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El reinado de Alfonso III entre 1217-1252 destaca por la unión definitiva de Castilla y León y
porque retoma las conquistas territoriales sobre el islam. Toma Córdoba en 1236, seguida de
Jaén en 1246 (aprovechándose de la división islámica). El golpe definitivo es la conquista de
Sevilla en 1248. La parte occidental de Andalucía [en términos medievales Andalucía es el
reino de Sevilla, el de Córdoba y el de Jaén, no incluye el de Granada] llega a ser conquistada
prácticamente en su totalidad por este monarca. Fernando III se había casado con una
princesa alemana, sobrina de Federico II, Beatriz de Suabia. Fruto de este matrimonio le
sucede en el trono castellano su hijo mayor Alfonso X.
Alfonso X destaca por su tarea legislativa: en Castilla y León había diferentes sistemas
jurídicos, por lo que ordena que se compilen y redacten las siete partidas. No consiste en una
unificación del derecho consuetudinario de Castilla y León, sino que es un código nuevo
tomando como referencia el derecho romano. Esto supone una abrupta ruptura entre esta
nueva legislación y la que todos los estratos del reino conocen, lo que genera tensiones.
El fecho de Allende será el proyecto de cruzada que consistía en llevar la conquista feudal
sobre el islam fuera de la Península Ibérica. Hubo muchas dificultades, por lo que el fecho de
Allende se queda en una anécdota: el saqueo de Salé en 1260, cuyos habitantes son vendidos
como esclavos en Andalucía. Además, destaca el fecho del imperio: Alfonso era hijo de una
princesa alemana, hecho que es utilizado por la República de Pisa para ofrecerle la corona del
Imperio en Soria. Se proclama entonces rey de romanos, emperador alemán electo no
coronado por el Papa. Necesitaba ser coronado para hacer efectivo el título, pero Pisa
realmente no tenía potestad alguna para ofrecerle la corona imperial. Además, no todos los
electores del Imperio coincidían con los intereses de Pisa.
Surgen así dos candidatos a la corona: Ricardo, duque de Cornualles (hermano del rey de
Inglaterra) y Alfonso X. Durante casi 20 años ninguno consigue convencer al Papa. El
Papado saca provecho de esta situación porque no quería un emperador fuerte y les chantajea
prácticamente. Alfonso X no para de soltar pasta al Papado para conseguir su favor, cosa que
no gusta un pelo en Castilla y León. Finalmente en 1275 renuncia a la corona imperial. El
fecho del imperio termina por tanto en fracaso rotundo. Este será también uno de los motivos
por los que su reinado termine mal.
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Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
Marina de la Plata López
El infante don Fernando (con hijos) era heredero al trono, pero muere. Se plantea aquí el
problema sucesorio: ¿reinan los hijos de Fernando de la Cerda o el infante Sancho (segundo
hijo de Alfonso X)?. El derecho establecía que le sucediera alguno de los hijos de Fernando,
al igual que las Partidas. Sin embargo, las Partidas no eran muy aceptadas en Castilla, donde
pensaban que debía suceder al rey el segundo hijo. Sancho no acepta por tanto la nueva
legislación, reclamando ser su sucesor. Termina deponiendo a su padre con el apoyo de la
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inmensa mayoría del reino. Alfonso X pierde el apoyo de la nobleza, el clero y las ciudades
porque había obligado a la nobleza y el clero a pagar impuestos provocando su ira, además de
imponer impuestos extraordinarios sobre las ciudades. Además, no había centralismo
intervencionista en los territorios, cada uno hacía lo que quería, lo que chocaba con la nueva
legislación. La única ciudad fiel es Sevilla, además de la ayuda de los benimerines de Fez.
● Sancho IV de Castilla
Con la detención del avance feudal ya no había tierras que conquistar para los nobles, lo que
genera tensión. La deposición de Alfonso X por Sancho IV supone un golpe de estado en
toda regla. Sancho IV reina solo entre 1284-1295 pero es un reinado intenso, ya que tiene que
legitimarse continuamente. Cede ante la nobleza como premio por su apoyo. Las conquistas
de Andalucía habían aumentado las riquezas de la nobleza, por lo que el rey no podía
ofrecerles prácticamente nada nuevo. Además, la nobleza siempre pide más, por lo que el rey
está en posición de desventaja. Los hijos de Fernando de la Cerda no habían renunciado a sus
derechos y habían huido a la Corona de Aragón, que los acoge para debilitar a Castilla. Ante
esto, Sancho IV se alía con Francia, enemigo de Aragón.
A la circunstancia de que su padre había sido un golpista se añade el hecho de que también se
había casado pero la unión no había sido reconocida por la Iglesia. Al no ser un matrimonio
canónico, su descendencia era ilegítima. María de Molina, regente, hace frente a la situación
salvaguardando los derechos de su hijo. A partir de 1304 se restablece la paz del reino y se
cede al reino de Valencia (de Aragón) una parte del reino de Murcia. Esto hace que Aragón
convenza a los hijos de Fernando de la Cerda de renunciar a sus derechos al trono castellano,
por lo que Aragón deja de ser un enemigo militar, contento por haber conseguido una parte
del reino de Murcia que tanto le interesaba. Fernando IV cumple la mayoría de edad y es
reconocido por la Iglesia. Sin embargo, sigue en manos de la nobleza, que en este momento
está en su punto álgido de poder.
Fernando IV fallece en 1312 dejando un niño, Alfonso XI, de solo un año. De nuevo, María
de Molina ejerce la regencia. Hay una división entre los poderes políticos del reino donde
destaca el movimiento Hermandino. Durante la minoría de edad de Alfonso XI surgen
alianzas extrañas, por lo que podemos encontrar en una misma hermandad nobles, miembros
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del clero, patriciado urbano, rural, etc. que se unen por puro interés. Estas hermandades
pueden ser efímeras para un asunto particular, o duraderas. Declaran a Alfonso XI mayor de
edad con 14 años. Este es consciente de que la lucha entre hermandades estaba minando el
poder real, por lo que en 1325 las disuelve todas. Comienza en Castilla así el autoritarismo
político, que alcanza su máximo esplendor con los Reyes Católicos y supone el antecedente
directo del absolutismo de la edad moderna.
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● La Corona de Aragón de Jaime II
Jaime II gobierna Aragón entre 1291-1327 y continúa la política de sus antecesores (Pedro III
y Alfonso III) en la que busca consolidar el poder mediterráneo de la Corona de Aragón.
Mientras su hermano era rey de Aragón él lo era de Sicilia, pero por las movidas papales que
dimos en la clase pasada renunció a la corona siciliana. Consigue que sea elegido para este
puesto su hermano Fabrique, con el visto bueno del Papa (Paz de Caltabellota). Así, la
Corona de Aragón consigue finalmente la isla de Sicilia. El Papa le concede el título de rey
de Córcega y Cerdeña con derechos de conquista (eran territorios independientes con poderes
locales bajo una especie de protectorado de Pisa y Génova, por lo que había que
conquistarlos). Las fuerzas militares catalanas se disgregan hacia el Mediteráneo oriental: los
almogáraves (mercenarios) se dirigen hacia el Imperio Bizantino entrando al servicio de los
emperadores y consiguiendo victorias frente a los turcos. Sin embargo, se producen disturbios
porque el emperador no les paga debidamente y terminan conquistando el ducado de Atenas
(que estaba en manos de nobles franceses) y el de Neopatria, que pasan a ser territorios
catalanes.
Jaime II se decide finalmente a conquistar Cerdeña. En este territorio no había unidad política
y estaba dividido en juzgados. La autoridad suprema de cada distrito era un juez, siendo el
más prestigioso el de Arborea. La expedición fundamental ocurre en 1323, desembarcando a
la vez en el sur y en el norte de la isla. La resistencia que oponen los sardos es enorme, será la
conquista más difícil de todas las que lleva a cabo en el Mediterráneo occidental la Corona de
Aragón. Tiene repercusiones importantes: Génova apoya a Aragón por su competencia con
Pisa (recordamos que Pisa tenía poder sobre Cerdeña). Sin embargo, cuando se establecen los
catalanes en Cerdeña se dan cuenta de que habían sustituido un poder (el sardo) por otro
(aragonés). Comienza así la rivalidad entre Génova y Aragón, que llega hasta el siglo XVI
cuando Génova pasa a ser un protectorado de la Monarquía Hispánica con Carlos V.
Las fuentes casi no nos informan sobre la política interior de Jaime II. En la Península, a
mediados del siglo XIV hay un brote de peste negra. La Corona de Aragón es la que más la
sufre, ya que la epidemia se expande desde el Mar Negro hacia el Mediterráneo (le pilla de
lleno, Castilla está más resguardada). Esto influye en la política y en crisis económicas.
En Castilla, Alfonso XI desarrolla durante todo su reinado una política de fortalecimiento del
poder real. Será la persona que definitivamente implante la vigencia de las 7 Partidas de su
bisabuelo Alfonso X, ya que las leyes deben abordarse en momentos en los que no haya
crisis. Esta legislación le permite intervenir en todo el reino de manera unificada. Desde que
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fortalece el poder interno puede llevar la iniciativa también en el externo. A partir de 1338, a
pesar de no se quiere involucrar en la Guerra de los Cien Años, sí retoma la política de
expansión territorial a costa del islam. Se terminan de conquistar algunas plazas fronterizas.
En la batalla del río Salado atraía a las fuerzas benimerines para tener ventaja y poder
derrotarlas. Asediando Gibraltar, fallece por la peste negra en 1350. La peste negra tiene
también como consecuencia una crisis económica, que supone una crisis de producción
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agrícola, que supone un problema para la recaudación de las rentas. Estas rentas son la base
económica de la nobleza y la Corona, por lo que desemboca en una crisis política en la que la
nobleza vuelve a revolverse frente al autoritarismo real para afianzar sus derechos.
En Castilla, el punto álgido de la Corona tiene lugar con el reinado de Pedro I “el Cruel”. Este
monarca tiene un reinado largo y lleva al extremo la política de su padre (Alfonso XI) de
autoritarismo real. Es conocido por las terribles venganzas contra la nobleza desobediente, lo
que hace que pierda el apoyo de casi todo este grupo. A cambio, tiene el apoyo de las
ciudades, ya que impone límites para los abusos de poder de la nobleza (lo que favorecía a las
ciudades). En el plano internacional, entró en guerra con el monarca de Aragón, Pedro IV “el
Ceremonioso”; guerra inútil en la que consiguió algunas plazas fronterizas como las del
Tratado de Torrellas en la provincia actual de Alicante.
Los nobles se agrupan en torno al hermanastro del rey, Enrique II, conde de Trastámara.
Alfonso XI había tenido una relación extramatrimonial de la que nacieron muchos hijos
(entre los que se encontraba Enrique). Estos no tenían aspiraciones a sustituir al rey legítimo,
pero al final también les afecta la política antinobiliaria de Pedro I. Así pues, comienzan a
concebir la idea de sustituir a Pedro I por Enrique II. Pedro I se había casado con una
princesa francesa, Blanca de Borbón. Intenta anular este matrimonio para casarse con otra, lo
que ofende a Francia, que lo abandona. La Iglesia tampoco lo ve bien y le retira su apoyo.
Inicia una alianza con Inglaterra, que también acaba abandonándole.
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Pedro IV sufre la oposición interna de los poderes del reino y dentro de su propia familia. Sus
hermanos, con señoríos, se oponen a su autoritarismo. Pedro IV busca la reintegración de
todos los territorios que habían sido conquistados por catalanes y que habían tenido que ser
cedidos: el reino de Mallorca y la isla de Sicilia. Hace esto asegurando el dominio de
Cerdeña, donde hubo revueltas: como Génova aprovecha toda ocasión posible para joder a
los catalanes, Pedro IV se alía con Venecia, enemiga de Génova. Así, el dominio de Cerdeña
se consigue de forma definitiva. Lleva a su máximo desarrollo los consulados, hechos para
favorecer sus intereses mercantiles en territorios lejanos, lo que supone una expansión
económica acompañada del sometimiento de Cerdeña y el reino de Mallorca, además del
apoyo de Sicilia.
En cuanto a Mallorca, no quería ser vasalla de los reyes de Aragón y había dado muchos
problemas, por lo que en 1349 se produce su conquista en la parte del Rosellón. Respecto a
Sicilia, había una rama dinástica menor con la presencia de Fabrique (hermano de Jaime II).
Este se da cuenta de que los franceses están amenazando el dominio sobre la isla. Por esto, se
alía con Pedro IV casando a su única hija, María de Sicilia, con el nieto del monarca
aragonés, Martín el Joven. Así, Martín el Joven une a sus derechos sobre Aragón el añadido
de Sicilia. Problema: Martín el Joven, el nieto en cuestión, muere antes que su padre, Martín
el Humano. Como este último ya era rey de Aragón, Sicilia se reintegra en la Corona. A la
muerte sin descendencia de Martín el Humano, la línea de Barcelona se extingue.
Como viene de una guerra civil tiene una posición débil, ya que hay una parte del país que no
le apoya. Su caso se complica por la cuestión de la legitimidad: era bastardo y encima llegó al
trono asesinando personalmente al rey legítimo (crimen de lesa majestad, el peor crimen
político). Debido a esto, tiene enemigos dentro del reino pero también fuera. Se intenta
legitimar con propaganda, desprestigiando a su hermanastro, Pedro I. Se dispone a continuar
la política de su padre, Alfonso XI, de autoritarismo y fortalecimiento del poder regio
castellano. Reforma las instituciones del reino, instaurando la Audiencia (posteriormente se
llamaría Real Chancillería y se dividirá en dos, una de sus sedes estando en Granada). Le da
cada vez más poder a las cortes: como había ganado con apoyo de la nobleza, estos reclaman
su recompensa y para contrarrestar su gran peso apoya a las ciudades, que tienen intereses
contrarios a la nobleza. Surge así el poder urbano como aliado fundamental de la Corona
castellana desde este reinado.
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Marina de la Plata López
Reforma también el Consejo Real, a día de hoy conocido como gobierno: son las personas
que aconsejan al monarca sobre cualquier tema. Le da mayor peso a técnicos (“burócratas”)
por encima de los nobles. Valora así la existencia de estudios (generalmente de bachiller)
antes que la de un título nobiliario. Así se asegura de que los consejos estén basados en
fundamentos de derecho en vez de en intereses de linaje. A pesar de todos estos intentos de
frenar el avance nobiliario, su reinado marca uno de los puntos más bajos en cuanto a poder
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regio de la Corona de Castilla. Realiza una serie de concesiones que darán lugar a su
sobrenombre “el de las mercedes”. Estas mercedes consisten fundamentalmente en señoríos
jurisdiccionales.
Otra cuestión importante del reinado será el antisemitismo. A los judíos se les culpa de la
peste negra en toda Europa. Se dan pogromos: ataques contra una comunidad laica en la cual
se producen asesinatos, saqueos, se provoca la huída de comunidades, etc. Algunos deudores
aprovechan para cancelar sus deudas a judíos por la cara. Además, el rey les culpa de haber
apoyado a su hermano en la guerra civil. Esto no era cierto, pero lo utiliza como excusa para
explicar todos los ataques. En la década de 1460 hay episodios recurrentes de violencia
contra la comunidad judía.
Ante este momento de debilidad, Juan de Lancaster (Inglaterra, el que hemos mencionado
antes de Gante) aprovecha. Estaba casado con Constanza de Castilla. Eduardo III de
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Inglaterra (el padre de él) proclama a su hijo, el duque de Lancaster, rey de Castilla y León.
Desembarcan en Galicia, pero por la falta de apoyo de la nobleza local acaban llegando a un
acuerdo: Catalina, hija de Juan de Lancaster y Constanza, se casará con el heredero de la
corona castellana, Enrique III (de la línea genealógica de Enrique II Trastámara). A partir de
este matrimonio se vuelven a unir las dos líneas familiares: la de Pedro I (porque Constanza
era su hija) y Enrique II, solucionándose el problema de la legitimidad de los Trastámara en
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Castilla.
Al principio lo aceptan todos pero en seguida el conde de Urgel se rebela con el apoyo
francés, que busca debilitar a Aragón. Las tropas castellanas de Fernando I son más potentes
y cuenta con el apoyo de las autoridades políticas de Aragón, por lo que la revuelta es
fácilmente aplastada. La dinastía Trastámara se instaura de esta forma en la Corona de
Aragón. Esta introducción tiene muchas consecuencias. Para la historiografía catalana, los
Trastámara son enemigos por ser castellanos; para la historiografía españolista los Trastámara
aseguran la unión entre Castilla y Aragón (plan que literalmente nadie tenía en mente en ese
momento).
El hermano de Alfonso V, Juan II, está casado con Blanca I de Navarra, lo que supone una
idea “ibérica” para algunos historiadores ya que gobernaban prácticamente todos los
territorios del territorio que hoy compone España. A partir del reinado de Juan II de Castilla,
hijo de Enrique III, se introduce una nueva modalidad de gobierno: en Castilla, los soberanos
delegan el poder político con frecuencia, apareciendo el fenómeno de los “privados” (como
los validos de la Edad Moderna). En el término estricto, era una persona privada particular a
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la que el rey le da potestad para gobernar en su nombre. En el caso de Juan II de Castilla, este
privado es Álvaro de Luna. En el caso de Enrique IV, serán Juan Pacheco, marqués de Villena
(que también había estado antes con Juan II), y Beltrán de la Cueva, duque de Alburquerque.
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de estas zonas no siempre coincidían, por lo que se daba un equilibrio de poderes muy frágil
por el cual los monarcas tienen que respetar las instituciones del territorio. El Privilegio
General consistía en que el rey juraba los fueros del reino y justo después era reconocido
como rey.
La evolución política en Castilla nos demuestra que ese supuesto autoritarismo acusado no es
cierto. Enrique IV tiene problemas para controlar a la nobleza, que lucha por mantener sus
privilegios. En cuanto Juan Pacheco deja de controlar políticamente a Juan II de Castilla,
decide apoyar a su hermano pequeño, don Alfonso. En Ávila (“la farsa de Ávila”) escenifican
la deposición del rey con un maniquí y proclaman rey al infante don Alfonso.
Enrique IV, además de tener el problema del control del reino y la nobleza, pasa a tener
también el problema de la sucesión real. La propaganda de Pacheco pone en duda la
legitimidad de su hija, la infanta Juana. Le fuerzan a que reconozca como heredera a su
hermana Isabel, la Católica. Así, las dos facciones que habían estado enfrentadas durante el
reinado de este monarca, pasan a enfrentarse en una guerra civil por la sucesión de Juana la
Beltraneja o Isabel de Castilla. Se enfrentan las tropas castellanas con las portuguesas (Juana
estaba casada con el rey de Portugal, que buscaba la unión de su reino con Castilla).
Finalmente asciende al trono Isabel.
El enfrentamiento pasa así a Aragón, con la guerra civil catalana (1462-1472) en la que se
mezclan todo tipo de intereses. Enfrentamiento del rey contra la nobleza por mantener su
poder. En las ciudades hay dos partidos: la busca (mercaderes sin poder político que quieren
este poder) y la biga (oligarquía que cuenta con poder político y quiere mantenerlo). Además,
están los payeses de remensa adscritos a la tierra, que a cambio de su apoyo al rey buscan
acabar con su precaria situación frente a la nobleza. Así, al rey le apoyan los que quieren
mejorar sus condiciones de vida: mercaderes y payeses, mientras que le enfrentan la nobleza
y oligarquía.
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El príncipe de Viana, Carlos (el de antes), muere presuntamente por orden de su padre. Los
rebeldes proclaman príncipe de Cataluña a Enrique IV de Castilla. Al poco tiempo renuncia y
el partido de Viana acude a Pedro de Portugal y Renato de Anjou para conseguir ayuda. La
guerra civil catalana se internacionaliza de esta manera. Por agotamiento, finalmente cesan
las hostilidades, Juan II se asienta en el trono y se lo transmite a su hijo Fernando II, casado
con Isabel de Castilla. En 1479 llega a su fin la guerra civil catalana y Fernando II accede al
trono aragonés.
Fernando e Isabel tienen como misión principal pacificar sus reinos, que vienen de guerras
civiles. Conquista territorial: destaca la guerra de Granada, pero también la incorporación de
las islas Canarias en 1495-1496 y el inicio de la exploración americana desde 1492. Son todas
empresas financiadas por la corona castellana (Aragón no pinta mucho). Fortalecimiento del
poder monárquico a costa de la nobleza, que pasa de controlar la corona con Enrique IV a ser
controlada con los Reyes Católicos. La nobleza pierde su poder político y desde entonces no
vuelve a decidir el destino político del estado. Crean nuevas instituciones como la Santa
Hermandad, con el objetivo de velar por el orden público (considerada la primera policía de
Europa). Aparece la figura del corregidor, funcionario real encargado del gobierno de las
ciudades que vela por el cumplimiento de las órdenes regias en su territorio.
Se crea el Consejo de Indias. Buscan también favorecer la unidad religiosa: había judíos y
decretan la conversión forzosa o destierro, marchándose 100.000 personas que además eran
particularmente productivas, por lo que supone una pérdida de capital. Además, no soluciona
nada porque muchos de los que se quedan pasan a ser judeoconversos o criptojudíos que en
su hogar siguen practicando la religión hebrea. Por otra parte, los musulmanes al principio
tenían el estatuto de mudéjares pero se acaba produciendo la revuelta mudéjar de 1501 que
desemboca en la conversión general en 1502. Tampoco sirve de nada porque en 1569 se
produce la revuelta morisca bajo el reinado de Felipe II.
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Una vez fallecida Isabel la Católica, la “reconquista” continúa en el norte de África, sobre
todo entre 1508-1510. En la Península en 1512 Fernando actúa como regente de su hija Juana
y conquista con tropas castellanas gran parte del reino de Navarra. Así culmina la unión
personal de los reinos peninsulares a excepción de Portugal. La unión territorial española bajo
un mismo monarca y reino no tendrá lugar hasta los Borbones. El nacimiento de España se
produce solo cuando hay unificación legislativa: con los Decretos de Nueva Planta de Felipe
V en 1715-1717.
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