Aristóteles era un buen conocedor de la filosofía que se
había hecho con anterioridad, hasta el punto de que a él se debe la primera recopilación del pensamiento de otros autores. La influencia de los presocráticos se pone de manifiesto a partir de algunos problemas que le legaron. En este sentido, Aristóteles retoma el problema del movimiento planteado por Parménides (quien había negado su realidad) dándole una solución. Parménides niega la realidad del movimiento a partir de la idea de que no resulta posible pasar del ser al no-ser ni del no-ser al ser. Aristóteles cree que esto es, en términos absolutos, así, pero “el ser se dice de muchas maneras”. Distingue entre dos formas de ser (o de no-ser): en sentido absoluto y en sentido relativo. Al no-ser en sentido relativo lo denomina “ser-en-potencia”, que es “el poder llegar a ser” de algo, mientras que al “ser-ya” una cosa le llama “ser-en-acto”. Y define el movimiento como “el paso de la potencia al acto”. El ejemplo que emplea Aristóteles es el siguiente: una semilla no es un árbol, y una piedra tampoco es un árbol, pero mientras que la piedra ni lo es ni lo puede ser, la semilla sí lo puede ser, y por ello es en potencia un árbol. Aristóteles toma de Empédocles la idea de que existen cuatro elementos que constituyen toda la realidad (agua, tierra, aire y fuego), si bien añade un quinto elemento, el éter, que es la materia de la que están compuestos los astros (el mundo supralunar), mientras que los otros cuatro constituyen toda la realidad del mundo sublunar. Por lo que se refiere a las relaciones entre Aristóteles y Demócrito, Aristóteles rechazó el vacío (el no-ser) y el azar como elementos de explicación de la naturaleza. Su alternativa será la teoría de la potencia y la teleología: Pero hay grandes coincidencias entre ambos. Por una parte, Aristóteles no renunció al valor del conocimiento sensible. Por otra parte, Demócrito consideró que puede realizarse una investigación científica de las realidades naturales, superando la versión platónica de que el conocimiento natural es sólo objeto de opinión. Aristóteles, siguiendo a Demócrito, entendió que la ciencia de las cosas sensibles es posible. La teoría de las cuatro causas de Aristóteles tiene su origen también en los autores anteriores, según el propio Aristóteles nos cuenta: la causa material es un descubrimiento de los presocráticos, pero insuficiente para explicar la realidad; la causa formal es un descubrimiento de Platón, pero es igualmente insuficiente; la causa eficiente es en general admitida por todos, si bien parece en principio que fue Anaxágoras quien la propuso en un principio, aunque luego la reduce a causa material; por último, la causa final nos dice Aristóteles que es un descubrimiento suyo (la idea de que todo lo que existe tiene un fin que le es propio), si bien podría estar algo más que esbozada en la filosofía de Platón (así parece que debemos entender la Idea de Bien). Y Platón es, naturalmente, la influencia decisiva de Aristóteles (con quien, no olvidemos, Aristóteles estudió durante veinte años). Aristóteles coincide con Platón en su concepción del conocimiento científico como: 1.- Un conocimiento de lo real y no de lo aparente; 2.- Un conocimiento de lo universal y de lo necesario; 3.-Un conocimiento de las esencias y no de los accidentes; 4.- Un conocimiento a partir de las causas. Tanto Sócrates y Platón como Aristóteles creen, a diferencia de los presocráticos, que la ciencia se debe centrar en el mundo de las cosas individuales, y no de la totalidad, y tratan de explicar en qué reside su esencia (para Sócrates, en las definiciones universales, para Platón, en las Ideas, y para Aristóteles en la forma). Aristóteles se separa de Platón en lo siguiente: -en primer lugar, en el abandono del método dialéctico, sustituyéndolo por la demostración silogística. -en segundo lugar, una distinta concepción y valoración de la physis: con Platón, la física no es ciencia sino opinión; con Aristóteles, la naturaleza vuelve a tener un papel central en el pensamiento. -en tercer lugar, el rechazo de la teoría de las Ideas: 1.- Primero, Aristóteles rechaza que las Ideas estén separadas de las cosas pues no se consigue explicar la relación de las Ideas con las cosas sensibles sino es por medio de expresiones metafóricas como la de la “participación” o la de “copia”. 2.- Otro tipo de objeciones hacen referencia al tipo de Ideas que hay: a) Si hay Ideas de cada cosa, también tiene que haber Ideas de las relaciones. Es decir, además de la Idea de “Hombre”, tendrá que haber las Ideas de “Ser padre de”, “Ser hermano de”, “Ser cuñado de”, etc., con lo que se pierde la simplicidad y unicidad de las Ideas como su carácter fundamental. b) Si hay Ideas de lo positivo, tendrá también que haber Ideas de lo negativo. Es decir, si hay Idea de la Belleza, tendrá que haberlas de la Fealdad, de Pelo, de Suciedad y de otras cosas “absurdas”. c) En definitiva, con la doctrina de las Ideas lo único que se consigue es una duplicación de los problemas a resolver; pues, a los problemas que encontramos en el intento de explicar el mundo sensible hay que añadir los que encontramos al intentar explicarnos el inteligible. Frente a la concepción platónica, Aristóteles sostiene que el ser de las cosas, su esencia, no está en las Ideas, sino en este mundo, en el mundo físico, sensible; y el ser por excelencia, la auténtica realidad, es concebida como sustancia, que se va a convertir en la noción clave de su filosofía.
2.- Naturaleza, hilemorfismo, teleología
(Hilemorfismo, concepción aristotélica de la realidad, o
metafísica) Para Aristóteles, lo que verdaderamente existe, lo verdaderamente real, es el individuo concreto, al que llama sustancia primera. En el individuo concreto se encuentra realizada la esencia o la especie, la cual se predica de él. Con esto, Aristóteles se opone a Platón, para quien lo verdaderamente real era la Idea, y no las cosas concretas (la Idea de Hombre, y no los hombres concretos). Para Aristóteles este individuo concreto, esta sustancia primera, es un compuesto de materia (hylé) y forma (morphé), por eso su concepción de la realidad recibe el nombre de teoría hilemórfica. La forma es la esencia de la cosa, lo que llama la sustancia segunda, la especie, y es eterna. Pero no existe separada, existe en la materia. Dentro de la materia, distingue Aristóteles entre materia próxima o segunda, por ejemplo, el bronce o “esta carne y estos huesos”, es decir, de lo que está hecho algo, y materia prima o primera, que es algo absolutamente indeterminado, carente de forma o cualidades. Su existencia fue postulada por Aristóteles porque la materia próxima (el bronce, por ejemplo) no es pura materia, sino que posee ya una esencia o forma determinada, en este ejemplo la del bronce. Por ello, debe haber una materia absolutamente indeterminada e informe, la materia primera, que también es eterna. Aristóteles le da prioridad a la forma porque es la esencia de cada cosa, es lo definible, la esencia, mientras que la materia prima es incognoscible, y es lo que individualiza a la forma/especie. Dentro de la forma, distinguirá igualmente entre formas sustanciales (formas sin las cuales una cosa dejaría de ser lo que es, por ejemplo, la racionalidad en el ser humano), y formas accidentales (formas que, si bien definen igualmente a una cosa, sin ella, sin embargo, una cosa sigue siendo la misma cosa, por ejemplo, ser blanco, en el mismo ejemplo de ser humano). (Naturaleza o física) El crecimiento de una encina es un cambio natural, su destrucción por un rayo es un cambio violento; la construcción de una mesa de madera es un cambio artístico, técnico. Los dos últimos cambios son originados por un agente exterior a la encina (el rayo y la acción del carpintero, respectivamente). No son cambios naturales. El crecimiento de la encina, por el contrario, es un cambio o movimiento que tiene su origen no fuera, sino en la propia encina. Es un cambio o movimiento natural. Aristóteles define la naturaleza (physis) como principio interno del movimiento y del reposo que se da en los seres naturales. Estos, al contrario que los seres artificiales, poseen en sí mismos el origen o principio de su propia actividad, de sus cambios y movimientos. A la naturaleza de cada cosa pertenecen ciertas capacidades de actuación cuyo fin es precisamente realizarse, actualizarse. La naturaleza de cada ser tiende a actualizarse, todos los seres naturales tienden a alcanzar la perfección que le es propia. (Teleología) Esta convicción fundamental de que los seres naturales tienden a alcanzar su propio estado de perfección surgió y fue elaborada por Aristóteles bajo la influencia de sus estudios biológicos. Aristóteles se dedicó ampliamente a la biología, y sin duda los procesos biológicos son los más difíciles de interpretar de un modo puramente mecanicista. En efecto, los procesos biológicos parecen presididos por un plan, por una finalidad interna que los orienta y dirige. El modelo aristotélico de la naturaleza, basado en la biología, es pues un modelo teleológico (telos significa fin: no decir teológico, que es relativo a Dios). Este carácter teleológico se pone de manifiesto no sólo en su concepción de la naturaleza, sino también en la ética (todas las acciones humanas se realizan persiguiendo un fin o bien, y el fin último que explica todas nuestras acciones es la felicidad) y en la política (la polis es la estructura sociopolítica última o final hacia la que tienden las anteriores –la familia y la aldea). El objeto específico de la física aristotélico es el movimiento, o, más exactamente, aquellas realidades, sustancias que son mutables, están sometidas a cambios y procesos. La forma es la esencia y es también la naturaleza de las sustancias, es decir, el principio interno de movimiento y de reposo que se da en los seres naturales. El estudio de la naturaleza (physis) o física se ocupa entonces fundamentalmente de explicar el cambio o movimiento. Aristóteles explica la realidad del movimiento, que fue puesta en cuestión por Parménides, desde la teoría hilemórfica y desde la teoría de la potencia y el acto, que son estructuras paralelas. En todo cambio o movimiento, hay algo que desaparece (que recibe el nombre de privación de la forma), algo que aparece (que recibe el nombre de adquisición de la forma) y algo que permanece (que recibe el nombre de sustancia, y que hace las veces de la materia. Además, empleando la teoría de la potencia y el acto, lo que no es pero puede llegar a ser se halla en potencia (la semilla es árbol en potencia) y “lo que ya es” ese ser se halla en acto (el árbol es árbol en acto, actualmente, efectivamente), por tanto, el movimiento se explica y define como el paso de la potencia al acto. De este modo, soluciona el problema del movimiento planteado por Parménides, quien lo negaba basándose en la imposibilidad de pasar del ser al no-ser o del no-ser al ser. Según Aristóteles, esto es así en sentido absoluto, pero no en sentido relativo: la potencia es una forma relativa de ser (o de no-ser) Es una creencia básica de la física de Aristóteles el pensar que nada se mueve si no es movido por otra cosa, que a su vez requiere ser movida por otra, y así podríamos seguir indefinidamente, pero Aristóteles opina que seguir así hasta el infinito no es una explicación, por lo que termina postulando o proponiendo la creencia en un Primer Motor Inmóvil, que mueve sin moverse él mismo, y que es el dios aristotélico que ni conoce ni crea al mundo, pero que es necesario para explicar la existencia del movimiento, con lo que su física culmina en una teología. Garantizada la posibilidad del movimiento o cambio, Aristóteles lo clasifica en: cambio sustancial (generación o destrucción de una sustancia) y cambio accidental (modificaciones de aspectos no esenciales de un ser) que puede ser cuantitativo, cualitativo y local (que puede ser vertical, los cuatro elementos del mundo sublunar -agua, tierra, aire y fuego- o circular, el éter, componente de los astros, del mundo supralunar). También existe el cambio no- natural o violento, que es el resultado de la aplicación de una fuerza más la tendencia natural del móvil (por ejemplo, el lanzamiento de una piedra). . En todo cambio, ya sea sustancial o accidental, hay siempre “algo que permanece” a través del cambio, “algo que desaparece” y “algo que aparece” en lugar de esto último. Finalmente, y puesto que conocer algo científicamente es conocer sus causas, Aristóteles también establece las causas de los seres naturales: causa material, causa formal, causa eficiente o agente y causa final. Para comprender esta teoría de la causalidad es necesario tener en cuenta: que Aristóteles considera “causa” a todos aquellos factores que son necesarios para explicar un proceso cualquiera, y, por otro lado, que en los seres naturales la causa eficiente, formal y final coinciden (ej. la generación de los seres vivos).
3.- Ética y Política
(Ética) Para Aristóteles (como para Platón) ética y política
se identifican, ya que ambos son dos aspectos de un mismo conocimiento práctico (de praxis, acción) que se ocupa del bien humano. Esta identificación procede, en última instancia, de la naturaleza social del hombre. Aristóteles estaba convencido de que sólo en el seno de la polis le resulta posible al hombre alcanzar su bien, es decir, su felicidad. Y sólo en una sociedad bien ordenada se puede alcanzar una vida buena (una vida feliz). Las conclusiones de la física y de la metafísica tienen especial aplicación para Aristóteles en el ámbito de la praxis o acción (ética y política), porque el hombre es un ser natural y alcanzará su perfección y su fin cuando actúe conforme a su naturaleza. Todas las acciones humanas buscan conseguir un fin que entiende como bien. Pero como hay muchos bienes o fines, es necesario admitir una jerarquía entre ellos, subordinados a un fin último. Pues bien, todos los humanos están de acuerdo en denominar felicidad (eudaimonía) a ese bien o fin supremo o último. De este modo, la felicidad es aquel bien que se desea por sí mismo; es decir, no desea como medio para conseguir otro bien. ¿En qué consiste la felicidad? Aristóteles tuvo en cuenta las respuestas que se suelen dar a esta pregunta: el placer, los honores (la fama) o las riquezas, pero entendió que todas ellas eran medios, y no fines, que no se querían por sí mismos. En cuanto al placer, no es una actividad sino un sentimiento que acompaña a la actividad. Para determinar qué es la felicidad, Aristóteles tiene en cuenta ese carácter teleológico de todo ser natural. Un cuchillo, por ejemplo, cumple su fin, es un buen cuchillo cuando ejerce su actividad propia, cortar. Ese buen ejercicio de su actividad consiste en su excelencia o virtud (en el sentido en que solemos decir que el virtuoso del violín es el que lo toca de manera excelente). Y dado que la actividad más excelente y propia del ser humano es la razón, la felicidad consistirá en el ejercicio de esta razón, es decir, en la contemplación. Pero el ser humano no es solo razón; también tenemos necesidades corporales, problemas económicos, relaciones sociales, etc. Por ello, este ideal de felicidad es prácticamente irrealizable para la mayoría, por lo que nos debemos conformar con una felicidad humana, limitada. Y esta forma de felicidad exige la posesión de ciertos bienes corporales (salud, etc.) y exteriores (bienes económicos, etc.), y exige, muy especialmente, la posesión de ciertas virtudes. Aristóteles distingue entre dos tipos de virtudes en el ser humano: las virtudes intelectuales o dianoéticas, que perfeccionan o hacen excelente el conocimiento, y las virtudes éticas o morales, que perfeccionan o hacen excelente el carácter, el modo de ser y comportarse. Entre las virtudes intelectuales destaca la prudencia, pues a ella corresponde determinar qué es lo correcto y adecuado en cada situación en la que se desenvuelve nuestra vida (por lo que guarda relación con las virtudes éticas). Por lo que se refiere a las virtudes éticas, estas son las que disponen al ser humano al ejercicio excelente de sus capacidades. Las virtudes éticas o morales son hábitos o disposiciones adquiridas, voluntarios o deliberados y consisten en un término medio entre dos conductas que pueden ser equivocadas, bien por exceso o bien por defecto, en las distintas situaciones de la vida. Por ejemplo, la valentía es el término medio entre la temeridad (exceso) y la cobardía (defecto); la generosidad es el término medio entre el despilfarro (exceso) y la tacañería (defecto). Este término medio es determinado por la prudencia, y además hay que tener en cuenta que el término medio no es el mismo para todas las personas ni en toda situación. (Política)Aristóteles da dos definiciones de hombre que son muy conocidas: animal que tiene logos, y animal político, social o cívico. Aristóteles define al hombre como animal que tiene “logos”, que se traduce por razón y también por lenguaje. Estas cualidades se superponen a todos los elementos no racionales, comunes a todos los animales, como por ejemplo las emociones o deseos, que tienen como objetivo principalmente evitar el dolor y conseguir el placer. La parte racional es consciente y deliberadora. Se divide en: -razón teórica, que es capaz de descubrir el funcionamiento de la naturaleza y comprender sus operaciones. En esto consiste la actividad más elevada y distintiva del hombre: la vida de la contemplación; -razón práctica, que tiene, de un lado, la función de controlar las necesidades y deseos , y de otro lado, la función de guiar nuestra conducta proponiéndonos como objetivos en el ámbito de la moral lo que Aristóteles llama “el término medio” entre dos conductas que pueden ser equivocadas por defecto o por exceso, residiendo la conducta adecuada (la virtud) en el término medio; pues bien, es la razón práctica la que determina cuál es el término medio en cada situación en la que nos encontramos (ejemplo: la generosidad es el término medio entre la tacañería –defecto- y el despilfarro –exceso-). Hemos dicho que “logos” significa también lenguaje, palabra, que es la base de la comunicación social. Los otros animales sólo tienen voz, “phoné”, que les permite manifestar sus sensaciones, pero hay un salto cualitativo entre “phoné” y lenguaje. “El lenguaje existe para manifestar lo conveniente y lo dañino, así como lo justo y lo injusto”. Sólo el hombre que vive ligado por la palabra en una comunidad puede habitar en ese mundo simbólico que es su mundo específico. La vida comunitaria es fundadora de esos sentidos y esas valoraciones que dan lugar a la ética y a la política. Lo humano se funda en el lenguaje. Tan conocida es la definición del hombre como animal que tiene “logos” como la siguiente definición: el hombre es un animal político, cívico o social. Para Aristóteles el hombre es un ser sociable por naturaleza. Esto significa que nuestros propios deseos naturales son, hasta cierto punto, sociales, es decir, que sólo se pueden satisfacer en contacto con los demás, en sociedad. Para Aristóteles, la vida social es también necesaria para conseguir la seguridad y el desarrollo económico que se requiere para que sea posible el florecimiento de las capacidades humanas más elevadas, especialmente, como hemos dicho, la vida de la contemplación teórica. Nuestra naturaleza racional sólo puede desarrollarse en un grupo social, en la polis. El grupo social más simple es la familia o comunidad doméstica, que surge del instinto sexual y que se mantiene por el amor mutuo de padres e hijos. La familia provee a los individuos de todo lo necesario en las primeras etapas de la vida social y permanece como el centro de existencia de las mujeres y niños dentro de la polis. La familia es bastante limitada en lo referente a colaborar con el ámbito de acción dentro del cual se puede desarrollar la naturaleza humana. Como es necesario que se tenga una mejor provisión de los requisitos económicos y de autodefensa, el desarrollo natural se dirige hacia la aldea. Las aldeas son asociaciones de familias que se basan en gran medida en consideraciones de utilidad. Las mismas consideraciones que ocasionan el crecimiento de la aldea se dan al aparecer la polis como una asociación de aldeas alrededor de una aldea central. La polis no sólo aumenta la seguridad contra un ataque externo y facilita el comercio necesario para el desarrollo económico (siendo por ello militar y económicamente autosuficiente, autárquica), sino que también hace posible el desarrollo de la naturaleza racional del hombre, pues sólo en la polis es posible la vida de contemplación teórica. Aunque la polis aparece históricamente después de la familia y la aldea, es anterior a estas en el sentido de que es el telos o fin al que tienden las otras dos formas menores de comunidad. (Clasificación de los gobiernos) Aristóteles establece la siguiente clasificación del gobierno atendiendo a dos criterios, el número de personas que ostentan el poder y si los que gobiernan lo hacen en interés propio o en interés de la comunidad: -En interés de la comunidad (buen gobernante, por tanto): monarquía (uno solo); aristocracia (unos pocos); democracia (todos). -En interés propio (malos gobernantes): tiranía (uno solo); oligarquía (unos pocos); demagogia (todos).
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