Está en la página 1de 12

Historia Medieval-Año 2020

Dra. Andrea Mariana Navarro

JTP Historia Medieval-UNT

Clase práctica N°5

El Imperio después de Carlomagno. Fragmentación y crisis política

El período que va de la muerte de Carlomagno (814) al Tratado de Verdún (843)


conoce la división del Imperio y nos muestra qué frágil era la unidad lograda. A
continuación veremos algunos de los aspectos centrales de la fragmentación y crisis que
diferentes autores han analizado para el período.

 Un siglo de Imperio (Fernando Rodamilans Ramos). 1

El sistema político imperial se debilitó con el monarca y los grandes aristócratas


sumaron a su poder económico el derivado de su condición de señores de vasallos que les
permitió ponerse al margen o en contra del Estado. El propio sistema favorecía la debilidad
en la cúspide porque al concluir la gran expansión territorial del imperio se frenó también la
recompensa a los vasallos mediante el botín. Los monarcas carolingios se vieron obligados
a recurrir a la entrega de sus propios bienes para sostener el sistema de los beneficios. Es
decir que comenzaron a reducir el enorme patrimonio que explotaban directamente
debilitando con ello su posición a favor de los potentes del reino.

Mientras el poder regio se mantuvo fuerte, especialmente durante los reinados de


Carlomagno y su hijo Luis los condes no lograron imponerse al Estado. Esto puede
apreciarse en el hecho de que muchas de las familias condales no llegaron a establecerse

1
Arranz Guzmán, Ana y Rodamilans Ramos, Fernando, Historia de Europa (siglos V-XIII), Humanitas,
Tucumán, 2016

1
Historia Medieval-Año 2020

plenamente como linajes. Los aristócratas nombrados en las principales posesiones


territoriales y administrativas con el tiempo se transformaron en dinastías e identificaron
sus intereses con los de la región que controlaban, y no con las del Imperio. A medida que
la dinastía carolingia se fue debilitando y que las relaciones de vasallaje se fueron
institucionalizando, estos linajes se convirtieron en los protagonistas del régimen feudal.

Las luchas por el poder protagonizadas por los hijos de Luis El Piadoso explican
cómo se produjo el colapso del sistema político imperial. Los graves problemas sucesorios
y la solución que los descendientes de Carlomagno dieron a los mismos marcaron el final
de los carolingios, pero la clave para entender la disgregación del Imperio hay que buscarla
en la propia falta de cohesión de aquél Estado. Entre ellos: la diversidad cultural y étnica de
los territorios, apenas compensada por una débil noción de Imperio, conquistado y
mantenido además en muchos casos por la fuerza de las armas; la oposición de los señores
regionales al poder imperial, el auge del vasallaje y las luchas de poder entre estos mismos
señores que desarrollaron una política cada vez más localista y menos estatal. A estos
condicionantes internos habría que añadir un factor externo tan desestabilizador como lo
fueron las segundas invasiones.

 Los factores de disgregación (Jan Dhont)2

Hubo una negativa cada vez más difundida a prestar servicio militar. La obligación
de prestar servicio de armas constituía la fuente principal de insatisfacción en el Imperio.
Al servicio militar estaba sujeto, en principio, cualquier hombre libre. Todo aquél que debía
equiparse para la guerra tenía que procurárselo él mismo a sus propias expensas y no
recibía soldada alguna. De ahí que para el individuo obligado a la guerra resultara una
pesada carga. La organización de continuas campañas tenía destructivas consecuencias.
Una carga semejante era soportable para un gran terrateniente que podía confiar sus
dominios a sus administradores y a la masa de esclavos. Pero el efecto sobre colonos y
pequeños propietarios era otro. Un hombre de escasos medios, obligado a abandonar su
campo se veía en la ruina.

2
Dhont, Jan, La Alta Edad Media, Historia Universal Siglo XXI, España, 1989 (XVII edición)

2
Historia Medieval-Año 2020

La situación obligó a suavizar el servicio militar, no abarcaba a la totalidad de los


hombres libres sino que quedaba reservado a quienes poseían cuatro o cinco granjas. Los
que no alcanzaban dichas cifras se reunían en grupos y enviaban armado a la lucha a uno de
ellos. De las capitulares se desprende los métodos para evadir el servicio de armas: ingresar
a una orden monástica o renunciar a su condición de libre para no convertirse en soldado.
Lo que demuestra que la estructura militar del Imperio carolingio era insoportable y que los
especialmente perjudicados eran los hombres libres sin fortuna. Hubo también exentos, los
condes tenían competencia para dispensar del servicio militar, esa decisión fue una vía para
apropiarse de las tierras de los que iban a la guerra.

La multiplicidad de grupos étnicos como factor de descomposición

Un elemento importante perjudicial para la unidad del imperio carolingio radicaba en


la diversidad de pueblos instalados en el interior de las fronteras imperiales. Una y otra vez
se veían obligados a vencer y someter a las poblaciones no francas. Por ejemplo Aquitania,
aún bajo Carlos el Calvo después de 838 aspiraba a la independencia. Por otro lado los
principados territoriales se constituían en torno a la unidad estructural y casi siempre
también étnica, de las respectivas regiones.

Un patriotismo unitario y fiel a la dinastía apenas podía desarrollarse fuera de un


círculo muy limitado que englobase a la corte y al alto clero. Este grupo numéricamente
escaso de partidarios de un estado imperial unitario se disolvió en partidos e
individualidades que lucharon entre sí. Los carolingios apenas podían oponer a la
diversidad étnica y nacional de sus súbditos un elemento unificador de carácter espiritual.
Si prescindimos de la Iglesia los carolingios sólo disponían de otro medio para mantener la
cohesión de los pueblos de su territorio: una administración gestionada casi
exclusivamente en sus niveles superiores por francos. Condes y marqueses pertenecían casi
en su totalidad a la estirpe franca.

Las grandes familias condales. Una amenaza para el Estado

3
Historia Medieval-Año 2020

El poder concreto de la dinastía se diluyó cuando los príncipes carolingios


comenzaron a luchar entre sí por el predominio. Esto condujo al fraccionamiento del
Imperio. Los reyes se preocuparon por crear una administración eficiente y lograr que un
cuerpo estable de funcionarios mantuviera el contacto entre el soberano y los súbditos más
alejados de él territorialmente. El rey se esforzó en desarmar a sus oponentes y en
vincular a las grandes familias al trono, interesándolas mediante la concesión de riquezas y
dignidades. Esto significaba que la dinastía habría siempre de disponer de grandes reservas
de terreno para mantener el propio poder y comprar la fidelidad de las grandes familias
mediante la concesión de propiedades territoriales. Aquí encontramos la explicación del
carácter belicoso de la monarquía de la temprana Edad Media, porque el monarca debía
encontrar, fuera de sus fronteras, e incluso lejos de ellas, las tierras sin las que la monarquía
perdería el fundamento indispensable de su poder.

Las conspiraciones y medidas contra el soberano fueron apoyadas por una parte
considerable de la aristocracia, aunque pudieron ser aplastadas el declive de la casa real se
inició con Luis el Piadoso

La estructura administrativa

El vasallaje continuó extendiéndose. En un principio los soberanos sólo hicieron uso


de él con la finalidad de lograr la vinculación de la aristocracia. Pero conforme avanzaba el
siglo IX las formas de expresión del vasallaje tuvieron más alcance. En primer lugar, el
número de vasallos aumentó. Muchos libres se encomendaron a los aristócratas, se
convirtieron en sus vasallos para obtener ventajas materiales (beneficium) o para lograr un
protector contra la arbitrariedad de los funcionarios públicos, o incluso por estar
coaccionado por el aristócrata al que se entregaban. A esto se añadía que los propios
soberanos incitaban sistemáticamente a sus súbditos libres a entrar en el vasallaje de la
aristocracia carolingia. ¿Cómo entender que el monarca promovía un proceso a través del
cual los individuos libres, dependientes hasta entonces de él se convirtieran en simples
súbditos indirectos suyos?, dado que el vasallaje significaba la intromisión de un poderoso
eslabón intermedio, por el cual el aristócrata se transformaba en el verdadero señor del

4
Historia Medieval-Año 2020

vasallo. Se trataba de lo que podría considerarse de una tendencia hacia la


descentralización, y en lo esencial perseguía entregar la responsabilidad de la organización
local a las autoridades regionales. El ejemplo más claro es la institución de las inmunidades
que se extendió y desarrolló en el Imperio Carolingio. En un dominio que gozase de
inmunidad no podían penetrar los funcionarios estatales (ni en general los condes), lo que
producía como consecuencia que estos dominios y sus habitantes no resultasen afectados
por los derechos soberanos del estado en cuanto a tributación, servicio militar y
administración de justicia. El señor al que se concedía la inmunidad era el único
responsable de mantener el orden en sus tierras. Este sistema fue perfeccionado por
Carlomagno que impuso al beneficiario de la inmunidad la obligación de designar un
procurador con plenos poderes. A este personaje le estaba asignado el desempeño de todas
las funciones que habían sido sustraídas al conde en virtud del derecho de inmunidad.

En modo alguno debe creerse que las instituciones surgidas al descentralizar


interrumpieron la relación entre los súbditos y el monarca. Los hombres libres, pese a su
condición de vasallos, estaban vinculados al soberano por un juramento personal de
fidelidad.

La disolución del poder central

El fundamento material del poder de la dinastía carolingia era la propiedad territorial.


Clara muestra de ello es que tan pronto como encontraba una cierta resistencia y oposición
en sus territorios, podía obtener mediante la concesión de propiedades inmobiliarias las
fuerzas militares para sofocar el levantamiento. Tras la muerte de Carlomagno el
patrimonio territorial disminuyó a ritmo acelerado.

Una propiedad territorial cedida en gran parte a terceras personas (a los vasallos) en
usufructo revocable, había forzosamente de perder, cuantitativa y cualitativamente parte de
su valor. La pérdida cualitativa resultaba de que el vasallo consciente de ser sólo
temporalmente poseedor de la propiedad territorial de la corona, perseguía extraer del suelo
lo máximo posible, se aprovechaba del bien o se apropiaba para sus propias tierras
hereditarias de los recursos agrícolas que hubiesen debido redundar en provecho del

5
Historia Medieval-Año 2020

dominio real. Las pérdidas cuantitativas eran el resultado de la actitud asumida frente al
estado por el poseedor del feudo. Ningún funcionario estaba interesado en trazar una clara
línea divisoria entre su propiedad personal y las tierras cuyo usufructo le había sido
transmitida por la corona.

El emperador Luis el Piadoso deseaba restituir a la iglesia las tierras de las que había
sido privada por los carolingios, pero también devolvió a la aristocracia de los países
conquistados por su padre las tierras confiscadas y reintrodujo la costumbre ya en desuso
de asignar a los vasallos, no ya un beneficium, es decir tierras en usufructo temporal, sino la
plena propiedad de las mismas.

La decadencia adoptó formas más graves cuando Luis el Piadoso y sus hijos, y
después también sus sucesores comenzaron a competir en recompensar con dominios a
aquellos que se habían mostrado dispuestos a ayudarlos militarmente en las luchas por el
dominio del Imperio. En el curso de estas luchas por el poder la propiedad pública fue
distribuida y aproximadamente en el 880 casi todo había sido dilapidado. Hacia la misma
época los beneficia, que originalmente no suponían más que un usufructo de cierto tiempo,
se habían convertido en propiedad hereditaria del poseedor. La propiedad inmueble iba a
las manos de la aristocracia. Las tierras sobre las que se basaba el poder de los carolingios
pasaron a las grandes familias fortaleciéndolas.

Con la pérdida de la propiedad territorial la dinastía perdió también sus posibilidades


de intervención en otros campos, sobre todo en el administrativo. La dignidad de conde, por
ejemplo, había sido dotada por el poder central con amplias competencias. En el condado
tendía a gobernar más en base a sus propias concepciones e intereses que como auténtico
representante del soberano. La extensión del territorio estatal y las deficiencias de los
medios de comunicación favorecían la independencia de la autoridad local a expensas del
poder central. Peligrosa era la eventual sucesión hereditaria en el cargo de conde. Resultó
difícil a los carolingios desproveer a los condes de su jurisdicción en el territorio asignado.
En el reinado de Carlos el Calvo el número de conflictos entre el soberano y los condes
aumentó. Con rapidez al menos en el oeste del Rin se impuso que los hijos de los condes
llegaran a ser sus sucesores en el cargo. A partir de entonces el conde ya no fue

6
Historia Medieval-Año 2020

representante del soberano, sino que se hizo más independiente. Este cambio se produjo en
el último cuarto del siglo IX.

También se produjo una divergencia entre la obligación de fidelidad del vasallo y su


propio interés económico que le impulsaba a tratar de transformar el beneficium en una
propiedad de pleno derecho. Este proceso acarreaba una progresiva disminución del
derecho del rey de revocar el beneficium concedido. Por ejemplo, en el Concilio de
Coulaines del año 843 se decidió que esta revocación no habría de producirse sin un serio
motivo. Se difundió en la parte occidental de Imperio la costumbre de convertir la
concesión del beneficium en un derecho irrevocable en vida del favorecido y muy pronto se
consideró como hereditaria.

En las guerras entre los hijos de Luis el Piadoso los príncipes combatientes se vieron
necesitados del apoyo de sus vasallos. Una concesión seguía a la otra, ello significaba que
la obligación de fidelidad pasaba a ser accesoria para el vasallo.

La asignación a los grandes señores de funciones administrativas y la concesión de


muchos beneficios se operó de manera tal que se evitaba la coherencia regional. Cada vez
ciertas familias poderosas comenzaron a elegir como sede o como esfera de influencia
personal ciertas regiones o los distintos condados. Un fenómeno característico del aumento
del poder de la aristocracia fue la acumulación de varios condados en manos de una sola
persona. Auténticas dinastías procedieron a unir sus condados en un bloque común, sus
poseedores comenzaron a comportarse como soberanos independientes en un momento en
que la monarquía se debilitaba progresivamente. Esto se puso de relieve después de la
muerte de Carlos el Calvo.

Los principados territoriales surgieron de una base étnica o nacional (por ejemplo en
Baviera, Aquitania y Borgoña), cuando muchas familias convertidas en dinastías
concentraron poder en una región unitaria étnica y geográfica llegando a abarcar cierto
número de condados. A menudo surgieron estos principados de la lucha entre familias.
Tanto en Francia como en Alemania surgieron principados territoriales. En Alemania lo
eran Sajonia, Baviera, Franconia, y Suavia; en Francia Borgoña, Aquitania, Gotia, la región
de Tolosa, la Marca Hispánica, Normandía, el condado de Flandes y la marca Bretona.

7
Historia Medieval-Año 2020

Todos estos principados territoriales reconocían la soberanía de los monarcas, pero desde el
punto de vista político se sustraían de hecho a la intervención del rey.

El Imperio con Luis el Piadoso

La muerte prematura de sus hermanos permitió a Luis el Piadoso (814-840) mantener


un imperio plenamente unificado: Luis se había coronado emperador a instancias de su
padre en Aquisgrán (813), en presencia de Carlomagno y de los principales abades, obispos
y condes del reino. Sin embargo decidió ser ungido y coronado de nuevo por el papa
Esteban IV aprovechando la visita del pontífice a Francia. Esta segunda coronación que
tuvo lugar en Reims en 616 ratificó el papel principal del papado en la consagración de los
emperadores. A pesar de que este acto desplazaba el control teórico de los carolingios sobre
el Imperio, la idea imperial se reforzó durante el reinado de Luis el Piadoso, y en la práctica
el papado se convirtió en un protectorado franco.

La unidad imperial se vinculó a la idea de indisolubilidad de la cristiandad, de forma


que el propio imperio se concibió como una república christiana. De ahí que durante el
gobierno de Luis el Piadoso la iglesia franca experimentase un gran avance. Los
eclesiásticos se beneficiaron de un extraordinario incremento del poder y entre ellos
destacaron dos figuras: Benito de Aniano y Agobardo de Lyon. Defendieron y extendieron
el programa ideológico desarrollado en tiempos de Carlomagno y las capitulares
promulgadas bajo su influencia buscaron reforzar el poder imperial y aumentar el control
sobre los condes.

La organización territorial del Imperio sufrió una profunda transformación como


consecuencia de la Ordinatio Imperii promulgada en Aquisgrán en 817 por la que Luis
organizaba su sucesión repartiendo el territorio imperial entre sus tres hijos. La Ordinatio
implicaba un refuerzo extraordinario de la autoridad imperial, pues no se trató de una
división equitativa. Los hermanos menores, Pipino y Luis, recibieron respectivamente
Aquitania y Baviera, mientras que al primogénito Lotario le correspondía el resto del
territorio imperial. Lotario fue investido de inmediato como co-emperador, y fue coronado
y ungido en Roma en 823 por el papa Pascual I. En definitiva Luis el Piadoso pretendió

8
Historia Medieval-Año 2020

asegurar la unidad imperial en su hijo Lotario, a quien se le concedió el máximo poder


territorial para asegurar este empeño. Por otro lado, la aparente prematuridad de la
Ordinatio responde a una situación política concreta: Bernardo, hijo de Pipino de Italia,
había sucedido a su padre en el trono lombardo, y al parecer se rebeló contra el poder
imperial en 817. Su tío, Luis el Piadoso forzó la rendición y ordenó cegar a Bernardo,
dejando así el camino expedito al reparto territorial previsto.

Finalmente, el nacimiento del futuro heredero, hijo de Luis y Judith hija del conde
Welf I de Aldorf (en Baviera), el futuro Carlos II el Calvo obligó a recomponer el reparto
previo de la Ordinatio, y ello marcó el inicio de una rebelión de los otros tres hermanos
contra su padre (829).

Así pues, el reparto de 817 daba un poder extraordinario a Lotario, quien sin embargo
terminó usándolo contra su padre, al mismo tiempo sembró entre sus hermanos
resentimiento por su desventajosa herencia, que empeoró con la irrupción política de la
facción que apoyaba los derechos de Carlos el Calvo; finalmente los condes y poderosos
regionales tomaron partido en defensa de los derechos de uno u otro heredero, colaborando
así en la disgregación definitiva del Imperio.

En 828 el emperador depuso de su cargo a dos condes aquitanos que habían llegado
tarde a socorrer al conde Bernardo de Barcelona contra las tropas del emir de Córdoba, y
premió al conde barcelonés con el cargo de camerarius de Palacio. Esto alimentó las
rivalidades entre los condes y provocó un estallido de violencia entre facciones. Pipino de
Aquitania se lanzó contra las tropas de su padre y apresó a la emperatriz Judith que fue
enviada a la reclusión de un monasterio. Lotario y Luis el Germánico se unieron al golpe de
Estado contra su padre, al que lograron capturar. Apoyado por el arzobispo Ebbo de Reims
y por el pontífice de Roma, Lotario forzó una ceremonia de penitencia pública y abdicación
del trono de Lis el Piadoso y se proclamó emperador (833). Sin embargo este golpe de
estado provocó la desafección de sus dos hermanos menores, Pipino y Luis el Germánico,
quienes decidieron reinstaurar a su padre en el trono (834).

Hubo una década de anarquía en el territorio imperial. En 839 murió Pipino en


Aquitania y la facción de Judith de Baviera logró que Carlos el Calvo recibiera aquel reino.

9
Historia Medieval-Año 2020

En 840 falleció Luis el Piadoso, pero las luchas intestinas estaban lejos de concluir, esta vez
enfrentando a Carlos y Luis el Germánico contra Lotario que reclamó su posición de
emperador invocando lo sancionado en la Ordinatio. Sus hermanos lo vencieron en batalla
(841) y tras dos años de negociaciones forzaron el acuerdo de reparto territorial conocido
como Tratado de Verdún. El territorio del Imperio Carolingio quedó dividido en tres partes
de similar extensión: la Francia Orientalis fue para Luis el Germánico, la Francia
Occidentalis para Carlos el Calvo, y una franja diagonal de territorios que se extendían
desde el mar del Norte hasta el centro de Italia fue para Lotario, quien conservó el título
imperial. Tras los repartos y mientras vivió el emperador Lotario comenzó un período
conocido como confraternitas (843-855) con reuniones periódicas de los tres hermanos
buscando apoyo mutuo frente a la presión de señores regionales. Sin embargo se produjeron
conspiraciones cruzadas entre ellos.

Fueron más bien las contingencias en la sucesión del reino lo que habría de marcar su
destino histórico, en especial la división del mismo por parte de Lotario entre sus hijos
Luis II, Carlos y Lotario II; las nefastas relaciones entre los hermanos de esta nueva
generación, y el hecho de que ninguno de los tres tuvo descendencia masculina. Ello dejó
el camino expedito para las sucesivas anexiones por parte del Luis el Germánico y Carlos
el calvo. Lotario II había heredado el territorio del norte de Frisia y el Jura, que se
denominó Lotaringia (Lorena) y a su muerte sus tíos se dividieron el reino por el Tratado
de Meersen (870) germen de los futuros estados alemán y francés. Luis II había recibido la
Italia septentrional y el título de emperador, estuvo condicionado por la amenaza de
sarracenos y luchas intestinas en Benevento. Carlos, el hijo menor de Lotario I, rey de
Provenza y Borgoña logró repeler los intentos de anexión por parte de su tío Carlos el
Calvo, tras su muerte (863) su reino pasó a manos de su hermano Luis II.

El emperador Luis II sólo tuvo descendencia femenina, por lo cual nombró sucesor en
Italia a su primo Carlos II de Baviera, hijo de Luis el germánico. No obstante Carlos el
Calvo se adelantó con sus tropas reclamando el trono de Italia y el título imperial. El papel
del papa Juan VIII como árbitro de la política internacional fue decisivo para que Carlos
fuera proclamado emperador (875) en Roma. Después de su muerte en 877 el Imperio
permaneció vacante hasta el 881. De los tres hijos de Luis el Germánico sólo uno, Carlos el

10
Historia Medieval-Año 2020

Gordo, consiguió unificar la Francia oriental y hacerse reconocer rey por la Francia
occidental por parte de los grandes. A instancias del papa fue coronado emperador en el
885 pues había reconstruido la unidad territorial del Imperio. Abdicó en 888 y murió en
medio de la anarquía general. El título imperial pasó de mano en mano, apenas significaba
más que un título de rey, desvalorizado por la proliferación de reinos.

En definitiva, la unidad siempre estuvo condicionada por el principio de división


territorial entre sus herederos. Esta concepción del poder como prerrogativa privada de la
herencia del pasado merovingio fue una de las causas de la desintegración de la autoridad
central. A esta crisis contribuyeron los problemas militares en los diversos reinos, las
fuerzas centrífugas de la aristocracia y las presiones externas (las segundas invasiones). La
nobleza, encargada de los condados acumuló poder económico y social convirtiendo a los
cargos en hereditarios y formando dinastías locales, verdaderas autoridades de los
territorios.

El siglo IX fue también para Europa una centuria de constantes peligros debido a las
denominadas segundas invasiones. En la Europa central y en los territorios recorridos por el
Danubio tuvieron la presencia de húngaros, nómadas llegados de las estepas de Asia; en
Europa del norte el problema fueron los pueblos escandinavos, los normandos asolaron las
fronteras septentrionales del Imperio carolingio y las islas británicas. Europa occidental
estuvo jaqueada por el avance musulmán por los territorios de la Galia, sur de Italia y la
península ibérica. Las invasiones tuvieron efectos suplementarios: crearon la división e
hicieron renacer fenómenos de defensa local. Así la reaparición de los principados
territoriales no se debió solamente a las ambiciones de la aristocracia, las necesidades
militares también jugaron un papel importante

Finalmente, la concepción laica de imperio de Carlomagno había desaparecido. Bajo


la influencia de los clérigos, ya Lotario I había sido coronado emperador en Roma en el
823 por el papa Pascual I, a diferencia de su padre que había sido coronado en Aquisgrán.
Después del 843 la consagración y la coronación estuvieron cada vez más ligadas, y en
adelante se iban a producir en Italia y de manos del papa. En el 850 Luis II fue consagrado
y coronado por el papa Juan IV, sin aclamación de los grandes ni del ejército. En el 875
Juan VIII consagró a Carlos el Calvo, lo coronó y lo hizo prestar juramento de que sería

11
Historia Medieval-Año 2020

defensor de la Iglesia. Lo mismo ocurrió con Carlos el Gordo. Así el papado hizo triunfar
su concepción de un imperio Romano, y no ya franco, otorgado por el vicario de San Pedro
en la ciudad eterna. La idea imperial se había convertido en una prerrogativa de los papas. 3

***

Fecha de entrega viernes 19 de junio de 2020

3
Rouche, Michel, “ ¿Monarquías bárbaras, imperio cristiano o principados independientes?”, en Robert
Fossier, La Edad Media, T I, Crítica, Barcelona, 1989

12

También podría gustarte