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Verano de 1971

Sirius Black estaba despierto. Y dudaba que en algún momento pudiera volver a dormir. Todo su
cuerpo estaba lleno de energía, zumbando, como si pudiera sentir la magia burbujeando en sus
venas.

Esto era desafortunado, ya que era bien pasada la medianoche y no había nada que hacer mas que
seguir acostado en la cama. Su madre había comenzado a enviar a Kreacher, el pequeño y
miserable soplón, a vigilarlo después de una fatídica noche en la que descubrió a Sirius debajo de
las sábanas con una revista muggle. Estaba furiosa, despotricando sobre cómo su sobrina estaba
"envenenando su mente" y "contaminando la pureza de la noble familia Black". También había
mucho sobre la "obsesión pervertida con la mundanidad" de 'Dromeda', una línea que Sirius pensó
que su prima encontraría bastante divertida. Sin embargo, no era divertido cuando Walburga le
estaba gritando: su rostro se torcía en un gruñido aterrador.

La revista ni siquiera era de Andrómeda. Sirius la había robado de un contenedor dos semanas
atrás; se la mostró a Reg, y se rieron de las imágenes tontas e inmóviles que había.

Esta noche, sin embargo, nada de eso importaba. Porque mañana— mañana Sirius iría a Hogwarts.

Hogwarts.

Solo pensar en el nombre lo mareó, y sonrió hacia el techo de paneles oscuros de su habitación.
Tenía ganas de reír, quería quitarse las sábanas y saltar sobre el colchón demasiado grande.
Hogwarts. Era todo lo que había querido desde que tenía memoria, la luz brillante al final de lo que
parecía un túnel muy oscuro.

Todo el verano se había levantado al amanecer y había bajado corriendo las escaleras para revisar
el correo. Las severas reprimendas de su madre de que se comportara con decoro no habían sido
suficientes para frustrar su entusiasmo, ni tampoco los castigos que ella le daba luego de que sus
órdenes eran ignoradas. A Sirius no le importaba lavar unos cuantos platos o quitar el polvo a
algunos gabinetes viejos, y el hecho de que las tareas domésticas fueran lo peor le hacía pensar en
secreto que su madre también debía de estar un poco emocionada. Tal vez incluso orgullosa de él.
Solo un poco. Seguramente, si estuviera realmente enojada, lo habría hecho todo mucho peor.

Cuando llegó la carta, Sirius gritó de alegría y agarró las manos de Reggie, haciéndolos girar en
círculos hasta colapsar en el suelo de la sala de estar, riéndose.

“¿Puedes creerlo, Reg? Realmente me voy a Hogwarts." Sirius había suspirado, alegremente. Su
hermano pequeño sonrió, aunque había un brillo hambriento en sus ojos mientras miraba la carta
que Sirius apretaba en sus manos.

"Ojalá pudiera ir contigo", dijo, dándose la vuelta para quedar acostado boca arriba, mirando hacia
el techo.

“¡Oh, vamos, estarás allí en un año! Y seremos compañeros de casa, viviremos juntos en los
dormitorios, y puedo mostrarte el lugar y decirte qué profesores son agradables y todo eso."

Regulus clavó sus dedos en la lujosa alfombra debajo de ellos. "Supongo que sí", dijo. Y luego,
después de una breve pausa, "Sin embargo, no será lo mismo por aquí sin ti".

Sirius se puso rígido. “Por supuesto que no”, dijo, “Será mucho más aburrido, ¿eh?” Incluso a sus
propios oídos, las palabras de ánimo sonaban forzadas, pero Reggie sonrió con valentía
"Sí", dijo, "es verdad".

Lo dejaron así.

Walburga Black se negó a llevar a sus hijos de compras al Callejón Diagon, y Sirius sabía que no
debía pensar que cualquier cantidad de súplicas o negociaciones la harían cambiar de opinión. 'La
Noble Familia Black estaba muy por encima como para mezclarse con las multitudes de mestizos y
sangre sucia que seguramente inundarían el lugar' dijo; para ella ya era bastante malo, el estado en
que Dumbledore había dejado que las cosas se pusieran en Hogwarts.

“Quiero decir, de verdad”, resopló durante la cena la noche en que Sirius recibió su carta, “Solían
tener normas. Tal vez algunos mestizos aquí y allá, pero escuché de Dominia Lestrange que casi
una cuarta parte de la clase entrante son sangre sucia. ¡Imagínate!" Su marido asintió
solemnemente, con la boca torcida como si acabara de comer algo amargo.

"Sirius", dijo, volviéndose hacia su hijo, "debes mantenerte alejado de ese tipo de gente,
¿entendido?"

"Sí", murmuró Sirius, hurgando sin entusiasmo en su cena. En secreto, tenía bastante curiosidad
por los nacidos de muggles; nunca antes había conocido a uno. Sus padres insistían en que todos
eran incompetentes, la escoria de los magos. Pero si tantos ingresaban a Hogwarts, no todos
podrían ser horribles, ¿verdad? Y si Andrómeda se había escapado para casarse con un muggle,
entonces tenía que haber algo interesante en ellos, ¿no? De lo contrario, ¿por qué pasar por todo ese
alboroto?

Walburga chasqueó la lengua en voz alta. "Siéntate derecho, chico, y deja de jugar con tu comida
en este instante".

Sirius se enderezó de inmediato y se odió a sí mismo por ello. Dejó que sus hombros se encorvaran
un poco hacia adelante, desafiante, pero su madre no pareció notar esa pequeña rebelión. Todavía
estaba hablando de Hogwarts: “Quiero decir, ¿qué sigue? duendes? elfos domésticos? Dumbledore
tiene que trazar un límite en alguna parte..."

Así que no hubo Callejón Diagon para Sirius. La costurera privada de la familia Black vino a
medirlo para un nuevo conjunto de túnicas, y Walburga envió a Kreacher de compras con la lista
de libros y suministros que necesitaría Sirius. Ni siquiera pudo elegir su propia lechuza de la
lechucería de la familia Black; sus padres se encargaron de eso y le presentaron una bestia
rencorosa que le mordía los dedos cada vez que estaba por abrir su jaula.

Lo único bueno era la varita. Era una reliquia de la familia Black, guardada hasta que el heredero
llegara a la mayoría de edad para usarla. Aunque Sirius había cumplido once años en noviembre de
1970, su madre se había negado a dejar que la tocara hasta el verano antes en que se fuera a
Hogwarts.

“Una varita se gana”, le había dicho ella, con voz fría y afilada como el hielo, cuando él abrió la
caja vacía en su cumpleaños. Durante el resto del año, cualquier mal comportamiento se enfrentaba
con amenazas: 'Eres el heredero de esta familia, Sirius, y si no deseas aceptar las responsabilidades
que conlleva ese título, nunca obtendrás ninguno de los privilegios que otorga.'

Sirius hizo todo lo que pudo. De verdad, de verdad, lo hizo. Se quedaba quieto en las lecciones (él
y Regulus eran educados en casa, otra razón por la que Sirius se moría por ir a Hogwarts. Aparte de
los niños de otras familias de sangre pura, Sirius nunca había podido hacer amigos de su edad) y
repetía como un loro las enseñanzas de sus padres en los ensayos. Memorizó los árboles
genealógicos y la conjugación francesa. Escribió menos cartas a Andrómeda, y fue más astuto para
enviarlas.

Por supuesto, nunca era suficiente. Aún quedaban las discusiones, los castigos y las noches en que
se metía en la cama haciendo una mueca de dolor con las piernas vendadas. A veces, Sirius se
odiaba a sí mismo por su incapacidad para simplemente dejarse llevar, para rendirse e interpretar al
hijo correcto que tan desesperadamente querían sus padres. Deseaba poder extirpar la parte
obstinada de su corazón que gritaba ante la injusticia, la parte que se sentía como una patada en el
estómago diciendo 'eso no es justo' 'eso está mal'. El irritante instinto de simplemente gritar NO.

Pero no podía ignorarlo, sin importar cuánto lo intentara. Cuanto más intentaba encajar Sirius, más
consciente se volvía de su completa incapacidad para hacerlo. Como tratar de encajar una pieza de
rompecabezas en un tablero cuando simplemente no tenía la forma correcta: durante todo el año,
Sirius se sintió como una con los bordes raspados.

Aun así, se las arregló. Era bueno, en su mayoría, lo suficientemente bueno como para que cuando
finalmente llegara el momento, obtuviera su varita.

Walburga insistió en una ceremonia tradicional de otorgamiento, lo que significaba ver a todos los
miembros de la familia que Sirius odiaba y las túnicas de gala almidonadas y cargadas y horas de
discursos sobre la pureza y el linaje y el apellido Black. Trató de no estresarse demasiado, solo
unas pocas semanas más. 'Unas pocas semanas más y me iré a Hogwarts.'

Pero en realidad, sí era bastante estresante tener que pararse frente a todos sus familiares y tomar la
varita. Sirius nunca la había tocado, ni siquiera la había visto, pero estaba muy consciente del
antiguo lema: la varita elige al mago.

¿Y si esa varita no lo elegía a él? ¿Qué pasaría si ella pudiera sentir que había algo mal? Que él no
encajaba. Cuando Sirius se puso de pie para aceptar el estuche cristalino, esto se sintió como una
clara posibilidad. Por un momento, mientras abría la caja, estuvo seguro de que la varita lo
rechazaría, demostrándole a su familia de una vez por todas el miedo secreto que se le encrespaba,
escondido, en su corazón: que Sirius no era verdaderamente digno de ser un Black en absoluto. Y
que nunca lo sería.

Había un juramento que se suponía que debía decir. Sirius recitó las palabras memorizadas, más
tonterías sobre el legado familiar, la pureza de sangre, bla, bla, bla, sin pensar en ellas. En su
lugar, miró fijamente la varita.

Era de olmo, nueve pulgadas y media. Fibra de corazón de dragón. La madera tenía un hermoso
acabado y parecía brillar suavemente con la luz. Cuando Sirius terminó su juramento, su familia
coreó:

“Toujours Pur!”

"Toujours Pur", repitió. Su garganta se había secado.

Hubo una breve pausa. Sirius miró hacia arriba y se encontró con los ojos de su madre. Ella fruncía
el ceño, mirando significativamente a sus familiares reunidos, quienes esperaban que él hiciera
algo. Walburga arqueó las cejas levemente, como si dijera: ¡Solo levanta la maldita cosa!

Así lo hizo.

Hubo una oleada de calor, de energía, una especie de cosquilleo, como si las estrellas le subieran
por las yemas de los dedos y se extendieran por todo su cuerpo. Sirius jadeó, sonriendo. La varita
casi parecía zumbar en su mano, como si estuviera saludando a un viejo amigo.
'Me eligió a mí', pensó Sirius, mareado. Como en respuesta, una corriente de luz salió de la varita.
Sirius sintió un tirón en el estómago, como si algo le estuviera quitando la magia. No fue
contundente, más bien fue como una guía, como si la varita le estuviera mostrando qué hacer.
Soltó una carcajada sorprendido, siguiendo el ejemplo de la varita, expulsando más magia en
vertiginosas espirales de diminutos fuegos artificiales que saltaban de la madera para crepitar sobre
las cabezas de sus familiares.

Hubo murmullos de asombro y deleite, aplausos dispersos, un murmullo de charla mientras la


gente comenzaba a dispersarse, volteándose para hablar y buscar bocadillos ahora que la
ceremonia había terminado. Cuando Sirius levantó la vista de nuevo, su madre estaba sonriendo.

O había algo de sonrisa en ello: Walburga Black era hermosa, pero no había nada amable en sus
rasgos, y la inclinación de sus labios significaba que cualquier sonrisa parecía algo altiva en el
mejor de los casos. Pero estaba orgullosa. Innegablemente, estaba orgullosa y ese orgullo estaba
dirigido hacia a él.

"Bueno, ahora", ella resopló, con una sonrisa aún jugando en sus labios, "puedes ser un buen
heredero todavía".

Sirius sintió como si su corazón fuera a estallar de alegría.


Primer año: El expreso de Hogwarts
Chapter Notes

Las partes de la perspectiva de Remus se encontrarán en letra cursiva.

Eso no duró, por supuesto. Nunca lo hacía, con Walburga. En los años que siguieron, Sirius a veces
se preguntaría si los buenos recuerdos habían sucedido realmente o si solo habían sido sueños,
fantasías que él mismo se convenció de que eran reales para poder seguir adelante. ¿Realmente le
había sonreído ese día? ¿Realmente había estado orgullosa? En los años venideros, el recuerdo se
volvería más oscuro y más confuso, hasta que Sirius nunca pudo estar seguro de qué había
sucedido realmente.

En la mañana en que partieron hacia el Expreso de Hogwarts, su madre definitivamente no estaba


orgullosa. Sirius había pensado que podría estar en la cima tras el éxito de la ceremonia de entrega
de varita, pasar tranquilamente las últimas semanas del verano y seguir su camino. Pero esto no iba
a ser así.

Era solo que—Reg. Regulus. Se había vuelto más retraído cuanto más se acercaba septiembre, más
distraído. Sirius había estado tratando de no pensar demasiado en eso, porque cada vez que lo hacía
sentía como si un puño se cerrara sobre su corazón.

Siempre se habían tenido el uno al otro, los chicos Black. El uno al otro, y no mucho más. El
problema era que Reg era dulce, siempre lo había sido, incluso cuando era un niño pequeño, a esa
edad en la que se supone que los niños son malcriados y vuelven locos a todos los que los rodean.
Había una dulzura en él que estaba demasiado cerca de la debilidad. Salvaba a los gusanos de
ahogarse en la alcantarilla. Lloraba cuando Walburga gritaba, lo que solo la hacía gritar más. Sirius
aprendió muy joven, y muy rápido, que nadie más iba a proteger a su hermanito. Tenía que ser él, o
Reg no tendría a nadie en absoluto. Y además, una cosa era tener a su madre tras suyo, gritándole
al oído, Sirius podía soportarlo. Pero si se fijaba en Reg, y Sirius observaba cómo el labio de su
hermano pequeño comenzaba a temblar, lo escuchaba comenzar a tomar esas bocanadas de aire
rápidas y torpes que significaban que estaba tratando de no llorar... eso era lo que Sirius no podía
soportar.

De hecho, había vomitado una vez. Cuando tenía siete años y Reggie acababa de cumplir seis. El
pobre Reg había mojado la cama: había sido un accidente, cosas de niños, una pesadilla que tuvo.
Incluso a los siete años, Sirius era lo suficientemente mayor para entender eso. Tenía edad
suficiente para comprender que una madre no debía gritarle a su hijo por eso, ni debía clavarle las
uñas en el brazo, sacarlo de la cama y bajarle los pantalones, apuntando con la varita a sus piernas
como si fuera a a-

Fue entonces cuando Sirius vomitó. Walburga se había vuelto hacia él con fuego infernal en los
ojos, su ira como una espada. Solo que ahora, apuntaba a Sirius, y no a Reg.

Pero eso estaba bien. Sirius había obtenido su primera cicatriz hacía ya años. No era nada con lo
que no pudiera vivir. Pero ver las piernas impecables de Regulus, todavía regordetas con grasa de
bebé, suaves y vulnerables, ver la varita de su madre apuntándolas, eso fue lo que enfermó a Sirius.

Después de eso, fue como si Sirius hubiera descubierto algún tipo de código secreto. Cuando ser
bueno no funcionaba -y nunca parecía funcionar, no por mucho tiempo al menos-, cuando uno de
ellos cometía un error, él solo tenía que asegurarse de que el suyo fuera peor. Eso era todo lo que se
necesitaba para mantener a Reggie a salvo. Valía la pena.

Entonces, cuando partieron hacia la estación de King's Cross, Sirius no podía quitarse de encima la
culpa que se aferraba a él como una telaraña en su corazón. No era como si sus padres lo hubieran
dejado atrasarse, dejarlo esperar un año solo para poder ir a Hogwarts al mismo tiempo que Reg.
Pero tal vez un mejor hermano lo hubiera intentado. Tal vez un mejor hermano no estaría tan
emocionado de irse.

Lo mejor que podía hacer Sirius era ser malo. Una vez que aseguró su varita, pasó el resto del
verano rebelándose en todas las formas pequeñas que se le ocurrieron. Dejó un rastro de barro por
la casa, se escabulló de su habitación por la noche y se arrastró por la biblioteca hasta que Kreacher
lo encontró, robó más revistas muggle. Era un equilibrio delicado, incitando la ira de su madre pero
asegurándose de que se centrara únicamente en él. No podía haber ninguna implicación de su
hermano; necesitaba asegurarse de que Reg se viera como un ángel una vez que él se fuera, y no
como un saco de boxeo por cualquier frustración reprimida con el heredero Black. Pero Sirius
pensó que se las había arreglado bien.

La desventaja de esta rebelión fue que Walburga se negó a permitir que Regulus los acompañara a
la estación. ("¡Él no necesita ni un segundo más de tu influencia!"). Tuvieron que conformarse con
una despedida amarga en la casa, presidida por su madre, quien los miró como si fuera a
golpearlos a ambos si derramaban una sola lágrima, los ojos de Reg llorosos.

"Te extrañaré", dijo Regulus, con la voz un poco ronca. "¿Prometes que escribirás?"

“¡Por supuesto que lo haré! No puedes perderte de escuchar sobre todas mis aventuras." Sirius
sonrió ampliamente, con la esperanza de tranquilizar a su hermano. Se inclinó para abrazarlo y Reg
se aferró a él, enterrando su rostro en el cuello de Sirius. Aprovechó la oportunidad para susurrar,

“Mira, solo portate bien, ¿de acuerdo? Eres bueno en eso. Mantén la barbilla en alto, eres un santo
en comparación conmigo, ¿sí?"

Regulus se hizo hacia atrás, asintiendo y sollozando, una cautelosa confusión nublando sus ojos.
Parpadeó y luego comenzó a decir: "Sirius, tú no..."

"Eso es todo, entonces". Su madre interrumpió: “Nos vamos, o llegaremos tarde. Vamos,
muchacho."

(Había sido solo "muchacho", durante las últimas dos semanas, desde que Sirius accidentalmente
tiró un jarrón mientras intentaba esconderse de Kreacher. Aparentemente había sido un objeto
importante, una reliquia familiar de un viejo estirado que probablemente se había casado con su
prima. Sirius pensó que estaba feo, de todos modos.)

Le dio a su hermano una última sonrisa cuando se fueron, dándose la vuelta para ver la silueta
pequeña de Reg en la puerta.

***

La estación era todo lo que había imaginado, incluso más. Había tantas familias, tantos niños.
Sirius nunca había estado en un lugar con tanta gente de su edad. Y el tren, era una belleza, un
dragón escarlata de metal escupiendo vapor sobre las vías.

“No te quedes boquiabierto”, espetó su madre, “¡Ten un poco de dignidad!”

Sirius parpadeó y miró hacia abajo tímidamente, luego volvió a levantar la barbilla con petulancia,
negándose a ceder a las órdenes de su madre. Incluso si su primer instinto todavía era saltar sobre
cada una de sus palabras. Patético, pensó.

Mantuvo la cabeza en alto mientras caminaban por la estación, consciente de las miradas que otros
magos lanzaban en su dirección. Escuchó su nombre murmurado por algunos de ellos, 'los Black',
fragmentos de conversaciones en susurros que se extinguían mientras él pasaba caminando.
Walburga parecía acostumbrada a esa atención; tenía los hombros echados hacia atrás y la cabeza
en alto, mirando con altivez a los magos que saltaban fuera de su camino. Ella se veía regia. Sirius
se sintió muy consciente de quién era y exactamente de lo que todos veían cuando lo miraban.
Toujours pur. Levantó un poco más la barbilla y luego se sintió tonto por eso.

Fueron asaltados por una bruja bien vestida que parecía vagamente familiar; Sirius pensó que
podría ser una prima lejana. Por un momento, escuchó cómo su madre comenzaba a hablar con ella
en voz baja sobre qué familias enviarían niños a Hogwarts ese año, discutiendo su estado de sangre
y mirando desagradablemente a algunos de los otros magos.

"¿Escuchaste sobre los Pettigrew?" La bruja murmuró: "Su hija..."

Sirius se desconectó. Ya había tenido suficientes chismes sobre quién era quién en el mundo
mágico; apenas era divertido cuando nunca llegaba a conocer a ninguna de las personas de las que
hablaban sus padres. Su padre ya se había asegurado de que Sirius memorizara los nombres de
todas las familias de sangre pura en Hogwarts y le había dado instrucciones sobre cuáles evitar. No
es que Sirius planeara seguir esas instrucciones, no quería pasar todo el año solo con sus primas
como compañía.

Aburrido, Sirius dejó que sus ojos se desviaran hacia el tren. Parpadeó. Había un niño con la cara
pegada a la ventana mostrándose de forma en la que solo podría describirse, en palabras de
Walpurga Black, como boquiabierto.

[En ese momento, se dio cuenta de que alguien lo estaba mirando desde la plataforma. Era otro
chico, de su misma edad. Era alto y delgado, pero no delgado como Remus. Tenía el cabello
oscuro, mucho más largo que cualquier otro chico que hubiera visto, rizado con gracia sobre sus
hombros. Tenía pómulos finos y altos, boca llena y ojos azules sorprendentes.]

Parecía tener la misma edad que Sirius, pero ahí terminaban las similitudes. Incluso a través de la
ventanilla del vagón, Sirius pudo ver que la ropa del niño estaba en mal estado, probablemente
herencia de un hermano mayor, y que su cabeza había sido afeitada, dejando nada más que una
pelusa que sobresalía. Tenía una boca ancha y labios carnosos, que estaban un poco entreabiertos, y
sus ojos estaban muy abiertos y vidriosos. Uno de ellos estaba ennegrecido, el signo de una pelea
reciente.

Cuando sus ojos se encontraron, Sirius sintió como su corazón latía ansiosamente en su pecho.
Pero no podía apartar la mirada; decidido a proyectar la fachada de una fría confianza, Sirius solo
levantó una ceja, desafiando, como diciendo, '¿qué estás mirando?'

El chico hizo una mueca, sacando la barbilla con la lengua y bizqueando. Los labios de Sirius se
torcieron, curvándose sin querer en una sonrisa, y saludó al chico levantando dos dedos en un gesto
rudo. La amplia boca del otro chico se dividió en una sonrisa que cambió todo su rostro,
iluminándolo.
“Sirius, ¡¿qué crees que estás haciendo?! Ven aquí de inmediato. Walburga se adelantó y tiró de su
hijo lejos de la ventana, bruscamente. Sirius puso los ojos en blanco y la siguió por la plataforma,
sin saber muy bien por qué su corazón estaba acelerado.

Fue solo su suerte que Narcissa llegara en el momento exacto en que Sirius estaba listo para
abordar el tren. Su madre lo envió con su prima, dándole a Sirius instrucciones muy claras de que
debía permanecer con ella durante el viaje en tren y que, bajo ninguna circunstancia, "se mezclara
con traidores de sangre o impuros".

Narcissa no parecía exactamente encantada de cargar con su primo pequeño, pero le sonrió
cortésmente a su tía y llevó a Sirius a bordo, murmurando: "Sígueme", mientras remolcaban sus
maletas por el pasillo.

"Bien, entonces", se detuvo fuera de uno de los vagones, "Es aquí donde se supone que debo
reunirme con mis amigos". Su labio se curvó mientras miraba a Sirius, dejando muy claro que su
presencia era una intrusión no deseada, pero que estaba resignada a sufrir.

"Diviértete entonces", dijo Sirius rápidamente, "Me voy".

"Qu-tu madre dijo que te quedarías conmigo", la voz de Narcissa se había vuelto aguda y aflautada.
Claramente, aunque estaba disgustada con el trato, en realidad no tenía la intención de desobedecer
una instrucción directa de Walburga Black. Probablemente, había estado planeando atacarlo
verbalmente durante todo el viaje en tren, haciendo comentarios sarcásticos sobre el dolor que
sentía al quedarse atrapada con él en su vagón.

'No, gracias' pensó Sirius. Tenía otros planes.

"¿Lo hizo?" Él ya estaba retrocediendo, sosteniendo su maleta entre ellos como un escudo, "¡Creo
que debes haber escuchado mal!" Se dio la vuelta y salió corriendo cuando Narcissa gritó detrás de
él,

“Tú pequeño- si me meto en problemas por esto, ¡serás hechizado todo el trimestre! ¿Me oyes,
señor-? Oh, cojones"

Sirius escuchó como la puerta del vagón se abría y se cerraba de golpe, y sonrió para sí mismo
mientras corría por el pasillo.

El tren ya había comenzado a moverse, pero Sirius se tomó su tiempo, asomándose por las ventanas
hasta que finalmente encontró a la persona que había estado buscando. Ahora había otros dos niños
más en ese compartimento: uno pequeño y ratonil con una nariz puntiaguda y ojos llorosos, y un
niño con cabello negro desordenado y anteojos. Parecía como si estuvieran en medio de una
conversación. Sirius se tranquilizó a sí mismo, tomando una respiración profunda.

'Solo haz amigos' se dijo, es fácil. 'Sólo sé genial. Eres el maldito Sirius Black'.

La puerta se abrió y él entró, interrumpiendo lo que sea que estuvieran hablando. Los tres
muchachos se giraron para mirarlo, y él fingió mirar a su alrededor furtivamente.

[Remus estaba a punto de preguntar qué era un mestizo, cuando la puerta se abrió una vez más.
Era el chico guapo que le había insultado con los dedos en la estación.]

"Ninguno de ustedes está emparentado conmigo, ¿verdad?" arrastró las palabras. El chico del ojo
morado lo miraba y sus labios se torcieron cuando Sirius habló. 'Mierda', pensó Sirius, '¿ya la
regué?'
Pero entonces el de las gafas sonrió y dijo: "No lo creo". Extendió una mano. "James Potter".
Gracias a Dios, pensó.

“Oh bien, un Potter. Papá me dijo que no te hablara" Sirius se sentó en el único asiento vacío con
el corazón acelerado, "Sirius Black".
Primer año: La Selección
Chapter Notes

Partes de perspectiva de Remus diferenciadas en cursiva.

“Entonces, ¿Dónde creen ustedes que terminarán?” preguntó James. Ahora se estaban acercando a
la escuela, y los estudiantes se estaban poniendo sus uniformes. "Yo espero que Gryffindor".

"¿Gryffindor?" Sirius arrugó la nariz, "¿En serio?" Su padre siempre decía que Gryffindor estaba
lleno de idiotas de sangre caliente.

James no parecía ofendido por el escepticismo. Le sonrió ampliamente sin timidez, y dijo: “Sí, mi
papá fue Gryffindor. "Yo creo que es de lo más genial, ¿no lo crees?"

Sirius pensó que James era de lo más genial, así que tal vez su opinión valía algo. James Potter era
amigable y seguro de sí mismo, el heredero de una de las familias de sangre pura más antiguas,
pero que no estaba tan preocupada por la pureza de sangre como los Black, a juzgar por cómo los
padres de Sirius le habían advertido que se alejara de ellos. James tenía una confianza tan genuina
y relajada a la cual de alguna manera no parecía querer renunciar. Tal vez era por eso que trataba a
Peter, su amigo regordete y pequeño, con una amabilidad tan pura.

Peter, a cambio, parecía adorar a James. Él también era de una familia de sangre pura, Peter
Pettigrew, Sirius reconoció el nombre. Los Pettigrew eran conocidos por producir squibs, y
ninguno de ellos era muy poderoso. Además, recientemente había habido un escándalo con la
hermana mayor de Peter, aparentemente ella era casi tan "mala" como Andrómeda.

Peter, por su parte, parecía un manojo de nervios, aferrándose a James como si fuera un salvavidas.
Aunque la pregunta había sido dirigida a Sirius, fue Peter quien respondió, chillando con
entusiasmo:

"¡Yo también quiero estar en Gryffindor, James!"

Sirius tuvo que contenerse para no poner los ojos en blanco. Estaba seguro de que Peter elegiría
cualquier casa que James dijera que era la mejor.

"¿Qué es un Gryffindor?" el otro chico interrumpió.

Lupin, así se llamaba, Remus Lupin. Cuando Sirius lo escuchó, pensó con certeza que era un
nombre de mago. Pero Sirius nunca había escuchado a sus padres mencionar a los Lupin, y a juzgar
por el estado de su vestimenta, Sirius dudaba que anduvieran en los mismos círculos que los Black.
Remus no hablaba mucho, solo los miraba con esos ojos grandes y redondos, luciendo confundido
por gran parte de la conversación. Sirius se preguntó si había deducido mal del nombre: ¿podría un
muggle haber llamado a su hijo Remus?

Parecía como si James hubiera estado esperando esa pregunta toda su vida. Se lanzó a dar una
explicación sobre las casas de Hogwarts, lo que hizo que Peter se quejara. Sirius también dio un
suspiro, pero en secreto estaba bastante interesado: nunca había escuchado a nadie más que a su
familia hablar sobre las casas, y era un poco impactante obtener una nueva perspectiva.
"Así que Gryffindor", decía James, "tiene que ver con la lealtad, la valentía, el honor". -'Todos
tienen cojones por cerebro' Sirius podía escuchar el eco de la voz de su padre, después de tomar
una copa de vino extra en la cena de los Lestrange.-

“Hufflepuff tiene que ver con la aceptación, son realmente eh- amables, supongo, y pienso que-
tienen mucho talento oculto." James claramente no estaba tan entusiasmado con las otras casas,
pero estaba tratando de encontrar algo bueno que decir. -'Está llena de sangres sucia' la voz de
Walpurga siseó dentro de la cabeza de Sirius.

“Los Ravenclaws son perversamente inteligentes, su casa tiene que ver con el cerebro. Y la
creatividad, supongo”, -'Tienen buenas mentes, algunos de ellos, pero sus cabezas se quedan
atascadas en las nubes.'-

"Y Slytherin, bueno, se supone que ellos son, eh... astutos, supongo. Realmente no entiendo en qué
se diferencia eso de ser inteligente, pero también son ambiciosos; honestamente, muchos magos
oscuros provienen de Slytherin. Casi todos ellos, en realidad. -'Slytherin es la casa de la nobleza.
Cualquiera que tenga un futuro prometedor es un Slytherin.'- "Me mantendría alejado si fuera tú,
compañero". James dijo esto último con un amistoso asentimiento a Remus, como un consejo entre
amigos.

"Supongo que estaré en Slytherin", dijo Sirius, frunciendo el ceño. James lo miró, desconcertado.

"¡Oh, vamos, seguro que no!" Las palabras fueron dichas de forma tranquilizadora. Sirius se
preguntó si James ya había tenido esa conversación con Peter, o una parecida. Sirius levantó una
ceja.

“Toda mi familia está en Slytherin. Es una gran tradición. No ha habido un Black en otra casa
durante unos quinientos años".

Ahora James pudo darse cuenta que había metido la pata. Se sonrojó y dijo con torpeza: “Oh, lo
siento amigo, no me di cuenta… bueno, no pasa nada, ¡estoy seguro de que hay muchos Slytherins
geniales! Mi familia es un poco parcial a Gryffindor, eso es todo." Sonrió a modo de disculpa, en
una oferta de paz, y Sirius le devolvió la sonrisa.

“No, no te preocupes por eso. Mi familia es la peor”. Hizo un valiente esfuerzo por reír, y James
rió torpemente con él.

"Estoy seguro de que me quedaré atascado en Hufflepuff", gimió Peter, dejándose caer en el
asiento, y por una vez Sirius agradeció que se quejara.

"Oh, vamos Pete, no seas así... Hufflepuff también es genial, todas las casas son geniales..."

Sonaba como si los dos amigos ya hubieran tenido esa conversación, o variaciones de ella, en
muchas ocasiones. Sirius se echó hacia atrás y miró a Remus, toda esta explicación había sido para
su beneficio, después de todo. Pero Lupin se había quedado mirando por la ventana, viendo pasar
los árboles, como si no les estuviera prestando atención.

***
Sirius pensó que su corazón podría latir hasta salirse de su pecho. Ni siquiera miró hacia abajo
cuando el bote de ellos atravesó las oscuras aguas del lago, aunque normalmente hubiera estado
extasiado con eso. Las amplias escaleras, las columnas de piedra, incluso el techo estrellado, todo
eso apenas lo registró. El castillo era magnífico, pero Sirius Black estaba acostumbrado a la
magnificencia. No había esperado nada menos.

Así que cuando entraron en el gran salón, lleno de estudiantes parlanchines —más niños en una
habitación de los que Sirius había visto nunca, de todo tipo, y todos se estaban volteando a mirar—
su atención se posaba completamente en el sombrero gastado apoyado en un pequeño taburete de
madera.

El Sombrero Seleccionador.

Sirius trató de tomar una bocanada de aire, pero se sentía como si tuviera un ladrillo en la garganta.
En la mesa de Slytherin, podía sentir a Narcissa y a Bellatrix mirándolo. Cuando levantó la vista,
le sonrieron.

'Esto es todo, entonces' pensó Sirius, mientras la profesora McGonagall comenzó a llamar por
nombres, 'Slytherin'.

Siempre supo que ese momento llegaría. Todos los pensamientos sobre Hogwarts estaban
indisolublemente ligados a Slytherin, donde pasaría los siguientes siete años. Su familia entera
hablaba de ello durante mucho tiempo, cada vez que se mencionaba la escuela: todos los recuerdos
maravillosos, las conexiones cruciales, las personas con mentalidad afin. La sangre pura. Slytherin
tenía la tasa de aceptación de hijos de muggles más baja que cualquier otra casa en Hogwarts.

Sirius trató de encontrar la emoción que había sentido sólo unas horas antes, zumbando en su
pecho. Pero el viaje en tren le había hecho algo raro en la cabeza. Le agradaba James, y le
agradaba la forma en que James hablaba de Gryffindor; sobre todo, le gustaba no tener que pensar
en su maldita familia, ni siquiera por un rato. Sirius sabía que debería estar emocionado ante la
perspectiva de caminar para tomar asiento junto a sus primas, pero al mirarlas, todo lo que sintió
fue una oleada de frío temor.

"¡SIRIUS BLACK!"

Todavía no podía respirar bien. Caminando hacia el pequeño taburete, Sirius pensó que podría
estar enfermo.

'Cálmate' se reprendió a sí mismo. Esto es todo lo que siempre quisiste. ¡Estás en Hogwarts! Sería
como la ceremonia de la varita, se dijo a sí mismo. Sus padres estarían muy orgullosos, ¿no?

¿No es así?

Fue el último pensamiento que tuvo Sirius antes de que se le pusiera el sombrero en la cabeza.

"Ahhhh, otro Black" dijo el sombrero sólo para él. Su voz era áspera; Sirius sintió como si le
estuviera rascando el interior de la cabeza. "Supongamos que este debería ser fácil, ¿eh?"

Correcto. El sombrero tenía razón: debería ser fácil. En cualquier momento, gritaría el nombre...

"Hmmm... pero ¿qué es esto?"

…y sus padres estarían orgullosos, definitivamente lo estarían, ¿y no era eso lo que él quería?

"¿Qué quieres, eh…"


Sirius se encogió al darse cuenta de que el sombrero podía leer sus pensamientos, pero no podía
evitar pensar. Sí había una buena razón para ir a Slytherin, ¿no? ¿Para enorgullecer a su familia? Y
tendría que pensar en Reg, tendría que cuidar de Reg...

"Muy interesante, joven Sirius, muy interesante por cierto."

…si ese estúpido sombrero simplemente se callara y siguiera adelante, entonces todo estaría bien,
solo necesitaba que dijera—

"¡GRYFFINDOR!"

El corazón de Sirius subió a su garganta. Era un error, tenía que ser un error.

Pero la gente ya empezaba a aplaudir ahora, y McGonagall ya había tomado el sombrero, estaba
gritando el siguiente nombre, y Cissy y Bella, oh no, lo estaban mirando, su madre lo sabría antes
de que terminara la noche, lo haría ¿verdad?, ¿Cómo lo había estropeado tanto? ¡Todo lo que tenía
que hacer era ponerse un estúpido sombrero!

Sirius se puso de pie, rígido, caminando hacia la mesa de Gryffindor. Podía sentir a los Slytherin
mirándolo fijamente mientras se sentaba. "Traidor"

Fue el primer estudiante nuevo en sentarse a la mesa de Gryffindor, y recibió algunas palmaditas
en la espalda y sonrisas amables, junto con algunas miradas cautelosas, presumiblemente de
estudiantes que conocían su apellido. En la parte delantera, la clasificación continuó, pero Sirius se
encontró incapaz de prestar atención.

Un fracaso. Un completo y absoluto fracaso, eso era lo que era. Una decepción para la familia.
Podía imaginar exactamente lo que diría su madre si estuviera allí con él. Sirius se sentía muy
pequeño y muy solo, a pesar de que estaba rodeado de Gryffindors que lo vitoreaban.

Se animó un poco cuando Remus Lupin fue clasificado en Gryffindor, aunque apenas se habían
dirigido dos palabras en el tren. Le había sonreído a Sirius en la estación, seguramente eso
significaba que quería que fueran amigos, ¿verdad?

Pero Remus se sentó y miró obstinadamente su plato, como si estuviera decidido a no entablar
conversación. Sirius frunció el ceño.

Se sorprendió cuando Peter fue clasificado en Gryffindor; en privado, había estado de acuerdo con
el niño pequeño en el tren cuando dijo que estaría en Hufflepuff. No fue hasta que James fue
clasificado -el sombrero apenas había estado en su cabeza dos segundos antes de que anunciara
Gryffindor- que Sirius comenzó a sentirse un poco mejor. Al menos tendría un amigo (Remus aún
no le había dicho ni una palabra y Peter parecía demasiado ansioso como para hablar con él).

"¡Qué genial es esto!" James dijo, con una amplia sonrisa mientras se sentaba, "¡Todos lo
logramos!"

Lo hizo sonar como un gran logro. Sirius gimió, su cabeza en sus brazos sobre la mesa.

"Habla por ti mismo", respondió, un poco ahogado, "mi padre me va a matar". Era mucho más fácil
decir padre que madre. Sirius no quería pensar en lo que haría su madre.

"No puedo creerlo". Peter siguió diciendo, con los ojos muy abiertos. Se arrastró un poco más
cerca de James, lanzando miradas alrededor de la habitación como si pensara que alguien podría
venir e intentar arrastrarlo lejos de la mesa. Sirius pensó que estaba actuando ridículo, por lo que se
sorprendió un poco cuando McGonagall se acercó, pero colocó su mano en el hombro de Remus, y
no en el de Peter.

"Sr. Lupin”, ella murmuró, “¿quiere venir a mi oficina después de la cena? Está al lado de la sala
común de Gryffindor, uno de los prefectos puede mostrarle el camino.

Remus asintió en silencio y ella se fue.

"¿Qué fue eso?" James preguntó: "¿McGonagall ya quiere verte?".

Remus los miró, con los hombros ligeramente inclinados hacia adelante, como si estuviera tratando
de protegerse de esa atención. Mantuvo el rostro inexpresivo, pero Sirius lo miró a los ojos, que
eran cautelosos y tal vez un poco asustados. Como un perro callejero, acorralado en un rincón.
Esperaron una respuesta, pero él solo se encogió de hombros.

'Tiene un secreto' pensó Sirius, y por un momento se olvidó de ser miserable.

Después de que apareció la comida y todos se llenaron, siguieron a uno de los prefectos, Frank
Longbottom, a su sala común.

Estaban a punto de entrar cuando James agarró el brazo de Sirius.

“Hey, esperen un minuto, muchachos. Veamos si Remus quiere que lo esperemos".

Sirius parpadeó y luego se encogió de hombros. Remus todavía no les había dicho ni una sola
palabra desde que se bajaron del tren, pero supuso que no les haría daño esperar. Peter parecía un
poco molesto, pero ambos siguieron a James mientras corría por el pasillo hacia la oficina de
McGonagall.

Cuando llegaron a la puerta, Remus no estaba por ningún lado.

"¿Y bien?" Peter preguntó: "¿Esperaremos?"

"Nah, sigan adelante", respondió James, sonriendo. Peter miró a Sirius.

"¿No vienes con nosotros?"

"Me quedaré un rato, él se perdió la contraseña de Frank".

Peter se retorció las manos con nerviosismo, mirando entre James y Sirius como si no estuviera
seguro de si debería ofrecerse a quedarse también.

"Oh, vamos entonces", suspiró Sirius, rodando los ojos. Estaba demasiado cansado como para
quedarse en el pasillo hasta que terminara la reunión secreta de Remus; no era como si ninguno de
ellos supiera cuánto tiempo tomaría. Después de un momento de vacilación, Peter lo siguió de
regreso a su habitación.

La sala común de Gryffindor era preciosa; todo engalanada en rojo y dorado, con lujosos sillones y
una gruesa alfombra. Su habitación tampoco estaba nada mal, aunque sería la primera vez que
Sirius compartíría un dormitorio, y era un poco estrecha para su gusto con las cuatro camas
enormes. Se dejó caer en su colchón mientras Peter comenzaba a hurgar en su baúl.

Gryffindor. De toda la mala suerte, tenía que quedarse atascado en el maldito Gryffindor. Supuso
que era mejor que Hufflepuff, su madre se habría vuelto loca si él hubiera terminado allí, la había
escuchado despotricar sobre la cantidad de hijos de muggles que aceptaban ahí.

Aún así, Sirius se sintió vacío. Con la varita y todo, había pensado que tal vez... bueno, se había
preguntado si tal vez realmente estaba hecho para ser un Black, si todas sus preocupaciones sobre
no encajar o encajar mal habían sido...

Sirius suspiró, rodando sobre su espalda. No importaba ahora; aquí estaba la prueba de lo que él
sabía, en secreto, que era cierto: él no pertenecía allí. Él era una decepción. Si sus padres no se
enteraban ahora, lo sabrían mañana; no tenía ninguna duda de que Bellatrix iría corriendo a la
lechucería para difundir la noticia. Ella siempre parecía divertirse cada vez que Sirius cometía un
desliz. Y esto, por supuesto, era mucho más que un simple error. Esto era permanente.

La puerta de su habitación se abrió y James entró. Remus lo seguía por detrás, con los ojos saltones
mientras miraba la habitación. Sirius se incorporó, observándolos, curioso. Remus miraba alrededor
de la habitación como si no pudiera creer lo que veía, mientras miraba las camas con cortinas de
terciopelo y los baúles de madera oscura, algo se endureció en su rostro, como si hubiera tomado
una decisión privada. Sirius se preguntó de qué se trataba.

[Una vez más, esto no se parecía en nada a las instalaciones de St Edmunds. Había cuatro camas,
todas enormes, cubiertas con gruesas cortinas de terciopelo rojo con borlas doradas. Había otra
chimenea, y cada niño tenía un pesado baúl de caoba y un juego de estanterías junto a sus camas.
Remus vio su pequeña y triste maleta apoyada contra uno de los baúles. Se dirigió hacia allí,
asumiendo que esa era su cama.]

Peter todavía estaba rebuscando en su baúl, cada vez más frenético mientras sacaba ropa, revistas y
libros, haciendo un desastre terrible.

"No puedo encontrar mi varita", se lamentó. “Mamá me hizo empacarla para así no perderla en el
tren, ¡pero no está aquí!”

"Pete", James sonrió, "tu madre me pidió que la cuidara, ¿recuerdas?"

James y Peter, según había descubierto Sirius durante la cena, habían crecido como vecinos y se
conocían bastante bien. Eso explicaba por qué James era tan amable con Peter: Sirius se había
preguntado qué podrían tener los dos en común. Cuando James notó que Sirius estaba de mal
humor, sonrió.

"Anímate, amigo", dijo James, sentándose a su lado en la cama, "No querías estar en Slytherin de
todos modos, ¿verdad?"

Lo dijo con tanta confianza, como si fuera algo obvio. Aun así, la pregunta resonó en la cabeza de
Sirius: '¿No lo quería? ¿Qué era lo que quería?'

Quinientos años. Su voz era dura cuando respondió: "Todos los Black en Hogwarts han sido
clasificados en Slytherin durante quinientos años".

"Bueno, ya era hora de que alguien intentara ser diferente, ¿eh?" James le dio una palmada en la
espalda jovialmente.

Sirius sintió una repentina oleada de emoción. No estaba seguro de qué tenía James Potter -su
sonrisa, su animada confianza- pero de alguna manera, escucharlo hablar como si las cosas fueran a
estar bien hacía que Sirius sintiera que, tal vez, realmente estarían bien. Después de todo, era
cierto, ¿no? Sirius no había querido estar en Slytherin, en realidad no. Y le encantaba el color rojo.

'Si voy a ser la decepción de la familia' pensó Sirius, moviéndose hacia su baúl, 'seré la mejor
maldita decepción que jamás hayan tenido'.

Empezó a desempacar, sacando los libros que Andrómeda le había guardado. Había bastantes de
ellos, tuvo que apilar los que no cabían en su estante que había a un lado de su cama.

"Sabes", dijo James, mientras Sirius continuaba apilando libros, "hay una biblioteca aquí".

Sirius sonrió,

“Lo sé, pero estos son en su mayoría libros muggles. Mi tío Alphard me los dejó, y mamá les
prendería fuego a todos si los dejara en casa”. Los ojos de Peter se abrieron ante eso, y miró con
curiosidad los libros, lo que hizo que Sirius se sintiera extremadamente genial.

Una vez que terminó con los libros, sacó su tocadiscos, seguido de una caja de discos en brillantes
fundas de celofán. Andrómeda era verdaderamente, verdaderamente la mejor. Sirius apenas había
dejado los discos cuando Remus se acercó, con los ojos muy abiertos por el asombro.

"¡¿Ese es Abbey Road?!" Preguntó, mirando dentro de la caja de vinilos. Esa mirada cautelosa se
había esfumado, momentáneamente, de sus ojos.

"Sí", Sirius sonrió, entregándoselo. Remus se limpió las manos con cuidado en su túnica antes de
tomarlo, como si el disco fuera algo frágil y precioso. "Debes ser hijo de muggles". Sirius dijo:
“Nunca he conocido a un mago que conozca a los Beatles, excepto mi prima, Andrómeda. Ella me
los compró”.

Había querido preguntar al respecto, pero no estaba seguro de cómo mencionarlo. No quería que
los demás pensaran que él era como el resto de su familia, obsesionado con la pureza de sangre.
Pero Sirius realmente tenía curiosidad, Remus parecía tan sorprendido por todo en Hogwarts.

Remus asintió, aunque parecía que solo escuchaba a medias.

“Amo a los Beatles, uno de los chicos de mi habitación en casa tiene al menos diez sencillos, pero
nunca me deja tocarlos”.

"¿Chicos en casa?" Sirius arqueó una ceja. '¿Eso era algo que decían los muggles?' pensó. "¿Te
refieres a tu hermano?"

“No,” los ojos de Remus se cerraron, y sacudió la cabeza. Le devolvió el disco a Sirius y se retiró,
encorvando los hombros nuevamente, "Vivo en un hogar de niños".

"¿Como un orfanato?" preguntó Peter, con los ojos muy abiertos. Los ojos de Remus se volvieron
vacíos y oscuros, el ceño comenzando a fruncirse.

[Remus sintió su ira creciendo y sus orejas enrojeciendo]

"No." Él escupió. Sirius esperó a que dijera algo más, pero no lo hizo, solo se giró y siguió
desempacando.

Sirius quería desesperadamente hacer más preguntas, pero pudo ver que Remus se había quedado
en silencio de nuevo. ¿Qué era un hogar de niños, si no era un orfanato? ¿No había adultos? ¿Fue
así como Remus obtuvo su ojo morado, peleando con los otros niños? Ciertamente parecía del tipo
que daba puñetazos, por la forma en la que había mirado a Peter cuando hizo su pregunta.

Eventualmente, Sirius le preguntó a James sobre su póster de quidditch solo para romper el
incómodo silencio, y su conversación rápidamente se convirtió en una discusión muy acalorada.
Todavía estaban debatiendo sobre la última alineación de los Chudley Cannons cuando Remus
subió a su cama y cerró las cortinas.
Hubo una pausa, antes de que Peter susurrara en voz alta: “Uno pensaría que se esforzaría más por
hacer amigos. Especialmente si es nacido de muggles".

Sirius se puso rígido. Había pensado que una de las únicas cosas buenas de no ser seleccionado en
Slytherin era que estaría lejos de todas esas tonterías sin sentido. Y además, Remus parecía mucho
más genial que Peter, él obviamente tenía buen gusto musical.

"¿Estás seguro de que el sombrero no tenía que ponerte a ti en Slytherin?" Sirius arrastró las
palabras. Peter se calló rápidamente.
Primer año: La Primera Desaparición

Querido Reg,

¡Saludos desde Hogwarts! Se siente raro escribirte una carta. Las clases no comenzarán hasta el
lunes, por lo que a todos nos han dado algunos días para “adaptarnos”. ¡Todo es increíble aquí,
no creerías el tamaño del lugar! Y Bellatrix no estaba mintiendo sobre las escaleras móviles, en
realidad sí se mueven. A todos nos tuvieron que dar mapas para que no nos perdiéramos.

¿Han dicho mamá o papá algo sobre

Sirius Black estaba pasando el mejor momento de su vida. Nunca antes se le había dado rienda
suelta para hacer lo que quisiera con su tiempo: sin restricciones ni reglas, sin padres vigilantes, sin
lecciones programadas ni reuniones sociales. Por supuesto, había límites en Hogwarts; los
profesores vigilaban a los estudiantes, advirtiéndoles que no hicieran travesuras. Pero ciertamente
no se parecían en nada a los padres de Sirius. Cuando el profesor Flitwick los atrapó a él y a James
lanzando bombas de estiércol a lo largo del corredor de Slytherin, solo confiscó el contrabando y
les dio una reprimenda amable, aunque severa, antes de despedirlos guiñándoles un ojo.

Sirius se sentía mareado con su nueva libertad. Pasaba los días corriendo por el castillo con James,
explorando todos los lugares de los que había oído hablar a sus primas. Por las tardes, jugaban
partidas de ajedrez, o gobstones o chasquidos explosivos en la sala común de Gryffindor,
charlando con sus compañeros de clase.

Y hablaban. Hablaban de cualquier cosa y de todo. Sirius nunca había tenido un amigo como James
Potter, que podía igualar su rápido ingenio y hablar de Quidditch durante horas sin aburrirse.
Podían seguir hablando durante años, hasta que a veces se sentían como si estuvieran en su propio
mundo privado, en algún lugar en el que nadie más podía irrumpir.

[No era solo su acento, sino lo que decían. Remus había crecido con adultos que constantemente
le increpaban "¡cállate!", y con niños que te molestaban por ser un 'sabelotodo' si decías más
palabras de las necesarias. James y Sirius hablaban como personajes de una novela; su lenguaje
lleno de metáforas descriptivas y sarcasmo mordaz. Su rápido ingenio era mucho más intimidante
que un puñetazo en la cara, pensó Remus, al menos eso terminaba rápidamente.]

Por supuesto, esta situación no siempre le sentaba bien a Peter. El chico actuaba como si él y
James estuvieran unidos por la cadera, siempre siguiéndolos y tratando de entrometerse en sus
conversaciones. A James le agradaba, así que Sirius supuso que debía haber algo más en Peter que
él no estaba viendo, pero maldita sea, era molestoso.

Ya he hecho algunos amigos, ¡hay tanta gente aquí! Creo que James Potter y yo vamos a ser los
mejores amigos, él es de lo más genial, te agradaría. Me dijo que tiene una Nimbus en casa, el
modelo más nuevo, y una vez que se nos permita traer escobas a la escuela, me dejará dar una
vuelta en ella. Sé que mamá y papá dijeron que nos mantuviéramos alejados de los Potter, pero
eso es una tontería, además, ellos también son sangre pura, así que realmente no veo por qué no
Remus era exactamente lo contrario. Mientras Peter los acompañaba a todas partes, involucrándose
en todo, Remus actuaba como si los tres tuvieran algún tipo de enfermedad contagiosa. ÉL salía
disparado con su mapa y su varita, desapareciendo en el castillo sin decirle nada al resto. Al
principio, Sirius se preguntó si tenía otros amigos- pero cada vez que veía a Remus, el niño estaba
solo y aún se sentaba cerca de ellos en la cena, aunque se mantenía unos asientos más atrás y no les
hablaba. Cualquiera que fuera la razón, él había dejado muy en claro que no tenía la intención de
ser amigo de ellos.

[Remus pasó el resto de la semana ignorando a los otros chicos tanto como pudo. Esta era una
técnica que había aprendido en St Edmund's: era mejor pasar desapercibido, y mejor si nadie
sabía nada sobre ti en absoluto. (Aún así había veces en las que terminaba con un brazo lastimado
o en las que le metían la cabeza en el retrete, pero en general nadie se esforzaba mucho en
molestarlo.) James, Sirius y Peter no se parecían en nada a los muchachos de St. Eddy, por
supuesto. Eran lo que la Matrona hubiera llamado 'bien educados'.]

Mis otros compañeros de dormitorio también están bien. Uno es un Pettigrew, Peter- le gusta
quejarse y siempre está siguiéndonos, pero James dice que es genial una vez que lo conoces, así
que le estoy dando una oportunidad. El otro es mestizo: me dijo que es hijo de muggles, pero
Peter dice que su padre era un mago, solo que murió cuando Remus era pequeño, así que
supongo que creció entre muggles. Parecía genial al principio, pero en realidad es un poco
idiota. Demasiado genial para hablar con nosotros o algo así, simplemente se va por su cuenta y
evita a todos. Supongo que mamá y papá armarían un escándalo por "relacionarse con los
impuros", pero no es como si pudiera elegir mi habitación

Todos estaban tan acostumbrados a que Remus los evitara, que cuando llegó el domingo por la
noche, ninguno de ellos le dio importancia a que él estuviera ausente en la habitación. Sirius había
pasado el día con James y Peter explorando los terrenos, especialmente el campo de Quidditch,
antes de regresar a su habitación.

Sirius puso Abbey Road para que James y Peter pudieran escucharlo, insistiendo en que estaba a
punto de cambiar sus vidas. Para su irritación, los otros niños seguían distrayéndose: James seguía
haciendo preguntas sobre la letra y Peter quería que James jugara al ajedrez, y ambos parecían un
bastante irritados cuando Sirius les dijo que se callaran y escucharan. Eventualmente, se dio por
vencido, tratando de no mostrar lo molesto que estaba por el desinterés de ellos.

"Lo siento, amigo", James se encogió de hombros, "Simplemente no me suena tan diferente de otra
música".

“¡Tú cerdo inculto!” Sirius arrojó su almohada a James, quien se rió y la apartó, “Los Beatles son
dioses entre los hombres. ¡Si Remus estuviera aquí, él estaría de acuerdo conmigo!

"¿Dónde está Remus?" Peter habló desde el suelo, donde estaba colocando su tablero de ajedrez,
"Es casi el toque de queda".

Hicieron una pausa, mirando su cama vacía, pero ninguno de ellos pudo responder.

¿Cómo están las cosas en casa? No demasiado aburridas sin mí, espero. Dile a Kreacher que le
mando saludos, ¿sigue durmiendo en ese pequeño y horrible nido en la alacena de la cocina?

De todos modos, no puedo esperar a que llegues aquí el próximo año. No estoy seguro si ya lo
sabes, pero en realidad me colocaron en Gryffindor, no en Slytherin. Sé que mamá y papá se
enojarán, pero en realidad creo que el estilo de Gryffindor es más genial de todos modos, y ni
siquiera me importa

El toque de queda vino y se fue, y Remus aún no aparecía. Sirius seguía mirando a su cama vacía.
Sabía que era algo estúpido, pero no pudo evitar preguntarse: ¿era culpa de ellos? Estaba bastante
claro que a Remus no le agradaban sus compañeros de cuarto, ¿podría haber pedido que lo
transfirieran a otra habitación? ¿Había incluso esa opción en Hogwarts? ¿Podría haber dejado la
escuela por completo?

"¿Creen que deberíamos preguntarle a alguien?" sugirió Sirius. Se estaba haciendo tarde, y no
podía quitarse de encima las preocupaciones que se arrastraban como enredaderas en el fondo de su
mente. Afuera, había caído la noche; la luna estaba alta en el cielo.

“Tal vez…” James se encogió de hombros, “Supongo que no estaría de más preguntarle a Frank.
Sin embargo, no quiero meterlo en problemas si solo está llegando tarde…”

Sirius frunció el ceño. "Sí. Sí, a él le gusta deambular, ese tipo". Sonrió con inquietud, mirando
hacia la puerta.

¿Cómo tomaron mamá y papá la noticia? Quiero decir, obviamente no me importa lo que
piensen, no es como si pudieran hacer que me echaran de Hogwarts solo por clasificarme en la
casa equivocada, sólo que me da curiosid-

Eventualmente, simplemente se fueron a la cama. Sirius no podía dejar a un lado su inquietud, pero
era Hogwarts. Si Remus estaba en algún problema serio, entonces seguramente los profesores lo
sabrían.

Aún así, durmió mal, y cuando despertó, la cama de Remus todavía estaba vacía. Mientras él,
James y Peter se vestían, decidieron preguntarle a Frank al respecto una vez que bajaran a
desayunar. Pero justo cuando tomaron la decisión, la puerta de su habitación se abrió de golpe.

Remus irrumpió, moviéndose rígidamente. Parecía... demacrado, como si hubiera estado despierto
toda la noche. Su piel era cetrina y pálida, lo que solo hacía que las bolsas oscuras debajo de sus
ojos resaltaran aún más.

"¡¿Dónde estabas?!" preguntó James, con el ceño fruncido por la preocupación.

"En ningún lugar." dijo Remus bruscamente, empujándolo para recoger sus cosas.

Sirius lo miró a través del espejo, donde acababa de terminar de arreglarse. "¿Estás bien?"

"Sí", dijo James suavemente, "te ves un poco raro".

Remus frunció el ceño como si le hubieran gritado, murmurando: "Váyanse a la mierda".


Peter miró ofendido, colocando sus manos en sus caderas. “Solo estamos siendo amables”. Dijo
indignado.

Remus lo ignoró, y estaba por quitarse la camiseta cuando se detuvo abruptamente, dándose cuenta
de que todavía lo estaban mirando.

"¡¿Qué?!" Él les gruñó: “¿Van a ver cómo me visto? Ustedes, los chicos elegantes, son todos un
montón de mariquitas. Entró al baño con su ropa y cerró la puerta.

Sirius frunció el ceño. Si antes no estaba claro de que los odiaba, ciertamente ahora sí lo estaba.
Aun así, había algo en la forma en que se movía, como si estuviera adolorido...

"Tengo hambre", se quejó Peter, "si no nos damos prisa, nos perderemos el desayuno".

Sirius lanzó una mirada significativa a James, quien se encogió de hombros como diciendo, '¿Qué
más podemos hacer?' Y los tres bajaron las escaleras, dejando a Remus como le gustaba estar:
solo.

¡Te extraño muchísimo, no puedo esperar a verte en Navidad! Y no te preocupes, te escribiré


todas las semanas. ¡Apuesto a que comenzarás a sentir que ya estás aquí!

Tu hermano,

Sirius
Primer año: Pociones

Al final de su primera semana de clases, Sirius ya había roto una ventana, perdido su lechuza y
aprendido una nueva maldición, cortesía de su prima, Narcissa.

Las lecciones en sí eran, en su mayor parte, aburridas: todas eran introductorias y la mayoría de los
profesores solo cubrían información que ya se encontraba en los textos establecidos. Algunos
tareas asignadas, pero todo era, en su mayor parte, cosas simples que podían copiarse casi
directamente de sus libros.

Historia de la magia fue lo peor: el profesor Binns pasó todo el tiempo hablando, prácticamente
recitando la introducción de Historia de la Magia. Sirius sintió que estaba a punto de trepar por las
paredes cuando terminó; ya había leído el libro completo durante el verano.

Transformaciones estuvo un poco mejor, pero no dejó de ser una decepción. Era la clase que Sirius
más esperaba, pero la profesora McGonagall dijo que no harían ningún trabajo de hechizos durante
la primera semana, solo lectura, con tareas asignadas para medir su nivel de habilidad. A Sirius le
gustaba leer, pero pensó que había ido a Hogwarts para aprender magia.

En Encantamientos, finalmente pudieron recoger sus varitas, pero solo estaban levitando piñas.
Sirius estaba un poco sorprendido de que una de las estudiantes nacidas de muggles, Lily, fuera la
primera en dominar el hechizo, levantando su piña tres pies de la mesa. Sin embargo, él la siguió
poco después, agregando una floritura a su trabajo con la varita para hacer que girara como un
trompo, solo para asegurarse de no quedarse atrás. Esto fracasó un poco cuando la piña giró tan
rápido que voló por el aire y rompió una ventana, pero James se echó a reír y Sirius solo sonrió y se
encogió de hombros como si hubiera tenido la intención de hacerlo. Ni Peter ni James, ni Remus,
lograron levitar sus piñas, y Sirius en privado estaba muy orgulloso de sí mismo.

La única otra clase que era incluso un poco práctica era Pociones, en la que Sirius estaba
consternado al descubrir que compartirían con los Slytherins. Había estado evitando a propósito a
cualquier estudiante de Slytherin, incluidas sus primas, y su corazón se aceleraba un poco cada vez
que veía un destello verde en los pasillos. Era estúpido, pero no estaba seguro de cómo parar de
hacerlo.

Para empeorar las cosas, el profesor Slughorn era un hombre irritantemente jovial que insistía en
agregar un comentario continuo a cada nombre del listado. Por supuesto, tenía algo que decir
cuando vio el nombre de Sirius.

“Black, Sirius – ¡ajá, ahí estás! ¡Muy sorprendido por la clasificación, muchacho, muy
sorprendido! ¡He tenido a todos los Black en mi casa desde que empecé a dar clases! ¡No lo tomes
como algo personal, joven Sirius, pero esperaré grandes cosas!

Sirius podía sentir los ojos de sus compañeros de clase sobre él, mientras Slughorn anunciaba a
todo el salón cómo había avergonzado a su familia. Si había alguna esperanza de que algunos de
los estudiantes no supieran cómo había roto la tradición Black, esta se había extinguido ya.
'Quinientos años, y tú eres el que lo arruina' pensó. Incluso Andrómeda había estado en Slytherin.

Slughorn continuó llamando nombres como si no hubiera dicho la cosa más mortificante posible a
todos los compañeros de clase de Sirius.

“Un Potter y un Pettigrew, ¿eh? Bueno, bueno, junto con el Sr. Black aquí, esta clase tiene bastante
pedigrí, ¿eh?
'Viejo idiota baboso' pensó Sirius, hablando del “pedigrí” de todos. A Sirius le recordaba
incómodamente a sus padres en las fiestas.

“Déjenme ver… ¡Lupin! Conocí a tu padre; no fue uno de los míos, pero un muy buen duelista.
Asunto desagradable…”

Ante esto, Sirius parpadeó y se giró para mirar a Remus, junto con el resto de la clase. La mayor
parte de su año ya sabía que su padre había sido un mago, pero que él había crecido con muggles
en un hogar de niños -Sirius todavía no estaba seguro de lo que eso significaba, precisamente-. Pero
Remus no parecía inclinado a compartir nada más sobre su pasado.

[Remus parpadeó. Se preguntó si Slughorn ya sabía que él era un hombre lobo. Toda la clase lo
estaba mirando, ya sabían que se había criado en un hogar de niños y que su padre era mago
(Remus sospechaba que Peter les había dicho), pero nadie se había atrevido a preguntarle mucho
más. Parecía correr otro rumor de que era violento y posiblemente pertenecía a una pandilla.
Estaba seguro de que James y Sirius estaban alentando eso también, aunque descubrió que no le
importaba demasiado.]

'¿Un duelista?' El papá de Remus sonaba bastante genial. Pero, ¿de qué estaba hablando Slughorn
con lo de "asunto desagradable"? La mente de Sirius zumbaba con curiosidad -los ojos de Remus
se abrieron un poco, como si estuviera sorprendido, pero no tenía otra respuesta al comentario de
Slughorn.

Una vez que terminó de hablar sobre la familia de cada estudiante, Slughorn los puso a trabajar.

“¡Es mejor que nos pongamos en marcha!” Él sonrió, "Ahora, si todos trabajan de a cuatro en un
caldero, podrían turnarse para seguir los pasos..."

James y Sirius corrieron hacia el caldero en la parte trasera de la habitación, Peter corriendo detrás.
Sirius miró a Remus, pero él siguió de pie, clavado en el suelo. Sirius había notado que Remus
tenía una tendencia a fruncir el ceño ligeramente y sacar un poco el labio inferior, por lo que
siempre parecía que estuviera pensando mucho en algo. Tenía la misma expresión en su rostro
ahora, mientras miraba a sus compañeros de clase emparejarse.

"¿Les importa si me uno a ustedes, muchachos?"

Sirius se giró y se encogió internamente cuando vio la túnica de Slytherin. El que hablaba era
Nathaniel Quince, otro de los vecinos de James. Por supuesto, Potter fue previsiblemente acogedor,
y necesitaban otro compañero...

Cuando Sirius volvió a mirar a Remus, se había unido a Lily, la hija de muggles a la que le había
ido bien en Encantamientos. Estaban trabajando con dos Slytherins, un chico de cabello grasiento
llamado Severus Snape que tenía una nariz prominente y una mirada severa en su rostro, y un chico
corpulento, Garrick Mulciber, cuyo nombre Sirius reconoció como una de esas familias que
asistían a menudo a las reuniones de sus padres.

Sirius volvió a mirar a su propio grupo. Tenían el libro de James abierto y estaban estudiando las
instrucciones cuidadosamente. James se hizo cargo rápidamente, indicándole a Peter que
comenzara a aplastar sus cardos y diciéndole a Quince que midiera los tallos de sus ojos de caracol.
Sirius se puso a cargo de revolver, escuchando a James mientras leía el libro y le indicaba cuántas
veces revolver y en qué dirección.

Para ser un trabajo práctico, era bastante aburrido. A diferencia de Encantamientos, no habían
resultados inmediatos, solo instrucciones tediosas y esperar a que se preparara la poción. Sirius se
dio cuenta en los primeros cinco minutos que pociones no sería su clase favorita.

“Intentemos agregar el tritón en polvo y veamos qué sucede”, dijo, dándole un codazo a James y
moviendo las cejas.

Peter frunció el ceño. “Pero, en los ingredientes no piden tritón en polvo”.

"Sí, pero ¿no sería divertido ver qué pasa?"

Esto hizo que Peter frunciera aún más el ceño y Sirius puso los ojos en blanco con exasperación.
James los miró a los dos y dijo diplomáticamente: "Tal vez deberíamos dejar los experimentos para
después de la primera clase, ¿eh Sirius? No querríamos volar el salón de clases el primer día…”

[“Oh apúrate,” espetó Severus, “No es como si fuera difícil.”

“Déjalo en paz, Sev,” le reprendió Lily. “El libro está cubierto con tus notas, no es de extrañar
que él no pueda encontrar su parte. Aquí, Remus,” le señaló ella mientras abría su propio libro
nuevo de Pociones. Pero no mejoró, Remus se encogió de hombros.

“¿Por qué no lo haces tú, si eres tan inteligente?.” Le escupió a Severus.

“Oh Merlín,” Los labios de Severus se curvaron, “Sí puedes leer, ¿no? Quiero decir, incluso en
las escuelas muggles enseñan eso, ¿no?”

“Severus!” Lily resopló, pero el presumido chico de cabello negro no tuvo la oportunidad de decir
algo más]

Sirius no tuvo tiempo de responder, porque en ese momento se desató el caos. Unas pocas mesas
frente a la de ellos, Remus se arrojó sobre Severus y le dio un puñetazo en la cara.

Sirius sintió un estremecimiento de adrenalina. Por fin algo de emoción. Fue jodidamente genial, la
forma en que Remus golpeó a Snape. Sin ningún rastro de duda, solo un puño cerrado y un golpe
rápido.

Sin embargo, no tuvo la ventaja por mucho tiempo. Mulciber rápidamente arrancó a Remus de
Snape y le dio un puñetazo en la cara. Sirius estaba a punto de entrar en acción -no importaba que
nunca hubiera dado un puñetazo en su vida- cuando Slughorn gritó:

"¡Deténganse!" Todos se congelaron cuando el maestro de pociones se apresuró, con expresión


tormentosa. “¡Levántense los dos!” Gritó a los dos chicos tirados en el suelo. Snape y Remus
obedecieron, levantándose, ambos respirando con dificultad. Sirius pensó que Snape
definitivamente era el que tenía peor aspecto; le sangraba la nariz y tenía el pelo grasiento todo
revuelto. Se estaba formando un moretón en la barbilla de Remus, pero solo lo hacía parecer rudo.

“¡Explíquense!” Gritó Slughorn. Ambos chicos se miraron los pies, en silencio. Mulciber sonreía y
Lily lloraba. Ambos eran igual de irritantes.

“Muy bien,” dijo su profesor, enojado, “Detención para los dos, dos semanas. Diez puntos menos
para Gryffindor y diez menos para Slytherin.

"¡No es justo!" James dijo, de repente, junto a Sirius: "¡Deberían ser el doble de Slytherin, eran dos
contra uno!"

"Desde donde estaba parado, fue el Sr. Lupin quien lo inició", respondió Slughorn secamente,
sacudiendo la cabeza, "Aún así, tienes toda la razón: Mulciber, cinco puntos menos por golpear a
Remus". La violencia no se resuelve con más violencia, ya lo sabes, como se lo he dicho a tu
hermano mayor en varias ocasiones. Señorita Evans, por favor lleve al Sr. Snape a la enfermería.
Lupin, tú puedes limpiar el desastre que has hecho.

La lección casi había terminado de todos modos -Slughorn había pasado tanto tiempo tomando
lista- por lo que los otros estudiantes fueron despedidos. Afuera, el salón hervía en murmullos.

Mulciber no perdió el tiempo y empezó a alardear ante los Slytherins que lo rodeaban, diciendo:
“Bueno, él es estúpido, ¿no? No pudo leer el libro, todo lo que Severus hizo fue preguntar qué
enseñaban en las escuelas muggles…”

“Oye, ¿y quién te enseñó a ser tan idiota, Mulciber?” Sirius gritó: “Tal vez puedas pedirles que te
enseñen cómo lanzar un mejor golpe. Desde donde estaba parado, parecía que tu amigo Severus
era el único que sangraba."

James y Peter se rieron, y algunos de los otros Gryffindors se unieron. Mulciber y su equipo
murmuraron enojados, pero como todavía estaban justo afuera del salón de Pociones, parecieron
pensar mejor en si tomar represalias. Sirius, James y Peter los vieron alejarse, esperando a que
Remus terminara de limpiar.

Cuando salió, se sorprendió al verlos parados allí. Por un segundo, su expresión se volvió
cautelosa. Pero entonces James le sonrió, canturreando,

"¡Malditamente brillante, amigo!" Le dio un puñetazo a Remus en el brazo, como si fueran los
mejores amigos, "¡La forma en que fuiste a por él!"

“Mulciber estuvo aquí fanfarroneando después, les contó a todos lo que dijo Snape”. Sirius agregó:
"Hiciste bien en hacerlo, qué imbécil".

"¿Les dijo... a todos?" Remus gimió.

"No te preocupes, todos están de tu lado". James dijo: "Bueno, excepto los Slytherin".

"Sí, ¿y a quién le importan los Slytherin?" Sirius sonrió, "Vamos, ya pronto será hora de la cena,
¿hambrientos?"

“Me muero de hambre,” dijo Remus. Y por primera vez desde el tren, le devolvió la sonrisa.
Primer año: Venganza

Regulus no respondió.

Sirius esperó toda la semana por una carta, pero no llegó nada. Peor que eso, su lechuza nunca
regresó; después de unos días, no pudo resistirse y le preguntó a Narcissa, quien sonrió y le dijo
que había sido confiscada. Sirius trató de no preocuparse, pero sentía como si tuviera una piedra en
la boca del estómago. Cada vez con más frecuencia, sus pensamientos volvían a Reg,
preguntándose cómo estaba su hermano...

La solución, por supuesto, era mantener su mente ocupada en todo momento con otras cosas. Hizo
apuestas con James sobre quién podría terminar su tarea primero. Jugó ajedrez con Peter, una y
otra vez, hasta que finalmente ganó. Observó a Remus, que finalmente había comenzado a pasar
tiempo con ellos, tratando de descifrar los secretos del extraño chico.

El domingo por la noche, la distracción elegida por Sirius fue su ensayo de Transformaciones para
McGonagall. Catorce pulgadas de pergamino: James y Sirius competían para ver quién podía
terminar el suyo primero -Sirius- mientras Peter intentaba desesperadamente mantenerse al día.
Remus simplemente se relajó en los lujosos sillones de la sala común de Gryffindor, mirándolos a
todos como si no pudiera molestarse con algo tan tonto como la tarea.

[Remus había abierto su libro, pero ni siquiera le había echado un vistazo. Había considerado
encerrarse en la biblioteca una tarde y tratar de leer correctamente; podría leer si realmente-
realmente se concentraba. Pero la oportunidad no se había presentado, y si era honesto; él
simplemente no quería. Desde la lección de Pociones, los cuatro se habían convertido en
verdaderos amigos y Remus no quería echarlo a perder.]

"Entonces", dijo James, dejando su pluma, "¿Cómo nos vengaremos?"

"¿Vengarnos de quién?" preguntó Peter. Estaba rebuscando entre sus notas, buscando una página
que accidentalmente había hecho caer al suelo antes sin darse cuenta. Sirius suspiró y se agachó
debajo de la mesa.

"De los Slytherin". James siseó: "Vamos, Pete".

Peter susurró de vuelta, sonando preocupado, "No todos los Slytherin, solo Snape y Mulciber,
¿verdad?"

Debajo de la mesa, Sirius puso los ojos en blanco. "Todos ellos", dijo con firmeza, sentándose de
nuevo y presentando un trozo de pergamino, "¿Esto era lo que estabas buscando?"

"¡Gracias!" Peter lo agarró, aliviado, "Ya casi termino..."

"¿Ya lo hiciste, Lupin?" Sirius preguntó casualmente, mirando por encima. Remus había dejado su
libro abierto sobre la mesa, pero no lo había mirado ni una sola vez. De hecho, en el transcurso de
la semana, Sirius había notado que Remus nunca parecía mirar sus libros. Todos los demás
parecían haber olvidado el comentario de Mulciber sobre la lectura, pero Sirius no.

"Nah", Remus se encogió de hombros, indiferente, "No me molestaré en hacerlo".

Sirius frunció el ceño. No podría ser cierto, ¿verdad? “Haznos saber si necesitas ayuda”.

"Puedes copiar el mío si quieres". James dijo amablemente, empujando su ensayo sobre el
escritorio. Sirius observó cómo Remus intentaba sofocar su irritación: apretaba la mandíbula y
fruncía el ceño ligeramente.

"Estoy bien así. No soy estúpido."

"Nadie dijo que lo fueras". respondió James, actuando como si no pudiera oír el enojo en el tono
de Remus. Sirius continuó estudiando la expresión de Remus; toda su cara se había nublado. En el
reposabrazos de su silla, su puño estaba apretado. Sirius recordó cómo se había arrojado sobre la
mesa de pociones para golpear a Snape.

Cuando Sirius volvió a mirar hacia arriba, sus ojos se encontraron. Remus soltó un breve suspiro,
abrió el puño y dijo:

“Podríamos poner polvos pica pica en sus camas”. Parecía ansioso por cambiar de tema, "O en su
ropa... si pudiéramos averiguar quién lava la ropa, de todos modos".

¿Averiguar quién lava la ropa? Sirius parpadeó. ¿Remus no sabía nada de los elfos doméstico s?
Antes de que pudiera preguntar, James respondió, mordiendo su pluma pensativamente mientras
decía:

"Me gusta." Y una pausa, luego dijo, "¿Sin embargo alguien tiene algo de polvo pica pica?"

Los tres negaron con la cabeza.

"Podría pedir un poco de Zonko's". sugirió Sirius. “Si me prestas tu lechuza, James, mamá confiscó
la mía después de la clasificación”. Su corazón se aceleró cuando lo dijo, no estaba seguro de por
qué se sentía como si estuviera admitiendo algo. Ya toda la escuela sabía que ahora él era la
decepción de su familia.

"Supongo que sí", respondió James. “Pero ojalá pudiéramos hacerlo antes. Ya sabes, dar el golpe
mientras el hierro está caliente”.

"No necesitamos comprar polvos pica pica", dijo Remus de repente, sentándose derecho en su silla,
"¿Ustedes creen que tendrán escaramujos en el invernadero?"

"Sí", respondió Peter, todavía garabateando en su pergamino, "Para pociones curativas -artritis,
creo".

“Los pelos del interior te provocan picazón, mucha picazón”. explicó Remus, hablando más
rápido. Había una chispa de emoción en sus ojos: "La matrona -la mujer que dirige el hogar de
niños- los cultiva y, si te metes en problemas, te obliga a sembrarlos sin guantes".

"Eso es horrible." James frunció el ceño.

"¡Pero es una buena idea, sin embargo!" Sirius sonrió. “En el próximo descanso, iremos y
conseguiremos un montón de ellos. Luego podemos sembrarlos, con guantes, y ponerlos en las
sábanas de Slytherin. ¡Excelente!"

"¿Cómo vamos a entrar en los dormitorios de Slytherin?" preguntó Peter, dejando finalmente su
pluma.

James se echó hacia atrás, sonriendo. "Eso déjenmelo a mí."


***

Enviaron a Peter a recoger los escaramujos, ya que él era el único de ellos que no había hecho nada
lo suficientemente genial como para ser castigado, lo que significaba que todavía no estaba en el
radar de ningún profesor como un alborotador. Sirius no tenía mucha fe en Peter cuando se trataba
de hacer travesuras, pero resultó que era decente para escabullirse. Cuando regresó desapercibido
del invernadero después del descanso de la mañana con un frasco lleno de semillas de rosa
mosqueta, incluso Sirius le dio una palmada en la espalda.

Después de eso, solo era cuestión de sembrar todos los brotes. Se encerraron en su baño
compartido, siguiendo las instrucciones de Remus de usar guantes gruesos de piel de dragón y
evitar cualquier contacto directo con las semillas o los finos vellos. Sirius se sentó junto a James en
el suelo, trabajando en conjunto.

“No puedo esperar a ver la expresión de sus rostros”, dijo, sonriendo mientras trabajaba. La cabeza
de James estaba inclinada junto a la suya, miró hacia arriba y le devolvió la sonrisa, compartiendo
la emoción.

Sirius continuó, diciendo: "Todavía no sé cómo vamos a entrar en los dormitorios de Slytherin,
incluso Peter no es tan astuto". Le lanzó una mirada significativa a James, quien se había negado, a
pesar de todos los esfuerzos de Sirius, a revelar su plan maestro para irrumpir en la sala común de
Slytherin.

"Déjame ocuparme de eso", dijo James, y Sirius puso los ojos en blanco con exasperación. Los
secretos solo eran divertidos cuando él estaba al tanto de ellos.

Guardaron las semillas y los pelos en un frasco adicional, y se comieron los escaramujos sobrantes
en el transcurso de la semana para asegurarse de que no dejaran evidencia.

Su oportunidad llegó el martes por la noche. Fue James quien sugirió que deberían hacerlo antes de
que todos se fueran a la cama y que se separaran para evitar sospechas. Sirius se sintió mareado por
la emoción durante la cena, apresurándose a terminar su comida. Remus todavía se estaba sirviendo
su segundo plato y Pete, aunque había terminado, parecía enfermo de nervios. Entonces Sirius fue
el primero en ponerse de pie, caminando casualmente fuera del pasillo. Cuando se fue, pensó para
sí mismo que si Peter lo arruinaba todo entrando en pánico y revelando algo, Sirius maldeciría a
ese niño.

James fue el siguiente en irse, siguiéndolo a una distancia discreta. Se dirigieron al baño de chicas
en el segundo piso. Según Remus, allí había un pasadizo secreto que conducía a las mazmorras.

En el interior, Sirius pudo escuchar a una niña llorando en uno de los cubículos. Remus les había
advertido sobre eso, aparentemente nadie usaba ese baño debido a la fantasma sombría que lo
rondaba. Sirius la dejó sola, caminando frente a la puerta mientras esperaba a que llegaran los
demás.

"Bueno, alguien está ansioso", dijo James, suavemente, mientras cerraba la puerta detrás de él.
Sirius sonrió.

¿Crees que tendremos que esperar a que Pete vomite cuando llegue aquí? Se veía un poco pálido
allí atrás”.

"No, vamos, Pete es un chico tranquilo". James sonrió, pero de forma un poco forzada. No le
gustaba cuando Sirius le hacía burla a Peter - pero este siempre volvía las cosas incómodas, y
Sirius no estaba seguro de por qué seguía haciéndolo. Había veces en las que las palabras
simplemente se le escapaban- Sirius no era bueno para morderse la lengua cuando se molestaba. O
emocionaba. O enfurecía. O, bueno, nunca era muy bueno en eso, en realidad.

Una vez que llegaron Peter y Remus, James hizo un gran gesto con el brazo. "Dirige el camino
entonces, Lupin".

Sirius agarró su brazo, deteniéndolo con una mirada significativa. "Espera, muéstranos lo que estás
planeando primero".

James sonrió con esa sonrisa exasperantemente reservada y satisfecha que había estado luciendo
desde el domingo.

"Oh... está bien, entonces, toma, sostén esto", puso el frasco de semillas de rosa mosqueta en las
manos de Sirius, tirando hacia atrás de su túnica.

Sirius casi gritó cuando James comenzó a sacar la tela plateada, reluciente y trémula al descubierto.
Su boca se abrió de asombro.

"No", susurró, "No lo has hecho, Potter, no lo has hecho..."

James tenía una sonrisa muy amplia, luciendo muy complacido consigo mismo. Les guiñó un ojo a
todos y luego, con una floritura, se pasó la capa por la cabeza, de modo que lo cubrió de pies a
cabeza. Él desapareció.

"¡Maldito bastardo!" Sirius gritó: "¿Cómo es que nunca me lo dijiste?" La emoción en su voz
cubrió principalmente el aguijón de indignación que subyacía en sus palabras.

"¡Nunca me lo dijiste, tampoco!" Peter chilló: “Y te conozco desde siempre. ¿Dónde la


conseguiste?"

Sirius reprimió un resoplido de irritación por el tono que había usado Peter, que estaba seguro
había estado dirigido a él. Aunque le hizo sentir un poco mejor que, mientras James le había
ocultado ese secreto a Peter durante once años, a Sirius solo se lo había ocultado durante unas
pocas semanas.

"Ha estado en la familia durante años", dijo James triunfalmente, bajando la capa para revelar su
cabeza, "Papá me dejó traerla, siempre y cuando no se lo diga a mamá".

"Idiota suertudo", dijo Sirius, estirando la mano para frotar parte de la tela invisible en sus dedos.
Se sentía sedosa, lujosa, pero ligera como el aire. “Mis padres harían cualquier cosa por una capa
de invisibilidad”. Ojalá Reg estuviera aquí para ver esto... pensó.

"Creo que todos podemos caber debajo de ella", demostró James, separándola y levantando los
brazos como un murciélago, "Vamos, pongámonos todos agradablemente cómodos..."

Pero fue un poco incómodo, arrastrarse debajo de la capa juntos, y tuvieron que andar como patos
por la habitación varias veces para asegurarse de que realmente pudieran trasladarse bien.
Finalmente, tratando de no reírse ni susurrar demasiado, los cuatro chicos invisibles se abrieron
paso hacia el tercer cubículo desde la izquierda. Remus los dirigió, mostrándoles qué baldosas
tocar para abrir el piso y revelar el pasaje.

"¿Cómo encontraste esto, Remus?" James susurró: "Eres un genio".


"Sales por detrás de una de esas alfombras que cuelgan en las paredes, en las mazmorras",
respondió Remus, "solo miré por detrás".

"¿Te refieres a un tapiz?" preguntó Peter. Él no podía ser más denso.

Sirius había sabido al verlo por primera vez en el tren, que Remus provenía de un entorno
diferente: la ropa de segunda mano, los libros usados en mal estado, el ojo morado. Se hizo aún
más evidente cuando comenzó a pasar más tiempo con ellos. Incidentes como este, en los que
Remus no estaba sincronizado, le faltaban las palabras o no estaba familiarizado con las referencias
que hacían los demás, ocurría con bastante frecuencia. Sirius no estaba seguro de cuánto se había
criado con muggles y cuánto era... bueno, lo que la familia Black llamaría "clase baja".

Junto a él, Remus se puso rígido ante la pregunta de Peter, murmurando: "Um... ¿Supongo que sí?"

Obviamente, todos sabían que Remus se refería a un tapiz, Peter no había tenido que señalarlo de
esa forma. "Cállate, Pettigrew", resopló Sirius, pateando el tobillo de Peter.

"Hey", siseó Remus, pateando a Sirius con mucha más fuerza, "Vete a la mierda".

Un agudo destello de dolor se disparó por la pierna de Sirius cuando el pie de Remus lo tocó, y él
aulló involuntariamente. "¡Lo siento! Era dirigido a Pete, no a ti".

"Silencio, todos ustedes", espetó James, "ya casi llegamos".

Hicieron una pausa, escuchando a través del tapiz el movimiento en el corredor. Una vez que
James dio el visto bueno, salieron al pasillo de piedra. Las mazmorras eran frescas, tenuemente
iluminadas y cavernosas. Sirius sintió un escalofrío recorrer su espalda. Trató de imaginarse
bajando a esos sombríos corredores todas las noches, viviendo allí, y sintió una oleada de gratitud
por la acogedora sala común de Gryffindor.

"¿Dónde está la entrada?" murmuró.

"Detrás de esa pared", respondió Remus inmediatamente, señalando. El resto de ellos miraron,
Sirius esperaba algún tipo de señal, una graciosa antorcha o un retrato, o incluso una piedra que se
viera diferente al resto. Pero era solo una pared simple, igual que todas las demás que los
rodeaban.

"¿Cómo lo supiste?"

Hubo una breve pausa, luego Remus dijo apresuradamente: "Los he visto entrar antes". Parecía
nervioso, aunque Sirius no estaba seguro de por qué.

[No iba a decirles que sabía que había doscientos Slytherin del otro lado gracias al olor de su
sangre y que su magia era tan fuerte que casi podía saborearla.]

"¿Sabes la contraseña?"

"No."

"Maldita sea."

“Aún no es toque de queda, solo esperemos”. concluyó Remus.

Sirius odiaba esperar. Estaban demasiado apretados debajo de la capa y era demasiado caluroso.
Peter seguía cambiando su peso de un pie a otro, nerviosamente, y estaba poniendo nervioso a
Sirius. Estaba a punto de gritarle al niño más pequeño cuando dos de séptimo año entraron
corriendo. Sirius sacudió la cabeza hacia arriba ante el sonido de sus pasos y ahogó un gemido.

Solo mi suerte, pensó.

"¡Veamos el anillo de nuevo, Bella!" Narcissa le suplicó a su hermana mayor. Sirius se presionó
contra la pared, deseando estar en cualquier otro lugar. Apenas había hablado con sus primas desde
la clasificación; si sus ojos se encontraban en el comedor, las chicas solo lo miraban con ira.

Bellatrix se pavoneaba, extendiendo sus dedos huesudos para mostrar un enorme y feo anillo de
compromiso de plata y esmeraldas, que había estado exhibiendo en todas las reuniones familiares
desde el verano. En la escuela, había sido igual de molesta, asegurándose de que todos supieran
que se casaría con Rodolphus Lestrange tan pronto como completara sus EXTASIS. Sirius tuvo
que ir a la fiesta de compromiso, fue horrible, Bellatrix fue una perra toda la noche y su prometido
era uno de los hombres más espeluznantes que Sirius había conocido. Ni siquiera quería pensar en
lo pronto que tendría que asistir a su boda.

Narcissa chilló mientras miraba el anillo, como si no lo hubiera visto ya mil veces.

"¡Precioso!" Ella dijo: "Oh, no puedo esperar para casarme..."

"Espera tu turno", respondió Bellatrix, con voz áspera y altiva, "Una vez que Lucius tenga una
mejor posición en el ministerio, estoy segura de que mamá y papá aceptarán el casamiento".

Ahora estaban frente a la pared. Bellatrix se pasó el pelo negro y rizado por encima del hombro.
Sirius odiaba lo mucho que se parecía al suyo. Décadas de casarse dentro de la familia habían
resultado en una completa falta de originalidad en lo que respectaba a sus rasgos físicos. Se
encogió solo de pensar en la cantidad de veces que la gente había confundido a sus primas con sus
hermanas.

—Mundus sanguine —anunció Bellatrix. La pared se deslizó a un lado para dejarlas entrar, y los
cuatro chicos corrieron detrás, lo más rápido posible antes de que esta se cerrara.

El estómago de Sirius dio un vuelco mientras miraba el lugar donde se suponía que tendría que
haber pasado sus siete años en Hogwarts. Se sentía extrañamente familiar, reconocía mucho de las
historias de su familia. Allí estaba la chimenea, decorada con ónix y jade. Los candelabros
parpadeando en las paredes, el retrato de Salazar Slytherin. Estaba el rincón de lectura del que le
había hablado su madre, donde había estudiado de niña. Su garganta se sentía seca.

No estaba seguro de cómo deshacerse de esa sensación en su pecho. Ese lugar no se sentía como un
hogar pero, sin embargo... lo hacía. Sirius podía imaginarse a sí mismo allí, o no a sí mismo como
él era precisamente, sino como el hijo que sus padres esperaban que fuera. Charlando con sus
primas, estudiando hechizos donde habían estudiado sus padres, y los padres de ellos antes...

James los empujó hacia adelante y Sirius se dio cuenta de que se había quedado congelado en el
lugar, completamente inconsciente de los demás a su alrededor. Esperaba que no se hubieran dado
cuenta. Se apresuraron a subir un tramo de escaleras, buscando los dormitorios de los chicos. En el
camino pasaron junto a Severus, sentado solo en un rincón, encorvado sobre su libro de texto de
pociones. Sirius sintió una punzada de resentimiento al ver que un pequeño desgraciado asqueroso
y puñetero como Severus hubiera llegado a Slytherin mientras él...

'Detente' pensó para sí mismo, ferozmente 'hubieras sido miserable aquí'. Era cierto, pero saber eso
realmente no lo hacía sentir mejor.
En lo alto de las escaleras, entraron por la primera puerta abierta que era, milagrosamente, un
dormitorio.

James se quitó la capa y entró corriendo en la habitación mientras decía: "Echa un vistazo, ¿eh,
Petey?".

Peter respondió de inmediato, corriendo hacia la entrada y mirando nerviosamente por encima del
hombro cada cinco segundos.

James, al ver la mirada en el rostro de Sirius, le dio un codazo en el hombro y sonrió con picardía.
"¿Crees que una de estas es la cama de Snape?"

Sirius sonrió, tratando de sacudirse su mal humor. "Esta podría ser", señaló, "las sábanas se ven lo
suficientemente grasientas". Los cuatro se rieron.

"Rápido entonces, muchachos, con los guantes puestos" susurró James, desenroscando el frasco.
Remus y Sirius se pusieron un guante de piel de dragón cada uno, agarraron puñados de semillas y
las esparcieron generosamente debajo de todas las sábanas.

“¡Ellos las verán!” dijo James, sonando decepcionado. Sirius frunció el ceño, mirando las semillas
de color rojo brillante como manchas de sangre contra las sábanas blancas. Incluso en la oscuridad,
se destacaban.

"Bueno... igual les molestará cuando traten de eliminarlas", ofreció Sirius.

“Esperen...” murmuró Remus, frunciendo el ceño y sacando el labio como lo hacía cuando estaba
pensando. Sacó su varita, mordiéndose el labio mientras la agitaba delicadamente sobre la cama
donde acababa de esparcir semillas. “Ofusco” susurró, en una enunciación perfecta.

Las semillas desaparecieron por completo. Sirius parpadeó, buscando algún rastro de ellos, pero se
habían -esfumado-.

"¡Caray!" James se quedó mirando, “¿Cómo hiciste eso? Flitwick aún no nos ha enseñado ese
encantamiento, ¿verdad? ¿Estaba en la lectura?

"Nah" dijo Remus y se encogió de hombros. "Vi a algunos de quinto año haciéndolo ayer con unos
dulces que compraron en el pueblo. No es difícil de copiar".

Fácil de decir para Remus. Sirius y James inmediatamente intentaron el hechizo ellos mismos,
sobre sus respectivas semillas. No pasó nada. Sirius frunció el ceño, intentándolo de nuevo,
escuchando a James susurrar a su lado, “Ofusco. Ofusco." Después de su tercer intento, James
había logrado desvanecer todos los suyos. Sirius no había hecho nada en absoluto. Su rostro
enrojeció de vergüenza.

"Será mejor que lo hagas, Lupin, o estaremos aquí toda la noche", dijo James, con buen humor.

"¡Sí, por favor date prisa!" Peter siseó desde la puerta, blanco de miedo. Sirius trató de reprimir el
resentimiento que burbujeaba en su pecho.

Lo intentó unas cuantas veces más, decidido a hacerlo bien, pero sin importar lo que hiciera, no
podía emular el movimiento que hizo Remus con su varita, o hacer la enunciación del todo
correcta. Finalmente, se dio por vencido, cediendo la tarea a Lupin.

“Me vas a mostrar exactamente cómo hacer eso tan pronto como volvamos a territorio neutral”,
dijo. Remus asintió, luciendo un poco confundido, no parecía entender por qué luchaban tanto para
hacerlo.

Una vez que todas las camas parecían libres de semillas, James anunció: "Habitación siguiente",
empujándolos hacia la entrada.

"¿Tenemos que hacerlo?" Peter se quejó, saltando de un pie a otro, "¿Con esta no es suficiente?"

"¡Ni siquiera está cerca de serlo!" Sirius se rió, un poco condescendientemente, sacudiendo la
cabeza, "¿Qué pasa si ni siquiera tenemos la cama de Snape todavía? Tenemos que atraparlos a
todos, Pete. ¿Estás con nosotros o no?"

"De todos los chicos, de todos modos", dijo James, cuando entraron en la habitación de al lado,
"no me agrada la idea de entrar en las habitaciones de las chicas, ¿recuerdan lo que le pasó a Dirk
Creswell la semana pasada?"

Hicieron un trabajo rápido, James y Sirius esparcían las semillas mientras Remus lanzaba el
hechizo de ocultación. Sorprendentemente, se las arreglaron para conseguir todas las habitaciones
de los chicos, incluida la última, en la que dormían tres estudiantes de sexto año. Incluso Sirius
había estado listo para tirar la toalla en ese momento, pero Remus se había lanzado solo y regresó
unos momentos después, con los ojos brillantes de picardía.

Cuando terminaron, se estaba haciendo tarde. Más y más Slytherins se dirigían al piso de arriba
para ir a la cama, y ellos tenían que arrastrarse con cuidado por las escaleras, aplastándose contra
la pared cuando pasaban los estudiantes. Fue lento, pero se las arreglaron para escabullirse por la
sala común sin ser vistos, lanzándose de vuelta al pasillo exterior.

Siguiendo las instrucciones de James, todos se mantuvieron lo más silenciosos posibles hasta que
estuvieron a muy poca distancia de la torre de Gryffindor, cuando finalmente era seguro quitarse la
capa una vez más.

"¡Widdershins!" Cantaron juntos a la señora gorda, que se movió dejándolos pasar.

Adentro, la sala común de Gryffindor era cálida y acogedora, y Sirius sintió una extraña calma
instalándose en su pecho. Este era su hogar. Se tiró en el sofá disponible más cercano con sus
amigos, las mejillas le dolían de tanto sonreír. Frank Longbottom les habló desde su escritorio,
donde estaba ordenando notas de revisión,

"Llegaron con las justas, muchachos, ¿han estado en algún lugar interesante?"

Los ojos de Peter se abrieron en un momento de pánico, pero James solo hizo un gesto con la mano
y dijo:

"Biblioteca, obviamente".

Frank negó con la cabeza, aunque estaba sonriendo,

"Estoy seguro de que me enteraré pronto".

"¡Ojalá pudiera estar allí cuando todo comience!" Sirius susurró, mareado por la adrenalina, "Y
desearía aún más que la broma hubiera sido a mis primas también".

“Es solo el comienzo, mi amigo Sirius”, respondió James, golpeándole la rodilla, “Entre los cuatro,
creo que podríamos hacer algo más grande la próxima vez. ¡Excelente primera misión,
caballeros!”
Peter gimió,

"¡¿Primera misión?!"
Primer año: Merodeadores

Miércoles 15 de septiembre de 1971

A la mañana siguiente, Sirius saltó de la cama, el corazón latía con fuerza en su pecho. Apenas
podía esperar a ver los resultados de su trabajo. James parecía sentir lo mismo: ya estaba despierto,
sacudiendo a Peter y cantando: "¡Levántate y brilla!". Sirius hizo lo mismo, abriendo las cortinas
de la cama de Remus. El flaco muchacho gimió cuando la luz del sol inundó su rostro.

A pesar de las protestas de sus amigos, James y Sirius se aseguraron de que fueran de los primeros
estudiantes en entrar al Gran Comedor para desayunar. La mesa de Gryffindor estaba
completamente vacía, al igual que Hufflepuff y Slytherin; había algunos estudiantes mayores de
Ravenclaw, encorvados sobre sus libros.

"Perfecto", declaró Sirius, emocionado con los bancos vacíos, "¡Asientos de primera fila!"

"Apuesto a que nadie aparece durante horas", resopló Peter, luciendo como si estuviera a punto de
desmayarse en su tazón de avena.

"Oh, anímense", James les sirvió grandes tazas de té, "¿No quieren ver los frutos de nuestro
trabajo?"

"No a las seis de la mañana", se quejó Peter, sorbiendo ruidosamente su té. Sirius hizo una mueca
ante el sonido y empujó un plato hacia él,

"Toma una tostada y deja de lloriquear."

Remus, que siempre parecía animarse cuando se le presentaba comida, ya estaba cortando una
tostada en cuatro pedazos. Sirius observó cómo colocaba una capa diferente en cada cuarto:
mermelada, jalea, mantequilla y crema de limón. Levantó una ceja, desconcertado, cuando Remus
lo miró a los ojos, pero el otro chico solo sonrió benignamente y se concentró en su desayuno.

[Ignoró la mirada divertida que Sirius le estaba dando. Remus nunca antes había tenido tantas
opciones y estaba decidido a aprovechar al máximo cada comida.]

Contrariamente a la afirmación de Peter, no pasó mucho tiempo para que otros estudiantes
comenzaran a llegar para el desayuno. Remus acababa de terminar de devorar su tostada cuando
llegó un grupo de Slytherin: tres chicos y dos chicas, de tercer año. Los cuatro Gryffindors
observaron atentamente mientras se dirigían a su mesa, sentándose y alcanzando platos de comida.

Sirius sintió que él estallaría antes de tiempo. Esperaron, pero nada parecía estar fuera de lo común.
Los Slytherin se sirvieron té, tostadas con mantequilla y huevos en sus platos sin ninguna
dificultad. Sirius suspiró, decepcionado, y se preguntó si Remus se había equivocado con las
semillas de rosa mosqueta…

Pero entonces. El chico más alto se movió en su asiento, frotándose el brazo. Su amigo se inclinó,
rascándose furiosamente la pierna mientras intentaba actuar como si estuviera buscando algo en su
bolsillo. El tercer chico siguió metiéndose la varita detrás de la oreja para rascarse.

"¡Funcionó!" James susurró, la emoción apenas contenida en su voz baja. Incluso Peter estaba
sonriendo ahora, todavía parpadeando el sueño en sus ojos.

A medida que avanzaba la mañana, más y más Slytherins se filtraron, y su problema rápidamente
se hizo evidente para cualquiera que mirara. A las siete en punto, la mesa de Slytherin estaba llena
de chicos que se retorcían, rasgaban y arañaban y chicas horrorizadas que miraban consternadas.
Fue completamente divertido: al otro lado de la sala, los estudiantes se reían y señalaban a los
Slytherins que se rascaban. Un estudiante de sexto año de aspecto desagradable, Amycus Carrow,
se rasgó la túnica, el jersey del colegio y la corbata para arañar su pecho, que ya estaba rojo
brillante por los rasguños del chico.

Cuando entró Snape, Sirius pensó que podría morirse de la risa. El pobre Severus parecía haber
tenido una reacción particularmente mala a las semillas de rosa mosqueta. Entró furtivamente con
la cabeza gacha, tratando de cubrirse la cara con el cabello -¿cómo se las arreglaba para tenerlo
TAN grasoso?-. No funcionó: su nariz sobresalía y estaba visiblemente roja y brillante.

“¡Oh Merlín!” Sirius no podía respirar, le dolía el estómago de tanto reír, "¡Díganme que vieron su
cara!"

"¡Oye, Quejicus!" James gritó, de repente, sonriendo con picardía a Sirius.

Snape se dio la vuelta, mirando hacia arriba; su cabello partido. El lado izquierdo de su rostro
estaba cubierto de una erupción roja furiosa, desde sus sienes hasta su cuello, desapareciendo bajo
su uniforme. Su ojo izquierdo también estaba rojo, el párpado hinchado e irritado.

"¡Luces bien!" Sirius canturreó, y los cuatro chicos se disolvieron en risitas mientras Snape salía de
la habitación.

Sirius se sentía como una leyenda cuando terminó el desayuno. El castillo entero ya estaba lleno de
rumores mientras todos trataban de averiguar qué les había pasado a los chicos de Slytherin.
Mientras escuchaba a los otros estudiantes susurrar sobre su trabajo, Sirius no podía dejar de
sonreír. James parecía sentir lo mismo: seguía empujando a Sirius juguetonamente, e incluso Peter
se había animado. Aunque insistía en seguir recordándoles que él también había ayudado, ni
siquiera la evidente y molesta desesperación de Peter por la aprobación de James pudo bajar el
ánimo de Sirius.

"Sin embargo, todo fue idea de Lupin", dijo Sirius, después de que Peter les recordara por
centésima vez que él había sido el vigía, "¿Qué vamos a hacer para celebrar, eh? ¿Chasquidos
explosivos? ¿Asaltar las cocinas?

Remus sonrió cortésmente, pareciendo mucho menos emocionado que los otros chicos. Era
extraño, parecía completamente absorto en la broma la noche anterior, y Sirius había pensado que
Lupin era la persona más malditamente genial del mundo cuando entró solo en esa habitación de
Slytherins dormidos. Todavía recordaba esa chispa traviesa en los ojos de Remus, ¿a dónde se
había ido todo eso hoy?

“Bueno, hagan lo que hagan, lo harán sin mí”, dijo, “tengo doble detención”.

"¿De Slughorn?"

“Sí, y de McGonagall. Y de Flitwick, pero ese es mañana. Y luego mi detención de Herbología


será durante el fin de semana”.

"Maldita sea, compañero", James parecía un poco preocupado, "¿Vas por un record o algo así?"

Remus se encogió de hombros, apartando la mirada. Cada vez más, Sirius había notado que esto
sucedía. Parecía como si Remus se comunicara con el resto de ellos a través de capas; en un buen
día, siempre se sentía al menos un poco alejado, como si les estuviera hablando a través de una
pantalla. A veces, como anoche, había momentos en los que se sentía como si la barrera se hubiera
derrumbado, dando lugar a una embriagadora oleada de amistad sin reservas. Otras veces, Lupin
los dejaba fuera por completo, permaneciendo en silencio o evitándolos como lo había hecho
durante la primera semana. Por lo general, eso sucedía después de una de las preguntas estúpidas
de Peter, pero a veces era impredecible. Remus era como un rompecabezas del que Sirius aún no
podía encontrar todas las piezas.

Aún así, Sirius hizo todo lo posible por acercarse y le dijo suavemente: "¿Tal vez sea mejor que
comiences a hacer tu tarea?" Aparentemente, esto no fue lo correcto, ya que Remus solo puso los
ojos en blanco y se puso de pie.

"Vamos", dijo, "Primero es Defensa Contra las Artes Oscuras, pensé que a ustedes dos les
encantaba".

***

Reg,

Narcissa me contó que mamá confiscó la lechuza. Lo siento, no sé lo que esperan que haga, no
es como si escribir cartas me cambiara de casa. Y realmente no es justo de su parte, porque no
es como si tuviera una opción en el asunto. El sombrero no estaba exactamente aceptando
solicitudes.

De todos modos, estoy tomando prestada la lechuza de James para enviarte esto. Te manda
saludos y está emocionado de conocerte al próximo año. Creo que realmente te gustará estar
aquí, las clases no son tan malas y hay muchas cosas para hacer. No vas a creer algunas de las
cosas que hemos estado haciendo, te lo contaré todo en Navidad.

¿Cómo están las cosas por allá? ¿Tú estás bien? Responde usando la lechuza de James; debería
quedarse un rato, solo llámala, su nombre es Hattie. -No te preocupes, sí me burlé de James. Él
fue quien la nombró así-.

Tu hermano,
Sirius

Una vez que terminaron sus clases, y Remus se había ido a sus detenciones, y Peter se había ido a
chequear un club de ajedrez, Sirius caminó a la lechucería con James. Al principio se había sentido
avergonzado al pedir prestada su lechuza; nadie más parecía pensar mucho en el hecho de que sus
padres habían confiscado la suya, pero aun así Sirius se sonrojó de vergüenza. Sin embargo,
después de dos semanas de clases, no podía ignorar la culpa que sentía al pensar en cómo le había
prometido a Reg que escribiría.

Finalmente había reunido el coraje para preguntarle a James la noche anterior, cuando todos
estaban en la cima de su exitosa broma. Después de que los demás se habían ido a dormir, se había
escabullido a la cama de James. El otro chico todavía estaba despierto cuando Sirius abrió las
cortinas.
"¿Sirius?"

"Hola."

"¿Qué pasa, compañero?"

“Eh… tenía algo que preguntarte.”

James sonrió aturdido, sentándose y extendiendo los brazos en un gran gesto de bienvenida. “Por
favor, buen señor, entre”.

Sirius sonrió aliviado, subiendo al lado de James y arrodillándose encima de las mantas. Las
cortinas se cerraron, creando una barrera con el resto de la habitación. Eso hizo que Sirius se
sintiera cómodo, seguro.

“Entonces…” dijo James expectante una vez que Sirius se hubo instalado, “¿Qué es? ¿Ya tienes un
plan para nuestra próxima misión?

Estaba sonriendo, con ojos ansiosos, y Sirius sintió el familiar rubor de vergüenza que venía al
saber que estaba a punto de decepcionar a alguien.

"No, lo siento, solo... iba a preguntarte si podía tomar prestada tu lechuza".

James parpadeó.

"Oh. Claro que sí, amigo."

“Gracias,” dijo Sirius, y hubo una pausa incómoda. Incapaz de soportar el silencio, continuó
hablando. Las palabras saltaron de sus labios casi por sí solas: “Es solo que le prometí a Reg,
Regulus mi hermano, le prometí que le escribiría. Y, bueno, obviamente no he podido, ya sabes, y
creo que debería reportarme, solo asegurarme de que él está bien...”

"Sí, sí, por supuesto", asintió James, con el ceño fruncido, y Sirius se dio cuenta de que había
estado hablando bastante rápido. “Puedes tomar prestada mi lechuza en cualquier momento. Lo
mío es tuyo."

Sirius asintió. "Está bien", su garganta se sentía un poco apretada, "Está bien, sí, gracias amigo.
Gracias."

Mientras salía de la cama de James, el otro chico se recostó, bostezando mientras murmuraba:
"Cuando quieras".

Durante el camino juntos hacia la lechucería, Sirius estaba extrañamente callado, jugueteando con
la carta en sus manos. James no lo mencionó, y en cambio habló sobre el hechizo que estaban
aprendiendo en Defensa Contra las Artes Oscuras.

No fue hasta que Hattie -Sirius resopló de risa cuando James le dijo por primera vez el nombre de
la lechuza- salió volando y estaban de regreso al dormitorio que James se detuvo, colocando una
mano suavemente sobre el brazo de Sirius.

"Oye", su voz era baja, furtiva, a pesar de que estaban solos en el pasillo, "¿Estás bien?"

Sirius se dio cuenta de que había seguido jugueteando con los dedos mientras caminaban y que
claramente había dejado de responder a algunas preguntas que James le había hecho. Dejó caer las
manos a los costados, apartándose el cabello de la cara y dibujando una sonrisa.
“¿Quién, yo? Sí súper bien, gracias por preguntar".

James frunció el ceño, pero no lo presionó. Caminaron el resto del camino a la sala común de
Gryffindor en silencio, y cuando Peter regresó de su club y distrajo a James desafiándolo a una
partida de ajedrez, Sirius se sintió aliviado en privado.

No era que no confiara en James, de hecho, era todo lo contrario. Era demasiado fácil hablar con
James, y cada vez más seguido Sirius se sentía a punto de derrumbarse y contarle todo, cada oscuro
secreto familiar que había guardado durante años, cada detalle sobre sus preocupaciones con
respecto a Reg, todo. Y todos los sentimientos encontrados con respecto a su clasificación. No
quería abrumar ni agobiar a su nuevo amigo, ni asustar a James contándole todo sobre su demente
familia.

Al mismo tiempo, Sirius nunca había tenido a nadie con quien hablar de la forma en la que hablaba
con James, y a veces era increíblemente tentador dejar escapar todo lo que pasaba por su cabeza.
Sirius no era bueno para guardarse las cosas, de hecho era mucho mejor cuando se trataba de
liberar sus emociones, a menudo en forma de decisiones impulsivas que lo metían en problemas
más tarde. Y aunque James compartía el amor de Sirius por la aventura y las travesuras, era mucho
más paciente y un excelente oyente. ¿De qué otro modo podría haber sido amigo de Peter durante
tantos años?

El cerebro de Sirius dolía al pensar en sí mismo en una especie de bucle, y finalmente puso uno de
sus discos para ahogar sus pensamientos. Cuando Peter se quejó del ruido, suspiró dramáticamente
y fue a buscar los auriculares que Andrómeda le había enviado para su último cumpleaños.
Todavía estaba descansando en el sofá de la sala común cuando Remus regresó, sentándose a su
lado.

Sirius se quitó los auriculares de inmediato. "¡Eso fue rápido!"

"Al final sólo tuve una detención", respondió Remus, "Slughorn me dejó ir, estaba demasiado
ocupado tratando de resolver el asunto del polvo pica pica".

Sirius se relajó en el sofá, sonriendo y cruzando los brazos debajo de la cabeza,

"Esa broma no deja de divertirme".

"Snape era alérgico y todo eso", Remus sonrió con picardía, "Esa chica pelirroja dijo que ha estado
en la enfermería todo el día".

Sirius se rió, sonriéndole a Remus, quien le devolvió la sonrisa, era la misma sonrisa del tren, la
que atravesaba todo su rostro y lo iluminaba.

"¿Qué chica pelirroja?" James preguntó rápidamente, mirando hacia arriba.

“¡Chequea el juego compañero!” Peter lloró.

“Ya sabes, la molesta. Evans”.

"No creo que ella sea molesta".

"OK." La sonrisa de Remus había desaparecido y se encogió de hombros.

"No hablemos de chicas", dijo Sirius deliberadamente, tratando de volver al punto inicial, "¡Este
podría ser el día más importante de nuestras vidas! Este es el día en que nos convertimos en
leyendas; ¡El día en que nuestra amistad se forjó en el fuego de los polvos pica pica!
"No saben que fuimos nosotros, ¿verdad?" preguntó Peter, nervioso. Él simplemente tenía que
arruinarlo todo. Remus negó con la cabeza.

"Slughorn cree que fue una chica Slytherin. O una banda de merodeadores" dijo.

La palabra golpeó a Sirius como un relámpago. Era absolutamente perfecta. "¡Merodeadores!"


Repitió: “¡Eso es! ¡Levanten sus copas, muchachos!”

James le lanzó una sonrisa desconcertada. “No tenemos copas”.

"Bueno, solo finge". Sirius negó con la cabeza, irritado, pero todavía estaba sonriendo, "¡A partir
de este día, somos los Merodeadores!"

Saboreó la forma en que la palabra salió de su lengua: elegante, juguetona y misteriosa. Los otros
chicos lo miraron por un momento, en silencio. James todavía estaba sonriendo, y Peter seguía
lanzando miradas a James, como si esperara una señal para dar una respuesta adecuada.

Junto a Sirius, Remus se echó a reír. "¡¿Qué tipo de nombre de pandilla de tontos es ese?!"

Nunca antes había escuchado a Remus reír, reír de verdad, como si no pudiera evitarlo, sin aliento
y alegre. También hizo reír a Sirius, e incluso después de que se calmaron, descubrió que no podía
dejar de sonreír.
Primer año: Secretos

Viernes, 17 de septiembre de 1971

La lechuza de James regresó con las manos vacías -bueno, ¿con las garras vacías?-, ni siquiera un
trozo de papel atado a su pierna. Sirius trató de no mostrar cuánto lo molestó eso. Seguramente Reg
no lo estaba ignorando; probablemente, sus padres le habían prohibido al hermano de Sirius que le
escribiera, un castigo adicional por su Clasificación fallida. Pero esa dirección de pensamiento no
hacía que Sirius se sintiera mejor, ya que solo le hizo preguntarse cómo estaba Reg y si estaba bien
solo.

Era la primera vez en sus vidas que los chicos estaban separados -bueno, aparte de el año en el que
Sirius era un bebé, antes de que naciera Reg, y él no recordaba nada de eso-, e incluso en
Hogwarts, rodeado de otros estudiantes, Sirius extrañaba a su hermano. Se encontraría pensando en
una broma que había escuchado y que Reg disfrutaría particularmente, o en lo asustado que Reg
estaría si escuchara los rumores sobre el monstruo escondido en el castillo. Su hermano pequeño
siempre había sido un poco llorón. A veces, acostado solo en su cama por la noche, Sirius
recordaba las veces en las que él y Reg de pequeños, se colaban en la habitación del otro,
susurrando hasta quedarse dormidos uno al lado del otro. En esas noches, Sirius se sentía vacío por
la soledad, incluso con los otros tres chicos en la habitación.

Entonces, aunque hizo todo lo posible por ocultarlo, Sirius estuvo de mal humor todo el día. Nunca
había sido muy sutil con sus emociones: le gritó a Peter por la mañana y se mostró irritable incluso
con James. Remus pareció percibir su mal humor y se alejó de él, sin apenas decirle dos palabras a
Sirius durante sus clases y eventualmente abandonándolos por otra de sus detenciones.

Finalmente, después de un comentario particularmente sarcástico hacia Peter durante un juego de


chasquidos explosivos, James se cansó.

"Escucha, sé agradable o dinos qué es lo que te molesta, ¡pero no puedes seguir de mal humor todo
el fin de semana!" Las palabras fueron pronunciadas con firmeza, aunque Sirius tenía la sensación
de que James estaba tratando de no ser demasiado duro.

Aún así, dolió. Sirius resopló, sintiendo mucha pena por sí mismo, primero su propio hermano se
negaba a hablar con él, ¡y ahora James lo estaba regañando!

"Bien", se puso de pie enojado, "¡Me largaré entonces!" Salió corriendo a su habitación, esperando
a que James lo siguiera, pero no lo hizo.

Para cuando todos se estaban preparando para ir a la cama, Sirius pudo ver que había sido un poco
idiota y se sentía avergonzado por todo el asunto. Cuéntanos qué te preocupa, había dicho James.
Y aunque ciertamente no se lo iba a decir a Peter, Sirius se dio cuenta de que sí quería hablar con
alguien.

Esperó, una vez más, hasta que los otros chicos estuvieron metidos en la cama. Después de que
todas las cortinas estuvieron cerradas, se acercó de puntillas a la cama de James, tirando de la
cortina tímidamente.

"¿Sirius?"

James se sentó, parpadeando, y buscó a tientas sus anteojos, "¿Todo bien, amigo?"
“Sí, lo siento, eh… ¿te importaría si yo…”

"¡No, no, entra!"

Sirius dejó que la cortina se cerrara detrás de él, encerrándolos. Por un momento, los dos chicos
solo se miraron. Sirius se dio la vuelta primero, mirando hacia abajo y jugueteando nerviosamente
con un pliegue en la manta.

“Yo solo, um… solo quería disculparme, supongo. Por ser un imbécil."

"Gracias compañero, sé que no lo dijiste en serio". Cuando Sirius volvió a mirar hacia arriba,
James estaba sonriendo de forma alentadora. Intentó una sonrisa débil en respuesta.

'Dinos qué es lo que te molesta.' recordó.

"Es solo que... se suponía que Reg debía responder". Las palabras salieron un poco precipitadas.
James frunció el ceño.

"¿Tu hermano?"

"Sí. Se supone que escribiría, y... quiero decir, le prometí que yo escribiría, y pensé... nunca he
estado fuera de casa, ya sabes, es sólo que..."

"¿Lo extrañas?" ofreció James.

“Sí”, Sirius soltó un suspiro, “Sí, lo hago. Y... estoy preocupado, por él."

James esperó pacientemente mientras ordenaba sus pensamientos, Sirius tomando un respiro antes
de decir: "Creo que mis padres estuvieron realmente molestos de que no entrara en Slytherin. Y a
pesar de que no es culpa de Reggie, ellos pueden ser... intensos. Las cosas no siempre son buenas-
con mi familia. ¿Sabes a lo que me refiero?"

El ceño de James estaba fruncido; estaba mirando a Sirius atentamente.

“Eh… no estoy seguro. ¿Te preocupa que también estén enojados con él?

Sirius sintió una abrumadora oleada de vergüenza. Por supuesto, que James no lo sabía, no era
como si él alguna vez hubiera sido una decepción para nadie. En el fondo, Sirius sabía que los
gritos, los castigos, las cicatrices no eran la forma en que se comportaban las familias normales. Se
sintió avergonzado incluso por mencionarlo.

"Más o menos", se encogió de hombros, retirándose un poco, "Más bien... podría ser que Reg tenga
que pagar por mi error".

James todavía parecía un poco confundido, pero extendió la mano para agarrar el brazo de Sirius.

“Escucha,” miró a Sirius a los ojos, “no cometiste ningún error. Creo que es brillante que estés en
Gryffindor. Y si tu hermano es como tú, entonces estoy seguro de que él estará bien”.

Eso es lo que me preocupa, pensó Sirius. Pero no encontró las palabras para decirlo.

***
Martes, 5 de octubre de 1971

Sirius siguió esperando, mirando furtivamente a su alrededor cada mañana cuando llegaba el
correo, con la esperanza de obtener algo de Reg. Pero no llegó nada. Sus conferencias nocturnas
con James se volvieron más regulares, aun cuando Sirius no siempre sabía cómo explicarse, y aun
cuando James no siempre sabía qué decir, él era bueno escuchándolo. Las conversaciones hicieron
que Sirius se sintiera menos solo y, a veces, podía pasar todo el día sin pensar en Reg, demasiado
ocupado planeando bromas con James o completando frenéticamente la tarea.

Por supuesto, siempre había una punzada de culpa una vez que Sirius se daba cuenta de cuánto
tiempo había pasado sin siquiera preguntarse si su hermano pequeño estaba bien, especialmente
considerando su promesa de mantenerse en contacto. -Envió una carta más, cerca de fines de
septiembre, pero cuando Regulus no le respondió, se dio por vencido-. Esto sólo le llevo a renovar
sus intentos de mantenerse ocupado llenando cada absoluto momento de actividad, así él no tendría
tiempo para pensar en su familia -o para pensar en cómo estaba evitando pensar en su familia.

Afortunadamente, las distracciones proporcionadas por Hogwarts no tenían fin. Los profesores
eran agradables, la magia era fascinante y James siempre estaba a su lado, listo para una rápida
broma. Incluso Peter se volvió menos molesto, manteniendo a Sirius ocupado con juegos de
ajedrez o chasquidos explosivos. Pero una de las mejores distracciones, y por mucho, fue Remus
Lupin.

Aunque pasaba más tiempo con ellos, el chico seguía siendo un enigma. Era insoportablemente
reservado, compartiendo muy pocos detalles sobre su vida entre los muggles, incluso cuando Sirius
reunía el coraje para formularle algunas preguntas simples, Remus daba respuestas de una sola
palabra o sólo encogiéndose de hombros. Continuaba desapareciendo periódicamente en el castillo
por encargos misteriosos, a menudo regresando a la sala común con solo unos minutos antes del
toque de queda. Sirius lo observó de cerca, tratando de averiguar qué estaba haciendo el chico
callado, pero nunca pudo.

En las clases, era aún más exasperantemente difícil de descifrar. Nunca miraba sus libros y nunca
completaba su tarea; al final del primer mes, había acumulado más detenciones que cualquier otro
Gryffindor, incluso que los gemelos Prewett. Sin embargo, era frustrantemente bueno en la magia,
como con el hechizo ofusco, Remus parecía tener una habilidad especial para lanzar hechizos. A
menudo tenía éxito antes que cualquiera de sus compañeros de clase cuando se trataba del trabajo
práctico en Encantamientos; veía al profesor Flitwick realizar un hechizo una vez, y casi de
inmediato era capaz de imitar al hombrecillo. Sirius escudriñó a su amigo, tratando de descubrir su
secreto, pero Remus Lupin era un misterio que no quería ser resuelto.

Dejó este hecho muy claro en octubre, cuando -un lunes por la noche- desapareció por completo y
nunca volvió a la habitación para dormir. Sirius y James estuvieron despiertos hasta altas horas de
la noche susurrando: James escuchó pacientemente todas las teorías de Sirius sobre adónde podría
haber ido Remus y agregó algunos comentarios, pero el otro chico nunca regresó.

No lo volvieron a ver hasta la mañana siguiente, cuando apareció en el salón de Transformaciones.


Parecía cansado, con oscuros círculos alrededor de sus ojos, pero por lo demás normal.

Sirius, James y Peter pasaron la lección tratando de llamar la atención de su amigo, pero él los
ignoró rotundamente. Sirius notó que McGonagall no castigó a Remus por olvidar su tarea, lo cual
era inusual, y le hizo preguntarse si ella sabría lo que había sucedido. Pero ciertamente no iba a
preguntarle a una profesora sobre eso, no quería delatar a Remus si había estado haciendo alguna
travesura durante la noche.
En los pasillos camino a Encantamientos, finalmente pudieron tenderle una emboscada a Remus.
Sirius habló primero, soltando,

"¿Entonces? ¡¿Dónde estabas?!"

"En ninguna parte" dijo Remus bruscamente.

“Oh, vamos” James se acercó al otro lado de él, adulador, “¡Cuéntanos! ¿Fue el mismo lugar al
que fuiste el mes pasado?

"Quizás."

"¿Estabas en detención otra vez?" Preguntó Peter, rezagándose un poco con respecto a los demás.

"No."

"Entonces dónde-"

"¡Ten cuidado, mestizo!"

Ninguno de ellos había estado mirando por dónde iban, y Remus acababa de chocar directamente
con Snape, que venía por la esquina. Se irritó, cuadró los hombros y lo empujó a un lado,
bruscamente, mientras decía:

“Cuídate tú, Quejicus”

Snape no lo dejó pasar y lo empujó. Mulciber apareció tras la esquina, cerniéndose


amenazadoramente sobre los niños, más pequeños que él. Sirius sintió que la adrenalina se
disparaba a través de él, junto con los nervios. Pero Remus no se veía asustado.

"Sé que fueron ustedes quienes irrumpieron en nuestros dormitorios la otra noche", siseó Snape,
"Todos ustedes".

"¿Sí? Pruébalo." James sonrió, cruzándose de brazos.

Snape sonrió con malicia,

“No puedo, todavía. Pero lo haré. Y también me vengaré, lo prometo."

"Estamos temblando de pies a cabeza", intervino Sirius, recostándose contra la pared y esperando
verse tan valiente como Remus y James. "Ahora, ¿serías tan amable de moverte?"

"Fue tu idea, ¿no, Black?" Snape dijo arrastrando las palabras, “¿O la tuya, Potter? Tiene que haber
sido uno de ustedes. Pettigrew no tiene las agallas y el querido Lupin claramente no tiene el
cerebro..."

Sirius vio como el rostro de Remus se ponía pálido de rabia, apretando los puños inmediatamente.
Era la misma expresión que había tenido ese día en Pociones cuando voló sobre el escritorio y casi
le rompió la nariz a Snape.

"Circulen ahora, caballeros". Una voz aguda interrumpió la discusión, resonando un poco en el
pasillo. El profesor Flitwick salió de su salón de clases y les dio a todos una mirada de
desaprobación. “Severus, estás obstruyendo los pasillos, y se supone que ustedes cuatro deben estar
en mi clase. Pasen."

La adrenalina se quedó con Sirius por el resto de Encantamientos; mientras las palabras de Snape
resonaban en su cabeza, sentía una oleada de ira. Sin embargo, esta no era nada comparada con la
de Remus, cuya expresión seguía siendo tormentosa. Siguió disparando sus cojines a través de la
habitación como misiles, con tanta fuerza que a Sirius le preocupaba que pudiera romper una
ventana.

Durante el resto del día, el chico estuvo hosco y retraído. Cuando se acostaron, corrió las cortinas
rápidamente, antes de que cualquiera de ellos pudiera hablarle. Sirius miró a James, levantando una
ceja. "¿Qué crees que esté pasando con ese?"

James se encogió de hombros, con las palmas abiertas en un gesto de impotencia: "Estoy igual de
perdido que tú"

***

Jueves 7 de octubre de 1971

Sirius siguió observando a Remus durante los siguientes días. Estaba bastante seguro de que el otro
chico había empezado a darse cuenta de eso, a veces levantaba la vista y sorprendía a Sirius
mirándolo. Pero todo lo que Sirius tenía que hacer era ofrecer una sonrisa amistosa, y Remus le
devolvía la sonrisa de forma dubitativa, así que Sirius no pensaba que hubiera resentimientos.

[Era especialmente importante guardar sus secretos para sí mismo ahora, porque Remus estaba
siendo observado. Por McGonagall, Madam Pomfrey, y por Snape, quien todavía estaba furioso
porque no podía entender cómo había sucedido el incidente del polvo pica pica. Remus podría
haber sido capaz de soportar todas estas interferencias, si no fuera por una cuarta persona
observándolo.

Este acosador era mucho más sutil, mucho menos directo en su vigilancia, pero no obstante
notable. Sirius. Al principio, Remus había pensado que el otro chico solo era entrometido- parte
de la licencia que compartían él y James {,,,} Por supuesto, ninguno de los dos sabía nada sobre
Remus y, al principio, asumió que por eso Sirius se mostraba tan observador. Pero nunca hacía
preguntas directas, y si tenía curiosidad sobre la familia o la educación de Lupin, entonces era un
interés privado que no compartía con James.

Afortunadamente, nadie más pareció darse cuenta de eso. Sirius era astuto en ese sentido. Solo
muy de vez en cuando, Remus lograba tomar a Sirius desprevenido, mientras lo miraba fijamente
con esos intensos ojos azules. Ni siquiera le daba vergüenza como para apartar la mirada cuando
lo atrapaba, solo suavizaba su mirada en una sonrisa amistosa, que Remus se veía obligado a
devolver.]

No podía dejar de pensar en lo que había dicho Snape, el comentario sobre el cerebro, eso era lo
que realmente había molestado a Remus. Era claramente sensible al respecto. Y la pelea en
pociones había sido porque Snape había insinuado que no sabía leer... nunca abría sus libros,
apenas y había escrito algunas veces, ni siquiera tomaba notas en clase. La mente de Sirius daba
vueltas con la pregunta: ¿podría ser verdad?

Tenía muchas ganas de discutirlo con James, pero decidió no hacerlo, no se sentía bien hablar a
espaldas de Remus sobre algo así. Especialmente cuando era claramente un tema doloroso para el
chico. Así que Sirius continuó su cuidadosa observación, esperando para ver si sería capaz de
resolverlo.

Por suerte, la oportunidad llegó ese jueves. Todos estaban trabajando en sus tareas en la sala
común, James estaba trabajando en la de Remus. Había sido una batalla lograr que el malhumorado
chico aceptara la ayuda, pero después de que James le pidiera ayuda para aprender a conjurar
ofusco a cambio, Remus finalmente accedió.

'Testarudo' pensó Sirius para sí mismo 'y orgulloso'. A él claramente le gustaba hacer todo solo -
incluso en el caso de la tarea, aun cuando eso significaba no hacer nada en absoluto-. Sirius no
entendía por qué seguía manteniéndose tan a distancia y se distrajo reflexionando sobre ello,
aunque se suponía que estaba terminando su propio ensayo. '¿Habían hecho algo para ofender a
Remus?' pensó.

Junto a ellos, Peter intentaba hacer levitar una manzana hacia la papelera que estaba a unos metros
de distancia. Habían estado trabajando en la levitación en Encantamientos, y era tan ridículamente
simple que Sirius no estaba seguro de por qué Peter todavía parecía incapaz de captarlo. Su
manzana siguió tambaleándose y cayendo al suelo con un golpe. Estaba empezando a poner
nervioso a Sirius.

'¡Un Black no tiene tiempo para la incompetencia!' Dijo una voz aguda y rencorosa en su mente.

James era mucho más paciente y murmuró tranquilizadoramente: "Lo conseguirás, Pete, no te
preocupes". Ni siquiera levantó la vista del pergamino de Remus cuando dijo: "Sigue así".

"Lo estoy intentando", gruñó Peter, "Estoy seguro de que es el movimiento en el que me estoy
equivocando... el libro dice que use una 'acción suave y serpentina', pero no estoy seguro..." Agitó
su varita en el aire. Remus, que estaba mirando, chasqueó la lengua.

"No es así." Dijo, sin rodeos. “Es como una forma de S de lado. Mira." Agitó su propia varita,
demostrando el hechizo sin esfuerzo y enviando la manzana al contenedor.

"Una forma de S, ¿estás seguro?" Peter frunció el ceño. Sirius quería poner los ojos en blanco.
Remus acababa de hacer el hechizo, ¿no?

“¡Wingardium Leviosa!” Peter cantó, copiando el movimiento que Lupin le había mostrado y
apuntó su varita a una bola de papel. Sirius observó cómo el papel se elevaba en el aire (todavía un
poco tambaleante) y volaba con mucha menos gracia hacia el contenedor, cayendo junto a la
manzana. Todavía se veía algo torpe, pero Peter parecía eufórico.

"¡Lo hice!" Él jadeó: "Una forma de 'S', ¡¿por qué no dice eso en el libro?!"

"Bien hecho, Pete". James hizo una pausa en su trabajo, miró hacia arriba y sonrió, "Deberías ser
profesor, Remus".

Lupin resopló como si la idea fuera ridícula, mirando al suelo. Sirius casi podría jurar que se estaba
sonrojando.

James continuó: “Casi termino con esto, solo necesito verificar algo, ¿puedes pasarme Teoría
Mágica? ¿El libro de Waffling?

[Remus sintió un escalofrío recorrer su espalda. Tratando de no entrar en pánico, miró la pila de
libros que James estaba señalando. Uno de ellos definitivamente era sobre pociones: tenía un
caldero en la tapa. De los demás sólo podía hacer conjeturas. Las letras doradas y plateadas de
cada portada parecían moverse y girar ante sus ojos. ¿Era mejor simplemente elegir uno, incluso
si era el equivocado?]
Los demás no miraban: James estaba revisando su trabajo y Peter hacía levitar más bolas de papel,
luciendo encantado consigo mismo. Así que fue solo Sirius quien vio la expresión de profundo
pánico que sangraba en el rostro de Remus. Bajó la mirada a los libros, sus ojos moviéndose
rápidamente de portada en portada. Miró a James, impotente, y luego volvió a mirar los libros.

Sirius se aclaró la garganta sutilmente, inclinándose sobre el escritorio para golpear con el dedo
índice la portada de Teoría Mágica. No miró a Remus mientras lo hacía, tratando de que pareciera
que estaba alcanzando una hoja de papel. Por el rabillo del ojo, vio como Remus tomaba el tomo y
se lo pasaba a James.

"Gracias, compañero", dijo James, distraídamente, ajeno a lo que acababa de ocurrir. A su lado, la
incomodidad de Remus era casi palpable, pero Sirius siguió trabajando, actuando como si nada
hubiera pasado. Sin embargo, en privado, su mente estaba dando vueltas, mientras una pieza del
rompecabezas encajaba en su lugar.
Primer año: Cicatrices
Chapter Notes

Mención de maltrato infantil al final del capítulo.

Viernes, 15 de octubre de 1971

Durante los siguientes días, Remus Lupin fue imposible de descifrar. En clases, ignoraba
obstinadamente todos los intentos de Sirius de llamar su atención. En la cena, entablaba
conversaciones con Peter -quien parecía halagado y un poco asustado por ese interés- para evitar
hablar con Sirius. En la sala común, si Sirius se sentaba a su lado, inmediatamente saltaba de su
silla y se apresuraba a inventar alguna excusa para salir corriendo.

Eso enloqueció a Sirius.

Cuando se quejó con James al respecto, el otro chico se encogió de hombros neutralmente.

"Sí, pero él siempre se está escapando, ese chico ¿estás seguro de que tiene algo que ver contigo?"

Sirius no podía explicar muy bien por qué pensaba que Remus lo estaba evitando a él, así que dejó
de quejarse y centró su atención en planear una emboscada.

Su oportunidad llegó la semana siguiente, durante su lección de vuelo. La mayoría de los niños
tenían algo de experiencia con una escoba, aunque algunos tenían mucha más que otros: James era
insufrible, moviéndose velozmente y presumiendo sus giros elegantes y otros giros bruscos. Sirius
sintió una punzada de celos por la forma natural en la que su amigo vagaba por el cielo, a pesar de
que él mismo era bastante bueno; todavía no estaba completamente acostumbrado a que lo
avergonzaran en algo.

Aunque la mayoría de la clase podía manejar lo básico, era otra historia completamente diferente
para los estudiantes nacidos de muggles. Ninguno de ellos había volado antes, y en su primera
lección había quedado bastante claro que se sentían enormemente incómodos en sus escobas.
Remus era el peor de todos, palideciendo mientras se elevaba en el aire y agarrando el mango de la
escoba con los nudillos blancos.

Así que no fue una sorpresa que Lupin pareciera un poco mareado cuando se cambiaron a sus trajes
de vuelo color escarlata y se ataron las botas gruesas antes de chapotear en el campo. Había llovido
la noche anterior, convirtiendo todo el campo en un desastre fangoso y pantanoso.

"Bien, monten sus escobas, por favor, damas y caballeros" anunció Madam Hooch al grupo, "Hoy
hay viento fuerte, así que quiero que todos tengan mucho cuidado. ¡Potter, no presumas!"

Este último comentario hizo que James sonriera, animado. Todos se subieron a sus escobas.

"Me gustaría cinco vueltas limpias alrededor del campo, luego un buen aterrizaje aquí de cada uno
de ustedes. Tengan cuidado con el charco y recuerden inclinarse en la dirección del viento siempre
que sea posible. Úsenlo a su favor. Cinco puntos para quien regrese primero." Con eso, la ruda
bruja se llevó el silbato a los labios y sopló con fuerza.

James y Sirius salieron disparados, adelantándose a los otros estudiantes y volando alrededor del
campo.

"Nunca me derrotarás, Black!" gritó James dramáticamente, sonriendo como si su rostro fuera a
dividirse en dos.

"Hey, Potter, no presumas!" Sirius gritó en respuesta, riendo. Debajo de ellos, Hooch resonaba a
través de su megáfono, diciéndole a Remus que volara más alto. Cuando Sirius lanzó una mirada
hacia atrás, vio que el chico nervioso ya se estaba quedando rezagado por detrás del resto de la
clase, agarrando su escoba y luciendo como si estuviera a punto de vomitar.

James se adelantó un poco, cacareando triunfalmente, y Sirius empujó su escoba hacia adelante,
con la atención de nuevo en la carrera. El viento azotaba su cabello y por un momento se sintió
completamente libre, y mareado por esa libertad.

Al final de la primera vuelta, quedó claro que James iba a ganar. Era mucho mejor para girar y se
adelantaba sin problemas. Los dos se aburrieron de la carrera casi al final de la segunda vuelta -el
resto de la clase recién acababa de terminar la primera- y Potter comenzó a presumir, dando vueltas
alrededor de las torres de las gradas de espectadores vacías y yendo en reversa para completar sus
vueltas, con tiempo de sobra. Sirius lo animó, haciendo algunos giros en su propia escoba, pero
estaba claro que el espectáculo era de Potter.

Aplastó el resentimiento obstinado que se deslizaba dentro suyo, concentrándose en cambio en


disfrutar el viento tonificante contra su piel. Completó cuatro vueltas rápidamente y observó junto
a James cómo los otros estudiantes luchaban por mantenerse al día. Remus seguía avanzando, y
Sirius fue golpeado por un repentino destello de inspiración.

'No puedes evitarme aquí ¿verdad?', pensó.

Disminuyó considerablemente la velocidad para volar junto a Remus.

"¿Divirtiéndote?"

"¿Qué estás haciendo?" Lupin frunció el ceño, los ojos fijos firmemente en el palo de escoba frente
a él, "¿Intentando perder?"

"James va a ganar" Sirius se encogió de hombros, "Podría dejarlo tener su momento. "Así puedo
pasar el rato contigo."

"¡¿Por qué?!" Remus parecía un poco desconcertado, y la palabra fue resoplada con los dientes
apretados.

"Pensé que te gustaría la compañía", dijo Sirius, sonriendo. Lupin podía ser tan temperamental.
"Además, estamos a punto de aterrizar, y sé que odias aterrizar".

"Vete a la mierda".

"No."

"Te lo advierto, Black..."

"No puedes golpearme aquí, Lupin, a menos que quieras soltar tu escoba."
"Dios, eres irritante".

"Sí." Sirius voló hacia adelante, dando vueltas alrededor de Remus como un planeta en órbita, solo
para molestarlo.

"Vete a la mierda". Remus hizo un patético intento de esquivarlo, tambaleándose cómicamente.

"Hora de aterrizar... recuerda sacar las piernas e inclinarte hacia atrás... luego dobla las rodillas
cuando golpees el... ¡oi!"

La escoba de Sirius dio un tirón brusco y repentino, cuando se giró vio que Remus en realidad
había estirado la mano para agarrar la cola. Estaba sonriendo descaradamente, con el mismo
destello de picardía en sus ojos que Sirius había visto la noche en que le jugaron la broma a los de
Slytherin.

Sirius rió, encantado, y se tranquilizó. Voló hacia Remus y le dio un fuerte empujón hacia atrás.
Lupin se tambaleó un poco más, pero logró continuar su descenso. Lo estaba haciendo mucho
mejor que durante la última clase, e incluso se giró para empujar a Sirius nuevamente.

"¡Fuera de mi camino!" Remus aceleró, "¡Puedes ser el último en aterrizar por una vez!"

"¡Oh, no, no lo harás!" Sirius usó la misma táctica del otro chico contra él, agarrando la cola de su
escoba y tirando. Esto fue quizás demasiado efectivo, ya que ambos estaban bastante cerca del
suelo en ese punto. Sus escobas salieron volando y ellos se estrellaron contra el enorme charco
fangoso, cayendo con brusquedad. Y sus túnicas se empaparon al instante.

"¡Black! ¡Lupin!" Madam Hooch se acercó, con las manos en las caderas y el ceño fruncido en un
gesto severo.

Sus compañeros de clase se reunieron alrededor, riendo y señalando. Sirius se puso en pie de un
salto galantemente, levantando a Lupin toscamente y sacándose un poco de cabello embarrado de
los ojos.

"¿Qué fue lo que dije acerca de que tuvieran cuidado con el charco?" Madam Hooch levantó una
ceja, pero la mirada severa había dado paso rápidamente a una sonrisa divertida, y había un brillo
en sus ojos. "Un punto menos de cada uno para Gryffindor. Será mejor que vayan y se laven en las
duchas. Adelante vayan"

Caminaron torpemente hacia los vestuarios de quidditch, agobiados por sus túnicas empapadas.

"Maldito y ridículo traje", refunfuñó Remus, exprimiendo un poco del agua de una de sus mangas
mientras entraban al edificio bajo, "¿Cómo vamos a secarlas?"

"Los elfos domésticos se encargarán de eso", respondió Sirius, sacudiéndose y dejando el suyo sin
contemplaciones en un rincón. Escuchó el golpe húmedo de la túnica de Remus golpeando el suelo
detrás de él cuando entró en un cubículo a ducharse. El agua salió como una ráfaga de vapor
caliente, liberando la tensión de los músculos de Sirius y haciéndolo suspirar de alivio. Estaba un
poco triste por perder cuarenta minutos más de vuelo, pero apenas y podía quejarse bajo el
relajante chorro de agua caliente.

Sirius se exprimió el cabello y se sacó el barro de la cara, observando cómo se escurría por el
desagüe. Permaneció bajo el agua durante unos minutos más, hasta que escuchó a Remus cerrar el
grifo y salir de la cabina contigua. Podía escuchar al otro chico andando trabajosamente mientras
buscaba su uniforme.
Sirius había llevado su propia ropa al cubículo, tímido por cambiarse frente a su amigo. Se vistió
rápidamente, se apartó el cabello mojado de la cara y salió prolijamente.

Remus aún terminaba de vestirse, estaba teniendo problemas con los botones de su camisa escolar.
La había abotonado mal, y comenzó a reabrirla para empezar de nuevo.

Sirius estaba a punto de apartar la mirada cuando lo vio: el destello de una decoloración plateada,
una raya irregular que se extendía desde la mitad izquierda de la clavícula de Remus hacia abajo en
diagonal a través de su pecho.

Por un momento, la mente de Sirius estuvo llena de la voz de su madre, su varita, y el movimiento
brusco que hacía, cuando ella comenzaba a-

"¿Qué es eso?!" Estalló sin pensar, señalando. Era o se veía similar, pero no del todo. No era tan
uniforme o regular, se arqueaba como un rayo, y era más borroso alrededor de los bordes.

Remus miró hacia arriba en estado de shock, luego hacia abajo, apresurándose a cerrar su camisa
más rápido. Sirius creyó haber vislumbrado algunas otras marcas más pequeñas.

"Una cicatriz."

El corazón de Sirius latía con fuerza. Se sintió un poco enfermo. Le daba vueltas la cabeza y se oyó
a sí mismo diciendo:

"Es..." Diferente a las mías, pensó. Pero no, no podía decir eso. "¿Te ocurrió en casa? ¿Dónde
creciste?" Pensó en el ojo morado y en la mirada cautelosa que Remus solía llevar. Sirius nunca
había considerado que el otro chico podía ser... bueno, igual a él.

Remus asintió, sin decir una palabra.

Sirius sintió como si algo se enroscara, con fuerza, en su pecho. Él también asintió y dijo en voz
baja: "Tengo cicatrices".

Remus seguía mirándolo, así que se inclinó y se subió la pernera del pantalón. Giró su tobillo
rápidamente para mostrar las marcas, antes de que pudiera pensar demasiado en lo que estaba
haciendo. Remus lo examinó, y Sirius lo miró fijamente, tratando de descifrar los cambios que
ocurrían detrás de sus ojos. Se sintió muy pequeño, de repente, y dejó caer la pernera del pantalón,
sin saber cuánto tiempo más podría soportar el peso de esos grandes ojos sin parpadear.

[Sus cicatrices no eran como las de Remus -grandes, ásperas e irregulares- llenas de rabia y
hambre. Las rayas plateadas en la parte posterior de las piernas de Sirius eran delgadas y rectas;
uniformes en su crueldad. Se sostuvieron la mirada durante un minuto completo. Remus
comenzaba a sentirse muy acalorado, los ojos de Sirius eran fríos y tranquilos.]

Por un minuto, ninguno de los dos habló. Ellos solo se contemplaron. La cara de Sirius se sentía
como una máscara, rígida y helada; su corazón aún estaba acelerado y su mente estaba llena de
estática. Remus lo estaba mirando, realmente mirándolo, como si lo estuviera viendo por primera
vez.

"¿Vamos a ver a James haciendo el idiota?" preguntó Sirius, finalmente, buscando normalidad.

Remus asintió de nuevo, aún en silencio, y ambos regresaron al frío aire otoñal. Mientras se
desplazaban para sentarse en los bancos de los espectadores, viendo a sus compañeros de clase
volar alrededor del campo, Sirius pensó "es ahora o nunca".
"¿Remus?" Los otros estudiantes estaban por llegar a la zona de aterrizaje, y pronto estarían
azotados por el viento y rodeados de personas parlanchinas.

"¿Sí?"

"No sabes leer, ¿verdad?"

Remus suspiró, en la forma en la que alguien podría suspirar después de dejar una pila de libros
pesados.

"No".

"No se lo diré a nadie."

"Gracias."

Sirius sonrió, aún sentía latir su corazón. Le tomó un momento, pero Remus le devolvió la sonrisa.
Primer año: Historia

Sábado, 23 de octubre de 1971

Durante la siguiente semana, Remus no evitó a Sirius, o no exactamente como lo había hecho
antes. Pero se aseguró de que Sirius nunca lo atrapara solo, siempre con cuidado de permanecer en
presencia de sus compañeros merodeadores, o de lo contrario eligiendo pasar el tiempo en la sala
común llena de gente. Por supuesto, también siguió escabulléndose por su cuenta, y aunque Sirius
intentó atraparlo varias veces cuando salíá, Lupin era demasiado escurridizo.

Así que no fue hasta el próximo fin de semana que Sirius finalmente lo atrapó, solo en la
habitación, hojeando una de las revistas de quidditch de James, lo cual era extraño, ya que Remus
ya había dejado en claro que no tenía ningún interés en el deporte, no importaba lo mucho que los
chicos trataran de explicarle que el quidditch era una de los mayores placeres de la vida.

Sirius descubrió que las preguntas directas parecían funcionar mejor con Remus, así que mientras
se dirigía hacia su cama, dijo sin rodeos: "¿Nunca te enseñaron?"

Remus esperó un momento para responder, pasando la página deliberadamente y actuando como si
estuviera completamente absorto en un artículo llamado "Los modelos de escobas más nuevos de
este mes".

“Me enseñaron”.

Sirius continuó de pie, obstinadamente, al final de la cama. De todos modos, el artículo estaba
desactualizado y no era muy interesante, incluso si pudieras leerlo, pensó.

Finalmente, Remus soltó un suspiro de resignación y cerró la revista. “Me enseñaron”, repitió,
“Simplemente no aprendí correctamente. Cuando miro las palabras, creo que no veo lo que ven los
demás. No tiene ningún sentido; todas las letras siguen saltando y cambiando. Los maestros decían
que simplemente yo era tonto”.

Sirius parpadeó, estudiándolo. Nunca había considerado que dos personas pudieran simplemente...
mirar algo y ver dos cosas completamente diferentes. Miró a los ojos a Remus, preguntándose qué
había en ellos que estaba conectado de manera diferente.

“Pero, ¿cómo lo has estado haciendo?” Insistió, esperando expectante una respuesta.

Por supuesto, Sirius lo había sospechado durante algunas semanas... pero para ser honesto, la
confirmación de que Remus no podía leer igual había sido impactante para él. Remus era
claramente brillante, con la forma en que dominaba los hechizos. Sirius había pensado a medias
que solo era demasiado rebelde para molestarse en hacer la tarea.

Remus pareció desconcertado por la pregunta. "¡¿Haciendo qué?!"

“Bueno… ¡todo! Todos tus trabajos, aquí, en Hogwarts."

Ahora Remus lo miraba como si fuera estúpido,

“Sirius, no los he estado haciendo. En caso de que no lo hayas notado, estoy en detención todas las
noches”.
Uf, él era IMPOSIBLE. "Bueno, sí, obviamente", dijo Sirius y agitó la mano con desdén, "Pero el
otro día, en Pociones, te vi, no tomaste notas, ni siquiera miraste el libro o la pizarra, y aún así
preparaste a la perfección todos los ingredientes para la cura de los forúnculos. ¡Slughorn te dio
cinco puntos!"

Remus se sonrojó y sacudió la cabeza, “Oh, eso fue fácil. Sluggy nos dijo cómo hacerlo en la
lección anterior, sólo lo recordé”.

"Maldita sea, entonces debes tener una memoria brillante".

Remus solo se encogió de hombros, viéndose genuinamente como alguien que no entendía lo
impresionante que era preparar una poción a la perfección, sin ninguna práctica, después de que le
dijeran una sola vez cómo hacerlo y una semana entera antes.

“Si supieras leer, serías tan bueno como yo y James. Mejor, probablemente,” reflexionó Sirius.

Remus resopló,

"Tan modesto, Black".

“¡Bueno, lo serías!” Sirius reiteró, distraído, "Tu trabajo con la varita es mucho más natural, y si tu
memoria es tan buena como dices..." Se perdió, por un momento, en sus pensamientos, "Apuesto a
que hay un hechizo para eso".

Remus soltó una carcajada, como si la idea fuera ridícula,

"¿Me vas a curar con un hechizo?"

"¿Por qué no?"

Sirius sacó el labio, petulante y ligeramente ofendido por la incredulidad en el tono de Remus. Pero
el otro chico simplemente dijo,

“La magia no puede arreglar cosas así. ¿Por qué otra razón James usaría anteojos?

"Creo que hay hechizos para la vista", respondió Sirius, "tal vez simplemente no valen la pena, o
son demasiado peligrosos, complicados o algo así".

“No es solo la lectura,” insistió Remus, “Mi escritura también es una basura; soy demasiado lento y
todo me sale desordenado”.

“Definitivamente hay hechizos para eso”, le aseguró Sirius, “Puedes hechizar tu pluma, he visto a
mi padre hacerlo en documentos oficiales. Su letra es muy áspera, normalmente."

Remus lo miró como si estuviera loco.

"¿Por qué estás tan interesado, de todos modos?"

Sirius ignoró deliberadamente el rincón más oscuro de su mente, la parte en la que estaba
aplastando todo en lo que había estado tratando de no pensar, y en su lugar se concentró en el chico
frente a él.

“¡Eres mi compañero Merodeador! No podemos tenerte detenido todos los días, ¿y si los Slytherin
contraatacan? Necesitaremos tu mente malvada para las bromas." Esto le dio una idea y continuó:
"Hablando de eso, supongo que aún no has hecho tu tarea de historia".
"No."

"Bien, entonces, comencemos". Sirius saltó de la cama y comenzó a hurgar en su baúl.

Remus protestó de inmediato, poniéndose de pie y cruzándose de brazos con el ceño fruncido
mientras decía, “No. No voy a dejar que hagas mi tarea."

"Malditamente cierto, no la haré", Sirius se abstuvo de poner los ojos en blanco mientras sacaba
'Una historia de la magia'. “Solo quería refrescar mi memoria, eso es todo. Entonces, me sentaré
aquí y lo leeré en voz alta, porque eso me ayuda a estudiar, y si por casualidad retienes algo en ese
enorme cerebro tuyo, entonces no hay mucho que pueda hacer al respecto."

El ceño fruncido de Remus se profundizó, y dijo, hoscamente,

“¿No tienes algo mejor que hacer? ¿Dónde está James, de todos modos?"

"Viendo la práctica de quidditch de Gryffindor", respondió Sirius, acomodándose en su cama y


abriendo el libro. “Cree que se unirá al equipo el próximo año, por lo que está tratando de obtener
algunos consejos. Peter lo siguió, obviamente. Ahora, cállate por favor, estoy tratando de trabajar”.
Se aclaró la garganta, “Una historia de la magia, por Bathilda Bagshot. Capítulo Uno, Antiguo
Egipto; Los Ritos y Rituales de Imhotep…”

Por unos momentos, Remus se quedó flotando en medio de la habitación, con los brazos aún
cruzados. Parecía como si estuviera tratando de decidir si marcharse o no, pero finalmente pareció
ceder, se inclinó hacia la cama y se sentó con el ceño fruncido.

Pasó un poco más de tiempo y su ceño se esfumó. Se relajó, recostándose sobre sus brazos, la
cautela desapareciendo de sus rasgos mientras escuchaba. Sorprendentemente, en realidad parecía
bastante interesado: Sirius pensaba que el texto era algo seco, pero bueno, gran parte de este cubría
cosas que él ya había aprendido bajo la tutela de sus padres mientras crecía. Para Lupin, supuso
Sirius, todo era nuevo.

[Resultó que Historia no era tan aburrida después de todo, no cuando entendías los conceptos
básicos. Además, Sirius era considerablemente más animado que el profesor Binns. Su voz era
clara y firme, sin tropezar nunca con las palabras o frases más complicadas, como si hubiera
leído el libro cien veces. Remus una vez lo escuchó decirle a James que hablaba latín y griego con
fluidez; la familia Black aparentemente se enorgullecía de ese tipo de cosas.

Continuó, capítulo tras capítulo, desde los sangrientos encantamientos de resurrección egipcios
hasta los crípticos oráculos griegos y las mágicas sacerdotisas mesopotámicas. El mundo antiguo
se abrió en la mente de Remus, y dejó que Sirius lo guiara a través del tiempo.]

Eventualmente, Remus se recostó, con los brazos detrás de la cabeza, y cerró los ojos. Cuando
Sirius lo miró, había una pequeña sonrisa inconsciente en su rostro. Sirius volvió al libro y se dio
cuenta de que él también estaba sonriendo.

Llegó a la mitad del capítulo cinco -"Tiberius y los avances de la magia de batalla romana"- antes
de que su voz comenzara a fallar por completo, tuvo que cerrar el libro. La tarde había caído,
sangrando azul profundo y naranja en el cielo exterior, y la habitación a su alrededor parecía
iluminada con el brillo del sol poniente.
"No creo que pueda estudiar más hoy", gruñó Sirius.

Los ojos de Remus se abrieron de golpe y se sentó rápidamente, parpadeando.

"Está bien", dijo en voz baja, "Es la hora de la cena, me muero de hambre".

Se pusieron de pie, se estiraron y comenzaron a bajar. En la mesa de Gryffindor, James y Peter ya


estaban esperando en sus asientos habituales.

Sirius apuró una copa de jugo de calabaza, lo que alivió en gran parte la picazón en su garganta,
antes de preguntar: "¿Cómo estuvo la práctica?"

"Fenomenal" dijo James con entusiasmo, sonriendo mientras pinchaba una salchicha con el tenedor
"¿Cómo es que no viniste?"

"Tareas", respondió Sirius casualmente, llamando la atención de Remus y enviándole una pequeña
sonrisa privada.

James los entretuvo durante la cena con un relato detallado de la práctica de quidditch, incluidos
los nombres de cada miembro, sus posiciones, sus técnicas, sus debilidades, incluso algunos de sus
cumpleaños. Peter intervenía de vez en cuando, generalmente solo para recordarles a todos que
estaba de acuerdo con lo que decía James. Pero Sirius estaba de tan buen humor que eso apenas lo
irritó esa noche.

El postre fue una decepción: un pastel millonario que ni a él ni a James les gustaba. Remus y Peter
actuaron como si hubieran enloquecido, devorando todo. De hecho, cuando Remus vio que Peter
ya se había comido los platos de los otros dos niños, le lanzó una mirada de disgusto.

"Tengo algunos dulces", dijo Peter nervioso, como si se hubiera dado cuenta del error que había
cometido al interponerse entre Remus y la comida. Buscó en los bolsillos de su túnica y sacó una
bolsa marrón abultada, "Mamá los envió, sírvanse ustedes".

“¡Gracias, Pete!” James dijo alegremente, y el resto de ellos no perdió tiempo en tomar de la
sorprendentemente amplia selección de dulces. No disminuyeron la velocidad hasta que arrasaron
aproximadamente con la mitad de la bolsa, y todo parecía dar vueltas.

"¿Qué tarea estabas haciendo?" preguntó James, rascándose la barbilla distraídamente, "Pensé que
habíamos terminado todo por esta semana".

Ver a James rascarse hizo que su propia piel se sintiera irritada, y Sirius se picó en la clavícula
cuando dijo: "Sí, um, estaba atrasado en historia. Tuve que volver en la lectura y chequear algo."

A su lado, Remus también estaba empezando a rascarse. Sirius no pensó nada al respecto, más
concentrado en James, quien estaba preguntando: "¿Oh, en serio? ¿Nos perdimos algo, entonces?"

Ese era el inconveniente de hacer todo juntos, se dio cuenta Sirius: si quería mantener el secreto de
Remus, tendría que formular algunas excusas mejores. O simplemente dejar de hacer toda su tarea
con James.

[El dorso de la mano de Remus le hacía cosquillas como si un pequeño insecto estuviera
caminando sobre él. De repente pensó en el polvo pica pica y miró hacia abajo.

Casi gritó. En el dorso de su mano estaba creciendo un espeso vello oscuro, a un ritmo alarmante.
¡Se estaba transformando! No estaba ni cerca de ser luna llena, ¿Cómo podría estar pasando eso?
Se puso de pie tan de repente que casi se cae de espaldas. Tenía que salir de allí, ¡rápido!]

De repente, Remus saltó de su asiento. Sirius se dio la vuelta para mirarlo, sus ojos estaban muy
abiertos por el horror y su rostro se había palidecido. Estaba mirando sus propias manos.

"¿Qué pasa, Lupin?" preguntó James, sorprendido.

Remus los miró, respirando con dificultad, y puro terror en su expresión. Sirius se dio cuenta de que
el cabello oscuro brotaba del dorso de la mano de Remus, donde se había estado rascando.

Oh, cojones…

Sirius se miró la clavícula; efectivamente, el mismo cabello oscuro estaba brotando. De su rostro,
sus manos, sus brazos, crecía de cada trozo de piel expuesta.

"Oh, maldita sea..." Frente a él, James estaba experimentando el mismo enigma, "¡¿Qué está
pasando?!"

'¿No es obvio?' pensó Sirius, mirando fijamente la bolsa de dulces que todavía estaba descansando,
inocentemente, sobre la mesa.

"Peter", gruñó, sabiendo ya la respuesta a su pregunta, "¿estás seguro de que tu mamá envió esos
dulces?"

Peter, el único entre ellos que no había comido nada de los dulces, balbuceó, se rostro adquirió un
tono rojo brillante y chilló:“Bueno, quiero decir- pensé que eran de ella, llegaron esta mañana...”

"¡Peter!" James rugió. La gente se estaba volteando a mirarlos ahora, susurrando y riendo. Muy
pronto, todos en el gran comedor estaban estirando el cuello para ver a los tres chicos peludos de
primer año. La risa más fuerte provenía de la mesa de Slytherin, donde Severus Snape parecía casi
histérico.

"Vamos", Sirius se puso de pie, cuadrando los hombros e intentando mantener un poco de
dignidad, "Vamos a la enfermería. Podemos tramar nuestra venganza más tarde."

Aunque ciertamente podía ver el humor en la broma, odiaba la sonrisa satisfecha que Severus le
había dirigido cuando se fueron. Odiaba haber dejado que un Slytherin pasara por encima de él. En
la mesa de Snape, Bellatrix y Narcissa miraban a Sirius con desdén, lo que hizo que él quisiera
encogerse. No tenía dudas de que sus padres se enterarían de eso, de una forma u otra, aunque
dudaba que sus primas hubieran estado muy ansiosas de compartir la noticia sobre el caso de los
niños con picazón en su propia casa de Hogwarts.

Cuando salieron al pasillo, Sirius murmuró sombríamente: "Les dije que devolverían el golpe".
Pensó en sus primas, sonriendo satisfechas con sus túnicas verdes, y apretó los dientes, decidido a
devolverles -el favor-, no solo a Snape, sino a todos los Slytherin que pensaban que eran mejores
que él.

Aunque intentó reírse y bromear con James, cuya respuesta a la mayoría de los problemas de la
vida era un buen sentido del humor, el aguijón de la vergüenza se clavó en el estómago de Sirius
incluso mucho después de que Madam Pomfrey ya los hubiera devuelto a la normalidad.
Primer año: Cumpleaños, libros y los Beatles

Madam Pomfrey les dio un severo regaño sobre el mal uso de la magia antes de despedirlos, lo que
pareció molestar a todos menos a Remus.

“¡Como si todos quisiéramos parecer Pie Grande!” James se burló. Peter murmuró: "Sí..." en su
forma típica de hacer eco de todo lo que decía James. Remus se limitó a mirar al frente, luciendo
inusualmente conmocionado por toda la situación.

Sirius todavía estaba furioso. “Tuvo que ser Severus. Cubrió los dulces con una de sus pociones, lo
sé."

"Sí, todos lo sabemos, amigo". James negó con la cabeza, "No te preocupes, nos la cobraremos".

"¡Lo siento mucho!" Peter gimió, no había dejado de disculparse desde que salieron del salón, y
eso hacía que Sirius quisiera estrangularlo. "¡Realmente pensé que eran de mi madre!"

"Está bien, Peter", dijo James con benevolencia, "Solo desearía que nos los hubieras dado a
primera hora del lunes, entonces al menos hubiéramos podido saltarnos Transformaciones".

“¡Exijo tomar represalia!” gritó Sirius, levantando su varita dramáticamente. James se rió y,
sorprendentemente, también Remus.

“¡Y la tendrás!” James igualó el tono melodramático de Sirius, sonriendo, “La paciencia es una
virtud, Black. Una venganza como esta lleva tiempo. ¿Supongo que tienes algunas otras ideas
brillantes, Remus?"

“Lo siento,” Remus negó con la cabeza. Se había animado un poco, pero su piel todavía estaba
bastante pálida, y seguía mirando sus manos como si le preocupara que el cabello comenzara a
brotar nuevamente.

"Te ayudaré, James", dijo Peter con entusiasmo, "haré cualquier cosa, no tendré miedo esta vez,
voy a..."

Acababan de comenzar a doblar la esquina que conducía a la torre de Gryffindor cuando alguien
detrás de ellos gritó:

"Sirius."

Los cuatro chicos se dieron la vuelta y el corazón de Sirius se le subió a la garganta.

Bellatrix.

Ella siempre había sido su prima menos favorita, lo suficientemente cercana en edad como para
que él hubiera crecido con ella atormentándolo, pero lo suficientemente mayor como para hacerlo
sentir pequeño. Ella lo miró fijamente ahora con la nariz levantada, como si fuera un gusano
particularmente repugnante que estaba a punto de pisar.

"¿Qué quieres?" preguntó Sirius, tratando de sonar indiferente incluso mientras se encorvaba
instintivamente, acercando sus hombros a sus oídos. James dio un paso adelante, parándose al lado
suyo, y Sirius se sintió muy agradecido con su amigo.

"Ven aquí y dirígete a mí correctamente", espetó Bella, con voz gélida.


Sirius permaneció obstinadamente en su lugar, hasta que ella sacó su varita, que sabía por
experiencia que no dudaría en usar.

“Ven aquí,” su voz era baja ahora, y peligrosa, “O te obligaré. Y no será un pequeño hechizo
infantil para el crecimiento del cabello, lo prometo."

Sirius se movió pesadamente hacia adelante, sacudiendo la cabeza en silencio hacia James cuando
su amigo se movió con él. Ya era bastante vergonzoso que los otros chicos estuvieran viendo esa
reprimenda de su familia, especialmente James.

"Así está mejor", Bellatrix chasqueó la lengua mientras él se arrastraba más cerca a ella. Sirius
jugueteó con su varita, mirando al suelo. Deseaba que sus palmas no estuvieran tan sudorosas.

“Escuché que andabas con traidores a la sangre y sangres sucia ahora, siempre pensé que eras un
idiota, pero incluso yo estoy sorprendida de que te hayas convertido en una gran desgracia. ¡Sigues
siendo un Black, déjame recordarte! Podrías intentar tener un poco más de dignidad."

Sirius se sonrojó, agradecido de que ella no estuviera hablando lo suficientemente alto como para
que sus amigos pudieron escucharla. O al menos, esperaba que así fuera.

"¡En serio! Tus acciones no solo te reflejan a ti, Sirius, estás haciendo quedar mal a toda la familia.
¿Tienes idea de cómo me siento al saber que mi primo tonto está dando vergüenza ajena como una
especie de amante de los muggles...?"

"Por el amor de Dios, Bella, ¿qué es lo que quieres?" espetó Sirius, y se arrepintió de inmediato
cuando ella lo miró con frialdad, lo que le provocó un escalofrío en la espalda.

“Tus padres están preocupados por ti”, dijo con desdén, “Quieren asegurarse de que no estés
perdiendo de vista tus raíces. Cissy y yo nos hemos ofrecido amablemente a tomar el té contigo en
tu cumpleaños, en la sala común de Slytherin. ¿Me entendiste?"

Sirius quería hundirse en el suelo. El té con sus primas era casi la peor forma que se le podía
ocurrir para pasar su cumpleaños: la ira lo atravesó, mezclándose con la sofocación de vergüenza
que sentía mientras escuchaba a Bellatrix expresar cada miedo que había estado albergando
secretamente desde la Selección. Desgracia. Decepción. Vergüenza.

Cuando él no respondió, ella escupió su nombre, "Sirius".

Levantó la vista, intentando lanzar una mirada desafiante. Sin embargo, no pareció ser muy
efectivo, todavía él era un desastre de emociones.

“Dije si ME EN-TEN DIS-TE."

"Sí", él murmuró, mirando hacia el suelo.

"Bien." Bellatrix le dio unas palmaditas en la cabeza condescendientemente, y Sirius luchó contra
el impulso de esquivarla. "Ahora corre de regreso con tus amiguitos traidores de sangre". Giró
sobre sus talones y se fue, la túnica ondeando detrás de ella.

Sirius retrocedió lentamente, con los nervios de punta, el pecho todavía le hervía de frustración,
ansiedad y vergüenza. Ninguno de ellos dijo una sola palabra mientras regresaban a su sala común.

No fue hasta que estuvieron sentados en su sofá habitual que James rompió el silencio.

"¿Estás bien, Sirius?"


"Sí", asintió, haciendo un valiente esfuerzo por mostrarse indiferente, "Ella um... ella quería
invitarme a tomar el té. En mi cumpleaños. Creo que mi madre debe haberle dicho que lo haga,
probablemente celebró una conferencia familiar. Intenta traerme de vuelta al redil."

"¿Solo porque estás en una casa diferente?"

Sirius sonrió, "Y por la compañía que mantengo".

"Entonces, ¿cuándo es tu cumpleaños?"

"En dos semanas. El tres. Sin embargo, tengo que ir a ese té, Bella no está bromeando sobre saber
algunas maldiciones realmente viles."

“Haremos algo después, entonces. Algo bueno, ¿sí?" continuó James

Peter y Remus asintieron con entusiasmo y Sirius sintió una oleada de gratitud por sus amigos.

***

Miércoles, 3 de noviembre de 1971

"¡HAAAAAAAAAAAAAAAAAAA FELIZ CUMPLEAÑOS!"

Sirius se despertó y James Potter, heredero de una de las familias de sangre pura más antiguas de
Gran Bretaña, se arrojó de cabeza sobre la cama de su amigo. Abordó a Sirius y los dos
comenzaron a forcejear entre las mantas, riéndose.

Cuando Sirius finalmente logró empujar a James y salir de la cama, notó que Peter estaba de pie
nervioso al otro lado de la habitación.

"¡Feliz cumpleaños, Sirius!"

“¡Gracias, Pete!” Sirius sonrió y miró hacia la cama de Remus.

Estaba vacía, las cortinas abiertas, la cama todavía hecha.

"Él, eh... no volvió anoche", dijo James, cuando vio a Sirius mirando. Hubo un momento de tenso
silencio mientras todos miraban la cama vacía, notando otra desaparición de su amigo. ¿A dónde
continuaba yendo?

[Sirius cumplía doce años y Remus no estaba allí para celebrarlo, aunque pensó que a nadie le
importaría. James era el mejor amigo de Sirius, después de todo, y a Peter todavía le gustaba
pensar que James también le pertenecía un poco. Entonces Remus habría sido el extraño, incluso
si no hubiera estado encerrado en una choza desgarrándose a sí mismo. Madame Pomfrey intentó
dándole un somnífero esa vez, antes de que saliera la luna, pero aparentemente no tuvo efecto. Lo
que era peor, el lobo se las había para hacerse su cicatriz más grande hasta el momento, justo
atravesándole la espalda.]

Finalmente, Sirius se encogió de hombros y dijo con alegría forzada: "Probablemente esté
planeando la caída de los Slytherins, ese genio malvado". James y Peter se rieron, también un poco
forzados, y todos acordaron en silencio no hablar de eso.
Las clases fueron pesadas, pero James y Peter las volvieron divertidas. Actuaron como si Sirius
fuera de la realeza todo el día, sujetando las puertas para él, cargando sus libros, incluso saltando
de sus asientos para inclinarse ante él cuando logró transformar su pez dorado antes que nadie en la
clase -lo que a McGonagall no le pareció divertido-. Después del almuerzo, James sorprendió a
Sirius con una lección de vuelo; al parecer, ya se había ganado el apoyo de Madam Hooch. Los tres
volaron por el campo, el viento golpeándoles la cara y robándoles una sonrisa de los labios.

Sirius se lo estaba pasando tan bien que casi pudo olvidarse de la reunión con sus primas, casi.
Pero a medida que se acercaba la hora programada, se ponía más y más nervioso. James logró
animarlo nuevamente en la cena, dirigiendo a toda la mesa de Gryffindor en una ronda de "Feliz
cumpleaños", seguida de "Porque es un buen compañero". Los ruidosos Gryffindors continuaron
cantando "¡Y nadie lo puede negar!" una y otra vez, las voces se elevaban cada vez, hasta que la
profesora McGonagall finalmente amenazó con castigar a toda la casa si no se detenían.

El té con sus primas fue tan malo como esperaba. Se sentía incómodo y fuera de lugar en la sala
común de Slytherin, rodeado de rostros desconocidos. Era aún más consciente del hecho de que
esas personas habrían sido sus amigos, y ese habría sido su hogar, si las cosas hubieran sido como
debían. Era discordante ver un futuro que ya nunca podría ponerse delante de él.

Todo el tiempo, Bellatrix mantuvo un flujo constante de insultos encubiertos -y exagerados a la


vez-, chistes mordaces y burlas mezquinas sobre la gran decepción en la que se estaba convirtiendo
Sirius. Cissy no habló tanto, excepto para estar de acuerdo con su hermana. En privado, Sirius se
preguntó si simplemente estaban aliviadas de que la atención se hubiera desviado de su familia
directa hacia la de él.

Sirius era bastante joven cuando Andrómeda huyó para casarse con un muggle, pero recordaba a
Narcissa y Bellatrix idolatrando a su hermana mayor cuando eran pequeñas. Nunca le había
preguntado a Andrómeda sobre eso directamente, pero sabía que Bellatrix en particular se sentía
traicionada. El verano que recibieron el anuncio de la boda, Bella le prendió fuego a la habitación
de su hermana con furia, quemando todo lo que "Dromeda dejó atrás". Ni Narcissa ni Bellatrix
habían hablado con su hermana mayor desde entonces. De hecho, Sirius estaba bastante seguro de
que él era la única persona en la familia que todavía estaba en contacto con Andrómeda -ella le
había enseñado a usar el correo muggle, ya que sus padres no entendían el concepto de una oficina
de correos-. Sirius no podía ni imaginar algo parecido interponiéndose entre Reg y él.

De hecho, antes de irse para regresar a su propia sala común, intentó incluso preguntar por su
hermano. Fue después de otra tangente de Bellatrix sobre lo absolutamente horrible que era tener
que decirle a su querida tía que el heredero de la familia Black ahora se estaba haciendo amigo de
traidores de sangre.

"¿Ella te escribe a ti, entonces?"

Bellatrix puso los ojos en blanco. "Obviamente. No es como si se pudiera confiar en ti para ser
honesto acerca de tu situación”.

"¿Y a ti también, Cissy?"

"Mi nombre es Narcissa".

"¿Crees que podrías... tal vez, quiero decir, ya sabes... tal vez enviarle una carta a Reg de mi
parte?" pidió Sirius.

La mirada de Narcissa vaciló cuando la tomó con la guardia baja. Por un momento, frunció el ceño
y comenzó a decir: "Bueno..."
"¡Absolutamente no!" se burló Bellatrix, “¡Como si necesitara algo de tu influencia ahora mismo!
Honestamente, Sirius, todo lo que tienes que hacer es crecer y aprender a comportarte con madurez,
y estoy segura de que así tus padres te devolverán tu lechuza." Ella negó con la cabeza,
reprendiéndolo. Sirius se sonrojó.

"Cierto", murmuró, "No sé por qué me molesté en preguntar".

Se fue tan pronto como pudo después de eso, furioso todo el camino de regreso a la sala común de
Gryffindor. Ninguna de sus primas le había deseado siquiera un feliz cumpleaños.

Regresó justo antes del toque de queda, y cuando entró en su habitación para prepararse para ir a la
cama, se encontró cara a cara con Remus.

Se miraron el uno al otro por un momento, y luego-

"Eh, feliz cumpleaños, amigo". Remus sonrió débilmente, luciendo un poco culpable. Había
círculos oscuros debajo de sus ojos, y su piel estaba cetrina, como si hubiera estado despierto toda
la noche.

"¡Gracias!" Sirius parpadeó, un poco sorprendido, y le devolvió la sonrisa. "¿Dónde estabas?"

"Me enfermé", murmuró Remus, "Pomfrey me hizo quedarme en la enfermería todo el día".

Parecía un poco extraño que una enfermedad apareciera tan repentinamente. Sirius se preguntó si
había algo más que Remus no les estaba diciendo. Especialmente porque esta no era su primera
desaparición...

Pero ninguno de los chicos cuestionó la explicación, para la mañana siguiente tenían clases a las
que asistir, ensayos que escribir, bromas que planear y muchas otras cosas en las que pensar.

A medida que se acercaba el invierno, los niños pasaban cada vez menos tiempo al aire libre y
preferían trabajar acurrucados alrededor del fuego en la sala común. Cuando Sirius no estaba
pasando tiempo con James -y Peter, que nunca parecía apartarse del lado de James-, estaba leyendo
con Remus. Les tomó poco menos de dos semanas terminar Historia de la magia, y Sirius luego
comenzó a alternar entre Guía de transformación para principiantes y Pociones y preparaciones
mágicas. Incluso comenzó a leer en voz alta cuando trabajaban en su tarea de forma grupal, aunque
James frunciera el ceño y prefiriera el silencio.

"¡Me ayuda a pensar, Potter!" Sirius hinchaba su labio, haciendo un puchero, "¡Tengo que
alcanzarte de alguna manera!"

Esta apelación al orgullo de James, así como a su instinto de ayudar a los necesitados, por lo
general funcionaba, ya que era cierto que James ahora se había adelantado bastante a Sirius en
todas sus clases. Aunque Sirius le hizo creer a su amigo que era porque había mejorado de manera
drástica y rápida, eso no era necesariamente así -James había mejorado, pero no mucho-.

La verdad era que Sirius había decidido que ya no le importaba el trabajo escolar. De todos modos,
era todo tan fácil: podía obtener calificaciones aceptables incluso sin estudiar ni tomar notas, y
hacerlo mejor que la mitad de la clase si se molestaba en hojear sus libros, además Bellatrix había
dejado muy en claro durante su cumpleaños que algo tan frívolo como las buenas notas nunca
serían suficientes para ganarse el camino de regreso a la 'benevolencia' de sus padres. ¿Qué
importaba si era el primero de la clase, si la clase en la que estaba, estaba llena de Gryffindors?

Así que Sirius encontró otras formas de ocupar su tiempo. Es decir, investigando, desde que
comenzaron a leer juntos, las notas de Remus habían mejorado precipitadamente, y Sirius estaba
seguro de que si podía descubrir el hechizo correcto, el niño se convertiría en un verdadero genio
en muy poco tiempo. Sirius pasaba la mayor parte de su tiempo libre en la biblioteca, revisando
hechizos de interpretación cognitiva que se suponía que eran de nivel TIMO, pero que no parecían
demasiado complicados, una vez que llegabas a comprender los conceptos básicos. Era mucho más
interesante que su trabajo de clase, de todos modos.

[Remus se sintió terriblemente culpable, por supuesto, así como un poco avergonzado de que
Sirius estuviera dedicando tanto tiempo a ayudarlo. Honestamente, no podía recordar un momento
en su vida en el que alguien se hubiera esforzado tanto por él. Le hizo desear poder hacer algo,
cualquier cosa a cambio. Pero, además de tener una familia difícil, Sirius Black parecía no querer
nada en absoluto.

De hecho, había una cosa que Remus podía darle a Sirius que incluso James no podía, pero no
parecía que valiera la pena mencionarlo. Algo que Sirius llamaba "perspicacia muggle". Comenzó
cuando Remus finalmente se armó de valor para preguntar sobre la colección de discos de Sirius.
{...} Y aunque Sirius tenía una colección impresionante para los estándares de cualquier niño de
once años, las pasiones musicales de Sirius existían casi por completo en el vacío. No conocía
otras canciones de los Beatles además de las que ya tenía, impresas en vinilo. Nunca antes había
escuchado la radio, ni visto Top of the Pops, ni siquiera abierto una copia de NME. Como tal,
encontró a Remus infinitamente fascinante en el tema de la música y la cultura muggle.]

Remus también había comenzado a sentirse más cómodo con los otros chicos, y especialmente con
Sirius. Empezó a pasar más tiempo con ellos y dejó de escabullirse tanto por su cuenta. Incluso
comenzó a compartir su conocimiento musical con Sirius, revelando que en realidad había visto
actuar a los Beatles. Remus sabía todo acerca de los muggles y respondía pacientemente las
muchas preguntas que le hacía Sirius.

A finales de mes, Sirius realmente sintió que todos se habían convertido en grandes amigos.
Bueno, Peter todavía se ponía nervioso a veces -o muchas veces-, pero eso era de esperar. Los
Merodeadores terminaban la mayoría de las noches alrededor del fuego en la sala común,
planeando bromas y jugando juegos de gobstones o chasquidos explosivos, riéndose hasta que les
dolían los costados antes de subir a dormir.
Primer año: Navidad 1971

Sirius odiaba la Navidad.

Siempre lo había hecho, desde que tenía memoria. La Navidad para los Black significaba cenas
familiares y galas aburridas y demasiados parientes de Sirius dando vueltas en trajes de gala. Su
madre siempre estaba nerviosa, lista para estallar en cualquier momento bajo el estrés de querer
interpretar a la anfitriona perfecta. Su padre se volvía sombrío y estricto, siempre mirando a sus
hijos con ojos de reproche para asegurarse de que no hicieran nada que lo avergonzara. Todo era
completamente triste, incluso los regalos eran aburridos, libros sobre historia familiar o reliquias
polvorientas que no servían para nada más allá de decoración.

Así que a medida que noviembre llegaba a su fin, y diciembre se tornaba cercano y envolvía
Hogwarts, Sirius se volvió cada vez más hosco. Mientras otros estudiantes charlaban sobre fiestas
navideñas, regalos y visitas familiares, él fruncía el ceño y se entregaba a su investigación, pasando
horas en la biblioteca. Incluso James se estaba volviendo insoportable: no dejaba de hablar de los
pasteles de carne picada de su madre, o de lo mucho que esperaba que nevara.

“El año pasado, mi papá nos hizo aparecer en esta enorme colina a las afueras de Londres -aparecí
de lado, se sintió SÚPER raro- luego encantó los trineos para que no nos cayéramos, fue increíble
lo rápido que…”.

Sirius cerró su libro de golpe. Estaban sentados en la sala común, junto a la chimenea rugiente.
Remus y Peter estaban jugando a los gobstones en el suelo, y James sostenía una revista de
quidditch. Sin embargo, no la había estado leyendo; en cambio, había estado parloteando, una vez
más, sobre la Navidad.

"¿Te importa?" Sirius espetó: "Estoy tratando de leer". James se quedó en silencio, y tanto Peter
como Remus levantaron la vista cuando escucharon el golpe que dio la tapa del libro (un tomo
grueso sobre la transfiguración ocular). Ahora, lo miraban en un tenso silencio.

“Eh… lo siento, compañero,” dijo James, torpemente. Los labios de Remus estaban fruncidos,
como si pensara que Sirius estaba siendo ridículo, y Peter miraba nerviosamente sus gobstones.
Sirius sabía que no estaba siendo justo, pero no pudo evitar responder a la aguda punzada de
irritación que sintió por la emoción en la voz de James. Abordarían el tren a la mañana siguiente, y
sus propios nervios estaban al límite.

"Está bien", murmuró, "Está demasiado ruidoso aquí para concentrarse de todos modos". Recogió
su libro y se retiró a su habitación, con la esperanza de hacer una salida digna. Ya estaba
avergonzado por confrontar así a James, se frustraba con Peter todo el tiempo, e incluso con
Remus, pero nunca con James. Se sentía extraño.

Por supuesto, James Potter era demasiado bueno como para reprochárselo. Esa noche, cuando
Sirius se acercó de puntillas a su cama, el otro chico lo dejó entrar de inmediato. Sirius ni siquiera
tuvo tiempo de hablar antes de que James se disculpara.

"Mira Sirius, lamento lo de antes, no estaba pensando, sé que la Navidad es difícil para ti..."

"¡No!" Sirius se quedó boquiabierto, horrorizado consigo mismo: “¡No, debería ser yo quien se
disculpe! No es tu culpa que mi familia sea horrible. Tienes todo el derecho de estar emocionado,
yo trataré de portarme menos miserable."
Ambos estaban sonriendo, todo estaba perdonado, y Sirius sintió una increíble sensación de alivio.
¿Qué haría él sin James Potter?

***

A la mañana siguiente, Remus fue a despedirlos a la estación. Él se quedaría en Hogwarts durante


las vacaciones; James lo había invitado a su casa, pero aparentemente había una especie de
complicación con la ley muggle que significaba que no se le permitía. James también había
invitado a Sirius a quedarse con su familia, pero, por supuesto, Sirius tuvo que negarse. No quería
ni imaginar cómo reaccionarían sus padres si les pedía ir a casa de los Potter en Navidad.

Cuando abordaron el tren, James le prometió a Remus que le escribirían, diciendo con
complicidad: "¡A ver si puedes idear nuestro próximo plan de ataque contra Snape!". Remus asintió
y sonrió, despidiéndolos desde la plataforma, parecía un poco triste. Pero Sirius pensó para sí
mismo que intercambiaría de lugar con él sin pensarlo: hacer bromas en Hogwarts sonaba mucho
mejor que el lugar adonde iba.

Sirius trató de mantener su promesa de portarse menos miserable en el tren, pero estuvo callado y
retraído durante la mayor parte del viaje. James no lo presionó, manteniendo una conversación
constante con Peter en la que eludió cuidadosamente todos los temas relacionados con la Navidad.
A medida que se acercaban más y más a Londres, Sirius se sentía desconectado, demasiado
preocupado con sus propios pensamientos para escucharlos. Cuando llegaron a la estación, su
corazón era un puño cerrado en su pecho.

Su padre estaba allí para recogerlo. Orion frunció el ceño profundamente mientras observaba a su
hijo despedirse de James Potter y Peter Pettigrew, pero no dijo nada hasta que salieron de la
atestada estación.

"Creí haberte dicho que te mantuvieras alejado de los impuros". A diferencia de su madre, cuya
voz se volvía más aguda cuando estaba molesta, la voz de su padre solo se volvía más baja cuando
estaba enojado. Las palabras eran siseadas y venenosas. Sirius se estremeció.

"James y Peter también son sangre pura", murmuró a la defensiva, mirándose los pies mientras
caminaban. Su padre suspiró con desdén.

“Los Potter son algunos de los peores traidores a la sangre de la historia”, dijo con ferocidad, “si se
salieran con la suya, todo el mundo mágico, toda nuestra forma de vida, se derrumbaría a nuestro
alrededor. ¿Lo entiendes?"

Sirius se encogió de hombros y su padre lo agarró del brazo.

"Contéstame cuando te hable, muchacho".

El brazo de Sirius dolía donde los dedos se clavaban en la carne. Apretó los dientes.

"Entiendo."

***

Su llegada a casa fue tan horrible como Sirius había esperado que fuera. Solo habían pasado unos
meses desde que se fue, pero igual se sentía chocante acercarse a la mansión oscura con el escudo
de su familia estampado en la puerta. No es que luciera diferente, pero cuando entraron en los
pasillos con paneles de madera y pasaron bajo los retratos burlones de sus antepasados, Sirius no
pudo negar que se sentía diferente. No se sentía como en casa, extrañaba la calidez acogedora de la
sala común de Gryffindor.

Su madre estaba esperando en la sala de estar, junto con—

—Reg —susurró Sirius, sonriendo por primera vez desde que subió al Expreso de Hogwarts.
Empezó a avanzar, sonriendo, ansioso por saludar a su hermano. Pero Regulus retrocedió un poco y
no le devolvió la sonrisa.

Sirius se detuvo, dolido. ¿Qué fue eso?

Rápidamente se dio cuenta de que debía ser la presencia de sus padres lo que había hecho que
Regulus se retirara. Su madre aborrecía lo que ella llamaba “muestras empalagosas de
sentimiento”; ella había entonado innumerables veces que tal afecto no era masculino, y era un
signo de debilidad.

Aún así, Sirius había pensado, había esperado, que su hermano estaría emocionado de verlo.

Su madre intervino de inmediato, parloteando sobre lo increíblemente decepcionada que estaba con
su Clasificación, cómo había avergonzado a toda la familia, cómo su tía abuela casi tuvo un ataque
cuando escuchó la noticia. Este latigazo verbal condujo a lo que parecía ser una serie interminable
de reglas para su comportamiento ahora que estaba en casa: debía actuar en todo momento con
decoro y respeto por el apellido Black.

A lo largo de este 'agradable' bienvenida, Regulus permaneció en silencio, apenas mirando a Sirius
a los ojos. Las palabras de su madre apenas dolían, porque Sirius estaba demasiado ocupado
tratando de averiguar qué estaba pasando exactamente con su hermano. ¿Estaba Reg enojado con él
por no poder escribir? No era como si hubiera tenido el control de la situación, ¡él había hecho
todo lo que pudo!

Sin embargo, no había oportunidad de hablar de eso hasta más tarde esa noche. Una vez que todos
se fueron a dormir, Sirius salió a hurtadillas de su habitación, corriendo por el pasillo.

Regulus se incorporó cuando abrió la puerta. Estaba oscuro, pero la luna estaba creciendo afuera,
casi llena, y la luz que se filtraba por las ventanas era suficiente para ver.

"¿Sirius?"

"¡Reg!"

Sirius cerró la puerta detrás de él, saltando ansiosamente sobre la cama. Le sonrió a su hermano.

"¿Me extrañaste?"

Reg se movió incómodo, lanzando miradas a la puerta. Todavía no estaba sonriendo.

“Vamos, nos meterás en problemas—”

"¡Oh por favor!" Sirius puso los ojos en blanco, "Sabes que solo me castigarán a mí. No es como si
te hubieras escapado de la cama. ¡Y yo quería verte! Te extrañé."

Finalmente, una pequeña sonrisa se curvó en el rostro de su hermano.


"¿De verdad?"

"¡Por supuesto!" Sirius trató de ignorar la culpa que se arrastraba dentro de su pecho mientras
pensaba en cuánto había temido volver a casa, aunque eso significaba volver a ver a su hermano.
“Traté de escribirte, ¿recibiste mis cartas?”

“Sí, um, algo así. mamá no me dejaba leerlas. La hicieron enojar mucho”. Reg se llevó las rodillas
al pecho y se rodeó con los brazos.

"¡Ugh, sabía que ella estaba detrás de esto, la vieja harpía!" Sirius frunció el ceño y Reg se rió
nerviosamente. "¡No te preocupes, te lo contaré todo!"

Y lo hizo, susurrando sobre las clases y la magia y los amigos que había hecho. Habló sobre cómo
se sentía al volar alrededor del campo de quidditch, el olor acre de una poción explotando en clase,
la forma en que los fantasmas se veían plateados a la luz de las velas del gran salón.

"Y hay una gran chimenea en la sala común de Gryffindor, la verás el próximo año, James y yo
vamos a tratar de averiguar si podemos conseguir algunos de los ingredientes de las pociones para
cambiar los colores".

"¿Qué?"

“Los colores de las llamas, como si le añadieras tritón en polvo…”

"No, quise decir..." Regulus frunció el ceño, con el ceño fruncido, "¿Qué quieres decir con 'la veré
el próximo año'?"

Sirius parpadeó. "Cuando estés en Hogwarts".

“Sí, lo sé, pero Sirius—”

La puerta de la habitación de Regulus se abrió y Kreacher irrumpió.

"¡Ajá!" Gritó con su voz horrible y aflautada: "¡El joven amo está fuera de la cama!"

"Oh, cojones".

***

Después de la primera semana, su madre colocó un hechizo de bloqueo en su puerta para


asegurarse de que Sirius permaneciera en su propia habitación durante toda la noche. En represalia,
Sirius intercambió todas las placas debajo de los retratos que se alineaban en el pasillo, de modo
que cada una de las pinturas tuviera el nombre incorrecto. Esto solo enfureció más a su madre:
golpeó una regla contra la parte posterior de sus nudillos hasta que quedaron magullados, y luego
le obligó a cambiar todo de nuevo con los dedos adoloridos.

"Sólo déjalo así", dijo Regulus esa noche, mientras Sirius se enfurruñaba en la biblioteca, "tú solo
la estás haciendo enfurecer más".

“¡Un merodeador nunca retrocede!” Sirius insistió, frunciendo el ceño. Estaba tratando de recordar
una broma que Remus le había explicado, algo que involucraba lavar ropa.

Regulus puso los ojos en blanco y dijo en una forma un poco brusca: "No estás en Hogwarts,
Sirius".

“¡Un merodeador nunca abandona sus códigos!”

Reg negó con la cabeza, pero estaba sonriendo un poco cuando dijo, exasperado: "Honestamente,
eres igual de malo que tus amigos sangre sucia".

Sirius se congeló. "¿Qué?"

Regulus parpadeó, la sonrisa cayendo. "Tus amigos, quiero decir, es solo que mamá dice que son
una mala influencia."

"Sí, bueno, mamá es una verdadera perra, ¿no?" espetó Sirius. La ira se enrolló en sus venas.
¿Desde cuándo su hermano pequeño lanzaba palabras como sangre sucia?

Reg parecía dolido. "No deberías decir cosas así".

"¡Y no deberías hablar así de mis amigos!" Sirius se puso de pie, furioso.

“Lo siento”, dijo Reg, tranquilizándolo, “Vamos, Sirius, no te vayas. Lo lamento."

Sirius resopló, aún caliente por la ira. Pero se volvió a sentar, murmurando:

"James y Peter son sangre pura, de todos modos."

"Sí, me lo dijiste", dijo Reg.

Era desconcertante, Sirius nunca se había sentido tan fuera de sintonía. Él y Reg siempre habían
estado en la misma página, su hermano pequeño escuchaba con entusiasmo cada una de sus
palabras. Sirius pensaba que Reg entendía, al igual que él, que la mayor parte de lo que decían sus
padres eran tonterías.

Pero cuatro meses habían hecho una diferencia. Durante esas semanas en casa, Sirius se sentía cada
vez más fuera de lugar. Siguió haciendo comentarios, esperando que Reg estuviera de acuerdo,
solo para que su hermano pequeño negara con la cabeza o pusiera los ojos en blanco. Y cuanto
más hablaba Sirius sobre Hogwarts, más parecía alejarse Regulus, como si escuchar sobre la
escuela lo enojara. Sirius no podía darse cuenta de qué era lo que estaba haciendo mal; hubo
momentos en los que pensó que incluso estaban por pelearse, pero al final del día, Reg siempre se
ablandaba y se encogía de hombros para sonreír y reír junto a su hermano. En esos momentos, se
sentía como si nada hubiera cambiado; las cosas eran fáciles, sin esfuerzo entre ellos. Todavía eran
mejores amigos, después de todo.

***

Viernes, 23 de diciembre de 1971

El día de la Fiesta de Navidad anual de la Familia Black, Sirius y su hermano estaban firmemente
en la misma página. Pasaron la mañana quejándose entre ellos sobre las túnicas nuevas que su
madre les estaba haciendo usar, e hicieron un juego de correr por la casa, escondiéndose de
Kreacher. Para cuando el demacrado elfo doméstico finalmente los encontró y los envió a asearse,
ambos muchachos se estaban riendo con rostros sonrojados.
Y entonces empezaron a llegar sus familiares. Los Black tenían una cena familiar todos los años el
día antes de Nochebuena, y ese año no fue diferente. Tías, tíos, primos, primos segundos: a medida
que la mansión comenzó a llenarse de gente, Reg se volvía cada vez más y más retraído. Mientras
Sirius se encorvaba, se despeinaba y murmuraba saludos, Regulus era la viva imagen del decoro: ni
un cabello fuera de lugar, la túnica bien planchada. Saludó a cada miembro de la familia con un
aplomo perfecto, exactamente como sus padres esperaban que fueran.

Después de que su tía abuela se fue, Sirius le dio un codazo a Reggie, sonriendo.

"Oi, mi señor, ¿debería inclinarme ante usted?"

Regulus puso los ojos en blanco, pero sus labios se curvaron hacia arriba.

"Vamos, no es tan difícil comportarse por una noche".

"Tal vez no para ti", se lamentó Sirius dramáticamente, "pero para un merodeador..."

"¡Oh, deja ya el asunto de los merodeadores!" espetó Reg. Sirius se quedó en silencio, un poco
sorprendido por el aguijón en la voz de su hermano. Cuando Regulus vio su expresión, murmuró:
"Mira, no la hagamos enojar esta noche, ¿de acuerdo?"

Sirius no necesitaba preguntar de quién estaba hablando. Cuando se acercó su siguiente pariente, él
se inclinó para susurrar con petulancia:

"Solías ser divertido".

Reg se puso rígido, la boca en una línea delgada, pero no respondió.

Sirius estuvo de mal humor el resto de la noche, y se dejó caer en su asiento durante la cena.
Comió el primer plato con mucha lentitud, ignorando la charla de sus familiares a su alrededor. Se
trataba de las mismas cosas aburridas de siempre: quién obtuvo un nuevo ascenso en el ministerio,
que la hija de tal se escapó y se casó con un muggle, que se rumoreaba que la sobrina de tal era una
squib. Y entonces Sirius escuchó algo que llamó su atención.

"... una desgracia, ¡pero ni cerca de ser tan mala como la de los Potter!" dijo su tía remilgadamente,
agitando su copa de vino. Su esposo intervino,

“¡Oh, no me hagas empezar con Fleamont! ¡Las nuevas reformas que está tratando de impulsar en
el Departamento de relaciones muggles son ridículas, me da vergüenza incluso trabajar en el
mismo edificio que él!

Al otro lado de la mesa, Bellatrix miraba a Sirius con un brillo mezquino en los ojos. Cuando vio
que él le devolvía la mirada, sonrió.

"Sirius, ¿no es el chico Potter uno de tus amiguitos?"

Sus padres se quedaron en silencio, volteándose a mirarlo. Al otro lado de la mesa, sus propios
padres también lo miraban, obviamente horrorizados.

"Sí", dijo Sirius, sonrojándose. Se sentía como si todos se hubieran quedado en silencio,
escuchando su respuesta.

"Te dije que dejaras de andar con ese chico, Sirius", lo amonestó su padre en voz alta, "dejarás de
pasar tiempo con él inmediatamente al comienzo del próximo período, ¿entendido?"
La ira se arrastró, una vez más, hasta la garganta de Sirius. Habló sin pensar,

“¿Y cómo se supone que voy a hacer eso? Es mi compañero de cuarto, en caso de que lo hayas
olvidado."

El rostro de su padre se puso blanco de rabia, y su madre siseó: “¡Sirius! ¡No le hables así a tu
padre!”

"Oh, no te preocupes, Sirius", canturreó Bellatrix, todavía sonriendo maliciosamente, "¡Estoy


segura de que nadie olvidará quiénes son tus compañeros de casa por un largo tiempo!"

Alrededor de la mesa, toda su familia lo miraba fijamente, con expresiones que iban desde una leve
decepción hasta un absoluto disgusto. Sirius se sonrojó de vergüenza. Miró a Regulus, pero su
hermano estaba mirando su plato, en silencio.

Bien entonces, pensó.

Levantó la barbilla, dirigiendo sus siguientes palabras hacia Bellatrix. "¡Estupendo! ¡Y estoy
orgulloso de estar en Gryffindor, así no tengo que andar con un montón de imbéciles como tú y tus
amigos!

"¡Sirius!" Su madre chilló.

"¿Orgulloso?" Orion Black gritó, golpeando su copa, “¡¿Orgulloso?! ¡Has avergonzado a toda tu
familia!”

Al otro lado de la mesa, su tío asintió, "Nunca pensé que vería el día en que el heredero Black se
convertiría en un traidor de sangre..."

“Estaba tan avergonzado cuando escuché la noticia—”

"Quinientos años, y..."

Al otro lado del salón, sus parientes estallaron en protesta, todos gritándose unos a otros. El
corazón de Sirius latía con fuerza en su pecho y sintió que las lágrimas le picaban en la parte
posterior de los ojos.

"¡Suficiente!" Walpurga casi estaba gritando. Finalmente, todos se quedaron en silencio. Volvió su
fría mirada hacia Sirius.

"Vete a tu cuarto. Ahora."

Sirius sostuvo su mirada por un momento, pero luego cedió, golpeó su tenedor y empujó su silla
bruscamente lejos de la mesa. Mantuvo la cabeza en alto mientras se iba, con la esperanza de que
su familia no pudiera ver cómo le temblaban los hombros.

***

Esa noche, Sirius no se giró cuando se abrió la puerta de su habitación. Podía oír a Reg entrando,
dolorosamente lento.

"¿Sirius?"

Silencio. La furia latía como un corazón contra su caja torácica, y sentía calor y picazón por todas
partes.

"Sé que estás despierto".

Regulus se acercó más a su cama, y el colchón se movió cuando su hermano subió. Sirius hizo una
mueca en su almohada.

“Vete, Reg.”

"Sirius-"

"¡Solo vete! Pensé que estabas preocupado por meterte en problemas." Ahora estaba sentado,
habiendo tirado las mantas para poder mirar a su hermano.

Regulus lo observó, con los ojos muy abiertos y arrepentido.

"Sirius, lo siento", dijo, "realmente lo siento, te dije que no los hicieras enojar-"

Sirius soltó una carcajada. "¿De verdad? ¿Viniste para decir 'te lo dije'?"

“No, eso no es—”

"¡Oh, lárgate, Reg!"

Ahora había una chispa de frustración en los ojos de su hermano. “¡No estás siendo justo! Vamos,
no es como si pudiera haberlos detenido…"

Sirius sabía que Reg tenía razón, pero aun así le dolía. No sabía cómo decir que para él siempre
habían sido ellos dos contra su familia, contra el mundo, que el silencio de Regulus era una
traición, un abandono, una promesa rota.

"Podrías haber hecho algo, en lugar de simplemente dejarme solo-"

Pero ahora fue el turno de Reg de reír, incrédulo, mientras decía: "¿Dejarte solo?"

Las palabras colgaban entre ellos. La culpa y la ira se retorcieron juntas en el pecho de Sirius.

"¡Te dije que te fueras!" Extendió la mano, para empujar a Regulus con fuerza. Su hermano cayó
de espaldas sobre el colchón, agitándose para mantener el equilibrio y evitar caerse del borde de la
cama, el pijama se le enroscó en las piernas y...

Oh.

Sirius se congeló. Ambos respiraban con dificultad, con el pecho agitado, a pesar de que habían
estado susurrando. Sirius miró la pierna de su hermano, donde sus pantalones se habían
arremangado, dejando ver la mitad inferior de su pantorrilla. Había tres líneas rectas y delgadas,
justo en medio de la piel.

Sirius miró hacia arriba y sus ojos se encontraron.

“Reg—”

Su hermano se sonrojó, se agachó rápidamente para acomodarse el pijama y se alejó corriendo


sobre las mantas.

“Reggie, ¿ella…?”
"No quiero hablar de ello."

Sirius maldijo. "Esa perra".

"¡No la llames así!" Regulus dijo bruscamente, y Sirius lo miró con incredulidad.

“Reg, ella te lastimó…”

"¡Ella no me lastimaría!" Su voz se elevó a la defensiva, "¡Ella es mi madre!"

Por un momento, Sirius se quedó atónito en silencio. Entonces, dijo muy bajo,

"Ella también es mi madre."

Cuando Regulus se negó a mirarlo a los ojos, Sirius continuó: "Vamos, sabes que esto no está bien,
ella está..."

"¡Ella solo está tratando de hacer lo mejor para mí!" Reg susurró furiosamente, las palabras
tropezando unas con otras, "Para asegurarse de que yo no termine como-"

Se detuvo, abruptamente. Sirius se sintió enfermo.

“Adelante”, dijo rotundamente. Reg negó con la cabeza, mirando hacia otro lado.

"No, adelante", insistió Sirius, la ira lamiendo de nuevo en su voz, "Dilo, Reg, quiero escucharlo".

"Sirius-"

“Para asegurarse de que no termines como yo, ¿verdad? ¿Es eso?"

Los ojos de su hermano brillaban con lágrimas, pero a Sirius no le importaba. Se levantó de la
cama y cogió una capa de viaje de su armario.

"¿Sirius?" Regulus susurró. Cuando su hermano lo ignoró, lo intentó de nuevo, “¿Sirius? ¿Adónde
vas?"

Sirius cerró la puerta del armario bruscamente y tomó su varita de donde la había guardado en su
escritorio.

"A casa", dijo.

***

Estaba lloviendo en Hogsmeade. El agua fría azotó a Sirius mientras luchaba por llegar a los
terrenos de la escuela, el viento azotaba y las gotas de lluvia caían por la pesada capucha de su
capa, hasta que su cabello se comenzó a empapar.

Había esperado hasta la madrugada, mientras aún estaba oscuro, para escabullirse fuera de su
habitación. Sus padres guardaban polvos Flú en una oficina al final del pasillo, y no se sabía dónde
podría estar vagando Kreacher por la noche. Sin embargo, cerca del amanecer, el elfo doméstico
comenzaba a desayunar y Sirius sabía que estaría encerrado en la cocina. Contuvo la respiración
mientras caminaba de puntillas por el pasillo, seguro de que al abrir la puerta de la oficina
encontraría a su padre esperando, pero Regulus no había alertado a nadie. No había ido a despertar
a sus padres ni a buscar a Kreacher. No había tratado de evitar que Sirius se fuera en absoluto.
Nadie se le acercó mientras caminaba a través de la hierba fangosa y se dirigía a la entrada
principal de Hogwarts. Las puertas se abrieron con facilidad y los pasillos estaban vacíos; los
únicos sonidos dentro eran los retratos roncando y la propia capa de Sirius goteando agua en el
suelo. Tuvo que despertar a la Dama Gorda para darle la contraseña, y ella se quejó cuando abrió,
permitiéndole entrar a la sala común.

Remus se sentó cuando la puerta de su habitación se abrió, frotándose los ojos. Por un momento,
solo parpadeó en la oscuridad, pero luego su rostro se iluminó con una sonrisa.

"¡Sirius!"

Saltó de la cama, claramente feliz de ver a su amigo. Sirius no pudo evitar devolverle la sonrisa,
apartándose el cabello mojado de la cara.

"¿Todo bien, Lupin?" Trató de mantener su voz indiferente mientras dejaba caer su capa al suelo, a
pesar de que su cuerpo todavía se sentía cargado de adrenalina. Reg y él siempre habían hablado
de huir de casa, pero ninguno de los dos lo había hecho nunca.

"Está helando, ¿no?" Sirius apuntó su varita a la chimenea, "Incendio".

"¡¿Qué estás haciendo aquí?!"

“Tuve suficiente”, se miró las botas, que estaban cubiertas de barro, y se concentró en quitárselas.
“Tuve una discusión con papá, luego toda la familia se involucró. Lo de siempre. Me llamó traidor
a la sangre, la vergüenza de la familia, etcétera, etcétera...” Se derrumbó en su cama, con el
corazón acelerado con el recuerdo de las voces de su familia. "Así que me fui."

James hubiera querido hablar sobre eso, preguntarle si estaba bien, decirle que no debería
avergonzarse, insistir en que sus padres estaban equivocados. Sirius se preparó, pero Remus solo
dijo:

"Wow. ¿Cómo has llegado hasta aquí?"

Viejo y querido Remus. “Polvos flú” dijo Sirius y se encogió de hombros, “Llegué al pub del
pueblo. Luego simplemente caminé colina arriba”.

"Wow." Remus repitió.

Antes de que el otro chico pudiera hacer más preguntas, Sirius se sentó. “Me muero de hambre, me
mandaron a la cama anoche sin cenar. ¡Vamos, vístete! ¡Desayuno!"

A pesar de que intentaron tomar sus asientos como de costumbre en el Gran Comedor, actuando
como si nada estuviera mal, McGonagall irrumpió de inmediato.

"Sr. Black”, dijo bruscamente, “¿Qué significa esto?”

Sirius sonrió descaradamente. "Yo también la extrañé, profesora".

Sus labios se torcieron, pero el ceño fruncido permaneció firmemente en su rostro.

“Lo vieron caminando por los terrenos de Hogsmeade a las seis en punto de esta mañana. ¿Le
importaría explicarme más?

Sirius negó con la cabeza,

“No realmente, profesora. Eso es prácticamente todo lo que se puede decir”.


McGonagall negó con la cabeza y suspiró, una nota de lástima en sus ojos. Hizo que Sirius se
sintiera incómodo.

“Muy bien, Sr. Black. Tendré que ponerme en contacto con sus padres, por supuesto, para que
sepan dónde está."

Pero una bandada de lechuzas ya estaba entrando en picada al gran salón, y Sirius pudo ver a la
más grande de ellas, una majestuosa lechuza real, agarrando un grueso sobre rojo.

"No es necesario", dijo, mientras el pájaro dejaba caer la carta en su plato. Bajó la mirada hacia el
sobre deliberadamente, y luego sonrió con ironía a McGonagall. “Creo que saben exactamente
dónde estoy”.

Él sostuvo la mirada de la profesora mientras recogía el sobre y lo abría antes de que alguien
pudiera llegar a ver sus dedos temblar. Inmediatamente, la voz de su madre invadió todo el salón,
estridente y helada de rabia. Los otros estudiantes se giraron para mirar y McGonagall hizo una
mueca.

“SIRIUS ORION BLACK”, gritó la voz de su madre, “¿CÓMO TE ATREVES A DESAFIAR A


TU PADRE DE ESTA MANERA?” Junto a él, Remus se tapó los oídos. Pero Sirius permaneció
completamente inmóvil, negándose a dejar la mirada de McGonagall. “¡ASOCIÁNDOTE CON
MESTIZOS Y TRAIDORES DE SANGRE! ¡DANDOLE LA ESPALDA A TU FAMILIA! ¡SI
TU ABUELO ESTUVIERA VIVO, TE HABRÍA RECHAZADO DESDE EL MOMENTO EN
EL QUE FUISTE SELECCIONADO! ¡TE QUEDARÁS EN LA ESCUELA HASTA FIN DE
CURSO Y PENSARÁS EN LA VERGÜENZA Y DESHONRA QUE HAS TRAÍDO A TU
NOBLE TÍTULO! ¡NO CREAS QUE NO TE DESHEREDAREMOS! ¡TÚ NO ERES NUESTRO
ÚNICO HIJO!”

Con eso, la carta estalló en llamas, hasta que no fue más que un montón de cenizas sobre la mesa.
El silencio que siguió fue sofocante. Sirius podía sentir los ojos de cada persona en la habitación
sobre él.

'Que miren, entonces' pensó, la ira todavía era una brasa fatigante en su vientre. Pero él mantuvo la
compostura, sirviendo con indiferencia huevos revueltos en su plato. Volvió a mirar a McGonagall,

“Puede enviarle a mamá una lechuza si quiere, profesora, pero dudo que la lea”.

"Muy bien, Sirius", McGonagall asintió, "Solo... trata de no meterte en problemas, ¿quieres?"
Regresó rígidamente a la mesa de profesores en el otro extremo del pasillo.

Sirius comió su desayuno en silencio, con la piel erizada por las miradas de los otros estudiantes.
Incluso Remus lo miraba con los ojos muy abiertos, como si no pudiera creer lo que acababa de
presenciar. Sirius trató de ignorar la vergüenza que sangraba como aceite por su cuerpo,
engullendo su comida sin parar.

'No me importa', se recordó a sí mismo, ferozmente. ¿A quién le importa un carajo lo que piensen?
Pero aun así sintió una oleada de alivio una vez que hubo terminado de comer, y pudo dejar atrás
las miradas curiosas.

[Años después, Remus siempre recordaría pensar en ese momento, que Sirius debía ser el chico
más valiente de todo el mundo]

***
La mañana siguiente fue mucho mejor. Cuando se despertaron el día de Navidad, Sirius y Remus
descubrieron montones de regalos envueltos en sus camas. Remus casi parecía perplejo mientras
desenvolvía un paquete abultado que contenía varios bocadillos, junto con un juego de gobstones
de James y una caja de ranas de chocolate de Peter.

"Feliz Navidad", dijo Sirius, sofocando un bostezo. Peter también le había enviado una caja de
ranas, y había una revista anual de su equipo de quidditch favorito de parte James, lo que lo hizo
sonreír.

"Feliz Navidad", respondió Remus, "No le compré ningún regalo a nadie", se rascó la oreja,
luciendo un poco culpable, "No sabía que lo harían..."

"No te preocupes", le aseguró Sirius, dirigiéndose al baño, "nadie esperaba que lo hicieras".

Cuando volvió a la habitación, había un paquete grande, plano y cuadrado sobre su cama.
Andrómeda, pensó. Sirius lo abrió lo más rápido que pudo, zumbando de emoción.

"¡Es de Andrómeda!" Le explicó a Remus, quien había respondido a su entusiasmo con una sonrisa
perpleja. Cuando sacó un disco del paquete, los ojos de Remus se iluminaron y se apresuró.

Cada festividad, Andrómeda le enviaba un álbum muggle. Así fue como Sirius había amasado su
colección, sus posesiones más preciadas, aparte de su varita. Este tenía una cubierta negra,
superpuesta con la imagen de un hombre parado frente a un enorme amplificador, tocando una
guitarra. Su cabello era salvaje y rizado, y tenía una postura poderosa, con las piernas separadas,
todo delineado en oro. Electric Warrior, leyó, T-Rex.

"Ohhh, T-Rex, creo que he oído hablar de ellos", murmuró Remus. Sirius volteó el álbum,
escaneando ansiosamente la lista de canciones.

Remus se movió con impaciencia. "¡Ponlo!" Lo apresuró, los ojos aún brillantes de emoción.

Sirius lo hizo, sacando el disco con cuidado y colocándolo suavemente sobre su tocadiscos. Vieron
cómo empezaba a girar, y la habitación se llenó de música: un latido suave y deslizante.

Beneath the bebop moon/I wanna croon/With you-ooo…

Se sentaron, hipnotizados, completamente inmersos en la música. Cuando se detuvo, Sirius giró el


disco inmediatamente a su lado B y se sentaron en silencio mientras sonaba. Cuando terminó,
Sirius giró el disco sin decir palabra y comenzó de nuevo desde el principio.

Remus era la mejor persona para escuchar música. A diferencia de James y Peter, no hablaba y no
se distraía. Para las canciones más lentas y soñadoras, se acostaron uno al lado del otro en la cama,
compartiendo sonrisas. En las estrofas más pegadizas, marcaban el ritmo con los pies o se
balanceaban con las melodías. No necesitaban hablar, mientras sonaba la música, el mundo entero
se desvanecía y Sirius se sentía cálido y seguro.

Finalmente, a la mitad de la segunda vuelta de disco, entró Frank,

“¡Feliz Navidad muchachos, vamos, a desayunar!”

El Gran Comedor era una explosión de color; brillantes cuerdas de oropel rojo, verde y dorado
brillaban en cada viga, y doce árboles enormes centelleaban con luces multicolores y adornos en
cada rama. Sirius sonrió, pensando para sí mismo que tal vez la Navidad no fuera tan mala,
después de todo.
Después del desayuno, los chicos corrieron a su habitación, donde Sirius inmediatamente puso de
nuevo el álbum. Cuando lo escucharon por tercera vez, Remus anunció: "Es lo mejor que he
escuchado". Sirius asintió solemnemente, eufórico de que al otro chico le encantara tanto como a
él.

Pasaron el resto del día comiendo las ranas de chocolate de Peter, jugando alborotados juegos de
chasquidos explosivos y escuchando música en la sala común. Para la hora de la cena, Sirius había
memorizado toda la letra de Jeepster. Tarareaba entre bocado y bocado de comida, observando a
Remus devorar su chocolate, y para cuando la comida terminó, ambos estaban marcando el compás
con sus pies.

[Para cuando cayó la noche, Remus había comido tanto que pensó que nunca volvería a tener
hambre otra vez. Y, aunque no se lo dijo a Sirius (quien, después de todo, se había visto obligado a
huir de casa por primera -si no última- vez), esa había sido la mejor Navidad que Remus había
tenido en su vida.]

Cuando Sirius se fue a la cama esa noche, no pensó en su familia, ni en la carta de su madre, ni
siquiera en su hermano. En cambio, reprodujo T-Rex en repetición en su mente, y se durmió con
las melodías aún en su cabeza.

You slide so good

With bones so fair

You’ve got the universe

Reclining in your hair…


Primer año: Lectiuncula Magna

Martes, 27 de diciembre de 1971

Algo bueno salió de la carta de Walpurga: una idea. Durante los extraños y somnolientos días entre
Navidad y Año Nuevo, Sirius atacó las estanterías de la biblioteca con vehemencia, seguro de que
estaba cerca de un gran avance. Anteriormente, había concentrado sus investigaciones en la vista:
cómo alterar las letras que Remus veía. Pero seguía llegando a callejones sin salida; era difícil
descubrir cómo mantener las letras en el orden correcto, especialmente cuando Sirius no entendía
completamente qué era exactamente lo que Remus veía cada vez que miraba una página.

Pero no había necesitado ver el vociferador para entender lo que estaba diciendo...

Remus se negó a acompañarlo a la biblioteca; actuaba como si los libros fueran a morderle si él
intentaba entrar. Así que Sirius arrastró montones de gruesos volúmenes de vuelta a la sala común.
Se sentaban en un agradable silencio frente al fuego, Sirius leyendo y Remus jugando contra sí
mismo con el juego de ajedrez de Peter. -Él no parecía entender ninguna de las reglas, pero
pensaba que era muy entretenido ver las pequeñas piezas marchar sobre el tablero-. Cuando Sirius
no estaba investigando, él y Remus estaban jugando con los nuevos gobstones que James le había
obsequiado, o escuchando a T-Rex, o tratando de transformar las pantuflas de Frank Longbottom -
se enojó mucho con ellos una noche, cuando las encontró cubiertas de baba, Sirius había estado
tratando de convertirlas en caracoles-.

Se mantuvo tan ocupado como pudo, pero había momentos en los que los sentimientos de Sirius se
apoderaban de él. El desastroso gruñido de culpa, vergüenza y rabia provocado por visitar a su
familia se había convertido en una bestia depredadora en el fondo de la mente de Sirius, moviendo
la cola, esperando cualquier oportunidad para precipitarse sobre él. Veía a los estudiantes de
Slytherin dispersos en el Gran Comedor durante las comidas y recordaba la horrible sonrisa de
Bellatrix. O levantaba la vista después de un momento de intensa concentración en la biblioteca, un
déjà vu se apoderaba de él, los altísimos estantes le recordaban a la biblioteca familiar en casa. O
cuando Remus decía algo divertido, y Sirius se reía hasta que le dolían los costados, hasta que se
quedaba sin aliento y se sorprendía a sí mismo pensando, ojalá Reg estuviera aquí.

Ese confuso lío de emociones solo hacía enfadar a Sirius, uniéndose a la ira ya latente que había
tratado de encerrar. Por suerte, sabía exactamente dónde enfocar su creciente resentimiento:
Severus Snape.

Remus parecía igualmente ansioso por planear su venganza, todavía furioso por la broma de Snape
con el cabello. Sin embargo, tomaba un enfoque ligeramente diferente al de Sirius.

"Deberíamos tomar la capa de James, seguirlo hasta que esté solo y luego darle una paliza".

Estaban sentados en la sala común vacía, y la voz de Remus era casi un gruñido cuando sus dedos
se hundieron en el reposabrazos de cuero del sofá.

"Despreocúpate, Lupin", Sirius chasqueó la lengua, con los brazos llenos de libros de la biblioteca,
"Estás pensando como un muggle. Si vamos a atraparlo, lo haremos con magia”.

"No más libros" se quejó Remus, torciendo la boca como si hubiera probado algo amargo cuando
Sirius se dejó caer a su lado.
“Sí, más libros”. Sirius abrió un tomo pesado, tan grande que la cubierta descansaba sobre las
piernas de ambos. “Los amarás una vez que los conozcas, te lo prometo”.

Estaba muy cerca, ahora, de terminar su investigación sobre la solución para la lectura. Había
descubierto qué hechizos necesitaría, y solo tenía que encontrar una manera de juntarlos
rápidamente. De hecho, ya había comenzado a probar diferentes variaciones en la biblioteca, donde
Remus seguramente no lo descubriría, pero Madam Pince ya lo había amenazado con prohibirle la
entrada después de una sucesión de intentos fallidos que dieron como resultado que los libros
comenzaran a gritar en voz alta.

"Entonces, ¿de qué se trata este?" preguntó Remus, aunque no parecía muy entusiasmado con la
pregunta.

"Hechizos y maldiciones. Sin embargo, muchos de ellos son realmente complejos. Quiero decir,
somos buenos en eso- tú, yo y James, de todos modos- pero igual pienso que deberíamos ceñirnos a
lo básico. La simplicidad es la clave”.

"Está bien", murmuró Remus.

"Así que pensé que podríamos hacer una lluvia de ideas sobre todas las cosas que podemos hacer,
y ver si eso se presta para algún buen maleficio", continuó Sirius alegremente, sin inmutarse por la
falta de entusiasmo de su amigo, "Yo soy realmente bueno en Transformaciones, obtuve las
mejores notas incluso después de que empezaras a ponerte al día”.

"Cierto," Remus asintió.

"Y James es un poquito mejor que yo en Defensa Contra las Artes Oscuras, lo que pensarías que
sería útil cuando se trata de un asqueroso tonto como Quejicus, pero aún no hemos aprendido
ningún hechizo bueno, excepto hechizos de desarme, y eso no sirve."

Mordió distraídamente su pluma -un hábito que su madre odiaba, pero ella no estaba allí- y
continuó: “James también es bueno volando, obviamente, pero no sé cómo sería eso de alguna
ayuda. Luego está Pete... Bueno para escabullirse y trabajar duro, supongo..."

Lo bueno de no tener a James cerca era que Sirius no tenía que esforzarse tanto para ocultar su
desdén por Peter. Era cierto que ahora le parecía más agradable; a veces podía ser divertido y
siempre estaba dispuesto a jugar al ajedrez o a chasquidos explosivos. Pero estaba tan desesperado
por la atención de James, y no era tan bueno en magia como el resto de ellos.

"Pete es bueno en herbología" sugirió Remus, "y en pociones."

"Ambas son inútiles", Sirius se encogió de hombros, "tú fuiste a quien se le ocurrió lo de la rosa
mosqueta, y nunca vamos a superar a Snape en Pociones. Odio admitirlo, pero el bastardo es
demasiado bueno en eso". No era como si estuviera siendo malo con Peter, solo era sincero. “De
todos modos, te tenemos a ti; probablemente eres el mejor en Encantamientos."

"No el mejor", dijo Remus, rápidamente, "Soy bueno en la levitación, supongo, pero eso es todo".

Sirius puso los ojos en blanco, agitando una mano con impaciencia. “Oh, cállate, este no es
momento para la modestia, Lupin. Aprendes hechizos más rápido que nadie. Si encontramos un
maleficio lo suficientemente horrible aquí, cuento contigo para descubrir cómo hacerlo."

Remus se movió incómodo, a pesar de que él solo estaba declarando los hechos como eran. Sirius
ignoró a su amigo sonrojándose y se concentró en la tarea que tenía entre manos.
“Tiene que ser algo grande,” murmuró, volteando hasta la parte de atrás del tomo y haciendo que
Remus gritara cuando todo el peso del libro cayó sobre su regazo. Sirius pasó el dedo por el índice,
"Algo mucho peor que el asunto del cabello".

Junto a él, Remus se había puesto tenso. Después de un momento, apartó el libro y se levantó,
estirándose.

"No sé por qué crees que seré de alguna ayuda", insistió, bostezando. Sirius sonrió.

“Perspicacia muggle”, dijo, “como el polvo pica pica. Se te pueden ocurrir cosas que Snape no
verá venir”.

Remus frunció el ceño, rascándose la cabeza. Su labio inferior sobresalía, la expresión que ponía
cada vez que se concentraba en algo.

"No puedo pensar en nada lo suficientemente malo", dijo, "una vez conseguimos un balde de agua
y lo apoyamos sobre una puerta -que tenías que dejar un poco entreabierta, ya sabes- entonces se
suponía que la matrona pasaría por allí y se empaparía. Excepto que la matrona no pasó, la cocinera
sí, y nos sirvió comida de mierda durante un mes."

Como si fuera una señal, el estómago de Remus gruñó. El niño siempre estaba hambriento. “Esa es
una broma bastante mansa, para ser honesto." siguió Remus "¿Tienes hambre? ¿Ya podemos bajar
a cenar?"

"Sí, supongo", suspiró Sirius, cerrando el libro. Una vez que Remus comenzaba a pensar en
comida, no había manera de que se concentrara en otra cosa. “Podríamos obtener un balde con
bastante facilidad, pero parece como si hubiera mucho margen de error. Y no sé si realmente
infundiría miedo en su corazón de la manera en que queremos. Somos merodeadores, deberíamos
establecer ciertos estándares”.

Mientras pasaban por el agujero del retrato, Remus se rió entre dientes.

“Sí, te dije que era una tontería. Es una lástima, porque a Quejicus le vendría bien un buen lavado."

Sirius se rió. Un buen lavado…

Se quedó helado, golpeado por la inspiración.

“¡Oh, genio! ¡Eres un maldito genio!” Extendió la mano para agarrar el hombro de Remus.

"¿Qué?" preguntó Remus, mirando hacia atrás con una mezcla de sorpresa y molestia,
probablemente irritado porque Sirius estaba retrasando su cena por treinta segundos.

“¡Un buen lavado! ¡Eso es lo que haremos! Es fácil, apuesto, estará en uno de esos libros… ¡espera
aquí!” Se lanzó de regreso a través del retrato, sabiendo exactamente qué libro tomar.

***

"Entonces espera, ¿explícamelo de nuevo?" susurró Remus, usando los restos de su papa asada
para limpiar su salsa. Estaban terminando sus platos, hablando en susurros mientras se inclinaban
sobre la mesa de Gryffindor. "Suena complicado".
"No lo es" le aseguró Sirius, "creo que es fácil. Los hechizos meteorológicos son difíciles a gran
escala, pero solo necesitamos una nube del tamaño de este plato. Golpeó su tenedor en la
porcelana, enfatizando su punto."

“¿Sería como el techo?” preguntó Remus, moviendo su cabeza hacia las vigas encantadas mientras
metía la papa en su boca. Estaba lloviendo, igualando el clima sombrío afuera, pero por supuesto,
el agua desapareció antes de que pudiera golpearlos.

“Un poco”, respondió Sirius, “pero más pequeño. Y sin ningún encanto que nos impida mojarnos."

"Pero ... ¿no podría simplemente alejarse de eso?"

"¡No si lo combinamos con un hechizo vinculante!"

“Pero… todavía no podemos mezclar hechizos. Bueno, no puedo. ¿tú puedes?" Remus detuvo su
comida por un momento para mirar a Sirius, quien asintió emocionado.

“Sí, lo he estado intentando, para tu asunto de la lectura. En realidad, no es demasiado difícil; solo
tienes que concentrarte”.

"Eso es lo que dicen sobre la lectura", dijo Remus con escepticismo.

“Practicaremos”, insistió Sirius, “Practicaremos mucho, antes de que James y Pete regresen. Van a
morirse de la impresión."

De vuelta en los dormitorios, Remus siguió comiendo, masticando galletas mientras Sirius pasaba
las páginas de uno de sus libros de la biblioteca. Estaba lleno de hechizos meteorológicos, con no
menos de diecisiete hechizos relacionados con la lluvia, pero finalmente, encontró uno que parecía
encajar con lo que buscaba. Leyó las instrucciones en voz alta varias veces, hasta que ambos
estuvieron seguros de haber entendido, y se turnaron para intentarlo.

Sirius era mejor en la pronunciación, pero Remus era natural cuando se trataba de usar la varita, y
Sirius tenía que ver cómo torcía la muñeca para hacerlo bien. Les tomó horas, incluso con ambos
trabajando juntos, pero cuando el reloj se acercaba a la medianoche finalmente lo lograron: Remus
logró lanzar una pequeña nube gris. Se deslizó como humo de su varita, flotando entre ellos antes
de estallar, casi como una burbuja. Quedó un leve rastro de condensación, que se disipó en
segundos.

Sirius no podía dejar de sonreír,

"¡Esto va a funcionar!"

***

Sábado, 31 de diciembre de 1971

Remus estaba actuando raro. Había estado un poco desconectado todo el fin de semana, más
delicado que de costumbre, más fácilmente frustrado, inquieto. Sirius no le había prestado
atención; ya estaba acostumbrado a los estados de ánimo de Remus. Pero el sábado, se mantuvo
tratando de deshacerse de Sirius.
No era como si hubiera algún lugar a donde ir, ambos estaban confinados en los terrenos de la
escuela, y Remus no tenía exactamente otros amigos con los que pasar el rato, a menos que de
repente se hubiera convertido en el mejor amigo de Frank. Al principio, Sirius pensó que su amigo
podría querer un momento de tranquilidad, eso no era un problema, ellos podían encontrar bastante
comodidad sentados en un silencio agradable. Pero Remus se veía molesto cuando Sirius llevó su
libro de la biblioteca a la sala común, lo cual fue un poco grosero, ya que Sirius había estado
sacando libros pesados de la biblioteca toda la semana para que Remus no tuviera que estar solo.

Finalmente, dijo que se sentía enfermo. Estaban acostados en su habitación, escuchando a T-Rex
nuevamente, y Sirius se ofreció amablemente a trasladar el tocadiscos a la enfermería. Había tan
pocos estudiantes que probablemente ellos serían los únicos allí, y no podía imaginar que a la
amable enfermera le molestara un poco de música. Sirius estaba a punto de hacer levitar el
tocadiscos cuando Remus gritó:

"¡No! Yo... yo debería ir solo. Tenía el ceño fruncido por la consternación. Sirius lo miró, perplejo.

"¿Por qué?"

“Bueno, eh —el hechizo. Deberías seguir practicándolo. Necesitamos estar listos una vez que
comiencen las clases”.

"Pero básicamente ya hemos conseguido hacerlo", señaló Sirius, frunciendo el ceño. Ambos se las
habían arreglado para conseguir tormentas de lluvia en miniatura en este punto; de hecho, casi
habían inundado el baño. No era como si una noche libre los hiciera retroceder.

"Encuentra algo más que hacer, entonces" espetó Remus, a medio camino de la puerta, "te veré
mañana."

"¡¿Cómo puedes saber que ella te hará quedar toda la noch-?!" Pero antes de que pudiera terminar
su pregunta, Remus cerró la puerta detrás de él.

[Se estaba volviendo descuidado, Remus pensó para sí mismo mientras llamaba a la puerta de la
oficina de McGonagall. Eventualmente tendría que pensar en una excusa decente para todas sus
ausencias. Era seguro de que ellos eventualmente conectarían las noches en las que desaparecía
con la luna llena- todos tomaban clases de astronomía juntos.]

Sirius flotaba en medio de la habitación, herido por la brusca despedida de su amigo. ¿Remus
simplemente... no quería pasar tiempo con él? A Sirius se le ocurrió la horrible idea de que tal vez
estaba actuando como Pete, acompañándolo desesperadamente incluso cuando no era bienvenido.

Tuvo una repentina oleada de vergüenza, que reemplazó inmediatamente con ira: él no era como
Peter; ¡no era como si estuviera desesperado por andar con Remus! Estaba perfectamente bien
solo; de hecho, ¡Remus era quien debería estar agradecido de que Sirius le dejara pasar el rato con
él! ¡Si no hubiera regresado a Hogwarts, el otro chico habría tenido que pasar la Navidad solo!
Entonces, ¿a quién le importaba si Remus estaba siendo un imbécil? ¡De todos modos, no era
como si Sirius lo necesitara!

Sirius murmuró enojado, irrumpiendo en la biblioteca. Ya que Remus estaba tan ansioso por estar
solo, él bien podría pasar algún tiempo allí, en lugar de tener que trasladar los libros a la sala
común. Pero una vez que llegó, se encontró incapaz de concentrarse; seguía recordando cómo él y
Reg se habían escondido entre las estanterías, la mañana de la fiesta de Navidad cuando intentaban
esconderse de Kreacher.

Sirius regresó al dormitorio, poniendo nuevamente a T-Rex. Pero eso sólo hizo que pensara en
Remus, y lo mucho más divertido que era escuchar música con otra persona. Finalmente, se dio por
vencido y fue al baño a practicar el hechizo de tormenta. Pero incluso eso fue una pérdida de
tiempo: luchó por concentrarse y terminó empapando su túnica.

Finalmente, se quitó la ropa mojada y se puso el pijama. Estaba oscureciendo y Remus aún no
había regresado. Sirius se preguntó si realmente la enfermera lo mantendría toda la noche allá, pero
no se veía enfermo. De hecho, todo el día Remus había tenido más energía que de costumbre;
había sido incapaz de quedarse quieto durante más de dos segundos. Seguramente volvería,
¿verdad?

Sirius esperó, pero Remus no regresó. Se dio la vuelta en la cama, recordando las otras veces en
que su amigo había desaparecido por la noche. ¿Estaba en la enfermería todas esas veces? ¿Tenía
algún tipo de enfermedad que estaba manteniendo en secreto? Afuera, el cielo estaba
completamente negro, la única luz que quedaba era la de la luna, y—

Y-

La luna.

Sirius se sentó, mirando por la ventana.

Una luna llena.

Pero... eso no podía... no podía ser...

Sirius sintió como si su estómago se hubiera hundido hasta el suelo. Por un momento, solo pudo
contemplarla. Luego, con un repentino estallido de adrenalina, saltó de la cama, buscando sus notas
de astronomía y contando los días en su cabeza...

***

Domingo, 1 de enero de 1972

Sirius apenas había dormido. Tenía los ojos llorosos durante el desayuno, y estaba mareado por la
falta de sueño. Había pasado toda la noche repasando sus notas de astronomía, luego había pasado
a las de Defensa Contra las Artes Oscuras, en busca de algo relevante. Después de eso, revisó todos
sus libros de la biblioteca, chequeando si había traído algo útil al dormitorio. Pero había muy poco
en sus notas o en sus libros para responder a su pregunta, por lo que Sirius se dio prisa en comer,
apresurándose a la biblioteca inmediatamente después de terminar.

Arrastró un puñado de libros hasta la mesa de un rincón y los devoró, recorriendo las páginas.
Todo encajaba: las desapariciones mensuales, los extraños estados de ánimo, las visitas a la
enfermería...

Pero. Pero, ¿podría ser -realmente- cierto? Sirius había pensado que lo de la lectura era un gran
secreto -esto era casi impensable. Sin embargo, cuanto más investigaba, más seguro estaba de que
su corazonada era correcta.
Remus Lupin era un hombre lobo.

Su corazón latía con fuerza con el peso de su descubrimiento, y las preguntas flotaban en su mente.
¿Cómo había sucedido? ¿Y cuando? ¿Dumbledore lo sabía? Él debía de —los profesores ya tenían
que saberlo, esa debía ser la razón por la que Remus iba a la enfermería todos los meses, ellos
tenían de seguro algún tipo de medidas de seguridad establecidas. ¿Cómo era la transformación?
¿Cómo se veía? ¿Remus podría recordarlo?

[Al día siguiente, Remus apenas pudo levantarse después de haberse transformado de nuevo. En
su lugar, se cubrió con una manta y se tumbó en el suelo esperando a que llegara Madam
Pomfrey. Cada centímetro de él dolía, más que nunca. Su cabeza latía como si un troll la hubiera
pisoteado. Le dolía cada diente de su mandíbula, los tendones de los hombros se sentían como si
se hubieran estirado tanto que se hubieran roto. Se había quebrado casi todas las uñas. Había
enormes marcas de garras en el empapelado de las paredes.]

A medida que surgían las preguntas, una marea interminable, Sirius sabía que no podría hacer
ninguna de ellas. Si su presentimiento era correcto -lo era, tenía que serlo-, entonces Remus tenía
buenas razones para mantenerlo en secreto. A Sirius siempre se le había enseñado que los hombres
lobo eran muy peligrosos, más bestias que hombres. Obviamente, eso no era cierto, al menos no si
Remus servía de indicador. De hecho, a Sirius nunca se le pasó por la cabeza que él debería estar
asustado o incluso preocupado. Pero estaba seguro de que habría un alboroto si en algún momento
la noticia se extendía por la escuela.

Por la tarde, estaba casi completamente seguro de su conclusión, y tan seguro de que nunca, jamás,
podría decirle a Remus que lo había descubierto. Aún así, la curiosidad lo carcomía, se dio cuenta
de que deseaba mucho ver a su amigo. Afortunadamente, Sirius sabía exactamente dónde
encontrarlo.

***

Remus era el único estudiante en la enfermería. Estaba durmiendo, pero Madam Pomfrey dejó que
Sirius se sentara junto a su cama, susurrando:

"¡Estoy segura de que estará encantado de ver una cara amigable cuando se despierte!"

Sirius le sonrió cuando ella acercó una silla para él y se sentó mientras ella se alejaba.

Remus no se veía diferente. Bueno -había algunos vendajes y esas ojeras que mostraban que había
estado despierto toda la noche. Pero seguía siendo el mismo chico delgado, con el cabello
enmarañado que sobresalía de su cuero cabelludo. No se veía como una criatura peligrosa. Solo
parecía cansado.

Sirius apoyó la barbilla en sus manos, contemplando a su amigo dormir. Mientras esperaba a que
Remus se despertara, su determinación se endureció, incluso si el chico era un hombre lobo, no
importaba. No cambiaba quién era él, divertido, inteligente y lleno de secretos. Sirius se aseguraría
de que nadie más se enterara, así Remus podría quedarse en Hogwarts. Seguirían planeando
bromas y escuchando música y leyendo juntos, nada tenía por qué cambiar.
Cuando Remus finalmente se sentó, Sirius le entregó ansiosamente un vaso de agua. Lo aceptó en
silencio, bebiendo profundamente, y entonces dio un salto cuando se dio cuenta de quién le había
pasado el vaso.

"¡Sirius!" Su voz era ronca.

"¡Feliz año nuevo!" cantó Sirius. “Pensé en venir a verte cuando no estuviste en el desayuno.
¿Estás bien?"

"Bien" dijo Remus, frotándose la cabeza. "Yo um... a veces me da migraña. Ya me siento mejor."

"Qué bueno" Sirius asintió -realmente necesitaría enseñarle a Remus a mentir mejor, de algún
modo-, "Porque ya tengo listo tu regalo de Navidad".

"¿Mi... qué?" Remus parecía cauteloso, como si esperara que eso se convirtiera en una broma.

"Lamento la tardanza" dijo Sirius, apenas capaz de contener su emoción, "tenía que hacer algunos
ajustes de última hora. Toma." Le pasó el libro que había traído consigo. Era la copia de Remus de
Una Historia de la Magia.

"Qué...?" El ceño de Remus se arrugó mientras miraba el título.

"¡Ábrelo!"

Remus lo hizo. Las páginas estaban tiesas, casi como si fueran nuevas -Sirius dudaba que hubiera
abierto el libro más de una vez en todo el año. Debajo del título, había garabateado una nota rápida
y vio que Remus la miraba con los ojos entrecerrados.

"Sirius, sabes que no puedo..."

“¡Pon tu mano encima!” Sirius interrumpió, dando un paso hacia adelante. “La palma contra la
página, sí, así. Ahora, dame un momento...”

Levantó su varita, colocándola cuidadosamente contra la sien de Remus. Los ojos de su amigo se
abrieron ligeramente en un gesto de pánico.

"Sirius, ¿qué estás haciendo?"

"¡Confía en mí!" Sirius lo hizo callar, concentrándose mucho. Tomó un respiro profundo. Remus
cerró los ojos con fuerza, como si esperara que le volaran la cabeza, y Sirius trató de no ofenderse
por esa falta de confianza.

"¡Lectiuncula Magna!" Sirius pronunció las palabras con precisión, poniendo algo de fuerza detrás
de ellas.

Remus se estremeció un poco, Sirius sabía -al ya haber probado el hechizo en sí mismo- que no se
sentía exactamente agradable, aunque no era doloroso.

"¿Qué fue eso?" Remus había vuelto a abrir los ojos, todavía cauteloso mientras miraba a Sirius.

"¡Mira el libro!" Sirius dijo ansiosamente, sonriendo, “¡Dime lo que dice!

Remus dio un largo suspiro de sufrimiento y miró hacia abajo.

“¡Léelo!" lo apresuró Sirius.


"Yo..." Remus miró hacia abajo y se detuvo, frunciendo el ceño. Después de un segundo, parpadeó,
con los ojos muy abiertos. Sirius observó como su rostro entero se iluminaba, su boca esbozando
una amplia sonrisa.

[‘Feliz’ dijo una voz en su cabeza. Remus parpadeó sorprendido -él nunca había escuchado esa
voz antes, aunque sonaba como la suya. Era casi como con el sombrero seleccionador, solo que
más familiar, menos invasivo. Volvió a mirar.

‘Feliz Navidad,’ leyó. ‘Ahora ya puedes hacer tu propia maldita tarea. De parte de tu compañero
merodeador y amigo, Sirius Black.’]

Remus se rió. Volvió a mirar a Sirius y luego a la página. Abrió el libro por la mitad, examinando
el texto.

['a finales del siglo XVI, Cornelius Agrippa realizó sus mayores avances en el campo de la magia
natural...']

"¡Oh Dios mío!" Pasó a otra página, sus ojos desplazándose rápidamente mientras leía. [La voz
continuó con confianza. Ya podía leer] "¡Oh Dios mío!"

"¡¿Funcionó, entonces?!" preguntó Sirius, emocionado.

"¡Sirius! ¡Esto es... tú! No puedo... ¡¿Cómo?!”

"Oh no" bromeó Sirius, "¿No me digas que te he estropeado tanto el cerebro que ahora no puedes
ni formar una oración coherente?"

"Gracias", dijo Remus fervientemente, y Sirius se sorprendió un poco al ver que los ojos de él se
veían brillantes, como si fuera a llorar. Se los frotó con los puños y Sirius desvió la mirada, con el
corazón latiéndole con fuerza en el pecho.

"Está bien", dijo casualmente, "ahora puedes ayudarme a investigar nuestra próxima gran broma".

"Pero ni siquiera hemos terminado con la primera aún", resopló Remus, todavía sonriendo, "Tienes
que mostrarme cómo hiciste esto... es... me refiero a que, esto debe ser magia realmente avanzada".

"Más o menos", Sirius se encogió de hombros con indiferencia, "tuve la idea después del
vociferador de mamá, en realidad. Pensé que si podías conseguir que una carta le gritase a alguien,
entonces también se podía conseguir que un libro le leyera a alguien. Mantener la voz dentro de tu
cabeza fue la parte más difícil: no podía saber si de verdad estaba funcionando en mí o si solo
estaba leyendo normalmente. Sin embargo, funciona en cualquier libro. Creo. Aún no estoy seguro
de si en otras cosas, como etiquetas de pociones o letreros, pero podemos seguir trabajando en
eso…”

Remus seguía mirando el libro, pasando las páginas con asombro, y Sirius se apartó, sonriendo.
Habría tiempo para explicarle todo más tarde; por ahora, decidió dejar que su amigo disfrutara del
regalo.

[Remus contemplaba el libro y leía líneas al azar, sonriendo para sí mismo. No recordaba alguna
vez en la que hubiera sido más feliz en toda su vida.]
Primer año: La broma

Domingo, 2 de enero de 1972

Le tomó algunos intentos a Remus hacer bien el hechizo. Sirius tuvo que entrenarlo a con la
pronunciación, la cual era un poco complicada, y aunque la mayoría de la magia parecía ser algo
natural para Lupin, él dudaba de realizar el hechizo en sí mismo. Finalmente, dijo tímidamente,

"¿Te molesta si simplemente- lo haces por mí? ¿Hasta que le agarre el truco?

"¡No, claro que no!" Sirius le aseguró, secretamente rebosante de orgullo. Le gustaba poder hacer
algo por Remus, y le gustaba que su amigo confiara en él lo suficiente como para pedírselo.

Por supuesto, cuando los demás regresaron, tuvieron que ser un poco más discretos al respecto.
Sirius no dijo nada, pero sabía que Remus estaba avergonzado por sus problemas para leer y no
quería que James o Peter lo supieran. Afortunadamente, tenían la distracción perfecta.

"¡Brillante!" James canturreó, rompiendo en una sonrisa, "¡Completamente brillante!"

"¡Son tan ingeniosos!" dijo Peter.

Todos se habían apiñado en el pequeño baño compartido. Sirius se había parado dentro de la
bañera, el paraguas abierto sobre su cabeza era lo único que evitó que su túnica se empapara
cuando Remus conjuró una nube de lluvia gris sobre su cabeza. Flotaba, dejando caer la lluvia en el
piso del baño. Sirius se movía de un lado a otro de la tina, pero la nube se adhería a él, siguiéndolo
de la misma manera en la que Peter lo hacía con James.

Sus dos amigos habían regresado a Hogwarts hacía solo unas horas, pero tan pronto como
terminaron de cenar, Sirius y Remus los arrastraron escaleras arriba para mostrarles los frutos de su
trabajo.

"Lupin me dio la idea", explicó Sirius, "pero yo busqué los hechizos para hacerlo. No sabe lo que
le espera"

"¡¿Cuándo podemos hacerlo?!" James estaba saltando de un lado a otro ahora, incapaz de contener
su emoción. "¿Mañana a primera hora? ¿En el desayuno? ¿Pociones?"

Sirius negó con la cabeza sabiamente. "En la cena. Más audiencia." Él ya había pensado en esto.

"Sí, cena", James estuvo de acuerdo de inmediato, "En serio, ustedes dos, estoy demasiado
orgulloso".

"Gracias", Sirius levantó una ceja casualmente, pero su corazón saltó de alegría con el elogio. Miró
a Remus. "Um... ¿Lupin? Probablemente puedas pararlo ya. Mis pies se están mojando."

"¡Oh!" Remus detuvo el hechizo, y miró hacia abajo de la tina -había producido más lluvia de la
que el arcaico agujero del tapón podía soportar, dejando a Sirius sumergido hasta los tobillos en
agua fría. "Lo siento."

"No hay problema", se rió Sirius, exprimiendo su túnica y saliendo de la bañera, "Solo asegúrate de
hacer lo mismo con Snape".
"Entonces, ¿Lupin se encargará en esta ocasión?" preguntó James. Sirius se encogió de hombros.

"Él es mejor en esto. Aunque, yo también puedo hacerlo, por si se nos presenta alguna
interferencia."

***

Lunes, 3 de enero de 1972

Cada vez era más fácil admitir cosas como esa. Un efecto secundario de pasar todo su tiempo con
James y Remus, era que Sirius tenía que aceptar que simplemente ya no sería el mejor en todo
(eran una competencia mucho más dura que Regulus). Pero descubrió que disfrutaba el desafío de
competir con James, quien, sin importar si ganaba o perdía, siempre terminaba la competencia con
una amplia sonrisa y una amistosa palmada en la espalda. Y difícilmente podía enfadarse con
Remus, quien era tan tímido acerca de su propio talento con la magia que actuaba desconcertado
cada vez que salía primero en algo.

El primer día de clases después de Navidad, Sirius rebosaba de energía y deseaba poder adelantar
el tiempo hasta la hora de la cena. Se quedó con Lupin mientras los otros chicos bajaban a
desayunar, realizando rápidamente su hechizo de lectura en el otro chico. Remus todavía estaba
luchando un poco para dominarlo, pero eso estaba bien, ninguno de ellos podía ser el mejor en
todo, y Lupin sería la estrella del espectáculo cuando llegara la hora de conjurar el otro hechizo esa
noche.

El día transcurrió, los minutos pasando lentamente como melaza, mientras Sirius escuchaba a sus
profesores hablando de forma monótona. James y Peter también estaban inquietos, reflejando su
propia energía nerviosa. Remus, por otro lado, parecía completamente absorto en las clases. Sirius
sonrió para sí mismo mientras observaba a su amigo consultar sus textos repetidamente, con una
mirada de asombro en su rostro. Estaba claro que la lectura marcaba una diferencia; Remus fue el
primer estudiante en hacer que su ladrillo rebotara en Encantamientos, dominando el hechizo
después de darle una mirada a su libro.

[El primer día de clases después de Navidad, los chicos y él estaban llenos de energía nerviosa a
la espera de la broma. Pero Remus tenía otra razón para estar emocionado. Sería el primer día de
clases en toda su carrera académica en el que sería capaz de leer.

La primera mitad del día fue todo lo que había esperado que fuera. No podía leer la pizarra, pero
Encantamientos se basaba principalmente en la práctica, y Remus se sorprendió de lo mucho más
fácil que se volvía todo cuando solo tenía que consultar su libro, sin tener que recordar todo lo que
Flitwick había dicho sobre los hechizos suavizadores. Fue el primero de la clase en hacer rebotar
su ladrillo, para consternación de Lily Evans, que solía ser la mejor estudiante de
Encantamientos.]

Pero incluso la satisfacción de ver a Remus poner en uso su lectura no fue suficiente para aliviar la
energía contenida dentro de Sirius, y esa tarde estaba tenso. Tenían Pociones con los Slytherins, lo
que significaba ver a Snape, pensar en la broma y saborear la venganza fuera de su alcance justo en
la punta de su lengua.
Slughorn estaba devolviendo sus ensayos sobre los doce usos de la sangre de dragón. Sirius y
Remus habían hecho el suyo juntos, y los merodeadores en general lo habían hecho bastante bien -
Peter, como era de esperar, estaba al final del grupo-. Pero, por supuesto, Snape obtuvo la
calificación más alta y obtuvo cinco puntos para Slytherin. El ver su sonrisa de suficiencia hizo que
Sirius quisiera golpearlo en la cara.

Había esperado que su propio ensayo quedara en segundo lugar, ya que siempre había sido bastante
bueno con las palabras. Sirius estaba preparado para escuchar a Slughorn decir su nombre, y tal vez
por eso sintió una punzada de vergüenza cuando no fue él, sino Lily Evans, la niña nacida de
muggles, quien quedó en segundo lugar y obtuvo un punto para Gryffindor. Se sonrojó al escuchar
a su profesor leer su puntaje; ella solo lo había vencido por unas pocas décimas.

Snape le dedicó una sonrisa aceitosa y ella le devolvió la sonrisa con las mejillas sonrosadas. Sirius
sintió una oleada de irritación y, antes de darse cuenta, ya estaba abriendo la boca.

"Me pregunto si vale la pena acurrucarse a Quejicus solo por un miserable punto a la casa".
Mantuvo su voz lo suficientemente baja para no llamar la atención de Slughorn, pero se aseguró de
que Snape y su pequeña novia pudieran escucharlo. Lily se dio la vuelta, sonrojada.

"Cállate, Black", siseó, "a nadie le agrada un mal perdedor".

Esto solo lo hizo enojar, y siseó de inmediato: "Difícilmente que pierdas cuando tu novio te deja
copiar su tarea".

"¡Yo no le copio, y Severus no es mi novio!" Ahora su rostro estaba casi tan rojo como su cabello.
Sirius hundió los dientes.

"Te estás sonrojando, Evans", sonrió, dándole un codazo a James, "¿No es dulce?" James se rió,
asintiendo.

"Ignóralos, Lily", susurró Snape, a sus espaldas, "Simplemente están celosos".

"¿Celosos de qué, Quejicus?" James dijo rápidamente, todavía lo suficientemente bajo como para
evitar llamar la atención del profesor, "¿Celoso de un idiota grasiento y viscoso como tú? Sigue
soñando."

Sirius se rió, animado por el apoyo de James. Peter también se rió, tratando de involucrarse como
siempre. Slughorn todavía no les prestaba atención: estaba escribiendo instrucciones en la pizarra,
de espaldas. Remus parecía estar ignorándolos también, más interesado en revisar su libro.

Ante la provocación de James, Snape finalmente se dio la vuelta. Y se burló de Sirius,

"Escuché que tuviste una Navidad muy tranquila, Black", sus pequeños ojos brillantes se
entrecerraron con malicia. "Tu familia no podía soportar tenerte cerca por más de unos días que
tuvo que enviarte antes de regreso a la escuela, ¿no es así?" Sus labios se curvaron, cruelmente,
"Todas las familias de sangre pura están hablando de eso: la oveja negra de los Black".

La sangre de Sirius se convirtió en hielo. 'Oh dios, ¿lo sabían ya todos?' pensó. Se imaginó a todos
los Slytherin susurrando al respecto, pensando que eran mejores que él, escuchó en su mente la risa
mezquina de Bella mientras hablaba en la cena de su cumpleaños.

Apretó los puños, impotente por la ira. Quería decir algo inteligente, algo mordaz y agudo, pero
todo lo que salió fue,

"Cállate. La. Boca."


No estaba en su mejor momento.

Afortunadamente, James llegó al rescate, frunciendo el ceño y dijo: "Sí, ten cuidado, Snape. Será
mejor que tengas cuidado con lo que dices. Nunca se sabe lo que puede pasar."

"¿Es una amenaza, Potter?" Snape dijo arrastrando las palabras, sonando aburrido, "Perdóname si
no estoy temblando de pies a cabeza. ¿Vas a mandar a Loco Lupin a atacarme otra vez?"

[Había tenido ese apodo antes. De hecho, era impresionante que hasta ahora nadie en Hogwarts
le hubiera dicho así todavía, especialmente sabiendo que ya tenía la reputación de ser un poco
raro. ¿Todos lo habían estado llamando así a sus espaldas?]

Remus, que ni siquiera había estado prestando atención, se estremeció ante la burla. Frunció el
ceño y se volteó de inmediato a recoger su varita, toda su atención ahora en Snape, quien sonrió y
dijo:

"Oh cielos, ¿realmente has aprendido algo de magia, Lupin? Estoy impresionado. No te ofendas
pero, he oído que pueden entrenar a algunos monos para realizar trucos básicos, así que supongo
que lo tuyo no es un gran logro."

Remus levantó su varita, a veces podía ser más impulsivo que Sirius. Todavía luchando contra su
propia furia, Sirius agarró la muñeca de su amigo y la empujó hacia abajo sobre el escritorio.

"Todavía no" murmuró. No podían dejar que todo su arduo trabajo fuera en vano.

Remus apretó la mandíbula y volvió a mirar la pizarra, con la varita todavía sujeta con fuerza en el
puño. Sirius también estaba furioso, pero ignoró a Snape mientras se reía entre dientes y se daba la
vuelta. Lily le susurró a su amigo:

"¡No hay necesidad de ser tan horrible con él!"

Durante el resto de la lección, Sirius no pensó en nada más que en su venganza. Ya había estado
centrando la mayor parte de su ira en Snape -pero con las vacaciones de Navidad, había pasado un
tiempo desde la broma del cabello, y el dolor de esta había desaparecido un poco. Ahora, la herida
estaba fresca otra vez; Sirius no quería nada más que humillar a Severus, hacerlo sentir pequeño.

Aunque Remus permaneció en silencio durante el resto del día, Sirius se dio cuenta de que el otro
chico compartía esa ira. No sabía exactamente qué cosa en el comentario de "Loco Lupin" había
sido lo que se había estancado dentro de Remus, pero su amigo apenas tocó su cena y siguió
mirando a Snape al otro lado del salón cuando finalmente se sentaron a comer. Sirius frunció el
ceño mientras observaba a los Slytherins dándose codazos y señalando a los merodeadores.
¿Estaban todos hablando de él?

Lily notó las miradas oscuras en sus rostros y habló, diciendo con severidad:

"Ustedes solo dejen a Sev en paz, ¿de acuerdo? Esta estúpida disputa se hará eterna si ninguno de
ustedes puede ser lo suficientemente maduro para-"

"Ya déjalo, Evans", James puso los ojos en blanco. "Ya es bastante malo que tengas que ser amiga
de ese idiota, ¿ahora estás tratando de defenderlo? ¿Dónde está la lealtad a tu casa, eh?"
"Esto no tiene nada que ver con casas", ella insistió indignada, "es un alboroto ridículo por nada."

"¡Él insultó a Remus!"

"¡Todos ustedes se meten con él todo el tiempo!"

"Él lo empezó!"

"¡Oh sí, entonces tú tienes que terminarlo, ¿verdad, Potter?!" Ella saltó de su asiento, recogiendo su
bolso, "¡Dios, ustedes sólo piensan en ustedes mismos!" Ella se alejó, moviéndose para sentarse
más atrás en la mesa.

"Ama una buena pelea, ella" James la miró como un tonto.

De vuelta en la mesa de Slytherin, hubo un alarido de risa. Remus chasqueó la lengua,


aparentemente decidiendo que ya había tenido suficiente. Se puso de pie y sacó su varita, aunque se
suponía que debía de esperar la señal de Sirius.

"¡Ligare Pluviam!"

Funcionó de inmediato, más rápido que nunca antes; una nube de lluvia salió disparada del extremo
de la varita de Remus, tan rápido que Sirius apenas pudo distinguirla hasta que ya estaba
suspendida sobre la cabeza de Snape. La nube se asentó en su lugar, gris e hinchada, retumbando
con truenos. Y el aguacero comenzó.

Al principio, Sirius estaba congelado por la conmoción, mirando boquiabierto la nube de tormenta
que había aparecido, sólo aparentemente, de la nada. Mientras el agua golpeaba la cara de Snape,
los otros estudiantes se alejaron rápidamente, tratando de evitar el diluvio. Él se puso de pie de un
salto después de un momento, tratando de esquivarla, pero la nube se le había pegado como
pegamento, siguiendo sus movimientos. Era perfecto, el mejor trabajo de Remus hasta ahora.

"¡Sí!" Sirius susurró en el oído de su amigo, "¡Maldita sea, Lupin, qué belleza!"

[La inmensa satisfacción que sintió Remus se incrementó cuando las risas comenzaron a resonar a
su alrededor. Snape era un chico tan desagradable y rencoroso que incluso algunos de los
Slytherin parecían complacidos de verlo recibir su merecido. Cuanto más pensaba Remus en ello,
más quería castigarlo y más fuerte llovía. De hecho, la nube pareció oscurecerse e hincharse.]

Remus estaba sonriendo, con los ojos aún enfocados en Snape, aunque se había sentado y ocultado
su varita para que nadie pudiera notar que él estaba detrás de esa magia. Eso estuvo bien -los
estudiantes se estaban riendo ahora, y miraban alrededor del salón para tratar de ver quién era el
que estaba lanzando el hechizo. Pero nadie había visto a Remus moverse excepto los
merodeadores.

Sirius sintió una golpe de placer al ver a Severus tratar desesperadamente de escapar de la
tormenta. Toda la ira y la frustración con las que había estado luchando finalmente tuvieron su
desfogue. Mientras las palabras de Snape de la clase anterior resonaban en la cabeza de Sirius,
pensó para sí mismo:

"Espero que te ahogues, rata."


Como si Remus hubiera leído sus pensamientos, la nube comenzó a hacerse más grande y más
oscura. Snape estaba, de hecho, empezando balbucear un poco ahora, con los ojos entrecerrados
contra la lluvia. Su túnica estaba completamente empapada y ya se había formado un charco a su
alrededor en el suelo. A medida que el aguacero se hizo más espeso, un pánico genuino cruzó su
rostro.

'Bien' pensó Sirius, salvajemente.

"¡Ya para!" Lily le gritaba a James: "¡Sé que eres tú! ¡Deténlo ahora!"

James levantó las manos, riendo, para mostrar que él no estaba haciendo nada. Lily parecía que iba
a llorar, lo que hizo que Sirius quisiera poner los ojos en blanco. No era como si un poco de lluvia
lastimara a alguien.

Severus intentó correr, sosteniendo inútilmente sus brazos sobre su cabeza (lo que parecía inútil, ya
que su cabello ya estaba pegado a su frente), pero su túnica estaba tan pesada y empapada que
medio tropezó, medio resbaló y se derrumbó en el suelo. Sirius se rió.

Junto a él, Remus seguía trabajando en el hechizo. Sirius observó, asombrado, cómo la lluvia
comenzaba a caer aún más fuerte, hasta que Severus apenas era visible a través de la tormenta.
Incluso hubo truenos y relámpagos crepitando en la nube, ahora -eso nunca había sucedido antes.
Sirius estaba atónito por el poder de su amigo; Remus era mucho más fuerte de lo que había estado
dejando ver.

"¡Para! ¡Por favor!" Lily estaba sollozando ahora, e incluso James había dejado de reír, con una
mirada de caballerosa preocupación en su rostro. 'Tontas chicas, arruinando todo."

"Eh... ¿Remus?" James extendió la mano y tocó el brazo de su amigo, "Ya ha tenido suficiente,
compañero..."

Snape no se levantaba y una ola de miedo se extendía por el pasillo. Ya nadie se reía; de hecho,
algunos estudiantes gritaban. Sirius les frunció el ceño. Una parte de él, la parte más mezquina y
enojada, quería ver si Remus podía hacer que la nube golpeara a Severus con un rayo.

"FINITE." La voz de Dumbledore retumbó en el comedor.

La lluvia paró de inmediato. Todo el mundo estaba en silencio. El director estaba de pie en la
entrada, luciendo perfectamente tranquilo a pesar del caos. Entró en él salón y desapareció toda el
agua con un movimiento de su muñeca, inclinándose sobre Severus.

Junto a él, Remus se estaba encogiendo aún más en su asiento, sin sonreír mientras observaba a
Dumbledore susurrar sobre el cuerpo tendido de Snape. Lily seguía sollozando y corrió para
pararse al lado del director. Sirius sintió una oleada aún mayor de molestia. ¿Por qué todo el
mundo estaba exagerando tanto? ¡Era una broma inofensiva!

"Todos a sus dormitorios, por favor", la voz de Dumbledore era suave, pero resonó en el sala en
silencio, "Señorita Evans, por favor traiga a Madam Pomfrey".

Lily salió corriendo de la habitación y todos los demás comenzaron a salir obedientemente. Los
merodeadores intercambiaron miradas mientras se apresuraban a unirse al resto de su casa. James
parecía preocupado, Peter asustado y Remus avergonzado. Sirius frunció el ceño todo el camino de
regreso a su dormitorio, obstinadamente pensando para sí mismo que no era como si hubieran
hecho algo peligroso.
Primer año: Consecuencias
Chapter Notes

He agregado dos segmentos un poco grandes de la perspectiva de Remus, como


siempre en cursiva y entre corchetes. No hay problema si las deciden pasar, de hecho
agradecería saber si les está gustando que agregue esas secciones o no, para decidir si
seguir haciéndolo <3 abrazosss

La sala común de Gryffindor estaba llena de estudiantes chismosos. Todos estaban platicando,
discutiendo acerca de quién podría estar detrás de la broma. Aparentemente, Snape se las había
arreglado para enfadar a bastantes personas diferentes, Sirius se preguntó vagamente si había
alguna persona a quien le agradara, además de Lily.

Siguió a sus amigos hasta su habitación, donde el ambiente era silencioso y sombrío. Remus se
sentó en su cama y miró al suelo, luciendo enfermo de culpa.[Había ido demasiado lejos; él sabía
eso. Se había sentido bien, por un tiempo, y nada podía convencerlo de que Severus no se lo
merecía.]

James lo miró con aprensión. Sirius quería sacudirlos para que ambos reaccionaran. ¡Esa había sido
probablemente la magia más genial que cualquier estudiante de primer año hubiera hecho nunca!

"¿Qué pasó?" James preguntó, cuidadosamente, “¿Perdiste el control con eso? Esa fue magia
realmente fuerte”.

Perder el control. Perder el control del hechizo hubiera hecho que la nube se disipara, y que la
lluvia se desvaneciera; lo que Remus había hecho requería de precisión, poder. Sirius no pudo
quedarse callado por más tiempo.

"¡Fue increíble!" Dijo, con fiereza: “¡Se lo pensará dos veces antes de meterse con nosotros de
nuevo!”.

“Pero... digo, no queríamos realmente lastimarlo, ¿verdad?” James frunció el ceño.

"ÉL está bien, solo estaba fingiendo, para meternos en problemas".

"¿Nos meteremos en problemas?" Peter intervino, moviéndose nerviosamente, “No tooodos lo


hicimos, ¿no? Fue sólo..."

Sirius le dio una palmada en la nuca,

“Qué rata”, sacudió la cabeza, disgustado, “somos merodeadores. Todos para uno y uno para
todos."

Peter entrecerró los ojos, murmurando: "Lo que sea que eso signifique", y yendo de mal humor a su
propia cama.

"Yo lo hice, ustedes no deberían de meterse en problemas". Remus dijo malhumorado, con los ojos
todavía clavados en el suelo.
“¡Fue mitad idea mía!” Sirius le recordó: “¡Yo fui el que hice la investigación! No te preocupes,
Lupin, te apuesto lo que sea a que él está bien."

Pero Remus siguió deprimido. "Si lo está, no es gracias a mí".

Sirius quería poner los ojos en blanco. '¿Por qué todos sus amigos estaban actuando como unas
niñitas?', pensó. Pero entonces Remus miró a James, con la mirada firme, y dijo:

"Yo tenía la intención de lastimarlo".

Sirius soltó un suspiro, pero Remus no lo miraba. Estaba dirigiendo sus palabras directamente a
James.

Hubo un golpe en la puerta, interrumpiendo lo que James podría haber dicho. Era Frank
Longbottom.

“Ustedes cuatro deben venir a la oficina de McGonagall, ahora” les dijo. Él actuaba como si
alguien hubiera muerto y, por primera vez, Sirius sintió una punzada de preocupación: no podían
haber lastimado a Quejicus, ¿verdad?

'¿Y qué si lo hicimos?' Pensó para sí mismo, furioso, tratando de disipar su ansiedad, '¡Se lo
merecía!'

Todos se quedaron mirando mientras atravesaban la sala común, y Sirius levantó la barbilla
instintivamente, desafiando a cualquiera que dijera algo. Se negó a sentirse mal por lo que habían
hecho; 'por el amor de Dios, ¡era solo un poco de agua!'

Dumbledore estaba junto al escritorio de la oficina de McGonagall, mirándolos de forma serena.


Sonrió agradablemente mientras se alineaban frente a él.

"Buenas noches, caballeros".

“Buenas noches, director”, corearon todos.

“Quizás les interese saber que el joven Sr. Snape está bastante bien, aunque su orgullo ha sido
bastante herido”.

Sirius sintió una oleada caliente de reivindicación -sabía que Severus estaba fingiendo- y Sirius
trató de llamar la atención de Remus, pero el otro chico estaba mirando fijamente al suelo.

"Parece que él piensa que ustedes cuatro tuvieron algo que ver con su desgracia". Dumbledore
continuó, con la sonrisa aún en su rostro, "Particularmente usted, Sr. Potter."

James miró hacia arriba, abrió la boca y luego la volvió a cerrar mirando hacia abajo. 'Uno para
todos y todos para uno.' No es como si pudieran tener pruebas de alg-

[Remus no pudo soportarlo. Sólo tenía tres amigos en todo el mundo y no planeaba perderlos
ahora. Dio un paso hacia adelante.]

“Fui yo, señor, yo lo hice”. Remus había dado un paso hacia adelante y estaba hablando
rápidamente. "Me dijo algunas cosas antes y yo estaba enojado con él. Quería darle una lección."

Sirius gimió internamente. ¡Si se hubieran quedado callados, podrían haberse salido con la suya!
Pero por supuesto, Remus tenía que jugar al mártir.

"Ya veo", Dumbledore asintió, "¿Actuaste solo?"


"Sí", Remus sacó su varita, "Mire, puedo probarlo-"

"¡No es necesario!" Dumbledore dijo apresuradamente, "Le creo, Sr. Lupin".

Lo que Remus había olvidado era que eran merodeadores, todos para uno, uno para todos.

"¡No fue solo él, señor!" Sirius habló: "Busqué el hechizo, aprendí a hacerlo también, es igual
culpa mía".

"¿Quiere decir que planeó esto, Black?" McGonagall dijo, bruscamente: “¿Planearon un ataque
contra otro alumno? Diez puntos menos para Gryffindor. Por cada uno."

Sirius se sonrojó, dándose cuenta de su error. Remus, inteligente como siempre, lo había hecho
sonar como algo del momento, pero ahora Sirius había ido y hablado sin pensar de nuevo...

“Y detención para todos ustedes, por un mes”. Ella continuó, “Me resulta muy difícil creer que el
Sr. Lupin aquí, hubiera actuado solo."

Sirius agachó la cabeza, sintiéndose más que culpable de haber empeorado las cosas
accidentalmente.

"Pueden irse, caballeros". Dumbledore dijo tranquilamente, "No tengo dudas de que todos ustedes
se tomarán el tiempo para disculparse con el Sr. Snape, por supuesto".

Sirius resopló indignado -en todo caso, ahora estaba más enojado con Snape, por fingir estar herido
y luego ser un soplón para meterlos a todos en problemas. Ellos no habían corrido a quejarse sobre
la broma del cabello que él les hizo, y Sirius sintió que ese Slytherin había quebrado el tácito
Código de Honor de Bromas. Pero James le dio un codazo antes de que pudiera protestar. Se dieron
la vuelta para irse.

"Sr. Lupin, solo un momento."

Junto a ellos, Remus se congeló. Sirius lo miró cuando la puerta se cerró detrás de ellos, su rostro
se había vuelto blanco como el papel. Intentaron esperar afuera, pero McGonagall los ahuyentó y
amenazó con alargar sus detenciones si no regresaban a su dormitorio de inmediato.

["¿Me expulsarán?" preguntó Remus. Dumbledore sonrió,

“No, Remus, nadie será expulsado. Puedo ver que te arrepientes de lo que has hecho. Lo que me
preocupa es cómo lo hiciste. Ese fue un hechizo muy fuerte, no hubiera esperado a que uno de
primer año... debes haber estado muy enojado."

Remus asintió. No quería decirle a Dumbledore por qué- o contarle acerca de las expresiones que
Snape había usado contra él, o cómo esas lo hacía sentir estúpido, inútil y pequeño.

"La pasión es una cualidad importante en un mago, Remus." Dumbledore estaba diciendo,
“Dirige nuestra magia, la fortalece. Pero así como aprendiste hoy, si no ejercemos control sobre
ella, podemos poner en peligro a todos los que nos rodean”. Parecía muy serio, sus ojos habían
perdido su brillo. “No deseo asustarte, Remus. Cuando nos conocimos, te dije que simpatizaba
contigo: las cosas por las que has pasado no se las desearía a nadie. Pero debes ser más
cuidadoso. Eres un mago talentoso, no lo desperdicies."

Remus asintió, deseando más que nada que la conversación acabara ya. Prefería mil veces más
una paliza que un sermón. La peor parte era que Dumbledore tenía razón. Había dejado que su
furia hacia Severus influyera en el hechizo que había usado, simplemente no había estado
acostumbrado a ese tipo de fuerza antes.]

La sala común se había despejado en gran parte cuando regresaron, pero aun así recibieron algunas
miradas curiosas mientras regresaban a su habitación. Sirius esperó a que la puerta estuviera
completamente cerrada detrás de ellos, para estallar,

“¡Ese pequeño soplón viscoso! Podría matarlo”, se paseaba frente a su cama, nervioso por la
frustración.

Peter se sentó en su propia cama, murmurando sombríamente:

"Lupin fácilmente podría adelantarse".

Sirius se congeló. "¿Qué se supone que significa eso?"

Como todas las veces en las que alguien lo confrontaba, Pete retrocedió de inmediato, con los ojos
muy abiertos bajo el peso de la mirada enojada de su amigo. "¡Nada!" Chilló a la defensiva, "Solo
que... bueno, él ya dijo que estuvo tratando de lastimarlo, ¿no?"

“Ya escuchaste a Dumbledore, ¡Snape está bien! Solo estaba fingiendo para meternos en
problemas."

Ahora James intervino -horriblemente, a favor de Peter- diciendo con cautela, "Lo sabemos
compañero, pero debes admitir que Remus se pasó un poquito... de la raya".

Sirius miró a sus amigos, incrédulo.

"¿De qué lado están, entonces?"

"Vamos, esto no se trata de lados, es solo que-"

“¡Ahora estás empezando a sonar como Evans! ¡Quejicus sólo obtuvo exactamente lo que se
merecía!

"¡Lo sé!" James se pasó una mano por el cabello, exasperado, "¡No estoy tratando de discutir eso!
Solo... bueno, ¿crees que deberíamos preocuparnos? ¿Con respecto a Remus?"

"¿Preocuparnos?" Sirius se cruzó de brazos, incrédulo, "¡Vamos, él nunca lastimaría a nadie


realmente!" ¿Peter y James nunca habían estado enojados antes? Todos a veces querían lastimar a
alguien, pero eso no significaba que de verdad lo llegaran a hacer. Remus solo había estado siendo
honesto, antes.

"No me refería a eso", James levantó las manos, rindiéndose. "Solo quise decir... ¿crees que él se
encuentre bien?"

Sirius parpadeó. "¿Cómo 'bien'?"

“Pasaron la Navidad juntos” intervino Peter, “¿No es así? ¿Él se veía bien, en ese entonces?

Sirius hizo una pausa, pensando en su descubrimiento -la luna llena, la enfermería, las
desapariciones. Pero-
“Remus está bien” dijo con firmeza, “Ya se los dije, todo el asunto ni siquiera fue idea suya. Yo
simplemente lo arrastré dentro”. Suspiró, sentándose finalmente en su cama. James lo observó por
un momento, estudiándolo, y luego asintió.

"Correcto entonces", juntó las manos, como si pudiera disipar físicamente la tensión en la
habitación, y sonrió. "Dejando todo eso de lado, fue una broma malditamente genial, ¿no?"

***

Para cuando Remus regresó, todo había sido perdonado. Peter y Sirius estaban jugando al ajedrez,
y James estaba en el baño, alistándose para ir a dormir. Cuando la puerta se abrió, Sirius se levantó
de un salto -Peter había estado a punto de atacar a su rey, y en privado estaba aliviado de tener una
excusa para abandonar el juego. Remus apenas había dado dos pasos en la habitación cuando
Sirius exclamó:

"¡Estás de vuelta! ¿Qué quería Dumbledore?"

Peter miró hacia arriba, con el ceño fruncido, desde su tablero de ajedrez, y James asomó la cabeza
fuera del baño, con el cepillo de dientes sobresaliendo de su boca. Remus se movió incómodo.

"Nada" murmuró, caminando hacia su cama, "Solo me preguntó sobre el hechizo".

"¿De verdad? Sirius lo siguió hasta su cama, donde se estaba sentando para quitarse los zapatos,
"¿Qué te dijo acerca de eso? ¿Quería saber cómo lo habíamos hecho? ¿Se lo mostraste?"

“No, yo... él solo me estaba diciendo que no lo volviera a hacer”.

"Oh. Bueno, ¿dijo algo sobre...?"

“Mira, estoy un poco cansado. ¿Podemos hablar de eso después?" Remus se puso de pie
abruptamente, dándoles la espalda mientras tomaba su pijama. Sirius trató de no dejar que su tono
desdeñoso le doliera.

"Claro..." murmuró, mirando a Remus rozar a James mientras este salía del baño. Cerró la puerta
detrás de él con un poco más de fuerza de la necesaria, y cuando volvió a salir se fue directamente
a la cama, corriendo las cortinas. Los otros chicos se fueron a dormir poco después; Sirius
realmente no quería terminar su juego de ajedrez con Peter y fingió que él también estaba cansado.
Sin embargo, una vez que escuchó la respiración constante de Pete durmiendo, se arrastró hacia la
cama de James.

Ambos habían aprendido a hacer hechizos silenciadores la semana antes de las vacaciones de
Navidad, cuando accidentalmente despertaron a Peter una noche. Ahora, Sirius había lanzado uno
mientras se subía a la cama de James, y el otro chico se sentó como si lo hubiera estado esperando.

"Holaa".

"Hey."

"¿Qué sucede?"
"¿Crees que Remus esté enojado conmigo?"

James parpadeó. "¿Qué?"

"Parece un poco enojado, ¿no?" Sirius se mordió el labio, "¿Crees que está molesto conmigo? Ya
que en cierto modo... ¿lo convencí? ¿Para hacer el hechizo?" Pensó en la actitud desdeñosa de
Remus, la forma en la que había cerrado la puerta, la forma en la que se había negado a mirar a
Sirius a los ojos cuando estaban en la oficina de McGonagall. "¿Crees que me culpa por meterlo en
problemas?"

James frunció el ceño, considerándolo por un momento. "Nah", negó con la cabeza, "Creo que solo
se siente mal."

"¿Qué, por Quejicus?"

"Sí. Parecía que se sentía bastante culpable antes. Creo que se está culpando a sí mismo."

Sirius resopló. “Bueno, eso es tonto. Snape ni siquiera resultó herido."

James bostezó, encogiéndose de hombros. "Si te preocupa, ¿por qué no intentas hablar con él
mañana?"

Sirius asintió, pensando. "Sí, sí, tienes razón... quizá hable con él mañana."

Pero Remus no estaba de muy buen humor al día siguiente, ni al siguiente, ni al siguiente de ese.
De hecho, comenzó a evitar de nuevo a los merodeadores, como lo había hecho... bueno, antes de
que fueran los merodeadores. La única diferencia era que ahora, cuando se escabullía,
normalmente tenía un libro en la mano. De hecho, parecía pasar todo su tiempo libre leyendo o
trabajando en la tarea.

[Dumbledore le había dado mucho en qué pensar. Y tuvo suficiente tiempo para hacerlo. Remus se
sentía terrible por haber metido a sus amigos en problemas, pero se sentía aun peor por lo que
había hecho. Esta situación solo se agravó por la cantidad de lectura que realizó al t omar
prestado de la biblioteca un libro de criaturas mágicas.

Cada noche, luego de terminar sus tareas y detención, Remus cerraba las cortinas alrededor de su
cama, alumbraba con su varita, y leía el mismo capítulo una y otra vez. Pensaba sobre el libro
constantemente — en sus clases, entre comidas, durante sus castigos. Palabras tales como
‘monstruoso’, ‘letal’ y ‘las criaturas más oscuras’ pasaban por su cabeza como letreros de luces
neón. El sabía que era peligroso, por supuesto. También sabía que era diferente. Pero no sabía
que era odiado e incluso cazado. Que h abía legislaciones horribles también. Leyes laborales,
registros y restricciones de viaje. Ahora entendía por qué Dumbledore le había dicho que debía
tener cuidado. Si alguien en Hogwarts descubría su condición, entonces podría meterse en un
grave problema — y la expulsión sería la menor de sus preocupaciones.

Se desvelaba casi todas las noches, después de que el hechizo para leer se desvaneciera. Tenía
preocupación y miedo. Todo parecía tan simple en St Edmund’s. Sin magia, sin deberes, sin
problemas morales agonizantes. Y, por supuesto, sin amigos. Si algo había frenado a Remus de
rendirse, había sido eso último.

Había sido James, quien tenía el ego del tamaño del lago, pero un corazón igual de inmenso. Y
Peter —quien, si bien era un poco raro y despistado— tenía un perverso sentido del humor y podía
ser infaliblemente generoso. Y por supuesto Sirius. Sirius podía guardar secretos, él también tenía
un humor burlón, pero nunca trataba mal a sus amigos, y además era el estudiante más talentoso
de todo el año, pero pasaba todo su tiempo ideando bromas.

Remus no quería tener que abandonar todo eso, no si podía evitarlo. Incluso si tenía que
convertirse en el mejor estudiante de toda la escuela; si es que tenía que forzarse a leer todos y
cada uno de los libros existentes, completar todos sus deberes, cumplir cada norma. Sería el
mejor, tanto, como para que todos se preguntaran cómo pasó. Sería tan bueno, que tendrían que
nombrarlo prefecto — haría de todo, si es que eso significaba que podía quedarse en Hogwarts,
que podía quedarse con sus amigos.]

Sirius estaba feliz por él, por supuesto -Remus comenzó a tomar la delantera en las clases,
convirtiéndose rápidamente en uno de los mejores estudiantes. Pero... Sirius no se había dado
cuenta de lo mucho que había disfrutado de sus sesiones privadas de lectura hasta que hubieran
terminado. Remus ya ni siquiera le pedía más ayuda con Lectiuncula Magna.

Puede que no hubiera sido tan malo, cuando estudiaban juntos. Excepto que Sirius no quería pasar
su tiempo estudiando. McGonagall los había separado para sus detenciones, y deliberadamente
eligió algunas de las tareas más difíciles para realizarlas sin magia. Peter fue el que la tuvo más
fácil, solo debía de pulir trofeos, pero James tenía que recalibrar a mano todos los telescopios en la
torre de astronomía, y Sirius se vio obligado a fregar los calderos en el salón de clases de Pociones.
El pobre Remus tuvo la peor parte, teniendo que limpiar la lechucería todas las noches.

Entonces, cuando no estaban en clases o en detención, Sirius prefería pasar el tiempo planeando
bromas o explorando el castillo usando la capa de invisibilidad de James. Inspirado por el
descubrimiento inicial de Remus del pasadizo en el baño de chicas, estaba decidido a catalogar
todos los pasadizos ocultos que pudieran encontrar -y se suponía que había un monstruo escondido
en algún lugar del castillo, lo que sonaba devastadoramente genial.

James y Peter estaban felices de participar en estas aventuras, proponiendo con entusiasmo ideas
que involucraban bombas de estiércol y caramelos cambia-color y acurrucándose bajo la capa para
escabullirse por la noche. Pero cada vez que trataban de incluir a Remus, él los ignoraba, fingiendo
estar dormido o dando alguna excusa poco entusiasta sobre que tenía que estudiar.

Sirius no sabía qué hacer. Durante las vacaciones de Navidad, pensó que ellos habían estado
progresando. Remus se había abierto más y ambos se habían comenzado a sentir más cómodos el
uno con el otro. Sirius recordó las largas horas que habían pasado escuchando a T-Rex y jugando
juegos de chasquidos explosivos, extrañando a su amigo. Pasar el rato con James y Peter era
genial, pero no eran 'los merodeadores' si no estaban todos allí.

A pesar de sus mejores esfuerzos, cuando enero comenzaba a llegar a su fin, Remus todavía seguía
siendo frío con ellos. Sirius no podía reprimir la sensación de que el otro chico estaba molesto con
él por la broma -pero no actuaba enojado. Por el contrario, era perfectamente cortés y aún cenaba
con los otros chicos, sonreía con sus bromas y compartía sus apuntes cuando se lo pedían. Pero aún
estaba siendo distante, alguna impenetrable barrera una vez más lo separaba del resto de ellos.
Cuando Sirius no estaba aventurándose con James y Peter o maldiciendo el nombre de Snape en
detención, Sirius estaba tratando de averiguar qué podía hacer para que Remus saliera de su mal y
triste ánimo, y se preguntaba si alguna vez podría llegar a entender a ese exasperante chico.
Primer año: Astronomía

Se acercaba el final de febrero cuando Sirius finalmente logró descifrar el enigma. Bueno, talvez el
término "descifrar" pudiera ser que fuera un poco exagerado, ya que no estaba seguro de qué fue
exactamente lo que hizo que Remus decidiera unirse a ellos. Pero se las arregló para encontrar una
broma de la que el otro chico estaba dispuesto a ser parte, y se sintió casi mareado cuando se
amontonaron debajo de la capa y se dirigieron al salón de clases de Defensa Contra las Artes
Oscuras.

"Es bueno tenerte de vuelta, Lupin", dijo Sirius, una vez que llegaron a salvo a su destino.

"¿A qué te refieres?" preguntó Remus, mirando a James, quien estaba subiendo una escalera en la
esquina. Su objetivo era la jaula de duendes en el estante más alto, de la que Sirius se había dado
cuenta a principios de esa semana en una de sus clases. "No he estado en ningún lado."

"Vamos, amigo", dijo Peter, sosteniendo la escalera con firmeza, "no se nos ha pasado
desapercibido que nos has estado evitando como una plaga". A veces, la falta de tacto de Peter
resultaba útil.

"No lo he hecho" Remus frunció el ceño a la defensiva "Solo he estado ocupado. Ya saben,
estudiando y esas cosas."

"Bueno, espero hayas superado esa fase ahora", dijo James alegremente, agarrando la jaula con
ambas manos mientras bajaba lentamente por la escalera, "Te agradecería mucho que dejaras de
trabajar tan duro -haces que yo tenga que trabajar duro, y verás, no estoy acostumbrado a la
competencia."

"Oh cállate, Potter", Sirius puso los ojos en blanco, hurgando en algunos de los escritorios para
mantenerse ocupado. Le ganaba a Potter la mitad de las veces en las clases, y ambos lo sabían.

[Remus había considerado que esta broma no sería del todo mala — no requería usar magia, de
todas formas; y eso era bueno ya que, de alguna forma, había decidido que no se involucraría en
los proyectos de James y Sirius, hasta que no tuviera el control completo de su magia. Y, si era
completamente honesto consigo mismo, había que admitir que había extrañado todas esas
travesuras. Comportarse como un estudiante ejemplar estaba bastante bien, pero en su mayor
parte era aburrido. Talvez por eso Evans siempre estaba de mal humor.]

Remus se veía listo para cambiar de tema, agachándose y mirando a los pequeños duendecillos
azules. "¿Cómo vamos a llevarlos al gran comedor?" Las criaturas estaban durmiendo en este
momento, acurrucadas en el fondo de la jaula.

"Debajo de la capa", dijo James, extendiéndola con una floritura para que pudieran volver a
meterse debajo, "Vamos, Sirius". Sirius estaba agachado de manos y rodillas, revisando dos veces
debajo del escritorio del profesor para asegurarse de que no hubiera palancas o interruptores
ocultos.

"¿Qué estás buscando?" preguntó Peter, con la voz ahogada bajo la capa.

"Uno de los Ravenclaws me dijo que había una trampilla aquí abajo", dijo Sirius, suspirando
cuando su búsqueda no reveló ninguna incriminatoria entrada de pasaje secreto. Se sacudió las
rodillas, frunciendo el ceño. "Mentiroso."

"Esta es la obsesión más reciente de Black", explicó James poniendo al día a Remus y cerrando la
capa sobre sus cabezas, "Encontrar puertas secretas".

"En Historia de Hogwarts se menciona que hay muchos pasajes por descubrir". Sirius insistió,
“Como ese que encontraste, Lupin. Definitivamente hay más, quiero encontrar al menos uno antes
de irnos”.

"También se supone que hay un monstruo escondido en algún lugar del castillo", susurró James en
respuesta, mientras avanzaban por los pasillos hacia la torre de Gryffindor. Peter se estremeció.

"Un riesgo que estoy dispuesto a correr" declaró Sirius, aunque tuvo que hacer la declaración en un
susurro "Mi legado es mucho más importante".

"Típico" rió James.

***

La capa funcionó de las mil maravillas. Se las arreglaron para que la jaula de duendes pasara
desapercibida en el gran salón, llegando temprano para que hubiera menos estudiantes. James
levitó la jaula con cuidado debajo de la mesa y todos se sentaron, zumbando con una emoción
apenas contenida.

Peter, que era bueno en astronomía, comenzó a revisar sus tareas, que era solo trabajo teórico -se
suponía que debían etiquetar cada estrella en el mapa. Sirius lo había mirado a medias antes de
escribir cualquier nombre que recordara en cualquier estrella, sabiendo que Peter se lo arreglaría
más tarde. Además, cuando llegara el momento del examen, solo tomaría treinta minutos de
estudio para memorizar los nombres correctos.

Aún así, significaba que su tarea estaba en un estado lamentable. Peter suspiró, tachó algo y dijo:
"Honestamente, cualquiera pensaría que acertarías siquiera en tu propia maldita estrella..."

Sirius solo rió, encogiéndose de hombros.

"¿Qué puedo decir? No tengo remedio."

"¿Tienes tu propia estrella?" preguntó Remus, frunciendo el ceño. Aparentemente, aunque pasaba
casi cada minuto del día estudiando, la astronomía no era una de las materias a las que le dedicaba
tiempo.

“Sirius”, respondió Peter, “Vamos Lupin, ya tocamos ese tema. ¿Es la estrella más brillante del
cielo? ¿La estrella del perro?" Dio un largo suspiro de sufrimiento, aunque Sirius estaba bastante
seguro de que en realidad disfrutaba ser el mejor en algo por una vez. Mirando la tarea de Remus,
Peter negó con la cabeza, "Sí, también la olvidaste."

Remus se encogió de hombros,

"Pensé que ese era sólo su nombre".

“La Noble y más Antigua Casa de los Black siempre ha sido un poco cerrada con los nombres
convencionales”, reflexionó Sirius, “La mitad de nosotros tenemos nombres de estrellas; está
Bellatrix, por supuesto; Orión de mi papá, Regulus de mi hermano... mamá no es una estrella, creo
que es un asteroide -muy apropiado, si alguna vez la has visto de mal humor. Luego está el buen y
querido tío Alphard, el tío Cygnus... Andrómeda lleva el nombre de toda una galaxia".
"Los magos son tan raros". Remus suspiró.

“Remus” James levantó una ceja, riéndose, “Sabes que 'Lupis' también es una constelación, ¿no? El
lobo."

"¡¿El qué?!" Remus casi gritó, tosiendo un poco en su cena. El corazón de Sirius tartamudeó -
durante la última luna llena, había logrado distraer a James y a Peter del hecho de la ausencia de
Remus con una misión de exploración nocturna alrededor del castillo, pero en serio. Hubiera
pensado que Remus sería más sutil sobre su secreto después de... bueno, Sirius en realidad no tenía
ni idea de cuánto tiempo había sido un hombre lobo. (Si era un hombre lobo).

(Lo cual definitivamente era.)

Sirius le dio una palmada en la espalda a su amigo, cambiando rápidamente de tema.

“Si ya casi terminaste de decirnos lo estúpidos que somos, Pete, ¿podemos poner en marcha lo de
ya-saben-qué? Mis encantadoras primas acaban de empezar a comer, yo llamaría a este el momento
perfecto...”

Los demás estuvieron de acuerdo, y James le dio una fuerte patada a la jaula para despertar a los
duendes antes de quitar la capa y susurrar un encantamiento de desbloqueo rápido. Las criaturas
estallaron de inmediato, una explosión de caos azul brillante."

Sirius había escuchado muchas historias sobre lo molestosos que podían ser los duendes -su tía
había tenido una vez una infestación particularmente desagradable en el cobertizo de su jardín, y se
necesitaron dos exterminadores mágicos de plagas del Departamento de Criaturas Mágicas del
Ministerio de Magia para deshacerse de ellos de manera segura.

Ahora, Sirius podía ver por qué. Salieron de debajo de la mesa, dispersándose en todas direcciones
y farfullando incesantemente con sus chillonas y agudas voces mientras corrían por el pasillo. Se
sumergieron en platos de sopa, arrebataron tenedores de las manos de los estudiantes y comenzaron
a blandirlos como tridentes, arrasaron con tareas y tiraron del cabello y las túnicas de los
estudiantes.

"¡Rápido!" James se agachó debajo de la mesa y todos lo siguieron. Una vez que se agacharon,
cubrió al grupo con la capa de invisibilidad para que pudieran ver con confianza cómo se
desarrollaba la anarquía a su alrededor.

"¡Brillante!" Sirius dijo, repetidamente, sonriendo ante el caos.

"Vamos", Remus los empujó hacia adelante, siempre pragmático. Necesitaban asegurarse de
escapar al pasillo sin ser vistos, si querían evitar que los atraparan.

Fue un poco complicado tratar de salir de debajo de la mesa, pero lo lograron, a pesar de que los
estudiantes se desplazaban a su izquierda y derecha cubriéndose la cabeza. Al menos no tenían que
preocuparse por los duendes; la capa de invisibilidad los mantenía ocultos y sin molestias.

Incluso sin la capa, Sirius pensó que podrían haberse podido escabullir sin ser vistos en medio del
alboroto. Por todo el salón, niños y niñas chillaban y gritaban, tratando de esquivar a los duendes o
luchando con las pequeñas bestias sorprendentemente fuertes para recuperar sus artículos robados.

Sirius miró hacia la mesa de Slytherin y estalló en una carcajada emocionada.

"¡OH SI!" Cantó, jadeando.


Un grupo completo de duendes había bajado en picada sobre Bellatrix, tirando de su salvaje
cabello en todas las direcciones. Uno incluso le había robado la varita y ahora la estaba agitando,
disparando pequeñas chispas de rayos azules.

“¡Quítense de encima mío! ¡Asquerosos y repugnantes, ustedes, aaargh! Ella se lamentó. Su


hermana estaba escondida debajo de la mesa, agarrando su propia varita con ambas manos.

Justo antes de llegar a la puerta, Peeves the Poltergeist entró, creando aún más caos. Recorrió la
habitación con los duendes, riéndose y guiándolos hacia los estudiantes escondidos.

“¡Aquí abajo, duendecillos! ¡Un montón de chiquillos de primer año aquí abajo!

Casi incapaces de contener la risa, los merodeadores huyeron de la habitación apenas escucharon
la voz estridente de McGonagall resonando,

“¡Petrificus Totallus!”

"Ella definitivamente va a saber que fuimos nosotros", jadeó Peter, mientras regresaban a la torre.

“Nah,” respondió James, casualmente, “Apuesto a que ella le echa la culpa a los Prewett, ellos
siempre hacen grandes cosas como esta. Es algo a lo qué aspirar."

***

"Por favor", suplicó Sirius.

Remus negó con la cabeza, exasperado, "No".

"¡Por favoooooor!"

"¡No!"

"¿Por qué no?"

“¡Es sólo que se sentiría... raro! No quiero que lo hagas."

“¡Pero será divertido! Te prometo que lo disfrutarás."

"ája"

La conversación se había desarrollado de la misma manera durante unos tres pasillos ya. Remus,
obstinado como siempre, trató de adelantarse. Junto a él, James reprendió,

"Deja a Lupin en paz, ¿quieres?"

"¡No lo haré! ¡Esto es demasiado importante!" Remus era demasiado testarudo como para dejar
que alguien hiciera algo agradable por él, pero Sirius estaba decidido de todos modos.

Se le ocurrió la idea después de una larga sesión de estudio en la biblioteca, donde pasaron toda la
tarde completando sus cartas astrales para el repaso de Astronomía. A pesar de que para los
exámenes faltaban siglos, James dijo que quería tener una ventaja inicial y Sirius quería asegurarse
de obtener las calificaciones más altas. Peter los siguió, como de costumbre, y como todos irían,
Remus también los acompañó. Parecía haber terminado su fase de frialdad. Para su frustración,
Sirius todavía no estaba seguro de qué lo había provocado o terminado, lo que hizo que fuera más
difícil descubrir cómo evitar que volviera a suceder.

Pero mientras reflexionaban sobre sus signos zodiacales, le había llegado la inspiración. Resultó
que Remus era Piscis, lo que significaba que su cumpleaños estaba a la vuelta de la esquina. En
privado, Sirius se había estado preguntando si la negativa de Lupin se debía, al menos en parte, a
que todavía se sentía un poco ajeno entre ellos: Peter había mejorado en sus comentarios y Sirius
pensaba que después de las vacaciones de Navidad su amistad se había vuelto sólida. pero aun así.
Era difícil saberlo con Remus. Y organizar una fiesta de cumpleaños sería una excelente manera de
mostrarle a su amigo lo importante que era para los merodeadores.

"Obviamente no es tan importante para Remus" insistió James, "Haz algo para mi cumpleaños, si
tienes que, no es mucho tiempo después".

"Tendrás tu turno" dijo Sirius con desdén, "pero primero- Lupin".

"Realmente no me importa, Sirius", suspiró Remus, cuando llegaron al retrato de la dama gorda.
"No hagas un escándalo".

"¡Pero es tu cumpleaños!" Sirius le reiteró "Deberíamos armar un escándalo".

[Remus no podía ver por qué. Nunca nadie había hecho un alboroto por él antes. Había pastel, por
supuesto, pero compartir el pastel con otros cincuenta niños no dejaba mucho. Además, todos los
niños pequeños insistían en tomar turnos para soplar las velas también, y demoraba una
eternidad. La matrona envolvía unos cuantos regalos, pero eran usualmente cosas prácticas –
ropa nueva, calcetines, ropa interior, lapíceros y libretas. Aparte de eso, no había nada especial
qué esperar en ese día. De hecho, esperaba estar muy lejos de St. Edmund’s, porque creía que
Sirius, James y Peter eran probablemente muy bien educados como para saber acerca de los
'golpes de cumpleaños’ – un golpe en el brazo por cada año que cumplieras (y uno de la suerte –
generalmente el más fuerte).]

Después de todo, ese era el objetivo de los cumpleaños, ¿no? Era el día en que tus amigos y
familiares te demostraban cuánto se preocupaban por ti. Sirius sabía lo que era no celebrar un
cumpleaños (su noveno, pero no quería pensar en ello), y no era divertido. De hecho, su último
cumpleaños había sido el primero que verdaderamente había disfrutado; había sido maravilloso
tener a todos sus amigos halagándolo ese día. Lo había hecho sentir... especial. Querido. Bien.

"¡¿Por qué es que importa tanto?!" espetó Remus, encorvando los hombros mientras entraban a la
sala común. Sirius hizo una pausa, herido por la irritación en el tono de su amigo.

¿Había malinterpretado las cosas? ¿Estaba sólo irritando más a Remus? Por un momento, se quedó
sin palabras. Pero Remus se volvió hacia él, expectante, así que hizo todo lo que pudo para
explicarse.

“Todos ustedes hicieron mucho por mi cumpleaños y... bueno, eso fue realmente agradable. Nunca
había esperado mucho, antes, pero... bueno, este fue genial, ¿no?"

Remus parpadeó, como si esa no fuera la respuesta que esperaba. Se mantuvo firme por un
momento -pero luego su rostro se suavizó, suspiró y Sirius supo que lo había convencido.

[Remus se había sentido repentinamente culpable. Se dio cuenta de que no era que Sirius quisiera
ser el centro de atención otra vez – él estaba tratando de hacer feliz a Remus. Como si eso pudiera
hacerlo feliz a él también. Remus nunca había tenido la oportunidad de darle a alguien lo que
quisiera. Así que cedió.]

“Oh... bien, está bien. Pero no una gran fiesta ni nada, solo merodeadores, ¿verdad?"

"¡Correcto!" Sirius estuvo de acuerdo, eufórico, las ideas arremolinándose en su cabeza.


Primer año: Doce
Chapter Notes

Referencia a la canción Cosmic Dancer de T. Rex

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Enlaces por si quieren escuchar Cosmic Dancer - T.Rex [spotify] y [youtube]

Había mucho qué preparar para el cumpleaños de Remus, incluso sin hacer una gran fiesta. Sirius
tuvo que sobornar a un Hufflepuff de tercer año para que le mostrara dónde estaban las cocinas
para que pudiera darles a los elfos domésticos un pedido especial detallado, y pasó una semana
rastreando a todos los Gryffindor, incluso los de séptimo año, para firmar una tarjeta de
cumpleaños grupal. Sin embargo, la parte que le consumió más tiempo fue la de tratar de
convencer a James de que no los obligara a todos a ir a ver la práctica de quidditch de Gryffindor
después de las lecciones.

A Sirius le gustaba el quidditch -lo amaba, incluso- pero James estaba obsesionado con este. Todos
los viernes, arrastraba a sus amigos al campo para ver a los estudiantes mayores correr en sus
escobas. A Sirius no le importaba mucho; le gustaba pasar tiempo con James, y era relajante
recostarse en las gradas y charlar. Pero no creía que Remus lo disfrutara tanto como el resto de
ellos, siempre tenía la nariz metida en un libro. Entonces, cuando Sirius descubrió que -a pesar de
que el cumpleaños de su amigo caía un viernes- James no veía ninguna razón para cambiar su plan
habitual, tuvo que tener una conversación severa con él y hacerlo entrar en razón.

Cuando finalmente llegó el gran día, Sirius y James se despertaron al amanecer y sacaron a Peter
de la cama. Esperaron hasta que el sol estuviera saliendo antes de amontonarse alrededor de Lupin.
Sirius levantó tres dedos, articulando,

1... 2... 3...

"¡Feliz cumpleaños, Lupin!" Gritaron, saltando sobre su cama. Remus se despertó sobresaltado,
sentándose rápidamente. Él les sonrió, bostezando mientras decía:

"Gracias, chicos".

[No intentaron golpearlo, lo que significaba que el día ya comenzaba siendo el mejor cumpleaños
que Remus había tenido en su vida.]

Le dieron un trato de rey en el desayuno, marchando frente a él y ahuyentando a otros estudiantes,


mientras gritaban ostentosamente,

"¡Fuera del camino, por favor!"

“¡Cumpleañero pasando!”

"¡Muévanse, no hay nada que ver aquí!"

Algunos de los estudiantes mayores pusieron los ojos en blanco, pero la mayoría parecía encontrar
entretenidas sus payasadas. Era casi fin de semana y todos estaban de buen humor.
En la mesa, abofetearon las manos de Remus cuando estaba por alcanzar la comida, insistiendo en
servirle. Peter sirvió su té, James llenó su plato y Sirius untó mantequilla en su tostada. Remus
parecía querer meterse debajo de la mesa.

"¿Tienen que-?" Él gimió, enterrando su rostro entre sus manos.

“Absolutamente”, dijo James.

"Definitivamente", Peter asintió.

"Incuestionablemente", terminó Sirius.

Remus negó con la cabeza, sonrojándose mucho. Pero estaba sonriendo mientras miraba su comida.

Tan pronto como terminaron de comer, Sirius le asintió a Peter y a James. Los tres se pararon al
unísono, sonriendo a su ansioso amigo.

"¡¿Qué?!" Preguntó, mirando alrededor nerviosamente.

[Si estaban por hacer lo de los golpes de cumpleaños, entonces esperaba que terminaran lo más
rápido posible. ¿Era que acaso había una versión entre los magos? Se había perdido el
cumpleaños de Sirius después de todo, no podía saber qué esperar-]

Intentó ponerse de pie, pero Peter y James le pusieron una mano en el hombro y empujándolo de
nuevo en su asiento. Sirius sacó una armónica* de su túnica con una floritura, sonriendo con
malicia mientras soplaba una nota larga. Remus cerró los ojos, preparándose...

"¡Feliz cumpleaaaaaaaaaaaaaaños aaaaaa tiiiiiiiiiii!" Gritaron tan fuerte como pudieron: “¡Feliz
cumpleaaaaaaaaaaños aaaaa tiiiiiii! ¡Feliz cumpleeeaaaaaaaaaños querido Reeeeeeeeeeemus!”

A su ansiosa -y un poco desafinada, a pesar del instrumento- serenata, se les comenzó a unir el
resto de estudiantes en el gran salón. Remus se cubrió la cabeza con las manos.

“¡Feeeeeeliiz cumpleaaaaaaaaaaaaaaños aaaaaaaaaaaaaaa tiiiiiiiiiiiiiiii!”

James saltó sobre su silla. "¡Hip hip!"

"¡Hurra!" Los Gryffindor aplaudieron.

Toda la mesa se estaba riendo cuando James se bajó, y aunque Remus seguía gimiendo, tenía una
sonrisa vacilante en su rostro.

***

Desafortunadamente, Sirius no podía cancelar las clases y todavía tenían Pociones como última
lección en la semana. Bajar a las mazmorras le dejó un mal sabor de boca que empeoró al ver a
Snape. Él entrecerró sus ojos brillantes hacia ellos, mirando a través de cortinas lacias de cabello
grasiento. Pero no dijo nada -los había estado evitando, sobre todo, desde la broma de la lluvia, lo
que hizo pensar a Sirius que debía haber aprendido la lección sobre meterse con los merodeadores.

Slughorn hablaba sin parar sobre los cinco componentes clave de las pociones somníferas, y Sirius
tenía que seguir golpeando el codo de Remus para evitar que se quedara dormido. Era un final
triste para la semana, especialmente cuando el anciano profesor se negó a escuchar las protestas de
James y Sirius de que no debería dejar tarea debido a que era un día festivo.

Afortunadamente, pudieron retomar las cosas en la cena, donde realizaron su interpretación más
fuerte hasta el momento de "Feliz cumpleaños". Dumbledore incluso se unió, dirigiendo a toda la
escuela hasta que todos estaban gritando a todo pulmón. Sirius presentó la tarjeta conjunta de
Gryffindor y Remus sonrió mientras leía cada nombre en ella.

De vuelta a la sala común, Sirius bajó su amado tocadiscos y puso Electric Warrior. En ese punto
ya se sabía todas las canciones de memoria, y se alegró de tener una excusa para obligar a James y
Peter a escuchar. La voz melancólica de Marc Bolan cantó a través del parlante,

“I was dancing when I was twelve…”

Sirius captó la mirada de Remus, sonriendo.

El pastel fue la pieza estrella, bellamente decorado con glaseado rojo y dorado de Gryffindor y
luciendo doce velas rosas.

"¡Pide un deseo!" lo animaron. Remus apagó las velas con un fuerte soplido. Cuando fue a cortar el
pastel, sus ojos se abrieron de la sorpresa -estaba compuesto por cuatro sabores diferentes: un
cuarto de chocolate, un cuarto de crema de limón, un cuarto de bizcocho Victoria y un cuarto de
café y nuez. Sirius había dado instrucciones muy específicas a los elfos domésticos."

“¡Como tu tostada!” Explicó alegremente, emocionado con los resultados de sus esfuerzos "Pensé
que te aburrirías si todo era de un solo sabor".

"¡Wow... gracias!" Remus levantó su tenedor reconociéndolo alegremente, comenzando a comer.

"Entonces, ¿qué quieres hacer por el resto de la noche?" James preguntó, inocentemente, "Todavía
está lo suficientemente claro por si quisieras ir a ver el-"

“¡Él no quiere, James! Maldita sea, vas a tener que empezar a desarrollar otros intereses, amigo, te
estás volviendo aburrido."

"No me molesta si quieren ir a ver la práctica de quidditch", dijo Remus apresuradamente, "Ya han
hecho mucho, honestamente. Tres canciones en un día, ¿qué más podría pedir un niño de doce
años?"

James pareció dubitativo por un momento, pero luego negó valientemente con la cabeza. “No,
Sirius tiene razón, es tu cumpleaños. Haremos algo que te guste hacer."

Se quedaron en silencio, y hubo una pausa incómoda antes de que James se aclarara la garganta,
“¿Ehh, Lupin? ¿Qué te gusta hacer?"

Remus frunció el ceño, su labio sobresaliendo mientras pensaba. Sirius esperó, preguntándose qué
diría su amigo: sabía que a Remus le gustaba escuchar música y comer, pero eso ya lo habían
hecho. Cuando estaban todos juntos, los merodeadores solían estar enfocados en hacer travesuras
o, cuando era absolutamente necesario, estudiar, por lo que ninguna de esas cosas se sentía como
algo específico para Remus. Todos los demás chicos tenían sus propios pasatiempos: de Peter era
el ajedrez, de James el quidditch y Sirius saltaba de un proyecto a otro. Pero aún no sabía en qué se
había metido Remus, además de deambular un poco por su cuenta.
[Remus se puso a pensar. Él podía facilmente enumerar las cosas que no disfrutaba hacer: el
fútbol, la tarea, volar, pociones. Pero de hecho no había nadie que le hubiera preguntado antes
acerca de las cosas que sí disfrutaba hacer. Le agradaba ver la tele, pero hasta el momento no
había encontrado ni una sola TV en Hogwarts. Le gustaba poder ser capaz de escoger qué comer
en el desayuno y la cena. Disfrutaba escuchar a Marc Bolan cantando a través del tocadiscos de
Sirius. Pero ninguna de esas cosas eran realmente pasatiempos.]

"¿Leer?" Peter sugirió: “Lees mucho”.

"¿Lo hago?" Remus parpadeó, como si no se hubiera dado cuenta de que era cierto, pero desde
Navidad, había sido casi imposible encontrarlo sin un libro en la mano.

"Oh sí, genial", James puso los ojos en blanco, "Feliz cumpleaños Lupin, empecemos un club de
lectura."

Sirius se rió. Pete parecía molesto,

“¡Bueno, no lo sé! Además de leer, parece que realmente te gusta la detención, Remus."

Sirius puso los ojos en blanco, frustrado con Peter: Remus no había sido castigado desde la broma
a Snape; se había transformado en un completo santurrón. Pero Remus se rió a modo de disculpa,
levantando las manos.

"Lo siento muchachos, creo que debo ser muy aburrido".

"¿Qué pasa cuando desapareces?" Sirius lo presionó, intentándolo. Remus se resistía.

"¡¿A qué te refieres?! Ya te lo dije, he estado enfermo, voy a la enfermería”. Las palabras salieron
en tropel, y Sirius se dio cuenta de su error. No había tenido la intención de sacar a colación...
bueno, ese tema. Agitó una mano, diciendo:

“No, no eso- a veces te escapas después de las lecciones o mientras vemos las prácticas de
quidditch. ¿Qué sueles hacer?"

Este también parecía ser un tema delicado, por la forma en que Remus se comenzaba a sonrojar.
¿Cuántos secretos tenía? Sea como sea, Sirius estaba decidido a llegar al fondo de este. Esperó,
observando expectante.

"Solo es una especie de... caminata". Remus respondió, de forma evasiva.

"Pero, ¿a dónde?" Peter preguntó: "¿En los jardines?"

"A todo lugar" se encogió de hombros, “me gusta salir a investigar. Así sé dónde están las cosas".
Metió la mano en su bolsillo y sacó un mapa: era el que le habían dado a los de primer año cuando
llegaron en otoño. Sirius lo había perdido hacía mucho tiempo; estaba sorprendido de que Remus lo
tuviera aún a la mano.

“Es estúpido, comencé a agregar cosas al mapa que nos dieron a principios de año y cada vez que
veo algo interesante lo agrego."

Le entregó el mapa a James, quien lo desdobló. Peter y Sirius se apiñaron más cerca, mirando por
encima de su hombro.

Sirius estaba atónito. Cada retrato tenía un pequeño nombre escrito debajo, y varias escaleras y
pasillos estaban codificados por colores. Estaba marcado con símbolos y anotaciones, muchas de
los cuales no podía entender, pero asumió que debían indicar puertas secretas o pasadizos ocultos.
Su pulso se aceleró con entusiasmo, su mente de inmediato comenzó a dar vueltas con ideas sobre
cómo podrían usar el mapa de apoyo para sus misiones merodeadoras. Remus era un genio, y ni
siquiera parecía darse cuenta. Debía de haber puesto horas de trabajo en eso.

"Has agregado todos los retratos... y los has etiquetado y todo".

"Mi ortografía es una basura" dijo Remus tímidamente, todavía sonrojado.

James entrecerró los ojos y señaló uno de los pequeños símbolos. "¿Que es eso?"

"Uno de los escalones con truco" explicó Remus, "ese es en el que te puedes hundir. Ese-" señaló
una marca en otro escalón "es el que desaparece. Las escaleras con flechas son las que se mueven.
Las codifiqué por colores para que puedas ver dónde terminan."

"¡Merlín!" Peter exhaló: "¿Tienes idea de cuánto tiempo me ahorraría esto? Juro que me quedo
atrapado en el pasillo equivocado dos veces por semana debido a esas escaleras móviles."

"Yo igual" estuvo de acuerdo James.

"¡Dejen ustedes lo de llegar a las clases a tiempo!" Sirius levantó las cejas de manera significativa,
"Por favor, traten de reconocer las implicaciones extremadamente importantes de este mapa. Las
posibilidades ahora disponibles para nuestras bromas pesadas."

Una sonrisa se dibujó en el rostro de James, luego en el de Peter. Pero la mirada de Remus se
entrecerró y le arrebató el mapa.

"Aún no está terminado" dijo rápidamente, doblándolo nuevamente, "Hay mucho que hacer. Quería
agregarle algunos hechizos, una vez que descubra cómo."

Sirius no estaba seguro de cómo interpretar su repentino nerviosismo. ¿Estaba avergonzado por lo
incompleto del mapa? Todos podían ver el gran trabajo que había hecho en este.

"¿Qué tipo de hechizos?" Preguntó, alentándolo, con la esperanza de enfatizar que todos pensaban
lo absolutamente brillante que había sido la idea del mapa.

Remus vaciló, de nuevo,

[No era que no apreciara el interés de Sirius, o su entusiasmo -pero Remus realmente quería
trabajar en el mapa por su cuenta, por tonto que sonara. Después de todo, era Sirius quien había
ideado el hechizo de lectura o el encantamiento de la nube de lluvia. Por alguna razón que no era
capaz de explicar, Remus tenía un fuerte deseo de probar que él era tan inteligente -o capaz- para
lograr algo solo esa vez.]

Sirius se frustró, tratando de entender la cautela de su amigo. ¿Era tímido? ¿Inseguro? ¿Estaba
resentido con Sirius? ¿Había forzado accidentalmente a Remus a compartir un secreto que quería
guardar? Pero se veía emocionado explicando todos los símbolos que...

"Solo algunas mejoras", la voz de Lupin era forzada, "pensarán que es una tontería".

"No, no lo haremos" le aseguró Peter, serio, "¡Podemos ayudar!"

"Supongo... es que es mi mapa."

¿De eso se trataba? Sirius pensó que Remus estaba siendo tonto, obviamente solo él era lo
suficientemente creativo como para pensar en eso. El mapa tenía la propia marca personal del
ingenio de Remus estampada por todas partes.

"Por supuesto que es tuyo" dijo James con dulzura, "al igual que la capa es mía, ¿verdad? Pero al
servicio de la travesura..."

"¡...de los merodeadores!" Sirius terminó, haciendo una reverencia.

"El mapa del merodeador". Remus repitió, aún luciendo un poco escéptico. Sirius se apresuró a
tranquilizarlo.

“¡Sigue siendo tuyo, Lupin! ¡Pondremos tu nombre primero y todo!

"No estoy seguro de si queremos nuestros nombres en él..." Murmuró Peter, nervioso.

"Nuestros apodos, entonces". Sirius accedió.

"No tenemos apodos", señaló Remus, reflexionando "Bueno, supongo que sí, pero realmente no
quiero que aparezca 'Loco Lupin' escrito en él".

Estallaron en carcajadas y Remus sonrió, la tensión se desvaneció. Cuando se calmaron, desplegó


el mapa con timidez, señalando un área en el tercer piso que todavía no había tenido tiempo de
catalogar.

Armados con la capa de invisibilidad, pasaron el resto de la noche deambulando sin ser vistos por
los pasillos. Estaban mejorando en desplazarse juntos bajo la capa, y aunque era un poco
incómodo, Sirius hizo que valiera la pena; sacó de contrabando cinco bombas de estiércol, que
proporcionaron un gran entretenimiento en el camino por el castillo. Fue especialmente divertido
acercarse sigilosamente y dejarlas detrás de parejas besándose, y Peter logró meter una en el
bolsillo de un desaliñado séptimo año que se apresuraba a ir a la biblioteca.

Mientras caminaban, Remus les mostró todo lo que había descubierto hasta el momento, señalando
todos los pasadizos y atajos que había descubierto, junto con algunos rincones y habitaciones
ocultas. Sirius escuchó con una mezcla de asombro y celos: ¡un mes completo buscando y no había
sido capaz de encontrar ni una sola puerta secreta! Remus ya tenía marcadas seis en su mapa.

Incluso les contó sobre su plan para tratar de poner un hechizo de rastreo a la Sra. Norris, la gata
del horrible conserje, Filch. Con un hechizo, podrían verla llegar en el mapa y alejarse: tenía una
especie de extraña habilidad para comunicarse con su amo, y él siempre aparecía poco después
para arruinar cualquier tipo de diversión que hubiera.

“¿Por qué parar ahí?” Sirius susurró ansioso, "¿Por qué no rastrear a todos?" Regresaban a la sala
común y doblaron la esquina que conducía al retrato de la Dama Gorda.

"¿A todos?"

"Sí, así sabríamos cuando alguien estuviera llegando, podríamos salirnos con la nuestra". No más
Peter quejándose mientras vigilaba- sería brillante.

Pero Remus no parecía tan entusiasmado, murmurando, "No sé..." De nuevo, había esa mirada
cautelosa en sus ojos, Sirius se preguntó qué lo tenía preocupado esa vez.

[Remus se sintió incómodo con esa idea. ¿Qué pasaría cuando sus amigos lo vieran trasladarse
por debajo del Sauce Boxeador cada mes? ¿Cuánto tiempo pasaría antes de que lo decidieran
seguir y conseguir que los matara? Por primera vez, Remus cayó en la cuenta de que el mapa no
sería tan inofensivo como lo había pensado en un primer momento.]

Afortunadamente, James y Peter estuvieron de acuerdo de todo corazón con su idea, señalando que
podrían ver lo que estuviera haciendo Dumbledore o dónde acechaba Snape. Sirius estaba seguro
de que fuera lo que fuera lo que estuviera preocupando a Remus, podrían convencerlo. Así solo
sería cuestión de encontrar el hechizo correcto, y con todos los que ya habían conseguido, ¡estaba
seguro de que podrían lograr este!

Chapter End Notes

[*] En realidad, el instrumento que toca Sirius no es una armónica, sino una "pitch
pipe" y no encontré una traducción correcta para su nombre, pero básicamente
imagínense una armónica circular, en forma de engranaje:p
Primer año: Revisión
Chapter Notes

Hola! Les debo una disculpa a los que están siguiendo mi traducción, tuve algunos
problemillas de salud estos días por los que no pude seguir traduciendo, me estoy
mejorando así que volveré a subir con mayor frecuencia, un abracito <3

El cumpleaños de James llegó solo unas semanas después, y aunque sus compañeros parecían tener
menos tolerancia para otra ronda de las tradiciones ruidosas merodeadoras, nadie podía negarle al
niño dorado de Gryffindor una pequeña celebración de cumpleaños. Su alegre confianza y
reputación como líder de facto de los merodeadores ya habían convertido a Potter en una
celebridad en los primeros años, e incluso entre los estudiantes mayores era muy apreciado por su
sentido del humor y su impresionante habilidad con la magia.

A cualquier otra persona, la popularidad se le hubiera subido a la cabeza. Pero aunque James
ciertamente tenía un ego, ese trato especial sólo parecía reforzar su agudo sentido del bien y del
mal; lo que le faltaba en humildad lo compensaba con genuina amabilidad y un afán por ayudar a
los demás. Y así fue que, aunque dos veces en un mes parecían demasiado, lograron que la mayor
parte del comedor cantara durante sus repetidas interpretaciones de "Feliz cumpleaños", y Sirius
consiguió separarle una hora en el campo de quidditch con algunos de los miembros actuales del
equipo de Gryffindor. James estaba tan emocionado que cualquiera hubiera pensado que lo habían
invitado a jugar en la propia Liga.

Sin embargo, cuando marzo llegó a su fin, Sirius se encontraba ocupado con algo mucho más
aburrido que la planificación de una fiesta: los exámenes. Toda la escuela había entrado en un caos,
y no podías encontrar un solo rincón del castillo en el que no hubiera estudiantes repasando
frenéticamente sus apuntes.

James se lanzó a estudiar con la firme determinación que aplicaba a cualquier esfuerzo, lo que por
supuesto daba pie a que Sirius también tuviera que abrocharse el cinturón. No le importaba mucho
si James lo superaba en lo que respectaba a las tareas asignadas, pero los exámenes eran algo
completamente diferente. Sirius se deleitó en convertir su estudio en una competencia, haciendo
apuestas con James sobre quién obtendría las mejores calificaciones.

Remus los acompañó en sus sesiones de estudio, pero se negó a participar en ninguna apuesta. A
diferencia de la mayoría del estudiantado, no parecía sentir ninguna presión en lo que respectaba a
sus calificaciones, aparentemente satisfecho con su capacidad para simplemente aprobar sus clases.
Sirius pensó, en privado, que Remus podría sacarles una ventaja tanto a él como a James si se
esforzaba un poco más, pero no estaba dispuesto a presionar a su amigo para que estudiara más
ahora que finalmente parecía estar relajándose y dejando a un lado su etapa nerd que había estado
consumiendo gran parte de su tiempo.

Peter, por otro lado, estaba bajo bastante presión. Dado que su hermana se había escapado a una
universidad muggle - un escándalo de proporciones épicas en la comunidad mágica- aparentemente
dependía de él ser el que continuara con el legado familiar. Por lo que Sirius había entendido, los
padres de Peter eran escaladores sociales que creían firmemente que su estado de sangre debería
importar más de lo que realmente lo hacía, aunque por supuesto, jamás lo hubieran dicho así
directamente. Desafortunadamente, la cantidad de presunción que los Pettigrew mostraban por su
pureza de sangre, igualaba la carencia de poder que tenían, lo que a menudo los dejaba al margen
de la alta sociedad.

Sirius podría haberse sentido mal por él, pero pensaba que la lucha de los escaladores sociales
entre los círculos de magos era ridícula, y no entendía por qué Peter se esforzaba tanto por
complacer a sus padres. Habiendo estado siempre en la cima de la "cadena alimenticia mágica"
Sirius no creía que eso fuera tan bueno como se decía, y no le importaba mucho tratar de entender
por qué alguien más podría pensar que sí. Además, Peter se mostraba increíblemente irritante con
todo ese asunto.

"¿Cuánto necesitamos para pasar el año?" Preguntaba, desesperadamente, al menos cuatro veces al
día.

"Cálmate Peter” lo tranquilizaba James, “Vas a hacerlo bien; te sabes toda la teoría al revés y al
derecho, solo es cosa de que la pongas en práctica."

Sirius se contuvo de poner los ojos en blanco, pero una vez que los demás estuvieron fuera del
alcance del oído, se inclinó y le susurró a Remus:

"No lo culpo por estar un poco nervioso. Ha habido al menos doce squibs en la familia Pettigrew, y
eso solo en este siglo."

"¿Squibs?"

"Magos no mágicos", aclaró Sirius, "¿Sabes cómo las familias muggle a veces tienen hijos
mágicos? También funciona de forma opuesta- a nadie le gusta hablar mucho de eso. Mi tío
bisabuelo tenía esta loca teoría de que los muggles intercambiaban a sus hijos con los nuestros para
así poder infiltrarse en el mundo mágico. Algo completamente chiflado, obviamente."

"Correecto" dijo Remus lentamente, procesándolo, "¿Entonces es por eso que la magia de Peter es
un poco... inestable?" Esa era una amable forma de decir lo que era dolorosamente obvio: Peter
estaba a leguas detrás del resto de los merodeadores cuando se trataba de conjurar hechizos.
Luchaba por realizar magia que a los otros les salía sin mucho esfuerzo.

"No lo sé" Sirius se encogió de hombros, "Quizá. No sé si realmente se pueda probar que ese
asunto de los squibs sea algo hereditario. Pero lo que sí es que esa es la razón por la que los
Pettigrew no están en los Sagrados Veintiocho."

Remus dio un suspiro de exasperación, mirando a Sirius con una mirada fulminante.

"Sabes que no sé qué es eso".

Sirius lo sabía, pero le gustaba cuando Remus le preguntaba cosas. Golpeó el costado del otro
chico, sonriendo, “Bueno, realmente no lo sé Lupin, con toda esa lectura que realizas estos días. Es
agradable saber que hay algunas cosas en las que he conseguido estar por delante de ti."

Remus resopló y volvió a mirar su trabajo, claramente reacio a darle a Sirius la satisfacción de que
formule la pregunta. Con la esperanza de mantener la atención de su amigo, Sirius continuó
rápidamente,

"Los Sagrados Ventiocho son lo más puro de los sangre pura. Lo último que queda de las 'familias
no contaminadas'"

Remus le lanzó otra mirada, como si esa hubiera sido la cosa más estúpida que había escuchado en
toda su vida. Sirius levantó las manos, apresurándose a explicar,

"¡En palabras de ellos, no mías! Sabes que yo no creo en toda esa basura de la pureza de sangre."

"Claro" Remus levantó una ceja "Aunque apuesto a que los Black son los primeros en esa lista."

Una sonrisa se asomó en la comisura de los labios de Sirius. “De hecho”, dijo, “Los Abbot son los
primeros. Es en orden alfabético."

Remus soltó un suspiro de queja y volvió a su libro, pero Sirius ya había captado un pequeño desliz
de sonrisa en su rostro.

***

Además de su competencia en juego con James, Sirius tenía otra razón para lanzarse a estudiar:
mientras enfocara toda su energía en los exámenes, no tendría tiempo para pensar en lo que vendría
después de ellos.

Las vacaciones de verano.

Mientras se podía escuchar como otros estudiantes platicaban sobre los planes para sus vacaciones
y encuentros familiares, Sirius solo fruncía el ceño cada vez que se mencionaba siquiera el tema
del verano. Prefería pensar en ello lo menos posible, incluso cuando comenzó a volverse cada vez
más difícil de ignorar.

No había hablado con Regulus desde su discusión en Navidad, y no tenía ni la más remota idea de
qué tenía que esperar cuando regresara a casa. Pensó en la posibilidad de escribirle de nuevo,
incluso en talvez, disculparse- pero estaba seguro de que su madre leería cualquier carta que él
mandara; sin embargo, aunque hubiera sabido que las misivas podrían haber llegado intactas a su
hermano, Sirius no se habría atrevido a tener que tragarse su orgullo.

Todavía estaba enfadado con Reg por algo que él consideraba había sido una enorme traición; para
Sirius, su hermano se había puesto del lado de sus padres cuando se suponía que ellos siempre
debían apoyarse el uno al otro. Al mismo tiempo, su propia culpa se asomaba amenazadoramente
para torturarlo cada vez que recordaba las cicatrices en las piernas de su hermano y el tono
acusador que este había usado para escupirle: "¿Dejarte solo?". Sirius no podía sacudirse el
sentimiento de haberle fallado a su hermano, de que él había abandonado a Regulus tanto como
Reg lo había abandonado a él, aun incluso cuando ninguno de los dos había tenido otra opción en
el asunto. Todo esto lo hacía sentir completamente impotente.

Sirius pensaba en ello cada vez más y más a medida que el verano comenzaba a asomarse. Y esa
serie de cavilaciones se habían convertido en parte del drenaje en el centro de su mente, por el cual
se arremolinaban alrededor todos los demás pensamientos; podía mantener su mente divagando la
mayor parte del tiempo posible, pero eventualmente siempre se veía arrastrado hacia ese oscuro
pozo.

Estaba eternamente agradecido con James Potter, quien hacía su mejor esfuerzo por entenderlo y
siempre le tenía listas palabras reconfortantes en las noches en las que Sirius subía a su cama, sin
poder dormir. A veces se quebraba por completo, incapaz de contener las lágrimas que luchaban
por salir de sus ojos. Pero James era tan comprensivo que apenas se sentía avergonzado por eso,
aun cuando podía escuchar la voz de su madre en el fondo de su mente, gritándole: '¡Ten un poco
de dignidad! ¡Los chicos no lloran!'
La noche en la que Sirius le reveló sus cicatrices, necesitando desesperadamente hablar sobre lo
que había visto en las piernas de Reggie durante las vacaciones de Navidad, James se quedó sin
aliento.

"Eso es perverso" susurró, con una furia justiciera encendida en sus ojos.

Sirius no estaba seguro de cómo procesar o reaccionar a esa palabra. Odiaba lo que hacía su madre,
por supuesto- pensaba que era algo espantoso, terrible, horrible. Pero había evitado llamarle
perverso, su primer instinto fue ponerse a la defensiva- todos disciplinaban a sus hijos, después de
todo. Su familia sólo lo había llevado un poco más al extremo que la mayoría.

"Ella piensa que es lo mejor para nosotros", se escuchó decir a sí mismo -y se dio cuenta con un
sobresalto de que estaba haciendo eco de las palabras de su hermano. James parecía escéptico, así
que continuó:

"No es —obviamente, sé que está mal, pero no es como si pudiera detenerla. Yo solo... pensé que
sería capaz de evitar que se lo hiciera a Reg. No es como si en algún momento se hubiera portado
tan mal como yo, él realmente nunca ha hecho nada para merecerlo..."

"Sirius", lo interrumpió James, con una mirada extraña en sus ojos. “Nadie lo merece. No es que tú
sí lo merezcas. Lo sabes, ¿verdad?"

Sirius quería responder, pero su garganta se había cerrado.

"No deberías tener que volver allí", continuó James, "Esto no está bien". Sus ojos se iluminaron,
repentinamente, de la forma en la que lo hacían cuando se le ocurría una idea.

"¡Quédate conmigo durante el verano!"

Sirius parpadeó, levantando la mano para frotarse las mejillas repentinamente húmedas. "¿Qué?"

"¡Puedes quedarte conmigo! Estoy seguro de que mis padres amarían recibirte". Estaba sonriendo
ansiosamente, claramente emocionado con la solución.

"No puedo", respondió Sirius, con el corazón oprimido, "mi familia nunca me lo permitiría".

James comenzó a hablar de nuevo, pero Sirius negó con la cabeza.

"Mira, solo —déjalo, ¿de acuerdo? Hablemos de alguna otra cosa."

Su amigo accedió, a regañadientes. Pero al día siguiente, James volvió a mencionarlo. Estaban en
la sala común, viendo a Peter intentar convertir un plátano en una zapatilla.

Sirius frunció el ceño, suspirando. "Sabes que nunca me dejarán ir."

"Anímate, amigo" dijo James, pasando un brazo alrededor de su hombro. Estaba tan
inquebrantablemente confiado de haber encontrado la solución al problema del verano de Sirius,
tan seguro de que podría lograr que funcionara. Sirius no sabía cómo convencer a su amigo de que
simplemente era algo imposible.

“Pero es que no lo harán. La maldita boda de Bellatrix es en junio, puedes apostar a que tendré que
estar presente en tooodo momento."

"Mi familia recibió una invitación para ir" intervino Peter, levantando la vista de su trabajo. El
plátano ahora parecía casi una pantufla, pero aún era de un color amarillo brillante y tenía un
aspecto desagradablemente blando. "Probablemente te vea allí."

"Sí, genial." Sirius murmuró sombríamente, incapaz de mostrar algún tipo de entusiasmo ante la
idea de que Peter asista a una de sus horribles reuniones familiares. “Si no me han convertido antes
en un tritón. O encerrado dentro de un retrato por todo el verano gracias a una maldición -de hecho
eso ya se lo hicieron una vez a Andrómeda. Nunca volvió a ser la misma, ahora odia las pinturas
mágicas."

"Despuéss de la boda” dijo James, dirigiendo obstinadamente la conversación de vuelta al punto


inicial, “Ya se nos ocurrirá algo. Te sacaré de allí si es necesario, lo juro."

Sirius hizo todo lo que pudo por sonreír, no queriendo discutir con su amigo. James le sonrió en
respuesta, y se veía tan confiado que era imposible no sentir un pequeño atisbo de esperanza. Si
alguien podía ser capaz de descubrir cómo trasladar clandestinamente a Sirius lejos de su familia,
ese era James Potter.

"Tú también, Lupin" agregó James. Remus descansaba boca abajo en el suelo, escuchándolos solo
a medias.

[Como Madam Pomfrey había predicho, desde que Remus había cumplido doce, sus
transformaciones se habían vuelto mucho, mucho peores. Mientras antes podía resultar sólo con
algún par de marcas de dientes o garras -del tipo que conseguirías de un cachorro juguetón que
no pretendía causarte un daño genuino- ahora despertaba con profundas y furiosas heridas que
sangraban en abundancia hasta que llegaba Pomfrey a contenerlas y curarlas. La agonía de la
transformación en sí misma había alcanzado niveles intolerables, y solía sentirse enfermo durante
horas antes de que saliera la luna. {...} En ese momento, tenía un corte en su espalda que no había
cerrado de forma apropiada, incluso después de los cuidados de Madam Pomfrey, y había
descubierto que esa era la única posición que no encontraba incómoda.]

"¿Hm?" Levantó la cabeza, arqueando ligeramente la espalda. Sirius pensó haberlo visto
estremecerse mientras se movía, pero su cuerpo rápidamente adoptó una expresión neutral.

"Deberías venir y quedarte durante el verano. Tenemos muchas habitaciones y a mamá no le


molesta"

"No puedo" Remus negó con la cabeza, volviendo a mirar su libro. Se veía distraído, tenso. Sirius
se preguntó en qué estaría pensando. "La matrona no me dejaría. Cosas de tutores legales y ley
muggle."

"Debe haber alguna forma de eludirla" respondió James, incapaz de aceptar un no por respuesta,
"Ambos vendrán ¿cierto? Lo conseguiré." Sirius deseó que no fuera tan fácil creer en él, no sabía
si sería capaz de manejar el hecho de tener muchas esperanzas, solo para que se derrumbaran una
vez que se encontrara de nuevo atrapado en la deprimente mansión de sus padres.

[Remus le sonrió en respuesta a James, pero sabía que no habría nada que James pudiera hacer.
Las lunas llenas, como siempre, se interpondrían al terminar el mes, y no había ni siquiera la
oportunidad de tener una semana libre al final del verano. Además, realmente la matrona no lo
dejaría ir.]

Afortunadamente, Peter jadeó, distrayéndolos eficientemente de la conversación. "¡Creo que lo


logré!" Sostenía en alto su zapatilla amarilla brillante.

"Bien hecho, Pete" dijo Sirius, aun incapaz de reunir el aliento entusiasta que James era tan bueno
para conseguir, "Pruébatelo para ver si te queda".
Peter se inclinó, encajando la zapatilla en su pie. Mientras lo hacía, Sirius notó por el rabillo del ojo
que Remus se movía, enderezándose para sentarse y luego, de repente, se ponía de pie. Tenía los
ojos muy abiertos, como si acabara de tener una idea.

[Remus se había sentado, su espalda ahora estaba realmente adolorida. Mientras se enderezaba,
había sentido un cálido flujo de sangre correr por encima de su columna, comenzando a empapar
la cintura de sus pantalones. Alarmado, se levantó rápidamente.]

"¡Eurgh!" Peter gritó, atrayendo de nuevo la atención hacia él. Su pie descalzo ahora estaba
cubierto de baba de plátano. James se echó a reír, sacudiéndose tanto que sus anteojos casi se le
resbalaron de la cara.

"¡Él estaba bromeando, Pete! Tienes que dejar de hacer cosas solo porque te lo decimos."

Remus seguía de pie, con una mirada extraña en su rostro. "¿Estás bien, Lupin?" preguntó Sirius,
curioso. Remus vaciló cuando la atención se volvió hacia él.

"Sí, solo... creo que iré a dar un paseo."

"¿A donde? ya es casi el toque de queda" preguntó Sirius -luego sintió una chispa de emoción al
darse cuenta de que Remus debía estar tramando algo. "¿Qué estás planeando?"

“No no, nada... solo me apetecía..."

"¡Iremos contigo!" James también se puso de pie, "Traeré la capa."

"¡No!" Gritó Remus.

Todos se quedaron helados, incluso Peter, que estaba aún quitando tiras de plátano de entre los
dedos de sus pies.

"Yo..." tartamudeó Remus, "No me siento muy bien. Solo quiero ir con Madam Pomfrey, eso es
todo."

Oh. Sirius se dio cuenta de su error inmediatamente. Había estado haciendo todo lo posible para
evitar que James y Peter se dieran cuenta de todas las extrañas desapariciones de Remus, pero ellos
habían comenzado a preguntarse cada vez más por qué su amigo se enfermaba tan periódicamente.
Sirius había tratado de evitar llamar la atención sobre todo ese tema, pero parecía que esa noche
había hecho todo lo contrario. Se maldijo a sí mismo, en silencio.

"Está bien, amigo" dijo James gentilmente, levantando las manos. Todos ya se habían
acostumbrado a los repentinos cambios de humor de Remus, "Tranquilo. ¿Quieres que te
acompañemos de todos modos?"

"Yo iré" dijo Sirius rápidamente. Se puso de pie y tomó a Remus por el codo antes de que tuviera
tiempo de protestar, llevándolo hacia el agujero del retrato.

"Sirius..." comenzó Remus, una vez que estuvieron a salvo en el corredor vacío. Sirius podía
adivinar lo que estaba a punto de decir, probablemente no querría que su amigo fuera a la
enfermería con él, no si eso se relacionaba con el asunto de ser hombre lobo. Remus aún no tenía
idea de que Sirius ya había descubierto su secreto.

"No pasa nada, Lupin" rápidamente tranquilizó a su amigo, "Solo te acompañaré hasta allí. No
entraré contigo ni nada."
Remus parecía un poco confundido, pero pareció aceptarlo. Comenzaron a caminar, moviéndose
más despacio que de costumbre. Sirius se dio cuenta de que Remus estaba adolorido y trataba de
ocultarlo. Su mandíbula estaba apretada, sus hombros rígidos y tensos. Se preguntó una vez más
qué era lo que pasaba exactamente durante las transformaciones mensuales de su amigo; fuera lo
que fuera, siempre parecía arrebatarle algo.

"¿Está todo bien?" Sirius preguntó cuidadosamente, "Estás caminando rígido."

"No me siento bien" repitió Remus, forzando las palabras a través de los dientes apretados.
Claramente, no quería hablar de eso -pero en realidad, nunca quería hablar mucho de sí mismo, en
cualquier circunstancia. Sirius sabía que era mejor no presionarlo.

"Entiendo" le respondió, de forma despreocupada, y continuaron su caminata en silencio. Cuando


llegaron a la enfermería, tuvieron una pausa incómoda junto a la puerta. Remus lo miró
detenidamente, con un gesto defensivo en su rostro mientras esperaba a que su amigo se fuera.
Sirius no retrocedió, imperturbable.

"Espero que te mejores" dijo, "¿Podemos ir a visitarte mañana, si no te dan el alta?"

Remus parpadeó, como si eso no hubiera sido lo que esperaba. Su mirada se suavizó un poco, pero
aún se veía cauteloso cuando murmuró: "Supongo que sí". Con un encogimiento de hombros que lo
hizo estremecerse, definitivamente de dolor. Sirius fue muy cuidadoso en no dejar que su expresión
cambiara.

Deseó, por un momento, poder decirle a Remus que él ya lo había descubierto -que no tenía que
guardar ese secreto, que podía pedir ayuda. Que no estaba solo. Pero Sirius sabía que eso no era
una buena idea, así que solo dijo:

"Cuídate, Lupin" antes de darse la vuelta y apresurarse a irse sin mirar atrás.

[Remus lo vio irse, hasta que dobló la esquina. Tenía la rara sensación de que Sirius voltearía a
verlo antes de desaparecer. Cuando no lo hizo, Remus no pudo evitar sentirse extrañamente
decepcionado, aunque debía haberlo sabido -Sirius nunca había sido una persona predecible.

Se estremeció ligeramente -en parte por su dolor creciente y en parte por algo más -y entonces
abrió la puerta de la enfermería.]
Primer año: Fin de Periodo
Chapter Notes

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Finalizando su primer año en Hogwarts, Sirius descubrió que no había mejor lugar para hacer
travesuras que un castillo lleno de estudiantes durante la época de exámenes. Con dos semanas
libres de lecciones, tenía tiempo más que suficiente para cualquier repaso de última hora, y tenía la
intención de hacer un buen uso de su nueva libertad.

La mayoría de sus compañeros estaban frenéticos de ansiedad, incluyendo a Peter, quien pasaba
horas mirando impotente sus apuntes y tirándose del cabello en la biblioteca. Afortunadamente,
James parecía compartir la confianza de Sirius, y como ya habían pasado semanas estudiando, no
fue demasiado difícil convencerlo de que enfocara su atención en otros proyectos. Descubrieron las
maravillas de los petardos sin llama y se deleitaron haciendo desaparecer las mochilas de los
estudiantes desprevenidos en la biblioteca; ambos se escondían detrás de los estantes y contenían la
risa mientras observaban a sus víctimas buscando desesperadamente sus cosas. Un Slytherin de
quinto año saltó de su asiento tan de repente que terminó tropezando con su bolso invisible y
cayendo de cara al piso, lo que hizo que James y Sirius terminaran histéricos y que Madam Pince
los echara a ambos fuera de allí.

En privado, a Sirius no le importaba que Peter estuviera demasiado ocupado estudiando como para
acompañarlos -estaba tan preocupado por los exámenes que se estaba convirtiendo en una molestia
insoportable, siempre murmurando para sí mismo sobre los ingredientes de las pociones o
pidiéndoles que le hicieran preguntas sobre fechas históricas. Incluso James estaba perdiendo la
paciencia de consolar constantemente a su nervioso amigo.

Remus, por otro lado, estaba más relajado de lo que Sirius lo había visto nunca. Pero tampoco se
veía inclinado en participar de todas las bromas, prefiriendo pasar sus días descansando en algún
lugar del castillo con un libro o deambulando con su mapa. Sirius habría disfrutado su compañía
mucho más que la de Peter, pero después de todo igual contaba con James, y eso era mucho más
que suficiente.

Los exámenes por sí mismos fueron tan sencillos como Sirius había esperado que fueran. Primero
tuvieron Encantamientos, en el que tenían que hechizar un coco para que bailara una giga
irlandesa*, pan comido. James, Remus y él ejecutaron el encargo a la perfección. El coco de Peter,
en cambio, se negó a moverse al principio y perdió el control una vez que comenzó a bailar,
girando fuera del escritorio y estrellándose contra el suelo empedrado. Sirius no culpaba al coco,
con la forma en que Peter había estado comportándose últimamente, el habría estado listo para
hacer lo mismo.

Transformaciones pasó volando; estaban convirtiendo 'escarabajos ciervo' en pimenteros. Sirius


terminó en cinco minutos, transformando impecablemente al insecto en una hermosa pieza de
vidrio. McGonagall, quien caminaba por la habitación observando el esfuerzo de los otros
estudiantes, se detuvo junto al escritorio de Sirius y anunció que el suyo había sido el mejor
ejemplo de transformación a pequeña escala en primer año que había visto en su vida, lo que hizo
que Sirius sintiera que podría estallar de orgullo. A sus amigos les tomó más tiempo terminar, pero
al final todos pudieron lograrlo, con diferentes niveles de éxito. El pimentero de Remus todavía
estaba algo brillante y negro, el de James parecía de porcelana, pero abrió sus alas y salió volando
cuando McGonagall trató de sacar un poco de pimienta. Peter se las arregló para que el suyo se
quedara quieto, pero aún tenía patas y astas, incluso después de una hora.
Herbología estuvo aburrido pero fácil, un examen escrito. Historia de la magia estuvo igual,
aunque Sirius se sorprendió un poco cuando miró alrededor y vio a Remus escribiendo rápidamente
en un tercer rollo de pergamino, los dos primeros descansando a un lado. Estaba bastante seguro de
que el capítulo del libro que hablaba sobre los revueltas de los duendes no era ni la mitad de largo
que el ensayo de su amigo. Pociones fue, frustrantemente, uno de los exámenes más difíciles, solo
porque tenían que preparar una cura para las verrugas de memoria y Sirius sabía que si una sola de
las medidas estaba mal, podría arruinarlo todo. Aun así lo hizo bien, pero fue una de las únicas
clases en las que no esperaba las mejores calificaciones.

Entre exámenes, Sirius continuaba su reinado de terror con James, deslizando plumas de truco
dentro de las mochilas de los estudiantes, arrastrándose bajo la capa de invisibilidad y dando buen
uso a las últimas bombas de estiércol que les quedaban. Filch había estado a punto de atraparlos
varias veces, pero lograban esquivarlo antes de que los capturara, aunque Frank Longbottom sí
amenazó con mandarlos a detención si no dejaban de levitar tinteros en la sala común.

Los días se volvieron cada vez más cálidos, y cuando llegó junio y los exámenes habían terminado,
Remus y Peter finalmente estaban listos para unirse de vuelta a las travesuras. Esto era bueno, ya
que James quería asegurarse de que la última broma de ellos fuera memorable.

"Tiene que ser grande" dijo con decisión, mientras descansaban junto al lago, "Nuestra última
celebración."

"No será la última" le recordó Sirius, "estaremos de vuelta en dos meses."

"Puede que ustedes lo estén" dijo Peter melancólicamente, "sé que yo he desaprobado todo."

James agitó una mano, descartando la preocupación del otro chico. En ese punto, todos ya se
habían cansado de tranquilizarlo, y hacía un día demasiado agradable afuera como para dejarse
arrastrar por el mal humor de Peter. Estaban en su nuevo lugar favorito, bajo un gran árbol con
sombra. Peter estaba sentado debajo de las ramas para evitar quemarse: el sol estaba en su máximo
esplendor brillando en el cielo. James y Sirius disfrutaban del baño de luz solar, tumbados en la
hierba sin sus túnicas y con las mangas arremangadas. Remus estaba acostado junto a ellos, aunque
todavía tenía la túnica puesta.

"¿Nos quedan algunas bombas de estiércol?" Preguntó, entrecerrando los ojos hacia el cielo
brevemente, luego los cerró y se relajó, con los brazos cruzados debajo de la cabeza. A Sirius le
recordó a un gato, dormitando perezosamente bajo el sol.

"Sí, algunas. Sin embargo, no son suficientes como para una gran despedida."

"¿Qué tan grande planeas que sea, exactamente?"

"Más grande que las bombas de estiércol." James se encogió de hombros, limpiando sus anteojos,
como solía hacer cuando se ponía a pensar. "Lo suficientemente grande como para que todos sepan
que fuimos nosotros."

"Oh, sabrán que fuimos nosotros" señaló Sirius, "McGonagall siempre lo sabe". Se puso de pie y
comenzó a lanzar piedras al lago, logrando que rebotaran cinco veces. Cuando era más pequeño,
Reg y él habían hecho un concurso de tirar piedras que hacia el estanque de su jardín -pero Sirius
no quería pensar en eso.

"Podrían pensar que fueron los Prewett" respondió James, “nos han estado ganando durante todo el
año."
"¡Nada le gana a los duendes!" dijo Sirius, a la defensiva. Tiró otra piedra. Esta vez, en su cuarto
rebote, el calamar gigante que vivía en el lago levantó un largo tentáculo plateado para lanzarle la
piedra de regreso, lo que hizo que Sirius sonriera.

"Y lo del polvo pica pica estuvo bastante bueno, tienes que admitirlo". Remus murmuró. Tenía su
brazo echado sobre su cara ahora, bloqueando el sol.

"Exactamente" estuvo de acuerdo Sirius, asintiendo, "Tienes que darnos puntos por ingenio en
esa."

"¡Y la nube de lluvia!" Peter chilló, intentando unirse a la conversación -como de costumbre- de la
peor manera posible. Hubo un tenso silencio después de su comentario. Todos habían evitado
cuidadosamente hablar sobre ese incidente desde enero.

Sirius sacudió la cabeza, molesto, y rápidamente cambió de tema.

"De todos modos, el punto es que los cuatro hemos tenido más detenciones que el resto de
Gryffindor juntos este año. ¿Qué más quieres que hagamos, James? ¿Firmar nuestro trabajo?"

Estaba a punto de tirar otra piedra cuando James se puso de pie de un salto y lo tomó del hombro,
obligándolo a dejarla caer.

"¡Oye!" Sirius frunció el ceño, irritado, "¿A qué estás jugando?"

"¡Eso es!" James dijo con entusiasmo "¡Firmemos nuestro trabajo!"

"Perdona, ¿qué?" preguntó Remus, entrecerrando los ojos por debajo de su brazo.

“FIRMEMOS NUESTRO TRABAJO” repitió James, y Sirius comenzó a sonreír. Remus aún se
veía desorientado; James suspiró, explicando impacientemente "Que pongamos nuestra marca en
Hogwarts, literalmente"

"¿Estás hablando de dañar la propiedad escolar, Potter?" Sirius arqueó una ceja, su mente ya
sumergida en ideas sobre lo que podrían escribir y dónde.

"Puede que lo esté haciendo, Black" James movió las cejas en respuesta, encantado de que Sirius
entendiera. (Siempre se entendían, incluso cuando los demás parecían no hacerlo).

"Bueno distinguido caballero, yo digo que-" Sirius adoptó un acento aristocrático aún más
pomposo, con una sonrisa asomándose en su rostro.

"¿Qué opina, mi querido amigo?"

“Yo digo que es una idea simplemente espléndida”.

"¡Oh, sublime!"

"¡Un trabajo excepcional!"

"¡Se lo garantizo!"

Ambos se encontraron riéndose entre sí y Sirius tiró a James hacia el césped, jugando a la lucha.
Junto a ellos, Remus se puso de pie con un suspiro, apartándose para sentarse junto a Peter. Nunca
parecía muy ansioso de unirse a sus juegos bruscos.

Peter y Remus continuaron charlando bajo la sombra del árbol, pero Sirius los ignoró, haciendo
todo lo posible por estampar a su amigo en la hierba. James era más grande que él y -aunque Sirius
se negaba a admitirlo- un poco más fuerte, pero él creía firmemente en la idea de pelear bajo lo que
él llamaba “términos honorables”. Sirius en cambio, pensaba que una pelea era una pelea, y no
tenía reparos en lanzarle un poco de tierra o darle un codazo inesperado si era necesario.

[“¿Alguna idea de lo que estén hablando?” Remus le preguntó al chico más pequeño. Peter tenía
la cara enrojecida y la frente arrugada. Claramente lo estaba meditando a profundidad.

“Ellos quieren que escribamos nuestros nombres en alguna parte. ¿En... las paredes?" Dijo
lentamente.

“¿Qué-” preguntó Remus, “-como tallarlo en la piedra o algo así? Eso es algo un poco
permanente ¿no crees?”

“Es todo lo que se me ocurre” Peter se encogió de hombros. “James dice que quiere algo
grande... las paredes son lo más grand- oh... ¡OH!"]

Estaba a punto de intentar quitarle las gafas a James de la cara cuando Peter brincó, llamando su
atención. "¡Chicos!" Chilló emocionado: "¡Acabo de tener una idea!"

"¡Caray!" Ambos se congelaron. James lo tenía en una llave de cabeza, pero Sirius había estado a
punto de tomar la delantera usando su tobillo para derribar a su amigo, haciendo que ambos
perdieran el equilibrio. Con el brazo todavía alrededor del cuello de Sirius, James preguntó:
"¿Todo bien, Pettigrew?"

"¡El césped!" soltó Peter, avanzando ansioso, "Es el lienzo más grande que hay, y no tendría que
ser permanente, sería algo como... podríamos usar una poción de crecimiento rápido..."

Sirius comenzó a sonreír a su pesar cuando el plan de Peter comenzó a cobrar sentido...

***

Tenían dos semanas para planificarlo: Peter y James estaban a cargo de reunir los suministros,
mientras Sirius y Remus dedicaron su tiempo a investigar sobre los hechizos que necesitarían. No
fue demasiado difícil encontrar los encantamientos cambia-color, y tomaba muy poco tiempo
conjurarlos una vez que los dominabas. Mientras organizaban su última misión del año, los
merodeadores se enteraron de que todos habían aprobado sus exámenes, incluso Peter. Sirius había
obtenido las mejores calificaciones en la mayoría de las clases, superando a James en la mitad de
sus materias. Fue el primer lugar en Transformaciones y trató de no mostrar lo emocionado que
estaba por eso. También se sorprendió un poco al saber que Remus lo había vencido en
Encantamientos e Historia de la Magia -alcanzando además el primer lugar-; Lupin parecía revelar
continuamente nuevos niveles de suma inteligencia.

En su última noche en Hogwarts, los cuatro chicos se apiñaron bajo la capa de invisibilidad de
James y salieron rumbo a los terrenos una vez que todos los demás estuvieron dormidos.

"¡Auch! ¡Ese era mi pie!”

"¡Perdón!"

"No puedo ver nada"

"Es que está oscuro afuera, idiota".


"¡Ay! ¡Y ahora ese fue mi pie!”

"¿Ya podemos quitarnos la capa?"

"Sí, eso creo..."

Liberado de la capa, Sirius respiró hondo el aire fresco del verano. Se giró para mirar a sus amigos:
Peter y Remus sostenían un saco de semillas de hortensias y James doblaba la capa dejándola bajo
su brazo.

"Correcto" dijo James, poniendo manos a la obra, "¿acordamos escribir 'con amor' o de frente 'de'?"

“De” dijo Peter.

Sirius exhaló. "Yo prefiero 'con amor'".

"Aww, por supuesto que lo haces, Black" bromeó James, acercándose para alborotar su cabello.
Sirius se alejó, haciendo una mueca. "Entonces 'con amor' será. ¡Vamos caballeros, a trabajar!"
concluyó James.

Les tomó una hora vaciar por completo el saco de semillas, James a la cabeza y Remus en la
retaguardia, rociando una poción de crecimiento rápido sobre el rastro que dejaban.

"¿Seguros de que lo escribimos todo bien, verdad?" preguntó James, mirando de nuevo las semillas
esparcidas por el campo.

"Demasiado tarde ya" señaló Sirius, "Mira, será mejor que nos vayamos, ya está por salir el sol".
Hizo un gesto hacia el cielo, donde el rosa pálido comenzaba a pintar el horizonte.

"¡El hechizo cambia-color, rápido!"

"Ya lo hice" dijo Remus, vaciando la última botella de poción, "Mientras estaban aún en la bolsa."

Sirius sonrió. "¡Bien pensado, Lupin!" Le dio una palmada en el hombro al otro chico, "Sabía que
eras el listo."

['¡¿Desde cuándo?!' Remus pensó para sí mismo.]

"No entremos todavía" dijo James, mirando al cielo. "Miren, podemos ver salir el sol."

"Merlín" Sirius rió, "Eres un gran marica."

Pero se quedó parado junto a los demás, contemplando con silenciosa fascinación cómo el rosa se
oscurecía y se volvía naranja. El sol elevándose triunfalmente sobre el lago, el reflejo dorado
brillando sobre el agua, el naranja intenso desvaneciéndose en un amarillo más claro, mezclándose
junto a los últimos rastros de azul.

"El año que viene será aún mejor, chicos" sonrió James, las anteojos brillando gracias al reflejo de
la luz solar, mientras tenía sus brazos alrededor de los hombros de Sirius y Peter. Sirius le devolvió
la sonrisa, con el pecho oprimido mientras observaba la luz caer sobre los rostros de sus mejores
amigos y sobre los muros del castillo que rápidamente se había convertido en su hogar.

Todos estuvieron más apagados mientras regresaban a la sala común, casi olvidándose de volver a
ponerse la capa. De regreso a la torre de Gryffindor, James y Peter se acurrucaron en sus camas,
corriendo sus cortinas para bloquear la luz del sol naciente. Sirius bostezó, deseando poder hacer lo
mismo, pero no había ni empezado a empacar y el tren partiría en cuestión de horas. Suspiró y
comenzó a lanzar sus cosas desordenadamente hacia el baúl.

Remus tampoco durmió. En cambio, se acurrucó en el alféizar de la ventana, bajando la vista hacia
donde habían esparcido las semillas. Permaneció en silencio, introspectivo mientras miraba a través
del cristal, aunque Sirius no tenía idea de qué era lo que pasaba por su mente.

Una vez que su baúl estuvo lleno -dejó´para después el descubrir cómo poder cerrarlo-, Sirius se
acercó para unirse a Remus junto a la ventana. Las flores ya habían brotado abajo, un revoltijo de
tallos que se retorcían.

"¡Luce bien!"

Remus sonrió secamente, "Sigo pensando que debería haber sido 'estoovieron', y no 'estuvieron'".
[*]

"Mala ortografía, Lupin" bostezó Sirius, "no podría haber vivido conmigo mismo". Se estiró,
dejando que el cansancio se apoderara de sus extremidades mientras retrocedía hacia la cama más
cercana, la de Remus, y se acurrucaba para dormir.

[Remus lo miró por un momento desde el alféizar de la ventana. Con los ojos cerrados, bajo la
suave luz del amanecer, Sirius se veía más suave, más joven. Remus había pasado el año entero
admirándolo a él y a James, lo invencibles que eran, lo osados. Pero, a fin de cuentas, todos ellos
sólo eran un grupo de niños. Y no importaba cuan grande fuera su última broma, eso no detendría
la llegada del tren para recogerlos en unas horas, el tren que llevaría a Remus de regreso a St
Edmund’s y a Sirius de regreso a donde fuera que él viviera -a una casa en la que los retratos le
gritaban, y una familia a la que no le importaba que hubiera sido el mejor en Transformaciones.]

Sirius sabía que cuando despertara, estaría abordando un tren de regreso a casa. Sabía que dejaría
atrás a sus amigos y se enfrentaría solo a sus padres, sin siquiera poder contar con Reg de su lado.
Sabía que no se le permitiría usar magia y que los castigos por hacer travesuras serían mucho más
severos que lo que habían sido en Hogwarts. Sabía que cuando abriera los ojos, se encontraría cara
a cara con el momento que había estado temiendo durante meses.

Pero hasta entonces, estaba cansado, adormecido con una especie de agotamiento satisfecho que
llegaba luego de una noche emocionante en una misión con sus amigos. Estaba a salvo, acurrucado
en la habitación que había aprendido a amar, donde realmente podía ser él mismo. Y la cama tenía
el aroma de Remus, algo térreo y familiar -como un recordatorio de que, por ahora, Sirius no
estaba solo.

Mientras se rendía al sueño, las flores brotaban afuera. Quince metros más abajo, las hortensias
desplegaban sus pétalos, brillando con el color carmesí y dorado de Gryffindor mientras declaraban
con orgullo:

¡LOS MERODEADORES ESTUVIERON AQUÍ!

Chapter End Notes

[*]: En realidad, tiene más sentido en inglés, Remus quería escribir 'woz' que es como
una jerga que se refiere a 'was' porque se escucha igual, o en este caso 'were' ya que
habla de 'they/ellos'. Pero creo que se entiende skdk

Por ciertooooo, ya terminamos el primer año yiii <3


Verano de 1972
Chapter Summary

Más contenido de Regulus <3

No se había permitido pensar en eso, pero Sirius había tenido la esperanza -secretamente,
inconscientemente- de que de alguna manera, una vez que llegara a casa, las cosas entre Reg y él
podrían volver a la normalidad. No había olvidado su discusión, a pesar de que había hecho todo
por no pensar en ella. Pero lo que realmente deseaba más que nada -a medida que se acercaba a las
puertas de la casa de su familia- era volver a ver reír a su hermano, y saber que todo estaba
perdonado entre ellos.

Desafortunadamente, cualquier esperanza que había tenido de un emocionado encuentro se


desvaneció rápidamente. No había nadie esperando para darle la bienvenida a Sirius cuando entró a
la casa con su madre -quien había pasado todo el viaje de regreso de la plataforma 9¾
reprendiéndole brutalmente después de haber visto a su hijo entrando a la plataforma, al lado de
James Potter.

Cuando encontró a su hermano, Regulus se mostró hosco y retraído. Siempre había tendido a la
melancolía y tenía la mala costumbre de aislarse cuando se enfadaba. Pero esto era diferente.
Reggie lo había saludado con una mueca de desprecio que Sirius nunca antes había visto en su
rostro, una expresión que torcía sus facciones de una forma desagradable. En el pasado, Sirius solo
había necesitado disculparse una vez con su hermano para ver el brillo de cariño inundar sus ojos y
así saber que todo estaba bien. Pero ahora había resentimiento, una zarza espinosa que se ceñía
contra ellos cuanto más tiempo pasaban separados, mientras Sirius caía en la cuenta de que no
tenía idea de cómo escapar de ella.

Así comenzaron algunos de los días más miserables de la vida de Sirius. Sin su hermano, la vida en
casa se volvió insoportable. En Hogwarts, Sirius siempre había estado rodeado de amigos. Ahora,
súbitamente solo, sentía como si le hubieran arrancado algún tipo de coraza; como si le arrebataran
una cobija o una piel externa que lo protegía, exponiéndolo al frío amargo de la soledad.

Sirius se encontró a sí mismo pasando bastante tiempo escondido en la biblioteca, buscando refugio
-como lo había hecho muchas veces mientras crecía- en los libros. Se las arregló para distraerse
tomando algunos de los tomos que guardaba su padre sobre maleficios y maldiciones -algunos
verdaderamente despiadados, libros que no podría haber encontrado en Hogwarts. La colección de
su padre estaba llena de ellos. Sirius trató de no pensar en lo que eso significaba.

Era consciente -como cualquiera que hubiera crecido en el mundo mágico inevitablemente lo
estaba- de la magia oscura. Había escuchado vagas referencias a magos oscuros, guerras pasadas y
atrocidades. Pero a pesar de que el término solía aparecer con frecuencia, Sirius nunca había sido
capaz de encontrar alguna una explicación clara sobre qué era lo que, exactamente, hacía a un
mago "oscuro", en todo el sentido de la palabra. Parecía como si en los libros de historia, cualquier
bruja o mago que fuera el enemigo, era etiquetado como oscuro sin más ni más.

Incluso en Defensa Contra las Artes Oscuras, el profesor nunca había llegado a revelar qué era lo
que que, realmente, se ocultaba bajo la sombra de su experiencia. Las maldiciones, sin duda, eran
magia oscura, pero los estudiantes de Hogwarts se hechizaban y maldecían entre sí todo el tiempo,
y ninguno de ellos era un mago oscuro. En lo que a Sirius respectaba, no había ninguna línea clara
trazada entre qué era y qué no; el término era confuso, distorsionándose según el político de turno
que llegara al poder.

Aún así, sabía que muchos de los libros de su biblioteca familiar probablemente habrían sido
vetados de los estantes de Hogwarts, y comenzaba a darse cuenta de que, a los ojos de muchos
magos, la familia Black estaba llena de magia Oscura. Y que había sido esta 'Oscuridad', de hecho,
la que contribuía en gran medida a la reputación de todos ellos, dando forma al miedo y al respeto
entretejidos con los que muchos se acercaban a ellos.

Sirius nunca había visto a su familia como una de 'magos oscuros'. Era verdad que solían estar
envueltos en bastantes situaciones mágicas que podrían turbar a cualquiera en Hogwarts. Eran
políticamente astutos, ambiciosos y sedientos de poder. Odiados por mucha gente, incluso, muchas
veces, por el propio Sirius. Pero bueno. Él no consideraba que sus padres fueran magos oscuros, a
pesar de todos sus defectos. No era como si ellos fueran malvados o perversos. Incluso si poseían
un montón de libros aterradores.

Cuando no estaba leyendo, Sirius pasaba gran parte de su tiempo molestando a Regulus, tratando
de volver a agradarle. Era difícil saber qué era exactamente, lo que dentro de sus desastrosas
vacaciones de Navidad, había sido la raíz del rencor actual de Reg, pero Sirius creyó que si insistía
lo suficiente en actuar como si todavía fueran amigos -lo eran, por Merlín! ellos eran hermanos,
después de todo- así eventualmente, Regulus tendría que ceder y admitir que una pelea no podría
deshacer una década de fraterna complicidad. Insistió empecinado, emboscando a su hermano
pequeño cuando claramente el niño quería que lo dejaran solo y obligándolo a jugar juegos de
chasquidos explosivos o gobstones. Bromeaba, obstinadamente, decidido a hacer reír a Regulus. Le
hizo bromas a Kreacher sabiendo que eso haría sonreír a su hermano -a pesar de que eso pudiera
meterlo en problemas.

Para cuando llegó la boda de Bellatrix, Sirius pensaba que había hecho un progreso significativo.
Reg ya no lo miraba con resentimiento cada vez que entraba a una habitación y, aunque todavía se
mostraba retraído, comenzó a relajarse un poco más junto a Sirius.

La boda por sí misma fue terrible: Bellatrix se había recogido el cabello en tantos bucles en la parte
superior de la cabeza que parecía que una bandada de búhos particularmente feroces había
intentado posarse allí, y Rodolphus Lestrange se veía tan espeluznante como Sirius lo recordaba.
Pero el evento ayudó a acercar aun más a los hermanos; por la mañana ambos se quejaron sobre
sus espantosas túnicas nuevas, y Sirius hizo reír a Reg durante toda la recepción al susurrarle un
comentario sobre la elección del sombrero de su tía abuela.

Y así, a pesar de que estar en una habitación con tantos de sus parientes hacía que la piel de Sirius
se erizara, se encontró a sí mismo sonriendo ampliamente cuando escuchó una voz familiar y
chillona llamándolo por su nombre.

"¡Sirius! ¡Sirius!"

Se giró para ver a Peter apresurándose hacia él -casi todas las familias de sangre pura habían sido
invitadas a la recepción, Bellatrix había querido una celebración ostentosa- luciendo incómodo
bajo una túnica que claramente era demasiado larga para él.

"¡Pete!" sonrió Sirius, feliz de ver a uno de sus amigos -incluso si solo estaba Peter. Se volvió hacia
su hermano y le dijo "Reg, él es Peter Pettigrew. Mi amigo de Hogwarts, te hablé de él
¿recuerdas?"

Regulus, que antes había estado de buen humor, ahora fruncía el ceño y miraba a Peter de arriba a
abajo, nada impresionado. Sirius sintió una punzada de vergüenza, aunque no estaba seguro de si
era por la apariencia descuidada de su amigo, la actitud pretenciosa de su hermano o por una
mezcla de ambas.

"Encantado de conocerte" dijo Regulus, aunque la expresión arrogante en su rostro dejaba en claro
que pensaba lo contrario. Afortunadamente, Peter no pareció haberlo notado.

"¡Tú debes ser Reggie!" Le dijo con entusiasmo “Sirius nos contó todo sobre ti."

Regulus parpadeó, su semblante desdeñoso se desvaneció por un momento. "¿Lo hizo?"

"¡Por supuesto que lo hice!" intervino Sirius, rodeando su brazo alrededor del cuello de Reggie y
revolviéndole el cabello, "No podría olvidarme de mi molestoso hermanito, ¿verdad?"

Regulus se encogió de hombros, pero había una sonrisa dubitativa en su rostro y sus ojos brillaban.
Parecía que quería decir algo, pero Peter ya estaba hablando.

"Escucha, Sirius" su voz era baja, pero aun ansiosa, "¡James ha tenido una idea brillante!"

"¿De verdad?" Sirius se alejó de su hermano, así que no pudo ver los ojos de él cerrándose al
escuchar el nombre de James Potter.

"¡Sí! Escucha- ya sabes, como tú siempre te la pasas diciendo que tu familia no te dejará
visitarlo..."

"No lo harán."

“Lo sé, pero ¿y si tú no estuvieras visitando a James? ¿Qué pasa si me estuvieras visitando a mí?"
Peter levantó las cejas, campante. Sirius parpadeó, eso era—

"¡Brillante! ¡Qué maldito genio! No puedo creer que no se me haya ocurrido..."

"¡Ya sé!" Peter rió, emocionado "Puedo preguntarle a mi mamá ahora, ya que estamos aquí, y
suelo quedarme en casa de James todo el tiempo, iré a la playa con su familia en julio, si me
acompañas, no creo que haya forma de que alguien se entere."

“¡Sí, genial! ¡Incluso quizá podamos lograr que Remus venga también!

Intercambiaron algunos susurros emocionados más antes de separarse, y Peter salió corriendo a
buscar a sus padres. Sirius sentía como si su corazón fuera a salirse de su pecho por la alegría: ¡Un
verano entero con sus amigos, de pronto estaba a su alcance! No más horas solitarias en la
biblioteca o tener que comportarse tan cauteloso frente a sus padres, ¡Sería como si estuviera de
vuelta en Hogwarts!

Regresó con su hermano, con el rostro dividido en una amplia sonrisa, y se encontró con la mirada
glacial de Regulus. Sirius se paró en seco, desconcertado. Así que le habló con cuidado,

"¿No es genial, Reg? James ha estado tratando de que lo visite durante muuucho tiempo, pero no es
como si mamá y papá me dejaran-"

Fue interrumpido por un resoplido de risa burlona de su hermano. Sirius ofendido y a la defensiva,
soltó "¿Qué?"

"¿Estás bromeando?"

"¡¿Qué?!"
Regulus lo observó por un momento, incrédulo. El dolor se apoderó de sus rasgos, pero fue tan
rápidamente reemplazado por ira que Sirius ya no estaba seguro de si lo había visto o no.

"Te largarás." La voz de su hermano era plana, las palabras siseadas. La culpa carcomía el interior
de Sirius, la reprimió con su propia furia.

"No es como si me quisieras cerca, de todos modos" le espetó, "Ya lo has dejado bastante claro."

El ceño de Reggie se arrugó. "Eso no es-" Se interrumpió, abruptamente, y se miraron el uno al


otro, con el ceño fruncido.

Cuando la tensión fue inaguantable, Sirius le increpó "¿Qué? ¿Tienes algo que decir sobre mis
amigos traidores de sangre? Ya sabes, como mamá ya te ha lavado el cerebro por completo."

Regulus se sonrojó. "Eso no era lo que iba a decir."

"¿Entonces qué? ¿Qué es lo que ibas a decir?" Sirius permitió que toda la frustración que ya tenía
por el ridículo rencor de Reggie se filtrara en su voz, sabía que lo estaba arruinando todo de nuevo.
Pero no podía detenerse.

Regulus lo fulminó con la mirada y había algo insidioso en ella, algo desagradable. Y a la vez
familiar, como si Sirius estuviera mirándose en un espejo.

"Yo podría ir y contárselo a ella" declaró al fin.

Sirius sintió sus palabras como una bofetada. Retrocedió, sorprendido por el veneno en la voz de su
hermano. Trató de responder, pero se le había formado un nudo en la garganta, y su pecho se
cerraba. Justo en el momento en que abrió la boca, uno de sus tíos se les acercó a trompicones,
embriagado por el vino y sin dejar de hablar, parloteando acerca de lo mucho que habían crecido
los dos. Habían dejado de estar solos y, de todas formas, ya no había nada que decir entre los dos.

***

No se dirigieron la palabra durante todo el viaje de regreso a casa, ni siquiera cuando la puerta se
cerró detrás de ellos. El silencio crecía, como si cobrara vida, mientras ambos se retiraban a sus
habitaciones. Sirius estaba seguro de que su hermano podía escucharlo respirar pesadamente, a
pesar del pasillo entre ellos, insoportablemente consciente de su afligida y agitada pulsación.

Estaba atónito. Completamente enfurecido, sintiendo cómo el coraje le quemaba por dentro. No
podía creer que Reggie hubiera dicho eso, que lo hubiera amenazado con delatarlo con su madre.
Esa había sido la peor traición imaginable, y era aún peor sabiendo que ambos tenían muy en claro
lo que ella le habría hecho exactamente como castigo.

Deambuló por el suelo de su dormitorio, con ganas de golpear algo. La rabia era esclarecedora,
disolviendo cualquier culpa que pudiera haber sentido por querer escapar de ese lugar durante el
verano. Estaba claro que Regulus era un traidor y un cobarde que no habría tenido reparos en
abandonar a Sirius -así que, ¿por qué tendría que sentirse mal por ir a visitar a sus amigos, quienes
sí se preocupaban realmente por él?- Cada vez que su temperamento estaba por enfriarse, veía de
nuevo la mueca de Reggie y escuchaba el eco de su voz diciéndole 'Podría ir y contárselo...'
avivando las llamaradas una vez más. Sirius se aferró a ese calor, apretando los dientes contra el
fuego.
Porque debajo de la furia ardiente, moviéndose entre las cenizas y brasas, había algo mucho más
vulnerable y mucho más miedoso. Una pequeña voz que preguntaba, ¿Cómo arreglaremos esto?
¿En qué momento nos alejamos tanto?

Sirius durmió a intervalos esa noche, con sueños llenos de magia oscura.

Al día siguiente, siguió ignorando a su hermano, escondiéndose en la biblioteca y escribiendo


cartas a sus amigos. Tuvo que ser cuidadoso al momento de ir a la lechucería, apresurándose por
los pasillos y mirando alrededor furtivamente para asegurarse de no ser interceptado. Estaba seguro
de que a sus padres no les alegraría saber a quiénes estaban dirigidas sus cartas. Afortunadamente,
su trayecto no tuvo ninguna interrupción, y pudo observar a los tres pájaros que había escogido
desapareciendo a la distancia.

Los siguientes tres días fueron una tortura -Sirius estaba constantemente tenso, sin tener la
seguridad de si la familia de Peter ya le habría mandado alguna invitación, y de ser así, si sus
propios padres ya la habrían respondido. Se había estado comportando de lo mejor, queriendo que
su madre no encuentre excusas para negarle alguna invitación. De todos formas, Regulus aún
seguía evitándolo, por lo que no había mucho que hacer además de pasar tiempo en la biblioteca.

Cuando su madre finalmente lo llamó, Sirius era un manojo de nervios -su corazón latía con fuerza,
con esperanza aún en su pecho, incluso cuando su garganta se secó y sus palmas comenzaron a
humedecerse con el sudor. Walburga lo llamó desde la sala de estar, donde parecía estar muy
atareada con algún tipo de papeleo. Sus padres parecían haber estado más ocupados últimamente -
asuntos políticos en el Ministerio, por lo que Sirius había entendido. Siempre se trataba de política,
con su familia.

Cuando él entró, ella dejó su trabajo, juntando los dedos y atrapándolo con la mirada.

"¿Sabes por qué te llamé aquí, Sirius?"

Tragó saliva, sin tener en claro cuánto era seguro revelar. "No."

Ella frunció los labios. "Recibí una invitación de los Pettigrew. Parece que quieren que visites a su
hijo."

"¿Peter?"

"Sí, ese. ¿Esperabas una invitación?"

Sirius vaciló y luego dijo: "Eh... Peter mencionó algo acerca de que podría visitarlo."

"Hm."

Ella lo miraba fijamente, en silencio, así que él optó por decirle esperanzado: "Me gustaría
visitarlo... si te parece bien...". Su madre aún lucía escéptica, por lo que intentó con una táctica
diferente y le dijo "Supongo que la madre de Peter debe estar preocupada, con el asunto de su otro
hija fugándose y todo eso, así que quizá ella está tratando de... ehm, asegurarse de que él tenga... ya
sabes, una buena influencia..." su voz había ido apagándose mientras le explicaba.

"Una buena influencia." Su madre ahora estaba frunciendo el ceño con fuerza. Ella claramente
sospechaba que él estaba tramando algo, y lo estaba. Pero, ¿era realmente tan inusual que un amigo
lo invitara a quedarse con él?

De repente, sintió la sensación familiar de la mano de su madre en su mente -como una garra,
hurgando en sus pensamientos. Había pasado mucho tiempo desde que Walburga había usado su
legeremancia, y Sirius tuvo que reprimir un escalofrío. Eso siempre lo había hecho sentir indefenso
e impotente, con sus pensamientos más privados fuera de su control. Incluso su mente dejaba de ser
suya en esa casa.

Se tragó el pánico que le subía como bilis por la garganta. Por sobre cualquier cosa, no podía
permitir que su madre supiera que Peter era solo un medio para pasar el verano con los Potter. Ella
jamás lo dejaría ir si llegaba a descubrirlo. Pero era evidente que Walburga esperaba encontrar algo
incriminatorio en la mente de su hijo, y no se detendría hasta pensar haber descubierto lo que él
estuviera tramando.

Así que Sirius pensó, desesperadamente, en Remus. Pensó en su amigo mestizo, el chico que había
crecido con muggles. Pensó en lo mucho que deseaba volver a ver a Remus, y en cómo él y Peter
tratarían de convencerlo para que los visitara. Pensó en lo divertido que sería volver a escuchar
música muggle y ver esa brillante chispa de picardía en los ojos de Remus. Pensó en como se
reirían juntos, sus cabezas juntas y...

Funcionó. Su madre se retiró y Sirius se quedó jadeando y temblando. Siempre solía sentirse
enfermo luego de que ella hurgara en su mente, como si alguien le hubiera rociado aceite por la
garganta, dejándole una sensación sofocante y grasienta en esta.

"¡Oh, contrólate!" Le dijo ella con violencia. Hizo su mejor esfuerzo, mirándola y esperando con
todas sus fuerzas que ella no volviera a meterse en su mente otra vez.

Ella aún fruncía el ceño, pero algo había cambiado en su mirada. Si Sirius no la conociera mejor,
hasta hubiera pensado que se veía un poco nerviosa, como si lo que hubiera visto en su cabeza la
hubiera perturbado de alguna forma. Supuso que debía ser el conocimiento de que uno de sus
amigos era un mestizo, pero pensó que sus padres ya lo sabían, gracias a Bellatrix.

Walburga suspiró, frotándose las sienes. Cuando volvió a verlo a los ojos, la mirada fría estaba
firmemente en su lugar.

"No volverás a ver a ese mestizo, ¿quedó claro?"

Sirius asintió, mudo. Ella le dirigió una mirada evaluadora y luego dijo:

"Tu padre y yo dejaremos que te quedes con los Pettigrew. Estarán aquí para recogerte mañana, así
que empaca tus maletas."

Sirius estaba anonadado. '¿De verdad?' preguntó en su mente. Parecía demasiado bueno para ser
verdad. '¿De verdad será así de fácil?'

"Por supuesto que-" continuó Walburga, "Esperamos a que regreses a más tardar dos días antes de
la salida del Expreso de Hogwarts. Iremos a la estación como una familia, ¿me dejo entender?"

Sirius asintió de nuevo, con entusiasmo, y tuvo que contenerse para no flotar de la alegría cuando
ella le ordenó salir. Hasta casi sintió ganas de dar brinquitos cuando se apresuró a regresar a su
habitación, tomando ansiosamente su baúl y comenzando a empacar.

Cuando levantó la vista, Regulus estaba en la entrada.

Se detuvo. Reg lo estaba mirando empacar, con una expresión indescifrable. Cuando su hermano
no rompió el silencio, Sirius habló, a la defensiva:

"¿Me amenazarás de nuevo?"


Regulus permanecía inmóvil, pareciendo debatir consigo mismo entre si debía hablar o no. Cuando
lo hizo, no fue lo que Sirius esperaba escuchar.

"Sabes, todo esto es gracias a mí." La voz de su hermano era tranquila.

"¿Qué?"

“Los escuché hablar. No quieren que tú... tengas influencia en mí."

Sirius resopló. "¿Qué se supone que significa eso?"

Otra pausa. Y entonces, como si estuviera armándose de valor para decirlo,

"Significa que lo estropeaste todo, y necesitan que yo haga bien las cosas. Así que no les importa si
te vas, porque tú ya eres, de hecho, una causa perdida."

Las palabras fueron lanzadas como flechas, con la intención de dañar. Sirius se sorprendió de lo
mucho que lo hirieron. Por un momento, se quedó sin palabras.

Cuando Regulus vio su expresión, su rostro se suavizó con remordimiento. Dio un paso hacia
adelante, entró en la habitación y dijo: "Mira... lo lamento, es que eso fue lo que dijeron..."

Sirius retrocedió, alejándose de su hermano, y sacudió la cabeza. "Ya sé lo que nuestros padres
piensan de mí" dijo, con voz monótona. "Es sólo que no me di cuenta de que tú también pensabas
lo mismo."

Regulus se encogió. "Yo no, Sirius, solo estoy tratando de-"

"No... no, ya basta. Estás celoso de que yo tenga amigos y tú no. Así que, ¿sabes qué?" Caminó
hacia adelante, empujando a Regulus hacia atrás, fuera de su habitación.

"Diviértete por tu cuenta este verano, porque está bastante claro que no quieres a una 'causa
perdida' rondando cerca tuyo."

Reg estaba abriendo la boca para decir algo, pero Sirius cerró la puerta en la cara de su hermano.

***

El resto del verano fue como salido de un sueño. Los Pettigrew tenían menos espacio en su casa,
por lo que nadie se inmutó cuando los chicos sugirieron que Sirius se quedara en la casa de los
Potter. Después de todo, eran vecinos, no era como si eso hiciera alguna diferencia ¿no?

Los padres de James eran las personas más agradables que Sirius había conocido en su vida, como
sacados de un cuento de hadas o de una postal. Euphemia Potter era una mujer de rostro redondo y
un corazón enorme, que les horneaba galletas y trataba a Sirius como a un hijo, y Fleamont era un
hombre enérgico que compartía con James su amor por las travesuras, a pesar de su edad. Con sólo
dos días allí, Sirius ya se sentía tan cómodo en casa de los Potter como si estuviera en su propia
casa -más incluso, ya que no tenía que preocuparse por hermanos malhumorados, padres histéricos
o aterradores elfos domésticos que se la pasaban murmurando para sí mismos.

Pasaron horas jugando al quidditch, ya que James estaba decidido a formar parte del equipo. Peter
iba todos los días, ocupando el puesto de Guardián, y Sirius disfrutaba bastante jugar en la posición
de Golpeador -incluso estaba considerando la idea de postularse él mismo al equipo. En julio,
como Peter había prometido, fueron todos juntos a la playa. Los Potter tenían una casa de verano
cerca a la costa, donde los niños pasaban sus días nadando y construyendo esculturas de arena que
a Fleamont le encantaba cambiar de lugar. Cuando el verano estuvo por terminar, todos fueron al
callejón Diagon, y Euphemia les compró helados y los dejó ir a donde quisieran.

Lo único que habría vuelto todo aun mejor habría sido la presencia de Remus, quien permaneció
notoriamente ausente. Los otros tres merodeadores intentaron comunicarse y tratar de convencerlo,
inundándolo de cartas, pero no recibieron nada en respuesta. Eso fue hasta que, casi al final del
verano, solo unos días antes de que Sirius tuviera que regresar a casa, él fuera el único en recibir
un papel doblado apresuradamente, en el que reconoció los trazos desordenados de Remus:

Qerido Sirius,

Porfabor no me envies mas cartas. No puedo leerlos y la matrona ceenoja con los buhos.

Nos vemos en el tren.

Remus

Inmediatamente, Sirius se sintió culpable, había olvidado por completo que sin magia, Remus
tendría problemas para leer. Pensó en las largas misivas que le había escrito y dio un interno
suspiro quejumbroso, molesto consigo mismo por su torpeza. Haciendo honor a los deseos de
Remus, no le envió una carta de regreso, y no le dijo nada a Peter o a James —era evidente que
Remus todavía quería mantener en secreto el asunto de su lectura.

De todos modos, aparte de este inconveniente, ese había sido un verano absolutamente increíble.
Sirius se sumergió por completo en el tiempo que pasaba con sus amigos, jugando quidditch,
planeando bromas, riéndose hasta altas horas de la noche y definitivamente, definitivamente sin
pensar ni por un sólo segundo en su hermano pequeño.
Segundo año: Regulus Black
Chapter Notes

[Nota de la autora:
La canción del principio se llama "Cry baby", grabada originalmente en 1963 por
Garnet Mimms and the Enchanters, pero aquí me refiero a la versión de 1971 por Janis
Joplin (MUY buenaa)]
Los enlaces de las canciones se las dejo al principio del capítulo <3

See the end of the chapter for more notes

Garnet Mimms and the Enchanters: spotify - youtube

Janis Joplin: spotify - youtube

Cry baby

Cry baby

Cry baby

Honey, welcome back home

I know she told you

Hon’, I know she told you that she loved you

Much more than I did...

Sirius regresó de su verano con los Potter renovado y de mejor ánimo, listo para hacer las paces. El
coraje hacia su hermano se había enfriado considerablemente - después de todo, no era como si
Regulus hubiera tenido absolutamente toda la culpa. El verdadero problema eran sus padres, pero
Sirius estaba seguro de que todo volvería a la normalidad una vez que Reg llegara a Hogwarts y se
alejara de ellos.

Desafortunadamente, Regulus no estaba en la misma disposición de perdonar. Saludó a Sirius con


un silencio sepulcral y una mirada apática, el resentimiento firmemente asentado en él. Esta vez,
Reg se negaba a dejar de lado su rencor -sin importar lo mucho que Sirius intentara convencerlo-
manteniéndose tercamente enojado.

Por suerte, cuando se trataba de una batalla de voluntades, Sirius siempre era el que ganaba. Así
que la noche antes de partir hacia la Plataforma 9¾, se dirigió obstinadamente a la habitación de su
hermano, a pesar de que Regulus lo había ignorado en todo el día.

"¿Sirius?" susurró furioso, "¿Qué estás haciendo?"


"¿No es obvio?"

"¡Lárgate!"

Sirius en este punto, ya estaba subiendo a la cama de su hermano, y se detuvo sólo para sacarle la
lengua.

"No."

"¡Me meterás en problemas!"

"No si te callas", Sirius puso los ojos en blanco, poniéndose cómodo. Reg estaba sentándose para
mirarlo.

"Esta es mi habitación" le dijo con petulancia.

"Pues sí."

Hubo un momento de silencio, durante el cual Regulus continuó mirándolo. Estaba claro que no
había nada que pudiera hacer para zafarse, a menos que realmente quisiera intentar y empujar a su
hermano fuera de la cama -pero Sirius era más grande y más fuerte, y no tenía miedo de llamar la
atención de sus padres.

Dejó que el silencio flotara entre ellos, esperando. Finalmente, Reg volvió a recostarse y murmuró,

"Aún sigo enojado contigo."

"Seh" Sirius sonrió, "también sigo enojado contigo."

Se recostaron uno al lado del otro, como ya lo habían hecho muchas veces antes, respirando a la
par. Sirius estaba tranquilo, permitiendo que parte de la tensión entre ellos se desvaneciera.

"¿Recuerdas cuando solíamos hablar sobre escapar de aquí?" susurró. Una sonrisa apareció en el
rostro de Reggie.

"Sí. Para vivir en una cueva."

"La que está en el bosque detrás de la casa del tío Cygnus, ¿recuerdas?"

Regulus asintió. Sirius podía sentir cómo se movían las sábanas bajo sus cabezas.

"Y luego, un verano, me convenciste de escabullirnos y explorarla..." continuó.

"¡Yo no! Esa fue tu idea, ¡dijiste que teníamos que dejarla lista!"

"¿Eso dije?"

"¡Sí! ¡Hasta me hiciste llevar una manta!"

Sirius se rió en voz baja, "Bueno, está bien, ya lo recuerdo."

"¡Y luego llegamos allí, y me atacó...!"

Sirius estaba presionando ahora su cara contra una de las almohadas, tratando de ahogar su risa.
"¡Ese murciélago!" Completó él con un resoplido. "Eso debe haber sido lo más divertido que vi en
mi vida, ¡estabas aterrorizado!"
"¡Pensé que estaba por morir!"

Ambos se estaban riendo ahora, intentando callarse entre ambos y soltando risitas contra las
almohadas. Cuando ambos se calmaron y recobraron el aliento, Sirius se giró para mirar a su
hermano, sonriendo. Reg le devolvió la sonrisa.

Poco después, Sirius susurró,

"¿Estás nervioso?"

Regulus vaciló y luego asintió. Sirius le dio una sonrisa tranquilizadora.

"No lo estés. Yo estaba muerto de miedo, especialmente en la clasificación -pero eso no es lo que
importa realmente. Vas a amar Hogwarts, te lo prometo."

"Gracias" susurró Reg, sonriéndole en respuesta. Sirius sonrió, animado por ese progreso al fin,
estaba haciendo un avance con su hermano. Siguió hablando, emocionado,

"La sala común de Gryffindor es maravillosa, puedes ver todos los jardines desde la torre y tendrás
que compartir dormitorio, pero está bien porque todos son muy agradables, y sé que mis amigos
van a estar emocionados de conocerte, entre todos estuvimos trabajando en ese tal mapa, y tú
podrías ayudarnos..."

"Es-espera, espera, Sirius, detente." Regulus negó con la cabeza, sentándose de nuevo, y Sirius
hizo una pausa.

"¿Qué?"

Reggie lo miraba con una expresión inusual -una extraña mezcla entre culpa exasperante e
irritación. Examinaba el rostro de Sirius, como si estuviera en busca de algo.

"Yo... yo no voy a estar en Gryffindor, sí lo sabes, ¿verdad?"

Sirius resopló. "Bueno, ciertamente no estarás en Slytherin".

Su hermano retrocedió.

"¿Qué se supone que significa eso?"

Regulus parecía herido, así que Sirius se apresuró a explicar:

"¡No es algo malo, Reg! ¡Es bueno! Me refiero a que, tú y yo, simplemente no somos como... ya
sabes..." Su voz se fue apagando. Lo que había estado tratando de decir era, 'No somos como el
resto de nuestra familia' pero ahora esa chispa de resentimiento había vuelto a los ojos de Reggie,
quien fruncía fuertemente el ceño.

"Puede que tú no lo seas" susurró con dureza, "pero eso no quiere decir que yo no lo sea."

Sirius finalmente se sentó, contemplándolo con incredulidad. "Oh, vamos" dijo con un intento de
sonrisa, "No es como si de verdad quisieras estar en Slytherin ¿o sí?"

Por supuesto, ambos habían tenido esa sensación de tener que pertenecer a Slytherin; ambos habían
crecido bajo el mismo techo, después de todo. De todos modos, Sirius creía entender por lo que
estaba pasando Reg. Recordó la presión que había sentido para ser seleccionado en la casa
correcta, y el alivio que había sentido cuando finalmente pudo ser capaz de renunciar a esas
expectativas que nunca había querido cumplir realmente. Solo había deseado tener a alguien que le
dijera que estaba bien no querer estar en Slytherin.

Pero Regulus negó con la cabeza. "¿Y qué pasa si sí lo hago?" Su voz estaba a la defensiva. Sirius
parpadeó.

"Pero... no lo haces, ¿verdad?" se inclinó hacia adelante, buscando en el rostro de su hermano,


intentando comprender. Pero Regulus lo esquivó, apartando la mirada. "¿Reggie? ¿Es que quieres
estar en Slytherin?"

"Creo que deberías regresar a dormir."

"¡No, responde mi pregunta! No es que de verdad lo quieras ¿o sí?"

Ahora, Reg se veía aún más a la defensiva, mirándolo con petulancia. "¡Solo porque seamos
hermanos no quiere decir que siempre tengamos que querer las mismas cosas!"

Sirius se quedó en silencio, atónito. Trató de procesar lo que Reg estaba diciendo, pero su mente se
rebelaba contra ello. No había forma de que Regulus -su Reggie, su hermanito- realmente quisiera
estar en Slytherin ¿cierto?

Al ver que no respondía, Regulus suspiró y volvió a recostarse. Se acurrucó, dándole la espalda a
Sirius, y susurró,

"Creo que ya deberías irte."

Esta vez, Sirius no se molestó en discutir.

***

Al día siguiente en la estación de tren, Walburga consentía de más a Reggie, alisándole el cabello y
asegurándose de que llevara su varita. Incluso, antes de que abordaran, se inclinó para besarle la
parte superior de la cabeza, murmurando:

"¡Haznos sentir orgullosos, cariño!"

Sirius puso los ojos en blanco. Su madre ni siquiera le había dedicado una mirada de despedida
cuando les tocó abordar el tren. Su hermano caminando detrás de él.

Reg seguía enfadado con él, y su irritación sólo creció aún más cuando Sirius desobedeció las
instrucciones de su madre de sentarse con su prima y arrastró a Regulus hacia un compartimento
vacío. Su hermano tomó asiento en la esquina, refunfuñando y cruzándose de brazos, mientras
Sirius suspiraba de exasperación. Estaba a punto de hablarle a Reggie sobre lo que pensaba cuando
la puerta de la cabina se abrió.

Una cabeza se asomó, cabello negro desordenado, gafas torcidas y una amplia sonrisa.

"¡Creímos haberte visto entrar aquí!" cantó James, entrando. Peter lo siguió, diciendo "¡Hola,
Sirius!"

"¡Mucho tiempo sin verlos!" les sonrió Sirius, "¿Dónde está Remus?"

["Así que te dejaron volver" una voz fría interrumpió la búsqueda de Remus de una cara conocida.
"Piérdete Quejicus" le escupió, lanzándole una mirada furiosa.

"Ugh, ¿Qué diablos es ese olor?" dijo Snape arrastrando las palabras y arrugando la nariz.
Remus se sonrojó, apestaba a antiséptico, lo sabía - la matrona le había echado de más esa
mañana.

"¡Dije que te pierdas!" murmuró Remus entre dientes, apretando los puños. Y vio a Severus
retroceder levemente, Remus sabía cómo lucía y además, había pasado dos meses sin magia,
rodeado de chicos más grandes y rudos que Snape.]

"No lo sé" dijo James, subiendo su baúl al portaequipajes, "Nosotros no lo... oh, espera, ¡creo que
ya lo vi!" Dejando la mitad de su baúl colgando a la deriva, y abrió la ventana para gritar:

"¡Hey pelao'!" gritó James con alegría, y cuando volvió a meter la cabeza, sus ojos brillaban. "Se ha
vuelto a rapar. ¿Creen que será una tradición muggle?"

[Remus sonrió, olvidándose de que estaba intentando asustar a Severus, y le devolvió el saludo a
James. Se frotó la cabeza con timidez. Su cabello había crecido durante su estadía en Hogwarts,
pero la matrona se lo había vuelto a rapar por completo tan pronto hubo llegado a St. Edmund's,
haciéndolo lucir de nuevo como un matón. Le lanzó una fea mirada a Snape, recogiendo su maleta
y apresurándose a subir al tren, empujando a otros estudiantes para llegar al vagón donde lo
esperaban sus amigos.]

Sirius y Peter se encogieron de hombros, pero no tuvieron mucho tiempo para debatirlo. Unos
momentos después, la puerta se abrió de nuevo y Remus entró.

"¡Lupin!" Peter se puso de pie de un salto, emocionado. Hubo un momento incómodo en el que los
dos chicos estuvieron allí parados, sin saber exactamente qué hacer después, así que Pete decidió
sólo palmear de forma automática el hombro de Remus.

"¿Qué tal, muchachos?" les sonrío, los ojos le brillaban, "¿Cómo han estado?"

"¡Eso deberíamos preguntártelo a ti!" James bromeó, golpeando su brazo, "¡Ni una sola lechuza en
todo el verano!"

Sirius notó la mirada furtiva de Remus, pero no dijo nada. Sabía mejor nadie que contarle a los
otros chicos sobre la carta de Remus, significaba revelarles el secreto de su lectura -aparte, Sirius se
había sentido un poco especial con el hecho de que era el único al que Lupin le había escrito.

"Ya sabes, soy prácticamente un muggle durante todas las vacaciones" dijo Remus, "Ni siquiera
tuve mi baúl para hacer la tarea, lo guardaron bajo llave."

[Esto no era estrictamente del todo cierto -Remus había sido el que le había pedido a la matrona
que guardara sus cosas bajo llave. Y su tarea no la había hecho porque no había sido capaz de
hacerla.]

James parecía estar a punto de responder, cuando Regulus, sentado en la esquina, hizo un pequeño
ruido de disgusto, curvando los labios en una mueca. Remus volteó a verlo, frunciendo el ceño, y
Sirius quiso estrangular a su hermano pequeño. ¿Qué tanto daño le podía hacer ser un poco
civilizado?

"Este es Reg" Sirius asintió con indiferencia, sin querer darle la satisfacción de mostrarse afectado,
"Saluda, Reggie".

"Es Regulus" arrugó la nariz, indignado. '¿Desde cuando?' Sirius quiso decir, pero no lo hizo. En
cambio, sólo levantó una ceja.

"Mi querido hermano."

"Hola, Regulus" dijo James con una sonrisa amistosa, y le extendió la mano, "Soy James"

"Potter." Regulus contempló la mano como si fuera un perro que pudiera morderlo.

Sirius le dio una palmada en la cabeza,

“Deja de ser un pequeño idiota” espetó, “Ellos son mis amigos."

"Yo no quería sentarme aquí", dijo Regulus arrugando la cara, "Tú me obligaste."

"Oh vamos, vete a la mierda entonces. No sé ni por qué me molesté en hacerlo."

Sirius trató de reprimir el coraje que ahora hervía en sus venas. Reg parecía igual de molesto,
lanzándole una fría mirada mientras salía del compartimento y azotaba la puerta con fuerza.

"Wow, él realmente ha heredado ese encanto de la familia Black" bromeó James, después de un
momento de incómodo silencio. Sirius sabía que su amigo estaba intentando animarlo, pero solo
pudo sacudir la cabeza y recostar su cabeza contra la ventana en lo que el tren salía de la estación.

"No debí haber esperado nada más de él" murmuró Sirius, "le han lavado el cerebro por completo.
Y está enfadado conmigo. No debería haberme ido todo el verano."

"¿Tú crees que vaya a Slytherin, entonces?"

Sirius sabía que James solo estaba tratando de simpatizar con él, pero la pregunta le dejó un sabor
amargo en la boca.

"Es lo más probable" dijo frunciendo el ceño, "Y sabe que no le dirigiré la palabra si pasa eso.
Preferible que esté en Hufflepuff."

Los demás no parecían saber cómo responder a su mal humor -por fortuna, el tren comenzó a ganar
velocidad, dándole a Sirius una excusa para mirar por la ventana y apartarse de sus amigos. James
desvió cuidadosamente la conversación dejando de lado el tema de los hermanos y las casas de
Hogwarts, platicando con Peter.

Frente a Sirius, Remus comenzó a sacar un libro y la varita de su maleta. Sirius se animó,
recordando que Remus no había sido capaz de leer en todo el verano. Así que, mientras el otro
chico pretendía rascarse la oreja, conjurando sutilmente el hechizo, Sirius saltó de su asiento y sacó
su escoba del portaequipajes para distraer a los demás. [Las palabras pudieron llenar la mente de
Remus como si fueran música y finalmente, pudo volver a leer.]

James y Peter no parecieron notar nada -se habían sentido tan aliviados de ver que Sirius al fin
había dejado de refunfuñar. Por supuesto, hablar de escobas los llevó luego a hablar de quidditch, y
muy pronto los tres se vieron contándole a Remus todo acerca del verano que pasaron. Él los
escuchó por cortesía mientras hablaban de pescar y volar cometas, pero había dejado el libro
abierto sobre su regazo y su sonrisa se veía tensa. Sirius se preguntó qué era lo que le estaba
molestando, pero fuera lo que fuese, ya se había desvanecido cuando el tren llegó a su destino.
James y él juntaron el dinero que tenían a la mano, y así los cuatro pudieron darse un festín de
ranas de chocolate y pasteles de calabaza.
***

La ceremonia de Selección de ese año fue casi tan insoportable como la anterior. Sirius trató de
disimular su ansiedad, pero él ya estaba al borde del asiento cuando anunciaron el turno de Reggie.

Sabía lo que su hermano había dicho -sabía que Regulus insistía en que estaría en Slytherin. ¿Pero
Sirius no había dicho exactamente lo mismo?

Contuvo la respiración mientras colocaban el sombrero sobre la cabeza de su hermano. Reg solo
tenía que estar en Gryffindor, él tenía esa certeza, ese era su hermano, y ellos siempre habían hecho
todo juntos, y se suponía que ellos serían compañeros de casa, cualquier otra cosa simplemente no
tendría sentido, porque Reggie no era como...

"¡Slytherin!"

Sirius soltó un suspiro, sintiendo como si le acabaran de dar un puñetazo en el estómago. Observó
a Reggie apresurarse hacia la mesa de Slytherin, donde Narcissa le dirigía una sonrisa. Y vio como
Reg se sentaba, sonriendo, y vio como el maldito de Severus Snape se inclinaba para darle una
palmada a su hermano en la espalda, sonriendo con sorna.

"¡¿Cuál es su problema?!" Peter preguntó malhumorado, cuando el festín apareció en la mesa,


"Uno creería que superaría un par de tontas bromas."

'Mírame' pensaba Sirius, mirando la espalda de su hermano, '¡Vamos, traidor, voltea a verme!'

"Creo que más bien necesita superar a Evans" dijo James en voz baja. Eso llamó la atención de
Sirius -se giró, junto con Peter y Remus, para mirar a James, esperando una explicación.

"Vamos chicos, es evidente que Quejicus está locamente enamorado de cierta Gryffindor con
cabeza de zanahoria" James sonrió con picardía, guiñándole un ojo a Lily. Ella puso los ojos en
blanco y se dio la vuelta deliberadamente, dándole la espalda. Sirius agradeció esa distracción.

"Entonces, sólo porque tenemos a la doña[*] que le gusta, ¿será un dolor de cabeza durante los
próximos seis años?" (Ese verano en la playa, habían escuchado a un grupo de adolescentes
muggles hablando sobre 'doñas'. Había sido una sesión de espionaje muy confusa, hasta que Sirius
se percató de que "doñas" solo era un término para referirse a las chicas. Ahora, se sentía muy
maduro insertando esa palabra en una conversación casual.)

[Remus lo miró parpadeando. ¡¿Doñas?! Sirius no era la clase de chico que llamara a las chicas
'doñas', era por lejos de clase muy alta para conocerlo, ¿Dónde diablos había escuchado ese
término?]

"Eso precisamente." confirmó James, asintiendo con decisión.

"Nah" discrepó Sirius, arrugando la nariz, "A nadie podría importarle taaaaanto una chica". James
se encogió de hombros.

[Remus estaba, en secreto, de acuerdo con él. Aún así, a Potter no parecía importarle debatir
acerca de sus teorías, se encogió de hombros, prestándole atención a sus papas fritas.]

"Si tú lo dices. Entonces debe seguir molesto por esa vez en la que Remus lo golpeó."

Sirius se rió, recordando lo estúpido que se había visto Snape agarrándose la nariz ensangrentada.
Se sintió un poco mejor cuando comenzó a comer, aunque el espacio extra que había dejado en el
banco a su lado permanecía visiblemente vacío. Pero, ¿A quién le importaba Reg? De todos
modos, él ya tenía a todos los amigos que necesitaba, justo allí sentados, en la mesa de Gryffindor.

Chapter End Notes

[*]: Aquí en realidad el término en inglés es "bird", es decir pájaro, pero en Inglaterra
usan esta expresión como en USA utilizan "chick", así que sólo es una expresión más
para referirse a las chicas. Pueden leerla como "chava, germu, piba, mina" o como les
guste:)
Segundo año: The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars
Chapter Summary

Les dejo los enlaces de las canciones en su mismo nombre <3

Cuando terminó el almuerzo, Sirius ya se sentía mucho mejor consigo mismo. James había contado
una historia que hizo que Peter se riera tanto que expulsó jugo de calabaza por la nariz, lo que hizo
que todos los chicos se destornillaran de risa. Sirius casi pudo olvidar que su hermano pequeño
estaba sentado a sólo unos pocos metros más allá, casi.

Así que Reg había sido clasificado en Slytherin, bien. Ya estaba hecho, y Sirius se recordó a sí
mismo con firmeza, que ya no había forma de cambiar eso, así que realmente no tenía sentido
seguirle dando vueltas al asunto (o intentar desenredar el lío de emociones encontradas que se le
había formado en el pecho). En cambio, decidió hacer lo que mejor sabía hacer: encontrar una
nueva distracción. Por fortuna, ya tenía en mente lo que sería.

Durante todo el verano, a Sirius le había resultado mucho más fácil comunicarse con Andrómeda -
ella había podido enviar sus cartas directamente a casa de los Potter, en lugar de usar el tradicional
correo muggle que resultaba mucho más lento. Esperando poder aprovechar la situación, Sirius le
había suplicado que le enviara más música muggle. Como su prima favorita, por supuesto, ella
aceptó.

Pero Sirius no tenía forma de saber de que, la llegada de ese paquete plano envuelto en papel
marrón, cambiaría su vida entera. A medida que arrancaba el papel, aún no reparaba en que, lo que
tenía en sus manos no era un simple disco, sino una puerta a un mundo totalmente nuevo. No pasó
por su mente el hecho de que, después de colocar la aguja del tocadiscos en su lugar, el rumbo de
su vida daría un giro repentinamente inevitable.

Era diferente a todo lo que había escuchado antes. La primera canción le quitó el aliento, y la
segunda se lo devolvió. Se sintió transportado, con el cuerpo aún descansando en la alfombra
mientras su alma flotaba arriba y abajo con la música. Sirius estaba seguro de que debía haber
algún tipo de magia impregnada en su ritmo.

David Bowie, ese era el nombre del artista. Contempló la imagen de la portada del álbum. Bowie
estaba de pie con la pierna levantada y una guitarra apoyada en su hombro, vestido con un enterizo
azul eléctrico y desabotonado casi hasta la cintura. Era la persona más genial que Sirius había visto
en su vida -sintió repentinamente como su corazón brincaba de emoción al verlo.

Le rogó a Andrómeda que le mandara todas lo que encontrara relacionado a Bowie; ella accedió, le
envió un póster y algunas revistas y le prometió comprar sus otros álbumes apenas pudiera. Sirius
le echó un vistazo a las fotografías de la estrella de rock, asombrado. No era como cualquier otra
persona, era llamativo y extraño y tan jodidamente genial.

James y Peter no lo comprendían, por supuesto. Sirius casi se había rendido en intentar
convencerlos -era evidente que carecían de completa sensibilidad y gusto cuando se trataba de
identificar las cosas buenas de la vida. James solo tenía espacio en su cerebro para el quidditch, y
Peter se concentraba enteramente en James. Y por otro lado estaba Remus -Sirius había estado
esperando el momento en que ambos pudieran regresar a Hogwarts y escuchar el álbum juntos,
sabiendo que Remus lo comprendería.

Pero Lupin se lo quitó de encima terminando de cenar, murmurando algo sobre la enfermería y
apresurándose a salir. Sirius frunció el ceño ante la forma en la que había huído, contando
mentalmente los días -pero esa noche no habría luna llena. De todas maneras, sabía que no debía
preguntarle a Remus sobre cualquier cosa relacionada a su misteriosa enfermedad, así que sólo
regresó con desánimo al dormitorio, a esperar.

[Remus no había podido esperar a llegar a la enfermería. Bajo su ropa, su cuerpo estaba casi
completamente cubierto de vendajes y parches que presionaban y le irritaban a cada paso que
daba. Cuando llegó, Madam Pomfrey lo miró horrorizada.

"¡¿Qué te ha estado haciendo esa mujer?!" jadeó ella, con coraje.

"Oh no, todo esto me lo hice yo mismo" Remus señaló con indiferencia su pecho desnudo. La
enfermera dio un gruñido, quitándole otro vendaje.

"Sí, pero apenas y ha hecho algo para curarte... ¡No tenía idea de que la medicina muggle fuera
tan primitiva! ¡Estas son heridas mágicas, necesitan cuidados mágicos!"

Remus asintió, cansado. Ya se había acostumbrado a la carnicería, el dolor se había asentado en


sus hombros como una carga pesada -una que pensó que probablemente tendría que soportar. La
vida estaba llena de limitaciones, él simplemente tenía más que otros. Quizá por eso era que se
sentía tan fascinado con James y Sirius.]

Mientras instalaba su tocadiscos, James le echó un vistazo.

"No otra vez" se quejó, "Ya nos has hecho escuchar al hombre Stardust una billonada de veces este
verano."

"Sí, pero Remus no lo ha escuchado" soltó Sirius en respuesta, colocando sus nuevos álbumes en la
cama. James se sentó.

"¿Dónde está Remus?"

“En la enfermería"

"Oh. Suele estar enfermo muy seguido ¿no?"

Sirius se giró y se alarmó un poco al encontrar una expresión pensativa en el rostro de James. Trató
de disimularlo, diciendo rápidamente,

"Apuesto a que también te enfermarías si tuvieras que haber pasado todo el verano rodeado de
muggles."

James se rió. "Sí, supongo que sí". Lo dejó pasar y se volvió hacia Peter, que quería jugar al
ajedrez. Sirius exhaló aliviado.

Cuando Remus finalmente regresó al dormitorio, Sirius se incorporó, emocionado.

"¡Lupin!" exclamó, "¡Tienes que escuchar esto!"


"Gracias a Merlín que ya estás aquí" suspiró James. Había terminado su juego de ajedrez con Peter
y estaba hojeando una revista de quidditch en su cama. "Ha estado hablándonos todo el verano
sobre ese cantante muggle."

"¡Él NO es un muggle!" insistió Sirius, irritado, "Él tiene que ser un mago. ¡Tiene que serlo! Debes
ver la ropa que usa..."

Remus cruzó la habitación y miró con curiosidad la cubierta del disco, tomándola. Una pequeña
sonrisa se asomó en sus labios.

"Oh, Bowie! Sí me gusta. Pero no creo que sea un mago."

Eso desalentó un poco a Sirius. Había estado emocionado de mostrarle a Remus esa música -pero
por supuesto que ya la había escuchado, viviendo con muggles todo el verano. Percatándose de su
expresión, Remus continuó rápidamente,

"He escuchado varias veces Starman en la radio, ¡pero nadie en St. Eddy’s tiene su álbum!."

Sirius se animó de nuevo -Starman era buena, ¡pero Remus se iba a quedar extasiado cuando
escuchara el resto del disco! Colocó ansioso la aguja en su lugar, ignorando el quejido de
sufrimiento de James. Su amigo dejó directamente la habitación, con su revista bajo el brazo, pero
Sirius mantenía sus ojos en Remus. Quería ver su rostro cuando escuchara la música por primera
vez.

Comenzó el lento y bajo tamborileo de Five Years. Remus se acomodó en el borde de la cama,
cerrando los ojos para escuchar.

Pushing through the market square

So many mothers sighing

News had just come over

We had five years left of crying...

Sirius contempló expectante el rostro de su amigo. Una sonrisa de fascinación se mostró en sus
labios mientras el volúmen de la música aumentaba, hasta que Bowie estaba casi gritando,

Your face! Your race! The way that you talk!


(Tu rostro! tu raza! La forma en la que hablas!)

I kiss you! You’re beautiful! I want you to walk!


(Te beso! Eres una belleza! Quiero caminar contigo!)

Mientras la canción terminaba, desvaneciéndose en una caótica algarabía de violines, Remus abrió
los ojos y se encontró con la mirada de Sirius. Se sonrieron el uno al otro, no necesitaban decir
nada en absoluto.

Una vez que los compases finales de Rock n Roll Suicide comenzaron a resonar, Sirius levantó la
aguja y la movió hacia atrás,
"Volvamos a escuchar Suffragette City, ¡es mi favorita!"

Era una de las canciones más vibrantes del disco, con notas roncas de guitarra y una melodía
alegre que les hacía menear la cabeza y marcar el ritmo con los pies. Hey man, my schoolday’s
insane! Hey man, my work’s down the drain!

Remus dijo que le gustaba más Moonage Daydream, lo cual tenía sentido para Sirius -comenzaba
de forma enérgica y agresiva, pero luego se convertía en una balada conmovedora. [En secreto, a
Remus también le agradaba bastante Lady Stardust, porque por alguna razón le recordaba a
Sirius -su largo cabello negro, su gracia animal, el chico de los brillantes pantalones azules...
había descartado rápidamente este pensamiento, seguro de que Sirius lo encontraría
histéricamente divertido.]

Keep your ‘lectric eye on me, babe

Put your ray gun to my head

Press your space face close to mine, love...

Dejaron reproducir todas de nuevo, y luego volvieron a escuchar sus favoritas -y a ese punto, casi
había llegado la hora de cenar. Los dos chicos se sentaron con las piernas cruzadas en la cama,
repasando las notas del álbum.

"Quizá sí sea un mago" murmuró Remus, sonriendo, "No es como cualquier otro muggle"

"¡Te lo dije!" sonrió Sirius, encantado de que alguien estuviera de acuerdo con él, "Voy a comprar
más, muchos, todos sus álbumes."

"T. Rex ha sacado uno nuevo" dijo Remus, "Slider."

"¡Genial! Desearía que la Sra. Potter nos hubiera dejado salir del Callejón Diagon, incluso ya había
conseguido algo de dinero muggle de Gringotts."

"¿Qué es el Callejón Diagon?" preguntó Remus, después de un momento.

Sirius parpadeó -ni siquiera se le había ocurrido que alguien no pudiera saber qué era el Callejón
Diagon.

"Diablos, Lupin" chasqueó la lengua, "Es una calle de magos, en Londres. Los muggles no pueden
entrar, es como Hogsmeade."

"Oh, entiendo." dijo Remus, volviendo a concentrarse en las notas del álbum.

"¿Dónde consigues todas tus cosas?"

"¿Qué cosas?"

"Materiales escolares –tus libros y túnicas..." Sirius miró hacia abajo, dejando de hablar al darse
cuenta de lo deteriorada que estaba la ropa de Remus. Los puños de su túnica estaban bastante
deshilachados -Walburga Black habría tenido un aneurisma si sus hijos hubieran salido alguna vez
a la calle vistiendo algo tan raído.

"De segunda mano, creo" Remus se encogió de hombros, "Me los envía Dumbledore. No sé cómo
llegaría a una calle de magos, no se me permite ir a Londres solo."

"El próximo verano" dijo Sirius con firmeza, "Tienes que venir a casa de James y quedarte,
podemos llevarte al callejón Diagon, lo amarás"

"Sabes que no puedo" murmuró Remus, desviando la mirada.

"Nos la ingeniaremos" insistió Sirius. "¡Hablaremos con Dumbledore, McGonagall -con la


Ministra de Magia, si es necesario!"

"Sí, genial. Gracias, Black." le sonrió Remus, pero sin poder volver a mirarlo a los ojos.
Segundo Año: Hermandad
Chapter Summary

CW: Este capítulo contiene pensamientos muy oscuros y negativos de Remus. Este es
un espacio seguro, si en algún momento se sienten así y necesitan hablar con alguien,
estoy aquí para apoyarles. <3

Chapter Notes

Para los que siguen esta traducción, perdónenme, esta semana estuve completamente
incomunicada y sin internet, les debo mucho, gracias por el apoyo:)

Sirius despertó de buen humor a la mañana siguiente, con Suffragette City aún sonando en su
cabeza. La tarareó mientras se cepillaba los dientes y se vestía, lo que hizo que James soltara un
quejido y se tapara la cabeza con la almohada. Mientras se dirigían al Gran Comedor para el
desayuno, Sirius bromeó,

"¡Solo aguarda, Potter! Uno de estos días, te haré ver la luz -¡no puedes vivir para siempre en la
ignorancia!"

James puso los ojos en blanco, tomando asiento en la larga mesa. "¡La música es solo música! No
es como si ese tal Bowie estuviera haciendo algo que no se haya hecho antes."

"¡Me hieres!" Sirius se dejó caer dramáticamente sobre el hombro de Remus, "Al menos te tengo a
ti, Lupin. Sinceramente, ¿qué es lo que vamos a hacer con estos dos?"

Remus solo sonrió y se encogió de hombros en respuesta -su boca ya estaba llena de comida.

James estaba a punto de responderle cuando el correo comenzó a llegar, las lechuzas se
abalanzaban para dejar sus cartas y paquetes. Sirius trató de no mirar, pero no pudo evitarlo -por
encima del hombro de James, vio como un nuevo búho real se posaba en la mesa de Slytherin,
justo en frente de Regulus.

De entre todas las personas, su hermano había decidido sentarse justo al lado de Snape. Fue el
chico mayor quien recogió la carta que había dejado caer la lechuza, desdoblándola rápidamente a
pesar de las protestas de Reggie. Cuando comenzó a leerla, una sonrisa de satisfacción se dibujó en
su rostro y miró a Sirius con un brillo irritante en los ojos.

"¡Vaya, Regulus, tus padres están realmente orgullosos!" dijo Snape, arrastrando cada palabra, y
hablando lo suficientemente alto como para asegurarse de que Sirius y sus amigos pudieran
escucharlo, "Escucha esto, Para nuestro más querido hijo: nos complació mucho escuchar los
resultados de tu clasificación. Toda la familia te felicita por mantener nuestras nobles tradiciones,
los buenos deseos están en orden..."

Regulus se había sonrojado, e intentaba arrebatarle la carta a Snape, pero el de segundo año insistía
en seguir leyéndola. Y era evidente de que la lechuza era una recompensa para Reg, por haber
entrado en la casa correcta. Cada palabra que salía de la boca de Snape era como una espina
incrustándose en Sirius, recordándole de que a diferencia de su hermano, él seguía siendo la
decepción de su familia.

Su cara se sentía caliente. Bajó la mirada hacia su papilla, no quería permitir que los Slytherin
vieran el efecto que las palabras de sus padres habían tenido en él. 'No me importa' se recordó a sí
mismo, con rabia. Pero la vergüenza se sentía como un puño cerrándose en su garganta, haciéndole
imposible comer.

"¿Tus padres no habían vuelto a confiscar tu lechuza?" preguntó Peter, sin rodeos. Reg se las había
arreglado para arrebatarle la carta, pero Snape y sus amigos seguían riéndose por lo bajo y la
lechuza seguía posada imperiosamente sobre la mesa de Slytherin. Sirius asintió bruscamente y
murmuró,

"Dijeron que podría recuperarla cuando recordara mi deber con la familia y comenzara a actuar
como un 'auténtico Black'. No me importa, no necesito una lechuza." Se sentía enfermo y enojado.
Quería salir del salón, alejarse de las risas burlonas de Snape y sus estúpidos amigos.

"Pero ¿cuál es exactamente tu deber familiar?" meditó James en voz alta, asegurándose de que los
Slytherins pudieran escucharlo, "¿Juntarte con raritos como Quejicus y Mulciber? ¿Casarte con tu
prima?"

A pesar de la vergüenza que sentía, Sirius sonrió, eternamente agradecido con James Potter.

"Oh, claro" le respondió, igualando el tono de su amigo, "la endogamia y extravagancia son
aspectos clave de mi noble herencia. También molestar a niños más pequeños que uno, por
supuesto; timando, mintiendo y maldiciendo en el camino hacia el poder..."

Las carcajadas de Snape y los otros Slytherins se habían apagado, y ahora entrecerraban los ojos
ante los insultos lanzados de forma sutil. Regulus tenía la cara roja y el ceño fruncido mientras
escuchaba. Sirius no podía estar seguro de si era gracias al enfado o al dolor, pero decidió que no
le importaba.

"Bueno amigo, lamento tener que decírtelo" dijo James, sin una pizca de arrepentimiento en su voz,
"al parecer eso suena a que no eres un Black en absoluto"

Ahora Sirius comenzaba a disfrutar del espectáculo, se llevó la mano a la cara en un gesto
caricaturesco de sorpresa. "Santo cielo" jadeó, "¿Qué demonios soy entonces?"

"Eso es obvio" le sonrió James con picardía, "Eres un Merodeador"

Sirius se rió, al igual que la mayoría de los Gryffindors sentados a su alrededor, lo que ayudó a
animarlo considerablemente. ¿Qué tanto importaba en realidad que sus padres le enviaran a
Regulus una nueva lechuza? ¿Y a quién le importaba? Estaba en Hogwarts; sus padres no podían
lastimarlo allí.

"Vamos" sonrió Snape con malicia, "será mejor que nos alejemos de toda esta inmundicia si no
queremos vomitar el desayuno."

Esto hizo que Sirius y James casi se partieran de la risa; causaba mucha gracia escuchar a Severus
hablar sobre 'inmundicia' cuando su cabello estaba tan grasoso que parecía habérselo lavado en
aceite. Snape elevó su larga nariz al aire intentando una salida digna. No tuvo mucho éxito, pero
Mulciber y un nuevo de primer año, Barty Crouch, lo siguieron de todos modos.
Regulus se quedó atrás. Mirando nerviosamente a sus nuevos amigos, y luego a Sirius. La lechuza
se había sentado agitando las plumas sobre su codo, condescendiente y sin pestañear. Sirius esperó
a ver qué hacía su hermano, ansiando desesperadamente a que Reg se acercara, aun incluso cuando
la sola idea lo abrumaba. Y efectivamente, su hermano se le acercó.

"Puedes tomarla prestada, si quieres" Regulus dijo, en voz baja. "No le pedí en ningún momento
que me enviara algo, pero ya sabes cómo es ella."

"Sí" resopló Sirius, "lo sé."

No habían hablado desde su pelea en el tren del día anterior, pero Regulus ya no parecía molesto
con él. El labio fruncido, y su gesto desdeñoso -todo se había esfumado de sus facciones, como si
se hubiera quitado una capa externa. Parecía haber vuelto a ser el mismo, mirando a Sirius con los
ojos muy abiertos, mientras lucían un poco inseguros, un poco esperanzados.

Algo de repente se aflojó en su pecho. Sirius se dio cuenta de que extrañaba a su hermano -y que lo
había estado extrañando durante mucho tiempo.

Regulus abrió la boca para hablar. "Mira, lo lamento, ¿de acuerdo? -ya sabías que terminaría en
Slyth-"

Antes de que pudiera terminar la oración, Sirius se puso de pie de un salto. "No quiero tu lechuza"
dijo entre dientes, las palabras salieron entrecortadas y extrañas, "si necesito enviar una carta,
tomaré prestada la de James."

Empujó a Reg, necesitando escapar de allí. Apenas se percató de que sus amigos lo seguían
mientras él se apresuraba a salir del salón, sentía una especie de ácido burbujeando en su pecho.
Las palabras de su hermano resonaban en su cabeza.

'Ya sabías que terminaría en...'

Sirius se sintió muy estúpido, y muy pequeño. Reg lo había dicho como si hubiera sido algo obvio,
como si ambos lo hubieran sabido todo ese tiempo. Pero, mientras regresaba a la sala común, Sirius
concluyó de que eso no era cierto. Porque la verdad era que, a pesar de lo que le había dicho a
James en el tren -Sirius había creído honestamente en que su hermano terminaría en Gryffindor,
con él.

***

Sirius no volvió a hablar con Regulus durante otoda la semana siguiente. En cambio, mientras
esperaban que comenzaran las lecciones, dejó sonar The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the
Spiders From Mars una y otra vez. Con el tiempo, incluso James se encontraba tarareando
desafinadamente junto a Bowie.

A cambio, James los tenía en el campo de quidditch todos los días, realizando los mismos
ejercicios que habían estado haciendo durante el verano entero. Ya era un maníaco sobre la
escoba, dando vueltas como si controlara el mismísimo aire, y cualquiera podía ver que ya tenía
prácticamente un lugar garantizado en el equipo con ese tipo de habilidades. Aún así, a Sirius no le
molestaban las prácticas adicionales -adoraba volar, incluso si resultaba un poco irritante tener a
James gritándole cada cinco minutos para que se concentrara en las indicaciones. No era como si
estuvieran enserio en medio de un juego -y golpear bludgers una y otra vez se volvía aburrido
después de un tiempo cuando no había una competencia de por medio.

Así que, a pesar de los regaños de James, Sirius continuó girando y desviándose, intentando
impresionar a Remus que los observaba desde las gradas. Lupin se las había arreglado para evitar
verse envuelto en el frenesí del quidditch -era el único que podía enfrentarse cara a cara con James
cuando se trataba de pura e impoluta terquedad. Se negó rotundamente a unirse a los ejercicios,
pero aún así los acompañaba al campo de entrenamiento, donde se sentaba en el palco y leía.

De hecho, era casi imposible encontrar a Remus -en cualquier lugar al que fuera- sin la nariz
metida un libro. Incluso antes de que comenzaran las lecciones, gastaba todo su tiempo en hacer la
tarea. El sábado por la tarde, Sirius lo acompañó a la biblioteca (Peter y James estaban jugando al
ajedrez en la sala común), solo para descubrir que Remus estaba haciendo lecturas adicionales para
las materias -ya había terminado con el libro asignado para Historia de la magia y aseguraba que
quería aprender más sobre los alquimistas medievales.

[Remus no había olvidado lo que había leído el año anterior, sobre gente con su problema. No les
iba bien una vez que terminaban la escuela. Aquellos que eran lo suficientemente estúpidos como
para firmar el registro eran excluídos de casi todos los trabajos mágicos calificados. Tendría que
hacer todo lo que esté a su alcance, ser el mejor de los mejores, e incluso quizás eso no sería
suficiente, pero tenía seis años más para intentarlo.]

Sirius suspiró, golpeando su cabeza contra la estantería. "¡Vamos, Lupin, a este paso no vas a tener
nada de tiempo para merodear!"

Remus se encogió de hombros distraídamente, sus ojos recorriendo los títulos. "Estarán bien."

"¡Pero te necesitamos!" Sirius pasó un brazo por encima del hombro de su amigo, intentando
llamar su atención. Remus miró a su alrededor antes de responder, con una sonrisa irónica.

"Sabes, tú fuiste quien me dio el hechizo de lectura."

"Lo sé" suspiró Sirius de nuevo, "¡He creado un monstruo!"

Pero después de todo, no había cantidad de quejas que pudieran influír en Remus. Estaba igual de
ansioso una vez que comenzaron las lecciones, respondiendo preguntas en clase y completando la
tarea inmediatamente después de haber sido encargada. Había sido un absoluto giro de 180 grados
desde al año anterior. Sirius y James, que ya se habían acostumbrado a competir entre sí,
descubrieron de pronto que tenían que mantenerse alerta para asegurarse de que Remus no los
dejara atras. El pobre Peter se quedó a la deriva, pero Sirius no podía forzarse a sentirse mal por
eso.

En general, había tanto que hacer que apenas y tenía tiempo para pensar en su hermano. Sirius
había decidido dedicarse de lleno a las tareas y al quidditch y a pasar su tiempo libre planeando
bromas. Si alguna vez se encontraba sin nada que hacer y necesitaba ahogar sus pensamientos,
Bowie estaba allí para él -y en las noches en las que se quedaba despierto en su cama, sin poder
conciliar el sueño, tenía a James.

Durante su estadía con los Potter en el verano, a Sirius le habían dado su propia habitación. Pero
había terminado durmiendo en la cama de James la mayoría de las noches, hablando hasta quedar
tan exhaustos que les resultaba difícil mantener los ojos abiertos. Se había convertido casi en una
rutina, por lo que en Hogwarts no se sentía raro en absoluto el que Sirius se escabullera hasta la
cama de James. Solían correr las cortinas y susurrar ideas para combinaciones de hechizos o usos
creativos de bombas de estiércol o estrategias de quidditch, tratando de guardar silencio mientras
los otros niños dormían.
Sin embargo, cuando septiembre estaba por llegar a su fin, Sirius se sorprendió un poco al descubrir
a James asomándose a su cama. Se deslizó hacia dentro rápidamente -no era como si hubieran
establecido alguna regla, pero usualmente era Sirius el que se dirigía a James, y no al revés. Habían
pasado dos días desde la luna llena, pero por alguna razón Remus todavía estaba en la enfermería,
así que solo tenían que preocuparse en no despertar a Peter. Desafortunadamente, eso era
exactamente de lo que James había ido a hablarle.

"Lupin aún no ha vuelto" dijo, yendo directo al grano.

Sirius bostezó. "Se estuvo sintiendo enfermo, probablemente siga en la enfermería." De hecho,
Remus había pasado los días previos a la luna llena diciéndoles a sus amigos que no se sentía bien.
No era una mentira realmente buena, ya que se veía como si tuviera mucha más energía de lo
habitual, pero Sirius agradeció tener algo a lo que recurrir.

"Sí, pero ¿no crees que es extraño que Madam Pomfrey no nos deje verlo?"

Sirius se encogió de hombros. "Quizá tenga algo contagioso."

"Sí, supongo que sí, pero... ¿no crees que va muy seguido a la enfermería?"

Una pausa, y luego "no."

"¿De verdad?" era evidente que James había estado esperando que él estuviera de acuerdo.
Afortunadamente, su exceso de confianza lo había llevado a atribuir esa discrepancia a que él había
sido más observador, y no pareció darse cuenta de lo nervioso que estaba su amigo. "Está allí una
vez al mes. Y siempre es en luna llena."

El corazón de Sirius se detuvo. 'Oh no' pensó.

"¿y?"

James se inclinó, susurrando furtivamente,

"Creo que... Remus es un hombre lobo."

Por un momento, Sirius no supo qué decir.

Por supuesto, hizo todo lo que pudo por poner en duda esa teoría, pero eso solo llevó a que James
se empeñara más en defenderla. Se volvía cada vez más seguro a medida que exponía toda su
evidencia, pieza por pieza. Después de un tiempo, no había nada que Sirius pudiera hacer más que
preguntarle a James qué pretendía hacer con su descubrimiento. La pregunta pareció tomar a su
amigo con la guardia baja.

"No lo sé" frunció el ceño, pensando, "Supongo que deberíamos preguntarle sobre eso."

Sirius palideció. "¿Preguntarle sobre eso? ¿Por qué?"

"Para saber si es cierto o no" dijo James, como si fuera obvio, "Y... eh, si hay, ya sabes... alguna
cosa que necesitemos hacer. Con respecto a eso."

"¿Qué es lo que quieres decir con eso?"

"Bueno, ya sabes..." James se movió incómodo, "En caso de que sea algo peligroso."

Sirius resopló. "Si Remus fuera peligroso, Dumbledore no lo habría dejado entrar a Hogwarts."
Ahora James volvía a fruncir el ceño, pensando. "Entonces, ¿crees que Dumbledore lo sabe?"

"Por supuesto que lo sabe, Lupin está en la enfermería todos los meses. Supongo que la enfermera
también lo sabe, y probablemente McGonagall. Aunque no estoy seguro de si lo sabrá el resto del
personal."

James asintió reflexivo. "Sí, supongo que tienes razón, no es como si pudiera mantenerlo en
secreto de Dumbledore..."

"¡Exacto! Así que no es peligroso, y no es necesario que digamos nada." Sirius se inclinó hacia
adelante, emocionado de haber hecho un avance. Pero James negó con la cabeza.

"De todas maneras necesitamos hablar con él sobre esto"

"James" suspiró Sirius, "Si fueras tú el hombre lobo y lo mantuvieras en secreto y tus amigos lo
descubrieran, ¿realmente querrías que te confrontaran al respecto?"

James parecía desconcertado. "¿Por qué se lo mantendría en secreto a mis amigos?"

***

[La mañana siguiente a la luna llena, Remus recuperó su cuerpo jadeando como si acabara de
nacer. No había un centímetro de su cuerpo que no le doliera -su cabeza palpitaba enferma, y era
como si agujas presionaran detrás de sus ojos; su cuello y hombros se sentían como elásticos
desgarrados, le dolía el solo respirar. Cada movimiento de su pecho le producía un dolor que
recorría todo su cuerpo, y sudaba demasiado a pesar del aire fresco.

Un corte profundo atravesaba su vientre, provocándole ganas de vomitar. Ya había perdido


mucha sangre y continuaba saliendo a borbotones, como un espeso vino rojo. Medió gateó, medio
se arrastró cruzando la habitación hasta la caja de suministros médicos de emergencia guardada
bajo una de las tablas del suelo. Sacó un poco de gaza, usando toda la energía que le quedaba, y
presionó tan fuerte como pudo sobre la oscura herida. Gritó del dolor, pero siguió presionando.
Su respiración se volvió rápida y superficial, pero incluso así le dolía. Se sentía mareado, quería
acurrucarse y dormir. 'Mantente despierto' se reprendió a sí mismo con violencia, 'Mantente
despierto o morirás, idiota'.

'Muere, entonces'. Una pequeña voz apareció de la nada, en el fondo de su cabeza. 'Eso
definitivamente facilitaría las cosas. Para ti. Para todos.' Remus sacudió la cabeza, aturdido. La
voz era tan suave y gentil -como de una madre.

Presionó con más fuerza, gruñendo por el esfuerzo. En su miseria, se preguntó si esa voz tenía
razón. ¿Se estaba aferrando a una vida que en realidad nunca lo había querido? ¿Era que acaso
nunca había valido mucho la pena vivir? ¿Y qué pasaba si moría? ¿Si solo tuviera que cerrar los
ojos? Sería solo cuestión de un momento, esperaba que fuera pronto.

Cerró los ojos, exhalando suavemente.

"¿Remus?" La cortés llamada de Madam Pomfrey llegó justo a tiempo, como siempre. Él la
ignoró, ahora ya demasiado cansado. Apoyó su cabeza en las oscuras tablas de madera y soltó la
gaza. Completamente agotado. "¡Remus!" La puerta se abrió de golpe y ella de repente estaba allí,
arrodillándose a su lado, reposando su cabeza en el regazo.
"Váyase" murmuró él, sin abrir los ojos, "Déjeme ir"

"Por supuesto que no lo haré, jovencito" dijo Madam Pomfrey -tan ferozmente que a pesar de su
estado de confusión, hizo reír a Remus. Luego su cara se arrugó en una mueca, e instintivamente
se agarró el pecho. La medi-bruja apuntó su varita a la herida abierta y la suturó en cuestión de
segundos, luego revisó su pecho en donde él le había señalado. "Costilla rota" murmuró ella,
"Pobre corderito" alzó la varita una vez más y Remus sintió un extraño chasquido en su torno, de
pronto ya no le dolía respirar.

Abrió sus ojos y la miró. Ella estaba ocupada poniendo una manta sobre sus hombros, para
mantenerlo en calor. "Ahora bien," susurró ella gentilmente, a pesar de que estaban realmente
solos, "¿Qué crees que estás haciendo, dándome un susto como ese, hm?" Su voz era cálida y sus
dedos se extendían de forma cariñosa. Muy cuidadosamente, lo abrigó en un abrazo. "No podemos
perderte, Remus, no mientras aún estés en Hogwarts"

"Duele" susurró Remus.

Ella lo abrazó más fuerte y eso fue todo. Por primera vez en mucho tiempo, Remus rompió a
llorar. Y no solo fueron un par de sollozos, mientras la dulce y amable enfermera lo envolvía, él
rodeó sus propios brazos alrededor de ella y lloró como un bebé.]

***

A pesar de sus mayores esfuerzos, Sirius no logró desanimar a James con su plan de confrontar a
Remus. Y para empeorar las cosas, el otro chico había insistido en contarle por la mañana a Peter
todo lo que habían hablado.

"¡No puedes ir por ahí contándoles a todos!" susurró Sirius entre dientes, "¡Ni siquiera sabes si es
verdad!"

"¡No se lo estoy contando a todo el mundo! Es Pete."

Era difícil mantenerse enojado con James Potter, pero esa mañana, Sirius hizo su mejor esfuerzo.
Trató de ignorar a James durante el desayuno, apenas y dirigiéndole la palabra. Cuando estaban de
camino a clases, inventó una excusa sobre haber olvidado su ensayo de Defensa Contra las Artes
Oscuras en el dormitorio. Mientras los otros dos chicos se dirigían a Transformaciones, Sirius
corrió lo más rápido que pudo hacia la enfermería. Tenía que advertir a Remus.

Cuando llegó, Madam Pomfrey le informó que le acababa de dar el alta a Remus, pero que le había
aconsejado que no fuera a clases. Sirius le dio las gracias y se apresuró todo el camino de regreso a
la torre de Gryffindor. Subió todas las escaleras jadeando y sin aliento, hasta llegar a la habitación.

Las cortinas estaban corridas alrededor de la cama de Remus, ondeando con la brisa que entraba
por la ventana abierta. Sirius se apresuró a descorrerlas.

"¡Lupin!"

Él descansaba tranquilamente con los ojos cerrados, acurrucado de lado. Cuando la luz bañó su
rostro, soltó un quejido y se cubrió los ojos.

"Ugh, ¿qué?"
"Perdón" dijo Sirius, frotándose el brazo. Había tenido tanta prisa en encontrar a Remus, pero ahora
que estaba de pie frente a su amigo, pensando en lo que tenía que decir, las palabras se le atascaron
en la garganta.

"¿Qué pasa?"

Sirius respiró hondo. "Remus, tengo que decirte algo."

Se miraron fijamente el uno al otro por unos momentos, mientras Sirius intentaba pensar en cómo
debía decirselo. Remus suspiró, todavía medio acostado en la cama.

"¿Y bien?"

"¡Es James!" soltó abruptamente, "Él ... él quiere hablar contigo."

"...¿Qué?"

"Es... caray, esto es difícil de decir, Lupin..."

"¿De qué hablas?"

"¡Él sabe! ¡James sabe! Y quiere que te confrontemos."

Remus se sentó rápidamente, con los ojos muy abiertos.

"Él... ¿él qué? ¿Qué sabe?"

"Sobre tu... ya sabes. A donde vas. Cada luna llena."

El rostro de Remus palideció. Por un momento, solo pudo mirar a Sirius, horrorizado. Y entonces
comenzando a comprenderlo dijo,

"...Tú lo sabías."

"Lo sabía."

"¿Hace cuánto?"

"Desde la última Navidad. Yo... yo no quería decir nada. No quería complicarte las cosas."

Remus siguió mirándolo mientras Sirius negaba con la cabeza, frustrado, y trataba de explicar,
"Pero James también lo resolvió, ese flacucho idiota, y ahora ha decidido que todos debíamos
confrontarlo contigo. Lo siento mucho, traté de convencerlo de que no, pero ya sabes lo testarudo
que es."

"Sí" dijo Remus con voz estrangulada, inclinándose hacia adelante. Enterró su rostro entre sus
manos, y era una postura de derrota tan absoluta que Sirius no supo qué hacer. [Eso era todo.
Remus estaba a punto de perderlo todo, todo lo que significaba algo para él.]

"Está bien..." le dijo, débilmente, "Creo que todo va a salir bien"

"¿Cómo?" preguntó Remus con aspereza, levantando la cabeza de nuevo, "Será mejor que
comience a empacar desde ahora."

"¡No! No lo hagas. Mira, él quiere hablar contigo al respecto, no irá directamente a Dumbledore ni
nada, eso debe significar algo ¿no?"
Pero Remus ya se había puesto de pie, empujándolo bruscamente para abrir su baúl. Empezó a
lanzar cosas dentro, ignorando por completo a su amigo. Sirius sintió que su corazón latía con
adrenalina, la energía nerviosa zumbando en sus venas. Remus no podía dejar Hogwarts -¡Él
simplemente no podía! ¡No serían los merodeadores sin él! ¿Y quién escucharía a Bowie con él si
Remus se iba?

"¡Remus!" Sirius lo tomó de los hombros. El otro chico se sobresaltó, pero Sirius no lo soltó,
captando su mirada y sosteniéndola.

"Escúchame" le dijo suavemente, "Solo espera, ¿de acuerdo? Solo espera y mira lo que dice James:
él es tu amigo. ¡Somos merodeadores, todos nosotros!"

"Eso es una tontería" dijo Remus con frialdad, empujándolo lejos, "Eso es una completa tontería.
Ustedes dos son los merodeadores, tú y él. Peter y yo solo somos sus casos favoritos de caridad".
Le dio la espalda, murmurando "No soy tan idiota, Black. Probablemente sea mejor que regrese a
donde pertenezco."

Sirius se quedó helado, aturdido; demasiado herido para hablar. Cualquier cosa que pudiera haber
dicho murió en su garganta, dejando solo un sabor amargo en esta.

¿Remus... él realmente pensaba eso? Un pozo frío se instaló en su estómago mientras miraba a su
amigo empacar. ¿Y qué era entonces todo ese tiempo que habían pasado escuchando música
juntos? ¿y el que pasaron leyendo? ¿Qué había sido todo lo de la Navidad pasada?

Sirius contemplaba, mudo, como Remus continuaba arrojando cosas a su baúl. Sabía que su
relación con James era diferente, pero eso era porque James era una persona diferente. James no
guardaba secretos, ni se desaparecía por su cuenta, ni se alejaba inexplicablemente cada vez que
Sirius intentaba acercarse a él. ¿Cómo podía Remus comportarse como si eso fuera su culpa? Sirius
quería decirle 'Pensé que éramos amigos' pero incluso en su cabeza, eso sonaba patético.

"Solo espera" dijo por fin. Sentía que su garganta se cerraba, necesitaba irse. "Solo espera y mira lo
que dice."
Segundo Año: Pociones, otra vez

Ya había faltado a Transformaciones, lo que iba a significar una detención con McGonagall. Pero
aunque su cabeza seguía hecha un lío, Sirius sabía que probablemente no podría saltarse todas las
lecciones, así que se dirigió malhumorado a su próxima clase.

Por suerte, era Historia de la Magia, lo que significaba que apenas tenía que prestar atención. En su
mente, sólo escuchaba las palabras de Remus una y otra vez, en bucle. 'No soy tan idiota, Black...'

Sirius trató de ser comprensivo. Sabía muy bien que su amigo tenía tendencia a explotar -era una
de las cosas que tenían en común. Remus probablemente solo estaba asustado -probablemente no
lo decía en serio.

Excepto... excepto que Sirius recordaba la cara de su amigo cuando lo dijo, la expresión de mofa
frunciendo sus labios, la profunda ira en sus ojos. No se había sentido como algo causado
puramente por el calor del momento; se había sentido como algo que se hubiera estado formando,
lentamente, durante mucho tiempo.

James no dejaba de pasarle notas a escondidas del profesor Binns, lo que no ayudó a mejorar el
ánimo de Sirius. En lo que a él respectaba, su pelea con Remus había sido enteramente culpa de
Potter. Ignoró con firmeza sus notas, y permaneció retraído e indiferente durante el almuerzo.
Eventualmente, James se rindió y dejó que Sirius siguiera refunfuñando, mientras susurraba,

"¡Ya sé que no te agrada la idea, pero tenemos que hablar con él!"

Sirius no estaba de acuerdo, pero ya había dejado muy claras sus objeciones, sin tener efecto
alguno en la decisión de su amigo. Además, ya le había advertido a Remus, y James estaba
empeñado en seguir su curso de acción.

Cuando terminaron las clases y los tres chicos regresaban a su habitación, Sirius se armó de valor.
Lo que los demás no sabían era que él había tomado su propia decisión en privado: no iba a dejar
que Remus se fuera de Hogwarts. Incluso si eso significaba amordazar a James hasta que su cabeza
encontrara un poco de sentido común, Sirius tenía la fuerte convicción de que Lupin tenía que
quedarse. Tenía que quedarse el tiempo suficiente como para que él pudiera demostrarle que estaba
equivocado -para mostrarle que él no era un caso de caridad (como si Sirius tuviera la paciencia
para eso), y que sí era un merodeador. Si todos sus amigos habían perdido la cabeza, Sirius solo
tendría que obligarlos a entrar en razón. Ellos eran todo lo que tenía, ahora que Reg... bueno. Eso
ya no importaba.

[A pesar de lo que había dicho, Remus esperó. No podía ver que tuviera muchas opciones, más
que la de ir directamente con Dumbledore y pedirle que lo enviara de vuelta a St Edmund's -y no
estaba exactamente seguro de dónde quedaba la oficina de Dumbledore. No había avanzado hasta
ese punto en el mapa. El mapa -sería mejor dejarlo atrás. Sirius y James lo podrían terminar.

Al menos ya no se sentía tan cansado. Se sentó en su baúl inquieto durante lo que parecieron
horas. Pensó en bajar a almorzar -pero ¿y si querían hablar con él allí mismo frente a todos? Se
quedó donde estaba. De todos modos, no tenía hambre. Trató de leer, pero no se podía concentrar
el tiempo suficiente para hacerlo.

Cada tanto, la mente de Remus volvía a su conversación-discusión con Sirius. No estaba seguro de
cómo sentirse al respecto. Por un lado, una vez desvanecido el terror inicial, podía ver que Sirius
en realidad estaba intentando ser amable. Si él en verdad lo sabía desde la Navidad pasada,
significaba que probablemente no había tenido intención de contárselo a nadie más. Y al menos le
había dado una advertencia a tiempo. Pero por otro lado, lo que había dicho Remus era cierto.
Sólo porque James fuera mejor amigo de Sirius no significaba que fuera a tener sentimientos de
protección hacia Remus. Eran amigos, claro, pero sólo porque compartían dormitorio. Remus no
podía jugar quidditch, no provenía de una buena familia, no tenía dinero. Y por encima de todo,
¿Acaso la reputación perfecta de Potter podría permitirle asociarse con una criatura oscura?.

En cuanto a Sirius -Sirius ni siquiera había podido perdonar a su propio hermano por entrar a una
casa distinta. Si la familia no le importaba, ¿por qué lo haría la amistad? ]

James entró primero, seguido de cerca por Sirius. Peter los siguió, retorciéndose las manos, tenso y
nervioso. Remus estaba sentado en su baúl, pero se puso de pie apenas entraron, contemplándolos
fijamente como si estuviera listo para una pelea.

"Hey, Remus" dijo James, con alegría forzada. Todos estaban de pie, contemplándose cara a cara.
Sirius mantuvo su rostro inexpresivo, la tensión era insoportable.

"Hola" respondió Remus, cauteloso.

"¿Cómo te encuentras?"

"Bien."

"Mira amigo, iré de frente al grano, ¿de acuerdo?" James se pasó los dedos por el cabello, un tic
nervioso que lo solía dejar aún más erizado. "Hemos podido notar... bueno, no podíamos dejar de
notar que estás mucho tiempo fuera, en la enfermería. Una vez al mes, más o menos."

[Peter asentía con vehemencia detrás de James y Remus sintió una creciente ira surgir de la nada.
La reprimió, concentrándose en cambio en los ojos de James. Ya lo creían un animal salvaje. Era
mejor no confirmarlo.]

Algo se endureció en el rostro de Remus, algo desafiante y un poco amargo. Por un momento, sus
ojos brillaron amenazadoramente. Sirius sintió un escalofrío recorrer su espalda.

"Ok." fue lo único que soltó, su voz era áspera.

"Sí" asintió James, ignorando el tono de Remus y continuando como si fuera una plática casual,
"Una vez al mes... cuando se acerca luna llena."

Dejó que las palabras flotaran entre ellos, consumiendo el aire de la habitación. Remus soltó un
fuerte suspiro.

"Solo dilo, James."

"¿Eres-un-hombre-lobo?" Las palabras salieron en tropel, chocando entre ellas. James miró hacia
abajo mientras lo decía, como si estuviera avergonzado.

Los ojos de Remus se lanzaron hacia Sirius, quien sostuvo su mirada. 'Voy a probarte que estás
equivocado' pensó, 'solo espera.' Remus cuadró los hombros.

"Sí." Sacó la barbilla, como si estuviera listo para que James intentara golpearlo. Pero James
simplemente exhaló, y se quedó en silencio por un momento antes de decir:

"Vale."
"¿Eso es todo?"

"Sí... quiero decir no, quiero decir... maldita sea..." James se volvió a pasar los dedos por el
cabello, volteando a mirar a Sirius, como si esperara que su amigo lo salvara. 'Tú eres el que quería
tener esta conversación' pensó Sirius, quedándose en silencio.

"Está bien." Remus dijo, con voz fría e inflexible, "Me voy. Solo déjenme salir para avisarle a
McGonagall."

James volteó su cabeza para mirarlo, alarmado. "¿Irte? ¡¿Irte a dónde?!”

"De vuelta a St. Edmund's, supongo." [¡Como si hubiera otro lugar!]

"¡No puedes irte de Hogwarts!" exclamó James, dando medio paso hacia adelante. Sirius parpadeó
-por fin había algo en lo que estaban de acuerdo.

"No puedo quedarme si todos lo saben" espetó Remus.

Sorprendentemente, fue Peter quien respondió. "¡No se lo diremos a nadie!" Dijo, apresuradamente.
James asintió y Sirius suspiró en silencio, aliviado.

"No lo haremos" confirmó James.

La mirada dura de Remus se suavizó un poco cuando comenzó a negar con la cabeza, perplejo. Los
miró como si no pudiera creer lo que decían -como si nunca hubiera considerado esa opción.

[Remus no quería permitirse considerar esa idea, tener siquiera la esperanza. La esperanza no te
llevaba a ningún lado; si tenía certeza de algo, era de eso. Era una regla escrita en su piel con
delgadas líneas plateadas.]

"Esto no es un juego. Esto no es 'Guarda el secreto', o algo así. Si otras personas lo descubren,
tendré que irme. Y podría ser peor que eso, ellos podrían..." Su voz se fue apagando, y los miró
fijamente, impotente.

"No dejaremos que eso pase." dijo Sirius con firmeza, dando un paso vacilante hacia él. Se volvió
para mirar a Peter y a James, con voz severa, "No lo haremos, ¿verdad?" Ambos negaron con la
cabeza, con los ojos muy abiertos.

"Confía en nosotros ¿sí?" dijo James. "Por favor"

***

Él estuvo de acuerdo en darles un mes. O acordaron darle un mes -no estaba del todo claro quién
prometía qué o qué iba a pasar si se rompía alguna de esas promesas. Desde el punto de vista de
Sirius, Lupin solo necesitaba algo de tiempo para adaptarse -ya sabía que Sirius podía guardar un
secreto, y él se aseguraría de que James y Peter también lo hicieran. Todo lo que Remus tenía que
hacer era quedarse.

Lo cual hizo, de algún modo. Se quedó, físicamente, en Hogwarts. Pero después de la


confrontación de James, Remus se aisló por completo de ellos. Era como en el invierno pasado -
peor incluso, porque ahora James y Peter contribuían a esa tensión, actuando con cautela cada vez
que se quedaban todos juntos. Sirius se sentía como atrapado en medio. Quería agarrar a todos sus
amigos y sacudirlos para que reaccionaran.
[No estaba del todo claro quién consideraba a quién más peligroso. Y fue una completa agonía al
principio, cada momento lleno de incomodidad y una nueva especie de timidez desconocida hasta
ahora entre ellos. 'Ellos piensan que soy un monstruo' cantaba una voz en la cabeza de Remus, una
y otra, y otra vez. 'Piensan que voy a matarlos mientras duermen, piensan que soy malvado.'

Y realmente, cuando pensaba en eso, no había nada que hubiera probado hasta entonces que no lo
fuera. Ya había quedado claro desde hace un tiempo de que su condición estaba sujeta a cambios
a medida que avanzara su adolescencia. Pero Remus no tenía idea de hasta qué punto podría
llegar. Quizás habría un día en el que cruzara el límite; quizás ese simplemente era el rumbo que
debían tomar las cosas.

Por una semana entera, ninguno habló sobre eso. Ni una palabra, ni siquiera un susurro. Remus
había tenido la seguridad de que todos ellos lo hostigarían con preguntas; en especial Sirius, pero
evidentemente había sido tan severo con ellos en la confrontación que ninguno quería volver a a
sacar el tema.]

Por supuesto, Sirius siempre podía hablar con James. Pasaron muchas noches conversando en voz
baja, en las que Sirius intentaba convencer a su amigo de que todo debería volver a la normalidad y
James argumentaba que necesitaban darle espacio a Remus. Sirius no entendía cuál había sido el
punto de la confrontación si todos iban a terminar evitando hablar de eso, pero James insistía en
que era mejor no abrumar al niño callado con preguntas o intentar presionarlo para que aceptara su
ayuda.

"Dale tiempo" le dijo James, "Lupin hablará con nosotros una vez que se sienta cómodo con todo
esto."

Sirius tenía sus dudas acerca de eso, aún recordaba la discusión que habían tenido. Pero igual no
estaba seguro de qué hacer aparte de seguir el consejo de James. Y así, durante una semana entera,
no dijeron una palabra sobre lo que había sucedido o de su tan importante descubrimiento. Eso
enloqueció a Sirius. Estaba a punto de darse por vencido y tratar de insistirle a Remus para que
hablara con ellos -o para que hablara con él, al menos- pero por suerte, no tuvo que hacerlo.

Ocurrió durante una clase de Pociones. Slughorn quería que prepararan "pociones de sueño
placentero", que necesitaban de varias semanas para llevarse a cabo.

"Tendrán que regresar por las noches con frecuencia para comprobar el progreso de sus pociones.
Calificaré también por persistencia y atención. Con ese fin, creo que será mejor que todos trabajen
en parejas para que puedan turnarse." anunció Slughorn.

La clase estalló en murmullos de estudiantes que comenzaban a elegir a sus compañeros, mientras
se movían por la habitación. James se volvió hacía Sirius, sonriendo, ni siquiera necesitaba
preguntarlo- pero Slughorn elevó la voz una vez más.

"No no, ya aprendí mi lección," les lanzó una mirada a los merodeadores, "No podrán elegir a los
mismos compañeros que tuvieron el año pasado."

Sirius miró a James, luego se volvió hacia Remus y Peter. Estaba bastante obvio para él: él estaría
con Remus y James podría trabajar con Pete. Pero Slughorn continuó diciendo,

"De hecho, creo que mejor designaré yo las parejas..."

Sirius gimió. No era suficiente el que Slughorn tuviera que dirigir la clase más aburrida, ¿ahora
también los obligaría a trabajar entre compañeros que ni siquiera se agradaban? Sirius esperaba que
no lo emparejaran con un Slytherin.
Se cumplió su deseo cuando Slughorn separó a Mary y a Marlene, dos chicas de Gryffindor que
básicamente parecían unidas por la cadera, y les dijo que se unieran a James o a Sirius. Antes de
que cualquiera pudiera decir algo, Mary chilló,

"¡Quiero a Sirius!"

Marlene le dio un disimulado codazo a su amiga y ambas se echaron a reír. Sirius estaba
horrorizado -no quería trabajar con una chica, ¡especialmente no con una que siempre estaba
riéndose y susurrando!

Se dirigió cabizbajo hacia la mesa de Mary, mientras Marlene tomaba su lugar al lado de James.
Mary le sonrió, pero él solo refunfuñó y dejó caer su libro sobre la mesa, abriéndolo por la página
que el profesor Slughorn había escrito en la pizarra.

"Oooh, Sirius, ¿puedes cortar las colas de rata? Cosas como esas me sacan de quicio."

Intentó no poner los ojos en blanco. Era por eso que no quería trabajar con chicas -ellas nunca
querían ensuciarse las manos. (A él también le daban un poco de asco las colas de rata, pero no
estaba dispuesto a admitirlo).

Mientras él cortaba, Mary mantuvo una interminable conversación con él. No prestó mucha
atención a la mayor parte, hasta que ella dijo:

"Tú eres el que siempre pone a Bowie en la sala común, ¿verdad?"

Sirius había comenzado a interesarse, hizo una pausa.

"¿Conoces a Bowie?"

Mary puso los ojos en blanco, pero estaba sonriendo. "Dah. Todos conocen a Bowie."

Cierto, había olvidado que ella era hija de muggles. Sirius se animó un poco.

"¿De verdad? ¿Cuál es tu canción favorita?"

Cuando comenzaron a hablar sobre Ziggy Stardust, Sirius decidió que quizás Mary no estaba tan
mal, después de todo.

[A Remus se le pidió trabajar con Lily Evans, para disgusto suyo. A él realmente no le agradaba
ninguna de las chicas, pero lo que menos quería era trabajar con Lily. Era muy entrometida y se
esforzaba demasiado en ser amable. Además era mejor amiga de Snape, quien ahora los miraba
con fiereza desde el otro lado del salón. Remus no podía olvidar el incidente de primer año, en el
que Lily había impedido que Snape y Mulciber lo atacaran -pero también el frecuente desdén que
ella tenía por sus amigos. De hecho, cada encuentro que había tenido con Lily desde entonces, se
había vuelto relativamente incómodo para él.

Ella pareció haber reconocido su disgusto, así que sonrió nerviosa,

"Hola Remus, ¿ya te encuentras mejor?" soltó con voz chillona. Él gruñó en respuesta, distraído.

"Será mejor que mantengas tu distancia, Lily" siseó Snape desde la mesa que compartía con una
chica de Slytherin, "Loco Lupin podría tener algo contagioso."

"Cállate, Quejicus" murmuró Remus en respuesta, tratando de que Slughorn no lo escuchara.

"Sí, por favor ya no digas nada, Sev" dijo Lily, fastidiada y dirigiéndole una dura mirada.
"Sólo trato de ayudar" replicó el chico de cabello grasiento y los labios fruncidos, "No queremos a
nadie más sufriendo de esa misteriosa enfermedad de Lupin ¿o sí? Avísame si necesitas algo, Lily"

"Remus y yo somos completamente capaces de completar la tarea por nuestra cuenta, gracias" le
espetó ella, abrió el libro con una elaborada floritura y miró a Remus, "Necesitamos ocho colas
de rata, finamente cortadas. ¿Quieres encargarte de eso, o lo hago yo?"

"Ehm, yo lo hago" le respondió Remus, tomado por sorpresa.

"Bien. Entonces comenzaré a pesar las hojas de romero."

Trabajaron tranquilos por un tiempo, y todo habría resultado bien si hubieran estado en otra
mesa, pero Snape estaba detrás de ellos todo el tiempo, lanzándole miradas de odio a Remus y
hablando por encima de un susurro,

"Por supuesto que 'Loco Lupin' sería capaz" le decía a la chica con la que estaba trabajando,
"Porque está completamente chiflado. -Lo he visto deambulando solo por el castillo,
escabulléndose en recovecos. Seguramente recuerdas que él, de hecho, me atacó el año pasado.
Está claro lo peligroso que es, no sé por qué Dumbledore lo sigue admitiendo aquí"

Remus sintió cómo enrojecían sus orejas. Volteó hacia él, mientras tomaba su varita,

"Di una sola palabra más" gruñó. Snape lo miró de arriba a abajo, con una sonrisa maliciosa. Lily
tomó el brazo de Remus, regresándolo a donde estaba,

"Sólo ignóralo" susurró ella, a pesar de que ella misma sonaba bastante irritada, "La ha estado
pasando mal en casa y piensa que todos tenemos la culpa, eso es todo."

"Bueno." dijo Remus, volviendo su atención a las colas de rata. La sangre manchaba sus dedos.

Una vez que tuvieron listos los ingredientes, llegó el momento de revolverlos. Remus había
comenzado a pasarla bien junto a Lily ahora. Ella era paciente y no actuaba como si lo supiera
todo, como James y Sirius. Tenía un poco de mojigata autoexigente, pero luego recordó que él
estaba intentando también ser uno, así que era mejor aprender a cómo serlo.

"Yo lo revuelvo" le dijo él, heroicamente -nunca antes se había ofrecido a hacer algo por una
chica; ni siquiera para mantener una puerta abierta, su relación con las mujeres había sido muy
limitada. Se sentía bastante maduro y parecido a James. Se recogió las mangas y tomó la gran
cuchara de madera.]

Sin embargo, antes de que Sirius tuviera tiempo de preguntarle a Mary sobre los otros álbumes de
Bowie, su conversación fue interrumpida por una exclamación de Snape.

"¡Eurgh! ¡Mírenlo!"

Sirius se giró. Severus estaba unas mesas más atrás, hablando lo suficientemente alto como para
que la mitad de la clase lo escuchara, pero evitando llamar la atención de Slughorn. Estaba
señalando a Remus, quien tenía las mangas arremangadas. Tenía varias cicatrices pálidas
atravesando sus antebrazos, algunas se veían más recientes que otras.

"¡¿Qué tipo de enfermedad provoca eso?!"

Remus tiró de su túnica hacia abajo para cubrir sus brazos, sonrojado y mirando con furia a Snape.
Estaba trabajando con Evans, y para sorpresa de Sirius, la pelirroja soltó bruscamente,
"¡Cállate, Severus! ¡¿Por qué tienes que ser tan cruel?!"

"¡Lily, solo mira!"

"¡Métete en tus propios asuntos!"

[La mente de Remus estaba dando vueltas. Deseó que la tierra se lo tragara. Deseó poder meterse
debajo de la mesa. Deseó saber cómo desaparecer. Habría dado cualquier cosa por poder
estamparle otro puñetazo a Snape. Los merodeadores también lo habían escuchado, Sirius y James
levantaron las cabezas desde sus calderos.]

Sirius tragó saliva. Necesitaba decir algo, defender a su amigo, pero su garganta se había secado.
Recordaba haber visto las cicatrices de Remus el año pasado, en los vestuarios de quidditch... pero
Remus le había dicho que las tenía desde casa. ¿Por qué había nuevas? Se suponía que la gente no
debía lastimarse en Hogwarts.

La voz de James sacó a Sirius del revoloteo de sus pensamientos. "Hey, Quejicus, ¿qué estás
diciendo sobre nuestro amigo?"

"¡Oh, no te metas, Potter!" se quejó Lily, "¡Solo lo empeorarás!"

Todo el griterío finalmente había captado la atención de Slughorn, quién dio un aplauso con
impaciencia. "¡Silencio por favor! Ya no son chicos de primer año, creo que son capaces de
concentrarse en la tarea que se les ha encomendado."

El silencio se apoderó del aula. Sirius se volvió hacia su caldero, con el rostro lleno de coraje.
Junto a él, Mary también fruncía el ceño.

"Él es tan detestable" se le acercó y susurró, "Me refiero a Snape. No puedo creer que Lily sea su
amiga."

Sirius gruñó de acuerdo. De todos modos, a él realmente no le importaba Lily, pero supuso que ella
y Mary eran amigas.

"Él actúa perfectamente civilizado frente a ella, pero en el momento en que ella no está cerca, ¡él y
sus amigos dicen las cosas más horribles!". Mary continuó, frunciendo el ceño ante las hierbas que
estaba pesando. "Se lo he dicho mil veces, pero ella solo dice que no lo conocemos tanto como
ella."

["Lo lamento, Remus" susurró Lily, luciendo genuinamente molesta, "Es sólo que es un... ahhh,
¡No lo sé! Mira, tengo esto." Sostenía dos pequeños objetos grisáceos y circulares, parecidas a
balas o tabletas. "Me estaba molestando la semana pasada, alardeando sobre lo bueno que es en
pociones... ya sé que es algo ruin de mi parte, pero quería darle una lección, así que hice estos.
Luego pasó eso con su madre y me sentí mal por él, así que ya no los usé. Pero ahora..."

"Evans, pero ¿Qué son?" dijo Remus, casi exasperado.

"Sólo algo con lo que me he estado divirtiendo en el club Slug" le sonrió Lily enigmáticamente.
Remus notó lo sorprendentemente bonita que era en realidad. "Reaccionarán a su poción. Va a ser
algo realmente bueno."

La contempló sorprendido, "Pero tú eres..."

"¿La favorita de la clase? ¿sabelotodo? ¿una santurrona?" su sonrisa se amplió, mostrando todos
sus inmaculados dientes blancos, "Algunos de nosotros sabemos cómo no ser atrapados, Sr.
Merodeador."

Él sólo sacudió la cabeza, perplejo.

"Toma," dejó esa especie de pastillas en su mano, "Hazlo tú. Lánzalas cuando no esté mirando."]

En ese momento, Lily habló de nuevo, gritando: "¡Oye, Potter!" En la mesa de al lado, la cabeza de
James se levantó de inmediato, sus gafas empañadas por el vapor de su caldero.

"¿Eh?"

[Snape también había levantado la vista, y miraba con fijación a James. Remus se movió rápido,
fingiendo bostezar y estiró los brazos hasta poder chocar con el caldero de Snape y echar dentro
las pastillas.]

Sirius les devolvió la mirada, brevemente curioso, pero Lily simplemente dijo: "Oh, nada", y
volvió a trabajar. Sirius soltó una risotada ante la expresión confundida de su amigo.

"Ooh" se rió Mary, inclinándose aún más cerca, "¿A James le g—?"

Pero no llegó a terminar su pregunta, porque en ese momento, el caldero de Snape explotó. Una
enorme ola de espuma burbujeante y de color púrpura se derramaba por el borde, empapando a
Severus y a su compañera. [Remus estaba impresionado, admirado con Lily. Ella atinó a jalar de
su brazo antes de que la espuma pudiera empaparlo también.] Sirius estalló en una carcajada de la
sorpresa, al igual que el resto de la clase. El rostro de Snape se deformaba de la rabia.

"¡Oh querido!" Slughorn chasqueó la lengua, apresurándose, "Parece que te emocionaste de más
agregando las cáscaras de escarabajo, ¿eh Severus?"

"¡No fui yo!" Snape gritó, tratando furiosamente de escurrir su túnica, "¡Él hizo algo!" Señaló a
Remus, quien se sobresaltó, "¡Debe haberlo hecho!"

Esto era obviamente cierto -Snape nunca cometía errores en Pociones; era por mucho, el mejor
estudiante de su año. Pero Remus era un merodeador, y él sabía aún más sobre cómo no ser
atrapado.

"¿Viste que el Sr. Lupin manipulara tu poción?"

"No, pero..."

"Vamos, muchacho" dijo Slughorn jovialmente, arrojando un paño de cocina verde al niño cubierto
de burbujas, "Todos cometemos errores, ¡incluso tú!"

Severus farfulló incoherencias, lo que provocó una nueva ola de risas -incluso los hombros de Lily
se sacudieron mientras intentaba mantener la cara seria.

Después de la lección, el resto de los merodeadores rodearon a Remus en el pasillo, mientras


gritaban y vitoreaban.

"¡Sí lo hiciste, verdad!"

"¡Brillante!"

"¿Cómo lo hiciste? ¡Si eres un desastre en pociones!"

Remus solo sonrió en silencio, negándose a revelar su secreto. [Por encima del hombro de James,
Remus miró a Lily dirigirle una sonrisa rápida antes de apresurarse hacia las escaleras.] Sus ojos
brillaban con picardía, por primera vez después de semanas.

"¡¿No se los dije?!" proclamó Sirius, con el corazón palpitante de alegría mientras echaba sus
brazos alrededor de Remus y James, "¡Él sigue siendo un merodeador!"
Segundo Año: Fuera de horario

Viernes, 6 de septiembre de 1972

Ahora que Remus les había vuelto a hablar, finalmente pudieron hacerle todas las preguntas que
James había insistido en que se guardaran. Esa noche, después de la cena, los cuatro niños se
sentaron en la cama de Remus.

"¿Cuando sucedió?"

"¿Lo sabe Dumbledore?"

"¿Alguna vez, ya sabes, atacaste a alguien?"

"¿Cómo se siente?"

"¿A dónde vas cuando pasa?"

Remus abrazó sus piernas contra su pecho, luciendo un poco abrumado por verlos así de curiosos.
Pero no los largó ni gritó, lo que Sirius tomó como una buena señal. En cambio, murmuró: "Eh..."
y pareció estar procesando la avalancha de preguntas que le habían lanzado.

[Remus nunca antes había platicado con nadie sobre su condición, con nadie más que con Madam
Pomfrey el año pasado. Ninguno de los muggles con los que había crecido le habrían creído de
todos modos, y estaba convencido de la repulsión que le habrían tenido los magos si se
enteraban.]

"Tenía cinco años, cuando sucedió. Realmente no recuerdo mucho antes de eso. Sí, Dumbledore lo
sabe. No creo haber lastimado alguna vez a nadie. Creo que probablemente lo sabría, si lo llegara a
hacer."

"Entonces, cuando te transformas, ¿puedes recordar cómo se siente?" Sirius se inclinó hacia
adelante, la curiosidad lo devoraba vivo, "¿ser un lobo?"

"Um... no realmente" Remus frunció el ceño, con el labio inferior sobresaliendo mientras pensaba,
"Puede que recuerde sensaciones, pero no creo tener un cerebro humano mientras estoy así. Se
siente más como un mal sueño."

La mente de Sirius estaba dando vueltas. Deseaba poder saber cómo era convertirse en lobo -
apostaba a que era algo verdaderamente genial.

"Siempre pensé que los hombres lobo eran más..." Pete examinó a Remus, "No sé, ¿aterradores?"

Una predecible pregunta estúpida de Pete -Remus solo se encogió de hombros. Sirius volvió a
hablar, preguntando lo siguiente que se le pasó por la cabeza.

"¿Así que eso fue lo que le pasó a tu papá? ¿Lo mató el hombre lobo que te mordió?"

Remus se estremeció, un poco, ante las palabras "hombre lobo". Sirius se dio cuenta de que
ninguno de ellos lo había dicho en voz alta hasta ese momento.

"No. Mi padre, él... eh... bueno, él se suicidó." Lo dijo sin ninguna emoción perceptible, con voz
plana, "Después de que me mordieran, así que supongo que fue por mi culpa. Mi madre -ya saben,
ella es muggle, pienso que seguramente fue demasiado para ella, así que me dejó en St. Edmund's."

Nadie parecía saber cómo responder a eso. 'Lamento escuchar que tu padre se haya quitado la vida,
¿mis condolencias?'. Había sucedido hace mucho tiempo, y Remus no parecía particularmente
afectado con eso, por lo que Sirius dedujo que probablemente no estaba buscando que sintieran
lástima por él. Otra pregunta apareció en su cabeza.

"¿Alguna vez has conocid-" Empezó a hablar, pero James lo interrumpió con una mirada severa.

"Ya es suficiente, Black, déjalo en paz."

Sirius quería señalar que lo habían estado dejando en paz durante toda la semana, pero Remus
miraba a James con gratitud; no parecía muy interesado en seguir siendo el centro de atención.
Sirius suspiró y dejó de hablar, habría mucho tiempo para preguntas después.

Sin nada más que hacer, se separaron para comenzar su tarea. Sirius siguió lanzando miradas a
Remus, intentando imaginar cómo se vería siendo un lobo. ¿Los hombres lobo se veían igual que
los lobos comunes? Tendría que investigarlo... o preguntarle a Remus, pero supuso que su amigo
quizá no tuviera exactamente acceso a un espejo durante su transformación.

Luego de un rato, James se puso de pie y se estiró, anunciando a toda la habitación que saldría a
correr antes de que oscureciera. Con las pruebas de quidditch acercándose, se había vuelto cada vez
más obsesivo con su estado físico. Molestó a Peter y a Sirius para que lo acompañaran, pero ellos
se rehusaron.

"Maldito tirano esclavista" murmuró Peter cuando la puerta se cerró detrás de él, "ya le he dicho
que ni siquiera me voy a postular."

"Creo que probablemente yo lo haga" dijo Sirius, indiferente, "Necesitan un bateador, de todas
formas." Mantuvo un tono casual, pero todo el entrenamiento con James lo había contagiado,
quería desesperadamente formar parte del equipo. Durante las últimas semanas, había estado
fantaseando con salir al campo de quidditch, la túnica roja ondeando, su escoba empuñando y la
multitud vitoreando.

Después de quince minutos de trabajo, Sirius logró convencer a los otros dos chicos de que
abandonaran sus esfuerzos académicos a favor de un juego de chasquidos explosivos, que se
alborotó con bastante rapidez. Pusieron un disco para que tocara de fondo -Peter imploró por que
fuera cualquiera menos Bowie, y aunque Sirius sacudió la cabeza con disgusto, accedió
benevolentemente a conformarse con los Beatles.

Más tarde, después de apagar las luces, Sirius se acercó sigilosamente a la cama de James. La luz
de la varita emanaba detrás de las cortinas de Remus, por lo que Sirius decidió lanzar un hechizo
silenciador sobre ellos. En lo que se acomodaba sobre las mantas, vio como James le dirigía una
mirada severa.

"¿Qué fue eso de hace rato?"

"¿Hmm?"

"¡Con Remus! ¡Tienes que ser más cuidadoso con lo que dices algunas veces, Black,
honestamente!"

Sirius parpadeó. "¿Qué dije?"


"¡Estaba hablando de su padre muerto!" susurró James, exasperado, "No podías simplemente
seguir hostigándolo -¡estaba abrumado!."

Sirius frunció el ceño, recordando la conversación. Remus sí se había visto un poco incómodo,
pero eso era solo porque no le gustaba la atención ¿verdad?

"Estaba bien, y no es como si hubiera pasado recientemente. Además, no lucía triste al respecto."

James puso los ojos en blanco. "A veces puedes ser muy denso. Sólo porque alguien lo oculte no
significa que no le afecte. ¡Era su padre, por Merlín!"

Sirius reflexionó sobre esto. Él nunca había sido muy bueno ocultando sus emociones, por lo que
usualmente ni se molestaba en intentarlo -si alguien te hacía sentir mal, ¿por qué no hacérselo
saber? Pero supuso que Remus era una persona muy reservada, con tendencia a mantener las cosas
en secreto. ¿Y si en verdad le había molestado la pregunta de Sirius?

"Nah" dijo después de un momento, mientras se encogía de hombros, "Lupin está bien."

James volvió a poner los ojos en blanco, dándose por vencido y cambiando de tema para hablar
sobre como se aproximaban las pruebas de quidditch.

Cuando Sirius quitó el hechizo silenciador y salió de detrás de las cortinas, todavía había una luz
brillando desde la cama de Remus. Se detuvo por un momento, pensando en lo que James le había
dicho.

Remus levantó la vista, sorprendido, cuando Sirius abrió un poco las cortinas. Estaba sentado,
leyendo uno de los libros muggles del tío Alphard -le gustaba tomarlos prestados. Sirius sonrió.

"Hey"

"Hola..." susurró Remus en respuesta, cerrando lentamente su libro. "¿Qué pasa?"

"Vi la luz de tu varita. ¿Puedo entrar?"

"Erm... bueno"

Se deslizó dentro rápidamente y se arrodilló en la cama, poniéndose cómodo. Remus lo veía con
una mirada cautelosa, acercando las rodillas hasta su pecho y dejando el libro a un lado.

"Sonoro Quiescis" susurró Sirius, conjurando el mismo hechizo silenciador que solía usar cuando
hablaba con James. Miró el libro de bolsillo que descansaba sobre la almohada junto a Remus -
tenía la imagen de un paisaje desolado y accidentado en la portada, y un extraño artefacto de metal.
"¿Qué tal el libro?"

[El libro era de ciencia ficción. De hecho, Remus ya había visto algunas películas así en el cine
local, pero no sabía que existieran libros como esos también. La historia había comenzado a
ponerse emocionante justo cuando Sirius llegó.]

"Bien" respondió Remus esquivo, antes de repetir: "¿Qué pasa?"

"Estuve hablando con James" Sirius volvió a moverse, sentándose con las piernas cruzadas sobre
las sábanas, "Él considera que te he hecho sentir mal, preguntándote sobre tu papá."

"Oh" Remus parpadeó y ladeó la cabeza, confundido, "No, estoy bien. No me molesta; ya estoy
acostumbrado."
"Eso es lo que le dije a James" susurró Sirius, liberado de culpa. Ya sabía que Remus estaba bien.
James era sólo demasiado sensible.

"Vale."

Ambos se quedaron en silencio por un momento. Sirius aprovechó ese tiempo para estudiar a su
amigo -vestía sólo un pequeño chaleco, que dejaba sus brazos y hombros al descubierto. Las
cicatrices rojas y plateadas se superponían en su cuerpo, algunas lucían curadas hacía mucho
tiempo y otras se veían más recientes. No había ningún patrón, ni ritmo ni orden; danzaban como
relámpagos sobre su piel. Snape había reaccionado como si fueran repulsivas, pero eso no era
verdad -Sirius pensaba que eran hermosas. Rudas y caóticas, pero igualmente hermosas. Como ese
paisaje escabroso en el libro del tío Alphard.

"¿Cómo te hiciste tus cicatrices?" le preguntó, admirándolas. Pero Remus se alejó, tirando de las
sábanas para cubrirse.

"¿Cómo te hiciste las tuyas?" espetó en respuesta, [Remus se arrepintió de inmediato al ver los
ojos de Sirius llenos de dolor y desconcierto]. Ahora era Sirius el que retrocedió, tomado por
sorpresa. La voz de Remus era fría y agresiva. ¿Lo había ofendido? Sirius no quería hablar de sus
propias cicatrices -o sobre su familia- pero supuso que no era justo pedirle a Remus que confiara en
él si eso no iba a ser recíproco.

"Yo... fueron mis padres" mantuvo una voz suave y calmada, "La maldición Lacero, así es como
nos disciplinan." el mencionarlo le dejó un sabor amargo en el fondo de la garganta.

El rostro de Remus se suavizó. "Lo lamento" murmuró, dejando caer el edredón. Extendió los
brazos, invitando a Sirius a que volviera a mirar. "Me las hago yo mismo, cuando soy... cuando me
transformo, ¿ves?" Se giró ligeramente, haciendo a un lado uno de los hombros de su chaleco.
Cuatro largas y blancas marcas de garras atravesaban esa parte de su piel.

"Wow" susurró Sirius, se arrodilló de nuevo para poder inclinarse hacia adelante y estudiarlas.
"¿Por qué te las haces?"

"No lo sé, no soy precisamente yo mismo. Madam Pomfrey cree que es frustración -porque está en
mi naturaleza atacar a la gente y no tengo a nadie a quién atacar."

"¿Dónde te dejan?"

"Está esa vieja casa... McGonagall y Pomfrey me llevan allí todos los meses, hay un pasadizo
debajo del sauce boxeador."

"¿Entonces Mcgonagall te ve...?"

"¡No! Es muy peligroso. Creo que usan hechizos para mantenerme encerrado."

Sirius intentó imaginar a su amigo, encerrado en una casa abandonada, destrozando su propia piel.

"Suena horrible."

Remus se encogió de hombros,

"Nah, no es tan malo como en St. Eddy’s, ahí tienen una celda para mí, con una puerta de plata.
Cuando llegué allí por primera vez -la matrona piensa que era demasiado pequeño para recordarlo,
pero me pusieron en una jaula."
Sirius retrocedió sorprendido. "¡Eso es repugnante!"

Remus frunció el ceño, sorprendido. "No sé" dijo imparcial, "era para mantener a todos los demás a
salvo. Y solo debí haber sido del tamaño de un cachorro."

"Lobezno" corrigió Sirius.

"¿Cómo?"

"A los lobos bebé se les llama lobeznos. Los perros son cachorros."

"Oh."

"Y ¿dónde te mordieron?" Sirius volvió a inclinarse hacia delante, curioso.

"Oh, um, aquí." dijo Remus palmeando su costado izquierdo, justo por encima de la cadera. Sirius
lo contempló, esperando. Después de un momento, dio un suspiro de resignación y preguntó
"¿Quieres ver?"

Sirius asintió con entusiasmo, sosteniendo la varita encendida para ver mejor mientras Remus
levantaba el dobladillo de su camisa. Allí, surcando la piel pálida, había una enorme cicatriz. Era
diferente a todas las demás, más grande, y cada diente se marcaba con claridad. Había acompañado
a Remus a medida que él crecía, estirándose y distorsionándose un poco. Sirius se inclinó aún más
cerca, tratando de imaginar la enorme mandíbula cerrándose.

"Oh wow..." susurró. Tuvo el fuerte impulso de estirar la mano y pasar los dedos sobre la marca de
los dientes. [Remus sintió la mirada de Sirius como la de alguien que hubiera desenterrado un
gran tesoro arqueológico, sintió su largo cabello rozar su piel y la calidez de su aliento] el
muchacho lo apartó de repente, diciendo,

"Dios, Black, eres muy raro."

Sirius solo sonrió, su rodilla chocaba contra la pierna de su amigo.


[Y Remus solo lo vio sonreír, con esa sonrisa tan de Sirius Black.]

***

Viernes, 13 de octubre de 1972

"Entonces, ¿qué es exactamente lo que estamos haciendo aquí?" preguntó James, desorientado.

"¿Y por qué teníamos que traer la estúpida capa?" gruñó Sirius, "Faltan horas hasta el toque de
queda."

"Tengo calor" se quejó Peter.

"Cállense todos ustedes" dijo Remus con severidad, "Estoy intentando concentrarme."

"¿¡Concentrarte en qué— auch!"

Sirius bramó cuando Remus lo pateó en la espinilla.

"Dije que se callen."


"Maldito gruñón" susurró, malhumorado, antes de quedarse en silencio.

Remus los había arrastrado a todos bajo la capa de invisibilidad de James, insistiendo en que tenía
una misión para ellos. Pero hasta el momento, la misión solo había consistido en escabullirse
lentamente por los pasillos, y ahora estaban en medio de un corredor vacío parados frente a la
estatua grotesca de una bruja jorobada. Para empeorar las cosas, Remus seguía olisqueando cada
pocos segundos y eso estaba poniendo nervioso a Sirius.

"¿Nos has traído aquí para conocer a tu nueva novia, Lupin?" bromeó James. Remus miraba
fijamente a la bruja tuerta.

"¿Por qué sigues haciendo eso con la nariz?" preguntó Sirius, petulante, "No quiero estar así de
cerca tuyo si estás resfriado."

"¿Ninguno de ustedes puede olerlo?"

"¿Oler qué?"

"...chocolate. Definitivamente chocolate."

[Estaba en el corredor entero -lo sentía con una suave inhalación apenas doblaba la esquina, pero
se intensificaba y se volvía cada vez más dulce a medida que avanzaba hacia la estatua en el
medio del camino. El aroma había estado volviendo loco a Remus por semanas -desde que lo
había percibido a finales del último trimestre. Tenía algo que ver con esa estatua -una bruja
jorobada y con un parche en el ojo. Era un retrato horrible de hecho, esperaba que el artista
hubiera sido particularmente duro y la pobre mujer no se viera en verdad así.]

"¿Chocolate? ¿Dónde?" se animó Peter, mirando alrededor.

"No puedo oler nada" dijo Sirius, comenzando a perder la paciencia.

"Yo tampoco" dijo James.

"Llega desde la estatua" murmuró Remus, escuchándolos solo a medias. Extendió la mano, y tocó
la piedra a través de la capa.

"¿Qué?" preguntó Sirius, irritado, "¿Piensas que la joroba de la vieja está atestada de dulces o algo
así?" Se estaba comenzando a aburrir rápidamente -cuando Remus dijo que tenía una misión, Sirius
había esperado que fuera algo emocionante.

"No" espetó Remus, "me parece que es uno de esos pasajes secretos de ese libro tuyo."

Sirius se animó. "¡¿Enserio?!" Volvió a mirar la estatua. "¿De verdad puedes sentir el aroma del
chocolate? ¿Eso es algo... especial que puedes hacer?"

"Sí."

'Tan malditamente genial' pensó Sirius. Deseaba poder tener supersentidos -se preguntaba qué otras
cosas más podía hacer Remus.

"No conduce a las cocinas" reflexionó Peter, "Esas están en el primer piso, me lo dijo un
Hufflepuff."

"¿Cómo podremos entrar?"

"¿Contraseña?" sugirió James, "Como para la sala común."


"¡Scallywag!" gritó Peter de inmediato, demasiado ansioso. No sucedió nada. Sirius y Remus se
echaron a reír.

"No me refería a que fuera exactamente la misma contraseña, Peter" le dijo James con amabilidad,
pero también estaba soltando algunas risitas.

"¿Qué tal con Alohomora?" Sugirió Sirius, una vez que pudo recuperar el aliento. Remus lo intentó,
pero siguió sin pasar nada.

"Eso es para cerraduras, de todos formas" señaló James, "¿No hay algún otro como para revelar
entradas ocultas?"

"¡Oh, sí!" asintió Sirius emocionado, "Sí, está ese de... ummm... ¡Dissendio!" Golpeó la joroba de
la bruja con su varita.

Esa parte de la piedra se deslizó dejando una abertura, lo suficientemente grande como para que
pudieran comenzar a entrar, uno por uno. '¡Un pasadizo secreto!' El corazón de Sirius casi se salía
del pecho. Se deslizaron al interior de inmediato, y la joroba se cerró detrás de ellos.

"¡Lumos!" Cantaron al unísono, finalmente quitándose la capa. James la dobló y la dejó debajo de
un brazo, luego se adelantó para ubicarse a la cabeza.

"Hagámoslo entonces" urgió, sosteniendo su varita frente a ellos para iluminar el oscuro pasaje,
"¡Vamos!"

Lo siguieron con entusiasmo.

Fue una larga caminata, bajaron por un tramo de escaleras de piedra fría, y luego a través de un
túnel húmedo y terroso. Sirius se preguntó quién lo habría excavado, y cuándo y por qué. Su mente
daba vueltas con todas las posibilidades detrás de ese descubrimiento. Cuando finalmente llegaron
al límite, se toparon con otra escalera. Ésta conducía a una escotilla de madera. Después de
intercambiar miradas, acordaron en silencio que James debía ir primero. Lo vieron abrir la
trampilla y asomar la cabeza, mientras contenía la respiración.

"¡No lo creo!" dijo riendo, la voz ligeramente ahogada, "¡Tienen que verlo!" Se arrastró
atravesando la entrada por completo y desapareciendo arriba. Sirius se apresuró a seguirlo, la
adrenalina borboteaba en sus venas. Escuchó a Remus subir detrás de él.

"¿Dónde estamos?" preguntó Sirius, estudiando el cuarto oscuro mientras Peter asomaba vacilante
la cabeza por la abertura en el piso. A donde fuera que miraran, se enfrentaban a montones de cajas
y cajones. Ahora estaba claro qué era de lo que Remus había estado hablando -la habitación entera
se llenaba abrumadoramente del aroma a chocolate y dulces.

"¡Me parece que hemos llegado a Hogsmeade!" susurró James emocionado, "¡Esta es la bodega de
Honeyduke’s!."

"¿La tienda de dulces?" preguntó Remus -pero nadie alcanzó a responder, Sirius acababa de abrir
una caja para revelar lo que parecían ser cientos de ranas de chocolate.

Remus, de hecho, era el único de ellos que nunca había estado en Hogsmeade, uno de los pocos
pueblos totalmente mágicos de Gran Bretaña. Todos los demás ya lo habían conocido por
vacaciones familiares y estaban bastante familiarizados con los productos de Honeydukes. Sirius
estaba absolutamente emocionado cuando abrió otra caja, esta contenía cajas de grageas Bertie
Bott de todos los sabores.
[En ese momento, parado allí en el sótano, Remus sintió que no podía haber estado más feliz con
el resultado de esa misión.]

Tomó algo de tiempo convencer a Peter para que subiera, pero una vez que lo sacaron por la
trampilla, los muchachos pudieron pasar una buena hora explorando la tienda. Remus se hizo cargo
de la misión, indicándoles cuánto podían tomar sin que se detectara. Aparentemente, esa no era su
primera experiencia en cuanto a atracos. Sirius se sintió como un verdadero merodeador,
escabulléndose por toda la tienda con sus amigos.

[James no lo sabía pero Remus lo había visto sacar una bolsa de sickles y galeones de su túnica y
dejarla en el mostrador antes de que se fueran.]

Los merodeadores regresaron a la sala común de Gryffindor con su botín, los bolsillos repletos y
las caras adoloridas de tanto sonreír. Uno de los prefectos les quitó puntos por pasarse el toque de
queda, pero ni siquiera Peter se molestó en preocuparse por eso. Comieron hasta que les dolió el
estómago; y más entrada la noche, en el momento en el que todos ya estaban en sus camas, Sirius
gritó:

"¡Eso definitivamente irá en el mapa!"


Segundo Año: Quidditch

Sirius iba a matar a James Potter.

Todo era culpa suya, pensaba furioso mientras apartaba las cortinas para subir a su cama. Si no
hubiera sido por James, nunca se habría metido en ese lío, nunca habría tenido que sufrir la
indignidad que le habían hecho sufrir. Si no hubiera sido por James Potter, y su estúpida y alegre
confianza, y su persistente actitud persuasiva, y su entusiasta seguridad de que todo siempre saldría
exactamente como se planeaba... si no hubiera sido por eso, Sirius nunca, nunca se habría metido
en esa situación. Se acurrucó, solo, con lágrimas de coraje en los ojos.

Todo había comenzado esa mañana, James lo había sacado a rastras de la cama para bajar y
practicar, una hora antes de las pruebas de quidditch. Habían despertado a Remus y a Peter
también, hostigando a los chicos hasta tener a todos arrastrando los pies hacia el campo.

Y había sido por eso que Sirius ya estaba cansado al ponerse su equipo de vuelo -no bastaba con la
adrenalina nerviosa que corría por sus venas ¡James lo había hecho desperdiciar toda su mayor
energía para volar en esa ridícula e innecesaria práctica de último minuto! Y James no había
parado de susurrar sobre lo divertido que sería cuando ambos estuvieran en el equipo, cargando de
toda esa presión a Sirius, como si el hecho de no lograrlo lo convertiría a él en un fracaso.

["Ya he tenido suficiente" dijo Peter apesadumbrado. Remus suspiró a su lado. Sabía como se
sentía, pero no servía de mucho quejarse ahora. "Es que de verdad" reiteró Peter, su voz
ligeramente alta mientras miraba a Remus en busca de validación.

"Ya sé que sí" replicó Remus, esperando calmarlo.

"Nos han arrastrado a todo tipo de cosas, nos han hecho recibir detenciones -Y nunca me he
quejado."

"Bueno, sí lo hiciste un poco." le dijo Remus levantando una ceja. Peter asintió,

"Está bien, puede que lo haya hecho algunas veces, pero siempre he hecho lo que James dice. Y
aún así Sirius es horrible conmigo."

"Sirius es horrible con todos" Remus comenzaba a aburrirse.

"Bueno pero esta vez ya tuve suficiente" continuó Peter, "Han ido demasiado lejos."

"Sólo estamos siendo de apoyo," bostezó Remus, mientras se dirigían a las graderías de madera,
"Pensé que te gustaba ser de apoyo."

"Es que no-" se estremeció Peter, "-no a las cinco en punto de la mañana."

Remus tenía que admitir que estaba de acuerdo, incluso habían estado allí hacía una hora, aún
cuando ellos podrían haber dicho que no y seguir durmiendo. Pero Peter tenía razón, siempre
hacían lo que James decía, era muy bueno persuadiéndolos. Al menos a Peter le gustaba el
quidditch. Contemplaron la silenciosa cancha, la verde y espesa hierba bajo el suave velo de
niebla matinal. Luego ambos se acurrucaron en las bancas, envueltos en sus bufandas y gorros,
esperando a que James y Sirius salieran de los vestuarios.

"Oh, holaaa Remus" Lily Evans subía por las graderías, cansada y sonriente, "Hola Peter"
"Buenos días" asintió Remus en respuesta, "Hola Lily" bostezó Peter.

"Hace frío ¿no? ¿Vienen a ver las pruebas de quidditch?"

"Síp"

"Debería haber sospechado que James lo intentaría" El fanatismo de James por el quidditch no se
limitaba al dormitorio de los merodeadores; todos los que lo conocían sabían lo mucho que le
emocionaba.

"Sirius también" dijo Remus.

"Bueno, nunca va uno sin el otro." respondió Lily, con formalidad.

"¿Por quién vienes tú?" preguntó Peter.

"Por Marlene" señaló a lo lejos a una muchacha de coleta rubia, "-se postula para bateadora"

"Es el puesto que Siri-" comenzó Peter, pero Remus le pateó rápidamente en la pierna. Lily los
miró desconcertada y decidió cambiar de tema.

"Remus, ¿puedes revisar esta noche la poción de 'sueño placentero'? Estoy demasiado atrasada en
astrología y quería hablar con el profesor Aster."

"No puedo" replicó Remus, inclinándose hacia adelante sobre sus codos, "Tendremos detención."

"Oh, ¿por hacer qué?"

"Levitar todas las mesas y sillas de la clase de Defensa contra las Artes Oscuras." explicó Peter.

"¿Enserio?" Lily se veía sorprendida, "No he escuchado nada sobre eso."

"No lo hemos hecho aún" dijo Remus, "Lo haremos más tarde mientras todos estén almorzando,
pero lo más seguro es que sepan que fuimos nosotros y consigamos esa detención de todas
formas."

Lily chasqueó la lengua. "¿Qué dije sobre ser atrapado, Lupin?" sonrió ella con picardía.

Remus se encogió de hombros, dirigiéndole una pequeña sonrisa de vuelta. Lily realmente no
estaba tan mal. Tenía ese don que todas las chicas tenían para hacerte parecer estúpido, pero al
menos ella se divertía bromeando con eso. Era particularmente agradable verla sin Snape, quien
usualmente acechaba de cerca como un murciélago, con esos aires siniestros y de desaprobación.]

Sirius ya estaba abrumado por los nervios cuando volvieron a dirigirse al campo para las pruebas.
Los cazadores fueron los primeros en salir y James se veía en excelente condición física. Se
abalanzó por el aire como si hubiera nacido para volar, ejecutando giros precisos y saltos bruscos
que nadie más podía lograr, acelerando como si fuera indestructible. Quedó claro desde el primer
minuto de que él estaba leguas por delante de todos los otros esperanzados aspirantes.

[Remus escuchó una honda inhalación de Lily cuando James intentó un giro particularmente
arriesgado.

"¿Acaso tiene que presumir así?" dijo ella, nerviosa, "Se va a matar"

"No lo hará" dijo Peter, "Lo conozco desde que teníamos cinco años y jamás se ha caído de la
escoba. Ni una sola vez."
"No es de extrañar que se crea invencible" murmuró Lily.]

Cuando James finalmente aterrizó, sonrojado y sonriente, le lanzó a Sirius una amplia sonrisa de
satisfacción propia, como si ambos ya supieran de que él estaba por formar parte del equipo.

Habían únicamente tres estudiantes que se postulaban para el puesto de bateador -un chico
corpulento de quinto año, Sirius y Marlene McKinnon.

Marlene era la mejor amiga de Mary -Sirius lo sabía porque Mary la mencionaba todo el tiempo en
Pociones y porque las dos eran practicamente inseparables, iban juntas a todas partes. Pero
mientras Mary era enérgica y habladora, Marlene era mucho más retraída. De hecho, Sirius no
estaba seguro de haberla escuchado hablar alguna vez -parecía que el único sonido que emitía era
cuando se reía con Mary.

Así que Sirius no estaba demasiado preocupado por Marlene, en términos de competencia. Era tan
callada y tímida que no podía ni imaginársela golpeando brutalmente las bludgers. De hecho,
parecía ser de las personas que se afligían si alguien se les acercaba.

El de quinto año era mucho más intimidante; tenía una altura de al menos una cabeza por encima
de ellos, y sus brazos eran tan gruesos que los músculos se le marcaban por debajo de las mangas
de su túnica de quidditch. Los bateadores necesitaban ser lo suficientemente grandes e imponentes
como para derribar las fastidiosas bludgers y, a primera vista, parecía ser evidente que el estudiante
mayor encajaba mucho mejor en la descripción que Sirius o Marlene.

Sin embargo, una vez que Madam Hooch hizo sonar su silbato y les mandó elevarse en el aire,
rápidamente quedó claro que no había necesidad de preocuparse por el estudiante mayor. Si bien
era cierto que contaba con la complexión para bateador, carecía de la precisión necesaria para el
quidditch durante el vuelo. No era capaz de esquivar lo suficientemente rápido, balanceaba su bate
salvajemente, y no atinaba a golpearle a nada más que a su propia pierna.

Marlene McKinnon era un caso completamente diferente. Parecía una máquina, golpeando con
fiereza cualquier bludger que se dirigiera o se acercara a ella. No solo eso, su cuerpo esbelto la
ayudaba a acelerar con facilidad -podía esquivar fácilmente, una habilidad importante para los
bateadores. Sirius sentía como su rostro se calentaba de la vergüenza mientras ella volaba en
círculos a su alrededor.

No era que él lo estuviera haciendo mal -era casi tan bueno como James cuando se trataba de
velocidad, pero lo que le sobraba en velocidad le faltaba en precisión. Se las arregló para lograr
pegarle a algunas bludgers, y lo hizo mucho mejor que el chico agotado de quinto año.

Pero Marlene era un monstruo. Eso ya ni siquiera era una competencia, con ella en las pruebas.
Cuando Sirius aterrizó con su escoba, él ya sabía cuál iba a ser el resultado.

[Las pruebas para bateadores fueron horribles de ver, los nervios de Remus estuvieron al límite
cuando las bludgers se dispararon como cañones hacia la cabeza y el cuerpo de su amigo. Sirius
había esquivado y derribado algunas hábilmente, pero Marlene era imparable.

"Diablos." exclamó Peter "No sabía que Mckinnon tuviera esa destreza."

"Su hermano juega para los Cannons" explicó Lily, presumiendo en nombre de Marlene. "Ha
estado entrenando con él durante todo el verano."

"Sirius también lo ha hecho" dijo Peter, defendiendo a su amigo, todos los rencores anteriores
olvidados. "Él y James estuvieron practicando constantemente, ¿no es cierto, Remus?"
Remus no respondió ni para recordarle a Peter que él no había pasado el verano con ellos. Estaba
muy ocupado sintiéndose apenado por Sirius, y deseando que Marlene Mckinnon no tuviera que
ser tan malditamente buena golpeando bludgers -o deseando que al menos hubieran dos puestos
libres para bateadores. Ni siquiera estaba seguro de por qué le importaba tanto -odiaba el
quidditch, y si Sirius y James entraban al equipo significaba que tendría que pasar mucho más
tiempo congelándose en las gradas. Y había pasado mucho tiempo queriendo en secreto que Sirius
fallara en algo, ansiaba por una prueba que demostrara que Sirius Black no era completamente
perfecto en todos los sentidos.

Pero ahora, llegado el momento, Remus se sentía culpable por haberlo pensado. Sirius debía estar
de seguro muy abatido.]

Sirius se acercó cruzándose de brazos e ignorando la sonrisa nerviosa de su amigo, mientras se


reunían para escuchar los resultados de las pruebas. No era como si James tuviera algo de qué
preocuparse, pensó Sirius con amargura. Efectivamente, el capitán, un larguirucho de sexto año
llamado Ranveer Singh, gritó: "¡Potter, cazador!" casi de inmediato.

James sonrió y algunos de los estudiantes a su alrededor le dieron palmaditas en la espalda y


murmuraron felicitaciones. Sirius mantuvo los brazos cruzados, con obstinación.

"Y para los bateadores..." continuó Singh. Por un momento, sin saber por qué, Sirius ansió
desesperadamente escuchar su propio nombre -pero luego,

"¡McKinnon!"

Y ahí estaba.

Sirius nunca había estado tan avergonzado en su vida. No podía creer que hubiera pasado todo el
verano practicando, solo para ser vencido por una chica. ¡Él era un Black -era un merodeador! Él
no estaba hecho para quedar en segundo lugar.

Cuando los estudiantes comenzaron a dispersarse, Marlene y James se quedaron atrás a pedido de
Singh para que pudiera darles sus horarios de práctica. Sirius estaba a punto de irse, cuando lo
llamó,

"¡Hey Black, quédate un minuto también!"

Sirius esperó, cada vez más irritado de escuchar como el capitán de Gryffindor felicitaba a los otros
dos estudiantes de segundo año, les explicaba el horario de práctica y les hablaba sobre cómo
ajustar sus uniformes. James brillaba prácticamente de emoción, lo que hizo que Sirius frunciera
aún más el ceño. Luego de un rato, en el momento en el que Singh se volvió hacia él, ya estaba
listo para salir corriendo del campo.

"Estuviste genial allá afuera" le dijo el chico de sexto año, posando una mano en el hombro de
Sirius y sonriéndole alentador. Reprimió el impulso de encogerse de hombros. "Nos vendría bien
un bateador para nuestro equipo de reserva, ¿qué dices?"

Los ojos de James se abrieron profundamente y sonrió con entusiasmo. Sirius apretó los dientes.
"No gracias."

"...¿Estás seguro? Sería genial tenerte en las prácticas, especialmente porque Ardal est..."

"Dije que no, ¿de acuerdo?" espetó Sirius. Singh lo miró con el ceño fruncido y levantó las manos
en un gesto de rendición.
"Está bien, compañero."

Sirius estaba furioso mientras seguía a Marlene y a James de regreso a las gradas. Sus amigos los
estaban esperando, lo que lo avergonzó aún más -todos lo habían visto hacer el ridículo. ¡Había
sido completamente humillado!

"¡Lo logré!" dijo Marlene ansiosa. Evans, la irritante niña nacida de muggles, la había estado
esperando, las dos chillaron y se abrazaron. Sirius quería estrangularlas a ambas.

Peter y Remus estaban parados torpemente al lado de Lily, sus ojos iban de James a Sirius como si
no supieran qué hacer. Sirius resopló.

"Sí, bien hecho, McKinnon" dijo con amargura, mientras miraba al suelo.

"Gracias... eh... tú también lo hiciste muy bien, Sirius." Dijo ella, incómoda. Él gruñó en respuesta.
Era obvio que Marlene no lo creía -seguro pensaba que él era una basura, con su estúpida sonrisa
de suficiencia.

James le lanzó una mirada, pero a Sirius no le importó. También estaba enojado con James, él era
el que había convencido a Sirius de presentarse a las pruebas, ¿¡y a dónde lo había llevado eso!?

Su traicionero amigo se acercó a estrechar la mano de Marlene. "¿Nos vemos la próxima semana
para la primera práctica?"

"¡Sí, genial!" le sonrió ella radiante, "¡Nos vemos Potter!"

Las dos chicas emprendieron su regreso al castillo, tomadas del brazo, mientras hablaban sin parar.

"Sirius, amigo, esto no es el fin del mundo" le dijo James con condescendencia, girando hacia él.

"Lo sé." dijo Sirius pateando una mata de hierba.

"Podrías haber estado en el equipo de reserva si querías, Singh te lo ofreció."

"Ya lo sé. No quiero estar en la banca."

Hubo un breve silencio, y luego James suspiró. "¿Y si vamos a desayunar?" La pregunta era
dirigida a los otros dos chicos. Peter asintió adulador. Pero antes de que pudieran comenzar a
caminar, la mirada de Remus se posó en Sirius.

"Bien hecho, James" dijo súbitamente, "Estuviste increíble, felicidades."

Sirius se sonrojó, avergonzado. '¿Qué, entonces James lo había hecho increíble y merecía ser parte
del equipo, pero Sirius no? ¿Eso era lo que Remus estaba diciendo? ¿Que James lo había hecho
bien, pero Sirius sólo había ido a pasar vergüenza?'

"Gracias, Lupin" sonrió James. Traidor.

"Sí" dijo Peter, dándole un puñetazo en el brazo, "Buena esa, Potter."

"¡Gracias!"

Sirius caminó unos pasos por delante de sus amigos en el camino de regreso al castillo, no estaba
de humor para todas esas enérgicas felicitaciones. Pero James igual corrió para mantenerse a la par,

"Puedes volver a intentarlo el año que viene, Ardal ya se habrá retirado para entonces, me dijo que
lo dejaría para concentrarse en sus EXTASIS."

"No me importa, está bien así" murmuró Sirius, queriendo que lo dejaran solo. Apresuró el paso,
arrastrando su escoba y dejando atrás a sus amigos. Esta vez, James no trató de alcanzarlo.

Sirius se saltó el desayuno, no estaba de humor para escuchar a todos halagando a James por su
nuevo puesto en el equipo. De hecho, no quería ver a su amigo en lo absoluto -el resentimiento que
burbujeaba en su pecho se había endurecido y convertido en furia, y Sirius sabía que si volvía a ver
la sonrisa de autosatisfacción de James una vez más, sería capaz de golpear a su amigo en la cara.

Así que dejó la torre de Gryffindor y se encaminó a uno de los lugares que habían encontrado para
añadir al mapa. Era una pequeña cavidad, escondida detrás de un tapiz con la figura de un
unicornio. Había suficiente espacio como para acurrucarse, y era un excelente escondite cuando
necesitaban escapar de Filch. Ahora, con el tapiz volviendo a su lugar detrás suyo, Sirius dobló las
rodillas contra su pecho, agradecido con esa oscuridad.

No quería llorar, pero su cuerpo no le dio opción de elegir. Las lágrimas se sentían como pinchazos
quemándole los ojos, y sólo podía frotarse las mejillas mientras caían. Su nariz había comenzado a
moquear y su respiración se estaba tornando agitada, así que lanzó un hechizo silenciador y se dejó
vencer por la emoción que se desbordaba fuera de él.

No podía explicar por qué le afectaba tanto -James tenía razón, no era el fin del mundo y podía
volver a intentarlo el próximo año, y solo era quidditch. Pero Sirius sentía que seguía tratando de
hacer planes, seguía manteniendo esperanzas en el futuro, para al final solo decepcionarse. Jugar
quidditch para Gryffindor habría demostrado que realmente pertenecía allí y que no necesitaba ni a
Slytherin ni a sus padres ni a Reg. Pero ni siquiera había podido atinarle bien a una estúpida
bludger; seguía arruinándolo todo. Sentía como si todo estuviera fuera de su control, y como si no
hubiera nada que pudiera hacer al respecto.

Casi había terminado de llorar cuando Remus lo encontró, pero aun así era vergonzoso ser atrapado
con el rostro claramente manchado de lágrimas. Sirius frunció el ceño y le dio la espalda,
acurrucándose como un ovillo en su pequeño enclave.

"Lárgate Lupin" le dijo malhumorado, "No puedes animarme, ¿de acuerdo?"

Pero Remus puso los ojos en blanco y subió con él, obligándolo a hacerse a un lado.

"Muévete" dijo con firmeza, "no estoy aquí para animarte, idiota."

Sirius parpadeó. "¿Qué?"

"¿De qué te estás lamentando aquí sentado? Por una vez tu mejor amigo acaba de hacer realidad
todos sus sueños, ve y sé un buen perdedor."

No podía creerlo. Primero, Remus le había restregado en la cara que James sí formaría parte del
equipo, ¿y ahora estaba aquí para tratar de obligar a Sirius a superarlo? ¿A fingir que simplemente
todo estaba bien?

"No lo entenderías" murmuró indignado, la ira estallando de nuevo en su pecho.

"Supongo que no" asintió Remus neutral, "pero lo que sí entiendo es que James de verdad quería y
ansiaba ser cazador, y trabajó realmente duro para lograrlo, y lo consiguió. Y Marlene en serio
quería ser bateadora, y también se esforzó mucho, nos lo contó Evans. Y así ella lo consiguió. Ella
sólo fue mejor que tú."
"¡Vete a la mierda!" siseó Sirius, empujándolo lejos. Pero Remus continuó, sin inmutarse,

"¡Ni siquiera es que te importara tanto!" Empujó a Sirius en respuesta. "No tanto como a Potter.
Solo te presentaste a las pruebas porque él lo estaba haciendo, pero no siempre tienen que ser o
hacer lo mismo. Tú igual lo venciste en Transformaciones. Tú igual eres el que consigue las
mayores notas del año. Le gustas a todo el mundo. Bueno, excepto a los Slytherin y um... quizás a
tu familia, pero a quién le importa. A la familia de Peter tampoco les agrada él."

Sirius se rió débilmente, sin querer. Remus hacía que todo pareciera tan simple; eso ayudó a Sirius
a poner un poco más los pies en la tierra.

"Así que deja de actuar como un niño pequeño y ve y dile bien hecho."

"Bueno."

"Bien."

Bajaron juntos de la cornisa, dejando que el tapiz volviera a su lugar inicial. El unicornio hecho de
hilo plateado aprovechó esa distracción para escapar, dejando a los diminutos y enfurecidos
caballeros bordados amenazando a los chicos con los puños.

Sirius guardó sus manos en los bolsillos, sintiéndose un poco avergonzado por la manera en la que
había actuado. Ahora que había agotado casi todas sus lágrimas, se sentía mucho mejor -en
realidad no era algo tan malo, no pertenecer al equipo.

"¿Ya desayunaron todos?" Preguntó mientras caminaban de regreso a la sala común.

"Síp." dijo Remus, "Pero James igual te guardó unas tostadas."

Sirius sonrió. "Es un buen amigo."

"Sí" espetó Remus, "lo es."

Ambos se quedaron en silencio después de eso, caminando uno al lado del otro. Justo antes de que
llegaran al retrato de la dama gorda, Sirius sintió la mirada de Remus y se detuvo.

"No estoy intentando copiar a James." No quería que Remus pensara que era como Peter,
solamente imitando todo lo que hiciera su amigo.

"No dije que lo hicieras." dijo Remus. "Pero aún así te gusta competir."

Sirius no podía negar eso. Volvió a levantar la vista y dijo en voz baja.

"Y no me importa lo que piense mi familia." Lo dijo con fiereza, con determinación para que su
amigo lo entendiera. Sirius no quería que su familia jamás pudiera ejercer esa especie de poder en
él como lo hacía con Reg. [Los ojos de Sirius brillaron levemente y Remus se preocupó de que
empezara a llorar de nuevo, se acercó y apoyó su mano en el hombro de Sirius, con cautela]

"Lo sé, amigo" dijo Remus, con gentileza. "Ya lo sé."

End Notes
[Una nota rápida, en algunos capítulos tomaré fragmentos de la perspectiva de Remus y los
diferenciaré en cursiva y dentro de corchetes, todos los derechos le pertenecen a
MsKingBean89.]

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