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Gracias

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Camassia Cove es un pueblo del norte de Washington creado para
ser el hogar de unas apasionantes historias de amor. Cada novela que
tiene lugar aquí es independiente, a excepción de las secuelas y las
series dentro del universo de CC, y varían en género y emparejamiento.
Lo que todas tienen en común es el pueblo en el que viven. Algunos son
amigos y familiares. Otros son completos desconocidos. Algunos tienen
orígenes muy diferentes. Algunos crecieron juntos. Es un mundo
pequeño, y muchos personajes se cruzarán y harán una o dos visitas en
varios libros: es la forma que tiene Cara de ofrecer a los lectores un
vistazo al futuro de sus personajes favoritos. A quién quiere engañar;
son personajes de los que es incapaz de despedirse. Pero, de nuevo,
cada novela se sostiene por sí misma, y se evitarán los spoilers en la
medida de lo posible.

Played es el cuarto libro de la serie Auctioned, que tiene lugar en el


universo de Camassia Cove, y los cinco libros se centran en Gray y
Darius. No es necesario leer las novelas anteriores de Camassia para
disfrutar al máximo de ésta, pero si te interesa estar al tanto de los
personajes secundarios, el pueblo, la línea de tiempo y las futuras
novelas, visita el sitio propio de Camassia Cove en
www.camassiacove.com.
Una última misión. Una última operación, y lo que estaba en juego
nunca había sido tan importante. A decir verdad, Darius estaba
agotado. No quería que su pasado se mezclara con la vida que estaba
construyendo con Gray y los niños, pero no tenía otra opción.

Se enfrentaban a su mayor amenaza, y para tener una oportunidad,


Darius tenía que volver a ser el hombre que había sido. Tuvo que dejar
de lado la paternidad y el amor y ser el gruñón, el contratista privado, el
soldado que se adentraba en las líneas enemigas.

Era el momento de reunir a las tropas. Con Gray a su lado, Darius


cobró el último de sus favores y reunió un equipo que, con suerte, les
ayudaría a poner fin a este año caótico. El desierto los esperaba. Otra
vez. Y también Las Vegas.

El problema, ¿Las Vegas...?

Justo cuando pensaba que sabía cómo jugar el juego, el destino se la


jugó.
ñ

ó . í

.
Bien, ya se había demorado lo suficiente. El cacareo en el exterior se
hizo más fuerte, y sólo era cuestión de media hora antes que Gray se
despertara.

Darius respiró hondo, besó el cuello de Gray, luego se arrastró fuera


de la cama y se puso los jeans. De camino al baño de abajo, cogió una
camiseta y encima una camisa de franela.

Giró los hombros, bostezó y reinició lentamente su cerebro mientras


hacía lo suyo y se lavaba. Un nuevo día. Un gran día, además. Tenían
mucho que hacer.

En la cocina, encendió el horno y revisó el pan en la isla. Los dos


panes habían subido durante la noche y estaban listos para ser
horneados.

Se tomó un minuto para apreciar la más reciente adquisición de la


cocina, una estrecha estufa de leña con dos quemadores que estaba
justo al lado de su estufa de gas regular.

Gray quería un microondas...

Darius había ganado este asalto, pero planeaba regalarle al cabeza


de chorlito un microondas para su cumpleaños dentro de unos meses.
Por ahora, se empapó de su victoria y encendió un fuego en la estufa de
leña. Porque absolutamente nada podía superar el hecho de desayunar
con su familia y beber café hecho en esa cosa. La estufa era un paso
más hacia la autosuficiencia. Funcionaría si se iba la luz, y ése era el
objetivo, ¿no? La vida debía seguir como siempre aunque el resto del
mundo estallara en el caos.

Después de colocar los panes en el horno normal, Darius cruzó el


área de la sala de estar y metió los pies en sus botas en la entrada. Oyó
el repiqueteo de los pies rápidos en el piso de arriba y sonrió para sí
mismo. La primera bocanada de aire fresco le llenó los pulmones en
cuanto salió al porche, y estiró los brazos sobre la cabeza y dejó que la
mañana invadiera sus sentidos. El sol salía entre los árboles. Un manto
de niebla descansaba en el suelo del bosque. Los pájaros piaban. El
agua del arroyo corría y gorjeaba.

Cada mañana hacía más frío. El verano se acercaba a su fin, y


pronto dejarían de comer en el porche. Durante el cómico y breve
momento en que sólo estaban Darius y Gray en la cabaña, comer frente
al televisor había funcionado bien. Pero ahora tenían dos bocas más
que alimentar, y los niños merecían una mesa adecuada para cenar.

Habían dado prioridad a los muebles resistentes para el porche,


porque, lloviera o hiciera sol, éste era el lugar para comer en verano.
Darius había exigido un techo amplio por una razón. Desde aquí, podía
ver la mayor parte de su propiedad. Aquí se sentaba por las tardes con
su última taza de café del día, miraba sus tierras y planeaba las tareas
y proyectos futuros.

Era una larga lista, a pesar que ya habían llegado lejos.

A la lista se habían añadido recientemente una mesa de comedor y


cuatro sillas, que encajarían bien en el espacio vacío entre la cocina y el
salón, y, al oír el crujido de la puerta tras él, añadió una cosa más.
Había que engrasar las bisagras.

Miró hacia atrás justo cuando Jayden salía, vistiendo sólo


pantalones de pijama, botas y el sombrero de vaquero que le había
regalado papá.

Sonrió con sueño.

—Casi se me olvida el sombrero.

Darius le devolvió la sonrisa.

—Te gusta mucho esa cosa, ¿no? —Era lindo, tenía que admitirlo.

Jayden asintió y bajó los escalones, aterrizando en el césped con


ambos pies.

—Es genial.

Darius lo siguió, y los dos se encaminaron hacia la parte trasera de


la propiedad. Detrás de la cabaña de invitados, contra la pared de la
montaña, justo al lado del comienzo del arroyo que brotaba de la ladera
del acantilado, habían montado su nuevo gallinero.

Recoger las provisiones del día por la mañana se había convertido en


una de las tareas favoritas de Darius desde que Jayden empezó a
acompañarlo.

El niño cogió la cesta que colgaba de un gancho justo en el exterior y


abrió la puerta de red del gallinero. La primera semana le había dado
un poco de miedo el gallo, pero había aprendido que el mejor truco era
ignorar al ave y no darle demasiada distancia. De lo contrario, el gallo
podía volverse arrogante.
El padre de Darius había abandonado la vida agrícola en la que
había nacido para alistarse en el ejército, y hasta el día de hoy afirmaba
que odiaba todo lo que tuviera que ver con la agricultura. Sin embargo,
últimamente había conducido hasta aquí varias veces a la semana para
compartir consejos profesionales y “echar un vistazo”.

Darius supuso que su viejo encontraba la paz aquí. Después de todo,


la vida en la granja podía ser encantadora si no tenías que mover un
dedo.

Jayden observó a Darius recoger un par de huevos y luego preguntó:

—¿Por qué golpeas la cáscara?

—Para ver si es lo suficientemente fuerte. —Darius deslizó una mano


bajo una de las gallinas y cogió otro huevo—. Ven aquí. —Se agachó un
poco y acercó el huevo al oído de Jayden—. Una cáscara fuerte suena
así. —La golpeó ligeramente—. Y no se rompe. ¿Ves? No queremos
cáscaras débiles. Eso significa que las gallinas podrían no estar
recibiendo suficiente calcio, y las bacterias se propagan más fácilmente.

Jayden asintió pensativo.

Su voluntad y su afán de aprender habían convertido a Darius en un


completo enamorado de la paternidad. Lo que antes era un tema para
burlarse, y después de décadas de jurar que tener hijos y establecerse
nunca sería para él, ya no había vuelta atrás. Dos niños, a su manera,
habían atraído a Darius más allá de su comprensión.

Luego estaba Gray...

Cristo.

—¡Uf! —Jayden retiró rápidamente sus manos cuando una gallina se


puso agresiva.

Darius entrecerró los ojos ante el ave. Ella había hecho lo mismo
ayer y el día anterior.

—Creo que la dejaremos en paz. Tal vez quiera empollar.

Jayden se animó al oír eso y siguió a Darius fuera del gallinero.

—¿Significa eso que tendrá un bebé?

—Claro que sí. —Darius cerró y aceptó la cesta del chico. Otro niño
se pondría extasiado si hubiera algún pollito pronto: Justin. El libro que
Gray le estaba leyendo antes de dormir tenía pollitos. No como
alimento.
Ese sería un día divertido, reflexionó Darius con ironía. Criar pollos
era algo más que acurrucarse con pelusas amarillas. ¿Cómo
reaccionaría Justin si el pollito muriera al nacer?

El tiempo lo diría.

Caminaron hasta el pequeño puente y cruzaron el arroyo, y Darius


resopló para sí mismo cuando la pista de hockey apareció en su cabeza.
Era lo que Gray llamaba la propiedad, porque combinada, tenía el
tamaño de una pista de hockey, dividida en dos por el arroyo. Malditos
jugadores de hockey. Gray decía: “Sí, está al otro lado de la pista” o
“¿Estás construyendo eso en la pista o fuera?” Y algunos términos se
quedaron, evidentemente.

Darius también poseía un buen trozo de bosque aquí, pero sólo eran
terrenos de caza. No tenían planes de expandirse fuera del arroyo.
Excepto por un garaje. Darius quería un garaje en algún momento,
porque ahora mismo, su camión y el Wagoneer estaban aparcados en el
fondo de la propiedad, y la savia de los árboles era una puta mierda
para limpiar.

Estaba en la lista.

—¿Qué estamos recogiendo? —preguntó Jayden.

Darius escaneó su pequeño campo y recordó que Gray iba a hacer


patatas fritas desde cero para la barbacoa de hoy.

—Puede que quieras coger otra cesta de la casa. Necesitaremos


muchas patatas.

Las patatas eran lo único que les sobraba. Con todo lo que habían
tenido que preparar esta pasada primavera, desde el invernadero hasta
la preparación de la cabaña de invitados, sólo habían tenido tiempo
para cultivar la mitad de las cosechas para las que tenían espacio.
Abundaban las patatas, las zanahorias y las judías verdes, y además
tenían algunas otras verduras en el invernadero, aunque no tantas
como las que planeaba cultivar Darius para el próximo año.

Mientras Jayden regresaba a la cabaña, Darius se dirigió al


invernadero, donde recogió algunos tomates, hierbas, coles y lechuga.
Esta última no crecía tan bien como había pensado. Gray le había
advertido que la lechuga debía estar en el suelo, y tal vez el cabeza de
chorlito tenía razón.

Era una curva de aprendizaje para construir su propia sección de


productos.
Al menos habían acertado con los tomates y las bayas. Junto a la
pared de la montaña crecían todo tipo de productos. Moras, fresas,
frambuesas y también ruibarbo.

Estarían mejor preparados el próximo año. Darius todavía tenía


mucho que leer en lo que respecta a los cultivos y poder evitar comprar
mierdas como la tierra y la nutrición de las plantas. Hacía sólo un par
de meses que había terminado de construir su abono, y la semana
pasada se enteró que las cáscaras de huevo molidas eran buenas para
mezclar con la tierra. ¿Quién coño lo iba a pensar?

Unos veinte minutos más tarde, Darius y Jayden habían terminado


por la mañana, y volvieron a entrar con sus hallazgos. Para entonces,
Gray estaba junto a la estufa, y Justin estaba viendo dibujos animados.

La cabaña olía a pan recién horneado, mantequilla dorada y café.

—¡Buenos días! ¡Estamos de vuelta! —Jayden se quitó las botas,


colgó su sombrero de vaquero y corrió para entregarle a Gray la cesta
con huevos y verduras.

—Buenos días, amigo. —Gray sonrió y peinó con sus dedos el pelo de
Jayden—. ¿Estás emocionado por lo de hoy?

—Sí, no puedo esperar a ver el pastel. —Los ojos de Jayden se


iluminaron con anticipación.

Darius se rio y puso las patatas en la isla de la cocina. Era lo único


que habían escuchado esta semana. El chico había visitado la pastelería
de Elise una sola vez y casi se le habían salido los ojos. Y cuando ella se
había ofrecido a hacer su tarta de cumpleaños, Darius estaba bastante
seguro que el chico se había enamorado. Ahora, cada vez que la
hermana de Darius pasaba por aquí, Jayden era el primero en
saludarla.

—Vale, otra vez demasiada gente en mi cocina —anunció Gray.


Luego se acercó sigilosamente a Darius y le robó un rápido beso—.
Buenos días, cariño. Ustedes dos vayan a lavarse y esperen fuera.
Justin y yo traeremos el desayuno en diez minutos.

Justin se levantó del sofá con un bostezo.

—Tengo hambre.

Darius no tuvo ningún problema en obedecer la orden de Gray, así


que guio a Jayden hacia el baño.

Su rutina matutina tenía un lugar sólido en el corazón de Darius.


Después de lavarse, se metió en la cocina rápidamente para coger un
palillo, y luego salió con Jayden. Dejar su adicción a la nicotina fue
duro, pero ahora sólo fumaba dos veces al día, y Gray le expresaba su
agradecimiento en el dormitorio. En otras palabras, Darius no podía
quejarse, y masticar un palillo evitaba que se volviera loco.

—Buen trabajo esta mañana, pequeño. —Se sentó en su silla con un


suspiro de satisfacción.

Jayden sonrió tímidamente y tomó asiento junto a Darius.

—Me gusta hacer esas cosas.

—A mí también. —No podía expresar con palabras cuánto. Este


había sido su plan durante años y años, aunque sin ninguna compañía
de por medio. Se suponía que iba a estar aquí solo. En su día, los
sueños de soledad y trabajo en la granja le habían dado paz. Había
trabajado duro para cortar los hilos de la sociedad, uno por uno. Ahora
no podía imaginar un día sin Gray, Jayden y Justin. Trabajaban juntos
como un equipo, como un escuadrón.

Darius volvió a suspirar y se inclinó hacia atrás, cambiando el palillo


de un lado a otro de su boca, y echó un vistazo a las macetas colgantes
en el borde del techo. Había sido idea de Gray cultivar flores y hierbas
silvestres aquí mismo, en el porche.

Jayden cogió la manta que estaba colgada en el respaldo de su silla y


se envolvió con ella.

—Gray me dijo que necesitas ropa nueva —dijo Darius.

El chico lo miró.

—Quiero de esa clase. —Señaló con la cabeza la camisa de Darius.

Darius se rio en voz baja. Estaría más que feliz de ayudar si no


tuviera que entrar en las tiendas.

—Te enseñaré el catálogo donde hago los pedidos. —También


podrían pedir unas cuantas camisas y pantalones de la siguiente talla,
porque al ritmo que crecía Jayden, no tardaría mucho.

Parecía que se había disparado uno o dos centímetros durante el


verano. Era comprensiblemente más alto que el resto de su clase en la
escuela, ya que todavía iba un año por detrás académicamente. Según
su profesor, Jayden se pondría al día en un año, lo que hizo que Darius
se sintiera orgulloso. El chico era muy inteligente. Por ahora, sin
embargo, Jayden estaba disfrutando de segundo grado. El trabajo
escolar no era avanzado, lo que le daba tiempo para adaptarse y hacer
amigos.
Jayden se movió en su asiento, su mirada marrón pálida parpadeaba
con incertidumbre. No era la primera vez últimamente, y Darius tenía la
sensación que sabía de qué se trataba. Habían estado esperando.

—Sabes que puedes hablar conmigo de cualquier cosa, ¿no?

Jayden asintió y se rascó el hombro.

—Supongo que tengo una pregunta.

—Dispara.

Pasaron unos segundos más antes que terminara de dudar.

—¿Es raro que Justin te llame papá y papi ahora?

Ahí estaba.

—Un poco —admitió Darius con sinceridad—. Sin embargo, raro no


significa malo. Es...—Difícil de explicar. El enfoque de Justin también
había sido tan diferente, y asumieron que un diagnóstico no investigado
era la razón. En realidad, había varias razones—. Es abrumador en el
buen sentido. —Supuso que la confusión y las dudas de Jayden se
debían a lo rápido que Justin había hecho el cambio. Sólo habían
estado viviendo con Darius y Gray durante unos meses—. Como Gray y
yo te dijimos el día que hablamos con Justin sobre ello, no queremos
que te sientas mal por la dirección que quieras tomar. Es más joven y
apenas recuerda a sus padres. La familia es más bien un concepto del
que oyó hablar por su estancia en casa de Adeline. Además, sabes que
le gustan las etiquetas y cuando las cosas son en blanco y negro.

Gray tampoco se apresuró a someter a Justin a una evaluación con


los médicos, de lo cual se alegró Darius. El niño estaba prosperando y
poniéndose a la altura de sus compañeros en cuanto a desarrollo, y eso
era lo único que importaba en ese momento. ¿Era diferente? Por
supuesto. Pero tanto Gray como Darius querían centrarse en las
necesidades específicas de Justin, y eso implicaba escucharlo a él, no a
un equipo de psiquiatras. Con el tiempo seguirían ese camino, si era
necesario, pero Justin sólo tenía cuatro años. Tenían tiempo. Y ahora
mismo, Justin necesitaba sobre todo mucho afecto, estructura y
seguridad. Probablemente no como la mayoría de los niños.

—¿Qué te parece que Justin nos llame papá ahora? —Darius dirigió
la pregunta a Jayden, reconociendo su curiosidad.

Jayden se encogió de hombros y luego sonrió un poco.

—Fue divertido la primera vez. Sólo lo dijo, como “por cierto”.


Había sido divertido. Como parte de su transición a una familia de
acogida, los cuatro hablaban con un consejero una vez al mes; de
hecho, el mismo consejero al que Jayden y Justin habían acudido en
casa de Adeline. William Calvert. Un gran tipo. Darius no tenía muchas
cosas buenas que decir sobre los médicos siquiatras, pero ese hombre
sabía lo que hacía. A los niños les encantaba su facilidad de trato, y
tenía una forma de ser que Darius respetaba. Calvert no indagaba con
preguntas punzantes. Desgranó capa por capa con solo conversación.

El significado de la familia había sido el tema del mes pasado. Con la


ayuda de Calvert, no es que Gray la necesitara; fue sobre todo Darius y
su torpeza, discutieron las etiquetas, los roles, la hermandad y las
relaciones. Querían que los chicos supieran que no había expectativas
ni presiones, ni direcciones correctas o incorrectas. Eran una familia,
independientemente de cómo se llamaran unos a otros. Una
conversación que había estado dirigida principalmente a Justin,
teniendo en cuenta su edad y la facilidad con la que se confundía
cuando las líneas se volvían borrosas.

Las líneas ya no estaban borrosas. Justo después de la sesión,


mientras salían hacia el coche, Justin les había informado casualmente
que quería llamarlos papá y papi.

Darius echó una mirada a la ventana, donde vio la parte superior de


la cabeza de Justin. Seguía viendo sus dibujos animados.

Era una sensación jodidamente extraña que se refirieran a él como


padre. Bizarro, incluso. Al mismo tiempo, cuando Justin corrió hacia él
y le dijo papá, el niño esencialmente metió la mano en el pecho de
Darius, formó un puño alrededor de su corazón y dijo:

—Ja, ja, tonto, tengo est corazón como rehén.

Darius se volvió de nuevo hacia Jayden y le alborotó un poco el pelo.

—No pienses demasiado en las cosas, pequeño. Limítate a lo que te


resulte más cómodo, y puedes cambiar de opinión muchas veces. Nadie
va a ir a ninguna parte.

Jayden esbozó una leve sonrisa y se alisó el pelo.

—Sé lo que quiero. Sólo que... no lo sé. No lo sé.

Darius se afligió por el chico.

—¿Sabes lo que quieres, pero te sientes raro y te llevará algún


tiempo?

A juzgar por el calor que se extendía por las mejillas de Jayden, la


suposición de Darius era acertada.
—Y eso está bien. —Darius se acercó y besó la parte superior de la
cabeza de Jayden. Lo cual era otra cosa en la que estaban trabajando.
Jayden aún no se había acostumbrado al afecto, se retorcía y se
apartaba, pero si Justin recibía abrazos y besos, Jayden se ponía celoso
y corría a su habitación. Era una edad sensible, en otras palabras.

Sí, la vida sí que había cambiado.

El tema estaba cerrado por ahora cuando Gray y Justin salieron al


porche con el desayuno. El estómago de Darius gruñó al ver la bandeja
del desayuno. Cuatro platos, tres de ellos apetitosos. Porque a Justin no
le gustaba la textura de los huevos. Sólo quería su tostada con
mantequilla y conservas.

—Esto se ve fantástico. —Darius tomó un sorbo lento de su café y


miró toda la comida. Huevos revueltos, tocino de corte grueso,
panecillos de arándanos de ayer cuando la madre de Gray pasó por allí,
tostadas y queso en rodajas hacían un buen desayuno.

—¿Puedo probar tu café? —preguntó Jayden.

Darius extendió la taza, golpeó el costado, y esperó el veredicto.

—Está caliente —advirtió.

—Tendremos que empezar a llamarte Darius Junior pronto, cariño —


dijo Gray.

Jayden tomó un pequeño sorbo y pareció que acababa de llenarse la


boca con algo asqueroso. Sin embargo...

—¡Me gusta!

Darius frunció los labios.

—Ven aquí. —Recuperó su taza y decidió probar algo—. Pondremos


un poco en tu leche. —Vertió un poco más de un sorbo de café en el
vaso de Jayden—. Prueba eso.

Justin se limitó a arrugar la nariz ante todo el intercambio.

Los ojos de Jayden se iluminaron con el siguiente sabor. El café con


un montón de leche era aparentemente bueno.

—¡Me gusta! —repitió, esta vez sin dudarlo.

—Ese es mi muchacho. —Darius no pudo evitar sentirse un poco


orgulloso—. Tareas matutinas, café y un gran desayuno. Así es como se
empieza el día.
Jayden asintió con aprobación y tomó otro trago.

Gray sacudió la cabeza con diversión.

—Así que hoy es el día en que nuestro chico empezó a beber café.
Antes que nos demos cuenta, sacará el carnet de conducir.

Darius se rio y se llevó algo de comida a la boca.

La conversación cambió a los recados de hoy, y Gray tenía una lista


de compras para Darius. Faltaban algunas cosas para la barbacoa, y
también había que recoger el regalo de cumpleaños de Jayden en la
ciudad.

—Me encargaré de ello. —Darius asintió y partió un trozo de


magdalena—. ¿Seguro que no quieres que compre patatas fritas ya
hechas en la tienda? Te va a llevar horas cortarlas tú mismo.

—En el siglo XIX, cuando se compraban los electrodomésticos, sí —


contestó Gray, cogiendo su café—. En la sociedad moderna, puedes
pedir un cortador de patatas fritas por 29,99 dólares en Amazon y pedir
prestado el Prime de tu madre para que te lo entreguen en cuarenta y
ocho horas, cosa que hice a principios de esta semana, así que... en tu
cara de la vieja escuela.

Darius sonrió y aceptó la broma.

Gray le sopló un beso.

Maldito mocoso.

Y el puto Amazon también. Así fue como acabaron con una freidora y
una maldita batidora este verano también.

Pero no se iba a quejar. Mucho. Gray estaba convirtiendo la casa de


Darius en un hogar, y no lo cambiaría por nada. Ahora tenían más
cuadros en las paredes. Chucherías y recuerdos. Arte macarrónico y
dibujos.

Darius también disfrutaba de los cambios en Gray. El chico estaba


más fuerte que nunca, no necesariamente físicamente sino
mentalmente. Estaba recuperando su confianza. Había sustituido el
volumen requerido para un jugador de hockey por músculos más
elegantes que provenían del trabajo manual y el entrenamiento. Dejó de
afeitarse cuando se dio cuenta que podía dejarse crecer la barba, algo
que había afirmado que no podía cuando era más joven. Ahora lucía
una barba recortada, y Darius tenía que admitir que era muy sexy.

—Mi muffin se terminó... —Justin se inclinó para abrazar el brazo de


Gray y lo miró con sus ojos de cachorro.
Gray sonrió y chocó ligeramente sus frentes.

—Crees que debería darte el mío, ¿eh?

Justin sonrió tímidamente.

Gray se rio y le entregó el panecillo.

—Tómalo. Tenemos más dentro.

El chico se puso a comer de inmediato, con un brillo de triunfo en


sus ojos.

Cuando terminó de desayunar, Darius se sentó con su café y se


limitó a escuchar la conversación. En unos minutos, tendría otro
momento a solas en el porche, cuando pudiera terminar su café y
fumarse un cigarrillo antes que el día empezara de verdad. Pero sí,
junto con pasar sus noches con Gray, su rutina matutina era, sin duda,
la mejor parte del día de Darius.

De eso se trataba todo.


La parrilla estaba lista, y Darius había colocado la freidora en una
mesa junto a la parrilla y la había enchufado. La mesa de comedor del
porche se estaba llenando de ensalada, pan de ajo, patatas fritas,
condimentos, ensalada de patatas y platos de papel y vasos de plástico
con temática de Transformers.

En la lista de tareas de Darius quedaban algunas cosas por hacer.


Colgar la pancarta de Feliz Cumpleaños en el porche, encima de los
escalones, colocar los globos allí también, y luego llenar dos tinas con
bebidas y el hielo que había comprado. Se dio cuenta que Gray ya había
puesto las tinas en el porche por él.

Organizar fiestas de cumpleaños de niños era otra cosa que no había


existido en el futuro de Darius hasta hace poco. Su responsabilidad
original había sido aparecer con un regalo aprobado y una sonrisa en la
cara, y se suponía que eran las sobrinas y sobrinos los que tenían
fiestas, no sus propios hijos.

—¿Dare? —Gray gritó desde el interior.

—Estaré allí en un minuto —dijo Darius, colocando el último globo.


Gracias a Dios, esto sólo iba a ocurrir una vez más. Gray había gastado
doscientos dólares en globos personalizados, la pancarta y otras
porquerías de cumpleaños que tendrían que tirar después de hoy. Era
ridículo. No había nada malo en comprar una pancarta de cumpleaños
genérica que pudieran usar año tras año. Pero Gray había dicho que,
sólo por esta vez, para los primeros cumpleaños que Jayden y Justin
pasaban con ellos, quería ir con todo. Y Darius no podía culparlo por
ello. Quería que fuera especial para los chicos también.

Sin embargo. La locura de los cumpleaños debería ser una


enfermedad oficial, no una industria de mil millones de dólares.

Evidentemente, doscientos dólares también eran una gota de agua.


Gray le había mostrado a Darius algunos videos de madres que se
volvían locas comprando decoraciones de cumpleaños por miles de
dólares para las fiestas de sus hijos. Miles de dólares. El mundo había
perdido el puto rumbo.

Darius dio un paso atrás y miró la pancarta y los globos.


¡Feliz noveno cumpleaños, Jayden!

Carraspeó para sí mismo y volvió a subir los escalones del porche.


Antes que terminara el día, tendrían que sacar una foto de Jayden con
uno de sus globos de helio personalizados de los Transformers para que
Darius pudiera decirle algún día cuánto se habían gastado en
decoraciones que podrían haber utilizado para un regalo extra en su
lugar.

—¿Qué pasa? —No se molestó en quitarse los zapatos y se dirigió


directamente a la cocina.

—Los chicos están arriba vistiéndose, y yo ya terminé aquí. Necesito


treinta segundos. —Gray enganchó dos dedos en el cinturón de Darius
y lo acercó.

Era curioso lo rápido que eso puso una sonrisa en la cara de Darius.
Levantó el paño de cocina que estaba colgado sobre el hombro de Gray
y lo puso sobre la encimera, luego cogió la cara de su cabeza de chorlito
y lo besó.

Gray murmuró y se acercó más, rodeando el cuello de Darius con


sus brazos.

—No es una locura para ti, ¿verdad? Hoy, quiero decir.

¿Esa era su preocupación? Dios.

—Puedo soportar un poco de locura. —Sonrió y le dio un beso con


lengua—. Incluso globos escandalosamente sobrevalorados.

Gray se rio y dejó caer su frente sobre el hombro de Darius.

—Sé que piensas que es una locura.

Cierto, pero dos cosas podían ser ciertas a la vez.

—Mírame. —Deslizó sus manos hacia la mandíbula de Gray y apoyó


sus frentes juntas—. Esos ridículos globos hicieron tan feliz a Jayden
en la tienda de artículos para fiestas que no sabía qué hacer con él. No
puedes ponerle un precio a eso. Sólo estoy de gruñón.

Gray sonrió y cerró los ojos.

—Te amo.

—Yo también te amo. —Más allá de las palabras. Tanto que a veces
lo aterraba, porque luchaba con algunos miedos que nunca había
tenido.
Darius se los guardaba para sí mismo.

Un rato después, oyeron a los chicos bajar corriendo las escaleras, y


Darius miró por encima del hombro para verlos ataviados con sus
mejores ropas. Pantalones vaqueros y camisetas de manga corta que les
había regalado mamá.

—No puedo abrocharlo bien —anunció Justin, sin aliento, y se


apresuró a acercarse a Gray.

—Te ayudaré. —Gray se puso en cuclillas a la altura de Justin y lo


ayudó a abrochar la camisa—. Estás muy guapo. Tendremos que hacer
muchas fotos.

Justin sonrió de forma bobalicona.

—¡Hay alguien aquí! —gritó Jayden. Estaba asomando la cabeza por


la puerta—. ¡Creo que son tus hermanos, Darius!

Eso sería Ethan y Lias, entonces. Ryan no volaba hasta mañana, en


el verdadero cumpleaños de Jayden, pero Ángel había enviado un regalo
de su parte.

Que Ethan y Lias aparecieran era sólo el principio. Sólo hubo tiempo
para que Darius encendiera la parrilla y pusiera en orden las bebidas y
el hielo en el porche antes que llegaran sus padres, seguidos por los
padres y hermanos de Gray, y luego Isla y Jack y sus gemelos gritones.
Para entonces, Justin quería que lo llevaran en brazos, así que Darius
lo colocó en su cadera y le preguntó al chico quería sus auriculares con
cancelación de ruido.

Justin dudó antes de negar con la cabeza.

—Todavía no.

Era seguro que cuando cumpliera cinco años en enero, su fiesta de


cumpleaños sería más tranquila.

Elise, Avery y sus hijas fueron las siguientes en llegar, y habían


recogido a Willow por el camino.

—¡Hola, tío Darius! —gritó Grace.

—Hola, soldado. —Darius desplazó su sonrisa hacia la enorme caja


de pasteles que Ave sostenía y se agachó para besar la mejilla de Elise—
. Gracias por venir. Jayden habló mucho de ese pastel.

—¡No nos lo perderíamos! —Ella le sonrió, pero rápidamente prestó


atención a Justin, y le tocó brevemente la mejilla—. Es bueno verte de
nuevo, cariño. ¿Dónde está tu hermano?
Justin se volvió tímido y se acercó a Darius.

—Con Nana, creo. En el porche.

—Ahí es donde iremos, entonces. —Elise cargó a su hijo menor y


condujo a Grace y al marido hacia la cabaña.

Willow se quedó, y Justin estaba más que feliz de saludarla. De


hecho, Darius perdió su derecho y tuvo que soltar al chico.

—¿Supongo que te quedarás aquí por un tiempo? —preguntó Darius.

Ambos asintieron con sonrisas pícaras a juego. Era una relación


especial la que habían formado, y Darius sólo se alegraba de ello. A
veces, se sentaban en el puente sobre el arroyo y balanceaban las
piernas por encima del agua y se comunicaban en lenguaje de signos.
Willow trajo a Justin una nueva calma.

Después de hacer una ronda rápida y de comprobar el estado de


Gray, Darius llevó la carne a la parrilla, donde Ethan y Avery lo
esperaban con una cerveza más.

—Bienvenidos a mi puesto —bromeó.

—Nos imaginamos que este sería nuestro bar —respondió Ave con
una sonrisa irónica.

Darius aceptó la cerveza y dio un gran trago. Diablos, la fiesta


acababa de empezar y ya se preguntaba cuándo terminaría. Pero
Jayden se estaba divirtiendo, eso era lo que importaba. La mayoría de
los invitados se agolpaban en el porche, y el cumpleañero estaba
enterrado en regalos.

También se esperaba que aparecieran más personas. Adeline,


Lincoln, la tía de Gray que acababa de mudarse a la ciudad... Era casi
un alivio que algunos no hubieran podido venir. Madigan y Abel se
pasarían mañana cuando Ryan llegara también.

Darius empezó a cargar filetes, perritos calientes y hamburguesas en


la parrilla, y miró a Ethan. El hombre no parecía contento.

—¿Quién meo en tu cerveza orgánica baja en calorías, hermanito?

Ethan lo fulminó con la mirada.

—No quiero hablar de eso.

Ave resopló.

—Sí, eso dices, pero luego te pones a despotricar —espetó Darius.


—Es que...—Ethan suspiró con fuerza, ya empezando, e hizo que los
otros dos se desternillaran—. Tengo un nuevo cliente en el trabajo.
Ella... me pone de los nervios. No reacciona como lo hacen otras
mujeres, y está sentada en un puto caballo alto y tiene las pelotas de
decirme que soy pretencioso.

¿De verdad?

—Eres pretencioso, Ethan —dijo Ave con rotundidad.

Darius frunció el ceño.

—Sí, eres sin duda el tipo más pretencioso que conozco. Tú eres el
que está sentado en un caballo alto, por el amor de Dios. ¿Puedes
siquiera respirar ahí arriba?

—Jódanse, jódanse los dos —les dijo Ethan—. No voy a disculparme


por tener estándares. Algunos de nosotros nos esforzamos por la
perfección.

Que le den a este tipo...

Darius resopló y dio la vuelta a los perritos calientes.

—Gracias, amigo. Necesitaba esa risa. —Avery se rio y dio una


palmadita en el hombro de Ethan—. Si me disculpan, voy a hablar con
mi esposa y decirle que no es perfecta según su propio hermano.

—Sé muy claro sobre qué hermano —le dijo Darius.

—¡No me refería a eso y lo sabes! —llamó Ethan tras Avery.

Cuando sólo quedaban ellos dos, Darius miró de reojo a su hermano


mientras añadía unos trozos de pollo a la parrilla. Algo le pasaba a
Ethan, y desde hacía algún tiempo. No siempre había sido así. Tenso,
arrogante, superficial. En otro tiempo, había sido relajado y divertido.
En realidad, había sido más que eso. Había sido amable.

—¿Estás bien, hombre? —sintió la necesidad de preguntar—. Sé que


te doy un montón de mierda, pero es porque no entiendo todos estos
cambios. Al tipo con el que crecí no le importaba una mierda... bueno,
casi todo lo que dices que te importa hoy.

No recordaba la última vez que había visto a Ethan tranquilo.


Andaba con un palo tan metido en el culo que a estas alturas ya debía
poder saborear la mierda.

Por un momento, pareció que Ethan iba a darle una respuesta de


mierda que cerraba el tema antes de haberlo abierto. Pero entonces
vaciló y terminó su cerveza con una pizca de derrota.
—Mis empleados creen que soy viejo —dijo—. Antes me llamaban en
broma “jefe”, pero seguían queriendo tomar copas los viernes. Ahora
hacen planes cuando no estoy, y me llaman “señor”. —La última
palabra salió con sorna—. Me estoy volviendo imprescindible.

Darius lo miró, desconcertado.

—¿Por qué te importa? Comprendo que una instructora de yoga de


veinticinco años con ánimo y una sonrisa de Colgate sea buena para el
negocio, pero ¿por qué quieres ser amigo de esa gente? No tienen nada
en común.

No tenía sentido. Ethan tenía un montón de amigos de su edad, así


que no podía ser soledad de ningún tipo.

—No me gusta que me excluyan porque resulta que no tengo veinte


años —respondió Ethan con irritación.

Darius retuvo su comentario sobre el hecho que su hermano


también había superado la treintena.

Se trataba de una crisis de la mediana edad muy complicada.

—Así que esta nueva clienta tuya —continuó Darius—. ¿Se acercó a
ti y te llamó pretencioso?

—No. —Ethan apretó la mandíbula—. Estuvimos hablando mientras


ella estaba en la cinta de correr. Dije que yo era el tipo de toda mujer-
¡Jódete!

Darius tosió para ocultar su risa. O se burló. O una combinación de


ambas. Por Dios, su hermano era demasiado a veces.

—De todos modos —continuó Ethan amargamente—. Hizo un ruido y


como que soltó que no a todas las mujeres les gustaban los dueños de
gimnasios pretenciosos que se afeitaban el pecho. Y ahí está de nuevo
ese maldito insulto. Es la segunda vez este año que una mujer dice eso.

Darius no pudo ocultar más su diversión. Joder, lo había intentado,


pero maldita sea. Se rio, con fuerza, y tuvo ganas de invitar a la mujer
de la cinta de correr a una copa. Ethan claramente necesitaba
escucharlo. Más de una vez.

De repente, Ethan se puso rígido y entrecerró los ojos.

—Es ella.

—¿Eh? —Darius lo miró y sintió que su frente se arrugaba por la


confusión.
—Es ella. Está aquí.

Espera, ¿qué? Darius siguió la mirada de Ethan, miró por encima de


su hombro hacia todos los coches aparcados cerca del camino de tierra,
y frunció el ceño. Una mujer baja y con curvas cerró la puerta de una
vieja y oxidada camioneta, y era alguien a quien había conocido
recientemente por primera vez. La tía de Gray.

—Me preguntaba por su apellido, si era pariente de Gray.

Esto no tenía precio. Él sonrió y se enfrentó a Ethan de nuevo.

—¿Tu nueva clienta es Natalie?

—¿La conoces? —Ethan gritó.

Darius volvió a soltar una carcajada.

—Es la tía de Gray. Me muero de ganas de contárselo. Y voy a invitar


a esa mujer a una copa alguna vez.

—Joder. —Ethan se pasó una mano por el pelo y pareció buscar una
escapatoria—. Es posible que haya quedado como un imbécil con ella.

—Sí, lo doy por hecho.

Ethan le lanzó una mirada antes de mirar hacia la cabaña. ¿Qué, iba
a esconderse arriba?

Bueno, Natalie se estaba acercando, casi estaba en el puente ahora,


y Darius tenía dos opciones. Convertir a Ethan en el entretenimiento de
su fiesta o... realmente ayudarlo.

—Dale un nuevo comienzo —le dijo a su hermano—. Acércate a ella,


discúlpate por lo que hayas hecho, preséntate y vuelve a empezar.

Eso hizo que Ethan se detuviera y frunciera las cejas.

—¿De dónde demonios salió eso?

De la experiencia. Experiencia con otro Nolan, para ser exactos.

Hace unos meses, Gray había admitido que se sentía privado de un


comienzo convencional de su relación. Él y Darius habían sido
arrojados al infierno juntos y habían forjado los cimientos de su vínculo
en el cautiverio y a través de semanas de trauma. Y para Darius, no
importaba cómo se habían conocido. A la hora de la verdad, a Gray
tampoco le importaba, pero al mismo tiempo, el chico tenía veintiún
años y acababa de perder el futuro que había imaginado al crecer.
Como conocer a Darius en circunstancias normales, como tener citas,
como preocuparse por “¿Le gusto?” en lugar de temer pesadillas,
recuerdos y terapia.

—Confía en mí cuando digo que funciona —dijo Darius—. Acércate a


ella.

Darius no era lo que uno podría llamar estereotipadamente


romántico. Lejos de eso. A veces se olvidaba de las citas importantes, no
captaba ciertas señales sociales y no captaba las indirectas. Pero lo que
sí podía hacer era darle a su cabeza de chorlito tantos nuevos
comienzos como fuera posible. Hasta ahora, se había presentado a Gray
en la tienda de comestibles, habían coqueteado como extraños en el
restaurante de Darius, y había llegado a casa del trabajo una noche
para tratar a Gray como la niñera.

Esto último había sido un éxito.

El truco consistía en preguntar discretamente a la madre de Gray


qué novela romántica estaban leyendo juntos en la posada.

Observó, un poco divertido, como Ethan se alejaba hacia Natalie con


otro tipo de palo en el culo. El palo de la incertidumbre.

Darius sonrió para sí mismo y volvió a prestar atención a la parrilla.


Los perritos calientes estaban hechos, así que empezó a servirlos y
llamó a los chicos. Luego encendió la freidora y sacó la cesta de alambre
para poder llenarla de patatas fritas.

***

Con las sillas de plástico para el césped y las mantas esparcidas por
todas partes, organizaron una gran barbacoa de picnic en la que los
miembros de la familia y los amigos se sentaron donde quisieron.
Darius terminó en el escalón superior del porche, y tenía a Gray
sentado en el escalón inferior entre sus piernas. Los chicos ya se habían
ido. Justin y Willow compartían una manta cerca del arroyo, y Jayden
había plantado su trasero en la hierba y estaba escuchando a Gideon y
Gabriel contar algunas historias salvajes del campamento de hockey.

—No estoy seguro que Gid vaya a sobrellevarlo bien cuando Gabriel
se vaya —dijo Gray en voz baja.

Sí, probablemente sería duro durante un tiempo. Gabriel, como se


predijo, había sido reclutado durante el verano. Apenas había pasado el
corte porque su decimoctavo cumpleaños cayó en la fecha final de la
ronda de posibles prospectos de este año. Ahora, su futura carrera en la
NHL parecía cada vez más segura, y se trasladaba a Chicago en un par
de semanas, donde terminaría el instituto y trabajaría con un equipo de
la granja o algo así. Le habían asignado su propio entrenador de
porteros, y el director general de los Blackhawks había dicho en una
entrevista que tenía grandes esperanzas en el chico.

Darius tenía la sensación que Gideon lo seguiría tan pronto como se


graduara en el instituto de la ciudad. Tal vez iría a la universidad allí.

—Creo que se las arregla mejor que tu madre —murmuró Darius.

—Es cierto. Y sobre eso, estaba pensando que podría quedarme en


su casa mañana —dijo Gray—. De todos modos, no me quieren aquí.

Darius resopló alrededor de un bocado de filete y ensalada de


patatas.

Gray lo miró por encima del hombro con una expresión herida que
parecía demasiado forzada.

—Ni siquiera lo intentes —rio Darius.

Algo de diversión se filtró en los ojos azul grisáceo de Gray.

—De acuerdo, estoy mayormente feliz, pero también estoy un poco


molesto.

El cabeza de chorlito sobreviviría a estar molesto.

—Sabes que es lo mejor. —Darius se agachó y le robó un beso


rápido—. No quiero que te hagas ilusiones.

El día en que Darius había confirmado que harían algo con la


organización de tráfico de personas de Alfred Lange, más exactamente,
la fiesta de cumpleaños que el mamarracho iba a organizar en Las
Vegas próximamente, Gray se había puesto frenético. Durante semanas,
había temido que Darius se limitara a entregar la información que
Kellan Ford les había dado a los federales. Pero Darius no podía.
Después que Willow hubiera revisado la información de esa maldita
memoria USB, se habían formado planes sueltos en su cabeza, lo
quisiera él o no.

Junto a los planes, sin embargo, estaba la creciente lista de riesgos.


Gray le había dado su palabra que habían terminado. Justo después de
rescatar a Jackie en el desierto de Mojave, se irían. Gray lo había
prometido. Así que por eso no había presionado. Pero no hacía falta ser
un genio para ver lo que Gray esperaba. Quería su venganza. Quería
que Alfred Lange y sus seguidores sufrieran, que fueran detenidos para
siempre, que murieran.
En otras palabras, Gray era muy ingenuo, porque no podía entender
los peligros de una operación así. Y todo ello en un corto periodo de
tiempo, además.

Era por eso que Darius había elegido mantener a Gray fuera del
circuito en su mayor parte. Ni siquiera lo sentía. Ahora tenían dos
niños. Tenían la responsabilidad de seguir vivos.

Pero sí, la mierda estaba en movimiento. Gray pensó que mañana se


trataba que Darius se reuniera con viejos amigos de sus días en el
campo sólo para “tantear”. En realidad, era más que eso. Mucho más. Y
Gray no obtendría ningún detalle hasta que Darius hubiera creado una
posición que implicara los menores riesgos posibles.

—Me molesta un poco que no vuelvas a casa al final de la noche —


optó por decir Darius en su lugar. Porque el plan original había sido
que Gray pasara la noche en casa de Chloe y Aiden, con los niños, que
luego se quedarían a dormir mientras Gray volvía a casa.

—No puedes tener el pastel y comerlo también —respondió Gray.

—Si tú eres el pastel, puedes apostar tu jodido culo a que puedo. —


Darius arrastró medio panecillo por la ensalada de patata y el alioli de
chile de Ma, y luego se lo metió en la boca—. Estoy pensando en comer
y tenerte el resto de mi vida.

Declaraciones desenfadadas como esa eran seguras. Podía salirse


con la suya, y hacían que Gray sonriera con toda su cara. Pero Darius
tenía cuidado con las cosas más profundas. No quería que se repitiera
lo de esta primavera, cuando Gray había frenado el rápido desarrollo de
su relación. No es que el chico no tuviera razón; la tenía. Habían
acordado literalmente ser padres adoptivos antes de tener siquiera una
primera cita. Nadie podía pasar por eso sin sentirse abrumado, incluido
Darius. Su vida había dado un vuelco casi de la noche a la mañana.
Ahora, sin embargo, el polvo se había asentado para él, y quería que su
futuro estuviera escrito en piedra. Quería que esto, este hogar, ellos,
sus hijos fuera lo que tuviera que esperar mientras viviera.

Sólo tenía que esperar a que Gray se pusiera al día, así que la
precaución era inteligente.

Darius sabía que estaba siendo irracional. En su defensa, todo esto


era todavía nuevo para él, y nunca se había sentido posesivo. Nunca
había tenido a nadie que le hiciera querer encerrar la mierda y reclamar
su propiedad.

Definitivamente no era una conversación que quisiera tener con


alguien que había sobrevivido recientemente a un secuestro y a la venta
como esclavo.
Se inclinó y presionó un suave beso en el tatuaje del código de
barras en la parte posterior del cuello de Gray.

Los dígitos que había añadido debajo del código de barras siempre
habían sido especiales, pero recientemente se habían convertido en
mucho más. Era su futuro.

Gray se recostó contra él y miró hacia arriba.

—Beso.

Darius lo besó lentamente, saboreando el momento. Todos los demás


estaban ocupados. Los niños estaban felices.

—¿He mencionado que me encanta esto? —Pasó el pulgar por la


barba de Gray.

—Unas cuantas veces. —Gray sonrió en el beso—. Tal vez quiero


parecerme a mi hombre de la montaña.

Darius se rio y se apartó un poco.

—Te estás convirtiendo en el estereotipo de ermitaño del que te


burlabas. ¿Cuántas camisas de franela tienes ahora?

—Cero si le preguntas a Abel, él no puede manejar esa verdad. Dos si


me preguntas a mí.

—Nueve si contamos las que me pides prestadas.

—No contamos esas. —Gray golpeó ligeramente la mejilla de Darius y


volvió a su comida.

Darius sonrió para sí mismo y alcanzó su cerveza.

Mientras miraba el césped, viendo a su familia y a todos pasando un


buen rato, se quedó clavado en un movimiento en particular. Avery se
inclinó y besó a Elise, y su mano se dirigió brevemente a su estómago.

Parecía que las felicitaciones estaban en orden.


El desayuno de la mañana siguiente era un poco diferente. Darius y
Gray se levantaron antes que el sol para preparar tortitas, terminar las
tareas de la mañana y servir las sobras de la tarta de ayer.

—¿Cómo puedo convencerte que te pongas uno de los sombreros de


fiesta? —preguntó Gray, ajustando el suyo.

Darius bostezó y sirvió dos tazas de café. Luego la taza de Jayden


con dos tercios de leche y el resto de café.

—No lo hagas. Solo me pones el sombrero en la cabeza y me dices


que ese es el trato.

Gray sonrió con sueño e hizo exactamente eso.

—Sabes, no pensé que pudieras ser más sexy. Pero cuando te pones
como un papá, estoy listo para correrme en mis pantalones.

—Acaricias mi ego tan jodidamente bien, cabeza de chorlito. Sigue


así. —Darius puso el resto de la comida en la bandeja del desayuno—.
Muy bien, vamos a despertar al niño del cumpleaños. ¿Puedes creer que
ya tiene nueve años? Parece que fue ayer cuando tenía ocho.

—Oh Dios. Sí, definitivamente eres un papá, bebé.

¿Qué? Darius pensó que era tan divertido como la mierda.

El resto del día también fue divertido. Normalmente lo era, cuando


eran sólo ellos cuatro. Jayden pudo abrir más regalos; Darius y Gray le
habían dado una caña de pescar, botas de invierno, un par de libros y
una nueva figura de acción. También habían ayudado a Justin a elegir
unos Lego que eran para los dos.

Lo único que afectó un poco el buen humor fueron sus planes para
la noche. Jayden y Justin estaban entusiasmados por su fiesta de
pijamas con Chloe y Aiden, pero para Darius era otro regreso a un
pasado que había jurado no volver a visitar. Varias veces.

Mientras los chicos jugaban y comían su peso corporal en caramelos


y pasteles, Darius empezó a preparar la llegada de su tripulación. Hizo
un inventario del equipo y la munición, preparó la cabaña de invitados
y envió un mensaje de texto a Ryan, que ya estaba en el aire.
Darius y Gray habían discutido el cambio mental necesario para
pasar de ser un padre a un soldado o PMC1, y se cobraba su peaje de
inmediato cuando alguien no estaba acostumbrado a ello. Y Darius no
lo estaba. Era difícil equilibrar las dos cosas, pasando de limpiar uno de
sus AR-15 a consolar a Justin cuando se raspaba la rodilla.

No le gustaba que el pasado y el presente se mezclaran.

—Estás bien, amigo. —Se sentó en los escalones del porche con
Justin en su regazo—. Déjame ver esa rodilla.

Justin gimió y se limpió las mejillas.

Sólo eran unos pequeños raspones por haber tropezado en el puente.


Darius sospechaba que la caída había asustado al chico, y las pequeñas
gotas de sangre lo empeoraban.

—¿Jayden? —Darius llamó—. ¿Puedes traer tu botiquín de primeros


auxilios?

—¡Ya voy! —gritó el chico desde algún lugar detrás de la casa. Estaba
jugando con su nueva figura de acción a escalar, la última vez que
Darius lo había comprobado.

Gray también debería estar terminando con la ducha en cualquier


momento. Madigan y Abel llegarían pronto.

—Pica —graznó Justin.

—Lo sé, cariño. Se te pasará pronto, te lo prometo. Vamos a traerte


una tirita.

Jayden pasó corriendo, deteniéndose sólo para ver el daño, y buscó


su mochila en la entrada. Había pedido una para la escuela que se
parecía a la mochila de uso diario de Darius. De color verde militar,
“rústica” y equipada con velcro y una rejilla MOLLE2 a la que podía fijar
bolsas y parches. Había recibido algunos parches nuevos para su
cumpleaños de Gideon y Gabriel que Jayden ya había fijado en la bolsa.

Darius sólo tenía dos parches en su propia bolsa. Su tipo de sangre y


uno que decía simplemente “No”.

Gray pensó que resumían la personalidad de Darius.

El cabeza de chorlito no estaba equivocado.

1
PMC: Fuerzas de combate y protección.
2
Tiras cosidas por fuera donde se pueden enganchar y colgar cosas.
Jayden era muy lindo. Se sentó con su botiquín con una expresión
de pura concentración, y Darius pudo darse cuenta que el chico estaba
repasando en silencio su breve educación en primeros auxilios.

—Una toallita primero, ¿verdad? —preguntó.

—Así es. —Darius asintió y recolocó a Justin para que Jayden


pudiera acceder—. No queremos que pique más, así que coge la que
dice sin alcohol.

Justin se tensó un poco y se acercó al pecho de Darius.

—¿No pica, papá?

—No, el escozor va a desaparecer. —Darius le besó la parte superior


de la cabeza.

Jayden limpió cuidadosamente el rasguño en la rodilla de Justin, y


fue justo cuando Gray salió con una toalla alrededor de sus caderas.

—¿Qué pasó? —preguntó, preocupado—. Me pareció oír algo.

—Me caí por ahí. —Justin moqueó y señaló hacia el puente.

—Oh, dulce niño. ¿Te clavaste alguna astilla?

—¡Justo eso iba a preguntar! —Jayden resopló—. Esa es la regla.


Pregunto dónde se lastimó para saber si debo buscar astillas o piedritas
y arena.

El pecho de Darius se expandió con orgullo.

—Está claro que estás en buenas manos, cariño. —Gray sonrió y


tocó la mejilla de Justin antes de retroceder—. Iré a preparar los
bocadillos. Abel y Madigan llegarán en cualquier momento.

En poco tiempo, Justin estaba como nuevo, y parecía encariñado con


su nueva tirita de los Transformers. Era curioso lo rápido que se
desvanece el dolor cuando la sangre desaparece.

—Gran trabajo, pequeño. —Darius le revolvió el pelo a Jayden antes


de levantarse, y Justin estaba listo para dejar atrás la prueba.

—Voy a ayudar a papi con la merienda —dijo y corrió hacia el


interior.

Darius sonrió y sintió que un cigarrillo habría sido perfecto, pero...

En su lugar, se metió un nuevo palillo en la boca.


***

A pesar de lo agradable que era volver a ver a Madigan y a Abel,


Darius estaba listo para ponerse en marcha. Había recibido mensajes
de todos sus compañeros que estaban en camino, y les quedaban las
dos últimas horas antes que la cabaña se convirtiera en una reunión
del PMC.

Y en realidad, algo había arruinado sus pensamientos sobre Madigan


y Abel. Ya no era tan agradable reunirse con ellos, lo cual sabía que era
su maldita culpa. Era ese miedo irracional de nuevo. Su posesividad
sobre Gray.

Darius había sido amigo de Madigan durante años, pero hacía poco
que se había enterado que Gray no sólo había compartido una relación
de follamigos con su mejor amigo Abel, sino que también había estado
con Madigan. Así que Gray había estado con dos compañeros de
Darius, Madigan y Jamie.

El conocimiento hurgó en las inseguridades que Darius ni siquiera


sabía que tenía. No podía dejar de pensar en el poco sentido que tenían
Gray y él como pareja, mientras que para Gray y Abel tenía perfecto
sentido estar juntos. Tenían más o menos la misma edad. Tenían los
mismos intereses. Habían crecido juntos.

Había sido una casualidad que Darius lo descubriera. Se había dado


cuenta por la expresión de Gray cuando Abel había hecho un
comentario la última vez que habían bajado de Vancouver. Algo sobre
las camas que habían compartido en el pasado.

Darius masticaba incesantemente su palillo.

Era su problema. No había perdido ni un ápice de la parte racional


de su cerebro. Sólo que no impedía que ciertos pensamientos entraran
en un puto bucle en su cabeza. Así que mientras la rima y la razón lo
instaban a superarlo y que Gray nunca había sido más que devoto,
también estaba ese otro lado. No tiene sentido. Eres más de veinte años
mayor que él. Lo arrastraste al bosque, lejos de su vida, lejos de sus
aficiones. Apoyaste felizmente su búsqueda para atraparlo con dos niños.
Se va a aburrir. Todavía le falta vivir. Ah, y se tiró a todos tus amigos.

—Disculpen. —Darius se levantó de su asiento en el porche y se


dirigió al interior cuando Abel estaba en medio de una historia sobre...
algo. Había habido risas.

Darius se sintió mal.

Nada de esto estaba bien.


Entró en el baño bajo las escaleras y se echó agua fría en la cara.

Luego se agarró al borde de la encimera y se miró al espejo.

¿Qué coño estaba haciendo?

Mierda, ni siquiera en su adolescencia los sentimientos lo habían


confundido tanto. Sin embargo, se había burlado de la gente que
actuaba como una pandilla de reinas del drama. Lo había hecho
muchas veces. No hacía mucho tiempo que su hermano menor había
sido abandonado por la chica que toda su familia pensaba que iba a
estar con ellos para siempre. Lias y Evelina habían comenzado a salir
en la secundaria o algo así. Habían sido una pareja sólida durante toda
la secundaria, hasta la universidad, y luego ella se había ido. Darius la
veía casi como una hermana. Al igual que Avery era un hermano para
él.

A pesar de eso, Darius no había sido capaz de entender por qué Lias
tardaba tanto en superar a su ex. Su paciencia se había agotado unos
dos meses después de la ruptura.

Ahora sabía que dos meses no eran nada.

Hubo dos golpes silenciosos en la puerta, seguidos por la voz de


Gray. —¿Estás bien, cariño?

No. Estoy sintiendo un montón de putos sentimientos, y me está


volviendo loco.

—Sí. —respiró profundamente y cogió una toalla—. Ya salgo.

***

Gray sabía que algo pasaba. Diablos, también lo sabían Abel y


Madigan, pero Darius se escudó en que estaba distraído por el trabajo,
una excusa que Gray se creyó, teniendo en cuenta que era consciente
de qué tipo de trabajo era.

Los dos tortolitos que habían compartido la cama con Gray en su día
se marcharon cuando el sol empezó a ponerse, y prometieron reunirse
la próxima vez que estuvieran en la ciudad. Querían que Darius y Gray
los visitaran también en Vancouver, y sí, ya lo verían.

Darius plantó su culo en los escalones del porche mientras Gray


preparaba a los chicos para su fiesta de pijamas, incluyendo la
preparación de la mochila de Jayden para la escuela de mañana.
Encendiendo un cigarrillo, Darius pensó que tal vez era bueno que Gray
también pasara la noche en casa de sus padres. Eso le daría a Darius
algo de tiempo para volver a centrarse, porque mañana tenía el turno de
noche en el restaurante, que empezaba más o menos a la misma hora
en que Gray terminaba su turno en la posada. En otras palabras, no se
verían hasta mañana por la noche.

—¡Gray, no puedo encontrar mi pijama de Deadpool! —Jayden gritó


en algún lugar de la cabaña.

—¡Busca en la lavandería, cariño! —Gray gritó de nuevo—. ¡Debería


estar doblada en el mostrador!

Darius miró por encima de su hombro. La puerta estaba abierta


unos treinta centímetros. Luego dio una calada a su cigarrillo y volvió a
mirar hacia delante, exhalando con un suspiro. Gray no le había dado
ni un puto motivo para preocuparse por su futuro, así que ¿qué coño
estaba pasando? ¿Por qué Darius se sentía tan malditamente inseguro?
Él no se sentía inseguro.

Además, ¿cuánto más concreta podía ser su relación? El matrimonio


no era lo suyo, no realmente. No lo había sido en el pasado, eso era
seguro. Tal vez ya no estaba tan seguro, pero en cualquier caso, la
paternidad era más fuerte que un trozo de papel. Criar una familia los
unía más que el matrimonio. Aunque la idea de estampar su apellido en
la frente de Gray era atractiva.

Por las razones equivocadas. Cristo, lo último que Gray necesitaba


era un bastardo territorial.

El impulso de proteger y mantener a Gray a salvo tampoco se había


desvanecido. Una noche en el restaurante no venía sin algunos
momentos en los que tenía que comprobar a su cabeza de chorlito.

Un rato después, Gray salió con los chicos y estaba listo para irse.
Habló a una milla por minuto sobre la comida que tenían en la nevera,
el recordatorio de recoger a los chicos mañana y la leche. No tenían
leche.

—Yo me encargo. —Darius los siguió a través de la propiedad, hasta


los coches, y abrió la puerta del Wagoneer—. Entren, chicos. Sean
buenos con Chloe y Aiden.

—¡Wilco! —respondió Jayden.

Darius sonrió débilmente y se aseguró que los niños se abrocharan


el cinturón. Luego rodeó el coche y se unió a Gray, que iba a decir algo.
Todavía no había abierto la puerta, así que Darius se armó de valor.

—¿Seguro que no pasa nada más?


Darius separó los labios para responder, para soltar una mentira
descarada como había hecho en la mayoría de sus relaciones en el
pasado en un momento u otro. Pero no pudo. Mentir sobre su misión
era una cosa. Las mentiras que les preocupaban como pareja eran otra
cosa, y no se atrevía a hacerlo.

Tendría que ser vago.

—Creo que la misión está revolviendo la mierda vieja. Ya sabes lo


jodida que puede estar tu cabeza con esto.

Gray asintió con una inclinación de la barbilla.

—Siempre y cuando no me dejes fuera. Si algo va mal, tienes que


hablar conmigo. Lo mismo con el trabajo: no te presionaré para que
hagas nada que no creas que podemos manejar, pero en lo que sea que
aterrices, quiero estar incluido.

Eso era justo. Y, desafortunadamente, no era una promesa que


Darius pudiera cumplir.

—Hablaremos tan pronto como sepa más —se conformó con decir—.
Sin embargo, no dejaremos que Lange se escape. Tienes mi palabra.

Gray se acercó y lo besó rápidamente. Demasiado rápido.

—Hablaremos mañana. Veo que ocultas algo, pero dejé mi cerebro de


interrogación en la cabaña. Te quiero.

Darius recibió un suave golpe de sorpresa. No había esperado que


Gray viera a través de él. O el chico era bueno, o Darius se estaba
oxidando. Esto último no podía suceder.

Antes que pudieran intercambiarse otras palabras, Gray se puso al


volante y cerró la puerta. Darius retrocedió unos pasos y captó la
pequeña sonrisa de Gray a través de la ventanilla. Mierda, tal vez
conseguiría comunicarse con Darius. Después de todo, Gray era un
buen alumno que había tenido un buen profesor.

Gray retrocedió hasta que pudo dar la vuelta al coche, y después de


eso, no pasó mucho tiempo antes que las luces traseras desaparecieran
entre los árboles.

Darius exhaló un suspiro y regresó a la cabaña.

En realidad se sentía mejor. Gray era un ser humano emocional,


pero extrañamente racional cuando se trataba de relaciones. Estaba
mucho más destinado a tener éxito en ese terreno que Darius, que a
veces tenía dificultades para comunicarse, especialmente cuando se
trataba de sentimientos. Lo que Gray sabía. Por supuesto que lo sabía.
Así que era paciente con Darius.

***

Estaba completamente oscuro cuando la tablet de Darius se iluminó


con la llegada a la puerta.

Dos coches, al menos tres personas. Supuso que cuatro.

Todos habían recibido el código.

Darius buscó servilletas y cervezas en la cocina, y luego salió al


porche alrededor del momento en que el primer coche se detuvo en la
parte inferior de la propiedad. Un zumbido familiar empezó a abrirse
paso en él, porque esta vez su pasado no se limitaba a colarse en la
fiesta. El pasado era la fiesta. Y eso le hizo algo. Tenía que volver a ser
el hombre que había sido.

—¡Entrega de pizza! —La estruendosa voz de Ryan resonó e hizo que


una manada de pájaros huyera de los árboles—. ¡También tengo dos
hermanos aquí, quejándose de cómo conduzco!

La caballería había llegado.

Darius bajó los escalones y se encendió un cigarrillo. Lo siento,


cabeza de chorlito, el límite de dos cigarrillos no estaba en vigor esta
noche.

El primero en aparecer de entre las sombras fue su hermano, la


persona con la que Darius prefería trabajar. Un hábil tirador y
francotirador, audaz, con dos manos firmes, un gruñón alegre que sabía
cómo hacer oorah3.

—Hermano. —Ryan entregó una pila de cajas de pizza y observó la


cabaña—. Avanzaste un largo camino desde la última vez. Buena
mierda.

—Tal vez la próxima vez, traigas a la familia —respondió Darius.


Porque tenían que dejar de reunirse sólo para el trabajo que
supuestamente habían dejado de hacer.

3
Oorah es un grito de batalla común en la Infantería de Marina de los Estados Unidos desde mediados
del siglo XX.
—Amén, y estaría bien tener un maratón de Grace & Frankie con
Gray que no fuera por teléfono.

Darius no iba a tocar eso. La primera vez que sorprendió a Gray y


Ryan discutiendo un maldito programa de televisión como si sus vidas
dependieran de ello había sido demasiado extraño.

Después de dejar la pizza en el porche, Darius fue a saludar a los


dos siguientes hombres. River y Reese Tenley. Se habían conocido en el
campo hacía unos diez años. Unos hermanos gemelos locos de remate
que habían corrido más riesgos que Darius. Principalmente porque el
trabajo de River solía implicar el manejo de información sensible, y en
cuanto eso ocurría, tenías un punto láser rojo en la frente. Su hermano,
Reese, había estado a cargo de la seguridad. Era ruidoso y extrovertido
donde River era callado y observador.

—Que conste que Riv se quejaba, no yo —afirmó Reese—. Ryan


siempre fue bueno manejando maquinaria pesada.

—Yo también te quiero, rayo de sol —gritó Ryan desde el porche.

Darius sacudió la cabeza divertido.

—Es bueno verlos de nuevo, chicos. —Les estrechó la mano con


firmeza.

—No demasiado bueno —observó River con una sonrisa irónica.

Darius se rio.

—A la mierda. Estoy entusiasmado. —Reese también lo parecía—. No


me malinterpretes, no hace ni un minuto que nos retiramos, pero sigue
siendo un subidón, ¿no?

Nadie podía negar eso.

—Estoy demasiado viejo para estas prisas, chicos. —La voz surgió de
la oscuridad y reveló a Alicia Dawson, una menuda tocapelotas con un
currículum impresionante. Todos los que venían esta noche tenían
entre cuarenta y cuarenta y cinco años, pero Alicia era la que tenía más
experiencia, aunque no tantos años en el campo.

En su día fue una niña prodigio que empezó la universidad a los


quince años, y fue contratada por el MIT en el sector privado cuando
sólo tenía unos centímetros de alto. Por supuesto, todavía tenía dos
mierdas de altura. Parecía que había trabajado en todas partes. Por un
lado, fue de la CIA. Como bioquímica especializada en guerra química,
siempre había podido elegir libremente entre sus empleadores. Así que
no era de extrañar que volviera al sector privado. Allí era donde estaba
el dinero.
—Ally. —sonrió Darius y se ofreció a coger su equipaje.

Ella resopló y se lo entregó, y enseguida se encendió un cigarrillo.


Malditos mentolados.

—Supongo que estos tacones no están hechos para caminar por la


hierba. Cristo, siempre los paganos, Quinn.

No le gustaban los bosques. Ella prefería los áticos, los tacones de


trampa de la muerte y el lápiz de labios del color de la sangre.

—¿Cómo diablos estás, querida? —preguntó Reese.

—Soy rica, estoy aburrida, y estuve tratando de inculpar a Lange


durante años. Supongo que eso juega a tu favor —respondió ella con
frialdad.

Darius sonrió.

—Por cierto, tenemos un financiador.

Alicia sonrió y levantó la mano.

A decir verdad, Darius quería cubrir algunos de sus gastos porque


esto era personal para él. Pero sí, los gastos se dispararon muy rápido,
y necesitaban ayuda.

Ryan nunca había visto a Alicia antes, sólo se conocían a través de la


red, así que mientras Reese se encargaba de las presentaciones entre
los dos, Darius se centró en el siguiente coche que se detuvo.

—Podemos hablar y comer al mismo tiempo. Me muero de hambre —


anunció Ally.

Darius vio a dos chicos, así que tenían que ser Elliott y Tariq. Eran
cercanos, y ambos vivían en la zona de Los Ángeles. Elliott Jones
compartía un historial similar al de Darius. Semiretirado, veinte años
en seguridad de alto riesgo y extracciones, y en estos días dirigía un
negocio de guardaespaldas.

Tariq Amin era un tipo bajito apodado La Mosca. Porque era la


proverbial mosca en la pared que tenía acceso a información que nadie
quería compartir. Había empezado como fotógrafo en zonas de combate
que había visto la demanda de intérpretes desde el principio. Hablaba
con fluidez nueve idiomas y Darius había trabajado con él más de una
vez, especialmente en Oriente Medio.

—Veo que la jubilación te va de maravilla, Quinn. —Elliott chocó su


mano con la de Darius y la estrechó.
—Tengo cinco años de paz.

Elliott sonrió.

—Eso es más que la mayoría, supongo.

Darius se rio y estrechó la mano de Tariq también.

—Me alegro de verlos a los dos. Hay pizza y cerveza en el porche.


Comiencen a comer. —Vio que su última llegada aparcaba ahora
también.

Dante Williams. Otro cabrón con un currículum impresionante.


Nacido en Jamaica, pero llegó a los EE.UU. antes de empezar el primer
grado. Era ex militar, ex policía de Nueva York, ex policía militar, y
ahora trabajaba como consultor en evaluación de riesgos, todo ello
mientras dirigía un centro de artes marciales en Queens.

—Claro que tienes que vivir en medio de la puta nada, Darius —dijo
riendo.

—Por supuesto que sí. —Darius golpeó el hombro de Dante y se


ofreció a coger una de sus bolsas—. Te prometieron comida y una
sesión informativa, así que vamos a ello. ¿Cómo está tu mamá? ¿Le
dices que extraño su cocina?

Darius recordaba haber dormido en el sofá de Dante durante un par


de semanas después de una misión especialmente dura. Fue poco antes
de decidir que estaba fuera del juego. Sin embargo, la cocina jamaicana
de la Sra. Williams había ayudado. Había mimado mucho a Darius.

—A veces pregunta por ti. —Dante le deslizó una sonrisa torcida—.


Se preocupa por tu alma inquieta.

Darius soltó una carcajada.

—Oh, supongo que eso es algo con lo que puedes apaciguarla. Ya


senté cabeza y tengo dos hijos.

Dante hizo una doble toma.

—¿Qué mierda? No me sorprendió demasiado oír que te habías liado


con un tipo, pero ¿hijos? ¿Me estás jodiendo? ¿Cuántas veces te oí jurar
que nunca tendrías ninguno?

Darius se rio y se frotó la nuca. Es seguro decir que tenía una buena
cantidad de mierda en su camino por todos los años que había estado
hablando de no sentar cabeza nunca.
Los dos se unieron al resto en el porche, donde la mesa ya estaba
llena de cajas de pizza abiertas. A pesar de haber traído dos sillas extra
para el extremo corto de la mesa, Darius sabía que no sería suficiente.
Pero no tuvo problemas en utilizar la barandilla. Ryan ya estaba
sentado allí con pizza y cerveza para ellos.

Darius cogió un trozo y se puso cómodo también.

—¿Necesitan primero los preliminares, o puedo meterme de lleno?

—Si eso es lo que le dices a Gray, lo siento por el chico —dijo Ryan
con la boca llena de pizza.

Muy bien, así que la primera risa a costa de Darius estaba fuera del
camino.

—No seas amable con nosotros, cariño —dijo Alicia—. Ve al grano.


Estuve esperando demasiado tiempo para acabar con ese hijo de puta.

Ese era un buen punto de partida.

—Ese hijo de puta es Alfred Lange, como les dije —dijo Darius—. Ally
es la única que lo tuvo en su radar antes, así que va a compartir lo que
sabe en un rato—. Hizo una pausa para tomar otro bocado de pizza—.
Puedo decirles de entrada que va a ser una operación complicada.
Habrá combate. —Intercambió una breve mirada con Reese,
asegurando en silencio que Darius no había olvidado su trato.

Los hermanos Tenley ya no podían aceptar nada de alto riesgo.

—La buena noticia es que estaremos en medio del desierto. También


tendremos el elemento sorpresa de nuestro lado, y nuestros objetivos no
están equipados para manejar el caos. Su seguridad probablemente sí,
pero me gustan nuestras posibilidades. —Luego asintió a Alicia—.
¿Puedes sacar la imagen del satélite que te envió Squeezy?

Ella sacó su portátil del bolso y lo colocó contra la pared para que
todos pudieran verlo.

—Para que nadie se sorprenda, quería estar lo más preparada


posible, así que fui directamente a Willow. Ella es un poco mejor en
tecnología que sus hermanos.

Un poco.

La siguiente parte procedía de la información que Darius y Gray


habían recibido de Kellan Ford y de los mejores mafiosos que Filadelfia
podía ofrecer.
—Hay una propiedad vinculada a los Lange en las afueras de Las
Vegas, y está dividida en tres lotes separados. —Darius observó cómo la
imagen del satélite aparecía en la pantalla de Alicia—. Como pueden
ver, dos de ellos están vacíos. —Y el tercer terreno albergaba un antiguo
burdel a punto de derrumbarse—. No sabemos por qué el terreno se
dividió en tres. Antes era sólo uno, y es el mismo propietario para los
tres. Tal vez tenían planes más grandes originalmente, vendiéndolo en
partes, alquilándolo... al diablo si lo sé. Pero aquí es donde se pone
interesante, y fue cómo nos enteramos que hay actividad. Desde hace
cuatro meses, los tres lotes tienen electricidad. Squeezy lo rastreó todo
a través de NV Energy.

Dio un trago a su cerveza y cogió otro trozo.

—Así que hay algo bajo tierra —dedujo Elliott.

Darius inclinó la cabeza.

—Tiene que haberlo. Y según las facturas eléctricas, también es de


un tamaño considerable.

Sólo podían teorizar sobre la división del terreno en tres propiedades,


y Darius se inclinó por el sigilo. No había literalmente nada en la parte
superior. No llamaba la atención, no con ese viejo edificio que el
anterior propietario había utilizado como burdel. Sólo por la imagen del
satélite, se notaba que había estado descuidado durante años.

—Ese burdel parece un buen lugar para ocultar una entrada a un


complejo subterráneo —señaló Ry.

Darius asintió.

—Es la tapadera definitiva. Literalmente.

Sabía de primera mano que a los compradores tampoco les


importaba renunciar a cierta comodidad en aras de la seguridad.
Cuando subió al lujoso yate en el que había comprado a Gray tras su
cautiverio, había escuchado las historias de los otros compradores. La
seguridad y el anonimato eran lo primero, el lujo y la comodidad lo
segundo.

—Pero no es ahí donde Lange celebra su fiesta de cumpleaños,


¿verdad? —preguntó Dante.

—No, eso es otra mierda —respondió Darius—. Subcontraté ese


trabajo a nuestros primos. —Señaló entre Ryan y él—. Casey y Boone
conocen Las Vegas mejor que nadie, y no son ajenos a conseguir
información. —Había omitido todo lo relacionado con este lugar fuera de
la ciudad cuando había hablado con Casey el otro día. Darius quería
que se centraran por completo en lo que los Langes habían planeado
para la razón oficial por la que se reunían tantos en su organización—.
Así que mientras ellos investigan todo lo que puedan encontrar sobre
las reservas de hotel de los Langes, el salón de baile que reservaron
para la fiesta, el catering, el personal y el transporte, nosotros vamos a
centrarnos en esto de aquí. —Se metió la corteza en la boca y se limpió
la mano en los vaqueros—. Squeezy necesita un voluntario que esté
dispuesto a ir a Las Vegas lo antes posible para comprobar su
propiedad. O el antiguo burdel, más concretamente. Necesitamos
mediciones e información sobre la vigilancia. Tiene un dron listo para
asistir que controla a distancia.

Tariq se aclaró la garganta.

—También necesitas fotos, ¿no?

—El dron se encarga de eso —respondió Darius—. Pero no puede


captar señales ni detectar cámaras. Por eso necesitamos un hombre
sobre el terreno. Alicia, también dijiste algo sobre muestras de suelo.

—Sí, eso sería bueno. Si puedo enviar la tierra a mi laboratorio,


podré averiguar cuándo y en qué lugar de su terreno estuvieron
cavando.

Tariq se encogió de hombros.

—Apúntame. Tengo todo el equipo que necesito, excepto los tubos de


muestra. Supongo que quieres que perfore.

—Me aseguraré que tengas todo —dijo Ally.

—Te lo agradezco. —Darius inclinó su botella de cerveza hacia ellos—


. En cuanto al resto... Todavía faltan algunas semanas. Va a pasar un
tiempo antes que sepamos exactamente cómo vamos a jugar esto. Casey
nos informa a Squeezy y a mí a medida que llega la información, y
queremos esperar el mayor tiempo posible. Cuanto más sepamos antes
de entrar... bueno, ya sabes.

—Mientras tanto, nos prepararemos en casa —dijo Ryan.

Darius asintió con la cabeza.

—Sí. Creo que es seguro asumir que toda la gente que aparecerá en
el recinto no merece respirar, a diferencia de la fiesta oficial, donde
también invitaron a los miembros de la familia. En otras palabras,
prepárate para el combate en espacios reducidos, en interiores, con y
sin luz, con y sin armas de fuego. No sabemos si tenemos que cortar la
luz en algún momento, y no sabemos si tendremos que acabar con la
primera línea de defensa en silencio.
—¿Y por qué suponemos que algo va a pasar? —preguntó River en
voz baja—. ¿Cómo sabemos que no es sólo una fiesta? Cuatro meses
pagando la electricidad pueden significar muchas cosas.

Sí, más información proporcionada por Kellan Ford, de la que


Darius, o Willow, sólo había podido confirmar la mitad. Pero era
suficiente.

—En parte, rumores de mi fuente original, susurros de los bajos


fondos sobre la celebración de una gran subasta, en parte una
conjetura basada en cómo suelen operar, y en parte algunos envíos que
hemos rastreado. Kellan había tomado nota de los suministros que se
habían entregado en un almacén de Henderson. Todo, desde toallas y
ciertos productos de maquillaje hasta mordazas y jeringuillas, desde
ganchos metálicos y cadenas hasta vasos de cóctel y muebles.

Darius creía con todo su corazón que se trataba de eso, lo que


también dijo en voz alta. Ya sabía que si le mostraba la extensa lista de
suministros a Gray, él también lo creería. Porque tenía recuerdos
horribles que incluían todo lo que Kellan había enumerado. El cabeza
de chorlito sabía lo que era estar atado a ganchos de metal en la pared.
Sabía lo que era que le taparan los moretones con maquillaje justo
antes que lo subastaran. Sabía lo que era estar amordazado y sedado.

River asintió en un silencio bastante justo.

Elliot murmuró.

—Esa fuente original tuya parece... muy útil.

Darius recuperó sus cigarrillos.

—Ojalá. Les interesa que los Langes sean borrados de la faz de la


tierra, presumiblemente para poder expandir su territorio. No lo sé. Y
francamente, no me importa. No me fío un pelo de él, pero si Squeezy
puede confirmar un rumor, lo creeré. Me fío de ella.

Reese fue el siguiente con una pregunta.

—¿Cuántos nombres relacionaste con Lange hasta ahora?

Oh, Jesucristo. Muchos. Darius encendió su cigarrillo y exhaló con


fuerza.

—¿Alrededor de veinte? Algo así. Cada vez que voy a Squeezy's, hay
un nuevo nombre que añadir a la lista. —A diferencia de él, a Willow le
encantaba esa mierda. Se había divertido repasando las piezas que
Kellan ya había encajado. Le había llevado cinco días hacer la conexión
entre Lange y el terreno que poseían en las afueras de Las Vegas—.
Lange utiliza mucho a la familia de su esposa, hemos sabido. El terreno
donde está el burdel, por ejemplo, tiene el nombre del abogado de su
cuñado en la escritura, pero el pago proviene de una sociedad ficticia
vinculada a la misma empresa que pagó los yates que salieron de
Galveston. Fue en uno de esos que encontré a Gray.

Dejó que sus compañeros procesaran eso y bebió de su cerveza antes


de volver a las instrucciones.

—Hay una cosa más que debemos tener en cuenta —dijo—. No


sabemos dónde alberga Lange actualmente a sus víctimas de la trata, la
experiencia dice que en varios lugares diferentes, pero podemos estar
bastante seguros que estarán en el recinto cuando entremos. Lo que
significa que también haremos labores de rescate y recuperación. —Ahí
será donde River y Reese entrarán en escena—. El objetivo es irrumpir
en la fiesta, incapacitar y restringir a los compradores y afiliados, pero
sin matar ni dejar marcas, luego recuperar a cualquier persona
inocente que esté allí, sacarla y, por último, eliminar al resto.

Dante dejó escapar un silbido bajo.

—¿De qué estamos hablando? —Reese arrugó la frente—. Quieres


alinearlos y...—apretó un gatillo imaginario.

—Por muy tentador que parezca...—Darius sonrió ligeramente—. No.


Nuestro bioquímico residente estará a cargo allí.

Ally completó los espacios en blanco.

—Intoxicación por monóxido de carbono.

Un murmullo de sorpresa revoloteó entre los chicos, con la voz de


Ryan elevándose por encima del estruendo para expresar su emoción
por poder usar finalmente la máscara antigás que su mujer decía que
nadie necesitaba.

—Por eso estamos haciendo todo esto, hermanito. —Darius dio una
palmada en el hombro de Ryan—. Para que puedas decirle “en tu cara”
a tu mujer.

Los hombres se rieron.


Tenían mucho más que discutir, pero también habían hecho mucho.
Todos estaban de acuerdo con los planes imprecisos que ya habían
hecho, y los años de experiencia juntos afianzaban la confianza, lo que
permitía a los hombres relajarse y mirar a su vecino y saber que les
cubriría las espaldas.

Alrededor de la medianoche, Ryan y Reese asaltaron la cocina en


busca de patatas fritas, bocadillos de queso, bebida y cocteleras.
También dejaron la puerta principal abierta y pusieron música en el
salón. Los vasos parecían ser una ocurrencia tardía, algo que Darius
fue a buscar cuando Ry, un puto camarero, se preguntó cómo demonios
iba a mezclar ahora un ron con Coca-Cola.

Alicia estaba cansada y decidió acostarse para pasar la noche. La


habitación de invitados estaba preparada para todos ellos, y Darius
tenía el presentimiento que ella se quedaría con la única habitación que
tenía una cama matrimonial. Mientras que las otras dos habitaciones
pequeñas tenían literas.

Tariq la siguió poco después, una vez que había reservado su vuelo
para Las Vegas al día siguiente.

El último de los prejubilados fue Dante, que quería levantarse con el


sol para empezar a construir una carrera de obstáculos en el bosque.
Había decidido quedarse una semana para seguir la planificación y
comenzar su entrenamiento. Darius tenía que admitir que lo estaba
deseando.

Los demás se irían a casa mañana, en cuanto Willow se hubiera


pasado por allí para darles a todos un celular prepago descartable.
Necesitarían un canal seguro para comunicarse, y Willow les había
preparado un servidor encriptado.

Mientras Darius se servía un whisky, Ryan preguntó cuál era el plan


para Gray.

—Está dentro —respondió Darius—. También Niko. Pero los


mantendré alejados por un tiempo, así que no discutas la estrategia con
ellos.

Sólo tenían que encontrar a Niko, aunque Darius tenía algunas


pistas que seguir. El chico rara vez era activo en el chat que Gray había
establecido para los chicos que habían sobrevivido a su tiempo de
cautiverio, pero había dicho una cosa. Si alguna vez se le presentaba la
oportunidad de acabar con Lange, Niko quería participar. Había estado
luchando para controlar su temperamento desde que se enteró que
Darius y Gray iban a California a salvar a Jackie sin decir una palabra.

—Déjame estar allí cuando Gray se entere que lo mantienes al


margen —dijo Ryan.

Darius se rio y se recostó. Era bueno tener una silla de nuevo.

—Escuché a través de la red de chismes que lo trajiste al retiro en


Colorado —señaló Elliott—. ¿Lo estás entrenando?

Sin duda, esa red estaba formada por una tal Leah Connor, que no
podía mantener la boca cerrada sobre el hecho que Darius se
estableciera con un tipo al que había rescatado. Estaba preocupado. O
alguna mierda. Pero en lugar de ir directamente a él, primero había
llamado a Ryan. Darius sacudió la cabeza al recordarlo y dio un trago a
su bebida.

—Está entrenando un poco por sí mismo estos días —respondió—.


Para el combate físico, ya no me necesita. Ya es más rápido que yo.

Era cierto que Darius seguía derrotando a Gray la mayoría de las


veces, pero eso eran los años de experiencia en el campo los que
hablaban.

—Son un puto espectáculo, déjame decirte —dijo Ryan—. La última


vez que vinimos, tuve que ver cómo peleaban en el patio de nuestros
padres. A mamá no le gustó.

Darius sonrió, recordando. Había sido un buen día.

River y Reese intercambiaron una pequeña sonrisa antes que Reese


dijera:

—Nos gustan los buenos luchadores.

Sin duda, Gray se había convertido en uno.

—He oído que conocieron a su propio luchador. —Darius inclinó su


vaso hacia los gemelos, que probablemente nunca habían salido por
separado. Los hermanos eran esencialmente dos mitades de un todo a
través de todo en la vida. Negocios y placer.

River asintió con una inclinación de la barbilla.


—Es nuevo, pero... sí. Cristo. —Reese sonrió y sacudió la cabeza
para sí mismo, luego tomó un trago de su bebida—. Es la primera vez
que nos golpean en el culo, supongo.

—Ahí está la cosa. —Ryan movió la cabeza al ritmo de una canción


de country rock y tamborileó con los dedos en los reposabrazos—. ¿Y
tú, Elliott? La última vez que te vi, estabas pasando por un divorcio.

—Sí, buenos tiempos. —Elliott soltó una risita irónica y se encogió de


hombros—. No hay nada que contar. Estoy casado con mi trabajo.

A Darius se le ocurrió de repente que los que se habían quedado esta


noche estaban todos saliendo con tipos. De acuerdo, la mayoría de ellos
probablemente diría que eran bisexuales. Ryan siempre había tomado
muestras de todos los grupos disponibles, el propio Darius nunca se
había preocupado por las etiquetas y las categorías, sino que, durante
mucho tiempo, se había centrado en la apariencia física, donde
encontraba a las mujeres más atractivas, bueno, hasta Gray, y Elliott
también era bi.

Desde el invierno pasado, Ryan había sugerido que Darius era


demisexual4. Todavía no sabía lo que eso significaba, y no tenía interés
en averiguarlo. La gente se ataba demasiado a esa mierda. ¿Qué tal si
todos se centran en encontrar a la persona adecuada en su lugar?

—Maldición, esta es una buena canción. —Ryan parecía inquieto. Ya


había tomado suficiente alcohol antes de sacar el whisky, el ron y la
ginebra, y tampoco podía quedarse quieto. Si seguía así, Darius tendría
que llevarlo a la cama—. ¿Sabes lo que echo de menos? Salir.
Emborracharme con los amigos y tomar malas decisiones.

Darius levantó una ceja hacia él.

—No me malinterpretes —continuó Ryan—. Me encanta mi vida, todo


el tema de la familia. Pero Jesús, ¿todo tiene que girar en torno a unos
pañales con mierda? Ángel no tiene familia, y Greg no se lleva bien con
sus padres, así que sólo tenemos niñeras para los niños cuando papá y
mamá están en la ciudad. —Luego señaló con el pulgar a Darius—. Y
estos días, sólo veo a este cabrón cuando hay que rescatar a alguien.

Empezó a beber de un trago.

Darius y los demás se guardaron su diversión para sí mismos.


Parecía que Ryan tenía alguna mierda que sacarse de encima.

4
No sentirse atraído sexualmente por alguien a menos que tenga una relación emocional y / o
romántica profunda
—¿Saben lo jodidamente caro que es vivir en San Francisco? —soltó
a continuación—. Ni siquiera vale la pena que Ángel vuelva a trabajar,
porque la guardería de los gemelos es una puta locura.

Darius y River se encendieron un cigarrillo.

Para Darius, la solución era bastante sencilla. Ryan siguió y siguió,


enumerando todas las cosas de las que estaba harto, y todo lo que
Darius quería decir era Vuelve a casa, idiota. Pero no estaba seguro que
Ryan estuviera preparado para oírlo. Él y su familia tenían un plan.
Iban a quedarse en San Francisco hasta que la hija de Greg se
preparara para la universidad. Por lo que Darius sabía, aún faltaban
varios años para eso.

Sería bueno tener a su hermano de vuelta en la ciudad, por muchas


razones. En parte porque Darius lo entendía, más aún después de esta
noche. Por mucho que amara su nueva vida con Gray y los chicos,
Darius había necesitado esta noche más de lo que creía posible. Y con
Ryan, el viejo equipo podría finalmente reunirse. Con compañeros, esta
vez. Antes, siempre habían sido Darius, Ryan, Ethan y Avery.

Era demasiado fácil imaginarse barbacoas y disparar la mierda en


un bar de vez en cuando.

También había muchas niñeras en Camassia. Diablos, Darius y Gray


eran dos de ellos. Podrían llevarse a sus sobrinos un fin de semana
para que Ryan pudiera tener un momento a solas con sus compañeros.
Luego podrían devolver el favor para que Darius pudiera tener un
momento a solas con Gray también. Era lo que hacía la familia, ¿no?

Se prometió a sí mismo plantar la semilla en un futuro próximo.

***

Darius estaba muerto de cansancio la tarde siguiente cuando llegó a


su restaurante. Después de dormir unas dos horas de mierda y de
pasar la mañana hablando un poco más con sus amigos, él y Dante
habían sudado mucho arrastrando troncos y limpiando lo peor del
terreno para su carrera de obstáculos. Habían estado en ello hasta que
llegó la hora de recoger a Jayden y Justin del colegio y la guardería, tras
lo cual los había dejado en casa de mamá y papá. Cuidarían a los niños
hasta que Gray saliera del trabajo alrededor de... Darius comprobó su
reloj. Justo ahora.
Bostezó y terminó de colocar los últimos vasos en los estantes bajo el
mostrador. Por lo visto, había sido un buen almuerzo y estaban un poco
atrasados.

—Parece que tiene resaca, jefe —observó Carlos, que llegó con otro
estante de vasos.

Cristo, Darius pensó que estaba acabado.

—Pues mira cómo me siento. ¿Hay más copas después de esto? —


Deslizó unas cuantas copas de vino entre sus dedos por los tallos y las
colocó en su sitio bajo la barra.

—No, esta es la última.

—Gracias.

El trabajo continuó, y los primeros para la cena comenzaron a llegar


alrededor de las cinco. La parte más fácil del día para Darius, cuyo
trabajo consistía en servir vino y cerveza. Los madrugadores no pedían
cócteles, y pasarían unas horas antes que el público del bar se
despertara. Sólo los clientes que se sentaban en el comedor exterior se
aventuraban a veces a tomar un mojito o un spritz antes de la cena.

Hubo una pausa en el servicio media hora después, así que Darius
se metió en la cocina y se sirvió algo de comida y cogió un catálogo de
su despacho antes de volver a la barra. Tomó asiento cerca del final y
abrió el catálogo. Habían empezado a llegar este mes. Las cervecerías y
las bodegas ya sabían qué debían beber los comensales en esta
temporada de invierno.

Joder, no podía dejar de bostezar. Con suerte, el sueño lo


encontraría esta noche cuando tuviera a Gray a su lado de nuevo.

Darius había hecho un trabajo decente para divertirse la noche


anterior, y sólo había enviado un mensaje de texto a Gray una vez,
principalmente para desear a los chicos una buena noche. Pero hoy, se
había despertado con un vacío en la boca del estómago. Una parte de él
estaba vacía a menos que tuviera a Gray y a los niños con él. No había
disfrutado del desayuno en absoluto.

Masticando un bocado de vieiras y risotto, Darius marcó un par de


vinos nuevos que quería que su personal probara, principalmente
Sebastián, uno de sus camareros. Tenía un excelente gusto para el vino
y la cerveza.

—¿A quién tengo que besar para conseguir una bebida por aquí?
La cabeza de Darius se levantó de golpe al oír esa voz, y fue una puta
locura cómo la alegría se desbordó como un refresco agitado dentro de
él y subió a su torrente sanguíneo.

—Tu madre me informó amablemente que los chicos querían


quedarse a cenar y a tomar el postre. —Gray sonrió inseguro y se
deslizó en un taburete al otro lado de la barra—. Me fui a casa, me
duché, casi me da un infarto cuando vi a alguien cortando leña detrás
de la cabaña, y luego tuve el placer de conocer a un tal Dante Williams.

Darius hizo una mueca. Se había olvidado de decirle a Gray que


Dante se quedaba...

—Lo siento. Se me olvidó por completo avisarte.

—Está bien. Tenía algunas historias divertidas sobre ti. —Gray se


inclinó más cerca, y Darius rápidamente lo encontró en un beso—.
Tienes buen sabor. ¿Qué vas a tomar?

Darius deslizó el plato por la encimera y le pasó el tenedor.

—Sergio está probando algo nuevo. Soy un fan.

También lo fue Gray después de su primer bocado. Las vieiras


picantes y con limón se encontraron con un rico y cremoso risotto con
hierbas y ajo silvestre.

—Oh, hombre. —Gray se metió en el plato—. Esto no era por lo que


vine aquí, pero ahora de repente me muero de hambre.

Darius sonrió y le sirvió al chico un vaso de vino blanco.

—¿Comiste en el trabajo?

—Más o menos. —Gray se puso tímido—. Mamá duplicó


accidentalmente su pedido a la panadería que usamos para el buffet del
desayuno, así que estuve merendando Danishes todo el día. También
me traje una bolsa a casa.

Anotación. Darius apoyó los antebrazos en la encimera del bar y


besó la mejilla de Gray. Tenía que hacerlo. Quería estar cerca.

—Bueno, me alegro que hayas venido, por la razón que sea. Te eché
de menos.

—Necesitaba escuchar eso —admitió Gray y dejó el tenedor—.


Apenas dormí anoche.

A Darius no le importó que eso lo convirtiera en un imbécil por


encontrar placer en eso.
—Yo tuve dos horas de sueño. Dando vueltas en la cama y
despertando cada vez que te buscaba.

Por un momento, se sentaron y se sonrieron, y todo estaba bien en el


mundo. No era necesario tranquilizarlos. Sin incertidumbres. Ninguna
duda sobre su compatibilidad. Porque estaba claro que estaban hechos
el uno para el otro.

Por desgracia, el momento no duró mucho. Dos camareros llegaron


al mismo tiempo y necesitaban bebidas para sus mesas, y Darius tenía
que volver al trabajo.

—Te traeré más comida si quieres —le dijo a Gray mientras


empezaba a servir nuevas cervezas.

—Sí, creo que quiero quedarme y observarte un rato. —Gray volvió a


devorar la comida, y se sintió bien. Darius respiró mejor.

Había sido un maldito idiota con sus inseguridades. Vio con sus
propios ojos que el ánimo de Gray se levantaba cuando estaban juntos.
Parecía que ambos habían empeorado al pasar la noche anterior
separados. No era sólo Darius.

Entre completar los pedidos de bebidas y asegurarse que el servicio


funcionaba bien, él y Gray pudieron hablar un poco sobre los planes
para Las Vegas. A Gray lo ayudó el hecho que estuvieran en un
restaurante algo abarrotado, Darius se dio cuenta, porque el ambiente
no permitía que el cabeza de chorlito quedara atrapado en viejos
recuerdos. Se mantuvo en el presente y escuchó, hizo preguntas y
expresó sus pensamientos.

—¿Así que supongo que quieres que Niko y yo vayamos con esos...
hermanos Tenley? Una vez que estén más seguros en el recinto,
entraremos a rescatar a las víctimas de la trata.

Darius asintió y cogió un agua para él.

—Esa es la idea. —Agradeció otra pausa en el servicio y se sentó


frente a Gray. Por suerte, tenían la esquina más alejada del bar para
ellos solos—. ¿Te parece bien?

Gray se rio y se pasó una mano por el pelo.

—Para ser honesto, estoy más que nada aliviado que esto esté
sucediendo realmente. No es que dudara de ti, pero la confirmación, oír
lo que estás planeando, me quita un peso de encima. No sabía que
estabas tan adelantado en la operación.

—Necesito una imagen clara en mi cabeza antes de estar dispuesto a


compartir mucho. —Darius tomó un trago de agua—. ¿Puedes volver a
contactar con Niko en el chat? Me gustaría ponerme en contacto con él
sin tener que cazarlo en Seattle.

—Sí, por supuesto. Le enviaré un mensaje cuando llegue a casa.

Comprobó su teléfono.

—Probablemente debería recoger a Jayden y a Justin antes que Mary


les dé una sobredosis de helado.

Era una preocupación válida.

—¿Te he dicho que me alegro que hayas pasado por aquí? —


preguntó Darius.

Gray sonrió y se inclinó sobre el mostrador para darle un beso.

—Continuaremos con esto esta noche bajo las sábanas.

—Ya lo creo.

***

—No te duermas sobre mí, bebé.

—Mmm... no lo haré. —Darius mantuvo los ojos cerrados y deslizó


sus manos por los muslos de Gray—. Continúa.

Había algo en el hecho de terminar el día con masajes en la espalda,


en el cuello, en los pies... Uno de los favoritos era cuando Gray se
sentaba a horcajadas sobre él y rozaba con sus dedos el pecho de
Darius y le frotaba los brazos. Como lo estaba haciendo ahora. Aunque,
los masajes de cuello y hombros también eran de oro.

Gray prefería los masajes en los pies y en el cuero cabelludo.

Darius dejó escapar un largo suspiro y se fundió en el colchón.


Aparte de un pequeño fuego en la esquina, su dormitorio estaba
envuelto en la oscuridad, y todo estaba tranquilo. Excepto por el bosque
de afuera. El informe meteorológico de la noche había prometido vientos
fuertes y lluvia para los próximos días.

Un escalofrío lo recorrió cuando Gray pasó sus dedos sobre la piel de


Darius, a través del canal entre sus pectorales, y sobre los puntos
sensibles y las cicatrices adormecidas.

—¿Papi?
Maldita sea. Darius abrió un ojo.

—¿Era un tú-papi o un yo-papi? —No siempre era fácil estar seguro.


Justin había comenzado con Gray como papá y Darius como papi, pero
la mayoría de las veces, terminó llamando a ambos lo mismo.

—Probablemente un yo-papá si quiere agua —Gray se rio en voz


baja.

Se bajó de Darius, se ajustó la toalla de la ducha alrededor de las


caderas y salió de la habitación.

—¿Qué pasa, cariño? ¿No puedes dormir?

Darius bostezó y miró el despertador junto a la cama. Eran casi las


dos.

—Tengo sed —oyó murmurar a Justin.

—Está bien. Entonces también podríamos probar el baño de nuevo


—respondió Gray.

Darius se estiró y gimió cuando su cuerpo tronó como no lo había


hecho hacía diez años. Luego se quitó la toalla, la tiró en la silla del
rincón y se metió bajo las sábanas.

Cuando oyó que Gray y Justin volvían a subir las escaleras, se


levantó sobre los codos y vio a los dos.

Justin saludó y sonrió.

—Tomé agua y oriné.

—Eso es bueno. —Darius sonrió cansado—. Duerme un poco, amigo.

Justin asintió y entró en su habitación.

—¡Buenas noches!

La cabeza de Darius se posó de nuevo en la almohada. Gray arropó a


Justin, luego volvió y cerró la puerta casi por completo. Su toalla
también aterrizó en la silla.

Joder, era un espectáculo. El chico aterrorizado que había perdido


demasiado peso y masa muscular durante sus meses en el infierno
había evolucionado hasta convertirse en un hombre nuevo. Darius lo
observó con avidez en la oscuridad, desde las cicatrices desvanecidas y
el six-pack hasta la sabiduría de sus ojos y su bronceado veraniego, y
no supo qué fue lo que más lo atrajo. Era simplemente la combinación
de todo. Todo lo que componía a Gray Nolan.
Darius apartó las mantas justo cuando Gray volvió a arrastrarse
sobre él, y ninguno de los dos perdió el tiempo. Se besaron
apasionadamente y se movieron en perfecta sincronía, ambos
necesitaban lo mismo. Cuando Gray cogió el lubricante de la mesita de
noche, Darius lo arrodilló para poder llegar a la polla de Gray, y se la
chupó tan profundamente como pudo.

Gray respiró entrecortadamente y se cubrió los dedos con el


lubricante.

Darius tarareó alrededor de la polla de Gray y trazó las crestas con


su lengua.

Esta noche, estaban ansiosos por reconectarse, literalmente, y cada


acción se volvió breve y poco entusiasta hasta que Gray se hundió en la
polla de Darius. Sólo entonces se ralentizaron y se deleitaron en el
momento.

Gray parecía un dios a la luz parpadeante del fuego. Su piel dorada,


sus bordes oscuros.

—Toma lo que necesites de mí —murmuró Darius.

Gray gimió en voz baja y giró sus caderas sobre la polla de Darius,
tomándolo tan profundamente como pudo. Se encontraron en un beso
profundo y hambriento, y Darius enhebró sus dedos en el cabello de
Gray, manteniéndolo en su lugar.

Cristo, se sentía bien.

—¿Te dije últimamente que estoy obsesionado con tu pequeño y


apretado culo? —Darius cambió su agarre para sostener las caderas de
Gray, queriendo controlar sus movimientos, y maldijo cuando sintió que
Gray se apretaba a su alrededor—. Joder, bebé.

Gray gimió e inclinó la cabeza hacia atrás, y aumentó su ritmo.

—Toma el control —respiró—. Te necesito. Tómame.

Esas fueron las palabras mágicas. Darius dejó que sus instintos lo
consumieran, y atrajo a Gray a su lugar, empujándolo hacia abajo en
su espalda. Y una vez que estuvo allí, Darius se arrastró sobre él, entre
sus piernas, se dio unos cuantos golpes rápidos, y luego empujó hasta
el fondo. Gray cerró los ojos y gimió con fuerza, y Darius se agarró a la
cabecera y empezó a follarlo más duro.

—Oh Dios, oh Dios —jadeó Gray.

—Acaricia tu polla —gritó Darius—. Quiero ver cómo te corres.


Cuando los gemidos de Gray se volvieron demasiado fuertes, Darius
se agachó y lo besó.

—Tranquilo, chico —susurró, sin aliento—. No creo que pueda


soportar una interrupción ahora.

Pero Gray no pudo contenerse. Tiró de Darius hacia abajo en él, un


brazo alrededor de su cuello, una mano trabajando su polla en
movimientos rápidos. Trató de amortiguar sus gemidos contra el cuello
de Darius, pero Darius escuchó las súplicas de todos modos. Más.
Tómame más fuerte, bebé. Por favor, Dare. Eso estimuló a Darius, que
fue más fuerte y más profundo hasta que la cama chirriaba y
protestaba con cada empuje.

—Se acabaron las fiestas de pijamas improvisadas, ¿me oyes? —


gritó—. Tu lugar es jodidamente aquí. Conmigo.

Gray asintió rápidamente, sólo para aspirar un aliento y ponerse


completamente rígido.

Darius gimió al ver que Gray se corría sobre su pecho, y eso lo llevó
al borde de su propia liberación.

Respiró largamente por la nariz y se entregó al placer. Folló su


orgasmo en lo más profundo del culo de Gray y montó la ola durante
todo el tiempo que pudo. Cada escalofrío, cada olor de sus liberaciones,
cada dolor y cada contacto prolongaban el gozo.

Joder, lo habían necesitado esta noche.


—Bien, aquí vamos. —Darius salió de la cabaña con los dos
portadores que había pedido y miró el más grande. Según las medidas
que habían tomado, sería lo suficientemente grande para Jayden, pero
era difícil no tener algunas dudas.

—¿Seguro que no quieres que lleve a Jayden? —preguntó Gray.

Darius asintió y luego entrecerró los ojos hacia el cielo. Pronto iba a
llover.

—Necesito el entrenamiento. —Y Jayden era más pesado.

Dante salió del bosque, secándose el sudor de la frente, y saltó el


arroyo. Darius se quedó atrás. Durante toda la semana, había visto a su
amigo de Nueva York construir una carrera de obstáculos que
impresionaría a un SEAL de la Marina. Claro que Darius había ayudado
mucho, pero cada vez estaba más claro que estaba perdiendo su
condición. Ahora, a unos quince metros en el bosque, lo tenían todo.
Arrastre de tuberías, trincheras, volteo de neumáticos en terreno
accidentado, lanzamiento de troncos, arrastre por el barro y un muro de
cuerdas. Sólo que no era una pared sino una cuerda atada a un árbol
sin ramas.

—Entonces, ¿dónde está ese Paso Coho del que hablas? —preguntó
Dante.

Gray asintió hacia el norte.

—Más allá de ese valle. El pico más alto de la zona.

Darius se arrodilló para fijar sus bolsas de equipo a los portadores.


Primeros auxilios, comida, agua, cena y algunas mierdas básicas de las
que no quería prescindir estando en medio de la nada.

—¿Y vas a correr todo el camino con los niños a cuestas? —Dante
dejó escapar un silbido bajo.

Jayden y Justin se pusieron a un lado y observaron en silencio,


igualmente emocionados por su caminata. Pensaban que iba a ser
divertidísimo. Una aventura. Una que pondría a prueba a Darius.

—Sí, así que no me esperen —gruñó y se levantó del suelo. Él y Gray


iban vestidos de forma similar, con pantalones de montaña, botas y
camisetas de manga larga que combinaban bien con los colores del
bosque. Los chicos, sin embargo, se habían puesto chalecos de
seguridad de color naranja sobre los rompe vientos. A finales de
septiembre, prácticamente todo era caza en su zona, y Darius no iba a
correr ningún riesgo con los cazadores alrededor.

—Vamos a sentarte primero, Jayden —dijo Gray.

Darius se ajustó la ropa y volvió a arrodillarse. Gray ayudó a Jayden


a entrar en el transportador antes de deslizar las correas de los
hombros sobre los brazos de Darius. Mierda, esto iba a ser el
entrenamiento del infierno. Contando a Jayden y su equipo, Darius
tenía casi treinta kilos atados a su espalda.

Dios.

Se levantó con un gruñido una vez más y se ajustó las correas sobre
el pecho y las caderas. Mientras tanto, Gray abrochó las correas en su
espalda, sobre todo las que estaban debajo de las piernas de Jayden
para que no estorbaran cuando Darius comenzara a correr.

—¿Cómo se siente eso? —preguntó Gray—. ¿Están demasiado


apretados?

—No, es cómodo —respondió Jayden felizmente—. Es como una silla.


¿Puedo decir que me mareo?

Darius y Dante soltaron una carcajada.

—Estoy seguro que le encantará —se rio Gray.

Muy pronto, ambos niños estaban cómodos en sus transportadores.


El de Justin tenía incluso un techo retráctil que lo protegía del viento y
la lluvia. Desafortunadamente, ese no venía en el tamaño de Jayden.

—Es acogedor. —Justin sonrió, todo mareado, y apoyó su mejilla en


la espalda de Gray.

Alicia, que había volado por un par de días, salió de la cabaña de


invitados para despedirlos y llamar a Darius, el siempre fiable caballo
de batalla.

No hubo nada que decir en respuesta, porque lo que realmente


quería hacer Darius era tirarse en el sofá con los chicos y una bolsa de
patatas fritas y ver algún documental. Tal vez cenarían pizza casera. O
hamburguesas con queso y tocino. Pero no, iban a correr por una puta
montaña, lejos de las rutas de senderismo, y a cenar bocadillos bajo la
lluvia.

Se había puesto un poco cómodo últimamente...


—Vamos antes de que mi hombre se replantee todo esto. —Gray le
sonrió con complicidad.

Darius reprimió un suspiro y siguió al cabeza de chorlito a través del


arroyo y hacia la línea de árboles. No iba a quejarse. No por esto.
Necesitaba el entrenamiento, más que Gray. Había mucho en juego.

A partir de mañana, haría la carrera de obstáculos varias veces al


día, convenientemente cuando Dante volviera a casa. En otras palabras,
nadie estaría cerca para ver a Darius actuar en su papel fuera de forma.

—Por cierto, Dante y yo comeremos las hamburguesas en el


restaurante de carne que recomendaste, Gray. —gritó Alicia.

Darius gimió internamente y aceleró el paso, y Gray se rio.

Al principio había parecido una gran idea. Una forma de incluir a los
niños en el entrenamiento y convertirlo en una salida familiar, como
había dicho Gray.

La idea había perdido su brillo ahora.

Sin embargo, Jayden y Justin estaban muy entretenidos. En cuanto


estuvieron al otro lado de la valla que bordeaba la propiedad,
empezaron a correr, y los chicos se desternillaron. Fue básicamente un
paseo en montaña rusa para ellos. Una montaña rusa que los llevaba
por encima de palos y piedras, hacia abajo en pozos y arroyos poco
profundos, hacia arriba en rocas inclinadas.

Gray le había contado una vez a Darius que él y Abel solían hacer el
recorrido en menos de dos horas, de ida, lo cual era más que
impresionante. La mayoría de la gente necesitaba medio día para subir
la montaña. Hoy, Darius calculaba que necesitarían unas tres horas y
media para subir y una hora y pico para bajar. Pero a favor de Gray y
Abel estaba que habían recorrido la mitad del camino por senderos y
sin niños a la espalda.

Gray dio un gran salto desde una roca hasta un tronco cubierto de
musgo, haciendo que Justin dijera: —¡Wooo!

Darius apretó la mandíbula, sintiéndose muy viejo, y corrió entre los


dos obstáculos.

Hacía tiempo que estaba agotado hasta el punto de no poder hablar


correctamente, y ahora sus muslos también ardían y protestaban. No
llevaban ni una hora de camino.

—¿Estás bien ahí atrás? —Gray llamó.

Oh, cállate.
—Estamos bien —mintió Darius.

Miró hacia los árboles. Ya casi habían atravesado el valle, y no tenían


nada más que cuesta arriba por delante. El único resquicio de
esperanza en el radar era la ruta de senderismo que interceptarían
pronto. Si las estimaciones eran correctas, tendrían aproximadamente
cuarenta y cinco minutos de camino antes de adentrarse de nuevo en el
monte.

***

La diversión terminó por disminuir para los chicos. Darius estaba


preparado para que se marearan, pero no fue así. Justin se quedó
dormido y Jayden hizo preguntas al azar aquí y allá sobre todo y nada.
Era difícil responder al chico, porque Darius estaba tan falto de aliento
que prácticamente resollaba.

Aparte de unas breves pausas para beber, no pararon.

Darius estaba listo para desplomarse y morir.

—Ya casi llegamos —jadeó Gray, unos cinco metros más adelante.

Pasaron por delante de una vieja parada de descanso con un pozo de


fuego, un retrete que no se había utilizado en décadas y un cartel que
se había oxidado por completo. Joder, cómo necesitaba Darius sentar el
culo.

—¡Mira! —exclamó Jayden—. Por el cartel, Darius, ¡son esas hojas!

Darius apenas logró lanzar una rápida mirada al verdor alrededor del
letrero.

—Sí. —Tragó contra la sequedad de su garganta—. Dime lo que


sabes de ellas. —Porque francamente, no estaba seguro de si Jayden
estaba hablando de los helechos, las plantas de frambuesa, o qué.

—Se llaman, um... Hoja ancha algo —dijo Jayden—. Crecen


alrededor de las casas y cosas así.

Oh, esas. Sí.

—¿Qué más? —Darius jadeó.

—Puedes hacer líneas de pesca con ellas —continuó Jayden—. Y um,


son medicinales. Como, ¿para las picaduras de insectos?
Darius asintió una vez y saltó a través de un arroyo que no había
visto agua en años.

—Tienen fibras ásperas. Por eso, puedes hacer líneas de pesca y


suturas. Correcto: reducen la hinchazón. —Aspiró un poco de aire—.
Puedo enseñarte a hacer una cataplasma este fin de semana.

No importaba lo cansado que estuviera, no podía cerrar el tema por


completo. Estaba demasiado entusiasmado por el interés de Jayden en
aprender estas cosas. Uno de los libros que le habían regalado por su
cumpleaños era sobre la farmacia de la naturaleza.

—¡Tramo final!— Gray anunció—. ¡Arranquemos!

Darius recordó por qué ahora no le gustaban los jóvenes. Deberían


limitarse a su propia gente en LinkedIn.

Sin embargo, empujó. Se esforzó al máximo y aceleró el ritmo, viendo


la luz al final del túnel. Su corazón se aceleró, sus pulmones ardieron,
el sudor brotó. Saltó por encima de un tronco y se deslizó entre dos
árboles, persiguiendo una sensación de logro en las pisadas de Gray, y
Jayden se enraizó con ellas. El pequeño gritó y ahogó el sonido de la
pesada respiración de Darius.

La maleza crujía y crujía con cada paso. La libertad estaba justo


delante, donde los árboles se separaban, donde un trozo de civilización
estaba listo para encontrarse con ellos. Hacía tiempo que Darius no
subía por aquí, pero tenía muchos recuerdos. Ethan, Avery y él subían
aquí a veces y cenaban en el restaurante, al que sólo se podía llegar si
se hacía la caminata. Era una gran cabaña de madera de una sola
planta que servía comida mediocre, pero que sabía a cocina de cinco
estrellas después de haber subido toda la montaña.

El restaurante ya estaba cerrado. El crepúsculo estaba sobre ellos, y


la montaña se estaba despejando de gente.

Gray atravesó primero la línea de árboles, seguido rápidamente por


Darius, que no podía creer que lo hubiera logrado. Las náuseas le
subieron por la garganta y necesitó todas sus fuerzas para seguir
adelante. Apuntó al grupo de mesas de picnic donde podría desatar a
Jayden.

Dios mío, iba a vomitar.

—¡Lo hiciste! —Jayden vitoreó.

Darius se detuvo en una mesa y se apoyó en el extremo de la misma,


y Jayden se desató rápidamente las piernas mientras Darius se
encargaba de las correas sobre el pecho y las caderas. Joder, joder,
joder. Respiró rápidamente y parpadeó para evitar los puntos negros
que llenaban su visión. Luego se apretó dos dedos contra el costado del
cuello y se preguntó si era eso. Estaba listo para irse a la mierda.

En cuanto se liberó del transportín, se inclinó y apoyó las manos en


los muslos. Jayden se arrastró fuera del arnés y saltó de la mesa.
Entonces Gray los alcanzó, y se apresuró a quitarse el reloj por alguna
razón.

—Quiero comprobar algo. —Respiró con fuerza y agarró la muñeca


de Darius, atándole el reloj. A Darius no le importó. Sólo se concentró
en forzar el aire en sus pulmones y... joder. No. Tenía que vomitar.

Con el reloj de Gray en su muñeca, Darius levantó un dedo,


diciéndole silenciosamente al chico que esperara, y luego se alejó hacia
la hilera de retretes a unos quince metros de distancia. Una vez que
estuvo detrás de ellos, ni siquiera tuvo que meterse los dedos en la
garganta. Vació su estómago en la hierba alta.

Eso se encargó de la mayor parte de las náuseas.

Volver a las mesas fue la sensación más extraña. Una parte de él se


sentía como si estuviera flotando porque no estaba cargando con
setenta libras de más. La otra parte de él estaba a punto de
derrumbarse. Sus rodillas sólo esperaban la luz verde para ceder.

—¿Estás bien? —preguntó Gray.

Darius inclinó la cabeza y abrió un bolsillo lateral de la mochila para


sacar una botella de agua.

—Oh, no, no lo harás. —Gray lo detuvo. También se había quitado


su propio transportador, y Justin estaba sentado en la mesa, frotándose
el sueño de los ojos—. Sé que eres de la vieja escuela y que te encanta
hablar mal de las cosas modernas, pero por una vez, vas a obedecerme
y escuchar a la ciencia.

Darius frunció el ceño rápidamente antes de desplomarse frente a


Justin. Sentía los muslos como si tuvieran su propio latido, y
jodidamente le dolían. Palpitaban y se tensaban, se desencajaban y
tenían espasmos.

Gray sacó dos botellas y las puso delante de Darius.

—Agua con suplementos de rehidratación y tu favorito, Gatorade


azul.

Sí, esto era definitivamente una mierda que no le gustaba a Darius.

—Si empiezas a hablar de electrolitos otra vez, nos separamos.


Gray sonrió, con las mejillas sonrojadas y divertido.

Sin un gramo de energía para discutir, Darius bebió de ambas


botellas. Jayden y Justin no habían pasado las últimas tres horas
corriendo por una montaña, así que se fueron a explorar después que
Gray les dijera que se quedaran donde pudiera verlos.

—Déjame comprobar tu pulso de nuevo. —Gray se sentó junto a


Darius y le agarró la muñeca—. Entiendo que te sientes medio muerto,
pero se te pasará pronto. Tu tiempo de recuperación es bastante
notable.

—Para alguien de mi edad —murmuró Darius dentro de la botella.

—No. En absoluto, cariño. Estás simplemente en forma. —Gray hizo


una pausa—. Quería hacer esto por una razón. Noté últimamente que te
sientes... no sé, como si ya no pudieras seguir el ritmo. Pero no conozco
a nadie que pueda hacer el Paso del Coho con un niño de nueve años
pegado a la espalda. Y menos en... —Inclinó el reloj para leer la
pantalla—. En tres horas y catorce minutos.

Continúa.

Darius necesitaba escuchar esto. Gray tenía una manera de llegar a


él, a diferencia de cualquier otra persona, en realidad.

Bebió el resto del agua y dejó escapar un largo suspiro.

El cielo cubría la zona con un brillo inquietante. Las nubes estaban


oscuras y enfadadas, ya que sólo habían soltado algunas lloviznas y
chubascos hasta el momento, pero había una franja en el horizonte que
ardía de color naranja.

Estaban casi solos, excepto por un puñado de personas que bajaban


la colina, dirigiéndose al tranvía. Oh, el tranvía...

—Vamos a tomar el tranvía hacia abajo —dijo—. ¿Cuándo es la


última salida?

Gray sonrió.

—Tenemos una hora. Ya lo comprobé.

Gracias a Dios. No había ninguna posibilidad que Darius pudiera


bajar a pie.

Miró de reojo a Gray.

—Sabías que no iba a hacer todo el camino.


Gray resopló y tomó otra botella de agua de su mochila.

—Sabía que no íbamos a hacer todo el camino. Recuerda que el viaje


de ida y vuelta fue idea tuya.

Darius se burló un poco pero no dijo nada más. No estaba


preparado. No había estado tan cansado en... Cristo, no podía estar
seguro. Sus piernas eran de gelatina. Su mente estaba adormecida y se
resistía a funcionar. Se sentía tembloroso y todavía con un poco de
náuseas.

Se pasó las manos por la cara, limpiando el sudor, y exhaló un


suspiro. Al menos, su pulso volvía a la normalidad.

—¿Por qué tienes que esforzarte tanto, Dare? Cuando te propuse


esta carrera, pensé que seguro que dirías que era demasiado. Es
demasiado.

¿Así que quería poner a prueba a Darius?

La respuesta era fácil y venía de un viejo general del ejército al que


Jake había admirado.

—Cuanto más se suda en la paz, menos se sangra en la guerra.

Gray le dirigió una mirada recelosa.

—¿Estás preocupado?

—La verdad es que no. —Al menos no por él mismo. Todavía no


estaba del todo satisfecho con la tarea de Gray durante la operación,
pero tenía la sensación que no estaría satisfecho a menos que el cabeza
de chorlito se quedara en casa con los niños mientras Darius y los
demás se ocupaban de Alfred Lange—. Pero eso es porque no voy a ir a
la batalla sin estar preparado. —Apretó la rodilla de Gray—. Esta
operación será diferente, a pesar que sacarte del yate resultó un
combate. En Las Vegas, sabemos que habrá resistencia. Cada
comprador tendrá su propia seguridad. Es un evento más grande.
Innumerables factores que no podemos predecir. Ni siquiera tenemos
los planos del complejo, o la confirmación que hay un complejo.
Tenemos una lista de conjeturas. —Hizo una pausa para vaciar la
botella de Gatorade. Sabía a productos químicos, pero tenía que admitir
que estaba funcionando. Se sentía menos tembloroso—. Antes de
embarcar en el yate en Florida, pasé dos días estudiando los planos y
haciendo planes detallados con Ryan. Él subió a bordo antes que yo
para asegurarse que tenía los medios para defenderme en varios
escenarios. Ahora no tendremos eso.
Gray se mordió el interior de la mejilla y miró a los chicos. Parecía
que estaban inspeccionando algo en el suelo. Conociendo a Jayden, era
un bicho o un gusano.

—Así que lo que podemos hacer es asegurarnos que estamos


preparados para cualquier cosa —terminó Darius—. Entrenaremos para
poder llevar nuestros cuerpos más allá de los límites. Nos convertiremos
en nuestra propia inteligencia y artillería.

Gray murmuró y cubrió la mano de Darius con la suya.

—Sin embargo, tus primos están recibiendo más información,


¿verdad?

Sí, Casey y Boone definitivamente habían salido adelante, y estaban


lejos de terminar.

—Sabemos cosas nuevas cada día, gracias a ellos.

Eso alegró un poco el ánimo de Gray.

—¿Háblame de ellos?

Oh, ¿por dónde empezar...? Darius se rio entre dientes.

—Son gamberros. Tienen una debilidad por la familia, leales hasta la


exageración, pero ahí acaba todo. Que yo sepa, nunca tuvieron un
trabajo honesto porque sí. Sólo para encubrir la mierda turbia que
hacen a un lado.

Las cejas de Gray se levantaron.

—Son estafadores a pequeña escala, básicamente —continuó—. Con


los dedos más pegajosos de Nevada.

—Maldita sea. No lo vi venir. Creía que todos los Quinns estaban


programados genéticamente para ser superhéroes.

Darius se rio. Técnicamente, Casey y Boone no eran Quinns. Ma


había nacido como una O'Sullivan, y fue su hermana quien trajo a
Boone al mundo. Luego había adoptado a Casey, el hijo de un viejo
amigo que había sufrido una sobredosis.

Seis años atrás, Casey y Boone habían pasado por una situación
similar cuando un amigo suyo había muerto, dejando a un niño
pequeño para que los hermanos lo criaran como propio. Y aunque la
niña no era técnicamente la sobrina de Darius, él era su tío Darius, y
ella era bastante ruda. Si se le permitía tener favoritos, ella le
arrebataba ese título con creces.
—¿Tienes hambre? —Preguntó Gray—. Pensé que podríamos comer
nuestros sándwiches y luego tomar el último tranvía.

—Buen plan.

***

Una vez que el cielo se abrió, parecía que no quería cerrarse.

Dos días después, seguía lloviendo a cántaros.

Darius y Gray tenían el día libre y lo aprovecharon para hacer


ejercicio mientras los chicos estaban en la escuela.

—¡Vamos! —Darius volvió a poner en marcha el cronómetro y Gray


se puso en marcha. A estas alturas, sus ropas estaban cubiertas de
barro, sudor y lluvia. Demonios, sus cuerpos también. Se turnaban
para completar la carrera de obstáculos en el bosque, cronometrando a
los demás, estimulándose mutuamente y creando nuevos obstáculos.

Hoy se pusieron serios con las prácticas de tiro.

Darius se había pasado la mañana subiendo a los árboles y pegando


objetivos a la corteza, desde etiquetas y pegatinas de colores hasta ropa
vieja y latas de refresco.

Antes que Gray llegara al árbol con la cuerda, Darius gritó: —¡Lata
de Sprite, a las dos!

Gray sacó inmediatamente la pistola de la base de su columna y


apuntó. En cuanto divisó la lata de refresco correcta, apretó el gatillo
dos veces.

No dio en el blanco pero sí en el árbol. Estaba mejorando.

—Acelera, cabeza de chorlito —le advirtió Darius. El chico tendía a


frenar cada vez que fallaba, añadiendo varios segundos a su tiempo.

Gray maldijo y comenzó a subir por la cuerda.

Darius observó el siguiente objetivo posible, a unos cuatro metros de


distancia.

—¡Pegatina púrpura detrás de ti!

—Hijo de... —Gray gruñó. Estaba a medio camino del árbol y tuvo
que atrapar la cuerda entre sus pies y sostenerse con una sola mano.
Temblaba un poco, pero era lo suficientemente fuerte como para tirar
de ella y apuntar su arma al mismo tiempo.

El chasquido del disparo retumbó en el aire y jodidamente lo


consiguió.

—Buen trabajo, ¡sigue adelante! —Darius no perdió de vista el


cronómetro. Estaba impresionado. La pegatina no había sido más
grande que un dólar de plata.

Estuvieron en ello durante horas, sólo haciendo una pausa para


almorzar.

El trabajo duro dio sus frutos, y era increíble presenciar la


transformación de Gray. Estaba muy decidido a mejorar. Cuanto más le
dolía, más se concentraba. Siguió las instrucciones de Darius al pie de
la letra. Escucha el entorno pero ve sólo el objetivo. La mayor diferencia
estaba en cómo Gray se adaptó para localizar el objetivo más
rápidamente. Si alguien le gritaba, era fácil sentirse abrumado y
ansioso por el posible peligro cercano. Pero Gray se las arregló para
cerrarse. Darius ladró la marca, y Gray expulsó de su cabeza cualquier
otra palabra de su vocabulario y escaneó rápidamente la zona hasta
que la orden coincidió con la visual. Le quitó varios segundos a la
búsqueda, y también mejoró su puntería.

Y Gray aún no estaba satisfecho.

—¡Adelante!

Era el turno de Darius. Saltó por encima de tres troncos de árbol, y


luego se zambulló en el barro debajo de una rejilla de alambre de púas.

—¡Pegatina amarilla, a las cinco en punto! —Gray gritó.

Darius se puso de lado, cogió su pistola y encontró la pegatina


amarilla en lo alto de un árbol. Disparó dos veces, ambas balas dieron
en el blanco. No quedaba mucho amarillo, ya que había recibido un par
de impactos.

Unos minutos más tarde, bajó de un salto tras completar una


escalada, y se agachó para levantar un neumático de tractor de gran
tamaño.

—¡Lata de Coca-Cola, adelante! Etiqueta verde, a la una.

Darius gruñó y dejó caer el neumático de nuevo, levantó su arma y


eliminó ambas marcas en un par de segundos. La adrenalina corrió por
su sistema. Había dejado de sentir los cortes y los rasguños. El barro y
la lluvia tampoco los notaba. Vio los obstáculos y vio los objetivos.
Completó el recorrido en diecisiete minutos, un nuevo récord, y no
había fallado ni una sola marca.

Exhaló un fuerte suspiro al final del recorrido y miró al cielo. Una


fuerte lluvia caía sobre su rostro. Era un momento en el que la guerra y
la paz coexistieron en su corazón en perfecta armonía. Era un asesino
entrenado. Tenía las manos manchadas de sangre. Sin embargo, había
serenidad en estar preparado para proteger a los que amaba y luchar
por los que no podían luchar por sí mismos.

Una rama de un árbol crujió en algún lugar detrás de él, y miró


hacia atrás para ver a Gray caminando hacia él.

Ninguno de los dos dijo nada al principio. Gray tomó las manos de
Darius entre las suyas y giró las palmas hacia el cielo. La sangre se
mezclaba con el barro, siendo arrastrada lentamente por las gotas de
lluvia, revelando quemaduras y cortes de cuerda.

—Eres magnífico de ver, ¿lo sabías? —dijo Gray en voz baja.

—Tú también lo eres. —Darius rozó con sus nudillos la mejilla de


Gray.

Gray negó con la cabeza.

—Sé que no debo compararme contigo, pero no puedo evitarlo.

Sería fácil darle el mismo sermón que muchas veces antes, aunque
no sería correcto. Ya no, porque Darius estaba luchando con lo mismo.

—No estás solo. —Era el momento de confesar—. El otro día, cuando


hicimos el Paso de Coho-Cristo, me sentí inútil. No dejaba de pensar en
lo rápido que tú y Abel hacen la carrera.

El maldito Abel.

—Sí, eso es una tontería. —Gray le deslizó una pequeña sonrisa—. Ni


siquiera son las mismas circunstancias.

Darius se rio en voz baja.

—Esa es sólo una de las muchas cosas. —En cuanto esas palabras
salieron, quiso cerrar la boca. Una cosa era confesar que él también se
sentía inadecuado a veces, y otra muy distinta era darse cuenta que
éste era el momento perfecto para admitir que sus inseguridades eran
mucho más profundas. En realidad, no se trataba de rendimiento a la
hora de la verdad. Era esta necesidad irracional de afirmar su relación y
escribirla en piedra.

—¿Muchas cosas? —preguntó Gray, desconcertado.


Joder. Darius abrió la boca para responder, sin saber qué mierda
decir, pero la cerró cuando se movió dónde estaba parado. Estaba
empapado. La conversación ya iba a ser incómoda, no había necesidad
de empeorarla.

—¿Podemos dejar esto para más tarde? Tenemos que ducharnos


antes de recoger a los chicos, y Ally quiere hablar con nosotros después
de la cena.

Gray frunció el ceño pero asintió.

—Sin embargo, no lo olvidaré. Vamos a hablar.

Sí, sí, iban a hablar. Y Darius iba a quedar como un idiota.


Cuando Justin se acostó, y Jayden estaba metido en su cama viendo
una película, Darius y Gray se reunieron con Ally en el porche. Ella
volvía a casa mañana y quería discutir su siguiente paso en la
planificación.

—¿Cómo te fue con Squeezy hoy? —preguntó Darius.

—Bien, ella es mucho más útil que tú. —Ally sonrió y revolvió la
crema en su café—. Incluso con su incapacidad para hablar conmigo,
consigue transmitir su mensaje y parece estar siempre dos pasos por
delante.

Darius levantó un hombro. En un mundo moderno en el que la


tecnología se estaba imponiendo, su propia forma de actuar se estaba
quedando obsoleta. Pero hasta que fuera sustituido por un dron o
alguna IA5, los gruñones como él seguían marcando la diferencia. Por
muy brillante que fuera su hermana pequeña, prueba a enviarla a una
zona de combate y verás cómo funciona.

Sin embargo, el tema de hoy no era la tecnología. Tenía la sensación


que sería sobre algo más químico.

—Me dijo que estuviste hablando de estrategias de entrada —dijo.

Alicia asintió.

—Las muestras de suelo que envió Tariq apoyan la teoría del


complejo subterráneo, uno bastante grande, por cierto. El problema es
que, a menos que hayan construido un túnel de varios kilómetros de
largo a través de unos cimientos rocosos, donde es un milagro incluso
construir un complejo en primer lugar, sólo hay un punto de entrada.
Así que podemos contar con que está fuertemente vigilado desde
adentro.

Darius asintió lentamente mientras su mente empezaba a correr.


Desde el punto de vista de la seguridad, una sola salida era
increíblemente estúpida. Tal vez no se preocuparan en absoluto por los
inocentes que habían secuestrado, pero estos criminales solían hacer
todo lo posible por cuidar a sus compradores.

5
Inteligencia Artificial.
La mencionada salida única también planteaba su propio problema,
porque la puerta que Tariq había encontrado cuando estaba allí estaba
blindada. Romper una puerta blindada, de forma rápida, les privaba de
la ventaja de sorprender a su enemigo. Utilizar cargas explosivas era su
única opción.

—Por otro lado, una vez que tomemos el control de la entrada, los
demás no podrán escapar —razonó Darius en un débil intento de
consolarse.

—Es cierto —concedió Alicia—. Pero es probable que tengan rehenes


con los que negociar. Y por eso tenemos que hablar de cómo van a
tomar el control. Porque si vamos con envenenamiento por monóxido de
carbono, no puedes dispararles al entrar. No puedes dejar una sola
marca permanente, técnicamente.

Eso no era del todo exacto.

—Nuestro objetivo no es pasar completamente desapercibidos para


las autoridades, sólo no ser identificados. Es una operación encubierta,
no clandestina. Además, si se dispara a un puñado de compradores y a
su seguridad, ¿quién puede decir que los federales no lo descartarán
como una pelea que surge en el mismo momento en que el gas hace
caer a la gente? Sólo digo que si otros a mi alrededor se desploman y se
desmayan de repente, empiezo a sospechar.

Además, como se mencionó, la puerta. Tendrían que volar la puerta


para entrar. No iba a ser fácil ocultar eso. Tenían que investigar cuáles
eran sus opciones para sustituirla por completo, y esa mierda llevaba
mucho tiempo.

Ally frunció los labios y luego asintió con firmeza.

—Me lo creo. Sin embargo, tendrás que usar esas balas con mucho
cuidado.

—Definitivamente.

Gray se aclaró la garganta.

—¿Se puede utilizar un sedante? Por ejemplo, ¿si tienen pistolas


tranquilizantes?

Hollywood había causado suficiente daño. Eso no era una cosa.

—Me temo que eso no va a funcionar. —Para el crédito de Ally, ella


fue paciente—. Cada vez que ves una película en la que un personaje
cae al segundo de ser alcanzado por un dardo tranquilizante, alguien se
tomó una jodida tonelada de libertades creativas. Unos segundos en
una película son en realidad más bien media hora. —Inclinó la cabeza
de lado a lado y retrocedió ligeramente—. Con un buen compuesto de
ketamina, puedo hacerlo en tres minutos, pero eso sigue siendo
demasiado tiempo para eliminar una amenaza inmediata.

—Oh. —Gray se mordió el labio—. Entendido. ¿Y en los hospitales?


Los pacientes pueden estar anestesiados en segundos.

Ally asintió.

—Debido a los bloqueadores neuromusculares. Agentes que causan


parálisis. Y tienes razón, funcionan rápido, pero también afectan a la
capacidad de respirar.

—Cierto... por supuesto, entuban. Debería haber pensado en eso. —


Gray se rio torpemente.

Darius le dio un apretón de manos.

—Hay una razón por la que hacemos esto en equipo, cabeza de


chorlito. ¿Crees que sé sobre anestesia y compuestos químicos? Es una
monserga para mí.

Gray frunció el ceño.

—Literalmente hiciste tu propio veneno en el yate.

—El cual se instaló antes de lo que preveía —señaló Darius—. Por


supuesto que recogemos algunas mierdas a lo largo de los años, pero
hay un gran salto entre causar una intoxicación alimentaria con
laxantes y la ingeniería de una muerte masiva utilizando productos
químicos que sólo el Kremlin mantiene en stock.

Alicia soltó una carcajada.

Darius sabía que ella apreciaría la broma. Gray no estaba realmente


allí. La Guerra Fría era algo que había leído en los libros de historia, no
algo de lo que recordara nada. Ally, en cambio, había crecido en medio
de ella gracias a su padre. Pero eso era clasificado.

—Tengan por seguro que no utilizaremos ácido prúsico, polonio ni el


famoso paraguas venenoso —se rio.

Darius sonrió y dio un sorbo a su café.

Era hora de retomar el camino, y empezó con la vigilancia. Tariq no


había encontrado ni una sola cámara en el viejo burdel, lo cual había
parecido extraño hasta que Darius consideró que el sigilo tenía un
costo. No podían arriesgarse a ser detectados por niños entrometidos
que pensaban que era divertido explorar un edificio en ruinas. Así que
Darius quería que se instalara allí su propia vigilancia. De ese modo,
podrían controlar la actividad y, lo que era más importante, saber a qué
se enfrentaban el día en que todo se viniera abajo. Willow ya estaba
trabajando en ello.

En cuanto a su estrategia de entrada, tendrían que correr algunos


riesgos, aunque se expresó de otra manera cuando expresó sus
pensamientos. A decir verdad, no quería que Gray estuviera presente en
esta charla, y estaba bastante seguro que Alicia se daba cuenta. No
presionó para obtener respuestas a las preguntas que aún tenía.
Tendrían que hablar por una línea segura mañana o algo así.

—Creo que Elliott, Ryan, Dante y yo entraremos primero —


continuó—. Dante y yo tenemos el mismo entrenamiento y podemos
coordinar un ataque sin armas de fuego. Ryan y Elliott pueden
cubrirnos.

Pero mientras decía las palabras, las cosas no le parecían del todo
bien. Sentía un conflicto entre querer llevar a cabo esto sin causar el
caos y... Bueno, el caos era exactamente lo que causarían en el
momento en que pegaran el C-4 a la puerta.

Ally adoptó una expresión pensativa.

—¿Qué posibilidades hay que tengan inocentes cerca de la entrada?

Darius sopesó su respuesta.

—Bastante altas, diría yo. Aparte de los chicos subastados cuando


fui por Gray, también tenían esclavos como personal, y no están
escondidos.

Lo cual era otro problema. Cualquiera que estuviera a menos de


cinco metros de la puerta cuando estallaran los explosivos corría el
riesgo de sufrir heridas mortales.

—Hm. —Ally frunció las cejas y desvió la mirada en señal de


concentración.

Darius puso una mano en la pierna de Gray, habiendo notado su


estremecimiento ante el uso de la palabra esclavos por parte de Darius.

—Supongo que eso descarta el uso de un agente antidisturbios —


murmuró Ally para sí misma.

Darius ladeó la cabeza. Era irónico llamar a un gas “antidisturbios”


cuando lo único que hacía era crear el caos. Pero, no obstante, ella
tenía algo de razón.

—Yo no recomendaría el gas lacrimógeno —dijo—. El riesgo que las


balas vuelen en respuesta es demasiado grande, especialmente en un
espacio reducido, pero si hay una forma de aplicar un agente
paralizante, podríamos tener un ganador. Incluso si afecta a alguien
inocente.

Gray intervino en eso.

—Sí, no te preocupes por asustar o dañar temporalmente al rehén.


En esa situación, atravesarás el fuego si hay libertad al final de la línea.
El gas lacrimógeno no es nada comparado con lo que ya sufrieron.

Darius le cogió la mano y entrelazó sus dedos, y Gray apretó su


agarre.

—En ese caso, puedo hacer que funcione —dijo Ally—. Tendré que
hacer algunas pruebas, y no será un arreglo mágico. Una vez que entre
en las instalaciones y libere el gas, todavía tendrás que enfrentarte a
cierta resistencia. Será el minuto más largo de tu vida. —Oh, Darius no
sabía eso—. El antidisturbios funciona al instante, pero la parálisis no
se producirá de inmediato. —Se golpeó la barbilla—. Si puedo inclinar
la balanza hacia la somnolencia y la euforia en lugar de las náuseas y la
ceguera temporal, creo que ayudará.

A Darius le gustaba cómo sonaba eso. Y pasara lo que pasara, esto


sólo sería una de sus herramientas, no la única. Todavía estaban
explorando sus opciones y especulando.

—Además, una cosa más antes de terminar —añadió Ally. Al mismo


tiempo, el teléfono de Darius zumbó en su bolsillo—. Suponiendo que
haya rehenes, ¿cuál es el plan? ¿Los sedarás y los entregarás en algún
lugar, o...? Necesito saber si voy a preparar algo para ellos también.

Darius frunció el ceño y sacó su teléfono.

—Sedarlos no será necesario. Los chicos y yo llevaremos máscaras


completas, así que no nos verán de todos modos. Ry sugirió que
tuviéramos un camión o dos en espera. River y Reese pueden llevarlos a
la unidad de almacenamiento que los Langes usaron y llamar a la
policía tan pronto como salgan de allí. —Consideró que eso sería lo más
fácil.

Las víctimas eran una de las razones por las que no servía de nada
intentar sacar esto adelante sin levantar sospechas. La lógica y la
experiencia situarían a los rehenes en el recinto con sus
secuestradores, sino a todos, al menos a algunos. Pero el equipo no
podía dejar a los rehenes como los misteriosos supervivientes cuando
todos los bastardos criminales cayeran muertos por envenenamiento de
monóxido de carbono. Al menos con las víctimas en el almacén, los
federales tendrían dudas porque podrían racionalizarlo. Podrían teorizar
acerca que aún no habían sido recogidas y llevadas al complejo.
Las dudas estaban bien. Las preguntas sin respuesta también
estaban bien. Siempre y cuando no se pudieran rastrear las pruebas
hasta Darius y los demás. Aunque estaba totalmente preparado para
enfrentarse a los investigadores. Cualquier otra cosa sería extraña.
Definitivamente vendrían aquí y preguntarían por su paradero ese fin
de semana. Incluso podrían llevarlo a la oficina en Seattle,
considerando que Darius no ocultaría el hecho que estaría en Las
Vegas. Había demasiada gente involucrada para que fueran fantasmas,
y eso incluía a sus propios hijos. Si dejaban a Jayden y Justin con sus
padres, por ejemplo, los federales seguirían preguntándose por qué.

Así que los miembros de la familia se mantendrían al margen en la


medida de lo posible. Los chicos irían con ellos a Nevada y
probablemente se quedarían con Casey y Boone durante la operación.

Darius bajó la mirada rápidamente para comprobar el mensaje que


había recibido, y se sorprendió al ver que era de Niko. Gray había
estado intentando contactar con el chico en su chat de grupo durante
toda la semana.

¿Puedo quedarme contigo un tiempo? Tengo que salir de la


ciudad.

La forma en que se expresó hizo saltar las alarmas, y Darius se


excusó para hacer una llamada.

Llegó a la cocina antes que Niko contestara.

—No tenías que volver a llamar. —Su voz salió áspera y tensa,
haciendo que Darius se preocupara.

—¿Qué pasó? —preguntó.

Niko tosió.

—Es posible que atraiga al público equivocado.

—¿Jodidamente lo crees? Volviste a las jaulas, ¿no? —Darius no


podía creer al chico. En realidad, eso estaba mal. Era demasiado
creíble. Volver a hacer lo que mejor sabes hacer y todo eso. Niko había
sido un luchador de jaulas en el pasado, y ser forzado a asesinar en
cautiverio aparentemente no había sido suficiente para alejarse de ello.

—Es lo único que se me da bien —espetó Niko.

Darius se contuvo. Era inútil discutir por teléfono.

—¿Dónde estás ahora mismo? Iré a buscarte.


—Estoy en la estación de Grayhound en Seattle. Iba a comprar un
billete a Chicago, es donde está mi hermano ahora mismo, pero me
hiciste prometer que te llamaría si tenía problemas...

Darius soltó un suspiro. Gracias a que había tenido alguna


influencia sobre el gamberro, al menos.

—¿Estás a salvo por el momento? —preguntó—. Estoy en camino,


pero me llevará un par de horas.

—Puedo tomar el autobús...

—No a esta hora. —Darius comprobó su reloj y subió corriendo—.


Quédate donde estás y yo iré a buscarte.

—De acuerdo. Gracias, Darius.

***

Sólo a Gray se le ocurriría enviar a Darius con una taza de café de


viaje y una pila de galletas de chocolate.

Tomó un sorbo de su café y aceleró tan pronto como el camino de


tierra terminó. Pronto tendría cobertura para poder llamar a Gray. No
se habían despedido como era debido. Tuvieron el tiempo justo para
poner a Gray al corriente y para que el cabeza de chorlito se apresurara
a ir a la cocina y preparar un bocadillo.

Era lo que Gray hacía. Dejaba trocitos de sí mismo por todas partes,
incluso en el coche. Fue él quien instaló un portavasos en la rejilla de
ventilación después que Darius dijera que el único problema con un
solo asiento en la parte delantera era la pérdida de la consola central.
Una historia similar con el soporte del teléfono pegado al salpicadero
ahora.

A pesar de lo estúpido que lo hacían sentir estas nuevas


inseguridades, sabía que era el momento de exponerlo todo. Porque si
alguien podía darles sentido, era Gray.

Hablando de ese dulce diablo...

El teléfono sonó, y Darius aceptó la llamada y puso a Gray en el


altavoz.

—Ya deberías estar más cerca de la civilización —afirmó.


Darius sonrió con cansancio y mordió una galleta.

—Sí, acabo de pasar por Nelson's.

—¿Estoy en el altavoz? —Gray preguntó—. Parece que estás más


lejos.

—Ah, sí.

Gray resopló.

—Te di mis AirPods por una razón, bebé.

Tal vez Darius no sabía cómo funcionaban. Tal vez había tirado el
dispositivo fatal en la guantera. Los auriculares inalámbricos sin un
interruptor de encendido y apagado no eran de fiar, decidió en ese
momento.

—Lo que sea. Puedes oírme. —Darius redujo la velocidad a medida


que se acercaba al puente—. ¿Estás en la cama?

—No, me apetecía organizar una fiesta de lástima frente al televisor


—respondió Gray—. Ya mojé cinco galletas en leche caliente, y ahora
estoy mirando la alacena donde guardamos las patatas fritas, como te
miro a ti cuando estoy cachondo.

Darius se rio.

—Intenso. Pero no sé por qué te da pena. Fui yo quien tuvo que salir
en coche en mitad de la noche. —Cuando tenía pollos que atender a las
cinco de la mañana todos los días, las diez de la noche es medianoche.

—No dije que fuera racional —bostezó Gray—. Me puse un poco


celoso.

¿Qué mierda? Darius cruzó el puente, sin un alma cerca, y se


adentró en la parte de Westslope que no estaba del todo desierto.

—Vas a tener que explicar eso, y luego tengo una historia hilarante
para ti a cambio.

Gray resopló. Parecía que él también se estaba estirando, tal vez


poniéndose cómodo en el sofá.

—No sé qué decir. Cuando estábamos atrapados en esa isla, parecía


que tú y Niko tenían una conexión especial. Sé que suena estúpido.

Lo era. Realmente lo era. No había ninguna conexión especial, sólo la


constatación que Niko se parecía mucho a Darius en la forma de
afrontar los traumas y de atacar los problemas. Y eso no era
precisamente algo bueno, lo que le explicó a Gray.

—Como dije, sabía que no era racional —murmuró Gray—. Ahora


estoy listo para una historia hilarante.

Darius sacudió la cabeza, divertido, y dio un giro. Sólo tenía que


atravesar la parte baja de Ponderosa antes de llegar a la interestatal.

—Yo también estuve celoso —admitió—. Creo que me traumatizaste


cuando dijiste que querías frenar la mierda, así que esencialmente es tu
culpa que hoy en día vea a Abel y a Madigan como amenazas. Ah, y no
olvidemos a Jamie. Y cualquier otro amigo mío con el que te hayas
acostado.

Sí, eso hizo callar al cabeza de chorlito. Excepto por un sonido de tos
y balbuceo.

Bajo la fina capa de alegría descansaba un ladrillo de malestar.


Darius no podía recalcarlo lo suficiente: nunca se había sentido así. Lo
odiaba.

Se asemejaba a la incomodidad que había sentido antes que él y


Gray obtuvieran el sello de aprobación para convertirse en los padres
adoptivos de Jayden y Justin. Como si en cualquier momento pudieran
ser arrancados.

—En primer lugar —dijo Gray, con un tono de voz muy marcado—.
Nunca dormí con Madigan. Las pocas veces que compartimos la cama,
teníamos a Abel entre nosotros.

Darius se encogió. No quería los malditos detalles.

—En segundo lugar —continuó Gray—. Tenemos problemas mayores


si te sientes amenazado por una aventura de una noche que tuve con
Jameson un año antes de conocerte. Un rollo de una noche, eso sí, en
el que ambos admitimos que estábamos enganchados con otras
personas.

Estaba irritado, Darius podía decirlo.

—Y no nos frené, Darius. Simplemente no quería perder ningún


objetivo tradicional. ¿Es eso tan malo?

—No, no lo es. Te dije que estaba de acuerdo contigo, y lo sigo


estando. Sólo que... —Joder. Aquí es donde se hace difícil de explicar—.
No puedo hacer cara o cruz de mucho de lo que pasa por mi cabeza
estos días. Es jodidamente extraño, y cambia de un día para otro. —La
frustración se acumuló rápidamente, y él estaba tan sobre él—. Siento
demasiado, Gray. —Ese es el maldito problema. Donde había sido
indiferente en el pasado, de repente tenía opiniones y sentimientos
fuertes sobre todo—. No me gusta cuando mi pensamiento lógico no
está en la misma página que lo que siento. Me cabrea. Pero ahí es
donde me encuentro. Mientras mi cerebro me dice que es bueno que
nos tomemos las cosas con calma, que es bueno que vayamos a terapia,
que es bueno que saboreemos cada etapa, hay otra parte de mí que sólo
quiere que cierre esta mierda, porque no dejo de pensar en lo diferentes
que somos, y un día te darás cuenta.

Tragó en seco y se pasó una mano por la cara. Su cabeza era un


puto desastre.

Con Camassia en el retrovisor, pisó el acelerador y esperó volver lo


antes posible. Ahora todo estaba revuelto, y eso le inquietaba.

—¿A qué te refieres con lo de cerrar la mierda? —Gray preguntó con


recelo—. Pensé que éramos incondicionales.

—Lo somos. —La lucha abandonó a Darius, y se resignó. No iba a


ser capaz de explicarlo de una manera que Gray entendiera, porque
Darius no lo entendía él mismo—. No me diste ninguna razón para
pensar lo contrario, así que no lo sé. Es cosa mía, cabeza de chorlito.
Un día, veo claramente lo bien que estamos juntos, y al siguiente...

—Dime —instó Gray.

Darius suspiró con fuerza.

—A veces me preocupa haberte arrancado de tu antigua vida, y que


te arrepientas tarde o temprano.

El silencio que siguió le puso la soga al cuello. Desde el principio


supo que sus pensamientos eran ridículos.

Gray se aclaró la garganta.

—¿Recuerdas lo que me dijiste en el yate cuando dije que quería ir a


casa y volver a la normalidad?

No hay vuelta a la normalidad.

No había que olvidar eso, y Darius no tenía que responder.

—También me dijiste que me recuperaría pero que cambiaría para


siempre —murmuró Gray—. Tenías razón. No soy el tipo que era antes,
y mis sueños de entonces ya no son mis sueños. Todo es diferente.
Respiró con dificultad.

—Tal vez seas tú quien necesita un recordatorio.


Darius frunció el ceño.

—¿Qué quieres decir?

—Bueno... parece que estás esperando que vuelva a ser un tipo que
ya no existe. Te preocupa que un día me despierte y quiera todo lo que
antes quería.

El chico tenía razón.

Y no había terminado.

—Puedo estar vadeando pesadillas y ahogándome con los gatillos, y


nada me hará arrepentirme de una sola decisión que haya tomado
desde que me salvaste, Darius. No puedo... Mierda. —Sonó como un
gemido ahogado, y disparó la preocupación a través de Darius—. Ya ni
siquiera puedo desear que desaparezca el infierno por el que pasé,
porque me llevó a ti y a los chicos.

Darius se tragó una repentina avalancha de emociones. No podía


imaginar lo que estaba pasando por la mente de Gray en este momento,
lo abrumador que tenía que ser llegar a tal conclusión.

Para Darius, era humillante y doloroso. Doloroso porque nadie en su


sano juicio querría que su futuro y su felicidad descansaran en la
angustia que su ser querido tuvo que sufrir para terminar donde estaba
ahora.

—No me arrancaste nada —dijo Gray en voz baja—. El hombre que


soy hoy... Dios, Darius. Amo lo que tenemos. Amo nuestro hogar,
nuestros hijos, a ti, nuestras rutinas, todo. Me encanta ver esa sonrisa
en tu cara cuando tú y Jayden hacen lo suyo por la mañana con las
tareas. A veces los observo desde la ventana de arriba, ya sabes. Cómo
le enseñas cosas.

El oscuro camino que había por delante se volvió borroso, y Darius


tuvo que aclararse la garganta.

—Ya no quiero mirar atrás —admitió Gray—. No me malinterpretes,


compartir los inicios de la fantasía contigo es caliente como la mierda;
así que, por favor, no me los quites...

Darius exhaló una carcajada y moqueó.

—Pero no me queda nada en el pasado. —Esta vez, había una


sonrisa en la voz de Gray—. No quiero cambiar nada.

Dios. Le abrió el pecho a Darius con esas palabras.


Las lianas invisibles que se habían apretado en una bola de ansiedad
en la boca del estómago se desintegraron y permitieron que la ansiedad
se desvaneciera.

—Necesitabas escuchar eso, ¿verdad? —preguntó Gray con


suavidad.

Darius asintió a pesar que no podían verlo, y volvió a aclararse la


garganta.

—Sí. Aunque no sabía que esas eran las palabras mágicas. Y tal vez
esto no tenga sentido para ti porque soy muy bueno ocultándolo, pero
no soy muy bueno hablando de sentimientos.

Fue el turno de Gray de reírse.

Darius sonrió para sí mismo y se sintió como un maldito tonto.

—Siento haber tenido dudas.

—Deberías sentirlo. —Todavía había algo de alegría en la voz de


Gray—. Por otro lado, sé que te hice pasar por una montaña rusa antes
del verano. Si no recuerdo mal, la última conversación que mantuvimos
sobre nuestra relación fue en la que bromeamos sobre que tal vez era
hora que me mudara contigo permanentemente.

Jodidamente lo fue. Darius lo recordaba con claridad. Había sido el


día en que habían traído a Jayden y Justin a casa para siempre.

—Así que tal vez podamos hacerlo oficial y decir que vivimos juntos
ahora. —Darius lanzó eso—. Viendo que tenemos hijos juntos y todo
eso.

Gray se rio.

—Prefiero ir más allá. Digamos que estamos deseando pasar el resto


de nuestras vidas juntos.

Gracias a Dios que Darius estaba solo en el coche, porque tenía que
parecer un idiota con esa sonrisa.

—Eso me parece perfecto.

—Bien. Y ya que indicaste que solía ser una zorra, quizás


deberíamos hablar también de tu ristra de ex. —Joder. Gray tenía que ir
allí. Darius hizo una mueca y se preparó para la venganza—. Recuerdo
claramente a una preciosa rubia de Colorado que saltó a tus brazos no
hace mucho tiempo. Luego está el hecho que evito volver al gimnasio de
tu hermano porque tu ex novia, que estuvo en contacto con él, trabaja
allí. Y cualquier otra mujer que te hayas tirado —se burló—. ¿Cómo te
atreves?

—Te estás burlando de mí.

—Oh, ¿lo captaste?

Darius resopló y cogió su café.

—Bueno, felicidades por ser más asertivo que yo, supongo.

—Eso es una exageración —se rio Gray—. Bebé, estaba hirviendo de


celos cuando estábamos en Colorado. Este soy yo yendo a lo fácil
contigo porque sé lo que es.

Él también sabía cómo salvar el día. Darius no podía describir el


alivio que sentía.

—Tengo que decir que me gusta esto —reflexionó Gray—. Dejando de


lado los malos modales, parecías perfecto durante demasiado tiempo,
pero supongo que toda rosa tiene sus espinas.

¿Todas las rosas? El cabeza de chorlito no tenía ni puta idea. Darius


era más bien un cactus.

Para alargar la diversión, Gray tarareó la canción de Poison y pensó


que estaba histérico.

Darius se limitó a sonreír y a negar con la cabeza.

—¿Te imaginas? Mi madre bailaba esa canción cuando era joven, y


probablemente tú también lo hacías

—Está bien —dijo Darius abruptamente—. Creo que deberíamos


dejarlo mientras estamos bien.

Gray seguía riendo, el muy cabrón.

—De acuerdo. ¡Te amo! Date prisa en volver a casa conmigo.

—Sí, sí. Yo también te amo. —Darius desconectó la llamada, sin


siquiera fingir que estaba molesto.

***
Alrededor de la medianoche, Darius aparcó al otro lado de la calle de
la estación de autobuses, y envió a Niko un mensaje de texto diciendo
que estaba allí. Luego bajó la ventanilla y encendió un cigarrillo.

Niko debía de tener agallas para llegar hasta él, así que Darius
decidió tomar las riendas y no dejar que el chico se escabullera de una
oferta de alejamiento permanente. Porque claramente, la mierda no
estaba funcionando en Seattle. El hermano de Niko evidentemente se
había mudado a Chicago, y quién sabía lo que había pasado con su tía.

No era posible confundir al joven que salió de la estación de


autobuses. Los hombros encogidos, la capucha puesta, la postura
rígida. Sus vaqueros parecían no haber sido lavados en mucho tiempo.
Las botas de construcción eran más marrones que amarillas.

Niko bajó la mirada un poco, asegurándose que era Darius el que


estaba en el coche, y luego abrió la puerta y tiró una bolsa por encima
del asiento en la parte trasera.

—Cuánto tiempo sin verte, chico —dijo Darius.

—Gracias por recogerme. —Niko subió y cerró la puerta.

Al ver el primer moretón, Darius reprimió un suspiro y se apartó de


la acera. El estilo de vida de Niko estaba escrito en su cara. Moretones
que se desvanecen, nuevos moretones, cortes, raspones y cicatrices.

—Hemos intentado localizarte.

Niko desvió su mirada hacia la ventana.

—Sí, lo vi en el chat. Lo siento, realmente no... no sé.

Darius exhaló un poco de humo por la nariz y se detuvo en un


semáforo en rojo.

—Pensé que te ibas a quedar con tu tía.

—Lo iba a hacer. Lo hice. —Niko se aclaró la garganta y jugueteó con


los cordones de su capucha—. Es simpática y todo eso, pero no lo
entiende. Para ella, el trauma es algo que se entierra y se olvida, y la
homosexualidad se trata en la iglesia.

Darius hizo una mueca y tiró el cigarrillo.

—Lamento escuchar eso, amigo. Menos mal que ahora te quedarás


con nosotros.

—¿Eh? —Niko le envió un ceño fruncido—. Sólo necesito un par de


días, hombre Ya se me ocurrirá algo.
—No lo dudo —respondió Darius cuando el semáforo volvió a
ponerse en verde—. Pero a juzgar por el estado de tu cara, no estoy
seguro que me gusten tus soluciones. Y según tu contacto con el FBI,
estás haciendo tanto por superar tu trauma como tu tía.

—Vaya. ¿Me estuviste vigilando?

—Eso no puede ser una sorpresa. —Aunque vigilar era un poco


exagerado. Conocía a la agente asignada a Niko, y ella había
mencionado que el chico no se había presentado a ninguna reunión, ni
a ninguna sesión de terapia.

Niko se burló.

—Lo digo en serio, Niko. Quiero que te quedes con nosotros y te


recuperes.

—Nunca estuve de pie en primer lugar —Niko mordió—. ¿No crees


que intenté conseguir un trabajo honrado? Nadie me contrata. En lugar
de un diploma de secundaria, tengo antecedentes penales. Ni siquiera
tengo carnet de conducir. Cero experiencia laboral, a menos que cuente
el verano que trabajé en la bodega de mi padre antes que muriera hace
diez malditos años.

Había sido inútil ofrecer su ayuda en Florida. Darius había sabido


desde el principio que Niko no vendría de buena gana. Cualquiera que
fuera el problema en el que había terminado ahora, afortunadamente
les había dado una oportunidad, así que tal vez era bueno. Tal vez los
moretones en su cara podrían conducir a algo mejor esta vez.

—Sigue así —dijo Darius suavemente—. Te estás luciendo en la


entrevista.

—¿Qué?

Darius se rio.

—No te preocupes, tengo trabajo para ti. Estamos un poco faltos de


personal en el restaurante desde que dejé marchar a los temporales.

Niko no dijo nada al principio, y eso estaba bien. Salieron de Seattle


en silencio, y Darius agradeció la oscuridad de la autopista, cada
kilómetro lo acercaba de nuevo a casa.

—Por cierto. Cuando rescatamos a Jackie en California, te enfadaste


porque no nos pusimos en contacto contigo.

—Bueno, sí. Quería ayudar. —Niko cruzó los brazos sobre el pecho y
golpeó el pie sin descanso—. No se me ocurre mejor manera de
descargar parte de mi ira que desquitarme de esos malditos esclavistas.
No era el momento de señalar que no funcionaba así, pero Darius
tomó nota mental que lo mencionaría más tarde.

—Tendrás tu oportunidad —dijo—. Por eso hemos intentado


contactar contigo. Dentro de unas semanas, vamos a intentar acabar
con todos ellos.

La expresión de asombro en la cara de Niko no tenía precio, y fue


suficiente para saber que Darius pasaría el resto del viaje explicando su
plan.
La vida cambió un poco en casa durante las dos semanas siguientes.
Darius y Jayden todavía tenían su rutina matutina antes que todos se
despertaran, pero a medida que se acercaba la fecha de su viaje a Las
Vegas, aparecían más compañeros para entrenar y prepararse.

Darius no había desayunado a solas con su familia desde que había


recogido a Niko en Seattle.

Al menos no se esforzaban por consumir todos los huevos de la


mañana... Para cuando el desayuno estaba listo, la cabaña estaba llena
de gente. Este fin de semana, Ryan, Elliott y Dante estaban aquí para
hacer ejercicio juntos, y Ally y Tariq volaban el martes.

Darius y Ry habían recogido una mesa de cocina el otro día porque


estaba haciendo demasiado frío para sentarse en el porche. Había
ocurrido de la noche a la mañana, prácticamente.

—¿Cuántos días quedan? —preguntó Justin—. ¿Cuatro? —Levantó


cuatro dedos.

Darius se rio y le dio un beso en la frente.

—Tal vez más bien diez. Todos tus dedos.

Se sintió aliviado de no haberle dicho al chico que una de las gallinas


había estado guardando su huevo hace unas semanas, porque no había
salido nada de eso. Ahora, sin embargo, tenían cuatro gallinas
malhumoradas que habían dejado de poner huevos. Así que debería
haber unos cuantos pollitos cuando volvieran de Las Vegas.

Volvió a sacar a Justin del gallinero y se fijó en que Gray y Niko


estaban hablando junto a la cabaña de invitados.

Irónicamente, eran los dos que habían formado una conexión


especial desde que Niko había llegado aquí.

Darius no se sorprendió. Había reconocido el don de Gray para


cuidar de la gente desde el principio. Una vez se había hecho cargo de
los niños más pequeños de la isla cuando se habían quedado varados,
además de Jayden y Justin. Era natural que también se hiciera cargo
de Nikolaj. Y Niko se estaba abriendo, poco a poco.

—Hola a los dos. —Gray les sonrió—. ¿Ya hay pollos?


—No, papi dijo que tantos días... ¡diez! —Justin mostró todos sus
dedos.

Darius sonrió y dejó que el niño bajara. Justin había estado


corriendo toda la mañana con su nueva chaqueta que la madre de Gray
le había comprado.

—Papi, tengo sed. —Ahora estaba mirando a Gray.

Gray se rio suavemente y lo levantó.

—Sabes, a veces es difícil saber a qué papá te refieres.

—A ti, papi. —Justin sonrió y aplastó las mejillas de Gray. Fue muy
lindo—. Me refiero al papá en el que pienso, ¿de acuerdo?

Eso hizo reír a Darius.

—Oh, entonces todo lo que tenemos que hacer es aprender a leer tu


mente. —Gray besó la nariz del chico.

Niko sonrió un poco, pero seguía estando incómodo con los niños.
Tendía a retraerse cada vez que Jayden y Justin entraban en la
habitación.

—Se rompen tan jodidamente fácil —le había explicado a Darius el


otro día.

—Deberíamos irnos —le dijo a Niko. Se habían demorado lo


suficiente. O, más correctamente, Darius lo había hecho. Preferiría
quedarse aquí y echarle mierda a Ryan por estar fuera de forma, pero él
y Niko tenían trabajo en el restaurante.

—Muy bien. Estaré listo en cinco. —Niko se metió de nuevo en la


cabaña de invitados.

Justin anunció que quería subir a ver una película con Jayden, que
ya estaba arriba, así que también salió corriendo.

—Mira. Estamos solos. —Gray movió las cejas.

Darius resopló suavemente y lo atrajo hacia sus brazos.

—¿Cuánto tiempo crees que tendremos esta vez? ¿Un minuto entero?

—Mmm, sea lo que sea, no será suficiente. —Gray se inclinó hacia él


y lo besó—. Sin embargo, no te quejaste demasiado. Incluso te podría
acusar de que te gusta tener gente cerca. Ahora sonríes mucho más.

Era necesario hacer algunas correcciones, claramente.


—Todavía estoy con el subidón de cuando hablamos... cuando estaba
recogiendo a Niko. Así que no vincules mi felicidad a tener gente cerca.

Gray se rio.

Darius sonrió y lo besó rápidamente.

—Yo también sería un idiota si me quejara. Ya que les pedí que se


unieran a nuestra misión.

—Eso no te ha detenido antes —canturreó Gray.

Darius se rio. El chico tenía razón.

—Me alegro que te sientas mejor. Yo también. —Gray rodeó el cuello


de Darius con sus brazos y suspiró satisfecho—. Hoy es un turno
temprano, ¿verdad? ¿No llegarás a casa muy tarde?

—Volveré a las seis. —Darius le robó un abrazo más, largo y


apretado, y otro beso por si acaso.

***

Había sorprendentemente poco que hacer detrás de la barra una vez


que Darius puso a Niko a cargo de servir vino y cerveza.

Era el primer fin de semana desde que cerraron la zona de comedor


al aire libre por la temporada y devolvieron los muebles a su unidad de
almacenamiento, así que Darius esperaba que hubiera más comensales
en el interior. Pero tal vez la lluvia mantenía a la gente en casa, y el
clima era un factor importante en los almuerzos de fin de semana.

—Parece que necesitas algo que hacer —dijo Niko con una sonrisa
irónica.

Darius cambió su palillo de un lado a otro de la boca y le devolvió la


sonrisa.

—No, estoy bien.

Si hubiera sabido que iba a ser tan relajado tener un aprendiz,


habría aceptado uno antes.

Dejando de lado las bromas, se sintió muy bien ver a Niko entrar en
razón. Ya no era tan aprensivo y cerrado, la mayoría de sus moretones
se habían desvanecido y trabajaba duro. A veces, la gente sólo necesita
un descanso. Una oportunidad sincera.

En el momento en que Darius había convertido a Niko en empleado


oficial de Quinn's Fish Camp, el chico no había podido ocultar que
estaba abrumado, en el buen sentido.

La puerta se abrió y dejó ver una cara conocida, y Darius sonrió y


apoyó los antebrazos en la barra.

—Mira lo que trajo el gato.

Avery se rio y se encogió de hombros para quitarse la cazadora.

—He oído que este sitio tiene buenas críticas.

Un 4,7 en Trip Advisor, muchas gracias.

Ave no estaba solo. Un hombre de su edad se puso a su lado y


guardó su paraguas en su funda.

Intercambiaron algunas palabras en voz baja y acordaron comer en


el bar, así que Darius cogió dos vasos de debajo de la barra y los llenó
de agua, hielo y limón.

—Grant, éste es mi amigo y cuñado, Darius Quinn —presentó


Avery—. Darius, Grant Emsworth. Grant se está encargando de mis
clases de historia en Ponderosa.

Eso era interesante. Avery había enseñado estudios sociales en el


instituto privado desde que Darius lo conocía, y eso incluía historia.

—Encantado de conocerte. —Darius saludó a Grant con la barbilla,


pero sentía más curiosidad por el trabajo de Avery. ¿Significaba eso que
estaba reduciendo sus horas?

—Lo mismo digo. Es un lugar fantástico el que tienes aquí —


respondió Grant.

—Gracias. —Darius reunió una sonrisa cortés antes de cambiar su


mirada hacia Ave—. ¿Vas a estar más en casa, o...? —No le
sorprendería, sobre todo si tenían un tercer hijo en camino. Y el negocio
de Elise crecía cada día, al parecer.

—Todavía no, pero eso está por llegar, en cuanto encontremos un


sustituto para mi clase de geografía —respondió Ave—. El colegio subió
la matrícula y matriculó a más alumnos, así que ahora hay un puñado
de profesores nuevos.

Ah. Eso tenía sentido.


Darius señaló a Niko.

—Esto será una buena práctica para que tomes los pedidos del
almuerzo. Los menús están debajo de la caja registradora. —Luego miró
de nuevo a Avery—. Pensé que posiblemente habías dejado embarazada
a mi hermana otra vez.

La mirada de Avery lo decía todo. Estaba atónito, seguido de


resignado, y Darius dejó escapar una carcajada.

—Felicidades —dijo Grant.

—Todavía no se lo hemos dicho a nadie, así que, por favor, guárdalo


para ti —le dijo Avery a Darius.

Eso mató la diversión de Darius, porque había esperado ver felicidad


en su amigo.

—¿Está todo bien?

Avery asintió una vez.

—Lo está ahora, pero sus niveles de hierro estaban un poco bajos
antes. Por eso decidimos mantenerlo en privado.

Darius hizo una nota mental para darle a Elise un regaño más tarde.
Era un poco adicta al trabajo, y eso tenía que parar hasta que naciera el
bebé.

Después de felicitar a su cuñado, le dio la palabra a Niko para que


tomara sus pedidos, y Darius se ocupó de sus bebidas. Cerveza para
Ave, vino para Grant.

—Con un nombre como el tuyo, supongo que eres de aquí —dijo


Darius despreocupadamente.

Grant levantó la vista, un poco sorprendido.

—Lo soy, sí. No muchos hacen la conexión en estos días.

La historia siempre había interesado a Darius. Niko miró entre ellos,


confundido, así que Darius se explayó.

—Sus antepasados fundaron la ciudad.

—Oh. Genial. —Niko cambió su peso de un pie a otro, pareciendo


incómodo. También tenía un problema con la mirada, notó Darius.

—Puedes llevar los pedidos a la cocina —dijo Darius señalando.


—Joder... quiero decir. Sí. —Niko se sonrojó de forma inusual y se
marchó.

Darius reprimió su sonrisa.

***

La mañana siguiente le permitió vislumbrar el futuro y cómo sería


despertarse con ochenta y cinco años.

Le dolía todo.

Eso le pasaba por dejar que Ryan lo presionara. No es que Ry fuera


mejor. Darius también le había echado mucha mierda. Los dos habían
estado ayer durante horas después del trabajo y toda la noche, hasta
que no pudieron ver la siguiente estación en la carrera de obstáculos.

Darius se vistió y completó sus tareas con una maldita cojera, y vio a
Gray con una sonrisa somnolienta en la ventana del dormitorio. Maldito
infierno. Los muslos, las pantorrillas, su cadera... Su columna vertebral
y sus hombros también se sentían rígidos.

Jayden lo encontró divertido.

Por primera vez, Darius se alegró que su rutina matutina fuera cada
vez más corta. Ya no había mucho que cosechar. Les quedaban algunos
frijoles de temporada tardía, chiles y tomates. Sólo una docena de
huevos, teniendo en cuenta que cuatro gallinas estaban fuera de
servicio.

Sin embargo, Gray había compensado bastante. Había horneado


panecillos y pasteles ayer, y el aroma aún no había salido de la cocina.

La cabaña se llenó poco a poco, con todos colaborando aquí y allá.


Gray se paró frente a la estufa y emplató huevos y tocino mientras
Justin repartía panecillos con una sonrisa orgullosa en el rostro.

El pudor también se había ido de excursión a algún lugar del


camino, y parecía que Gray era el único que no estaba acostumbrado a
que un grupo de PMC6s anduviera en ropa interior. O en chándal.

Al mismo tiempo, un aire de concentración había envuelto la


propiedad. Los hombres estaban aquí para prepararse para un

6
Project Management Contract: Contrato de gestión de proyectos
combate, y se lo tomaban en serio. Se discutía la estrategia en voz baja,
se fruncían las cejas, se inhalaba café.

—El pan también. —Gray atrapó dos rebanadas de pan entre los
dientes de Darius.

Con Ryan, Jayden, Elliott y Dante en la mesa de la cocina, Darius se


puso cómodo en el sofá, y Justin se apresuró a seguirlo.

—¿Nos interesa escuchar el resultado del entrenamiento de ayer? —


preguntó Dante.

—Jodidamente, sí —dijo Ryan—. No me digas que ganó Darius.

Dante dejó escapar una rica carcajada y sacó un pequeño bloc de


notas de sus bolsillos.

—¿Vas a ganar, papi? —preguntó Justin con curiosidad. Le parecía


más divertido subirse a la espalda de Darius que comer su desayuno.

—Por supuesto que sí —respondió.

Gray se unió a ellos y tomó la mantequilla y el queso con él.

—No tan rápido —dijo Dante—. Gray y Niko fueron más rápidos que
todos nosotros.

—Ellos no cuentan —protestaron a la vez Darius y Ryan.

Eso hizo que Gray se partiera de risa.

Pero por Dios, era como competir contra atletas.

—De todos modos, ¿dónde está Niko? —preguntó Elliott.

—Probablemente dormido, como una persona normal —respondió


Gray.

—¡Dormir es aburrido! —gritó Justin.

Darius se rio suavemente y se dio la vuelta para besar la mejilla del


chico. Luego volvió a encarar a Dante.

—Sólo cuenten lo de nosotros, los viejos gruñones.

—Bueno, en ese caso... —Dante pasó un par de páginas en su bloc


de notas. —Todo el mundo era el mejor en algo; por ejemplo, Elliott nos
derrotó a todos en la escalada por cuerda, incluidos los jóvenes. Pero al
final, Darius y yo fuimos los mejores en todos los obstáculos
combinados, y Ryan ganó la ronda de tiro por un amplio margen.
De acuerdo, habría sido raro que el ex francotirador profesional no se
llevara a casa las prácticas de tiro.

Darius aceptó eso.

—Eso fue anticlimático —murmuró Ryan.

***

—¿Así que vas a descansar todo el día? —Ryan pasó junto a Darius
en el porche y bajó los escalones.

—Estoy esperando a Squeezy, hijo de puta.

Ryan se rio y dijo que esa era una excusa de mierda. Luego se fue,
trotando hacia la pista de obstáculos donde los demás esperaban. Gray
y Niko ya habían completado el curso un par de veces como
“calentamiento”, y Dante estaba actualmente entrenando a Jayden a
través de la estación de arrastre de tuberías.

Darius se llevó una mano a la cadera izquierda y se estremeció.

Comprobando su reloj, calculó que Willow llegaría antes de las cinco,


así que entró y cogió un refresco para ella, un café para él, y volvió al
porche. Hacía el suficiente frío como para usar el calefactor que había
encima de la mesa, pero él quería sentarse fuera.

—¡Atrévete! —Gray llamó desde la línea de árboles—. ¿Por qué no me


contaste sobre el fantástico gusto musical de tu primo?

Oh, por el amor de Dios. Ryan debió contarle.

—¡No creo que fantástico signifique lo que tú crees que significa! —le
gritó Darius.

Gray se rio y volvió a su entrenamiento.

Darius sacudió la cabeza y encendió su primer cigarrillo del día. No


había duda sobre qué primo estaban discutiendo. Casey. Ese gamberro
estaba obsesionado con los años 90. Y Gray estaba muy equivocado si
pensaba que a Casey le gustaba el grunge y el rock. Era directamente
bandas de chicos y música de baile. Cada reunión se convertía en una
discoteca cuando él estaba a cargo de la música.

Hablando de eso, Casey probablemente llamaría hoy y entregaría


otro informe. Él y Boone habían superado con creces las expectativas de
Darius, que no habían sido bajas ni mucho menos. Se habían
respondido innumerables preguntas y, lo que era más importante,
Willow había obtenido una imagen más clara de la estancia de los Lange
en Las Vegas. Ahora sabían que la organización criminal estaría en la
ciudad durante una semana. Utilizando un método de exclusión, Willow
había acotado ciertos campos de búsqueda tachando a los invitados a
juzgar por su itinerario. Siguió los rastros y las transacciones para
determinar cuándo y dónde se utilizarían los servicios de automóviles,
cuándo y dónde se harían las reservas para cenar, y cuándo y dónde
podría ocurrir algo.

Su mayor pista sobre la supuesta subasta hasta el momento, en


opinión de Darius, eran los catorce coches que se habían reservado bajo
un nombre vagamente relacionado con Alfred Lange. Todos eran para la
misma fecha, el lunes siguiente al fin de semana de la fiesta de
cumpleaños en el Venetian.

Para Willow, había empezado como una búsqueda de una aguja en


un pajar. Pero, pieza a pieza, fue descifrando las cosas, y su mente de
hacker no conocía límites. Había conseguido acceso a los servicios de
alquiler de coches, al sistema de reservas del Venetian, a las aerolíneas
y a innumerables intranets corporativas.

El trabajo de Casey y Boone estaba llenando espacios en blanco,


confirmando conjeturas y sospechas, y proporcionando nuevos detalles.
Como la información sobre el hijo de Alfred, AJ, que vivía en Las Vegas.
Los primos llevaban semanas siguiéndole la pista, rastreando todos sus
movimientos. Y hoy, iban a irrumpir en la casa de AJ.

Iban a colocar un transmisor para poder obtener audio y tenían


órdenes estrictas de no llevarse nada. Pronto recibirían su pago. Lo que
les llevaría de vuelta a la casa de AJ, una vez que ese hijo de puta ya no
respirara, donde encontrarían un montón de objetos de valor que
podrían vender.

Darius dio un trago a su café y vio a Willow caminando entre los


coches al final de la propiedad. Se había ofrecido a recogerla, ya que no
conducía, pero ella había dicho que su tía la llevaría. Bien pensado por
parte de Willow. Debió pedir que la tía Britt la dejara en la puerta. Nadie
en su familia sabía que Ryan estaba en la ciudad. No sabían que nadie
estaba aquí, aparte de Niko.

Willow caminaba a paso ligero, vestida igual que siempre. Pantalones


de carga holgados con bolsillos laterales y, presumiblemente, un top
demasiado ajustado debajo de su chaqueta. O abrigo. Era un abrigo de
invierno completo, al menos tres tallas más grande para su delgada
figura, y tenía un ribete de piel sintética alrededor de la capucha.
Reconoció a sus amigos y familiares en el bosque con una sola
mirada cuando Ryan salió de la línea de árboles para saludarla.

—Demasiada gente —murmuró mientras salía al porche—. Te


saludaré más tarde. Hola.

Darius sonrió.

—Niña. Toma asiento. —Le dio una patada a la silla de enfrente—.


¿Cómo estás?

—Con frío. Tengo un frío de mil demonios. —Willow se sentó y abrió


su abrigo, sólo para sacar un portátil. Luego volvió a subir la cremallera
rápidamente—. ¿Qué pasó con el verano? No contestes. Era una
pregunta retórica.

Darius sonrió.

—Veo que te compraste un abrigo nuevo. Conociéndola, había


comprado más de uno. Porque una vez que encontraba ropa que le
gustaba, compraba al por mayor. Elise era similar.

—Sí. —Abrió el portátil y se frotó la nariz. Estaba un poco roja—.


Charla, terminada. Hablemos de negocios. Tengo más confirmación
sobre el búnker de esclavos de Lange. Hubo entregas en la dirección de
la parte superior, en medio de la noche.

Sí, eso fue una confirmación.

—¿Cómo lo sabes? —Darius se hizo hacia adelante y arrugó la frente.


Todavía no habían instalado su propia vigilancia.

—Mis drones necesitan ejercicio —respondió con franqueza.

Darius decidió no insistir. La última vez que había preguntado por


los drones, en concreto por los de largo alcance, había tenido que
soportar una hora de divagaciones sobre el rebote de la señal y algo
sobre el acceso de ella al software de los drones de gente ignorante.
Había sido suficiente para darle un dolor de cabeza, aunque había
apreciado la perorata fuera de tono sobre cómo la gente hablaba con
demasiada libertad en Internet. Por ejemplo, había múltiples sociedades
de entusiastas de los drones en cada estado, y todos se reunían en línea
para hablar de sus aparatos. Era un buffet libre para que alguien como
Willow entrara, catalogara su paradero y accediera a sus servidores.

—Los chicos lo regalan. Les encanta presumir. Software, hardware, lo


que sea.

—¿Los ejercitan mucho en Las Vegas? —preguntó Darius con


cuidado.
—¿Últimamente? Todas las noches. —Golpeó algunas teclas y
moqueó. Tal vez se estaba resfriando—. ¿Hay una Mountain Dew para
mí?

—Sí.

—Gracias. —Giró la tapa y tomó un sorbo—. ¿Has decidido cuándo


te vas? Porque resulta que sé exactamente qué coches se reservaron
para la misteriosa salida del lunes después del fin de semana del
cumpleaños. Por si quieres ponerles rastreadores.

Darius levantó las cejas.

—Desde luego que sí. Eres brillante, Squeezy.

—Soy consciente de eso. —Señaló con la cabeza el portátil—. Te voy


a dejar esto, y lo hice a prueba de todo para que lo uses. Tienes mapas,
listas, un calendario, imágenes y mis notas clasificadas en pequeños
iconos ordenados en el escritorio. Todo lo que tienes que recordar es no
enviar ni recibir ningún mensaje aquí. Mantenerlo desconectado en todo
momento, sin excepciones.

Eso era factible. A Darius ni siquiera le importó la insinuación que él


era el tonto. Estaba mucho más interesado en saber exactamente
cuánto había logrado Willow, porque parecía que era mucho.

—¿Por qué tengo la sensación que declaras que has acabado? —


preguntó.

Willow sonrió un poco y giró el portátil hacia él.

—Porque así es. Mi trabajo continúa hasta que vuelvas a estar en


casa sano y salvo, pero la base está ahí. La fiesta de cumpleaños
comienza a las seis de la tarde del sábado, código de vestimenta formal,
cena de cuatro platos, banda de música en directo, diecisiete discursos
programados por amigos cercanos y familiares, y absolutamente nada
de eso importa, porque esa noche no ocurrirá nada interesante. De
hecho, yo diría que es una estupidez acercarse al hotel y arriesgarse a
exponerse. —Hizo una pausa—. El trabajo preliminar de Casey fue de
gran ayuda. Rastreé a todos los huéspedes con reserva en el bloque de
suites de los Lange, y sólo siete de ellos siguen en la ciudad después del
domingo. El resto se habrá ido a casa, muchos de ellos son familiares. Y
cabe mencionar que todos estos invitados, todas las personas invitadas
a la fiesta, tienen sus agendas completamente reservadas desde el día
en que llegan. Desde espectáculos y conciertos hasta reservas en
restaurantes y un evento de póquer. Incluso un viaje de compras con
un personal shopper. Su estancia en Las Vegas está planeada hasta el
último detalle, y yo habría sospechado si no fuera porque la mayoría de
los invitados no están vinculados a nada criminal. Es una gran familia.
Tienen a dos planificadores profesionales que trabajan con ellos para
asegurarse que todo funciona bien.

Darius estaba impresionado, y eso era decir poco. Hizo clic en uno de
los iconos del ordenador portátil y apareció un programa por horas. Lo
tenía todo. La esposa de Alfred Lange iba a hacerse la manicura con un
puñado de otras invitadas el sábado a las diez de la mañana. El
domingo, se había reservado un comedor privado en el Bellagio para el
brunch.

—Todo este trabajo y vamos a ignorarlo —murmuró Darius para sí


mismo.

—Para ser justos, si no hubiéramos sabido tanto de la fiesta de


cumpleaños, habríamos estado ciegos durante la operación —razonó
Willow—. Ahora sabemos que sólo siete de los cientos de invitados al
cumpleaños están directamente relacionados con los negocios de Alfred,
y eso sin contar la seguridad. Cada uno de esos siete hombres tiene su
propio equipo de seguridad. También encontré sus habitaciones.
Comparten un par de suites en el mismo hotel pero con un nombre
diferente. Así que se estima que son catorce los tipos que aparecen en el
complejo subterráneo. Pero hay más. —Se inclinó hacia delante—. Haz
clic en el archivo etiquetado como 'Asistentes al recinto'.

Darius hizo lo que se le indicó y se sorprendió al ver que aparecían


tantos nombres. Dios, tenía que haber al menos veinticinco.

Veintisiete, de hecho.

—Cómo puedes ver, muchos de los que sospecho que asistirán a la


subasta no forman parte de la celebración del cumpleaños en absoluto
—dijo Willow—. Sólo los siete que mencioné antes están en la lista de
invitados. El resto viene sólo para la subasta.

—¿Cómo los localizaste?

—No sin algunos gritos en mis ordenadores —respondió con ironía—.


Pero de un modo u otro, se reunirán con Alfred o con alguno de sus
socios durante la estancia. —Se levantó de su silla para venir a reunirse
con Darius a su lado—. Este tipo, por ejemplo, Stanley Rose. Es uno de
los jugadores del evento de póquer de Alfred. Vuela a Las Vegas desde
Houston el sábado por la noche y no tiene billete de vuelta. Sin
embargo, el tipo con el que vuela, supuestamente su seguridad, reservó
un coche de alquiler para una semana después, que, según la reserva,
será devuelto en Chicago. —Ciertamente, suficiente para levantar
banderas rojas—. O esa otra, Kai Yu, una prima de la esposa de Alfred.
¿No es raro que no esté invitada a la fiesta? Viaja a Las Vegas el día
después de la fiesta, y el nombre de su marido figura en la reserva de
todos los coches que creo que utilizarán para llevar a los asistentes a la
subasta.

Darius sacudió la cabeza lentamente, no por primera vez en


completo asombro por su hermana.

Él habría perdido la paciencia.

—En cuanto todos los asistentes estuvieran registrados en la


subasta, habría incendiado el lugar —murmuró ella.

Por muy tentador que sonara, y realmente lo era, jodidamente no


sería una buena estrategia, se decía a sí mismo.

—Volamos el yate e incendiamos la casa del secuestrador de Jackie


—respondió Darius—. Tres incendios es un patrón bien establecido.

Aun así... Últimamente se preguntaba cada vez más si estaban


tomando medidas complicadas sin motivo. El FBI sospecharía de la
participación de un enemigo externo. El envenenamiento con monóxido
de carbono tenía menos sentido ahora que sabían con certeza que no
había otra forma de entrar en el recinto rápidamente sin volar la puerta
blindada.

—Supongo que es cierto. —Willow dio un trago a su refresco—. De


cualquier manera. Ojalá tuviera alguna información sobre el paradero
de las víctimas, pero... nada. Ni siquiera una suposición. —Le
molestaba mucho; eso era fácil de decir.

—Has hecho más que suficiente, pequeña. Ahora es cuando nos


encargamos nosotros.

Siguió leyendo la lista de los posibles asistentes a la subasta,


grabando los nombres en su memoria, y se comprometió a matar hasta
el último de ellos.

No había ninguna razón viable para que una persona se presentara


en este evento y fuera inocente. Sabían de qué se trataba. Formaban
parte de una moderna trata de esclavos, tanto si trabajaban en
seguridad para un jefe como si compraban a otro ser humano.

—Ojalá pudiera ocultar esto a Gray —admitió—. Lo deseo con todo


mi puto corazón.

Porque independientemente del razonamiento, tener la sangre de


veintisiete hombres en sus manos dejaría una marca que no se podría
borrar.

Ya tenía suficiente sangre en sus manos.


—¿Por qué? —preguntó Willow con curiosidad—. Después de todo lo
que pasó, le estás dando la oportunidad de rescatar Dios sabe cuántas
vidas inocentes.

Darius no pudo evitar reírse. Amaba a su hermana por muchas


razones, y ésta era una. Ella no veía las muertes de los asesinos. Ella
veía las vidas que salvarían.

—Tienes razón.

—Suelo tenerla, hermano mayor. Y te pregunto de nuevo. ¿Cuándo te


vas? Porque si coordinamos bien las cosas, puedo acceder a la
vigilancia del lugar de alquiler y manipular las imágenes para que nadie
descubra que pusiste rastreadores en catorce de sus vehículos. Pero te
sugiero que lleves refuerzos.

Darius se pasó los dientes por el labio inferior y miró hacia el


bosque. Era una idea sólida, y algo que había hecho antes. Con Tariq.

—Le preguntaré a Tariq cuando llegue —dijo—. Es bueno para ser


invisible.

—De acuerdo.

—De cualquier manera, salgo el miércoles por la noche —continuó—.


Voy a traer a los chicos conmigo. —Después de hablar con Casey al
respecto, habían acordado que sería bueno enmascararlo como una
visita familiar. Darius simplemente estaría en la ciudad para visitar a
su tía y sus primos.

Murmuró al pensar en algo. Si ignoraban todo lo relativo a la fiesta


de cumpleaños, significaba que Darius no tendría ningún motivo para
hacer ningún recado en Las Vegas. En otras palabras, no habría pistas
que cubrir. Su operación encubierta sería un poco más clandestina, lo
cual no podría alegrarle más.

Y... joder. No podía dejar de pensar en su estrategia. Las cosas


habían cambiado lo suficiente como para que lo que había parecido
perfectamente lógico al principio se sintiera ahora... demasiado
desordenado. Por ejemplo, tratar de encubrir todo esto como una
intoxicación por monóxido de carbono causada por un error humano en
un búnker mal ventilado tenía sentido cuando existía el riesgo que
aparecieran imágenes por todas partes que demostraran que Darius no
sólo había estado en Las Vegas, sino en el propio hotel de la fiesta de
cumpleaños.

Ahora, eso no era un problema. Los federales no podrían acusarlo de


nada basándose únicamente en su paradero.
El teléfono sonó en su bolsillo, y lo sacó para ver una llamada
entrante de su primo.

Contestó.

—Casey.

Casey tragó saliva.

—Yo... Estamos en su casa. Encontré algo. ¿Podemos hablar?

Darius frunció el ceño, captando la urgencia, y sostuvo el teléfono


lejos de él.

—Puede que quieras escuchar —le dijo a Willow en voz baja—. Están
en casa de AJ. —Luego sostuvo el teléfono más cerca, entre los dos—.
¿Pasa algo?

—He encontrado fotos en su despacho —dijo Casey—. Las llamaría


fotos policiales, pero tengo la sensación que son todas inocentes.

Joder.

Willow cogió rápidamente el portátil y sacó un documento vacío.

—Creo que son víctimas de la trata —continuó Casey—. Hombres y


mujeres, todos en el lado joven, tal vez adolescentes mayores,
veinteañeros, golpeados, hambrientos, sosteniendo carteles con
números de serie.

Darius cerró los ojos brevemente y se pasó una mano por la cara.

Luego, Casey volvió a hablar, aparentemente ansioso por soltarlo


todo lo más rápido posible, por lo que las palabras salieron
apresuradas. Prometía que estaba siendo cuidadoso, que no dejaba
huellas, y que estaba tomando fotos de todas las fotos.

Supuso que había unas cincuenta.

Mientras tanto, Willow anotaba la información, y la cabeza de Darius


empezó a dar vueltas. Le daba vueltas a los días en que había estado
buscando a Gray. Y luego cómo había encontrado a su cabeza de
chorlito. Golpeado, desnutrido... y desaparecido desde hacía meses. Así
que... eso significaba algo.

Darius se aclaró la garganta.

—Si se ven desnutridos en las fotos, es seguro asumir que su


organización comienza a llevar registros una vez que los chicos fueron
retenidos como rehenes por un tiempo. —Captó el asentimiento de
Willow mientras tecleaba en el portátil—. Tal vez haya una especie de
centro en Nevada por el que pasan antes de ser vendidos o que se les
quite la vida. —Suspiró y se pellizcó el puente de la nariz, más teorías
se le vinieron encima rápidamente. Por lo que sabía, los chicos que iban
a ser subastados pronto podrían estar ya en el complejo. Pero esa era
una conversación para Willow, no para Casey—. Sin embargo, me alegro
que me hayas llamado. Podría cambiar un poco nuestros planes.
Prepárate por si acaso. Quizá tú y Boone tengan que entrar antes y
despejar la casa. —En realidad, espera. Las fotos. Necesitaban pruebas
para el futuro—. ¿Sabes qué? Es genial que tomes fotos. Quiero que las
hagas bien. Sin miramientos ni nada, porque si las pruebas
desaparecen de algún modo en los próximos días, necesitaremos que
las vuelvas a plantar.

Un dolor de cabeza se apoderó de él y Darius se frotó la sien. De


repente había demasiadas cosas que repensar y considerar.

—Las documentaré todas —prometió Casey.

—Buen trabajo. Envíamelas después.

Hizo una pausa.

—Se las enviaré a Willow. A menos que haya aprendido a aceptar


archivos encriptados que vuelan bajo el radar de la NSA.7

Willow resopló divertida en voz baja.

Darius aún no estaba allí.

—Uh. Mándaselos a Willow.

Después de concluir la llamada, se levantó de su asiento y empezó a


pasearse por el porche.

—¿Por qué iba a cambiar esto nuestros planes? —preguntó Willow.

Era complicado, y se trataba de Gray. Incluso los planes más vívidos


y detallados tenían un matiz de “aún no hemos llegado”. Los planes no
eran la realidad. Era fácil prepararlos, pero mucho más difícil llevarlos a
cabo. Y si Gray veía esas fotos, no se sabía cómo reaccionaría. Porque si
algo hacía que la mierda fuera real para él, sería ver a las víctimas
antes de poder rescatarlas. Darius supo eso cuando se habían
preparado para salvar a Jackie. Durante semanas, Gray había estado
deseando ir.

—Esto es entre tú y yo, Willow —se oyó decir—. Él no puede saberlo


todavía.

7
National Security Agency (Agencia Nacional de Seguridad)
—Quién, y por qué... te refieres a Gray.

Asintió con la cabeza.

—Sí. Porque no creo que lo lleve bien. Probablemente lo mismo con


Niko. —Luego se frotó la frente y pensó en la magnitud de la operación
que también acababa de crecer en tamaño. Unas cincuenta fotos de
víctimas... Y joder, tendrían que estar preparados para enfrentarse a
cualquier cosa. No había forma de saber cuántas víctimas habría en el
recinto.

¿Qué pasaría con las víctimas que no estuvieran presentes en la


subasta una vez que la organización fuera aniquilada?

Durante las sesiones de terapia, Gray había compartido horribles


recuerdos de jaulas y cajones.

Darius exhaló un fuerte suspiro y sacó sus cigarrillos.


El Lunes y el Martes pasaron volando en un embrollo de estrategias,
entrenamiento con explosivos y recogida de suministros y equipos.
Darius condujo hasta Canadá para comprar los dos chalecos Kevlar y
las máscaras que les faltaban. No quería levantar ninguna sospecha, ni
dar a los federales ningún lugar en el que buscar una vez que
descubrieran que Darius había estado en Las Vegas cuando todo había
terminado.

El miércoles por la mañana, él y Ryan se levantaron antes para


hablar en privado.

—¿Y no hay absolutamente ninguna manera de disimular tu


presencia en Las Vegas por completo? —preguntó Ry y encendió un
cigarrillo.

—No lo creo. La operación es demasiado grande, y estaremos allí


demasiado tiempo para ser fantasmas. —Darius suspiró y se agachó
para recoger algunas hierbas del césped. Las arrojó al arroyo y luego se
enderezó de nuevo—. Mientras estemos allí, necesitaremos a alguien
que haga recados. No hay forma de evitarlo.

Alguien tenía que aceptar la llave de la casa que alquilaban en


Henderson, alguien tenía que recoger su transporte, alguien tenía que
aceptar las entregas de comida... simplemente, alguien tenía que dar la
cara de vez en cuando, y era mejor que fuera una sola persona. Así,
todos los demás podían entrar y salir de Las Vegas sin que nadie
tuviera ni puta idea.

Tariq iba a asistir y ser un apoyo; eso era todo lo que Darius podía
permitir.

Así que a sus ojos, la mejor opción era la que iban a tomar. Iba a
llevar a los niños a visitar a Casey, Boone y la tía Erin. Era una
tapadera decente.

Se sentía bien haber confiado en Ryan. Ocultar ciertas cosas a Gray


era una cosa, pero Darius necesitaba al menos a una persona con la
que intercambiar pensamientos. Ryan era la opción obvia, aunque hoy
también tendrían que incluir a los otros gruñones. Ocultar información
sólo haría que la operación fuera más difícil de completar con éxito.
Empezó con River y Reese, ya que ellos se encargarían de la
recuperación.

Sesenta y dos fotos fue el total al final. Ese era el número de fotos
que Casey había tomado y editado y, por último, enviado a Willow.
Sesenta y dos.

—¿Qué estás pensando ahora? —Ryan preguntó.

—Que somos un puto equipo pequeño con una tarea gigantesca. —


Darius le robó el cigarrillo a su hermano y le dio una calada antes de
devolvérselo—. Estamos ante casi treinta hostiles y más de sesenta
víctimas, y no podemos contar con que todos estén en el recinto. Sería
demasiado fácil.

—¿Y? ¿Desde cuándo importa el tamaño de la tripulación? —Ryan


ensanchó los brazos—. Sabemos de sobra que las unidades pequeñas
pueden acabar con cientos de guerrilleros.

Darius le lanzó una mirada, porque ¿en serio?

—Esto no es la Primera Guerra del Golfo, y no somos Bravo Dos


Cero8.

Ese era un nivel de arrogancia digno de Ethan si comparas nuestra


unidad de contratistas, policías y soldados semi retirados con el SAS.

Ryan sonrió.

—No estás viendo las soluciones, hermano. Dios, no creí que


pudieras ser más cínico.

Darius no era cínico. Era realista.

Era el resto del mundo el que era asquerosamente optimista.

—Darius, escúchame. Tenemos algo que casi nunca tuvimos en


nuestros años activos. Tiempo. Tenemos tiempo para arreglar las cosas
sobre la marcha.

Darius enarcó una ceja en forma de pregunta.

—Estaremos en medio de la nada en un espacio que nadie sabe que


existe —elaboró Ryan—. Vamos a entrar en caliente con varias
estrategias, mientras que nuestro enemigo tiene, como mucho, un único
plan de preparación, sólo en caso de emergencia. Lo más probable es
que lleven un espectáculo de mierda desorientado en el que no sepan
muy bien a quién disparar. —Eso era cierto—. Y una vez que el caos se

8
Bravo Two Zero era el distintivo de llamada de una patrulla del Servicio Aéreo Especial
asiente, podemos hacer lo que nos dé la gana. ¿Dijiste sesenta y dos
víctimas en el registro? Bueno, me parece que tendremos que tomar
algunos rehenes para averiguar dónde están esos chicos y chicas, si es
que no se puede dar cuenta de todos ellos en el complejo. Y hay tiempo
para eso.

Darius tarareó y reflexionó sobre eso. Era cierto que tenían tiempo. Y
estaban organizados, a diferencia de los criminales de mierda.

Ni siquiera sería justo decir que era un enemigo contra otro, porque
su oponente estaba compuesto por varios clanes pequeños. Cada
comprador en esa subasta tendría un guardia de seguridad cuyo único
trabajo era proteger a su jefe. Sólo la organización de Lange tendría una
banda de guardias un poco más estructurada y preparada.

También estaba el hecho que Darius y su equipo estarían armados


hasta los dientes, mientras que los Lange y sus amigos tendrían
pistolas. Quizá también algunos rifles. En cualquier caso, no era nada
en comparación.

No todo eran armas. Alicia los equiparía con agentes antidisturbios,


drogas y otros componentes que había desarrollado para esta operación
en particular. Y eso se sumaba al resto. A las pistolas, a los rifles de
precisión, a las pistolas paralizantes, a los diversos medios para
aprehender y contener.

Darius tuvo que relajarse. Preocuparse aún más porque de repente


tenían más que perder sólo los convertiría en una profecía auto
cumplida. Fue cuando luchó como si no tuviera nada que perder que
ganó la guerra. Era cuando era imparable, cuando se hundía en la vieja
mentalidad de un depredador con años y años de entrenamiento.

—Que ésta sea la última misión de campo de nuestras vidas —


murmuró para sí mismo.

—Brindaría por ello, pero son las seis de la mañana —respondió


Ryan.

Darius esbozó una rápida sonrisa y luego consultó su reloj. Sí, es


hora de hacer las tareas de la mañana.

***

Mientras muchos de los demás perseguían la calma entrenando aún


más, Darius se encerró en sí mismo y dejó que su determinación
aumentara y agudizara su concentración. Pasó la mañana haciendo el
inventario por última vez, y luego buscó a sus compañeros uno por uno
para ponerlos al tanto de los cambios. Todos estaban de acuerdo en que
lo mejor sería tomar rehenes para averiguar dónde podrían estar
retenidos otros esclavos. Necesitaban esa ventaja.

River era otro de los que no perdía el tiempo en hacer ejercicio. Se


sentó tranquilamente en el porche, observando, anotando cosas en sus
notas de campo.

Era justo el tipo con el que Darius quería hablar ahora.

Trajo un termo y dos tazas y se sentó frente a River, que levantó la


vista de su librito con una mirada que decía que se había olvidado de su
entorno.

—Quieres que interrogue a nuestros rehenes —afirmó.

Darius se rio y llenó sus tazas de café.

—Sí. A algunos de ellos, al menos. Me gustaría que estuvieran


separados durante el interrogatorio.

River bajó la barbilla.

—Iba a sugerir eso. Bien. Pero espero que Reese no sea un


candidato. Él se calentará.

Darius ya se había dado cuenta de eso.

—Iba a ir con ustedes, Ry, yo y Elliott. —Por su cuenta, Darius y


Ryan no eran geniales cuando se trataba de extraer información. Pero
juntos, hacían un buen equipo.

Un coro de risas resonó desde el bosque, desde donde los demás


estaban entrenando, y Darius tuvo la sensación que era por la misma
razón que los días anteriores. Todos querían competir contra Gray y
Niko en una batalla para restaurar viejos y magullados egos. Hasta
ahora, sólo Reese había derrotado a los jóvenes, y había vomitado
después. Darius sabía lo que era eso.

Volvió a deslizar su mirada hacia River.

—¿Se aseguraron una coartada para la próxima semana? —


preguntó.

River asintió.

—Nuestro chico, Shay, nos va a cubrir. Confiamos en él.


Eso era bueno. Sólo era una precaución; al final, los federales no
sabrían que los gemelos Tenley habían estado en Nevada, pero por si
acaso. Todo el mundo necesitaba una coartada. Ayer, Darius había
incluido de mala gana a su padre en esa parte. Papá no quería detalles,
pero sabía que si alguien preguntaba, él y Gray se iban a pescar. Gray
también iba a hablar por Skype con su madre y su hermano mayor la
semana que viene utilizando una pantalla verde detrás de él, donde
Willow les ayudaría. Su familia veía a Gray sentado en el sofá de la
cabaña, cuando, en realidad, estaba en una casa alquilada en
Henderson.

Luego estaban Jayden y Justin. Obviamente, verían a Gray una o


dos veces la próxima semana en Las Vegas, y Darius era reacio a
quitarles eso. Los federales no tendrían ninguna razón válida para
indagar tanto, y haría falta una sospecha sólida contra Darius para
intentar siquiera involucrar a dos menores.

—Por cierto, creo que conocí a un compañero tuyo de civil —


mencionó River.

—¿Sí? —¿Tal vez aquí en la ciudad?

—¿Madigan Monroe?

Oh. Darius asintió.

—Sí, lo conozco.

—Me lo imaginaba. Gray estaba hablando de él ayer, y sumé dos y


dos —dijo River—. Tenemos amigos kink9 mutuos en casa. Madigan y
su chico nos visitaron este verano.

Huh.

—El mundo es pequeño. —Darius sonrió débilmente.

—La comunidad kink definitivamente puede ser —rio River—.


Cuando vinimos aquí la primera vez, nos dimos cuenta que también
tenemos amigos en común con Ryan.

Ese era otro tema en el que Darius no profundizó. El mundo


tecnológico de Willow y el universo BDSM de Ryan. Cuando se pusieron
en marcha, perdieron a Darius en la primera sigla.

—No sé qué hice en una vida anterior para merecer estar rodeado de
asquerosos kinksters en esta —reflexionó Darius—. Están jodidamente
en todas partes, puntualizó.

9
Kink: Fetiches
River soltó una carcajada ronca y cogió sus cigarrillos.

—Tú y Gray son más que bienvenidos a venir a vernos a Mclean. No


creo que seas tan vainilla como dices.

No, Darius era definitivamente vainilla. Sin embargo, no le


importaría visitar la casa de River y Reese. A pesar que vivían en la
propiedad donde tenían una gran mansión kink. El estilo de vida podría
no estar ni remotamente cerca de lo que Darius quería, pero no había
nada malo en añadir algo de picante a su ya fantástica vida sexual.
Diablos, él no sabía que el sexo podía ser tan bueno antes de conocer a
su cabeza de chorlito.

Un pensamiento lo golpeó. Sucedió tan rápido que fue casi más un


sentimiento que una cadena de palabras. River era el tipo adecuado
para hablar, pero se sentía extraño. Raro, incluso. Porque el sexo no era
algo de lo que Darius hablara con sus compañeros. O con sus
hermanos, para el caso. Ni siquiera con Ryan. La sola idea le erizaba la
piel de incomodidad.

A la mierda. Puedes ir a los lugares más hostiles de la tierra, ¿pero no


puedes hablar de sexo?

Necesitaba un cigarrillo para esto.

Después de encender uno, se movió en su asiento y se aclaró la


garganta.

—Te acuerdas de Bogotá.

—Es difícil de olvidar. —River ladeó la cabeza, su expresión mostraba


que Darius tenía su atención.

Cristo, realmente estaba corriendo con esto. Iba a abrirse. Al menos


era River. Tranquilo, de modales suaves, y extrañamente compasivo
una vez que se superaba la rudeza del exterior. Y después de una
operación conjunta en Colombia, no había duda de qué lado de ese
exterior estaba Darius.

—Entonces también sabes el alcance de mi experiencia con los


chicos antes de Gray —dijo. Había sido una noche de celebración en un
pequeño bar muy lúgubre. Un tipo de celebración de trabajo bien
hecho, con demasiado tequila. Los recuerdos eran borrosos en el mejor
de los casos, pero no podía olvidar cómo había terminado compartiendo
la cama de una mujer extraña esa noche. Con otro hombre, otro
extraño. Y la mujer no había sido la barrera entre los dos hombres, por
así decirlo. Había sido... salvaje. Mucho más íntimo que el par de veces
que había recibido la mamada de los tipos.
Darius recordó haber pensado activamente que esto funcionaba, que
esto funcionaba mientras besaba a otro hombre. No había reflexionado
sobre si lo había disfrutado; simplemente se había dado cuenta que tal
vez el género no le importaba tanto.

Para ser honesto, lo había golpeado un poco en el trasero.

—Nunca había pensado en ese tipo de cosas —continuó—. Al


crecer... Los hombres salían con mujeres, algunos salían con su propio
género, pero ser hetero seguía siendo la norma. Y yo caí en ello. No me
cuestioné nada. En parte, creo, porque tenía problemas mayores.
Conectar con alguien a un nivel más profundo no existía realmente
hasta ese tipo. Levantó la barbilla hacia el bosque, donde oyó a Gray
gritar a alguien.

River no dijo nada. Se limitó a observar con calma y a escuchar.

Darius dio una profunda calada a su cigarrillo. Odiaba esto. No se le


daba bien hablar.

—Creo que me guie demasiado por cómo percibía las experiencias de


otras personas en las relaciones —dijo—. Mis padres siempre fueron
sólidos, así que se convirtió en un objetivo automático. Conseguir la
solidez con la persona con la que sales, independientemente que te
parezca bien o no. Luego, mi trabajo... Me distancié de las mujeres, ya
sabes, emocionalmente, cuando entraba y salía de las misiones. Salía
en citas de vez en cuando, cuando no estaba trabajando. Haciendo
movimientos y todo eso. Y el sexo era sólo sexo. —Aquí fue donde sus
pensamientos no se alinearon, y lo frustró al máximo. Por un lado,
había intentado ir a por todas con las mujeres en el pasado. Por otro
lado, ahora sabía, más que nunca, que entrar no siempre significaba
entrar. Si su mente estaba fuera de la puerta, no importaba si su
cuerpo estaba en el apartamento de una mujer.

El amor en piloto automático era una farsa.

Nunca había intercambiado un “te quiero” con nadie. Había estado


cerca un par de veces; no estaba completamente atrofiado, pero joder,
estuvo cerca.

—Siempre miré a Ry con un poco de asombro —admitió Darius—.


Todavía no entiendo cómo una persona puede estar tan en sintonía
consigo misma.

River levantó un hombro.

—Es más fácil para algunas personas.

Sin duda.
—Bueno, a mí no me resulta fácil, y me está jodiendo la cabeza
ahora que estoy en mi primera relación sana —replicó Darius—. Gray es
tan malditamente honesto y desinhibido. Cuando se trata de esta
mierda, él puede hablar de cualquier cosa, abiertamente. Incluyendo el
sexo.

—Así es como se supone que debe ser, amigo. —River sonrió


ligeramente—. Sé que no eres un mojigato, Quinn. Sólo estás...
incómodo.

—No, ¿qué te dio esa idea? —Darius sacó una carcajada a su costa y
negó con la cabeza.

La sonrisa de River creció antes de suavizarse.

—No creo que tengas nada de qué preocuparte. Así que te cerraste,
mucha gente lo hace en algún momento de su vida. Reconoces el
problema, y eso es lo que importa. No hay necesidad de apresurar las
cosas.

Tal vez. Darius se había abierto un poco desde el año pasado. Pero
aún le quedaba un largo camino por recorrer, y quería llegar hasta allí.
Quería ser tan abierto como Gray.

—Gray no me parece alguien impaciente —señaló River—. Te


esperará.

Darius no tenía dudas, ya no, pero era frustrante.

—Todavía vivo y respiro ciertos estereotipos. —Esta era la razón por


la que se obligaba a hablar. Quería la opinión de River, preferiblemente
sin tener que expresar el problema.

—Jesús, ahora mismo irradias incomodidad —se rio River.

—Vete a la mierda. —Darius exhaló una bocanada de aire y encendió


otro cigarrillo con el anterior—. De acuerdo. Bien. Ser el pasivo no... no
sé cómo entrar en eso.

River soltó una sonrisa de oreja a oreja.

—Lo bueno de ser pasivo es que alguien más se mete en eso.

En ese momento, Darius se arrepintió de todo, de todo, hasta el día


en que nació.

A la mierda.

Él también lo dijo.
—Me arrepiento de todo. —Luego se frotó una mano sobre la boca y
miró hacia la línea de árboles. Era una maravilla que nadie hubiera
subido para empeorar las cosas. O a rellenar sus botellas de agua, lo
que fuera.

River exhaló una carcajada.

—Lo siento. Sabes que habría sido diez veces peor si hubieras
acudido a Reese con esto.

Sí, era jodidamente consciente.

—Mira. Lo entiendo. —River se inclinó hacia adelante en su asiento y


apoyó los brazos en la mesa—. Hay un período de adaptación. No se
cambia de equipo como si fuera un juego y se va hacia el atardecer.
Mucha gente, especialmente aquellos cuya sexualidad evoluciona más
tarde en la vida, pasa por esto de una manera u otra. Y conociéndote,
tiene mucho sentido que se trate de la logística. —Hizo una pequeña
sonrisa al escuchar eso, e incluso Darius pudo ver el humor—. Tienes
que ver el panorama general, Quinn. Son de épocas diferentes. Pasaron
muchas cosas en los últimos veinte años, y los chicos de hoy no están
metidos en las mismas cajas ni adoctrinados con las mismas
convenciones sociales que nosotros. Por supuesto que Gray es más
abierto. Tuvo que enfrentarse a menos barreras.

Darius asintió lentamente, su mente se dirigió a Chloe. Aunque sus


propios padres siempre habían aceptado incondicionalmente, los
factores generacionales eran reales. Donde mamá y papá decían: —Oh,
¿eres gay? Muy bien —Chloe había dicho—: Y a veces, a los chicos les
gustan los chicos. Si alguna vez eres tú, está totalmente bien. —El golpe
preventivo hizo toda la diferencia.

No le interesaba buscar excusas o lugares en los que echar la culpa,


pero sí le gustaban las explicaciones. Quería que las cosas tuvieran
sentido.

—Una cosa más —dijo River—. No a todo el mundo le gusta ser el


pasivo. Corrígeme si me equivoco, pero estás saliendo con alguien a
quien no le gusta estar arriba.

¿Qué tan hablador había sido Gray?

—Él prefiere ser el de abajo —aclaró Darius—. Pero, ya sabes... a


veces... Ese no es el problema, sin embargo. Es la incomodidad de la
que quiero deshacerme, porque la única vez, eh... En fin, me excité,
pero de alguna manera le hice creer a Gray que no me gustaba. Y lo
entiendo. Fue raro. No podía relajarme.
—¿No pudiste relajarte la primera vez que tuviste una polla en el
culo? Qué extraño.

Dispárame.

Darius apagó su cigarrillo con un poco de fuerza, y su mandíbula se


tensó. Sí, definitivamente se arrepentía de todo.

—Darius. Le estoy dando importancia a las cosas porque, joder, es


dulce. Y divertido. Y nada de qué preocuparse. Es simplemente nuevo. Y
a diferencia de la mayoría de la gente, tú pareces ser consciente de las
cosas en las que quieres trabajar. —River hizo una pausa, el humor se
desvaneció—. No te pareces en nada al tipo que conocimos en Bogotá.
Reese lo mencionó antes: esto es para ti. Tú y Gray son geniales el uno
para el otro. Sólo tienes que darle tiempo. Día a día, se irá despojando
un poco más de las viejas convenciones sociales, y cuando lleguen a ese
punto, cuando lleguen al punto en el que sólo sean tú y él en la cama,
sin voces del pasado, sin inhibiciones, sin grilletes tradicionalistas, lo
notarás enseguida. Créeme. Es lo más liberador que experimentarás.

Sin inhibiciones.

Sin grilletes tradicionalistas.

Ahí es donde Darius quería estar. Y eso era. Eso era precisamente.
Tenía que trabajar para cerrar el mundo. Esas voces tenían que
desaparecer.

River se inclinó de nuevo hacia atrás y enhebró sus dedos sobre su


estómago.

—Y oye, si no llegas allí, lo perderás, porque, maldita sea, ese chico


está fuera de tu liga.

Darius dejó escapar una carcajada, acogiendo el humor esta vez.

River sonrió.

—No es mentira, nos alegramos por ti.

Darius asintió bajando la barbilla. Tal vez, sólo tal vez, no había sido
tan horrible esta conversación.

—Gracias por ser mi psiquiatra durante un tiempo —dijo.

River se rio y sacó sus cigarrillos.

—Se llama amistad.


Tal vez, pero este nivel de franqueza aún le resultaba desconocido a
Darius. Podía contar con dos manos las veces que había tenido
corazones abiertos, principalmente con Ryan y Avery. En toda su vida.
Y casi todas ellas habían girado en torno al trabajo y al trauma que
seguía a algunas operaciones.

Ahora se había quitado un peso de encima.

Se sentía bien.

***

Cuando el sol empezó a ponerse en el día, había tensión en el aire.


Nadie dijo nada, pero era palpable. Porque esto marcaba el comienzo de
su misión.

Darius salió de la cabaña con tres maletas y las dejó en el porche.

River, Reese, Dante y Elliott se sentaron a la mesa con comida para


llevar y cervezas, aunque el ambiente podría situarlos fácilmente en un
funeral.

Darius se dobló las mangas de su camisa de franela cuando apareció


Ryan, que acababa de ducharse en la cabaña de invitados.

Habían intercambiado todas las palabras necesarias. Todos tenían


un trabajo y eran muy buenos en ello. No era necesario repetirlo ni
recordarlo. Pronto se reunirían con Darius en Las Vegas, y para
entonces, el trabajo de base estaría terminado. River y Reese volaban a
casa para dejarse ver, ya que llevaban una vida bastante social, y Alicia
tenía que asistir a una conferencia en Boston. Tariq sería el primero en
llegar a Nevada, el sábado por la mañana.

—Te ves relajado como siempre —observó Darius.

Ryan mostró una sonrisa perezosa.

—Sexo telefónico, hermano. Tengo que ver a Ángel azotando a Greg.

Darius no debió abrir la boca. Sacudió la cabeza y volvió a recoger


las mochilas, luego bajó los escalones y se dirigió a los coches.

Gray llevaba ya un rato allí abajo.

Era una vista agradable para llegar. Gray estaba a cuatro patas en el
asiento trasero del camión mientras hacía... algo.
—¿Puedo tomar una foto para llevarla conmigo para las noches
solitarias? —preguntó Darius.

Gray se rio suavemente y se bajó de un salto.

—Hola.

Mirando dentro del asiento trasero, Darius levantó las cejas y dudó
que Jayden y Justin supieran lo afortunados que eran de tener a Gray
como padre. El cabeza de chorlito había convertido el asiento trasero en
un refugio para la noche de cine para ellos. Pantallas pegadas a los
respaldos, mantas, almohadas, animales de peluche y aperitivos. Había
bajado el reposabrazos del centro, donde había portavasos, y también
estaban llenos. La botella de Transformers de Jayden y la botella
personalizada de Justin. Era una impresión de su oso de peluche
favorito, Frank.

—Eres increíble. —Darius presionó un beso en la sien de Gray.


Luego desbloqueó la cubierta de la cama de carga, la empujó hacia
arriba, y volcó las mochilas en el interior. Se sentía un poco raro no
llevar ningún equipo adecuado, pero habían acordado que era más
seguro que los otros se encargaran de ello. A Dante ya le habían dado el
equipo y la armadura de Darius, y Ryan estaba a cargo de sus armas.

—¿Los chicos siguen arriba? —preguntó Gray.

—Sí, Justin quería terminar su película, y Jayden está empacando


su bolsa de libros.

Gray sonrió y abrió la puerta del lado del conductor.

—Hace seis meses, nunca hubiera pensado que se convertiría en


nuestro propio ratón de biblioteca. —Luego señaló con la cabeza el
interior del coche—. Ven a ver. Preparé algunas cosas para ti también.

Darius estuvo allí en un instante, curioso por ver lo que el cabeza de


chorlito había hecho, y no se sintió decepcionado. Jesús, la mierda que
Gray le hizo sentir no se parecía a nada. Había café, pequeños
sándwiches, y esos deliciosos bocados de rollo de canela.

—Sé que no eres fanático de los bocadillos, pero si estás en medio de


la conducción y los chicos tienen hambre... —Gray se interrumpió—.
Hay más comida en la nevera en el suelo por allí. Lo que me recuerda,
¿cuáles son tus planes para la cena?

Darius atrajo al hombre para darle un fuerte abrazo y lo besó en la


frente.

—Creo que pararemos en algún sitio dentro de una hora. Justin


pidió McNuggets.
Gray murmuró y ladeó la cara.

Darius lo recibió con un beso.

—Gracias. Me mimas demasiado.

—Sólo voy a extrañarte. —Gray le sonrió y rozó con sus dedos la


mandíbula de Darius—. Promete que no dormirás bien sin mí.

Darius se rio y besó la nariz de Gray.

—Eso es un hecho. Pero gracias por tus buenos deseos.

Gray sonrió ante eso.

—Sígueme la corriente. Voy a estar atrapado aquí sólo con un


montón de viejos gruñones.

—Oye. Juraste amor y lealtad eterna a un viejo gruñón.

—Jurar lealtad —se rio Gray—. Ese eres tú en pocas palabras. Los
chicos y yo somos tus reclutas, parte de tu escuadrón.

—Bueno, lo eres. —Darius sonrió perezosamente y apoyó sus frentes


juntas—. Tal vez necesitemos una señal de llamada. Delta Quinn Cero-
Cuatro.

Gray soltó una carcajada y se apartó un poco.

—Se te ocurrió demasiado rápido, bebé. Pero no oí a Nolan ahí


dentro.

Darius se encogió de hombros y sonrió.

—Para mí todos son Quinns.

El cabeza de chorlito sacudió la cabeza, divertido.

—Eso habría sido romántico si no hubieras sido alérgico al


matrimonio.

Oh... oh, así que ahí es donde su mente se fue.

Bueno.

—Yo no diría alérgico. Alérgico es una palabra fuerte. —Darius lo


dejó así y arrastró a Gray para un último beso. Por mucho que quisiera
quedarse y ser cursi, tenían que ponerse en marcha si querían llegar a
Las Vegas para la hora de la cena de mañana—. Iré a buscar a los
niños.
—De acuerdo. —Gray permaneció de pie con una pequeña sonrisa
tonta en su cara, y tendría que ser suficiente para vivir hasta que se
vieran de nuevo el domingo.

La próxima vez que Darius caminara hacia su casa, su pasado


quedaría, con suerte, atrás, de una vez por todas.

Todos estaban preparados. Todos tenían sus tareas. Gray conocía el


protocolo en caso que los federales llamaran a la puerta. Su operación
no era hermética, pero donde hubiera una razón para sospechar de
interferencias, también habría un lugar cómodo para aterrizar porque
“inocente hasta que se demuestre lo contrario”.
Darius condujo durante la noche.

Si la noche anterior era un indicio, tenía que aprovechar la


oportunidad mientras los chicos dormían, porque de lo contrario, se
detenían con demasiada frecuencia. Se detuvieron en las afueras de
Seattle para cenar, luego una hora más tarde para ir al baño, otra hora
más tarde para lavarse los dientes y ponerse el pijama, y luego una vez
a las dos de la mañana porque Justin tendía a beber mucha agua justo
antes de acostarse.

Sin embargo, Darius no podía quejarse. Eran buenos chicos. Se


llevaban bien, la mayor parte del tiempo, y a los dos les encantaban las
aventuras. A Justin, en particular, le encantaba ir a sitios en coche,
porque funcionaba como un lugar seguro desde el que podía ver el
mundo. No tenía que ponerse nervioso ni preocuparse por las
multitudes y los ruidos imprevisibles de la carretera. En el camión, sólo
estaba la familia.

A Gray le preocupaba que Justin tuviera problemas la semana


siguiente, cuando la tía de Darius iba a cuidar a los niños, pero a
Darius no le preocupaba tanto. Seguirían viendo a los niños todos los
días. Además, la tía Erin también era de la familia y estaba bien
superar un breve período de ansiedad para incluir a más personas que
Justin considerara seguras. Su mundo debía expandirse, no
permanecer del mismo tamaño toda su vida.

La tía Erin era divertida. Ella rompería la timidez de Justin en un


santiamén. A Jayden también le gustaría. Erin no se había limitado a
criar a Casey y Boone; había estado ahí, y seguía estando, para Ace, la
niña que los primos de Darius habían adoptado tras perder a su madre,
una amiga íntima de Casey y Boone.

Darius bostezó y miró a Jayden en el retrovisor. Si no recordaba mal,


Jayden tenía la misma edad que Ace, quizá unos meses más. Y sin
duda se llevarían bien. Con los antecedentes de Jayden y la crianza de
Ace por parte de dos ladrones que se habían levantado en el infierno, no
había duda.

Tomando un sorbo de su café, Darius miró el cielo que se


transformaba lentamente en un gris pálido. Jayden probablemente se
despertaría pronto. A Justin le gustaba dormir hasta tarde.
Joder. El café que había comprado en una gasolinera no era ni
remotamente parecido al que Gray preparaba en casa. Darius hizo una
mueca y devolvió su taza al portavasos.

Rodó los hombros, luego bajó un poco la ventanilla y respiró


profundamente.

Su objetivo era llegar a Boise antes de parar a fumar.

Probablemente pasaría el día hablando de la tía Erin con los chicos.


Ya había empezado, anoche, después que mamá llamara. Porque ella y
Erin no estaban exentas de defectos. Malditas chismosas. Darius y
Casey habían esperado mantener el viaje a Las Vegas en secreto al
menos durante una semana o así, sólo para escapar de la inquisición.
Pero no. La tía Erin había llamado a mamá y le había dicho que Darius
traería a sus hijos para quedarse una semana.

Una conversación telefónica con Ma siempre venía acompañada de


consejos y sugerencias, y ahora mismo, Darius no tenía ni la paciencia
ni la energía para sonreír.

Un gemido somnoliento surgió del asiento trasero, y Darius miró por


el retrovisor justo cuando Jayden estiraba los brazos sobre la cabeza y
salía de una montaña de almohadas y mantas.

El chico parpadeó somnoliento por la ventanilla.

—Buenos días, pequeño.

Jayden bostezó.

—Buenos días. ¿Dónde estamos?

—En Idaho. Deberíamos pasar por Boise en unos veinte minutos.

—¿Podemos desayunar allí? ¿Huevos y tocino?

Sí, también podrían.

—Encontraremos una cafetería. —Darius asintió.

Jayden sonrió cansado y miró a Justin.

—Apuesto a que no serán tan buenos como nuestros huevos en casa.

—Definitivamente no lo serán —rio Darius—. Te gusta mucho la vida


en la granja, ¿verdad?

—Es lo mejor. —Jayden se encogió de hombros—. Creo que también


deberíamos tener un cerdo.
Darius quería seis. Había estado leyendo sobre los cerdos y
alimentadores, y definitivamente había beneficios. Sin embargo, los
lechones se compraban en primavera, así que tenía tiempo para
convencer a Gray. De todos modos, necesitaban hacerse con un par de
gatos antes de esa fecha. Luego un perro o dos en la próxima primavera
también. Si Darius quería dedicarse en serio a la caza de subsistencia,
cosa que hacía, necesitaría un buen perro como compañero.

Se sentía realmente bien tener a Jayden de su lado en esta futura


discusión, eso era seguro. Porque Gray no estaría de acuerdo sin
algunas quejas y quejidos.

Darius sonrió para sí mismo, porque a decir verdad, le gustaba que


no fueran muy similares. Le gustaba el compromiso que a menudo le
mostraba a Darius un camino hacia un camino que no sabía que
existía. Gray no era de los que frenaban por el simple hecho de hacerlo;
tenía sus propias visiones y soluciones.

***

Por otra parte, ya tenían un adorable cachorro en la familia.

Cada vez que Darius le abría la puerta a Justin, simplemente


extendía los brazos.

Era un... niño pequeño adorable.

—¿Has olvidado cómo caminar, cariño? —Darius lo levantó después


de desabrocharle el cinturón de seguridad.

—Me gusta cuando me cargas —dijo Justin con una sonrisa tonta.

—Me di cuenta. — Darius se rio en voz baja y cerró la puerta.

Ojalá esta fuera su última parada antes de Las Vegas. Según el GPS,
estarían en Henderson en dos horas, aproximadamente media hora
después que se suponía que él iba a recibir las llaves de la casa que
habían alquilado.

—Está bien, bocadillos y un descanso rápido para ir al baño —dijo.

—¡Hace mucho calor! —Jayden saltó hacia la estación de servicio y


se ató la sudadera con capucha alrededor de la cintura—. Papá, ¿puedo
conseguir un granizado?

Papá.
Tan pronto como la palabra se registró para Darius, Jayden también
debió haber caído en la cuenta, y la expresión del rostro del chico dejó
muy claro que no había sido intencional. Darius se tragó la ráfaga de
emociones, el honor, la calidez, los nervios, todo eso, y tomó una
decisión en una fracción de segundo para hacer que esto fuera lo más
fácil posible para Jayden.

Jayden estaba de pie cerca de la entrada de la tienda, con las


mejillas enrojecidas, la mirada desviada y los hombros rígidos.

—Yo también podría ir por un granizado. —Darius se inclinó al


pasar, le dio a Jayden un apretón rápido y un beso en la parte superior
de la cabeza, antes de enderezarse y abrir la puerta. Esperaba que fuera
suficiente para hacerle saber a Jayden que estaba reconociendo la
situación, de una buena manera, sin poner al chico en un aprieto—. De
hecho, tengo ganas de celebrar con uno azul. Vamos.

Un indiferente Justin saltó en los brazos de Darius y pidió un


granizado rojo.

***

Dos horas hasta Henderson era aproximadamente el tiempo que


Jayden necesitaba para relajarse de nuevo.

El vecindario era tranquilo, cada calle llena de casas de estuco que


parecían todas iguales. El beige claro se combinaba con un beige más
oscuro, los jardines perfectos se combinaban con los ocasionales cactus
y palmeras, y cada entrada tenía una camioneta o minivan. O ambos.

Los chicos salieron de la camioneta y miraron a su alrededor con


curiosidad mientras Darius tomaba las llaves de la casa de un piso que
habían alquilado durante los siguientes doce días.

El sol brillaba, apenas había nubes en el cielo, y estaba… sí, hacía


calor. Probablemente no deberían haber empacado más sudaderas con
capucha y sí pantalones cortos.

Una vez que el dueño de la casa estuvo contento con el discurso que
había pronunciado, Darius descargó el camión y comenzó a traer cosas
adentro.

Tenían media hora antes que tuvieran que irse de nuevo, no es que
él estuviera siquiera un poco molesto por eso. La cocina de la tía Erin
era especial. Nadie quería venir a por su estofado o todas las comidas
habituales en las que mamá era mejor, pero ¿para las barbacoas...?
Cristo, Erin era dueña del mundo con sus guarniciones. Patatas fritas,
palitos de mozzarella con ajo y hierbas, puré de patatas que en su
mayoría eran mantequilla, alitas con el mejor glaseado...

A Darius le habían prometido una barbacoa hoy.

—Papá, ¿dónde vamos a dormir? —Justin preguntó en el pasillo.

Buena pregunta. Había tres dormitorios, por lo que podían elegir el


que quisieran hasta que la casa fuera invadida por el resto de los
chicos. Pero… Darius quería que los chicos estuvieran cerca esta noche.

—Puedes dormir conmigo, supongo —dijo, llevando un par de bolsas


al dormitorio principal—. Propongo una pijamada con películas
antiguas.

—¡Oh! ¿Con portaaviones y tanques? —Jayden exclamó esperanzado.

—Uno o el otro. —Darius sonrió y alborotó el cabello del niño. Era


bueno que el chico estuviera más optimista ahora. Jayden tardó un
poco en volver a hacer contacto visual—. Por ahora, hablemos con Gray.
Creo que quiere saber de nosotros.

***

Si hubo algo en lo que el grupo Quinn - O’Sullivan logró, fue en cómo


hacer que la gente se sintiera bienvenida. No había límite para la
cantidad de veces que uno podía decir “¡Es tan bueno verte de nuevo!” y
“¡Ha pasado demasiado tiempo!”

Incluso un ermitaño como Darius apreciaba eso con su familia.

A pesar de la charla chismosa que tuvo que soportar durante los


saludos.

Con Justin en sus brazos -usando audífonos con cancelación de


ruido- y Jayden pegado a su lado, Darius complació a la tía Erin a
través de abrazos, presentaciones de los niños y “lo último”. La última
fue la parte de los chismes. Una familia numerosa significaba que
siempre pasaba algo. Darius ya había escuchado algo de eso de Ma, y la
tía Erin no tenía problemas para llenar los espacios en blanco que él no
había tenido en primer lugar. Quién estaba saliendo con quién, quién
estaba embarazada, quién se iba a casar. Toda esa mierda.

Darius no podía culpar a Erin esta vez, por la sencilla razón que los
miembros de la familia que ahora estaban saliendo de repente incluían
a Casey y Boone. Como si estuvieran saliendo. Por supuesto, no
estaban relacionados por una sola gota de sangre, ya que Casey fue
adoptado, pero aun así. Era extraño oír hablar de eso. Primero de
mamá, ahora de la tía Erin. No sólo por cómo los dos habían crecido
como hermanos, sino porque Casey y Boone habían sido enemigos
jurados o algo así. Es todo. Darius no tenía todos los detalles y tampoco
podía decir que le importara demasiado.

—Lo siento, te estoy abrumando. ¡Es tan bueno verte de nuevo,


querido! —Erin retrocedió con una sonrisa tímida, sólo para regresar
con un toque suave en la mejilla de Justin—. Tengo muchas ganas de
conocer a este pequeño.

Darius sonrió cortésmente y miró a su alrededor, medio esperando


que Casey y Boone saltaran de las sombras inexistentes en alguna
parte. Quizás estaban afuera. La puerta del patio estaba abierta, pero
las persianas de bambú estaban corridas y la música pop de los 80
salía a raudales por los altavoces, ahogando cualquier sonido
procedente del exterior.

Erin vivía en una casa modesta en un barrio semi-cerrado. O tal vez


simplemente se llamaba cerrado. Pero si la puerta sólo estaba cerrada
durante la noche, Darius no elogiaría la seguridad del área.

Las Vegas no era la ciudad más segura, por lo que encontraría la


manera de darle a Erin algunas sugerencias sobre cómo mejorar la
seguridad durante su estadía.

—Tengo tantas preguntas, la mayoría olvidadas. Me estoy haciendo


mayor —bromeó la tía Erin.

Darius se rio entre dientes. Ella era sólo un par de años más joven
que mamá, aunque Erin siempre había vivido una vida más…
despreocupada. Ella nunca se había calmado. Había trabajado en
innumerables trabajos: en hogares de ancianos, casinos, salones de
belleza, edificios de oficinas.

—Bah, te emboscada de nuevo cuando vuelvan las preguntas —dijo


decididamente—. Salgan todos al patio. Los chicos ya están ahí. Traeré
bebidas.

—Sí, señora. ¿Algo que pueda hacer antes?

—No es necesario. Siéntate. Tuviste un largo viaje en coche. —Erin


abrió el camino a través de la sala de estar hacia el patio y bajó el
volumen del estéreo.

Con la música desvaneciéndose, de repente fue fácil escuchar a los


tres afuera, Casey, Boone y Ace.
—¡Oooh, eso es gracioso! —Darius escuchó a Ace gritar.

A continuación, escuchó a Casey.

—Está bien, está bien, sólo escúchame. —Su discurso fue


arrastrado, lo que hizo que Darius se preguntara si Casey estaba
borracho. Sin embargo, eso no parecía plausible. Por poco
convencionales que fueran Casey y Boone como padres, tenían límites.
De ninguna manera se emborracharían cerca de Ace—. Escucha lo que
tengo que decir. Escúchame —continuó Casey—. Mira, ¿odio a la
humanidad? Si. ¿Pero creo que son irredimibles? Bueno, sí, eso
también.

Darius entrecerró los ojos y movió las persianas a un lado, luego


salió al patio con el sonido de la risa de Ace. ¿Qué diablos estaba
haciendo Casey?

Boone vio a Darius de inmediato, mientras miraba hacia la puerta


del patio. Casey, por otro lado, estaba de espaldas a Darius, con Ace
sentado a su lado.

Darius arqueó una ceja, diciéndole en silencio a Boone que


mantuviera la boca cerrada.

—¡Deja de reírte de mí! ¡Escúchame, escúchame! —Casey continuó


con su perorata de borracho, y se estaba volviendo obvio que estaba
imitando a Darius. El pequeño cabrón—. Todos ustedes simplemente no
me escuchan. Pero un día, lo verás. Estoy en lo cierto. Siempre estoy en
lo correcto.

Darius se mordió el labio y pasó a Justin de una cadera a la otra. En


ese momento, Ace también lo vio y comenzó a reír detrás de sus manos.
Ella era demasiado jodidamente linda. Una niña con muchas pelotas
criada por dos trolls.10 Boone, el músculo, el tipo que fue construido
como un apoyador. Casey, el supuesto cerebro. Ambos tatuados, ambos
con demonios sobre sus hombros.

Casey se tensó después de un segundo.

—Él está detrás de mí, ¿no?

Puedes apostar, chico.

Boone sonrió y tomó un trago de cerveza.

Ace colapsó en más risitas.

10
Gnomos.
—Je. —Casey se dio la vuelta lentamente, mirando por encima del
hombro, y Darius se limitó a mirarlo. La tía Erin estaba negando con la
cabeza—. Oye, Darius. Mucho tiempo sin verte.

Oh, hubiera sido fácil reír ahora. La mirada en el rostro de Casey,


Darius apostaba a que no era frecuente que lo atraparan.

—Avísame cuando empiecen las imitaciones de Casey —dijo


secamente y se alejó de la puerta—. Todo lo que tengo que hacer es
meterme una Pop-Tart en la boca e imitar el lenguaje de una chica del
Valle de los 90.

—¡Oh! —Casey se levantó de su silla, dramáticamente ofendido—.


Esa es una palabra importante para el Chuck Norris de Washington.

¿Qué demonios?

—Que te llamen Chuck Norris no es un insulto —se rio Darius.

Casey se burló y se subió a un caballo alto, alegando que no iba a


recurrir a juegos infantiles, estaban “por debajo” de él, una afirmación
que resultó tremendamente contraproducente. Todos se rieron a costa
suya y lo convirtieron en un niño con el ceño fruncido. Un hijo varón de
treinta y cinco años.

Darius sonrió y extendió su mano.

—Es bueno verte, chico.

—Sí, sí, tú también —refunfuñó Casey.

***

—¿Cómo lo manejó Justin? —preguntó Gray.

—Todo salió genial, cariño. —Darius no quería que Gray se


preocupara más. La velada había sido un éxito—. A mitad de la cena,
los auriculares se apagaron. Y al final del postre, estaba casi en el
regazo de Erin. Sabes como es. No tiene miedo. Es sólo cuidadoso al
principio.

A pesar que Justin no hablaba verbalmente con aquellos que todavía


consideraba extraños, el niño sentía curiosidad y encontró otras formas
de comunicarse.
Era una de las principales razones por las que Darius no quería
someter a Justin a una investigación en el corto plazo. Creía que haría
más daño que bien. Las respuestas fueron excelentes, pero sólo si los
costos emocionales no eran demasiado elevados. Afortunadamente,
Gray estuvo de acuerdo con él. Sólo estaba quejándose.

Sin embargo, Justin se agotó rápidamente. Algo con lo que Darius


podría identificarse. Podría ser cansador estar rodeado de gente, y
Justin se había quedado dormido aproximadamente treinta segundos
después de aterrizar en la cama que ahora compartían.

Jayden todavía estaba despierto, apoyado contra el otro lado de


Darius y disfrutando de un documental de la Segunda Guerra Mundial
de tanques mientras tomaba una Coca-Cola.

Gray informó a Darius sobre los eventos de su regreso a casa, que


fueron principalmente sobre entrenamiento adicional, empacar equipo y
aparentemente cocinar la cena con Ryan. Habían hecho chuletas de
cerdo. Darius contuvo los celos que estallaron, sabiendo que era sólo
porque ya extrañaba estar en casa. No le gustaba estar lejos de Gray y
sus rutinas diarias. Darius incluso iría tan lejos como para llamarlo
inquietante.

—¿Ese es el tanque Tiger? —Jayden preguntó en voz baja.

Darius miró la televisión y pasó los dedos por el cabello de Jayden.

—No, es un tanque soviético, un T-34. El Tigre es más grande.

—¿Eh? —pronunció Gray.

—Jayden estaba preguntando sobre el documental que estamos


viendo —respondió Darius—. ¿Estabas diciendo?

Gray se rio entre dientes.

—Sólo estaba divagando. Te dejaré ir.

Darius frunció el ceño.

—No me gusta cómo suena eso. Sigue divagando.

—No, yo... —Gray bostezó. De todos modos, debería dormir un poco.


Niko y yo vamos a ir hasta Coho Pass mañana por la mañana, y luego
tengo trabajo.

Sin duda, Niko sería un compañero de carrera más formidable que


Darius.

Gruñido.
—Está bien... te amo, tonto.

—Yo también te amo. Y te extraño.

—Yo también. —Darius esbozó una pequeña sonrisa ante eso—.


Hablamos mañana.

Después de terminar la llamada, colocó su teléfono en la mesita de


noche y luego le dijo a Jayden que fuera a cepillarse los dientes. Era
casi medianoche, Darius no había dormido en treinta y seis horas y no
necesitaba que nadie tomara Coca-Cola a esa hora.

—Ohh, ¿no puedo hacerlo mañana? —Jayden dejó a un lado el


refresco, pero luego se dejó caer boca abajo junto a Darius y enterró la
cabeza en la almohada—. Estoy demasiado cansado y lleno para hacerlo
ahora.

Darius resopló suavemente y se arrastró hacia arriba.

—Tenemos que levantarnos para meternos debajo de las sábanas de


todos modos.

—No, sólo tengo que rodar. Mira. —Pero antes que Jayden pudiera
demostrarlo, Darius lo agarró del brazo y lo sacó de la cama, lo que hizo
que el niño se echara a reír cuando terminó boca abajo en las manos de
Darius—. ¡Nooo, vas a despertar a Justin!

—No soy yo el que grita, hijo. —Darius se rio y pensó que bien podría
llevarlo al baño—. Escucha, estamos bajo la atenta mirada de Gray
aquí. Si nos dice que nos lavemos los dientes dos veces al día, eso es lo
que haremos.

—¿Es tu jefe? —Jayden resopló cuando Darius lo dejó en el piso del


baño.

—En este caso, absolutamente. Él es el que tiene los dientes


perfectos, así que creo que deberíamos escucharlo.

—Tengo uno que está suelto. —Jayden entrecerró los ojos y se metió
un dedo en la mejilla—. Cuando se lo conté a Gray, dijo que el hada de
los dientes me visitaría. ¿Como si yo creyera en eso?

Darius sonrió y le entregó un cepillo de dientes con pasta de dientes.

—Síguele la corriente. Le encantan estos pequeños acontecimientos.


Además, encontrarás un dólar debajo de tu almohada.

Jayden reflexionó sobre eso durante unos dos segundos y decidió


que era un buen negocio. Luego cambiaron de lugar para que Darius
pudiera hacer sus necesidades, y Jayden llevó la conversación desde
allí.

—¿Hay algún problema con tus dientes? Se ven bien para mí. —
Escupió un poco de pasta de dientes en el lava manos y abrió el grifo.

—Están bien. —Darius tiró la cadena del inodoro y movió sus manos
debajo del grifo—. Oh, tuve el peor dolor de muelas hace unos diez
años. Y no tuve tiempo de arreglarlo antes de empezar a trabajar.
Resultó que no tuve que hacerlo, porque me sacaron todo el diente.

Junto con otro, por lo que ahora tenía implantes allí. Vino con el
trabajo. A veces te encuentras con un oponente que golpea con
suficiente fuerza cuando tienes las manos atadas a la espalda.

—¿Había mucha sangre? —Jayden preguntó, enganchado a la


historia.

Darius sonrió, alcanzando su propio cepillo de dientes.

—Por todo el lugar.

—Whoa —susurró Jayden—. Como que quiero romperme el brazo.


Robbie en mi clase tiene un yeso genial.

Fue como mirar atrás en el tiempo. Jayden le recordaba mucho a sí


mismo y a sus hermanos a esa edad.

—Eres un niño imprudente de nueve años. Estoy seguro que tendrás


tu oportunidad —se rio entre dientes.

Jayden se limitó a sonreír, con la boca llena de pasta de dientes. Fue


lindo.

Parte de Darius quería sacar a relucir lo que había sucedido antes,


con Jayden accidentalmente llamándolo papá, pero se había prometido
a sí mismo esperar.

Tampoco se lo había dicho a Gray todavía.

Tendrían tiempo.
Se encontraron con su primer problema el sábado por la mañana.

Una cosa era colocar rastreadores en los coches escondidos en un


garaje con una vigilancia mínima y sin apenas gente alrededor. Tariq
había entrado y salido del garaje en diez minutos mientras Darius
distraía al personal de la oficina de la empresa de alquiler al ser un
cliente exigente. Se las había arreglado para mantener a uno de los
chicos del garaje en la oficina durante todo el proceso, haciendo
preguntas sobre el vehículo que estaban alquilando.

Pero con Willow en su oído, se habían enterado que no todos los


catorce coches en los que estaban colocando rastreadores estaban en el
garaje. Había encontrado tres de los coches en la sala de exposición,
justo detrás de la oficina, y eso era otro juego de pelota. Había cámaras
de seguridad en cada rincón del espacio, sin mencionar al personal que
mostraba a otros clientes alrededor.

La ventaja fue que se permitía que los clientes ingresaran allí, por lo
que no debería ser demasiado difícil acercarse a los vehículos. Darius
sólo tuvo que esperar a que Tariq regresara del garaje, que estaba
ubicado a un cuarto de milla de aquí.

—Podría necesitar un segundo vehículo, ahora que lo pienso —dijo


Darius.

Era cómico cómo la vida se apagaba en los ojos del tipo al otro lado
del mostrador. Pobre chico pensó que habían terminado.

—¿Por la duración de... quiero decir, dos vehículos al mismo tiempo?


—el tipo, Mark, cuestionó.

Darius bajó la barbilla.

Mark esperó más, tal vez por una razón de por qué Darius no lo
había mencionado antes, o para qué se usaría. La gente en general
esperaba explicaciones, y las ofrecía, de una manera demasiado
jodidamente voluntaria.

—Okey. ¿Qué tipo de vehículo, señor? —Mark se recompuso y se


colocó detrás de la computadora.

—No estoy seguro. —Darius se frotó la mandíbula e hizo un gesto


hacia la sala de exposición—. ¿Te importa si examino la selección allí?
—Algunos de ellos ya están reservados, pero claro. Jacob ya está allí;
si tiene alguna pregunta, estará encantado de ayudarle.

—Gracias. —Darius se dirigió hacia la amplia puerta y entró en la


sala de exposición que le recordaba a un concesionario de automóviles.
Las ventanas daban a la interestatal y el tráfico de la mañana estaba en
pleno apogeo. También lo era el tráfico aéreo. Con el aeropuerto tan
cerca, literalmente en la ciudad, veía aviones aterrizando a cada
minuto.

Muchos de esos pasajeros necesitarían alquilar un automóvil.

Había una razón por la que tenían que llevar esto a cabo temprano
en el día. El negocio iba a mejorar en cualquier momento. Pero por
ahora, sólo otros dos clientes estaban en la sala de exhibición, junto
con un tipo de aspecto alegre con una camisa negra y una etiqueta con
su nombre. Y nueve coches relucientes.

—Treinta segundos. —La voz de Tariq se filtró a través del auricular


de Darius.

Willow fue la siguiente.

—Es el Porsche Cayenne negro en la esquina, el Audi Q7 plateado


oscuro dos autos a la izquierda y el Mercedes GLC negro justo al lado.

Darius miró el Mercedes a su derecha. Era seguro decir que los


catorce coches tenían algunas cosas en común. Las ventanas estaban
tan tintadas como lo permitía la ley estatal, los autos eran caros y todos
eran SUV.

—Dentro —dijo Tariq, sin aliento.

—¿Cómo quieres jugar a esto, Squeezy? —Darius preguntó en voz


baja.

—Para ser honesto, quiero que alquiles uno de los autos que vamos a
rastrear —respondió—. Ninguno de ellos está reservado para las
próximas cuarenta y ocho horas. De esa manera, cada uno puede
colocar un rastreador al mismo tiempo en los otros dos, y luego limpiar
esa secuencia no parecerá sospechoso. Sólo será un breve error de
conexión en todas las cámaras.

Para entonces, Darius escuchó a Tariq en la oficina, explicando que


estaba aquí para encontrarse con un amigo en la sala de exhibición, y
Mark dio luz verde para entrar.

—Terminemos con esto rápidamente —dijo Darius.


Tariq entró en la sala de exposición y se saludaron y se dieron la
mano. Fue así como Darius recibió a uno de los rastreadores, y luego
fingieron charlar mientras miraban a los objetivos. Tariq iba a ir al
Porsche, Darius lo seguiría hacia el Audi, dejando el Mercedes para que
lo llevaran de regreso a la casa. Quizás podrían incluir audio. O una
cámara. Willow lo sabría.

Con el pretexto de admirar los coches, Darius y Tariq no se


contuvieron. Abrieron las puertas, se sentaron detrás de las ruedas y
discutieron cuál elegir.

—Esta es una belleza. —Darius se agachó y colocó un rastreador


debajo del acelerador. En su periferia, vio a Jacob acercándose con la
sonrisa de un vendedor—. No sé si necesitas borrar el metraje, Squeezy.

—No, lo hago. En la remota posibilidad que los federales quieran


investigar su paradero en Las Vegas, su comportamiento aquí fue un
poco extraño.

—No puedo ser el único cliente difícil aquí hoy —respondió.

—Difícilmente, pero será suficiente para hacer preguntas si ya


sospechan de ti —señaló Willow—. Sólo sal del auto y alquila el
Mercedes.

Mmm.

Darius salió de la camioneta y dejó escapar un silbido para llamar la


atención de Tariq. El tipo estaba atascado hablando con Jacob.

—¿Qué hay de ese de allí? —Asintió con la cabeza hacia el Mercedes


una vez que llamó la atención de Tariq.

—Háganme saber si tienen alguna pregunta, caballeros —dijo Jacob.

Dejados solos de nuevo, Darius y Tariq se dirigieron al Mercedes.

Y Darius no estaba satisfecho con lo que había dicho Willow,


pensándolo bien.

—¿Sabes qué parecerá sospechoso? —Mantuvo la voz baja—. Si los


federales sospechan de mí, miran las imágenes y descubren que faltan
mágicamente unos segundos.

Eso hizo callar a Willow.

No había nada ilegal en ser un cliente exigente. En todo caso,


encajaba con su perfil. Darius había sido llamado difícil toda su maldita
vida. Mientras las imágenes no mostraran a ninguno de ellos plantando
rastreadores, preferiría que Willow dejara la vigilancia en paz.
—Tienes un punto —concedió—. Revisaré las cosas una vez que haya
borrado las imágenes del garaje. Tengo que entrar en su nube.

Darius no necesitaba los detalles.

Pasaron otros quince o veinte minutos antes que terminaran y


pudieran marcharse. O irse, mejor dicho, en los dos vehículos que
habían alquilado. Una camioneta que realmente necesitaban; sería su
medio de transporte para hacer recados generales. Luego, el Mercedes,
que con suerte podrían equipar con algo más que un simple rastreador
ahora que estaba en sus manos durante los próximos dos días.

Todavía necesitaban algunos otros autos, pero Boone los estaba


conectando con ellos. No tendrían el nombre de Darius en ningún
contrato. Sin rastro de papel.

***

Apenas descansaron durante todo el fin de semana. Entre prepararse


para la llegada de todos y pasar tiempo con Jayden y Justin, Darius y
Tariq estaban muertos de pie. Pasaron cuatro horas en medio del
desierto, revisando el viejo burdel, instalando vigilancia, inspeccionando
la entrada al complejo y configurando sensores de movimiento. Tariq
estableció un laboratorio de tecnología en el dormitorio principal de la
casa en Henderson, que sería el dominio de Alicia una vez que llegara.
Mientras tanto, Darius se abasteció de todo lo que pudieran necesitar.
Alimentos, bebidas, primeros auxilios, toallas y ropa que se pudiera
tirar, desinfectantes, artículos de limpieza, baterías, la lista se prolongó
por kilómetros.

Para el domingo, estaba ansioso por ver a Gray.

Fue a la casa de la tía Erin y almorzó con ella y los chicos, quienes
tendrían su primera fiesta de pijamas en su casa esta noche. Pero no
estaba preocupado. Los había visto varias horas todos los días desde
que llegaron a Nevada, y no había habido ningún problema que no
pudiera solucionar. Jayden no era un problema. No tenía un hueso
tímido en él, y ya se había hecho amigo de Casey y la hija de Boone. Y
mientras Justin pudiera llamar a Gray o Darius de vez en cuando, se
relajó bastante rápido. Al niño le encantaba estar en la piscina
comunitaria cerca de la casa de Erin.

Menos de un minuto después de colgar el teléfono con Gray, quien


había llamado para decir que estaban a una hora de distancia, el
teléfono de Darius volvió a sonar, esta vez de Jayden.
—¿Todo bien, amigo? —Darius atrapó su teléfono entre el hombro y
la mejilla para poder verter briquetas en la parrilla del patio.

—¡Si Hola! —La risa en la voz de Jayden aflojó la tensión que Darius
ni siquiera sabía que tenía en los hombros—. Erin me dijo que te
preguntara si Justin es alérgico a algo. ¿Lo es?

Darius frunció el ceño y dejó la bolsa de carbón.

—¿No? No que sepamos. ¿Por qué?

—¡Ella sólo se estaba preguntando! Quiere invitarnos a cenar tacos


de pescado y camarones.

Oh. Darius soltó una risita, aliviado.

—Ya ha comido eso en mi restaurante. No tiene alergias, pero


prefiere el pescado frito a los camarones. —Tuvo que apartar el teléfono
de la oreja cuando Jayden le gritó a la tía Erin. Y Jayden evitó cualquier
tipo de referencia a Darius, lo cual era curioso. No “Darius dijo” o “Papá
dijo”. Simplemente, ¡Dijo que está bien!

Darius no habría reaccionado si hubiera sido la primera vez. Pero


ayer, Jayden había hecho lo mismo, sólo que sin que fuera obvio a
quién se refería. Y cuando Erin preguntó, Jayden simplemente señaló a
Darius.

—¿Se están divirtiendo, pequeños bribones? Suenas feliz.

—¡Sí, hemos estado en la piscina desde que te fuiste!— Jayden


respondió alegremente—. ¿Aún estás enfermo? ¿Puedes venir?

Darius hizo una mueca. Su estancia en Las Vegas iba a estar


plagada de mentiras y excusas baratas, una de las cuales era fingir
estar enfermo. —Me temo que no, hijo. Tengo un dolor de cabeza
bastante desagradable. Pero te veré mañana después de haber visto un
par de autos. —Esa fue otra excusa. Para Jayden y Justin, era una
visita familiar de matar dos pájaros de un tiro. Sabían desde el principio
que iban a pasar la mayor parte de su tiempo con Erin, porque Darius
tenía planes de buscar cosas para su hogar. Había una “convención
agrícola” para la que tenía boletos, un par de “amigos” que tenía que
visitar, y así sucesivamente. Y lo que era peor, según los chicos, Gray
sólo vendría aquí para una visita rápida de dos días a mediados de la
próxima semana. Lo suficientemente seguro como para no coincidir con
nada que sucediera en Las Vegas, lo suficientemente fácil de explicar
cómo que extrañaba a los niños y quería verlos antes de irse de pesca
con el papá de Darius.
A Jayden no le molestaba mucho que Darius no apareciera hoy, y
terminaron su llamada después de una promesa que se hablarían el
uno al otro antes de acostarse.

El segundo retiro de Darius de su vida como PMC no podría llegar lo


suficientemente rápido. Estaba harto de las mentiras, harto de
equilibrar más de una realidad, harto de activar ese interruptor mental.

Tariq salió al cabo de un rato y trajo la carne para la barbacoa de


esta noche. También pondría algo de rock en la sala de estar.

Iba a ser una linda velada. Hacía unos veinticuatro grados perfectos,
cielos azules, ni una pizca de brisa. Tenían una piscina, aunque
pequeña, en la que Darius esperaba estar con Gray en algún momento
durante su estadía.

Se acercó a la mesa, tomó una cerveza de la nevera y volvió a la


parrilla. Según lo solicitado, los filetes marinados estaban en un tazón
grande. Así que le quitó la tapa a la cerveza y la vació en el cuenco.

Tariq se sentó en una de las sillas de la mesa y suspiró satisfecho.

—¿Hablaste con Gray?

—Sí. Estarán aquí dentro de una hora. —Era bueno que no todos
llegaran al mismo tiempo. Esta noche, sólo estaban Gray, Ryan y Niko.
El resto seguiría mañana y pasado mañana—. Tengo la sensación que
habrá mucha barbacoa y pizza esta semana.

Tariq sonrió y tomó una cerveza.

—Bien por mí. Necesito un descanso de las tostadas de col rizada y


aguacate de Los Ángeles.

Darius ni siquiera podía imaginarlo. No era fanático de Los Ángeles.

Sin embargo, probablemente tendrían que planear algo para los


chicos la semana que viene. Darius no se pondría un maldito disfraz,
pero tal vez podrían salir a cenar y comprarles demasiados dulces para
celebrar Halloween. Las Vegas parecía un buen lugar para eso. La
ciudad ya era un espectáculo de fenómenos.

***

—Te extrañé, te extrañé, te extrañé. —Darius sonrió y apretó su


agarre, enterrando su rostro contra el cuello de Gray. Donde olía tan
malditamente bien. Y un poco como si hubiera estado en la carretera
durante dieciocho horas—. Yo también te extrañé. Tan jodidamente.

—Puaj. Nauseabundo. —Ryan pasó junto a ellos en la sala de estar y


salió al patio—. Oh hombre, eso es lo que olimos desde el otro lado de la
casa. Estos bistecs parecen casi hechos, ¿no?

Pasando sus manos por las mejillas de Gray, Darius se inclinó y lo


besó con avidez, amando la sensación de los bigotes de Gray bajo sus
dedos. Debe haberlo recortado justo antes que se fueran. Su barba no
era tan suave.

Frente a frente, recuperaron el aliento y se sonrieron el uno al otro.

—Bienvenido a Las Vegas.

Gray sonrió.

—Gracias. ¿Cómo te pusiste más caliente en tan sólo unos días?

—Bueno, aquí hace veinticuatro grados...

—Por el amor de…—Gray se rio y le dio un empujón a Darius—. Las


bromas de papá son fuertes en ti estos días, cariño.

Darius estaba satisfecho con su broma. De hecho, no podía dejar de


sonreír.

—Vaya a prepararme una bebida, cantinero. Necesito una ducha


antes de convertirme en tu tirita personal. —Gray se acercó a
hurtadillas para un beso rápido, luego agarró su mochila del suelo.

—Voy a subir —prometió Darius.

Se separaron por ahora, y Darius salió afuera donde todo lo que


necesitaba para hacer una bebida ya lo estaba esperando. Tariq no se
molestaba cuando se trataba de celebrar un buen fin de semana de
trabajo, por lo que había llenado la nevera con hielo, obviamente,
cerveza, ginebra, whisky y tequila. También había un montón de
mezclas esparcidas sobre la mesa, junto con condimentos, una gran
cantidad de ensalada de papas que habían comprado en Costco y pan
de ajo.

Ryan estaba junto a la parrilla y se había quitado todas las prendas


excepto los jeans.

—Oigan. Necesito una palabra —dijo, levantando la vista de su


teléfono—. Estoy jugando Wordfeud contra Angel, y ella está ganando.
—¿No es trampa si ayudamos? —preguntó Niko. Parecía que quería
ir a la piscina. Se paró junto a la escalera, con los dedos de los pies
abrazando el borde.

—¿Quién me va a delatar? —Ryan replicó.

—Gray —Darius dijo inexpresivo. Él y Angel se habían unido; les


había llevado diez putos minutos. Diez minutos después de su
presentación inicial este verano.

—Él no está aquí, y vamos —dijo Ry—. ¿Qué pasó con los hermanos
antes de... mi hermosa esposa?

Tariq y Niko estallaron en carcajadas.

—Buen argumento —dijo Darius con una sonrisa irónica—. Pero


estoy bastante seguro que la llamaste cosas peores que puta.

—Bueno, claro, pero sólo en su cara. —Ignoró las risas de todos y se


dirigió directamente a Tariq—. ¿Hablas con fluidez qué, nueve idiomas?
Ayúdame. —Le mostró a Tariq su teléfono—. Me gustaría usar la X.
Preferiblemente con una C y sin vocales.

Darius negó con la cabeza divertido y revisó los filetes antes de


preparar la bebida de Gray.

***

—¿Es ese tu segundo cigarro hoy?

—Es mi primero después de mi primero después de mi primero, y


espero que estés demasiado iluminado para entender lo que acabo de
decir.

—No estoy encendido —Gray se rio y se inclinó para darle un


mordisco a la mandíbula de Darius—. Voy a ser fácil contigo esta
semana. Sé que estás bajo mucha presión.

Gracias a Dios.

Darius se reclinó y exhaló un poco de humo hacia el cielo nocturno


mientras la pura serenidad fluía a través de él. No había lugar como el
hogar y estar con su familia, pero a veces necesitabas algo más. A veces
necesitabas a tu hombre, algunos amigos cercanos, buena música y
una cálida noche de verano.
De todos modos, era verano para él.

La cerveza estaba fría, su estómago estaba lleno, Gray estaba de


buen humor después de tres tragos...

Niko se había rendido a la piscina justo después de la cena.


Simplemente estaba flotando en ella, luciendo tan cómodo y relajado
como se sentía Darius. Y fue agradable ver al chico relajarse. Alejarse
de Seattle había sido exactamente lo que necesitaba. Aunque, tarde o
temprano tendría que volver a visitar su pasado. Seguía negándose a ir
a terapia y no le gustaba hablar mucho de nada.

—¿Recuerdas cuando teníamos abdominales así? —Ryan preguntó,


asintiendo con la cabeza el estómago de Gray.

Darius se rio entre dientes perezosamente y tomó un trago de su


cerveza.

Ryan se mordió el labio.

—Tengo ganas de cubrirme cerca de ustedes dos. Eso sería por Gray
y Niko.

Probablemente, Ry siempre había sido más musculoso que Darius,


aunque desde el nacimiento de los gemelos… sí, eso cambió las cosas.
Ahora estaban al mismo nivel, pensó Darius. Bastante en forma y con
recuerdos de mejores tiempos.

Gray se miró a sí mismo y se palmeó el estómago.

—Es una buena pista de aterrizaje. O zona de chapoteo, supongo.

Darius lo miró dos veces mientras los demás ladraban risas que se
hicieron eco. ¡Jesucristo, ese chico! ¿Ningún tema era sagrado?

—Estoy tan jodidamente feliz que te hayas unido a nuestra familia,


Gray —rio Ryan—. Oh hombre. Una buena pista de aterrizaje, tengo
que compartirla con Greg.

Darius negó con la cabeza y apagó el cigarro. Necesitaba ir el baño


orinar.

—Animales, todos ustedes.

Gray tomó la mano de Darius y presionó su sonrisa de borracho en


la parte superior en un beso.

—Te amo, Dare. ¿Me amas?

—Lo pensaré. —Se rio del chico y se dirigió al interior.


Estaba claro que Gray también había necesitado esta noche.

Después de hacer sus necesidades, Darius se acercó a las


computadoras portátiles instaladas en la esquina de su habitación y
abrió el software que rastreaba al hijo de Alfred Lange. Fueron Casey y
Boone quienes colocaron un micrófono en el auto de AJ, y el tipo
aparentemente vivía en un horario estricto.

Era un enigma. AJ trabajó en la División de Ejecución de la Junta de


Juego aquí en Nevada; su trabajo consistía literalmente en detectar el
crimen organizado en el negocio de los casinos. Un agente de campo
con un traje y un historial impecables. Pero si sabían una cosa, era que
AJ estaba tan sucio como ellos. Fue en su casa donde encontraron las
fotos de sesenta y dos hombres y mujeres inocentes forzados a la
esclavitud humana.

Gracias a esas fotos, también podrían vincular a AJ con los crímenes


de su padre. Porque el tipo vivía una vida impecable. Incluso tenían
audio en su finca, y hasta ahora, nada. No se había pronunciado una
sola palabra incriminatoria. Apenas había pistas tampoco, para el caso.

El suelo crujió cerca de la puerta, y Darius miró hacia atrás para ver
a Gray de pie allí.

Un Gray borracho era un Gray juguetón.

Darius sonrió levemente.

—¿Necesitas algo, cabeza de chorlito?

—Quizás. —Gray se acercó y aflojó los cordones de su chándal—.


Parece que no te das cuenta de lo jodidamente provocador que puedes
ser. Como, con tu mano en mi pierna y esas cosas. O cuando me frotas
el cuello.

Darius apretó los labios y se rio en silencio. Para ser justos, Gray no
necesitaba más que una brisa cruzada para ponerse erecto a veces.

—Eso se llama ser cariñoso —señaló divertido.

Gray se encogió de hombros y se detuvo cuando estuvieron uno


frente al otro.

—Tu cariño también me pone cachondo. ¿Qué vas a hacer al


respecto?

Mmm. El niño sabía cómo jugar con Darius. Como un puto violín.
Porque esa ceja arqueada al final, y la pizca de actitud en su voz,
hicieron que Darius quisiera poner a Gray en su lugar.
—Deberías tener cuidado, cariño. —Darius movió una mano a la
mandíbula de Gray y pasó la yema de su pulgar sobre su labio
inferior—. Puede que no me sienta cómodo hablando de nuestras
inclinaciones en el dormitorio con otras personas, pero tú y yo sabemos
que no tendría ningún problema en inclinarte para que el mundo lo vea.

Gray tragó saliva, miró fijamente, sus ojos se oscurecieron.

—Uno de tus enigmas. Desvergonzado como la mierda hasta que


tienes que usar tus palabras.

Esa era una forma de decirlo.

Darius señaló con la barbilla los pantalones de Gray.

—Suelta el chándal y súbete a la cama.

—Señor; sí, señor. —Gray se dio la vuelta y miró por encima del
hombro mientras revelaba lentamente su dulce trasero—. ¿Cómo esto?

Darius se desabrochó los pantalones y se frotó la polla.

—Un poco más. —En su bolsillo trasero, encontró su billetera y un


paquete de lubricante de un solo uso—. Abre tus mejillas por mí.

La actitud burlona se desvaneció y Gray se colocó en la cama, se


bajó los pantalones hasta las rodillas y separó tentativamente las
nalgas.

—Buen chico. —Darius acortó la distancia entre ellos y pasó una


mano a lo largo de la columna vertebral tocándolo con los nudillos.

Jesucristo, era hermoso. Todo él. Absolutamente jodidamente


perfecto.

Gray tartamudeó mientras Darius pasaba un dedo entre sus


mejillas.

—¿Vas a cerrar la puerta?

—No, ¿por qué haría eso? —Darius reveló su polla y se acarició a sí


mismo, poniéndose más duro cada segundo. Luego se inclinó y dejó
caer un beso con la boca abierta en el trasero de Gray—. Ya dejaste en
claro que quieres que todos conozcan nuestra vida sexual.

—Eso no es cierto —protestó débilmente—. Joder, oh joder.

Darius susurró y lamió suavemente, pasando la punta de su lengua


por encima, alrededor y por dentro. Tuvo el efecto deseado, cada
maldita vez. Gray desató a su chico zorra interior, y ese era
exactamente el chico que Darius quería follar hasta el olvido en este
momento.

—A la mierda, no me importa —gimió Gray—. Lo necesito. Dame tu


polla, Big Daddy.

Darius se enderezó de nuevo y sonrió para sí mismo, y frotó el


lubricante sobre su polla.

—Abre las piernas y baja más . —Podría follar a su chico más fuerte
si no se unía a Gray en la cama, y rápido y duro era exactamente como
Darius quería llevarlo esta noche. Tienes para correrte hasta que me
corra. Si no lo haces, no lo haces.

—¡Eso es cruel!

—No me importa. —Darius empujó la cabeza de su pene contra la


abertura de Gray, y se hundió en la mentalidad que ambos estaban de
humor. Aquella en la que tomaba, se volvía rudo y se volvía más sucio.

Pulgada a pulgada, llenó el pequeño culo de Gray. Se quedó mirando


dónde estaban conectados, excitándose por cómo la carne de Gray se
estiró para acomodarse a él.

—Oh, Dios mío... —Gray se dejó caer sobre los codos y bajó la
cabeza—. Te sientes tan jodidamente bien.

—Y me tomas todo tan bien —murmuró Darius. Amasó las mejillas


de Gray con brusquedad, manteniéndolas abiertas—. Eres una buena
pequeña puta para mí.

—Siempre, bebé —gimió Gray—. Cualquier cosa por ti.

Darius tragó saliva contra la sequedad de su garganta y le dio a Gray


una mirada más. Se empapó de la vista, el arco de la espalda de Gray,
cómo expresó su necesidad empujando hacia atrás y hundiendo sus
dedos en la colcha... Y Darius capturó el recuerdo. Cerró los ojos,
empujó profundamente y encontró un fuerte agarre en las caderas de
Gray.

—Quise decir lo que dije, muchacho. Córrete antes que yo me corra,


o no te correrás en absoluto.

Eso puso a Gray en acción, y comenzó a acariciar su polla mientras


Darius rápidamente aumentaba el ritmo.

No necesitaba ver una maldita cosa en este momento. Todo lo que


quería hacer era perseguir su placer -tomar su placer- y escuchar a
Gray desesperarse más por cada embestida.
En poco tiempo, la habitación se llenó con su respiración agitada y el
sonido de la piel resbaladiza chocando. Sumado a los gemidos, súplicas
y gemidos sin aliento de Gray, y Darius estaba en el cielo.

Excepto cuando el chico se quedó callado...

—Ni siquiera intentes amortiguar esos sonidos, Gray. —Apretó la


mandíbula y apretó su agarre, luego golpeó con más fuerza. Golpes de
castigo, rápidos, que empujaron a Gray a la cama—. Eso es lo que
hacemos en casa cuando nuestros chicos están al final del pasillo. No
aquí después de haber llamado a tus abdominales la zona de chapoteo
para mi hermano.

Gray soltó una serie de maldiciones y gemidos que se mezclaron, y


Darius lo usó. Siguió yendo más rápido, ignorando el dolor que se
extendía por sus muslos, y golpeó a Gray rápidamente, con fuerza,
hasta que el chico gritó su orgasmo.

La satisfacción recorrió a Darius, porque sabía quién se sonrojaría


cuando regresaran con los demás en un momento.

Rechinando los dientes, redobló sus esfuerzos y sintió que su propia


liberación hormigueaba a través de él, cayendo más y más, apretando
sus bolas y dándole más fuerte para terminar. Luego se rindió con un
gruñido bajo, hundió su polla profundamente en Gray y se corrió.

Al mismo tiempo, perdió el control y el equilibrio. Se derrumbó sobre


Gray y lo jodió contra el colchón mientras se corría.

—Joder, sí, lléname, bebé —jadeó Gray—. Lléname.

Darius no podía respirar. Con su rostro enterrado contra el cuello de


Gray, todo lo que pudo hacer fue obedecer a su cuerpo.

Finalmente, la euforia desapareció y Darius se estremeció


violentamente.

Su corazón seguía latiendo con fuerza.

—Diviértete enfrentando a mi hermano ahora —dijo, respirando con


dificultad.

Gray hizo un chirrido, que fue jodidamente lindo.

—Esconderé mi cara en tu axila.

Darius soltó una risita, luego hizo una mueca mientras retiraba su
polla gastada.

—Vamos a limpiar tu desastre, bebé.


—Unngh, me encanta cuando estás todo sucio.
Jugar el juego de la espera en una casa que era principalmente un
escondite le hizo algo a la gente. Con drones y vigilancia en su lugar,
sólo se acercaban al burdel por la noche cuando podían refugiarse en la
oscuridad. De día, no había mucho que hacer para pasar el tiempo.
Perdieron la cuenta de las veces que hicieron el inventario y limpiaron
sus armas. Darius y Ryan se irritaron y se desquitaron el uno con el
otro. River se convirtió en una estatua. Apenas habló, sólo observó y
tomó notas. Reese usó su modesto patio trasero para ver cuántas
flexiones podía hacer, cuántas vueltas podía nadar bajo el agua, cuánto
tiempo podía pararse sobre su maldita cabeza.

Gray y Niko se entrenaron mutuamente a través de sus propios


entrenamientos en el patio, cuando no estaban comiendo en la casa.

A Darius le asombró cuánto podía comer Gray.

¿Pizza para cenar? Estupendo. El cabeza de chorlito se tragaba un


pastel entero y luego se lanzaba a por los nudos de ajo y las alas de
búfalo. Y una hora más tarde, lo encontraría en la cocina haciendo
estallar una bolsa de papas fritas.

Entonces le daría una mierda a Darius por comerse una


hamburguesa con queso sin verduras...

—Darius, ¿recibiste noticias de Willow? —Alicia gritó desde el


dormitorio.

—¡Aún no! —Darius tomó una cerveza del refrigerador y salió al


patio.

Hoy los pondría a todos a prueba. Era el día de la fiesta de


cumpleaños de Alfred Lange en el Venetian y todos estaban inquietos.
Listos para ir, listos para hacer algo.

La semana había sido demasiado larga.

También se había vuelto estrecha. Ahora que todos estaban aquí, la


privacidad era una fantasía. Cada mañana, Darius y Gray se
despertaban, había alguien sentado en el escritorio a un metro y medio
de distancia, revisando imágenes y audio.

Darius salió al patio y se sentó frente a River con un profundo


suspiro. Tenía el cuello rígido por el trabajo de la noche anterior, donde
esencialmente se había acostado boca abajo en el desierto, esperando a
ver si aparecía alguien.

Nadie lo había hecho.

Ryan y Gray estaban en la piscina, lo cual no era la mejor idea. Para


el cabeza de chorlito, de todos modos.

—Gray, se supone que debes estar pescando con mi papá en este


momento —dijo Darius—. Llegar a casa con un bronceado no se verá
muy bien.

—Siento diferir, me veré sexy —refunfuñó—. ¡No puedo hacer nada


divertido! No puedo sentarme al sol, no puedo ver a mis propios hijos,
no puedo ir a hacer turismo. —Salió del flotador de la piscina y se metió
en el agua, luego se dirigió a la escalera.

Darius lo sintió por él, pero todas esas cosas divertidas tendrían que
esperar. No eran unas vacaciones.

Aunque, seguro como el infierno se sentía como unas vacaciones ver


a Gray salir de la piscina, reluciente de humedad, usando nada más
que calzoncillos tipo bóxer. Jesucristo, su cuerpo era otra cosa. Darius
tomó un trago de su cerveza y realmente no pudo apartar la mirada.

—Así que déjame aclarar esto —dijo Gray, agarrando una toalla del
borde de la piscina—. No vamos a hacer nada esta noche. Nada en
absoluto. Esta fiesta se va a acabar y no haremos nada.

—Nada —confirmó Darius—. No vale la pena correr el riesgo de


exponerse. Ese lugar tendrá cámaras por todas partes.

Gray arrastró la toalla sobre su cuerpo y entrecerró los ojos debido al


sol.

—Simplemente parece un desperdicio.

—Eso no significa que no estemos trabajando en segundo plano. —


Ryan habló desde la piscina con voz somnolienta—. Tenemos a Alicia y
Squeezy sacando primeros planos de todas las imágenes de la cámara
que pueden acceder y, a diferencia de ti, estoy trabajando en mi
bronceado.

Darius se rio entre dientes.

Gray frunció el ceño a Ry, aunque él no se dio cuenta de nada.

—Quizás deberías trabajar en tus abdominales en su lugar.


—¡Oh ho! —Darius se rio, fuerte, y supo cuánto le dolía ese
comentario a su hermano.

Ryan dejó escapar un suspiro.

—No toleraré el abuso contra los ancianos, muchacho.

—No te escuché por todas las Pringles en tu boca, abuelo.

—¡Darius! ¿Vas a dejar que me hable así?

—Dios, sí. —Darius sonrió en su botella de cerveza mientras Gray se


acercaba a él con una pequeña sonrisa de satisfacción.

***

La noche entre el domingo y el lunes trajo un cambio palpable en el


ambiente de la casa. Los hombres ya no estaban aburridos e inquietos,
sólo agotados y decididos. Con más y más presuntos asistentes a la
subasta apareciendo en la ciudad, el equipo de repente tenía mucho
que hacer.

Darius y Gray habían empujado su cama más cerca de la pared para


hacer más espacio junto al escritorio. La pared estaba cubierta con
impresiones de cámaras de seguridad en Las Vegas, principalmente el
aeropuerto y los servicios de alquiler de automóviles. Hasta ahora,
cuarenta hombres y mujeres.

—Creo que podemos acabar con este. —Darius dio unos golpecitos
con un bolígrafo en una de las impresiones y luego dio un paso atrás
para inspeccionar la pared.

—¿Sólo porque se registraron en otro hotel? —preguntó Elliott.

River habló, sentado en el borde de la cama.

—No, pero porque ya no encajan en el perfil. Ahora sabemos que


alquilaron un descapotable de dos plazas, ahí está el hotel mencionado,
se están quedando en el Tropicana, la esposa no dejó las máquinas
tragamonedas en toda la noche y reservaron golf para mañana a las
ocho. No me parece exactamente que sea una pareja en la ciudad para
recoger a un esclavo humano.

Elliott mostró sus palmas.


—Oye, nadie está más feliz que yo de eliminar a otro prospecto. Pero
sabemos que estos tipos tienen cuidado. No todos encajan en el perfil de
un sórdido rico. Se mezclan.

Ambos tenían puntos válidos, pero Darius tomó la copia impresa de


todos modos. La pareja no estaba en la lista de sospechosos de Willow;
sólo había agregado el metraje porque el esposo iba a jugar golf en el
mismo campo donde el hijo de Alfred era miembro. Y también cientos
más.

—Darius.

Darius miró por encima del hombro y encontró a Gray en la puerta.

—Tienes que dormir un poco, cariño —le dijo Gray—. Estuviste


despierto toda la noche.

Darius asintió con una inclinación de la barbilla, sabiendo que el


chico tenía razón.

—Cinco minutos más. —Sería suficiente hablar un poco con los


chicos antes que pudiera dormir un poco en otra habitación. Una vez
que Gray volvió a irse, Darius se dirigió a los demás. River, Elliott, Alicia
y Reese—. En este momento, tenemos dieciocho confirmaciones. —
Dieciocho rostros que Willow y Ally habían encontrado en su búsqueda
con cámara por toda la ciudad, dieciocho rostros que estaban en la lista
de Squeezy de los veintisiete sospechosos, dieciocho puntos
conectados—. Eso significa que nos faltan al menos nueve, y con suerte
los tenemos aquí en la pared. Mientras descanso, sigue pensando.
Sigue viendo la transmisión desde el lugar de alquiler, sigue
escuchando el audio del Mercedes y sigue controlando al hijo de Alfred.
—AJ había estado en movimiento hoy temprano; de hecho, había
conducido hasta la mitad del camino hacia el viejo burdel antes de
regresar por alguna razón.

—Tenemos esto, amigo. Duerme un poco —dijo Reese—. Te


despertaremos si te necesitamos.

Darius asintió. Lo mismo ocurre si Willow llama. Está intentando


entrar en algún servidor de chat en el que está AJ.

—Entiendo. Ve. —Elliott le dio una palmada en la espalda a Darius.

Alicia intervino sin apartar la mirada de su computadora portátil.

—Recuerda comer. Estamos tan cerca. Si alguno de ustedes la caga


esta noche porque se olvidó de ir al baño o algo así, terminaré con
todos.

Darius soltó una carcajada cansada y salió del dormitorio.


***

Se despertó unas horas después con Ryan gritando: —¡Y no te


olvides de afeitarte después!

Darius se tapó la cara con un brazo, el sueño se aferraba


fuertemente a sus sentidos, y sintió lo fácil que sería volver a dormirse.
Demonios, podía caer en coma por todo lo que le importaba. Estaba tan
jodidamente cansado.

—¿Bebé? —oyó murmurar a Gray—. Desearía no tener que


despertarte, pero tendremos nuestro resumen final de todo en cinco
minutos.

Eso apretó el estómago de Darius y lo arrancó del sueño.

Resumen final.

En sólo unas horas, rodearían ese viejo burdel y asaltarían el lugar.


Era para lo que se habían entrenado y preparado durante las últimas
semanas.

—¿Hablaste con los chicos? —preguntó adormilado.

—Lo hice. —Gray se acercó y se sentó en el borde de la cama. La


cama de Ryan, originalmente—. Tendrán una noche de cine con Erin.

Eso era bueno. Estarían distraídos, sin mencionar que estarían a


salvo en la casa de la tía Erin.

Darius murmuró cuando sintió los dedos de Gray en su cabello.

—¿Por qué tenemos que afeitarnos? —Gray se preguntó.

Darius bostezó.

—Para asegurarse que las máscaras de gas sean herméticas.

—Ah. Eso tiene sentido.

—Mm. —Darius se frotó la cara, luego se levantó de mala gana y


besó el hombro de Gray—. Voy al baño. Te veré en la sala de estar.

—Okey. Dame uno de tus besos somnolientos primero.

—¿Besos somnolientos? —Darius levantó la cabeza y sonrió cansado,


curioso.
Gray también sonrió y se inclinó hasta que sus labios se
encontraron. —Sí, cuando me besas como un perezoso.

Darius no estaba seguro de qué constituía somnoliento y perezoso,


así que simplemente lo siguió. Deslizó la punta de su lengua junto a la
de Gray, luego profundizó el beso y ahuecó su mejilla. Era su último
momento de tranquilidad cuando sólo estarían ellos dos. El último
momento antes que lo arriesgaran todo.

—Sí, eso será suficiente. —Gray tragó y exhaló con dificultad—. Por
favor, ten cuidado hoy. Recuerda que eres padre. Tenemos niños con los
que volver a casa.

Darius asintió con una inclinación de la barbilla, a pesar que no


podía prometer nada . Cuando era cuidadoso, vacilaba y dudaba sus
decisiones. Sus acciones se ralentizaban, esencialmente convirtiéndolo
en un objetivo. Tenía que hacer lo contrario. Tenía que entrar en
combate con la mentalidad de no tener absolutamente nada que perder.
Era entonces cuando sería impredecible para el enemigo. Era entonces
cuando era letal.

Se separaron brevemente para que Darius pudiera ir al baño y


refrescarse. Mientras tanto, todos los demás se reunieron en la sala de
estar.

Darius se enderezó después de lavarse la cara, y vio su reflejo en el


espejo cuando una gota de agua cayó de su nariz. Reconoció la mirada
en sus ojos. Lo había visto antes de cada misión. Determinación,
concentración, asertividad, y sólo una pizca de miedo que mantuvo
oculta al mundo. Un miedo que nunca le permitió olvidar que esta
podría ser la tarea que lo enviara a casa en una bolsa para cadáveres.

Lo cual era sólo una forma de hablar vacía en su mundo. Los


contratistas militares privados desaparecían. Si lo mataran esta noche,
lo enterrarían en el desierto.

Se secó antes de salir del baño y unirse a los demás. Alicia y Dante
se pararon frente a la pantalla plana, esperándolo, mientras los demás
ocupaban los sofás y las sillas.

—Antes que Darius se haga cargo, quiero cubrir rápidamente los


pasos para la recuperación —dijo Ally—. River, Reese, Gray y Nikolaj:
estarán esperando a tres kilómetros de distancia a las camionetas que
proporcionó Boone, y permanecerán allí hasta que les demos la señal.
En ese momento, las amenazas habrán sido neutralizadas de una forma
u otra. ¿Alguna pregunta?

—Oh, sí. —Gray enarcó las cejas—. ¿Qué pasa si nunca recibimos la
señal? Necesitaremos un plan de respaldo por si la cosa se pone fea.
Darius se aclaró la garganta.

—No podemos permitirnos el lujo de fallar, y tú no te estás


acercando al peligro. Fin de la discusión. —Siguió adelante, ignorando
el destello de ira de Gray, y comenzó por el principio—. Dado que
requerimos que la cobertura de la oscuridad permanezca oculta,
esperaremos detrás de la cima a doscientos metros de distancia, pase lo
que pase en el burdel. No me importa si vemos a alguien desde arriba
dispararle a una víctima en la cabeza, nos quedaremos hasta que
oscurezca. Es la única forma en que podemos avanzar sin arriesgarnos
a que nos detecten. —No le había exagerado a Gray. Tenían una
oportunidad. Sólo una. El fracaso no era una opción, por lo que todos
tenían que seguir las reglas—. Como todos saben, tendremos a Squeezy
y Alicia en nuestros oídos. Squeezy nos rastreará a través de las
cámaras de nuestros cascos, y Alicia se quedará aquí atrás y nos
cubrirá las espaldas a través de la vigilancia que estamos ejecutando en
la parte superior. —Eso incluía seguir a los rastreadores colocados en
los catorce vehículos que habían tenido en la mira durante toda la
semana.

Dante fue el siguiente.

—Una vez que todos hayan llegado a la subasta y esté oscuro, Darius
y yo nos uniremos con Ryan y Elliott justo detrás de nosotros y Tariq en
la cola. —El pauso—. Suponiendo que haya un vestíbulo o un área
frontal en el complejo, se espera una fuerte seguridad, y apuntarán sus
armas tan pronto como toquemos la puerta. Eliminaremos la amenaza
más inmediata y tomaremos el control de esa área antes de continuar.
Tariq se quedará en la entrada y nos mantendrá informados.

Después de eso... era una incógnita. A juzgar por las muestras de


suelo, el compuesto tenía al menos 60 por 30 metros, o, como diría
Gray, un poco más grande que una pista de hockey. ¿Quién sabía qué
área sería la siguiente? ¿Varios pasillos, tal vez? ¿O conduciría
directamente a una sala de exposición donde se llevaban a cabo las
subastas? Ellos no lo sabían.

—Dependiendo de cuántas direcciones hay que seguir,


permaneceremos juntos como una unidad o nos dividiremos en dos —
continuó Darius—. En caso que tengamos que separarnos, Elliott irá
conmigo y Ryan cubrirá a Dante.

—También instalaremos cámaras a lo largo del camino —agregó


Dante.

Esa era una nueva adición, algo que Darius había protestado al
principio. Obtuvo el razonamiento detrás de la idea; era bueno tener un
par de ojos extra, los de Willow, para poder informar y ver lo que estaba
sucediendo en cada pasillo, rincón y grieta. Pero le había parecido una
molestia, que consumía mucho tiempo, hasta que me explicó que cada
cámara era del tamaño de una pelota de golf y tenía una ventosa
adhesiva en la parte inferior. Todo lo que tenían que hacer era pegarla
en la pared, y si la textura no permitía que la ventosa se pegara, el
pegamento sería de respaldo. Así que Darius estuvo de acuerdo al final,
y Willow las había traído a la casa por la noche.

—Es importante que todos presten atención esta noche —enfatizó


Alicia—. Obviamente habrá muchas cosas que no podemos predecir
después de nuestra entrada, y todavía tenemos muchas preguntas sin
respuesta. No sabemos si la esposa de Alfred estará allí, o su hijo, para
el caso, no sabemos cuántas víctimas encontraremos o cuánto tiempo
llevará eliminar las amenazas. Así que no hablen a menos que tengan
que hacerlo, no obstruyan la línea con comentarios y bromas al azar. Te
estoy mirando a ti, Ryan.

Darius sonrió y muchos otros rieron.

Ryan hizo una doble toma y se sintió ofendido al instante.

—¿Qué mierda, mujer? ¿Sabes lo silencioso y quieto que debes ser


como francotirador? Aquí es donde yo brillo.

Ally simplemente lo despidió y continuó.

—De todas formas. Darius y Dante te guiarán a través del combate.


La recuperación y el rescate son los siguientes, y luego entro en escena.
Reese, vendrá a recogerme y le entregaremos el monóxido de carbono,
que se liberará en las salidas de aire.

Darius captó el ceño fruncido de River desde donde estaba sentado


en el apoyabrazos de la silla de Reese, y no era la primera vez que
sucedía. Siempre que se mencionaba el monóxido de carbono, la
expresión de River revelaba sólo una pizca de objeción. Pero era
demasiado tarde para discutirlo. Alicia había ordenado una nueva
puerta blindada y estaba segura que tendrían tiempo para reemplazar
la que iban a destruir. Willow también creía que lo lograrían.

Darius miró su reloj y no pudo evitar distraerse un poco. En este


punto, podía repasar su plan mientras dormía, y estaba ansioso por
terminarlo de una vez.

Cuando llegara a casa, quería dormir durante una semana, sólo se


despertaría en ratos para escuchar a Gray, Jayden y Justin reírse de
una película que estaban viendo en la cama. Se convertiría en el mejor
jodido sonido de fondo, los chicos riendo tontamente con los dibujos
animados por la mañana. La única razón por la que Darius realmente
consideró instalar un televisor en su dormitorio y el de Gray.
Dejó escapar un suspiro y se frotó un nudo en el cuello.

Había llegado el momento de dejar de pensar en la vida familiar. Hoy,


la familia no existía.

***

El sol estaba empezando a ponerse cuando Darius y la unidad de


combate arrojaron su equipo en la caja del camión de gran tonelaje que
habían tomado prestado de la fuente de Boone. Darius no miró hacia
atrás. Sabía que Gray estaba de pie en la ventana de la sala con una
expresión preocupada.

Se pasó una mano por la mandíbula bien afeitada y esperó a que


Ryan y Tariq se apiñaran en el asiento trasero. Dante conduciría, Elliott
se puso del lado del pasajero y...

—Quinn.

Darius se volvió hacia la puerta y vio salir a River.

—No podemos volar exactamente con un Warthog11, pero aún tienen


la opción de llamar al CAS12 si lo necesitan —dijo River, extendiendo su
mano—. Tiempos desesperados, medidas desesperadas. No estás solo.

Darius le estrechó la mano con firmeza y asintió una vez.

—Te lo agradezco. —Más de lo que podía expresar. River y Reese


habían acordado ayudar en segundo plano, por lo que para ellos decir
que darían un paso al frente y serían respaldo, o apoyo aéreo cercano,
significaba todo el mundo. Pero no podía llegar a eso. Si todo salía mal,
Darius preferiría morir antes que involucrar a Gray, y no había ninguna
posibilidad en el infierno de que River y Reese serían capaces de
contener al cabeza de chorlito.

River retiró la mano, le dio una palmada en el hombro a Darius, le


dio un apretón rápido y luego regresó a la casa.

Darius respiró hondo y se subió a la camioneta junto a Tariq.

—Está bien, estamos en movimiento —dijo Dante y encendió el


motor—. Vayamos al desierto.

11
Warthog: Vehículo de combate.
12
CAS: Apoyo aéreo cercano (CAS) es la acción aérea de aviones y helicópteros contra hostiles.
Cristo. Si había un paisaje del que Darius estaba harto, era el
maldito desierto.

Fue un viaje sin incidentes a lo largo de la ruta más rápida para salir
de Henderson y entrar en la nada quemada donde sólo se levantaban
del suelo arbustos y algún que otro árbol de Joshua. Las Vegas brillaba
en la distancia, aviones y helicópteros flotando alrededor del horizonte,
con un cielo detrás que cambiaba de naranja y púrpura.

En poco tiempo, todas las señales de vida se habían desvanecido, y


Dante tomó la carretera que se extendía entre Las Vegas y una pequeña
comunidad no incorporada de la que nadie había oído hablar. Y justo
entre los dos había un viejo burdel a punto de colapsar.

Dante lo pasó.

Media milla después, redujo la velocidad y se salió de la carretera.


Con las ventanillas bajadas, escucharon el fuerte crujido de arena y
rocas debajo de los neumáticos.

La carga de haber traído a todos a este lugar esta noche pesó mucho
sobre Darius, pero también funcionó a su favor. Siempre había
trabajado mejor bajo presión. Cuando había mucho en juego, su
enfoque se volvía nítido.

Una vez que estuvieron detrás de la cresta, la primera parte de su


plan estaba completo. Estaban fuera de la vista y no habían visto un
automóvil en millas.

—Me sorprende no haber visto ninguno de los drones de Squeezy en


el aire —reflexionó Ryan.

Ella también estaba esperando la oscuridad.

Estaría completamente oscuro en una hora.

Dante detuvo el vehículo cuando habían recorrido el camino de


regreso al burdel, sólo que ahora con una colina de quince metros de
altura y un generoso tramo de desierto entre ellos. Sería un ejercicio
para pasar debido a las rocas gigantes, los cactus y las rocas sueltas.
Luego estaba el hecho divertido que Ryan tenía un don para atraer
depredadores, y no tenían tiempo para lidiar con una mordedura de
serpiente de cascabel esta noche.

Todo le resultaba demasiado familiar a Darius. Hace unos meses, él


y Gray se habían escondido detrás de una loma muy parecida a esta,
esperando la caída de la oscuridad antes de investigar la casita donde
Jackie había estado encerrado en contra de su voluntad.
Irónicamente seguido por Ryan proporcionando refuerzos y pisando
una maldita serpiente de cascabel...

El silencio absoluto alrededor de los hombres ahora era su único


compañero mientras salían del camión y comenzaban a sacar su equipo
de la plataforma de carga.

Todos vestían igual, con camisetas de manga larga y pantalones


utilitarios del color del desierto, y chalecos de Kevlar un poco más
oscuros y un poco más verdes. Llenaron sus bolsillos laterales con
botes, cargadores, drogas, las cámaras...

—¿Dónde están mis bridas? —Elliott se palpó los bolsillos y luego


buscó en su bolsa de lona en la caja de la camioneta—. No importa, las
encontré.

Darius dio un paso atrás y encendió un cigarrillo.

Giró el cuello y respiró profundamente.

Destellos risueños de Jayden y Justin pasaron rápidamente por su


mente, apretó la mandíbula y se deshizo de las imágenes.

Tomó una calada de su cigarro, levantó la mirada hacia Ryan y volvió


a concentrarse. Todos tendrían un equipo médico atado a su persona,
sólo lo más útil: para detener el sangrado, para crear un cabestrillo y
pegamento quirúrgico para cerrar las heridas, pero el equipo de Ry, que
Tariq estaba sujetando actualmente a la espalda de Ry, contenía más
que lo mínimo. Por si acaso. La bolsa tenía sólo unos cinco centímetros
de grosor, pero lo suficientemente grande como para cubrir la mayor
parte del chaleco Kevlar de Ryan.

—A veces me pregunto cuántos cuerpos están enterrados bajo estos


terrenos —murmuró Elliott.

Cientos, supuso Darius.

—Ojalá agreguemos aproximadamente cuarenta a ese número esta


noche —respondió Dante. Luego cambió su mirada hacia Darius—.
Todavía no les di las gracias por llamarme, pero me alegro de estar aquí.
Independientemente del resultado, vale la pena luchar por esto.

¿Y muriendo por esto?

Tariq asintió con sombrío acuerdo.

—Han violado, asesinado, torturado y esclavizado. No merecen ver


otro amanecer.

—Seremos su puto apocalipsis —dijo Ryan con firmeza.


Un silencioso “escucha, escucha” sonó entre los chicos, incluido
Darius. Los hombres tenían razón. Dante tenía razón. No importaba el
resultado, esta era una guerra que valía la pena luchar.

Después de terminar de fumar, Darius se lo guardó en el bolsillo y


continuó preparándose. Se ató el cuchillo de combate alrededor del
muslo, el cuchillo de la bota se metió en la vaina a lo largo del costado
de la bota, un karambit13 estaba sujeto a su chaleco y se enganchó un
pequeño cuchillo plegable a su cinturón en la base de su columna
vertebral.

Dos pistolas y una escopeta de acción de bombeo para fines de


combate. Este último pertenecía a Ryan y les ayudaría a abrir una
brecha en cualquier puerta que pudieran encontrar dentro del
complejo.

Hablando de cosas que no dejarán evidencia atrás... perdigones de


grado militar no es uno de ellos.

—Es un placer verte con todo el equipo de combate, hermano mayor.


—Ry sonrió.

Darius rechazó una pizca de náuseas que afloró dentro de él y


esbozó una sonrisa. Sí, su trabajo rara vez había requerido este tipo de
equipo. Jeans, henley y chaqueta de cuero habían sido su atuendo
estándar. A veces, un traje si trabajaba en seguridad para alguien en
las filas o encubierto. Depende del trabajo. ¿Pero combate completo?
Dos veces en toda su carrera.

Luego recuperó su protección para los oídos y activó los auriculares,


pensando que Willow estaba esperando a que se conectaran.

—DQ en línea y en espera —dijo, ajustándose los auriculares.

Ry sonrió.

—Ese es mi hermano, Dairy Queen.

Jesús. Debían de haber pasado treinta años desde la última vez que
lo llamaron así. Siempre habían sido Ryan y Ethan.

—Te tomó bastante —escuchó a Willow responder en su oído—. El


primer invitado acaba de llegar al recinto. Los mantendré informados.
Alicia acaba de ir al baño.

Señalado. Darius sonrió levemente.

13
Karambit: Cuchillo táctico.
—RQ en línea y en espera. —Ryan fue el siguiente—. ¿Cómo estás,
pequeña?

Luego Elliott.

—Jones en línea y en espera.

Eso hizo que Willow se callara y Ryan no iba a obtener una


respuesta. Willow hizo bien en informar de los eventos y hablar con una
multitud invisible, pero las conversaciones estaban fuera de discusión.

—La Mosca en línea y en espera —dijo Tariq.

Dante fue el último.

—D en línea y en espera.

—Dos autos más se acercan a un cuarto de milla de distancia —dijo


Willow.

Darius tenía la sensación que todos oirían el débil sonido de Willow


tocando las teclas durante toda la noche. Al menos cuando estaba
tranquilo a su alrededor.

—La buena noticia es que la puerta del complejo se abre desde el


exterior —murmuró Willow para sí misma—. El primer invitado, el
hombre estaba en la lista, y trajo su seguridad. Abrieron la puerta por
su cuenta. Sin llave ni nada.

Eso fue interesante. Darius y Ryan intercambiaron una mirada


pensativa, porque todos se habían estado preguntando. Desde que
instalaron su propia vigilancia de la entrada del complejo, sólo habían
visto a personas, las mismas dos personas, de hecho, presumiblemente
a cargo de los preparativos, entrar usando dos llaves.

Una puerta abierta significaba que probablemente había guardias


justo al otro lado, vigilando y asegurándose que sólo los invitados
entraran.

Fue la visita inicial de Tariq y los drones de Willow los que


descubrieron la entrada y permitieron una mayor investigación.
Rodeados de tablas del suelo en descomposición, escombros y polvo,
habían encontrado un conjunto de escaleras debajo de una puerta vieja
que parecía como si acabaran de tirarla al suelo. Sabían mejor, por
supuesto. Fue una táctica decente. Ocultos a plena vista. Pero no más
decente. Después de todo, lo habían encontrado bastante rápido. Todo
lo que se necesitó fue suficiente curiosidad para recorrer todo el piso de
abajo y no tener miedo de mirar debajo de las cosas.
Por otro lado, Boone no lo había encontrado. De hecho, había estado
aquí. En algún momento, habían rastreado al hijo de Alfred hasta este
lugar. Pero si uno esperaba algo más, la búsqueda se detuvo. Casey y
Boone habían pensado que iban a tropezar con un lugar que no estaba
al borde del colapso. Así que una vez que Boone salió a investigar y
encontró todo en ruinas, lo descartó. No había entrado en una de las
habitaciones traseras y había levantado la vieja puerta verde que yacía
al azar en el suelo.

Esa puerta ya no estaba. O mejor dicho, estaba recargada contra la


pared esta mañana temprano. Pero eso fue todo. Había un agujero en el
suelo, un agujero visible, pero nada más. Los invitados de esta noche
no estaban llegando a una alfombra roja, por así decirlo.

—Próxima llegada. Espera —dijo Willow.

—Alicia de nuevo en línea —respondió Ally—. Dos invitados en el


primer auto. Willow, ¿puedes seguir sus movimientos? Quiero ver dónde
está ahora el automóvil que dejó al primer invitado.

—Parece que ahora están llegando varios —continuó Willow—. Tres


coches más en el horizonte.

—Sí, los rastreadores muestran que todos están en camino —


respondió Ally—. Primero, veamos... Está bien, está de vuelta en el
Venetian, y no creo que podamos hacer nada con los conductores.

Darius miró hacia arriba desde el suelo, habiendo olvidado su


entorno inmediato mientras prestaba atención a las mujeres. Los
conductores no lo molestaron en el gran esquema de las cosas. De
todos modos, era poco probable que supieran demasiado de lo que
estaba pasando. Según su experiencia, operaban bajo el modo “No
hagas preguntas, mantén la cabeza gacha, recibe tu paga”.

Caminó de nuevo hacia la camioneta. Estaba oscureciendo cada


minuto, con grandes nubes entrando. Comprobó la cámara de su casco
y se aseguró que estuviera encendida y colocada correctamente por
última vez.

Los demás siguieron su ejemplo cuando Willow informó lo que vio en


la transmisión. No pudo obtener reconocimiento facial en todos ellos,
pero varios otros fueron tachados de la lista. Algunos invitados trajeron
tanto a sus cónyuges como a seguridad, por lo que el equipo ya estaba
buscando un número de muertos más alto de lo esperado.

Cruzarían ese puente más tarde. Quizás no todos tendrían que


morir. Darius no quería sangre en sus manos que no debería estar allí.
Y como no mostrarían la cara, tendrían el lujo de poder decidir eso en el
futuro.
Después de colocar su máscara antigás en su cinturón y meterse un
pasamontañas en uno de sus bolsillos, Darius se consideró listo para
continuar con el siguiente paso del plan.

—Ahora tengo dos de mis drones en el aire —anunció Willow—.


ETA14 sesenta segundos.

Ryan agarró sus gafas de visión nocturna, así como sus binoculares
de visión nocturna, y el casco de Elliott estaba equipado con un visor
monocular que captaba las señales de calor más débiles.

Ellos liderarían el camino hacia la cima.

—D, ¿tienes el C-4? —Darius preguntó para asegurarse.

—Sí. —Dante se echó al hombro una mochila con un gruñido y dijo


que estaba listo para irse.

Estaban todos listos.

14
Tiempo estimado de llegada
—OH, Dios mío —murmuró Willow—. Atentos. Estoy tratando de
hacer un recuento.

Esperaban ver esto. La llegada de las víctimas. No habían apostado


por eso, pensando que la red de tráfico podría haber alojado a los
esclavos en el complejo durante un período de tiempo más largo, como
antes que Darius y el equipo instalaran su propia vigilancia, pero sí,
definitivamente lo esperaban. Y ahora estaba sucediendo. Averiguar el
número de personas inocentes traídas al complejo les daría una mejor
estimación de la resistencia esta noche.

Los muchachos habían llegado a la cima d la colina cuando se tachó


al último invitado en la lista de Willow, pero dos autos más habían
aparecido poco después, dos autos que no estaban rastreados.

—Otro vehículo entrando —murmuró Ryan, mirando a través de sus


binoculares—. ¿Qué tenemos hasta ahora? La vigilancia registró cuatro
antes que llegáramos aquí, ¿verdad?

—Sí —respondió Darius. Hoy habían aparecido cuatro hombres y dos


se habían ido. Después de haber seguido la actividad durante bastante
tiempo, quería poder decir que lo sabían con certeza. Pero todavía era
demasiado pronto para saber cuál era su horario. La gente no se
presentaba con regularidad. A veces aquí, a veces allí, llegando en
cantidades de entre dos y seis—. Incluyendo las llegadas esta noche,
creemos que estamos viendo treinta y nueve...

—Espera —interrumpió Willow—. La gente está saliendo del


complejo.

—Tres coches más vienen —dijo Ryan en voz baja—. Algo está
pasando.

Darius se puso rígido y aguzó la vista para ver en la oscuridad,


aunque lo único que podía contar eran los faros.

—Tenemos la confirmación que los esclavos estuvieron retenidos en


el complejo durante más tiempo del que hemos estado aquí —dijo
Willow—. Estoy contando a cuatro mujeres jóvenes con ropas
andrajosas y otras once que salen del burdel en este momento. Seis
mujeres, esposas de invitados, las trajeron aquí esta noche. Es como si
ya hubiera habido una subasta.
Mierda.

—¿Ese es AJ...? —Willow murmuró, aparentemente para sí misma—.


No lo vi llegar. Se va con dos maletines. Tiene que ser él, sí. Tengo
reconocimiento facial. Repito, AJ Lange se va de las instalaciones.

Darius y Dante intercambiaron una mirada de frustración y


confusión. No podían dejar que AJ se les escapara de las manos.

—Vamos a necesitar rastreadores de las personas que se van —dijo


Alicia—. ¿Es eso siquiera posible? Los perderemos.

Quizás los rastreadores no fueran necesarios. Willow tenía las


identidades de las personas que se iban. Si no los encontraban esta
noche, sería fácil transmitir información anónima a las autoridades.

—Mucha actividad ahora —murmuró Ryan distraídamente—.


Mantengan su enfoque en la cantidad de personas en el complejo,
Squeezy. Todos los que se van pueden ser rastreados más tarde, pero
necesitamos saber cuántos se quedan atrás.

—Varios de los autos que regresan son aquellos en los que ya


tenemos rastreadores —reveló Alicia—. Algo definitivamente está
pasando.

—Siete presuntas víctimas más que salen con dueños —agregó


Willow— Está bien, esta es prácticamente la hora pico.

Necesitaban un plan para AJ. Una cosa era verse obligados a dejar ir
a un comprador o dos, por mucho que doliera, pero dejar escapar al hijo
del jefe de la organización no iba a suceder.

—Han llegado Alfred Lange y su esposa —dijo Alicia—. Junto con dos
asociados. O tal vez sean guardias, pero no lo sé. Reconozco a uno de
ellos. Creo que es alguien que trabaja en estrecha colaboración con
Alfred.

Dante se acercó a Darius.

—¿Crees que es posible que tuvieran un evento pequeño antes del


principal?

Todo era posible en este punto. Darius quería un poco la opinión de


River sobre lo que estaba sucediendo, pero no podían comunicarse en
ese momento. Los hermanos Tenley, Gray y Niko escucharon cada
palabra, y continuarían escuchando hasta que la batalla terminara.
Sólo entonces Willow los conectaría para que ellos también pudieran
hablar. Fue un intento de asegurarse que la línea permaneciera
disponible para aquellos que estaban actualmente activos en la
operación.
—La multitud se está reduciendo —dijo Willow—. Corrígeme si me
equivoqué en las matemáticas, Alicia, pero ahora mismo tenemos doce
asociados de Lange, dieciséis invitados o compradores y un mínimo de
diecisiete víctimas en el recinto.

—Los mismos números que obtuve —confirmó Ally.

—Tengo muchas imágenes de todos los que se fueron —prosiguió


Willow—. Metraje e información. No llegarán lejos. Pero todavía me falta
la confirmación de algunos de los que llegaron en la primera ronda,
principalmente un par de esposas de los hombres de la lista de
invitados. No mostraron la cara al entrar.

No importaba. Lo que importaba eran los nuevos números.


Veintiocho hostiles en total, y posiblemente un par más si hubieran
pasado por alto a alguno, pero ni siquiera la mitad de ellos estarían
equipados para la batalla. A Darius le gustaron esas probabilidades. Le
gustaron mucho. Y Willow tenía razón: podrían rastrear a los que se
habían ido. Tenían nombres, direcciones y pruebas que habían estado
aquí esta noche. Demonios, podrían entregarlos directamente a los
federales.

El FBI resolvía bien esos casos. Fueron las organizaciones más


importantes las que resultaron difíciles de atrapar. Sin mencionar lo
caro que eran esas investigaciones.

—¿Estamos listos para irnos, entonces? —Preguntó Darius.

—Creo que es seguro avanzar —respondió Ally— pero no entren


todavía. Queremos asegurarnos que no se encuentren con nadie.

—Creo que AJ está de camino a casa —dijo Willow pensativamente—.


De cualquier manera, estoy vigilando sus movimientos.

Ryan les hizo un gesto a los chicos para que avanzaran y tomó la
delantera por la cresta con Elliott detrás.

La bajada fue más larga que la de subida, pero esta no era tan
empinada. También había menos obstáculos en el camino.

Darius esquivó una roca más pequeña, contento que sus ojos se
hubieran adaptado completamente a la oscuridad ahora. La luna no
ayudaba, escondiéndose detrás de las nubes, lo que en realidad era algo
bueno. Significaba que no tenían que arrastrarse por el suelo para
avanzar.

Al pie de la cresta, esperaron una nueva confirmación que podían


continuar y Alicia les dio luz verde. No más vehículos acercándose tan
lejos como podían ver o seguir.
—Unidad de rescate en posición, en espera —declaró Willow—. AJ
llegó a su casa.

En otras palabras, Darius no estaba llamando a Casey y Boone. De


todos modos, no pronto. También estaban esperando, esperando para
asaltar la casa de objetos de valor de AJ. Y posiblemente para replantar
evidencia.

La distancia al burdel se reducía con cada paso que daban, y pronto,


los daños a la estructura eran visibles a simple vista. Una parte de la
casa ya se había derrumbado, el techo negro se hundió en el lado oeste
del piso de arriba. Las ventanas estaban rotas o faltaban por completo.
La fachada de madera había sido dañada tanto por las termitas como
por el clima, revelando los cimientos de concreto en varios lugares.

—No te asustes. Voy a aterrizar mis drones cerca de ustedes —les


dijo Willow—. No quiero desperdiciar las baterías.

El zumbido bajo apareció unos segundos después, seguido de dos


luces tenues parpadeantes. Los drones eran considerablemente más
grandes que el que había usado para confirmar su paradero en la isla
cuando estaban varados. Estos también eran negros, no azul pálido.
Cuchillas más largas, construcción más resistente.

Willow los aterrizó graciosamente en el suelo a unos tres metros de


distancia de los chicos.

—AJ está en movimiento de nuevo —dijo Alicia—. Si regresa al


complejo, tiene aproximadamente veinte minutos. O esperas o entras
ahora y aseguras las instalaciones antes que él llegue.

Darius y los demás dejaron de acercarse y se miraron el uno al otro.


Desde el momento en que volaran la puerta, todo tendría que pasar
rápidamente. En su entrenamiento, habían permitido exactamente un
minuto para despejar el vestíbulo, si es que había uno. Luego,
rápidamente atravesarían el lugar y acabarían con los objetivos a
medida que avanzaran. Entonces, si bien veinte minutos no parecían
mucho, sería suficiente. Incluso más que suficiente.

—Yo digo que lo hagamos —dijo Ry en voz baja—. AJ no será rival


para nosotros por su cuenta.

Darius estuvo de acuerdo, y se le encogió el estómago. Esto era real.


En veinte minutos, después de varias semanas de planificación y un
año de agonía para Gray, todo habría terminado.

—No veo ninguna razón para posponerlo —dijo Dante—. Estamos


avanzando.
Elliott sacó el visor de su casco y lo guardó en el bolsillo para
asegurarse que no se interpusiera en el camino de la máscara de gas
más tarde. Luego, los hombres se pusieron en marcha y avanzaron con
paso firme hacia el edificio en ruinas. Tariq sacó las mechas de cinco
segundos, Elliott sacó la cinta adhesiva y Dante desenvolvió las cargas
C-4. Habían traído mucho más de lo que necesitaban, sin querer correr
riesgos.

Ryan subió primero los escalones de piedra hacia la casa, Darius lo


siguió rápidamente, ambos con sus armas preparadas.

—Parece que AJ está regresando —dijo Alicia—. Él está en la misma


ruta hasta ahora.

—Yo soy... hmm. Tengo... y... La voz de Willow se mezcló con un


ruido blanco por un momento antes que ella regresara, y dijo que se
estaba preparando para rastrear tarjetas de crédito. Darius no lo
entendió todo, pero tenía que ver con las personas que ya habían
abandonado el complejo.

No había puerta de entrada.

Más allá del vestíbulo de aspecto fantasmal, por un pasillo con las
tablas del suelo crujiendo ruidosamente, en una de las habitaciones
traseras donde un agujero en el suelo los aguardaba.

Ryan encendió la linterna del extremo de su rifle y apuntó escaleras


abajo. Érase una vez, tal vez había sido un sótano de tierra. O quizás no
había nada allí y los Lange lo habían construido. Independientemente,
el espacio era pequeño, y sólo Dante podía bajar a colocar las cargas. El
resto tenía que quedarse atrás y hacer espacio.

—Todo despejado —dijo Darius en voz baja—. Máscaras antigás


puestas.

Mientras Dante bajaba corriendo los escalones, los demás se


ajustaron los cascos para deslizar las correas de las máscaras de gas
sobre sus cabezas.

Esto no está bien y lo sabes.

Darius apretó la mandíbula. Fue un jodido mal momento para dejar


que sus dudas se filtraran. Por otro lado, casi siempre tomaba en
consideración sus instintos al menos. ¿Por qué no ahora?

—Joder —susurró Dante—. Chicos, la puerta está abierta.

Darius inmediatamente buscó a Ryan, y los dos se pusieron


sombríos. Estaban pensando lo mismo, Darius estaba seguro, todos. Si
el ataque es demasiado fácil, es una emboscada. Porque los guardias no
serían tan jodidamente descuidados, ¿verdad?

Esto no ayudó a hacer a un lado las dudas. En cambio, aumentaron.

—¿Cómo puedes estar seguro? —preguntó Elliott—. No giraste la


manija.

Dante dirigió su linterna a la grieta de un milímetro de ancho entre


la puerta y el marco reforzado.

—Puedo ver que los pernos no están asegurados.

Darius reprimió un suspiro y se frotó el cuello. La buena noticia era


que estaban fuera del alcance de la vista y el oído mientras la puerta
estuviera cerrada. La mejor noticia fue que ahora tenían el elemento
sorpresa de vuelta en su esquina. Pero sólo si esto no fuera, de hecho,
una emboscada. En cuyo caso, podrían estar muy jodidos.

—El reloj está corriendo, muchachos —dijo Alicia tensa—. ¿Quizás


sea más seguro esperar hasta que regrese AJ? Está a unos diecisiete
minutos.

Darius no podía ver cómo haría ninguna diferencia, así que miró a
su alrededor, asegurándose que todos estuvieran prestando atención,
luego les indicó que avanzaran de todos modos. Su corazón comenzó a
martillear mientras descendían los escalones y se unían a Dante en la
puerta. Iba a ser rápido, lo más silencioso posible y con un ligero
cambio de planes.

Porque había terminado con las formas alternativas de acabar con


sus enemigos.

—A la mierda los anti disturbios. Vamos a entrar con fuerza —


ordenó, desabrochando la correa de la barbilla de su casco
nuevamente—. Máscaras de gas fuera. —Y no pudo explicarlo.
Demasiados pequeños detalles se habían sumado con el tiempo y, todos
combinados, ralentizarían su ataque. Como las máscaras de gas; no
podían ver tan bien con ellos.

—Chicos, el plan —protestó Alicia—. No queremos dejar pruebas.

¡Iban a hacer eso de todos modos! La frustración estalló dentro de


Darius, y sacó las comunicaciones de su mente. Se trataba de él y su
unidad. Si quería mantener a los hombres a salvo, tenían que aportar
su mejor defensa y ataque.

Afortunadamente, los hombres tenían experiencia y confiaban en


Darius. Las respuestas podían esperar. Se quitaron las máscaras, se
volvieron a poner los cascos y se ajustaron los auriculares. Y lo más
importante, los pensamientos de usar el control de disturbios y el gas
intoxicante volaron por la ventana.

Dante agarró la manija de la puerta.

—A la cuenta de tres. Uno, dos, tres. —Abrió la pesada puerta y


Darius y Ryan pudieron ver por primera vez el interior. Algo andaba
mal, algo andaba mal. Las luces parpadearon como estática en el techo
bajo y el vestíbulo estaba… abandonado. No había una maldito alma
presente. Había una bandeja con copas de champán vacías sobre una
mesa auxiliar. Tariq se metió en una alcoba y abrió dos puertas de
baño. Todo despejado. Ryan miró por encima de la recepción pintada de
negro. Todo estaba negro. Negro y oro. Todo despejado. Darius viró a la
derecha donde los esperaba un largo pasillo. Vacío. Más luces
parpadeantes. Había una puerta cerrada al final, a unos diez metros de
distancia.

—Esto es una emboscada —dijo Ryan, apuntando con el rifle hacia el


segundo pasillo, en línea recta—. No nos vamos a dividir en tres
direcciones para ir en direcciones diferentes.

No, dos tendrían que ser suficientes. Darius estaba en la misma


página y habló sin apartar la mirada de la puerta al final del pasillo.

—D y Tariq se quedan aquí, no dejen pasar a nadie, brinden respaldo


si lo necesitamos. Jones y Ry, están conmigo.

—No hemos escuchado a Alicia o Squeezy por un tiempo —dijo


Elliott.

Mierda. Él estaba en lo correcto. ¿Bloqueador de señales? Pero aún


podían escucharse unos a otros tan claramente como antes, en la
misma línea en la que habían estado.

—Ally —llamó Dante.

—No tenemos tiempo para esta mierda —espetó Darius—. Vamos. D,


escuchará si necesitamos ayuda.

Jesucristo, nunca antes había sido más cierto

—Ningún plan sobrevive al primer contacto con el enemigo.

En el camino por el pasillo, Darius enfundó su Sig y agarró la


escopeta de su espalda. Era más pesada que la mayoría y no lo más
suave para cargar, pero hacía el trabajo rápidamente si había algo en el
camino. Como puertas.

—Ocho más uno —proporcionó Ryan.


Darius asintió una vez, apuntó a la cerradura de la puerta y disparó
dos veces.

Dos. Faltan siete.

El sonido estalló en el espacio confinado y los hombres se


apresuraron hacia adelante de inmediato. Darius pateó la puerta de sus
bisagras y la atravesó, revelando una gran habitación. Hostiles a la
vista. Todas las armas apuntaban a la rubia parada en medio del suelo
de espaldas a los hombres.

—Date la vuelta —exigió Darius. Registró los alrededores


rápidamente: tres pantallas planas en una pared, una mesa de bar
cerca y luego la otra... La pared frente a las pantallas no era una pared
en absoluto. Eran cabinas actualmente protegidas por una cortina. Pero
pudo ver una puerta en la esquina. Tenías que atravesar todas las
cabinas para llegar a la que estaba al final.

La mujer llevaba un vestido rojo ajustado con tacones a juego y se


dio la vuelta lentamente. Al mismo tiempo, se abrió una puerta al otro
lado de la habitación y aparecieron varios hombres armados.

Darius se quedó helado. Le sacaron el aire de los pulmones. La


traición se abrió paso, junto con un temblor helado de conmoción e
incredulidad. No quería creerlo. No podría ser, joder. Excepto... había
una pequeña y tranquila voz en la parte posterior de su cabeza que lo
unió todo rápidamente, y se hizo evidente.

—Tienes que estar jodidamente bromeando —enfureció Ry.

Alicia sonrió ampliamente.

—He estado esperando esto durante tanto tiempo.

Darius rechinó los dientes con tanta fuerza que pensó que rompería
sus muelas.

Se quitó la peluca con una risa juguetona y negó con la cabeza.

—Vaya, no fue fácil, te lo diré.

—... Todavía me falta la confirmación de algunos de los que llegaron


en la primera ronda, principalmente un par de esposas de los hombres en
la lista de invitados. No mostraron la cara al entrar.

Así era como había entrado Alicia. Debió de haber salido de la casa
poco después de River y los demás.

—Tiene sentido, sin embargo, ¿no? —ella preguntó. Sus tacones


repiquetearon contra el suelo de cemento mientras se acercaba a la
mesa del bar. Había unos auriculares y... tenía que ser una
computadora portátil. Y un control remoto—. River tenía sus sospechas.
Y creo que... tú también, Darius.

Darius le devolvió la mirada.

Todavía estaba incrédulo.

—No pudiste entenderlo —continuó—. No se pudo determinar


exactamente qué era, pero algo no se sintió del todo bien.

Tragó saliva contra la sequedad de su garganta.

—Seguiste presionando por el monóxido de carbono y el control de


disturbios con un efecto calmante.

Ella levantó un dedo en corrección.

—No presioné. Simplemente sugerí y defendí. Y esa parte fue tan


fácil... porque estás harto de matar. No quieres más sangre en tus
manos y te ofrecí una alternativa.

Había funcionado. Les había dado a todos un jodido dolor de cabeza.


Hizo que la operación fuera más complicada, les dio a los hombres más
cosas que considerar y... había ralentizado su entrenamiento. Dividió su
atención.

Al mismo tiempo, había proporcionado algo de protección y


preparación para el lado en el que evidentemente estaba. No era tan
intimidante enfrentarse a un gas intoxicante como lo era enfrentarse al
cañón de una pistola.

Darius dirigió su mirada hacia los hombres contra la pared trasera.


Siete de ellos, todos con pistolas. Sin embargo, ¿qué tan entrenados
estaban?

Su corazón martilleaba contra su caja torácica, más pensamientos


volaban hacia él. Alicia sabía muchísimo. Ella lo sabía todo. Sabía
dónde estaba Gray, conocía todas sus direcciones, las direcciones de
sus seres queridos. Joder, sabía dónde estaban Jayden y Justin. Y los
chicos no tenían ni idea de qué estaba planeando usar contra ellos.

Elliott dio un paso adelante.

—Dame una razón para no volar tu cabeza donde estás parada, Ally.

Ella no se molestó en lo más mínimo.


—Puedo darte varios, cariño, y llegaremos a eso pronto —dijo
arrastrando las palabras. Luego sostuvo el control remoto y presionó un
botón.

La cortina comenzó a deslizarse hacia arriba con un zumbido


mecánico, revelando seis cabinas centímetro a centímetro. Todas llenas.
Cada stand tenía cuatro sillas, ocupadas por invitados. Su seguridad
privada se colocó detrás de ellos. Cabinas de lujo, atestadas de
esclavistas millonarios ataviados con sus mejores ropas y joyas,
comiendo caviar y champán, a salvo detrás de un cristal protector.

Alfred y su esposa sentados en uno de los reservados del medio. Él


era bajo, ella no. Él era delgado y calvo, ella... no. A juzgar sólo por la
mirada de desdén de la esposa, el instinto de Darius le dijo que ella
dirigía esta organización tanto como Alfred.

Ninguno de los invitados sonreía. Ni uno solo. Pero tampoco parecían


preocupados. Pensaron que permanecerían a salvo.

—¡Ustedes son nuestro entretenimiento esta noche, caballeros! —


Alicia declaró con alegría—. Nos merecemos un poco de diversión
después del infierno por el que nos hiciste pasar...

Darius apenas notó el cambio en el rifle de Ryan antes que el


ensordecedor sonido de un disparo rebotara en el aire. Una fracción de
segundo después, uno de los guardias armados cayó al suelo. La sangre
brotó del punto negro de su frente y acercó cada dedo de la habitación a
un gatillo.

—¿Parece que estamos de humor para tus juegos, puta traidora?

Ryan preguntó con una voz inquietantemente tranquila. Alicia


también sabía dónde vivía. Donde vivía su esposa, pareja, hijos e
hijastra.

La mandíbula de Alicia hizo un tic, y no pudo ocultar su ira y


sorpresa lo suficientemente rápido. Aunque lo intentó. Respiró hondo,
se alisó el vestido y se aclaró la garganta.

—No volvería a hacer eso si fuera tú —aconsejó. Pero está bien, nada
de teatro. Su muerte será lo suficientemente entretenida.

¿Cuál era su ventaja? La calculadora mente de Darius giró para


encontrar su arma preferida, porque seguro que no estaba ninguno de
los guardias detrás de ella. No significaban nada para ella. También
conocía a Darius y a los demás lo suficientemente bien como para darse
cuenta que los guardias no representaban una gran amenaza para
ellos.
Tenía que ser la gente, una noción que enfermaba a Darius. Tenía
una pistola apuntada a otra persona, ¿no es así? ¿Gray? ¿Los hijos de
Ryan? ¿La madre de Dante? Podría ser cualquiera.

—Eres una vergüenza para la memoria de tu padre —murmuró


Elliott.

Los ojos de Alicia brillaron con furia.

—Mi padre era un maldito tonto. Podría haber sido cualquier cosa,
podría haber llegado al poder, pero...

—Tenía honor —completó Darius en voz baja—. Una columna


vertebral. Sabía lo que era la lealtad.

Ante eso, una lenta sonrisa se dibujó en los labios de Alicia.

—La lealtad no es más que una herramienta para hacer que un perro
camine a tu lado, no delante de ti. Lo único a lo que sirvo son a mis
intereses personales, y los jodiste. —Ella se estaba delatando. Alfred
tampoco significaba nada para ella. Se trataba de dinero—. Me tomó
cuatro malditos años establecer una relación de trabajo entre Lange y
mis asociados en Colombia. Y todo se fue por el puto desagüe cuando
ustedes, imbéciles, incendiaron ese yate. Porque sé que fuiste tú,
Darius.

Ella era parte del tráfico de drogas. Santo cielo.

—No pude por mi vida entender cómo todo había salido mal —
continuó, casi asombrada. Luego le ofreció a Darius una mirada seca—.
Hasta que supe que habías estado involucrado. —Suspiró y miró hacia
la nada. La teatralidad estaba regresando y eso cabreó a Darius.

Bajó su escopeta y levantó su Sig en su lugar.

Alicia sonrió con nostalgia.

—Estaba en medio de hacer mis propios planes para ti cuando me


llamaste. Iba a ser bueno. Muy muy bueno. —Ella se encogió un poco
de hombros—. Pero esto también funcionó.

—Es bueno saberlo. —Darius apuntó a un guardia y le disparó en la


cabeza, luego rápidamente derribó a otro. Finalmente, cuando Alicia
finalmente reveló su razón para mantener la confianza, Darius quería la
menor cantidad posible de oponentes.

—¡No hagas eso, joder, te dije! —Alicia gritó.

Ryan se dio cuenta y mató a uno más.


—¿Por qué?

Los tres últimos guardias ya no parecían arrogantes; eso era seguro.

Tenían que saber que eran prescindibles.

Alicia dejó escapar un chillido corto y literalmente pisoteó con el pie,


antes de adoptar una expresión asesina y apuntar con el control remoto
a las pantallas planas.

—Ya terminé contigo. Disfruta el maldito espectáculo.

Las tres pantallas cobraron vida a la vez y enviaron un escalofrío por


la espalda de Darius. A la derecha, un tipo de complexión delgada de
rodillas, con un saco de arpillera sobre la cabeza y una pistola
presionando su sien. ¿Quién diablos era? La pantalla de la izquierda
mostraba una configuración similar, sólo que ese hombre estaba de pie.
Bolsa sobre su cabeza, pistola apuntando hacia él, fondo blanco.

Si ese es Gray...

Darius se tragó un ataque de náuseas. La pantalla del medio no


ayudó. Era un video del frente de la casa que Willow compartía con la
hermana de su papá, la tía Britt.

Ryan apuntó directamente a Alicia.

—Te das cuenta que si le lastimas un pelo de la cabeza...

—Espero no llegar a eso porque ella es mi boleto para salir de aquí —


respondió alegremente.

—Darius. —La tranquila voz de Dante llenó los oídos de Darius, y


presumiblemente también los de los otros chicos. Pero no había forma
que Alicia pudiera oír desde que se había quitado los auriculares—. AJ
se está acercando. Vamos a salir y apresarlo en silencio. Tose si no
estás de acuerdo.

Darius no hizo nada.

un movimiento captó su atención por el rabillo del ojo, y movió su


mirada para ver a Alfred inclinado hacia la ventana. Parecía que había
una pantalla de algún tipo y presionó un botón.

—Sigue adelante, Alicia. Me gustaría ver morir a los hermanos Quinn


en algún momento de hoy. Todavía tenemos otra subasta a la que
asistir.
Darius entrecerró los ojos. El tic de molestia en la expresión de Alicia
no pasó desapercibido, y él repitió sus propias palabras. Willow
supuestamente era su boleto para salir de aquí.

Alicia era una genio, pero estaba muy por encima de su cabeza aquí.
La inteligencia de los libros no se traducía en conocimientos de campo,
de los cuales tenía muy pocos. Ella estaba sola. Ella no estaba con
Alfred. Y él no estaba con ella.

El plan se formó solo. Si pudieran causar una ruptura entre Alicia y


Alfred, Darius y los demás podrían volver a tomar ventaja.

—Lo suficientemente justo. Antes que le indiquemos a River y Reese


que es seguro venir, aquí tienes una pequeña reunión, Darius. —Alicia
plasmó una sonrisa empalagosa en su rostro y presionó play en una de
las pantallas—. Friedrich, ¿puedes oírnos?

—Sí, señora. —Era el hombre cuya mano sostenía el arma contra...


la cabeza de alguien.

—Darius, cariño. —Alicia le envió una sonrisa antes de caminar


hacia la mesa del bar, donde abrió la computadora portátil—. Estoy
seguro que recuerdas a un apuesto chico sureño llamado Cole.

Arderá medita perra.

Darius dio un paso automático hacia adelante y apretó su arma con


más fuerza.

—Te mataré.

—Oh, basta. —Ella lo despidió—. Esto no es cosa mía, para que


conste. Fue la petición de Alfred de ver morir a dos de tus perros
rescatados ante tus ojos. Ahora, tendrás que perdonarme, tuve algunos
problemas de conexión con... Hmm. Charlie, Charlie, Charlie. ¿Dónde
estás, chico dulce? Conectar, conectar...

Charlie no.

Joder, esto iba a matar a Gray.

Antes que Alicia pudiera hacer algo más, las pantallas se


oscurecieron por completo, incluida su computadora portátil.

—Que…

Entonces la cara de Willow apareció, por todas partes, y estaba


frenética.
—¿Puedes escucharme? —tartamudeó—. ¡D, no confíes en ella!
Alicia, ¡no te fíes! ¡Ella me está excluyendo! —Su voz temblorosa y
laboriosa y el pánico crudo en sus ojos empujaron hacia adelante cada
fibra protectora de Darius, y el corazón se le subió a la garganta—.
Estoy reflejando las s-s - ¡las pantallas! —Trató de llenar los espacios en
blanco con lenguaje de señas, diciendo una y otra vez que no se podía
confiar en Alicia.

—¡Apágalo! —gritó Alicia—. ¡Cállate de una puta vez! ¡Silénciela!

—¡Ella no tiene rehenes, Darius! —Willow gritó, su pecho pesaba. ¡No


tiene nada! Yo-yo… —Ella tragó saliva y cerró los ojos con fuerza—.
Tengo pruebas —dijo con voz ronca. Darius y Ryan intercambiaron una
mirada rápida y luego entraron en acción—. Ella y AJ, es su plan. No
puedo...

—¡Sujétala! —Darius ladró y volvió a levantar su escopeta—. ¡Elimina


a los guardias!

Alicia gritó, su rostro enrojecido por la furia, y siguió el sonido de


disparos. Mientras Elliott corrió directamente hacia Alicia y la tiró al
suelo, Darius amartilló la escopeta y comenzó a descargar en las
cabinas de vidrio. Ryan lo cubrió y eliminó a un guardia.

¡Hijo de puta!

El caos explotó, o tal vez fue el dolor. Ambos, definitivamente ambos.


El fuego se extendió desde la pierna de Darius y su rodilla cedió.
Apenas logró encontrar estabilidad en su otra pierna. El vidrio se hizo
añicos y se rompió después del segundo disparo, pero no se detuvo allí.
Siguió disparando. Se deleitó con el caos que estalló desde el interior de
las cabinas; quería escuchar sus gritos de terror.

—¡Necesitamos refuerzos! —Ryan gritó—. ¡D, entra aquí!

—¡Alguien tiene que contactar a los Tenley! —Darius se acercó


cojeando a una cabina donde no quedaba nadie con vida, y gruñó
mientras se apresuraba a rellenar la cámara. En ese momento, algunos
guardias del interior de otro par de cabinas comenzaron a disparar. Sus
armas tardaron mucho más en romper el cristal, pero ahora Darius no
tuvo más remedio que enfrentarse a ellos. Cuando una ventana con
telarañas fue pateada con fuerza, varios trozos de vidrio se hicieron
añicos en la cara, el cuello y los brazos de Darius.

—¡Nooo! ¡Apártense de mí, mátenlos, inútiles! —Alicia gimió.

La cacofonía de los invitados que gritaban, los disparos rápidos y la


rotura de las ventanas fueron suficientes para hacer sonar los oídos de
Darius, a pesar de la protección que llevaba.
—¡Darius, agáchate!

Darius se puso en cuclillas y se quedó sin aliento, el dolor era tan


abrumador. Lágrimas de sorpresa inundaron sus ojos. Su rodilla, oh
mierda, su rodilla. Ahora también su hombro. Algo lo había golpeado,
pero esta vez no fue una bala.

A través de la visión borrosa y con el dolor y la adrenalina corriendo,


agarró su pistola más cercana y apuntó a un guardia que intentaba
saltar de una cabina. La bala voló por el aire y lo golpeó en el cuello, y
Ryan se apresuró a apuntar con su rifle a los demás que estaban allí.

La siguiente persona que vio Darius fue la esposa de Alfred. Gritó en


un inglés quebrado para que los guardias controlaran las cosas y
mataran la “mercancía” si era necesario.

La rabia tiñó la mirada de Darius, y se las arregló para levantarse. La


mujer no lo había visto allí. Sus ojos se agrandaron cuando él deslizó su
arma entre sus ojos. Ella se congeló. Ella no se movió ni una pulgada, y
Darius esperaba con todo su corazón que Alfred observara desde la
esquina donde estaba encogido.

—Arde en el infierno —dijo Darius con voz áspera y apretó el gatillo.

Dos disparos más sonaron justo después, y luego... nada. Sólo un


sonido de zumbido monótono y constante en sus oídos.

Respiró entrecortadamente y miró a su alrededor.

Alicia estaba sentada en el suelo debajo de una de las pantallas


planas, con las manos y los pies atados con cintas, las lágrimas
manchando de rímel bajaban por sus mejillas y más que suficiente
cinta adhesiva cubriendo su boca. También le dio la vuelta a la cabeza.

Guardias muertos por todas partes. Los pisos dentro de las cabinas
eran una fosa común de dueños de esclavos.

Dos personas se habían salvado, por ahora. Alicia y Alfred.

Elliott estaba sacando al hombre de su escondite.

Ryan se acercó a Darius e hizo una mueca.

—Tengo que... —Miró el hombro de Darius—. No es profundo. Voy a


tirar de él.

Darius asintió y se preparó.

Pero la hoja insertada en su hombro no tenía absolutamente nada


sobre el dolor en su pierna.
—La unidad de recuperación está aquí —gritó Tariq por el pasillo—.
¿Debo traer a AJ?

Darius miró a Alicia, vio sus ojos muy abiertos y supo la respuesta.

—No. Mantenlos separados. Todavía necesitamos saber dónde están


las otras víctimas.

—Cállate —dijo Ryan—. Deja que los demás se encarguen de la


mierda mientras te miro esto. Estás perdiendo sangre.

De acuerdo. Si iban a tomar un breve descanso, Darius iba a


encender un cigarrillo.

Jesucristo, era mejor que no se desmayara.

***

Darius rechinó los dientes por el dolor mientras Ryan inspeccionaba


su rodilla para ver si podían sacar la bala. Era el momento perfecto
para llamar a Casey, cuando sonaba como si estuviera siendo barrido
por un monstruo.

—Dos horas deberían ser suficientes, ¿verdad? —jadeó.

No sabía qué era peor, la herida de bala o el torniquete alrededor de


su muslo.

—¿Para qué? Y quédate quieto, maldita sea.

—Que Casey y Boone asalten la casa de AJ. —Darius tragó con


sequedad y se apoyó contra la pared.

Habían encontrado una pequeña cocina detrás de la sala de


exposición, y el suelo era la cama de hospital de Darius.

—Sí, esa no es mi preocupación en este momento. —Ryan se levantó


del suelo y sostuvo una toalla debajo del grifo—. Tienes suerte que la
bala no haya atravesado tu rótula.

—Suerte, sí, me siento afortunado. —¿Dónde estaba su casco?


Estaba listo para vomitar en él. También estaba listo para que Gray se
lo sermoneara, pero el tonto estaba ocupado. Ni siquiera se habían visto
todavía. El rescate de las víctimas de trata tuvo prioridad—. Bueno, no
sé si va a pasar algo más. Tal vez Alicia tenga más trucos bajo la
manga. Le daré a Casey dos horas y encenderé un fuego bajo su
trasero.
Mientras Ryan se preparaba para quitar la bala, Darius llamó a
Casey.

Mierda, esto iba a doler.

—¡Darius! ¿Es hora? —Saludó Casey.

—Tienes dos horas, comenzando ahora mismo —dijo entre dientes—.


Límpialos, no me importa, pero los federales aparecerán tan pronto
como salgas de allí, y no puede parecer que lo hayan robado. —Oh
mierda, oh mierda. Tuvo que mirar hacia otro lado justo cuando Ryan le
clavaba el fórceps en la rodilla. Estaba justo ahí, tal vez dos o tres
pulgadas por encima de su rótula—. Trae las fotocopias y quita el
transmisor —jadeó a través del dolor. Luego tuvo que colgar. No pudo
soportar otro jodido segundo y gimió en voz alta.

—Ese fue un gran fuego de mierda que encendiste debajo de su


trasero —murmuró Ry concentrado.

—Sí, pero ahora no tendré que preocuparme por ellos. En dos horas,
habrán terminado, ¡hijo de puta!

—La tengo, la tengo, la tengo. Quédate quieto, amigo. La tengo. —


Ryan se retiró de la herida, y Darius escuchó el sonido metálico que
sonaba una vez que la bala golpeó las baldosas del suelo—. Está
intacta. Eso es bueno.

Darius respiró hondo por la nariz e hizo todo lo posible para


aflojarse.

—¡Hostil! —alguien gritó, sonando muy lejos, y fue seguido por dos
disparos rápidos que enviaron el pulso de Darius por las nubes.

Gray. Gray podría estar ahí fuera.

—Ve, ve, ve —exigió apresuradamente.

Ryan se levantó del suelo, agarró su rifle y salió disparado de la


pequeña cocina.

—Me voy a retirar después de esto —gruñó Darius y rebuscó en el


equipo médico. Tenía que detener la hemorragia si quería usar su
pierna.

—¡Todo despejado! —Ese fue Dante. Su voz resonó por todo el


recinto—. ¡Sin heridos!

Gracias a la mierda.
Cuando Ryan regresó, Darius se había quitado el torniquete, había
vendado la herida con fuerza y estaba en medio de levantarse del piso,
usando la escopeta para soportar su peso.

—Estás loco, hermano. —Ryan se apresuró y lo ayudó a levantarse—


. Deberías quedarte aquí hasta que terminemos.

—Quiero interrogar a AJ. —Darius dejó escapar un suspiro,


patéticamente sin aliento, y buscó la fuente de agua más cercana.
Estaba sediento—. ¿Ha vuelto River? Dame un resumen de lo que me
perdí.

—No sé mucho, sólo que River también tenía un mal presentimiento


sobre la operación, y tan pronto como entramos al complejo y perdimos
las comunicaciones, se pusieron en contacto con Willow. —Ryan abrió
un armario y encontró un vaso que llenó con agua—. Dijo algo, puso un
extra... —Se detuvo y recogió el chaleco de Kevlar de Darius del suelo—.
Maldita sea. Aquí está.

Darius bebió un poco de agua y miró el pequeño artilugio, no más


grande que una moneda de veinticinco centavos.

—¿Un micrófono?

Ry asintió una vez.

—También perdió la señal, pero no antes que se enteraran que Alicia


nos estaba jodiendo.

No quedaba nada más que decir en este momento, sobre la


operación, de todos modos. Todo había salido mal. Todo. Desde el
primer momento, desde la primera vez que Darius comenzó a tener
dudas, debería haber confiado en Ryan y River, a quienes sentía que
estaban más cerca de él en la planificación. De hecho, Dante también. Y
River también debería haber expresado sus preocupaciones. Pero como
todos tenían una historia tan intrincada, la confianza había sido ciega.

—Tengo que dejar ir este estilo de vida, Ry —admitió con gravedad—.


Ya no estoy hecho para esto.

—Le estás predicando al coro. —Ryan suspiró profundamente y se


pasó las manos por la cara—. Si no hubiera sido por Willow, quién
sabe, yo sólo... no somos lo que solíamos ser.

No, no lo eran. No fueron tan agudos, no fueron tan tácticos, no


fueron tan rápidos.

Ry se aclaró la garganta y ajustó la correa de su rifle sobre su pecho.


—De todas formas. River está aquí, está interrogando a Alfred. Reese,
Niko y Gray están poniendo a salvo a veintidós supervivientes.
Veintidós, eso estuvo bien. Ahora sólo tenían que localizar más de ellos.
—Por cierto, ¿los hostiles? Dos guardias escondidos en la parte de
atrás. Ellos eran los que apuntaban con armas a los dos chicos antes.
Tenían una transmisión en vivo configurada aquí en el compuesto. Ella
orquestó todo el asunto, Darius. Esta es Alicia, y posiblemente AJ. Ella
no sólo jugó con nosotros, también jugó con Alfred.

Darius hizo una mueca y dejó el vaso. Tenía que admitir que fue un
gran golpe para su ego.

—¿Supongo que esos chicos están a salvo?

—Sí, los guardias los devolvieron a donde estaban los demás antes
que se escondieran. Llevarán a los chicos a la unidad de
almacenamiento que acordamos.

De acuerdo entonces.

Sintiéndose un poco mareado, Darius quería llegar a donde pudiera


interrogar a AJ lo antes posible, porque podía sentarse allí. Sentarse y
ser útil al mismo tiempo.

Estaban lejos de terminar. El descanso tendría que esperar.

—Ayúdame a llegar a... —Señaló con cansancio en la dirección


general del resto del recinto, su cabeza cada vez más pesada.

¿Cuánta sangre había perdido?

Ryan le frunció el ceño. Se volvió borroso. Los contrastes de su rostro


se suavizaron.

—Darius… —Ry sonaba extraño. Pero un movimiento cristalizó en la


mente de Darius, y fue el parpadeo somnoliento de Ryan. Y cómo se
balanceó en su lugar.

El pánico se apoderó de los bordes de la conciencia de Darius


cuando se dio cuenta que no era sólo él. No era pérdida de sangre.

Estaba en el aire.

—Afuera. —jadeó—. Las máscaras de gas...

Ryan murmuró algo que Darius no pudo descifrar y salió a


trompicones de la cocina.

Las náuseas y los mareos lo agobiaban aún más, y su entorno se


desdibujaba por completo. Mientras se agarraba a la encimera de la
cocina, escuchó a alguien gritar a lo lejos. La voz de un hombre. No
pudo identificarlo, ni siquiera decir si era una advertencia, miedo o
cualquier otra cosa. Y antes que se diera cuenta, las luces se apagaron
en la cocina y el pasillo justo afuera. Hubo más gritos, pero se hicieron
cada vez más débiles.

Ojos cerrados.

Perdió el equilibrio y cayó al suelo...

—Chorlito... Cabeza de chorlito. —dijo con voz ronca.

El dolor ganó. La oscuridad ganó.

Exhaló.

CONTINUARÁ….
Esperamos que hayas disfrutado del libro ♥

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