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Los valdenses son seguidores de una tradición eclesiástica que comenzó como un movimiento
ascético dentro del cristianismo occidental antes de la Reforma.
Originalmente conocidos como los pobres de Lyon a finales del siglo xii, el movimiento se
extendió a los Alpes Cocios en lo que hoy son Francia e Italia. La fundación de los valdenses se
atribuye a Pedro Valdo, un rico comerciante que regaló sus propiedades alrededor de 1173,
predicando la pobreza apostólica como camino a la perfección. Las enseñanzas valdenses
entraron en conflicto con la Iglesia católica y en 1215 los valdenses fueron declarados herejes,
no porque predicaran la pobreza apostólica (que también predicaban los franciscanos), sino
porque no estaban dispuestos a reconocer las prerrogativas de los obispos locales sobre el
contenido de su predicación, ni a reconocer normas sobre quién era apto para predicar. El Papa
Inocencio III ofreció a los valdenses la oportunidad de volver a la Iglesia, y muchos lo hicieron,
tomando el nombre de "Los Pobres Católicos". Muchos no lo hicieron y fueron objeto de una
intensa persecución y se enfrentaron a una discriminación organizada y generalizada en los
siglos siguientes.
En el siglo xvi, los valdenses fueron absorbidos por el movimiento protestante, bajo la influencia
del primer reformador suizo Heinrich Bullinger. En algunos aspectos, los valdenses de la Edad
Media podrían verse como proto-protestantes, pero en su mayoría no plantearon las objeciones
doctrinales características de los líderes protestantes del siglo xvi. Llegaron a alinearse con el
protestantismo: con las Resoluciones de Chanforan del 12 de septiembre de 1532, se
convirtieron formalmente en parte de la tradición calvinista. Son miembros de la Comunidad de
Iglesias Protestantes en Europa y sus afiliados en todo el mundo. Ellos fueron casi aniquilados
en el siglo xvii.
La denominación principal dentro del movimiento fue la Iglesia Evangélica Valdense. En 1975,
se fusionó con la Iglesia Evangélica Metodista para formar la Unión de Iglesias Metodistas y
Valdenses, una iglesia mayoritariamente valdense, con una minoría de metodistas. Otra gran
congregación es la Iglesia Evangélica Valdense del Río de la Plata en Argentina, Paraguay y
Uruguay.
Precursores
Los historiadores no concuerdan en cuanto a los orígenes de los valdenses. De acuerdo con los
archivos de la Inquisición, en Carcassonne (Francia), el movimiento de los pobres de Lyon
comenzó hacia 1170, bajo la dirección de un francés de Lyon llamado Vaudes, Valdés, Waldo o
Pedro Valdo.[1] [2]
[3]
[4]
Algunos historiadores protestantes opinan que el nombre de valdense, aplicado también a los
procedentes del país de Vaud, se deriva de la palabra latina vallis, que significa 'valle', y se refiere
al hecho de que aquellos disidentes a quienes se perseguía con persistencia como herejes se
vieron obligados a refugiarse en los valles alpinos de Francia e Italia.[5] De acuerdo con este
punto de vista, Pedro y sus seguidores llegaron a ser el punto de reunión para grupos similares
de perseguidos por la Iglesia católica, algunos de los cuales habían estado en las sombras
durante largo tiempo en los valles del Delfinado.[5] Se conoce poco sobre la doctrina y los
preceptos que guiaban a estos grupos, si bien estos grupos publicaron escritos tempranos
(poemas en versos rítmicos, tratados de controversia y confesiones de fe) en los que se
exponen sus principios religiosos y su moral; pero estos escritos atrajeron la atención de los
eruditos solo en el momento de la Reforma.[6]
Los valdenses mismos consideran que su movimiento fue fundado por Pedro Valdo.[2] [3]
Pedro Valdo y los inicios del
movimiento valdense
Se dice que Pedro Valdo era un comerciante adinerado de Lyon que estaba casado y tenía dos
hijas. Siendo hombre devoto y católico practicante, en 1177 tras la muerte repentina de un
conocido pidió a un amigo teólogo que le diera consejo de las Escrituras en cuanto a lo que
debía hacer para agradar a Dios. En respuesta, su amigo citó el evangelio de Mateo 19:21, donde
Jesús dijo al joven rico: "Si quieres ser perfecto, ve, vende tus bienes y da a los pobres y tendrás
tesoro en el cielo y, ven, sé mi seguidor".
La leyenda continúa diciendo que Valdo tomó a pecho este consejo. Así, después de proveer
para el sustento de su esposa y colocar a sus dos hijas en un convento, comisionó a dos
sacerdotes, Etienne d'Anse y Bernard Ydros, para que tradujeran los Evangelios y otros libros de
la Biblia al idioma vernáculo —el occitano— que se hablaba en las regiones de la Provenza y el
Delfinado (actualmente, el sudeste de Francia). Entonces distribuyó el resto de sus posesiones
entre los pobres y se puso a estudiar las Escrituras. Además, predicó en las calles de Lyon,
invitando a los habitantes a que despertaran espiritualmente y regresaran al cristianismo según
él lo entendía en las Escrituras. Se dice que ponía énfasis en la declaración de Jesús: "No podéis
servir a dos amos, a Dios y al dinero" (Mateo 6:24, Lucas 16:13).
Él consiguió que los Evangelios y otros libros de la Biblia fueran traducidos al habla común y se
atrevió a predicar en las calles, donde hizo muchos discípulos, tanto hombres como mujeres.[1]
Puesto que Valdo había sido bien conocido como próspero hombre de negocios, muchas
personas le escucharon y pronto tuvo un grupo de seguidores. Les alegró oír el mensaje
consolador de la Biblia en su propio idioma, pues hasta entonces la traducción y producción de
cada ejemplar de la Biblia tenía un alto costo: copiar a mano cada Biblia demandaba a un monje
un mínimo de 3 años. Muchas personas convinieron en renunciar a sus bienes y dedicarse a
enseñar la Biblia en el idioma de la gente común. Se les llegó a conocer como los pobres de
Lyon. Para ellos, cualquier cristiano, fuera hombre o mujer, podía predicar siempre y cuando
tuviese suficiente conocimiento de las Escrituras.
Aquella predicación laica hizo que en 1179 el papa Alejandro III, al que el propio Valdo había
apelado, prohibiese a Valdo y sus seguidores predicar sin el permiso del obispo local. El obispo
Bellesmains de Lyon rehusó dar su consentimiento por considerar que se estaba predicando un
evangelio diferente. Los registros históricos indican que, ante esta proscripción, Valdo
respondió a la jerarquía usando las palabras de los Hechos de los Apóstoles: Tenemos que
obedecer a Dios como gobernante más que a los hombres.
El edicto de excomunión, que se extendió contra ellos en el año 1181, les obligó a salir de Lyon,
lo que fue beneficioso para su causa. Pedro Valdo llegó hasta Polonia en la misma frontera de
Rusia, donde murió en 1217 después de cincuenta y siete años de predicación de las doctrinas
valdenses.
El día 17 de febrero de 1848, con cartas patentes, el rey de Saboya Carlos Alberto reconocía los
derechos civiles a los valdenses, acontecimiento fundamental para la historia religiosa de Italia
y por supuesto para el pueblo valdense.
El maestro valdense alemán Federico Reiser abandonó en 1426 el pacifismo valdense y se unió
al ejército taborita que avanzaba hacia Viena y en 1431 fue ordenado como ministro husita de la
Palabra. Él y su esposa Ana Weiler fueron ejecutados en Estrasburgo en 1458, pero su influencia
se extendió a muchos valdenses italianos y franceses de los Alpes, que llegaron a sentirse
identificados con el husismo taborita, y en 1483 se levantaron contra el duque Carlos I de
Saboya. En cambio, algunos valdenses de la época, como el hermano Lucas de Praga, se
unieron a los husitas moderados.
Sin embargo, en lo referente al celibato del clero, algunos valdenses anteriores a la Reforma
protestante estimaban que para ser parte del cuerpo de predicadores itinerantes (o “barbas”)
había que vivir una vida célibe, por lo que se abstenían de relaciones sexuales y del matrimonio.
Tenían también —como ellos mismos documentan— un grupo de mujeres vírgenes dedicadas al
Señor. Tras el concilio que se planteó para abrazar o no la Reforma en el siglo xvi, del que se da
cuenta arriba, rechazaron el celibato obligatorio como "doctrina diabólica".
Los predicadores itinerantes o “barbas” eran escogidos de entre los fieles valdenses
(principalmente gente de muy humilde extracción y campesina), a los que se les apartaba
durante los meses de invierno para enseñarles a leer y escribir, y tenían que aprender de
memoria el Evangelio de Mateo y el de Juan, así como las epístolas universales y las paulinas
pastorales (a Tito, Timoteo, etc.), para lo cual tardaban alrededor de dos años. Posteriormente,
según alguna fuente, se apartaban durante dos años en un lugar secreto del norte de Italia
donde hacían voto de castidad, tras lo cual pasaban a formar parte del cuerpo de los “barbas”.
Si bien antes de abrazar la reforma practicaban de una manera muy sencilla los siete
sacramentos de la Iglesia católica, pues practicaban una especie de confesión con los “barbas”,
la imposición de manos, oraciones a ciertas horas y otros, posteriormente por influencia de los
reformadores del siglo xvi aceptaron sólo dos: el bautismo, "abierta confesión de nuestra fe y del
cambio de nuestra vida", y la comunión o Cena, en que con fe, amor y autoexamen, recibimos el
pan y el vino, ya que nosotros también llegamos a ser parte del cuerpo y sangre de Cristo".
Consideraban el matrimonio como "bueno, santo e instituido por Dios, de manera que a nadie se
debe prohibir casarse" (en alusión a la prohibición católica del matrimonio de los sacerdotes y al
rechazo de los cátaros a la sexualidad y la procreación), aunque estimaban la castidad como un
don que, como hemos comentado, solo practicaron, antes de la Reforma, algunos de los
predicadores valdenses.
Los valdenses rechazaron el ejercicio por parte de la Iglesia de poder estatal, de jurisdicción
temporal, la imposición de la fe a la fuerza o la dominación por las armas. También rechazaron
el uso de imponentes y elegantes edificios religiosos. Hacían un alegato particular a la renuncia
de los bienes materiales en favor de los menos privilegiados, como lo hizo su fundador.
En su obra de predicar, los valdenses primitivos enseñaban la Biblia y daban mucha importancia
al Sermón de la montaña y al Padre nuestro, en los cuales se muestra que el reino de Dios es lo
que se debe buscar principalmente y lo que se debe pedir en oración (Mateo 6:10,33 (https://ww
w.biblegateway.com/passage/?search=Mateo+6%3A10%2C33&version=DHH) ). Sostenían que
cualquier cristiano, fuera hombre o mujer, que poseyera suficiente conocimiento de la Biblia
estaba autorizado para predicar la "buena nueva" (el Evangelio). Además, consideraban a Jesús
como el único mediador entre Dios y el hombre. Puesto que Jesús había muerto una vez para
siempre, sostenían que un sacerdote no podía repetir este sacrificio celebrando una misa. Los
valdenses primitivos conmemoraban la muerte de Cristo, tal como lo hacen hoy en día,
utilizando pan y vino como símbolos.[7]
Los valdenses primitivos sostenían que no era necesario ir a una iglesia para adorar a Dios.
Celebraban reuniones clandestinas en establos, hogares particulares y dondequiera que
pudieran hacerlo. Durante estas reuniones estudiaban la Biblia y preparaban nuevos
predicadores, los cuales acompañaban a los más experimentados. Viajaban por parejas de
granja en granja y, cuando estaban en los pueblos y aldeas, iban de casa en casa. El libro de
consulta intitulado Dictionnaire de Théologie Catholique en un artículo que, por lo demás, no
favorece a los valdenses, declara:
Organización
Los valdenses actuales, ya muy distanciados de las prácticas de sus predecesores anteriores a
la Reforma del siglo xvi, están organizados en congregaciones que funcionan de modo
asambleario, son coordinadas por un pastor y eligen un consistorio. También eligen delegados a
sínodos. En el ámbito internacional, el sínodo anual elige una junta, la Mesa Valdense, que tiene
un moderador. Hace algunas décadas se ha dividido, por cuestiones administrativas en dos
secciones: la sección italiana, y la sección sudamericana.
Consistorio
La organización de las iglesias valdenses se basa en la Asamblea de los miembros de la iglesia
inscriptos y en el Concejo de la Iglesia o Consistorio, elegido por la Asamblea. El Consistorio se
compone de los pastores, ancianos y diáconos en proporción a la fuerza numérica de la iglesia.
Dirige las actividades de la iglesia, ejerce el ministerio pastoral y la disciplina, cumple las
funciones administrativas.
Por ello, el consistorio es una organización sin fines de lucro con personalidad jurídica, que tiene
fines de culto, la educación y la caridad. Estos tres objetivos, que constituyen la naturaleza
eclesial de la institución, en el pasado respondieron a las necesidades de la educación y la
atención de la población Valdense, que hasta 1848 fue privado de sus derechos civiles y
políticos y no podían asistir a las instituciones educativas y de caridad del estado o
católicos.[15]
Sínodo
El Sínodo es la asamblea general que expresa la unidad de las iglesias valdenses. Compuesta
en partes iguales por los diputados laicos elegidos por los miembros de las iglesias individuales
y miembros del ministerio, normalmente se reúne una vez al año y delibera sobre aspectos
doctrinales, legislativos, judiciales y de gobierno de la Iglesia Valdense, eligen a los miembros de
la Mesa Valdense que es presidida por el Moderador, estos últimos constituyen el órgano
ejecutivo por el período, hasta el sínodo siguiente. Todo lo actuado por la Mesa es controlado y
verificado por una comisión independiente.[16]
La Mesa Valdense
La Mesa Valdese es el órgano representativo y administrativo de la Iglesia Valdense, elegido por
los miembros laicos y pastores reunidos en el Sínodo Valdense. Compuesto por un Moderador,
un vice Moderador y un número de miembros fijados por los reglamentos de la iglesia, ya sea
pastores o laicos, se mantiene en el cargo desde un Sínodo a otros, actuando bajo su directiva
contra la toma de sus acciones a la sesión siguiente Sínodo.
Se desarrollan anualmente dos sínodos, uno para la sección italiana de la iglesia y el otro para la
sección sudamericana, consecuentemente existen dos Mesas Valdenses, y dos moderadores.
Moderador
El Moderador, elegido pro tempore del Sínodo Valdense preside las actividades de Mesa
Valdense y legalmente representa a la Iglesia Valdense desde una sesión del Sínodo y el
siguiente. El moderador puede ser elegido de entre los delegados de las diversas iglesias: puede
ser un pastor o un laico, no habiendo discriminación por sexo.
Los registros históricos muestran que, a principios del siglo xiii, podían hallarse valdenses no
sólo en el sur de Francia, principalmente en la zona del macizo de Luberon, y el norte de Italia,
sino también en el este y norte de Francia, Flandes, Alemania, Austria y hasta en Bohemia,
donde se dice que Valdo murió en 1217.
Desde el año 1200 hubo en Alsacia y Lorena tres grandes centros de actividad misionera. En
Metz, el barba (pastor) Crespin y sus numerosos hermanos confundían al obispo Beltrán, quien
en vano se esforzaba por suprimirlos. En Estrasburgo, los inquisidores mantenían siempre el
fuego de la intolerancia contra la propaganda activa que hacía el barba Juan y más de 500
valdenses que componían la iglesia perseguida de aquella ciudad.
En Bohemia, donde Pedro Valdo terminó sus días, los resultados de la obra misionera valdense
fueron fecundos y es muy probable que las prédicas valdenses influyeran sobre el sacerdote
católico checo Jan Hus y dieran así origen a la iglesia de los husitas.
A mediados del siglo xiii, el inquisidor de Passau —Baviera— nombraba 42 poblaciones donde
los valdenses habían echado raíces; y en Austria, el inquisidor Krens hacía quemar a principios
del siglo xiv 130 valdenses. Se cree que el número de ellos en Austria no bajaba de 80 000.
En tres de los valles del Piamonte, Lucerna, Perusa y San Martín, los valdenses formaron
pueblos enteros en las primeras décadas del siglo xiii. Perduran comunidades valdenses en los
valles orientales de los Alpes Cotios, en especial en la cuenca alta del río Dora Riparia, teniendo
sus principales centros en las ciudades de Oulx y Susa. Por ese motivo, estos pequeños valles
del Piamonte son conocidos como Valvaldenses o Valles Valdenses, hablándose allí aún el
occitano e incluso el arpitano.
Estos datos históricos que poseemos de la literatura producida por los valdenses prueban que
el protestantismo —aún sin ese nombre— tuvo un origen anterior a Lutero: más de 340 años
antes de que se produjese el movimiento espiritual de la Reforma, existían ya muchos cristianos
que no comulgaban con los dogmas de la Iglesia católica.
"Ordenamos a todo
valdense que, en vista de
que están excomulgados
de la Santa Iglesia, son
enemigos declarados de
este reino y tienen que
abandonarlo, e
igualmente todos los
estados de nuestros
dominios. En virtud de
esta orden, cualquiera
que desde hoy se
permita recibir en su
casa a los susodichos
valdenses, asistir a sus
perniciosos discursos o
proporcionarles
alimentos, atraerá por
esto la indignación de
Dios Todopoderoso y la
nuestra; sus bienes
serán confiscados sin
apelación y será
castigado como
culpable del delito de
lesa majestad; además
cualquier noble o
plebeyo que encuentre
dentro de nuestros
estados a uno de estos
miserables sepa que si
los ultraja, los maltrata
o los persigue, no hará
con esto nada que no
nos sea agradable".
Desde entonces, la persecución se hizo sentir con violencia, sobre todo en el marco de la
cruzada contra una herejía aún más extendida, la de los Albigenses o Cátaros. En 1197 Pedro II
de Aragón renovó este edicto añadiendo además la cláusula de que los Valdenses serían
quemados si eran capturados, con lo que fue este el primer documento público en el que la
muerte en la hoguera es prescrita por el Estado como castigo a la herejía.[18] En una sola
ejecución 114 valdenses fueron quemados vivos y sus cenizas echadas al río Ter en Gerona. Sin
embargo, muchos lograron esconderse y seguir secretamente su predicación en el reino de
León, Vizcaya y Cataluña, pues al contrario de lo que decretaba la orden real, los veían con
costumbres austeras y anunciando de manera sencilla y llana el Evangelio, y hasta se menciona
al obispo de Huesca, uno de los más notables prelados de Aragón, como protector decidido de
los perseguidos valdenses. Pero las persecuciones contra ellos no cesaron, llegando a su
apogeo por el año 1237, cuando 45 fueron arrestados en Castellón y 15 de ellos quemados
vivos en la hoguera.
La principal rama de la Iglesia Cristiana sucesora de la Iglesia Cristiana Valdense en España es:
Iglesia Evangélica Española (Alianza Evangélica Española (AEE)), hay otras todas ellas
articuladas en torno a la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España.
Desde Uruguay o directamente desde Italia, algunas familias valdenses también encontraron su
hogar en Brasil entre los siglos XIX y XX. Allí, terminaron uniéndose a las iglesias protestantes
locales.[19]
Entre los años 40 y 60, surgen comunidades valdenses urbanas, en ciudades grandes como
Buenos Aires y Montevideo, así como en capitales departamentales como Paysandú o
Reconquista, al norte de la provincia de Santa Fe. En 1969, la Iglesia de esta última ciudad,
estableció en el Barrio Nuevo un lugar de reunión y lectura de la Biblia, que por las necesidades
se transformó en un comedor comunitario para sábados y domingos, para 500 familias pobres.
La actividad misionera ha llevado a la incorporación de nuevas personas a la vida de fe de la
Iglesia.
Actualmente la Iglesia Evangélica Valdense del Río de la Plata está compuesta por unas quince
congregaciones en Uruguay y diez en Argentina, con unos 3000 miembros activos.
Valles Valdenses
Pedro Valdo
Iglesia Evangélica Valdense
Daniel Armand Ugon y Miguel Morel
(pastores Valdenses en el Río de la
Plata)
Referencias
Notas
4. Waldenses (http://www.gameo.org/en
cyclopedia/contents/W311.html) ;
Global Anabaptist Mennonite
Encyclopedia.
doi:10.7203/saitabi.68.10902 (https://dx.doi.o
rg/10.7203%2Fsaitabi.68.10902) .
Bibliografía
Enlaces externos
Obtenido de
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title=Valdense&oldid=158011655»