, 1993;
2012). 1: Torre di Satriano, tumba 11 del siglo VIl a. C.; 2: Baragiano, tumba 37 de fines del siglo VIl a. C.; 3: Chiaro-
monte, Sotto la Croce, tumba 170 del segundo cuarto del siglo VI a. C.; 4: Armento. tumba A del segundo cuarto del
siglo VI a. C.; 5: Chiaromonte. tumba 76 de la segunda mitad del siglo VI a. C.
arqueológica permite pues llevar los cascos más tumba de Málaga, lo que contribuye a mirar en
próximos al de Málaga a la primera mitad de esta esta dirección. Un casco de Sant' Antioco [Sulcis,
centuria . Cerdeñal. aunque en contexto funerario fenicio
del siglo VI a. C.. y rasgos antiguos, no presenta
El foco en el área sud itálica no se basa solo en la decoración y sí perforaciones perimetrales, lo
forma : en Olimpia [vid. Fig. 52) y en puntos tan le- que lo aleja del casco de Málaga .
janos como Haifa hay también cascos similares.
Es la combinación con una decoración elaborada Junto con sus rasgos formales, la otra faceta
y barroca. en contextos cronológicos similares a clave en la valoración del casco de Málaga es su
los que proporcionan diversos elementos de la rica decoración. En páginas anteriores hemos
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MALAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C. /1 PP 145·230. ISBN 978·84·9959-307-4
PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO 2 01
FERNANDO QUESADA SANZ Y DAVID GARC[A GONZÁLEZ
visto cómo los cascos más profusamente decora- fuera del ámbito de la propia Grecia y en particu-
dos aparecen en el ámbito de la Magna Grecia, y lar en la Magna Grecia en los grupos ya mencio-
no en Olimpia o en otros grandes santuarios grie- nados. Los motivos de palmetas también son re-
gos, aunque sin duda una cierta proporción de presentados en ocasiones en el borde de la
cascos presenta decoración compleja [Frielin- abertura ocular33 .
ghaus, 2011: 28). Como también hemos anali-
zado, nuestra decoración incluye motivos de tres En relación a los motivos de ofidios, estos se si-
tipos: una banda a lo largo de todo el borde del túan, bien en las escotaduras laterales3• o en el
casco, incluyendo nasa l y perímetro de los ojos, frontal 35 a modo de cejas. en ambos casos incisas
formada por líneas para lelas y un contario de pe- o en relieve.
queños botones circulares en relieve; una serie
de palmetas sobre el nasal, en la frente [acompa- Asimismo, además de en muchos de los cascos
ñada de serpientes). y sobre las escotadu ras late- mencionados, es frecuente la decoración de los
rales del borde inferior del casco; y cuatro águilas contornos de las aberturas oculares y la base del
sobre las s ienes y en las carrilleras. La frecuen- casco con motivos de líneas, punteados. peque-
cia de estos tres grupos de motivos es descen- ñas palmetas o geométricos [Kunze, 1961: 93].
dente en los cascos corintios conocidos.
En el caso que nos ocupa nos encontramos con la
La banda que recorre el perímetro del casco está representación de una frecuente asociación de
presente en los cascos arcaicos ya en el comienzo ambos motivos [palmetas/lotos y serpientes] en
de la Fase 11, particularmente en el Grupo de el frontal del casco. Encontramos cascos que
Myros, con distintas variantes de detalle [e.g. presentan esta asociación decorativa como el de
Pflug. 1988. nr.cat. 17] y continúa en los cascos Giglio [vid Fig. 36] [Hassel, 1963; Bound, 1990] o
del Lotusblütten Gruppe derivados o relacionados el muy próximo de Haifa en Israel [vid. Fig. 50]
con aquel [Pflug, 1988: 79] a lo largo del s iglo VI (Hale y Sharvit, 2011) que presenta una decora-
a. C. [e.g. Pflug, 1988: n.cat. 25; casco del Allard ción de palmeta compuesta por 15 pétalos que
Pierson Muse um de Amsterdam. Pflug, 1988: Fig. parten de un motivo en forma de "v" con dos fran-
171. Sin embargo, el motivo de puntos en contaría jas decoradas, y al igual que en el caso anterior
es mucho más infrecuente. dos serpientes grabadas a modo de cejas rodean
la palmeta36• En ocasiones en lugar de la palmeta
La decoración vegetal en el frontal en forma de aparece una flor de loto, como en el ejemplar del
palmetas31 y flores de loto en relieve [e.g. Pflug. Museo Metropolitano de Nueva York [vid. Fig. 511
1988: n.cat. 25, col particular Francia] o incisas32, [Frielinghaus. 2011:352. lnv: MET 55.11.101. Un
o en su combinación [e.g. Serra di Vag lio, Basili - conjunto destacado de cascos con decoración
cata, ver Pflug, 1988: Abb. 38] es conocida en cas- combinada de palmeta y serpientes lo constituye
cos de las Fases 11 y también de la 111, y son pro- el grupo documentado en la región de Puglia, al
porcionalmente más frecuentes en la Fase 11 sureste de la península italiana. En esta ocasión
3
' lnv. Olimpia 87979 IFrielinghaus. 2011: 358, TF 39: 1-2); lnv. Olimpia 81680 (Frielinghaus, 2011: 360); lnv: Olimpia 810524
(Frielinghaus, 2011: 367): lnv: Olimpia 85177 IFrielinghaus. 2011: 377, TF 63: 3-4); lnv: Olimpia 84169/8833 (Frielinghaus.
2011:377. TF 39, 3); Higgins Armory Museum- Massachusets; lnv. Museo de Delfos Nr. 503 (Kukahn, 1936: 88); lnv: Olim-
pia GR.1.1986 (Kukahn, 1936: 851: lnv: Museo Nacional de Atenas 7631 (Kukahn. 1936: 851: lnv: Colección J. Greau 647
(Kukahn. 1936: 891: lnv: Colección Louis. Duc de 8lacas d'Aulps- Brilish Museum 1867.0508.204 (Kukahn. 1936: SOl.
32
Otros ejemplos de decoraciones con flor de loto: lnv: Olimpia M24/BE868(Frielinghaus 2011:351, TF 34: 1-2); lnv: Olimpia
M354/BE1365 (Frielinghaus (2011: 353, TF 37: 1- 21: lnv. Louvre NN81142/8R1100 (Frielinghaus (2011 : 352, TF 36: 2-31 : lnv:
Museo Allard Pierson Amsterdam APM03398 (Pflug 1988: 80, Abb. 16-171: Altes Museum (Berlín l.
33 lnv: Olimpia 82607 (Frielinghaus, 2011 : 364, TF 57,1-2); lnv: Olimpia M9 (Frielinghaus. 2011 : 402. TF 79. 3-4): casco de la
Ria de Huelva.
34 lnv: Olimpia B2196(Frielinghaus. 2011: 275, D- DAI-ATH Olimpia 3002): lnv: Olimpia 810518 (Frielinghaus. 2011: 275, TF
12: 2): lnv: Olimpia 856 14: Frielinghaus. 2011: 356. TF 43: 1-2: lnv: Olimpia 84150 !Frielinghaus. 2011: 276, Kunze, E. 1961:
60. TF 16-17)
35 lnv: Olimpia M1505 {Frielinghaus. 2011: 371); lnv: Olimpia 84799 (Frielinghaus, 2011: 402, TF 80, 1-2).
36
Otros ejemplos: lnv: Olimpia M1894/BE529 (Frielinghaus. 2011: 293, TF 54: 1-2); lnv: Olimpia M 1160 IFrielinghaus. 2011:
374. TF 75: 11: lnv: Olimpia 85095 (Frielinghaus, 2011: 390. TF 66: 1-2); lnv: Badisches Landesmuseum N r. F440 (Pflug, 1988:
82, Abb. 19, Montana ro, 2007: 452]; lnv: Antiquarium de Berlín 8572 {Kukahn, 1936: 96); British Museum 1977,0101 .9.
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FEN ICIA DEL SIGLO VI A. C. // P ~ 1~5 - 230 . 1 SBN 978-~ - 95 - 307-4
202 PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO
CAPÍTULO S. LAS ARMAS DE LA TUMBA DEL GUERRERO DE MÁLAGA
difieren ya en su morfología del casco objeto de ha fechado por el contexto del pecio de donde
este estudio y han sido datados en las postrime- procede entre 600-580 a . C.
rías de la Fase 111. a finales del siglo VI a. C. pero
responden a una larga tradición37• La otra pieza relevante es el casco localizado en
2007 en la Bahía de Haifa en Israel durante labo-
Mención especial merecen los motivos decorati- res de dragado por un barco de nacionalidad ho-
vos de figuras animales [ofidios aparte]. muy fre- landesa. Ya ha sido mencionado antes por su es-
cuentes en cascos itálicos corintios tardíos deba- pectacular sobredorado así como por la
rroca decoración como el corintio 'intermedio', ya combinación de palmeta y serpientes sobre la
próximo a los apulo-corintios de la tumba 107 de frente. Sobre las carrilleras se representan figu-
Braida de Vaglio (Bottini y Setari 2003 : 69, 95 y ras de leones que presentan la extremidad delan-
Fig. 39. Lám. XXII de fines del siglo VI a . C.; o di- tera levantada [Kagan y Viggiano 2013a, cubierta
rectamente los de tipo apulo-corintio [Bottini. y portada!. Este casco, muy similar en forma y de-
1988: 107- 1361. datados a fina les del s iglo VI a. C. coración al de Giglio y al de Málaga por su masivo
y comienzos del V a. C.. pero no muy habituales nasal. forma y decoración, se ha fechado por
en cascos anteriores de tipo corintio [Amandry. asociación con el de Giglio hacia el 600-575 a. C..
1949, aunque superado por descubrimientos ul- y se ha aventurado (Hale y Sharvit, 2011 : 46-47)
teriores). En el caso de estos últimos se han do- que perteneció a un mercenario griego al servicio
cumentado motivos de esfinges como en un casco del faraón egipcio Necao 11. quien envió en 609
del Louvre [lnv: BR11 01, Amandry, 1949: 438, a.C. una flota de trirremes a esta costa (Hdt. 2.
Kukahn. 1936: Taf. 3: 21. leones (Amandry, 1949: 1591. Teniendo en cuenta la atribución del escara-
439-440; Fig. 1. 2y3; Kunze. 1961 : 109-110, Fig . beo encontrado en la Tumba del Guerrero de Má-
97-98, Taf. 41 ]; jabalíes (casco de Giglio, ver Has- laga con Necao 138 o. la relación con el casco de
sel. 1963; Bound. 1990) o, en el caso de aves, el de Haifa que puede tener notable significado, aun-
una lechuza en Olimpia [lnv: 85070, Frielinghaus, que lo cierto es que en nuestra opinión el casco
2011: 371; 0-DAI-ATH Olympia 4936] o un gallo en malagueño es probablemente dos o tres décadas
Delfos (Amandry, 1949: 439, Fig. 3; Perdrizet, posterior.
1908: 101. Fig . 3471. En general, se trata de traba-
jos cuidados y precisos. al contrario que en el Como se aprecia, estos dos cascos presentan
ejemplo de Málaga. muy notables similitudes con el que es objeto de
nuestro estudio. Similar esquema decorativo en
Por la semejanza tipológica que presentan res- el fronta l, con motivos de palmeta y ofid ios. junto
pecto al casco analizado en este trabajo hay que con figuraciones animales en los cubre-mejillas.
destacar dos piezas. La primera. el varias veces En el caso del primero. el casco recuperado en la
mencionado casco de Giglio (vid. Fig. 361. hoy en isla de Giglio [Italia]. presenta también unas pal-
manos particulares (Hassel, 1963; Bound, 19901. metas con volutas en las escotaduras laterales y
Con una morfología muy similar al que estudia- éstas. junto con la del frontal presentan el mismo
mos, presenta además una decoración confor- número de pétalos que la del casco malagueño.
mada por una palmeta en el frontal compuesta
por 11 pétalos que parten de un motivo en forma Como ya hemos indicado, el programa decorativo
de v·. rodean la palmeta dos serpientes graba- del casco de Málaga incluye motivos vegetales y
das a modo de cejas con las fauces abiertas. Tam- animales, en este caso la serpiente y el águila.
bién como en Málaga, las escotaduras laterales Ambos animales aparecen recurrentemente en
presentan sendas palmetas de siete pétalos inci- vasos cerám icos que incluyen en su decoración
sas, con volutas a los lados. En cada cubre-meji- representaciones de la figura del guerrero por-
llas se ha representado la figura de un jabalí car- tando sus armas o preparándose para el com-
gando u hozando. Como hemos visto. la pieza se bate. En el caso del águila es frecuente encontrar
ll lnv: Museo Nacional Napoles 5707 (Pflug, 1988: 97. Abb. 41 - 42: Montanaro, 2007: 450, Fig. 3431; lnv: British Museum
1873,0820.227[Pflug 1988: 84, Abb. 22-23; Montanaro, 2007.: 4521 : lnv: British Museum 1856,1226.668 IMontanaro, 2007:
4531 : Munson-William s-Procter lnstitute - Nueva York.
' 8 Vid. capítulo 8 de la presente monografía.
LA TUMBA DEL GUERRERO UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A C 1/ PP. 1'5·230. ISBN 978·84·9959·307-4
PARTE TERCERA LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO 2Q3
FERNANDO OUESAOA SANZ V DAVID GARCIA GONZÁLEZ
" Atenas. Museo del Ágora, P15088: Munich, Anhkensammlungen. 11. 10; París, Cabinet des Medailles, 31.7: París, Muse e du
Louvre, E678; Tub1ngen. EberhardKarlsUniv., Arch. lnst.. 5101298; París. Museo del Louvre, CP10243: Berlín. Antikensamm-
lung. Berlin, Schloss Charlottenburg. F3983: Estambul, Museo Arqueológico, 7311.: Londres. mercado de antigüedades,
Sotheby's: Londres. mercado de antigüdades. Christie's; Basilea, mercado de antigüedades, Münzen und Medaillen A.G.;
Atenas, Museo del Ágora. P15088: Atenas, Museo Nacional. Col. Acrópolis, 1. 705: Adolphseck, Schloss Fasanerie. 1: Kassel,
Staatltche Museen Kassel, Anttkensammlung. T679; Muntch. Antikensammlungen , 11.10: Portugal, colección pnvada, Ma-
nuel de Lancastre.
40
Wurzburg. Universidad, Museo Martín von Wagner, U102: Schwerin. Staalliches Museum, Berlín. perdido, 730: Aberdeen.
Un1versidad, 64009; Berlín, Antikensammtung. F1718: Munich, Antikensammlungen, 21.4; París. Museo del Louvre. F57;
Ashmolean Museum. Northwtek. SpencerChurchill. 1.965.131; Londres, Cassandra Collection: Bas1lea, mercado de anti-
güedades, JeanDavid Cahn AG. Riehen, H.Hoek: Londres, Bntísh Museum. 1891..314.1; Ktel, Antíkensammlung, B510: Basí-
lea, mercado de antigüedades. Palladion.
" Munich. Antikensammlungen, 1410: Florencia. Museo Archeologíco Etrusco, K61.3.
' 7 Londres. British Museum 1994, 0915.48.
' l He1delberg, RuprechtKarlsUniversitat. 599: Basilea, mercado de ant1guedades, Münzen und Meda1llen A.G., BS1960.27:
Atenas. Museo Nacional. Col. Acrópolis, 1.2073.
" Bntish Museum, B19L.; Tarquin1a, Museo Naz1onale Tarqutntese, RC5771 .
' 5 Bolonia. Museo Comuna le, 575.
46 El águila y Zeus se asocian por ejemplo en el mito de Ganimedes. el copero de los dioses: en el de Perifante, un primitivo
y mít1co rey del Atica ; en la Gigantomaquia IGrimat 1951: possiml. Sobre la simbología general del águila, y en parti cu lar en
Grec1a IChevalter y Gheerbrant, 19911.
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C // PP 145-230 ISBN 978·8'·9959·307·'•
204 PARTE TERCERA LOS OBJETOS DEl AJUAR FUN ERARIO
CAPITULO 5. LAS ARMAS DE LA TUMBA DEL GUERRERO DE MÁLAGA
LA TUMBA DEL GUERRERO UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MALAGA FENICIA DEL SIGLO VI A C./1 PP. 145·230.1SBN 978·84·9959-307·4
PARTE TERCERA. LOS OBJETOS OEl AJUAR FUNERARIO 205
FERNANDO OUESAOA SANZ Y DAVID GARCfA GONZÁLEZ
ligeramente cóncavo. También por su soporte armas costosas. pero no excepcionales en sí mis-
para cresta transversal, y por la ausencia de per- mas y en un contexto griego o suritálico.
foraciones para el revestim iento interior. También
por su compleja y completa decoración de pal- Y esto no es raro: los hoplitas griegos de época
meta en relieve con ofidios y palmetas laterales y arcaica y clásica marchaban al combate con las
cuatro águilas con las alas extendidas. Sin entrar armas más caras que podían costearse (Prit-
por completo y con nitidez en ninguno de ellos, se chett, 1979: 242; Quesada, 2009a: 115-1171. lo
vincula a tres de los grupos de cascos decorados que corroboran explícitamente las fuentes (Jeno-
que son característicos del siglo VI a . C. y, en el fonte, fvfemor. 3, 10, 14; Anab. 3, 2, 7: Eliano, Var
estadio evolutivo del casco de Málaga, de su pri- Hlst.lfvfisc. 3, 241: la misma situación se da por
mera mitad. Estos grupos no son homogéneos, y ejemplo en el mundo ibérico (Quesada, 2008). No
en buena medida forman conjuntos secantes: el hay pues razón alguna para considerar estas pie-
Lotusblütten Gruppe, el Nlkosia Gruppe y el grupo zas como 'armas de parada' o 'ritua les'. Son pie-
de los cascos suritálicos con cejas marcadas en zas perfectamente funcionales. incluso si el
relieve. Formal y decorativamente, el casco de casco hubiera estado sobredorado (como hemos
Málaga se vincula a cascos procedentes de luga- comentado supra y portara una gran cimera). Algo
res tan dispares como Giglio, junto a la isla de parecido ocurre con las armas gladiatorias roma-
Elba y la boca del puerto de Haifa en Israel, y tam- nas profusamente decoradas !Junkelmann, 2000:
bién con cascos de necrópolis indígenas del siglo 39 ss.l. El propio Snodgrass (1984) menciona la
VI a. C. en el Sur de Italia, como Chiaromonte. decoración del casco corintio hallado en la rampa
Ciertamente hay ejemplos de cascos con rasgos del asedio persa de Pafos en 498 a. C. como una
similares en el enorme conjunto de Olimpia, pero muestra más del uso de cascos decorados (y e l
cabe pensar que procedan del Mediterráneo cen- chipriota no lo está en exceso) en combate.
tral, como sugiere el mismo Frielinghaus (2011:
40-41 l. Sugerimos pues para el casco de Málaga, 6.2. Adscripción cultural de la panoplia y
con las limitaciones propias de la peculiaridad de el enterramiento: incertidumbres
la clasificación estándar de los cacos corintios
basada en el enorme conjunto de Olimpia sin se- Para evaluar el contenido cultural de las armas
cuencia estratigráfica, una fabricación en un ta- de la tumba debemos recordar que el contexto de
ller griego de la Italia meridional en torno al se- fvfalaka a lo largo de los siglos VIl-VI a. C., y desde
gundo cuarto del siglo VI a. C., procedencia ya sig los antes, es el de una c iudad semita, de ori-
avanzada por Graells (2014a : 97) aunque esta au- gen fenicio , con un hinterland complejo (Aube t,
tor lo clasifica como dentro del Latusblütten Gru- 1995; 1997; Suarez Padilla, et al., 2003: Mederos,
ppe y a mediados del siglo VI a.C. 2006; Domínguez Monedero, 2006; Arancibia et
ol .. 2011; García Alfonso, 2012; García et al., 2013:
6. ANÁLISIS HISTÓRICO Y CULTURAL 285 ss.l. pese a las matizaciones e incluso nega -
tivas al respecto sobre la propia toponimia (reco-
6.1. ¿Armas de parada? gidas por ejemplo por López Pardo y Suárez,
2010: 782)" .
La elaborada decoración del casco es perfecta-
mente compatible con su empleo: ya hemos visto La propia estructu ra de la tumba, construida con
que el grosor de su calota y nasal son los norma- sillares regu lares cuidadosamente labrados (al
les en cascos griegos del mismo tipo y periodo. Y menos al interior!. forrando una fosa previamente
esta decoración, siendo elaborada y compleja, y excavada en el suelo tiene también los mejores y
no habitual, tampoco es excepcional. Por su más directos paralelos en la arquitectura funera-
parte. la decoración del revestimiento broncíneo ria fenicia y luego púnica de la zona, como en las
del (probable) escudo, es perimetral y parece cistas de sillares con suelo de enlosado de piedra
bastante limitada. Ambos casos son ejemplos de numero 10 o 21 de la necrópolis del Jardín (Schu-
bart et al., 1972 y trabajos posteriores como la
'
1
Vid. capítulo 1 de la presente monograffa.
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MAl.AGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C 11 PP. 1¿;;·230 ISBN 978·84-9959·307·4
206 PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO
CAPITULO 5. LA5 ARMAS DE LA TUMBA DEL GUERRERO DE MALAGA
síntesis acumulada en Schubart y Mass-Linde- espadas de tipo La Tene 1durante la Edad del Hie-
mann, 1995]. o en la propia Málaga. la cámara de rro, extendidas a toda Iberia (en último lugar Gar-
Gibralfaro (Martín. 2012) y sobre todo la cista de cía Jiménez, 2016]. El propio ejército romano se
sillares de la calle Zambrana 48 • caracterizó siempre por adoptar armas foráneas
cuya utilidad se demostraba (Arnim, 1892; Adam,
Sin embargo, el conjunto de objetos depositados 1986; Quesada. 2007; Kavanagh, 2016). Pero di-
como ajuar es variopinto en su tradición y proce- cho esto, también es cierto que hay ejemplos ca-
dencia, como se aprecia en el resto de los capítu- racterísticos: hay muchas formas y variantes de
los de este volumen. Pero si analizamos exclusi- pila arrojadizos, pero unos se extienden por todo
vamente las armas. y descartando la habitual el Mediterráneo Occidental (modelos de cubo] y
ambigüedad tipológica de la lanza, el casco y el otros en cambio siguieron siendo característicos
escudo nos llevan -en principio- a un contexto y casi exclusivos de los legionarios romanos (mo-
griego, probablemente suritálico. delos de espiga). lo que no impide que fueran en
caso necesario empleados incluso por los iberos,
Y esto nos lleva a la cuestión, en este caso clave, caso de los hallados en Castellruf (Quesada et al.,
de las armas concebidas como marcador étnico, 2015: 326; Quesada, e.p.: Apdo. 8]. Sobre todo en
que a menudo se utiliza de manera casi incons- campaña, más que en contextos rituales. las ar-
ciente (Graells, 2014b: 211; Quesada, e.p.: Apdo. mas se empleaban con mucha intercambiabilidad
81. En efecto, sin duda ya las fuentes clásicas uti- (Quesada, 2007; Quesada etal., 2015:317 ss.l. Por
lizaban sistemáticamente las armas como uno de el contrario, en contextos más ritualizados, y
los indicadores étnicos más habituales. desde esta es quizá la clave, y sobre todo en el periodo
Herodoto al describir el paso de los distintos con- arcaico, podemos esperar un uso más 'etnici-
tingentes del ejército persa por el Helesponto zado· del armamento depositado como ajuar fu-
(Hdt. 7. 60-961. a Tácito describiendo las armas nerario. aunque no de manera rígida y exclusiva:
características de los germanos IGerm. 6]. pa- armas de prestigio o captu radas, foráneas. pue-
sando por Tucídides (1, 8] cuando emplea crite- den hallar su lugar en ajuares muy variados.
rios 'arqueológicos' al reconocer ciertas armas ¿Cuál es el caso de nuestra tumba de Málaga? La
como marcadores de los carios. o por los más incertidumbre será la realidad más visible, y la
próximos, Diodoro (5, 33-34) y Estrabón (3, 3, 6 y prudencia y la ponderación una exigencia irre-
3, 4, 15) al analizar las armas de los pueblos de la nunciable, porque la presencia de armas tipológi-
Península Ibérica. R. Graells está, siguiendo una ca mente distintas al paradigma étnico puede de-
larga tradición alemana e italiana, aplicando con berse sin duda al enterramiento de personajes
éxito esta linea de trabajo a. por ejemplo, algunas ·extranjeros· en el contexto global de un cemen-
corazas itálicas o tracias, cuyo análisis detallado terio dado o a muchas otras razones igualmente
ofrece interesantes resultados [e.g. Graells 2012; posibles, desde la adquisición por comercio de
2017b]. armas, al botín de guerra o la mera adopción e in-
cluso fabricación de tipos prestigiosos o percibi-
Sin embargo. y como es sabido, las armas anti- dos como especialmente eficaces. Lo veremos
guas en un contexto mediterráneo son ·marcado- enseguida.
res· étnicos solo de manera limitada. y el argu-
mento debe ser utilizado con precaución. dado 6.3. Armas fenicias y púnicas
que el uso de las armas más exitosas se extendía
con facilidad (Quesada, 1989). Es el caso por Al analizar la punta de lanza encontrada en Má-
ejemplo del propio armamento griego hoplita por laga. hemos anunciado cómo, aunque infrecuen-
excelencia. el aspis o el casco corintio, por ejem- tes, las tumbas con armas no están en modo al-
plo. adoptado por etruscos, lacia les y muchas co- guno ausentes en necrópolis fenicias y púnicas.
munidades suritálicas no griegas en época ar- Hay casos documentados en las propias metró-
caica. Incluso el ejército cartaginés adoptó armas polis orientales ya desde el siglo IX a. C. en ade-
griegas a menudo (Fariselli, 2002). O el de las lante, en necrópolis como Hama (más de una
'8 Vid. capítulo 3 de la presente monografía para un análisis exhaustivo de los paralelos arquitectónicos.
LA TUMBA DEL GUERRERO UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A C./1 PP 145-230 ISBN 978-84-9959·307-¿
PARTE TERCERA LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO 2Q7
FE RNANDO OUESAOA SANZ Y DAVID GARCIA GONZÁLEZ
decena de tumbas). Tell 'Arqa o Azchiv [Warmen- detallada en Graells, 2014b). Estos trabajos de-
bol. 1983; Mazar. 2004). eso sí sobre todo en con- muestran la existencia de un catálogo limitado
textos cronológicamente equivalentes al Proto- pero más numeroso de lo que suele creerse en
geométrico/Geométrico Antiguo griego, entre los tumbas semitas del norte de África (Túnez y Ar-
siglos Xy IX a. C. Además, el número de armas en gelia, incluyendo claro es el entorno inmediato de
tumbas aumenta en el Mediterráneo centro-occi- Cartagol. Sicilia, Cerdeña e Iberia. Así, C{)noce-
dental entre los siglos VIl-VI a. C.. en un periodo mos necrópolis con una variable proporción de
comparable a la tumba de Málaga. tumbas fenicio-púnicas con armas en Sicilia
(Mozia, ya desde los siglos VIl-VI a . C.. y Palermo,
La idea de que el componente 'milita( en las ciu- cf. Tisseyre. 1998; Tusa. 2012; Fariselli, 2013: 33
dades fenicias del Mediterráneo occidental era ss.l; en Cerdeña [Bithia, Tharros, Othoca. Pani
menor por el carácter comerciante y no guerrero Loriga, Portoscuso en Napoli, 2006-07; 2008; Bo-
de los colonos semitas se demuestra no solo con- tto, 1996; Sulcis/SanfAntioco en Lo Schiavo, 1987:
ceptualmente absurda, sino errónea [Napoli, 99 ss. remitiendo a un hallazgo de 181 Oestudiado
2006-7: 103; Quesada, 2009b: 147-149; Fariselli, en 1821; Fariselli, 2013:45 ss.); en necrópolis del
2013: 211. Como indicó en su momento J. P. Vita norte de África como Rachgún o Tánger (Ponsich.
(2003: 77) en una visión ponderada, extensible a 1967; Fariselli, 2013: 23 ss.); Ibiza (ca na Jondala,
todo el universo fenicio, ''el fenicio no ero en primer en Fernández et al., 2017, no conocido por Farise-
lugar un guerrero, pero lo guerra formaba parte de su llil o incluso en la propia Península Ibérica (como
vida como lo mismo que cualquier otra actividad hu- en Villaricos, en Astruc, 19511. dado que el caso
mano". Otra cosa es que el pensamiento y por de Frigiliana es considerado hoy como indígena
tanto el ritual semita no favoreciera la colocación !contra Arribas y Wilkins. 1971; cf. Jiménez Flo-
de armas en los ajuares (como tampoco el griego res. 1996:84; pero ver todavía dudas en Martín
a partir del siglo VIl a. C.l y por tanto el número de Ruiz. 1995: 96-98).
armas sea en total reducido (Fariselli, 20131.
En algunos ejemplos de necrópolis fenicio-púni-
De hecho, se busca constantemente en la biblio- cas el número o la proporción de tumbas con ar-
grafía moderna una explicación foránea para estos mas es bastante relevante. En Sicilia, en Pa-
casos excepcionales de armamento en contextos normo/Palermo por ejemplo, en 1998 se conocían
rituales fenicios. Warmenbol [19831 analizaba la 59 armas (todas ofensivas). de ellas 38 con con-
presencia de armas inutilizadas en Hama y otros texto en 23 tumbas. y el resto sin contexto preciso
yacimientos de la costa fenicia en contextos de los (Tisseyre. 1998: 360) que hablan llegado a 27 algo
siglos VII I-VI l a. C. como asociada al rito de crema- después, (Tusa. 2012: 1371. Es similar el caso de
ción, y a una influencia foránea egea. aunque reco- Mozia (Fama. 2006; Tusa, 2012: 137 ss.) donde se
noce (1983: 86) la existencia de ritos ocasionales recogen 19 armas para 184 tumbas de excavacio-
de inutilización de armas ya en el Bronce Medio de nes más recientes, aunque se han contabilizado
Levante; de hecho, llega a relacionar estas tumbas en total más de 40 armas ofensivas, no bien aso-
con armas plegadas de Hama con la ocupación de ciadas a contextos de ajuares en total (Fama.
regiones de Jonia por griegos, y en especial por 2006: 244-245; Fariselli, 2013:33-34). En Bithia en
gentes procedentes del Ática, o por mercenarios Cerdeña. 12 de 53 tumbas (un 22%1 contenían ar-
griegos cretenses [1983: 88). mas (Napoli , 2006-7:107; Fariselli, 2013: 49, n.16
cita 25 tumbas con armas sobre 140, de ellas 23
Más recientemente, tanto H. Sader [2005: 871 cremaciones y solo dos inhumaciones. quizá de
como A. C. Fariselli (2013: 21, 87. nl. 18) desacon- extranjeros; cf. Botto, 19961. Este último porcen-
sejan la idea de eliminar por completo la presen- taje de Bithia es en todo similar a las necrópolis
cia de armas como parte relevante del ritual fu- 'bárbaras· como las ibéricas (Quesada. 1997a:
nerario fenicio levantino. fig.345l y no debe explicarse por la presencia de
contingentes extranjeros, griegos o itálicos o
Recientemente tanto L. Napoli (20081 como sobre etruscos (Fariselli, 2013: 36, para la asociación de
todo A. C. Fariselli han dedicado relevantes estu- material etrusco en tumbas con armas del s iglo
dio monográficos a las armas en contextos fune- VI a. C. en Palermol.
rarios fenicio-púnicos (Fariselli, 2013; recensión
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C.// PP. 145-230. ISBN 978·84·9'159-307-4
208 PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO
CAPITULO 5 LAS ARMAS DELA TUMBA DEL GUERRERO DE MALAGA
De hecho. los ajuares y ritos en la mayoría de las En el Mediterráneo central y occidental hay tam-
tumbas sicilianas o sardas con 'armati' son Los bién una cierta tendencia a considerar Las tum-
mismos que en el resto de Las tumbas (Napoli, bas con armas en necrópoli s fenicias y púnicas, y
2006-7: 1081. En el caso de Bithia esto es rele- muy especialmente las que contienen armas ho-
vante sobre todo porque, al contrario que en mu- plitas griegas (cascos corintios, grebas). como
chos otros casos. las excavaciones son relativa- pertenecientes en realidad a extranjeros, quizá
mente recientes (años setenta del siglo XXI y la individuos (¿mercenarios?) extranjeros (griegos.
recogida de la información, razonablemente de- etruscos, hispanos, sardos) asentados en ciuda-
tallada. En este último caso algunos trabajos se des fenicias. incluso integrados en su sociedad
interrogan por las armas como posible prueba (Graells, 2014b: 211 con especial énfasis en esta
de divisiones sociales (Fariselli, 2013 passim; Lectura). O al menos a pensar que Las armas en
Napoli, 2006-7: 1041. más que cómo la existencia tumbas fenicio-púnicas responden a "estímulos
de ciudada nos foráneos con armas. L. Napoli, en culturales y sociales externos a La civilización
su estudio sintético sobre el ámbito sardo, llega propiamente fenicia" (Na poli. 2008: 16531. De ma-
a la conclusión de que las armas, al menos las nera conservadora (buscando solo tumbas con
halladas en Cerdeña. son en buena parte pro- armas que además sean anómalas). Fariselli
ducto de una producción local, pero que su apa- identifica como extranjeros pocos casos. y con
rición en Las tumbas tiene mucho que ver con cierto escepticismo; así. en Cerdeña cita el caso
una influencia tirrénica. etrusca, ligada a la del posible nurágico enterrado en La tumba 29 de
exaltación del difunto mediante unos objetos en- La necrópolis Pesce de Bithia (Fariselli. 2013: 49).
tendidos como símbolos de estatus, y por tanto Por su parte, Napoli (2006-7: 111-112) también
propias de niveles sociales elevados [Napoli, considera probable, siguiendo a R. Zuffa para el
2008: 1663). caso de Tharros, que en Bithia hubiera aristócra-
tas nurágicos enterrados con sus armas en un
En la mayoría de Los casos estas armas son pie- contexto global fenicio-púnico.
zas sencillas de armamento ofensivo (moharras
de lanza, regatones. puntas de flecha en bronce Los trabajos recientes enfatizan los contactos
y en ciertas ocasiones puñales). como en Mozia complejos entre etruscos. fenicios y sardos en la
[Tusa, 2012: Fig. 1: 1O Lanzas o ¡abalinas; 6 puña- isla de Cerdeña entre el último tercio del siglo VI
les. etc.). y con muchísima menor frecuencia de- y el480 a. C. (Santocchini, 20141 y demuestran La
fensivas. como en Sulcis/Sant'Antioco [Cerdeñal. complejidad de Las relaciones, en las que La vía
donde apareció en el siglo XIX un conjunto de va- comercial etrusca se convierte en otro camino
rios cascos corintios y grebas griegas extrema- para La llegada de armas de tipo griego a contex-
damente inusual !vid. infral. aunque no se men- tos fenicios en Cerdeña. Para Santocchini, a La
ciona la presencia de un aspis (en último lugar existencia de un ·mercado fenicio' (para él tndu-
con btbliografía anterior, Fariselli. 2013: 45 y dable) en Cerdeña debe añadirse la de un ·mer-
nota 4; Lo Schiavo. 19871. Napoli se pregunta cado sardo' independiente del intermediario feni-
por la ausencia de equipo defensivo en las ne- cio (2014: 207-211). Pero queda por ver si al
crópolis coloniales sardas, y rechaza la idea de importante comercio de bucchero nero y de otros
que se tratara solo de equipo realizado en mate- productos [Las ánforas etruscas son 'fantasmas·
ria orgánica y por tanto depositado y perdido sin en la isla. cf. p. 2481. debe añadirse una vía etrusca
dejar rastro (Napoli, 2006-07: 1131: prefiere con- para la llegada de armas de tipo griego (cascos y
siderar que las armas ofensivas, una 'parte por grebas como las de Sant'Antiocol e incluso de
el todo ' de la panoplia, eran símbolo suficiente otras armas de hierro. Para Las segundas. pensa-
de una clase social, mientras que Tusa (2012: mos más bien en fabricación local; para las pn-
128) plantea la alternativa entre símbolo ritual o meras. la actividad de los propios griegos de Sici-
distinctón social. lia y Magna Grecia parece una propuesta a tener
también en cuenta.
Da la sensación pues, que el ajuar fenicio-púnico
incluye con cierta facilidad el armamento ofen- En un contexto etrusco, el de la necrópolis de
sivo; es el defensivo el que resulta una rareza. Aleria (Jehasse y Jehasse 1973: 455. Pl. 1481 se
ha propuesto también a partir de un kardiophylax
LA TUMBA DEL GUERRERO UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MALAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C. /1 PP 145· 230 ISBN 978·8L·9959-3D7·4 Q
PARTE TERCERA LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERAiliO 2 9
FERNANDO QUESADA SANZ Y DAVID GARCÍA GDNZÁLEZ
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C. // PP. 145·230. ISBN 978· 84-9959-307-G
210 PARTE TERCERA. LOSOBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO
CAPiTULO 5 LAS ARMAS DE LA TUMBA DEL GUERRERO DE MALAGA
No se puede descartar que algún noble fenicio o es que, desde el Geométrico Reciente 11 1735 a.
púnico se armara al modo griego; nuestro cono- C.l. las armas tienden a desaparecer de las tum-
cimiento de la panoplia fenicia arcaica es muy es- bas del Ática y otras regiones, y poco a poco en el
caso. Es ciert o que aparecen armas 'hoplitas· resto del mundo griego [cf, van Wees, 1998: 338
griegas. sobre todo cascos. en contextos de in- ss.J. aunque lentamente en Argos, Cnosos y otras
fluencia semita fuerte en el Mediterráneo occi- regiones periféricas. A partir del 690 a. C., y al
dental (infral. Un buen ejemplo es el casco corin- ritmo del desarrollo de la po/is, los ajuares se
tio arcaico con decoración de flor de loto en el simplifican mucho y la extinción de las armas es
frontal hallado en el puerto de Haifa (Israel] en en este contexto el rasgo más expresivo (cf. Kurtz
2007 (Hale y Sharvit, 2011: 46-47; Kagan y Vig- y Boardman, 1971: 75; 100 ss.; Whitley. 1991:181
giano. 2013al. muy similar al de la tumba de Má- ss.; van Wees. 1998: 340). De hecho es bien cono-
laga como hemos indicado ya. Suele atribuirse a cido y discutido que las armas pasan a deposi-
un rico jefe de mercenarios griegos de época del tarse en santuarios y ya no en tum bas. Quizá
faraón Necao 11 (61 0-595 a. C.l. y pudo acabar en como expresión de los cambios de base en la or-
las aguas por accidente o por un ritual. pero otras ganización social y político (Morris, 1987: 183 ss.,
posibilidades sobre el propietario no pueden des- 190; Domínguez Monedero, 1991: 711. En este
cartarse en principio. No es el único caso: desde sentido. el ritual de la tumba de Málaga se aleja
los años cincuenta se han hallado nuevos ejem- claramente del modelo heleno contemporáneo".
plos de cascos corintios en las aguas de Ascalón Por tanto, tampoco la presencia de armas en un
[Radan, 19611 y Mersin [Radan, 1958] en las cos- contexto funerario es aplicable con facilidad a un
tas de Asia Menor, que sistemáticamente se atri- ritual griego o practicado por griegos. salvo que
buyen solo a mercenarios griegos. No es por quienes realizaran el ritual fueran una mezcla de
tanto de extrañar que recientemente distintos in- mercenarios griegos barbarizados y/o bárba ros
vestigadores se planteen si los cascos corintios de diverso origen.
hallados en Iberia no podrían haber pertenecido a
fenicios (Jiménez, 2002: 238-239). Porque cuando encontramos cascos corintios, y
verdaderas panoplias griegas. en tumbas itálicas,
En el fondo se trata de la misma polémica que en particular etruscas, no cabe duda de su em-
surge ante casos como las tumbas con arma- pleo por itálicos, especialmente en Etruria, pero
mento griego (y en particular con cascos corintios también en los Abruzzos, Campania y sobre todo
y grebas, del siglo VI a. C.] en necrópolis 'fenicias· la Apulia y Basilicata , dado que hay al respecto
como Sant'Antioco (Lo Schiavo. 1987; Fariselli. verdadera abundanc ia de documentación, ade-
2013: 45 ss.; Bartoloni. 1988: 133]. cuyas armas más de la arqueológica (demasiado frecuente
defensivas (cascos corintios del siglo VI a. C. y para recogerla aquí]; exposiciones riquísimas
grebas] se han atribuido a semitas allí enterra- (Bottini, 1993; Russo, 20011 y otros muchos traba-
dos. pero también a mercenanos etruscos asen- jos [Saulnier . 1980: 54-5; Stary, 1979; 1981;
tados en la ciudad (Graells. 2014b : 2111. merce- Graells, 2014, en especial notas 421, 422 con di-
narios griegos (Lo Schiavo. 1987: 102] o incluso a versos ejemplos de cascos corintios en tumbas
un conjunto de trofeos depositados como botín de etruscas y suritálicas); iconográfica le.g. Blanck y
guerra (Fariselli, 2013: 451. La propia variedad de Proietti, 1986); e incluso literaria [Livio 1, 43; Dio-
interpretaciones muestra las incertidumbres, nisia de Halicarnaso. 4, 18-201.
que son tratadas también por A. Domínguez Mo-
nedero en este mismo volumen . En Etruria la introducción de elementos de lapa-
noplia hoplita, en particular cascos corintios anti-
6.4. Más incertidumbres helénicas e itálicas guos y ospides es temprana en ajuares funera-
rios, remontándose quizá al mediados del siglo
Si atendemos ahora. en lugar de a una visión se- VIl a. C. cuando cascos corintios más antiguos
mita, a una perspectiva griega, la que impone el que el de la tumba de Málaga, y similares al de
casco y el probable escudo, el dato más relevante Jerez-Guadalete, aparecen en contextos etruscos
LA TUMB4 DEL GUERRERO UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MALAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C 1/ PP. 145·230 ISBN 978-s¿-9959·307·4
PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO 211
FERNAN DO QUESADA SANZ Y DAVID GARCIA GONZÁLEZ
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAM IENTO EXCEPCIONAL EN LA MALAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C.l/ PP. 1'5·230. ISBN 978·4-~530'
212 PARTE TERCERA. LOS OEUETOS DEL AJUAR FUNERARIO
CAPITULO S. LAS ARMAS OE LA TU MBA OEL GUERRERO OE MÁLAGA
entre sí se comportan de manera heterogénea. Y recipiente o bandeja para otra serie de elementos
desde luego la irregular y minoritaria presencia metálicos. Es posible que algo similar ocurriera en
de estos elementos desaconseja pensar que con la tumba de Málaga. En la tumba 105 el escudo es-
ellos llegara una forma de combate hoplita [Bot- taba en el fondo, con una rueda de carro super-
tini, 2002: 96) puesta (Bottini y Setari, 2003: 11]. Igualmente apa-
recen los característicos elementos del banquete
No entraremos ahora en las tumbas de fines del funerario y conjuntos vasculares griegos. Otro
siglo VI a. C. en adelante [e.g. Bottini, 1993: rasgo peculiar del yacimiento es que las nueve
95ss.l que cuentan con cascos corintios del pe- tumbas no parecen formar parte de un conjunto
riodo 111 de Pfuhl, ya muy distintos al de la tumba mayor, y que este lote en apariencia aislado está
de Málaga. muy sesgado: seis tumbas masculinas, solo una
femenina y tres infantiles, concentradas en un par
En Apulia, cerca de Bari, la tumba IV de La Necró- de generaciones en torno al 500 a. C.
polis de Noicattaro [Calcara . Bari] fechable hacia
mediados del siglo VI a. C. [aunque hay piezas de La Tumba 35 de la necrópolis de Baragiano es
las primeras décadas de esa centuria] destaca otra sepultura de carácter principesco datada en
tanto por su conjunto cerámico y piezas metálicas le primera mitad del siglo VI a. C. y que corres-
relacionadas con el banquete ritual, como por un pondería a las de cámara bajo un túmulo. La fosa,
aspis de bronce (Nista. 1978: 15- 16, Tav. X-XI]. excavada en la roca, contenía una inhumación en
mal estado de conservación y un completo ajuar
En la tumba principesca de Corso Cotugno en funerario, en el que destacan las piezas griegas
Ruvo di Plugia (Bari, Apulia] (Montanaro, 2007: asociadas al banquete funerario y una panoplia
450-455] se documentó un conjunto de seis cas- helenizada: dos cascos corintios de principios del
cos de tipo corintio, destacando el hecho de que siglo VI a. C. y una coraza equina en bronce. La
presentan entre sus motivos decorativos repre- Tumba 37, datada hacia el último cuarto del siglo
sentaciones de serpientes, pero en relieve y con VIl a. C. o poco después, es similar a la anterior
una cronología posterior a la de Málaga, de fines en cuanto a la morfología y al ajuar, aunque en
del siglo VI a. C. este caso los elementos del banquete ritual son
menos numerosos. En este caso, el ajuar bélico
La necrópolis de Braida di Vaglio es una de las me- está compuesto por un escudo, casco corintio.
jor documentadas del área de la Basilicata [Bottini, espada con vaina y punta de lanza [Guzzo. 2001:
1985; Bottini y Setari, 2003]. gracias a que la exca- 25; Russo, 2001: num. cat. 1O; Bruscella y Pa-
vación en 1994 de un grupo de nueve tumbas !con gliuca, 2013]. Para dar idea con un breve sondeo
diez enterramientos] muy separadas entre sí, des- de la riqueza de cascos y escudos en esta región
cubiertas por clandestinos. proporcionó una riquí- suritálica, en el área de Potenza encontramos la
sima documentación. Se trata de un cementerio de tumba 672 de Chiaromonte/Sto. Sp1rito, que
población autóctona muy influenciado por los con- cuenta con casco, espada. grebas, tobilleras y
tactos con el área griega en un periodo corto a ca- protector de brazo, pero no escudo, lo que per-
ballo entre los siglos VI y Va. C., por tanto quizá se- mite hipotetizar sobre el carácter ecuestre de su
senta años o más posterior a la tumba de Málaga. dueño (Bottini, 2013: 35). Pueden citarse también
En sus tumbas, varias de ellas excepcionales por en este complejo las tumbas 110, 159, 170 y 76
los numerosos y ricos ajuares, se puede recons- del distrito de Chiaromonte/ Sotto la Croce [pri-
truir el ritual funerario, llegándose incluso a definir mera mitad del siglo VI a. C.]. las tres primeras
Los ajuares como "kits funerarios". Las tumbas con casco corintio; La última, algo más tardla, con
masculinas de personajes relevantes, las tumbas casco corintio u ospis [perdido] (Bottini, 1993: 71 ;
101 y 103, incorporan la panoplia hoplita: cascos 2013 : 36; Bianco et al., 1996: 121]. La tumba 652
conntios, escudos, cinturones, grebas, lanzas y es- de Chiaromonte con pórpax de escudo hoplita
padas; es notable que un prometopidion ecuestre se (Guzzo, 2001: 24; Russo, 2001: n.3l. es ya de prin-
asocie a un escudo hoplita de gran tamaño. En dos cipios del siglo V a. C.
casos [tumbas 101 y 103] el escudo, de unos 90 cm
de diámetro, estaba doblado, apoyado tanto en la A esa serie podemos añadir la tumba F de Melfi
pared como descansando en el suelo, y servía de [Russo, 2001: n.cat. 1] o las tumbas 345, 491 y
LA TUMBA OEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA OEL SIGLO VI A.. C.// PP 145·230 ISBN 978-84·9959·307-4
PARTE TERCERA LOS OBJETOS OEl AJUAR FUNERARIO 213
FERNANDO QUESADA SANZ Y DAVID Gf\RCfA GONZÁLEZ
545 de Banzi, también en la Basilicata (Russo, es posible saber si su contexto original era funera-
2001: 76 ss.; nos. cat. 4, 9, 181. todas ellas con rio o votivo, pero Spatafora (2006: 215) apuesta de-
restos de escudos hoplitas y/o cascos corintios cididamente por la segunda opción, citando ejem-
del siglo VI a. C. entre los objetos documentados. plos como Los de la Magna Grecia (Graells et al.,
En la necrópolis de Lavello, la tumba 56 conser- 2017a en último lugar).
vaba restos de decoración mural arcaica y en ella
se halló también un casco corintio (Adamesteanu, Las poblaciones indígenas del interior de Sicilia
1971: 115-116). muestran un panorama distinto en el siglo VI a.
C. al del sur de Italia (Spatafora, 20111. porque
Se puede pues afirmar que la panoplia hoplita de siguiendo a esta autora allí y salvo en casos
tipo griego -y etrusco- se insertó de manera ge- concretos (Montagna di Marzo cerca de Piazza
neralizada entre los pueblos no griegos de la Ita- Armerina, en Albanese Procelli, 2006] las armas
lia meridional, y no solo en Etruria, ya en las pri- -griegas o no- en tumbas indígenas son raras,
meras décadas del siglo VI a. C. Tagliamonte mientras que abundan en contextos votivos
[1994: 31 ss, especialmente 38-40 y 43) traza un (Spatafora 2006: 215 ss.; 2011: fig . 71. en lo que
cuadro de formaciones de élites con carácter parece un paralelo con las prácticas griegas. En
guerrero desde fines del siglo VIl a. C., y en esta particular, destaca en Montagna di Marzo la
línea Nava (2001: 38) argumenta que si ya en el fi - tumba 31, excavada en la roca y a la que se ac-
nal del siglo VIl a. C. se aprecia La existencia, en la cede mediante un dromos escalonado. Contenía
Daunia y La Basilicata vecinas a Las colonias grie- en su interior dos sarcófagos de piedra con sen-
gas del sur, de un círculo reducido de aristócratas das inhumaciones masculinas, y abundante
con acceso a armas griegas, este fenómeno se ajuar con piezas propias del servicio del ban-
generaliza en el siglo VI a. C. aunque la autora quete ritual, ofrendas y armamento consistente
considera como "de parada· armas plenamente en casco corintio, escudo, grebas y espada. Es
funcionales [vid. infra). posible que, si como ha recogido Domínguez
Monedero (1989: 522 ss .. 652 ss.) en la isla los ri-
El caso de una Sicilia multicultural es muy com- tos funerarios griegos influyeran considerable-
plejo [ver sobre Las interacciones culturales en pri- mente más sobre los indígenas, que no al revés
mer lugar en Domínguez Monedero, 1989). Ya nos (aunque haya multitud de zonas grises] Las ar-
hemos referido al caso de La Sicilia púnica (Pa- mas estén ausentes en tumbas y presentes en
Lermo, Mozia, etc., en Fama, 2006; Tusa, 2012, vid. santuarios de acuerdo al menos en parte a esa
supra). Mientras tanto, La griega no ha proporcio- influencia.
nado apenas armas en contextos funerarios salvo
muy contadas excepciones, caso de una tumba 6.5. Inutilizaciones rituales
bastante monumental, en Las cercanías de Agri-
gento, con Lécitos griegos de fines del siglo VI o Hemos considerado que, aunque no con total cer-
principios del V a. C. con grebas y una coraza de teza. tanto la punta de lanza como el casco fueron
bronce [cf Wilson, 1981-82: 96; Domínguez Mone- inutilizados ritualmente, la primera con doblado
dero, 1989: 431 ss.J. Los trabajos recientes en la bajo presión. el segundo aplastando las carrille-
Himera arcaica están ayudando a precisar un pa- ras hacia el centro, cerrando todo el espacio de la
norama (cf. Vassallo, 2013; 2014; 2016) en el que boca bajo el nasal. Adicionalmente, parece que el
incluso en una fosa de campo de batalla como la probable escudo pudo ser inuti lizado al retirar su
de Himera el ritual funerario griego no incluye el pórpax.
enterramiento de panoplias, y las armas solo apa-
recen como causantes de una muerte (puntas de Desde el siglo IX a. C. se inutilizaban armas en Los
flecha o de lanza) o quizá como símbolos de victo- ajuares funerarios en el Protogeométrico ate-
ria (grebas ibéricas, cf. Vasallo, 2016: 53-541. Los niense [e.g.; Kurtz y Boardman, 1971: 216] pero
cascos corintios y grebas diseminados por colec- también en muchas otra regiones griegas como
ciones europeas como procedentes de Sicilia y pu- Beocia, Fócide, Lefkandi en Eubea, Tesalia, Creta,
blicados por Pflug [1988) proceden según Spata- etc. (Warmenbol, 1983: 81-82 para una breve re-
fora (2006: 221, n.2l de Selinunte, Agrigento y copilación; también Lloyd, 2015; van Wees, 1998).
Siracusa o de su entorno limítrofe inmediato. No A menudo el plegado es tal que deja poca duda de
LA TU MBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMI ENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C. // PP. 145-230. ISBN 978-84-9959-307-.i
214 PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO
CAPITULO 5 LAS ARMAS DE LA TUMBA DEL GUERRERO DE MÁLAGA
su carácter ritual (como la espada doblada en Napoli (2006-7: 1091 piensa que las inutilizacio-
torno al cuello de un ánfora del Areópago de Ate- nes producidas en las tumbas púnicas sardas se
nas (Coldstream, 1977:311. Sin embargo, la pro- deben ante todo a la preocupación por el posible
gresiva desaparición de esas armas en los ajua - saqueo de tumbas, y desde luego la mera retirada
res griegos desde principios del siglo VIl a. C. de la embrazadera de un escudo como en el caso
hace que, pese a la pervivencia de estos ritos des- de la tumba de Málaga impediría su uso. En todo
tructivos pero solo en los santuarios (supra). no el Mediterráneo parece ampliamente aceptado
sea una buena idea tampoco considerar un con- que la inutilización de las armas se debía a razo-
texto ritual griego para analizar la inutilización de nes rituales antes y por encima que otras causas.
las armas de la tumba malagueña. Con todo, Napoli está acompañada en su valora-
ción utilitarista por un amplio elenco de especia-
Ya desde el Protogeométrico griego las armas listas, por ejemplo, pa ra Iberia , Sandars (1913:
pueden aparecer dobladas en torno a la urna ci- 70). Broncano (1985: 102); Fernández (1986: 7971.
neraria, abrazando en la muerte al difunto, y ese García Cano (1997: 226) etc. Pero las posturas
rito se extiende de manera no sistemática pero contrarias. de base ritual, son igualmente abun-
tampoco inusual -en aquellas culturas que entie- dantes y más sólidas (Grinsell. 1973; Coldstream,
rran armas- al mundo semita !como acabamos 1977: 31; Rafel. 1985: 20, Quesada, 1997a: 641-
de ver). al norteafricano no necesariamente pú- 643; Lloyd, 2015).
nico (e.g. Souville, 19971. y desde luego al mundo
ibérico (Quesada, 1997a: 641 ss.l. La propia ubicación de las armas de la tumba de
Málaga, la presencia del quemaperfumes con res-
La destrucción ritua l de objetos. con independen- tos quemados j unto al casco, y la naturaleza de las
cia de una función práctica, está perfectamente inutilizaciones nos llevan a sostener el carácter
documentada en la Edad del Hierro (Grinsell, fundamentalmente ritual de éstas, con indepen-
1961; 1973: Merrifield, 19871. En el mundo celta la dencia de que. adicionalmente, convirtieran en in-
inutilización es especialmente prevalente en de- útil el intento de saqueo, que sería más atractivo
pósitos votivos y santuarios, un contexto por com- para otras piezas no inutilizadas como la phiále o el
pleto diferente al que aquí nos ocupa y probable- anillo. En este sentido, seguimos pensando que el
mente con diferente motivación (e.g. Brunaux y componente básico de este proceso era tanto la
Rapin, 1988: 109-115; Lejars, 1994: 105 ss.; Me- especial vinculación de las armas al difunto como,
rrifield, 1987: 29-30; Blackenfeldt y von Car- y quizá sobre todo, el proceso de inversión funera-
nap-Borhneim, 2018); lo mismo ocurre con la in- ria, lo destruido en el mundo terrenal deviene uti-
utilización de armas en santuarios griegos lizable en el Más Allá que hemos analizado en otro
(Jackson, 1983; Gabaldón, 2004: 155-160; Graells, lugar (Quesada, 1997a: 643; cf. Luciano, Philopseu-
2016;2017al. des 27; De Luctu 14; Herodoto 5, 92).
Es demostrable la existencia de ajuares con ar- 6.6. Sobre la posición externa del casco y
mas sujetas a ritos de inutilización en el ámbito probable escudo
semita también desde la Edad del Bronce e ini-
cios de la Edad del Hierro pero perdurando en el Ya se ha mencionado la peculiar ubicación del
siglo VI a. C. Warmenbol(1983) recopilaba hace casco (y quizá del escudo) en el exterior y en la
tiempo algunos ejemplos de espadas plegadas en vertical de la cista funeraria, rasgo en principio
contextos fenicios orientales, pero sólo hasta el inusitado. En principio podría ser muy tentador
siglo VIl a. C. y con influencia egea . Pero Napoli utilizar como 'paralelo iconográfico' la estela ate-
(2006-7) ha mostrado la existencia de ritos de in- niense de Hierokles del Museo Epigráfico de Ate-
utilización de armas también en Cerdeña (Bithia, nas (EM13189l procedente de las cercanías de Pi-
Othocal. En Palermo también aparecen puntas de kermi, al este de Atenas (Peppas- Delmusu,
lanza dobladas en ángulo recto, como la de la 1973-441.
tumba de Málaga (Tisseyre, 1998: 366, nos. Z1 O,
Z11; también Fariselli, 2013: 42). aunque sin em- Se trata de una estela clásica de época ya avan-
bargo Tusa (2012: 138) anota que en Mozia apa- zada, datada en el370-350 a. C., en mármol pen-
rentemente no se da este fenómeno. télico, sobre cuyo fuste rectangular se presentan
LA TUMBA DEL GUERRERO UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MALAGA FENICIA DEL SIGLO VI A C.// PP 145·230 ISBN 978-81.-9959-307-¿
PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO 215
FERNANDO QUESADA SANZ Y DAVID GARCÍA GONZÁLEZ
España: 1: Beocarrón, 2: Jardín, 3: Frigiliaoa, 4: Villaricos, 5: Les Casetes, 6: Ca Na Jondala; Marruecos: 7: Taoger, 8: Rachgoun;
Italia: 9: Tharros, Othoca, 10: Portoscuso, San't Antioco, Pani Loriga, Bithia, 12: Bolonia, 13: Populonia: 14: Vulci, 15: Orvicto,
16: Lanuvio, 17: Posidonia, 18: Melfi, Lavello, Baragiano, Braida di Vaglio, 19: Ruvo di Puglia, Noicattaro, 20: Tarento, Metaponto,
21 : Chiaromonte, Siris, 22: Mozia, Sclinunte, 23: Palerrno, Solunto, 24: Agrigeoto, 25: Mootagna di Marzo, 26: Siracusa; Francia: 11: Aleria
Grecia: 27: Pikcm1i; Israel: 28: Haifa; Siria: 29: Hama.
Figura 55. Mapa con La ubicación de los enclaves citados en el texto en el apar-
tado de análisis histórico y cultura l.
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C.// PP. 145·230. ISBN 978·84·9959-307-4
216 PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO
CAPITULO 5. LAS ARMAS OE LA TUMBA DEL GUERRERO DE MALAGA
en relieve. de abajo a arriba, un gran Lutróforo, un crítica· de griegos que lo sostuvieran. Y eso su-
escudo hoplita, sobre él dos rosetas. y sobre la poniendo que en efecto el difunto fuera un grie-
cima un casco corintio. El conjunto, en la vertical go-griego, ya que como veremos de inmediato
de la tumba excavada en el suelo, podría recordar hay otras opciones. Adicionalmente , la lejanía en
la disposición de las armas de la tumba mala - el tiempo de los paralelos citados. y el hecho de
gueña: el casco -y quizá el escudo- en el exterior, que también en el mundo púnico (Fariselli, 2011 :
sobre la tumba propiamente dicha, en contacto 70, fig . 21 encontremos estelas con escudos gra-
con ella pero en superficie. De hecho. la colocación bados en el fuste y remate vagamente antropo-
del casco sobre el ápice de la estela es un caso morfo (aunque no cascos en su ápice, eso sil.
único en el Atica (Peppas-Delmusu, 1973-74: 530; nos impiden avanzar más en esta línea que en
Salapata, 1997: 254). pero no inusitado: el Museo principio nos parece sugestiva.
de Corinto conserva una estela miniaturizada
(MF18531 en terracota con una serpiente en el Por otro lado. la posibilidad planteada original-
fuste y casco corintio con penacho en el ápice !Sa- mente de que hubiera en nuestra tumba de Má-
lapata. 1997: 253 ss., lám. 63bllas cuales surgen laga un gran objeto circular, quizá un escudo, apo-
en el siglo V a. C. y perduran en época helenística. yado contra la pared norte, tiene también paralelos
en tumbas centro mediterráneas cuando dispone-
De hecho. hay documentación que indica que de he- mos de alguna información sobre la disposición de
cho se colocaban armas sobre la tumba. Pausanias los objetos, caso de la tumba 101 de Braida di Va-
escribe (9, 25, 11 que el monumento conmemorativo glio en Basilicata (Bottini y Setari, 2003) o la tumba
de la muerte fratricida de Eteocles y Policines es- 31 de Montagna di Marzo en Sicilia (Albanese Pro-
taba marcado por una estela coronada con un es- celli, 20061 (Fig. 55].
cudo en piedra. Pero es más interesante cómo Sa-
lapata (1997: 254] recoge varios ejemplos de 6.7. En conclusión
cerámica pintada (incluyendo lécitos funerarios] en
los que se indica con claridad que sobre una estela Volviendo pues a la Tumba del Guerrero de Má-
se podía apoyar un escudo y colocar un casco sobre laga, las armas. pues, nos llevan a pensar en un
su ápice. De hecho, plantea que es probable que la enterramiento fechable en la primera mitad del
idea de colocar armas como motivos decorativos en siglo VI a. C., probablemente en el segundo
estelas funerarias derive de la práctica original de cuarto, aunque dado el largo periodo de uso de
colocar armas reales. En este sentido. parece aún algunas armas defensivas, no puede descartarse
más interesante que también en la colonia de Ta- un periodo ligeramente posterior al550 a. C.
rento se hayan encontrado (Salapata, 1997; Bro-
neer, 19421 placas de terracota con estelas votivas El estudio del conjunto nos puede llevar en princi-
coronadas por un casco, con fechas del siglo IV a. C. pio a pensar en un griego de Sicilia o la Magna Gre-
Salapata vincula explícitamente -contra Broneer- cia, pero no pueden descartarse otras opciones.
estas placas con estelas decoradas con armas con sobre todo en combinación con el conjunto del
cultos heroicos/funerarios (1997: 255) lo que nos ajuar y el rito. Por lo que ahora nos ocupa, éstas
lleva a la sugerencia de Graells sobre un posible son armas empleadas por numerosos pueblos del
culto funerario en la tumba malagueña {supra. mediterráneo centro-occidental, y están bien docu-
Graells. 2014a: 100, n 425]. mentadas en ajuares funerarios 'indígenas· desde
la Etruria septentrional hasta el extremo de Sicilia
La idea, aplicada al caso de Málaga, es pues su- en los siglos VI I-V a. C., así como en contextos sar-
gerente en un contexto básicamente de interpre- dos fenicios. Entramos de nuevo, pues, en el juego
tatia graeca. pero en el estado actual de nuestros tantas veces analizado en las páginas precedentes
conocimientos es especulativa, y a nuestro juicio en torno al concepto de 'extranjero·. más que en el
improbable: el casco y el quemaperfumes no de un líder local con rasgos de tirano. como en la
eran visibles, y en nuestra concepción no es muy propuesta de Da Siena para la tumba con coraza de
probable que un jefe de mercenarios recibiera Meta ponto [supra, De Siena. 2001: 31].
un culto heroico (¿de tipo griego?) en un con-
texto fenicio donde sus hombres posiblemente Los mercenarios griegos armados como hoplitas
se desplazaran pronto, y no existiría una 'masa eran particularmente apreciados en el siglo VI a. C..
LA TUMBA DEL GUERRERO UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C. /1 PP 145·230. ISBN 978·11'·9959·307·4
PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO 217
FERNANDO QUESADA SANZ Y DAVID GARCIA GONZÁLEZ
y desde antes, en todo el Mediterráneo, bastante Menos probable es a nuestro modo de ver su
antes de la gran explosión de la segunda mitad del adscripción a un individuo de origen 'hispa-
siglo V a. C. [Bettalli, 1995 para este periodo ar- no'/'tartesio'/'turdetano'/'ibero· [sin entrar en
caico]. Hay una tendencia marcada a considerar que las dificultades de esta adscripción]. La total au-
los mercenarios griegos de época arcaica, entre los sencia de escudos hoplitas y la casi total de cas-
siglos VIl y VI a. C. sobre todo, eran de cierto rango, cos corintios en contextos funerarios, sacros o
incluso aristócratas acompañados de séquitos pe- de hábitat en la Península Ibérica [salvo los es-
queños, en general un fenómeno a pequeña escala casísimos y peculiares hallazgos antes estudia-
[e.g. Betalli, 1995: 52; 2013: 245; Kaplan, 2002: 241; dos). junto con la ausencia de otros elementos
Trundle, 2004: 44). aunque esto no explica los treinta 'indígenas· como cerámica en el ajuar funerario,
mil mercenarios jonios y carios que sirvieron a o el propio ritual de inhumación, lleva en el es-
Apries en Egipto hacia 570 a. C. contra Amasis [He- tado actual de nuestros conocimientos a consi-
rodoto 2, 163 y 169, tras el episodio anterior más re- derar improbable esta identificación !J iménez,
ducido en número de Psamético en el660 a. C., Hdt. 2002: 239). Opinión distinta es la de R. Graells
152-154]. Recientemente, sin embargo, se ha criti- [2014a: 98-99) quien valora la presencia de los
cado esta visión, proponiendo un mayor espectro cascos corintios en Iberia no vía el entorno feni-
social para estos mercenarios [e.g. Luraghi, 2006; cio, ni el griego, sino mediante la integración de
Hale, 2013; lancu, 20161. Sea como fuere, la tumba esas piezas ·a los usos locales', y no a través de
de Málaga, en conjunto, muestra el enterramiento mercenarios griegos que llegaran a Iberia. sino
de un personaje de rango medio-alto, no de un sol- al revés, por el supuesto reclutam iento de his-
dado común, y no sólo por lo elaborado de su casco, panos por parte de 'po blaciones mediterráneas·
sino por el conjunto del ajuar y la elaborada cista de ya en las primeras décadas del siglo VIl a. C. si
sillares en que fue depositado. atendemos al casco de Jerez, lo que implicaría
un mercenariado hispano pre-ibérico, dos s iglos
Sin embargo, esta idea. y la fenicia, plantean pro- anterior del documentado por vez primera en las
blemas en un contexto ritual que es sumamente fuentes literarias, hacia 480 a. C. [Hdt. 7, 165;
atípico: en esta fecha de mediados del siglo VI a. C., Diodoro 11,1; Polieno Strat. 1, 281, o incluso en
como se ha mencionado ya, sería extraño [aunque 506 a. C. en Cerdeña [según la referencia que
no inusitado) un ritual funerario para un fenicio o nos proporciona Pausanias 1O, 17, 5-9).
para un griego en el que se depositaran armas, ya
que en este periodo las ofrendas armamentísticas En este contexto debemos al menos mencionar el
han pasado a santuarios; sería por tanto un ritual guerrero grabado en una plaquita de marfil de
muy atípico para un heleno, e inhabitual para un Bencarrón que formaba parte de una cajita [Au-
semita. Es cierto que, como hemos visto, hay por bet, 1981-82). El guerrero. armado con lanza y
el Mediterráneo un cierto número de tumbas feni- escudo circular. y colocado entre un león y un
cias con armas, aunque son en la suma total rela- grifo, lleva un casco con cresta que Shefton [1982:
tivamente raras. Aunque no se puede descartar un 346) consideraba y probablemente con razón
enterramiento de un noble fenicio con unas armas como indudablemente griego, quizá Ilirio !Jimé-
que en principio no le fueran propias, y además nez, 2002: 239). Trabajos posteriores [Torres,
empleando un ritual inusitado, esta posibilidad se 2002: 254-255) aceptan esta clasificación y una
antoja aún más alejada que la de un griego o un fecha entre fines del siglo VIl y mediados del VI a.
hispano. Aunque se sigue aceptando a menudo C., coincidente como estamos viendo con la
que cascos corintios como los de la necrópolis fe- tumba malagueña. El problema es que la ads-
nicia de Sant'Antioco [Sulcis, Cerdeña) pertenece- cripción cultural es imposible: el arte es orienta-
rían a fenicios, al igual que representaciones como lizante, pero la factura puede ser local o fenicia;
las de la sítula de Chiusi !Jiménez, 2002: 238), la el motivo del guerrero puede reflejar fielmente a
cuestión no está en absoluto clara, y en estos con- un guerrero fenicio, o ser una plantilla de tipo
textos es más económico pensar en soldados griego adaptada, quizá incluso vía Chipre como
¿griegos? integrados en la sociedad local [Lo sugiere Shefton. La última postura de su princi-
Schiavo, 1987; Graells, 2014: 99). pal estudiosa, M.E. Aubet, es considerar estas ca-
jitas producto de un artesanado local inspirado en
la iconografía del Levante Mediterráneo,
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C. // PP. 145·230. ISBN 978·84-9959-307-4
218 PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO
CAPiTULO 5 LAS ARMAS OE LA TU MBA OEL GUERRERO OE MÁLAGA
empleando figuras de 'corta y pega· y esquemas Cabe plantearse La hipótesis de un jefe de origen
prefabricados (Aubet. 2008: 292-294] por lo que suritálico (enotrio o Lucano, de la zona de la Basi-
su capacidad predictiva es nula. licata actual] o quizá siciliano, muy helenizado
pero con raíces indígenas. conciliaría mejor que
El enterramiento de Málaga se produjo en una las otras opciones mencionadas la co-existencia
tumba de modelo fenicio (aunque tenga parale- de un rito de inhumación, con un ritual que incluye
los en todo el Mediterráneo central dado lo rela- la colocación de armas de tipo griego (inusitada
tivamente elemental de su estructural, pero no en la tumba de un griego o un fenicio]. en una
(y es relevante) en un cementerio fenicio, con un tumba de factura fenicia en una ciudad fenicia. La
ajuar en el que se combinan quizá sus armas (y existencia de jefes de mercenarios que se despla-
adornos] propios con otros objetos locales. zaban solos o con un contingente de guerreros de
Quizá incluso, si comparamos el modelo de su misma etnia está bien documentada en Las
cista con Los casos similares, de Jardín (por fuentes literarias, contemporáneas y posteriores
ejemplo tumba 10, tipo IV-1-b de Tejera, 1979]. (Betalli, 1995: 46 ss. para ejemplos orientales cer-
la sustitución de una eventual cubierta de blo- canos en el tiempo a nuestra tumba; también
ques de piedra por una de madera podría quizá Ada m. 2001). EL caso del general Lacedemonio
-es una hipótesis complementaria pero no ne- Jantipo en la Primera Guerra Púnica. a mediados
cesaria dado que La madera también se emplea del siglo 111 a. C., aunque muy posterior. es tam-
como cubierta en otras tumbas- testimoniar un bién significativo, al demostrar el prestigio de los
funeral apresurado. La presencia de mercena- mandos griegos, y en especial lacedemonios. en
rios griegos o bárbaros en contextos fenicios no el mundo púnico (cf. Polibio 1, 32; Diodoro 23, 13;
es especialmente problemática; incluso se ha Brizzi, 2001; Fariselli, 2002: 383 ss.l. Que estos je-
planteado la posibilidad de colaboración militar fes de mercenarios pudieran alcanzar rango im-
en este sentido en época arcaica en la región de portante en lugares alejados de su patria ha sido
Onuba a Malaka (Domínguez Monedero, 2006: por ejemplo propuesto explícitamente por A. M.
62, nota 951. Ada m (2001] para el personaje enterrado con sus
armas -y también una mujer y un niño en una cá-
Por fin, debe tenerse en cuenta la hipótesis de mara monumental- en el caso de una tumba de la
que nos hallemos ante la última morada de un ciudad de dominio etrusco en Aleria (Córcegal.
jefe de mercenarios de origen itálico, heleni-
zado. No hace mucho que Ada m (2001] se atrevió Las fuentes literarias son de poca ayuda en esto.
a retomar el término candottiere en torno a la porque tanto para el mercenariado griego como
posible existencia de jefes de mercenarios, nor- para el itálico las referencias son tardías. no an-
malmente nobles, en La Etruria y Lacio arcaico, teriores a la segunda mitad del siglo IV a. C. Plu-
apoyándose en algún testimonio arqueológico y tarco dice explícitamente (Timol. 30.4-5] que La
fuentes literarias desde muy finales del siglo VI primera vez que Cartago contrató mercenarios
a. C. en adelante (e.g. Dionisia 5, 14,1]. Hemos griegos fue en 340 a. C., tras Crimiso (Griffith,
desgranado a lo largo del texto las razones por 1935: 209; Fariselli, 2002:383 ss.l. salvo quizá por
las que un origen etrusco para el propietario de una referencia aislada de Polieno (Strat. 5. 2. 17]
la tumba no nos parece el más probable; no por alusiva al asedio de Mozia en 397 a. C. (Fariselli,
la estructura de la cista (sus mejores paralelos 2002: 383-389). aunque es posible, como supone
están en Jardín. apenas unos kilómetros]. pero Fariselli (2002: 3891. que hubiera casos de deser-
tampoco por el rito ni por conjunto del ajuar, tores, aliados u opositores a tiranos siracusanos
para el que -en conjunto- no hay buenos parale- en fechas anteriores.
Los en parte alguna. pero que tienen a nuestro
juicio mejor ajuste en la parte meridional de Ita- En cuanto a los posibles mercenarios itálicos o si-
lia. El que en Gravina y otros yacimientos suritá- cilianos, las fechas pueden remontarse en las
licos, por ejemplo, encontremos cistas (o se- fuentes hasta el siglo V a. C. (Tagliamonte. 1994;
mi-cámaras] estructuralmente en apariencia Fariselli, 2002: 281 ss.). Las fuentes más antiguas
muy cercanas a la malagueña (Burkhardt, 2010: se refieren genéricamente a itálicos en 480 a. C.
34, fig. 6) no nos autoriza a escoger las hipótesis (Diodoro 14, 95, 1). e incluso en 485 a. C. (Dion. Ha l.
más complejas. 7, 10.3) pero han sido consideradas sospechosas. y
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A C.// PP "5·230.1SBN 978-81.-9959-307-L
PARTE TERCERA LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO 219
FERNANDO QUESADA SANZ Y DAVID GARCIA GONZÁLEZ
solo se hacen más precisas y frecuentes desde fi- Cala Sant Vicent. Monogr (Nieto, X. et al.. eds.],
nes del siglo V a. C. (Tagliamonte. 1994: 124 ss.. CASC. 7. Barcelona, pp. 208-213.
especialmente p. 126] con especial alusión a jine- AMANDRY, P. (1949]: "Casques grecs a décor
tes campanos. Remontarse pues a la primera mi- gravé", Bulletin de Correspondance Hellenique
tad del siglo VI a. C. para mercenarios griegos o 73/1' pp. 437-446
itálicos al servicio de fenicios o púnicos no puede ANDERSON. J. K. (1970): fvlilitary Theoryand
extraerse directamente de testimonios literarios. Practice in the Age of Xenophon. Berkeley - Los
como por otro lado era previsible. Angeles, University of California Press.
ANOERSON, J. K. (1991): "Hoplite weapons and
A nuestro juicio. la hipótesis más probable. siem- offensive arms". Hoplites, the classical Greek
pre a partir de las armas, es pues la de conside- battle experience (Hanson, V.O., ed.l. Londres-
rar que nos hallamos ante la tumba de un perso- Nueva York, pp. 15-37.
naje de origen itálico o siciliano, un jefe de ANGEL, J. L. (19441: "A Racial Analysis of Ancient
mercenarios de alto rango, helenizado hasta Greeks. An Essay on the Use of Morphological
cierto punto, fallecido en Malaka y enterrado por Types", American Journal af Physica/
sus hombres en colaboración con las autoridades Anthropofogy 2, pp. 329-376.
de la ciudad, en un lugar periférico a la propia co- ANGEL. J. L. (1945): .. Skeletal material from
munidad local, en un lugar que no era entonces Attica .. , Hesperia 14. pp. 279-363.
un cementerio y no lo fue ulteriormente50 . ANTIKE HELME (1988): Antike He/me. Handbuch
mit Katalog. (Sammlung Lipperheide und andere
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Bestiinde des Antikenmuseums Berlín). Monogr.
Rómisch-Germanische Zentralmuseums
ADAM. A. M. (1986): <<Emprunts et échanges de Mainz, 14, Mainz.
certains types d'armement entre l'ltalie et le ARANCIBIA ROMAN, A .• GALINOO, L., JUZGADO,
monde méditerraneen aux Ve et IVe siécles M., DUMAS. M. y SÁNCHEZ, V. M. (20111:
avant J.C.», Guerre et societés en /talie (Adam, .. Aportaciones de las últimas intervenciones
A. M. y Rouveret, A., eds.l. París, pp.19-28. a la arqueología fenicia de la Bahía de
ADAM, A. M. (2001) : «Des condottieri en Etrurie Málaga", Fenicios en Tartessos: nuevas
et dans le Latium al'époque archa'1'que», perspectivas (Alvarez Martí-Aguilar, M., ed.l.
Latomus 60.4, pp. 877-889. BAR. 2245, Archaeopress. Oxford pp. 129-149.
ADAMESTEANU. O. (1971) : Popu/L ane/Leníciin ARANEGUI GASCO. C., JODIN, A., LLOBREGAT,
Basi/icata. Potenza. E., ROU ILLARO, P. y UROZ, J. (1993]: La
ADAMESTEANU, O. (1990): "Greeks and Natives nécrapole ibérique de Cabezo Lucera
in Basilicata ... Greek colonists and native (Guardamar del Segura, Alicante), Collection de
populations (Oescoudres, J. P., ed.l. Oxford, la Casa de Velázquez, 41, Madrid/Alicante.
pp. 43-150. ARN IM, A. von (18921: "lneditum Vaticanum",
ALBANESE PROCELLI. R. M. (2006]: "Sepolture Hermes, 27, pp. 118-130.
di guerrieri delta prima metá del V secolo a. ARRIBAS PALAU. A. y WILKINS, J. (1971): "La
C. nella Sicilia interna: l'evidenza di necrópolis fenicia del Cortijo de las Sombras
Montagna di Marzo", Oiodaro Sículo e la Sicília (Frigilianal", Pyrenae, 5, pp. 185-244.
indígena. Atti del Convegno di Studi (Micciché, ASTRUC, M. (1951): La necrópolis de Viflaricos.
C., Modeo, S. y Santagati, L. eds.l. Informes y Memorias de la Comisaría
Caltanissetta, pp. 109-120. General de Excavaciones Arqueológicas. 25,
ALBELDA, J. y OBERMAIER, H. (1931) : "El casco Madrid.
griego de Huelva", Boletín de la Real Academia ATIENZAR, R. (2010): "¿Hoplitas en la Roma del
de la Historia, 98.2, pp. 642-648. s. V a. C.? Un problema de política militar",
ALFARO GINER. C. (2008): "La protección interna Toga y Daga. Teoría y praxis de la política en
del casco de bronce", El vaixell grec arcaic de Roma (Bravo, G. y González R.• eds.l. Signifer
33, Madrid, pp. 435-453.
50
Remitimos por fin al capítulo 18, a cargo de A. Oomínguez Monedero en este mismo libro para ulteriores consideraciones
so bre la ritualidad del conjunto de la tumba.
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C. /1 PP. 11.5·230. ISBN 976·64-9959·307·1.
220 PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO
CAPITULO 5. LAS ARMAS DE LA TUMBA DEL GUERRERO DE MÁLAGA
AUBET SEMMLER. M. E.[1981-82): " Marfiles Classical Archaeology, Athens 1983, 111. Atenas.
fenicios del Bajo Guadalquivir ly 111) : pp. 293-296.
Bencarrón, Santa Lucía y Setefilla''. Pyrenae, BLYTH. P. H. [1993): " Metallurgy of two
17-18. pp. 33-92. fragmentary Archaic Greek Helmets", Jaurnal
AUBET. M. E. [1995): "Las colonias fenicias de af the Histarical Metallurgical Saciety 27. pp.
Málaga y su periferia indígena", Homenaje a la 25-36.
Oro. M. Gil-Moscorell Basca. Extremodura BOARDMAN. J . (1975): Athenian Red Figure Vases.
Arqueológica. 5, pp. 137-150. TheArchaic Periad, Londres, Thames and
AUBET SEMMLER, M. E. [ed .) [1997): Las fenicios Hudson.
en Mólago. Universidad de Málaga. Málaga. BOL. P. C. (1989): Argivische Schilde. Olympische
AUBET SEMMLER. M. E. [2008): .. Los marfiles de Forschungen, 17. W. De Gruyter, Berín
Carmona". El tesoro arqueológica de la - Nueva York.
Hlspanic Society of America !Bendala, M. et al., BORN, H. y HANSEN. S. (1994): Frühgrfechische
eds.l. Madrid, pp. 286-299. Branzehelme. Sammlung A. Guttmann. band
BAITINGER. H. [2011 ): Waftenwefhungen In 111. Vrlg. S, Guttmann bei P. Von Zabern.
griechischen Heilitürmern. Monographien des Maguncia.
Romischen-Germanischen Zentralmuseums. BORN. H. 12009): Die Helme des Hephaistas.
94, Mainz. Handwerk und Technik griechischer Bronzen in
BARTOLONI, P.[1988) : "Army, Navy and Warfare", Olympia. Minerva, Munich.
The Phaenicians/1 Fenicf (Moscati, S., ed.). BOTTINI. A. (1982]: Principi guerrieri della Daunia del
Milán. pp. 132-138. VIl sec. Le tambe principesche di Lave/la. Bari.
BETTALLI. M. [1995): 1mercenarf nel mondo greca. BOTTINI. A. [19851: «Uno straniero e la sua
/. Dalle orlgini olla fines del Vsec. a. C.. Pisa. sepultura: la tomba 505 di Lavello». Oialaghi
ETS. di Archealagia 3.1 opp.. 59-68.
BETTALLI. M.l2013): Mecenari. 11 mestiere delle BOTTINI. A. [1988): .. Apulisch-korintische
armi nel manda greco antica, Carocci, Roma. Helme". Antike Helmeo RGZ. Maguncia. pp.
BlANCO. S.. BOTTINI, A .• PONTRANDOLFO, A.• 107-136.
RUSSO. A. y SETARI, E. [eds.) (1996): 1Greciin BOTTINI. A. [ed.) (1993): Armi. Gli strumenti delta
Occidente. Greci, Enatri. Luconi nello Basilicata guerra in Basilicata fra VIII e JI/ secalo a. C. o
meridianale. Electa, Nápoles. Edipuglia, Bari.
BLANKENFELDT. R. y VON CARNAP-BOR NHEIM , BOTTINI. A.[1996]: «La panoplia difensiva»,l
C. (2018): "Ritual sacrifices of military Greci in accidente. Greci, Enotri e Luconi nella
equipment at the Thorsberger Moor". Canflict Basflicata Meridianale [Bianco. S. el ol., eds).
Archaealogy. Materialities af Callective Vialence Electa, Nápoles.
fram Prehistary ta Lote Antiquity [Fernández BOTTINI. A. (1999a): «ldentitá e confini etnico-
Gotz. M. y Roymans, N .. eds.l. . Routledge. culturali: L:ltalia meridionale»o XXXVII
Abingdon - Nueva York. pp. 219-229. Canvegna di Studi sulla Magno Grecia, Taranta
BLANCK. H. y PROIETTI. G. [1986): "La Tomba dei 1997. pp. 307-326.
Rilievi di Cerveteri", Studi diArchealagía l. BOTTINI, A.[1999b):»Principi e re dell'ltalia
Roma. meridionale arcaica», Les Princes de la
BLYTH. P. H. [1977): The Effectiveness af Greek pratohisto/re et l'émergence de l'état !Ruby, P..
Armaur Against Arraws in the Persían Wars, ed.l. Nápoles- Roma. pp. 89-95.
unpublished Ph.D. Diss. University of BOTTINI. A. (2002): «Armi e vasellame metallico
Reading. nei contesti italici», Le Arti di Efesto [Giumlia-
BLYTH. P. H. [1982): "The structure of the Hoplite Mair, A. y Rubinich, M.. eds.), Milán, pp. 95-97.
shield in the Museo Gregoriano Etrusco", BOTTINI. A. [2008): «Nuovi Schildbander in
Ballettina Monumenti, Musei e Galerie Pontificie. contesti italici della basilicata», Ostrakao 17,
3, pp. 5-21. pp. 11-24.
BLYTH. P. H. (1988): "Metallurgy of Bonze BOTTINI, A. [2013]: «La panoplia oplitica delta
Armour. Use of work hardening in the Late tomba 672 di Chiaromonte IPZ)», Siris, 13, pp.
Corinthian helmet as evidence of mastery of 33-40.
material". Xllth lnternatianal Cangress af
LA TUMBA DEL GUERRERO UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MALAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C. /1 PP. 145·230. ISBN 978· 84·9959·307·4
PARTE TERCERA. LOS OBJfTOS DEL AJUAR FUNERARIO 221
FERNANDO QUESADA SANZ Y DAVID GARCfA GONZÁLEZ
BOTTINI, A. (2017): «ltalici e Greci nella artefacts from south-east Spain .. , Antiquity,
Basilicata meridionale, dalla fondazione di 84.3 [325). pp. 747-764.
Sibari aquella di Meta ponto» Atti e Memorie CARTER, J. C. [2006): Discovering the Greek
delta Societa Magna Grecia, Pisa -Roma, pp. countryside ot Metaponto . Ann Arbor;
139-152. University of Michigan Press.
BOTTINI, A. y SETARI, E. (1995): Basileis. Antichi CAWKWELL, G. L. (1989): "Orthodoxy and
re in Basilicata, Nápoles. Hoplites", Clossical Quarterly, 39, pp. 375-389.
BOTTINI, A. y SETARI, E. (20031: La necropoli CHASE, G. H. [1902, reed. 1979): "The Shield
italica di Braida di Vaglio in Basilicata. Materiall Oevices of the Greeks", Harvard Studies in
dalla scovo del1994, G. Bretschneider; Roma. ClossicalPhilologyXIII, Harvard , pp. 61-127.
BOTTO, M. (1996): «Le armi», LanecropolidiBithia, CHERICI, A. (2005): «Dinamiche sociali a Vulci: le
I!Bartoloni, P., ed.), Roma, pp. 137-144. tombe con armi», Dinamiche di svilupp del/e
BOUNO, M. (1990): "Giglio: in search of an citta nell'Etruria meridionali. XXIII Conegno di
Etruscan Wreck", Minerva, 1 (1). pp. 3-9. Studi Etruschi ed ltalici, Pisa - Roma, pp.
BRIZZI, G. (2001): «Amilcare e Santippo: storie di 531-549.
generali>>, La Premiere guerre Punique !Le CHEVALIER, J.M y GHEERBRANT, A. (eds.)
Bohec, Y., ed.l. París, pp. 29-38. (1991 ): Diccionario de los símbolos. Herder;
BRONCANO RODRÍGUEZ, S. etal. (1985): «La Barcelona.
Necrópolis Ibérica de 'El Tesorico' (Hellín, CIANFARANI, V. (ed.) (1969):Antiche civiltá
Albacete)», Noticiario Arqueológica Hispánico, d'Abruzzo, Di Luca, Roma,.
20, pp. 43-183. COLDSTR EAM, J. N. [ 1977): Geometric Greece, 2°
BRONEER, O. (19421: "Hero Cults in the ed. 120031. Routledge, Londres- Methuen .
CorinthianAgora",Hesperia, 11.2, pp.128-161 . CONNOLLY, P. (1981): Greece and Rome at War,
BRUNAUX, J.L. y RAPIN, A. [1988): Gournay/1. MacDonald, Londres.
Bouclíers et lances, dép6ts et trophées. Revue CUADRADO DIAZ, E.l1987): La necrópolis ibérica
Archeologique de Picardie, Errance, París. de El Cigarralejo (Mula, Murcia), Bibliotheca
BRUSCELLA. A. Y PAGLIUCA. S. (2013): Praehistorica Hispana XXI II, Madrid.
"Baragiano: le tombe 35, 37 e 57", Segni del CUBERO CORPAS, C. (2000): "Aprovechamiento
potere, Oggetti di lusso dal Mediterraneo de los recursos forestales en el yacimiento
nell'Apennino lucano di etá arcaica (Osan na, M. ibérico de l'Esquerda (Roda de Ter, Osona,
y Vullo, M , eds.), pp. 272-303. Barcelona!", Els productes alimentaris. Actes
BUCKLAND, P. (1978): "A first century shield XXII Colloque de l'AFEAF (Buxó, R., Pons, E.,
from Doncaster (Yorkshire)", Britannia, 9, pp. eds.). pp. 251-257.
247-269. DE BACKER, F. [2016): The NeoA ssyrian Shield,
BURKHARDT, N. (2010): "L:evoluzione dei riti Lockwood Press, Atlanta.
funerari nell'ambito dei contatti tra indigeni e DE SIENA, A. (2001 ): "La realta militare nelle
Greci in epoca coloniale: l'esempio di colonie greche", Gentiin arme. Aristocrazie
Gravina", Bollettino di Archeologia on line. 1 guerriere della Basilicata Antica, M use o
2010/Volume speciale, pp. 31-39. Barracco 200, Di Luca, Roma, pp. 29-34.
CAHN, O. [1989) : Antikenmuseum Base/ und DECHELETTE, J. [1927) : Manuel d'archéologie
Sammlung Ludwig. Watten und Zaumzeug, préhistorique et ce/tique. IV Second Age du Fer
Basilea. ou Epoque de La TEme, reimpr. 1989, Picard,
CARDOSO, J. L. y GRADIM, A. (2005): .. A París.
Necropole da 1 idade do Ferro de Cabe<;:o de DEZSÓ, T. (1998): Oriental influence in the Aegean
Vaca 1 [Alcoutim)", Xelb, 6, pp. 201-226. and Eastern Mediterranean helmet traditions in
CARRATELLI , G.P. (1996): The Western Greeks, the 9th-7th centuries BC, BAR 5-691. Oxford.
Milán. OINTSIS, P. [1986): Hellenistísche He/me,
CARRIÓN, J.S. (ed.) (2012): Paleoflora y Archaeologica, 43, G. Bretschneider. Roma.
paleovegetación de la Península Ibérica e Islas OOMÍNGUEZ MONEDERO, A. [1989) : La
Baleares, CSIC, Murcia . Colonización griega en Sicilia. Griegos, Indígenas
CARRIÓN, Y. y ROSSER, P. [2010): "Revealing y Púnicos en la Slcilia Arcaica: Interacción y
lberian woodcraft: conserved wooden
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FEN ICIA DEL SIGLO VI A. C /1 PP. IL5· 230.1SBN 978·84·9959·307-1,
222 PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO
CAPfTULO 5. LAS ARMAS DE LA TUMBA DEL GUERRERO DE MÁLAGA
oculturoción. BAR. lnternational Series, 549, 2 stele votive cartaginesi» , Byrso, 19- 20, pp.
vols., Oxford. 61-77.
DOMÍNGUEZ MONEDERO, A. (1991 ): Lo polis y lo FARISELLI, A. Ch. [2013): Stotosocioleeidentita
expansión colonial griego (siglos VIII-VI), nell'Occidente fenicio e punico -1. Le ormi in
Síntesis, Madrid. contesto funerario. Bibliotheca di Byrsa, 8,
DOMÍNGUEZ MONEDERO, A. (2006): " Fenicios y Agora & Co., Lugano.
griegos en el sur de La Península Ibérica en FERNÁNDEZ GOMEZ, F. [1986): Excavaciones
época arcaica. De Onoba a Mainake", fvtoinoke arqueológicos en El Roso de Condeledo. 1- 11,
28, pp. 49-78. Avi la.
DOMÍNGUEZ MONEDERO, A [2013) : "Los FERNÁNDEZ MARTÍNEZ, A. y ALVAREZ JURADO-
primeros griegos en La Península Ibérica (s. FIGUEROA. M. [2016): <<Las espadas de hierro
IX-VI a. C.]; mitos, probabilidades, certezas", de la necrópolis de Son Pellisser; avance
El Oriente griego en lo Península Ibérico [de preliminar» , Gladius, XXXVI, pp. 33-47.
Hoz, M. P, Mora G., eds.), Real Academia de La FERNÁNDEZ, J. H., LOPEZ GRANDE, M. J .,
Historia, Madrid, pp. 11-42. MEZQUIDA. A., VELAZQUEZ, F. y COSTA. B.
DOMÍNGUEZ MONEDERO, A. [e.p.): "Revisitando [2017): «Una sepultura con askoi zoomorfos y
a Coleo de Samos, griegos en Tarteso y una punta de lanza de La necrópolis de Ca na
algunos presuntos implicados (el casco de Jondala (Sant Josep de Sa Talaia, Ibiza)»,
Jerez) .. , Veintic inco estampas de lo España Entre dos mundos: homenaje a Pedro Barceló
antiguo cincuenta años después. En torno o una [Ferrer, J.J. , Kunst, C., Hernández de la
abra singular de Antonio Gorcío y Bellido y su Fuente, D. y Faber, E., eds.), Presses
actualización científico (Sámchez, E., ed.l. universitaires de Franche-Comté , Besan~o,
Monografías Spal, Universidad de Sevilla , pp. 307-336.
Sevilla. FERNÁNDEZ FLORES, A., RODRÍGUEZ AZOGUE,
DONLAN, W. y THOMPSON, J . (1976): ''The A., CASADO ARIZA, M. y PRADOS PEREZ, E.
Charge at Marathon", Clossicollournol, 71, pp. [eds.) [2014): La necrópolis de época tartésica
339-343. de lo Angorrillo (Alcalá del Río, Sevilla),
DUQUE ESPINO, D. [2004) : Lo gestión del paisaje Universidad de Sevilla, Sevilla.
vegetal en la prehistoria reciente y protohistoria FERRAGUTI, U. [1937): «1 bronzi de Vulci», Studi
en lo cuenca medía del Guodiono o partir de lo Etruschi, 11, pp. 109-120.
ontrocologío. Tesis Doctoral Universidad de FEUGERE M. [1994): Cosques antiques. Les
Extremadura, Cáceres. visages de lo guerre de fvtycenes alo fin de
ECHEVERRIA REY, F. [20081: Ciudadanos, l'Empire romoin, París.
campesinos y soldados. El nacimiento de lo FORN IS, C. [20031: Esparta. Historia, sociedad y
'pólis' griega y lo teoría de lo 'revolución' hoplita, cultura de un mito historiográfico. Crítica,
Anejos de Gladius 12, Madrid. Barcelona.
EGG, M. y MARZOLI, D. [2008): "Observaciones FOSTER, P. [1978): Greekormsandarmour. The
sobre la tipología del casco de bronce", El Greek fvtuseum, University of Newcastle u pon
voixell grec orcoic de Colo Sant Vicent (Nieto, X. Tyne, Newcastle.
et al., eds.l. fvtonogr. CASC 7, Barcelona, pp. FOXHALL, L. y FORBES, H.A. [19821:
214- 218. "Sitometreia: the role of Grain as Staple Food
FAMA, M. L. [2006): " Le armi di Mozia: una prima in Classical Antiquity", Chiron , 12, pp. 41 - 90.
indagine d'insieme", Guerra e pace in Sicilio e FRANZ, J. P. (2002): Krieger, Bauern. Bürger.
nel fvtediterroneo ontico {V/11-1/1 sec. o. C.). Arte, Untersuchungen zu den Hopliten der
prassi e teoría del/o pace dello guerra, 1, pp. orchoischen und klassischen zeit, Frankfurt.
243-251. FRIELINGHAUS, H. [2007): "Die Helme von
FARISELLI, A. Ch . [2002): 1mercenori di Cartogine. Delphi", Bulletin de Correspondance Hellenique
Biblioteca della Rivista di studi punici, 1, 731/ 7, pp. 139-185.
Agora, La Spezia . FRIELINGHAUS, H. [2011 ): Die Helme van Olympio.
FARISELLI, A. Ch. [2011) : «ll trionfo s ulla morte Ein Beispiel für Waffenweihungen in
e il mestiere delle armi nella simbología delle griechischem Heiligtümern. Olympische
Forschungen , XXXII I, Berlín.
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C. /1 PP. 145· 230. ISBN 978-84-9959·307·4
PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO 223
FERNANDO DUESADA SANZ Y DAVID GARCfA GONZÁLEZ
LA TUMBA DEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MALAGA FENICIA DEL SIGLO VI A C.// PP 145·l30 ISBN 978·84·9959-307·'
224 PARTE TERCERA LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO
CAP[TULO 5 LAS ARMAS DE LA TUMBA OEL GUERRERO DE t.IALAGA
GRAU ALMERO. E. (2000]: "Anexo IV. at Olympia", Uverpool C/ossicol fvlonthly, 8.2,
Antracoanálisis de la necrópolis del Corral de pp. 22-27.
Saus (Moixent, Valencia]". Monumentos JACKSON, A.(1992]: "Arms and Armour at the
funerarios ibéricos: los pi/ores estelo Panhellenic Sanctuary of Poseidon at
(Izquierdo, M. 1., ed.l, pp. 513-516. lsthmia ... Proceedings of on lnternotionol
GRIFFITH, C. T. [1935]: Thefvlercenoriesofthe Symposium on the 0/ympic Games, Athens 5-9
Hellenistic World, Cambridge. September 1988 (Coulson , W. y Kyrieleis, H.,
GRI MAL, P. (1989, 1951 J: Diccionario de fvlitología eds.l. Atenas, pp. 141-144.
griego y romana, Paidos, Barcelona. JAMES, S. (2004]: Excovotions ot Duro Europos.
GRINSELL, L. V. (1961 ]: "The breaking of objects Final Report VIl: Arms and Armour ond other
as a funerary rite", Folk-lore, 72, pp. 475-491. Military Equipment, British Museum. Londres.
GRI NSELL, L. V. (1973]: "The Breaking of Objects JARVA. E. [1995]: Archaio/ogio on Archoic Greek
as a funerary Rite: supplementary notes". Body Armour. Studia Archaeologica
Folk- lore. 84. pp. 111-114. Septentrionalia 3, Rovaniemi.
GUZZO, P. G. 12001 ]: "Armi e societá", Genti in JARVA. E. (2013]: "Arms and Armar'', The Oxford
Arme. Aristocrazie guerriere dello Bosilicoto Handbook of Worfore in the Clossical World
Antica, Di Luca, Roma, pp. 23-28 (Campbell, B. y Tritle L.. eds.l, Oxford
HALE, J. R. 12013]: "Not Patriots, not farmers, University Press, Oxford, pp. 395-418.
not amateurs: Greek soldiers of fortune and JEHASSE, J. y JEHASSE, L. (1973]: Lo Nécropole
the origins of hoplite warfare", Men of Bronze. préromoine d'Aleria (1960-1968). XXV Suppl a
Hoplite worfare in Ancient Greece (Kagan, D. y Gallia, París.
Viggiano, G. F., eds.l. Princeton University JIMÉNEZ ÁVILA, J. 120021: Lo toréutico
Press, pp. 176-193. orientolizante en la Península Ibérico.
HALE, J . R. y SHARVIT, J. (2011): "Tracking an Bibliotheca Archaeologica Hispana, 16, Studia
archaic Greek warrior in the Near Neast: a Hispano-Phoenicia, 2, Real Academia de la
Corinthian helmet from Haifa Bay, Israel". Historia, Madrid.
113m Annual meeting of the Archaeologicol J IMÉNEZ FLORES, A. M. (1996]: Ritual funerario y
lnstitute of Americo. Abstract. pp. 46-47. sociedad en los necrópolis fenicios de época
HANSON. V. 0.11989]: The Western wayofwar. arcaico de lo Península Ibérico, Gráficas Sol,
lnfantry Battle in Classical Greece, Hodder & Écija.
Stoughton, Londres. JUNKELMANN, M. (20001: "Fami lia Gladiatoria.
HANSON, V. D. [1991): "Hoplite technology in The Heroes of the Anmphiteatre", Gladiotors
phalanx battle", Hop/ites IHanson, V.O., ed.l. ond Coesors !Kohne. E. y Ewigleben C., eds.],
Londres-Nueva York. pp. 63-86. pp. 31-74.
HASSEL. F. J. 11963]: "Ein korinthischer helm", KAGAN, D. y VIGGIANO, G. F. (eds.] (2013a): fvlen
Jahrbuch des Romisch-Germonischen of Bronze. Hoplite Worfore in Ancient Greece.
Zentrolmuseums fvlainz, Jahrgong. 1O, pp. Princeton University Press (hay trad.
190-191. española, Desperta Ferro ed., Ba rcelona].
HEN NEBERG, M. y HENNEBERG. R.J. 11998]: KAGAN, D. y VIGG IANO, G.F. (2013b]: "The hoplite
"Biological characteristics of the population debate",Men of Bronze. Hoplite warfare in
based on the analyisis of skeletal remains". Ancient Greece (Kagan. D. y Viggiano. G. F..
The Charo ot fvletaponto: The necropoleis, 1-11 eds.l. Princeton University Press. pp. 1-56.
[Carter, J.C., ed.]. Austin, pp. 503-537. KAPLAN, P. (2002): ''The Social Status of the
HURWIT, J. M. (2002]: "Reading the Chigi Vase", Mercenary in the Archaic Age", Oikistes.
Hesperia, 71, pp. 1- 22. Studies in Constitutions. Colonies, ond Militory
IANCU, L. M. [2016): "Greek and Other Aegean Power in the Ancient World, ottered in Honor ot
Mercenaries in the Archaic Age: Aristocrats, A. J. Grahom (Gorman. V. y Robinson, E. (eds.l.
Common People, or 8oth?", Studio Hercynia. Leiden - Boston- Colonia, pp. 229-243.
20.2, pp. 9-29. KAVANAGH DE PRADO, E. (2016): "Algunos
JACKSO N, A. H. (1983]: "Some deliberate apuntes en torno a la adopción de armas
damage to Archaic Greek helmets dedicated hispánicas por el ej ército de Roma", Armas de
la Hisponio Prerromona-Wotten im
LA TUMBA OEL GUERRERO. UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A C 1/ PP. 145·230. ISBN 978·84·9959-307·4
PARTE TERCERA LOS OBJETOS OEL AJUAR FUNERARIO 225
FERNANDO QUESADA SANZ Y DAVID GARCIA GONZÁLEZ
Vorromischen Híspaníen. Actos del Encuentro Ancient Warfare: lntroducing Current Research.,
Armamento y Arqueología de Lo guerra en La 1 (Lee , G., Whittaker, H. y Wrightson, G.. eds.l.
Penfnsula Ibérica prerromana IGraells, R. y Scholars Publishing, Cambridge, pp. 14-31.
Marzoti, D., eds.). Madrid, 2014, RGZ, LO PORTO. F. G. [1977-79) "Una tomba
Maguncia, pp. 149-163. metapontina e l'elmo di Saint-Louis nel
KILIAN, K. 11977): .. Das Kriegergrab von Missouri", Atti e memorie delta Societa Magna
Tarquinia. Beigaben aus Metall und Hotz", Grecia, 2,18-20. pp. 171-187.
Jahrbuch des Oeutsches archi:iologischen LO SCHIAVO, F. (1987): " Modellino di Etmo in
lnstituts, 92, pp. 24-98. bronzo dal nuraghe picciu di Laconi (Nourol",
KIMMIG, W. 11940): .. Ein Keltenschild aus Studi Etruschi, 53. pp. 95-103.
Agypten", Germanía, 24, pp. 106-111. LOMBARDO, M. (1996): "Greci, Enotri e Lucani
KLIMSCHA, F. 12015): "Spearheads, butt-spikes nella Basilcata meridionale tra l'VIII e il 111
and fighting. A source-critical perspective on secolo a.C. Aspetti e momenti dei processi
Late !ron Age violence cultures", Beítriige zur storici", 1Grecí in occidente. Greci, Enotri e
/nternatíonalen Tagung der AG Eisenzeit und des Lucaní nella Basílicata Meridiana/e (Bianco, S.
lnstytut Archeologii Uniwersytetu et al., eds.l. Napoti. Electa. pp. 15-26.
Rzeszowskiega - Rzeszów 19.- 22. September LÓPEZ PARDO. F. y SUAREZ PADILLA. J. (2010):
2012 1= Beitriige zur Ur- und Frühgeschichte "La organización y la explotación del
Mitteleuropas), 79S. IWefers, et al., eds.l. territorio del litoral occidental de Málaga
Langenweissbach,Beier&Beran, pp. 93-109 entre los siglos VI-V a. C.: de las evidencias
KOEPKE, N. y BATEN J. 12003): "The Biological literarias a los datos arqueológicos", Los
Standard of Living in Europe During the Last púnicos en Iberia. Proyectos, revisiones, síntesis,
Two Millennia", Tuebinger Oiskussionsbeitrag Mainake, 32121. Málaga, pp. 781-81 1.
Nr. 265/Tuebingen Economícs Oepartment LORIMER, H.L. (1947): "The Hoplite Phalanx with
Working Paper No. 265. Tubinga. special reference to the poems of Archilocus
KUKAHN, E. 11936): Dergriechischen he/m, and Tyrtaeus", ABSA. 42, pp. 7 6-138.
lnagural Diss. Marburg. LORRIO ALVARADO. A.J. (20081: "Puntas de
KUNZE. E. 11937-38): Archaísche Schildbiinder. lanza", La Necrópolis de Mede/lfn./1. Estudio de
Olympische Forschungen, 11. Berlín. las hallazgos (Almagro-Gorbea, M., ed.).
KUNZE, E. 11956): V Bericht über die Ausgrabungen Madrid, pp. 563-565.
in Olympio. Olympia Berichte, 5, Walter de LURAGHI, N. (2006): "Traders, pirates, warriors.
Gruyter, Berlín. The proto- history of Greek mercenary
KU NZE, E. 11958) Bericht über die Ausgrabungen in soldiers in the Eastern Mediterranean",
0/ympía VI, Walter de Gruyter, Berlín . Phoenix60, 1-2, pp. 21-47.
KUNZE. E. (1961 ): Bericht über die Ausgrabungen MANSUELLI, G. A. (1956-57): Una stele felsinea di
in Olympío Vlf. Walter de Gruyter, Berlín. Tradizione Villanaviana, Rivista dell'lstituto
KUNZE. E. (1967): BerichtüberdieAusgrabungen Nazionale d'Archeologia e Stona dell'Arte
in 0/ympia VIII, Walter de Gruyter, Berlín. nuova Serie 5-6.
KUNZE, E. y SCHLEIF, H. (1937-38): 11 Bericht MANTI, P. (2011): Shiny helmets. lnvestígation of
über die Ausgrabungen in 0/ympia 1/, Berlín. tinning, manufacture and corroslon of Greek
KURTZ, D.C. y BOARDMAN, J. (1971): GreekBurial Helmets (7th -5th c. BC). PhD Cardiff University.
Customs. Thames and Hudson, Londres (h ttps://orca.cf.ac.u k/337 49/1/2012
LAZENBY. J.F. (1985): The Sportan Army, Arios & mantipphd.pdf)
Phillips Warminster. MARTÍN RUIZ. J.A. (1995): Católogo documental
LAZENBY, J.F. y WHITEHEAD, D. (1996): "The de los fenicios en Andalucfa. Sevilla, Junta de
myth of the hoplite's hoplon". Classical Andalucía.
Quarterly, 46.1, pp. 27-33. MARTÍN RUIZ. J.A. (2012) "El hipogeo fenicio de
LEJARS, T. (1994): Gournay 1/1. Les tourreaux Mundo Nuevo (Necrópolis de Gibralfaro,
d'épée , Errance. París. Málaga l. Diez años de arqueologfa fenicia en la
LLOYD , M. (2015): "Death of a Swordsman, Death provincia de fv16/aga (2001-2010) (García Alfonso,
of a Sword: The Killing of Swords in the Early E.. ed.), . Junta de Andaluda, Consejería de
!ron Age Aegean (ca. 1050 to ca.690 B.C.E)", Cu l tura y Deporte, Sevilla, pp. 105-120.
LA TUMBA DEL GUERRERO UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MALAGA FENICIA DEL SIGLO VI A C.// PP 145-230. ISBN 978-&·9959·307·4
226 PARTE TERCERA LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO
CAPITULO 5. LAS ARMAS DE LA TUt.IBA DEL GUERRERO DE t.IÁLAGA
MARTÍ N EZ PI N NA, J. (1982): .. La introducción del 'loutrophoros'", ArchClass, 25-26, pp. 529-
ejército hoplítico en Roma", Itálica, 16, pp. 33-44. 538.
MATA PARREÑO, C., BADAL GARCÍA, E., PERDRIZET, P. (1908): Fouilles de Delphes. V.
COLLADO, E. y RIPOLLES, P. (eds.) (2010): Monuments figurés: petits bronzes. terres-
Flora ibérica. De la real a la imaginario. SIP cuites, antiquités diverses. París.
Trabajos Varios, 111, Valencia. PEREZ JO ROA. G. et al. (2011): "El trabajo
MAZAR, E. (2004): The Phoenician famlly tomb n.l cotidiano. Los recursos agropecuarios, la
at the northern cemetery of Achziv (70th-6th metalurgia, el uso de la madera y las fibras
centurfes BCE), Cuadernos de Arqueología vegetales .. , La Bastida de les Alcusses 1928-
Mediterránea, 10, Barcelona. 2010 (Bonet, H. y Vives-Ferrándiz, J .. eds.l.
MEDEROS MARTIN, A. (2006) : "Los inicios de la Museu de Prehistoria, Valencia pp. 94- 137.
presencia fenicia en Málaga, Sevilla y PERUZZI, E. (1998): Civitto greca nellazia
Huelva", Mainake, 28. pp. 129-176. preromano, Leo. S. Olschki Editore, Florencia.
MERRIFIELO, R. (1987]: TheArchaeologyofRitual PFLUG, H. (1988): "Korintische Helme", Antlke
and Magic, Batsford, Londres,. Helme. Sammlung Lipperheide und andere
MINTD. A. (1943): Populania, lstituto di Studi bestéinde des antikenmuseums Berlfn (Bottini,
Etrusci, Florencia. A., Egg, M., Von Hase. F. W., Pflug, H.,
MOHEN, J. P. (1980): Typologie des objets de l'Age Schaaff, U.. Schauer, P. y Waurick. G., eds.],
du Bronze en France. Fascicule /1: Poignards, Monographien des Romisch-Germanischen
hallebardes, paintes de lance. pointes de fléche, Zentralmuseums Bd. 14, Maguncia, pp.
armement défensif, París. 65-106.
MONTANARO , A. C. (2007]: Ruvo di Plugia e il suo PI N GEL, V. (1975): .. Zur vorgeschichte von Niebla
territorio, le necropoli. 1corredi funerari tra la (Prov. Huelva)», Madriderfvtitteilungen, 16,
documentazione del XIX secola e gli scavi pp.111-136.
moderni, Studia Archaelogica, 160, Roma. PONSICH, M (1967): Nécropolesphéniciennesde
MORRIS, l. (1987]: Burial ondAncient Society The la région de Tanger. Etudes et Travaux
Rise ot the Greek city-state New studies in d'Archeologie Marocaine. 111. Rabat.
Archaeology, Cambridge. PRATS DARDER, C. (2004): «El tractamente de
NAPOLI, L. (2006-07): "Le armi di Bithia nelloro conservació i restauracíó d'una panoplia de
contesto archeologico", Daidalos. Studi e ferro trobada a la necropoli del Puntal
ricerche del Diportimento di Scienze del mondo (Salinas, Alacantl», Revista d'Arqueologfa de
ontico 8, pp. 103- 117. Ponent, 14, pp. 201-222.
NAPOLI, L. (2008): "Le armi fenicie in Sardegna: PRITCHETI, W.K. 11979): The Greek State at War.
alcune considerazioni interpretative" , L'Africa 111, Berkeley University Press.
Romana. Le richezze de ll'Africa: risorse, QUESADA SANZ, F. (1989): "Consideraciones
priduzioni, scambi. Atti dell 77 Convegno di studio sobre el uso del armamento ibérico para la
14-17 dicembre 2006, Roma, pp. 1653-1664. delimitación de unidades geopolíticas" .
NAVA, M.L. (200 1) : "ll ritratto aristocratice: il Fronteras. Arqueología Espacial, 13, Teruel, pp.
guerriero indigeno nel mondo arcaico" Mostra 89-110.
Genti in arme. Aristocrazie guerriere delta QUESADA SANZ, F. (1994): "Lanzas hincadas,
Bosilicata Antica. Museo Barracco 2007, 35-42, Aristóteles y las Estelas del Bajo Aragón", V
Di Luca, Roma. Congreso Internacional de Estelas Funerarios 1,
NISTA, L. (1978) : "Osservazioni sulla tomba IV di Soria, pp. 361-369.
Noicattaro", Archeologio Classica. 30, pp. 1-30. QUESADA SANZ, F. (1997a 1: El armamento ibérico.
OLMOS ROMERA. R. (1988): El cosco griego de Estudio tipológico, geográfico, funcional, socio/ y
Huelva, Clásicos de la Arqueología de Huelva, 1, simbólico de los armas en la Cultura Ibérica
Huelva . (siglos VI-l a. C.). Monographies
PEMÁN, C. (1941): "Sobre el casco griego de lnstrumentum, 3, Ed . Monique Mergoil,
Guadalete ... Archiva Español de Arqueología, Montagnac ..
14, pp. 407-414. QUESADA SANZ, F. (1997b): "Montefortino-type
PEPPAS-OELMOUSU, O. (1973-74): "Monumento and rel ated helmets in the lberian Península:
sepolcrale di un guerriero. Stele e a study in archaeological contexr·.
LA TUMBA DEL GUERRERO UN ENTERRAMI ENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C 1/ PP 145-230. ISBN 978-84-9959-307· 4
PARTE TERCERA LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO 227
FERNANDO QUESADA SANZ Y DAVID GARCfA GONZÁLEZ
LA TUMBA DEL GUERRERO UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C.// PP. 145·230 ISBN 978·11'·9959-307·4
228 PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO
CAPiTULO 5. LAS ARMAS OE LA TUMBA OEL GUERRERO DE MALAGA
SANDARS, H. (19131: ''The weapons of the SOUVILLE. G. (19971: "Sur trois pointes de javelot
lberians··. Archeologia, LXIV. pp. 205-294. en ter d'un tumulus du Maroc Oriental".
SANTOCCHINI GERG, S. (20141: lncontri Tlrrenici. Espacia, Tiempo y Forma, Serie 11, Historia
Le relazioni fra Etruschi, Sardi e Fenlci in Antigua , 1O, pp. 15-21.
Sardegna (630-480 a. C.) DISCI Archeologia, SPATAFORA, F. (2006]: "Vincitori e vinti: sulla
Bonon1a Univ. Press, Bolonia. deposizione di armi e armature nella Sicilia di
SAULNIER, C. [1980] : L'armee et la guerre dans le eta arcaica", Guerra e pace in Sicilia e nel
monde etrusco-romain (VIII-IV s.J. de Boccard, Mediterranea antico (V/11-11/ sec. a. C.). Arte,
París. prassi e teoria del/a pace del/a guerra, 1, pp.
SCHUBART, H., NIEMEYER. H.G. y LINDEMAN 215-226.
G.M.(19721: "Toscanos, Jardín y Alarcón", SPATAFORA. F. (20111: "Armi e guerrieri nella
Noticiario Arqueológico Hispano, 1, pp. 11 -41. Sicilia indígena: segni di guerra in luoghi di
SCHUBART. H. y MAAS LINDEMANN, G. [1995] pace". Mitl di guerra, riti di pace. La guerra e la
" Las excavaciones en la necrópolis de Jardín pace: un confronto interdisciplinare. Atti del
[Vélez Málaga!". Cuadernos de Arqueología Convegno (Torgiano 4 maggia 2009 e Perugia 5-6
Mediterránea, 1, pp. 57-213. maggia 2009) (Masería, C. y Loscalzo. D.. eds.l,
SCHWARTZ, A. (2009]: Reinstating the Hoplite. Edipuglia, Bari . pp. 181-190.
Arms. Armour and Phalanx Fighting in Archaic STARY. P. F. [1979]: "Foreign elements in
and Classical Greece, Franz Steiner Vrlg. Etruscan Arms and Armour. 8th to 3rd
Stuttgart. centuries B. C.... Praceedings af the Prehistaric
SCHWARTZ, A. (20131: "Large weapons, small Society, 45. pp. 179-206.
Greeks: the practicallimitations of hoplite STARY, P. F. (19811: Zur Eisenzeítlichen
wapons and equipment". Men of Bronze. Bewaffnung und Kampfesweise in Mittelitalien
Haplite warfare in Ancient Greece (Kagan, D. y (ca. 9 bis 6 Jh. v, Chr.), Marburger Studien zur
Viggiano. G.F.. eds.). Princeton University vor-und frügeschichte, 3. 2 vols.
Press. pp. 157- 175. SUAREZ PADILLA. J., ESCALANTE. M.M ..
SHEFTON. B. B. (19821: "Greeks and Greek CISNEROS. M.l., MAYORGA. J. y FERNÁNDEZ,
lmports in the South of the lberian Península. L. E. (2003]: ..Territorio y urbanismo fenicio-
The Archaeological Evidence", PhOnizer im púnico en la Bahía de Málaga [siglos VIII-V a.
Westen. Madrider Beítrage, 8, Maguncia, pp. C.J", Las ciudades fenicio-púnicas en el
337-370 Mediterráneo Occidental, Malaga-Almería. pp.
SIERRA ESTORNES. D. (2011]: " La táctica del 213-231 .
ejército romano centuriado a través de las TAGLIAMONTE. G. (1994]: 1figli di Marte. Mobílíta,
fuentes literarias". Aquíla Legioms, 14, pp. mercenari e mercenariato itolic1 in Magna Grecia
37-68. e Sicilia. Roma. G. Bretschneider:
S1RET. L. (1906]: Vil/aricas y Herrerías. TAGLIAMONTE. G. (2003] : .. Note sulla
Antigüedades Púnicas, Romanas. Visigóticas y ci rcolazione deg li elmi nell'Abruzzo e nel
Arabes, Madrid. molise preromani", MEFRA- Antiquité, 115,
SNODGRASS, A. M. (19641 : EarlyGreekarmaur pp. 129-175.
and weapons, from the end of the Branze Age to TEJERA GAS PAR, A. (1979]: Los tumbos fenicias y
600 B. C., Ed inburgh University Press, púnicas del Mediterráneo Occidental. Estudio
Edimburgo. tipológica. Anales de la Universidad
SNODGRASS. A. M. (1965]: "The Hoplite Retorm Hispalense, Filosofía y Letras, 44, Sevilla.
and History··, JHS, 85, pp. 110-122. TIEMBLO. A. (1994). "Un nuevo casco griego de
SNODGRASS. A. (1984, reimpr. 2008]: "A bronce posiblemente hallado en España",
Corinthian helmet from the Persian siege Revista de Arqueología, 158, pp. 32-35.
Ramp at Palaepaphos", Nordost-Tor und TISSEYRE, Ph. (19981: .. Armi ... Palermo punica.
persische Belagerunsrampe in Alt-Pophos. 111 Catalogo del/amostra, Palermo, 6 Dec. 1995-30
(Maier. F.G.. ed.l (= F.G. Maier, ed ., Alt Paphos sett. 1996, Palermo, pp. 360-370.
auf Cypern. Maguncia 1985, pp. 43-49). TORELLI, M. (ed.l (2000]: The Etruscans, Ca t. Exp.
Maguncia , pp. 259-267. Venecia, 2000-200 1, Bompiani. Venecia.
LA TUMBA DEL GUERRERO UN ENTERRAMIENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA DEL SIGLO VI A. C /1 PP 1~5·230. ISBN 978-84·9959-307·'
PARTE TERCERA. LOS OBJETOS DEL AJUAR FUNERARIO 229
FERNANDO OUESAOA SAN Z Y OAVIO GARCIA GON ZÁLEZ
TORRES ORTIZ, M.[1999): Sociedad y mundo VITA. J.P. [2003): "El soldado", El hambre fenicia
funerario en Tartessos. Bibliotheca !Zamora. J. A. ed.l. CSIC, Roma, pp. 69-77.
Archaeologica Hispana, 3, Real Academia de WARMENBOL, E. [1983) : «lls ont plié armes et
la Historia, Madrid. bagages ... Quelques reflexions au sujet des
TORRES ORTIZ, M. [2002): Tartessos. Bibliotheca épées ployées trouvées en Syrie et au Liban»,
Archaeologica Hispana, 14, Real Academia de Studia Phaenicio, 1-11. OLA. 15, Lovaina, pp.
la Historia. Madrid. 79-89.
TRUNDLE, M.[2004): Greek fvfercenaries. From the WEES, H. van [1998): "Greeks bearing arms. The
Late Archaic Period to Alexander. Routledge, state, the Leisure class, and the display of
Londres. weapons in archaic Greece", Archa/e Greece:
TURFA, J. M [2003): Catalogue of the Etruscan New approaches and new evidence 1Fisher, N. y
Gallery of the University af Pennsylvania Wees, H. van, eds. l. Londres, pp. 333-378
fvfuseum af Archaealagy and Anthrapology WE ES. H. van l 2000a): "The development of the
Philadelphia University Museum Publications, Hoplite Phalanx" , War and Vialence in Ancient
Filadelfia. Greece [Wees, H. van, ed. l. Duckworth,
TUSA. V. [2012): ··Le armi dei corredi tombali Londres, pp. 125-166.
delta necropoli arcaica di Mozia ··, Vicino WEES. H. van [ed.)[2000b): Warandvialencein
Oriente, XVI. pp. 131-150. Ancient Greece. Duckworth, Londres.
VASSALLO, S.[2013) : "La batalla de Himera", WEES, H. van 12004): Greek Warfare. fvtyths and
fvfercenarias en el fvfundo Antiguo, Desperta realities. Ouckworth, Londres.
Ferro Especial, IV, pp. 16-23. WHITLEY. J. [1991) : Style and Society in Dark Age
VASSALLO. S.[2014): "Un'offerta di schinieri di Greece. The Changing Fa ce ot a Pre-Literate
un mercenario inberico nella battaglia di Society 1700-700 BC . . Cambridge University
Himera del 480 a. C.... Sicilia Antica, XI. pp. Press. Cambridge.
533-540. WILSON, R. J. A. [1981-82) : "Archaeology in
VASSALLO. S. [2016): «Guerre et mort Himere: a Sicily, 1977 -1981", Archoealagical Reparts, 28,
les tombes de soldats grecs tues dans les pp. 84-105.
batailles de 480 et 409 avant notre ere>>, ZEVI, F. [1993): «La tomba del Guerriero di
Vialences de guerre, violences de masse. Une Lanuvio», Spectacles sportifs et scéniques
apprache archéalogique (Gu ilaine J. y Semelin dans le monde étrusco-itallque, EFR, 142,
J., eds.l. La Découverte, París, pp. 51-60 . Roma, pp. 409-442.
VIGG IANO, G. F .y VAN WEES, H. [2013): "The
Arms. Armor and lconography of Early
Hoplite Warfare", Men af Branze. Haplite
warfare in Ancient Greece [Kagan, D. y
Viggiano, G.F., eds.l. Princeton University
Press. pp. 57-73.
LA TUMBA OEL GUERRERO UN ENTERRAM IENTO EXCEPCIONAL EN LA MÁLAGA FENICIA OEL SIGLO VI A C.// PP 145·230. ISBN 978-84-9959-307-4
230 PARTE TERCERA LOS OBJETOS OELAJUAR FUNERARIO