Está en la página 1de 33

1.

- Introducción a Aristóteles

Aristóteles era un buen conocedor de la filosofía que se


había hecho con anterioridad, hasta el punto de que a él se
debe la primera recopilación del pensamiento de otros autores.
La influencia de los presocráticos se pone de manifiesto a
partir de algunos problemas que le legaron. En este sentido,
Aristóteles retoma el problema del movimiento planteado por
Parménides (quien había negado su realidad) dándole una
solución. Parménides niega la realidad del movimiento a partir
de la idea de que no resulta posible pasar del ser al no-ser ni
del no-ser al ser. Aristóteles cree que esto es, en términos
absolutos, así, pero “el ser se dice de muchas maneras”.
Distingue entre dos formas de ser (o de no-ser): en sentido
absoluto y en sentido relativo. Al no-ser en sentido relativo lo
denomina “ser-en-potencia”, que es “el poder llegar a ser” de
algo, mientras que al “ser-ya” una cosa le llama “ser-en-acto”.
Y define el movimiento como “el paso de la potencia al acto”.
El ejemplo que emplea Aristóteles es el siguiente: una semilla
no es un árbol, y una piedra tampoco es un árbol, pero
mientras que la piedra ni lo es ni lo puede ser, la semilla sí lo
puede ser, y por ello es en potencia un árbol.
Aristóteles toma de Empédocles la idea de que existen
cuatro elementos que constituyen toda la realidad (agua, tierra,
aire y fuego), si bien añade un quinto elemento, el éter, que es
la materia de la que están compuestos los astros (el mundo
supralunar), mientras que los otros cuatro constituyen toda la
realidad del mundo sublunar.
Por lo que se refiere a las relaciones entre Aristóteles y
Demócrito, Aristóteles rechazó el vacío (el no-ser) y el azar
como elementos de explicación de la naturaleza. Su alternativa
será la teoría de la potencia y la teleología: Pero hay grandes
coincidencias entre ambos. Por una parte, Aristóteles no
renunció al valor del conocimiento sensible. Por otra parte,
Demócrito consideró que puede realizarse una investigación
científica de las realidades naturales, superando la versión
platónica de que el conocimiento natural es sólo objeto de
opinión. Aristóteles, siguiendo a Demócrito, entendió que la
ciencia de las cosas sensibles es posible.
La teoría de las cuatro causas de Aristóteles tiene su origen
también en los autores anteriores, según el propio Aristóteles
nos cuenta: la causa material es un descubrimiento de los
presocráticos, pero insuficiente para explicar la realidad; la
causa formal es un descubrimiento de Platón, pero es
igualmente insuficiente; la causa eficiente es en general
admitida por todos, si bien parece en principio que fue
Anaxágoras quien la propuso en un principio, aunque luego la
reduce a causa material; por último, la causa final nos dice
Aristóteles que es un descubrimiento suyo (la idea de que todo
lo que existe tiene un fin que le es propio), si bien podría estar
algo más que esbozada en la filosofía de Platón (así parece que
debemos entender la Idea de Bien).
Y Platón es, naturalmente, la influencia decisiva de
Aristóteles (con quien, no olvidemos, Aristóteles estudió
durante veinte años).
Aristóteles coincide con Platón en su concepción del
conocimiento científico como: 1.- Un conocimiento de lo
real y no de lo aparente; 2.- Un conocimiento de lo universal
y de lo necesario; 3.-Un conocimiento de las esencias y no
de los accidentes; 4.- Un conocimiento a partir de las causas.
Tanto Sócrates y Platón como Aristóteles creen, a
diferencia de los presocráticos, que la ciencia se debe centrar
en el mundo de las cosas individuales, y no de la totalidad, y
tratan de explicar en qué reside su esencia (para Sócrates, en
las definiciones universales, para Platón, en las Ideas, y para
Aristóteles en la forma).
Aristóteles se separa de Platón en lo siguiente:
-en primer lugar, en el abandono del método dialéctico,
sustituyéndolo por la demostración silogística.
-en segundo lugar, una distinta concepción y valoración de
la physis: con Platón, la física no es ciencia sino opinión; con
Aristóteles, la naturaleza vuelve a tener un papel central en el
pensamiento.
-en tercer lugar, el rechazo de la teoría de las Ideas:
1.- Primero, Aristóteles rechaza que las Ideas estén
separadas de las cosas pues no se consigue explicar la relación
de las Ideas con las cosas sensibles sino es por medio de
expresiones metafóricas como la de la “participación” o la de
“copia”.
2.- Otro tipo de objeciones hacen referencia al tipo de Ideas
que hay: a) Si hay Ideas de cada cosa, también tiene que haber
Ideas de las relaciones. Es decir, además de la Idea de
“Hombre”, tendrá que haber las Ideas de “Ser padre de”, “Ser
hermano de”, “Ser cuñado de”, etc., con lo que se pierde la
simplicidad y unicidad de las Ideas como su carácter
fundamental. b) Si hay Ideas de lo positivo, tendrá también que
haber Ideas de lo negativo. Es decir, si hay Idea de la Belleza,
tendrá que haberlas de la Fealdad, de Pelo, de Suciedad y de
otras cosas “absurdas”. c) En definitiva, con la doctrina de las
Ideas lo único que se consigue es una duplicación de los
problemas a resolver; pues, a los problemas que encontramos
en el intento de explicar el mundo sensible hay que añadir los
que encontramos al intentar explicarnos el inteligible.
Frente a la concepción platónica, Aristóteles sostiene que
el ser de las cosas, su esencia, no está en las Ideas, sino en
este mundo, en el mundo físico, sensible; y el ser por
excelencia, la auténtica realidad, es concebida como
sustancia, que se va a convertir en la noción clave de su
filosofía.

2.- Naturaleza, hilemorfismo, teleología

(Hilemorfismo, concepción aristotélica de la realidad, o


metafísica) Para Aristóteles, lo que verdaderamente existe, lo
verdaderamente real, es el individuo concreto, al que llama
sustancia primera. En el individuo concreto se encuentra
realizada la esencia o la especie, la cual se predica de él. Con
esto, Aristóteles se opone a Platón, para quien lo
verdaderamente real era la Idea, y no las cosas concretas (la
Idea de Hombre, y no los hombres concretos). Para Aristóteles
este individuo concreto, esta sustancia primera, es un
compuesto de materia (hylé) y forma (morphé), por eso su
concepción de la realidad recibe el nombre de teoría
hilemórfica.
La forma es la esencia de la cosa, lo que llama la sustancia
segunda, la especie, y es eterna. Pero no existe separada, existe
en la materia. Dentro de la materia, distingue Aristóteles entre
materia próxima o segunda, por ejemplo, el bronce o “esta
carne y estos huesos”, es decir, de lo que está hecho algo, y
materia prima o primera, que es algo absolutamente
indeterminado, carente de forma o cualidades. Su existencia
fue postulada por Aristóteles porque la materia próxima (el
bronce, por ejemplo) no es pura materia, sino que posee ya una
esencia o forma determinada, en este ejemplo la del bronce.
Por ello, debe haber una materia absolutamente indeterminada
e informe, la materia primera, que también es eterna.
Aristóteles le da prioridad a la forma porque es la esencia
de cada cosa, es lo definible, la esencia, mientras que la
materia prima es incognoscible, y es lo que individualiza a la
forma/especie. Dentro de la forma, distinguirá igualmente
entre formas sustanciales (formas sin las cuales una cosa
dejaría de ser lo que es, por ejemplo, la racionalidad en el ser
humano), y formas accidentales (formas que, si bien definen
igualmente a una cosa, sin ella, sin embargo, una cosa sigue
siendo la misma cosa, por ejemplo, ser blanco, en el mismo
ejemplo de ser humano).
(Naturaleza o física) El crecimiento de una encina es un
cambio natural, su destrucción por un rayo es un cambio
violento; la construcción de una mesa de madera es un cambio
artístico, técnico. Los dos últimos cambios son originados por
un agente exterior a la encina (el rayo y la acción del
carpintero, respectivamente). No son cambios naturales. El
crecimiento de la encina, por el contrario, es un cambio o
movimiento que tiene su origen no fuera, sino en la propia
encina. Es un cambio o movimiento natural.
Aristóteles define la naturaleza (physis) como principio
interno del movimiento y del reposo que se da en los seres
naturales. Estos, al contrario que los seres artificiales, poseen
en sí mismos el origen o principio de su propia actividad, de
sus cambios y movimientos. A la naturaleza de cada cosa
pertenecen ciertas capacidades de actuación cuyo fin es
precisamente realizarse, actualizarse. La naturaleza de cada ser
tiende a actualizarse, todos los seres naturales tienden a
alcanzar la perfección que le es propia.
(Teleología) Esta convicción fundamental de que los seres
naturales tienden a alcanzar su propio estado de perfección
surgió y fue elaborada por Aristóteles bajo la influencia de sus
estudios biológicos. Aristóteles se dedicó ampliamente a la
biología, y sin duda los procesos biológicos son los más
difíciles de interpretar de un modo puramente mecanicista. En
efecto, los procesos biológicos parecen presididos por un plan,
por una finalidad interna que los orienta y dirige. El modelo
aristotélico de la naturaleza, basado en la biología, es pues un
modelo teleológico (telos significa fin: no decir teológico, que
es relativo a Dios). Este carácter teleológico se pone de
manifiesto no sólo en su concepción de la naturaleza, sino
también en la ética (todas las acciones humanas se realizan
persiguiendo un fin o bien, y el fin último que explica todas
nuestras acciones es la felicidad) y en la política (la polis es la
estructura sociopolítica última o final hacia la que tienden las
anteriores –la familia y la aldea).
El objeto específico de la física aristotélico es el
movimiento, o, más exactamente, aquellas realidades,
sustancias que son mutables, están sometidas a cambios y
procesos. La forma es la esencia y es también la naturaleza
de las sustancias, es decir, el principio interno de
movimiento y de reposo que se da en los seres naturales. El
estudio de la naturaleza (physis) o física se ocupa entonces
fundamentalmente de explicar el cambio o movimiento.
Aristóteles explica la realidad del movimiento, que fue
puesta en cuestión por Parménides, desde la teoría hilemórfica
y desde la teoría de la potencia y el acto, que son estructuras
paralelas.
En todo cambio o movimiento, hay algo que desaparece
(que recibe el nombre de privación de la forma), algo que
aparece (que recibe el nombre de adquisición de la forma) y
algo que permanece (que recibe el nombre de sustancia, y
que hace las veces de la materia. Además, empleando la
teoría de la potencia y el acto, lo que no es pero puede llegar
a ser se halla en potencia (la semilla es árbol en potencia) y
“lo que ya es” ese ser se halla en acto (el árbol es árbol en
acto, actualmente, efectivamente), por tanto, el movimiento se
explica y define como el paso de la potencia al acto. De este
modo, soluciona el problema del movimiento planteado por
Parménides, quien lo negaba basándose en la imposibilidad de
pasar del ser al no-ser o del no-ser al ser. Según Aristóteles,
esto es así en sentido absoluto, pero no en sentido relativo: la
potencia es una forma relativa de ser (o de no-ser)
Es una creencia básica de la física de Aristóteles el pensar
que nada se mueve si no es movido por otra cosa, que a su vez
requiere ser movida por otra, y así podríamos seguir
indefinidamente, pero Aristóteles opina que seguir así hasta el
infinito no es una explicación, por lo que termina postulando
o proponiendo la creencia en un Primer Motor Inmóvil, que
mueve sin moverse él mismo, y que es el dios aristotélico
que ni conoce ni crea al mundo, pero que es necesario para
explicar la existencia del movimiento, con lo que su física
culmina en una teología.
Garantizada la posibilidad del movimiento o cambio,
Aristóteles lo clasifica en: cambio sustancial (generación o
destrucción de una sustancia) y cambio accidental
(modificaciones de aspectos no esenciales de un ser) que
puede ser cuantitativo, cualitativo y local (que puede ser
vertical, los cuatro elementos del mundo sublunar -agua,
tierra, aire y fuego- o circular, el éter, componente de los
astros, del mundo supralunar). También existe el cambio no-
natural o violento, que es el resultado de la aplicación de una
fuerza más la tendencia natural del móvil (por ejemplo, el
lanzamiento de una piedra).
. En todo cambio, ya sea sustancial o accidental, hay
siempre “algo que permanece” a través del cambio, “algo que
desaparece” y “algo que aparece” en lugar de esto último.
Finalmente, y puesto que conocer algo científicamente es
conocer sus causas, Aristóteles también establece las causas
de los seres naturales: causa material, causa formal, causa
eficiente o agente y causa final. Para comprender esta teoría
de la causalidad es necesario tener en cuenta: que Aristóteles
considera “causa” a todos aquellos factores que son
necesarios para explicar un proceso cualquiera, y, por otro
lado, que en los seres naturales la causa eficiente, formal y
final coinciden (ej. la generación de los seres vivos).

3.- Ética y Política

(Ética) Para Aristóteles (como para Platón) ética y política


se identifican, ya que ambos son dos aspectos de un mismo
conocimiento práctico (de praxis, acción) que se ocupa del
bien humano. Esta identificación procede, en última instancia,
de la naturaleza social del hombre. Aristóteles estaba
convencido de que sólo en el seno de la polis le resulta
posible al hombre alcanzar su bien, es decir, su felicidad. Y
sólo en una sociedad bien ordenada se puede alcanzar una
vida buena (una vida feliz).
Las conclusiones de la física y de la metafísica tienen
especial aplicación para Aristóteles en el ámbito de la praxis o
acción (ética y política), porque el hombre es un ser natural y
alcanzará su perfección y su fin cuando actúe conforme a su
naturaleza.
Todas las acciones humanas buscan conseguir un fin que
entiende como bien. Pero como hay muchos bienes o fines, es
necesario admitir una jerarquía entre ellos, subordinados a un
fin último. Pues bien, todos los humanos están de acuerdo en
denominar felicidad (eudaimonía) a ese bien o fin supremo o
último. De este modo, la felicidad es aquel bien que se desea
por sí mismo; es decir, no desea como medio para conseguir
otro bien.
¿En qué consiste la felicidad? Aristóteles tuvo en cuenta
las respuestas que se suelen dar a esta pregunta: el placer, los
honores (la fama) o las riquezas, pero entendió que todas ellas
eran medios, y no fines, que no se querían por sí mismos. En
cuanto al placer, no es una actividad sino un sentimiento que
acompaña a la actividad.
Para determinar qué es la felicidad, Aristóteles tiene en
cuenta ese carácter teleológico de todo ser natural. Un
cuchillo, por ejemplo, cumple su fin, es un buen cuchillo
cuando ejerce su actividad propia, cortar. Ese buen ejercicio
de su actividad consiste en su excelencia o virtud (en el
sentido en que solemos decir que el virtuoso del violín es el
que lo toca de manera excelente). Y dado que la actividad más
excelente y propia del ser humano es la razón, la felicidad
consistirá en el ejercicio de esta razón, es decir, en la
contemplación.
Pero el ser humano no es solo razón; también tenemos
necesidades corporales, problemas económicos, relaciones
sociales, etc. Por ello, este ideal de felicidad es prácticamente
irrealizable para la mayoría, por lo que nos debemos
conformar con una felicidad humana, limitada. Y esta forma
de felicidad exige la posesión de ciertos bienes corporales
(salud, etc.) y exteriores (bienes económicos, etc.), y exige,
muy especialmente, la posesión de ciertas virtudes.
Aristóteles distingue entre dos tipos de virtudes en el ser
humano: las virtudes intelectuales o dianoéticas, que
perfeccionan o hacen excelente el conocimiento, y las
virtudes éticas o morales, que perfeccionan o hacen excelente
el carácter, el modo de ser y comportarse.
Entre las virtudes intelectuales destaca la prudencia, pues a
ella corresponde determinar qué es lo correcto y adecuado en
cada situación en la que se desenvuelve nuestra vida (por lo
que guarda relación con las virtudes éticas).
Por lo que se refiere a las virtudes éticas, estas son las que
disponen al ser humano al ejercicio excelente de sus
capacidades. Las virtudes éticas o morales son hábitos o
disposiciones adquiridas, voluntarios o deliberados y
consisten en un término medio entre dos conductas que
pueden ser equivocadas, bien por exceso o bien por defecto,
en las distintas situaciones de la vida. Por ejemplo, la valentía
es el término medio entre la temeridad (exceso) y la cobardía
(defecto); la generosidad es el término medio entre el
despilfarro (exceso) y la tacañería (defecto). Este término
medio es determinado por la prudencia, y además hay que
tener en cuenta que el término medio no es el mismo para
todas las personas ni en toda situación.
(Política)Aristóteles da dos definiciones de hombre que son
muy conocidas: animal que tiene logos, y animal político,
social o cívico.
Aristóteles define al hombre como animal que tiene “logos”,
que se traduce por razón y también por lenguaje. Estas
cualidades se superponen a todos los elementos no racionales,
comunes a todos los animales, como por ejemplo las
emociones o deseos, que tienen como objetivo principalmente
evitar el dolor y conseguir el placer.
La parte racional es consciente y deliberadora. Se divide
en:
-razón teórica, que es capaz de descubrir el funcionamiento
de la naturaleza y comprender sus operaciones. En esto
consiste la actividad más elevada y distintiva del hombre: la
vida de la contemplación;
-razón práctica, que tiene, de un lado, la función de controlar
las necesidades y deseos , y de otro lado, la función de guiar
nuestra conducta proponiéndonos como objetivos en el
ámbito de la moral lo que Aristóteles llama “el término
medio” entre dos conductas que pueden ser equivocadas por
defecto o por exceso, residiendo la conducta adecuada (la
virtud) en el término medio; pues bien, es la razón práctica la
que determina cuál es el término medio en cada situación en
la que nos encontramos (ejemplo: la generosidad es el término
medio entre la tacañería –defecto- y el despilfarro –exceso-).
Hemos dicho que “logos” significa también lenguaje,
palabra, que es la base de la comunicación social. Los otros
animales sólo tienen voz, “phoné”, que les permite manifestar
sus sensaciones, pero hay un salto cualitativo entre “phoné” y
lenguaje. “El lenguaje existe para manifestar lo conveniente y
lo dañino, así como lo justo y lo injusto”. Sólo el hombre que
vive ligado por la palabra en una comunidad puede habitar en
ese mundo simbólico que es su mundo específico. La vida
comunitaria es fundadora de esos sentidos y esas valoraciones
que dan lugar a la ética y a la política. Lo humano se funda en
el lenguaje.
Tan conocida es la definición del hombre como animal que
tiene “logos” como la siguiente definición: el hombre es un
animal político, cívico o social. Para Aristóteles el hombre es
un ser sociable por naturaleza. Esto significa que nuestros
propios deseos naturales son, hasta cierto punto, sociales, es
decir, que sólo se pueden satisfacer en contacto con los
demás, en sociedad. Para Aristóteles, la vida social es también
necesaria para conseguir la seguridad y el desarrollo
económico que se requiere para que sea posible el
florecimiento de las capacidades humanas más elevadas,
especialmente, como hemos dicho, la vida de la
contemplación teórica. Nuestra naturaleza racional sólo puede
desarrollarse en un grupo social, en la polis.
El grupo social más simple es la familia o comunidad
doméstica, que surge del instinto sexual y que se mantiene por
el amor mutuo de padres e hijos. La familia provee a los
individuos de todo lo necesario en las primeras etapas de la
vida social y permanece como el centro de existencia de las
mujeres y niños dentro de la polis.
La familia es bastante limitada en lo referente a colaborar
con el ámbito de acción dentro del cual se puede desarrollar la
naturaleza humana. Como es necesario que se tenga una
mejor provisión de los requisitos económicos y de
autodefensa, el desarrollo natural se dirige hacia la aldea. Las
aldeas son asociaciones de familias que se basan en gran
medida en consideraciones de utilidad.
Las mismas consideraciones que ocasionan el crecimiento
de la aldea se dan al aparecer la polis como una asociación de
aldeas alrededor de una aldea central. La polis no sólo
aumenta la seguridad contra un ataque externo y facilita el
comercio necesario para el desarrollo económico (siendo por
ello militar y económicamente autosuficiente, autárquica),
sino que también hace posible el desarrollo de la naturaleza
racional del hombre, pues sólo en la polis es posible la vida de
contemplación teórica.
Aunque la polis aparece históricamente después de la
familia y la aldea, es anterior a estas en el sentido de que es el
telos o fin al que tienden las otras dos formas menores de
comunidad.
(Clasificación de los gobiernos) Aristóteles establece la
siguiente clasificación del gobierno atendiendo a dos criterios,
el número de personas que ostentan el poder y si los que
gobiernan lo hacen en interés propio o en interés de la
comunidad:
-En interés de la comunidad (buen gobernante, por tanto):
monarquía (uno solo); aristocracia (unos pocos); democracia
(todos).
-En interés propio (malos gobernantes): tiranía (uno solo);
oligarquía (unos pocos); demagogia (todos).

También podría gustarte